mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
EL PERIODISMO REPUBLICANO EN TENERIFE (1868-1936): ALBORADA, PLENITUD Y OCASO DE UNA PRENSA POLÍTICA JULIO ANTONIO YANES MESA 1. EL PERIODISMO REPUBLICANO EN TENERIFE (1868-1936): ALBORADA, PLENITUD Y OCASO DE UNA PRENSA POLÍTICA El período existencial de la prensa republicana tinerfeña transcurre entre la gestación y la disipación de las dos experiencias republicanas que, iiasta el momento, ha vivido el Estado Español. Un mero repaso a la evolución política y a la libertad de expresión en los años colindantes a ambos períodos históricos, nos brinda una primera explicación a tal acotamiento. Pero si nos paramos a observar con detenimiento, periódico a periódico', la trayectoria específica del sector, distinguimos, como si de un ciclo vital se tratara, unos balbuceos iniciales propios a todo nacimiento, una madurez subsiguiente no menos típica en todo ciclo vital y, finalmente, el irreversible ocaso que culmina en la inevitable extinción por propia caducidad. La evolución específica de su promotor, el republicanismo de la Isla-, no resulta satisfactoria para explicar en profundidad tal trayectoria, pues el período más brillante de su andadura, los años de la II República en los que hegemonizó la vida ptibli-ca de la Isla, coincidió con la última etapa, la del ocaso, del periodismo republicano en Tenerife. En los renglones que siguen, pretendemos demostrar que la trayectoria de la prensa republicana tinerfeña, más que a los avatares del repu- 1. Para elaborar el presente trabajo, hemos consultado todos los periódicos republicanos que conservan la Hemeroteca de la Universidad de La Laguna y la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Para evitar una excesiva sucesión de notas a pie de página sin renunciar a la verificabilidad de nuestro relato, hemos reducido las específicas de los periódicos al respaldo de los datos determinantes. 2. Se trata de una apreciación atisbada por nosotros en el desarrollo de nuestra investigación, pues el republicanismo tinerfeño hasta el momento sólo ha merecido el estudio de su etapa inaugural en la obra de Alberto SÁNCHEZ DE ENCISO; Republicanismo y repii-blicaiws en el Sexenio Revoliicionnrio. El caso tinerfeño. Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canarias. 1991. 27 blicanismo, a la censura, a la madurez política o a cualquier otra consideración externa, debe atribuirse a la evolución específica del periodismo canario, que en aquellos años presenció el inicio y finalización de su etapa ideológica''. De ahí su paradójica evolución tras nacer con el Sexenio Revolucionario, alcanzando su cénit en años tan poco propicios para el republicanismo como los centrales de la Restauración y quedando relegada del panorama periodístico de la Isla, precisamente, en los años de la II República, cuando el republicanismo tinerfeño conocía sus momentos más boyantes. Y es que repasar el ciclo vital de la prensa republicana en Tenerife, supone algo así como ilustrar los contornos e interioridades de la etapa ideológica del periodismo canario. 2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA PRENSA REPUBLICANA TINERFEÑA 2.1. En los albores de la politización del periodismo isleño: los primeros balbuceos. Para buscar los orígenes más remotos de la prensa republicana tiner-íeña, debemos retrotraer nuestra atención al despertar de la prensa política en las Islas y, más en concreto, a la gestación de "El Progreso de Canarias", periódico que apareció en Tenerife en 1868, en una fecha tan significativa como el 2 de mayo, rindiendo tributo a la Constitución de 1812. Para esgrimir tal declaración de principios, sus mentores habían satisfecho la fianza de diez mil reales de vellón exigida por la ley de imprenta vigente, requisito que hasta entonces había constituido un valladar casi infranqueable para la creación de prensa política en las Islas''. ?i. Véanse al respecto los artículos de Julio Antonio YANES MESA: "El periodismo tinerfeño en el siglo XIX" y "El periodismo tinerfeño en el siglo XX", en Historia de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, tomos de los siglos XIX y XX, respectivamente, Santa Cruz de Tenerife, en prensa. 4, En efecto, sólo en dos breves paréntesis en los que no estuvieron vigentes la prohibitivas fianzas, Tenerife había presenciado la gestación de periódicos con cierta vocación política. La primera secuencia data del inicio de 1837, en concreto, de los días comprendidos entre la Revolución de La Granja y la promulgación de la ley de imprenta de 22 de marzo, cuando estuvo vigente la legislación del Trienio Liberal, lo que permitió que surgieran "El Atlante", moderado, y "El Tribuno" y "El Pigmeo", éstos progresistas. La segunda .secuencia llegó a comienzos de 1841. tras la renuncia de María Cristina a la Regencia, cuando la Junta Gubernativa de Canarias restableció, por su cuenta y riesgo, la legislación del Trienio Liberal, lo que permitió la aparición de "Folletín de Noticias Políticas", que presumía de progresista, y de "El Daguerrotipo", de talante moderado, luego sucedido por "El Teide", cercenando la coyuntura el restablecimiento de la ley de 22 de marzo de 1837 tras la oportuna aclaración de Madrid. Al margen de estos dos períodos, en los precedentes de la prensa política tinerfeña también figuran "La Asociación" y "La Fe", ambos nacidos en el Bienio Progresista sin explicitar abiertamente sus tendencias ideológicas. 28 Tanto su director, el marqués de la Florida, como buena parte de sus redactores, caso de Miguel Villalba Hervás, Emilio Serra y Darío Cullen, habían formado parte del comité progresista de Santa Cruz que, aglutinando al sector más inquieto de la sociedad tinerfeña del momento, a comienzos de 1866 había promovido el periódico "El Insular"^ satisfaciendo, por vez primera en la Isla, el hasta entonces prohibitivo depósito de los periódicos políticos. La inmediata disolución del partido y, a raíz de la suspensión de los órganos progresistas por los sucesos de Madrid del 22 de junio, la retirada de sus miembros de la redacción del periódico''', había desembocado, dos años más tarde, en la gestación de "El Progreso de Canarias". Mientras tanto, "El Insular", que no estaba reconocido como órgano oficial del partido en Madrid', había proseguido hasta finales de 1866 en calidad de periódico de intereses materiales, porque con la deserción de sus bases había visto esfumarse la fianza. Meses más tarde, en vísperas de la aparición de "El Progreso de Canarias", "El Insular" reaparecía estancado en su orientación progresista fundacional, como si nada hubiera cambiado en el país, para convertirse, tras la inmediata revolución de septiembre, en el más enconado enemigo de los primeros periódicos tinerfeños de orientación republicana. Nada más saltar a la palestra periodística, "El Progreso de Canarias" empezó a reclamar para las Islas un protagonismo en la política del Estado que contradecía a los sectores que propugnaban la más estricta neutralidad. En tanto en cuanto duró el régimen isabelino, el neófito sufrió toda suerte de secuestros y mutilaciones, por lo que a menudo apareció con amplios espacios de su paginado en blanco. Luego, tras los sucesos del puente de Alcolea, sus redactores, junto a algunos de sus antiguos compañeros de redacción de "El Insular", tales como Bernabé Rodríguez y José Suárez Guerra, y otros personajes que supieron poner- 5. En efecto, a los pocos días de su aparición, "El Insular" publicó una carta de adhesión del Partido Progresista de Santa Cruz al manifiesto de 20 de noviembre de 1865 del comité central del partido. Entre los firmantes, además del marqués de la Florida, Miguel Villalba Hervás, Emilio Serra y Darío Cullen, figuraban Pedro Joaquín Vergara, Luis Marín del Corral, Patricio De la Guardia. José Suárez Guerra, Fernando Pérez, Gregorio Carta Castro, Antonio Tutzo, Rafael Perales, Germán Ramos y, el director de "El Insular", Salvador Vidal. En La Laguna también surgió un comité local bajo el liderazgo de Gaspar de Vargas, Sebastián Álvarez y Fernando Final. Muchos de los precitados, habrían de jugar un papel fundamental en los primeros balbuceos de la prensa republicana en Tenerife (véase: El Insular, I7-I-I866, p.l). 6. Véase: El Insular. 7-7-1866, p. I, donde Miguel Villalba Hervás y Emilio Serra comunican a Salvador Vidal su intención de abandonar la redacción del periódico. 7. Ihídem. 14-4-1866, p. 2, donde varios miembros del ya extinto comité local del Partido Progresista de Santa Cruz, reconocen que el periódico no había sido reconocido como órgano oficial por el comité central de Madrid. 29 se a tono con los nuevos tiempos, compusieron la Junta Superior de Gobierno de Canarias^ A resultas de la coyuntura, nació el primer periódico que dio claros indicios de orientación republicana, "La Libertad", de momento ocupado en intentar que toda la Región acatara a la naciente Junta de Santa Cruz pues, no sólo en Las Palmas sino en otras localidades de las Islas, habían surgido entes similares. Mientras las embrionarias facciones políticas isleñas pugnaban por el control de la situación, "La Libertad" entraba en discrepancias con "El Insular" que, sin evolucionar un ápice desde su nacimiento en 1866, se había convertido en portavoz de los sectores más conservadores de la revolución'-*. Las mayores polémicas fueron a cuenta de la renovación de ayuntamientos y organismos diversos de las Islas, cuando "El Insular" defendió la actuación del Gobernador Civil, representante del Gobierno Provisional, Camilo Benítez de Lugo. Luego, en el fragor de la batalla, el pionero de los periódicos aperturistas de la Isla cometió la torpeza de cuestionar la legitimación de la junta santacrucera, dominada por los sectores más avanzados de la revolución, para imponer su autoridad sobre todo el Archipiélago, lo que fue inteligentemente utilizado por sus rivales para, arrastrando a las publicaciones despolitizadas, endosarle un unánime manifiesto de repulsa de toda la prensa de la Isla por poner en tela de juicio los derechos de la capital de Canarias sobre todo el Archipiélago'". Al menos en Santa Cruz, la junta controló plenamente la situación, pues las inmediatas elecciones municipales, celebradas en diciembre, fueron ganadas por la candidatura de "La Libertad", que se decía representar a un partido progresista-democrático". Días más tarde, hablamos de comienzos de 1869, a las subsiguientes elecciones a Cortes Constituyentes, concurría una original conjunción isleña, sin parangón a nivel de 8. Véase: El Progreso de Caiwrias. 5-10-1868. 9. Tras la huida de Isabel II. "El Insular" abogó por la unión de "todos" los impulsores de la revolución para, a los pocos días, apoyar la fusión de los sectores liberales de Santa Cruz bajo el liderazgo de Fernando Viejobueno, Juan García, Eduardo Domínguez, Nicolás Alfaro y Ramón Gil-RoIdán (véase: EÍ Insular. 28-9-1868, p. 3). 10. El manifiesto no sólo fue suscrito por los periódicos políticos de izquierda, caso de "El Eco del Comercio". "El Guanche", "El Progreso de Canarias" y "La Libertad", sino también por la publicación pedagógica "El Auxiliar" y la revista literaria "El Museo Canario" (véase: El Insular. 2-12-1868. p. I; y periódicos citados en tal fecha). 11. En efecto, los concejales electos, todos con un número de votos muy similar, pues basculaban entre los 869 y los 879. fueron: José Suárez Guerra, Manuel García Calveras, Patricio De la Guardia, Emilio Serra. Juan Carta, Juan Barriuso, Nicolás Hernández, Cesáreo Baudet, Antonio Tutzo, Francisco Hernández. Gumersindo Robayna, Manuel Ferreyra, Cirilo Romero, Germán Ramos, Manuel García Andueza, Domingo Machado, Carlos Miranda y Miguel Sarmiento (Véase: La Libcrlad. 27-12-1868, p. 1). 30 todo el Estado, que aglutinaba a un recién constituido partido demo-crático- republicano de Tenerife con el "progresista avanzado"'^. Los candidatos, que a un tiempo representaban tendencias políticas y demarcaciones territoriales, eran el ya republicano Bernabé Rodríguez, el "progresista avanzado" marqués de la Florida y el independiente Valeriano Fernández Ferraz. En la candidatura rival, promovida por el partido monárquico-democrático de Santa Cruz, figuraban Feliciano Pérez Zamora, Francisco Monteverde León y Juan Moreno Benítez. Unos y otros, pues, daban cuerpo a un dilema político que los tinerfeños, como el resto de los españoles, se dispusieron a dilucidar, por vez primera, a través del sufragio universal masculino. Esta vez, los periódicos de la Isla, al amparo de una legislación que, además de dar libertad de prensa, pretendía estimular la creación de cabeceras políticas con la supresión del depósito previo, el abaratamiento del papel y la reducción de los derechos de timbre'\ tomaron partido por una u otra opción. Las amplias expectativas sociales que abrió la revolución y el fiel clientelaje que ofrecían las embrionarias formaciones políticas isleñas, también contribuyeron a la politización del periodismo isleño. Con tales bases, "La Libertad", "El Progreso de Canarias" y el adherido "El Guanche", por las izquierdas; y "El Insular" y su afín de reciente gestación "La Correspondencia Isleña", por las derechas, se enzarzaron en las primeras, aunque tibias, polémicas políticas a instancias del credo republicano, pues, en esencia, no hacían otra cosa que sopesar, aunque con pareceres encarados, los pros y contras de tal opción para el país, Al final, las votaciones evidenciaron la dicotomía que existía, y existiría por mucho tiempo, entre Santa Cruz, donde ganó la candidatura de izquierdas, y el interior de la Isla, que al final dio las tres actas de diputado a los candidatos monárquicos. Lejos de amilanarse por la derrota, el ala más avanzada del sector que promoviera "El Insular" allá por 1866, una vez decantada por la opción republicana, consolidó su organización como partido político. Así, mientras de cara a tiempos venideros gestaba una asociación juvenil aneja, para afrontar el día a día reforzaba su proselitismo en la Isla con la promoción, al calor de las libertades, de varios órganos en prensa. En un principio, el naciente republicanismo tinerfeño se conformó con el concurso del viejo periódico "El Eco del Comercio"''', que bajo el subtitular "demócrata" actuó de portavoz oficioso del naciente comi- 12. Véase: La Libennd. 15-1-1869. p. 1. 1.'^. Véase la obra de María Cruz SEOANE: Historia del Periodismo en España, 2. El siglo XIX. Alianza Editorial, Madrid, 1983. pp. 266-268. 14. Véase: El Eco del Comercio. 19. 26 y 29-5-1869, p. 2. 31 té republicano de Santa Cruz'-''; pero después, promovió sus propios órganos en prensa. En La Orotava presenció la irrupción del semanario "La Asociación" que, bajo la dirección de Joaquín Escudero, debió ser expresión de la minoría intelectual ajena a la clase dominante isleña que por entonces promovió comités republicanos en diversas localidades del interior de la Isla"'. El paso más decisivo vino a continuación, cuando "El Progreso de Canarias", hasta entonces neutral dentro de los sectores demócratas de izquierda, adoptó el subtitular "Diario Republicano"'''. El proceso culminó a los pocos días tras la fusión de "La Libertad", "El Guanche" y "El Progreso de Canarias" para dar vida a "La Federación", el primer órgano oficial del naciente Partido Republicano de Tenerife. 2.2. Eli torno a la I República: el despertar de las ideologías. "La Federación" apareció en Santa Cruz de Tenerife el 3 de agosto de 1869 bajo la dirección de Miguel Villalba Hervás. Nada más saltar a la palestra periodística, el neófito encontró en el Gobernador Civil de Canarias, Eduardo Garrido Estrada, un valladar infranqueable a la hora de defender sus puntos de vista, sufriendo, junto a los otros órganos republicanos del momento, un fuerte acoso que culminó con un cierre generalizado de la prensa del sector y la deportación en masa de sus redactores a otras islas del Archipiélago"*. Meses más tarde, reaparecía "La Federación" para, anunciando el derrotero que tomaría la facción dominante del republicanismo tinerfeño, adoptar una postura mucho más pragmática. A partir de entonces, defendió su ideología republicano-federal con campañas periodísticas dentro de la legalidad, cesando con la desaparición de la I República. Coetáneo a "La Federación" y, por tanto, compañero en venturas y desventuras, fue el semanario "El Pueblo"''-*, que apareció a comienzos de 15. Véanse detalles del momento histórico en la obra de Alberto SÁNCHEZ DE ENCI-SO: Republicanismo y republicanos durante el Sexenio Revolucionario. El caso tinerfeño, opus cit. pp. 21-51. 16. Por ejemplo, en Güímar. el médico Miguel Espinosa promovió un comité local republicano (véanse detalles en: El Progreso de Canarias, 1-7-1869). 17. Véase: El Progreso de Canarias, editorial del 7-6-1869. 18. Véase: La Federación, .•?-8-1871, ejemplar que rememora tales hechos, hace balance de su trayectoria y traza propuestas de futuro. Entre los deportados figuraban: Miguel Villalba Hervás, Antonio Félix Daroca. Darío Cullen, Claudio Sarmiento, Rafael Calzadilla y Patricio De la Guardia. 19. Aunque los ejemplares conservados de uno y otro no van más allá de 1871, por Luis Maffiotte sabemos que ambos prosiguieron hasta 1874 (véase la obra de Luis MAFFIOTTE: Los periódicos de las Islas Canarias. Apunte.': para un catálogo. Biblioteca Canaria, Madrid, 1905. tomo I, p. 129). 32 1870 bajo la dirección de su propietario, Antonio Félix Daroca, con la colaboración de Patricio De la Guardia, ambos miembros de la ejecutiva del Partido Republicano de Tenerife. El neófito, que no era órgano oficial del partido, nació con el exclusivo propósito de difundir sus tesis en favor de una República Federal, para lo cual recurrió con reiteración, al igual que los restantes periódicos políticos del momento, a la transcripción de artículos procedentes de periódicos peninsulares de ideología afín. Obsesionado por su cometido proselitista, a lo largo de su existencia procuró ignorar las provocaciones de "El Insular" y "Las Canarias"^'' para eludir polémicas que, normalmente, degeneraban en enfrentamien-tos personales. Con un latente republicanismo-federaP', aunque teñido del suficiente pragmatismo como para aceptar la Constitución de 1869, el 2 de septiembre de 1871 apareció "La Propaganda" bajo la dirección de Gabriel Izquierdo Azcárate. El que habría de ser presidente de I República, Manuel Ruiz Zorrilla, era su referente a escala estatal, mientras que Emilio Serra, por entonces alcalde de Santa Cruz, y el marqués de la Florida lo eran a nivel local. Informativamente hablando, el neófito adoptó un semblante frío en base a colmatar su primera página con datos procedentes del movimiento portuario, del registro civil, cuando no con alguna poesía o reportaje; mientras en las páginas interiores descubría una fuerte virulencia en su línea editorial y en sus polémicas con los periódicos de ideología contraria. A poco de comenzar 1872 renovó la redacción^^, que no la línea editorial, cesando en agosto para reaparecer antes de finalizar el año bajo la cabecera "El Radical de Canarias". Esta vez, fue reconocido como órgano oficial por el comité radical de Madrid que presidía Ruiz Zorrilla-\ conservando su consabido pragmatismo y discrepando con los sectores demócratas que rechazaban la Constitución de 1869. Tras la proclamación de la I República, cesó para que sus correligionarios redefinieran con absoluta libertad sus posicionamientos ideológicos. Otros órganos republicanos de esta etapa inaugural movieron su línea editorial a los extremos ideológicos de los periódicos precitados. A la izquierda estuvo "La Justicia" que, promovido y redactado en 1873 por Eduardo Ramos, Salvador Mújica, Salvador González, Santiago González y Francisco Martín Flores, fue algo así como el portavoz del ala del 20. Véase su postura ante las polémicas de "La Federación" con "La Voz del Teide" asimismo, las directrices de su línea editorial en: El Pueblo, 3-1-1871, p. 3. 21. Véase; La Pmpagandci. 16-7-1871, p. 2. 22. Ihídem, 22-2-1872. 23. Véase: El Radical de Canarias, 1-2-1873. 33 republicanismo tinerfeño con mayor preocupación social, radicalizando su postura con la posterior entrada en la redacción del joven abogado Emilio Monasterio-''. En el otro extremo del abanico ideológico estuvo "El Estado Canario", que nació a mediados de 1873 para respaldar, por considerar que era la única forma de salvar el régimen, el giro a la derecha que Salmerón dio a la República. Comoquiera que por entonces sobrevivía el grueso de los periódicos precitados, el periodismo republicano tinerfeño alcanzaba el cénit de su despliegue inicial para, con la crisis del régimen republicano, entrar en declive. Aún así, la semilla republicana había calado con tanta profundidad en la sociedad tinerfe-iia, que pronto surgió una nueva cabecera: "El Memorándum". 2.3. En el tramo inicial de la Restauración: los primeros debates ideológicos y estratégicos dentro del republicanismo. "El Memorándum" apareció en Santa Cruz de Tenerife bajo la dirección de José Manuel Pulido como órgano oficial del Partido Republicano de Tenerife. Criptorrepublicano en los primeros años de la Restauración, lo que no quiere decir ajeno a las polémicas con los órganos monárquicos, sus correligionarios de Santa Cruz de Tenerife, La Laguna, La Orotava y Santa Cruz de La Palma decidieron salir, poco a poco, del anonimato en la primavera de 1879 para adherirse a la reciente circular de abril elevada por el periódico madrileño "El Tribuno" a todos los demócratas del Estado-'. Luego, tras el acceso de Sagasta al poder y, más aún, desde la promulgación de la permisiva ley de imprenta de 1883, actuó abiertamente como órgano oficial del Partido Republicano de Tenerife, en cuya cúspide figuraban los ya históricos José Suárez Guerra, Miguel Villalba Hervás y José Manuel Pulido, suscribiendo con posterioridad todos los llamamientos de la prensa demócrata de Madrid. Con una línea editorial esencialmente pragmática, a remedo de la emprendida años atrás por "La Federación", lo que le ocasionó más de un encontronazo con periódicos tinerfeños de ideología afín, prolongó su trayectoria hasta 1895 ocupando un lugar de privilegio, al calor del fuerte enraizamiento del republicanismo en Santa Cruz, en el panorama periodístico de Tenerife. La primera oleada de periódicos gestados por sectores afines al repu- 24. Dado que la Biblioteca Municipal de Santa Cruz sólo conserva un único ejemplar de este periódico, el del 15-.1-I87.^ (n." 20), para introducimos en sus interioridades no hemos tenido más remedio que confiar en la obra de Alberto SÁNCHEZ DE ENCISO: Republica-nisnuí Y republicanos durante el Sexenio Revolucionario. El caso tinerfeño, opiis cit, pp. 177-178. 25. Véase: El Menuminclwn. 10-7-1879, 5-8-1879 y 15-8-1879. 34 blicanismo en los años de la Restauración, llegó a Tenerife tras el estío de 1879, esto es, a raíz de la circular de "El Tribuno" de Madrid. Alguno que otro, remedando actitudes propias de la etapa inaugural, movió su línea editorial en el terreno demócrata sin explicitar abiertamente su opción. Tal fue el caso del semanario "El Progreso" que, bajo la dirección de Manuel Ángulo Laguna-*^, apareció en la Ciudad de los Adelantados con un semblante despolitizado. Sus inmediatas polémicas con el no menos engañoso, pues evidenciaba un fuerte substrato conservador, "la Unión Lagunera", hicieron aflorar en "El Progreso" su latente orientación política con la adopción del subtitular "Periódico Democrático"^''. Tras ver multiplicado el número de sus enemigos, el pionero de los periódicos republicanos de La Laguna cesó. En la misma ciudad, aunque con un trasfondo republicano-federal fuertemente cimentado, a los pocos meses apareció "El Popular". Dirigido por Patricio Estévanez con la colaboración de los hermanos Elias, Antonio y Tomás Zerolo, nada más hacerse público el manifiesto del 1 de abril de 1880 del Partido Democrático-Progresista de Madrid en favor de la unión de todos los demócratas bajo los principios de la Constitución de 1869, se apresuró a reafirmar sus tesis federales y a proponer, en lugar de una fusión, una coalición respetuosa con todas las tenden-cias-**. De inmediato empezó a polemizar con los periódicos republicanos partidarios de la integración, caso de "El Memorándum", al que acusaba de carecer de ideario, y del peninsular "La Asociación", del que, a su vez, recibía críticas por utópico. Tras conseguir el apoyo del comité local de un autonominado Partido Democrático, cesó. Previamente, el Valle de La Orotava también había presenciado el afloramiento de prensa republicana, pues en 1879 la Villa había visto circular por sus lares el fugaz periódico "El Cosmopolita". Apenas había entrado en reflujo la oleada de 1879, cuando la prensa demócrata y republicana volvió a conocer otra notable expansión en la Isla. El pionero de esta etapa fue "La Democracia" de Manuel Ferrey-ra, que apareció en febrero de 1881 para reclamar la tan ansiada unión de todos los demócratas de Canarias en base al manifiesto del 1 de abril de 1880. Con ello entró en polémica con el viejo periódico "las Noticias" que, en manos de Patricio Estévanez, Rafael Calzadilla y Alfonso Dugour, había adquirido un fuerte tono republicano-federal. Mientras tanto, había aparecido "El Propagandista" que, contradiciendo a los que 26. Se trata de un dato desvelado por "La Unión Lagunera", pues "El Progreso" siempre ocultó el nombre de sus redactores (véase: La Unión Lagunera, 16-9-1879, p. 3). 27. Véase: El Progreso de La Laguna, 13-8-1879. 28. Véase: El Popular. 16-5-1880, "Aclaración" en p. 1. 35 propugnaban un proceso gradual por inmadurez del pueblo español, había reclamado la inmediata democratización de la vida pública del Estado. No sin ciertos roces, los tres periódicos aproximaron pronto posiciones para, a continuación, secundar a "El Memorándum" en su papel de órgano del Partido Republicano Tinerfeño. En el verano de 1881, la prensa republicana y demócrata tinerfeña, por entonces con una amplia representación en base a cuatro cabeceras, entró nuevamente en discordia, aunque ahora más por estrategias políticas que por diferencias ideológicas. El detonante fueron las inmediatas elecciones a Cortes, cuando el Partido Conservador, en su tenaz oposición al liberal, acordó dar su apoyo al candidato republicano Miguel Villalba Hervás para perjudicar a Francisco Fernández Bethencourt. Nada más hacerse pública tal resolución, "La Democracia" y "El Propagandista"^'-* pidieron, al Partido Republicano Tinerfeño, la retirada de la candidatura y, a sus correligionarios, el voto testimonial para Manuel Ruiz Zorrilla; a lo que se opuso el órgano oficial, "El Memorándum", con el apoyo de "Las Noticias". Una vez que Villalba Hervás obtuvo el escaño en compañía del conservador Feliciano Pérez Zamora, los cuatro periódicos se enzarzaron en reproches mutuos en base a que sus iniciativas habían beneficiado, según el caso, al "contubernio" o al "fusio-nismo". Con posterioridad, todos ellos se fueron adhiriendo a los sucesivos manifiestos que elevó la prensa demócrata madrileña a sus afines de provincia, lo que no significó que desapareciera el feroz intercambio de descalificaciones. Acto seguido, los redactores de "Las Noticias", tras entrar en discordia con el propietario del periódico, promovieron "Las Novedades"^" para, dejando en segundo lugar sus tesis federales, proseguir su campaña en favor de la unión de todos los sectores del republicanismo, lo que hicieron hasta finales de 1890. Mientras tanto, "La Democracia" cesaba tras el amarre del cable; en tanto "El Propagandista", que había suspendido la edición a mediados de 1882, había reaparecido en la primavera de 1884 con el único propósito de desacreditar la candidatura de su viejo enemigo Feliciano Pérez Zamora a las inmediatas elecciones municipales". Pero el asalto y destrozo que sufriera su establecimiento tipográfico, la imprenta que Francisco Solís instalara por entonces en La Laguna, precipitó por segunda vez su cese. Meses más tarde volvería a reaparecer en Santa Cruz, aunque no menos efímeramente, para propugnar la formación de un partido político regenerador en La Laguna; pro- 29. Véanse: El Propagandista, n y 20-8-1881; y La Democracia, 17-8-1881. TtO. Véase: Las Novedades, editorial del 25-7-188.^. .•^1. Véase: El Propagandista, 26 y 29-4-1884. 36 tagonizando su última etapa a mediados de 1885, ya como órgano de un partido demócrata-monárquico de Tenerife, tras lo cual cesó definitivamente. Otras cabeceras próximas al republicanismo en aquellos años fueron "El Demócrata", que sobrevivió a caballo de 1884 y 1885, y el que fuera su apéndice informativo, luego su sucesor, "Ultima Hora", que combinando su militancia ideológica con un cierto afán informativo, consiguió sobrevivir hasta 1889 con una singular línea editorial. En aquellos años nacieron otros periódicos republicanos con líneas editoriales muy particulares, lo que les hizo protagonizar trayectorias atí-picas dentro del periodismo tinerfeño. Tal fue el caso del semanario "La Verdad" que, nacido en 1886 sin el más mínimo comedimiento, sufrió un inmediato acoso del Fiscal de la Audiencia de Canarias que provocó su cese cuando apenas había editado una docena de números'^. Más singular aún, aunque en sentido contrario, adoptando una línea editorial que sería emulada por otros periódicos republicanos con el paso del tiempo, fue el "Diario de Tenerife" de Patricio Estévanez. Nacido el 1 de noviembre de 1886 con el arropamiento de la sección de comercio de Santa Cruz, el neófito abrió sus páginas al exterior y adoptó un talante esencialmente ecuánime, que no neutral, lo que le valió el mote de órgano "republicano de salón"^\ A tono con su singular línea editorial, adoptó un semblante noticioso y despolitizado, abogando en favor de su credo republicano con suma elegancia. Pronto, al apoyo de sus correligionarios unió el de los raquíticos sectores letrados de Santa Cruz interesados en conocer la actualidad, con lo que se encaramó al primer puesto del periodismo de entonces en detrimento de "El Memorándum", desfasado por su discontinuidad y desatención a las posibilidades que ofreciera el cable desde su amarre. En tanto en cuanto las fuerzas del sistema no clarificaron su bifurcación, lo que ocurrió con el cambio de siglo a remolque del "Pleito Insular", "Diario de Tenerife", con esa singular línea editorial, ejerció una clara hegemonía en el periodismo tinerfeño del momento. En vísperas a la desaparición de "El Memorándum" en 1895, cuando el periodismo republicano tinerfeño había nuevamente caído en horas bajas, la nueva savia del partido, aglutinada en la Juventud Republicana de Santa Cruz, promovió varios órganos de prensa. El pionero de esta etapa fue "El Pueblo" que, bajo la sucesiva dirección de Francisco Rodríguez López y Gundemaro Baudet Gámez, apareció a mediados de 1894 blandiendo la bandera de un radical tinerfeñismo^''. En su redac- 32. Véase: La Verdaíl. "Semanario Libre-pensador", 1.3-11-1886. 33. Véase, por caso; Lo Opinión Lagunera. 6-7-1896. 34. Véase: El Pueblo, editorial del 8-9-1894. 37 ción inicial figuraban Bernardo Chevilly, Alfonso Dugour, Mario Arozena y Alfonso Delgado Lorenzo. Tras la desaparición de "El Memorándum", la novel publicación asumió el papel de órgano del Partido Republicano de Tenerife, para lo cual amplió formato, mejoró composición e ilustró su paginado con grabados. Cuando iba a cumplir su tercer aniversario, y tras suscribir el manifiesto de varios sectores del republicanismo estatal en favor de la unión de todas las tendencias, cesó^^. Años más tarde, hablamos de la primavera de 1899, el grueso de los redactores de "El Pueblo" promovió "La Palestra", periódico literario que no podía disimular el republicanismo que latía en su redacción. Esta vez, a instancias de Luis Rodríguez Figueroa, la publicación atemperó tanto su tiner-feñismo que abogó por un entendimiento entre las islas centrales del Archipiélago''', para lo cual organizó una comida de confraternidad con periodistas e intelectuales de ambas islas". Remarcando la crisis que por entonces atravesaba el republicanismo tinerfeño, la publicación cesó al cumplir su primer aniversario. En estos años finales del siglo XIX, el Valle de La Orotava también presenció la gestación de algunas publicaciones republicanas a iniciativa de los sectores más inquietos de su juventud. En pleno estío de 1896, en el Puerto de la Cruz apareció el semanario "Iriarte", que dirigieron, sucesivamente, Agustín Estrada Madan y Andrés Torrents. Al compás del Partido Republicano de Tenerife, el neófito suscribió las tesis unita-ristas de Fusión Republicana'^ que a escala estatal lideraban Gumersindo Azcárate y Nicolás Salmerón. Su oposición al gobierno conservador en el tratamiento de la cuestión cubana, le hizo transcribir de "La Conciencia Libre" el artículo "más carne", que propugnaba una república social en España federada con Portugal y los países iberoamericanos, lo que provocó el procesamiento de su director fundacional. En política local adoptó una línea combativa mucho más directa, sobre todo en los procesos electorales, cuando denunciaba con reiteración los endémicos fraudes de entonces. Cesó a finales de siglo para, poco después, entregar el relevo a "El Iriarte" que, dirigido por Agustín Martín Armas, conoció una trayectoria inmersa en dificultades similares. Previamente, y bajo la dirección de Juan Jacinto del Castillo, en la Villa de La Orotava había aparecido el fugaz semanario "El Orden", que .15. Ihídem. 6-4-1896. .S6. Véase: La Palestra, editoriales del II y 18-6-1899. .•<7. Para más detalles sobre "El Pueblo" y "La Palestra", véanse las anécdotas que cuenta uno de sus redactores, Bernardo Chevilly, en su obra: Recuerdos del tiempo viejo. Imprenta García Cruz. Santa Cruz de Tenerife, I9.'?2, pp. 49-66. .18. Véase: Iriarte, 2-8-1897. 38 apenas tuvo tiempo para proponer a su coetáneo lagunero, "La Luz", la reorganización del republicanismo en la Isla''^. Pero éste, de reciente gestación, estaba inmerso en una insostenible crisis por su forzada edición en Santa Cruz tras un encontronazo con las altas jerarquías eclesiásticas de la Isla. Dirigido por José Manuel Arozena y redactado, entre otros, por Luis Rodríguez Figueroa, Domingo Manrique y Bernardo Chevilly, tras comprobar en carne propia las horas bajas que atravesaban sus correligionarios, cesó acuciado por las estrecheces económicas. Pero los anhelos reorganizativos del republicanismo tinerfeño no cayeron en saco roto, pues a poco de comenzar el siglo un nuevo órgano recogió la antorcha de la reorganización: "El Ideal" de Santa Cruz. 2.4. En vísperas de la guerra europea: los años de esplendor. Bajo la dirección de Manuel de Cámara, "El Ideal" apareció en la primavera de 1901 con el ánimo de dar cauce a la tan ansiada reorganización del republicanismo isleño. Como hicieran sus antecesores, el neófito afrontó su cometido proselitista alternando las colaboraciones de la nueva savia republicana de la Isla, destacando Luis Rodríguez Figueroa y Mario Arozena Arozena, con fragmentos de obras y artículos de figuras históricas del republicanismo español, tales como Pi y Margall, Emilio Castelar o Nicolás Salmerón. Sus fuertes campañas contra el caciquismo y la corrupción, le reportaron continuas denuncias del Fiscal de la Audiencia de Canarias. A los dos años del inicio de su andadura, vio premiados sus esfuerzos con el concurrido mitin que sus correligionarios celebraron en el Teatro Guimerá. Poco después, al acoso de las autoridades locales se unieron los reproches antitinerfeñistas de "La Opinión" por su incauto discurso regional"" y, acaso, a instancias de ello, la pérdida de los anuncios de algunas casas comerciales, no pudiendo proseguir más allá del otoño de 1904. No había transcurrido un año, cuando el vacío que dejó "El Ideal" fue cubierto por el diario "El Progreso". Dirigido por Santiago García Cruz con la jefatura de redacción de Leoncio Rodríguez, el neófito volvió a plantear la necesidad de reorganizar el republicanismo en las Islas a remolque de anhelos que tenían escala estatal. A tal fin, se presentó como sucesor de "La Federación", "El Memorándum" y "Las Novedades", en cuanto a medio de aglutinación del republicanismo, que no de expresión de una determinada facción. A tono con la línea editorial de su antecesor, centró sus campañas iniciales contra el caciquismo y el 39. Véase: La Luz. 28-1-1900. p. 4; y editorial del 1-4-1900. 40. Véase: El ¡dea!. .31-3-1904. 39 feroz enfrentamiento que, a cuenta del pacto con el político grancanario León y Castillo, sostenían el diario conservador "El Tiempo" y el ahora liberal "La Opinión'"". Luego, a medida que el "Pleito Insular" adquirió virulencia, cerró filas con las fuerzas tinerfeñistas en el conglomerado "Unión Patriótica" dejando en segundo término su cometido republicano. En el otoño de 1910, cuando en Portugal triunfaba la República, Leoncio Rodríguez decidió abandonar la redacción de "El Progreso" para fundar, confiando la jefatura de redacción a Joaquín Fernández Pajares, un nuevo diario republicano: "La Prensa". De inmediato, el naciente periódico, con una pulcra composición, una inusual atención a la noticia y un tinerfeñismo de claro trasfondo archipielágico, se aupó a la cúspide del periodismo tinerfeño. Con ello, la prensa republicana alcanzaba su cénit en la Isla, pues disponía ni más ni menos que de tres cabeceras, "Diario de Tenerife", "El Progreso" y "La Prensa", que en nada tenían que envidiar a los órganos de las fuerzas del sistema restauracionista. A continuación, en el seno del republicanismo tinerfeño surgió una corriente partidaria de conseguir la tan anhelada unión mediante la integración en una fuerza política de ámbito estatal. El primer paso lo dio la Juventud Republicana a comienzos de 1911 cuando, sin estar dilucidada aún la "cuestión canaria", acordó ingresar en las filas de Alejandro Lerroux*^. Para demostrar a sus mayores la oportunidad de tal decisión, lo primero que hizo fue pedir apoyo al comité del partido en Madrid para la causa tinerfeña. Fuera por ello o por las amplias expectativas que por entonces suscitaba Lerroux, a los pocos meses nacía en Santa Cruz una comisión organizadora del Partido Republicano Radical de Canarias''^ con el propósito de aglutinar a todo el republicanismo isleño. De inmediato, "El Progreso" se apresuró a dar su apoyo a los promotores de tal iniciativa, pero también a salvaguardar su papel integrador y, por tanto, su derecho a representar también a las facciones disidentes; mientras "La Prensa" y "Diario de Tenerife" observaban los movimientos de sus correligionarios desde sus peculiares atalayas ideológico-informativas. Pero el proyecto radical no debió resultar muy atrayente, pues la tan ansiada integración a nivel insular volvió de inmediato al tapete, dis- 41. Véanse detalles del enconado enfrentamiento de ambos y, de paso, del periodismo tinerfeño en su conjunto, en el articulo de Julio Antonio YANES MESA: "El diario con- •servador "El Tiempo": una victima informativa del "Pleito Insular" en los años de la Restauración", en Anuario de Estudios Atlánticos, n.° 40, Patronato de la "Casa de Colón", Madrid-Las Palmas, 1994. pp. 547-59.'^. 42. Véase: El Progreso. 25-1-1911. p. 1. 43. íhi'deni. 25-7-1911, p. I. Firmaron el manifiesto: Francisco Delgado Martín, Evaristo Rodríguez. Basilio Martínez. Antonio Delgado Lorenzo, Tomás de Armas Quintero, Fernando Arozena y Francisco Martínez Viera. 40 crepando "El Progreso" y "La Prensa" en cuanto al modelo a seguir, pues mientras el diario de Leoncio Rodríguez proponía la creación de un partido republicano homogéneo con estructura democrática'''', el de Santiago García Cruz defendía una coalición de todas las tendencias a imagen de "Unión Patriótica". El dilema de entonces, por lo demás, quedó dilucidado en la reunión que, poco después, se celebró en el despacho de Emilio Calzadilla, donde salieron triunfantes las tesis de "El Pro-greso"'*\ Pero las inmediatas elecciones municipales dejaron nuevamente en evidencia la persistencia de la atomización, con todos sus males en el campo político, que no en el periodístico, del republicanismo tinerfe-ño. Previamente, "El Progreso" había conseguido que "Unión Patriótica", en irreversible declive tras la resolución de Canalejas, diera libertad a sus integrantes para que cada cual concurriera a los comicios defendiendo sus puntos de vista ideológicos, alegando que "...para practicar el patriotismo, no es necesario abdicar de los principios que cada cual sustente en punto a formas de gobierno..."""^. Los republicanos, por lo demás, escindidos en unionistas, radicales e independientes, cosecharon una estrepitosa derrota. En estos años marcados por el "Pleito Insular", la Juventud Republicana de Santa Cruz continuó promoviendo sucesivos y fugaces semanarios para secundar las campañas de sus hermanos mayores. A finales de 1909 había aparecido "El Radical"; en la primavera de 1911, "Germinal" que bajo la dirección de Enrique Carrasco, estuvo muy marcado por la coyuntura tinerfeñista del momento; y en el otoño de 1913, "Juventud" que, bajo la dirección de Francisco Martínez Viera, centró su línea editorial en conseguir la tan ansiada aglutinación de todas las facciones del republicanismo tinerfeño. Por entonces, una vez que la desaparición de "Unión Patriótica" había permitido a la vida política isleña recobrar la normalidad, "Diario de Tenerife", "El Progreso" y "La Prensa" proseguían en la cúspide del periodismo tinerfeño con sus peculiares posiciona-mientos al calor de la robusta, aunque políticamente escindida, clientela que generaba la fuerte implantación del republicanismo en Santa Cruz. En definitiva, eran años de fuerte politización para el periodismo isleño que, ante el subdesarroUo socioeconómico, las altas tasas de analfabetismo y el estado embrionario de la publicidad, no tenía otra opción 44. Véase: Lo Preíj.m, 27-7-1911. 45. Véase: El Progresn. .'í y 7-8-1911. Entre los asistentes a la reunión, además de los siete firmantes del manifiesto de adhesión al Partido Radical (véase nota n." 43), figuraban José Naveiras Zamorano. Francisco Naveiras Zamorano, Miguel Rodríguez Sacramento, Ramón Gil-RoIdán, Joaquín Estrada Pérez, Enrique Carrasco, Joaquín Fernández Pajares, Ildefonso Maffiotte, Leoncio Rodríguez y Santiago García Cruz. 46. Véase: £•/Frogre.w), editorial del 17-10-1911. 41 que medrar al amparo de las fuerzas políticas de las Islas para poder sobrevivir en un entorno tan poco motivador. Por entonces, cuando la prensa republicana ocupaba un lugar de honor en el panorama informativo de la Isla, un inesperado acontecimiento trastocó, súbitamente, las bases del periodismo isleño: el estallido de la guerra europea. 2.5. Con la llegada de la guerra europea: el principio del fin. Tras el estallido de la guerra europea, la siempre anodina política local entró en horas bajas arrastrando, en su declive, a los portavoces de los partidos y facciones'*' que, por entonces, eran los principales periódicos de la Isla. En la misma medida que los correligionarios descuidaban a sus órganos en prensa, éstos veían como, espontánea y crecientemente, atraían un público heterogéneo, no amalgamado por credos políticos o por compromisos como hasta entonces, al calor de la curiosidad general por los sucesos europeos. Los periódicos tinerfeños, pues, súbitamente presenciaban como el entorno que los había engendrado y desarrollado cambiaba espontáneamente. Ante la coyuntura, los tres diarios republicanos reaccionaron con medidas diferentes obteniendo, asimismo, resultados muy distintos. El de tirada más amplia, "La Prensa", consciente del nuevo rumbo que tomaba el periodismo tinerfeño, optó por renovar la orientación de su redacción sustituyendo a Joaquín Fernández Pajares para, poco después, adoptar el subtitular "Diario de Información General" con el ánimo de satisfacer la creciente demanda de noticias sobre la guerra. A resultas de ello, con el arropamiento de su creciente clientela se encaramó de inmediato al primer puesto del periodismo canario. Por su parte, "Diario de Tenerife", que aún conservaba el tono frío de su línea editorial y el carácter vespertino de su edición, entraba en una profunda crisis por quedar obsoleto en aquella crucial coyuntura. Por último, "El Progreso" optaba por permanecer fiel a su línea aglutinadora dentro del republicanismo tinerfeño incorporando, como única novedad, al exjefe de redacción de "La Prensa" Joaquín Fernández Pajares'"'. En coherencia con 47. En el otoño de 1915. fue noticia la que debió ser última reunión de estos años para reorganizar el partido republicano en Tenerife. Entre los asistentes con actividades en el periodismo figuraban: Manuel García Cruz, que en algún momento había asumido la dirección de "El Memorándum"; Enrique Carrasco, exdirector de "Germinal"; Francisco Martínez Viera, exdirector de "Juventud"; y Joaquín Fernández Pajares, por entonces redactor-jefe de "El Progreso" (véase: El Progreso. 12-10-1915, p. I.). 48. Joaquín Fernández Pajares, que había abandonado la redacción de "La Prensa" cuando ésta iba a relajar su compromiso político (véase: Gaceta de Tenerife, 4-11-1914, p. 3), un mes más tarde asumió la jefatura de redacción de "El Progreso" (véase: El Progreso, 4- 42 el mantenimiento de su compromiso político, el diario de Santiago García Cruz, en vez de dar primacía a la información sobre la guerra, acentuaba su carácter de plataforma de reivindicaciones políticas, sociales y económicas, lo que le ocasionó más de un disgusto con las autoridades locales^'^ A renglón seguido, cuando la crisis de la guerra y postguerra incidió en el periodismo isleño, los tres diarios republicanos recogieron el desigual fruto de su determinación. El más antiguo de los tres, "Diario de Tenerife", fue el peor parado, pues no tuvo otra opción que suspender la edición a finales de 1917. La renovación de su línea editorial y el adelantamiento de su hora de aparición a instancias de Francisco Martínez Viera, Ramón Gil-Roldán, Andrés Orozco y Rubens Marichal, que habían quedado a su cargo tras el desplazamiento de Patricio Estévanez a la Península por motivos de salud'", no pudieron evitar el anunciado descalabro. Por su parte, "El Progreso" sobrevivía acentuando su arrinconamiento en el republicanismo tinerfeño sin desviar ni un ápice la orientación política y la virulencia de su línea editorial". "La Prensa", en contraposición, salía airosa de la coyuntura con autonomía al calor de su plural clientela, a la que seguía atendiendo con una información que, cada vez más, prevalecía sobre su residuo ideológico. En aquellos años de transición, el periodismo tinerfeño presenció la gestación de nuevas cabeceras republicanas, algunas de tendencia socializante y todas de vida efímera y modesta. Obra de la Juventud Republicana de Santa Cruz fue "La Linterna" que, bajo la dirección de Rubens Marichal, apareció en el otoño de 1915 arremetiendo contra los secto- 12-1914, p. 2) para, antes de los dos años, abandonar éste e intentar seguir con "El Iinpar-cial", periódico que fundó el 15 de diciembre de 1916, el camino que Leoncio Rodríguez adoptara dos años atrás. Pero no pudiendo competir con "La Prensa", dio orientación liberal al periódico para buscar amparo en la tradicional clientela del desaparecido "La Opinión", teniendo finalmente que suspender su edición en los difíciles años de la postguerra. Posteriormente, Joaquín Fernández Pajares volvió a la redacción de "La Prensa" para, bajo su habitual pseudónimo "Jacinto Terry", dar vida a secciones tan celebradas como sus "comentarios breves" (véanse algunas referencias a su figura en la obra de Antonio MARTI: 70 añi's (de la vida de un hambre y de un pueblo), Imprenta Editora Católica, Santa Cruz de Tenerife, 1975, pp. 86 y 87), 49. A mediados de 1917. en concreto, entre el 28 de julio y el 4 de octubre, estuvo bajo suspensión gubernativa por espacio superior a los dos meses. 50. Véase la obra de Francisco MARTÍNEZ VIERA: El antiguo Santa Cruz. Crónicas de la Capital de Canarias, Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 1967, pp. 195-205. 51. Por ejemplo, tras el golpe militar de Primo de Rivera, Santiago García Cruz, sempiterno director de "El Progreso", fue condenado por la Audiencia de Canarias a dos meses de arresto mayor y al pago de una multa de quinientas pesetas (véase: La Voz. de Jiinonia, 10-,'í-1924, a propósito del indulto que solicitó Santiago García Sanabria). 43 res políticos que habían utilizado la "cuestión canaria" en beneficio propio. Dos años más tarde, en el Puerto de la Cruz aparecía "El Clamor Público" que, bajo la dirección de Domingo Pérez Trujillo, adoptó una valiente línea editorial. A finales de 1917 en Santa Cruz nacía "El Socialista", órgano de la agrupación homónima de reciente creación en Tenerife que, bajo la dirección de Manuel Bethencourt del Río, sobrevivió, al menos, hasta la primavera de 1921 al calor del maltrecho proletariado islefio. Por entonces, hablamos de los duros años de postguerra, Santa Cruz había presenciado la aparición de "El Carácter", éste centrado en la problemática específica de la isla del Hierro. Conforme decursaron los "felices" años 20, ya sin el acicate de la guerra, otros factores respaldaron el rumbo informativo que el periodismo tinerfeño había tomado desde el inicio de las hostilidades en Europa. Tal fue el caso del crecimiento económico de la década y, en particular, del desarrollo de la publicidad que, poco a poco, generaba ingresos más suculentos que las ventas para los periódicos; también, de la regresión del analfabetismo con el incremento de las potenciales clientelas de lectores. Con tales bases, "La Prensa" renovó talleres, amplió paginados, hermoseó ediciones y, como colofón, adquirió la dimensión de una auténtica empresa periodística autónoma". La aparición de "La Tarde" en 1927 emulando el tono informativo y sensacionalista de "La Prensa", para lo cual dejó en segundo plano el latente republicanismo de su director, Víctor Zurita, y su inmediata ascensión a la cúspide del periodismo isleño", cuando "El Progreso" continuaba agazapado y sin evolucionar al amparo de sus más fieles correligionarios, ilustra magníficamente la evolución que experimentaba el periodismo tinerfeño por entonces. 2.6. Con la llegada de la II República: el ocaso. Tras la reinstauración de la República, el periodismo republicano tinerfeño, en progresivo declive desde el estallido de la guerra europea y, por entonces, reducido al vetusto "El Progreso", vio cambiar el sino de su suerte con la súbita irrupción de una nueva oleada de cabeceras. A tal 52. Véanse detalles en la obra de Julio Antonio YANES MESA: Leoncio Rodríguez y "La Prensil": una página del periodismo canario. Cabildo insular de Tenerife, Caja General de Ahorrros de Canarias y "Editorial Leoncio Rodríguez, S.A.", Santa Cruz de Tenerife, 1995, pp. 95-15.'?. 5?<. Para comprender tan fulgurante ascensión, conviene precisar que Víctor Zurita tuvo la perspicacia de complementar la línea editorial de su diario con el gancho tinerfeñista que demandaba la Isla ante el reciente "despojo" que supuso la división provincial (véase el artículo de Julio Antonio YANES MESA: "El feroz tinerfeñismo del diario 'La Tarde' en su etapa fundacional", en Tel?eto VII. Aniiorio del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, Cabildo Insular de Fuerteventura. Puerto del Rosario, 1994, pp. 83-110). 44 resurgimiento, que no era otra cosa que un canto de cisne, contribuyeron varias publicaciones modestas gestadas en el seno de los sectores políticos, culturales o sindicales afines al republicanismo; pero también otras que, haciendo oídos sordos a la modernización del periodismo tinerfe-ño, intentaron recuperar el papel que la prensa republicana desempeñara en la Isla allá por los años de anteguerra. Cuando aún reinaba la euforia por el advenimiento de la República, "El Progreso", anticuado en medios tecnológicos, en hora de edición y en línea editorial, pues conservaba su impresión en máquina plana, su carácter vespertino y su vocación aglutinadora dentro del republicanismo'''', no tuvo otra opción que poner el punto y final a su vieja andadura. El abanderado de la nueva, y última, oleada de publicaciones republicanas fue "En Marcha", semanario promovido por la Federación Obrera de Santa Cruz en una fecha tan significativa como el 1 de mayo de 1930, esto es, cuando aún estaba en pie la dictadura. Un año más tarde, tras las elecciones de abril de 1931, nació "Proa", obra de Elfidio Alonso, Domingo Molina Albertos, Ernesto Pestaña Nóbrega y Antonio Guillermo Cruz en el seno de la Juventud Republicana, adoptando un inequívoco posicionamiento de izquierdas que, en materia regional, le llevó a propugnar un consenso, lo que le valió fuertes censuras del periódico tinerfeñista por antonomasia de entonces, "La Tarde", e incluso de su afín, inmerso en un mayor sosiego, "El Progreso"^'. Meses más tarde, hablamos de finales de julio, reaparecía "El Socialista", órgano de las agrupaciones homónimas de la provincia; y poco más tarde, "Rebelión". Con orientación, asimismo, socializante, en el Valle de La Orotava nació el semanario "Decimos..." Otras publicaciones republicanas de entonces fueron el semanario "Izquierdas" que, promovido en la primavera de 1933 por el ala más avanzada de la juventud de entonces, pretendía organizar una resistencia ante el avance del fascismo en la Isla; y, dos años más tarde y con los mismos propósitos aglutinadores, el también semanario "14 de Abril". En definitiva, se trataba de un vasto y atomizado mundo de publicaciones muy ideologizadas que, al igual que otras de orientación antagónica, nacieron aquellos años de libertades sin otra pretensión que servir de cordón umbilical y de altavoz social a sus correligionarios. 54. Véase: El Progreso, editorial del I4-11-1931, donde da la razón al Partido Republicano Tinerfeño que. una vez había decidido fundar "Hoy", en sendas notas había negado que "El Progreso" fuera su órgano en prensa (véanse: La Prensa y Gaceta de Tenerife, 14- 11-19.31 en ambos). 55. Véase: El Progreso, editoriales del 5 y 12-5-1931. 45 Con mayores pretensiones y, por ello, marcados por un fuerte mode-rantismo, aquellos años nacieron otros periódicos republicanos en la Isla. A comienzos de 1932, apareció el semanario, especie de miscelánea con un benigno tirón republicano, "Actualidades". Obra más que probable de sectores ajenos al viejo republicanismo tinerfeño, pues en su redacción destacaba el antiguo director de "La Opinión" Policarpo Niebla Mora, el neófito adoptó una línea editorial ambigua, muy crítica con los ediles republicanos del Ayuntamiento de Santa Cruz''', que tomó en puro amarillis-mo conforme veía fracasar su empeño en encontrar acomodo en el republicanismo de la Isla. Huérfano de lectores y anunciantes, la publicación acusó el agravamiento de su endémica crisis cuando, con motivo del primer aniversario de la proclamación de la República, a periodicidad diaria apareció un nuevo, y más pretencioso, órgano republicano en la Isla. "El Día", que tal era su intitulación, saltó a la palestra periodística, según evidenciara en días sucesivos", militando en las filas del político grancanario Franchy y Roca. Dirigido por el que fuera redactor fundacional de "La Prensa" allá por 1910, Ildefonso Maffiotte'^ el naciente diario adoptó una línea editorial conciliadora y transaccional con el propósito de reclutar a las principales figuras políticas de la Isla para la causa republicana. Guiado por tal voluntad, a los pocos días, y bajo la firma del propio Ildefonso Maffiotte, ensalzó al que fuera alcalde de Santa Cruz en los años de la dictadura, Santiago García Sanabria, solicitando su incorporación a la vida pública de la República. Pero éste, censurado por haber dejado exhaustas las arcas municipales, no sólo rechazó la propuesta sino que, aprovechando la ocasión, marcó distancias con el republicanismo isleño''^ Para colmo de males, los piropos dirigidos a García Sanabria, reportaron a "El Día" fuertes censuras de amplios círculos del republicanismo tinerfeño e, incluso, de "La Tarde" que, aunque marcadamente informativo y alejado de la política de partido, en los primeros años de la República mostró un inequívoco compromiso con el régimen. Por entonces, el diario de Ildefonso Maffiotte, tras reconocer que había salido malparado en la lucha política''", había entrado en 56. Véase, por caso: Actualidades, editorial del 7-3-1932. 57. Véase; El Día, 1 y 24-6-1932. p. 1 en ambos. En el primer número arremete contra Alejandro Lerroux; en el segundo elogia a Franchy y Roca a propósito de una entrevista sobre el Estatuto Regional Canario. 58. Curiosamente, cuando la dictadura de Primo de Rivera daba sus primeros pasos, en concreto, a comienzos de 1924, Ildefonso Maffiotte había promovido una cabecera de intitulación antagónica, "La Noche", que hacía gala a su hora de edición, con la que también sufrió un rotundo fracaso. 59. Véase: El Día, 13 y 15-5-1932, p. I en ambos. 60. Ihídem. editorial del 7-7-1932. 46 una irreversible e insostenible crisis que desembocó, como habría de ocurrir al semanario "Actualidades", en su desaparición tras la irrupción del nuevo y flamante órgano del Partido Republicano Tinerfeño, el diario "Hoy". En esta ocasión, se trataba de un periódico gestado en el seno de un partido que, en espectacular expansión tras la proclamación de la República, ejercía una hegemonía apabullante en la vida pública, no sólo de Santa Cruz, sino de las islas occidentales del Archipiélago. Dado que el republicanismo en los años de anteguerra, cuando estaba escindido y confinado en Santa Cruz, había sostenido varios diarios que se codeaban con los principales periódicos del momento, los mentores del periódico debieron pensar que en las condiciones de entonces había más razones para ejercer tal hegemonía en la prensa tinerfeña. Para llevar a cabo su ambicioso proyecto, el partido promovió la sociedad "Editorial Tenerife, S. A." que, bajo la presidencia de Maximino Acea Perdomo, dotó al periódico con una infraestructura tecnológica e informativa que en nada tenía que envidiar a la de los periódicos punteros del momento. Dirigido por José María Benítez Toledo, el neófito echó mano del gancho del sensacionalismo abriendo, a su vez, sus páginas a la problemática extraisleña, aunque, evidentemente, tamizando todo ello a través del prisma ideológico de su compromiso. Con tales bases creyó que podía hacerse un hueco entre "La Prensa" y "La Tarde". Pero de inmediato, "Hoy" entró en una paulatina crisis por la auto-limitación de su difusión a instancias de su militancia política, lo que le restó ventas, captación de anuncios y, en definitiva, recursos para asumir su costosa edición. Para intentar salir del atolladero, sus mentores intentaron toda suerte de estrategias, tales como dar una batida en pro de público y publicidad, acentuar el sensacionalismo con recursos lúdricos y tétricos, adquirir un cierto amarillismo, aumentar su paginado en una vana huida hacia adelante y, cuando ya estaba exhausto, distender sus ataduras políticas*^'. Su agónica existencia perduró mientras "Editorial Tenerife, S.A." equilibró, con derramas extraordinarias, su endémica crisis presupuestaria. Pero tras la escisión del Partido Radical en Madrid y, a resultas de ella, del Republicano Tinerfeño en la provincia, el inmediato descalabro en las elecciones de febrero de 1936 aconsejó a "Editorial Tenerife, S.A." acabar con la pantomima poniendo el punto y final a la crónica de un anunciado fracaso periodístico. Escarmentando en cabeza propia, pues, el periodismo republicano comprendió que en 61. Véanse detalles en el artículo de Julio Antonio YANES MESA: El diario político "Hoy": un anacronismo informalivo en Tenerife duranle la II República, en Anuario de Estudios Atlánticos, n." .'?8, Madrid-Las Palmas, 1992, pp. 60.3-640. 47 el panorama informativo isleño jamás podría recuperar el rol que jugara en los años de anteguerra. Luego, con la desaparición de las publicaciones sindicales y políticas del republicanismo tras la sublevación del general Franco, desapareció todo rastro de periodismo republicano en la Isla. 3. CONCLUSIÓN El somero repaso que acabamos de dar a la prensa republicana tiner-feña, nos ha puesto en contacto con más de medio centenar de cabeceras gestadas, en coherencia con la desigual difusión del periodismo y del republicanismo en la Isla, en un 78% en Santa Cruz; procediendo el 22% restante de La Laguna, La Orotava y el Puerto de la Cruz. Sincrónicamente, se trató de unas publicaciones muy heterogéneas, unas dotadas de un tímido, y casi irreconocible, barniz republicano; otras marcadas por un fuerte compromiso con la causa federal; algunas salpicadas de un republicanismo de sesgo romántico, ajeno a la política de partido, que soñaba con aglutinar a las fuerzas extrasistema; y otras, las más humildes, reducidas al papel de portavoces de un determinado partido o facción. Pero todas, con ansias de encontrar una alternativa al falseado turno de partidos. Diacrónicamente, hasta los años de la guerra europea, sin poder ocultar los vaivenes coyunturales del republicanismo, el sector vivió una tendencia alcista que reportó a las publicaciones periodicidades más continuas, formatos más robustos, permanencias más prolongadas y orientaciones más definidas, trayectoria imposible de trasladar a gráficas por la gran cantidad de variables en juego. La coyuntura, empero, tocó a su fin tras el estallido de la guerra europea, cuando el periodismo republicano conoció un fuerte estancamiento que ningún nuevo acicate, ni la reinstauración de la República, pudo frenar. Tal evolución de la prensa republicana tinerfeña, tanto en número como en consistencia de cabeceras, es un indicador que, en modo alguno, resulta satisfactorio para calibrar la trayectoria global del republicanismo en la Isla. En efecto, mientras su inicial explosión en los años del Sexenio, cuando apenas había tenido tiempo para asimilar su fundamento ideológico, nos habla de las enormes expectativas sociales que abrió la opción republicana tras el derrumbamiento del régimen isabe-lino; el bache subsiguiente nos evidencia una crisis forzada por la censura, pero también por la defraudación de las ilusiones que había concitado el régimen republicano. Como si de un movimiento pendular se tratara, con la permisiva ley de imprenta de la Restauración recuperó 48 importancia la prensa republicana para, poco más tarde, conforme el republicanismo comprobaba que el monolítico sistema del turno no dejaba resquicio alguno a las fuerzas extrasistema, entrar nuevamente en una decadencia que la inmediata crisis finisecular acentuó. Luego, conforme decurso la primera década del siglo actual, el sentimiento regenera-cionista que invadió al país sacó del letargo al periodismo republicano hasta el punto de generar su período más boyante. Pero a partir de entonces, el republicanismo y el periodismo republicano disociaron sus trayectorias. La paulatina obsolescencia de la prensa republicana tras el estallido de la guerra, debe atribuirse a la creciente importancia de los periódicos informativos en la Isla, hasta entonces meras quimeras, que poco a poco desplazaron a los políticos de la cúspide del sistema informativo tinerfeño. Tal aspecto intrínseco a la Historia del Periodismo Canario, más que la evolución de la censura o los avatares del republicanismo, marcó el sino ulterior de la prensa republicana en la Isla. Así, cuando la instauración de la II República volvió a resultar una alternativa ilusionante en una coyuntura que, por si fuera poco, presenciaba el apogeo del republicanismo tinerfeño, la prensa republicana no pudo abandonar el papel marginal que el modernizado sistema informativo de la Isla reservaba a la prensa política. Y cuando intentó hacerlo, sufrió un estrepitoso fracaso que a los propios contemporáneos debió sorprender pues, desde dentro de la coyuntura, carecieron de la perspectiva adecuada para comprender que la etapa ideológica del periodismo tinerfeño, tras nacer desplazando a la literaria previa allá por los años del Sexenio y madurar en los de anteguerra, había tocado a su fin en favor de otra informativa. Y es que el periodismo tinerfeño vivió su propia historia, la cual es necesario conocer para calibrar cualquier aspecto colateral a su existencia. 49 BIBLIOGRAFÍA CHEVILLY, Bernardo: Recuerdo.'! del tiempo viejo. Imprenta García Cruz, Santa Cruz de Tenerife, 1932. MAFFIOTTE, Luis: Los periódicos de las Islas Canarias. Apuntes para un catálogo, tres volúmenes. Biblioteca Canaria, Madrid, 1905. MARTÍ, Antonio: 70 años (de la vida de un hombre y de un pueblo), Imprenta Editora Católica, Santa Cruz de Tenerife, 1975. MARTÍNEZ VIERA, Francisco: El antiguo Santa Cruz. Crónicas de la Capital de Canarias. Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 1967. SÁNCHEZ DE ENCISO, Alberto: Republicani.mto y republicanos durante el Sexenio Revolucionario. El caso tinerfeño. Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1991. SEOANE, María Cruz: Historia del periodismo en Espatia, 2. El siglo XIX, Alianza Editorial, Madrid, 1989. YANES MESA, Julio Antonio: Leoncio Rodríguez y "La Prensa": una página del periodismo canario. Cabildo Insular de Tenerife, Caja General de Ahorros de Canarias y "Editorial Leoncio Rodríguez, S. A.", Santa Cruz de Tenerife, 1995. YANES MESA, Julio Antonio: "El diario político "Hoy": un anacronismo informativo en Tenerife durante la II República", en Anuario de Estudios Atlánticos, n.° 38, Patronato de la "Casa de Colón", Madrid-Las Palmas, 1992, pp. 603-640. YANES MESA, Julio Antonio: "El diario conservador "El Tiempo": una víctima informativa del "Pleito Insular" en los años de la Restauración", en Anuario de Estudios Atlánticos. n.° 40, Patronato de la "Casa de Colón", Madrid-Las Palmas, 1994, pp. 547-593. YANES MESA, Julio Antonio: "El feroz tinerfeñismo del diario "La Tarde" en su etapa fundacional", en Teheto VII. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, Cabildo Insular de Fuerteventura, Puerto del Rosario, 1994, pp. 83-110. YANES MESA, Julio Antonio: "El periodismo tinerfeño en el siglo XIX", en Historia de Tenerife, tomo del siglo XIX, Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, en prensa. YANES MESA, Julio Antonio: "El periodismo tinerfeño en el siglo XX", en Historia de Tenerife, tomo del siglo XX, Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, en prensa. 50
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | El periodismo republicano en Tenerife (1868-1936) : alborada, plenitud y ocaso de una prensa política |
Autor principal | Yanes Mesa, Julio Antonio |
Publicación fuente | Tebeto : anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura (Islas Canarias) |
Numeración | Número 09 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Fuerteventura |
Editorial | Cabildo Insular de Fuerteventura |
Fecha | 1996 |
Páginas | p. 025-050 |
Materias | Periodismo ; Canarias ; Historia |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1166712 Bytes |
Texto | EL PERIODISMO REPUBLICANO EN TENERIFE (1868-1936): ALBORADA, PLENITUD Y OCASO DE UNA PRENSA POLÍTICA JULIO ANTONIO YANES MESA 1. EL PERIODISMO REPUBLICANO EN TENERIFE (1868-1936): ALBORADA, PLENITUD Y OCASO DE UNA PRENSA POLÍTICA El período existencial de la prensa republicana tinerfeña transcurre entre la gestación y la disipación de las dos experiencias republicanas que, iiasta el momento, ha vivido el Estado Español. Un mero repaso a la evolución política y a la libertad de expresión en los años colindantes a ambos períodos históricos, nos brinda una primera explicación a tal acotamiento. Pero si nos paramos a observar con detenimiento, periódico a periódico', la trayectoria específica del sector, distinguimos, como si de un ciclo vital se tratara, unos balbuceos iniciales propios a todo nacimiento, una madurez subsiguiente no menos típica en todo ciclo vital y, finalmente, el irreversible ocaso que culmina en la inevitable extinción por propia caducidad. La evolución específica de su promotor, el republicanismo de la Isla-, no resulta satisfactoria para explicar en profundidad tal trayectoria, pues el período más brillante de su andadura, los años de la II República en los que hegemonizó la vida ptibli-ca de la Isla, coincidió con la última etapa, la del ocaso, del periodismo republicano en Tenerife. En los renglones que siguen, pretendemos demostrar que la trayectoria de la prensa republicana tinerfeña, más que a los avatares del repu- 1. Para elaborar el presente trabajo, hemos consultado todos los periódicos republicanos que conservan la Hemeroteca de la Universidad de La Laguna y la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Para evitar una excesiva sucesión de notas a pie de página sin renunciar a la verificabilidad de nuestro relato, hemos reducido las específicas de los periódicos al respaldo de los datos determinantes. 2. Se trata de una apreciación atisbada por nosotros en el desarrollo de nuestra investigación, pues el republicanismo tinerfeño hasta el momento sólo ha merecido el estudio de su etapa inaugural en la obra de Alberto SÁNCHEZ DE ENCISO; Republicanismo y repii-blicaiws en el Sexenio Revoliicionnrio. El caso tinerfeño. Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canarias. 1991. 27 blicanismo, a la censura, a la madurez política o a cualquier otra consideración externa, debe atribuirse a la evolución específica del periodismo canario, que en aquellos años presenció el inicio y finalización de su etapa ideológica''. De ahí su paradójica evolución tras nacer con el Sexenio Revolucionario, alcanzando su cénit en años tan poco propicios para el republicanismo como los centrales de la Restauración y quedando relegada del panorama periodístico de la Isla, precisamente, en los años de la II República, cuando el republicanismo tinerfeño conocía sus momentos más boyantes. Y es que repasar el ciclo vital de la prensa republicana en Tenerife, supone algo así como ilustrar los contornos e interioridades de la etapa ideológica del periodismo canario. 2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA PRENSA REPUBLICANA TINERFEÑA 2.1. En los albores de la politización del periodismo isleño: los primeros balbuceos. Para buscar los orígenes más remotos de la prensa republicana tiner-íeña, debemos retrotraer nuestra atención al despertar de la prensa política en las Islas y, más en concreto, a la gestación de "El Progreso de Canarias", periódico que apareció en Tenerife en 1868, en una fecha tan significativa como el 2 de mayo, rindiendo tributo a la Constitución de 1812. Para esgrimir tal declaración de principios, sus mentores habían satisfecho la fianza de diez mil reales de vellón exigida por la ley de imprenta vigente, requisito que hasta entonces había constituido un valladar casi infranqueable para la creación de prensa política en las Islas''. ?i. Véanse al respecto los artículos de Julio Antonio YANES MESA: "El periodismo tinerfeño en el siglo XIX" y "El periodismo tinerfeño en el siglo XX", en Historia de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, tomos de los siglos XIX y XX, respectivamente, Santa Cruz de Tenerife, en prensa. 4, En efecto, sólo en dos breves paréntesis en los que no estuvieron vigentes la prohibitivas fianzas, Tenerife había presenciado la gestación de periódicos con cierta vocación política. La primera secuencia data del inicio de 1837, en concreto, de los días comprendidos entre la Revolución de La Granja y la promulgación de la ley de imprenta de 22 de marzo, cuando estuvo vigente la legislación del Trienio Liberal, lo que permitió que surgieran "El Atlante", moderado, y "El Tribuno" y "El Pigmeo", éstos progresistas. La segunda .secuencia llegó a comienzos de 1841. tras la renuncia de María Cristina a la Regencia, cuando la Junta Gubernativa de Canarias restableció, por su cuenta y riesgo, la legislación del Trienio Liberal, lo que permitió la aparición de "Folletín de Noticias Políticas", que presumía de progresista, y de "El Daguerrotipo", de talante moderado, luego sucedido por "El Teide", cercenando la coyuntura el restablecimiento de la ley de 22 de marzo de 1837 tras la oportuna aclaración de Madrid. Al margen de estos dos períodos, en los precedentes de la prensa política tinerfeña también figuran "La Asociación" y "La Fe", ambos nacidos en el Bienio Progresista sin explicitar abiertamente sus tendencias ideológicas. 28 Tanto su director, el marqués de la Florida, como buena parte de sus redactores, caso de Miguel Villalba Hervás, Emilio Serra y Darío Cullen, habían formado parte del comité progresista de Santa Cruz que, aglutinando al sector más inquieto de la sociedad tinerfeña del momento, a comienzos de 1866 había promovido el periódico "El Insular"^ satisfaciendo, por vez primera en la Isla, el hasta entonces prohibitivo depósito de los periódicos políticos. La inmediata disolución del partido y, a raíz de la suspensión de los órganos progresistas por los sucesos de Madrid del 22 de junio, la retirada de sus miembros de la redacción del periódico''', había desembocado, dos años más tarde, en la gestación de "El Progreso de Canarias". Mientras tanto, "El Insular", que no estaba reconocido como órgano oficial del partido en Madrid', había proseguido hasta finales de 1866 en calidad de periódico de intereses materiales, porque con la deserción de sus bases había visto esfumarse la fianza. Meses más tarde, en vísperas de la aparición de "El Progreso de Canarias", "El Insular" reaparecía estancado en su orientación progresista fundacional, como si nada hubiera cambiado en el país, para convertirse, tras la inmediata revolución de septiembre, en el más enconado enemigo de los primeros periódicos tinerfeños de orientación republicana. Nada más saltar a la palestra periodística, "El Progreso de Canarias" empezó a reclamar para las Islas un protagonismo en la política del Estado que contradecía a los sectores que propugnaban la más estricta neutralidad. En tanto en cuanto duró el régimen isabelino, el neófito sufrió toda suerte de secuestros y mutilaciones, por lo que a menudo apareció con amplios espacios de su paginado en blanco. Luego, tras los sucesos del puente de Alcolea, sus redactores, junto a algunos de sus antiguos compañeros de redacción de "El Insular", tales como Bernabé Rodríguez y José Suárez Guerra, y otros personajes que supieron poner- 5. En efecto, a los pocos días de su aparición, "El Insular" publicó una carta de adhesión del Partido Progresista de Santa Cruz al manifiesto de 20 de noviembre de 1865 del comité central del partido. Entre los firmantes, además del marqués de la Florida, Miguel Villalba Hervás, Emilio Serra y Darío Cullen, figuraban Pedro Joaquín Vergara, Luis Marín del Corral, Patricio De la Guardia. José Suárez Guerra, Fernando Pérez, Gregorio Carta Castro, Antonio Tutzo, Rafael Perales, Germán Ramos y, el director de "El Insular", Salvador Vidal. En La Laguna también surgió un comité local bajo el liderazgo de Gaspar de Vargas, Sebastián Álvarez y Fernando Final. Muchos de los precitados, habrían de jugar un papel fundamental en los primeros balbuceos de la prensa republicana en Tenerife (véase: El Insular, I7-I-I866, p.l). 6. Véase: El Insular. 7-7-1866, p. I, donde Miguel Villalba Hervás y Emilio Serra comunican a Salvador Vidal su intención de abandonar la redacción del periódico. 7. Ihídem. 14-4-1866, p. 2, donde varios miembros del ya extinto comité local del Partido Progresista de Santa Cruz, reconocen que el periódico no había sido reconocido como órgano oficial por el comité central de Madrid. 29 se a tono con los nuevos tiempos, compusieron la Junta Superior de Gobierno de Canarias^ A resultas de la coyuntura, nació el primer periódico que dio claros indicios de orientación republicana, "La Libertad", de momento ocupado en intentar que toda la Región acatara a la naciente Junta de Santa Cruz pues, no sólo en Las Palmas sino en otras localidades de las Islas, habían surgido entes similares. Mientras las embrionarias facciones políticas isleñas pugnaban por el control de la situación, "La Libertad" entraba en discrepancias con "El Insular" que, sin evolucionar un ápice desde su nacimiento en 1866, se había convertido en portavoz de los sectores más conservadores de la revolución'-*. Las mayores polémicas fueron a cuenta de la renovación de ayuntamientos y organismos diversos de las Islas, cuando "El Insular" defendió la actuación del Gobernador Civil, representante del Gobierno Provisional, Camilo Benítez de Lugo. Luego, en el fragor de la batalla, el pionero de los periódicos aperturistas de la Isla cometió la torpeza de cuestionar la legitimación de la junta santacrucera, dominada por los sectores más avanzados de la revolución, para imponer su autoridad sobre todo el Archipiélago, lo que fue inteligentemente utilizado por sus rivales para, arrastrando a las publicaciones despolitizadas, endosarle un unánime manifiesto de repulsa de toda la prensa de la Isla por poner en tela de juicio los derechos de la capital de Canarias sobre todo el Archipiélago'". Al menos en Santa Cruz, la junta controló plenamente la situación, pues las inmediatas elecciones municipales, celebradas en diciembre, fueron ganadas por la candidatura de "La Libertad", que se decía representar a un partido progresista-democrático". Días más tarde, hablamos de comienzos de 1869, a las subsiguientes elecciones a Cortes Constituyentes, concurría una original conjunción isleña, sin parangón a nivel de 8. Véase: El Progreso de Caiwrias. 5-10-1868. 9. Tras la huida de Isabel II. "El Insular" abogó por la unión de "todos" los impulsores de la revolución para, a los pocos días, apoyar la fusión de los sectores liberales de Santa Cruz bajo el liderazgo de Fernando Viejobueno, Juan García, Eduardo Domínguez, Nicolás Alfaro y Ramón Gil-RoIdán (véase: EÍ Insular. 28-9-1868, p. 3). 10. El manifiesto no sólo fue suscrito por los periódicos políticos de izquierda, caso de "El Eco del Comercio". "El Guanche", "El Progreso de Canarias" y "La Libertad", sino también por la publicación pedagógica "El Auxiliar" y la revista literaria "El Museo Canario" (véase: El Insular. 2-12-1868. p. I; y periódicos citados en tal fecha). 11. En efecto, los concejales electos, todos con un número de votos muy similar, pues basculaban entre los 869 y los 879. fueron: José Suárez Guerra, Manuel García Calveras, Patricio De la Guardia, Emilio Serra. Juan Carta, Juan Barriuso, Nicolás Hernández, Cesáreo Baudet, Antonio Tutzo, Francisco Hernández. Gumersindo Robayna, Manuel Ferreyra, Cirilo Romero, Germán Ramos, Manuel García Andueza, Domingo Machado, Carlos Miranda y Miguel Sarmiento (Véase: La Libcrlad. 27-12-1868, p. 1). 30 todo el Estado, que aglutinaba a un recién constituido partido demo-crático- republicano de Tenerife con el "progresista avanzado"'^. Los candidatos, que a un tiempo representaban tendencias políticas y demarcaciones territoriales, eran el ya republicano Bernabé Rodríguez, el "progresista avanzado" marqués de la Florida y el independiente Valeriano Fernández Ferraz. En la candidatura rival, promovida por el partido monárquico-democrático de Santa Cruz, figuraban Feliciano Pérez Zamora, Francisco Monteverde León y Juan Moreno Benítez. Unos y otros, pues, daban cuerpo a un dilema político que los tinerfeños, como el resto de los españoles, se dispusieron a dilucidar, por vez primera, a través del sufragio universal masculino. Esta vez, los periódicos de la Isla, al amparo de una legislación que, además de dar libertad de prensa, pretendía estimular la creación de cabeceras políticas con la supresión del depósito previo, el abaratamiento del papel y la reducción de los derechos de timbre'\ tomaron partido por una u otra opción. Las amplias expectativas sociales que abrió la revolución y el fiel clientelaje que ofrecían las embrionarias formaciones políticas isleñas, también contribuyeron a la politización del periodismo isleño. Con tales bases, "La Libertad", "El Progreso de Canarias" y el adherido "El Guanche", por las izquierdas; y "El Insular" y su afín de reciente gestación "La Correspondencia Isleña", por las derechas, se enzarzaron en las primeras, aunque tibias, polémicas políticas a instancias del credo republicano, pues, en esencia, no hacían otra cosa que sopesar, aunque con pareceres encarados, los pros y contras de tal opción para el país, Al final, las votaciones evidenciaron la dicotomía que existía, y existiría por mucho tiempo, entre Santa Cruz, donde ganó la candidatura de izquierdas, y el interior de la Isla, que al final dio las tres actas de diputado a los candidatos monárquicos. Lejos de amilanarse por la derrota, el ala más avanzada del sector que promoviera "El Insular" allá por 1866, una vez decantada por la opción republicana, consolidó su organización como partido político. Así, mientras de cara a tiempos venideros gestaba una asociación juvenil aneja, para afrontar el día a día reforzaba su proselitismo en la Isla con la promoción, al calor de las libertades, de varios órganos en prensa. En un principio, el naciente republicanismo tinerfeño se conformó con el concurso del viejo periódico "El Eco del Comercio"''', que bajo el subtitular "demócrata" actuó de portavoz oficioso del naciente comi- 12. Véase: La Libennd. 15-1-1869. p. 1. 1.'^. Véase la obra de María Cruz SEOANE: Historia del Periodismo en España, 2. El siglo XIX. Alianza Editorial, Madrid, 1983. pp. 266-268. 14. Véase: El Eco del Comercio. 19. 26 y 29-5-1869, p. 2. 31 té republicano de Santa Cruz'-''; pero después, promovió sus propios órganos en prensa. En La Orotava presenció la irrupción del semanario "La Asociación" que, bajo la dirección de Joaquín Escudero, debió ser expresión de la minoría intelectual ajena a la clase dominante isleña que por entonces promovió comités republicanos en diversas localidades del interior de la Isla"'. El paso más decisivo vino a continuación, cuando "El Progreso de Canarias", hasta entonces neutral dentro de los sectores demócratas de izquierda, adoptó el subtitular "Diario Republicano"'''. El proceso culminó a los pocos días tras la fusión de "La Libertad", "El Guanche" y "El Progreso de Canarias" para dar vida a "La Federación", el primer órgano oficial del naciente Partido Republicano de Tenerife. 2.2. Eli torno a la I República: el despertar de las ideologías. "La Federación" apareció en Santa Cruz de Tenerife el 3 de agosto de 1869 bajo la dirección de Miguel Villalba Hervás. Nada más saltar a la palestra periodística, el neófito encontró en el Gobernador Civil de Canarias, Eduardo Garrido Estrada, un valladar infranqueable a la hora de defender sus puntos de vista, sufriendo, junto a los otros órganos republicanos del momento, un fuerte acoso que culminó con un cierre generalizado de la prensa del sector y la deportación en masa de sus redactores a otras islas del Archipiélago"*. Meses más tarde, reaparecía "La Federación" para, anunciando el derrotero que tomaría la facción dominante del republicanismo tinerfeño, adoptar una postura mucho más pragmática. A partir de entonces, defendió su ideología republicano-federal con campañas periodísticas dentro de la legalidad, cesando con la desaparición de la I República. Coetáneo a "La Federación" y, por tanto, compañero en venturas y desventuras, fue el semanario "El Pueblo"''-*, que apareció a comienzos de 15. Véanse detalles del momento histórico en la obra de Alberto SÁNCHEZ DE ENCI-SO: Republicanismo y republicanos durante el Sexenio Revolucionario. El caso tinerfeño, opus cit. pp. 21-51. 16. Por ejemplo, en Güímar. el médico Miguel Espinosa promovió un comité local republicano (véanse detalles en: El Progreso de Canarias, 1-7-1869). 17. Véase: El Progreso de Canarias, editorial del 7-6-1869. 18. Véase: La Federación, .•?-8-1871, ejemplar que rememora tales hechos, hace balance de su trayectoria y traza propuestas de futuro. Entre los deportados figuraban: Miguel Villalba Hervás, Antonio Félix Daroca. Darío Cullen, Claudio Sarmiento, Rafael Calzadilla y Patricio De la Guardia. 19. Aunque los ejemplares conservados de uno y otro no van más allá de 1871, por Luis Maffiotte sabemos que ambos prosiguieron hasta 1874 (véase la obra de Luis MAFFIOTTE: Los periódicos de las Islas Canarias. Apunte.': para un catálogo. Biblioteca Canaria, Madrid, 1905. tomo I, p. 129). 32 1870 bajo la dirección de su propietario, Antonio Félix Daroca, con la colaboración de Patricio De la Guardia, ambos miembros de la ejecutiva del Partido Republicano de Tenerife. El neófito, que no era órgano oficial del partido, nació con el exclusivo propósito de difundir sus tesis en favor de una República Federal, para lo cual recurrió con reiteración, al igual que los restantes periódicos políticos del momento, a la transcripción de artículos procedentes de periódicos peninsulares de ideología afín. Obsesionado por su cometido proselitista, a lo largo de su existencia procuró ignorar las provocaciones de "El Insular" y "Las Canarias"^'' para eludir polémicas que, normalmente, degeneraban en enfrentamien-tos personales. Con un latente republicanismo-federaP', aunque teñido del suficiente pragmatismo como para aceptar la Constitución de 1869, el 2 de septiembre de 1871 apareció "La Propaganda" bajo la dirección de Gabriel Izquierdo Azcárate. El que habría de ser presidente de I República, Manuel Ruiz Zorrilla, era su referente a escala estatal, mientras que Emilio Serra, por entonces alcalde de Santa Cruz, y el marqués de la Florida lo eran a nivel local. Informativamente hablando, el neófito adoptó un semblante frío en base a colmatar su primera página con datos procedentes del movimiento portuario, del registro civil, cuando no con alguna poesía o reportaje; mientras en las páginas interiores descubría una fuerte virulencia en su línea editorial y en sus polémicas con los periódicos de ideología contraria. A poco de comenzar 1872 renovó la redacción^^, que no la línea editorial, cesando en agosto para reaparecer antes de finalizar el año bajo la cabecera "El Radical de Canarias". Esta vez, fue reconocido como órgano oficial por el comité radical de Madrid que presidía Ruiz Zorrilla-\ conservando su consabido pragmatismo y discrepando con los sectores demócratas que rechazaban la Constitución de 1869. Tras la proclamación de la I República, cesó para que sus correligionarios redefinieran con absoluta libertad sus posicionamientos ideológicos. Otros órganos republicanos de esta etapa inaugural movieron su línea editorial a los extremos ideológicos de los periódicos precitados. A la izquierda estuvo "La Justicia" que, promovido y redactado en 1873 por Eduardo Ramos, Salvador Mújica, Salvador González, Santiago González y Francisco Martín Flores, fue algo así como el portavoz del ala del 20. Véase su postura ante las polémicas de "La Federación" con "La Voz del Teide" asimismo, las directrices de su línea editorial en: El Pueblo, 3-1-1871, p. 3. 21. Véase; La Pmpagandci. 16-7-1871, p. 2. 22. Ihídem, 22-2-1872. 23. Véase: El Radical de Canarias, 1-2-1873. 33 republicanismo tinerfeño con mayor preocupación social, radicalizando su postura con la posterior entrada en la redacción del joven abogado Emilio Monasterio-''. En el otro extremo del abanico ideológico estuvo "El Estado Canario", que nació a mediados de 1873 para respaldar, por considerar que era la única forma de salvar el régimen, el giro a la derecha que Salmerón dio a la República. Comoquiera que por entonces sobrevivía el grueso de los periódicos precitados, el periodismo republicano tinerfeño alcanzaba el cénit de su despliegue inicial para, con la crisis del régimen republicano, entrar en declive. Aún así, la semilla republicana había calado con tanta profundidad en la sociedad tinerfe-iia, que pronto surgió una nueva cabecera: "El Memorándum". 2.3. En el tramo inicial de la Restauración: los primeros debates ideológicos y estratégicos dentro del republicanismo. "El Memorándum" apareció en Santa Cruz de Tenerife bajo la dirección de José Manuel Pulido como órgano oficial del Partido Republicano de Tenerife. Criptorrepublicano en los primeros años de la Restauración, lo que no quiere decir ajeno a las polémicas con los órganos monárquicos, sus correligionarios de Santa Cruz de Tenerife, La Laguna, La Orotava y Santa Cruz de La Palma decidieron salir, poco a poco, del anonimato en la primavera de 1879 para adherirse a la reciente circular de abril elevada por el periódico madrileño "El Tribuno" a todos los demócratas del Estado-'. Luego, tras el acceso de Sagasta al poder y, más aún, desde la promulgación de la permisiva ley de imprenta de 1883, actuó abiertamente como órgano oficial del Partido Republicano de Tenerife, en cuya cúspide figuraban los ya históricos José Suárez Guerra, Miguel Villalba Hervás y José Manuel Pulido, suscribiendo con posterioridad todos los llamamientos de la prensa demócrata de Madrid. Con una línea editorial esencialmente pragmática, a remedo de la emprendida años atrás por "La Federación", lo que le ocasionó más de un encontronazo con periódicos tinerfeños de ideología afín, prolongó su trayectoria hasta 1895 ocupando un lugar de privilegio, al calor del fuerte enraizamiento del republicanismo en Santa Cruz, en el panorama periodístico de Tenerife. La primera oleada de periódicos gestados por sectores afines al repu- 24. Dado que la Biblioteca Municipal de Santa Cruz sólo conserva un único ejemplar de este periódico, el del 15-.1-I87.^ (n." 20), para introducimos en sus interioridades no hemos tenido más remedio que confiar en la obra de Alberto SÁNCHEZ DE ENCISO: Republica-nisnuí Y republicanos durante el Sexenio Revolucionario. El caso tinerfeño, opiis cit, pp. 177-178. 25. Véase: El Menuminclwn. 10-7-1879, 5-8-1879 y 15-8-1879. 34 blicanismo en los años de la Restauración, llegó a Tenerife tras el estío de 1879, esto es, a raíz de la circular de "El Tribuno" de Madrid. Alguno que otro, remedando actitudes propias de la etapa inaugural, movió su línea editorial en el terreno demócrata sin explicitar abiertamente su opción. Tal fue el caso del semanario "El Progreso" que, bajo la dirección de Manuel Ángulo Laguna-*^, apareció en la Ciudad de los Adelantados con un semblante despolitizado. Sus inmediatas polémicas con el no menos engañoso, pues evidenciaba un fuerte substrato conservador, "la Unión Lagunera", hicieron aflorar en "El Progreso" su latente orientación política con la adopción del subtitular "Periódico Democrático"^''. Tras ver multiplicado el número de sus enemigos, el pionero de los periódicos republicanos de La Laguna cesó. En la misma ciudad, aunque con un trasfondo republicano-federal fuertemente cimentado, a los pocos meses apareció "El Popular". Dirigido por Patricio Estévanez con la colaboración de los hermanos Elias, Antonio y Tomás Zerolo, nada más hacerse público el manifiesto del 1 de abril de 1880 del Partido Democrático-Progresista de Madrid en favor de la unión de todos los demócratas bajo los principios de la Constitución de 1869, se apresuró a reafirmar sus tesis federales y a proponer, en lugar de una fusión, una coalición respetuosa con todas las tenden-cias-**. De inmediato empezó a polemizar con los periódicos republicanos partidarios de la integración, caso de "El Memorándum", al que acusaba de carecer de ideario, y del peninsular "La Asociación", del que, a su vez, recibía críticas por utópico. Tras conseguir el apoyo del comité local de un autonominado Partido Democrático, cesó. Previamente, el Valle de La Orotava también había presenciado el afloramiento de prensa republicana, pues en 1879 la Villa había visto circular por sus lares el fugaz periódico "El Cosmopolita". Apenas había entrado en reflujo la oleada de 1879, cuando la prensa demócrata y republicana volvió a conocer otra notable expansión en la Isla. El pionero de esta etapa fue "La Democracia" de Manuel Ferrey-ra, que apareció en febrero de 1881 para reclamar la tan ansiada unión de todos los demócratas de Canarias en base al manifiesto del 1 de abril de 1880. Con ello entró en polémica con el viejo periódico "las Noticias" que, en manos de Patricio Estévanez, Rafael Calzadilla y Alfonso Dugour, había adquirido un fuerte tono republicano-federal. Mientras tanto, había aparecido "El Propagandista" que, contradiciendo a los que 26. Se trata de un dato desvelado por "La Unión Lagunera", pues "El Progreso" siempre ocultó el nombre de sus redactores (véase: La Unión Lagunera, 16-9-1879, p. 3). 27. Véase: El Progreso de La Laguna, 13-8-1879. 28. Véase: El Popular. 16-5-1880, "Aclaración" en p. 1. 35 propugnaban un proceso gradual por inmadurez del pueblo español, había reclamado la inmediata democratización de la vida pública del Estado. No sin ciertos roces, los tres periódicos aproximaron pronto posiciones para, a continuación, secundar a "El Memorándum" en su papel de órgano del Partido Republicano Tinerfeño. En el verano de 1881, la prensa republicana y demócrata tinerfeña, por entonces con una amplia representación en base a cuatro cabeceras, entró nuevamente en discordia, aunque ahora más por estrategias políticas que por diferencias ideológicas. El detonante fueron las inmediatas elecciones a Cortes, cuando el Partido Conservador, en su tenaz oposición al liberal, acordó dar su apoyo al candidato republicano Miguel Villalba Hervás para perjudicar a Francisco Fernández Bethencourt. Nada más hacerse pública tal resolución, "La Democracia" y "El Propagandista"^'-* pidieron, al Partido Republicano Tinerfeño, la retirada de la candidatura y, a sus correligionarios, el voto testimonial para Manuel Ruiz Zorrilla; a lo que se opuso el órgano oficial, "El Memorándum", con el apoyo de "Las Noticias". Una vez que Villalba Hervás obtuvo el escaño en compañía del conservador Feliciano Pérez Zamora, los cuatro periódicos se enzarzaron en reproches mutuos en base a que sus iniciativas habían beneficiado, según el caso, al "contubernio" o al "fusio-nismo". Con posterioridad, todos ellos se fueron adhiriendo a los sucesivos manifiestos que elevó la prensa demócrata madrileña a sus afines de provincia, lo que no significó que desapareciera el feroz intercambio de descalificaciones. Acto seguido, los redactores de "Las Noticias", tras entrar en discordia con el propietario del periódico, promovieron "Las Novedades"^" para, dejando en segundo lugar sus tesis federales, proseguir su campaña en favor de la unión de todos los sectores del republicanismo, lo que hicieron hasta finales de 1890. Mientras tanto, "La Democracia" cesaba tras el amarre del cable; en tanto "El Propagandista", que había suspendido la edición a mediados de 1882, había reaparecido en la primavera de 1884 con el único propósito de desacreditar la candidatura de su viejo enemigo Feliciano Pérez Zamora a las inmediatas elecciones municipales". Pero el asalto y destrozo que sufriera su establecimiento tipográfico, la imprenta que Francisco Solís instalara por entonces en La Laguna, precipitó por segunda vez su cese. Meses más tarde volvería a reaparecer en Santa Cruz, aunque no menos efímeramente, para propugnar la formación de un partido político regenerador en La Laguna; pro- 29. Véanse: El Propagandista, n y 20-8-1881; y La Democracia, 17-8-1881. TtO. Véase: Las Novedades, editorial del 25-7-188.^. .•^1. Véase: El Propagandista, 26 y 29-4-1884. 36 tagonizando su última etapa a mediados de 1885, ya como órgano de un partido demócrata-monárquico de Tenerife, tras lo cual cesó definitivamente. Otras cabeceras próximas al republicanismo en aquellos años fueron "El Demócrata", que sobrevivió a caballo de 1884 y 1885, y el que fuera su apéndice informativo, luego su sucesor, "Ultima Hora", que combinando su militancia ideológica con un cierto afán informativo, consiguió sobrevivir hasta 1889 con una singular línea editorial. En aquellos años nacieron otros periódicos republicanos con líneas editoriales muy particulares, lo que les hizo protagonizar trayectorias atí-picas dentro del periodismo tinerfeño. Tal fue el caso del semanario "La Verdad" que, nacido en 1886 sin el más mínimo comedimiento, sufrió un inmediato acoso del Fiscal de la Audiencia de Canarias que provocó su cese cuando apenas había editado una docena de números'^. Más singular aún, aunque en sentido contrario, adoptando una línea editorial que sería emulada por otros periódicos republicanos con el paso del tiempo, fue el "Diario de Tenerife" de Patricio Estévanez. Nacido el 1 de noviembre de 1886 con el arropamiento de la sección de comercio de Santa Cruz, el neófito abrió sus páginas al exterior y adoptó un talante esencialmente ecuánime, que no neutral, lo que le valió el mote de órgano "republicano de salón"^\ A tono con su singular línea editorial, adoptó un semblante noticioso y despolitizado, abogando en favor de su credo republicano con suma elegancia. Pronto, al apoyo de sus correligionarios unió el de los raquíticos sectores letrados de Santa Cruz interesados en conocer la actualidad, con lo que se encaramó al primer puesto del periodismo de entonces en detrimento de "El Memorándum", desfasado por su discontinuidad y desatención a las posibilidades que ofreciera el cable desde su amarre. En tanto en cuanto las fuerzas del sistema no clarificaron su bifurcación, lo que ocurrió con el cambio de siglo a remolque del "Pleito Insular", "Diario de Tenerife", con esa singular línea editorial, ejerció una clara hegemonía en el periodismo tinerfeño del momento. En vísperas a la desaparición de "El Memorándum" en 1895, cuando el periodismo republicano tinerfeño había nuevamente caído en horas bajas, la nueva savia del partido, aglutinada en la Juventud Republicana de Santa Cruz, promovió varios órganos de prensa. El pionero de esta etapa fue "El Pueblo" que, bajo la sucesiva dirección de Francisco Rodríguez López y Gundemaro Baudet Gámez, apareció a mediados de 1894 blandiendo la bandera de un radical tinerfeñismo^''. En su redac- 32. Véase: La Verdaíl. "Semanario Libre-pensador", 1.3-11-1886. 33. Véase, por caso; Lo Opinión Lagunera. 6-7-1896. 34. Véase: El Pueblo, editorial del 8-9-1894. 37 ción inicial figuraban Bernardo Chevilly, Alfonso Dugour, Mario Arozena y Alfonso Delgado Lorenzo. Tras la desaparición de "El Memorándum", la novel publicación asumió el papel de órgano del Partido Republicano de Tenerife, para lo cual amplió formato, mejoró composición e ilustró su paginado con grabados. Cuando iba a cumplir su tercer aniversario, y tras suscribir el manifiesto de varios sectores del republicanismo estatal en favor de la unión de todas las tendencias, cesó^^. Años más tarde, hablamos de la primavera de 1899, el grueso de los redactores de "El Pueblo" promovió "La Palestra", periódico literario que no podía disimular el republicanismo que latía en su redacción. Esta vez, a instancias de Luis Rodríguez Figueroa, la publicación atemperó tanto su tiner-feñismo que abogó por un entendimiento entre las islas centrales del Archipiélago''', para lo cual organizó una comida de confraternidad con periodistas e intelectuales de ambas islas". Remarcando la crisis que por entonces atravesaba el republicanismo tinerfeño, la publicación cesó al cumplir su primer aniversario. En estos años finales del siglo XIX, el Valle de La Orotava también presenció la gestación de algunas publicaciones republicanas a iniciativa de los sectores más inquietos de su juventud. En pleno estío de 1896, en el Puerto de la Cruz apareció el semanario "Iriarte", que dirigieron, sucesivamente, Agustín Estrada Madan y Andrés Torrents. Al compás del Partido Republicano de Tenerife, el neófito suscribió las tesis unita-ristas de Fusión Republicana'^ que a escala estatal lideraban Gumersindo Azcárate y Nicolás Salmerón. Su oposición al gobierno conservador en el tratamiento de la cuestión cubana, le hizo transcribir de "La Conciencia Libre" el artículo "más carne", que propugnaba una república social en España federada con Portugal y los países iberoamericanos, lo que provocó el procesamiento de su director fundacional. En política local adoptó una línea combativa mucho más directa, sobre todo en los procesos electorales, cuando denunciaba con reiteración los endémicos fraudes de entonces. Cesó a finales de siglo para, poco después, entregar el relevo a "El Iriarte" que, dirigido por Agustín Martín Armas, conoció una trayectoria inmersa en dificultades similares. Previamente, y bajo la dirección de Juan Jacinto del Castillo, en la Villa de La Orotava había aparecido el fugaz semanario "El Orden", que .15. Ihídem. 6-4-1896. .S6. Véase: La Palestra, editoriales del II y 18-6-1899. .•<7. Para más detalles sobre "El Pueblo" y "La Palestra", véanse las anécdotas que cuenta uno de sus redactores, Bernardo Chevilly, en su obra: Recuerdos del tiempo viejo. Imprenta García Cruz. Santa Cruz de Tenerife, I9.'?2, pp. 49-66. .18. Véase: Iriarte, 2-8-1897. 38 apenas tuvo tiempo para proponer a su coetáneo lagunero, "La Luz", la reorganización del republicanismo en la Isla''^. Pero éste, de reciente gestación, estaba inmerso en una insostenible crisis por su forzada edición en Santa Cruz tras un encontronazo con las altas jerarquías eclesiásticas de la Isla. Dirigido por José Manuel Arozena y redactado, entre otros, por Luis Rodríguez Figueroa, Domingo Manrique y Bernardo Chevilly, tras comprobar en carne propia las horas bajas que atravesaban sus correligionarios, cesó acuciado por las estrecheces económicas. Pero los anhelos reorganizativos del republicanismo tinerfeño no cayeron en saco roto, pues a poco de comenzar el siglo un nuevo órgano recogió la antorcha de la reorganización: "El Ideal" de Santa Cruz. 2.4. En vísperas de la guerra europea: los años de esplendor. Bajo la dirección de Manuel de Cámara, "El Ideal" apareció en la primavera de 1901 con el ánimo de dar cauce a la tan ansiada reorganización del republicanismo isleño. Como hicieran sus antecesores, el neófito afrontó su cometido proselitista alternando las colaboraciones de la nueva savia republicana de la Isla, destacando Luis Rodríguez Figueroa y Mario Arozena Arozena, con fragmentos de obras y artículos de figuras históricas del republicanismo español, tales como Pi y Margall, Emilio Castelar o Nicolás Salmerón. Sus fuertes campañas contra el caciquismo y la corrupción, le reportaron continuas denuncias del Fiscal de la Audiencia de Canarias. A los dos años del inicio de su andadura, vio premiados sus esfuerzos con el concurrido mitin que sus correligionarios celebraron en el Teatro Guimerá. Poco después, al acoso de las autoridades locales se unieron los reproches antitinerfeñistas de "La Opinión" por su incauto discurso regional"" y, acaso, a instancias de ello, la pérdida de los anuncios de algunas casas comerciales, no pudiendo proseguir más allá del otoño de 1904. No había transcurrido un año, cuando el vacío que dejó "El Ideal" fue cubierto por el diario "El Progreso". Dirigido por Santiago García Cruz con la jefatura de redacción de Leoncio Rodríguez, el neófito volvió a plantear la necesidad de reorganizar el republicanismo en las Islas a remolque de anhelos que tenían escala estatal. A tal fin, se presentó como sucesor de "La Federación", "El Memorándum" y "Las Novedades", en cuanto a medio de aglutinación del republicanismo, que no de expresión de una determinada facción. A tono con la línea editorial de su antecesor, centró sus campañas iniciales contra el caciquismo y el 39. Véase: La Luz. 28-1-1900. p. 4; y editorial del 1-4-1900. 40. Véase: El ¡dea!. .31-3-1904. 39 feroz enfrentamiento que, a cuenta del pacto con el político grancanario León y Castillo, sostenían el diario conservador "El Tiempo" y el ahora liberal "La Opinión'"". Luego, a medida que el "Pleito Insular" adquirió virulencia, cerró filas con las fuerzas tinerfeñistas en el conglomerado "Unión Patriótica" dejando en segundo término su cometido republicano. En el otoño de 1910, cuando en Portugal triunfaba la República, Leoncio Rodríguez decidió abandonar la redacción de "El Progreso" para fundar, confiando la jefatura de redacción a Joaquín Fernández Pajares, un nuevo diario republicano: "La Prensa". De inmediato, el naciente periódico, con una pulcra composición, una inusual atención a la noticia y un tinerfeñismo de claro trasfondo archipielágico, se aupó a la cúspide del periodismo tinerfeño. Con ello, la prensa republicana alcanzaba su cénit en la Isla, pues disponía ni más ni menos que de tres cabeceras, "Diario de Tenerife", "El Progreso" y "La Prensa", que en nada tenían que envidiar a los órganos de las fuerzas del sistema restauracionista. A continuación, en el seno del republicanismo tinerfeño surgió una corriente partidaria de conseguir la tan anhelada unión mediante la integración en una fuerza política de ámbito estatal. El primer paso lo dio la Juventud Republicana a comienzos de 1911 cuando, sin estar dilucidada aún la "cuestión canaria", acordó ingresar en las filas de Alejandro Lerroux*^. Para demostrar a sus mayores la oportunidad de tal decisión, lo primero que hizo fue pedir apoyo al comité del partido en Madrid para la causa tinerfeña. Fuera por ello o por las amplias expectativas que por entonces suscitaba Lerroux, a los pocos meses nacía en Santa Cruz una comisión organizadora del Partido Republicano Radical de Canarias''^ con el propósito de aglutinar a todo el republicanismo isleño. De inmediato, "El Progreso" se apresuró a dar su apoyo a los promotores de tal iniciativa, pero también a salvaguardar su papel integrador y, por tanto, su derecho a representar también a las facciones disidentes; mientras "La Prensa" y "Diario de Tenerife" observaban los movimientos de sus correligionarios desde sus peculiares atalayas ideológico-informativas. Pero el proyecto radical no debió resultar muy atrayente, pues la tan ansiada integración a nivel insular volvió de inmediato al tapete, dis- 41. Véanse detalles del enconado enfrentamiento de ambos y, de paso, del periodismo tinerfeño en su conjunto, en el articulo de Julio Antonio YANES MESA: "El diario con- •servador "El Tiempo": una victima informativa del "Pleito Insular" en los años de la Restauración", en Anuario de Estudios Atlánticos, n.° 40, Patronato de la "Casa de Colón", Madrid-Las Palmas, 1994. pp. 547-59.'^. 42. Véase: El Progreso. 25-1-1911. p. 1. 43. íhi'deni. 25-7-1911, p. I. Firmaron el manifiesto: Francisco Delgado Martín, Evaristo Rodríguez. Basilio Martínez. Antonio Delgado Lorenzo, Tomás de Armas Quintero, Fernando Arozena y Francisco Martínez Viera. 40 crepando "El Progreso" y "La Prensa" en cuanto al modelo a seguir, pues mientras el diario de Leoncio Rodríguez proponía la creación de un partido republicano homogéneo con estructura democrática'''', el de Santiago García Cruz defendía una coalición de todas las tendencias a imagen de "Unión Patriótica". El dilema de entonces, por lo demás, quedó dilucidado en la reunión que, poco después, se celebró en el despacho de Emilio Calzadilla, donde salieron triunfantes las tesis de "El Pro-greso"'*\ Pero las inmediatas elecciones municipales dejaron nuevamente en evidencia la persistencia de la atomización, con todos sus males en el campo político, que no en el periodístico, del republicanismo tinerfe-ño. Previamente, "El Progreso" había conseguido que "Unión Patriótica", en irreversible declive tras la resolución de Canalejas, diera libertad a sus integrantes para que cada cual concurriera a los comicios defendiendo sus puntos de vista ideológicos, alegando que "...para practicar el patriotismo, no es necesario abdicar de los principios que cada cual sustente en punto a formas de gobierno..."""^. Los republicanos, por lo demás, escindidos en unionistas, radicales e independientes, cosecharon una estrepitosa derrota. En estos años marcados por el "Pleito Insular", la Juventud Republicana de Santa Cruz continuó promoviendo sucesivos y fugaces semanarios para secundar las campañas de sus hermanos mayores. A finales de 1909 había aparecido "El Radical"; en la primavera de 1911, "Germinal" que bajo la dirección de Enrique Carrasco, estuvo muy marcado por la coyuntura tinerfeñista del momento; y en el otoño de 1913, "Juventud" que, bajo la dirección de Francisco Martínez Viera, centró su línea editorial en conseguir la tan ansiada aglutinación de todas las facciones del republicanismo tinerfeño. Por entonces, una vez que la desaparición de "Unión Patriótica" había permitido a la vida política isleña recobrar la normalidad, "Diario de Tenerife", "El Progreso" y "La Prensa" proseguían en la cúspide del periodismo tinerfeño con sus peculiares posiciona-mientos al calor de la robusta, aunque políticamente escindida, clientela que generaba la fuerte implantación del republicanismo en Santa Cruz. En definitiva, eran años de fuerte politización para el periodismo isleño que, ante el subdesarroUo socioeconómico, las altas tasas de analfabetismo y el estado embrionario de la publicidad, no tenía otra opción 44. Véase: Lo Preíj.m, 27-7-1911. 45. Véase: El Progresn. .'í y 7-8-1911. Entre los asistentes a la reunión, además de los siete firmantes del manifiesto de adhesión al Partido Radical (véase nota n." 43), figuraban José Naveiras Zamorano. Francisco Naveiras Zamorano, Miguel Rodríguez Sacramento, Ramón Gil-RoIdán, Joaquín Estrada Pérez, Enrique Carrasco, Joaquín Fernández Pajares, Ildefonso Maffiotte, Leoncio Rodríguez y Santiago García Cruz. 46. Véase: £•/Frogre.w), editorial del 17-10-1911. 41 que medrar al amparo de las fuerzas políticas de las Islas para poder sobrevivir en un entorno tan poco motivador. Por entonces, cuando la prensa republicana ocupaba un lugar de honor en el panorama informativo de la Isla, un inesperado acontecimiento trastocó, súbitamente, las bases del periodismo isleño: el estallido de la guerra europea. 2.5. Con la llegada de la guerra europea: el principio del fin. Tras el estallido de la guerra europea, la siempre anodina política local entró en horas bajas arrastrando, en su declive, a los portavoces de los partidos y facciones'*' que, por entonces, eran los principales periódicos de la Isla. En la misma medida que los correligionarios descuidaban a sus órganos en prensa, éstos veían como, espontánea y crecientemente, atraían un público heterogéneo, no amalgamado por credos políticos o por compromisos como hasta entonces, al calor de la curiosidad general por los sucesos europeos. Los periódicos tinerfeños, pues, súbitamente presenciaban como el entorno que los había engendrado y desarrollado cambiaba espontáneamente. Ante la coyuntura, los tres diarios republicanos reaccionaron con medidas diferentes obteniendo, asimismo, resultados muy distintos. El de tirada más amplia, "La Prensa", consciente del nuevo rumbo que tomaba el periodismo tinerfeño, optó por renovar la orientación de su redacción sustituyendo a Joaquín Fernández Pajares para, poco después, adoptar el subtitular "Diario de Información General" con el ánimo de satisfacer la creciente demanda de noticias sobre la guerra. A resultas de ello, con el arropamiento de su creciente clientela se encaramó de inmediato al primer puesto del periodismo canario. Por su parte, "Diario de Tenerife", que aún conservaba el tono frío de su línea editorial y el carácter vespertino de su edición, entraba en una profunda crisis por quedar obsoleto en aquella crucial coyuntura. Por último, "El Progreso" optaba por permanecer fiel a su línea aglutinadora dentro del republicanismo tinerfeño incorporando, como única novedad, al exjefe de redacción de "La Prensa" Joaquín Fernández Pajares'"'. En coherencia con 47. En el otoño de 1915. fue noticia la que debió ser última reunión de estos años para reorganizar el partido republicano en Tenerife. Entre los asistentes con actividades en el periodismo figuraban: Manuel García Cruz, que en algún momento había asumido la dirección de "El Memorándum"; Enrique Carrasco, exdirector de "Germinal"; Francisco Martínez Viera, exdirector de "Juventud"; y Joaquín Fernández Pajares, por entonces redactor-jefe de "El Progreso" (véase: El Progreso. 12-10-1915, p. I.). 48. Joaquín Fernández Pajares, que había abandonado la redacción de "La Prensa" cuando ésta iba a relajar su compromiso político (véase: Gaceta de Tenerife, 4-11-1914, p. 3), un mes más tarde asumió la jefatura de redacción de "El Progreso" (véase: El Progreso, 4- 42 el mantenimiento de su compromiso político, el diario de Santiago García Cruz, en vez de dar primacía a la información sobre la guerra, acentuaba su carácter de plataforma de reivindicaciones políticas, sociales y económicas, lo que le ocasionó más de un disgusto con las autoridades locales^'^ A renglón seguido, cuando la crisis de la guerra y postguerra incidió en el periodismo isleño, los tres diarios republicanos recogieron el desigual fruto de su determinación. El más antiguo de los tres, "Diario de Tenerife", fue el peor parado, pues no tuvo otra opción que suspender la edición a finales de 1917. La renovación de su línea editorial y el adelantamiento de su hora de aparición a instancias de Francisco Martínez Viera, Ramón Gil-Roldán, Andrés Orozco y Rubens Marichal, que habían quedado a su cargo tras el desplazamiento de Patricio Estévanez a la Península por motivos de salud'", no pudieron evitar el anunciado descalabro. Por su parte, "El Progreso" sobrevivía acentuando su arrinconamiento en el republicanismo tinerfeño sin desviar ni un ápice la orientación política y la virulencia de su línea editorial". "La Prensa", en contraposición, salía airosa de la coyuntura con autonomía al calor de su plural clientela, a la que seguía atendiendo con una información que, cada vez más, prevalecía sobre su residuo ideológico. En aquellos años de transición, el periodismo tinerfeño presenció la gestación de nuevas cabeceras republicanas, algunas de tendencia socializante y todas de vida efímera y modesta. Obra de la Juventud Republicana de Santa Cruz fue "La Linterna" que, bajo la dirección de Rubens Marichal, apareció en el otoño de 1915 arremetiendo contra los secto- 12-1914, p. 2) para, antes de los dos años, abandonar éste e intentar seguir con "El Iinpar-cial", periódico que fundó el 15 de diciembre de 1916, el camino que Leoncio Rodríguez adoptara dos años atrás. Pero no pudiendo competir con "La Prensa", dio orientación liberal al periódico para buscar amparo en la tradicional clientela del desaparecido "La Opinión", teniendo finalmente que suspender su edición en los difíciles años de la postguerra. Posteriormente, Joaquín Fernández Pajares volvió a la redacción de "La Prensa" para, bajo su habitual pseudónimo "Jacinto Terry", dar vida a secciones tan celebradas como sus "comentarios breves" (véanse algunas referencias a su figura en la obra de Antonio MARTI: 70 añi's (de la vida de un hambre y de un pueblo), Imprenta Editora Católica, Santa Cruz de Tenerife, 1975, pp. 86 y 87), 49. A mediados de 1917. en concreto, entre el 28 de julio y el 4 de octubre, estuvo bajo suspensión gubernativa por espacio superior a los dos meses. 50. Véase la obra de Francisco MARTÍNEZ VIERA: El antiguo Santa Cruz. Crónicas de la Capital de Canarias, Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 1967, pp. 195-205. 51. Por ejemplo, tras el golpe militar de Primo de Rivera, Santiago García Cruz, sempiterno director de "El Progreso", fue condenado por la Audiencia de Canarias a dos meses de arresto mayor y al pago de una multa de quinientas pesetas (véase: La Voz. de Jiinonia, 10-,'í-1924, a propósito del indulto que solicitó Santiago García Sanabria). 43 res políticos que habían utilizado la "cuestión canaria" en beneficio propio. Dos años más tarde, en el Puerto de la Cruz aparecía "El Clamor Público" que, bajo la dirección de Domingo Pérez Trujillo, adoptó una valiente línea editorial. A finales de 1917 en Santa Cruz nacía "El Socialista", órgano de la agrupación homónima de reciente creación en Tenerife que, bajo la dirección de Manuel Bethencourt del Río, sobrevivió, al menos, hasta la primavera de 1921 al calor del maltrecho proletariado islefio. Por entonces, hablamos de los duros años de postguerra, Santa Cruz había presenciado la aparición de "El Carácter", éste centrado en la problemática específica de la isla del Hierro. Conforme decursaron los "felices" años 20, ya sin el acicate de la guerra, otros factores respaldaron el rumbo informativo que el periodismo tinerfeño había tomado desde el inicio de las hostilidades en Europa. Tal fue el caso del crecimiento económico de la década y, en particular, del desarrollo de la publicidad que, poco a poco, generaba ingresos más suculentos que las ventas para los periódicos; también, de la regresión del analfabetismo con el incremento de las potenciales clientelas de lectores. Con tales bases, "La Prensa" renovó talleres, amplió paginados, hermoseó ediciones y, como colofón, adquirió la dimensión de una auténtica empresa periodística autónoma". La aparición de "La Tarde" en 1927 emulando el tono informativo y sensacionalista de "La Prensa", para lo cual dejó en segundo plano el latente republicanismo de su director, Víctor Zurita, y su inmediata ascensión a la cúspide del periodismo isleño", cuando "El Progreso" continuaba agazapado y sin evolucionar al amparo de sus más fieles correligionarios, ilustra magníficamente la evolución que experimentaba el periodismo tinerfeño por entonces. 2.6. Con la llegada de la II República: el ocaso. Tras la reinstauración de la República, el periodismo republicano tinerfeño, en progresivo declive desde el estallido de la guerra europea y, por entonces, reducido al vetusto "El Progreso", vio cambiar el sino de su suerte con la súbita irrupción de una nueva oleada de cabeceras. A tal 52. Véanse detalles en la obra de Julio Antonio YANES MESA: Leoncio Rodríguez y "La Prensil": una página del periodismo canario. Cabildo insular de Tenerife, Caja General de Ahorrros de Canarias y "Editorial Leoncio Rodríguez, S.A.", Santa Cruz de Tenerife, 1995, pp. 95-15.'?. 5?<. Para comprender tan fulgurante ascensión, conviene precisar que Víctor Zurita tuvo la perspicacia de complementar la línea editorial de su diario con el gancho tinerfeñista que demandaba la Isla ante el reciente "despojo" que supuso la división provincial (véase el artículo de Julio Antonio YANES MESA: "El feroz tinerfeñismo del diario 'La Tarde' en su etapa fundacional", en Tel?eto VII. Aniiorio del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, Cabildo Insular de Fuerteventura. Puerto del Rosario, 1994, pp. 83-110). 44 resurgimiento, que no era otra cosa que un canto de cisne, contribuyeron varias publicaciones modestas gestadas en el seno de los sectores políticos, culturales o sindicales afines al republicanismo; pero también otras que, haciendo oídos sordos a la modernización del periodismo tinerfe-ño, intentaron recuperar el papel que la prensa republicana desempeñara en la Isla allá por los años de anteguerra. Cuando aún reinaba la euforia por el advenimiento de la República, "El Progreso", anticuado en medios tecnológicos, en hora de edición y en línea editorial, pues conservaba su impresión en máquina plana, su carácter vespertino y su vocación aglutinadora dentro del republicanismo'''', no tuvo otra opción que poner el punto y final a su vieja andadura. El abanderado de la nueva, y última, oleada de publicaciones republicanas fue "En Marcha", semanario promovido por la Federación Obrera de Santa Cruz en una fecha tan significativa como el 1 de mayo de 1930, esto es, cuando aún estaba en pie la dictadura. Un año más tarde, tras las elecciones de abril de 1931, nació "Proa", obra de Elfidio Alonso, Domingo Molina Albertos, Ernesto Pestaña Nóbrega y Antonio Guillermo Cruz en el seno de la Juventud Republicana, adoptando un inequívoco posicionamiento de izquierdas que, en materia regional, le llevó a propugnar un consenso, lo que le valió fuertes censuras del periódico tinerfeñista por antonomasia de entonces, "La Tarde", e incluso de su afín, inmerso en un mayor sosiego, "El Progreso"^'. Meses más tarde, hablamos de finales de julio, reaparecía "El Socialista", órgano de las agrupaciones homónimas de la provincia; y poco más tarde, "Rebelión". Con orientación, asimismo, socializante, en el Valle de La Orotava nació el semanario "Decimos..." Otras publicaciones republicanas de entonces fueron el semanario "Izquierdas" que, promovido en la primavera de 1933 por el ala más avanzada de la juventud de entonces, pretendía organizar una resistencia ante el avance del fascismo en la Isla; y, dos años más tarde y con los mismos propósitos aglutinadores, el también semanario "14 de Abril". En definitiva, se trataba de un vasto y atomizado mundo de publicaciones muy ideologizadas que, al igual que otras de orientación antagónica, nacieron aquellos años de libertades sin otra pretensión que servir de cordón umbilical y de altavoz social a sus correligionarios. 54. Véase: El Progreso, editorial del I4-11-1931, donde da la razón al Partido Republicano Tinerfeño que. una vez había decidido fundar "Hoy", en sendas notas había negado que "El Progreso" fuera su órgano en prensa (véanse: La Prensa y Gaceta de Tenerife, 14- 11-19.31 en ambos). 55. Véase: El Progreso, editoriales del 5 y 12-5-1931. 45 Con mayores pretensiones y, por ello, marcados por un fuerte mode-rantismo, aquellos años nacieron otros periódicos republicanos en la Isla. A comienzos de 1932, apareció el semanario, especie de miscelánea con un benigno tirón republicano, "Actualidades". Obra más que probable de sectores ajenos al viejo republicanismo tinerfeño, pues en su redacción destacaba el antiguo director de "La Opinión" Policarpo Niebla Mora, el neófito adoptó una línea editorial ambigua, muy crítica con los ediles republicanos del Ayuntamiento de Santa Cruz''', que tomó en puro amarillis-mo conforme veía fracasar su empeño en encontrar acomodo en el republicanismo de la Isla. Huérfano de lectores y anunciantes, la publicación acusó el agravamiento de su endémica crisis cuando, con motivo del primer aniversario de la proclamación de la República, a periodicidad diaria apareció un nuevo, y más pretencioso, órgano republicano en la Isla. "El Día", que tal era su intitulación, saltó a la palestra periodística, según evidenciara en días sucesivos", militando en las filas del político grancanario Franchy y Roca. Dirigido por el que fuera redactor fundacional de "La Prensa" allá por 1910, Ildefonso Maffiotte'^ el naciente diario adoptó una línea editorial conciliadora y transaccional con el propósito de reclutar a las principales figuras políticas de la Isla para la causa republicana. Guiado por tal voluntad, a los pocos días, y bajo la firma del propio Ildefonso Maffiotte, ensalzó al que fuera alcalde de Santa Cruz en los años de la dictadura, Santiago García Sanabria, solicitando su incorporación a la vida pública de la República. Pero éste, censurado por haber dejado exhaustas las arcas municipales, no sólo rechazó la propuesta sino que, aprovechando la ocasión, marcó distancias con el republicanismo isleño''^ Para colmo de males, los piropos dirigidos a García Sanabria, reportaron a "El Día" fuertes censuras de amplios círculos del republicanismo tinerfeño e, incluso, de "La Tarde" que, aunque marcadamente informativo y alejado de la política de partido, en los primeros años de la República mostró un inequívoco compromiso con el régimen. Por entonces, el diario de Ildefonso Maffiotte, tras reconocer que había salido malparado en la lucha política''", había entrado en 56. Véase, por caso: Actualidades, editorial del 7-3-1932. 57. Véase; El Día, 1 y 24-6-1932. p. 1 en ambos. En el primer número arremete contra Alejandro Lerroux; en el segundo elogia a Franchy y Roca a propósito de una entrevista sobre el Estatuto Regional Canario. 58. Curiosamente, cuando la dictadura de Primo de Rivera daba sus primeros pasos, en concreto, a comienzos de 1924, Ildefonso Maffiotte había promovido una cabecera de intitulación antagónica, "La Noche", que hacía gala a su hora de edición, con la que también sufrió un rotundo fracaso. 59. Véase: El Día, 13 y 15-5-1932, p. I en ambos. 60. Ihídem. editorial del 7-7-1932. 46 una irreversible e insostenible crisis que desembocó, como habría de ocurrir al semanario "Actualidades", en su desaparición tras la irrupción del nuevo y flamante órgano del Partido Republicano Tinerfeño, el diario "Hoy". En esta ocasión, se trataba de un periódico gestado en el seno de un partido que, en espectacular expansión tras la proclamación de la República, ejercía una hegemonía apabullante en la vida pública, no sólo de Santa Cruz, sino de las islas occidentales del Archipiélago. Dado que el republicanismo en los años de anteguerra, cuando estaba escindido y confinado en Santa Cruz, había sostenido varios diarios que se codeaban con los principales periódicos del momento, los mentores del periódico debieron pensar que en las condiciones de entonces había más razones para ejercer tal hegemonía en la prensa tinerfeña. Para llevar a cabo su ambicioso proyecto, el partido promovió la sociedad "Editorial Tenerife, S. A." que, bajo la presidencia de Maximino Acea Perdomo, dotó al periódico con una infraestructura tecnológica e informativa que en nada tenía que envidiar a la de los periódicos punteros del momento. Dirigido por José María Benítez Toledo, el neófito echó mano del gancho del sensacionalismo abriendo, a su vez, sus páginas a la problemática extraisleña, aunque, evidentemente, tamizando todo ello a través del prisma ideológico de su compromiso. Con tales bases creyó que podía hacerse un hueco entre "La Prensa" y "La Tarde". Pero de inmediato, "Hoy" entró en una paulatina crisis por la auto-limitación de su difusión a instancias de su militancia política, lo que le restó ventas, captación de anuncios y, en definitiva, recursos para asumir su costosa edición. Para intentar salir del atolladero, sus mentores intentaron toda suerte de estrategias, tales como dar una batida en pro de público y publicidad, acentuar el sensacionalismo con recursos lúdricos y tétricos, adquirir un cierto amarillismo, aumentar su paginado en una vana huida hacia adelante y, cuando ya estaba exhausto, distender sus ataduras políticas*^'. Su agónica existencia perduró mientras "Editorial Tenerife, S.A." equilibró, con derramas extraordinarias, su endémica crisis presupuestaria. Pero tras la escisión del Partido Radical en Madrid y, a resultas de ella, del Republicano Tinerfeño en la provincia, el inmediato descalabro en las elecciones de febrero de 1936 aconsejó a "Editorial Tenerife, S.A." acabar con la pantomima poniendo el punto y final a la crónica de un anunciado fracaso periodístico. Escarmentando en cabeza propia, pues, el periodismo republicano comprendió que en 61. Véanse detalles en el artículo de Julio Antonio YANES MESA: El diario político "Hoy": un anacronismo informalivo en Tenerife duranle la II República, en Anuario de Estudios Atlánticos, n." .'?8, Madrid-Las Palmas, 1992, pp. 60.3-640. 47 el panorama informativo isleño jamás podría recuperar el rol que jugara en los años de anteguerra. Luego, con la desaparición de las publicaciones sindicales y políticas del republicanismo tras la sublevación del general Franco, desapareció todo rastro de periodismo republicano en la Isla. 3. CONCLUSIÓN El somero repaso que acabamos de dar a la prensa republicana tiner-feña, nos ha puesto en contacto con más de medio centenar de cabeceras gestadas, en coherencia con la desigual difusión del periodismo y del republicanismo en la Isla, en un 78% en Santa Cruz; procediendo el 22% restante de La Laguna, La Orotava y el Puerto de la Cruz. Sincrónicamente, se trató de unas publicaciones muy heterogéneas, unas dotadas de un tímido, y casi irreconocible, barniz republicano; otras marcadas por un fuerte compromiso con la causa federal; algunas salpicadas de un republicanismo de sesgo romántico, ajeno a la política de partido, que soñaba con aglutinar a las fuerzas extrasistema; y otras, las más humildes, reducidas al papel de portavoces de un determinado partido o facción. Pero todas, con ansias de encontrar una alternativa al falseado turno de partidos. Diacrónicamente, hasta los años de la guerra europea, sin poder ocultar los vaivenes coyunturales del republicanismo, el sector vivió una tendencia alcista que reportó a las publicaciones periodicidades más continuas, formatos más robustos, permanencias más prolongadas y orientaciones más definidas, trayectoria imposible de trasladar a gráficas por la gran cantidad de variables en juego. La coyuntura, empero, tocó a su fin tras el estallido de la guerra europea, cuando el periodismo republicano conoció un fuerte estancamiento que ningún nuevo acicate, ni la reinstauración de la República, pudo frenar. Tal evolución de la prensa republicana tinerfeña, tanto en número como en consistencia de cabeceras, es un indicador que, en modo alguno, resulta satisfactorio para calibrar la trayectoria global del republicanismo en la Isla. En efecto, mientras su inicial explosión en los años del Sexenio, cuando apenas había tenido tiempo para asimilar su fundamento ideológico, nos habla de las enormes expectativas sociales que abrió la opción republicana tras el derrumbamiento del régimen isabe-lino; el bache subsiguiente nos evidencia una crisis forzada por la censura, pero también por la defraudación de las ilusiones que había concitado el régimen republicano. Como si de un movimiento pendular se tratara, con la permisiva ley de imprenta de la Restauración recuperó 48 importancia la prensa republicana para, poco más tarde, conforme el republicanismo comprobaba que el monolítico sistema del turno no dejaba resquicio alguno a las fuerzas extrasistema, entrar nuevamente en una decadencia que la inmediata crisis finisecular acentuó. Luego, conforme decurso la primera década del siglo actual, el sentimiento regenera-cionista que invadió al país sacó del letargo al periodismo republicano hasta el punto de generar su período más boyante. Pero a partir de entonces, el republicanismo y el periodismo republicano disociaron sus trayectorias. La paulatina obsolescencia de la prensa republicana tras el estallido de la guerra, debe atribuirse a la creciente importancia de los periódicos informativos en la Isla, hasta entonces meras quimeras, que poco a poco desplazaron a los políticos de la cúspide del sistema informativo tinerfeño. Tal aspecto intrínseco a la Historia del Periodismo Canario, más que la evolución de la censura o los avatares del republicanismo, marcó el sino ulterior de la prensa republicana en la Isla. Así, cuando la instauración de la II República volvió a resultar una alternativa ilusionante en una coyuntura que, por si fuera poco, presenciaba el apogeo del republicanismo tinerfeño, la prensa republicana no pudo abandonar el papel marginal que el modernizado sistema informativo de la Isla reservaba a la prensa política. Y cuando intentó hacerlo, sufrió un estrepitoso fracaso que a los propios contemporáneos debió sorprender pues, desde dentro de la coyuntura, carecieron de la perspectiva adecuada para comprender que la etapa ideológica del periodismo tinerfeño, tras nacer desplazando a la literaria previa allá por los años del Sexenio y madurar en los de anteguerra, había tocado a su fin en favor de otra informativa. Y es que el periodismo tinerfeño vivió su propia historia, la cual es necesario conocer para calibrar cualquier aspecto colateral a su existencia. 49 BIBLIOGRAFÍA CHEVILLY, Bernardo: Recuerdo.'! del tiempo viejo. Imprenta García Cruz, Santa Cruz de Tenerife, 1932. MAFFIOTTE, Luis: Los periódicos de las Islas Canarias. Apuntes para un catálogo, tres volúmenes. Biblioteca Canaria, Madrid, 1905. MARTÍ, Antonio: 70 años (de la vida de un hombre y de un pueblo), Imprenta Editora Católica, Santa Cruz de Tenerife, 1975. MARTÍNEZ VIERA, Francisco: El antiguo Santa Cruz. Crónicas de la Capital de Canarias. Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 1967. SÁNCHEZ DE ENCISO, Alberto: Republicani.mto y republicanos durante el Sexenio Revolucionario. El caso tinerfeño. Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1991. SEOANE, María Cruz: Historia del periodismo en Espatia, 2. El siglo XIX, Alianza Editorial, Madrid, 1989. YANES MESA, Julio Antonio: Leoncio Rodríguez y "La Prensa": una página del periodismo canario. Cabildo Insular de Tenerife, Caja General de Ahorros de Canarias y "Editorial Leoncio Rodríguez, S. A.", Santa Cruz de Tenerife, 1995. YANES MESA, Julio Antonio: "El diario político "Hoy": un anacronismo informativo en Tenerife durante la II República", en Anuario de Estudios Atlánticos, n.° 38, Patronato de la "Casa de Colón", Madrid-Las Palmas, 1992, pp. 603-640. YANES MESA, Julio Antonio: "El diario conservador "El Tiempo": una víctima informativa del "Pleito Insular" en los años de la Restauración", en Anuario de Estudios Atlánticos. n.° 40, Patronato de la "Casa de Colón", Madrid-Las Palmas, 1994, pp. 547-593. YANES MESA, Julio Antonio: "El feroz tinerfeñismo del diario "La Tarde" en su etapa fundacional", en Teheto VII. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, Cabildo Insular de Fuerteventura, Puerto del Rosario, 1994, pp. 83-110. YANES MESA, Julio Antonio: "El periodismo tinerfeño en el siglo XIX", en Historia de Tenerife, tomo del siglo XIX, Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, en prensa. YANES MESA, Julio Antonio: "El periodismo tinerfeño en el siglo XX", en Historia de Tenerife, tomo del siglo XX, Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, en prensa. 50 |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|