Las coplas a la muerte del burro
[El Palmar, Buenavista del Norte. Tenerife]
MANUEL J. LORENZO PERERA* / DOMINGO ROMERO GONZÁLEz**
*Director del Aula de Etnografía
Universidad de La Laguna
** Artesano y folklorista
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Los Silos lcod de
' Los Realejos
Santiago del Teide
San Miguel '
O 10 km
Localización de El Palmar y los municipios mencionados.
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INTRODUCCIÓN
H EMOS INVESTIGADO y estudiado el tema Las coplas a la muerte del
burro con el propósito de darlo a conocer. Es una de las cuantiosas
manifestaciones de la cultura tradicional canaria, de muy probable
desconocimiento por la inmensa mayoría, como acaece con tantas otras.
La narración tiene por escenario central al Valle de El Palmar (Buenavista
del Norte. Tenerife), ignorando cuáles son sus orígenes históricos más remotos,
aunque se nos ha relatado, como hemos escuchado en otros lugares, que
se ha hecho desde que hay memoria, habiéndose mantenido, plenamente
contextuado, hasta la década de los años cincuenta del siglo XX.
No hay fuentes escritas referidas al capítulo que nos ocupa. Una vez más,
la base esencial, el principal elemento aportativo, ha sido la oralidad cultural,
en suma, el valor de la palabra.
Lo que vamos a presentar es un ejemplo manifiesto de la inmensa labor
pendiente. Esta aportación es un producto de vecindad, fundamentada en la
pasión e interés de los dos autores por todo lo que concierne a la cultura tradicional.
Uno de ellos, Domingo Romero González, es el creador esencial de
las coplas e informante destacado de esta investigación, elaborada y redactada
por el otro autor de la misma, Manuel J. Lorenzo Perera. Ahora bien, este
estudio también es deudor de la generosidad prodigada por un número importante
de personas, hombres y mujeres, a las cuales estamos sumamente
agradecidos, entre quienes se encuentran las que mencionamos a continuación.
A todas ellas, y a tantas más, nuestro afecto y gratitud:
• Matías Machín Casañas, 59 años. La Dehesa (Frontera. El Hierro), VIII-
1975.
• Joaquín González Machín, 43 años. San Andrés (Valverde. El Hierro),
VIII-1977.
• Fidel Pérez Socas, 63 años. El Corte la Nao (lcod de los Vinos. Tenerife),
VIII-2003.
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MANUEL • LO RE NZO PERERA / DOMINGO ROMERO GONZÁ LE Z
• Juan Marrero García, 85 años. El Roque (San Miguel de Abona. Tene-rife),
V-1992.
• Juan Padrón Cejas, 45 años. El Golfo (Frontera. El Hierro), VIll-2002.
• Juan Barrera González, 78 años. La Laguna (Tenerife), 11-2003.
• Tomás Curbelo Rodríguez, 73 años. La Laguna (Tenerife), rr-2003.
• Gregario Padrón Padrón, 68 años. El Golfo (Frontera. El Hierro), XI-
1979.
• Juana Báez González, 76 años. El Palmar (Buenavista del Norte.
Tenerife), x-2002.
• Cornelio Martín Acevedo, 93 años. Las Portelas (Buenavista del Norte.
Tenerife), 1-2004.
• Marcial Pérez Ávila («Gabino»), 73 años. El Palmar, 1-2004.
• Ricardo González Machado, 78 años. El Palmar, 1-2004.
• José Dóniz Méndez («Ovidio»), 79 años. El Palmar, 1-2004.
• Herminio Rodríguez González, 75 años. El Palmar, 11-2004.
• Facundo González Álvarez, 71 años. El Palmar, 1-2004.
• Miguel del Rosario Regalado, 75 años. Teno Alto (Buenavista del Norte.
Tenerife), 11-2004.
• Catalina Expósito Gorrín. El Palmar, 1-2004.
• Juana Ávila González, 89 años. Las Portelas, I-2004.
• Mercedes Báez Pérez. El Palmar, 1-2004.
• Filiberto Évora Álvarez, 60 años. El Palmar, m-2004.
Agradecimiento que hacemos extensivo a don Fernando Hernández Segovia
y a don Juan Bautista Waló, respectivamente, administrativo y archivero
del Ilustrísimo Ayuntamiento de Buenavista del Norte. Y a doña María Dolores
García Martín, por su efectiva colaboración y apoyo.
SOBRE LA CULTURA DEL BURRO
Hemos referido en repetidas ocasiones que la cultura tradicional canaria
-tan rica, amplia y profunda- es el compendio de un considerable montón
de «pequeñas culturas». Una de ellas es la del burro, eje esencial del presente
artículo. Abordarla en su totalidad extralimitaría con creces la permisibilidad
otorgada en esta Revista. Vamos a centrarnos, sobremanera, en el Valle de El
Palmar.
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
La presencia del burro en la isla de Tenerife está vinculada a la propia conqlljlsta.
En los primitivos Acuerdos del Cabildo (1497-1507) son pródigas las
menciones, desgranando una amplia terminología: burras, burros, borricos,
burras salvajes, asnales, asnos, burros salvajes, bestias salvajes asnales. En diversos
mandamientos se alude a los daños que ocasionaban, imponiéndose
multas e, incluso, permitiendo darles muerte, obligando, para facilitar las
cosas, que se marquen los asnos mayores de doce meses1
• Años más tarde, en
un acuerdo del día 2 de julio de 1509, se estima, para intentar atajar el mal,
subir la cuantía de la cantidad a pagar:
«Por el mucho daño que hacen los caballos y yeguas y asnos en los panes
y eras a causa de estar ordenado que no se pagase mds por cabeza de ocho
mrs mandaron que cada caballo y yegua pague por cabeza al dueño un real
de plata y por asno medio real de noche o de día,/.
José de Viera y Clavijo, en su Diccionario de Historia Natural, utiliza la voz
asno para describir a dicho animal, apareciendo burro como sinónimo. Lo
hace con maestría. Mostrándose como el auténtico precursor de la interdisciplinareidad
en Canarias, conjugando diferentes ciencias: Etnografía, Biología,
Lingüística. Esta es su magnífica explicación:
« ... Animal del cual hizo un ingenioso elogio el conde de Buffon en su
célebre historia natural y que sin duda lo tiene mds merecido en nuestras
islas que en cualquier otra región. El asno es para nuestros canarios el
cuadrúpedo mds útil y de mayor servicio. Aunque doméstico como los
demds burros de Europa, les excede en todas sus buenas cualidades, y parece
que trae su origen en los onagros, o asnos salvajes del África vecina, como
lo prueba su estampa. Con efecto, la pequeñez, la viveza, la fuerza, la andadura,
la cola poblada de pelos, la dureza de la pezuña, todo lo pone a
nivel con los afamados de Arabia. Él nos ofrece la mejor, la mds segura y
la mds cómoda cabalgadura en terrenos tan agrios como los de nuestras
islas. Sirve para la carga, para la noria, para la agricultura. Él ha halla-
1 Acuerdos del Cabildo de Tenerife: 1996. V. l.
2 Acuerdos del Cabildo de Tenerife: 1996. V. 11, p. 37.
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do en las Canarias un clima muy favorable a la propagación de su especie,
y para la bondad de su raza, con especialidad los de la isla de Fuerteventura,
de la cual se sacan los más sobresalientes (. . .). Nuestro asno, pues,
es un animal sobrio, sufrido, tranquilo, lleva con paciencia los golpes, se
contenta con las yerbas más ásperas, teme mojarse y enlodarse los pies, no
se revuelca sino sobre la grama, o en un terreno enjuto; en su primera edad
es ligero, alegre, gracioso y casi bufan; después se pone ya más serio, y se
muestra ardiente, y aún farioso, para el placer. Conoce a su amo, y lo lleva
con gusto, marchando presuroso; camina, trota y galopa como el caballo;
cuando se le carga demasiado baja la cabeza y las orejas; maltratándolo
con exceso, abre la boca y retira los labios, con un cierto aire burlón; tapándole
los ojos, permanece inmóvil; rebuzna, instado del hambre o del amor;
no cría insectos; tarda en crecer tres años, pero a los dos puede ser padre. La
burra pare a los doce meses (. . .). El asno suele vivir de veinticinco a treinta
años; duerme menos que el caballo, y es más constante su salud. Con la
yegua engendra los mulos. La leche de la burra, joven y sana, es muy medicinal.
En fin, su piel, que naturalmente es dura y elástica, se emplea en
varios usos, pues se hacen de ellas cribas, tambores, zapatos, pergamino
grueso, y el que se llama zagrií o zapa»3
.
A muchos de los vecinos del Valle de El Palmar que entrevistamos les pareció
sorprendente, curioso y hasta risorio que conversáramos con ellos acerca
del burro, animal de rango inferior omnipresente -dadas las condiciones
económicas, viales, laborales ... - hasta bien entrada la mitad del pasado
siglo. Treinta burros se llegaron a contar entre los pagos de Las Laguneras
(Buenavista del Norte) y Las Portelas:
«El burro era la piva que había».
«Era casual que en cada casa no había un burro, mulo o lo que sea,
igual que una yunta vacas, quién no tenía antes una yunta vacas».
Como se informa en el texto, hubo quien, dadas sus condiciones, llegó a
contar con una bestia mular e incluso un caballo. Ahora bien, la disponibili-
3 VIERA Y CLAVlJO, José de: 1982, pp. 52, 87.
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
Panorámica del Valle de El Palmar.
dad de los campesinos más pobres y bregados -la mayoría- fue siempre y
tradicionalmente el burro. Y se recuerdan relatos concernientes a las tres clases
de animales. Se transmitió generacionalmente, en diversos lugares del archipiélago,
que por comer la mula paja sobre la que descansaba el Niño Dios
en el Portal de Belén, la Virgen pidió («especie de maldición») que la mula no
conociera amor de hijos, siendo por ello el único animal que no pare:
«Nunca hijos tengáis
que madre vos llame,
y que vuestro linaje
nunca se acabe»4
•
Nuestros informadores diferenciaban dos clases o razas de burros: los considerados
como propios de la isla, más altos que los otros o majoreros, procedentes
de la isla de Fuerteventura. Al parecer, estos últimos son de presencia
4 Información oral de don Cornelio Martín Acevedo, 93 años. Las Portelas (Buenavista
del Norte), I-2004.
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«El cuadrúpedo más útil y de mayor servicio».
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
m 's reciente, llegados a través del Sur de Tenerife. La mezcla de unos y otros
diq> origen a los que se conocían como mestizos.
Raramente se utiliza el término asno. Se alude a burros y burras, denominándose,
cuando son pequeños, burrancos y burrancas. Podían comprarse
en una u otra etapa de la vida. Por ejemplares de pocos meses (cuatro o cinco)
llegaron a pagarse 1.500 y hasta 3.000 pesetas. Adulto o joven se le compraba
a algún familiar, a un vecino en el propio pueblo, de otro, o a los marchantes
que recorrían las localidades haciendo negocios de compra y venta.
Vecinos de El Palmar adquirieron burros en La Guancha, Icod el Alto (Los
Realejos), El Tanque, Las Canteras (Los Silos) ... , trayéndolos, según los medios,
a pie o en la carrocería de algún camión. La cría joven se vendía «cuando
estaba ya criada, cuando comía». Al morir el burro -por vejez, enfermedad
... - o al quitarlo por alguna razón, como la que se señala en el siguiente
texto, se conseguía de inmediato otro, por tratarse de un ser fundamental
e imprescindible para el desarrollo de la economía familiar:
«Ése lo vendió mi madre, era muy coción y mi madre tenía miedo que
le diera patadas a nosotros. Se lo vendió a un tal Agustín Modesta, era de
aquí, era marchante de bestias; se decía de antes, marchante»'.
Se sabía que la burra estaba en celo «cuando se pone a mascar», es decir,
abriendo y cerrando la boca y ciñendo los labios de un modo especial: «nosotros
le decimos mascar». Entonces, si interesaba -por necesidad, para hacer negocio
... - se llevaba al burro padre con el objetivo de que la cubriera. En cada
una de las comunidades acostumbraba a haber quien lo poseía, cobrándose por
el servicio una determinada cantidad (50, 100 pesetas); llegando a trasladarse
a Erjos (Los Silos), localidad donde el destacamento de militares ubicado allí
poseía uno: «creo que faeron 50 pesetas>>6. Eran muy temerosas las mordidas de
los burros padres, debiendo saber tratarlos con considerable astucia: «en Teno
había otro y sabe quién lo dominaba, una mujer, Gloria, la mujer del Fino».
5 Información oral de don Ricardo González Machado, 78 años. El Palmar (Buenavista
del Norte) , I-2004.
6 Información oral de don Herminio Rodríguez González, 75 años. El Palmar (Buena.
vista del Norte), n-2004.
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Existía una preclara preferencia por las burras: «más pacífica, más tranquila,
el burro era peligroso, ya grandes se viraban algunos contra los amos». Muchos
campesinos mantuvieron sus burros enteros, es decir, sin capar o castrar.
Otros sí lo hacían, con la intención de apaciguar el carácter y la presunta fogosidad
sexual del animal ( «un burro macho, sin caparlo, ve burras y eso es el
diablo»), todo ello unido a la circunstancia de que la gente prefería burras:
«había que caparlos», encargándose de ello el propio dueño del animal al objeto,
muchas veces, de venderlo; los capaban cuando eran chicos, burrancos
(a los cuatro meses ... ); sin anestesiarlos, del siguiente modo: eras ponerlo
boca arriba, de medio lado, amarrándole las patas, el capador le agarraba los
testículos con la mano y con un cuchillo hacía una cortadita por debajo, apretaba
y «salía el boliche pa fuera», se le «daba» un nudo y se le quitaba el mencionado
boliche; tras la castración, para «cortar» la sangre, se le echaba alguna
sustancia, en los últimos tiempos veterín, producto que venía en forma de
spray, comprado en las farmacias: «se curaba solo, lo mismo que los perros». El
capador, vecino o no de la localidad, no cobraba por desarrollar su cometido;
se trata de una persona que aprendió por tradición familiar o escuchando las
explicaciones de otro: «por un detalle que me dieron>/ . Otro procedimiento de
castración, más común al menos en El Palmar, es el que se conoce como de
tablillas, utilizado con las tres clases de équidos conocidos: caballos, mulos,
burros; solía efectuarse también a corta edad (cuatro, cinco o seis meses),
tumbándolo con una soga, atándole las cuatro patas y colocándolo algo ladeado;
lo efectuaba algún amañado que no solía cobrar, interviniendo del modo
siguiente: en el arranque de los testículos se disponían horizontalmente dos
tablillas ( de unos 15 centímetros de largo y 2 de ancho), una por delante y
otra por detrás, atándolas fuertemente por cada extremo -de modo que presionaran-
con hilo de carrete, afianzándolo ( «pa que no se escapara») en los
encarnes (pequeños rebajes) hechos en la madera; cada día se le echaba en sus
7 Miguel del Rosario Regalado, quien en febrero de 2004 contaba con 75 años de edad,
empezó a hacerlo tras la explicación que le dio en Tena Alto (Buenavista del Norte)
Manuel Mesa, natural de lcod el Alto (Los Realejos) quien solía pasar comprando ganado:
cabras, vacas ...
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parfes abundante agua, de modo que a los diez o quince días se les caían los
tes~ículos: «se le podrían»8
• Cuando apareció la tardía figura del veterinario
(17-II -1933)9, el mismo empezó a ocuparse de las castraciones, ejerciéndolas,
cuando era requerido, con animales jóvenes y adultos.
Las burras «se tiraban a morder» cuando alguien se acercaba a la cría, salvo
a su dueño cuando éste la trataba con buenos modos. Hubo ocasión en la que
quien vendió un burranco aconsejó a sus nuevos dueños: «ustedes no Lo arisquen,
sino lo amansan». De por sí, es un animal entendido al que se llama y acude,
poseedor de «conocimiento en lo que cabe», capaz de saber a qué lugar va destinada
la carga que transporta (vivienda, cuadra de las vacas ... ) o de recordar,
mejor que su amo, la desviación a seguir en el sinuoso camino de la cumbre:
«Los !lama y Los alaga y hace de ellos Lo que quiere. Hay otros que Le
daba por dar patadas, hay burros mansos y otros que Le daba una patada».
Ser mansarrón o arisco dependió, muchas veces, de la mano del dueño.
Cuando alguno «se viraba a morder» le ponían un sálamo de alambre. O se tomaba
alguna medida a fin de que cumpliera su cometido: «todos los animales
que yo tenía me hacían caso, pobre de que no vinieran».
Se les llamaba por el nombre, aunque no todos lo tenían, siendo simplemente
el burro o la burra. Como ocurre con el ganado ovino y caprino, la
mayor parte de los nombres se ponían teniendo en cuenta el color, cualidad
inalterable. Había burros negros ( «los más»), pardos, blancos ( «muy pocos,
blancos, blancos, no»), canentos, pintados o pintorreados («de varios colores»),
colorados. Los que hemos recogido se presentan a continuación. Algunos se
ponían por similitud, por ejemplo: Andoriña, burra de color negro tinto. Y
otros por el color propiamente dicho o por el predominante:
Moreno: «era casi negro».
El Negro Tinto.
8 Hemos recogido la opinión de que antes de colocar las tablillas, también en el arranque
de los testículos, se ataba fuertemente un cordel.
9 Fue la fecha en la que tomó posesión como veterinario don José Delgado Mesa. A comienzos
de la década de los cincuenta no había veterinario. H ERNÁNDEZ YANES, Álvaro:
2001, pp. 37 y 48,
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MAN UEL] . LOREN ZO PER ERA / 00H INGO ROHERO GONZÁLEZ
El Burro Cano: «no era blanco, ni era ... ».
Gamito: se le pone también a las cabras que muestran dicha coloración:
son de color blanco, aunque con algo de negro, como mechas.
Canelo: «era más marrón que negro».
Como ocurre, igualmente, en las manadas de cabras y de ovejas, otras características
físicas fueron los referentes que se tomaron en consideración para
nominar a los animales: la Chiquita, la Sama ( «porque era grande»). E incluso
nombres de personas, en alguna ocasión el del antiguo propietario: Floriano,
Juanito, Juanete («era macho y era travieso; le teníamos que ponerle hasta un sálamo,
porque se nos viraba»), Rosario, Margarita, Anita ... Junto a otros de
carácter más ocurrente: el Panadero, Lucera (burra de color blanco), la
Morriña, la Pasionaria ...
Empezaban a enseñarlos a trabajar («adornar») a partir del año y medio o
los dos años:
«Se cargaban con unos saquitos pequeños (20 o 25 kilos) para que se
fueran acostumbrando. A eso se llamaba adornar un animal. Poquito a
poco para que se fuera acostumbrando».
Se le echaban las carguitas encima de un costal dispuesto de forma atravesada
o sobre la denominada albarda blanca, forrada de saco, más chica y liviana
que la de cuero, ambas elaboradas por los albarderos:
«Era (Lucera) una burranquita nueva, todavía no cargaba, ya estaba
pa cargar. Le pusimos una albardita blanca (. . .). Primero le hacían ésa y
luego de cuero (. . .) la albarda blanca era pa adornarla».
También se adornaban para que se acostumbraran a montar a las personas.
Para ello, en un espacio llano, uno cogía al animal por el cabestro y el otro se
montaba sobre él hasta que cediera.
En Teno Alto (Buenavista del Norte) era frecuente ver a los burros ya adornados
cargando sobre un costal convenientemente atado. La dificultad y estrechez
de los caminos (tener que levantar a un burro caído ... ) lo establecían.
Ahora bien, para afrontar cargas determinadas, como es el caso de trasladar
corchos o colmenas tradicionales hasta la cumbre, el uso de la albarda de
cuero era necesano.
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
Las albardas constituían el trabajo de los albarderos, oficio ancestral, colma
, o de valor cultural, al que se ha dejado extinguir. Se iba a Icod de los
Vinos a encargarlas, aunque en El Palmar, durante algún tiempo, ejerció
Antonio el albardero, natural de Icod el Alto 1º. El relleno de la albarda era de
paja de trigo, forrada con tela de saco y, sobre él, cuero de cabra o de becerro.
El albardero se encargaba también de hacer el correaje (tajarras, las cinchas, el
freno, el cabestro), así como de reponer las albardas cuando se deterioraban.
Una albarda «si la cuida, dura lo menos quince o veinte años». El garrote lo
hacía el mismo dueño del burro; es de brezo, curvo, y servía para apretar la
carga toda vez dispuesta sobre el animal.
El burro fue esencialmente un animal de carga que obedecía, como acaece
en otras partes, con voces características: «arre», para que caminara; y «soo»
para que se detuviera. Portaba prácticamente de todo: medios barriles de agua
(dos o cuatro), estiércol, papas, hierba seca, leña, carbón, rama para poner debajo
de los animales ... y con él se iba al pueblo, cuando hacía falta, a traer la
ración. Un burro es capaz de cargar dos y hasta tres quintales de papas (150
kilos) cuando era grande y estaba bien cuidado. Y de llevar dos, tres y hasta
cuatro corchos hasta la cumbre; de ser tres, se disponía uno a cada lado y el
tercero atravesado.
En el Valle de El Palmar no se acostumbraba a herrar ni a arar con burros,
haciéndolo con reses vacunas. Sí los herraban en la parte del Sur, «porque hay
volcán». En el Valle de Santiago (Santiago del Teide) lo llevaban a cabo en
momentos puntuales, cuando surcaban las tierras. Araban con burros en terrenos
con características distintas a las de El Palmar (suelos más pedregosos,
parcelas más reducidas ... ), lo que acaecía, por ejemplo, en Masca y en Los
Carrizales (Buenavista del Norte), poniéndole a los équidos la canga en vez
del yugo.
La figura del burro también estuvo presente en los cánones del sistema de
ayuda mutua, vigente hasta la actualidad, conocido como torna peón o ganar
peones. Unos y otros, en su mayoría campesinos pobres, se prestaban ayuda
laboral y los animales de carga cuando era menester, para el desarrollo de tareas
calendarísticas ( cargar paja, papas, grano ... ) y otras más ocasionales,
'º Información oral de don Ricardo González Machado, 78 años. El Palmar (Buenavista
del Norte), I-2004.
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«Cargaditos de leña».
como era el caso de ir a buscar arena a Los Baldíos (Santiago del Teide)
-hasta veinte y treinta burros- con la finalidad de construir una casa.
De noche, y en ocasiones cuando no había nada que hacer, el burro permanecía
en su habitáculo, distinto al de las vacas, por la razón siguiente: «una
vaca se suelta y embiste con él, lo revienta». Esa es la razón por la que, cuando
compartía la cuadra de aquéllas, entre ambos mediaba un tabique o, al
menos, «un palo de adelante atrds». Para dormir no se le ponía lecho vegetal,
lo contrario que a las vacas: «el burro mds bien lo que quería era empedrado, eso
se echan ellos».
Le daba de comer cualquier miembro de la familia, quien acostumbrara a
hacerlo: «lo mismo el grande que el chico». Comían, en la pesebrera o en el dornajo,
dos veces al día, por la mañana y por la tarde. Su comida era muy simple,
más que la servida a los mulos y a los caballos: cardos, paja, juncos enteros
o partidos, hierba, espinos del monte que se amontonaban y majaban con
una lata o vara gruesa: «para matarle los picos», «y algún puño de millo que se
escapara». En ocasiones, por la mañana, los amarraban y comían mientras se
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
Trillando.
reunía la hierba para las vacas. En el verano, durante el día, se estacaban en
los pajones para que comieran los rastrojos. Se les solía dar agua una vez al
día, al sacarlos o bien por la noche, llevándolos a la fuente, al barranco, a la
atarjea, en un cubo o en un baño de cinc: «donde se acostumbrara».
De los burros, además del trabajo, se aprovechaban dos cosas: las deyecciones
y la leche de las hembras. Las deyecciones, moñigos o moñicos, se recogían
a diario, mezclándolos o no con los de las vacas, empleándose como
abono:
«Lo mesturábamos con el de Las vacas, pa Las papas y pal terreno. Había
que ver Las papas de redondas, de grandes y de todo».
Más esporádico fue el uso al que se alude en el siguiente texto, dato que
también hemos recogido en otras islas, caso de El Hierro. Había, al menos,
tres modalidades: fumar moñigos secos, mezclarlos con semillas de hinojo o
únicamente éstas:
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~- LORE NZO PERERA / DOMINGO ROMERO GONZÁ LEZ
« Yo me acuerdo un viejo de allá abajo, apañar un moñico seco y echarlo
en La cachimba pa fo.mar ( . .). Y el hinojo, La semiLLa es sabrosa; usted
La secaba y La metía en La cachimba de caña, cuando chico, con un tubito
de melera, que está jurado por dentro» 11
•
La leche de burra se le daba a tomar a los niños cuando tenían anemia, al
objeto de restablecerlos: «era el remedio de muchachos (. . .) yo sabía de uno que
mamó leche burra». Fue un recurso sumamente prodigioso, al que se acudió
en zonas urbanas y campesinas. Se ordeñaba la burra y, de inmediato, le
daban un vasito al enfermo para que se lo bebiera. Acerca de lo dicho, se recuerda
ver en Santa Cruz de Tenerife _-para que no se pusiera en tela de juicio
la calidad- al vendedor de leche con la burra y a su lado el burranco con
el hocico amarrado con un cordel para evitar que mamara de la madre; llamaba
la atención la pequeñez del ubre y las dimensiones del recental que llegaba
a criar.
Los burros han sido animales fuertes y resistentes que casi nunca se enfermaban.
Sus padecimientos más comunes fueron los siguientes:
Asma: «gripe y mocos por la nariz, le decían asma». La cebada era muy conveniente
para combatirla.
Mataduras: les ponían una sustancia líquida, «azul de bichilén»12
•
Alcaravanes en las patas: era como un líquido que les brotaba. Solían ponerles
aceite de motor quemado para que las moscas «no se apoderaran de las
heridas».
Desarrollo de las pezuñas: les crecían «cuando no estaban muy caminados»,
por poco ejercicio; se las recortaban, entre dos, redondeándolas uno de ellos
con las tijeras de podar la viña.
También estuvieron expuestos a que les hicieran mal de ojos o maldiojo,
producido, como expresa, en ocasiones, el rezado o santiguado con que se curaba,
«de mal querer o bien querer ... , de caricias y todo»:
11 Información oral de don Cornelio Martín Acevedo, 93 años. Las Portelas (Buenavista
del Norte), 1-2004.
12 Azul de metileno. Producto comprado en las farmacias, usado como desinfectante, para
curar heridas, lavar botellas ... Venía en polvo, debiendo desleírse una pequeña cantidad
(0,01 gramos) por litro de agua.
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
«Se presigna: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
Amén. Después se dice lo siguiente:
Yo te santiguo (nombre de la persona o del animal) con las misas del
domingo, con el evangelio del altar, con San Hipólito, con todos los Santos
y Santas de la corte del cielo.
Si lo tienes en la frente que te lo quite San Vicente, en los ojos Santa
Lucía, en la nariz Santa Beatriz, en la boca Santa Polonia, en la garganta
San Bias, en el pecho Santa Águila, en la garganta Santa María, en el
espinazo San Ignacio, en cualquier parte del cuerpo el Santísimo Sacramento
del Altar.
Santa Ana parió a María, y María parió a mi Dios, Santa Isabel a
San juan, siervo de nuestro Señor. En el río del jordán se bautizaron los
dos. Mi Señor le dijo a San Juan: ¿cuál de los dos está más bien bautizado?
Y el Señor le respondió: tú, Señor, que estoy en tus benditas manos.
Santa Ana parió a María, María parió a mi Dios, Santa Isabel a San
juan, siervo de nuestro Señor.
Estas benditas palabras que tengo rezadas se las ofrezco y se las encomiendo
al Señor de la Salud y a su Santísima Madre para que le quite a
(nombre del enfermo) de su cuerpo aire, mal aire, maldiojo, humor, calor
o cualquier otra cosa mala que tenga en su cuerpo. Échala al fondo del
mar, donde no haga mal a criatura nacida en el mundo. Amén»13
•
Pero, además, el burro era, entre los animales domésticos, el que más tiempo
vivía, superando con frecuencia la edad de veinte años. Algunos murieron
de forma natural. A otros (aparte de viejos se volvían cociones, aflojaban las
patas ... ) los mataban dándoles con un objeto contundente (marrón ... ) «un
estacazo» o «un mochazo» en la frente. Los enterraban a escondidas, de noche,
para que no se enteraran quienes componían las coplas relacionadas con su fallecimiento.
Hubo también otra opción para sacrificar a unos animales viejos,
que no servían para trabajar, en ocasiones debilitados, imposibles de mantener
en el seno de unas economías campesinas pobres: los desriscaban, vendándoles
previamente los ojos, arrojándolos por fugas altas (Fuente Finela, Talavera,
Bujamé ... ): «en un andén el que no quería matarlos y las aves se lo comían».
i., Información oral de doña Juana Báez González, 76 años. El Palmar (Buenavista del
Norte), x-2002.
29
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MAN UEL J. LORENZO PERERA / DOMINGO ROMERO GONZÁLEZ
Carrera de sortijas en El Palmar:
Domingo Romero González con su yegua y
José Martín Díaz («José Poleo») sobre su burro.
Domingo Romero González
interviniendo en la carrera de sortijas
durante la fiesta de El Palmar.
Pero la figura del burro aparece también en el escenario de otros capítulos
de la cultura, los cuales procederemos a comentar a continuación.
El martes de las fiestas de El Palmar -el mes de septiembre, en honor de
la Virgen de la Consolación- se celebraban carreras de sortijas en las que
participaban jinetes a lomo de caballos y burros. El marco de tal manifestación
era la calle Susana. A cada lado de la misma se ponía un poste con una
bandera y de uno a otro el travesaño en el que se colocaban las cintas hechas
con telas de colores enrolladas en canutos. Los participantes, sobre sus corceles,
uno a uno, venían corriendo desde arriba, «a toda velocidad; si no, no
valía» , para intentar meter el lápiz o palillero por la argolla de la cinta que
pretendía, posible portadora de uno de los tres premios que se otorgaban. Fue
un acto muy festejado al que acudía y participaba gente de diversos lugares:
Erjos, San José de los Llanos (El Tanque) ... : «después que afeitaron eso (la calle
Susana) la gente no quiso venir porque era peligroso».
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
Para esa y otras celebraciones los animales se arreglaban con el objeto de
lu irlos. A los burros, con las tijeras, se les hacía la melena y había quien les
reducía pelo del rabo, de la mitad hacia arriba. Y detalles similares se tenían
cuando se iba a un encuentro tan celebrado como era la feria de San Antonio
Abad en El Lugar de Buenavista:
«El que era curioso, pa la fiesta de San Antonio le ponía su cintita, lo
procuraban y lo llevaban limpito; el que era curioso, sí. Todo el mundo de
aquí llevaba los burros pa San Antonio, los pasaban por Santo (. . .). Ya
que vamos pa San Antonio, hay que traer (de regreso) un saquito guano».
Entre los seres humanos, la voz burro es sinónimo de lo último. Ese
mismo lugar es el que ocupa el burro en el escalafón de los animales domésticos.
Lo dicho se palpa en el contexto de la fiesta de San Antonio Abad, que,
al parecer, empezó a celebrarse en el casco de Buenavista del Norte desde el
año 1528, hecho vinculado a su condición agrícola y ganadera: « .. . que a la
derecha de la nave se hiciera un altar para San Antón porque los vecinos lo pedían
para que le guardase sus ganados». Durante mucho tiempo la festividad quedó
limitada a la función litúrgica y bendición del ganado. Se llevaban los animales
a los pies del Santo por promesa, por divertimento o porque los dueños
obligaban a sus medianeros. Hasta 1956 no se otorgaron premios, aunque
CUADRO nº 1: CABAÑA GANADERA DE BUENAVISTA DEL NORTE
Año Bovino Asnal Porcino Caballar Mular Ovino Cabrío Camellar Total
1768 278 107 37 21 12 995 803 2.253
1859 206 60 105 17 24 400 460 4
1947 648 92 274 3 38 135 1.007
1956 717 91 22 16 842 1
1957 630 91 18 12 71 1 1 1.463
1959 7 13 101 23 15 76 1 1 1.614
1960 686 101 25 15 703 1.530
1962 670 94 23 18 645 1.450
1969 474 74 18 32 11 354 963
1973-75 404 67 31 6 31 1 8 19
1984 208
Fuente: Datos obtenidos en el libro: H ERNÁNDEZ YANES, Álvaro (2001 ): San Antonio Abad y su festividad.
1528-2000. Buenavista del Norte.
Elaboración propia.
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MANUEL j. LO RE NZO PER ERA / DOMINGO ROMERO GON ZÁLEZ
San Antonio Abad con su cochinito. Buenavista del Norte, l-n-2004.
ninguno para el ganado asnal. Éste empezó a recibirlos treinta años después,
concretamente en 1986. En 1989, dos de los premios, primero y tercero, correspondieron
a vecinos de El Palmar, mientras que el segundo recayó en uno
de Las Laguneras. De allí, Valle de El Palmar, procedía gran parte del ganado
con el que contaba el municipio y se llevaba a la feria de San Antonio, tal
como se constata, por ejemplo, para los años 1956 y 1973-75 '4
• En la actualidad
el panorama ha variado considerablemente si lo comparamos con los
años anteriores (véase el cuadro número 1), debido al abandono de la agricultura
y la ganadería. Hoy no hay una sola vaca en Teno Alto ni en El Palmar
ni en otros muchos lugares. En enero de 2004 quedaba un solo burro en Teno
Alto (La Abejera) 15; otro en Las Portelas, una burra: «la vendieron el otro día,
14 Lo expuesto sobre la fiesta de San Antonio Abad se ha obtenido en el libro:
H ERNÁNDEZ YANES, Álvaro: 2001, pp. 42, 52-53, 98, 109, 53-54, 72, 15, 25, 30.
15 Gamito, de 27 años de edad.
32
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
Los dos únicos burros asistentes a la feria de San Antonio Abad. Buenavista del Norte, l-n-2004.
pa la feria de San Antonio de Los Silos, dicen que le dieron 20. 000 pesetas, a él
le daba pena de matarla», y los que poseía un súbdito inglés, vecino de El
Palmar, comprados en un burro-safari del Sur de la isla, los dos únicos asnos,
macho y hembra, que se llevaron a la feria de San Antonio 2004, siendo merecedores
del primer y segundo premio.
Motivos de tiempo y espacio, como indicábamos líneas atrás, nos limitan
en el momento de expansionar este apartado dedicado a la cultura del burro,
sinónimo de bruto, inculto, esforzado ( «trabaja como un burro») ... Vamos a
conformarnos con aportar unas cuantas apreciaciones sobre el particular.
Encontramos la voz burro en cuantiosas manifestaciones de la cultura tradicional:
romances, cantares, dichos, expresiones, adivinanzas, juegos infantiles
(«tengo un burro cargado/ que no se siente ... »), topónimos o nombres de lugares
(La Piedra la Burra en Los Carrizales, El Moñigal en El Palmar ... ) ... Ha
llegado a ser nombrete o sobrenombre, el gentilicio de una gran familia o
«raza» e incluso el de una comunidad: Burros se llama a los habitantes de
Tinajo en la isla de Lanzarote. Y es más, la palabra burro sirve para designar
33
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MANUEL J. LORENZO PERERA / DOMIN GO ROME RO GONZÁ LEZ
y entender mejor determinados fenómenos climáticos, como es el caso de la
denominada «panza de burro» o fijación temporal del alisio en las vertientes
norteñas de las islas occidentales.
En El Palmar, formando parte de la comitiva que el miércoles de ceniza
quemaba la sardina, iban algunos vestidos de guardia civil y otros de cura.
Partían -rezando, llorando, gritando- desde la parte de Las Canales hasta
Las Cuevas de La Zahorra donde le prendían fuego. Antes de llevarlo a cabo,
leían coplas en muchas de las cuales surgía la figura del burro. A la sardina se
trasladaba de diferente manera; en ocasiones, como acaecía por ejemplo en
comunidades de la isla de El Hierro, sobre un burro viejo o en una albarda
con un palo por debajo, de manera que la cargaban entre dos.
La que a continuación se relata es una imagen recogida en cada una de las
islas del Archipiélago Canario. Las brujas, en la creencia popular, tenían la facultad
de transformarse en cosas tales como ollas, orzas, en mujeres con apariencia
especial o desnudas, en animales: ovejas, mulas, gatos, gallinas, pulgas,
cochinas y sobre todo burras: «dicen que a veces se hacían burras, entonces se
montaban en ellas y cuando iban montados daban saltos, los tiraban y empezaban
a reírse por haberlos tumbado»16
•
Sin salirnos, aún, del ámbito de la isla de Tenerife, en la parte alta de Icod
de los Vinos, cuando los cascos de un animal tan imprescindible estaban
dañados, se mataba un perro con cuyo sebo, estregando tras derretirlo convenientemente,
se procedía a curárselos: <9' se sanaba»17
•
En la otra banda de la isla -La Hoya, San Miguel de Abona- se recuerda
una antigua utilidad de las viejas tejas, relacionada con el estudio que nos
ocupa. En momentos de crisis -como la época de la Primera Guerra Mundial,
en la que escaseaban tantas cosas, entre ellas los fósforos o «cerillos»- el
fuego se encendía frotando el «dislabón» de hierro contra la piedra de fuego,
saltando chispas con las que se hacía prender a «las tiznas de leña» situadas debajo
mismo de la piedra y el eslabón. A fin de conservar el fuego se hacía lo
siguiente: en el interior de una teja, puesta boca arriba, se colocaban, alinea-
16 Información oral de don Matías Machín Casañas, 59 años. La Dehesa (Frontera. El
Hierro) , vm-1975.
17 Información oral de don Fidel Pérez Socas, 63 años. El Corte la Nao (Icod de los
Vinos), vm-2003.
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
d s y pegados, moñigos secos; se le prendía fuego al primero y, paulatina y lenta¡
mente, se iba propagando de uno a otro y así se disponía de candela al día
siguiente. El citado artilugio, usado para mantener el fuego, se colocaba sobre
el poyo de la cocinita: «de eso me acuerdo yo, de todas esas cosas» 18
•
Pero el uso de los moñigos para poder contar con fuego, estuvo vigente en
otros lugares, caso de El Hierro, hasta mediados del siglo pasado. A mitad de
septiembre, al no hacer falta, se soltaban o «votaban» los burros en La Dehesa
comunal. La siguiente información oral se refiere a la citada isla, durante años
un territorio sumamente abandonado, con numerosas deficiencias:
«Esta isla va siempre más atrás que las otras; yo me acuerdo que mi
madre me mandaba a casa de la vecina con el moñico; iba uno, tenía siete
o ocho años, con el moñico en la mano y después asoplándole pa que no se
apagara»19
•
Para conseguir candela del vecino se llevaba el moñigo seco en la mano o,
menos asiduamente, en el interior de una lata de sardinas. El moñigo prende
rápido, encendiéndolo, por ejemplo, con el recurso de una raja ardiendo.
Pero los moñigos también están relacionados con el mar, concretamente
con la pesca litoral, uno de los tantos capítulos de la economía tradicional herreña.
Una carnada muy utilizada en la captura de pescado blanco (bogas, palometas,
salemas ... y sobre todo galanes) es la biñoca o miñoca: «es una tripita,
una lombriz para pescar a pescado blanco». Para conseguir que engruesaran a
fin de disponer mejor en el anzuelo y para evitar que fueran menos resbaladizas,
se revolvían, previamente, con moñigos de burro. Éstos se recogían por el
camino, portándolos en el interior de la propia talega; en la parte de El Barrio
se consideraba como mejor al producido por el consumo de ramas de papas de
la costa; en la comarca de El Golfo, se prefería el de burro nuevo al del viejo:
«porque el burro nuevo mastica mds, el moñico es mds fino, el de burro viejo es más
pasto, mds granado». La mezcla solía hacerse en alguno de los «majaderos» o hue-
18 Información oral de don Juan Marrero García, nacido el día 1 O de julio de 1906; vecino
de El Roque (San Miguet de Abona. Tenerife).
19 Información oral de don Juan Padrón Cejas, 45 años. El Golfo (Fro ntera. El Hierro),
V111-2002.
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MANUEL] . LORENZO PERERA / DOMINGO ROMERO GONZÁLEZ
cos del mar, consecuencia de machacar el engodo durante siglos, llevándose a
cabo con las propias manos. Pelotitas obtenidas con la mezcla de moñigo y
biñoca (de 2-4 centímetros de diámetro) se utilizaban para engodar o «llaman>
al pescado; se tiraban aminorando progresivamente la distancia con el fin de
atraer a los peces hasta el lugar donde se encontraba el anzuelo con la carnada.
Moñigos y bosta de vaca se utilizaron para asar papas. Se encendían, echaban
las papas de tamaño mediano, las sacudían una vez hechas, se abrían y les
ponían unos granos de sal.
Para castrar las colmenas y con el fin de controlar a las abejas, usaban humo
de moñigos secos a los que prendían fuego en el interior del soplete o ahumador.
El mismo remedio, aunque dispuesto en un fragmento de lata, empleaban
en los lagares, durante la vendimia, para espantar a los afanados animales.
La piel del fuelle en el taller de don Gregario Padrón Padrón en La Cruz
Alta (El Golfo. Frontera) era de burro. Le compró la herrería al viejo herrero
de Belgara (El Golfo. Frontera), don Juan Miguel Armas, quien según le
contó la mandó curtir a Lanzarote. En otras herrerías, el fuelle se hizo a partir
de la piel de una res vacuna2º. Fragmentos de cuero fueron utilizados para
constituir la planta de zapatos primitivos o majos, cuyo uso fue muy común
en comunidades de la isla de El Hierro hasta mediados del siglo XX; en alguna
ocasión llegaron a ser confeccionados con piel de burro:
«Cuando estábamos en La Dehesa, descalzos. Mi padre a mí y a mi
hermano Domingo nos hizo unos majos con el cuero de un burro que se
murió. Yo ahorrando mis majitos, con mis majitos picuditos. juntaba el
ganado, los guardaba y al día siguiente me los ponía otra vez pa ir aguardar
»21.
La voz majorera, una de las utilizadas por los pastores de El Hierro para
denominar a las ovejas, también tiene que ver con el animal que nos ocupa.
No se conocía, tratándose de un aporte del pastor de Sabinosa, Marías Ma-
20 Información oral de don Gregorio Padrón Padrón, 68 años. La Cruz Alta (El Golfo,
Frontera. El Hierro), XI-1979.
21 Información oral de don Joaquín González Machín, 43 años. San Andrés (Valverde. El
Hierro), VIII-1977.
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LAI COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
A lomos de burro.
chín Casañas, relacionado con la siguiente circunstancia: nació una cordera
cuyo color le recordaba al de unos burros majoreros que habían traído y soltado
en la Dehesa comunal, razón por la que la llamó majorera22
•
En la isla de Lanzarote, tan limitada en vegetación arbórea, usaban los
moñigos como combustible para cocinar: «desde que cagaba un burro estaba
usted al pie para coger los moñicos».
Aparte de los señalados, otros cometidos del burro, observados en diferentes
lugares del archipiélago son, entre otros, los siguientes:
• Llevar a la romería o a la bajada a su dueño, a niños pequeños o la comida
del grupo familiar.
• Trillar con trillo o mediante el continuo machaqueo de las patas de los
animales, según la costumbre.
22 Información oral de don Marías Machín Casañas, 74 años. Sabinosa (Frontera. El
Hierro) , rx- 1990.
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MANUEL J. LORENZO PERERA / DOM INGO ROM ERO GONZÁLEZ
Tirando del carro.
• Tirar por el carro en poblaciones importantes.
• Cargar directamente (rolas y hojas de platanera, corchos, haces de
leña ... ).
• O en el interior de recipientes: barquetas (papas, tomates, lecheras,
queso, pescado, fruta ... ); foles o zurrones grandes de piel (vino, miel,
agua, leche . .. ); sábanas o fardos (paja, hierba ... ); serones o cestos dobles
(para uvas, para estiércol. .. ); barriles (agua, vino); sacos o costales
(de papas, de grano, de estiércol. .. ).
LA FIGURA DEL BURRO EN REPRESENTACIONES DE ÍNDOLE CRÍTICA
Hasta la época de la Guerra Civil Española (1936-1939) prevaleció en diversas
comunidades de las distintas islas la práctica conocida como malgareo,
reparto de carne, cencerrada, caracolada, lloros, tocar los bucios ...
En puntos del continente europeo se le denomina charivari. Se trata de un
tema de considerable interés, tanto que en 1977, en París, se organizó una
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
mesa redonda sobre el mismo a la que asistieron un gran número de investiga
ores, base de un libro que tendría una extensión de cuatrocientas cuarenta
y ocho páginas23
•
Constituyó, en todas partes, un claro medio social de censura, tendente a
lograr que los individuos se acoplaran a las normas establecidas. Tras la muerte
de algún animal, hombres jóvenes se dirigían de noche a lugares altos, de
buena resonancia, establecidos por la tradición y, desde allí, tocaban el bucio
o caracol para alertar a los vecinos. A continuación, procedían a repartir el
animal fallecido (burro, mulo, caballo ... ) entre las personas de comportamiento
ligero o inaceptado (ladrones, prostitutas, viejos que se fueran a casar,
criminales . .. ). Se gritaba a plena voz, modificándola, con el fin de no ser reconocidos.
Fue -por su frecuente dureza- una práctica criticada y no bien vista por
los vecinos, sobremanera los denunciados. Según las opiniones recogidas,
sería «la nueva justicia», representada por la Guardia Civil, embravecida en
época franquista, quien pondría fin a la señalada tradición en la que el burro,
en considerables ocasiones, fue un interviniente esencial24.
LAS COPLAS EN EL VALLE DE EL PALMAR
Constituyen una forma de expresión mucho menos cruenta que la costumbre
a la cual acabamos de referirnos. Se recuerda en las diferentes comunidades
del Valle de El Palmar, así como en otras próximas, como es el caso
de Teno Alto, territorios pertenecientes al municipio de Buenavista del Norte,
en el ángulo noroeste de la isla de Tenerife.
El Valle de El Palmar se expansiona desde la cumbre hasta las postrimerías
del casco de Buenavista. Aparecen en el mismo tres comunidades principales:
Las Portelas, Las Laguneras y El Palmar, entidad, esta última, en la cual hemos
centrado nuestra investigación.
23 L E GOFF, Jacques y SCHMITT, Jean-Claude: 1981.
24 Más información sobre este tema puede encontrarse en las siguientes obras: LORENZO
PERERA, Manuel J. y OTROS: 1989, pp. 122-1 39; GRUPO FOLKLÓRICO DEL C ENTRO
SUPERIOR DE EDUCACIÓN DE LA U NIVERSIDAD DE L A L AGUNA: 2002.
39
..
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MAN UEL ) . LORENZO PERE RA / DOMINGO ROMERO GONZÁLEZ
Por estar ubicada en medio del valle -en la zona más favorable para la
agricultura y la ganadería, fuentes principales de vida hasta nuestros días- El
Palmar ha sido la comunidad más importante y con mayor cantidad de población,
tal como trasluce el Diccionario de don Pedro de Olive, editado el
año 1865 (véase el cuadro número 2), contando entonces el término municipal
con 1.679 habitantes, 744·varones y 935 mujeres25
•
CUADRO nº 2: DATOS DE LAS ENTIDADES DEL VALLE DE EL PALMAR ( 1865)
Denominación Consideración Edificios Edificios Vecinos
de un piso de dos pisos
Cuevas del
Palmar
Caserío 22 4 11
El Palmar Aldea 55 30 54
La Po rtela Caserío 15 - 48
Las La~unetas Aldea 24 2 20
Total - 116 36 133
Fuente: Diccionario Estadístico-Administrativo de las Islas Canarias de don Pedro de O live.
Elaboración propia.
Almas
50
197
68
101
4 16
En algunos documentos, como es el caso del padrón de habitantes del año
1930 (véase cuadro número 3), la población de El Palmar aparece repartida
entre Las Canales y Las Cuevas de El Palmar, entidades cada vez más próximas
cuyos habitantes se veían y eran feligreses del mismo templo, ubicado en
la primera de las mencionadas.
El hábitat, en los últimos años, ha tendido a concentrarse. Todavía hoy,
sobre todo los vecinos más viejos, diferencian varios núcleos de población: Las
Huertas, Segovia, El Moñigal, Las Cuevas, Las Canales, La Era del Conde,
Barranco de las Palmas.
Como en tantas comunidades agrarias de Canarias, las deficiencias infraestructurales
fueron marcadas y notorias. En 1962, la carretera que asciende desde
Buenavista llegaba hasta la entrada de El Palmar. No se disponía de luz ni agua
a domicilio, teniendo que ir a buscarla -las mujeres a la cabeza y los niños mediante
el sistema de ganchos- a las tanquillas públicas; hay memoria de que di-
25 ÜLIVE, Pedro de: 1865, p. 26.
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
ch s tanquillas, con agua procedente de la galería del Carmen, fueron construid
, en tiempos de la Segunda República, siendo Alcalde el inolvidable Antonio
Camejo Francisco; con anterioridad, como acaecía en tantos lugares, el agua
se obtenía en los nacientes. Había un solo teléfono, particular, emplazado en
la vivienda del propietario del molino de gofio, ubicado en Las Canales26
•
CUADRO nº 3: DATOS DE POBLACIÓN
Año El Palmar Las Portelas Las Lagunetas
1930 408* 305** -
1960 646 440 135
30-Xll -2003 602 350 80
* 222 habitaban en Las Canales y 186 en la parte conocida como Cuevas del Palmar.
** Población correspondiente a Las Portelas y a Las Lagunetas.
Buenavista
2.899
5 .021
5. 583
Fuente: Padrones municipales de habitantes y documentos conservados en el Archivo Municipal de Buenavista
del Norte .
Elaboración propia.
En las tres comunidades del Valle de El Palmar, así como en otras próximas,
se recuerda el género folklórico al que se dedica este trabajo, conocido
popularmente como coplas, las cuales tomaban como pretexto imaginativo y
creativo a la muerte de algún burro: <<J que foese reciente, porque si pasaba el
tiempo no tenía esa validez». Se declamaban de memoria cuando se reunía
gente, por ejemplo, en los descansos de las faenas agrícolas de signo comunitario
(siega ... ), después de comer, con el objeto de que los presentes se divirtieran
y rieran, provocando, en ocasiones, el enojo de algunos, sobremanera
los mencionados: «cuando se moría un burro él se divertía echando coplas, muchos
se enfadaban, Lo echaban a La risa, pero ... ». Otras veces, se llegó a realizar
desde un escenario de declamación diferente: «ellos se subían a un morro y diciendo
el cuento del burro, pa que Lo oyeran». Lo mantenían en la memoria los
propios creadores, recordándolo también, incluso hasta la actualidad, algunos
de los oyentes, en su totalidad o unas cuantas coplas; tal es el caso de las que
incluimos a continuación, recopiladas en el pago de Las Portelas:
26 Agradecemos la información a doña Catalina Expósito Gorrín. El Palmar (Buenavista
del Norte), I-2004.
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MANU EL • LOR EN ZO PE RERA / DOM INGO ROMERO GON!Á LE !
« Téngale dolor y pena
a costa Pedro jacinto
que se le murió la burra
un día yendo por cisco.
Se riscó en un taburnaque
y a sacarla fueron cinco,
no la pudieron sacar,
la dejaron pa los bichos.
Al cabo de poco tiempo
fue Alberto el de tío Antonico,
a sacarle las correas
que las quería pa un cinto»27
•
Se mantiene el recuerdo de algunos de los autores de coplas a la muerte del
burro: José Martín González (Teno Alto), Miguel Salazar (Las Portelas),
Cesáreo Pérez (Cesáreo el Santo) ... Y más recientemente -igual que el último,
vecino de El Palmar- Domingo Romero González, creador y redactor
de composiciones que elaboró en varias ocasiones, entre las que destacan las
escritas en 1954 o 1955 («por ahí fue») que tuvo la suerte de encontrar traspapeladas
el año 2003. Fuente histórica de singular relevancia que a continuación
vamos a contextualizar y comentar.
Por entonces, casi un tercio de la población del municipio de Buenavista
residía en el Valle de El Palmar (véase el cuadro número 4). Buena parte de
sus habitantes eran medianeros en fincas grandes o más pequeñas. A los amos
de las primeras, durante mucho tiempo, se les dio el tratamiento de Su
Merced o de Señorito. Había varias: Las Huertas, Los Partidos del Conde, Los
Pedregales, «la otra finca de Los Pedregales», la de don Pancho Mariano, la de
los Segovias, la Era del Conde y Las Lindas.
Eran en su mayoría dueños absentistas. En la de Los Pedregales -regida
primero por los Benítez de Lugo y, posteriormente, por los Ossuna, quienes
27 Información oral de don Cornelio Martín Acevedo, 93 años. Las Portelas (Buenavista
del Norte), l-2004.
42
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
l
CUADRO nº 4· DATOS DE POBLACIÓN
l Año Valle de El Palmar Lugar de Buenavista Municipio de Buenavista
3-Xll - 1952 1.310 2.068 4.229
7-IV-1956 1.026 2.339 4.066
Fuente: Padrones municipales de habitantes y documentos conservados en el Archivo Municipal de Buenavista
del Norte.
Elaboración propia.
tenían casa principal en La Laguna- nació, el día 14 de febrero de 1936,
Domingo Romero González, el artífice de las coplas. En esa gran propiedad
su padre, el abuelo y el bisabuelo ejercieron como medianeros. A gran escala,
la producción de la finca explicita sobre el modus vivendi de gentes dedicadas
en su mayoría al laboreo agrícola. Se cultivaba allí trigo, cebada, millo, chícharos,
arvejas, lentejas, garbanzos ( «un año cogimos cuarenta fanegas», 2.400
kilos), judías, papas, azafrán, peras, duraznos, manzanas, ciruelas, higos de
pico, de leche, moras, madroños ... ; y se criaba un cochino, una o dos yuntas
de vacas, dos o tres cabras, quince o veinte gallinas, veinte o treinta conejos y
una yegua, un mulo o una burra.
Asistió a la escuela local de niños -donde fue alumno aventajado, aunque
sin posibilidad de proseguir estudios- desde los seis a los catorce años:
«salir de la escuela y a llevar las vacas parriba, a arar». Desde los diecisiete o
dieciocho años hasta los veintidós «por ahí», dio clase -de noche, en el salón
de su casa, por 15 o 25 pesetas al mes- a jóvenes y adultos de la localidad,
muchos de los cuales lo hacían con la finalidad de emigrar, sabiendo firmar y
las cuatro reglas, a Venezuela. Esa experiencia, y su capacidad, le valdrían para
ejercer, durante cuatro meses, como Instructor de Analfabetos en el cuartel
San Carlos de Santa Cruz de Tenerife, como indica el documento que conserva,
fechado el 8 de julio de 1958. Ésa, la enseñanza, fue la vocación que,
según sus propias palabras, no pudo llegar a materializar: «yo no fai maestro,
no habían medios ( . .) yo en la escuela hacía el número uno». Después de dejar
el servicio militar, que duró diecisiete meses, obtuvo el certificado de Estudios
Primarios, requisito imprescindible para obtener la plaza de Guarda Forestal
que desempeñaría durante treinta y dos años, jubilándose el año 2002. Es
también nuestro personaje un excelente conversador y comunicador; poseedor
de una destacada memoria histórica relacionada, esencialmente, con prácticas
agrícolas y artesanales que aprendió, desde niño, en el propio ámbito fa-
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MANUEL] . LO RENZO PER ERA / DOMINGO ROMERO GONZÁLEZ
La Era del Conde. El Palmar, 11-2001.
miliar; y organizador y promotor de numerosos eventos que han sido parte
importante en la vida de la propia comunidad: comisiones de fiestas, corridas
de toros, elaboración de toros de cartón, danza de cintas, repiques festivos de
campanas, danza cultual de las libreas ...
Ayudan a centrarnos en la época en que se elaboraron las coplas (1954-
1955) los siguientes hechos. Había tres hornos de teja en El Palmar donde se
cochuraba el producto con el que se cubrieron la mayoría de las casas, recordándose,
en aquel tiempo, tan solo una de azotea:
«De azotea la de don Abraham, en la plaza. Yo creo que por aquí era
la única que había ( . .). Era del Valle Santiago; la mujer, doña Teresa
Trujillo, era de Los Silos. La riqueza venía por ella. Venían por la fiesta
( . .). El primer güisqui que yo me tomé, me lo tomé ahí, con el hijo José
Matías»28
.
28 Información oral de don Domingo Romero González, 67 años. El Palmar (Buenavista
del Norte), r-2004.
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
Los repiques de la fiesta. El Palmar, IX-2003.
Fue el tiempo de la emigración -clandestina y legal- a Venezuela. Se
frustró el intento de algunos que quisieron marcharse de forma ilegal29
• Una
experiencia forzada que, casi siempre, fue dura y sacrificada: «me fai a Venezuela
y no me tomé ni un fresco, ahorrando para comprar la casa».
La emigración es una de las razones que ayuda a entender que la población,
en el Valle de El Palmar y en todo el municipio, se haya mantenido estable.
Antes de Venezuela, los más viejos se fueron a Cuba. Y otros, después
de Venezuela, a Europa (Inglaterra, Holanda, Alemania), al Puerto de la Cruz
y a las zonas ~urísticas que han ido expandiéndose en el Sur de Tenerife.
29 Entre ellos: Teógenes López González, su hermano José, Juan Martín Acosta («juan
Matapanes») .. .
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MANU EL j. LORENZO PERERA / DOM INGO ROM ERO GONZÁ LEZ
«GRANDES SUCESOS A CONSECUENCIA DEL FALLECIMIENTO DEL BURRO DE
ANTONIO PÉREZ»
Ese es el título de las coplas que han llegado hasta nuestras manos, de un
tiempo, década de los cincuenta del pasado siglo, en que se trasmitían y daban
a conocer mediante el recurso de la escritura. Con la colaboración de
Domingo González Robles, las redactó Domingo Romero González: «yo escribiendo
he sido muy rápido siempre». Se elaboraron en el salón donde antes y
después del servicio militar, por la noche, daba clase a muchachos de la localidad,
una tarea docente de primera necesidad que ayudaba a paliar las deficiencias
del deplorable sistema educativo: «los chicos me pagaban 15 pesetas al
mes, veinte y pico chicos (. . .) aquí todo el mundo se dedicaba a la labranza».
Muchas de las coplas se han conservado en la memoria, lo mismo que otras
creadas a partir de circunstancias similares, como las que surgieron con motivo
de la muerte del burro de Francisco Caletero:
«Al amigo José Díaz,
como un hombre de pensar,
le dejamos la cabeza
pa una máquina de retratar.
Al amigo don Santiago
que se compró un contro nuevo,
para que le haga un forro
le dejamos un trozo cuero».
Escritas con tinta de color azul, conseguida con el aditivo de agua en la
que se desleía una pastilla, aplicándola con una «pluma de mojar», constituida
por un palillero de madera en cuya parte delantera, más gruesa, se introducía
el plumín de metal. Copiando las coplas en un cuaderno de dos rayas,
de los usados en ese tiempo para mejorar la caligrafía. «No había otra cosa».
Ese material lo adquirían en alguno de los negocios del casco de Buenavista,
más surtidos que los que había en el campo.
Fueron utilizadas tres hojas, es decir, seis páginas sin numerar. En la primera
y segunda se escribió por ambas caras. La tercera (de cartulina fina)
se corresponde con la contraportada del' cuaderno: utilizándose el anverso
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
La página primera de los «Grandes sucesos a consecuencia del fallecimiento
del burro de Antonio Pérez».
pero no el reverso donde están, impresas, las tablas para aprender a sumar
y a restar.
En la primera página -al comienzo, en dos líneas- aparece el título de
la obra. Y, a continuación, igual que en las cuatro páginas siguientes, se escribieron
un número determinado de coplas, en total cuarenta y tres; en algunas
de las páginas aparecen versos y palabras tachadas (véase el cuadro número 5),
debido a que se trata, posiblemente, de la redacción base, es decir, la primera
que se efectuó para, después, hacer otras copias también manuales.
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MAN UEL • LORENZO PERERA / DOM IN GO ROMERO GONZÁLEZ
CUADRO nº 5: DATOS SOBRE LAS COPLAS
Página Columnas Coplas Versos Versos Palabras
de coplas tachados tachadas
1 1 7 28 1 1
2 1 8 32 - -
3 1 8 32 - 1
4 1 8 32 1 -
5 2 12 (8 y 4) 48(32y 16) 1 2
6 - - - - -
Total 6 43 172 3 4
Fuente: Coplas tituladas «Grandes sucesos a consecuencia del fallecimiento del burro de Antonio Pérez,,.
Elaboración propia.
Las coplas aparecen una detrás de otra, sin utilizar ningún signo de puntuación.
Los versos, ciento setenta y dos en total (véase el cuadro número 5),
son o tienden a ser octosílabos, soliendo rimar los pares en asonante, aunque
con rima variable (en algunas coplas en o, en otras en a ... ). La letra utilizada
es clara, caligráfica, fiel reflejo de lo que se enseñaba en las escuelas.
El contenido de las coplas deja observar el estado social de la época en la
comunidad, cuestión a la que ya hemos aludido. Un mundo intensamente
agrarizado con más medianeros que propietarios; a muchos de estos últimos,
propietarios locales, por razones de categoría y edad, se les trata de don. Las
deficiencias de la medicina, hasta hoy, explican encontrar a individuos ocupados
en sanar a las personas, los animales e incluso a las plantas: las santiguadoras/
es, mediante un amplio repertorio de remedios, plantas medicinales
(vapor de eucalipto para curar el pasmo a los équidos .. . ) y rezados, principalmente
el del maldiojo o mal de ojos. Se alude, también, a la presencia de
pequeñas ventas, conocidas por el nombre de su propietario: la de Daniel, la
de don Leoncio, la de Pedro Casimira. Al marchante de ganado, personaje dedicado
a comprar y vender animales. Y a cuestiones propias del momento,
como es el caso del micro o microbús, conducido durante años por don
Aurelio Expósito Pinedo, conocido por Yeyo; o a quienes regresan o vuelven
para Venezuela, el siempre presente sino de la emigración (véase sobre lo expuesto
el cuadro número 6).
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1
LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
CUADRO nº 6: MENCIÓN, IDENTIFICACIÓN Y OCUPACIÓN
DE LOS PERSONAJES NOMBRADOS EN LAS COPLAS
Mención Identificación Ocupación
Antonio Pérez Antonio Pérez González Agricultor-medianero
Juana (esposa) Juana Dorta Díaz
Juanito (hiJo) Juan Pérez Dorta Agricultor
Francisco Francisco Acosta Díaz Santiguador
Félix Cabrera Félix Cabrera Meneses Agricultor-medianero
Don Santiago Santiago Gorrín Lorenzo Agricultor-propietario
Juan Gorrín Juan Gorrín Lorenzo Agricultor-propietario
Pepito (hijo) José Gorrín Dorta Emigrante
Panchito (hiJo) Francisco Gorrín Dorta Emigrante
Don Yeyo Aurelio Abreu Pinedo Conductor-microbús
Agustín Gorrín Agustín Gorrín Lorenzo Agricultor-propietario
Marcelino (h ijo) Marcelino Gorrín Martín Emigrante
Don Alberto Alberto León González Agricultor-propietario
Tomás el de Claudio Tomás Dorta Díaz Agricultor-medianero
Tomasito Bay Tomás Martín León Conductor-taxi
Don Panchito Acevedo Francisco Dávila Acevedo Agricultor-propietario
Don Jesús (hijo) Jesús Dávila Dorta Policía
Daniel el de la venta Daniel Dorta Gorrín Comerciante
Juan Tenero Juan Dorta Martín Agricultor-propietario
Antonio el de Josefina Antonio Martín López Agricultor-propietario
Daniel el de Candita Daniel Ramos Rodríguez Agricultor-medianero
Francisco Adoración * Francisco Acosta Díaz Agricultor-medianero
Don Leoncio Leoncio Martín Rodríguez Comerciante
Francisco Magdalena Francisco Afonso Martín Agricultor-propietario
Domingo el Bicho Domingo Marcos González Agricultor-medianero
Domingo Romero Domingo Romero de León Agricultor-medianero
Jesús Jesús León Acevedo Agricultor-propietario
Pedro Casimira Pedro López Lorenzo Comerciante
Juana Joaquina Juana Acevedo Báez
* Se trata del mismo personaje que se menciona en cuarto lugar: Francisco.
Fuente: Coplas titu ladas «Grandes sucesos a consecuenoa del (a//ecim1ento del burro de Antonio Pérez».
Elaboración propia.
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MANU EL ] . LOREN ZO PERE RA / DOHINGO ROHERO GON!ÁL E!
En el lenguaje utilizado destaca el uso de una serie de arcaísmos, hoy en
desuso debido al avance de los tiempos y a los cambios producidos. En la actualidad
no hay una sola vaca en El Palmar. Apenas se siembra trigo30
• El
campo, secularmente desprotegido y «dejado a la mano de Dios», ocupa en la
actualidad a personas mayores, quienes todavía recurren al sistema de ayuda
mutua en las tareas prioritarias, relacionadas con los cultivos predominantes,
las papas y el de la viña. Entre las palabras antiguas empleadas hemos destacado
las siguientes:
• Pajón: lo que quedaba al segar el trigo. Allí amarraban al burro para que
comiera paja y se soleara.
• Amortajado: acto de preparar el cadáver para enterrarlo. Había quien se
ocupaba de ello. Se hacía únicamente con las personas.
• Contro: uno de los nombres con que se conoce al timple.
• Pujabante: «como una fija pa pujar los burros». También: «un tío que se la
quiera echar mds que los demds, un echante». A ello se refiere la siguiente
copla: «Quién es ese caballero,/ quién es ese pujabante / que se le cae el sombrero/
y no hay quien se lo levante».
• Zancudo: «que camina al zancajo (a pasos grandes) ».
• Armadera: comida (carne ... ) que se servía en las ventas para consumir
con vino.
• Tijeras: grandes, de madera liviana (laurel, viñátigo), usadas para coger
los higos tunos. En otros lugares del noroeste de Tenerife se denomina
tarasca al mismo utensilio.
• Embragado: que acostumbra a beber.
• Rabiza: por donde se coge o la empuñadura del arado. Hay dos verbos
relacionados con dicho término. Desrabizar: partirse la rabiza (contra
una pared . .. ); cuando era enteriza ocurría menos que cuando era añadida.
Enrabizar: recomponer la rabiza con madera de laurel o de higuera.
• Arbolario: persona que anda «medio en el aire».
30 Hace catorce años se molían en El Palmar, con el objetivo esencial de hacer gofio, unos
100.000 kilos de trigo que compraba el molinero y las cantidades que, en el interior de
sacos o talegas, llevaban las mujeres. En total unos 200.000 kilos. En la actualidad la
producción local de trigo oscila en torno a los 3.000 kilos. Agradecemos la información
a don Filiberto Évora Álvarez, 60 años. El Palmar, III-2004.
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LAI COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
• Balayo: recipiente de forma troncocónica invertida, fondo plano y proj
visto de dos asas triangulares sobre el borde, hecho con paja de trigo,
atándose las cintas que conforman el fondo y las paredes con tiras obtenidas
de la corteza de la torvisca o de junco.
En las coplas se comentan de forma burlesca aspectos relacionados con
la vida del burro al que se distribuye de manera satírica entre los vecinos,
algunos de los cuales, para mejor localización, se mencionan con el aditivo
del apodo o añadiendo el nombre de la esposa (Antonio el de Josefina,
Daniel el de Candita, Francisco Adoración), el de la madre (Francisco
Magdalena) o el del padre (Tomás el de Claudia), costumbre muy común
en el campo canario con lo que se conseguía diferenciar mejor a dos personas
que tuvieran el mismo nombre de registro. Partes del animal se repartieron
sin sentido y sin razón de ser en lo que a aprovechamiento y utilidad
se refiere, aspecto que recoge el cuadro número 7.
CUADRO nº 7: REPARTO DEL BURRO
Parte del cuerpo Cedida para
Cuero Tambor. Funda del contra. Sombrero
Carne Armadera. Comer con vino
Rabo Limpiar los discos
Patas Culata de la escopeta. Bastón. Escorfina. Arado. Pujabante
Hocico Adorno del microbús
Cabeza Máquina de ret ratar
Engrasador Engrasar la camioneta
Orejas Limpiarse el culo. Q uitar agravio
Bombillos (testículos) Intermitentes para la camioneta
Muelas Chascar grano
Costi llas (dos) Tijeras para coger higos de pico
Tripas Hacer un balayo
Hueso del culo Rabiza de arado
Fuente: Coplas tituladas «Grandes sucesos a consecuencia del fallecimiento del burro de Antonio Pérez».
Elaboración propia.
Se nombran también en las coplas algunos temas de trascendente impronta
social como son las ventas y las fiestas.
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MANUEL • LORENZO PERERA / DOMINGO ROMERO GONZ ÁLEZ
«Q},te siga La parranda». El Palmar, IX-2003.
En el ámbito de El Palmar había ventas en Las Canales (las de Manuel
Chacón, Juana la Bicha, Constantino, José Riquel, Rafael) y en Las Cuevas
(la de Daniel y la de Isabel Martín León). Se vendían alimentos, algunas manufacturas
y bebidas. Por entonces se celebraban en los salones de algunas de
ellas dos manifestaciones que, años atrás, tuvieron como escenarios al ámbito
de las casas; nos referimos a las bodas y a los bailes. Estos últimos, en la venta
de José García Lorenzo ( «José Riquel»), tenían lugar casi todos los domingos,
amenizados por una parranda muy renombrada, dirigida por Arturo García
González (tocador de violín) y sus hermanos Hermógenes (mandolina), José
(guitarra), además de Benigno González Machado (acordeón), su hermano
Ricardo (laúd), Bernardo Díaz Ávila (guitarra), Rafael Rodríguez González
(guitarra) y Ciro Díaz Romero (contra o timple): «como aquellos tiempos no
vuelven».
Las fiestas las organizaba una comisión formada por los siguientes miembros:
Presidente, Secretario, Tesorero, Vocales. La que finalizaba su mandato
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
Detalle de la fiesta de El Palmar, IX-1999.
entregaba al cura los nombres de los componentes de la del siguiente año y
aquél lo comunicaba durante la misa.
A pesar del suceder histórico, en El Palmar se siguen celebrando las mismas
fiestas. En mayo la de San Bernardino, patrón del trigo, quien porta una
espiga en su mano, recuerdo y añoranza de aquellos tiempos en los que los
trigales conformaban una alfombra que aparentaba ser interminable. Se intercedía
ante San Bernardino para que la cosecha inmediata de trigo -se segaba
en junio o en julio- fuese complaciente, para que no faltaran el pan ni
el gofüo de siempre. En septiembre -para agradecer tras haber recogido los
panes- tiene lugar la festividad de la Patrona, la Virgen de la Consolación,
solicitada y venerada, uno de los escasos puntos de apoyo que han tenido los
palmereros y palmareras. Se pide que no falte el agua de la vida para sembrar
por las Pascuas o en el mes de los Reyes. Es el momento adecuado para que-
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MANUE L • LOREN ZO PERERA / DOMINGO ROMERO GON ! ÁLEZ
mar -durante la simbólica danza cultual de las libreas- al diablo, símbolo
del mal, amenazador, en una comunidad de agricultores y ganaderos, de la
vida de las cosechas y los animales.
También se acudía, en una época parca en diversiones, a las fiestas de los
pueblos más o menos cercanos, a donde se iba caminando, con frecuencia
en grupos: San José de los Llanos, al Valle (de Santiago), Arguayo (Santiago
del Teide), Masca, Erjos ... Se menciona en las coplas a la fiesta de Erjos (Los
Silos), en honor de la Milagrosa, celebrada el día 11 de octubre. Iban por el
camino del Monte del Agua, tardando unas dos horas. Acudían la víspera
por la noche y regresaban de madrugada. A oscuras o alumbrándose con una
botella llena de gas hasta la mitad desde el que partía la mecha que salía por
el gollete, atravesando el orificio realizado en un redondel de tunera, dispuesto
en aquél, con lo que se lograba que la botella recibiera menos calor
y no estallara. La fiesta fue siempre un momento propicio para los espíritus
violentos, para cobrar viejas deudas y desatinos, poniéndose de manifiesto la
rivalidad entre pueblos, todo lo cual se reprodujo muchas veces en el lugar
donde se celebraba el baile, la venta de Adolfo: «hubo una época en la que los
de Erjos no podían ir a Ruigómez (El Tanque) ni los de Ruigómez a Erjos».
Todo ello determinó tener que llevar, en el bolsillo o bajo el abrigo negro, el
palo, la porreta o la manopla: «de antes había también gente jodida». Se acostumbraba
a decir en El Valle (Santiago del Teide) «que si no hay palos, no
había fiesta».
La respuesta de los mencionados en las coplas fue diversa, muchas veces
relacionada con el papel que les conferían: «a alguno les parecía mal, pero ... »,
«una vez nos amenazó con la Guardia Civil, pero como no podía justificarlo, se
tenía que callar». Ello, el temor a las amenazas, explica que las copias que se
hacían, cuatro o cinco, se colocaran, por los propios autores, de noche, en lugares
estratégicos, por las esquinas: La Plaza, La Esquina, Las Cuevas .. . Con
una tacha y valiéndose de un trozo de cartón: «entonces no había ni pegamento
». Llegó a ser conocida la autoría de las mismas y trasladar la protesta, en
tono irascible, a parientes o allegados de quienes las escribieron.
Para evitarlo y no se enteraran los creadores de las coplas, el burro se enterraba
de noche, a escondidas: «nos tenían un miedo que daba miedo; no lo
hacíamos por mal, por la comicada».
Esa fue una de las metas a conseguir, cargada de inocencia: que los vecinos
comentaran y se rieran. Presentadas con motivo de la muerte del burro,
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
animal receptor de innumerables burlas31
, sinónimo de brutalidad, incultura
y eJfuerzo desmedido: «eres más burro que el burro de Sancho Panza», «estudia
que te van a salir orejas como un burro», «trabaja como un burro». Su colaboración,
en una época ausente en ayudas para el campo, era fundamental, esencial.
Como ocurría con motivo de las poesías dedicadas a las fatídicas plagas
de langosta o cigarrón32
, no había más opción que burlarse de la desgracia
propia, asunto del que se encargaban los poetas existentes en la mayoría de los
pueblos de las islas.
Domingo Romero González fue el último autor de coplas en El Palmar,
papel que desempeñó antes y después de hacer el servicio militar, hasta que se
casó, episodio que acaeció el día 1 O de septiembre de 1960. Las razones,
según sus palabras, fueron éstas: «porque los burros se faeron muriendo y uno se
fae haciendo mayor, ¿será?, pero a mi me gustaba». De ese modo se extinguieron
los burros y las coplas. Pero prevalece el recuerdo y eso es lo que hemos
querido presentar en estas páginas. Para no olvidar.
APÉNDICE DOCUMENTAL
Grandes sucesos a consecuencia
del fallecimiento del burro de Antonio Pérez13
Señores pongan asunto
y presten mucha atención
que le ha fallecido el burro
de don Antonio el Señor.
El día 1 ° de octubre,
a las dos de la mañana,
le empezaron unos cólicos
y mandaron a buscar a Juana.
Entonces corrieron todos
al ver lo que les pasaba;
vamos a ponerle un lavado
con un agua de hortelana.
Pero el pobre animalito
el dolor no se le alivia;
corre juan a cas Francisco
a ver si lo santigua.
31 Véanse las coplas del burro Sarguito en: LORENZO PERERA, Manuel J.: 1997, pp. 32-34.
32 Puede verse sobre el particular el siguiente artículo: LORENZO PERERA, Manuel J. y
ROMERO OfAZ, María Auxiliadora: 1994, pp. 155-158.
33 Nos hemos limitado a accualizar la ortografía y a separar las coplas.
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MANUEL • LOREN ZO PERERA / DOMIN GO ROMERO GON ZÁLE Z
Sintió tocando en la puerta
el hombre por dentro el sueño;
era juanito apurado:
a ver si me da un remedio.
Es pa santiguarme el burro
que lo tenemos enfermo,
porque antes tenía un amo
y ahora tiene otro dueño.
El hombre al santiguarlo
lo encontró muy decaído,
era que Félix Cabrera
lo tenía ya sin tino.
Porque eran tantos los palos
que al pobre animal le daba
que lo sacaba al pajón
y de noche no cenaba.
Y cuando juanito llegó,
venía desorientado,
en ver que el burro del padre
lo tenían ya amortajado.
Entonces faeron corriendo
a llamar a Don Santiago,
pa darle conocimiento
del suceso que ha pasado.
Y don Santiago deprisa,
corriendo se levantó
y fae allá al pajero:
¿aquí qué es lo qué pasó?
Mire usted Don Santiago,
que ese hombre nos engañó,
que el burro ya estaba muerto
cuando entró en la partición.
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A ver si usted tiene un arreglo
y no se vale de la ocasión,
que en tan pocos días que llevo
no vamos a buscar un follón.
Yo gracias pierda el trabajo
y que ha perdido mucho tiempo,
a · ver si lo reponía
para cargar el estiércol.
Antonio ni que se diga,
ni esto ponerlo ya en cuenta,
si el burro se nos murió,
partimos la diferencia.
Tú te entiendes con la carne,
como eres el medianero,
lo único que me dejas
es un pedaz o de cuero.
Para hacerle una fandita
a un contro que tengo nuevo,
que yo lo voy a estrenar
el día de la fiesta de Erjos.
Muchas gracias don Santiago
por la atención que usted tuvo,
que si usted me da las perras,
compraremos ya otro burro.
Repartiremos la carne
por los vecinos cercanos,
que mañana nadien diga
que quedó desheredado.
Y al amigo juan Gorrín
que ya tiene medianero,
le damos un trozo de cuero
para que se haga un sombrero.
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LAS COPLAS A LA MUERTE DEL BURRO
Y l hijo Pepito,
qu(( el está recién llegado,
para que limpie los discos
le dejaremos el rabo.
Y al hermano Panchito,
que tiene una afición completa,
le dejamos una pata
para la culata de la escopeta.
Y al amigo don Yryo,
que está manejando el micro,
pa que le sirva de adorno
le dejamos el hocico.
Y a don Agustín Gorrín,
como es hombre marchante,
le dejamos una pata
para que haga un pujabante.
Y al hijo Marcelino,
como se vuelve a marchar,
le dejamos la cabeza
pa una máquina de retratar.
Y al cuñado don Alberto
como él es medio poeta,
le dejamos el engrasador,
pa que engrase la camioneta.
Y a Tomás el de Claudia,
como es un hombre zancudo,
le dejamos una oreja
para que se limpie el culo.
Y a Tomasito Bay,
como vecino de enfrente,
le dejamos los bombillos
para los intermitentes.
57
Y a Don Panchito Acevedo,
como ya entró en partición,
le dejamos una pata
para que se haga un bastón.
Y el hijo don jesús,
como presidente nuevo,
para que arregle el tambor
le dejamos un pedazo de cuero.
Y a Daniel el de la venta,
que es hijo de Juan tenero,
le dejamos un cuarto de carne
para que ponga de armadera.
Y al vecino de enfrente,
Antonio el de Josefina,
le dejamos una pata
para que haga una escorfina.
Y a Daniel el de Candita,
que está un poco decaído,
le dejamos un trozo de carne
para que se eche con vino.
Y a Francisco Adoración, que ya
estábamos olvidado,
le dejamos una oreja
pa que no quede agraviado.
Al amigo juan Ti:nero,
como fae mi antiguo amo,
le dejaremos las muelas
para que chasque algún grano.
Al amigo don Leoncio,
que tiene una tienda buena,
le dejamos 2 costillas
para que haga unas tijeras.
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MANUEL • LORENZO PERERA / DOMINGO ROMERO GONZÁLE Z
A Francisco Madalena,
como anda siempre embragado,
le dejamos el güeso del culo
pa una rabiza de arado.
Y a Domingo el bicho,
como él es medio arbolario,
le dejaremos las tripas
para que haga un balayo.
Y a Domingos Romero,
como estd haciendo un edificio,
le dejamos un cuarto carne
pa el día que ponga el piso.
Y al amigo jesús,
como vecino allí al lado,
le dejamos una pata
que yo le rompí un arado.
BIBLIOGRAFfA
Y a Pedro Casimira,
como allí yo compro fiado,
le damos un cuarto carne
pa darlo por terminado.
Aquí se termina.
Y a Dñ. Juana ]oaquina
hay que también dejarle algo,
porque yo le dejé el caballo
en el puro güeso pelado.
Así estd ella hoy contenta
de lo que a mí me ha pasado,
que si había estado con él
el caballo no había escapado.
Acuerdos del Cabildo de Tenerife. Volumen I: 1497-1507. Fontes Rerum Canariarum
IV. Edición y estudio de Elías Serra Ráfols. Excelentísimo Ayuntamiento
de San Cristóbal de La Laguna. Santa Cruz de Tenerife (1996).
Acuerdos del Cabildo de Tenerife. Volumen II: 1508-1513. Fontes Rerum Canariarum
V Edición y estudio de Elías Serra Ráfols y Leopoldo de la Rosa. Excelentísimo
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(1996).
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DE LA LAGUNA: El folklore maldito de Las Islas Canarias (libro y dos discos).
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afro-cubano. Centro de la Cultura Popular Canaria y Otros. La Laguna
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Barreta"), poeta popular de la Punta del Hidalgo». Tenique, nº 2. Grupo Folklórico
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
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