IDENTIDAD LOCAL Y COHESIÓN SO..C IAL:
"MOROS Y CRISTIANOS" EN BARLOVENTO
(LA PALMA)
Carmen Marina Ilarreto Vargas
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
INTRODUCCIÓN
Una de las manifestaciones más frecuentes en las celebraciones de
carácter festivo en España durante los siglos XV, XVI y XVII, era la representación
de combates simulados entre moros y cristianos.
Bajo una gran diversidad de formas (combate a caballo o a pie, combate
naval, danza) y de tramas (un simple desafío , una emboscada, la conquista de una
ciudad o un castillo, el rescate de una doncella cri stiana o ele una imagen sagrada,
etc.), con mayor o menor presencia de elementos teatrales, el esquema formal y
el desenlace de la acción de este tipo de representaciones es siempre el mismo:
dos bandos equiparables militarmente entre sí, pero diferenciados por sus
creencias religiosas, libran una o varias batallas, obteniendo siernpre los
cristianos la victoria final. Implícita o explícitamente, la resolución del conflicto
se presenta no como el resultado de una superioridad militar de los cristianos,
sino como consecuencia de la autenticidad de la fe que profesan. Por esto, a
menudo, la escenificación acaba con los moros reconoc iendo la falsedad de sus
creencias, renegando de Mahoma y del Islam y aceptando e l bautismo.
Al norte de la isla de La Palma está s ituado el pueblo de Barlovento.
Limita al norte con el mar; al sur con la cima de la cumbre; al este con el
Barranco de La Herradura, que lo separa del municipio ele Los Sauces; y por el
oeste con el Barranco ele Gallegos, gue lo sepzira del de Garafía. El siete de
octubre este pueblo celebra sus fi estas patronales en honor de la Virgen del
Rosario. Esta festividad coincide con la conmemoración ele la victoria ele los
cristianos sobre la armada turca en la batalla naval de Lepanto en 1571, donde la
flota española tenía como patrona y protectora de la expedición contra el Islam a
la Virgen del Rosario 1
•
Según Rodríguez ( 1985) las fi estas y dan zas de moros y cristianos,
aunque con diferencia entre e ll as, actualmente se iden tifi can con Levante,
Andalucía y Aragón ; pero también en Barlovento, dentro de su programa de
actos, sobresale, sin lugar a eludas, una de las representaciones rnás genuinas de
las Islas Canarias. Se trata de la representación alegórica de ia Batalla de
1 Un palmero directamente relacionado con la batalla de Le p:mto fue Francisco Díaz Pimi e nta:
" ... partici¡1ó en. la batalla de Le¡¡a1110 donde tuvo 1111a actuación destacada. De regreso a su isla
11aw/Ji1e Regidor del ant iguo Cabildo, Castellano de 1uw de .rns fortalezas v Maesi re de Cc11 11¡10
de las Milicias; bajo su 111.ando estuvieron las con1pw1ías de Bar/oven lo. San Andrés y Sauces y
P11111al/ana" (PÉREZ: 1985 , p. 63).
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Lepanto, popularmente conocida como La Batalla ele los Trucos, que se
escenifica cada dos años durante la primera quincena de agosto. Este traslado de
fechas se deben a las mejores condiciones meteorológicas que reúne el mes de
estío. Esta fiesta marca la perduración en el recuerdo de las luchas ele la
Reconquista.
El origen ele la misma no ha podido ser señalado, el fuego destruyó el
archivo parroquial impidiendo la labor de investigación en este sentido. Aunque
los pocos datos hi stóricos aparecen inconexos, la memoria colectiva le echa el
invento a los curas: "ellos eran Los que en aquel tiempo llevaban Las novedades a
Los pueblos". De esta manera, tradicionalmente, se remontμ ,el origen ele la fiesta
a los tiempos de la conquista ele las islas.
Partiendo de estos presupuestos ele la tradición oral, nos arriesgamos a
hacer las siguientes suposiciones al respecto. En primer lugar, la asiduidad con la
que este tipo de representaciones se hacían, tanto en fiestas de carácter civil y
cortesano como en las del calendario litúrgico2
, y en las que de uno u otro modo
tomaban parte los diferentes grupos sociales, nos sumerge en la historia ele una
España social, cultural y étnicamente heterogénea, que constituye y necesita
reafirmar constantemente su identidad nacional en base a la uniformidad
religiosa y por oposición al Islam. Es decir, nos pone en relación con una
sociedad que parece percibirse a sí misma en lucha permanente contra el infiel.
En segundo lugar, la idea de conquistar Jerusalén era la vieja obsesión de
todo Occidente cristiano, en torno a la cual se aglutinaba un auténtico
conglomerado de aspiraciones ele carácter político y religioso. Tanto la derrota
definitiva del Islam, encarnado en el siglo XVI por el Gran Turco, como la
implantación efectiva de una cristiandad universal pasaba ineludiblemente por la
recuperación de los Santos Lugares. Estas ideas impregnadas de connotaciones
de tipo mesiánico y milenaristas, eran algo muy próximo a los franciscanos, para
quienes además los Santos Lugares estaban especialmente ligados a la historia de
su propia orden, ya que, después de la predicación de San Francisco en Oriente,
el Sultán de Babilonia (El Cairo) les había concedido el privilegio de ser sus
custodios (Ricard, 1932:79).
2 Ares Queija apunta cómo el tema de moros y cristianos aparecía formando parte de la
celebración del Corpus Christi , ya sea como juego de cañas, como danza o, más tardíamente,
como comedia teatral ( 1994: l 02).
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La guardis mora vigila desde el castillo
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Si tenemos en cuenta estas dos consideraciones y el uso que de estas
escenificaciones hizo la iglesia posteriormente, podríamos interpretar estas
formas teatfales como la excusa y el vehículo para transmitir mensajes religiosos
y culturale:s. Los misioneros podrían utilizar la representación de moros y
cristianos en Barlovento para de alguna manera hacer catequesis en una isla
donde la población aborigen había sido casi exterminada y donde se quería
imponer a toda costa la supremacía política, cultural Y. .religiosa de España,
legitimando así los motivos y lo sucedido durante la conquista. Esta fiesta sería
una ocasión excepcional para poner de manifiesto la concepción religiosa y
política que tenían de la sociedad, en un lugar que por su situación geográfica
estaba alejada de la costa y de la capital, a la vez que era un enclave o nudo de
comunicación importante entre otros pueblos del noroeste de la isla,
particularmente Garafía y Puntagorda. En este sentido, podríamos entender la
fiesta como una forma de cultura colonial (Warman, 1972).
De cualquier forma, esta fiesta no es simplemente una añoranza del
pasado. Trata de buscar una identidad local que supere simbólicamente los
problemas del pueblo: emigración, diferenciación ante la ciudad, etc. Es una
forma de expresar, ante todo, una diferenciación interna (del pueblo) frente a la
externa (otros pueblos, la capital), mediante una fiesta que sólo se celebra en
Barlovento ya que ningún otro pueblo de la isla puede ni se atreve a imitar. Es
un elemento de solidaridad y cohesión del pueblo frente al resto del ámbito
insular.
Desde un punto de vista antropológico las fiestas se constituyen, entre
otras funciones y valores, como forma de expresión simbólica de la identificación
del pueblo que las protagoniza, por encima de la cornplej idad de la
sociedad y de la multiplicidad de significados que cada fiesta pueda albergar y de
las funciones que pueda cumplir (económicas, políticas, etc.). De esta manera
podemos afirmar que el grado de articulación de una colectividad está
directamente relacionado con el carácter más genuinamente propio y singular,
más irrepetible e inimitable de sus fiestas. En este sentido, la fiesta de moros y
cristianos facilita que Barlovento se haga visible ante el resto de la isla.
EL ESCENARIO RITUAL
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El escenario donde se desarrolla la fiesta lo constituye el casco del
pueblo y sus cercanías: la iglesia, la plaza, la calle, los cerros próximos y una
casa campesina abandonada que forma parte del castillo. Toda la batalla se lleva
a cabo, por un lado, en las cañadas, terrenos o canteros que están destinados a la
alimentación del ganado por su bajo grado de productividad. Estos terrenos son
privados, pero se ceden para la celebración de la fiesta. Por otro lado, en una de
las márgenes del barranco, que se encuentra a un lado de esta cañada y que
atraviesa las afueras del reducido casco del pueblo, se levanta, por un día, la
fortaleza otomana, realizada en papel, madera y tela en los que se dibujan las
torres, almenas, ventanas y portalón del castillo. Sobre la vieja casa popular se
elevan los minaretes. Toda la batalla naval se reproduce a 600 metros sobre el
nivel del mar. Los hombres más jóvenes son quienes preparan el terreno,
diseñan, construyen, decoran y levantan el castillo. Constantemente se consultan
los planos para levantar las empalizadas que sirven de soporte a los muros de la
fortaleza. Todo el decorado es transportado sin armar en camionetas hasta el
lugar. Galeas y galeazas se montan y se colocan con esmero las velas y los
remos. Soldados, remeros y galeotes se preparan para defender a uno y otro
bando.
Tanto por el bando cristiano como por el turco se construyen cuatro o
cinco barcos. Cada bando posee uno cuyas dimensiones sobresalen a los demás.
Los pequeños llevan dentro cinco o se is tripu lantes, los grandes pueden llevar
más de veinte personas. Todos son hombres, "no importa que tengan algunos
hasta cincuenta años, lo que se requiere es estar fuerte porque hay que saltar,
correr y aguantar el peso de los barcos que aunque son más o nienos ligeros,
siempre tenernos que estar dándoles tumbos de un Lado a otro. Ante todo hay que
estar coordinado. Todo esto no se puede lograr si uno está en baja forma".
Hay barcos que suelen alcanzar m{ís de seis metros de largo. Antes eran
de madera. Se hacían unas chimeneas que se colocaban sobre una plancha de
cinc dentro del barco. Se hacía una hoguera con carbón y brezo verde. El humo
salía por la chimenea y así simulaba un verdadero barco de vapor. En la
actualidad se hacen de cuadrillo de lata o cinc. Se recubre de telas, papel y
trabucos, y asimismo, se le colocan velas y mástiles para imitar a la perfección
los de la época. Ninguno de los barcos tiene fondo y cuando son volcados se
intenta que las partes de las velas queden de frente al público para que no se vea
el defecto de la parte inf erio r.
También el espacio ritu al se acondiciona para lograr un espacio bélico
adecuado para la batalla. Los pirotécnicos tienen la labor de asegurar el
estruendo y espectacularidad de la artillería. Darán a esta batalla de ficción la
apariencia de realidad con la explosión de las minas colocadas estratégicamente
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por todo el campo de batalla. El humo se utiliza como un truco para provocar las
olas y la confusión.
Todos los actores visten la indumentaria adecuada (Ba1Teto, 1987). En
1994 el disfraz es básicamente como sigue. Los moros visten pantalón bombacho
de color blanco hasta los tobillos, camisa de manga larga simula chaleco de color
beige y se luce sin abrochar. Sobre el pantalón se coloca un cinturón
confeccionado con tela roja. El turbante rojo se adorna con una media luna.
Calzan babuchas negras. El Gran Turco destaca sobre el resto porgue su pantalón
y camisola cerrada se sujeta con un cordón y son de color rojo. El chaleco es
amarillo. Los cristianos imitan los uniformes de los so ldac!as de la Reconquista.
Visten pantalón bombacho a rayas azules y blancas hasta la rodilla y camiseta
con mangas bombachas a med io brazo y justas hasta la muñeca, se ciñe al cuerpo
con un cinturón. Todos llevan pecheros blancos y chalecos rojos donde se
superpone una cruz de tela negra. La indumentaria se complementa con sombrero
negro de ala y plumas al lado derecho, medias negras y zapatillas de lona. Se
diferencia D. Juan de Austria porque su pantalón y camisa es de color negro. Los
bandos se arman con lanzas, sables, escopetas de caza y arcabuces. Días antes a
la representación en el Salón de Actos de la Casa de la Cultura se realizan las
pmebas del vestuario. En su confección participan las mujeres del pueblo. Ellas
no toman parte en la lucha ni en la confección de los barcos, excepto en el
tratamiento de las velas.
LA ACCIÓN RITUAL
La escenificación comienza a las sets de la tarde. Ante el castillo
permanecen unos soldados musulmanes que prestan guardia. Pronto surge Ja
preocupación por la aproximación de un contingente bélico. En medio de los
canteros o cañadas situadas más allá del castillo, surgen las blancas velas de un
navío que lentamente se aproxima con movimientos que simulan la agitación de
las olas. Es la nave cristiana, que avanza entre canteros y perales hacia la
aventura. Inmediatamente, aparece desde detrás de una rasante, la bandera roja
de la media luna, gue va poco a poco ascendiendo, seguida de las velas y el
cuerpo de otro navío turco que va a presentar batalla al cristiano. Se produce así
la lucha. Para simular la tierra se hace detonar graneles cantidades de explosivos
gue levantan una gran polvareda impidiendo ver la tierra. El polvo hace imaginar
la presencia de mar en el lugar. Las grandes olas obligan a los tripulantes a
mantener a flote las naves; todo se escenifica con amplios vaivenes gue unas
veces permiten divisar las naves y otras no. Toda la lucha va acompañada de
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mucha pólvora, descargas de cañonazos y fuegos artificiales. El lugar donde se
lleva a cabo la representación cada afio no es fortuito, es un sitio donde hay pocas
piedras y mucho polvo. Así los fuegos al explotar no provocan ningún tipo de
accidente grave y se consigue el efecto deseado.
Poco a poco van volcándose los barcos. Al final queda en pie el barco
cristiano. Se establece un diálogo entre éste y el castillo. El diálogo que se ha ido
transmitiendo oralmente de padres a hijos dice:
CASTILLO:
BARCO:
CASTILLO:
BARCO:
CASTILLO:
BARCO:
¡Ade! de la Nave ¡Ah!.
(se repite dos veces)
¿Qué dirá?.
¿De dónde vienes y dónde vas?.
Vengo de pueblo cristiano
y soy nave defensora,
que por eso vengo ahora
a defender a mis hermanos.
Contesta cuál es tu ida
y cuál es tu cargamento.
Y si no conmigo lento
perderéis la vida.
Y si eres barco corsario
y no lo eres de cristianos
la mecha tengo en la mano
para arrojar mi metralla.
Mi cargamento es metralla,
pólvora, cañones, balas ...
Y aquí, bajo estas alas
jamás se albergan canallas.
Todos vamos con encanto
buscando nuestra fortuna,
a vencer a la media luna
en los mares de Lepanto.
Llevamos como sumario3
para alcanzar la victoria,
la que adoramos con gloria,
nuestra Virgen del Rosario.
3 Otras veces se oye sudario.
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La flota espera el momento oportuno para atacar a los cristianos
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CASTILLO:
BARCO:
Si es verdad ese presente
que ahí traéis a María,
saluda a tu artillería
y desembarca tu gente.
Saluda a tu artillería,
nosotros también lo haremos,
y entre todos gritaremos:
¡Viva la Virgen María!
TODOS LOS BARCOS
Y A HUNDIDOS:
¡Viva! (y disparos).
Los moros siguen desplegando su artillería contra los cristianos y lanzan
a la batalla dos lanchas que se acercan a la nave cristiana ayudadas por la marea.
Pero es la nave cristiana quien se impone gracias al fervor mariano. La flota de
los moros queda totalmente desalmada a merced del fuerte oleaje vegetal. Los
supervivientes nadan hacia el castillo, pero los cristianos le prenden jitego
haciendo presos a sus guardianes que ya se muestran como enemigos resignados
y desmoralizados. D. Juan de Austria y el Gran Turco se baten personalmente al
pie de las almenas, pero ya todo está decidido: los turcos son sometidos y hechos
prisioneros. Sobre las almenas hondea ahora la bandera española a la vez que se
oye el himno nacional que expresa el júbilo de los cristianos. Los maltrechos
supervivientes, heridos y descalzos, son agrupados por los soldados cristianos
que organizan la comitiva que los conduce a la iglesia en el pueblo4 donde serán
4 "No se sabe la .fecha de co11strncción de es/e te111plo, porque, según parece, se quemó el archivo
parroquial; pero se sabe que es ,nuy antiguo, puesto que la Real Cédula de Felipe IV ele 24 de
mayo de 1660 se erigió en iglesia parroquial, al tiempo que lo .fi1eron Puntagorda, Garafía y
Tijarafe. Vemos también. que mlles de esta época se le daba el títu lo de parroquia, puesto que el
libro ¡1rimero de bautismo prin cipia en el mio de 158 /, siendo párroco Fray Tomás de A/arcón;
pero esto debió ser por mandato de algún obispo, como así sucedió con o/ras ¡JC1rroquias.
Este templo se reedificó y agrandó en el aiío 1678, siendo benejiciculo el Dr. D. Lucas Femández
de Paz; y en la visita del Ledo. Don .luan Pinto de Cuis/a se mandó reformar por la parte del coro,
que amenazaba minas, y para ello dio el Ilmo. Sr. Obispo Don Barto-lomé García .liménez 500
reales. Los vecinos se o.fi·eciemn a alargarla, habiendo reunido en/re ellos mismos más de 700
reales y I 20 fanegas de trigo, que tuvieron licencia para ex/raer e/el Pósilo. En. tiem¡10 e/el
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bautizados cristi anamente. Son acompañados por la banda de música. D. Juan de
Austria y el Gran Turco pres iden el desfil e. El jefe de los musulmanes tiene que
soportar los gritos de al egría y los ap lausos del público por su captura. Tocio e l
pueblo sa le de sus casas para ver la rendic ión de los turcos. La escenificac ión se
acaba con un Viva Turquía , Viva la Virgen María. Una vez en la igles ia se
celebra una misa solemne en la que pa rti cipan autoridades po líticas, ecles iásticas
y público de toda la isla.
DIMENSIÓN SOCIAL DE LA FIESTA
La organización de la f iesta supone un complejo mundo de normas.
Todo está tratado y pensado al milímetro. Hay un turno preestablecido entre
los dos bandos que participan, tanto en el turno dentro ele la lucha, como dentro
del mismo barco. E l cansancio, el esfuerzo, e l sudor, la suciedad, añaden un
punto de sufrimi ento, de lucha y sacrifici o, indispensable para que e l ritual se
cumpla satisfactoriamente.
Los criterios que rigen la pertenencia a uno u otro bando se adquieren
por tradición, tanto unos corno otros en los días de fiesta defienden, a través de
sus embajadas, sus di stintos principios morales. Todo el mundo puede participar,
lo único que se pide es que pertenezca al pueblo: "Aquí la fi esta no es como el
carnaval de Tener(le o los en.anos de Santa Cruz de La Palma. Aquí no hay
ningún tipo de selección, el que quiera participar, participa" . Tradicionalmente
los solteros pertenecen al bando de los turcos y los casados al de los cristianos:
" Casi todos Los que ahora somos criÚianos, hemos sido también moro. Parece
que Los cristianos son mcís serios y saben dirigir mejor sus vidas que Los moros
que van un poco despistados. Eso parece que también pasa en La vida de uno.
Cuando te casas tienes que sentar La cabeza o te La hacen sentar a La.fiterza" .
A lo largo de la Batalla y del tiempo que dura la fiesta se contraponen
los valores cri stianos y los musulmanes. Todo es aplaudido por el pueblo, que
desde las ca lles y las azoteas son testigos ele la lucha. Cada bando deja constancia
ele su presencia mediante símbolos. Según apunta Sanmartín estos símbolos en
muchas zonas peninsul ares son " la media luna fre nte a La cruz.; la palmera
cargada con. frutos, Las .flores, pájaros y peces fi'en.te a La espada, cadenas,
beueficiado Don José Mariano D0111 í11guez se reparó 1111evw11.enle, dando 111ás elevación a los
techos, co11. un donativo de 500 pesos que envió el Sr. Obispo y ayuda del pueblo" (Lorenzo, 1975:
p.106).
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mazas y trabucos; el ágil y nervioso caballo del cristianofi-·ente al Lento camello
o el ampuloso elefante; La fiereza, rusticidad y mayor desnudez del guerrero
cristiano fren te al elegante y pausado moro; el ritmo casi marcial ele la música
cristiana y su sensual ritmo, parecen usar La analogía para expresar esos
distintos principios morales de La ley cristiana y la mora" ( 1982: 58).
Esta fi esta es el vínculo de unión entre la comunidad y todos sus
miembros di spersos por la is la y por Améri ca. Los emi grantes eligen las fechas
de la fi esta para volver y visitar sus fa mili ares. Lo que se fomenta con esta fi esta
es favorecer la unidad e identidad de Barlovento, frente al exterior. Por unos días
ellos, los vecinos de Barlovento, son los principa les protagoni stas. En su tierra se
dan c ita amigos, fa miliares y curi osos que admiran su fiesta. Por unos días el
ais lamiento lugareño se quiebra. El contacto entre los de Barlovento con e l resto
de residentes en otros municipios favorece una interre lac ión, que reve la aspectos
importantes de la naturaleza (eco lógicos), oposic ión y complementariedad con
las di stintas localidades. Medi ante el ritual fes ti vo se descubren ambi val encias
entre Barl ovento y Santa Cruz de La Palma como centro urbano y capitalin o y
Los Sauces como munic ipio más cercano.
El simbolismo ritual (moros y cri stianos, cru z y media luna) pone de
re lieve la existenc ia de un universo dentro del pue blo di fe rente al resto de la
is la. El pueblo, los moros y cri sti anos, son lo conocido. El resto de la gente, los
visitantes y turi stas, son lo desconocido. En el primero se confía, todo en él
puede ser dominado; en los segundos todo es desconfianza, pe ligroso. El peligro
está fu era, al margen de los límites locales, y por lo tanto, es conveniente
protegerse y también, es conveni ente la interre lac ión. La fi esta es una ventana
abi erta al mundo. A través de e lla se consolidan las relac iones económicas, los
matrimonios, las novedades, las modas, etc.
La fiesta es la expansión peri ódica del pue blo, el punto de conexión con
e l mundo exteri or y es a la vez la afirmac ión de identidad de Barlove nto. Esta
relación dialéctica permite la formación de una identidad marcadamente localista
que favo rece la comprensión y e l contro l de la realidad social. La fiesta de moros
y cri stianos permite la identificación simbólica con el territorio. Para e llo es
preciso adoptar una perspectiva por la cual se consideren todos los aspectos de
esta realidad en su referenc ia recíproca de unos a otros como una totalidad dentro
de la realidad soc ial y cul tural. El medio y el fin catalizador de este e ntramado
soci al lo constituye la fi esta.
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Comienza el simulacro de batalla entre los dos bandos
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