Víctor Morales Lezcano: El factor africano en Canarias ...
I
EL FACTOR AFRICANO EN CANARIAS.
COMPÁS DE SUGERENCIAS
PARA ENTENDER UN DOSSIER
VÍCTOR MORALES LEZCANO
UNED-Madrid.
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En más de una ocasión he apuntado a que África -o sea, el ~oroeste
de ese continente- es un referente de tipo imperativo para Canarias.
La toma de conciencia del fenómeno ha sido tardía en el archipiélago.
Entre las causas de tal retraso contaría, de una parte, aquello que Claudio
Sánchez Albornoz cualificó de decisivo desembarco hispano en las Indias
de América. Un desembarco que imprimió un giro de, por lo menos, más
de noventa grados al curso de la historia de España, en virtud del cual
Europa y el Mediterráneo fueron progresivamente relegados y puestos
por la corona de Castilla en subordinación a las Indias de América.
El predominio de la orientación atlantista en el curso de aquella historia
a partir del siglo XVI, hizo del archipiélago un apostadero naval
ineludible en la ruta hacia el nuevo mundo; de tal modo que el África de
Plinio el Viejo, de San Agustín de Hipona, de lbn Battuta e lbn Jaldun, de
León el Africano y de algunas otras cimas de los saberes humanistas de
Oriente y de Occidente, empezó a ser relegada por el factor americano,
mientras que Canarias fue tierra de abono para una formación social
criolla que prefiguraba a sus homólogas indio-ibero-americanas allende el
océano. De resultas de ello, África y todos los vestigios africano-bereberenegroides
qμe afloraron en el archipiélago, fueron desdibujándose a favor
de una fisonomía culturalmente más fotogénica, más occidental. Álberto
Mingo y Jesús Barba hacen apuntes muy pertinentes en la primera de las
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contribuciones que abren las páginas del dossier que ahora se presenta al
lector. Y aquí enlazo con la segunda causa del tardío despertar canario al
dato geopolítico, económico y humano de tónica africana, hoy tan conminatorio
como llamativo. O sea, me refiero a lo que Fernando Estévez
considera en este dossier, con la pericia desmitificadora que caracteriza
sus análisis en el terreno de la antropología histórica: el descubrimiento
¿ochocentista? de unos ancestros africanos de los «buenos canarios», previamente
maquillados en los estudios cinematográficos del orientalismo
europeo. Siempre, por tanto, con la dicotomía semítica a cuestas: frente
al «pérfido árabe», el .«noble bereber»; en oposición al «cruel godo», el
«noblote canario», campurriano. Y así sucesivamente.
Fue de esta manera como Canarias pasó -sin práctica transición- de
una fase mitológica de sus culturas (A. Tejera Gaspar dixit) al período del
orto y despliegue de los tiempos modernos, de la prehistoria al umbral de la
modernidad del setecientos. De tal modo que, en ese sobresalto, la nostalgia
de los orígenes fue quedando relegada y -con ellos- todo lo procedente
del noroeste de África sufrió un proceso de desvalorización imparable,
míen tras que la modernidad colonial llegó a convertirse -no sin reticencias
para con los ingleses de Canarias, como en la obra de Alonso Quesada- en
musa insular donde la hubiese. Recuérdese aquella miss de Tomás Morales
«que al descenso del tranvía enseña la estirada media blanca».
· Ahora, por el contrario, corren otros tiempos. El proceso descolonizador
que se desencadenó a partir de 1945-50 nos trajo-un tanto tardíamente- el
reflujo ibérico que aquel proceso tuvo en los escenarios de Ifni, Tarfaya,
Sahara Occidental, Guinea Ecuatorial, Angola y Cabo Verde. Un par de
decenios más tarde, el impacto de la mundialización global aproximó
Canarias tanto al Magreb árabe-bereber, como al magma étnico de origen
subsahariano, especialmente al senegalo-sudanés, oriundo del Sahel. O
sea, irrumpió la aparatosa presencia de inmigrantes de color en las costas
de las siete islas del archipiélago desde principios del siglo XXI. Es aquí
donde la reflexión de Juan Rodríguez Betancor contribuye al dossier con
toda la frescura que aporta el empresario de factura intelectual, que fue
nuestro entrañable paisano (t20ll).
El Magreb mauritano-marroquí-sahariano es el referente prioritario
al que sin duda nos toca hacer mención cuando se piensa, se habla o
se escribe actualmente sobre la ecuación canario-africana, como es el
caso de estas páginas. Ello es así por mor de uno de esos imperativos
geo-históricos que gobiernan las relaciones entre países y pueblos. Me
refiero al tema de la vecindad, de la cercanía. Y, dentro ya dél noroeste
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de África, nos referimos por excelencia a Marruecos, en cuanto espacio
histórico antes de, y luego de, su constitución en Estado independiente.
Nadie con sentido común que esté debidamente al día, puede poner en
solfa que se trata del referente de más peso con respecto al Estado español,
en el sur peninsular y frente a Canarias. Se trata de un país que ha ido
incrementando sus atractivos para la expansión empresarial y financiera
del-y desde- el archipiélago. Esta comprobación es ahora una evidencia;
ayer, por el contrario, fue presagio de unos pocos.
En este dossier hemos elegido los autores tres aportaciones segmentarias
al por qué de la ignorancia que revelan algunas fuerzas económicas y
culturales de Canarias en relación al «continente de las tinieblas», como
lleva por título la gran novela de Joseph Conrad.
Los autores del dossier somos conscientes de las carencias y huecos
del pequeño trabajo colectivo que se ofrece aquí a los lectores. Pero esta
tarea de divulgación, junto con otras que se vienen realizando de tiempo
a acá, ayudarán al público-lector a reconsiderar la importancia que para
Canarias -a través de la historia- han tenido, no sólo Europa y América,
sino también África. Así es como lo vemos nosotros, autores del «suelto»
que sometemos a consideración del lector. Obedeciendo a una sugerencia
de Sergio Millares Cantero, es por lo que hemos optado por expresarnos
en torno a cuestiones canario-noroesteafricanas que permanecen abiertas,
a la espera de que la investigación científica abra horizontes, confirme -o
invalide- lo que ya se sabe; o lo que, simplemente, se quiere creer.
UNA SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
Esta introducción al dossier no podía no contar con una bibliografia.
En las páginas de los top-ten (aproximados) que la integran, el lect9r deseoso
de ampliar, el estudiante que se inicia y, quizá, el especialista, puedan
encontrar datos concretos y pistas interpretativas aprovechables.
Cierto resulta que «no están todos los que son», pero aquellos que
figuran en la relación adjunta, sí que han hecho dar un paso cualitativo,
objetivado, al conocimiento del tema que se aborda en el dossier. Puede
ser una .bibliografia válida para otear las perspectivas que la historiografia
ha venido abriendo en el transcurso de los últimos veinte años de
producción bibliográfica.
Se cumple así un cometido de rigor; y, de otra parte, queda entreabierta
también la .ventana para la aireación del africanismo noroccidental en el
archipiélago. ,
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6 Víctor Morales Lezcano: E/factor africano en Canarias ...
ALGUERÓ CUERVO, J.I.: El Sahara y España. Claves de una descolonización
pendiente. Santa Cruz de Tenerife: ed. Idea, 2006.
ANAYAHERNÁNDEZ, A.: Moros en la Costa. Dos siglos de corsarismo
berberisco en las Islas Canarias (1569-1749); prólogo de Bartolomé
Bennassar. Gobierno de Canarias, 2006.
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antropológico canario, 1750-1900. Santa Cruz de Tenerife:
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Cinco siglos de evolución. Santa Cruz de Tenerife, 1984.
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. actual. Madrid: La Esfera de los Libros, 2006.
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LOS PRIMEROS POBLADORES DE LAS ISLAS CANARIAS.
EL TRONCO AFRICANO COMÚN
ALBERTO MINGO ÁLVAREZ
JESÚS BARBA REY
UNED-Madrid
El primer poblamiento del archipiélago canario ha sido una cuestión muy
debatida en el ámbito investigador y siempre de actualidad. Con los datos que
tenemos hasta el momento parece ser que los seres humanos no habitaron
estas islas hasta mediados del primer milenio a. C. El período prehistórico
en ellas abarcó desde esos momentos hasta la definitiva implantación de los
castellanos a finales de siglo XV, aunque el cambio cultural entre una y otra
fase no es tan nítido: se tiene constancia de un comienzo de aculturación en
Gran Canaria ya en el siglo XIII, a la vez que se documenta la pervivencia
de ciertos rasgos de la cultura indígena incluso hasta el siglo XVIII.
Las poblaciones nativas de las islas tienen un origen norteafricano de
acuerdo con la información aportada por la arqueología, la antropología
y la filología. La causa principal de la llegada de estos grupos pudo haber
sido la creciente desecación del Sabara y/o las presiones (tributos,
reclutamientos, etc.) a las que eran sometidos los pueblos norteafricanos
por el estado cartaginés, lo que habría provocado la búsqueda de nuevos
territorios. El posterior dominio romano no varió la situación de los
norteafricanos, que también tuvieron que soportar una fuerte presión
económica y social. Se ha atestiguado, igualmente, la presencia romana
'en las islas, gracias a los hallazgos de ánforas y fragmentos cerámicos en
Lanzarote. Finalmente, la conquista árabe del norte de África, en ocasiones
despiadada, pudo suponer un nuevo desplazamiento de pueblos.
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Aunque los primeros pobladores canarios pudieron compartir muchos
rasgos de una cultura común, lo cierto es que el relativo aislamiento de
los grupos provocó una dinámica interna evolutiva y particular a partir
de un mismo tronco socio-cultural. La heterogeneidad se constata en los
restos arqueológicos, la antropología fisica y también en las diversas formas
dialectales. Es interesante recalcar que las poblaciones bereberes y
protobereberes del primer milenio a. C., según los textos clásicos, tenían
igualmente una notable diversidad cultural y dialectal.
En lo que respecta a los asentamientos, éstos se presentan tanto
en cuevas como en superficie. Las cuevas aprovechadas suelen ser
naturales, pero también las hay artificiales. Por lo general, el empleo
habitacional de las cavidades suele ser el asentamiento más generalizado,
ocupando preferentemente las de mayor amplitud, con vertiente
en solana, y distantes del álveo de los barrancos. En las bocas de las
cuevas se levantaban con frecuencia muros de piedra para proteger el
hábitat, al tiempo que también se organizaba y estructuraba el espacio
con un criterio funcional.
En las islas donde las cuevas naturales escasean se llevaron a cabo
excavaciones de otras artificiales. En Gran Canaria esta última modalidad
era muy utilizada, formándose auténticos poblados de cuevas excavadas,
generalmente de planta oval, cruciforme o cuadrangular, con habitaciones
secundarias, alacenas y silos. ·
Allí donde no existía abundancia de cuevas se encuentran más testimonios
arqueológicos de asentamientos en superficie, aunque se localizan,
en mayor o menor grado, por todo el archipiélago. Se trata de viviendas
adaptadas al terreno, con planta circular o cuadrangular, con paredes de
piedra seca y aparejo irregular, y con una cubierta vegetal.
Finalmente, se han constatado concheros (grandes acumulaciones de
conchas de mariscos consumidos por los grupos humanos) en todas las
islas, excepto La Palma y Gran Canaria.
La economía de los primeros canarios giraba principalmente en torno
a la ganadería, completando los cultivos cerealísticos de secano, la
recolección y el marisqueo la dieta alimenticia. Sin embargo, ni la pesca
ni la caza tuvieron un peso notable. Los productos se almacenaban en
silos familiares o incluso colectivos.
· Los útiles más extendidos se realizaban en piedra, documentándose
dos tipos de industria lítica: la piedra pulimentada y la tallada. El pulimento
se realiza principalmente sobre rocas basálticas, con las que
se fabrican molinos circulares de dos piezas, picos-azuelas, figuras
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geométricas provistas de ranuras y esferoides.'Desde un punto de vista
más técnico, se observan dos tendencias en los tipos de útiles: una macrolítica
y otra microlítica. Entre ellos destacan las raederas, raspadores,
denticulados, perforadores y buriles, es decir, útiles en piedra para cortar,
raspar, perforar, raer, etc.
Por su parte, la cerámica utilizada presenta una gran variedad de
formas por todas las islas, aunque predomina la cerámica hecha a mano
mediante la técnica del urdido, con un posterior alisamiento para regularizar
las superficies y poder decorarlas. Esta decoración suele ser incisa
o impresa (a veces bruñida) y los motivos predominantes, los geomé- ' .
tricos. Finalmente, entre los útiles fabricados con huesos de animales
encontramos principalmente punzones y, en menor grado, espátulas,
. alisadores y tubos óseos.
La religiosidad de los antiguos canarios está marcada por una fuerte
presencia de las divinidades celestes, astrales o lunares. Asimismo, es
probable que tuviesen espíritus protectores, como los antepasados, y
malignos, con diversas expresiones plásticas, pudiendo estar vinculados
con el culto a estas divinidades los ciclos reproductores y los principios
masculino y femenino.
En cuanto a los ritos funerarios, la inhumación colectiva en cueva es
la práctica más usual en todas las islas. Estas cavernas presentan malas
condiciones de habitabilidad, por lo que quizá fue ésta la razón por
la que se destinaron a un fin funerario y no doméstico. Asimismo, las
cuevas sepulcrales se suelen disponer agrupadas formando necrópolis
que estarían cercanas a las cuevas de ocupación. Los cadáveres solían
depositarse sobre lajas, arena, tablones de madera e incluso sobre ra"
maje, evitando colocarlos directamente sobre el suelo, mientras que el
ajuar que los acompañaba consistía en cerámicas·, adornos, aliμientos,
punzones, espátulas, etc.
A pesar de que siempre se ha considerado que la momificación era
una práctica común en los pueblos prehistóricos canarios, lo cierto es
que ésta se observa preferentemente en Gran Canaria y Tenerife. El
proceso consistía en la exposición al sol del cadáver, frecuentes lavados,
y aplicación de sustancias astringentes y/o absorbentes como la piedra
pómez. Una vez desecado se vestía al individuo con pieles o juncos, para,
posteriormente, envolverlo en varias capas de pieles cosidas. Por último,
se ataba bien todo el rebujo. La explicación que los especialistas dan a
esta momificación selectiva de algunos individuos, los menos, radica en
las diferencias sociales.
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10 Alberto Mingo Álvarez; Jesús Barba Rey: Los primeros pobladores de ...
En lo que respecta a las representaciones artísticas y/o simbólicas
en las Islas Canarias, se han documentado preferentemente grabados
rupestres, mientras que la pintura se circunscribe únicamente a Gran
Canaria.
Las técnicas de grabado son variadas, observándose desde la ·incisión,
el bajorrelieve y el rayado, hasta incluso el piqueteado. Los
soportes donde se disponen pueden ser bien al aire libre, en peñas y
rocas de diversa naturaleza, bien en cuevas y abrigos. Las categorías
temáticas podrían englobarse en tres tipos: motivos geométricos, alfabetiformes,
y figurativos. Los grabados alfabetiformes han sido puestos
en relación con el poblamiento de origen norteafricano. Por su parte,
los antropomorfos y los signos sexuales podrían evidenciar, a tenor del
énfasis mostrado en las representaciones, un culto a la fecundidad. Las
huellas de pies o sandalias (podomorfos) han sido interpretados, por
comparación con imágenes semejantes aparecidas en contextos saharianos
y magrebíes, como signos de sacralidad de los lugares donde
se encuentran. Por último, para las formas geométricas se ha sugerido
la expresión de conceptos en torno a la vida, el sol, el agua, etc. Hay
que destacar que todas estas categorías temáticas tienen paralelismos
en el norte de África.
Los colores utilizados en las representaciones pictóricas son el rojo, el
blanco, y, en menor medida; el negro. Los pigmentos eran mezclados con
agua y se aplicaban generalmente con pinceles. En este caso, la temática
ha sido dividida en motivos geométricos, puntillados y antropomorfos.
Este tipo de ornamentación pintada y dispuesta en los mismos lugares y·
parecidas construcciones ( cuevas artificiales, hipogeos excavados en la
roca) es un fenómeno generalizado en el mundo bereber desde la época
cartaginesa hasta incluso la actualidad.
Como hemos podido apreciar en estas líneas, los primeros pobladores
canarios compartieron similitudes culturales y materiales con las poblaciones
norteafricanas, aunque con el paso del tiempo generaron una
cultura propia y distintiva que perdurará hasta la llegada de los marinos
normandos, portugueses y castellanos, cuyos ecos pueden escucharse
todavía en algunos lugares de estas bellas islas.
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EL NORTE DE ÁFRICAY LA IDENTIDAD CANARIA.
LA CIENCIA AL SERVICIO DE LA POLÍTICA COLONIAL
FERNANDO ESTÉVEZ GONZÁLEZ
Universidad de La Laguna
11
En todos los territorios a los que fueron llegando las olas de la expansión
colonial europea, las élites locales tuvieron que recombinar sus
particulares historias y pasados con la estandarización de los valores del
nuevo modelo de la sociedad civil burguesa. Dentro de esa lógica, ningún
discurso identitario pudo escapar al marco ontológico de la equivalencia
entre raza y nación y de que cada combinación de ellas tenía un distintivo
lugar en la escala de la perfección humana.
Canarias tuvo también su específica articulación de racismo y nacionalismo
a la hora de construir su identidad política y cultural. Pero hay
una dimensión que ha permanecido inexplorada cuando no sencillamente
ocultada: el papel del norte de África en la conformación histórica de
«lo canario». De siempre, a la historiografia canaria y a los distintos
estamentos políticos y económicos, les ha gustado decir que «vivimos
de espaldas a África». Pero esta tesis incontrovertible, de hecho uno
de nuestros tópicos más queridos, no ha supuesto un acicate para contrarrestar
ese desconocimiento sino, contrariamente, para fortalecer la
ignorancia. Si se tiene en cuenta que en la ciencia y en la política"c.:anaria
está establecida la continuidad histórica entre el presente de las islas con
su primeros habitantes y que los antiguos canarios proceden, a su vez, del
noroeste africano, parece un contrasentido nuestro pertinaz empeño en
«olvidar» África. Pero este contrasentido no sólo no es tal, sino que la
ignorancia; el olvido y las representaciones sesgadas del norte de África
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12 Femando Estévez González: El Norte de África y la identidad canaria ...
y de sus pueblos y culturas fueron una condición necesaria, desde los
inicios de la Modernidad para la construcción de la identidad canaria.
La historia de nuestro desdén por el conocimiento de esta parte de
África tiene muchos capítulos por escribir. Uno, al menos, debería.estar
dedicado a cómo la ciencia y la política colonial marcaron la elaboración
de las teorías sobre los orígenes de los guanches y, a la postre, toda la
construcción de la identidad canaria. Pero a estas alturas, éste tendría
que ser también un capítulo sobre la incapacidad de la intelectualidad
insular para impugnar la vieja ontología identitaria basada en la pareja
raza-nación, y para desembarazarse de los presupuestos epistemológicos
de la ciencia colonial en la determinación del origen de los antiguos
canarios. Puesto que se afirma con rotundidad que los antiguos canarios
proceden del norte de África, la cuestión que hay que plantear en primer
lugar es cómo se llegó a esta aseveración, cómo se procedió para haberla
convertido tanto en la tesis más relevante de nuestra «prehistoria», como
en uno de nuestros básicos referentes identitarios.
Además de la aseveración de la existencia de la raza bereber y
árabe, la antropología física del XIX estableció que los berébere_s
norteafricanos, descritos como blancos, rubios, de ojos azules, eran
caucásicos que provenían de Eurnpa y, por lo tanto, pertenecían al
mismo tronco racial. En esta operación de «desnegrización» del bereber
los guanches pudieron, por tanto, _ser mostrados también como
de la misma estirpe europea. Así que, en definitiva, todos los estudios
a partir de Berthelot persiguieron el mismo objetivo: demostrar -vía
bereber- que el guanche era blanco, de origen europeo.
Pero desde esa per~pectiva quizá podamos evaluar en toda su complejidad
la afinidad por los bereberes en Canarias, para determinar en qué
medida nuestra idealizada simpatía por el bereber no contiene también
una dosis de apiargura, lentamente destilada a partir de nuestro viejo y
real temor por los árabes. Quizá nuestro sincero sentimiento por el sufrimiento
de los bereberes ha ocultado la necesidad de exorcizar la conquista
árabe -tal como siempre reclamó la ideología colonial europea. Pero no
precisamente la del norte de África, sino la de la propia Europa.
Sin embargo, en las actuales circunstancias sociopolíticas, ahora que
nos hemos convertido, simultáneamente, en ultraperiferia y frontera de
Europa, la simpatía por los bereberes, blanca, higiénica, esto es, colonial ,
y racista respecto a los árabes, ha perdido buena parte de su antiguo atractivo.
La nueva situación parece estar requiriendo un replanteamiento de
nuestros orígenes, y, para este propósito ,los bereberes no son el mejor
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Femando Estévez González: El Norte de África y la identidad canaria ... 13
ingrediente. Paralelo al renovado prestigio del Mediterráneo-europeo•,
de sus culturas clásicas, sus valores culturales, incluso sus alimentos
y su dieta, en los últimos años la arqueología canaria·se ha decantado
por re-explorar los orígenes mediterráneos de los antiguos canarios.
Ciertamente, tiene ahora en su seno encendidas polémicas sobre si el
poblamiento de las islas se lo deb~mos a romanos, fenicios, púnicos,
cartagineses ... pero todos son, en definitiva, «europeos».
Pero es importante no perder de vista aquí que esta reciente depreciación
del bereber coincide con la que también desde hace unas pocas
décadas se convirtió en la nueva «verdad» antropológica francesa
sobre el norte de África: que el bereber, en contra de todo lo afirmado
anteriormente, no es de origen europeo sino africano. De esta forma, el
bereber ha dejado de ser «nuestro» problema, y ya ni siquiera estamos
obligados moralmente a tenerle simpatía. La disputa árabe-bereber, se
nos dice ahora, es un problema entre africanos. Pero se olvida que esta
nueva tesis sólo comenzó a cobrar entidad justo en el momento en que
estos africanos-árabes y bereberes-, de acuerdo y en conflicto, decidieron
impugnar el colonialismo francés en el norte de África.
Así, determinar los orígenes no fue una ·preocupación de la ciencia
retomada oportunistamente por la política, fue una exigencia de la política
a la práctica científica. Con la antropología y la arqueología del
XIX tuvimos una proto-nación canaria surgida de la cuna europea; con
los arqueólogos franquistas, un capítulo de la nación española con sus
sueños imperiales; con la actual arqueología, la de una nacionalidad
canaria entendida como insularidades atlánticas en la ultraperiferia
europea. Y así, todos nuestros ancestros putativos no fueron otra cosa
que consecutivas reencarnaciones de la pureza racial del hombre blanco
europeo. Reencarnaciones con las que las élites canarias se han ido identificando
a lo largo de la historia para, precisamente, blanquear, europeizar
y cristianizar, en suma, para purificar su propia naturaleza mestiza y
criolla. Establecido este patrón colonial, Canarias entró a formar parte
de la historia del orientalismo aunque, ciertamente, en las islas hemos
permanecido ignorantes de ese mérito tan poco honroso.
Así, la continuidad de esta obsesión por los orígenes, un engranaje
fundamental que la máquina del racismo y el nacionalismo introdujo hace
más. de un siglo, reproduce y propaga los mitos, los valores y la narrativa
de la ciencia colonial en plena era poscolonial. ~quí reside el verdadero
triunfo del colonialismo: seguir pensando, en plena era poscolonial, con
las viejas categorías de los colonizadores.
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14 Fernando Estévez González: El Norte de África y la identidad canaria ...
BERTHELOT: CIENTÍFICO Y AGENTE FRANCÉS
Renunciando a las interpretaciones mitológicas, Sabino Berthelot,
visto en Canarias generalmente como un científico ocupado en nuestra
historia natural, pero que, de hecho, fue también un destacado agente
francés, vino a plantear de manera rotunda la supervivencia racial de
los guanches y la idea de que estos no fueron los descendientes de
los atlantes, sino beréberes norteafricanos. En ambas proposiciones,
Berthelot procedió a la aplicación -literal- de los presupuestos de la
antropología francesa sobre la composición racial y cultural del norte
de África que, formulados a principios del siglo XIX, prepararon
y marcaron las pautas de la colonización francesa. De un variado
mosaico cultural, que siempre habían reflejado los viajeros desde
comienzos del siglo XIX, se impuso la «verdad» científica de que
en el norte de África existían básicamente sólo dos razas, la bereber
y la árabe.
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Juan Rodríguez Betancor: Canarias-Magreb: una relación necesaria
IV
CANARIAS-MAGREE: UNA RELACIÓN NECESARJA
JUAN RODRÍGUEZ BETANCOR•
Cámara de Comercio, Las Palmas
15
Cuando los musuhnanes llegaron al último lugar donde entonces se
ocultaba el sol, a las montañas que vislumbraron en la otra orilla del mar, les
dieron el nombre de Chazirat al Ándalus (Islas de laAtlántida). Sin embargo,
las verdaderas islas del Atlántico estaban al sur y llevaban tiempo pobladas
por parientes de aquellos beréberes que salían al encuentro de los árabes que
iban en busca del Magreb. Mucho más tarde, a raíz de la expulsión de judíos
y musuhnanes de la Península Ibérica, algunos miembros de esa diáspora se
establecieron en la costa noroccidental de África y establecieron relaciones
con los nuevos residentes de las Islas Canarias, que mantuvieron hasta la primera
mitad del s. XVIII. Bien es verdad que, por ambas partes. los encuentros
no correspondieron a un espíritu de vecindad, sino de reconquista.
La unión de aquellas emociones del pasado con la atracción que ejercieron
los modelos económicos predominantes en el Atlántico, condicionaron el
hecho de que fueran muy pocos los canarios interesados por los mercados
del noroeste africano. Pero esa falta de entendimiento dejó de tener sentido
desde el momento en que los avances tecnológicos posibilitaron mayor
apertura a los mercados de capitales, facilitando a nivel mundial las actuales
transacciones de bienes y servicios. O sea, la globalización. Un fenómeno
que amplía la libertad de movimiento de las grandes corporaciones privadas
en detrimento de la tradicional hegemonía de las administraciones públicas
e incluso de la soberanía de los Estados. Contra este nuevo mercantilismo
no cabe proponer autarquías o la destrucción de Internet (nadie piensa ya en
una reedición del luddismo ). Pues el laissez-faire, laissez-passer ha hecho
• Nuestro colaborador y ge~eroso amigo, falleció en 2011, dejándonos un recuerdo de su «africanismo» vocacional.
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16 Juan Rodríguez Betancor: Canarias-Magreb: una relación necesaria
emerger mercados regionales que responden a un concepto de redistribución
más solidario, dentro de un marco democrático de gobemanza, de respeto a
los derechos humanos y también con una fuerte presencia del sector privado
de la economía, en medio del cual, los países más desarrollados empujan
hacia delante a los países vecinos que han quedado rezagados o fuera de
los circuitos de la innovación tecnológica. El MERCOSUR es el paradigma
actual de la integración regional sur-sur. En cambio, la UMA (Unión del
Magreb Árabe) es un fracaso, a pesar del beneficio que su pleno funcionamiento
supondría para todo el norte de África.
En 1989, Libia, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania crearon la
UMA sobre bases sólidas: historia común, idéntica religión y praxis
regionales similares en lo comercial ( excepto Libia y una parte de
Marruecos, los demás proceden del área francófona, por lo que aparte
del árabe clásico, muchos conservan el francés en calidad de segundo
idioma); mientras que en lo político existe un acervo de solidaridad
mutua forjada durante las sucesivas luchas por la independencia. Por si
esto fuera poco, desde antiguo existe la añoranza por un mercado común
entre los agentes económicos del Magreb. Sin embargo, el saldo que
presentan las relaciones comerciales inter-magrebíes no pasa del 2% de
los intercambios exteriores de los cinco países miembros. Lo que evidencia
el fracaso de las élites de Argelia y Marruecos, las dos naciones
más fuertes de la UMA.
Afortunadamente, este panorama cambiará a partir de que la UE
aporte los encajes precisos para el pleno funcionamiento de la integración
regional en el norte de África. No es sólo la generosidad lo que motiva
la implicación de la UE en impulsar las acciones que coordina el grupo
mediterráneo «5+5» (los 5 de la UMA, más Portugal, España, Francia,
Italia y Malta); todos los participantes son consci_entes de que con el desarrollo
del Magreb se podrá evitar que los desplazamientos masivos de
población conviertan el Mare Nostrum y el antiguo mar canario-africano
en la puerta de entrada a Europa; y de que sólo el bienestar económico
contendrá las incursiones hacia Occidente del terrorismo yihadista. Ese
es el sentido de las conversaciones que bajo los auspicios de la ONU se
están desarrollando en Manhasset, y en esa misma línea va el Acuerdo
de Asociación que la UE ha firmado con Marruecos, así como las ayudas
a la apertura y orientación hacia al exterior de las restantes economías
nacionales del Magreb. Como contrapartida, la UE no se inmiscuirá en
los valores culturales y religiosos de los pueblos del norte de África, pero
exigirá a sus gobiernos que extiendan gradualmente, entre sus respecti-
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Juan Rodriguez Betancor: Canarias-Magreb: una relación necesaria 17
vas poblaciones, los valores imprescindibles de convivencia ( estado de
derecho, gobemanza y derechos humanos), para promover sociedades
civiles estructuradas en cada país. Precisamente, a esas sociedades civiles
les corresponderá reinventar la UMA, despojándola del estatismo y del
exclusivismo «árabe» con que nació.
Los efectos de esta modernidad comienzan a percibirse más allá del
llamado Marruecos útil (Casablanca-Rabat). A las localidades del otrora
olvidado Rif acuden hoy misiones comerciales e inversores procedentes
de las regiones europeas del Mediterráneo (la integración cada vez más
es cosa de regiones que de naciones). Asimismo, las regiones del sur han
comenzado a relacionarse con sus vecinos; también es verdad que en la
región vecina (Islas Canarias) hasta hace poco aquéllas no encontraban
partenaires dispuestos a participar en la integración regional del noroeste
africano. El optimismo imprescindible para decidir a los empresarios,
surgió cuando vieron que las instituciones canarias asumían protagonismo
en la Política Europea de Vecindad (PEV) y daban un paso más allá,
admitiendo que no eran la avanzada de Europa en África, sino la parte
europea de África. .
Un matiz que tiene su enjundia, pues aporta confianza y decide a muchas
empresas a instalarse en Marruecos, Mauritania u otros lugares del
continente; y por otra parte, otorga a la Comunidad Autónoma Canaria
la horizontalidad que la UE considera que debería tener su estrategia
de integración regional sur-sur. De ahí que la PEV contemple acciones
específicas ( cooperación transfronteriza) en las que participarían de pleno
derecho las Islas Canarias.
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18 Juan Rodríguez Betancor: Canarias-Magreb: una relación necesaria
Baile tradicional de los beréberes en una aldea de Guelmin. Los panderos llevan símbolos tamazight.
Curso sobre funcionamiento de los mercados impanido en la biblioteca Antaine de Saint Exupéry de Tarfaya,
apoyado por el Gobierno de Canarias.
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Juan Rodríguez Betancor: Canarias-Magreb: una relación necesaria 19
Curso sobre marketing dirigido a mujeres emprendedoras y artesanas en Guelmin. No existirá integración regional
mientras no participen en la misma los sectores privados de la economía. Las Cámaras de Comercio de Canarias
están transformando la cooperación regional en integración regional.
Mujeres emprendedoras y artesanas participantes de uno de los cursos organizado por la Cámara de Comercio
de Las Palmas con el apoyo del Gobierno de Canarias.
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HISTORIA DEL ARTE
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