Algunas cuestiones etnohistóricas sobre la metrología canaria:
la legua itineraria en las islas
JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ
Catedrático de Economía Aplicada
Universidad de La Laguna
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
MODELOS METROLÓGICOS Y PRÁCTICAS DE MEDICIÓN
LA HISTORIA DE la Metrología europea está aún por escribir. Si bien se
conocen los nombres de los patrones usados en épocas recientes y su
distribución de múltiplos y divisores, no ha sido resuelto aún el problema
de identificar sus orígenes y el momento histórico en que fueron
adoptados por los estados en el Medioevo. Los patrones tradicionales se
consolidaron en las distintas comarcas y países de Europa durante la Edad
Media, de tal modo que la formalización de un sistema de medidas único
en cada país no resultó simple, pues, las influencias dispares en cada comunidad,
propiciaron procesos de sincretismo unificadores, varios y distintos.
De igual forma, se desconoce con detalle lo acontecido en las distintas regiones
de España, pero, es opinión de los más documentados investigadores
y expertos en Metrología otorgar un origen común a las medidas tradicionales,
con base en los sistemas orientales de la Edad Antigua y que, de acuerdo
con M. Saigey, son herederos del sistema filiteriano, de uso universal en la
época helenística:
«La escuela de Alejandría, si hubiera subsistido durante más tiempo,
pudo haber convertido las medidas filiterianas en universales. Ya este sistema
había sido adoptado por Egipto, Siria, en Asia menor, en Persia, en la
India, e incluso en China. Mas, entonces aparecieron los Árabes. Bien sea
por la vía de las conquistas, bien por el entusiasmo con que los primeros
califas acogieron el estudio de las ciencias, su sistema métrico se extendió
rápidamente por toda Asia, en A.frica y en España. Carlomagno, al adoptar
el mismo sistema, acabó por convertirlo en universal».
En concreto, respecto de la Metrología Tradicional Castellana, sabemos
por Earl J. Hamilton, 1983, que:
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«La conquista musulmana liquidó la unificación conseguida por los
romanos y consolidada por los visigodos; la incompleta sustitución de los
patrones cristianos por los musulmanes durante los ocho siglos que duró la
reconquista acentuó aún más la confusión existente».
Vemos, por tanto, cuán difícil se hace el estudio de las medidas tradicionales
de Castilla. No obstante, siempre es posible rastrear su génesis y usos
consultando la relación de las numerosas reformas que se sucedieron en
España desde la época de Alfonso X el Sabio, reformas que siempre persiguieron
acabar con los innumerables usos metrológicos imperantes en el
Reino en aras de alcanzar la tan ansiada unificación de patrones y medidas.
Quien mejor nos informa de esta historia es José García Caballero, que en su
«Breve cotejo y valance de las pesas y medidas», Madrid, 1731 deja perfectamente
establecida la unidad de las medidas en épocas romanas y visigóticas
según acuerdos tomados por los emperadores Justiniano y Valentiniano.
Coincide con E. J. Hamilton en aceptar que:
«Despues con la entrada de los Moros se perdió in totum el concierto, y
buena administración de las pesas y medidas, y avía tanta variedad en el
comercio, que no se podían entender unos Pueblos con otros. Y aunque los
Cristianos volvieron a recuperar la mayor parte de estos Reynos, se quedó
introducida en ellos la variedad que se avía originado con la tropelía de la
Barbara conquista».
De acuerdo con las citas previ~s, habremos de aceptar que fueron los monarcas
castellanos quienes debieron afrontar el reto de unificar la complicada
maraña de usos y modelos de medidas. Así, el sistema de patrones establecido
en el Ordenamiento de Alcalá en 1348, resistió distintos intentos de unificación
y permaneció parcialmente establece desde la orden de Felipe II de
1508 hasta la Ley de 26-r-1801, dictada por Carlos IV, última legislación promulgada
por un monarca con el deseo de universalizar sólo un único Sistema
de pesos y medidas en todo el reino.
Con esta Real Orden se pretendió zanjar los problemas que ocasionaban
en tratos y comercios la diversidad metrológica. Sin embargo, sabemos que
los patrones particulares de cada región siguieron usándose incluso tras la promulgación
oficial del uso del SMD en 1890, llegando las prácticas con tales
unidades hasta los años cincuenta del siglo pasado, (J. M. González, 1992).
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ALGUNA\ CUEITIONEI ETNOHIITÓRICAI \OBRE LA METROLOGÍA CANARIA
No habremos de profundizar en los distintos modelos regionales de
España, ya que existen estudios rigurosos que analizan cada uno de ellos, pues
nos preocupa investigar el origen de los distintos patrones enumerados en la
Real Orden de Carlos IV y, sobre todo, analizar las estrategias metrológicas
que se debieron enfrentar con el uso práctico de tales unidades en nuestro
Archipiélago.
Retomando la información de Fernández Caballero y E. J. Hamilton, las
medidas tradicionales castellanas deben de provenir fundamentalmente del
modelo romano. Así lo confirma el primer autor, para quien:
«Las medidas de trigo, cebada y semillas, que ay en los Reynos de
Castilla tienen origen de las Romanas . .. ».
«El Marco de Castilla tiene el mismo peso, y repartimiento que el
Marco Romano, y de esta cantidad se hicieron las demás pesas mayores y
menores del comercio, solo se diferencian en los nombres de algunas
pesas . .. ».
« . .. es opinión del Padre Marina en su libro «de Ponderibus y
Mensuris» que una arroba de vino Castellana es vaso en que caben 32 libras
de a 16 onras de agua, o de vino; y en el azumbre cuatro y en el quartillo
(a quien llama Sextario) una . . .. ».
Afirma igualmente Fernández Caballero que el quintal de peso de 25 arrobas
coincidiría con el centipondio romano, que según Bernardo Pérez de
Vargas y Pedro Vegil de Quiñones:
« . . . lo inventaron los antiguos para hazer con ella las cargas a los cavallas
y camellos; y que con cuatro centipondios cargaban a un camello, y
con tres a un caballo . .. ».
estableciéndose, de este modo, la estructura de la carga habitual de una acémila,
medida muy popular y extendida en todos los ámbitos de influencia hispana
(ver J. M. González, 1993 y M. Carrera Stampa, 1967). En particular,
en el Norte de Tenerife esta carga de bestias se reconoce tanto en el transporte
de los «sacos de tres listas» colmados de papas bonitas y adosados a cada
lado de la «bestia»; como en el «juego o camino» de barriles; que comporta un
total de dos barriles «de a cinco» y dos «de a siete» (J. M. González, 1997)
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Tal conexión entre las unidades castellanas y los antiguos patrones romanos
es reconocida por todos los investigadores de la Metrología antigua:
Wexb, Vázquez Queipo y Saigey, entre otros. Mas, en todo caso, en la relación
que nos ofrece la Orden de 1801 aparecen términos que identifican algunas
medidas de Castilla con las utilizadas tras la invasión musulmana. Así,
el cahíz, la fanega, la arroba o el almud parecen hablarnos de procedencia
árabe más que de orígenes grecolatinos. Tal relación ha sido comentada por
diversos autores, y, en particular, por Vázquez Queipo:
«Nous venons de dire que la vielle fanega de Burgos, alors capitale de
Castille, représentait exactement le cube du pied noir de' Almamoun, ou de
deux tiers de la coudée du Meqkyas ... Quelques auteurs espagnols prétendent
que la fanega d' Avila vient de l'urne romaine; mais il est évident
qu'elle dérive du cahiz, divisé en 12 fanegas, au lieu de 1 O cafiz ou artabes,
dont il se composait dans /'origine . .. . Les mesures destinées aux grains
ne sont pas les seules qui portent en Espagne les preuves de leur origine
arabe: on la retrouve encore plus spécialment dans celles des liquides. La
plus grande mesure espagnole est le moyo (muid) de Valladolid . .. sa capacité,
258 lit., 19, esta peu de chose pres celle duden arabe. Par conséquent,
la cantar corresponda la woebe, et la cuartilla au makuk».
Además, y, como quiera que en el modelo árabe, el makuk comprendía
una relación de divisores distribuidos en escala duodecimal, Vázquez Queipo
explica la divisibilidad dicotómica de las unidades castellanas de acuerdo al siguiente
razonamiento:
«Les Arabes divisaint le makuk en six muds ; mais en Égypte, ou la
grande artabe olympique se divisait en 24 robos 'q fait égaux au makuk
arabe, cette mesure contenait quatre cadáas. Il semble que, dans la Castille,
on adopta cette derniere division, de maniere que le cuartillo espagnol,
trente-deuxieme partie de la cantara, ou woebe, était le meme que le demicadáa
de la grande artabe de sephad ... ».
Tal disparidad de criterios sobre la presunta procedencia de los patrones
premétricos castellanos se agudiza en el caso del sistema lineal e itinerante de
medidas. Pues, si bien no pueden aceptarse las consideraciones de García
Caballero sobre el origen común de las unidades lineales, que el autor locali-
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ALGUNAS CUESTIONES ETNOHISTÓRICAS SOBRE LA METROLOGÍA CANARIA: •..
za en la primitiva Metrología caldea, no existe acuerdo sobre la estructura que
organiza el pie, la vara, el estada!, la milla y la legua de Castilla. En opinion
reciente de la investigadora Roslyn M. Frank, 1999:
« While it is well known that in 1568 Philip 11 proclamed the vara de
Burgos to be official bar stand.ar of Spain and ali its territories, few recognize
the complex history of this three-foot yardstick, its direct connection to
the basque bar standars of Bizkaia and Guipuzkoa or, in turn its central
role in the Basque Septuagesimal System».
Sin que se puedan admitir conclusiones no controvertidas sobre tales criterios,
cabe acudir de nuevo a la información que aportaran los más antiguos
expertos en Metrología, en miras a discriminar entre los dispares argumentos
que se conocen. En su mayor parte coinciden con D. Antonio Aravaca y
Torrent en estimar que la génesis del sistema lineal de medidas castellana
puede explicarse en el siguiente modo:
«La opinión general de los autores, es que los romanos al introducir sus
leyes en España, introdujeron también sus pesos y medidas; pero en el siglo
V, cuando los bárbaros del Norte la invadieron y después los moros, el desorden
fae general, y los tipos romanos faeron en muchas partes abandonados,
siguiendo cada provincia y cada pueblo un sistema diferente, según
los conquistadores que lo habían dominado. El pie romano es el que aún
después se cree permaneció adoptado como medida lineal. Antonio de
Nebrija, Sepúlveda, el matemático Esquive!, y otros sabios españoles, hicieron
muchos trabajos para averiguar el verdadero largo del pie español,
pero no pudieron lograrlo, por las grandes diferencias que encontraron en
las diversas medidas de distintos pueblos.
En el siglo X!ll D. Jaime el conquistador y D. Alfonso el Sabio, quisieron
cesar esta confesión; en 1238 Valencia y en 1261 Toledo, recibieron la
vara de 3 pies romanos, que debía de ser común a los pueblos de los dos estados
sujetos a dichos legisladores; sólo Valencia la conserva aún; pues
Alfonso XI y Enrique JI, sucesores de D. Alfonso, dieron la preferencia a la
vara de Burgos y la hicieron adoptar, rigiendo desde entonces con el nombre
de vara castellana. Esta Vara según Ciscar, no es más que un monumento
que atestigua la rudeza e ignorancia de los tiempos en que se hizo;
porque es tal su imperfección que de una a otra superficie hay más de 1 /4
de línea de diferencia».
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jo st MANUEL GONZ ÁLEZ RODRÍ GUE Z
Detengámonos, pues, en desvelar las diferencias y concomitancias que
quedan establecidas entre todos estos patrones, a tenor de la equivalencia en
sus denominaciones, aforos o medidas y su relación de sus múltiplos y divisores;
prestando especial atención a su presencia en Canarias.
Estadio Pléthre Pie Anma Percha Braza Codo Pie Palma Dedo
1 6 60
1 6 60
10
1 3 6 12 48
1 2 6 24
1 4 16
1 4
Cuadro 1. Medidas de longitud del sistema filiteriano.
Los PATRONES CASTELLANOS y CANARIOS
Comenzando con los patrones lineales, podemos apreciar que en la cita anterior
aparecen dos unidades de medida lineales características de todos los sistemas
metrológicos españoles: el pie y la vara. Ambos se documentan ya en el
siglo XIII, y, acorde a la información extraída de Saigey, podrían ser equiparados
al pie de los filiterianos uno y a la media orgía o media braza la otra. Tras
diversas modificaciones en sus dimensiones y usos fueron aceptados como patrones
oficiales de las medidas lineales en todo el ámbito del gobierno de la
Corona de España hasta la instauración del SMD en el siglo XIX.
Con todo, en cada región de España, en América y, en particular, en
Canarias se utilizaban distintas varas, que, si bien c::onservaban los mismos divisores
o submúltiplos que la oficial (por otra parte es relevante destacar cómo
se corresponden estos con los detallados anteriormente para el sistema filiteriano),
no coincidían en la misma dimensión. Queda entonces abierto el interrogante
de dilucidar la procedencia exacta de la vara de Burgos, adoptada
como oficial en todos los reinos de Castilla, por cuanto, su sistema de múlti-
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ALGUNAS CUESTIONES ETNOHISTÓRICAS SOBRE LA METROLOGÍA CANARIA: .
plos y divisores no es equiparable a ningún otro de los sistemas antiguos que
se han propuesto como antecesores del modelo lineal castellano. En todo
caso, las propuestas más arriesgadas (ver R.M. Frank, 1999) no consiguen explicar
por entero la configuración completa de tal modelo. Aunque cuentan,
sin embargo, con ciertos argumentos que abundan en la veracidad de sus
hipótesis y, en particular: identificando la vara burgalesa con la primitiva
vasca, se justificaría el convenio tácito universalmente aceptado. por el cual la
legua legal se entendía como la distancia que puede caminar una persona durante
una hora, o se podría explicar el uso generalizado de patrones no equiparables
a unidades del sistema romano, como son la braza, la toesa o el estada!,
que, en opinión de García Franco, 1957, fueron los precursores de nuestro
metro lineal.
En el caso del Archipiélago Canario, según recoge D . José Peraza de Ayala,
1976:
«Los pesos y medidas foeron regulados, al parecer, por lo que se refiere
a Tenerife, conforme a los de Burgos y más tarde a los de Sevilla, que eran
un dos por ciento menos. De esta última ciudad trajo el regidor don
Roberto de la Hanty varios pesos y medidas "afielados y marcados" por el
contraste de allí».
Es decir, en la época de la Conquista la vara utilizada en Canarias (al
menos en Tenerife1
) fue la que se usaba en Sevilla, y no la de Burgos, que fuera
aceptada como oficial. Por otra parte, no sabemos cómo evolucionó la dimensión
exacta de la vara canaria, ni si ésta fue alterada en su tamaño, mas,
sí se conoce que en la Encuesta Oficial realizada en 1852 se utilizaba en toda
Canarias una única vara de 0,842 metros de longitud, con los divisores de la
vara oficial castellana (Instituto de Metrología y Metrotecnia, 1999). De
acuerdo, entonces, a este argumento; podemos establecer el siguiente cuadro
donde comparecen las relaciones de las medidas de longitud e itinerarias en
el entorno insular del siglo XIX:
' De acuerdo a la opinión de A. Macías, sustentando su argumento en las Estadísticas de
Escolar Serrano y otros expertos en metrología canaria; la vara que introdujeron los conquistadores
en Gran Canaria coincidía con la primitiva de Ávila; y de igual manera, los
normandos usaron de su yarda para medir longitudes en Lanzarote y Fuerteventura.
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OSÉ MANUEL GONZÁ LE Z ROD RÍGUEZ
Legua
Marina
Milla Legua Milla Braza Vara Pie o Palmo o de 20 al Pulgada terrestre terrestre Tercia Cuarta
grado
1 y 20.000
1 33 15.000 60
1 2 6 12 144
1 3 4 48
1 12
1 4
1
Cuadro 2. Unidades itinerarias y de longitud del Modelo Mecrológico Canario
imperante en el siglo XX.
Línea
12
Independientemente de la variedad de patrones reflejados en el cuadro anterior,
es notable la polisemia del término vara en Canarias, que muestra un
amplio abanico de referentes etnográficos. Así:
• Además de su contextualización como unidad de medida, presente en
numerosas citas:
- Refranes:
«Medir a cada uno con la misma vara».
«Con la vara que mides, serds medido».
«Darle la vara (tabarra) a uno».
2 Basamos esta conversión de acuerdo al apunte de D. Juan de la Puerta Canseco, p. 10,
para quien: La legua legal española o marina tiene 5,555 kilómetros y equivale a 3 millas.
Entran 20 de estas en un grado.
3 Acudimos a la información recopilada en la bibliografía; cuya conversión habremos de
revisar más adelante.
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- Coplas:
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«Con una vara de mimbre
Te voy a coser el culo,
No te quedard bonito
Pero te queda seguro»
(Aires de Lima
de Fuerteventura)
«Primo juan, prima María
Y también, prima Manuela
Los caños de la cachimba
Los usan de vara y media»
(Polka majorera,
Agrupación de La Oliva)
- Romances, como el de la «Aparición de la Virgen de la Peña en Be-tancuna
»
«Quisiera Señora
Que el mundo supiera
Fuiste aparecida
Dentro de una peña
Luego a pocos golpes
Se rindió la peña,
Hallan en su centro
Una Imagen Bella,
Una vara y tercia
Tiene de abertura,
No rompieron mds
Por que estaba dura,
Y el niño en la cuna
Que llorando estaba
... ...... . ... .. »
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OlÉ MAN UEL GON! ÁL E! RODRÍGUEZ
• También aparece en el «Juego de el Palo», donde el término «variscasillo
» se explica como toque ligero que se da con la vara (A. O 'Shanahan,
p. 1180; y un «variscazo» es golpe con una vara, acebuchazo.
• El «gañán» dirige a las vacas y bueyes con su «vara»: «Mientras la vara va
y viene, descansa la yunta». En La Orotava, tales varas de dimensiones
apreciables y finamente engalanadas acompañan a los santos patrones en
la Fiesta de san Isidro. En las danzas de cintas el término «lanza» se trasmuta
en ciertas localidades como vara; común en ciertos bailes rituales
festivos conocidos como «danzas de varas» (M. C. Díaz, 1993).
• Por último en el ámbito marinero la «vara», además de identificar la caña
de pescar, es también palanca de la vela, asta de la «gueldera» y del
«rezón».
Estudiando los patrones de peso, la identificación entre centipondio y
quintal, evaluable a su vez en igual proporción tanto en la libra castellana
como en la romana, nos informa de la íntima conexión de ambos modelos
metrológicos ponderales, confirmándose las apreciaciones de Fernández
Caballero. Sin embargo, esta conexión desaparece en la subunidad correspondiente
a la arroba castellana de 11,5 kilogramos que no puede identificarse
con la urna romana. Tampoco es posible encontrar una relación directa
entre este patrón castellano y alguno que, proveniente de la Metrología árabe,
fuera de uso más común en los países musulmanes. En todo caso, habremos
de reconoce al igual que lo hace Vázquez Queipo que los árabes nunca establecieron
un sistema ponderal estructurado y estable, pues se limitaron a recoger
los patrones de peso usados por los pueblos que sometían. Tal circunstancia
originó un entramado de patrones, distintos en aforo y pesaje, pero con
igual denominación. Todo ello queda reflejado en la siguiente relación, donde
reproducimos los pesos de distintas unidades conocidas con el nombre
común de libra.
Mina ptolomea
Libra árabe de Almamoun
Rotl de El Cairo
Libra árabe de 16 onzas
Mina de Maimónides
104
350 gr
373,24 gr
435,59 ó 447,04 gr
492,4 gr
676,49 gr
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Ante esta disparidad, que para Vázquez Queipo pudo ser mayor, nos preguntamos
sobre cuál de estas libras (o rods) perdt.iró en España como patrón
ponderal fijo, y, en consecuencia, cuál de ellos dio origen a la arroba canaria
de 11,5 kilos. Y, retomando de nuevo el discurso del investigador decimonónico,
y aceptando con él que la libra más extendida en Europa fue la del
Sistema árabe nuevo o de Almamoun, basado en el mithkal de 100 rods, encontraremos
que el primero de ellos se corresponde con un peso de 46 kilogramos
y 900 gramos, muy próximo al del quintal castellano; aunque desconoce
un divisor equiparable con la arroba.
En todo caso, el sistema ponderal castellano fue introducido en las Islas
tras la Conquista y ha permanecido inveterado hasta la segunda mitad del
siglo XX, conformando un modelo ponderal unificado y estable, tanto en
medición como en denominaciones, usos y complejo de divisores y múltiplos,
particularmente dicotómico. Queda patente esta uniformidad cotejando
las ordenanzas de los siglos XV y XVI, los textos de Aritmética y Agrimensura
dieciochescos y decimonónicos (Bandini, 1816; S. M. Carros,
1853; E. Culla y Serra, 1871 y Escolar y Serrano, 1802) y nuestras encuestas
recientes.
Sin detenernos en enumerar estos patrones, habremos de destacar el significado
popular del patrón base (con la misma colección de múltiplos y divisores
en todo el ámbito hispanoparlante e igual equivalencia métrica): la
«libra»; pues:
• Con libras y onzas se pesan aún en la actualidad los gallos de pelea.
• Igualmente el trato de la semilla del cebollino en Lanzarote y de la seda
en La Palma se sigue estableciendo en libras.
• El pan y las barras de chocolate se expendían hasta la segunda mitad del
siglo pasado en dicha unidad, contando con la división en el segundo de
los casos en «jícaras».
• La onza de oro, moneda acuñada durante la Primera República (que
equivalía a 16 «duros» o pesos fuertes) sirvió durante mucho tiempo
como unidad de cuenta en la compra de animales de carga y de terrenos
e inmuebles.
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]OIÉ MANUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ
Vázquez Queipo nos hablaba de que los patrones castellanos de capacidad
son herederos directos de los propios del sistema árabe; por cuanto: la cántara
o arroba se corresponde a la Woebe de 16,5 libras; la cuartilla, con al
makuk, que se divide a su vez en 2 azumbres y 8 cuartillos. Pero, abundando
en que los árabes dividían el makuk en 6 mudds, el sistema de capacidad castellano
no puede provenir de este árabe, sino del modelo utilizado en Egipto,
donde la gran artaba olímpica se dividía en 24 robos, idénticos al makuk que
contenía a su vez 4 cadáas. Confrontando ambos sistemas, vemos cómo las
unidades de capacidad introducidas por los Tolomeos se corresponden a la
perfección con las de Castilla, si incluimos a su vez el resto de medidas tradicionales
entre los árabes. No obstante, los distintos sistemas basados en la artaba
equivalían entre sí, por cuanto «les Arabes donnaient parfois le meme
nom a des mesures doubles les unes des autres». Así, podemos afirmar que el
origen de la arroba o cántara de Castilla se encuentra en algunos de las artabas
usadas por los colonizadores árabes.
En cuanto a las medidas de capacidad de áridos, sabemos por García Caballero
que los usados en Castilla fueron similares, cuando no idénticas a las romanas.
Sin embargo no aparece clara esta identificación al confrontar términos
y relaciones de múltiplos y divisores. En todo caso, si comenzamos la relación
con el modio romano y el almud o celemín castellano podemos apreciar cómo
la equiparación se puede extender hasta el tercer orden de magnitud. Para enfrentar
esta aparente discordancia acudamos a la relación de los patrones de capacidad
que usaron los pueblos del desierto. Encontramos así, que aunando las
etimologías de Almud, Modio y Mudd, tres patrones con raíces léxicas similares,
la fanega coincidirá con la ferk árabe. En esta identificación no encontramos
el apareamiento entre la fanega y el ark árabe que, según Vázquez Queipo,
se debió dar cuando se modificó la goriba de 10 artabas en una equivalente de
12 arks; pero, siempre es posible recurrir al artificio ya comentado por el cual
los árabes denominaron de igual manera unidades obtenidas unas como duplos
de otras. Siendo así, la artaba, que coincide con 24 veces el mudd, podría
concebirse sólo como doce veces su valor, con lo cual el patrón makuk se
identificará con la cuartilla castellana y con el quadrantal romano.
Respecto de la Metrología canaria, habremos de entender el sistema de la
fanega castellana como padre de nuestros patrones premétricos: fanega, media
fanega, almud o celemín, medio, cuartillo y ochavo. Aunque los aforos difieren
entre islas y, aún entre comarcas de un mismo entorno insular (ver foto-
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ALGUNAS CUESTIONES ETNOHISTÓRICAS SOBRE LA METROLOGÍA CANARIA : ...
grafía 2.), su sistema de múltiplos y divisores es extensible a todo el marco isleño;
así como sus usos y técnicas:
• Donde los granos que se miden «al colmo» o «encalmados» se distinguen
de los «rayados» o «aterías» en igual manera.
• Es más, la conversión tácita que identifica un almud de trigo con 5 kilogramos
de peso también aparece generalizada en todos los rincones de
Canarias.
• La única curiosidad que cabe destacar se infiere del uso del término celemín
en Gran Canaria y La Palma; contraviniendo la generalidad del
término almud.
• Con todo la sentencia «Medir a todos con el mismo rasero», impregna
el Modelo de la universalidad propia de los pueblos que hablamos en
castellano.
SOBRE LAS DIFERENTES DIMENSIONES Y DENOMINACIONES DE LEGUA
En este apartado queremos destacar de nuevo la dificultad intrínseca que
conlleva el estudio de la génesis y la historia de nuestros patrones metrológicos,
ciñéndonos a una unidad itinerante de particular significado etnográfico
en nuestro marco insular: la legua terrestre. Aunque, en la actualidad,
dicha medida itineraria ha desaparecido casi por completo de nuestro
patrimonio etnográfico; la niñez de quienes superamos la cuarentena se
muestra en una remembranza preñada de referencias legendarias. Julio
Veme, R. L. Stevenson, E. Salgari, R. Kipling y numerosos otros autores de
libros de aventuras nos familiarizaron con el término en una amplia dimensión
planetaria.
Por lo demás, referencias folklóricas varias acuden a nuestra memoria, enriqueciendo
el amplio acervo común hispano:
• Refranes del tipo:
«Por doquiera hay su legua de mal camino».
«En siete horas anda media legua; mira si camina».
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] OS É MANU EL GONZÁL EZ RODR ÍG UE Z
• En Romances como el de «La Desgraciada Teresa»
«A fa noche y a fa madrugada
Pasa un caballero
Pidiendo posada.
Salió mi padre y se fa dio
No de fa buena gana.
La trató de quemar
Y fa sacó engañada.
Camina cien leguas
Ni una palabra hablaba
. . ........ . ... . »
• O coplas de remembranza popular:
«Siete leguas el caballo
Que Villa más estimaba
Cuando ya silban los trenes
Se paraba y relinchaba».
(corrido de la Revolución mexicana, que
exalta las virtudes del caballo preferido de
Pancho Villa, el «Centauro del Norte»)
Los expertos en Metrología Antigua atribuyen el origen de las diferentes
leguas medievales y renacentistas a la LEUCA, usada por los galos como medida
itinerante (Rodríguez de Campomanes, lxiij, citando a San Isidoro) . Con
todo, algunos opinan que la legua fue usada en la Roma de las últimas centurias
como unidad que contabilizaba la cantidad recorrida por una persona
en el espacio de una hora. Sin embargo, todos los estudiosos de las medidas
premodernas no incluyen la legua entre los patrones itinerarios romanos, ni
entre los usados por árabes o indúes (ver bibliografía).
No obstante, la legua, o, más correctamente las distintas leguas europeas,
han estado siempre relacionadas con la milla. Por ello es conveniente comenzar
el análisis de estas con la descripción y comentarios sobre esta otra unidad
itineraria.
La milla o «migero» romano se entendió en toda época como el equivalente
a 1.000 pasos romanos, cada uno de 5 pies (Saigey, Vázquez Queipo,
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García Franco, etc.). En Opinión de Vázquez Queipo, el pie romano no varió
en su tamaño al menos tras la República, concitando un equivalente métrico
de 0,2962 metros. De acuerdo con ello, la milla que los romanos introdujeron
en España debía consistir en un patrón lineal de 1.481 metros.
Por otra parte, ya hemos comentado (Saigey, p. 126) que el sistema introducido
por la dinastía de los Tolomeos, conocido como «filiteriano» fue el heredado
todos los países europeos, aceptado por Carlomagno como conjunto de
medidas que debían gobernar la Metrología de sus reinos. En él no aparece reflejado
el paso romano y, en su lugar, se reconoce el Codo de 2 pies y la Orgía
o Braza de 3 codos. También comparece el Estadio de 600 pies. Históricamente,
el estadio romano (y griego) comportaba 720 pies. Como consecuencia nuestra
milla medieval también equivaldría a 5.000/720 = 6,95 estadios. Con el
estadio fue evaluado por Eratóstenes las dimensiones del meridiano terrestre.
En desacuerdo con las teorías de algunos investigadores, la(s) legua(s) no
pudo ser heredera del Parasangre árabe, que estos incorporaron de la Metrología
mesopotámica; por cuanto, tal medida equivalía a 3 millas árabes comunes
o 9.000 codos hachemíes. El Codo Hachemí es uno de los más antiguos
codos usados por los sucesores de Mahoma que convivía, a su vez, con
el Codo Nuevo de 24 dedos, el Codo Justo y el Codo Negro de 27 dedos, inroducido
por Almamoun, quien lo utilizara para medir el grado terrestre.
Según el tamaño de este codo, el grado equivaldría a 56 y dos tercios de millas,
esto es, a 122.612 metros. Con el uso del Codo Hachemí, el grado quedaría
reducido a los 108.892 metros.
En todo caso, ninguna de estas mediciones fue usada para modificar las
dimensiones de la unidad patrón (pie o codo), y, por consiguiente, la legua y
milla marinas no pueden ser entendidas como legado antiguo4 (ver García
franco, 1957). Por lo demás, todos los expertos de los siglos XVI, XVII, XVIII y
XIX, están de acuerdo con el hecho de que los árabes en España desecharon
sus unidades itinerarias y adoptaron la milla romana como patrón base
(Rodrígez de Campomanes, lxij, García Caballero). Por consiguiente, en los
albores del Renacimiento ¿podrían? coexistir en la Península Ibérica al menos
las siguientes millas:
4 Cabe destacar que el astrónomo Beccaria consiguió probar que el pie de uso común en
Turín coincidía con un segundo del grado terrestre (Kula, p. 439).
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]DIE MANUEL GONZi LEZ RODR iGU EZ
• Milla romana de 5.000 pies, equivalente a 1.481 metros,
• Milla filiteriana de 3.000 codos negros o 4.500 pies, comportando
1.575 metros, y
• Milla común árabe de 1.973 metros.
Habida cuenca de tal disparidad de patrones, ¿cómo debe ser aceptada la
dimensión real de la Legua de Castilla?
Los comentarios del marqués de Campomanes pueden esclarecer en parte
tal entresijo de citas, y a su texto se debe recurrir.
Según el autor, Alfonso X el Sabio, determinó por ley 25, tit. 26, part. 2,
«que la legua del rastro de la Corte constaba de tres mil pasos» (p. lxv). Por lo
demás, el paso o «tranco» se valoraba en cinco pies (p. lxviij). Por lo demás,
el pie castellano fue computado por Nebrija, Esquive! y García Caballero,
entre otros, encontrando que su relación con el romano difería en una proporción
de 13 a 12.
Con todo ello, la Legua Legal quedó establecida en 5.000 varas o 15.000
pies y la Común en 4.000 pasos o 6.666 y dos tercios de varas; esto es:
Legua Legal= 5.000 x 0,836 metros= 4.180 metros
Legua Común= (6.666 + 2/3) x 0,836 metros= 5.573,27 metros.
En enero de 1587 por pragmática de 8 de enero, Felipe II abolió el uso de
la legua legal, y, con el consenso de los cosmógrafos y navegantes, se determinó
que la Legua Común equivaldría a la Legua marina de 17 1/2 al grado.
Por otra parte, la legua marina usual de 20 en cada grado se subdividió en 3
millas o 20.000 pies, con una equivalencia de 5,556 kilómetros.
Entonces, habida cuenca de tal amalgama de unidades distintas denominadas
en igual manera, ¿cuál de ellas perduró en la Tradición Oral Canaria?
Establezcamos de ante mano que en el acervo popular se ha consolidado
la identificación de legua como la distancia que puede recorrer un adulto en
una hora. Ante esta evidencia etnográfica, habremos de proceder con precaución
en la búsqueda de las dimensiones tradicionales de tal unidad. Para ello
recurramos a las crónicas etnohistóricas; contando con la precaución que
comporta el cotejo de unidades dispares y de diferentes siglos. Tal cuidado nos
conduce a valorar los datos de forma aproximada (nunca como referencia
exacta); siempre contando con el único argumento consolidado de encender
la milla náutica como la distancia de 1.853 metros; dimensión que hubo de
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ALGUNAS CUESTIONES ETNOHISTÓRICAS IOBRE LA METROLOGÍA CANARIA: .
Leguas conocidas Explicación
Legua marina 20 al grado = 3 millas = 20.000 pies = 5.556 metros
Legua común 800 cordeles= 6.600 varas= 19.800 pies= 5.511 metros
Legua geográfica l 7Y2 al grado = 7.605 varas = 6.353,6 metros,
obligatoria tras Felipe II en para las escalas
Legua de 18 al grado 18 al grado
Legua terrestre 25 al grado= 15.000 pies= 4.225 metros
Legua de 15 al grado
Legua de camino Para vías construidas después de 1766 = 4.800 pasos =
24.000 pies = 6.620 metros
Legua jurídica De 3 millas= 24 estadios= 5.000 varas= 4.180 metros
(bolida en 1568 por Felipe II)
Legua de Posta 13.900 pies= 4 Kms.
Legua en Argentina 40 cuadras = 40x 150 varas = 40 x 150 x 0,866 =
5 .196 metros
Legua en Cuba 4.240 metros
Legua en México 1.000 cordeles = 5.000 varas = 2,604 millas=
4.190 metros5
Legua en Perú 5.556 metros
Cuadro 3. Distintas leguas y sus equivalencias métricas.
variar considerablemente en el plazo de esas cinco centurias que iremos recorriendo.
En particular, de acuerdo con García Franco, p. 40; las diferentes millas
árabes, utilizadas para computar el diámetro de la Tierra oscilaban en la
Edad Media entre 1.920 y 2.164 metros; siendo considerada la más exacta la
defendida por Nallino de 1.973 metros. Sin embargo, en 1761, el Conde de
Campomanes, basándose en los estudios de los geógrafos españoles admitía
5 De acuerdo a las aportaciones recopiladas por Carrera Stampa, 1967, p. 13; sobre los
patrones comunes en Nueva España.
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OSÉ MANUEL GON ZÁLEZ RODRÍ GUE Z
que la legua marítima comprendía 6.650 varas castellanas, concitando una valoración
de la milla de 1.853, 13 metros.
Comenzando con las primeras referencias; y, siguiendo un ordenamiento
cronológico, encontramos que, en su Relación de los viajes a la Costa
Occidental de África entre los años 1455-1457, Alvise Da'Ca Da Mosto, comenta:
«Debo hacer mención de Tenerife .. . , pues con un tiempo claro se la divisa
de una enorme distancia; y marineros de fe aseguran haberla visto, en
opinión, desde sesenta y setenta leguas españolas, que son más de doscientas
cincuenta millas de las nuestras, pues en medio de ella hay un pico, en
forma de diamante, que es altísimo y que arde continuamente. Y esto se
sabe por los cristianos que han estado allí prisioneros, quienes afirman que
esta montaña tiene una altura, desde la base hasta la cima, de quince leguas
portuguesas, que son sesenta millas italianas».
Recurriendo a esta primera reseña; y de acuerdo a las dimensiones de la
milla italiana: 1.750 varas (Eusebio, 1899); la altura del Teide: 3.714 metros
equivaldría a 3.714 + 0,8359 = 4.443,1152 varas; cantidad expresamente discordante
con las apreciaciones del navegante, que establecería la altitud del
volcán en 60 x 1.750 = 105.000 varas. Tal desproporción se muestra acorde
con la mitología asociada con el Teide, que durante siglos fue considerada la
cima más alca del mundo conocido (ver Herrera Piqué, 1987). No obstante
Cadamosto establece una primera aproximación a la dimensión de legua; por
cuanto una de estas (portuguesa) se corresponderá con 60 + 15 = 4 millas italianas
de 1.750 varas= 7.000 varas. Por otra parte, como quiera que la vara
castellana comporta 0,836 metros; el resultado final nos aporta un cómputo
de la legua de 5.852 metros; una dimensión notablemente distante de las que
hemos reseñado.
El Fraile Abreu Galindo, p. 148, refiriéndose a la ciudad de Las Palmas en
1632, afirma:
«Esta isla de Gran Canaria tiene de largo 12 leguas, desde las Isletas
hasta la punta de Arganeguin, y 8 de ancho desde el puerto de Lagaete
hasta el puerto de Cando; y en circunferencia tendrá poco más de 30 leguas.
Tiene el puerto de las Isletas, que está una legua de la ciudad ... ».
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ALGUNAS CUEITIONEI ETNOHIITÓRICAI IOBRE LA METROLOGÍA CANARIA :.
Entonces, de acuerdo a la distancia que separa el Centro de la ciudad de
Las Palmas de la Isleta: 5 kilómetros y medio, según C. de Arribas, p. 206;
esto es 5.500 metros; esta sería la dimensión de la legua que se usaba tras la
Cronista, que coincidiría con la legua común castellana.
L. Torriani, abundando en el cómputo de la altura del Teide, afirma en
1592, p. 173:
«Este famosísimo pico es célebre por su grandísima altura, que descubren
los marineros a 440 millas en mar, que son 70 leguas de España ... ».
Si aceptamos la milla marina como la extensión de 1.853 metros, una
simple regla de tres propondría para la estimación de Torriani una legua española
de 6,285 x 1.853 = 11.646,l metros; cómputo claramente discordante
con todos los anteriores. No obstante, considerando que la apreciación fuese
errónea y se estableciera en 240 millas; la legua de Torriani quedaría reducida
a 6.353, 14 metros; computando una valoración muy similar a la que estableciera
Felipe II, como legal6
•
Narra G. Glass en su viaje de 1764; p. 59 y 105, que:
«Canaria tiene aproximadamente catorce leguas de largo, nueve de
ancho y treinta y cinco de circunferencia . . .. Y El Hierro tiene unas quin-ce
leguas de circunferencia y cinco de ancho ... ».
Datos que cabe cotejar con los recopilados por A. Bandini en 1816, p. 21:
«El Continente de África dista de nuestras Islas desde 20 hasta 80 le-guas,
siendo Tuineje en Fuerteventura el pueblo más cercano á aquel.
Su extensión en leguas cuadradas de las de 20 al grado, y número de
sus habitantes en el año de 1805 es como sigue:
6 La cantidad de leguas que desde el pico Teide se puede abarcar desde su cima ha sido
objeto de controversia entre los viajeros que han visitado las islas en diferentes épocas
(ver Herrera Piqué, 1983); no obstante, las apreciaciones de A. Humboldt, dejaron finiquitada
la discusión, por cuanto: ... cuando hay buen tiempo alcanzamos con la mirada
desde la cima del volcán hasta una extensión del globo de 5700 leguas cuadradas ... Con
frecuencia se ha discutido la cuestión de si es posible percibir la costa de África desde lo alto
de esta colosal pirámide; pero las partes más cercanas de esta costa están más alejadas de
Tenerife de 2° 49' de arco, o sea 56 leguas.
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] OI E MAN UEL GON ZÁLEZ RODRiGUEZ
Islas Leguas Milésimas de legua Almas
Tenerife 83 805 69.122
Canaria 68 381 55.994
Palma 32 136 28.870
Lanzarote 34 252 16.160
F uerteven tura 60 394 12.451
Gomera 9 436 7.195
Hierro 6 625 4.006
Cuadro 4. Referencia de Bandini
De acuerdo, pues, a los datos aportados por el Profesor de la Real Armada
y el navegante inglés, en los comienzos del siglo XIX se realizaba el cómputo
de distancias valoradas en diferentes leguas; pues, en el caso particular del segundo,
la superficie de Gran Canaria equivaldría a: 57,47 leguas cuadradas.
Ya entrado el siglo XIX, y retomando la Ley de 26 de enero de 1801:
«Para que la legua corresponda próximamente a lo que en toda España
se ha llamado y llama legua, que es el camino que regularmente se anda
en una hora, será dicha legua de veinte mil pies; la que se ha de usar en
todos los casos en que se trate de ella, sea en caminos Reales, en los
Tribunales y .foera de ellos».
Entonces, asumiendo la generalización de las encomiendas de esta
ley, nuestra legua canaria debió contabilizar, desde comienzos del siglo XIX un
total de:
20.000 x 0,278 = 5.573,33 metros
Equivalencia que se muestra muy cercana a las rriás extendidas en la
América hispana y a la legua común española anterior a Felipe II.
Por último, no habremos de obviar la tradicional convención, según la
cual una legua terrestre debe comportar un total de 3 millas, cada milla de
3.000 codos. Como quiera que el codo hachemita equivalía a 2 pies (siendo
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ALGUNAS CUESTIONES ETNOHISTÓRICAS SOBRE LA METROLOGÍA CANARIA : ..
la braza de 3 codos); una nueva regla de tres simple nos propone la siguiente
valoración de nuestra legua:
3 x 3.000 x 0,562 = 5.058 metros
Equivalencia que se muestra mucho más cercana a los cálculos aportados
por la Tradición Oral; que admite un cotejo con la de otros países hispanos.
Así, en México la legua de 5.000 varas (al igual que aquella que estableciera
Alfonso x) se equiparó, tras la introducción del Sistema Métrico Decimal en
5.000 metros, por cuanto,
« ... como medidas fundamentales o prototipos de las cuales se derivaban
otras, se usaron las siguientes, que se sustituyeron con la implantación
del SMD francés en 1857:
la vara de Burgos, que se sustituyó con el metro
la libra romana, » » » con el Kilo
el cuartillo,
la fanega,
» »
» »
))
))
con el litro
con el hectólitro».
Carrera Stampa, p . 31».
No debe ser fruto de la casualidad que en Canarias:
• El cuartillo de capacidad para líquidos se entendiera a partir de la segunda
mitad del siglo pasado como un litro;
• Ni que la fanega comprendiera: 12 almudes, cada uno de cinco kilogramos
de peso o 5,5 litros;
• O que la fanegada de terreno, herencia de la aranzada castellana y del heredium
romano, se quedara establecida en 5.000 metros cuadrados Q. M.
González, 2005);
• Y, de igual modo la pipa de capacidad para líquidos de 12 barriles de «a
cuenta», cada uno de 40 cuartillos; comporte en la actualidad 480 o 500
litros, a tenor de las comarcas que aún usan tal patrón.
Tal transmutación de las unidades tradicionales tras la divulgación del SMD
confirman nuestra aseveración de asignar a la legua que usaron nuestros mayores
la equivalencia de 5 kilómetros. Conjetura que admite el contraste con
otras referencias; pues:
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]OIÉ MANUEL GOHZÁLEZ RODRÍGUEZ
• Para M. Lobo, 1989, p. 67, en el siglo XVI: «La legua común se establecía
en "unos" 5,5 kilómetros y la jurídica en un poco más de cuatro»7
• Por otra parte, ya situados en el siglo pasado, sabemos por la guía turística
editada por la librería Goya en 1958, p. 18, que La Laguna se halla
«situada a siete kilómetros y medio de la capital. .. »; legua y media según
Madoz, p. 131. Entonces, de acuerdo a estas dos referencias habremos
de establecer la dimensión de la legua en las Islas a comienzos del siglo
XX en: 5000 metros
• Por último, en los cubremanteles de papel que abundan en distintos «sitios
» de comida en Tenerife se hace referencia a las distancias que separan
los municipios de Santa Cruz, de El Puerto de la Cruz y de Las
Américas. En particular, se reconoce que la capital se halla a 9 kilómetros
o 6 miles de La Laguna (relación que se reproduce entre el Puerto
de la Cruz y La Orotava). Entonces, asumiendo que la milla anglosajona
comporta 1609 metros, los 9 kilómetros se convertirían en:
legua = (9 7 3) x 1.609 = 4.827 metros
equivalencia muy cercana a los 5 kilómetros que hemos asignado a nuestra
legua insular.
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7 Habremos de interpretar la cita del autor en el sentido de considerar la legua común
como aquella que estableciera Alfonso X y la legal, como la alfonsí de 5000 varas de
Burgos= 5000 x 0,836 = 4180 metros.
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ALGUNAS CUE STIONES ETNOHISTÓRICAS SOBRE LA METROLOGÍA CANARIA : ..
DOCUMENTACIÓN FOTOGRÁFICA
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Fotografía 2. Relación de las medidas y pesos de uso común en Canarias, de acuerdo
a la encuesta realizada en 1852
(Museo del Instituto de Metrología y Metrotecnia, Tres Cantos, Madrid).
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
ALGUNAS CUESTIONES ETNOHIITÓRICAS SO BRE LA METROLOGÍA CANARIA :
Fotografía 3. «Marco» de pesos utilizado
en las «riñas» de gallos:
troncos de conos encajados
que corresponden a la libra y sus divisores.
Fotografía 4. Regresando del lagar con la carga propia de tres quintales o un cencipondio.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
OSÉ MANUEL GON!ÁLE! RODRÍGUEZ
Fotografía 5. «Bestia» cargada con un «juego o camino» de barriles de mosto.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
ALGUNAS CUESTIONES ETNOHISTÓRICAS SOBRE LA METROLOGÍA CANARIA :.
Fotografía 6. Vara canaria conservada en el Museo de Tres Cantos.
,
Fotografía 7. La Media fanega de Tenerife y sus divisores.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
OIÉ MANUE L GONZÁLEZ RODR ÍGUEZ
Fotografía 8. El burro siempre ha sido el animal de carga más adaptado
a los caminos insulares.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017