TOQUES DE FLAUTA DE LOS PASTORES GOMEROS
Manuel J. Lorenzo Perera
Julio Hemández Santos
Erika Hemández Acosta
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"Si estás labrando un palo y encuentras un nudo, cambia
la mano. Ese es un dicho gomero muy antiguo. Los dichos
de los viejos no fallan, eran más sabios que nosotros"
(Don Julio José del Pino Cruz Chinea, 91 años. La
Laguna, VI-1987).
En referencia a la época preeuropea de Canarias son varios los
autores, entre ellos Antonio de Viana y José de Viera y Clavijo, que aluden
a la presencia de la flauta de caña como parte del inventario instrumental
de los antiguos habitantes de las Islas. Esta es la información que,
respectivamente, proporcionan los citados autores:
11
Resuena el tono acorde de la música,
los instrumentos son dos calabazas
secas y algunas piedrecitas dentro,
con que tocaban dulce son canario,
un tamborín de drago muy pequeño,
una flauta de rubia y hueca caña,
y cuatro gaitas de los verdes tallos
y ñudosos carmtos de cebada,
y con la boca un extremado músico
hacía un ronco son algo entonado;
II l
"Acompafuíbanse en el baile con tamborcillos y flautas de caña;
pero cuando carecían de estos instrumentos agrestes, formaban
con manos y boca unas sinfonías o sonatas muy a compás (. . .)"2
.
1 VIANA, A. de (1991): Antigüedades de las Islas Afortunadas. Tomo l. Biblioteca
Básica Canaria. Madrid, pp. 184-185. .
2 VIERA Y CLA VIJO, J. de (1950): Noticias de la Historia General de las Islas
Canarias. Tomo l. Gaya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, p. 147.
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l. A GOMERA
Las Rosas•
Los Acebi ilos e
• El Cedro
e Arure
San SeNstii11
5 ICII • Localidades mencionadas
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La información proporcionada por Viana y Viera no tiene nada de
descabellada ni debe menospreciarse. Al menos es merecedora de la consideración
de los investigadores del folklore musical canario. De ser cierto
lo que dichos eruditos manifiestan, la ausencia de flautas en los yacimientos
antiguos podria estar relacionada con la notoria fungibilidad de los
materiales empleados en su construcción. Y, en cuanto a su no aparición
en los lugares de enterramiento, puede deberse, tal como acaece en la
actualidad, al hecho de que los instrumentos musicales se transmiten de
padres a hijos, hasta que dejan de utilizarse.
A mediados del siglo pasado, Juan de Castro, Gobernador de las
Armas de La Gomera, menciona a la flauta entre los instrumentos musicales
de la Isla. Curioso es el parangón que dicho autor establece entre los
gomeros y los moros del Rif
"Hemos hablado de las comidas cual si fuese el alcuscus de los
moros del Rif; en los hay/es y demás dibersiones del el pueblo
vajo y aún en el vestir son como los africanos si esceptuamos el
jaique, Moro, también usan el tamboril y la.flauta como aquellos,
al son de este baylan acompañados de chacaras y por lo general
reunidos en pandillas suelen cantar con coplas o pasajes
entonadas por uno solo y repetidas las dos últimas líneas por el
resto de la comitiva no usan zapatos ni hombres ni mugeres sino
en las f eshvidades mejores la planta del pie es una doble suela de
callosidad con la que no sienten ni el piso más cnte/"3
.
En la obra que editó René Vemeau en 1891, producto del recorrido
que el científico francés llevó a cabo por el Archipiélago, se alude al
frecuente empleo de la flauta por parte de los pastores canarios4
.
En La Gomera, todavía a mediados del presente siglo, el uso de la
flauta de caña era común entre los pastores. Así lo hemos recogido de
varios informantes, entre los que destaca don Julio Hemández Santos, uno
3 DE CASTRO, J. (1986): La isla de La Gomera en la actualidad (Año 1856).
Excmo. Cabildo Insular de La Gomera, Santa Cruz de Tenerife, p. 53.
4 VERNEAU, R (1982): Cinco años de estancia en las Islas Canarias. Ed. J.A.D.L.
Madrid.
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de los autores del presente estudio, nacido en La Palmita (Agulo), el día 19
de octubre de 1925.
LA FLAUTA: EXPONENTE DE LA CULTURA DE LA CAÑA
.
Y a hemos escrito en otra ocasión que aquí, en las Islas, cada planta
tiene su propia cultura. Y que ésas pequeñas culturas o subculturas contribuyen
a engrandecer la Cultura Canaria. Sobre la ca;\a común (Anmdo
donax) hemos entresacado el siguiente fragmento, proporcionado por el
espíritu siempre atento y observador de José de Viera y Clavija:
" ... con nudos a trechos como de una cuarta, verdes a los
principios, y en su madurez amarillas (. . .). Las cafías se crían en
los terrenos aguanosos y frescos, donde se multiplican fácilmente
por medio de sus brotes. Los usos y utilidades de un cañaveral
son bien notorios (...), flautas, zampoñas, etc. Sus hojas y
pimpollos son un buen pasto para las vacas y otras reses (. .. )"5
.
Centrándonos en el apartado del folklore musical, en La Gomera
las cañas, además de haberse empleado para construir flautas, han tenido
otra utilidad que aún se mantiene en nuestros días. Tiras de cañas verdes
de algo menos de un centímetro de anchura, se han usado para hacer los
aros o arillos de remate cuya finalidad no es otra que la de fijar el parche de
piel a la caja del tambor6
.
5 VIERA Y CLA VIJO, J. de (1982): Diccionario de Historia Natural de las Islas
Canarias. Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Madrid, p. 10 l.
6 A dichas varillas, por la parte interna, se le quitan los nudos con una navaja e,
inclusive, se reduce algo su grosor. ·
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Don Julio José del Pino Cruz Chinea, repasando los arillos del tambor
LA CONSTRUCCION DE LA FLAUTA
Aunque algunos hombres de edad madura acostumbraban a tocar
la flauta hecha de caña, el uso de ésta estuvo más apegado a los niños y
jóvenes (los muchachos), principalmente aquéllos que se ocupaban de
guardar el ganado. Fue, tradicionalmente, un instrumento de exclusivo uso
masculino.
Aprendían unos de otros, viéndolas hacer, y a edad muy temprana,
nueve o diez años: "cada uno hacía la suya y a su manera; y después: la
mía suena mejor ... Pues voy a hacer yo otra a ver qué tal".
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2 CII
Seccidn longitudinal de la flauta descrita en el presente estudio
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Las cañas se cogían en los barrancos ("en el de La Palmita
teníamos cañaverales"). Se elegía una caña seca, curada; ahora bien, si
alguna vez se cortaba verde, entonces se ponía a secar al sol: "a la sombra
se pasma".
A la caña ( con un cuchillo, navaja o podona) se le daban dos cortes
transversales rectos, de modo que abarcaran el espacio correspondiente a
dos canutos con un único nudo central. Ese trozo de caña se limpiaba
interiormente con una verga: "dándole vueltas y después se soplaba y
salía, eso le decíamos la tela, la tela que cría la caña".
En la flauta se distinguen dos partes: la de abajo y la de arriba. Esta
última generalmente es más corta y cuando había menester se acortaba
hasta conseguir un buen sonido: "si suena bien se deja; si no, se corta en
la parte de arriba".
La parte superior acaba en bisel hacia el interior. Su extremo
terminal, que es biselado o inclinado como ya hemos dicho, se denomina la
emboquilladura ("emboquilla bien, pa que puedas tocar"). Por su parte
delantera, a unos cinco milímetros de su finalización, hay un orificio de
relativo gran tamaño y forma oval.
Flauta de caña decorada
(anverso y reverso)
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En la finalización de la parte inferior de la flauta el corte es recto,
es decir, transversal. En su parte delantera hay dos pequeños orificios,
alineados. Y por la parte trasera, a mayor altura que los anteriores, hay
otro un poco mayor.
Estos orificios se hacían con la punta de un cuchillo. El de la
emboquilladura, bastante mayor, se confeccionaba con '.un cuchillo o cualquier
utensilio cortante apropiado. Dicho cometido, el de agujerear, era
conocido como furar: "se dice jurar, jurar las chácaras, jurar la flauta".
Toda vez que los orificios estaban abiertos, entonces se calentaba
una verga al rojo vivo y se pasaba por los bordes de aquéllos. El objetivo
es doble: fortalecer y ganar en vistosidad (''pa redondear mejor").
Había a quien le gustaba decorar la flauta. Lo hacían dándole cuatro
cortes estrechos y superficiales, de arriba abajo, por delante, por detrás
y por ambos lados. Consistía, simplemente, en extraer -"en las cuatro
esquinas"- la capa exterior de la caña.
La flauta de cafia descrita en el presente estudio (anverso y reverso)
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No todas las flautas eran iguales: "las había mayores, más chicas y
más delgadas; las grandes suenan peor que las chicas; el tipo éste es el
mejor que suena". Se refiere nuestro informante a una flauta cuyas
características son las siguientes:
- Longitud total: 23,9 cm
- Diámetro exterior ( extremo inferior): 2,2 cm
Diámetro interior (extremo inferior): 1,5 cm
- Longitud del canuto inferior: 13,6 cm
Longitud del canuto superior: 10,3 cm
El canuto inferior es recto~ el superior ligeramente inclinado hacia la
izquierda, con respecto al canuto inferior.
- Orificio de la emboquilladura:
De forma oval. Situado a 5 mm respecto al extremo superior (parte
delantera).
Longitud: 1 cm
Anchura máxima (hacia el centro): 8 mm
- Orificio trasero (canuto inferior):
De forma cuadrangular. Situado a 11 cm respecto al extremo inferior.
Longitud: 6 mm
Anchura: 4 mm
- Orificios delanteros (canuto inferior):
a. De forma cuadrangular. Situado a 5, 1 cm respecto al extremo
inferior:
Longitud: 4,5 mm
Anchura: 4 mm
b. De forma cuadrangular. Situado a 8,9 cm respecto al extremo
inferior:
Longitud: 5 mm
Anchura: 4 mm
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OCASIONES EN LAS QUE SE TOCABA LA FLAUTA
Se recuerda la presencia de la flauta en determinadas celebraciones
festivas.
Acompañando a las. chácaras y tambores en _el baile del Santo
Domingo.
En las Misas de Luz.
Formando parte de otro tema navideño: las Coplas de Años Nuevos.
En algunos pueblos de La Gomera se usaron como instrumentos
característicos la esquila (para avisar) y los tambores. En otros, a los ya
citados, se le unió la flauta. Los intervinientes -hombres solos: los aguinalderos
del Niño- salían a las doce de la noche del día 31 de diciembre
("dan las doce y ya se puede cantar porque ya está trabajando el Año
Nuevo") hasta las doce el mediodía del 1 de enero. Recorrían las casas de
la comunidad, donde se les brindaba y recogían presentes (dinero, grano ... )
que serían entregados al Niño 7
.
También se tocaban las flautas en torno a las hogueras que se
encendían la víspera de San Juan (23 de junio por la noche). En La
Gomera y en las otras islas del Archipiélago, desde tiempos inmemoriales y
hasta no hace muchos años, la festividad de San Juan (antigua fiesta del
Sol o del comienzo del año guanche) se celebró con tremendo júbilo: "el
día de San Juan era el día más grande del año, pa nosotros". Por
Navidad y en San Juan se preparaba amasijo para hacer pan, bollos de
leche, rosquetes de manteca, cuajada, galletas ... , acostumbrándose a
7 Agradecemos la información a don Julio José del Pino Cruz Chinea (90 años; La
Laguna, XI-1986) y a don Isidro Ortiz Mendo:za (56 años; La Laguna, XI-1986).
Más información -etnográfica y musical- sobre las Coplas de Años Nuevos puede
encontrarse en el siguiente trabajo etnomusical (disco y libreto): Toques Antiguos y
Festivos de Canarias. Recopilación del Grupo Folklórico de la Escuela de Magisterio de
La Laguna, Vol. l. Gobierno de Canarias-Universidad de La Laguna-Centro de la
Cultura Popular Canaria, La Laguna, 1991.
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sacrificar alguna res, cabra machorra, oveja o carnero: "una vez matamos
un camero de cinco años, me montaba en él cogido por los cuernos".
Sobre la costumbre de amasar pan para el día de San Juan informa
ya Juan de Castro en su obra escrita el año 1856:
"El alimento principal aqui aun delas personas mejor
acomodadas, es el de la patata y pescado salado, carne muy de
tarde en tarde se be y a falta de aquel, el potaje de calabaza con
yerbas alo que llaman verduras: Pan solo lo comen diariamente
una docena de familias; y en general solo dos veces al año, una
por San Juan y la otra el primer Domingo de Octubre, que se
celebra a nombre de la Virgen de Guadalupe cuya fe es
estremada: estos días hasta el mas infelis proverá amasar medio
celemín de arina de trigo del que suelen hacer algunos rosquetes.
El resto del año, dichoso puede llamarse elque tenga gofio para
mantenerse el y su familia (.. .)"8
.
En La Gomera las hogueras o fogaleras se han encendido las
vísperas de San Juan y San Pedro, aunque menos en ésta última. Al medio
de la plaza de Arure (Valle Gran Rey), que antaño era de tierra, acostumbraba
a levantarse una gran fogata. En La Palmita (Agulo), en cada
una de las casas en las que se reunían los miembros de la familia, se hacía
una. No estaba ausente el pique y siempre se tomaban las debidas
precauciones:
"A la envidia a ver cuál era mayor. Por arriba la casa la
hacíamos nosotros, pal humo y el peligro, casi siempre la
hacíamos en la era".
Eran los niños y los jóvenes quienes, desde varios días antes, se
dedicaban a prepararla, utilizando para ello "ramada, zarza y todo lo que
podían apañar", constituyendo, también, una buena ocasión para desprenderse
de los utensilios viejos e inservibles. La vida continuaba. Niños y
jóvenes que se dedicaban a cuidar el ganado, alimentado en numerosas
8 DE CAS1RO, J.: 1986, op. cit, pp. 51-52.
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ocasiones con zarzas rozadas en los barrancos. Las varas secas de éstas
últimas formaban parte destacada en la hoguera, lo cual puede entenderse
como un símbolo de imploración hacia lo verde, es decir, el pasto: "era [las
varas de las zarzas] la verdadera pa las hogueras, las íbamos guardando
todo el año".
Las hogueras se prendían después de cenar. Se brincaba sobre ellas
y se tocaban las flautas de caña y los bucios (caracolas marinas). Ambos
instrumentos no se hacían sonar al compás. La música interpretada con las
flautas corresponde a los mismos tres toques que los pastores emitían
cuando estaban con su ganado en el campo, a los que ya nos referiremos
más adelante.
Los congregados en la hoguera se levantaban muy temprano. Se
creía que el día de San Juan, antes de salir el Sol, el agua era bendita,
procediendo a beberla y a lavarse el rostro. Y se miraban en ella al objeto
de observar alguna seña relacionada con el devenir: si se veía la forma de
un barco, ello era indicativo de que en un período no demasiado amplio se
emigraría a América o a T enerife, destinos lústóricos característicos para
gran parte de la población insular.
A partir de la media tarde, y hasta el oscurecer, se acudía al lugar
denominado Juego de Bolas (Agulo ). Allí, en un terreno limpio, se hacía
baile de tambores y chácaras. Los hombres llevaban sus sombreros
''puestos de medio lado, remangados de atrás y tumbados de a/ante",
ornados con clavellinas perfumadas que se cultivaban en los poyos de las
casas, principalmente cerca de las fuentes, al objeto de regarlas. No faltaba
quien llevara un garrafón de vino ("un vaso vino, una perra chica"), ni los
que cargaban el palo, más bien corto ( del largo de un metro, aproximadamente)
que guardaban debajo de los brezos.
La víspera de San Pedro (28 de junio) también se encendían
fogaleras. Y el día del Santo, en el mismo lugar, se repetía el baile.
Quienes acudían a esas entrañables y antiguas celebraciones eran
principalmente gentes de "las partes altas": Las Rosas (Agulo), La Palmita
(Agulo), Los Acebiños (Hermigua), El Cedro (Hermigua) ... , a quienes los
habitantes de los pueblos denominaban "los Magos del Monte". "Y cuando
íbamos bajando por Los Pasos [Agulo] decían: ahí bajan los Peludos".
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Algunos de los pies de romances acostumbrados a cantar en
aquellas auténticas ''juelgas de tambores", aludían directamente a aspectos
de la fiesta que se estaba viviendo:
"Despierta San Juan el sueño,
por aquí pasó San Pedro".
"San Juan y San Pedro bajan
del cielo a bendecir el agua".
Ahora bien, el uso más recordado y común de las flautas de caña
se asocia a la actividad pastoril. Cada unidad familiar solía disponer de
algunas cabras, tres o cuatro; de ovejas, tres, cuatro o seis; y una yunta de
vacas con los correspondientes becerros. Ganado que se destinaba esencialmente
a elaborar queso, y que en ocasiones se llevaba conjuntamente apastar.
De ello se encargaban los niños y jóvenes de la casa; cuando eran
varios hermanos, uno pastoreaba el ganado mientras los otros ayudaban en
la ejecución de las faenas agrícolas del momento: sachar papas, regar,
sacar el estiércol... Fue común que las mujeres jóvenes campesinas se
colocasen en las casas mejor acomodadas de los pueblos (Agulo,
Herrnigua ... ). Para los varones, la dedicación a la que ya nos hemos
referido, duraba hasta cumplir los quince o dieciséis años; entonces empezaban
a trabajar a jornal, con frecuencia en labores de sorriba, portando
cada uno en la mochila la que iba a ser la comida más importante del día,
constituida frecuentemente por: el zurrón con gofio, un trozo de queso, la
botella con el vino, "en tiempos de la fmta la que se tuviera o se
compraban plátanos", y un puñado de higos pasados o de carreños
(porretas): éstos últimos se pasaban en pasiles hechos con piedras de
pequeño tamaño, sobre las que cada día había que virar los tunos o higos
picos puestos' al Sol.
Los jóvenes pastores partían temprano con el ganado, con la
fresca. Si el lugar de pastoreo estaba distante era usual que se llevara algo
de comida en la mochila (papas para asar, alguna caballa jareada y gofio en
el zurrón). En otras ocasiones regresaban a la· casa hacia el mediodía ("no
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había reloj, por la sombra"), ordeñaban, conúan y, a veces, no volvían a
salir con las reses: "les echábamos de comer en los corrales"; en caso de
que tuvieran que sacar el ganado, lo hacían más cerca, ''por el barranco".
En la costa se solía pastorear entre los meses de febrero y julio. La
familia del informante principal del presente estudio, dpn Julio Hemández
Santos, disponía de un buen pasto, ubicado por debajo del lugar conocido
como Juego de Bolas (Agulo), entre el Horno de Tejas y Las Estaquitas.
Era un manchón de hierbas buenas (trébol, maravilla ..• ) .que con frecuencia
desconsolaba y llamaba la atención de los otros compañeros de profesión:
"Déjame un ratito, detrás de las vuestras, yo te doy una jalad.ita
de tabaco. Le decíamos: arrímelas, pero no se arregoste".
Don Julio Hernández Santos, "con la mochila al hombro"
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Los meses de agosto y septiembre el ganado se llevaba al monte:
"hasta que se secara la cebadilla".
Y el resto del año los animales se tenían encerrados, recogiendo
gavillas de zarzas para las cabras y ovejas, junco para las vacas ... Para el
día de San Juan, a fin de disfrutar lo más posible, se reservaba la frondosa
hierba del fondo del barranco: "era hierba grande, de una cabeza sola, la
cortábamos y la llevábamos pa los corrales".
Los terrenos abandonados, no cultivados o por estar sus dueños
ausentes, eran también un atractivo para quienes se dedicaban a cuidar
ganado, recurriendo para mayor sigilo, en momentos oportunos (niebla ... ),
a la siguiente estrategia: "veces si queríamos echarlas a algún manchón
les tapábamos los grillotes [cencerros] con hierba".
En lo que concierne al control de los animales, sus medios son
similares a los que hemos tenido oportunidad de observar en las otras islas
del Archipiélago. Se trata de los siguientes recursos: sistema de nombres,
marcas, voces, lanzamiento de piedras, uso del astia y silbos.
Las cabras eran los animales que más trabajo daban, en contraposición
a las ovejas, mucho más dóciles y mejor adaptadas: "las ovejas
comen atrás de las vacas; la cabra, eso va a la flor, donde come la oveja
no come la cabra".
Los nombres puestos a los animales servían para llamarlos o para
localizarlos, dando sus señas, en caso de pérdida. A las ovejas no acostumbraban
a ponerles nombre. Tampoco a los machos cabríos, mejor
diferenciados que las cabras con las que se soltaban, con fines reproductores,
en el mes de San Juan Gunio, julio). A las cabras y a las vacas sí.
Nombres de cabras, casi siempre en función del color, son: Morisca,
Bandera, Alucema, Rociada... Y de vacas: Florida, Clavellina, Pulía,
Cordera, Mejorana, Castellana ...
Las marcas, mediante cortes en las orejas, son consecuencia de la
desconfianza pastoril y de la presencia de tierras de suelta. Marcaban sus
reses aquellos propietarios que acostumbraban a soltar su ganado en el
monte: "había quien lo marcara, los de arriba, los de Serpa [Agulo], pa
que no se los quitaran de unos a otros; y los cochinos también, había
manadas en ese monte, pero tenían dueños" . A dicha práctica, vigente
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hasta bien entrado el presente siglo, alude Juan de Castro en su obra escrita
en 1856:
"En estos montes se crían los cerdos como los java/is y desde el
mes de Noviembre a Abril entran a pastar el ganado vacuno y
lanar, el cabrio y caballar, asnos y mulos (...)''!} .
Con el palo o astía se superaban las dificultades que ofrecía un
territorio tan escarpado como el gomero, muchas veces corriendo detrás
de los animales: ''pa brincar paredes, laderas y archiprenques, archiprenques
son sitios que no dan nada". La verdadera astía es de haya con
regatón de hierro. Este último lo hacían los herreros en la fragua, mientras
que el palo en sí lo labraban los maestros finos. Los jóvenes pastores
debían conformarse con una vara derecha, desprovista de regatón, a la que
chamuscaban y quitaban la cáscara: "nosotros no teníamos regatón, no
teníamos dinero pa ... ".
"Miñaja ahi"
9 CASTRO, J. de: 1986, op. cit., p. 48.
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El silbo -que desde los tiempos más antiguos hasta la actualidad ha
constituido en La Gomera una auténtica forma de lenguaje- se empleó
también para dar órdenes al perro y a los animales del rebaño. A las cabras,
con el silbo, se les llamaba Miñaja. "Y Miñaja ahi" queria decir quietas:
"no oíamos los grillotes, se quedaban paradas". Entonces con gritos,
piedras o con el mismo silbo se les mandaba hacer lo que las circunstancias
requmeran.
Mientras el ganado pastaba, los jóvenes pastores entretenían su
tiempo de diversa forma: haciendo pequeños estanques, con piedra y
barro, en el fondo del barranco. Bañándose en sus charcos ("Charco
Jondo o de Julia Santos; en el de la Guelilla, ése le tenía miedo, tiraban
una piedra y hacía poon"). O haciendo animalitos ( cabras, ovejas, vacas)
con barro o masapé que recogían los inviernos en orillas; a dichas figuras
las secaban al Sol y "le poníamos hasta grillotes, los cuernos, el ubre ... ,
las poníamos ahí, como una manada".
Es en ese mundo pastoril, que muy escuetamente hemos esbozado,
donde debemos situar a la flauta de caña, también como un medio de
entretenimiento, como una diversión, que contribuyó a amenizar las horas
de soledad. La flauta se llevaba trabada en la cintura ( en el cinto o por
dentro del pantalón) o en el interior de la mochila que, según posibilidades,
era de lana de oveja o de saco; se llevaba en uno de los costados por medio
de un cordón, una de cuyas puntas partía desde el lado más alto de la bolsa
y la otra desde el contrario, de modo que, dispuesto sobre el hombro
cruzaba, respectivamente, el pecho y la espalda de su dueño. Además de la
flauta se portaba en la mochila algún alimento y el libro pa estudiar la
lección, en una época parca en escuelas y ~n la que los niños del campo no
podían asistir a clase por el día, haciéndolo por la noche con algún vecino
que había tenido la suerte de haber aprendido a leer y escribir, frecuentemente
en la emigración.
, La flauta se tocaba a solas, caminando detrás del ganado o mientras
aquél pastaba, escuchando en ocasiones las de los compañeros que se
encontraban en el mismo paraje: "unos por una banda y otros por otra, se
oían". O en grupos cuando varios coincidían en la misma zona de
pastoreo. Entonces, cuantiosas veces, cada uno asaba sus papas en el
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fuego predispuesto para ello: a veces ponían las papas y le colocaban la
leña encima; y en otras ocasiones las asaban sobre las brasas, añadiéndole
la sal que también portaban en la mochila, lo mismo que la cebolla o el
trozo de queso que consumían con las papas. Después de comer, sentados
en corro, tocaban sus flautas. Fumaban, en cachimb_as hechas de caña,
tabaco, que cosechaban para el gasto y curtían en sus propiedades, con el
que viajaban desde el fondo del barranco al mundo de los mayores, tan
imbuido por el ambiente y la influencia de Cuba:
"Hacíamos que estábamos en Cuba ... , mi vega, porque oíamos
hablar a los cubanos. Me acuerdo de tostarlo [ el tabaco] en una
bilana porque no estaba seco (. .. ) y cantábamos también poesías
y improvisábamos, como los que habían venido de Cuba".
Entre las coplas que se recuerdan, cantadas a ritmo de joropo,
destacan las siguientes, tan propias del momento y de la faena que
determinaba aquella escena:
"Buena vida es guardar bueyes,
hacer fuego y asar gueldes
y una vez de comerlos
a jugar con las mujeres".
"Buena vida es guardar vacas,
hacer fuego y asar papas
y una vez de comerlas
a Jugar con las muchachas".
LOSTRESTOQUESDEFLAUTA
Con aquellas flautas de caña se interpretaban tres toques. Es una
música plenamente contextuada que habría que escuchar en su propio
medio y en el seno del marco insular gomero, tan pródigo en lomadas y
profundos barrancos. Se consideran como una herencia muy antigua: "esto
viene de viejo, sino tocar ese rumbo". El toque más usado fue el primero;
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el tercero de ellos cansa más. Se tocaba uno tras otro, cambiando de toque
cuando alguno de los presentes lo hacía.
Ahora bien, esa fue solamente una faceta de la escuela de folklore
de la vida. Muchos días, después de encerrar las cabras, la juventud iba a
interpretar el baile del tambor o tajaraste gomero, medio esencial para
participar y destacar en las fiestas de entonces:
"Cuando encerrábamos las cabras, chicos y chicas íbamos a
practicar tambor. En un terreno o debajo los castañeros si era en
verano. Y nos juntábamos bastantes, un buen grupo, y ahí
sacábamos las mudanzas".
ESTUDIO MUSICAL DE LOS TOQUES DE FLAUTA
Al hacer el estudio musical de estos antiguos toques de flauta
interpretados y ejecutados por don Julio Hernández Santos, podemos
afirmar que son de un carácter pastoril e insular, con líneas melódicas que
proceden por grados continuos y con una estrecha delimitación del ámbito
melódico.
Son líneas melódicas sin acompañamiento, con un ámbito melódico
que no excede de una cuarta.
La tonalidad empleada es Do sostenido menor, en su variante
dórica, donde el sexto grado (La) está alterado un semitono ascendentemente
(La sostenido). Todas las frases iniciales comienzan con el
tercer grado (Mi) y todas las frases finales acaban con el cuarto-tercer
grados (Fa sostenido-Mi).
Son melodías del tipo Cantabile, que muestran una progresión
,gradual de sonidos, todos por intervalos conjuntos (un tono), con una sola
excepción: en el toque tercero, se utiliza un salto de cuarta Tritono
ascendente, en la segunda parte del primer compás. Estas melodías son
tocadas en un estilo libre, donde la ritmica es problemática de interpretar.
Ahora bien, creímos oportuno transmitirlas al lector con un esquema
ritmico lo más aproximado posible a la ejecución que hemos escuchado
por parte del informante don Julio Hernández.
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T O Q U E I
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El primer pulso de todas las frases iniciales, coincide con el ictus
inicial; son por tanto, téticas, y todas las finales son masculinas, ya que
coincide el último pulso con el ictus final, a excepción del toque tercero en
el que las dos semifrases son femeninas, no coincidiendo sus finales con el
ictus.
Estos antiguos toques de flauta de los pastores gomeros constituyen
lineas melódicas con semifrases ascendentes que se equilibran con
otras descendentes, dando como resultado unas sencillas melodías, fluidas
y naturales10
.
UNA BREVE REFLEXION FINAL
En La Gomera, al igual que en las restantes islas del Archipiélago
Canario, se han dejado morir, olvidándose para siempre, diferentes manifestaciones
de la cultura tradicional.
Sobre los toques de flauta interpretados por los pastores gomeros,
hemos oído decir a algunos de sus viejos ejercitantes que "eso ya se
perdió". Y las jóvenes generaciones nada saben sobre dicho tema.
Opinamos que el asunto -por razones bien conocidas, las de siempre-
se encuentra aletargado y que, perfectamente, se podria recuperar
contando, para ello, con el apoyo y los conocimientos de quienes, cuando
fueron jóvenes, cuidaron cabras y entretuvieron su tiempo tocando
ancestrales flautas de caña. Es cuestión de pretender hacer y organizar las
cosas. De llevarlos a los centros educativos para que instruyan a los
alumnos y, sobre todo, a los profesores. Lo dicho da pie para poner en
funcionamiento esa materia tan pendiente en nuestros docentes conocida
por interdisciplinaridad. La recuperación de la vieja y, en otros tiempos,
entrañable flauta con sus peculiares y curiosos toques, da pie para que
intervengan enseñantes y especialistas en distintas materias: Cultura
tradicional, Historia, Pretecnología, Música... ¿No creen que merece la
pena?
10 Para la redacción del estudio musical se han consultado las siguientes obras:
MICHELS, U. (1982): Atlas de Música. l. Ed. Alianza, Madrid y ZAMACOIS, J.
(1990): Curso deformas musicales. Ed. Labor, Barcelona.
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