MUSEO Y COMUNIDAD EN EL
CARIBE HISPANOHABLANTE
CORAL DELGADO
(Universidad Simón Bolívar, Caracas)
Los museos están obligados, hoy en día, a participar, junto con otras
instituciones, en la búsqueda de soluciones a los problemas que enfrentan
las sociedades donde están insertos.
A pesar de su tradición clasista, el museo es una institución con posibilidades
de favorecer la valoración de las culturas populares, los modos
de vivir y de hacer de las personas que no han tenido acceso a la educación
formal. Además, puede desarrollar programas que permiten la definición y
afirmación cultural de los sectores desfavorecidos y marginados de la sociedad,
a quienes durante siglos se les ha repetido que no tienen cultura o
que ésta es vulgar y sin valor. Les puede ofrecer herramientas de autova-loración
al hacerles conocer su pasado para entender su presente y construir
su futuro. Les permite acceder a la cultura de los otros, previa valoración
de la suya propia, ya que no se trata de crear ghettos sino de abrir
horizontes para una mejor comprensión entre las personas.
Actualmente, se plantean serias interrogantes con relación a las funciones
del museo y a la responsabilidad de éste frente a los problemas
que vive la sociedad actual. Existen experiencias en las cuales los museos
tienen programas que van mucho más allá de sus funciones tradicionales.
Algunos se han comprometido con públicos no convencionales
y realizan desde hace algún tiempo programas dirigidos a favorecer
la participación de estos públicos en la discusión y solución de sus problemas.
La relación «museo-comunidad» significa que el museo trabaja codo a
codo con la comunidad donde se encuentra para profundizar los temas que
le interesan a ésta o para tratar los problemas que la aquejan.
Por regla general, en los países pobres o «en vías de desarrollo», los
museos no responden a las necesidades de la mayor parte de la población.
No es ésta quien visita el museo, son los turistas o, en todo caso, la élite
instruida de dichos países. Este es el caso de muchos museos en el Caribe.
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Si los asuntos públicos aparecen ante los ciudadanos como extraños a
sus propios intereses, ¿por qué se preocuparían por ellos? Los individuos
aceptan fácilmente relaciones de clientelismo, sometiéndose de manera pasiva
a las dificultades'. El hombre que no conoce sus derechos, ¿cómo
puede reclamarlos?, ¿cómo puede defenderlos?
La ciudadanía necesita un espacio común de participación en la vida de
la ciudad. El ciudadano necesita un espacio donde reconocerse y ser reconocido;
un espacio capaz de trascender todas las características individuales.
La capacidad de las personas de actuar como ciudadanos está directamente
relacionada con su participación activa en la vida social, económica,
política y cultural del espacio público donde se desenvuelven.
El museo tiene que salir a la calle en busca de nuevos púbUcos, de grupos
minoritarios, de aquéllos que jamás van al museo, y adaptarse más a
sus necesidades. En el Caribe, esto ha comenzado a dar resultados. Algunos
museos se han convertido actualmente en defensores y voceros de la
interacción social y cultural. Su dinámica depende de la misma dinámica
de la sociedad. El respeto por la diversidad cultural es la condición sine
qua non para que éstos hayan comenzado a hablar y a ser oídos por la colectividad;
con más razón, cuando ésta es a la vez pluricultural y mestiza.
Estos museos se han visto impelidos a darle prioridad a programas que
están fuertemente vinculados con los problemas padecidos por el hombre
de la calle, y que tienen una fuerte implicación política (en el sentido original
de la palabra). Se han visto obligados a aceptar este reto o a correr
el riesgo de quedar al margen de la vida social. Ya algunos comienzan a
cuestionar su función tradicional de servir a una minoría capaz de disfrutar
lo que se exhibe, debido a la educación que ha recibido. Se han hecho
preguntas acerca de su función social, no sólo en lo que respecta a la ampliación
de su público sino en cuanto a la representatividad de las diferentes
culturas que conviven en los mismos espacios. En cierto modo, ven
peligrar su existencia al dejar de lado al hombre de la calle con sus problemas
de cada día^. Algunas experiencias exitosas los ha llevado al convencimiento
de que pueden tomar parte en la solución de problemas de índole
distinta a la cultural, es decir, en problemas sociales, económicos y
políticos.
Explicamos, a continuación, el trabajo que vienen realizando cuatro
museos de las Antillas hispánicas y su forma de entender la relación mu-
' Alain Touraine, Critique de la modemité, París: Fayard, 1992.
^ John Kinard, «Intermediaries between the museum and the community», ICOM Con-ference
Papers, París, 1971.
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seo-comunidad. Afortunadamente, existen muchos otros. Estos son solamente
una muestra.
El Museo de Cienfuegos existe desde hace 20 años. Forma parte de una
red municipal de museos. Esto ha significado una transformación muy importante
en los procesos de hacer efectiva una museología popular.
Este museo propone diversas y variadas formas expositivas. La exposición
permanente tiene una duración de 5 años y presenta un género histó-rico-
cultural donde predomina la historia local. Se representan las regularidades
de la misma con un discurso lógico donde la cronología histórica
juega el papel de enlace y continuidad. Este discurso está acompañado por
un material didáctico compuesto por fotografías, textos y mapas. Se enriquece
sistemáticamente con la incorporación de objetos altamente representativos
de las temáticas presentadas en la exposición. Ésta está dirigida a
todo tipo de público, tanto asiduo como potencial, y de todos los niveles de
escolaridad. Da especial importancia a temáticas que tocan a un público de
nivel medio (entre noveno y duodécimo grado de escolaridad para Cuba).
Las exposiciones transitorias itinerantes representan formas de abordar
temáticas diversas. Algunas están dirigidas al movimiento de los fondos
del museo con el fin de hacer aprovechar todo su patrimonio. Se toman en
cuenta, igualmente, los intereses de las organizaciones del Estado, los coleccionistas
privados, los representantes de la artesanía popular y tradicional.
Otros temas están relacionados con las artes plásticas en general o con
hechos históricos relevantes en la actualidad. Estas exposiciones están dirigidas
didácticamente a un público asiduo, que solicita estas temáticas.
El discurso museográfíco responde a los recursos propios de la muni-cipaUdad
y, de acuerdo al contexto histórico, social y cultural del Municipio
de Fomento, permite lograr una peculiaridad en el contenido museoló-gico
y en la tipología del museo.
Los objetos se relacionan no sólo con el pasado sino también con el
presente y con la vida cotidiana. De esta manera, se pueden encontrar respuestas
a situaciones que vive la comunidad. A través de los objetos, se
puede leer la Historia, conocerla, valorarla, y descubrir posibilidades de
cambio. Los temas de las exposiciones son escogidos entre los sucesos importantes
que vive o ha vivido el municipio. Estas variantes son las que
más se utilizan en el museo para el trabajo con el público. Sus actividades
pedagógicas se dirigen esencialmente a los niños, jóvenes y adolescentes
asiduos al museo.
En este municipio, cuya fundación data del siglo XVL hubo algunos
asentamientos de esclavos, pero no constituyeron la mayoría de la pobla-
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ción como en otras ciudades (Trinidad, Sancti-Spíritus, etc.) que se enriquecieron
con la trata negrera o el asentamiento de importantes ingenios.
No obstante, como la mayoría de los poblados urbanos y caribeños, aquí
también existe mestizaje y se mantienen tradiciones de raíces africanas.
Actualmente, la población ha adquirido un importante nivel de educación
que permite acciones culturales complejas, respondiendo, así, a estrategias
más revolucionarias.
La comunidad participa activamente en los procesos museológicos y
museográficos del museo. Ya en sus inicios, se obtuvieron muchas y muy
importantes piezas que activistas voluntarios localizaron y donaron. Hoy
en día, se mantiene activo el flujo de obras y, aunque éste ya no es tan
grande, sigue siendo muy importante. Existen otras acciones de participación
del pueblo en las actividades del museo. Un ejemplo concreto son los
muchos artistas y artesanos que proponen sus obras (pintura, escultura, tejido)
para ser expuestas en la sala transitoria. Así mismo, existe una coordinación
permanente con organizaciones políticas y de colectividades para
realizar actividades solemnes en algunas salas especiales del museo. Estas
asociaciones solicitan determinados objetos para que presidan dichas actividades
en un lugar de honor. Algunos empleados del museo son designados
por organismos, como el Centro Internacional de Tecnología y Medio
Ambiente (CITMA) para formar parte del Sendero Ecológico. Una importante
entidad como el Ministerio de Salud Pública (Minsap) coordina actividades
para trabajar y exponer sus éxitos. Ejemplos de ello son los logros
de la sociedad de alcohólicos y fumadores para evitar estos flagelos, así
como sus trabajos con familias con desventaja social o niños con síndrome
de Dawn. Igualmente, realiza un importante trabajo con la Federación de
Mujeres Cubanas (FMC).
El museo también condecora a sus empleados por el apoyo brindado
a trabajadores sociales en su ayuda a conquistar éxitos en su trabajo con
ancianos pertenecientes a clubes de danzones. Algunos escritores reconocidos
realizan la presentación de su libro en los locales.del museo. Los
maestros del municipio consideran extremadamente importantes sus exposiciones
y solicitan, a través de la comisión de trabajo estético, que los
museólogos traten temas tan diversos como la historia, la geografía o las
ciencias naturales.
Como se puede observar, el Museo de Cienfuegos no sólo brinda su espacio
y cumple con sus funciones unidireccionalmente, sino que se nutre
por el intercambio constante con la población y con otros organismos e instituciones
con los cuales interactúa. Es lo que ellos han llamado «el museo
fuera de los muros del museo». En este caso, el patrimonio es, además de
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los objetos, la organización de los espacios, los intercambios sociales y la
memoria colectiva.
El museo de Guanabacoa, en las afueras de La Habana, es otro ejemplo,
de los muchos que hay en Cuba, sobre el trabajo comunitario que realizan
los museos con relación al problema de la identidad cultural y el desarrollo.
Fue creado por la municipalidad con el objetivo de hacer conocer
y valorar la cultura afrocubana. Este museo contiene una amplia colección
de objetos rituales de la santería presentados de manera viva. Aquí se establece
una relación diferente entre el sujeto y el objeto, entre el creador y
el receptor. La colección es al mismo tiempo el mensaje y el mensajero
porque el receptor es al mismo tiempo el creador. Por esto, la comunidad
se encuentra, ella misma, recreando la obra.
Una de las funciones principales de este museo es su vinculación con
el entorno (no sólo en lo que se refiere al patrimonio arquitectónico y al
ambiente físico natural sino, y sobre todo, en lo relativo al patrimonio intangible).
El museo intenta conservar elementos representativos de la cultura
material y espiritual de la colectividad con el fin de que ésta los desarrolle
y los transforme para su propio beneficio.
Los escolares han llegado a constituir, en este museo, un público estable,
en lugar de un público cautivo. Ellos han tomado conciencia de que el
museo no sustituye a la escuela ni compite con ella. La manera de aprender
es diferente. La comunidad mantiene estrechas relaciones con el museo;
juntos organizan no solamente exposiciones sino cursos de artesanía
tradicional, conferencias, fiestas y otras actividades. Cuenta, también, con
talleres de dibujo y pintura para los niños, quienes después participan ellos
mismos en exposiciones. Estas actividades de animación cultural han logrado
mantener un público asiduo. De esta manera, el museo da a conocer
el trabajo que realiza con relación al patrimonio cultural, su contribución a
la educación y a la formación de toda la colectividad, así como la participación
de ésta en dicha labor.
El museo ofrece recursos que sirven para superar las fronteras mentales,
sociales, territoriales y hacer retroceder la idea de que la cultura no es
digna sino de una parte «selecta» de la sociedad. Contribuye, así mismo, a
valorar la imagen del barrio, de la parroquia, del municipio, desarrollando
un trabajo basado en la memoria colectiva. Esto le permitiría a todos identificarse
con el lugar donde viven y reapropiárselo.
Los museos municipales son instituciones vivientes que proveen un lugar
donde los vecinos están invitados a reunirse y a hablar. Llaman la atención
sobre los problemas urgentes. Patrocinan y participan en el desarrollo
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de programas relacionados con los intereses de la gente. Estos pueden ser
de diversa índole como el alcoholismo, la historia local, la planificación
urbana o las artes visuales.
Este tipo de museo se ha creado a partir de las necesidades concretas
de cada colectividad, tratando de que ésta sea el eje central. De manera explícita,
algunas veces, e implícita, la mayoría, los museos municipales llevan
a cabo un trabajo de educación popular que tiene como principio y fin
lograr la participación de dicha colectividad en la vida social del municipio
y del país.
Para algunas exposiciones, son los mismos miembros de la comunidad
quienes prestan los objetos al museo. A veces, lo importante no es el objeto
como tal, sino lo que él puede significar en un proceso de desarrollo
social. Al contextualizar los objetos, es decir, al situarlos en la historia local,
el museo establece una relación estrecha entre ellos y los sujetos que
los utilizan o los han utilizado. Gracias a esta relación, el actor social se sitúa
en la Historia, en su historia y se reconoce.
En algunos museos, el patrimonio pertenece a la comunidad; de ahí la
importancia de desarrollar la responsabilidad de su salvaguarda. «Salvaguardar
va a querer decir, en este caso, conservar, por supuesto, pero conservar
para integrar, insertar en el desarrollo económico y social. El patrimonio
es salvaguardado no por él mismo, sino porque es a la vez
herramienta y soporte de la comunidad en cuestión»^.
En este sentido, el museo toma como base el patrimonio cultural y ambiental
de la comunidad. Este patrimonio no está compuesto únicamente por
colecciones de objetos o por edificios. Se trata de un conjunto de referencias
comunes a través de las cuales la comunidad se expresa y se «actualiza» de
manera permanente. El museo trata de valorar ese patrimonio o de modificarlo
si la comunidad lo considera necesario. Va incluso más lejos cuando se
compromete en una búsqueda de soluciones a problemas concretos.
El Museo del Ámbar, en Santo Domingo, expone una amplia colección
de ámbar dominicano. Fue creado, hace aproximadamente 6 años, por un
artesano que trabaja el ámbar desde los 12 años. Esta es una de las razones
por las cuales el museo da mucha importancia a los artesanos y expone sus
obras con prioridad. También ofi:ece su apoyo a la Fundación para el Desarrollo
de la Artesanía, donde hay una escuela que forma a jóvenes de barrio
y de otros sectores de Santo Domingo.
^ Jean Davalen, «Propos sur la muséologie populaire», in Musée, vol. 8, printemps
1985, p. 29.
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Es un museo privado dirigido no sólo al turismo sino también, y muy
especialmente, a las escuelas, tanto públicas como privadas. El público local
tiene también una gran importancia. El museo logra cubrir todos sus
gastos, incluso la edición de catálogos, libros y revistas. Mantiene una lucha
permanente por ofrecer una buena calidad tanto en sus exposiciones
como en las otras actividades que realiza.
Está ubicado en la zona colonial de Santo Domingo, en una edificación,
restaurada, del siglo XVII. Sus espacios interiores fiíeron acondicionados
en función del destino que se le iba a asignar. Para esta importante
tarea de remodelación del espacio inicial, se contó con el apoyo de renombrados
arquitectos restauradores (Adoris Martínez y Orquídea de Alman-zar).
Estos lograron llevar a cabo un trabajo laborioso y detallista para darles
un esplendor especial a los espacios destinados a conservar parte del
patrimonio cultural de República Dominicana, el ámbar y su transformación
por el hombre.
En este museo se encuentran detalles históricos y científicos de la vegetación
de épocas anteriores; los animales que quedaron fosilizados en el
ámbar y toda una serie de detalles relativos a la formación y las características
del ámbar.
El museo propone paneles y vitrinas que ofrecen al visitante toda la información
relativa a cada una de las piezas expuestas y a sus diferentes aspectos.
Además, se puede observar el ámbar a través de dos grandes microscopios
y aprender sus secretos realizando experimentos sencillos. La
visita se puede completar con los audiovisuales propuestos y la consulta de
los libros científicos existentes en el museo.
Esta característica le da la ñexibilidad necesaria para convertirse en un
agente de promoción de la artesanía dominicana. El museo es también un
instrumento de información y de toma de conciencia del patrimonio de esta
región. Cualquier actividad organizada por el museo surge de las experiencias
vividas por la comunidad de artesanos, de las necesidades expresadas
por la comunidad local y de las posibilidades que ofrecen el momento
presente y las condiciones locales.
El patrimonio no está compuesto únicamente por colecciones de ámbar.
Se trata, igualmente, de un conjunto de referencias comunes a través
de las cuales la comunidad de artesanos se expresa y se actualiza de manera
permanente.
Existe conciencia, hoy en día, del papel que puede jugar el museo en
esta situación de lucha contra la marginalidad y la miseria, no sólo con relación
al desarrollo «cultural», sino en un sentido más amplio de desarrollo
integral.
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El Museo de los Niños de Puerto Rico es un museo interactivo para
niños, de preferencia, entre las edades de 1 a 13 años. Sus exhibiciones
son educativas con temas como la nutrición, la higiene oral, el reciclaje,
las plazas típicas de Puerto Rico, la seguridad en el tránsito, entre otras.
Las nuevas tecnologías les dan un radio de acción muy amplio para
cumplir funciones sociales, hasta ahora difíciles de llevar a cabo, en lugares
de acceso complicado y con personas que nunca han entrado en un
museo.
Los niños visitan el museo acompañados de sus padres o maestros de
escuela (estatales y privadas). Uno de los principales periódicos de Puerto
Rico les ofrece espacios publicitarios para anunciar sus programas. Tienen
un Club de Amiguitos, al que los niños pueden asociarse por sólo $10.00
anuales. Con esa membresía, pueden visitar el museo completamente gratis
y sus padres a mitad de precio. También se les envía por correo un Boletín
de Actividades cada 3 meses y un regalito durante el mes del cumpleaños.
El museo cuenta con un equipo de voluntarios, estudiantes de universidad
y de escuela superior. Éstos reciben un entrenamiento especial para
trabajar con los niños de una manera muy personal y creativa.
El museo ofrece también, semanalmente, talleres, conferencias y orientaciones
en temas variados. Algunas de estas actividades no son gratuitas,
sin embargo, su costo es muy reducido. A pesar de que la entrada se paga,
su precio se considera módico. Del mismo modo, ofrece a sus visitantes
una visión clara de lo que significa su trabajo y del respeto que éste merece.
Cada día aparecen nuevas formas de anomia con relación a las estructuras
sociales, a los valores, a los modos de pensamiento. Se pierden los
puntos de referencia. Tanto el espacio social como el espacio geográfico
dejan de tener significación para las personas. La carencia de referencias,
tanto físicas como culturales, provoca una pérdida de la memoria colectiva.
En este sentido, este museo ofrece referencias sociales e históricas
que ayudan a los niños, desde edades tempranas, a desarrollar mecanismos
para que puedan hacer frente a los procesos de manipulación a los que la
sociedad los expone.
El museo busca una auténtica democratización del patrimonio.
Quiere lograr que toda la población, incluso la que padece carencias en el
plano social, económico, político y cultural, olvidada de la planificación
urbana y formando parte de otra realidad, tenga acceso a conocimientos y
a experiencias que le permitan actuar como ciudadanos y no como simples
habitantes de la ciudad.
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Finalmente, quisiéramos enfatizar el rol que juegan estos museos en la
transformación de conciencias, al estar integrados en un sistema de relaciones
sociales que acompañan los cambios económicos, sociales y políticos
de sus respectivas comunidades. El trabajo de estos museos ha significado
que cada vez más personas se benefician de un patrimonio común, a
la vez que se motivan para reñexionar sobre sus problemas, discutir las soluciones
y encontrar ellas mismas su puesto en la sociedad.
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