CANARIOS: ESCLAVITUD BLANCA
O ASALARIADOS
ALFREDO MARTÍN FADRAGAS
(Instituto de Historia de Cuba, La Habana)
1. INTRODUCCIÓN
De los distintos estadios vividos por la humanidad la esclavitud fue
uno de los más expresivos de degradación del ser humano. Su simple
invocación refleja el superlativo de lo malo, de lo que todos rechazan,
nadie se somete voluntariamente a vivir como esclavo. Estas ideas han
sobrevivido más de cien años, que son los transcurridos desde que dejó de
existir esta forma de explotación, por lo menos oficialmente.
Hombres de todos los colores y razas sufrieron el régimen de esclavitud
en diferentes latitudes. Cuando las Islas Canarias a fines del siglo xv
fueron sometidas a España, muchos de sus habitantes pasaron a ser esclavos
de los conquistadores o vendidos en la Península. En Cuba de cierto
modo algunos aborígenes fueron esclavos, como esclavos fueron chinos y
otros asiáticos, pero los más conocidos fueron los africanos, sobre todo los
procedentes de la llamada África negra, y su presencia en Cuba fue prolongada
y en grandes cantidades.
Los defensores del régimen capitalista, para mostrar las ventajas sobre
la esclavitud, argumentaban que era preferible pagar los servicios de los
hombres y no comprarlos, porque, entonces, había que asumir los gastos
de su manutención, procurar conservar su salud y correr los riesgos de
pérdida total en caso de que estos murieran. De estas concepciones se
deriva que el tránsito de esclavos a asalariados había poca diferencia.
Este trabajo está dedicado a reflejar las condiciones en que sufrieron
este proceso los emigrantes canarios en Cuba durante el siglo xix y el
primer tercio del siguiente siglo. Particularmente, atenderemos a los que
tuvieron necesidad de emplearse, sobre todo a los traídos de forma directa
para labores determinadas como la construcción del ferrocarril, los cortes
de caña y otras labores difíciles entre las más duras que se realizaban en
esa época y eran contratados por compañías o hacendados que ejercían
fuertes presiones sobre ellos.
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Como primera aproximación al tema abordaremos la situación de las
Islas Canarias y las causas que condicionaron la llamada diáspora canaria.
Los intereses que estimulaban a la emigración canaria, así como la rebeldía,
luchas y enfrentamientos de éstos a las condiciones impuestas.
Es un hecho reconocido por los historiadores cubanos que el emigrante
canario fue el más humilde de todos los emigrantes españoles; para
ellos se reservaban los puestos menos remunerados y sobre todo el trabajo
en la agricultura. El «isleño», como era conocido el canario en Cuba, tenía
fama de bruto e ignorante para unos, para otros, los que más valen, eran
todo un símbolo de la laboriosidad, dedicación al trabajo y muy emprendedor.
También el canario se diferenciaba de los demás emigrantes por su
permanencia en el país; por lo general, pronto constituía familia y pocos
pensaban en el regreso. Familia, principalmente, entre ellos. Incluso muchos
venían con sus familiares o después de asentados en el país mandaban
a buscar al resto de los parientes.
Los estímulos que motivaron el incremento de la emigración canaria a
América durante el siglo xvii, fueron las reales cédulas: «Tributo de Sangre
» y otra que favorecía a los canarios emigrantes con la entrega de
tierras y la obligación de las autoridades españolas radicadas en Cuba y
Puerto Rico de proporcionarle los medios necesarios para su asentamiento.
Estas leyes perdieron su vigencia a finales del siglo xviii. Por tal razón
durante los años siguientes los canarios trabajaron en Cuba en igualdad de
condiciones que el resto de los emigrantes.
La economía cubana es testigo excepcional de la influencia canaria, el
cultivo del tabaco, la caña de azúcar, el tomate y el plátano fueron desarrollados
con la activa participación de los emigrantes canarios, que aplicaron
su proverbial laboriosidad y maestría en estos cultivos, lo que posibilitó
una amplia transformación de los campos de Cuba. También se
destacaron en la industria alfarera, producción de alimentos y el comercio.
Los asentamientos canarios prácticamente abarcaron todo el país, pero
en los años de mayor auge de la emigración fueron fundadas ciudades
como Matanzas, en 1693; pueblos como Güines Güira de Melena, Placetas,
Camajuaní, entre otros. Papel importante desempeñaron los canarios en el
cultivo del tabaco en los barrios aledaños a La Habana, como fueron Jesús
del Monte, El Calvario y Santiago de las Vegas.
Los canarios se identificaron con las luchas sociales y desde la Rebelión
de los Vegueros de Jesús del Monte, 1723, han estado presentes en
todos los acontecimientos sociales de trascendencia ocurridos en Cuba. Es
conocida la participación en las guerras de independencia, la defensa de
70
los estudiantes de medicina en 1871 y en el duro enfrentamiento a los
gobiernos durante la república neocolonial.
También los canarios han participado activamente en la formación de
la cultura cubana, sus descendientes han alcanzado relevancia nacional e
internacional, cuya figura paradigmática es José Martí.
La Comunidad Canaria de Cuba se ha caracterizado por su alto espíritu
de solidaridad entre sus integrantes y una admirable honradez que le
han hecho merecedora de un alto prestigio en el país. En distintas etapas
de su existencia ha estado agrupada en asociaciones, liceos y otras formas
de organización, que les ha favorecido en su permanencia en Cuba. Ejemplo
de ello es la existencia actualmente de la Asociación Canaria de Cuba
«Leonor Pérez Cabrera».
El presente trabajo es el resultado inicial de una amplia investigación
que se está realizando con el objetivo de conocer la historia de la Comunidad
Canaria de Cuba, para así profundizar aún más, en la historia común
de los pueblos canario y cubano, razones por lo que sus conclusiones
tienen un carácter preliminar.
Esta investigación cuenta con el apoyo de la Asociación Canaria de
Cuba «Leonor Pérez Cabrera», la que a través de sus más de 80 delegaciones
ha expresado su necesidad y se han materializado en la realización
anual de los Coloquios Historiográficos canarios desde 1994.
2. LAS ISLAS CANARIAS
El Archipiélago Canario está compuesto por siete islas y varios islotes
y se encuentra situado en el Océano Atlántico. Frente a la costa occidental
de África, a pocas millas del desierto del Sahara y en las proximidades del
Trópico de Cáncer. Tiene 7.614 kilómetros cuadrados de superficie. Se
divide administrativamente en dos provincias: Santa Cruz de Tenerife y
Las Palmas. La primera es la más occidental, formada por las islas: Tenerife,
La Palma, La Gomera y El Hierro. Son islas montañosas, de abrupta orografía
y de elevado relieve. En Tenerife se eleva el Pico Teide, con 3.718
metros de altitud.
Las Palmas es la provincia más oriental, formada por las islas: Gran
Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. Existen en esta provincia varios islotes:
Alegranza, Graciosa, Roque del Este, Roque del Oeste, Montaña Clara
y la isleta de Los Lobos'.
' Véase, COLAS, Jaime; Atlas Escolar de Geografía. Editora Biblioraf., S. A., Barcelona,
España, 1986, pág. 46.
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Estas islas estaban pobladas por unos 70.000 habitantes antes de la
conquista española (siglo xv), procedentes de un pueblo beréber del norte
de África. Durante el largo proceso de luchas contra los conquistadores,
muchos de estos habitantes murieron y otros fueron llevados a España
como esclavos reduciéndose a unos 15.000 habitantes, de los que formaban
parte los españoles como nuevos amos y señores^
Se caracterizaban estas islas por tener pocas condiciones para la agricultura
que era la fuente principal de sustento para sus habitantes, no
contaban con ríos suministradores de tan preciado líquido; sólo se obtenía
a través de pozos y galerías. Los terrenos son muy irregulares debido al
gran número de riscos y barrancos. No obstante, su población creció, y a
mediados del siglo xvii contaba con más de 100.000 habitantes.
Las condiciones desfavorables para el desarrollo agrícola, la inexistencia
de recursos minerales, ni hidrocarburos, obligaron a sus habitantes a la
emigración. Además, ésta estaba estimulada por los intereses de la Metrópoli
de poblar sus territorios de América.
La economía canaria tuvo etapas de reanimación, aunque muy cortas,
que retuvieron en las islas a sus habitantes. Una de ellas fue a finales del
siglo xviii y principios del siguiente siglo, producto de las guerras en Europa,
en esa ocasión creció la producción de vino y las cosechas de la
barrilla' aumentaron considerablemente. Esta situación duró poco tiempo,
pues el proceso de emancipación de las colonias que España tenía
en América llevaron a las Islas Canarias a perder su condición de
reabastecedoras de los barcos en tránsito hacia el Nuevo Mundo.
Durante esos años fueron afectadas la producción de vino y barrilla,
así como de la cebada que disminuyó considerablemente.
Esta crisis fue prolongada y durante el segundo cuarto de ese siglo
afectó a todos los sectores de la economía canaria, agudizándose la situación
de los jornaleros sin empleos, perdiendo entre los años de 1834-1850
el 12% de sus efectivos laborales*.
La producción de Sosa artificial desplazó a la barrilla canaria, siendo
en 1839 sólo de 94.306 quintales, lo que representó una disminución de un
tercio en la producción de este renglón.
Contribuyó a la crisis canaria el proteccionismo que aplicaban algunos
países como Gran Bretaña que era un mercado muy importante para los
^ Véase, VANKEL, Pieter: Historia de Canarias en Comic. Edición Turquesa, Cabildo
de Tenerife, 1995, pág. 37.
' Véase, COLECTIVO DE AUTORES: Historia de Canarias. En cuatro tomos, editora
Prensa Ibérica, S. A., pág. 694.
*' Véase, Ibídem, pág. 696.
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canarios. También en esos años afectó los cultivos la poca lluvia, plagas
de langostas y enfermedades de los cultivos, como la papa en 1845.
A la crisis económica se unían epidemias, como fiebre amarilla, viruela,
que azotó a las islas en 1837 y el cólera morbo, que en 1851, sólo en
Gran Canaria, causó la muerte al 11% de la población.
Las Islas Canarias, que entonces tenían una población aproximadamente
de unos 250.000 habitantes, tuvo durante los años de 1834 a 1850
una emigración entre los 2.500 y 3.000 individuos anualmente^
Posteriormente, (1870), las Islas Canarias sufrieron una de sus más
agudas crisis económica, condicionada por la caída de los precios de la
grana*" (cochinilla) que era entonces el cultivo fundamental de exportación.
Habían recurrido a él tras las crisis anteriores de la producción vinatera
y de la barrilla. Los colorantes artificiales (anilina) fueron sustituyendo a
los productos canarios.
La población canaria estaba afectada por un profundo analfabetismo,
que se elevaba al 80% de la población, lo que agudizaba aún más su
pobreza, y ese grado de ignorancia sólo les permitía ver la emigración
como salida a sus males.
De los trabajadores canarios unos 71.512 se dedicaban a la agricultura,
y sólo 8.430 en las industrias, mas el grado de analfabetismo tan alto que
padecían dificultaba la posibilidad de que se organizaran en sindicatos.
Estos no surgieron hasta 1870, que se crea la primera organización obrera
en Tenerife y otra en Las Palmas en 1871, ambas con unos cientos de
asociados'.
Posteriormente, en 1873, surgen organizaciones obreras católicas como
el Círculo Católico de Obreros de Alcoy, que era numéricamente pequeño,
en 1887 sólo tenía 336 afiliados.
En el movimiento obrero canario los gremios surgen a principios
de este siglo, pero estos eran muy inestables y numéricamente pobres,
en muchos casos dejaban de existir por traiciones de sus líderes. En
cuanto a sus luchas, la primera huelga que se conoce fue organizada en
1901, y ese año se celebra por primera vez el Primero de Mayo en Gran
Canaria*.
' Véase, Ibídem, pág. 696.
' Véase, BRITO, Oswaldo, y HERNÁNDEZ, Julio: Introducción a Vacaguaré.... (Vía
crucis), edición Benchomo, Canarias, 1980.
' Véase, COLECTIVO DE AUTORES: Historia de Canarias. Ob. cit., pag. 656.
" Véase, SUAREZ BOS A, Miguel: El Movimiento obrero en Canarias orientales (1930-
1936). Editorial Caja Insular de Ahorros de Canarias, Gráficas Lourciro, S. L., Madrid,
1990, pág. 70.
73
En 1910 había cuatro sociedades obreras que agrupaban unos 860
obreros, éstas fueron creciendo, pero lentamente, debido a lo cual eran
poco efectivas sus huelgas. También influyeron la crisis que vivió el Archipiélago
Canario durante la Primera Guerra Mundial, etapa en que se desorganizó
el movimiento obrero.
En cuanto a la posibilidad de organizarse el movimiento obrero entre
los jornaleros del campo, no fue hasta 1932 que surgió el primer sindicato
agrícola en Las Palmas de Gran Canaria'.
Los partidos políticos tenían marcada influencia en el movimiento
obrero canario, principalmente el Socialista y el Republicano Federal.
3. EMIGRACIÓN CANARIA A CUBA DURANTE EL SIGLO XIX
Y EL PRIMER TERCIO DEL XX
Esta emigración siempre fue numerosa, pero durante estos años tuvo un
incremento notable. Los factores que influyeron fueron, entre otros, que los
salarios en Cuba eran más altos que en las Islas Canarias, así como se mantenían,
en el siglo pasado, los intereses de la Metrópoü de tener una numerosa
colonia blanca en la Isla. También influyeron en la predilección por Cuba, las
condiciones favorables para los cultivos y la condición insular, otro factor
importante fue la numerosa Comunidad Canaria de Cuba, que desde los
primeros años de la presencia española en América se había ido desarrollando.
Existen datos que demuestran fehacientemente esta numerosa emigración,
por ejemplo: entre los años 1818 a 1838 la llegada de canarios a
Cuba sumó 18.713 personas y entre los años 1848 a 1898 la cifra es de
26.355'". También hemos obtenido información en el conteo personal de
los libros de Registro de Pasajeros del puerto de La Habana durante los
meses de noviembre de 1903 a octubre de 1904, donde comprobamos que
habían entrado 1.629 emigrantes. Estos datos nos permiten calcular que
durante el siglo xix y el primer tercio del siglo xx, llegaron a Cuba más de
100.000 emigrantes de las Islas Canarias. Entre estos emigrantes predominaban
los oficios: jornaleros, trabajadores del campo y sin oficios; como
lo demuestran las cifras referidas a los datos obtenidos del Registro de
Pasajeros. De los emigrantes que entraron por el puerto de La Habana
recogidos en la muestra ya mencionada, de sólo de 632 obtuvimos datos
de su profesión, con la siguiente clasificación: jornaleros, 325; su casa.
' Véase, SUAREZ BOSA, Miguel: Ob. cit., pág. 132.
'° Véase, GUANCHE PÉREZ, Jesús: Significación canaria en elpoblamiento hispánico
de Cuba. Edición Ayuntamiento de La Laguna, Tenerife, 1992, págs. AA-A().
74
137; comercio, 82; labradores, 65; labores del campo, 60; marineros, 46;
estudiantes, 4; profesionales, 3; otras labores, 9. En esta última se incluye
un obrero. Estas cifras nos permiten apreciar la presencia numerosa de
hombres y mujeres de modestas profesiones y cantera principal para emplearse
como asalariados, porque entre ellos declararon 82 dedicados al
comercio. Quedaría por determinar si eran portadores de capital suficiente
para desempeñarse como tales o irían a las filas de los empleados.
Las edades de estos emigrantes eran las siguientes: menores de 13
años, 241; entre 14 y 30 años, 552; entre 31 y 45 años, 311; entre 46 y 60
años, 78; más de 60 años, 10, y sin determinar, 437". De forma tal el
mayor número de ellos llegaron en edad laboral, lo que definía bien claramente
que los objetivos eran emplearse como jornaleros, que era una de
las muchas profesiones que más se ejercían en el país.
No siempre eran los emigrantes canarios los interesados en venir a
Cuba, lugar de promisión; también se interesaron muchos hacendados criollos
en el afán de contar con una masa de trabajadores eficientes y a la vez
que fueran blancos, en parte por el miedo al negro y en parte por la fama
de laboriosos que tenían los canarios.
Estos emigrantes tenían como opción más frecuente la agricultura,
porque era lo que habían trabajado en sus tierras de origen y porque era la
mayor oferta que encontraban al llegar al país. Dentro del sector de la
agricultura el tabaco era predominante, pero también iban al cultivo de la
caña de azúcar, y como ésta exigía una mayor cantidad de tierra para
trabajarla por cuenta propia, se daba el caso que asumían la condición de
jornaleros o simplemente asalariados.
Los ferrocarriles contaron para su construcción en Cuba con la mano
de obra barata canaria. Este hecho que nos convirtió en el quinto país del
mundo y el segundo de América en utilizar este medio de comunicación,
comenzó en 1835 con la construcción del tramo de La Habana a Güines,
donde participaron 927 canarios traídos por la firma Habanero-Cátala
González y Torstall en 1837'^
Las condiciones de trabajo para los procedentes de las Islas Canarias
eran: 9 pesos mensuales, la comida y vivienda; por 16 horas de trabajo. De
esta mensualidad debían abonar a dicha firma los gastos de pasaje, pasaporte
y la mensualidad de la clínica para caso de enfermedad. Este salario
era muy inferior al de otros trabajadores.
" Véase, Libro de entrada de pasajeros por el Puerto de La Habana. Archivo Nacional
de Cuba, elaboración propia.
'^ Véase, MARRERO, Levi: Cuba, economía y sociedad. Editorial Playaor, S. A.,
Madrid, España, 1984, págs. 183-184.
75
Al transcurrir casi dos años de la presencia canaria en esta obra sólo
quedaban siete trabajadores, pues 632 habían cumplido su contrata, 13
habían pasado a obras públicas, 35 habían quedado incapacitados, 84 se
habían fugado, 156 habían muerto. Entre estos últimos se encontraba el
niño de 13 años Francisco Rufino, quien había solicitado su regreso a las
Islas Canarias, porque en los seis meses que llevaba no había recibido un
centavo y aún debía 40 pesos de los gastos de viajes".
Conio agravante a las condiciones en que tuvieron que trabajar los
canarios en la construcción del ferrocarril La Habana-Güines, se describen
que fue necesario rellenar una ciénaga, atravesar varias lomas, construir
puentes sobre ríos y cañadas, y construir alcantarillas'''.
El fruto de tanto dolor, sudor y sangre de los trabajadores se dedicaban
al inaugurarse los tramos primeros a los siete y ocho cumpleaños de
la reina Isabel II, los días 19 de noviembre de 1837 y 1838, respectivamente.
Para comprender más profundamente la esencia esclavista en que trabajaron
estos desafortunados procedentes de las islas que se llamaron las
Afortunadas, señalemos que vinieron en régimen militar, para evitar que
pasaran a desempeñar otros trabajos mejor remunerados, por tanto, las
ausencias al pase de lista eran considerados desertores, delito por el cual
podían ir a la cárcel y en extremos ser fusilados.
Frente a los atropellos y maltratos que fueron sometidos estos trabajadores
se produjeron protestas y críticas. Por ejemplo, cuando se hablaba
de las malas condiciones de la alimentación, los encargados de ésta argumentaban
que cuando los peones se enfermaban se les daba una dieta
similar a la que recibían los presos de la cárcel habanera.
El 12 de febrero de 1837, 23 de estos canarios protestaron ante el
Alcalde de Bejucal por los maltratos de los capataces, los que tuvieron
como respuesta medidas represivas. Posteriormente 13 de ellos se negaron
a continuar trabajando hasta que no se le cambiara el tipo de alimentos
suministrados, los que fueron a la cárcel y luego los regresaron a la obra
como «forzados»".
Los canarios destinados a los trabajos en las plantaciones cañeras también
sufrieron una profunda explotación por los bajos sueldos y las condiciones
inhumanas en que vivían en barracones similares a los de los escla-
" Véase, MORENO FRAGINALS, Manuel: El Ingenio. Edición Ciencias Sociales, La
Habana, 1978, págs. 300-301.
'" Véase, ROIG LEUCHSERRING, Emilio: «El centenario del Primer Ferrocarril de
Cuba». Revista Carteles, vol. XXIX, núm. 25, La Habana, 20 de junio de 1937, pág. 44.
" Véase, MORENO FRAGINALS, Manuel: Ob. cit., págs. 300-301.
76
vos. Así los preferían hacinados en lugares para hombres, pues en muchas
ocasiones se negaban a que trabajaran sus familiares.
La Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola, fundada
desde 1872, denunciaba públicamente las condiciones en que vivían y
trabajaban sus coterráneos. En esta denuncia se denotaba el interés de los
hacendados por que los canarios contratados vinieran sin familia, porque
la familia no tenían un lugar adecuado en los ingenios.
Gaspar Betancourt Cisneros (El Lugareño) en carta, fechada el 30 de
julio de 1841, a otro ilustre hacendado de esa época, Domingo del Monte,
le manifestaba su seguridad de que con la presencia canaria en Najasa,
Camagüey, iba a transformar ese lugar y predominarían los blancos sobre
los negros, incluso afirmaba que en caso que estos lo desearan podrían
trabajar libres a los que les podía ofrecer tierras, vacas, bueyes, etc., y que
le pagaran una renta moderada'^.
Este caso denota el interés de este hacendado, de ascendencia canaria,
en blanquear las plantaciones de caña, pero a su vez refleja la esencia de
explotación del trabajo asalariado.
A mediados del siglo xix vivían en Holguín 2.289 canarios, estos representaban
el 4,7% de los canarios en Cuba", ejercían, mayoritariamente,
la profesión de cultivadores del tabaco y la caña de azúcar. Unos eran
propietarios de tierra, los menos y los otros partidarios y asalariados. Incluso
se daba el caso de que unos canarios fueran empleados por otros
coterráneos. Incluso en el incremento de canarios en esta zona la apertura
del puerto de Gibara en 1822.
En el presente siglo se mantuvo como una constante el incremento de
la llegada de canarios, muchos de los cuales fueron a trabajar en las plantaciones
cañeras fomentadas con la construcción de más de diez centrales
antes de 1920, por empresas norteamericanas, en su mayoría, aunque ya
antes de 1910 había cientos de canarios dedicados a esta dura faena en esa
zona. Testimonios de esa época afirman que eran largas jomadas de diez o
más horas por sólo un peso como salario diario.
Tomando en cuenta que las Islas Canarias estaban sometidas a una
aguda crisis de hambre como consecuencia de la I Guerra Mundial, la
emigración hacia Cuba se incrementaba, circunstancia que aprovechaban
" Véase, CÓRDOVA, Federico de: Cartas del Lugareño. Publicaciones del Ministerio
de Educación, Dirección de Cultura, La Habana, 1951, pág. 85.
" Véase, VEGA SUNOL, José: El aporte etnocultural de la emigración canaria en la
región nor-oriental de Cuba. Inédito, Casa Canaria.
77
los hacendados para aplicar tarifas muy bajas a los emigrantes para así
incrementar sus capitales y hacer frente a la competencia generada por el
incremento de la producción azucarera en el país.
Un aliado muy importante de los explotadores era el alto porcentaje de
analfabetos entre los emigrantes canarios, y los que sabían leer o escribir
no habían rebasado los primeros grados. Muchos de éstos eran víctimas
dobles de los patrones que los empleaban y de los comerciantes que daban
créditos entre una zafra y la otra, o simplemente en espera de recoger las
cosechas.
Un sector que también estaba sometido a la aguda explotación de la
época eran los que trabajaban como mozos en las haciendas, los que tenían
que realizar los más diversos trabajos por sueldos que oscilaban entre
los diez y quince pesos mensuales. En fecha relativamente reciente, primera
mitad de siglo, lo que los limitaba para el enfrentamiento al costo de
la vida que ya en esa época era elevado.
La tumba de monte o limpiar el terreno para hacer caminos era
una faena reservada para emigrantes, por su dureza y la baja paga,
debido a que en el siglo pasado y el primer tercio del presente eran
tupidos los campos de Cuba con árboles altos. Hay testimonios que
afirman que en los años de «las vacas gordas» se podía ganar en esta
labor hasta 100 pesos mensuales, si era a destajo, y se trabaja hasta
16 horas diarias.
Posteriormente, a inicios del segundo tercio de este siglo, Cuba
vivió una de las más agudas crisis económica, vinculada al gobierno de
Gerardo Machado. Los emigrantes se vieron seriamente afectados,
muchos de los que tenían sus ahorros en los bancos los perdieron tras
la quiebra de éstos, situación que si bien tuvo su máxima expresión en
1929, en años anteriores se dieron algunos casos como el denunciado
por Ángel G. Cárdenas, juez de instrucción, del caso de asesinatos
masivos en 1926'* de un grupo de isleños tras el secuestro del coronel
del Ejército Libertador Cubano Enrique Pina y Jiménez", donde afirma
que muchos braceros arruinados regresaban a sus países con las manos
vacías.
'" Este secuestro generó una matanza masiva de canarios en la actual provincia de
Ciego de Ávila. Los ejecutantes fueron tres canarios y un colaborador, los asesinados,
ahorcados a sangre fría sin juicio previo, sumaron más de 70, todos oriundos de las Islas
Canarias.
" Véase, CÁRDENAS, Ángel G.: Soga y Sangre. Ediciones Montero, La Habana,
1945, pág. 81.
78
4. CONCLUSIONES
La convivencia del régimen esclavista con el naciente capitalismo ofrecía
un panorama especialmente complejo en cuanto a formas de explotación
superpuestas y combinadas; mezcla de esclavos y asalariados, que
formalmente se diferenciaban, pero en el rigor del trabajo y la distribución
que le daba contenido a sus vidas, padecían males similares.
El salario, que era el enmascaramiento de aquella nueva esclavitud, de
poco o nada le servía a estos hombres para vivir en el sentido cabal de la
palabra. A este fenómeno hay que sumarle la constante amenaza de perder
el empleo, no sólo porque el contratador lo decidiera, sino también porque
el contratado no pudiera continuar por enfermedad o incapacidad física.
Ambas razones eran muy frecuentes en Cuba hasta muy avanzado el siglo xx.
Esta situación que afectaba a los trabajadores del país, era aún más
aguda para los emigrantes, que en muchos casos llegaban empeñados con
los acreedores del viaje y a su vez comprometidos con la familia, que en
la tierra natal, esperaba ayuda monetaria para la subsistencia.
En la época que valoramos estaban exacerbados los odios y conflictos
de clases; los dueños y propietarios se empeñaban en enriquecerse en el
más corto tiempo posible, para lo que era necesario estar desprovistos de
todo tipo de consideraciones humanas y ser lo suficientemente fuerte para
explotar los recursos que poseían y a los hombres que se le subordinaran,
por un salario que siempre pensaban que era el mejor pagado del mundo.
Contra los emigrantes además se sumaba la discriminación por su
condición de extranjeros, pues aunque hasta finales del siglo pasado Cuba
era una colonia de España, la representación de la Metrópoli la ostentaban
las capas gobernantes, entre los que ñguraban los explotadores, y no los
que aunque de esa misma nacionalidad se tenían que emplear. Esta situación
se agudizó en el presente siglo con la presencia en el país de numerosas
empresas norteamericanas. Los canarios que como extranjeros eran
víctimas de esta discriminación eran despreciados por los peninsulares,
incluso por los mismos de su propia clase, los que constantemente los
calificaban de brutos e ignorantes, basándose en que procedían de las
empobrecidas islas donde vivían en condiciones más difíciles. Esto no
significaba que no fueran preferidos para el trabajo, donde siempre demostraban
laboriosidad y honradez. Los actos de discriminación se expresaban
en salarios más bajos, los trabajos más duros y reducirles su espacio
en la sociedad.
Los canarios, frente a estas crueldades eran más indefensos que otros;
pocos podían reclamar sus derechos por la falta de experiencia y hábitos
79
de luchas sindicales, ya que entonces en el Archipiélago Canario eran muy
débiles las organizaciones obreras o prácticamente inexistentes en la mayoría
de los lugares de procedencia de los emigrantes. En el siglo pasado
en Canarias no se conocían las huelgas, ni otras vías de reclamos salariales.
Aquí tampoco contaron con apoyo en este sentido, pues no fue hasta
1872 que se organizó la primera Asociación Canaria con estos fines, y el
movimiento obrero tuvo sus primeras organizaciones en la segunda mitad
del siglo pasado.
Fueron los canarios que trabajaban en la construcción del ferrocarril
Habana-Güines los protagonistas de la primera protesta obrera en febrero
de 1837, cuando 23 de ellos se quejaron ante el alcalde de Santiago de
Bejucal. Protesta que las autoridades atendieron con el envío a la cárcel de
los afectados obreros y luego regresados a sus labores ahora en condiciones
de «forzados», lo que agudizó su condición de más que asalariados,
esclavos.
La poca efectividad de estas vías de lucha y los sufrimientos de tan
aguda explotación llevaron a los canarios a sumarse a las guerras
independentistas cubanas en el siglo pasado y a las luchas obreras y sociales
en el presente siglo. José Miguel Pérez, nacido en la isla La Palma fue
el primer Secretario General del primer Partido Comunista de Cuba, fundado
en 1925, así como en esa época las organizaciones obreras que surgían
contaban en sus filas con la más decisiva participación isleña.
Durante muchos años el salario fue el sustituto del látigo del mayoral.
Hoy sin duda que los tiempos han cambiado para los trabajadores, el
movimiento obrero ha ganado en organización y su nivel de vida ha
aumentado. No obstante las luchas obreras están presentes y tendrán que
estarlo frente a las injusticias sociales, cada día se reduce más el acceso
de las capas más pobres a la renta nacional; si en 1980 el 20% de la
población tenía acceso al 4% de la renta nacional, en 1990 disminuyó al
3,1%. A esta situación hay que sumarle el desempleo, la agudización, en
algunos países, de la inseguridad social y la explotación de niños y
mujeres.
Especial situación confrontan los países del Sur, que representan el
75% de la población mundial, apenas alcanzan el 19% del producto. El
7% menos que una década atrás^". Ese es el escenario de la mayoría de las
luchas obreras, porque sobre ellos cae el mayor peso de la explotación
aguda que vive la humanidad.
2" Véase, SUÁREZ SALAZAR, Luis: «Cuba: realidad y utopía». En Madrid-Cuba, un
puente de ONGS, Saljensa, 1995.
80
Todo lo antes expuesto nos permite asegurar que los reclamos de los
canarios que protestaron en 1837 son válidos hoy para los oprimidos del
mundo, y que ese gesto de rebeldía marcó un cambio en el comportamiento
social del emigrante canario frente a la injusticia del medio social al que
tuvieron que adaptarse.
5. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
BRITO, Osvaldo, y HERNÁNDEZ, Julio: Introducción a Vacauaré... (Vía Crucis).
Edición Bechomo, Canarias, 1980.
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