Los volcanes y el mito de la caverna entre los awaras.
VULCANIA. Revista de Espeleología del Archipiélago Canario. Vol. 4.
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LOS VOLCANES Y EL MITO DE LA CAVERNA ENTRE
LOS AWARAS
M.MARTÍN *
* C/ El Pilar nº 8, 2º - 4. 38700 – Santa Cruz de La Palma. S/C de Tenerife.
ABSTRACT
The Canary Isles are of a volcanic origin and for that reason the early
setters had to adapt their culture and beliefs to the presence of volcanos
(Cumbre Vieja) giving them a negative or fateful characteristic and also to the
caves of a volcanic origin, places with a strong religions importance because
of the presence of archaelogical objects.
RESUMEN
El Archipiélago Canario y, en concreto, la isla de La Palma, son de
origen volcánico y como tal, los antiguos pobladores debieron adaptar su
cultura y sus creencias a la presencia de los volcanes (Cumbre Vieja),
confiriéndoles la singularidad negativa o fatídica y a la de las cavidades de
origen volcánico, lugares con un fuerte protagonismo religioso por la
presencia de objetos arqueológicos.
“... que los montes vomitaban llamas, que el fuego se
arrancaba del duro sílice... la tierra, se movía
alguna vez e incluso emitía rugidos y de sus
propias entrañas vertía fuentes, lagos y ríos, como
si saliera de ella el fuego etéreo... no llamaron
simplemente a la tierra la autora de estas cosas,
sino que había implícita una mente divina con
cuyo pensamiento y voluntad se producían las
cosas. Y pensaron que esa mente tenía su morada
en lugares subterráneos... la superstición se
acostumbró a penetrar en las mentes con el horror
natural de los lugares y la sospecha de la presencia
desconocida de alguna divinidad... Demogorgón."
Giovanni Boccaccio (1360)
ISSN: 1577-1792 Martín, 2000 Vulcania, 4 pp: 61-66 + 1 lámina en color
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La madre naturaleza se nos presenta a simple vista con formas que nos
proyectan siempre fuentes directas de inspiración. Para los aborígenes
canarios, estas islas atlánticas fueron objeto también de representación en una
dualidad que caracteriza a la humanidad – el bien y el mal, lo sagrado y lo
profano -.
Todos sabemos que las Islas Canarias son de origen volcánico y, es
precisamente esta actividad en su momento reciente, la que va a diferenciar
dos espacios opuestos en las relaciones humanas y la propia naturaleza. Para
los guanches, el Teide, cuyo significado es el de ser malo o ser fatídico,
debió desempeñar el lugar maligno donde iban los espíritus de los seres
malvados. El hecho de que en Las Cañadas del Teide se localicen
numerosos hallazgos en escondrijos, lugares en donde se ocultan cerámicas,
molinos y otros objetos, a modo de significación mágico-protectora para
quien las oculta, como rogativa de un beneficio o para contrarrestar algún
fenómeno maligno, viene documentado entre los beréberes y responde
asimismo a una tradición antiquísima de las culturas mediterráneas (Tejera,
1992).
La Palma también manifiesta esta dualidad diferenciando dos zonas
de su terreno contradictorias, pero con la misma facilidad que el espacio y la
materia se convierten en sagradas pueden pasar o atribuírseles ideas
maléficas.
La religión es un elemento fundamental en todas las sociedades y
culturas del Planeta. Ahora bien, son múltiples las formas de lo sagrado, de
las creencias obligatorias conectadas con prácticas definidas que se dirigen
hacia los objetos definidos en tales creencias (Durkheim, E. 1992), basadas
en la realidad en la que se expresan y que expresan. El propuso que la
esencia de la creencia religiosa en todas las sociedades se basa en sus
creencias, símbolos y rituales sagrados que se oponen a los acontecimientos
ordinarios o profundos.
Abordar el estudio de una religión primitiva desaparecida hace 500
años es bastante complicado, se necesita la ayuda de todas las fuentes
arqueológicas, documentales y técnicas posibles para llegar a
planteamientos más completos. En los últimos años se van incorporando
nuevos estudios técnicos, muy importantes para determinados aspectos; sin
embargo, siguen siendo escasas las referencias sociales, antropológicas y
Etnología comparada que nos ayuden a discernir sobre un tema tan
controvertido como la religión.
En este sentido, las ciencias humanas, podrían aportar nuevas
orientaciones en la investigación, concretamente en La Palma mediante la
interacción hombre – naturaleza, siguiendo pautas más universalistas.
Creemos que los estudios antropológicos son comparativos y así, mediante
el estudio de las diferencias y similitudes con otras culturas, una vez
entendidos los elementos culturales y sus procesos de desarrollo comunes,
es posible ganar posiciones para formular nuevas explicaciones y entender
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mejor las formas de conductas particulares de los awaras (aborígenes de La
Palma).
Las fuentes documentales tradicionales hacen referencia a un Ser
Supremo – Abora – como un Dios creador, todopoderoso, señor de Cielo y
Tierra, quizás contaminados por la influencia del cristianismo. Abora es una
palabra de origen beréber que designa a la luz, el sol, y se nos presenta
como el soberano absoluto del cosmos, de lo sagrado y de la propia vida. La
verdad máxima y la realidad incuestionable que gobierna todas las cosas que
se encuentran en el lugar de la visión, pero en la cueva cesa su gobierno y
cede su imperio a las sombras.
Otras manifestaciones cósmicas tienen a la luna como la madre de los
tiempos, la que determinaba el calendario. También eran idólatras de la
naturaleza (adoraban montañas, roques, árboles y fuentes) y, por último, se
rodeaban de deidades infernales como los volcanes y los terremotos.
La manifestación de lo sagrado, lo trascendente, fluye en la mente
humana transportándola más allá de las apariencias y de las sujeciones
inmediatas de la materia. La realidad debe ser expresada mediante el
símbolo y el rito, por medio de un sistema de creencias que se trasmiten
generacionalmente para cumplir unas funciones predeterminadas. En una
sociedad tan pequeña, cualquier movimiento está estereotipado; las
tradiciones son comunes a todos y se reducen a lo indispensable.
El carácter vitalista de la religión awara está presente en ciertos
momentos al perpetuarse en un mundo místico y ritualista con fines
prácticos en la consecución de la supervivencia. Así entendido, la religión
viene a ser la expresión de potencias invisibles. Se vive en el mundo visible
y al mismo tiempo se es consciente del mundo invisible.
La ignorancia sobre la realidad natural que encuentran los primeros
pobladores de la Isla les llevan a recurrir a fuerzas mayores e ideas
sobrenaturales para darle sentido a la vida en un nuevo lugar, al que adaptan
toda su idiosincrasia originaria. Los awaras crearon, según su propia
experiencia, un universo religioso basado en tres planos diferenciados:
- Cielo, morada de los dioses.
- Tierra, naturaleza dual:
* Espacio sagrado, lugar de vida y de fecundidad.
* Espacio profano, morada de las fuerzas maléficas.
- Mundo subterráneo, tránsito entre la Tierra y el Cielo, lo
sagrado y lo profano.
La noción de lo sobrenatural abarca las cosas que están lejos del
alcance de nuestro entendimiento. Es el mundo del misterio, de lo
incognoscible, de lo incomprensible (Durkheim, E. Op. cit).
Lo sagrado se manifiesta en casi toda la isla de La Palma; abarca toda
la franja costera, lugar de habitación permanente y con frecuentes
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representaciones de símbolos geométricos grabados en las piedras, canales y
cazoletas. Abarca también las medianías de la vertiente occidental, con
vestigios materiales de cabañas, industria y petroglifos; mientras que en la
vertiente oriental, la presencia de una masa de bosque lauráceo frondoso de
difícil tránsito y escaso aprovechamiento para los rebaños, limita la
permanencia y las manifestaciones religiosas. Las cumbres que rodean La
Caldera de Taburiente y el interior del propio cráter son los lugares sagrados
por excelencia como lo demuestra la presencia de cabañas, material lítico y
cerámico, cazoletas, amontonamientos de piedra y grabados rupestres.
Existe un lugar en la Isla, el conocido como Cumbre Vieja, que cubre
toda la dorsal meridional en su parte más elevada, vacía de restos
aborígenes. Aquí es donde creemos que los awaras situaron el espacio
amorfo.
El sur de la Isla manifiesta una construcción controlada por la
concentración de la actividad efusiva en una banda o eje estructural
estrecha, que conectan los focos profundos de generación de magma con la
superficie. Se trata de un reflejo de la estructura tectónica de la corteza
oceánica y reflejan tal vez la ruptura cortical por el empuje del magma en su
ascenso hacia la superficie. El resultado de la existencia de esta estructura
interna es el desarrollo de la línea de cumbre del relieve o dorsal sur de La
Palma.
Cumbre Vieja se ha erigido hasta una altura de cerca de 2.000 m
sobre una base de sólo 12 km en el último medio millón de años. Existe una
gran pendiente que supera frecuentemente el 30 % e indican una gran
constancia en la actividad volcánica (Carracedo, 1984).
Este lugar, concretamente entre El Llano Amarillo y Montaña de Los
Arreboles, adquiere en la cultura aborigen una clara connotación profana.
Los volcanes determinan un lugar de terror en donde moraban las fuerzas
maléficas, manifiestas en los temblores y erupciones de fuego y lava que
debieron impresionar al primitivo, encontrándonos con una explicación
amorfa y maligna por sus efectos dañinos.
Cumbre Vieja está exenta de yacimientos arqueológicos, lo cual es
altamente significativo, a pesar de ser la zona de mayor actividad volcánica
histórica. Sin embargo, en sus cercanías, el Llano de La Mosca, el Llano de
Los Caños (Mazo) y los altos de Las Manchas (El Paso), se pueden
encontrar indicios de su cultura material. Visto así, creemos que el paraje de
Cumbre Vieja estaba concebido como la morada del mal (Martín, 1997),
que los indígenas encarnaron en un perro lanudo (Iruene) como el mayor de
los monstruos que podía habitar esta tierra. Por lo tanto, contiene una
función psíquica imaginada en el subconsciente que revelan una amenaza
exterior y un peligro interior.
No existe ninguna mitología que no haya asociado el perro a los
infiernos, a la muerte y a la significación oculta; al mundo subterráneo. En
La Palma, el simbolismo del perro parece ambivalente: benéfico, pues es el
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guardián y compañero del hombre; maléfico, aparece como un animal que
ataca a los rebaños, es impuro y despreciable. Presenta aspectos
antagónicos.
El mito de la caverna está presente entre los awaras, su simbolismo se
caracteriza en primer lugar por representar el mundo de “abajo” donde reina
la oscuridad, de aspecto azaroso, de tránsito difícil y peligroso; también se
le relaciona con la noche y con la muerte, de hecho es frecuente encontrar
restos óseos humanos en algunas cavidades de la Isla. La ausencia de luz
durante mucho tiempo produce una sensación de irrealidad propicia al
trastocamiento de las nociones y los conceptos. Otro rasgo permite
relacionarla con el desarrollo del destino de la vida humana, con el logro de
los deseos y las esperanzas, con la búsqueda, el triunfo, el
perfeccionamiento espiritual y la entrada al paraíso (Rivera, 1995).
Simultáneamente debe ser considerada como el acceso a los dominios
infernales y a los celestiales, o sea, representación completa del cosmos y
centro donde se hace posible la comunicación entre los distintos niveles.
Este descenso a los infiernos no es más que un requisito para encontrar los
dos aspectos, positivo y negativo, de todo gran símbolo. La caverna
simboliza, entonces, la subjetividad enfrentada con los problemas de su
diferenciación, el país sin tiempo, el país de las fantasías, el principio de la
magia visionaria de las sombras.
Llegados a este punto no podemos dejar pasar el maravilloso pasaje
del mundo de las creencias que recoge Abreu Galindo (siglo XVI) para la
isla de El Hierro: <<...Y en el término y lugar que llaman Tacuytunta,
donde estaba una cueva, que decían “asteheyta” y metiéndose dentro e
invocando los ídolos salía de dentro un animal en forma de cochino, que
llaman aranfaybo, que quiere decir medianero, que era el Demonio, tenían
ellos en lugar santo y era amigo de Eraoranuan ...>>.
Este ritual se realizaba cuando faltaban las lluvias y toda la isla estaba
envuelta en una gran sequía; algo similar debemos interpretar en aquellas
cavidades volcánicas de La Palma en las que son frecuentes los restos
cerámicos, líticos, óseos y malacológicos, en los más recónditos extremos.
La cueva, al igual que la montaña, son los lugares donde se puede
producir la comunicación con el cielo y con el inframundo. Desde el
paleolítico, las grutas han desempeñado un importante papel religioso,
penetrar en su interior equivalía a un retorno místico a la Madre, finalidad
que perseguían tanto los ritos de iniciación como los ritos funerarios.
El modo de vida tan científico en el análisis de los hechos y estudios
de la cultura, choca con la verdadera creencia y supersticiones de la
sociedad awuara; entonces, ¿cómo explicar algunos temas sin recurrir a
estas ideas?.
En muchos de estos tubos volcánicos la humedad es tan alta que llega
al punto de saturación goteando incluso en los momentos de mayor sequía y
esto lo sabían los awaras que se adentraban en las cavernas para presentar
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ofrendas y sacralizar el espacio, así como para recoger el preciado líquido
desde sus entrañas; es la recompensa al miedo por entrar en la oscuridad y la
forma de antropizar un espacio vano y amorfo.
El awara no se metía en esas cavidades volcánicas oscuras, de difícil
acceso, sin tener razones imperiosas. Esa práctica se mantuvo durante
mucho tiempo por medio de un sistema estructurado de transmisión de
conocimientos, apoyado en el simbolismo ritual.
Las grutas son para ellos lugares de culto donde sólo se penetra
excepcionalmente. Penetrar en las entrañas de la tierra es entrar
deliberadamente en otro mundo, en un receptáculo de energía telúrica para
viajar al más allá.
En las cuevas del país maya se han encontrado vestigios de antiguos
cultos, sobre todo a los dioses de la lluvia y de la tierra, del agua y del
inframundo. Extraían el zuhoy ha, el “agua virgen” para utilizarla en las
ceremonias (Rivera, ibidem).
Las cavernas son morada habitual de numerosas divinidades, casi
todas ellas relacionadas con el agua, la lluvia y todos los fenómenos
atmosféricos de este grupo, como bien supieron representar los Olmecas
mexicanos (700-600 a.c.) que pintaron en las profundidades de las cuevas
escenas de carácter simbólico relacionadas con el agua, el culto a la lluvia y
a la fertilidad de la tierra.
BIBLIOGRAFÍA
Abreu Galindo, J. (1977). Historia de la Conquista de las siete islas de
Canarias. Santa Cruz de Tenerife: 259-289 pp.
Boccaccio, G. (1983). Genealogía de los dioses paganos. Editora Nacional.
Madrid: 903 pp.
Carracedo, J.C. (1984). El relieve volcánico. Cap. VI. Geografía de Canarias.
T.1. Cajacanarias. Santa Cruz de Tenerife: 65-104 pp.
Durkheim, E. (1992). Las formas elementales de la vida religiosa. Akal.
Madrid: 423 pp.
Martín, M. (1997). La vida sagrada de los benahoaritas. Ed. J.A.C.E.
Madrid: 121 pp.
Rivera, M. (1995). Laberintos de la Antigüedad. Alianza Editorial. Madrid:
289 pp.
Tejera, A. (1992). Tenerife y los Guanches. C.C.P.C. S/C de Tenerife: 115
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