LA ELABORACIÓN TRADICIONAL DE TEJAS.Y LADRILLOS
EN LA COMARCA NORTE DE GRAN CANARIA:
UN ESTUDIO ETNOHISTÓRICO
Antonio Manuel JIMÉNEZ MEDINA
Juan Manuel ZAMORA MALDONADO
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
RESUMEN
Dedicado a los maestros tejeros,
protagonistas de este artículo.
EL presente trabajo pretende acercar una manifestación artesanal muy
característica de siglos pasados que desapareció, en la isla de Gran Canaria, a
finales de La década de los setenta del presente siglo, como fue La elaboración
tradicional de tejas y ladrillos, que supuso la consecución de pequeñas industrias
artesanales de materiales constructivos, siendo la comarca Norte de esta isla
relativamente importante en cuanto al número de estos talleres.
Parte fundamental de este estudio ha sido documentar el proceso de
construcción de los hornos donde se fabricaban tejas y ladrillos, así corno las
distintas fases de la elaboración de estos materiales. Gracias a la fuente oral y a
los trabajos de prospección se localizaron zonas donde la teja y el ladrillo,
hechos a mano, tuvieron gran tradición hasta hace pocas décadas y, en dichos
lugares, pudimos localizar, probablemente, a los últimos tejeros de Gran Canaria
que realizaron tejas, ladrillos y construyeron hornos de fom1a artesanal, con el
proceso tradicional, basado en la experiencia colectiva e individual y la heredada
de las distintas generaciones de tejeros.
Asimismo, pretendemos, con este breve estudio, aportar una serie de
propuestas para la conservación e incentivación de esta actividad, que puede
resultar muy beneficiosa en todos los procesos de rehabilitación de centros
históricos, así como símbolo de recuperación cultural.
Palabras clave: Etnografía. Etnohistoria. Artesanía. Hornos. Tejares.
Tejeros. Tejas. Ladrillos. Patrimonio. Conservación. Gran Canaria.
AGRADECIMIENTOS
El estudio aquí abordado no podía haberse realizado sin la colaboración
y el apoyo de una serie de personas. Quisiéramos iniciar este trabajo mostrando
nuestra gratitud a todos aquéllos que han intervenido, de una manera u otra, en la
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consecución del mismo, como Dª Adelaida Reyes Henríquez, Dª Lucía Francisca
Medina Ventura, Dª Juana Ramírez Munguía, Dª Virginia Rodríguez Rodríguez,
D. Rafael Barbosa Ponce, D. Antonio García Pérez, D. José Juan Pérez García,
D. Luis Sánchez Cárdenes, D. Manuel Hernández Rodríguez, D. Agustín de
Armas Almeida, D. Salvador Granados, D. Juan Cás;eres, D. Francisco
Hernández Pérez, D. Gonzalo Pérez Falcón, D. José Ruiz Pérez, D. Pedro Déniz
Rodríguez, D. Juan Alonso Alemán, D. Ramón Guillén Marrero, D. José Cano
Amado, D. Juan Sarmiento Marrero, D. Manuel Godoy García, D. Manuel Díaz
y otros vecinos del Norte de Gran Canaria por la informació;, facilitada.
A los maestros tejeros D. Eriberto Melián Marrero, D. José Ramón
Felipe Déniz, D. Antonio Castellano Díaz y D. Juan Miguel Pérez Falcón, por
compartir viejos secretos, noticias y, sobre tocio, conocimientos.
A D. Pablo Policarpo ele Jesús y Vélez-Quesacla, Cronista Oficial de la
Ciudad de Arucas, por informarnos sobre la existencia de documentación,
relativa a los hornos de Riguiánez, en el Archivo Parroquial de Arucas.
Igualmente, agrademos el asesoramiento de la Fábrica de Tejas de Las
Macetas, Santidad de Arucas.
A Dª María del Cristo González Marrero (Profesora de Historia
Medieval de la Universidad de Las Palmas ele Gran Canaria) por el asesoramiento
histórico y documental que nos ha prestado.
A D. Santiago Rodríguez Domínguez (Ledo. en Teología y párroco del
templo San Juan Bautista ele Arucas) y a Dª María del Carmen (ayudante del
párroco) por las facilidades ofrecidas en el Archivo Parroquial ele Arucas.
Asimismo, a D. Gregorio Ángel Arencibia Gorrín, estudioso y amante ele
nuestra Historia, vecino ele Los Castillos (Riquiánez) por la información
facilitada, su generosidad, ayuda y por ser, muchas de las veces, nuestro
intercesor y relaciones públicas con lo~ vecinos de Los Castillos.
A Dª Alicia de Jesús Hernández Padrón (Leda. en Historia del Arte,
Diplomada en Magisterio y coordinadora de la Oficina ele Patrimonio Histórico
del Ayto. de Arucas) y a D. Mario Sergio Marrero Arencibia (Técnico agrícola,
monitor medioambiental y miembro coordinador ele la Oficina ele Medio
Ambiente del Ayto. de Arucas) por la información facilitada, la ayuda recibida y
el apoyo que nos han mostrado.
A la Dra. Dª Amelía del Carmen Rodríguez Rodríguez (Profesora del
Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad ele Las Palmas de Gran
Canaria) por darnos a conocer la labor de la Revista Tenique .
A D. Alejandro Cuenca Sanabria (Ledo. en Geografía e Historia,
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arqueólogo y especialista en cerámica) por las matizaciones y correcc1ones
realizadas, así como la inestimable ayuda recibida.
En especial, al Dr. D. Manuel Lorenzo Perera por confiar en nuestro
trabajo, las aportaciones documentales y bibliográficas y, sobre todo, por darnos
la oportunidad de publicar este estudio.
Finalmente, a D. Francisco Marte! González (Ledo. en Geografía y
técnico de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias) por elaborarnos la base
cartográfica de este trabajo.
INTRODUCCIÓN
Dentro de lo que conocernos como Patrimonio Histórico, el denomi-nado
Etnográfico es, tal vez, el más desconocido. Aún siendo el que se aproxima más
en el tiempo, se nos muestra alejado de nuestro conocimiento; aunque, muchos
de sus elementos forman parte del paisaje y su saber es atesorado, generalmente,
por gente de avanzada edad, que fueron testigos o partícipes directos de una serie
de actividades, la mayoría de éstas ya desaparecidas; si bien, en estos últimos
años existe un gran esfuerzo por investigar y divulgar nuestra Cultura Popular. El
presente trabajo pretende aproximar parte de ese patrimonio etnográfico,
aportando un breve estudio de unas construcciones singulares e importantes, en
tiempos pasados, como fueron los hornos de tejas y ladrillos, así como la
actividad artesanal y económica derivada de éstos, además de contribuir al
conocimiento y documentación de la carta etnográfica de la isla de Gran Canaria.
Utilizando para ello diversas fuentes históricas y etnográficas "que han mostrado
que lejos de oponerse, la historia y la etnograj[a se complementan entre st'
(BONTE e JZARD. 1996: 350).
Para la realización de este trabajo, se ha analizado la documentación
bibliográfica que existe sobre los hornos de tejas y ladrillos, así como la forma de
trabajar estos materiales (por cierto, relativamente escasa), así como la
información oral que nos aportaron los diferentes maestros tejeros consultados.
Desgraciadamente, la forma de trabajar las tejas y los ladrillos, así como muchas
estructuras relacionadas con la elaboración de los mismos, casi han desaparecido
físicamente y las únicas noticias que poseemos sobre éstas, nos la proporcionan
los estudios de la información de las personas entrevistadas que estuvieron
vinculadas, de una forma directa o indirecta, a esta actividad. Aun-que, en la
medida de lo posible, siempre se ha de cotejar la fuente oral o con otro tipo de
fuentes, como la prospección sobre el terreno, la bibliografía, etc.
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En un principio, este artículo se centraba en el estudio de unos hornos que
se ubican en la parte alta del Lomo Riquiánez (Arucas) y pretendía, sobre todo,
contribuir a la documentación de la carta etnográfica de la isla de Gran Canaria,
siendo, principalmente, un trabajo más técnico, casi arqueológico, que etnográfico.
Sin embargo, a medida que fuimos indagando sobre estos hornos y la elaboración
de las tejas y ladrillos, nos dimos cuenta que, cada vez más; nos adentrábamos en
estudio etnohistórico que, fue dando paso a un trabajo de corte etnográfico. De tal
forma, que de la descripción de unos hornos pasamos a la documentación de una
manifestación artesanal y de todo un mundo etnográfico que le rodea, sobre todo,
de algunos hornos de la comarca Norte de la isla de Gran Canaria (fig. nº 1 ).
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N 1
Fig. nº 1: Mapa de ubicación de los hornos citados en este trabajo. 1: Conjunto de hornos
del primer grupo del Lomo Riquiánez (Arucas): Horno de Riquiánez, Horno de La Fuente
y Horno de La Hoya del Poleo. 2: Horno de La Teja (Las Toscas, San Gregorio, Santidad
Alta, Arucas). 3: Horno de Las Laderas (Visvique, Arucas). 4: Horno de La Hondura
(Barranco del Pinto, La Goleta, Arucas). 5: Horno del Lomo Quintanilla (Arucas). 6:
Horno de Maestro Pepe Marrero Miranda (Moya). 7: Horno de D. Juan García (El
Desaguadero-Lomo de Las Zarzas, Santa Maria de Guía). 8: Horno de El Brezal (El
Palmita!, Santa Maria de Guía); y 9: Horno de Las Peñas (Artenara). Nota: Elaboración
propia.
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BASES PARA EL CONOCIMIENTO
Los hornos de tejas y ladrillos aparecen, evidentemente, en la Historia de
Canarias tras el proceso de Conquista.-Es durante esa etapa cuando, según la Dra.
Benedicta Rivera Suárez, se establecen numerosos hornos ele estas características
repartidos por todo el Archipiélago. Tal fue su importancia, que los Cabildos
tuvieron que regular, desde muy pronto, la calidad de los productos
manufacturados:
"Existe un conjunto ele artesanos cuya producción está destinada a
proporcionar a la población de la islas mejores condiciones de vida,
podemos distinguir tres subgrupos ele artesanos: en el primero se
incluyen los trabajos relocionados con la construcción de viviendas(. .. )
Los albaFíiles, pedreros, caleros y tejeros .fúeron abundantes desde los
primeros a,'ios que precedieron a la conquista de las islas, pues fue
necesario ir reemplazando las casas de época prehispánica por otras
más consistentes. EL objetivo principal de los cabildos, referentes a
estos trabajos, es conseguir que Las construcciones sean de calidad, por
ello se establecen una serie de requisitos que estaban obligados a
cumplir Los aspirantes a dichos oficios (. .. ) Las Ordenanzas y Acuerdos
del Cabildo no son. muy expUcitos a la hora ele regular la man.era de
realizar las construcciones (. .. ) También se establecen normativas
referentes al trabajo ele los tejeros, fimdamentalmente a partir ele La
prohibición de utilizar la paja para el techado de las casas por el
peligro de incendio que esto representaba. Para la elaboración de Las
tejas tenían que utilizar barro ele buena calidad y los ladrillos, tejas,
canales y tejones se debían confeccionar siguiendo Las normativas que
para estos trabcijos existían en Sevilla. Para Gran Canaria no rigen
siquiera estas normas, pues se presta más atención a la regularización
de los salarios" (RIVERO SUÁREZ. 1991 : 372).
Los estudios sobre este tipo ele hornos, así como la forma de trabajar las
tejas y los ladrillos son muy rec ientes, así en 1987 comienzan a publicarse una
serie de investigaciones que tratan de sentar las bases de este tema. Uno de los
primeros autores que abordan el mundo ele los tejeros fue el Dr. Manuel Lorenzo
Perera, quien, en 1986, elabora un amplio estudio sobre los últimos tejeros del
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barrio tinerfeño de Teno. Este trabajo se vio, posteriormente; plasmado en un
capítulo de su obra sobre Estampas etnográficas de Teno Alto. En es te estudio, el
Profesor Lorenzo Perera, hace referencia a la tipología del horno ele Teno, la
forma de amasar, cortar y tender las tejas, la técnica de gui sar dichos materi ales
y, finalmente, propone la recuperación de dicho horno, cqmo valor de nuestra
cultura popular (LORENZO PERERA. 1987: 59-68).
A partir de este trabajo de investigación, el propio Lorenzo Perera,
conjuntamente con otros investigadores, reali zan otro l?royecto sobre estas
construcciones, si bien, esta vez centran su trabaj o, adenÍás ele la in vestigación
(en todos los aspectos, incluyendo un análisis mineralógico del barro), en la
limpieza y reconstrucción de un horno ele tejas ubicado en La Hoya (San Miguel
de Abona, Tenerife), siendo publicado en el número uno de la Revisto Ten.ique
(LORENZO PERERA et al. 1993: 1-32). Este mismo proyecto fue presentado en
las / Jornadas de Investigación Oral, celebradas en la Casa ele la Cultura ele
Amcas ( 1995) y despertó tanto interés, que conjuntamente, se real izó una
exposición de esta experiencia en el propio Museo Municipal ele Arucas .
También, en la mi sma revi sta, Tenique, se ! levó a cabo otro trabajo, a
cargo ele José M. Espinel Cejas y M" Elena Pérez Prieto sobre los hornos de tejas,
ladrillos y losetas (elemento añadido a los tradicionales de tejas y ladrillos) de la
ciudad de La Laguna (Tenerife), destacando el amplio estudio que se hacía sobre
el conocimiento del medio y su aprovechamiento, así como de los mate riales y
útiles de trabajo empleados en la fabricación de estos elementos, las técnicas ele
elaboración, la descripción ele los hornos y la técnica ele cocción (ESPINEL
CEJAS y PÉREZ PRIETO. 1995: 25-59).
Probablemente, el interés principal ele estas tres investigaciones se
centren en el uso y análi sis, por vez prime ra, de la fu ente oral (en este tipo ele
elementos), para poder reconstruir todo el proceso de e laborac ión ele las tejas, así
corno del funcionamiento ele los hornos.
LOS HORNOS DE TEJAS Y LADRILLOS
Clasificación, descripción y funcionamiento.
Según la descripción realizada por el invest igador Ernili Sempere
Ferrándiz ele otros hornos ele las mismas características funcionales (fig. nº 2), es
decir para la cocción de tejas y ladrillos, en otros contextos, como por ej emplo la
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Península Ibérica (SEMPERE FERRÁNDIZ. 1992: 202-208), aunque en esta
zona la planta de los hornos es de forma cuadrangular y, según, lo observado en
nuestro estudio, los hornos documentados (a excepción del horno de Los Castillos
y del Lomo Quintanilla, ambos en Arucas) se caracterizarían por lo siguiente:
Se trata de hornos descubiertos (sin bóveda u otro tipo de techumbre) con
cámara compuesta, con hogar y cámara con puerta, de tiro superior o vertical, de
forma simple cilíndrica, estrechándose a partir del centro hacia arriba (troncónica),
con escalera y con pasillo o corredor en la parte superior.
Fig. nº 2: Corte transversal y esquema de un horno de arco descubierto. Según Emili
Sempere Ferrándiz (SEMPERE FERRÁNDIZ. 1992: 232, Fig. 7, B-3).
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Según José Espi nel Cejas y Mª Elena Pérez Prieto, el tipo de forma
troncocónica presenta algunos inconvenientes (pérdida de calor, mayor irregularidades
térmicas, flameados, etc .), que sin embargo, son poco significativos en
el acabado de los ladrillos, tejas y losetas, pero a cambio presenta una serie de
ventajas, como es permitir una carga y descarga de los f'!)ateriales mucho más
rápida, gracias a la abertura superior; di sponer de una mayor capacidad de carga;
ser una estructura más simple y menos costosa en construcción y mantenimiento;
etc. (ESPINEL CEJAS yPÉREZPRIETO. 1995 : 50).
Los hornos aquí documentados se hacían de la sigtiiente forma: Primero
se escogía el lugar definitivo donde se iba a instalar el taller, generalmente
relacionado con la presencia de agua, tierra (tierra teja) y madera (especialmente
de eucalipto blanco). Luego, se procedía a delimitar el perímetro del horno (de
planta circular), se hacían los cimrentos (generalmente a más de I m de
profundidad, en otros casos incluso se llegaba a enterrar la mitad del horno),
excavando en la pendiente' . Posteriormente, se iba haciendo la cámara inferior,
levantando los muros a base de piedra muerta2, u otro tipo de material\ ripios
(del mismo material que el muro) y todo mezclado con barro4
. A una
determinada altura de la cámara inferior se colocaba el emparrillado, realizado,
generalmente, con la mi sma técnica constructiva; de igual forma, en la propia
base del horno, a nivel del suelo, se realizaba la entrada para cargar el horno de
leña. Un aspecto llamativo de la construcción de los hornos lo conforma el
emparrillado, ya que éste no se podía hacer de cualquier forma, sino que,
dependiendo de las dimens iones del horno tendría más o menos vanos (agujeros)
y pilares. Posteriormente se seguía haciendo los muros hacia la parte superior,
estructurando la cámara superior, siguiendo la misma técnica. En la mayor parte
ele los hornos documentados no se cerraba totalmente la cámara superior, sino
que construía una puerta de carga (de más de l m de ancho) por donde se accedía
la interior y, de este manera se facilitaba la colocación de las tejas o los lad rillos.
1 Con esta acción de excavar en la pendiente se conseguía cimentar mejor el horno y poder
acceder más fácilmente a la parte superior.
2 La piedra muerta es según Telesforo Bravo Expósilo, una "escoria compaclada de origen
basáltico que puede soponar temperaturas del orden de l. /00 grndos centígrados y más aún. si está
reforzada con barro" (ESPINEL CEJAS y PÉREZ PRIETO. 1995: 50).
3 Además de la piedra muerta se so lían hacer hornos con fonolitas, etc., pero jamás con piedra viva,
ya que éste tipo de material revienta con el calor: estalla el horno.
4 En la mayor parte ele los casos estudiados, tanto la piedra como el barro, se locali zan muy
próximos al horno.
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Una vez alcan zada la altura deseada (entre 3 ó 6 m, dependiendo de la capacidad
del mismo) se remataba la parte supe ri or (excepto el vano de la puerta que queda
sin dinte l), reali zando, en algunos casos un corredor y, en otros, una serie de
gradas. En la parte exterior del horno se so lía colocar una escalera de caracol
hecha con la mi sma piedra. Finalmente el interior de la estructura (generalmente
tanto la cámara de combusti ón, como. la cámara superi or) se fo rraba o encalaba
de barro, por dos motivos princ ipales, uno para proteger y consolidar las paredes
y, otro, para que actuase de elemento refractario, mante niendo el calor. Según
hemos podido constatar los hornos eran realizados por los propios maestros
tejeros, si bien se dieron casos, sobre tocio, en épocas recientes, de la elaboración
de los mismos por parte de maestros albañiles.
E l fuego se lleva a cabo en la parte infe ri or de la estructura, llamada
también hogar, caldera, cámara de combustión o cámara infer ior. Por otro lado,
la cocción se lleva a cabo en la parte superior (ya menc ionada) denominada
horno o cámara supe ri or y, e ntre ambas, ex iste una separac ión, denominada
c riba, en forma de arco (también llamada por los tejeros de esta zona corno
emparri li ado o parrilla), ésta actúa, no só lo como separador del fuego directo,
sino que además sirve de descanso y de organización de las tej as y de los
ladrill os. Los gases ca lientes pasan e ntre los materi ales a gui sar (quemar o cocer)
para salir por la parte supe ri or, con e llo se consigue dos efectos muy positi vos,
primero reali zar una perfecta combustión y, segundo, un mayor control del fuego,
al lograr con el tiraje el efecto chimenea, con entrada de l aire por la parte inferior
y salida por el extremo supe rior, quedando establecida la corriente de aire que
aporta oxígeno, creando una atmósfera oxidante, que I impía y otorga a la teja o la
lad rillo ese color natural (rojizo).
En cuanto a las fases del gui sado, éstas se estab lec ían de la siguiente
mane ra:
1 º : Precalentamiento o temple: Se trata de un caldeamiento (así se
denomina en la zona) cuya fin alidad es secar completamente las tejas o los
ladrillos y elimin ar el m¡_'ís pequeño resquicio ele humedad en e l horno. Este
caldeamie nto llega a alca nzar e ntre los 200 y 300 ºC. Curiosamente, hemos
constatado, por la in formación oral, que só lo e l horno ubicado en Doñana
(A rucas) , desaparec ido hoy totalmente, era el único que la llevaba a cabo; el
resto de los hornos docume ntados (por lo menos los que dejaron de funcionar a
med iados de la década de los cuare nta y finales ele los ochenta) no llevaban a
cabo dicha operación, sino que, por el contrario, se procedía a la cocción
directamente. Desconocemos a cienc ia cierta si esta operación se llevaba a cabo
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o no en otros hornos (como los más antiguos). Los maestros tejeros consultados
no sabían si se producía esta práctica en otros lugares, probablemente no estaba
extendida y dependía de cada maestro.
2º: Guisado: En e lla se produce el fenómeno químico de la transmisión
de calor de un cuerpo a otro a través de los gases calientes~5
. El operario controla
con la vista dicha operac ión, color del fuego y de las piezas. En esta fase el horno
puede alcanzar temperaturas de hasta 800 ó 900 ºC. La cocción dura,
aproximadamente, unas 24 horas en las tejas y unas 48 _hpras en el caso de los
ladrillos. El combustible empleado en esta comarca era, generalmente, leña de
di versas maderas, según la zona de ubicación del horno. Si bien la madera más
utilizada era el eucalipto blanco6 y, en menor medida, la zarza, el brezo, el pin o,
etc.
3°: Enfriamiento: Se trata del reposo de las tejas y de los lad rillos con un
enfriamiento lento, para que dichas piezas no sufran un cambio brusco de
temperatura, cons iguiendo así que éstas no se fracturen. En esta zona dicho
enfriamiento podría haber durado hasta dos y cinco días para el caso de las tejas
y, hasta una semana, para el caso de los ladrillos.
Hornos de Arucas
El término de Arucas poseía una relati va importancia en la fabricación
de tejas desde los primeros siglos de ocupac ión europea, ya que en las primitivas
industrias azucareras, no sólo se establecían ingenios azucareros, sino que
además se anexaban otra se rie de pequeños talleres artesanos, tales como hornos
de pan, hornos de tejas, etc.
Así, tenemos un dato que comenta la presencia de un taller tejero en uno
de los primeros pagos fundacionales de Arucas, como fue el Lomo de San Pedro
.1 El fenómeno químico se veri lica en la transformación ele las partícu las ele arcill a y del clcsgrasante,
al fundirse por la acción del calor. Agraciemos la información al Ledo. Alejandro Cuenca Sanabria.
6 En el caso de los ho rnos del Lomo Riquiánez los eucali ptos fu eron introducidos a comienzos y
mecliaclos del siglo XIX, para su aprovechamiento maderero. Si tenemos en cuenta que, tal vez,
estos hornos pudieran fecharse a fin ales del ·siglo XV III y comi enzos del XIX. obviamente, el
eucalipto no se utilizó como leña (en principio), por lo menos en los cinco hornos tipo lógic::unente
similares, como son el de Riquiánez, La Fuente, Hoya del Poleo. Las Laderas y Las Toscas. Sa lvo
que, dichos hornos prolongaran la fabricación ele tejas y lacl rillos hasta mediados o finales el sig lo
XIX, cuestión que por ahora, parece poco probable, según la in formación oral.
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(comienzos del siglo XVI). Este taller (hoy día desaparecido totalmente) aparece
citado en un documento que describe un contrato de arrendamiento entre el fraile
Juan Perclomo (admini strador del Mayorazgo de Arucas, quien alquila un
cercado o pedazo de tierra) y el vecino de Arucas Juan Sánchez, fechado en el
siglo XVII, donde se dice:
"(. .. ) por una casa que está detrás de la Hermita de San Pedro con el
pedazo de tierra que está por debajo de dicha casa veinte reales aíio y
linda por la parte de arriba con la pared que sale de dicha Iglesia al
Molino, y por otra parte los Canales, lindando por detrás de la Casa de
prensas, a lindar con el cercado de Leonardo González y el acequia de
abajo a dar al Tejar, y ele allí lindando con Francisco Gonz.ález a salir
arriba al Lomo de San Pedro (. .. )" [el subrayado en negrita es nuestro]
(Archivo Alzola, Las Palmas de Gran Canaria, legajo Nº 501.
Inventario de tierras del Mayorazgo de Arucas, folio 475. Citado en
CABALLEROMUJICA. 1973 : 197).
También, según el Dr. Fernando Martín Rodríguez, en Arucas se
fabricaban numerosas tejas de arcilla roja desde finales del s iglo XVIII7
.
Destacando esta comarca por la cantidad de hornos que a llí ex istían.
Los hornos del Lomo Riquiánez
De tocio e l término municipal ele Arucas, el Lomo Riquiánez se presenta
como el área donde ex iste una mayor concentración de este tipo de estructuras; a
su vez, dentro del citado Lomo de Riquiánez, hemos locali zado, a ni vel
superficial, dos grupos de hornos diferenc iados; un primer grupo formado por
tres estructuras pertenecientes a sendos hornos de tejas y ladrillos (que se
encuentran muy próximos entre sí y que func ionarían al mismo tiempo), dos de
éstos se encuentran ubicados en la zona que llaman La Fuente y Riquiánez
(respectivamente) y otro, en la Hoya del Poleo8
. Y un segundo grupo fo rmado
7 Este dato aparece reflejado en el diario de Romero Ceballos. con lecha de 1774, fo lio 39. donde se
especifica que "Arucas ( .. .) y de arcilla roja que fabrican tejas" . Archivo del Museo Canario
(MARTÍN RODRÍGUEZ. 1978: notanº 30)
8 Para una mejor descripción ele los mismos, hemos optado por designar con una letra a cada horno,
así tenemos el horno A (horno ele Riqu iúnez), el B (horno ele La Fuente) y el C (horno de la Hoya del
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por cuatro hornos más (distanciados entre sí y que funcionaron, con mucha
probabilidad, en distintas épocas), el denominado Horno de La Teja, el Horno ele
Las Laderas, que son los únicos que se conservan en la actualidad, el Horno de
la Tarasca y el Horno de los Castillos, que si bien ambos han desaparecido
funcionaban hasta, aproximadamente, principios de este siglp.
Primer grupo: Horno de Riquiánez, Horno de La F~~nte y Horno de La
Hoya del Poleo
Los primeros hornos estudiados son los de Riquiánez, ubicados en el
Norte de la isla de Gran Canaria (fig. nº 3), concretamente en la parte alta del
Lomo Riquiánez9
, se encuentra un primer grupo formado por tres hornos, cerca
de su punto más alto, El Picacho, entre la zona conocida como Tercera Montaña
y Lomo de Dª Lorenza del Toro, dentro del Término Municipal de Arucas (foto
nº 1). Sus coordenadas geográficas se sitúan, aproximadamente, entre los 28º 05'
50" de Latitud Norte y los 15º 31' 14" de Longitud Oeste de Greenwich (según
cartografía militar escala 1 :25.000, hoja 5V /83-8 1; 83-82/ Arucas) y su altimetría
varía entre los 430 y 460 metros sobre el nivel del mar.
Geomorfológicamente este Lomo de Riquiánez se presenta como un
interfluvio de naturaleza fonolítica, cuyos ''.flancos, de pendientes moderadas,
descienden al NW hasta el Barranco de Visvique y al E hasta el Barranco del
Pino, con cauces excavados en basaltos de la serie Roque Nublo, en donde
puntualmente afloran mantos ele aglomerados", en la vertiente sur de este lomo
"se alza el cono volcánico de la serie basáltica // (reciente) denominado
Montaíia de El Picacho" (MONTELONGO PARADA. J 989: 20); en la
actualidad parte de esta Montaña de El Picacho ha sido destruida, casi en su
totalidad, por la construcción de una base militar (en concreto una estación radionaval)
perteneciente a la marina de Guerra Espafíola.
Poleo).
9 El topónimo de Riquiánez deriva del nombre propio de Enrique Yánez. quien fuera su antiguo
propietario. Con el transcurrir de los siglos el nombre degeneró en una corrupción fonética llegando
a la actual denominación.
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Fig. nº 3: Mapa de ubicación de los hornos del Lomo Riquiánez. Primer grupo (1): Horno
de Riquiánez (a), Horno de La Fuente (b) y Horno de La Hoya del Poleo (c). Segundo
grupo: Horno de Las Laderas, Visvique (2) y Horno de La Teja, Las Toscas, San Gregario,
Santidad Alta (3).
Base cartográfica, realización: Francisco Marte! González. Nota: Elaboración propia.
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La vegetación propia del lugar es Ja desarrollada en el denominado
bosque de transición al montevercle (medianía subhúmecla). En el pasado se
localizaban en el sector más bajo, altitudinalmente, especies como palmeras,
dragos, almácigos, granadillos, acebuches, etc. y en IQs sectores superiores,
donde su ubican los hornos aquí estudiados, abundaban fayas, brezos, bicácaros,
helechos, mocanes, acebiños, barbusanos, etc. Sin embargo, hoy día muchas de
estas especies no existen en esta zoná, debido, sobre to~p, al grave proceso de
antropización que ha sufrido y sufre; y sí abundan otras, corno eucaliptos,
eucaliptos blancos, tuneras, pitas, pitas zábilas y también aparecen algunas
tabaibas moriscas, granadillos, acebuches, cerTilJos, brezos, pinos y palmeras.
Desconocemos cuándo se realizaron los hornos de Riquiánez y cuando
comenzó la producción de tejas y ladrillos. De la misma forma, no sabernos
exactamente cuando se abandonaron dichos hornos y la consecuente fabricación,
ya que casi no existen habitantes en dicha zona10
. Pero, conocernos un
dato muy interesante, que podría aportarnos alguna luz sobre la cronología de
estos hornos de Riquiánez, se trata de una cita de un documento fechado en 1802,
que aparece en el Libro Segundo de Fábrica (folios 273 vº y 274 rº) del Archivo
Parroquial de Arucas, donde se comenta la compra, por parte de la parroquia de
San Juan Bautista de Arucas, de un millar de tejas y su posterior traslado desde el
horno de Riquianes, hasta la propia villa de Arucas (concretamente al templo),
siendo en esos momentos Vicente Pérez de Armas el párroco de dicha parroquia.
Tal vez, este documento haga referencia a uno de los hornos que se establecen en
el citado Lomo Riquiánez, con toda seguridad aJ denominado Horno de
Riquianes. De tal forma que, probablemente, los citados hornos posean una
cronología en torno a finales del siglo XVIII y principios del XIX (fecha que
coincide, por otra parte, con el desarrollo de la fabricación de tejas, según el Dr.
Martín Rodríguez). La transcripción ~e este documento, de sumo interés, es la
siguiente:
"En la ciudad de Canaria a dos de agosto de mil ochocientos y quatro,
IO Según D. Salvador Granados, natural Je la zona, los últimos habitantes de Riquiánez fueron sus
tías, quienes abanJonaron las casas antes de 1960. Hoy día. sólo existen dos personas
(descendientes de los que, posteriormente, compraron terrenos allí) que frecuentan el lugar, un
propietario que se dedica a criar cabras en un alpendre o redil , y otro que posee un palomar. Debido
a este estado Je abandono, hemos tenido que buscar en otros pagos sus antiguos l,abita11tes.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
paresió D. Vicente Lorenzo Díaz. Mayordorno ele la Fábrica Parroquial
de San Juan Bautista de A rucas a dar las cuentas de dicha mayordomía
que se habían reserbado para esta dicha ciudad en la visita que allí
hiz.ó el lltrno. Sr. Dn. Manuel Berclugo Dignísimo Obispo de esta Isla, y
habiendo jurado por Dios y una Cruz. en forma de derecho se extienden
en la manera siguiente y abraran desde quince de agosto de
setescientos setenta y tres hasta.ftn de Diciembre ele ochoscientos tres.
Cargo(. .. )
Nº 174. Texas. Por ochenta reales que según el recibo del Nº 37 pagó
por un millar ele texas para la Iglesia en otro cuzo [el número de cargo
173 hace referencia al pago de un albeo efectuado en 1803, por tanto, este
cargo con número 174 está fechado en el año anterior, es decir, 1802].
Nº 175. Carreta ele rexas. Por treinta y siete reales y medio del acarreto
de otro rnillar de texas [hace referencia al anterior millar de tejas] desde
el horno de Riquianes a La Iglesia según recibo del N" 38"(ARCHIVO
PARROQUIAL DE ARUCAS. Libro Segundo de Fábrica, fo lios 256-
274).
La información oral nos comenta que dichos hornos de Riquiánez estún
abandonados desde hace, por lo menos, más de un siglo y medio, ya que algunos
habitantes ele la zona nos han señalado que cuando eran más jóvenes habían visto
en estado de abandono y ruina los c itados hornos. Es rnús, nos comentaron que
sus antecesores les decían que, desde siempre, conocían estas construcciones en
el mismo estado que se encuentran hoy, es decir, arruinadas. Dato que nos hace,
aún más, pensar que, efectivamente, estos hornos pueden fecharse sobre fin ales
del siglo XVIII y principios del XIX.
Según D. Antonio García Pérez, ele 9 l años ele edad (X-94), natural del
Lomo Riqui ánez, actualmente res idente en Cardones 11
, estos hornos estuvi eron
siempre abandonados:
11 Agradecemos de estas páginas la co laborac ión de la hija de D. Antonio y un sobrino de éste, D.
José Juan Pérez García, por las atenciones que tuvieron con nosotro s, así como por la información
faci litada.
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Foto nº 1: Vista general de la zona conocida como Tercer Montaña y Lomo de
Doña Lorenza del Toro (Lomo Riquiánez, Arucas). Foto: Jiménez Medina.
"Allá en el Lomo, que dicen, de doña Lorenza del Toro, en Riquiánez,
donde nací yo, trabajé y me crié, hasta que vine a Cardones, habían, no se
si todavía estarán, tres hornos para hacer tejas y ladrillos, mi abuelo me
decía que él también los veía ansina. Me dijeron que estaban allí, porque
de ese lugar sacaban el barro, había un barrero, que le decíamos
nosotros. Si les digo la verdad, yo no sé como se hacen las tejas, ni cuando
hacían tejas allí, nunca los vi .funcionando. Desde que era un niño, nunca
vi que hicieran tejas. El dueño era don Manuel del Toro, porque todo lo
que había en ese Lomo Riquiánez era de él, era uno de los más ricos de
Arucas, hasta que, cuando él murió pasó a la hija, doña Lorenza del Toro.
La gente que vivía en Riquiánez usaban estos hornos para meter cabras y
ovejas, eran corrales. Lo que si me acuerdo, ¡mi niño!, era que había
atrás, donde dicen Doñana, cerca del Palmar de Teror un horno donde
hacían tejas y ladrillos, yo llegué a ver como hacían tejas con el barro del
Lomo Riquiánez, con el barro donde están los hornos antiguamente,
venían del Palmar para buscar el barro ".
Asimismo, D" Lucía Francisca Medina Ventura, de 69 años de edad (IV-
97), natural de Los Portales (Arucas) nos comentaba que ella se crió, desde los 6
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
hasta los 20 años, en el Lomo de Riquiánez, ya que su padre trabajaba para D.
Manuel del Toro, y nunca vio funcionando los citados hornos. Según la
informante:
"Yo nací en Los Portales, pero desde los seis aiios mejiú con mifamilia
al Lomo Riquiánez, porque mi padre trabajaba para don Manuel del
Toro, allí nació una hermana mía y vivimos allí hasta que tenía unos
veinte a,'ios, luego nos vinimos para Santidad. Siempre vi los hornos así,
como están hoy, abandonados. Cuando éramos chiquillos jugábamos en
los hornos, allí en La Hoya del Poleo, se llama así, porque antes, y ahora
también, hay mucho poleo. ¿ Sabes, quién te puede il1formar más de los
hornos?, mi primo Agustín de Armas, él iba mucho por allí, si quieres
dile que vas de mi parte y te contará más cosas. Yo no se como estarán
Los hornos, ya hace más de veinte o treinta w'ios que no subo a
Riquiánez ".
Otro informante, D. Agustín de Armas Almeida, de 84 años de edad (lV-
97), natural de Santidad Alta, al que fuimos a ver y entrevistar por mediación de
Dª Lucía, nos dijo:
"Claro que si m.e acuerdo de Los hornos de Riquiánez, habían tres, en la
Hoya del Poleo, me acuerdo que iba a trabcúar allí, segando y trillando
trigo. Metíamos la paja dentro de los hornos, debc(jo de una losa que
había en medio, para que no se mqjase. Yo iba mucho por Riquiánez, a
ver a mi abuela pero cuando estalló el movimiento y tuve que volver a
hacer el servicio militar, me mandaron para la Guerra, nunca más volví
a Riquiánez. Siempre los vi así, abandonados y arruinados. Hay tres,
como les dUe, uno más abajo, donde realmente es EL Poleo, que estaba
más estropeado y Luego había dos, más arriba, el de La Fuente y el de
Riquiánez, que eran los que utilizábamos para meter La comida de Los
animales, y mi tío también guardaba las cabras allí, porque estahan
mejor. Eran de don Manuel del Toro, pero luego pasó a su hija, doíia
Lorenza del Toro, hoy serán de Los herederos, o de la gente a los que
vendieron los Terrenos. ¿ Saben también dónde hay otro horno ?, en Las
Toscas, bueno que ahora Llaman San Cregorio. donde hay estanques de
barro, bueno pues allí hay un horno que Le llaman el Horno de La Teja,
también siempre lo vi abandonado, desde chiquillo, y mi ahuela me decía
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
que siempre lo había visto así pero creo que éste es mucho más viejo que
los de Riquiánez, porque esta peor. ¿ Saben dónde está?, estájusto en un
lado de un estanque, lo cogieron como parte del estanque, sólo se ve una
parte. También me acuerdo que había un horno en Doíiana, que lo
llamábamos el Horno de la Tarasca, está justo cz11tes de entrar a Los
Castillos por la carretera de Santidad Alta".
De igual manera, la esposa de D. Agustín, Dª Juana Ramírez Munguía,
de 8 1 años de edad (IV-97) y natural de Santidad nos comentó que cuando era
soltera iba a trabajar a los terrenos de D. Manuel del Toro y que durante todo el
tiempo que estuvo allí siempre vio los hornos abandonados.
Por su parte, D. Salvador Granados (IX-94), natural del mismo Lomo de
R1. qm. a' nez 11-, nos comentab a :
"En Riquiánez había pastos y forraje todo el año, antiguamente
llegaron haber hasta más de once vacas. Mis tías y yo júimos los
últimos que vivimos allí, por lo menos, hasta el año 1960, luego todo
eso se abandonó. Antes habían varias familias viviendo en el Lomo,
estaban los Medina, los García y nosotros. Allí se plantaba cebada,
avena, trigo, papas, millo, judías y hortalizas y frutales. Me acuerdo
que había una arucaria, de toda la vida y, también habían unos hornos
de tejas, también de toda la vida, nadie se acordaba cuando los
hicieron. Lo que si te digo, es que cuando se hicieron los cercados se
limpió la tierra de piedras, luego hacíamos unos majanos y también
amontonábamos las piedras para que no creciera la tierra, para que no
se jitera, la piedra mantenía la tierra".
Otro vecino de Arucas, natural de Los Portales, D. Juan Cúceres, de 84
años de edad (X-94), también nos comentó que desde que era un niño veía estos
hornos abandonados 13
.
Finalmente, un vecino de Santidad (Arucas), D. José Cano Amado, de 50
años de edad (V-97), nos llegó a comentar que creía que estos hornos dejaron de
funcionar a principios o mediados del siglo XIX, ya que:
12 Desconocemos más datos personales de este enlrcvistado.
13 Al igual que el an terior informante, desconocemos más datos personales de este entrevistado.
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"Me contó mi tío Pedro Amado de Armas, que tiene 81 aíios y reside en
Cardones, que su abuelo, es decir mi bisabuelo. techó un alpendre que
está en Santidad Alta, con tejas de los hornos de Riquiánez ¡fíjate tú 1
eso tuvo que ser allá por J 820 ó J 830, pero no después, luego, creo que
esos hornos dejaron defuncio"twr".
Por tanto, según Ja información oral, coincidente y sin contradicciones,
los hornos de Riquiánez dejaron de funcionar, por lo menos, desde mediados del
siglo XIX.
El primer estudio y puesta en conocimiento de estas edificaciones se
realiza a partir del informe preliminar de las principales áreas arqueológicas del
municipio de Arucas, elaborado como memoria adscrita al Estudio Deta-llado de
Impacto Ecológico del Plan General de Ordenación Urbana de dicho municipio.
Sin embargo, en esta memoria sólo se recoge la existencia de estos hornos y se
especifica su protección como medida de recomendación (JIMÉNEZ MEDINA.
1994: 100).
A partir de ese momento, en un Curso de Patrimonio organizado por el
Servicio Insular de Cultura del Cabildo Insular de Gran Canaria, titulado /1
Curso de Patrimonio Histórico: El Potrimonio Histórico de Arucas, se expuso
una conferencia que versaba sobre el patrimonio arqueológico de dicho
municipio (JIMÉNEZ MEDINA, ZAMORA MALDONADO y ARENCIBIA
GORRÍN. 1994). En la citada comunicación se hizo especial referencia e
hincapié en la ubicación de estas estructuras, proponiendo, además, la creación
de un museo de sitio para la conservación de Jas mismas.
En 1995, se llevó a cabo un estudio técnico de estos hornos a cargo de
A.M. Jiménez Medina y J.M. Zamora Maldonado, cuyos resultados fueron
entregados, en un informe, al Servicio de Patrimonio Histórico ele la Concejalía
de Cultura del Ayuntamiento de Arucas.
Posteriormente, en 1996, se llevó a cabo un trabajo sobre algunos
aspectos etnográficos del Término Municipal de Arucas (JIMÉNEZ MEDINA y
ZAMORA MALDONADO. 1996: 8), en dicho estudio se ha destacado la
existencia de estos hornos como una de las manifestaciones etnográficas más
interesantes de la comarca.
Recientemente, en la Guía Histórico Artística de Arucas, elaborada por
Alicia ele Jesús Hernández Padrón, se menciona la existencia de estos hornos,
fechados, según la autora, en el siglo XIX:
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
"En este lugar [Riqui ánez] aún queda constuucia de algunos de los usos
tradic iOJwles propios de la ac1ividad agrícola, gonadera y artesona. Así
cabe destctcor !u presencio de una era, de varios hornos de tejas (s.
XIX) ... , además de lagartos, perenquenes, conejos, etc. " (HERNÁNDEZ
PADRÓN. 1996: 201 ).
De la misma forma, en una ponenc ia presentada en el 1/ I Simposio de
Centros Históricos de Canarias, celebrado en el Teatro C)1 ¡co de Santa Cruz de
La Palma, se hizo alu sión a estos horn os, destacando no sólo e l hecho
investigador, sino, además, las pos ibilidades de restauración y d ivul gac ión ele los
mi smos (HERNÁNDEZ PADRÓN y JIMÉNEZ MEDTNA. 1997).
Por otro lado, el Cabi lelo Insular de Gran Canari a, por med io ele la
Fundación para la Etnografía y Desarro lJo ele la Artesanía Canaria (F.E.D.A.C.),
está e laborando la Carta Etn ográfi ca ele este muni c ipio (en fase fi nal ele
redacción), paso previo para que, ele esta forma, se protejan y conserven di chos
hornos.
De igual manera, la Oficina ele Patrimoni o Histórico del Ayuntamiento
ele Arucas, bajo la coordinac ión ele la Leda. en Hi storia del A rte, Alicia ele Jesús
Hernánclez Padrón, ti ene previsto e labo rar un proyecto ele Incoac ión para
dec larar Bien ele Inte rés Cul tural (B.I.C.) estas estru cturas.
La descripción ele los mismos es la s igu iente:
Horno de Riquiánez (A): Se ubi ca en la marge n izqui erda ele un
afluente ele la barranquera que parte ele la Tercera Montaña, a unos 460 m s.n.rn .,
lugar conocido como Riquiánez, y es el ele mayores dimensiones (foto nº 2) . Se
trata ele un horno senc illo ele planta circular, con te ndencia ele forma c ilíndrica,
sin techo y con corredor en la parte superi or. Los c imi entos ele este horno están
semiexcavaclos en el sue lo y aprovecha el des ni vel de l mi smo (aprox imadamente
5-10% de pendiente) . Está construido a base de fon olita, ripi o (pequeñas piedras
de fonolita) y barro. Los mu ros están rea li zados ele la s ig ui ente fo rma, dos
hil adas de fo nolita, con un re ll eno, en medi o, de pequeñas piedras ele fo nolita y
barro. En el interi or, el muro tiene un revestido de barro (de aproximadamente JO
cm ele grosor) y pi edras muy pequeñas, éste actuaba como elemento ref ractario
que conserva y potencia el calor.
Las medidas genera les de este horno son: A ltura tota l: 6 m (máx ima).
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Ancho, frente: 1,40 m (ancho del muro). Largo, lateral: 5,50 m (diámetro).
Perímetro: 25 m (circunferencia).
Foto nº 2: Vista general del Horno de Riquiánez. Foto: Jiménez Medina
Presenta dos vanos, uno mayor que es la puerta de carga y, otro menor,
que es la boca de alimentación ( donde se añade la leña y por donde entra el aire).
Las medidas y orientaciones de estas bocas son:
Puerta de carga o puerta de la cámara superior: Alto: 3,04 m. Ancho: 1,23
m. Largo: 1,43 m. Orientación: 332º (NW).
Boca de alimentación o puerta de la cámara inferior: Alto: 2,53 m.
Ancho: 2,03 m. Largo: 0,81 m. Orientación: 180º (S).
La boca de alimentación se halla obstruida por un derrumbe interior, tiene
forma de media bóveda al interior. Posee un dintel y, también, posee una
alineación de piedras en su base, conformando un pequeño bancal o terraza. La
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puerta de carga es de forma rectangular y no posee dintel, llega hasta la parte
superior del horno.
Existe una escalera de 7 peldaños (foto nº 3), en forma de caracol, por un
lado del horno, dicha escalera está fabricada, también, con lajas de fonolita, cada
peldaño mide de 16 cm de largo y posee un paso de 9 cm. Ésta servía para cargar y
descargar el horno.
En la puerta de carga se observa una acumulación de tejas y algunos
fragmentos de ladrillos que confonnan una secuencia estf<!tigráfica, de la misma
manera también se observa esta misma acumulación en los primeros escalones de
la escalera de caracol. Al lado de este horno (a unos dos metros de distancia) se
localiza una estructura, dividida en dos partes, de planta rectangular, cuyas
medidas son de 6,36 m de largo, por 3 m de ancho y por 1,66 m de alto (el ancho
del muro de separación es de 0,56 m) que, podría haber servido como lugar donde
se depositaban la leña, las herramientas, los materiales, etc. e incluso serviría de
estancia a los maestros tejeros.
Foto nº 3:Detalle de la escalera del Horno de Riquiánez. Foto: Jiménez Medina
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
En cuanto al estado de conservac ión es regular, presentando la pared
exterior una fractura muy ll amati va que va desde la parte superior hasta casi la
base; esta fractura se debe, por un lado a los constantes cambios de temperatura
que soportaba el horno y, por otro lado, al abandono del mi smo, sobre tocio a las
filtraciones de agua durante las épocas de lluvia. De la mi sma manera, la parte
superior se encuentra eros ionada y la pared interior ha perdido algo del revestido
de barro.
Según nuestros planteamientos, tal vez el documento fechado en 1802 y
localizado en el Archivo Parroquial de Arucas (expuesto anteriormente), que cita
el "horno de Riquianes", haga referencia a este horno. Basamos nuestra hipótesis
en dos factores , primero, la denominación popular del mismo, la gente del lugar
lo conoce específicamente como "Horno de Riquiánez" y, segundo, de todos los
hornos que existen en el Lomo Riqui ánez, éste es el único que posee esta
toponimia, los demás hornos se ubican en La Fuente, la Hoya del Poleo, Las
Toscas y Las Laderas, topónimos que ya existían en 1802, según la información
oral.
Horno de La Fuente (B): Se ubica en la margen derecha de la citada
barranquera, a unos 460 m s.n.m. Se denomina de esta forma, porque muy cerca
de este horno ex istía una fu ente. Dista del primero, aproximadamente, unos l 00
m hacia el Sudeste. La técnica constructiva es idéntica al anterior, así corno su
forma, planta, etc. (foto nº 4) y posee un corredor (a modo de pasillo) en su parte
superior (foto nº 5).
Sus dimensiones generales son : Altura total: 4,90 rn. Ancho: 0,96 m.
Largo: 4, 10 rn. Perímetro: 15,80 rn.
También, presenta dos bocas, la puerta de carga y la boca de
alimentación. Las medidas y orientaciones de estas bocas son:
Puerta de carga: Alto: I ,68 m. Ancho: 0,81 m. Largo: 1,06 rn.
Orientación: 158º (SE).
Boca de alimentación: Alto: 0,90 rn. Ancho: 0,61 m. Largo: 2, 14 m.
Orientación: 340º (NW).
Asimismo, presenta escalera de caracol, construida con lajas de fonolita ,
por un lateral. Dicha escalera tiene cinco peldaños de 20 cm de ancho y con un
paso de 11 cm. Cumpliría, igualme nte, la mi sma función. La puerta de carga es
de forma rectangular, al igual que la del horno A. La boca de alimentación es de
forma de arco de medio punto al exteri or y de media bóveda al interi or, también
presenta una alineación ele piedras con un relleno en la base.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Foto nº 4: Vista general del Horno de La Fuente. Foto: Jiménez Medina
Foto nº 5: Detalle del sistema constructivo del muro del horno de La Fuente.
Foto: Jiménez Medina
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
En este horno no existe una estru tura adosada, ya que la anterior servía
para ambos. Lo que si se ha podido constatar es la presencia de una gran
acumulación de restos de tejas y algunos fragmentos de ladrillos (foto nº 6), que
conforman una gran secuencia estratigráfica, con más de 2,20 m de potencia. Sería
interesante llevar a cabo un sondeo estratigráfico, para poder estudiar si hay una
evolución en k.s formas de las tejas, y cuando aparece la elaboración del ladrillo,
así como en la composición mineralógica. Aunque, en este último sentido, el
barrero, o la veta de barro, se ubica al lado mismo de estos hornos.
Foto nº 6: Tejas rotas perten cientes al sector del horno de La Fuente.
Foto: Jiménez Medina
El estado de conserva ión de este horno es similar al anterior, presenta
una fractura importante que va desde la parte superior hasta la mitad del horno
(dicha fractura se ve incrementada por al absorción de agua en época de lluvias); la
explicación de la existencia de esta fractura, al igual que el anterior, puede está
relacionada con el abandono de esta estructura y por los continuos cambios de
temperatura que sufría el susodicho horno cuando estaba en producción. La única
salvedad que lo diferencia del otro es que, parece ser, presenta doble encalado o
estucado al interior; ste segundo estucado de barro tiene una anchura media de 1 O
cm (foto nº 7).
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Foto nº 7: Detalle del segundo estucado del horno de La Fuente.
Foto: Jiménez Medina
Horno de la Hoya del Poleo (C): De los tres hornos es que el que
presenta menores dimensiones, así como peor estado de conservación (foto nº 8).
Dista de los dos primeros aproximadamente unos 200 m, hacia el Nordeste y se
encuentra a unos 430 m s.n.m .. Se denomina así, porque se encuentra justamente
en la zona conocida como Hoya del Poleo, Jugar donde abunda esta planta.
Probablemente sea, inclusive, el más antiguo, ya que si bien la técnica
constructiva es la misma, el estado de conservación es muy malo, la alteración es
tal que casi está a punto de desaparecer. Se trataría de un horno de planta circular,
con tendencia, probablemente, de forma cilíndrica, tal vez sin techo y, quizá,
poseería un corredor en su parte superior. Los cimientos de este horno, al
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
igual que los otros dos, están semjexcavados en el suelo y aprovecha el desnivel
del mismo (aproximadamente 10% de pendiente). Está construido a base de lajas
de fonolita, pequeñas piedras (de fonolita) y barro. Los muros están realizados con
la misma técruca que los anteriores. También, presenta un enlucido en el interior
del mismo, si bien buena parte del mismo ha desaparecido, quedando algunas
zonas a modo de testigos.
Las medidas generales de este horno son (de lo poco que se ha
conservado): Altura total: 1,70 m. Ancho: 0,75 m. Largo: 4,60 m. Perímetro:
14,80 m.
Presenta, al igual que el resto, dos bocas, una mayor que es la puerta de
carga y, otra menor, que sería la boca de alimentación. Si bien dichas bocas se
encuentran en muy mal estado de conservación. Las medidas aproximadas y
orientaciones de estas bocas son:
Puerta de carga: Alto: 0,40 m. Ancho: 0,75 m. Largo: 0,75 m.
Orientación: 180º (S).
Boca de alimentación: Alto: 0,40 m. Ancho: 0,60 m. Largo: 0,70 m.
Orientación: 40° (N.E.).
Foto nº 8: Vista general del horno de La Hoya del Poleo.
Foto: Zamora Maldonado
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
La boca de alimentación se encuentra muy alterada, conservándose tan
sólo una parte, ya que existe un gran derrumbe en la misma.
Hemos podido apreciar evidenc ias ele restos ele un barrero (casi agotado),
por lo que se repite el mismo esquema ele los otros dos hornos. Sin tener todavía
constatación documental, creemos que este horno pudiere~ ser más antiguo que
los otros. No sólo por el estado de conservación, sino porque tal vez, en un
primer momento, se har.ían tejas en este horno, como demuestran los fragmentos
de éstas que aparecen-junto a éste, hasta que dejó de se_r yráctico por distintas
circunstancias: derrumbe del mismo, capacidad insuficiente, falta ele agua, etc. El
mismo maestro tejero, u otros, harían (probablemente) los otros dos hornos sobre
otro barrero, abandonándose definitivamente este tercer horno.
Según lo observado en las labores ele campo, creemos que los tres hornos
ele Riquiánez funcionaron más como taller artesano de tejas, que ele ladrillos, ya
que hemos encontrado en superfic ie una gran cantidad ele tejas, mientras que sólo
hemos visto pocos fragmentos ele ladri llos durante nuestras prospecciones. Si
bien, la teja es un elemento mucho más frágil que e l ladrillo y, por tanto, se
fractura más y es desechada, nos extrafia la falta ele estos últimos elementos en
los vertederos. También, es de destacar que no se han localizado restos de losetas
en los hornos estudiados. Tal vez, la explicación final ele la ausencia de ladrillos
se deba a una cuestión un tanto lógica, realmente el uso del ladrillo no estuvo
muy extendido, por lo menos en esta parte de Gran Canaria, hasta fechas
relativamente recientes. Los laclri l los se utili zaban, sobre tocio, para la
construcción de hornos ele pan, hornos de ladrillos, chimeneas, etc., pero para la
construcción de viviendas (en general) se utilizaba, mayormente, piedra y barro.
Por lo tanto, no es de extrafiar que los hornos (por lo menos los de Riquiánez) se
dedicaran, en gran parte, a la fabricación ele tejas.
Desconocemos la capacidad ele tejas y/o ladrillos que podían haber
albergado estos hornos, pero probablemente, rondaría entre las 10.000 y 12.000
tejas por hornada (aproximadamente), por lo menos en el horno más grande, el
denominado "Horno de Riquiánez" . Asimismo, desconocemos la cantidad ele
hornadas que se llevaban a cabo al afio, pero con tocia seguridad no deberían de
sobrepasar las diez o quince (si tenemos en cuenta que sólo se gu isaba en verano,
es decir aproximadamente unos tres o, a lo sumo, cinco meses al afio y cada
hornada supondría unos diez días ele trabajo, repartidos ele la siguiente forma, dos
días ele media para hacer las tejas o los ladrillos, uno o dos días p ara guisar y tres ,
cinco o siete días para esperar que se enfriase el horno). Por tanto la cantidad de
tejas realizadas por afio (en los tres, cuatro meses del verano) podría haber
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
ascendido a más de 90.000 tejas por horno (si bi en éstos últimos datos son
meramente aproximados y orientativos).
A partir de ese momento se comercializaría el producto, que
generalmente, se realizaría por encargo o demanda del mercado, el excedente se
vendería durante el resto del año y la venta se produciría mayoritariamente en el
mismo taller, ya que los clientes se desplazarían a Riquiánez para comprar las
tejas o los ladrillos (recuérdese el caso del traslado de un acarreto del horno
hasta la villa de Arucas en 1802, ya ·citado), si bien, también se trasladarían a
otros puntos de ventas más céntricos.
Segundo Grupo: Horno ele La Teja, horno de Las Laderns, horno La
Tarasca y horno de Los Castillos
Horno de La Teja (Las Toscas, San Gregario, Santidad Alta): En la
zona conocida antiguamente como Las Toscas, hoy pago ele San Gregario,
ubicada en el barrio de Santidad Alta, se localiza un horno de tejas denominado
por los vecinos de lugar como "Horno de La Teja" (foto nº 9). Se encuentra
situado a más de I km del horno de La Hoya del Poleo, justamente en la
vertiente Este del Lomo de Riquiánez, a unos 330 m s.n.rn. Dicho horno,
también, es sencillo, de planta circular y tendencia cilíndrica, sin techo y con
corredor en la parte superior. Los cimientos están semiexcavados en el suelo y
aprovecha, de igual forma, e l desnivel del mismo (aproximadamente 10% de la
pendiente). Está construido a base de lajas de fonolitas , pequeñas piedras y barro.
En este sentido, la técnica constructiva es similar a los tres hornos anteriores.
Las medidas generales de este horno son: Altura total: 3,20 m. Ancho:
Desconocido (ancho del muro). Debido al estado de conservación y la
colmatación del citado horno (se encuentra totalmente relleno de tierra, barro,
piedra y fragmentos de tejas), no se pqede atisbar el ancho del muro. Largo: 4,90
m. Perímetro: 16,80 m.
Debido al estado de conservación, que es bas tante malo, y a las
características peculiares en las que se encuentra este horno, en este sentido,
forma parte de un lateral de un estanque de barro, encontrándose embutido, una
parte, dentro del estanque, no se puede ver la boca de alimentación, así como la
puerta de carga. En superficie sólo se han localizado fragmentos de teja.
Según nos cuenta Dª Teresa González Navarro, de 54 años de edad (IV-
97), natural de Las Palmas de Gran Canaria y vecina de San Gregari o, este horno
lleva abandonado por lo menos unos cien años:
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"Me contaba mi suegro, que tendría ahora unos 94 aíios, si viviera, que
su padre y su abuelo Le decían que siempre vieron el Horno de La Teja,
porque lo llamaban así, abandonado, como mismo está ahora".
Asimismo, otro vecino de la zona, D. Santiago d~ Armas Díaz, de 65
años de edad, natural de Santidad Alta, nos decía que desde niño vio este horno
abandonado 14
:
"Siempre he visto este horno, que aquí llcu~amos de La Teja,
abandonado, igual que los que hay en Riquiánez, siempre los he visto
así. Antes este horno era un poco más alto, pero Los chiquillos. el tiempo
y la propia piedra lo han estropeado. Tenía una escalera, pero ahora
sólo queda un paso, ¿ lo ve?, allí está. Cuando era un chiquillo venía a
echar cometas con los amigos, cuando aquí no habían casas ninguna,
sólo los estanques. Siempre he visto el horno metido en el estanque, así
como está ahora. Cuando se hizo el estanque se cogió el horno como
parte de la pared de fuera. Mi padre me decía que también él Lo vio así,
arruinado. Aquí cerca hay barro para hacer tejas, aquí al lado. Los
chiquillos se llevan piedras y siempre estuvo lleno de tierra y piedras, así
como está ahora".
Horno de "Las Laderas" (Visvique Alto): Las primeras noticias sobre
la existencia de este horno, nos las proporcionó D. Rafael Barbosa Ponce (natural
y vecino de Arucas, de 90 años de edad, V-95), quien nos comentó que en unos
estanques de barro propiedad de su fami lia, ubicados en la zona de Visvique, se
localiza un horno de tejas y ladrillos en estado de ruina (foto nº 1 O). Este horno,
según sus comentarios, es muy antiguo y siempre lo ha visto abandonado.
14 Curiosamente el horno de La Teja se encuentra a menos de 30 metros. en línea recta, de distancia
de la vivienda de D. Santiago de Armas Díaz.
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Foto nº 9: Vista general del horno de "La Teja", ubicado en Las Toscas,
San Gregorio (Santidad Alta, Arucas). Foto: Zamora Maldonado
Foto nº 1 O: Vista general del horno de Las Laderas, donde se aprecia la puerta de
alimentación (Visvique, Arucas). Foto: Zamora Maldonado
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Dicho horno presenta las mismas características generales que los hornos
citados anteriormente. Se ubica en la ladera Oeste del Lomo Riquiánez, a unos 320
m s.n.m., en el lugar conocido como Las Laderas, justo en frente del barrio de
Visvique Alto (hoy denominado Santa Flora). Se trata de un horno sencillo, de
planta circular, de forma cilíndrica y troncocónica, sin . techo y con varios
corredores en uno de sus lados. Al igual que el resto de los hornos, también los
cimientos se encuentran semiexcavados en el suelo, aprovechando el desnivel del
mismo (aproximadamente 5-10% de pendiente). Asimismo, está construido a base
de lajas de fonolita, piedras y barro. Los muros son de dobie' hilera, rellenadas con
ripio (de fonolita) y mezclado con barro. En el interior del horno, también, se
aprecia restos de un estucado de barro (foto nº 11).
Foto nº 11: Detalle de la parte interior del horno de Las Laderas.
Foto: Zamora Maldonado
Las medidas generales de este horno son: Altura total: 4,30 m. Ancho:
1,50 m. Largo, lateral: 6,80 m. Perimetro: 23,40 m.
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Presenta, al igual que el resto, dos bocas, una mayor que es la puerta de
carga y otra que sería la boca de alimentación. De estas dos puertas, la de la
cámara inferior presenta un buen estado de conservación, observándose un
pequeña abertura lateral que actuaría, tal vez, como parte de la cámara de
combustión. Las medidas aproximadas y orientaciones de estas bocas son:
Puerta de carga: Alto: 2,30 m. Ancho: 0,40 m. Largo: 1,70 m.
Orientación: 135º (S.E.).
Boca de alimentación: Alto:· 1,85 m. Ancho: 2,35 m. Largo: l, 15 m.
Orientación: 280º (N.W.).
La pequeña puerta que se ubica dentro de la boca de alimentación, tal
vez el lugar por donde se introducía la leila, posee las siguientes medidas
aproximadas: Alto: 0,40 m. Ancho: 0,75 m. Largo: 1,30 m. Orientación: 350º
(N.W.).
La boca de alimentación tiene forma de media bóveda al interior, posee,
además, un dintel formado por una gran laja de fonolita. Cuestión que se repite
en casi todos los hornos estudiados.
Este horno presenta una serie de características específicas que lo
diferencian del resto. Por un lado existe una serie de gracias, en número de tres,
que se encuentra ubicada hacia el N.B. Entre cada gracia hay una altura entre 30 y
50 cm y ocupan casi todo el lacio N.-N.E. (aproximadamente unos 4 m de largo).
Realmente estas gracias forman unos corredores que permiten el acceso hasta la
parte superior del horno, no existiendo una escalera para tal fin, como hay en
otros hornos.
Por otro lado, se encuentran adosados a este horno, en la fachada N.E.,
restos de una estmctura, de planta rectangular, que formaría parte de algún anexo
relacionado con la actividad artesanal. Dicha estructura presenta una división
interior, conformando dos pequefias habitaciones. Sus medidas generales varían
entre 1,62 m de alto, por 3 m de largo y por 5 m de ancho. Las paredes son de
doble hilera, miden de ancho unos 0,55 m de media y están construidas a base de
fonolitas y barro.
El estado de conservación es, en líneas generales, regular, siendo la parte
más alterada y deteriorada la fachada Norte, donde se aprecia una gran fractura y
un fuerte dermmbe que buza hacia la pendiente.
Datos complementarios fueron aportados por D. Francisco Hernández
Pérez, de 70 afios de edad (V-97), natural de I:os Portales y vecino de Santa
Flora, quien nos comentó Jo siguiente:
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"Yo nací en Los Portales, pero con cinco aFios me vine, con mi padre,
que era soltador de agua, para Visvique, que antes esto se llamaba El
Gamonal, porque todo antes tenía un nombre, como Santa Flora, que
antes era Visvique Alto. Allí, donde están los estanques de barro de los
Barbosa, hay un horno de teias, esa parte se le llw?wba Las Laderas. Al
lado, vivíamos nosotros, en la casa que hay allí. Yo creo que ese horno
es muy vieio, 1fí¡ense ustedes!. yo tengo ya setenta w'ius y mi padre que
murió con más de ochenta aíios siempre lo vio también así. También me
decía, mi padre, que las excavaciones cerca del horno eran de los
hombres cuando sacaban la tierra para hacer tejas. Mi padre utilizó ww
de los cuartos para criar un cochino, esos cuartos, digo yo, eran para
que los trabajadores se cambiaran la ropa, ¿no?, o para meter las
herramientas, vamos, digo yo. Una vez don Rafael Barbosa me contó que
ese horno era propiedad ele unas tías monjas que les había tocado. Los
estanques que están allí también son viejísimos, no sabemos cuando se
hicieron. También en Los Castillos había otro horno, era de Migue lito".
Horno la Tarasca (Doñana): Según nos comenta D. Luis Sánchez
Cárdenes, de 79 años (X-94), natural de El Palmar de Teror, en la zona, conocida
como Doña Ana o Doñana (ubicada entre Los Castillos de Arucas y El Palmar de
Teror) existía, hasta hace 50 años, un horno de tejas y ladrillos (denominado
"horno de la Tarasca") parecido a los del Lomo Riquiánez, los cuales conoce y
visitaba. Su padre era maestro tejero y se encargaba de la fabricación de tejas en
el taller de Doñana. Cuando era un niño ayudaba a su padre, si bien él nunca fue
tejero. Según sus propias palabras:
"El horno de Doíiana no tenía techo y sólo se guisaba en verano, nunca
en invierno. Los moldes para hacer la teja eran de madera. El barro era
tierra de Riquiánez y se mezclaba con agua y ceniza (la que sobraba de
otros guisados), la tierra no se cernía [cribaba o tamizaba] y se traía, por
veredas, a lomos de un burro o de otra bestia. La gente venía, incluso
desde Valle.seco, a comprar· tejas. El Convento ele las Dominicas ele
Teror, sabe Ud., está hecho con teja del horno de Doíiana. Los de
Riquiánez no estaban funcionando y el de Doíiana desapareció, porque
sobre él hay un estanque de barro. Para el guisado se utilizaba, como
combustible, leíia, codeso, zarza, etc. El horno tenía dos partes, uno para
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la leiia y otro para colocar las tejas, el fuego no daba con la teja, había
una losa de barro que los separaba. El horno se caldeaba, un tiempo,
antes de meter la teja y existen otros hornos más en Tres Acequias,
aunque también están desaparecidos. Los hornos no tienen doble pared,
sino que estaban hechos de piedra y luego tenían un encalado de barro
dentro. Sabe Ud., ya no queda nada de eso, ya nadie se acuerda".
Horno de "Los Castillos": Según la información oral había un horno de
ladrillos en la zona conocida como Los Castillos, si bien poseía unas
características totalmente diferentes a los anteriormente citados, ya que sólo tenía
una cámara, estaba techado, era de planta rectangular, etc. Este horno ha
desaparecido, pero uno de los nietos de su propietario, D. Gonzalo Pérez Falcón,
de 54 años de edad (V-97), natural de Yisvique y vecino de Los Castillos, nos
comentó lo siguiente:
"Mi abuelo, Miguel Pérez Domínguez, que ,wcw en Visvique, pero que
se .fúe a Cuba, de joven, y luego volvió a los cincos aiios (para librarse
del cuartel, ¡mira tú!, las cosas de los viejos de antes, preferían irse
cinco aiios a Cuba que dos al cuartel), comenzó con el negocio de los
ladrillos. Hizo un horno, después de venir de Cuba, a principios de este
siglo, mi padre lo vio .fitncionando, pero yo nunca lo vi, sólo quedaban.
los restos abandonados.
El horno medía, lo menos, unos 4 m de ancho, por 6 m. de largo y 3 m de
alto. Estaba hecho de piedra de aquí y de barro, pero dentro estaba
forrado de ladrillo y el techo era abovedado, con una abertura pequeíia,
como una chimenea, como un horno de pan. También tenía cuatro
ventanas, que medían por lo menos, de cincuenta por cincuenta
[centímetros], una a cada lado, de tal forma que según soplara el viento
se abría una o la otra, para que le entrase el aire y avivara el fuego. Mi
abuelo hizo el horno aquí porque había un naciente de agua que todavía
está. De aquí cerca, donde ustedes ven aquellos eucaliptos, sacaban la
tierra, que la traían en un carro arrastrado por una yunta de vacas, de
vacas que supieran trabajar. Cuando érarnos niiios, jugábamos a
columpiarnos en ese carro, todavía el carro estaba, porque el horno ya
no funcionaba. ¡F(jen.se si la tierra era buena!, que luego la fábrica
Virgen del Pino, la que está at San Lázaro y Almatriche, venía a buscar
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la tierra aquí para hacer ladrilLos y tejas, porque era una tierra buena.
Ya no queda nada, no hay ni los moldes, ni las herramientas, hasta los
ladrillos se los llevaron los vecinos, cada vez que hacía falta un ladrillo,
se lo quitaban al horno. El hamo estuvo hasta los wzos sesenta, luego
hicieron una granja encirna. Votaron el horno y {o aprovecharon como
relleno en los cirnientos".
Una anécdota sobre este mismo horno nos la relató el citado D.
Francisco Hernández Pérez, qui en nos decía:
"Me contó Migue/ita, que una época no vendían ni un sólo ladrillo, casi
más de quince días, entonces vino un fulano, ¡oye tú!, muy bien vestido,
tocio emperchado, con su temo azul. Miguelito, según lo vio venir pensó:
"Éste se va a llevar un montón de ladrillos". El hombre cuando LLegó a
la altura de Miguelito le dijo que a cuánto esraba el millar de ladrillos,
Miguelito le dijo que a tanto y el hombre sacó un bloc y un lápiz y
empezó a sacar sus cuenlas. "¡Ño!", pensó Miguelito, "éste se lleva el
horno entero". Entonces, después de un tiempo, le dijo Migue/ita:
"¿ Pero bueno, cuántos se va a llevar?". A lo que el .fúlano respondió:
"No, no, yo quería sólo dos ladrillos, lo que quería saber a cuánto salía
cada uno, sabe Usted, lo que pasa, es que soy recién casado. y quería
dos ladrillos para el fogón de mi suegra". Miguelito le contestó: "Haga
el favor, llévese los dos ladrillos, que no le voy a cobrar nada por dos
ladrillos, ¡será posible Dios! ". Oye, siempre se me quedó grabado rn la
memoria, el cuento del fulano emperchado que quería dos ladrillos para
el fogón de su suegra. Los cuentos de antes".
Otros hornos de Arucas
Además de estos hornos del Lomo Riquiánez, también, conocemos la
existencia de otro tipos ele hornos en otros lugares de Arucas, como por ejemplo
hemos constatado la presencia de restos de la parte inferior de un horno en el
lugar denominado La Hondura (Barranco del Pinto, La Goleta), y otra estructura
completa en el Lomo Quintanilla. Además, existen algunos que hemos
denominado provisionales y, que se definen, como aquellos hornos que
elaboraban y funcionaban provi sional y coyunturalmente, próximos a obras ele
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construcción de viviendas, que eran desmontados y destruidos al finali zar dichas
obras. La descripción de estos hornos es la siguie nte.
Horno de La Hondura (Ban'anco del Pinto, La Goleta): Se trata de un
horno de la misma tipología de los estudiados anteriorme nte, quedan restos de la
cimentación y/o parte infe rior de un horno de pl anta c ircular y forma c ilíndrica,
que se halla semiexcavado e n la pendiente (foto nº 12). Las med idas (ele lo que
queda) son de 1,70 m de alto, por 4,20 m de diámetro y por l '25 m de ancho, su
perímetro ronda, aproximadamente, los 13,20 m de perímetro. La técnica
constructiva es idéntica a la de los hornos de Riquiánez, incluso todavía quedan
restos de enluc ido de barro. Se pueden observar restos ele piedras tal lacias que
sobresale n del fondo de este horno y, que tal vez, sean el arranque de la criba o
emparrillado. En superfic ie aparecen só lo res tos de tejas.
Nos comentaba Dª Teresa Mendoza Be ll o, de 92 años de edad (XII-96),
natural de La Goleta que una casa del barrio del Lomo de San Pedro 15
, la
denominada casa de Sofiira de Cuerrn (alquilad a, una parte, hasta 1965, al
matrimonio formado por D. Juan Jiménez Jiménez y Dª Luc ía Mencloza Falcón),
se usaba como almacén, conc retamente un sótano, por lo menos hasta principios
de este siglo, para guardar tejas y ladri llos que se el aboraban en el Barranco de
La Hondura (JIMÉNEZ MEDINA. 1997: 24-25), en un tall er artesano ubicado al
lado de este horno. La citada casa se sitúa sobre el Lomo de San Pedro, a unos
250 m de di stanc ia del cauce del Barranco del Pinto. Para acceder del horno a
esta casa ex iste una serventía, denominada Camino de Las Bestias, que comunica
ambos lugares por la margen derecha del barranco.
Asimismo, parece que este liorna de La Hondura estuvo a punto de
desaparece r, a consecuenc ia de una crecida de agua que se desarrolló a mediados
de este s iglo, pero la ubicación del mismo (en una zona e levada sobre el cauce
del barranco) hizo posible que la riada no lo arrastrara.
También, nos comenta ron D. Ramón Guillén Marrero, de 57 años de
15 A comienzos ele 1997 se elaboró un informe arqueo lógico, a cargo de A.M. Jiméncz Med ina y a
petición del Ayuntamiento ele Arucas, sob re esta casa y otra que se corresponden con el yacimiento
denominado Lomo ele San Pedro. lugar que se relacionó con un :.i ele las primeras viviendas del
citado lugar (co mienzos del siglo XV I), sin embargo tras efectuarse un estudio hi stóricoarqueológico
se llegó a la conclusión de que dicho yacimi ento prese ntaría una cronología mucho
más reciente, en torno a linalcs del siglo pasado y med iados del presente.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
edad 01-97), natural de El Trapiche (Arucas) y su esposa, Dª Virginia Rodríguez
Rodríguez, de 55 años de edad, natural de La Goleta, que a mediados de este siglo
se cogía barro del propio barranco de La Hondura:
"Me acuerdo que antes la gente cogía barro del barranco de La Hondura,
ese barro era el que arrastraba el agua. La gente venía y se lo llevaba
para hacer macetas".
Foto nº 12: Vista de la estructura de cimentación del horno de La Hondura (Barranco
del Pinto, La Goleta, Amcas). Foto: Jiménez Medina
Horno del Lomo de Quintanilla: A diferencia de los hornos anteriores,
presenta una tipología y una funcionalidad totalmente contraria a éstos (foto nº
13). Se trata de una estmctura muy reciente, fechada en la década de los años
sesenta y setenta, compuesta por dos hornos y un taller, realizada con materiales
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
contemporáneos, como bloques de construcción y cemento (el taller) y de ladrillos
y barro ( el horno). Posee forma de planta rectangular y techumbre abovedada. Se
caracteriza por presentar una mecanización importante y por dedicarse a la
fabricación de ladrillos, vasijas, macetas y otros recipientes, pero, según lo observado
en nuestras prospecciones, no se realizaron tejas. Curiosamente, todavía en el
interior de estos hornos abandonados se pueden observar vasijas, sobre todo
macetas, colocadas ordenadamente, ya que según información oral, el maestro
ceramista falleció antes de recoger la hornada y nadie ha realizado, desde entonces,
esta operación.
Dato curioso es la existencia en el barranco de Quintanilla de una veta de
barro que fue utilizada hasta principios de este siglo ( en dicha veta hemos
apreciado las huellas de su uso), por las alfareras de Hoya de Pineda (Gáldar), para
la elaboración de cerámica. Hecho de gran interés que estamos estudiando.
Foto nº 13: Detalle del horno de Quintanilla (Arucas). Foto: Jiménez Medina
Hornos provisionales: Otro aspecto interesante, relacionado con esta
zona de La Goleta, nos lo relató D. Juan Alonso Alemán, de 66 años de edad (V-
97), natural de la misma zona, quien nos especificó la existencia de hornos
provisionales, es decir, aquéllos que se realizaban en un momento determinado,
por una serie de circunstancias, sobre todo, relacionadas con la fabricación de una
vivienda:
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
"Mi padre, en un solar de su propiedad, allí en el Lomo de San Pedro,
quiso hacerle una casa a mi abuela, allá por los mfos cuarenta, a júzales.
Con la ayuda de maestro Miguel Rosales que era propietario de un
hamo ele tejas y ladrillos en el Lomo .furgón, hicimos un horno
provisional para los ladrillos y tejas de la casa que íbamos a .fábricar,
utilizando la tierra del Barranco de La Hondura. Este hor¡¡o era de
piedra y barro, tenía forma de bidó!l y una parrilla de hierro, medía
aproximadamente un metro y medio de ancho y tres de alto. Para guisar
usábamos leíia y carbón de piedra residual que ·sobraba de los molinos,
que usaban para tostar el millo. El carbón se ponía en forma ele capa,
entre los ladrillos o las tejas. Los moldes que usábamos eran de madera,
con un palo por un lado y los moldes de las tejas tenían forma de las
tejas. Hacíamos una poceta, pisábamos el barro, luego los introducíamos
en los moldes, que los retirábamos, cuan.do estuvieran casi secos, antes
habíamos aíiadido debajo de los moldes tierra para que n.o se pegaran al
suelo. El horno estaba encendido cuatro o cinco días y las tejas y los
ladrillos se sacaban cuan.do el hamo dejaba de echar humo. El oficio lo
aprendió mi padre con maestro Miguel Rosales. Primerwnente, hicimos
los ladrillos, que los colocábamos cruzados, los más secos debajo, luego
poníamos las capas de carbón y, al final, hicimos las tejas. Después
cuan.do hicimos la casa de mi abuela, el hamo se desandó".
Otros hornos: Algunos vecinos de este término municipal nos
comentaron la ex istencia de otros hornos de tejas, como uno que se ubicaba en
Altabacales, según Dña. Adelaida Reyes Henríquez (76 años, X-95), propiedad
de su abuelo, que era maestro tejero; otro en la vertiente Norte del Lomo Jurgón
(concretamente en su falda), según D. Juan Alonso Alemán (66 años, V-97), que
era de Maestro Miguel Rosa les -en relaci ón a este horno, hemos localizado en el
Archivo Municipal de Arucas (secc ión del Juzgado Municipal) un documento
(concretamente en el expediente posesorio de rú st ica número 5.355), donde se
hace mención a un horno ubi cado al lado del lugar que dicen Fuente del Hierro
(Lomo Jurgón), que con mucha probabilidad se correspondería con el de Maestro
Miguel (ARCHIVO MUNICIPAL DE ARUCAS. 1906: fol. 160)-; otro en el
Lomo Tomás de León, según Oª Al icia ele Jesús Hernández Padrón (30 años, V-
97); otro en Los Lajiales (cerca de Doñana), según D. José Cano Amado (50
años, V-97) ; otro en Los Portales, según D. Matías Díaz Rodríguez (73 años,
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
V-97) y otro en El Barreta, según D. Manuel Hernánclez Rodríguez (88 años, X-
95). También en Acequia Alta ex istían otros hornos (concretamente en el
callejón denominado actualmente calle Médico José Cuyás González Corvo),
propi edad ele D. Isidro Gonzá lez, que fabricó ladri llos hasta principio ele los años
treinta, época en la cual e mi gró a la Argentina. Parte ele la tierra, ele este último
horno, para la fabricación ele los ladri llos se obtenía en el mismo lugar y, luego,
era mezclada con tierras que se traían ele fu era, cargadas a lomos ele bestias,
según nos informó su nieto D. Anton io González Marrero (72 años, V-97) .
Finalmente, D. José Ruiz Pé rez, ele 84 años ele edad (V-97), natural ele
Arucas nos comentó la existencia ele tres hornos en la propia ciudad ele Arucas, a
comienzos ele este siglo:
"De los hornos que ,ne acuerdo, yo era un niiio de casa, estaba el horno
de "Maestro Eriberto ", que estaba en El Puente; el horno de "Maestro
Juan Clirnaco", que estaba situado en la calle Juan de Dios Martín y el
horno de "Maestro Eulogio", que era de Moya, y que estaba en la
trasera de lafábricll del Ron Arehucas, en la calle A(fredo Martín Reyes,
justo en lll curva. Éste .fúe el mejor que conocí, ya que una tía mía vivía
cerca. Los hornos eran como torreras, abiertas por arriba, con unas
parrillas, donde se colocC1ba1L las rejas y, por lll parte de abajo, que era
como una cueva, se metía la le11a. Estaba¡¡ hechos ele piedra y barro y,
cerca, hobían un.os cuartos donde trabajaban los hombres. La tierra se
traía de otro lugar. Los moldes de las tejas eran de planchas de zinc. Las
tejas se sacaban e!l tablas que se ponían al sol a orear, wztes de meterlas
en el horno, porque se metían secas. También se hadan lC1drillos.
Recuerdo, que más o menos, dejaron de .fúncionar en / 922, que fue el
mio que regresé de estudiar, porque yo estudié en Los Salesianos de Las
Pal111C1s y, ya los hornos no trabajaba¡¡".
Uno ele los hornos c itados por D. José Ruiz fue, igualmente, recordado
por D. Pedro Déniz Rodríguez, ele 83 años de edad (V-97), natural de Los
Casti'llejos (Arucas), quien, además, nos comentó:
"Yo trabajé muchos (//tos en El PalmitaL de Guía, allí había un horno de
tejas y recuerdo ver como las vacas pisaban el barro. También, me
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acuerdo que había otro horno en Arucas, en la calle Juan de Dios Martín,
por el lado derecho, era de un tal ... , bueno tenía un nombre raro. Allí se
hacían tejas y ladrillos. Otra cosa curiosa que se hacía de barro, eran las
tortas, que el fa/ano que las hacía lo tenía como un secreto, pero yo, como
no era bobo, sabía como las hacía. Cogía agua y b_arro y lo mezclaba con
carbón, luego se ponía al sol a secar, pero no se guisaban en los hornos.
Estas tortas se usaban como combustible en los fogones" .
Foto nº 14: D. Eriberto Melián Marrero, maestro tejero del horno
de Trujillo (Moya). Foto: Zamora Maldonado
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Hornos de Moya
Horno de Trujillo: Este horno, ya desaparecido, era propiedad de los
hermanos Melián, si bien el último tejero de este taller fue D. Eriberto Melián
Marrero (foto nº 14). Estuvo en funcionamiento hasta principio de la década de los
ochenta, aunque la teja y el ladrillo elaborados artesanalmente se dejaron de hacer,
aproximadamente, en el año 1975, ya que a partir de esa fecha incorporaron
maquinaria industrial al proceso de elaboración de estos materiales.
Foto nº 15: Vista general de las ruinas del horno de Maestro Pepe
Marrero Miranda (Moya). Foto: Zamora Maldonado
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Otros hornos de Moya. También conocemos la existencia de otros dos
hornos de tejas el mismo casco urbano de Moya, uno desgraciadamente
desaparecido, estaba ubicado cerca del cementerio y era propiedad de los
hermanos tejeros D. Manuel y D. Pedro Ponce Marrero. El otro horno era propiedad
de Maestro Pepe Marrero Miranda, posee planta circular y está construido de
piedra, barro y ladrillo; milagrosamente todavía conserva parte de su estructura, ya
que se encuentra ubicado en un solar, en pleno centro de la Villa de Moya,
justamente en el Paseo de Doramas (foto nº 15). Este es ~!. relato de D. Vicente
Cardona Reyes (natural de Fontanales, de 81 años de edad, VI-97) sobre estos
hornos:
"Yo le compré tejas a los dos, si no se ponían celosos, venía de Va/sendero
con las bestias hasta Moya. Había que saber cargar las tejas en las mulas
yo cargaba ochenta tejas en una mula y llegaban enteritas. Por último iba
a buscar las tejas al PalmitaI".
Foto nº 16: D. José Castellano Díaz, El Desaguadero (Guía), maestro tejero
del horno de Las Zarzas (Guía). Foto: Zamora Maldonado
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Hornos de Santa María de Guía
Horno del Lomo de Las Zarzas: Era propiedad de D. José Castellano
Díaz (foto nº 16). De este horno sólo queda la puerta de la cámara de combustión,
ya que sobre éste se levanta una vivienda, pero gracias a D. José, hemos recopilado
la documentación de la memoria del proyecto y los planos de este horno
(RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ. 1958), tanto su sección y planta (fig. nº 4 ), como
la planta general de toda esta industria artesanal (fig. nº 5). El horno estaba hecho
de piedra muerta y barro, tenía planta circular y poseía las siguientes medidas 2,40
metros de diámetro en el brocal, 2,65 metros en el fondo, 5,30 metros de altura
desde la parrilla al brocal y 1,80 metros el alto del hogar. Estaba clasificado como
apto para calefacción mediante leña, poseía dos pilas para amasar la tierra de 3,80
metros de diámetro ( cada pila tenía, a su vez, a su izquierda una mesa para cortar la
teja de 1 m. por 0,50 m), delante de una de las pilas había un depósito para agua
con capacidad de 2.500 m3
, también tenía un secadero de unos 150 m2 y dos
habitaciones, una para el servicio y otra que servía de vestuario y para guardar los
útiles de trabajo (fig. nº 5). Se inauguró en 1958 y se cerró en el año 1968. Siempre
se trabajó la teja a mano.
Foto nº 17: Vista de la parte superior y detalle del remate del horno propiedad de D. Juan
García (El Desaguadero-Lomo de Las Zarzas, Guía). Foto: Zamora Maldonado
192
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fLANTA
A B
5ECCÍÓN A-8
Fig. nº 4: Planta y sección del horno de Las Zarzas, propiedad de D. José Castellano Díaz.
Memoria del proyecto, Perito Industrial: D. Juan José Rodríguez Rodríguez, 1958. Escala
1 :50. Archivo Castellano Díaz (RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ. 1958).
193
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Fig. 5: Planta general de la industria tejera de D. José Castellano Díaz. Memoria del
Proyecto, Perito Industrial: D. Juan José Rodríguez Rodríguez, 1958. Escala: 1:100.
Archivo Castellano Díaz (RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ. 1958).
Foto nº 18: Detalle de la puerta de carga e interior del horno de
D. Juan García. Foto: Zamora Maldonado
194
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Horno de Juan García: Se localiza entre El Desaguadero y el Lomo de
Las Zarzas. Posee forma troncocónica, está construido en piedra y barro (foto nº
17), con estucado interior de barro y de gran capacidad unas trece mil tejas (foto
nº 18). Es el que mejor se conserva de todos los hornos estudiados en este
trabajo. Su propietario es D. Juan García de 86 años de edad (VI-97), que lo
construyó a finales de los años treinta, un cuñado de éste, D. Manuel Díaz (foto
nº 19), natural del Lomo de Las Zarzas, de 78 años de edad {VI-97), nos comentó
lo siguiente:
"Yo hice tejas con mi cuíiado, ¡mire!, de aquí veo tejas que hice yo,
aquel cuartito, esas tejas las hice yo. El horno está hecho de piedra
cantera que se cogía cerca del mismo horno, hacíamos pocos ladrillos,
que los poníamos a quemar en la caldera, la casa de mi cuiiado se hiza
con ladrillos hechos aquí. El horno dejó de funcionar a principio de los
cincuenta".
Horno de El Brezal ele El Palmita!: Se trata de un horno de planta
circular y de forma sencilla cilíndrica, sin techo, que se halla semiexcavado en la
pendiente. Junto a éste se ubica una pequeña explotación industrial adosada.
Posee dos partes, una estructura principal (horno antiguo) y una estructura
adosada de fabricación más reciente y de menores dimensiones. La parte inferior
está construida a base de sillares de toba volcánica (piedra o canto de Gúldar) y
de barro, la parte superior es de ladrillo y no supone un 20 % del volumen del
horno (foto nº 20). Las medidas generales son 5 m de alto, por 0,75 m. de ancho
y por 2,5 m de largo, su perímetro abarca 1 1 m. La boca de alimentación está
construida en su interior a base de piedra de cantería de Arucas (piedra azul) y al
exterior por piedra de Gúldar, al igual que el emparrillado, cuya forma es de arco,
sus medidas son 1,5 m. de alto, por 0,60 m de ancho y por l m de largo. La pared
interior de este horno se encuentra realizada con ladrillos y con estucado de
barro. La producción de este horno era, mayoritariamente, de tejas.
Para completar los datos sobre este horno, nos dirigimos a la Fábrica de
Tejas de Santidad (Arucas), que actualmente elaboran tejas y otros materiales de
forma industrial. Uno de los socios y ca-propietario del taller, D. José Ramón
Felipe Déniz, natural de El Palmita! (Guía) y de 62 años de edad (IV-95), trabajó,
durante su juventud, en este horno artesanal propiedad de su padre,
195
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conjuntamente con sus dos socios (que a su vez, son hermanos). También, nos
decía D. José Ramón, que en esa misma fábrica de Tejas de Santidad había otro
horno antiguo, de iguales características que los de Riquiánez.
Foto nº 19: D. Manuel Díazjunto al horno propiedad de
D. Juan García. Foto: Zamora Maldonado
Según sus comentarios, en El Palmita! de Guía quedan todavía varios
hornos de tejas. Su padre, que era maestro tejero (así lo denominaba la gente)
tenía uno en El Brezal, ya desaparecido (hoy día lo que queda es el horno
construido por D. José y la fábrica que se añadió después). El horno no tenía
techo, está construido a base de una sola hilera de piedra o canto de Gáldar (toba
volcánica), a la que se le añadía un enladrillado y una capa de barro; la leña se
echaba por debajo. La puerta se cerraba con ladrillos y barro y no existía una
196
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escalera para llegar hasta la parte superior del mismo. El horno es de doble cámara,
la separación entre ambas cámaras lo denominan emparrillado y se trata de una
criba de arcos ( elaborada con pie a de cantería de Arucas, denominada piedra
azul, material, que por otra patte, es el que soporta altas temperaturas) con un piso
lleno de agujeros.
Foto nº 20: Vista del horno de El Brezal, El Palmita! (Guía), propiedad
de los hermanos Felipe Déniz. Foto: Jiménez Medina
Antiguamente, nos comentaba D. José Ramón Felipe Déniz, casi todos los
hornos de tejas y ladrillos tenían escaleras para subir hasta la parte alta y así poder
cargar y descargar los materiales. El horno de su padre está enterrado más de la
mitad en el suelo, aprovechando una pendiente y sólo se utilizaba en verano.
La capacidad del horno es de 12.000 tejas por hornada y durante el verano
se hacían hasta 8 guisadas (96.000 tejas al año, contando las que se estropeaban,
fracturaban, etc.). La temperatura media del horno durante la cocción es de 800-
900º C. Su padre construyó el horno en los años 40, sufrió una remodelación,
reconvirtiéndose en fábrica en los años 60 y duró hasta 1970.
197
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-
Hornos de Tejeda
Tenemos también testimonio de otros hornos en Tejeda, ya desaparecidos
y situados en el mismo pueblo de Tejeda. El informante de D. Juan
Sarmiento Marrero, de 89 años de edad (V-97), natural de La Culata (Tejeda) y
vecino de la Hoya de San Juan (Arucas) nos relató:
"Yo trabajaba allí, en Tejeda, en el trabc1;jo de arriero, yo trabaiaba
acarreando tejas, con las bestias traíamos la Leíia para el horno, y todo
eso, eso lo hacíamos nosotros, mi tío y yo, a veces venía un pariente
también, que trabajaba también y venía m.uchas veces. EL horno era
como un pozo, redondo, altísimo. Después, por debajo tiene por donde
mete la leíia y está echando Leña allí hasta que se queda la teja roja,
roja, y abajo parriba viene calentando y guisándose. Estaba toda una
noche echando leña allí y se sacaba cuando se e,?friaba.
Cuando se cargaba se ponía la teja de punta, toda, no tendría como aquí,
como mismo que acostumbran a poner La teja de barriga, eso se raja
toda. El horno estaba donde está hoy el campo ele fiítbol en Tejeda. Allí
mismo se cogía la tierra, era un terreno, desde luego era tierra jiierte, lo
rojo lo cría el fuego, se queda como fuego, como cuando usted calienta
un hierro en la herrería. La leiia, echábamos la que agarrábamos,
cualquiera, retama si tellÍa cuerpo, leiia dura, que mantenga, porque
rama, todo no vale, se desmontaban puertas. se cogía la leiia, eucalipto,
pino, hoy, pero el pino estaba lejos de allí, no hay pinar como hay hoy,
que está toda la cumbre llena ele pinos y hoy está toda la cumbre llena ele
ptnos.
Allí al lado del horno no había nada, había como un toldo, una caseta,
estaban todo el día allí quemando las tejas, las tejas Las fabricaban allí
mismo. La teja se trabajaba en el verano, en el invierno no puede ser,
porque viene una lluvia y se la echa a perder. Eso se va cogiendo
después, sobre el molde, que es de mayor a menor, el molde creo que era
de madera, primero se hacía La plancha, se molcleCl' allí y después la
guardan en un tendido. Allí me parece que habían dos hornos distintos,
que se dedicaban a eso, uno era del mismo barrio de nosotros, que era el
que nos daba el rraba¡o.
La teja la cargábamos al principio en bestias y más de una vez nos cogió
La noche, la llevamos a Cueva Grande, Las Lagunetas donde la pedían.
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Se vendÍCI por millares, el casco de u11a vivie11da. A Cueva Gran.de
llegamos a llevar mucha teja nosotros. El albaíiil ya sabía, más o menos.
la teja que necesita una casa, se comprabo por metros cuadrados, mide
el techo y sabe la que lleva. Habían más homos en San Mateo, Santa
Brígida, por Moya también habían. Los hornos rw estaban hechos de
piedra viva, porque la piedra viva revienta, eran ele piedm muerta y
barro, redondo.
A una altura tiene un techo lleno de agujeros, _¡zaque el fuego salga
parriba y todo sale por medio de fez teja parriba. El barro era como un
cuadro, había hasta una bestia, una vaca allí, pisando allí y cuando no
con los pies pisando allí dentro. Para amasar el barro, eso tiene que
estar bien trabajado, como una mazapán. Para cargar el horno estaban,
por lo menos, cerca un mes, porque era muy grande. Casi siempre
pegaban fuego bien por la tarde o por la mwzana y estaban toda una
botando leña. El horno funcionó hasta que llegó la corretera allí, cuando
la República se hizo la carretera del pueblo pallá. Yo trabajé allí hasta el
veintiséis. En el horno yo sólo vi tejas, los ladrillos se usaban poco, para
algún tabique o alguna cosa de eso. En el horno no trabajaban mucha
gente, había un maestro para hacer la teja, el artesano y el sirviente" .
Hornos de Artenara
Horno de Las Peñas: Entre los hornos situados en Artenara pudimos
documentar uno situado en Las Peñas, éste está construido de piedra muerta o
tosca y barro, conserva restos de estucado de barro en su cara interna (foto nº
21). Sus medidas generales son: 3,40 m de altura máxima, 1,50 m de ancho y
3,30 m. de diámetro. La boca de entrada a la cámara de combustión está
orientada a 330º (NW). Sus medidas, son las siguientes: 0,58 m de alto, 0,59 m
de ancho y 0,60 m de fondo. Presenta algunas características que lo diferencia de
los anteriormente estudiados, como su pl anta, que en la parte baja, que
corresponde a la caldera, tiene forma rectangular, mientras que la parte superior
del horno, al igual que su interior, es circular. Carece de puerta de carga, ésta se
hacía por la parte superior. Su estado de conservación es regular.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Hornos de Firgas
Tradicionalmente, se ha considerado al muruc1p10 de Firgas como una
zona productora de cal, siendo esta actividad muy importante en el pasado. La
existencia en el Barranco de Azuaje de una gran veta de fósiles vegetales de
laurisilva (fechados en el Terciario), ricos en carbonatos cálcicos, hizo posible la
aparición de esta actividad y, consecuentemente, la localización de numerosos
hornos que aprovecharon dicho recurso. Estas construcciones se localizan tanto a
lo largo del citado Barranco de Azuaje, como en las proximidades del mismo, si
bien estos hornos presentan una morfología variada y, probablemente, corresponderían
a diferentes épocas. En este sentido, ya Rene Verneau nos comentaba, a
finales del siglo pasado, la importancia de la obtención de esta materia en este
municipio, así como la cantidad de caleras que se establecían para este fin:
Foto nº 21: Detalle de la era y del horno de la familia Godoy
(Las Peñas, Artenara). Foto: Zamora Maldonado
200
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
"A cuatro kilómetros de Arucas, en medio de las montoiias, existe ww de
los pueblos más encantadores ele la isla. Quiero hablar de Firgas. (. .. )
Las montaiias están cubiertas por completo de una especie de retwna, el
Spartium canariense remosissiumun. que alcanzci una altura de tres
metros y se utiliza como combustible para calentar las numerosas
caleras de las cercanías" (VERNEAU. 1992: 166).
Durante las investigaciones que estarnos ll evando a cabo sobre es tos
hornos de cal (cuestión que será analizada y presentada en un fu turo trabaj o),
hemos localizado un grupo de es tas construcc iones que, por su tipología y restos
asociados, parecen corresponder a hornos de tejas y ladrill os. Concretamente
existen, al menos, tres estructuras ubicadas próximas al casco urbano de la Viila
de Firgas, en los lugares conocidos como Cruz de Firgas, La Capellanía y El
Trapichillo (éstas dos últimas cercanas al Barranco de Azuaje).
Aunque la informac ión oral re lac iona dichas estructuras con la
fabricación y obtención de cal, cuestión que se practicó hasta comienzos de este
siglo, planteamos la hipótes is que en sus orígenes fueron hornos destinados a la
elaboración de tejas y ladrillos y que, éstos podrían fecharse a fin ales del siglo
XVIII y comienzos del XIX. Basamos este planteamiento en tres cuesti ones, la
primera es la propia tipología y morfo logía de es tos hornos, que es semejante a
los descritos en e l Lomo Riqui ánez (en este sentido, los hornos de cal no suelen
presentar parrilla de piedra, ni enca lado interior de barro); la segunda, que en las
distintas prospecciones reali zadas hemos observado la ex istencia de varias
escombreras, asoc iadas a los hornos, colmatadas de abundantes fragmentos de
tejas y, por otra parte, tal vez la relación que efectúa el citado Dr. Fernando
Martín Rodríguez, sobre la fab ricación de tejas y la cantidad de hornos que se
encontraban en Arucas, desde fin ales del siglo XVIJl, podrían hacer referencia
también a esta zona, ya que Firgas permanece unida a Arucas (o fic ialmente, pero
no oficiosamente, ya que en el siglo XVIIl pose ía una "autonomía" eclesiástica y
administrativa) hasta mediados del XIX, cuando se consti tuye en muni ci pio.
201
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Foto nº 22: D. Eriberto Melián Marrero amasando y cortando barro
para hacer tejas a finales de los años cincuenta (Trujillo, Moya). Foto: Melián.
Reproducción: Zamora Maldonado
De la misma forma, planteamos que estos hornos pudieron servir, en un
momento dado, para los dos fines (tejas y cal), adaptando la parrilla, según su
funcionalidad y en este sentido, pudieron suceder dos cuestiones, una, que los
hornos, primero, se utilizaran para guisar tejas y/o ladrillos y, luego, para obtener
cal; u otra, que funcionaran al mismo tiempo, alternando una u otra actividad.
Pensamos que, tal vez, los hornos fueran diseñados y construidos para fabricar
tejas, pero con el paso del tiempo, al decaer la venta de las mismas y comenzar a
ser rentable la venta de cal, posiblemente, se readaptaran dichos hornos para este
último cometido. Sea de una manera u otra, próximos estudios podrán aportar
nuevos datos, corroborando y/o contrastando los planteamientos descritos.
202
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Foto nº 23 : Moldes de hierro de distintas medidas conocidos como gradillas,
propiedad de D. Eriberto Melián Marrero. Foto: Zamora Maldonado
LA ELABORACIÓN TRADICIONAL DE TEJAS Y LADRILLOS
Las tejas y los ladrillos se fabricaban, como ya hemos apuntado, de forma
artesanal. Para llevar a cabo su elaboración, primero se localizaban los barreros de
donde se extraía la tierra, luego ésta era machacada hasta convertirla casi en polvo,
se cernía y se le quitaban las piedras. Posteriormente, se mezclaba con agua y, a
veces, con otras tierras o arena ( dependiendo del maestro tejero). A continuación
se pisaba el barro hasta darle una buena consistencia ( en algunos talleres esta
operación la realizaba una vaca). Luego, se cortaba y se colocaba en los moldes
(foto nº 22). En el caso de las tejas, antes de colocar el barro en el molde había que
cortarla en una gradilla (foto nº 23), a la que se pasaba un raidero, luego se ponía
sobre el galapo -molde en forma de teja (fotos nº 24 y 25)-. Para los ladrillos
existía un molde, generalmente doble (foto nº 26), donde se echaba directamente el
barro, se ajustaba y se sacaba. A continuación, se tendían (en el mantillo o
tendedero) y se dejaban secar al sol. Una vez secos (ladrillos y/o tejas), se iban
colocando dentro del horno y se procedía a su guisado.
203
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Foto nº 24: Moldes de madera para hacer t~jas de distintos tamaños, conocidos como
galapos, propiedad de D. Eriberto Melián Marrero. Foto: Zamora Maldonado
La elaboración de estas tejas y ladrillos se presentaba como una actividad
estacional, relacionada con la época estival, es decir durante el verano cuando el
clima es más propicio para esta actividad, evitando el período de invierno con las
lluvias consecuentes.
La teja tenía como medida estándar (la denominada teja vieja o antigua)
unos 42 cm de largo, por 18 y 15 cm de ancho (máximo y minímo), por 7 cm de
alto (máximo, desde la base hasta el arco) y por 1,5 cm de ancho en el labio o
borde (que es casi recto). Su peso medio era de 1,5 kg. Hoy día existen varias
medidas de teja, usualmente mide unos 40 cm de largo, por 17 y 13 cm de ancho
(máximo y mínimo), por 7 cm de alto y por 1 cm de ancho en el labio, siendo su
peso medio de 1 kg. Sin embargo, también hay tejas de 30, 20 cm, etc. de largo.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Foto nº 25: Galapos de madera de distintos tamaños, fabricados por su propietario,
D. Antonio Castellano Díaz. Foto: Zamora Maldonado
Por su parte los ladrillos solían medir de media unos 26 cm de largo, por
13,5 cm de ancho y por 8 cm de alto, siendo su peso medio de 5 kg. Hoy día
miden casi igual, unos 25 cm de largo, por 13 cm de ancho y por 8 cm de alto,
siendo su peso medio de 3 ó 4 kg.
A lo largo de la Historia el valor de las tejas y los ladrillos varió
enormemente, así como la forma de venta, ya que en siglos pasados se vendían por
millar (1.000 tejas o 1.000 ladrillos), hasta que a mediados de este siglo comenzó a
venderse por unidad.
Por ejemplo, a comienzos del siglo XVI un millar de tejas poseían un
205
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
precio de 1.000 maravedíes, es decir que una teja valía 1 maravedí 1
6
, según se cita
en los Libros Capitulares de La Lagu,na, Tenerife, 1500-1511 (QUINTANA
MIRANDA. 1979: 48-49). Posteriormente, en 1802 un millar de tejas poseía un
precio de 80 reales, según consta en el Archivo Parroquial de Arucas (Libro
Segu,ndo de Fábrica, folio 273 vº). En los años cuarenta del presente siglo la teja
se vendía a 0,5 pesetas la unidad, llegando a alcanzar 1 y 1,30 pesetas en 1950,
hasta 2 y 3 pesetas a finales de los años sesenta y 4 ó 5 pesetas en 1970.
Foto nº 26: Molde para fabricar ladrillos de dos ojos, propiedad de D. Eriberto
Melián Marrero. Foto: Zamora Maldonado
El ladrillo se vendía, por lo menos hasta principios de este siglo, por
millares. En 1707, una partida de ladrillos (se desconoce la cantidad exacta) valía
16 El maravedí era la moneda básica de la Corona de Castilla, en Canarias (moneda isleña) todas las
monedas se tasaban en relación al maravedí, de tal manera que una blanquita equivalía a 0,5
maravedíes y a partir de ahí, la blanca era 1 maravedí, etc., hasta la dobla que valía 500 maravedíes
y el ducado que equivalía a 528 maravedíes (LOBO CABRERA. 1989: 15-17). Para P.M Quíntana
Miranda un maravedí equivalía, en 1940, a medio céntimo de peseta (QUINTANA MIRANDA.
1979: 49).
206
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
97):
acuerdo que parecía una persiana que sólo quitaba las piedras más
grandes. Luego, se le echaba agua dentro de un llanete, como una hoya,
pero pequeiia de altura y se pisaba con los pies descalzos. Luego, ellos
cogían el barro, según me contaban mi padre y mi abuelo, y lo metían en
un molde de hierro, que prensaba con una palanca,. y salía la forma del
ladrillo y casi duro. Y se iban metiendo dentro del horno, cuando había
una hilera grande, de talforma que se ponían cruzados, los primeros de
una manera y los ele arriba ele otra, para que no_!>:e aplastasen. En un
tiempo, trqjeron una máquina para amasar el barro, la movía un hombre
con una manivela. Aquí llegaron a trabajar hasta quince hombres.
Luego, dejaban los ladrillos en el horno, en el centro echaban la leiia,
que era eucalipto, porque dicen que daba mucho calor, porque ustedes
saben que esa madera no es buena para hacer muebles, porque se astilla,
también un panadero de aquí venía a buscar !día de eucalipto para su
horno, esto fue hasta 1958 ó 1959. Prendían fuego al horno, uno o dos
días y lo dejaban una semana, para que aguantase el calor, porque los
ladrillos como tienen mucho barro necesitan mucho calor.
El horno funcionaba todo el aiio, siempre y cuando el tiempo lo
permitiera. La verdad es que no daban abasto, los ladrillos se hacían
hasta por encargo, de Las Palmas vinieron muchos compradores y
muchas casas de esta zona están hechas con ladrillos de aquí. En el
horno cabían hasta cinco mil ladrillos. Luego cuando se guisaban los
ladrillos, había veces que algunos salían tiznados, muy quemados y otros
salían cambados, esos no se vendían.
Los ladrillos medían como hoy y se vendía por millares, me acuerdo que
una docena valía quince céntimos en los aiios veinte, según me dijeron.
Después dejaron de venderse, porque llegaron los bloques y las
máquinas, porque todo esto era a mano, todo se.file para el carajo".
Según D. Eriberto Melián Díaz (natural de Trujillo, Moya, 60 años, VI-
"La tierra de teja la tierra buena para hacer tejas la cogíamos de El
Palmito, con un maza mandábamos la tierra hasta que la dejábamos
fina, entonces, la echábamos por la zaranda y, luego, la traíamos ya
cernida en bestias, porque no habían caminos y, a veces, con sacos
cargados al hombro. La tierrá se compraba porque la gente no era boba
207
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
y se pagaba por hornada, habían tierras que tenían tres y cuarro metros
de altura de tierra y, se pasaba aiios y aí"íos sacando tierra y, Lo que
quedaba detrás, Lo que no servía, ellos Lo aprovechaban y volvían otra
vez a plantar de papas, íbamos dos o tres veces en semana a buscar la
tierra. La pila era redonda. hecha en el roz.o que es risco de ochenta
[cm] de profundidad, para que la vaca no se echara fu era, medía por lo
menos tres metros. Se cargaba hoy la pila, para amasar maíiana.
Primero, antiguamente, se amasaba con los pies descalzos, después vino
con una vaca, una vaca dando vueltas, dando vueltas, pero la vaca tenía
mala idea, como todo el mundo, mientras el barro no estuviera bien
amasado ellas pisaban que daba gusto, pero cuando se iba amasando, ya
las patas les costaba sacarlas, entonces en el mismo hoyo metían la pata,
había que engaíiarla para que la vaca cambiara el paso. También se
amasaba bastante al mocho, al sacho y ya, cuando estaba toda juntita,
empezábamos con las manos a cortar.
Nosotros hacíamos diariamente, cuando se hacía teia a mano. ,ni!
doscientas o mil trescientas tejas a mano, lo que estábamos traba~imulo
doce o once horas diarias. Nosotros llegamos a hacer a mano cinco rejas
en un minuto. La verdadera teja es la de la rnano, que creo que ya no se
haga más, porque es imposible hacer tejas a mano, no es rentable, la
verdadera teja pa el color de La teja, que le da la llama, ese no se debiera
de quitar nunca, teníamos teias allí hechas a mano y, a veces, cuando el
sol le daba parecía que era oro, la teia brillando y la gente del camino se
quedaba mirando. Nosotros conocíamos la teja cuando íbwnos por ahí la
que era nuestra y la que no era nuestra. Anres de pegar hacer teias,
traíamos un par de baldes de polvillo. Para hacer teias a mano hacen
falta dos hombres, un tendedor y un cortador, luego había uno .fitera
para amasar el barro, recogiendo la teja, Llevando la teja al horno. El
cortador es quien está con la gradilla, a la izquierda teníamos un pedazo
de tubo con agua, donde teníam.os un pedazo de madera, que le
llamábamos el reidero, entona s se echaba el palo con las manos,
siempre estaba mojado, se pasaba primero con las dos monos para un
lado y para otro, para acá y para allá y se quedaba la teja Licita. Donde
se hace la teja, que nosotros Llamamos polvera, renemos un hoyo de un
metro de altura con piedras y, allí, tenemos una losita que nosotros
llamamos polvera, en donde se pone el cortador, por lo menos de
cincuenta [cm] y allí en la loseta poníamos polvillo, que cerníamos, que
208
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
teníamos en un cacharro debajo de la loseta y al echar el barro en la
gradilla 17 y al tener el polvillo debajo, caminaba esto, podías hacer con
ella lo que quisieras y, aquí, hay dos cachitos de tabla palito, donde
18 descansaba el galapo , y el que estaba tendiendo, con las dos manos
jala por la gradilla y echa la teja sobre el galapo y -se le pasa la mano y,
se llevaba al mantillo, el polvillo se quedaba debc1jo de la teja, no se
pega del galapo. El galapo los hacía un carpintero, ese hombre era una
fiera para hacer los moldes, a él le gustaba mucho .el roble y la morera,
eso lo buscaba él le encargábamos un molde, o dos y él se lo hacía, éstos
se los compré a él. Una vez que se hacían siete o ocho tejas, te,damos un
pedazo de arco, estaba hecho de un aro de la parte de abajo de un balde
de agua, eso lo teníamos nosotros como cosa buena, para también
limpiar cuando se hacía una .fila de tejas, el que estaba tendiendo tiene
que coger el regador y mojar otra fila, entonces el que estaba cortando
limpiaba la losa con el arco ese, limpiaba el molde, le daba un golpito al
barro y juntaba otra vez polvillo, ésto de la teja es una cosa ligerísima,
no es lento es ligero, pasaba el arco por la gradilla, se mojaba, teníamos
también unas lositas, donde se pone el barro para hacer la teja, porque
el barro se va amasando con las manos y, se va cortando y, dándole
golpes, para que el barro se quede bien amasado, teníamos una sombrita
hecha de palos de eucalipto, don.de trabajábamos y para que no le de el
sol al barro, que lo tapábamos con unos sacos y, si hacía mucho calor,
los mojábamos un par ele veces al día, para que el barro esté bien.
El ladrillo, nosotros hacíamos poco ladrillo, también se hacían con
molde)'!, más bien para barbacoas y, a veces, lo poníamos en el piso del
horno, el piso del horno está lleno de agujeros y entonces la teja estaba
sobre el ladrillo y la teja no se quemaba, aunque la teja requemada es la
verdadera teja, es más dura, hay gustos para todo hay quien no le guste
La teja requemada y hay quien le guste, la primera fila y la segunda,
17 Molde de hierro, en forma de trapecio, que mide 24 cm en la parte mas ancha, 17 cm e n la parte
menos ancha, 44 cm de largo y 1 cm de alto.
18 Molde de madera o hierro. en forma ele teja, cuyas medidas (el ele mayores dimensiones) son ele
43 cm de largo, por 17 y 13 cm de ancho (máximo y mínimo), por 2 cm de grueso en e l labio y por
12 cm ele laroo en el man oo
19 El molde
0
clel ladrillo :oi"ía ser doble (ele dos ojos), aunque también los habían 1riples. El que
conserva D. Eriberto posee unas medidas ele 32 cm de largo, por 30 cm de ancho, por 9 cm de alto
y por I O cm ele largo en el mango. El grueso de los tabiques que separan las dos partes es ele 2 cm.
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siempre, sale casi requemada del fondo para arriba y la segunda
verdadera ésta que está entre requemada y encarnada.
Nosotros llamamos mantillo en donde se tiende la teja, que tendrá unos
trescientos metros cuadrados, bueno, el nuestro tenía eso, allí es donde
se tendía la teja al sol. Primero, se allanaba bien con tierra fina que
nosotros Llamamos polvillo, con una zarandita que se tiene fina, la tierra
se cernía bien y se le iba echando debajo y, e¡¡tonces, se mojaba con un
regador, luego, la teja se tendía y se secaba al sol, si era un día muy
nublado se dejaba hasta el siguiente día y, si era tiempo de invierno, o
veíamos que iba a llover, se recogía, siempre había un cuartito donde se
colocaba la teja, bien la seca y la que no estaba seca y, si no, en el
mismo mantillo se hacía una burritas de teja eso hay que explicarlo con
la teja para saber Lo que es .. AL siguiente día. si hacia sol se volvía a
sacar La teja y se secaba. Los tejeros viejos nada más que hacían teja en
verano y Luego la iban vendiendo durante el aFío.
EL horno tenía cuatro o cinco metros de altura, tenía La puerta del piso
pa arriba dos metros, bajábamos por una escalera, cuando bajábamos
quitábamos La escalera y empezábamos a colocar la teja, La teja para
colocarlas en el horno siempre va de punta. una fila con la parte ancha
de la cabeza hacia arriba y, la otra, con parte de la cabeza pequeiia
hacia arriba, de forma alterna, de esta mallera, esto evita que la teja se
mueva porque si la teja se mueve al quemar, se puede ir a un Lado o a
otro y la teja se quema, si no sale el acalor La teja se quenw, nosotros
Llegarnos a sacar tejas del horno con pico, se hacía eso peor que hierro.
Por eso, las tejas tienen que estar bien alineadas y, si se despegaban, Las
calzábamos con trozos de tejas. También se usaba de hacer mucha teja
pequeña, porque en horno siempre había hueco y se usaba para calzar. A
las filas de tejas le llamamos adagas, decíamos cuantas aciagas tiene el
horno, cuantas aciagas faltan para llenarlo. Este horno hacia seis mil
quinientas tejas. Para quemar La teja, empezaba un hornbre, a lo mejor
hasta Las seis o siete, porque La teja se trabajaba de día, cada vez que se
quemaba iba uno distinto de los tres, ya a esa hora íbamos los demás a
relevarlo, porque ya a esa hora estaba tan ardiendo, ¿ usted sabe lo que
es estar. todo el día, echando leíia en un horno ele esos, poco a poco'.?.
Nosotros siempre quemábamos con rama de eucalipto blanco, es para la
teja la verdadera, La rama de eucalipto, porque tiene otra clase de monte
y da mucha acalor, teníamos una horqueta con un palo largo, para meter
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la leíia en la caldera y ardía aquello y, volvía otra vez con otro pw'io y
así estaba todo el día. Cuando se va a echar la teja en el horno, tiene
que estar bien seca porque, si se echa verde, verde, entonces al quemarla
se rajaba, se cuarteaba, si son palos da mucho acalor, la llama sale por
todo esos huequitos, cuando se esta quemando, por ejemplo, en los días
grandes, que empezamos a lo mejor a las cinco o seis de la mañana y se
acaba a las nueve o diez de la noche, más o menos, y si se acaba de día, y
ya nosotros vamos quemando, vamos mirando mirundo, si faltan wz par
de horas, a ver como va la cosa esa, y usted sabe a lo mejor sale .fitego
por un lado y por el otro no, y si sale fuego por un fallo y por otro 110 y,
hay que mirar para echarle fuego haber como sale y, de día se ve que se
va quedando blanco, blanco dentro del horno, vamos parando un poco y,
lo dejamos descansar hasta la tarde antes que se haga de noche, oscuro,
entonces cuando se hace oscuro se ve encarnaito y sabemos que ya está
quemado y, entonces, a los tres días. Más ele una vez se nos echó a
perder una guisada, a veces venía la rama con palos gordos, echabas,
echabas rwnas y caía abajo en la cuchara del horno y la llama no salía
hacia arriba, pero, la de ahajo estaba arrimando, como un hierro
caliente y se quemaba toda no servía, se quedaba igual que el risco de
duro. Después de quemado, se le quita la puerta y se le quita el casquillo
de arriba, el casquillo llamamos nosotros unos casquillos de teja, que le
ponemos en el techo, unas con la canal hacia arriba y otras con la canal
hacia abajo, como en una casa pero dejamos huequillos para que salga
el humo. La puerta está tapada con ladrillos y barro, para que no se vaya
el acedar y, después, entre el ladrillo íbamos poniendo un.fila de piedras.
La teja se vendía por metros, venía un cliente traía un plano o decía yo
quiero tantos metros de teja, un metro de teja colocada lleva cuarenta
tejas, bueno colocadas treinta y seis tejas, pero siempre dábamos una
por ciento, por el transporte y una por ciento, para colocar la teja si se
partía o no, pues, cuarenta tejas de cuarema y la de . treinta, cincuenta
tejas el metro cuadrado. La de cuarenta me parece tiene de cabeza
veintisiete por catorce y la de quince lleva diecisiete".
Por su parte, D. José Castellano Díaz (natural de El Desaguadero, Guía,
74 afios, VII-97), nos comentaba lo siguiente sobre la elaboración de la teja y el
ladrillo:
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"Yo y otro seiior pegamos juntos hacer tejas en un horno, que estaba al
Lado del que está en EL Brezal. porque una vieja que había allí, que se
llamaba Gregaria Déniz. Y aquel hamo era de su marido, que había
muerto. Pegamos a hacer La teja y tocó La casualidad, que peguemos a
sacar tierra en un sitio que servía, porque Gregaria, que era una buena
miúer, decía aquí La sacaban ellos antes, otros tejeros que habían anres y
no tuvimos problemas con la tierra, no sabíamos quemarla, nos decían
un poco tal, La vieja se ponía a cortar con nosotros, ella que sabía más o
menos, atinando, atinando hasta que ya va uno cogiendo experiencia, el
perro peleando aprende, perdiendo destrozando teja, nosotros
aprendimos con nuestra cuenta, Gregaria Déniz que era la suegra del
otro compañero. Con los galapos, que empezamos a hacer teja eran los
moldes antiguos de ese horno. Yo empecé hacer tejas en el aFío treinta y
nueve, luego, más tarde alquilé uno ahí arriba que era de Juan García,
que Lo había hecho con otros tres, cuando vino de la guerra estuve
trabajando en él hasta el aíio cincuenta y siete, que · hice el mío en el
Lorno de Las 'Zarzas, el horno de Juan García no tenía carretera para
sacar La teja, había que sacarlas en bestias parriba o al ho,nbro, el traer
la Leña lo mismo, La tierra igual.
La tierra había que comprarla, yo La pagaba por hornada, también tenía
unos trozas ele tierra, que eran míos, de buena tierra, que la mezclaba
con otras tierras menos buenas, mitad y mitad, para hacer bien La teja.
La tierra se traía de ahí arriba, de ,nuchos sitios, pero, buena hay poca,
La tierra se traía a un kilómetro, más o menos. primero, se traía en
bestias, sacaban la tierra allí, se mqjaban a mazazos, para hacerla fina
y, después, se cernía en una zaranda grande, echando con palas, allí y,
después, se metían en unos cqjones preparados para eso, que iban sobre
las mulas y, después, se ponía La tierra cerquita de Las pilas. La pila,
usted calcula que va amasar dos mil kilos y usted ya tiene el control del
agua y La tierra que se meten en La pila, el día que iba a hacer la pila
completa, tenía de alto unos cuarenta centímerros, todo dependía de la
tierra, si un día esta medio seca, otro día menos seca, unos días con diez
centímetros de agua llena la pila, la tierra se va echando con la pala,
poco a poco, para que vaya bajando, para que no se hagan montones
secos, tiene que mojarse toda pareja. Hay unas tierras que son buenas
para ellas, pero tienen algo poco, de lo que nosotros Uamamos barrial,
entonces se le pone barrial y se le pone con arreglo a lo que usted vaya
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viendo, si tiene mucho barrial cuando usted la tiende, en la misma mano
ya usted lo conoce, pero la tiende, se cuartea más, depende de las tierras
echábamos barrial o no, veces si, veces no y a las tierras que tienen
demasiado barrial hay que echarles algo de arena, eso se mixtura eso es
para que la tierra afloje, eso no le da a la teja nada, hay que darle
fuerza, esto es bastante problemático, nosotros poníamos arenas que
arrastraban las aguas en barranqueras. Nosotros la teníamos de hoy
para maíiana, por la ma11ana está ensopaíta todél mojada. Antes se
amasaba el barro con los pies descalzos y dándole golpes con un sacho,
eso hay que amasarlo, después se pisaba con vacas, dando vueltas y
vueltas, el animal aprende prhnero que los hombres una vaca, cuando ve
la .flojera en un sitio que por allí va mejor, se va allí, eso está claro, el
barro cuando llega un momento que está casi hecho se pega ele las patas
del animal y, al animal le cuesta y había que engaí1arlo. La pila estaba
hecha ele piedras hincadas y el piso de fajillas y, después, más tarde con
grava y cemento, antes eran unas pilas pequeíiitas, de metro y medio,
una cosilla así. Yo hice una pila larga de cuatro metros en redondo, la
vaca dando vueltas. Cuando la tierra está blanda mete la vaca, que
estaba cuatro horas, más o menos, a medida que la vaca va arnasando es
como cuando usted va amasando gofio, cuando la tierra se va nu1jando,
se va echando más tierra y si se le echa arena hay que sembrarla y,
después, de amasada se corta por las orillas con un sacho y se va
votando, pa dentro, eso es un golpito que hay que dar porque usted le da
y se pega, bueno, eso es práctica del trabojo y se iba reuniendo en el
centro de la pila y se hacía una pelota, entonces, se le pasa la mano y se
queda como un queque y, después, de allí se coge con las manos en
montonsitos de quince o veinte kilos, eso ni ensucia y se va pasando al
tablero y allí, se va haciendo otra montar"íita, mcís peque11a y de allí se va
partiendo y se va haciendo lo que es la teja, hay una mesa donde se pone
la gradilla y, debajo, polvillo para que no se pegue el barro en la
gradilla, se pone el barro y se le pasa el raidero y, después, la jala y cae
sobre el galapo; al lado de donde se pone el galapo hay un cacharro con
agua y la moja con las manos. mientras iba caminando la iba alisando,
alisando con la mano mojada, cuando ponía el galapo en el suelo del
mantillo le pasaba la mano y saca el mole/e, el trabajo más malo que
tiene esto, bueno, tiene muchos pero cortarla aquí encima, hacerle esto
ele aquí, cualquier hombre que tiene práctica se lo hace ahora, tenderla
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en el galapo para hacerla bien se necesita saber, que sea aparente para
eso, era un trabajo rápido, hacíamos ochocientas o mil tejas al día, tiene
que ser un hombre liviano y que tenga un estilo bueno. Una teja cuando
se va a hacer en la gradilla tienes que poner cuarellta y cuatro
centímetros de barro y, cuando la teja se seca al sol, debe tener cuarenta
y dos, si se queda en cuarenta y tres no sirve, se queda muy floja, si se
queda en cuarenta y uno se parte, se requiere ser veterano en el caso
para salir las cosas bien. En el tendero, se quedaban colocaditas, cada
tres .filas de tejas se quedaba un pasillo de veinte centímetros, luego si se
raja alguna, usted pasa por allí, cuando se raja se moja y se le pasa la
uña con un poquito de barrito. La teja, si el mantillo donde está es
pequeiio, de que está seca, se pueden poner dos o tres juntas, en
montonsitos, aquí o allá, para poder poner nuevas tejas, o si no,
metiéndolas dentro del horno. Para hacer esto de la teja hacen falta tres
hombres, uno cortando, otro tendiendo y otro preparándole el barro.
En el horno se ponen las tejas por filas, nosotros le llamamos la cruz lo
primero que se pone, una fila en el centro, con las puntas chicas viradas
hacia abajo, deben de quedar a plomo, cuando se termina ele poner la
primera camada, que nosotros llamamos daga, se ponen unos pedacitos
de teja, la segunda daga la cruz.a, va contraria que la primera daga y se
van calzando, o bien con tejas pequeíias, o con tejas rotas y, así, hasta
llenar el horno. El horno tenía una puerta de abc¡jo arriba, la caldera es
donde metíamos la leiía, que llamamos también hornilla, cuando se
termina de quemar se debe de tapar, la hornilla la tapábamos con
piedra, ladrillos y barro, para que no entre aire, la mejor lerza era la
rama de eucalipto blanco, la del otro sirve, pero es mejor la del blanco,
la lerza la comprábamos. Encalábamos de barro la caldera, antes de
hacerse, la teja de arriba ya está chorreando esto y lo ayuda a usted a
orientarse, si ve que está empezando a chorriar, qflr~ja usted que
refresca. Para quemar, se queda uno que conozca bien aquello por la
noche allí, yo siempre, cuando estaba quemando, me quedaba por la
noche yo y un hermano mío, que estaba casi siempre allí, algunas veces
se quedaba por la noche él también y, después, por el día uno que
supiera quemar y yo me tendía pa allí, a dormir un rato.