Archivo de la Heredad de aguas de Arucas y Firgas

Tenían muchas acequias de agua y con grande admiración tienen una gran peña viva, agujereada por espacio de un cuarto de legua, que atraviesa un gran cerro por donde condujeron parte de buena cantidad de agua, por aprovechar con el riego buenas tierras que llaman la Vega, y el principio nace de unos barrancos muy hondos y la subieron haciendo calcadas de donde llaman Tejeda.

Antonio Sedeño (circa 1492)

La Heredad de aguas de Arucas y Firgas ha sido, desde su fundación en 1505, mucho más que una comunidad de regantes que gestionaban los recursos hídricos de gran parte de Gran Canaria. Durante más de cinco siglos, la gran acción económica desarrollada, unida a las relaciones sociales, culturales, humanas en definitiva, han consagrado a esta entidad como depositaria de un patrimonio integral, que abarca cultura (con sus componentes históricos, arqueológicos, arquitectónicos, etnográficos, artísticos e inmateriales), al tiempo que unos recursos patrimoniales geológicos, medioambientales y paisajísticos, que la convierten en una de las reservas patrimoniales más importantes de nuestra Isla.

A lo largo de quinientos once años de historia, la Heredad ha ido configurando uno de los mayores patrimonios integrales insulares en los ámbitos de la arqueología, etnografía, arte, arquitectura urbana y rural, material e inmaterial. Pero, sobre todo, un inmenso patrimonio humano que se ha ido acumulando en documentos y edificios, tradiciones y costumbres que han configurado la economía hidráulica de la Gran Canaria.

Conjunto troglodita del Barranco del Andén (Valleseco), perteneciente a la Heredad

La acequia alta (Las Chorreras, Arucas)

La Heredad de aguas de Arucas y Firgas ha sido la encargada de construir el entramado de acequias y cantoneras de repartos de aguas que actualmente se están utilizando no solo por ella misma, sino para el uso de cualquier agricultor e, incluso, hoy día el propio Consejo Insular de Aguas, vierte sus aguas en ellas. De la Heredad fueron las aguas del abasto público durante muchísimos años, dejando siempre partidas para que los vecinos de toda la zona pudiesen coger el líquido elemento para sus necesidades sin coste alguno. En su momento, fue la Heredad la encargada de pagar los estudios de los repartos de las aguas, evitando agravios entre los agricultores. Medidas y repartos que se efectúan a raíz de la fabricación de esas cantoneras, realizadas en cantería de piedra, llamadas de medida, que son únicas en el mundo.

Represa de Pinto, terminada en 1909

Informaciones (Madrid), 17 julio 1957, p. 3

La sede de la Heredad a principios del siglo XX

Torre del reloj de la Heredad

Mapa de cueros pintados, datado en 1793

La sede social se empezó a edificar en 1909 y concluyó en 1912. Por consiguiente, el centenario del Edificio coincidió con el de la  constitución del Cabildo Insular de Gran Canaria. Realizado a raíz del desapropio, de la “Casa de Repartos de la Heredad”, situada frente al edificio actual, y de la propia cantonera llamada Real, a consecuencia del paso de la carretera Las Palmas- Arucas- Moya- Guía. El lugar elegido fue la finca de Mirón. Se ubicó otro reloj que tendría la misma relevancia que el de la Iglesia. Traído desde Alemania y costó 450 Marcos. Todo el proyecto fue realizado por el arquitecto Fernando Navarro con un coste de 50.120 pesetas.

Detalle de la maquinaria del reloj de la Heredad. 1913

Una de las esferas del reloj de la Heredad. 1913

La historia de la Heredad está llena de solicitudes y demandas de ayuda económica para llevar a cabo todo tipo de proyectos y acciones: construcción de las carreteras de Firgas, Trasmontaña, de Valleseco a Valsendero; de puentes como el de Tenoya (1834); de donativos para paliar las hambrunas de 1847, 1848, 1856 y 1865 o los efectos del cólera morbo de 1847 y 1852. También para paliar los efectos de las plagas de langosta como la de 1893. Para la reedificación de templos en Arucas (1854) o Firgas: de cementerios como el de Firgas (1854, 1898 y 1904), construcción del Puerto de la Luz y de Las Palmas (1858), de la Plaza de Firgas (1867); del Teatro de Las Palmas y Teatro Pérez Galdós (1867), del nuevo Mercado Municipal de Arucas (1879); del alumbrado público en Vegueta (1895); petición de ayudas a varias a familiares de soldados de las guerras de Cuba, África o la reciente Guerra Civil, para un asilo de ancianos (1906), obras de caridad individuales y colectivas o ayudas a colegios e instituciones de toda Gran Canaria. No olvidemos también las aportaciones para las Casas Consistoriales de Las Palmas y para la sede de la Real Audiencia (1877), la construcción del aeródromo de Las Palmas-Gando, actual Aeropuerto de Gran Canaria por nombrar sólo algunas de las más destacadas contribuciones.

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