TEBETO. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura
N.º 20, Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X
CEREMONIA, OPINIÓN Y PROPAGANJ?A PÚBLICA EN
CANARIAS DURANTE LA EDAD MODERNA:
EL EJEMPLO DE LA PROCLAMACIÓN DE FELIPE V
PEDRO QUINTANA ANDRÉS*
MARÍA GLORIA EXPÓSITO LORENZO**
* Agregado de EEMM y doctor en Historia .
**Licenciada en Pedagogía
© Del documento, los autores, Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2018
2 Pedro Quintana Andrés, Maria Gloria Expósito Lorenz.o: Ceremonia, opinión y propaganda pública en ...
Resumen: la Modemiclad fue una fase temporal de considerables contradicciones
en el seno de la sociedad, donde de forma sorda o abiertamente,
se manifestaron numerosos conflictos. La spciedad canaria no se encontró al
margen de esta realidad, siendo necesario para el grupo de poder establecer su
exhaustivo control ideológico si pretendía continuar ejerciendo su hegemonía
durante un prolongado tiempo. Las ceremonias y actos públicos fueron algunos
de los medios empleados en propagar los valores y mentalidad del momento
como medio de mantener el statu quo establecido. Una de las manifestaciones
de cohesión popular más notable fue la de proclamación y jura de adhesión al
monarca entrante, siendo una de las más recordadas la de Felipe V debido a las
condiciones de su elección y al marco internacional existente.
Palabras clave: ceremonia; propaganda electoral; control; ideología.
Abstract: Modemity was a t~mporary phase of significant contradictions
within society, where so dull or outright is expressed in numerous confl.icts.
The islands' society could not be found outside this reality, being necessary
for the group to establish its comprehensive ideological control if it wanted to
continue to exercise its hegemony overa long time. The ceremonies and public
events were sorne of the means used to propagate the values and mentality of
the moment as a means of maintaining the statu quo established. One of the
manifestations of popular cohesion most notable was the proclamation and oath
of accession to the incoming monarch, one of ihe most notable of Philip V by
the conditions of his choice and the existing intemational framework.
Key words: ceremony; -propaganda; control; ideology.
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Pedro Quintana Andrés, Maria Gloria Expósito Loreilw: Ceremonia, opinión y propaganda pública en ... 3
La Edad Moderna fue un periodo histórico caracterizado por el registro
de una compleja realidad social, política, económica e ideológica,
además de cimentarse en él las bases de procesos contemporáneo~ aún
muy arraigados en el seno de la sociedad occidental. La ideología, política
y los entramados surgidos de estructuras tan sutiles como el imaginario
popular durante la citada fase tuvieron numerosas formas de manifestación,
vías doctrinales de penetración, sutiles medios de propagación,
procesos de asimilación, formas de transmisión generacional, variadas
tipologías de perpetuación o de mera retroalimentación. Uno de los
medios de propaganda más eficaces empleados por el sector del poder
para lograr difundir sus modelos sociopolíticos e ideológicos en _el seno
de la población fueron las conmemoraciones, festejos, exaltaciones y
honras celebradas en razón de variados motivos en donde estaban representados
los grupos oligárquicos a través de las instituciones en las que
asentaban su poder/ascendencia sobre el resto de la población --'-Cabildo
Catedral, Ayuntamiento, Real Audiencia, Santo Oficio- o asistían a ellas
individualmente, al ser integrantes del grupo de poder local/insular/
regional. La propaganda, la manipulación de la opinión pública y el
deseo de controlar ideológicamente al mayor espectro de la población
se convirtió en un factor de vital importancia para la consolidación de la
·superestructura dominante, aunque, lógicamente, no fue el único camino
ni el de mayor rango para afianzar al grupo de poder en sus posiciones
· ideológicas. Estos factores se erigieron en una cuestión vital para el
grupo de poder si quería prolongar durante largo tiempo su posición
dentro de la jerarquía social, acallar las protestas, desviar la atención de
los males populares hacia aspectos rayanos en la superchería o inducir a
los damnificados de su concentración de rentas/honores a establecer su
recompensa fuera del mundo terrenal. La multiplicidad de conmemoraciones/
celebraciones intentaban proyectar sobre la sociedad un mensaje
claro, envuelto en una considerable parafernalia, de lo que era el poder,
quien lo ostentaba, la necesidad de seguir manteniendo en éste al sector
preponderante por el bien de la población y la ratificación de su posición
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4 Pedro Quintana Andrés, Maria Gloria Expósito Lorenzo: Ceremonia, opinión y propaganda pública en
en las dádivas recibidas generación tras ge~eración por el don divino. A
través de estos actos públicos la elite socioeconómica buscaba impactar
sobre una población empobrecida, al límite de la subsistencia, esperanzada
en un futuro mejor, la mayor parte analfabeta, con una vivencia de
la fe basada en la superchería/milagrería, creyente en una justicia final o,
simplemente, concurrente a cada evento deseosa de recibir en ese día la
limosna distribuida en nombre del monarca, el obispo de turno o a través
de la manda pía dispuesta por un prebendado de la catedral.
El sector poderoso pretendía con cada celebración ensalzar los valores, las
actitudes y la preeminencia de su modelo de sociedad, el orden establecido,
el sistema socioeconómico vigente o la persona, básicamente el monarca,
establecida en la cúspide del estado por la gracia divina, del cual emanaba la
estructura socioeconómica impuesta. En todas las celebraciones participaba
la población como principal elemento sustentante y captador del mensaje
ideológico, pues hacia ellos se volcaba y de ellos se esperaba una respuesta
positiva tras cada uno de los encuenti:os, además de persistirse en la asimilación
individual que se trasmitiría oralmente generación tras generación.
La multiplicación de procesiones, paradas de milicianos, fuegos artificiales,
corridas de toros, Te Deum, funerales/bodas reales o representación de comedias
no buscaban solo entretener, sino la catarsis de un pueblo en unión con
su oligarquía, de ésta con el monarca y, a través del rey, con el propio Dios'.
El poder debía asegurar su posición mediante la ostentación económica y
política, pero también quería cimentarse en el prestigio social alcanzado por
las gracias en el reparto de donaciones, limosnas o la financiación de acontecimientos
sociales para el momentáneo regocijo popular que había durante
breve tiempo olvidado las graves privaciones a las que estaban sometidos
por un sistema jurídico-ideológico-económico favorecedor de una elite'.
Las fiestas y las ceremonias, ya fueran lúdicas, fúnebres o de acción de
gracias, se convirtieron en un gran teatro o espectáculo donde cada uno de
los protagonistas/espectadores representaba el papel asignado a su posición
socioeconómica o rango político, evolucionando los contenidos explícitos-reforzándose
y manteniéndose siempre los implícitos-de los mensajes a lo largo
del período estudiado, al igual que en otros lugares de la Península o Europa2•
' LÓPEZ, R. J.: Ceremonia y poder afina/es del Antiguo Régimen. Ga/icia 1700-1833; Santiago de Compostela, 1995.
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Las manifestaciones públicas eran elementos básicos para la penetración de
la ideología oficial auspiciada por los diversos sectores integrados en el grupo
de poder, al plasmar a través de ellas el rol desempeñado por cada estamento y
la autoridad jerárquica existente entre los sectores conformadores del resto del
vecindario. Aclarar el orden social; transmitir valores religiosos y filosóficos;
exaltar la monarquía y a quien la sustentaba; y distinguir el escalafón de cada
representante dentro del organigrama social fueron las primigenias bases de
cada acto público. Por contra, a medida que aumentaba la complejidad de1ciertas
manifestaciones, la privacidad de otras -caso de las ceremonias llamadas
secretas, celebradas por el Cabildo Catedral por mandato del.rey a favor de
éste, su familia o las armas reales-, o su carga conceptual, en muchos casos
alejada de la masa popular, su efectividad propagandística debió disminuir. La
cultura del poder se establecía sobre estos parámetros básicos, cuyo objetivo
era reproducir el mensaje oficial, la ideología de la jerarquía y la imposibilidad
de su modificación. Aspiraba este marco supraestructural a crear una compleja
información donde lo importante era transmitir unas normas a un primigenio ·
escalón de la población para que, en una ulterior fase a través de una cadena
urúvoca y unidireccional, fuera propagado sin alterar sustancialmente ninguno
de sus mensajes básicos. Este proceso era capaz de destruir-construir informaciones
complejas cuya comunicación, según descendía en el escalafón social,
se simplificaba gracias al empleo de determinados agentes sociales (regidores,
clero, frailes, alcaldes pedáneos), espacios de transmisión (exequias, plaza
pública, taberna, templo);.grupo humano, etc.
En los siglos XVI-XVII gran parte de las ceremonias públicas y los
actos de propaganda se sostenían sobre un complejo aparato ideológicoreligioso
cuyo eje central eran los acontecimientos generados alrededor de
las fechas religiosastradicionales, los momentos de penuria/algarabía de
la población y las diversas convocatorias extraordinarias solicitadas por
el poder local/central debido a un variado número de causas (nacimiento,
matrimonio, triunfo de las armas reales, concesión de donativos). Esta
situación experimentó una clara transformación a partir de la segunda
mitad del siglo XVIII, pues las celebraciones extraordinarias más comunes
efectuadas por las instituciones asentadas en las islas se centraron
en actos cívico-religiosos, en muchos casos casi estrictamente políticos
(jura y aniversarios de la constitución, matrimonios reales). En todo
caso, sérán los reinados de Felipe V, Carlos IV y Femando VII-los más
conflictivos en un variado espectro sociopolítico- en donde abundarán y
proliferarán las ceremonias cívicas, buscando todos ellos las adhesiones
inquebrantables al monarca y sus complejas/contradictorias decisiones
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6 Pedro Quintana Anchés, Maria Gloria Expósito Lorenzo: Ceremonia, opinión y propaganda pública en ...
políticas/económicas3• En 1761, por ejemplo, la fiesta de celebración y
proclamación de la Inmaculada Concepción como patrona de España
llevó al Cabildo Catedral de la Diócesis de Canarias a una considerable
inversión y esfuerzo como medio de mostrar su preeminencia social, ser
una de las instituciones con mayor rango de la región y representar la
figura real en tal ocasión, erigiéndose esta manifestación en la culminación
del festival y parafernalia barroca en la ciudad, con regocijo general
durante tres días en las calles y miles de luminarias adquiridas para tan
magno acontecimiento. Los prebendados canarios pretendieron con este
derroche y boato imitar a su homólogo sevillano -de cuya actuación
en dicha proclamación tenían noticia puntual- donde se desplegó un
estandarte bordado en oro y plata colgado de la Giralda, al tiempo que
4.000 luminarias brillaban en la fachada de la catedral4
•
Desde el últim9 tercio del siglo XVIII hasta 1820 poco a poco se registró
una evidente politización de las ceremonias de apoyo a la monarquía,
directamente proporcional a su debilidad económica, pérdida de peso en la
escena internacional, incapacidad de solucionar los acuciantes problemas
socioeconórnicos y sus graves incoherencias ideológicas. Las manifestaciones
populares se alejaron del espectáculo religioso y se impuso progresivamente
el cívico, en un intento de amortiguar las grandes. diferencias
y tensiones internas de la sociedad cada vez más diáfanas. Las últimas no
solo quedaban reflejadas en el conflicto entre los valedores del régimen
constitucional y el absolutista, sino también en la creciente. e inane crispa~
ción entre las propias instituciones por figurar con mayor relumbre en cada
ceremonia, intentando relegar a las otras en la supuesta fidelidad/entrega al
monarca, cuyo resultado fue una sucesión de desencuentros que no podían
ocultar su creciente inoperancia institucional. Los simbo los de la ley, de una
monarquía más humana, de la dignificación de las actividades manuales,
etc., se fueron ·imponiendo en las representaciones simbólicas de finales
del setecientos frente a las alegorías de guerra, fuerza o poder absoluto que
tanta importancia adquirieron en el siglo XVII y comienzos del XVIII. La
nueva simbología buscaba, ante todo, ampliar el apoyo popular a la causa
monárquica, deteriorada tras los diversos motines y algaradas generadas en
el estado a partir de la segunda mitad del setecientos. En todo caso, después
de esa fecha, la presunta cohesión del ceremonial debió comenzar a ser
3 EGmO, T.: Opinión pública y oposición al poder en la España del siglo XVJI/, 1713-1759, Valladolid, 1971.
GALLARDO PEÑA, M.: «Fiesta de exaltación al trono y retratos de Carlos IV en La Laguna», en Anuario de
Estudios Atlánticos, Madrid, !995, n.º 1, 41, pp. 271-285. ·
'CALLAHAN, W. J.: Iglesia,poder y sociedad en España, 1750-1874, Madrid, 1989, p. 60 ..
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menos efectiva entre los variados sectores integrados dentro del pueblo
llano ante la reiteración de las celebraciones de adhesión o la existencia de
grupos cada vez menos permisivos ala propaganda. La ruptura ideológica
con el pasado estuvo representada por un nuevo repertorio de manifestaciones
con un renovado lenguaje alejados de los arquetipos absolutistas,
tal como se registró en la proclamación de la Constitución de 1812 o la
abolición del Santo Oficio de la Inquisición. El advenimiento de las fases
absolutistas en el primer tercio de la centuria decimonónica ya no pudo
contar con un aparato propagandístico tan articulado y generalizado para
luchar contra la ideología liberal, debiendo retomar las antiguas vías de .
difusión de la ideología oficial recurriendo al clero recalcitrante, la represión,
el control policial o utilizando de forma reiterada las. celebraciones
de acontecimientos menores -caso de las preñeces de los miembros de la
familia real, viajes para acordar nupcias-, como medio de intentar encontrar
un consenso social ya perdido desde tiempo atrás.
1. IDEOLOGÍA Y SOCIEDAD ISLEÑA
Todo el ceremonial, en sus diversas facetas, alcanzaba su significado en
la puesta en escena y la multiplicidad de actos, en los que tanto participan
los. organizadores como elementos sustanciales como el público presente
al convertirse en los agentes receptivos del mensaje. Lógicamente, las
instituciones religiosas adquirieron un evidente peso en dichas manifestaciones,
en especial el Cabildo Catedral de la Diócesis5
, debido a su notable
ascendencia ideológica sobre la masa. Los prebendados canarios tuvieron
un papel destacado, ya porque en ellos recaían las organizaciones de los
eventos de mayor relevancia -al ser la institución la administradora de
los diezmos y de las tercias reales, además de representantes reales en la
región-, ya porque de su acuerdo colegiado dependía el permiso para la
celebración de buena parte de los actos. El ámbito de intervención del citado
Cabildo Catedral se limitó, en la mayoría de los casos, a un espacio muy
determinado-la catedral-; celebrándose en el recinto misas, procesiones o
el Te Deum de rigor como inicio o culminación de la fiesta o el acto cívicoreligioso.
solo en épocas de sequía, plaga o peste los capitulares trasladaban
sus actos a la calle mediante las procesiones de rogativa -a ellas se unían
'QUINTANA ANDRÉS, P.: Los Estatutos del Cabildo Catedral de Canarias en la Edad Moderna, Santa Cruz
de Tenerife, 2006. Del mismo autor, A Dios rogando y con el mazo dando. Fe, poder y jerarquía en la iglesia
canaria. El Cabildo Catedral de Canarias entre 1483-1820, Madrid, 2004. Del niismo autor, Finis Gloriae
Mundi. Ideología y Sociedad en Canarias. los prebendados del Cabildo Catedral durante el Antiguo Régimen
(1483-1820), Bilbao, 2004.
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8 Pedro Quintana Andrés, Maria Gloria Expósito Lorenzo: Ceremonia, opinión y propaganda pública en ...
las festividades ordinarias de la Semana Santa, Corpus Christi-, al igual
que las celebraciones de llegadas o exequias de obispos, donde exponían
su poder de convocatoria, preeminencias y boato. Los actos ordinarios y
extraordinarios de los capitulares eclesiásticos suponían una muestra de
su ascendencia/poder sobre la población respecto a otras instituciones
presentes en la ciudad de Las Palmas -Tribunal del_ Santo Oficio, Real
Audiencia-, aprovechando la mayoría de éstas la oportunidad del acto
para intentar disputarle su papel, ocasionándose de forma habitual graves
conflictos jurisdiccionales entre las entidades presentes en ese encuentro
al verse en la necesidad de tomar partido por una de las partes. La música,
la comedia, los fuegos de artificio, el uso de la arquitectura efimera,
bailes, o corridas de toros -todos estos espectáculos ocasionaban gastos
muy elevados'-, realizaban su labor efectista sobre un público acostumbrado
a una draconiana y austera existencia diaria donde tenía reducidos
momentos de ocio,.el cual observaba y reconocía extasiado la.autoridad
de las instituciones y del propio monarca, señor de todo6•
La capacidad de control de la masa a través de las citadas ceremonias
fue limitada, pues los partícipes en ellas fueron una mínima parte
de la población, ya que los actos no llegaban a las zonas rurales donde
vivía la mayoría de los vecinos, ni a otras islas -caso de Fuerteventura
y Lanzarote-, debiendo las autoridades-oligarquía recurrir a otros mecanismos
propagandísticos y adoctrinadores latentes dentro del sistema
mucho más efectivos con la población. Cada espectador se convertía en
un propagador de la ideología, capaz de comunicar sintetizadamente los
elementos básicos del sostenimiento de la elite tradicional cuyo fin era la
hegemonía social, el poder real y la conservación de la monarquía divina.
Las ceremonias se destinaron a mantener de forma clara la presencia del
rey y recordar su poder en cada uno de los actos, pero, también, la exaltación
del liderazgo de los convocantes, su privilegiada posición dentro
de una sociedad tan jerarquizada, sus funciones y el lugar ocupado por
las instituciones donde estaban integrados7•
Quizá las máximas expresiones del poder de la monarquía en el ceremonial
fueran las celebraciones de las subidas al trono y las exequias reales
6 QUINTANA ANDRÉS, P.: A Dios rogando .. op. cit.
1 STRONG, R.: Op. cit. RODRÍGUEZ BECERRA, S.: Las fiestas de Andalucía, Sevilla, 1985. MARAVALL,
J. A.: La cultura del Barroco. Análisis de una estructura histórica, Barcelona, 1983. VOLVELLE, M.:Les métamorphoses
de laféte en Provence de 1750 á 1820, París, 1976. ROMEU PALAZUELOS, E.: Fiestas que la
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GALLARDO PEÑA, M.: «Fiesta de exaltación al trono y cuadros de Carlos lll en La Laguna», en Revista del
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-como un principio-fin renovador-, tan cotidianas y de profundo contenido
ideológico desde la segunda mitad del siglo XVII. En ellas se sacralizó
sobre todo la autoridad del monarca, su potestad de imponer su voluntad
a sus vasallos y la evidente unión de éste con Dios, a quien único debía
rendir cuentas,. El uso de tronos, banderas, túmulos, catafalcos y lutos no
solo buscaba propagar la alegría/dolor entre el pueblo, sino también darles
a entender la perdurabilidad del monarca pero, a su vez, la perpetuidad
de la monarquía cuando se alzaba públicamente el pendón de su sucesor8.
En las exequias reales el luto, su estética y las formas de representación
del dolor-popular o culto- fueron cuidadas pormenorizadamente en todos
sus aspectos por las instituciones encargadas de los actos, al ser la calidad
de éste, las cantidades invertidas en paños y trajes ad hoc o la temporalidad
de las ceremonias los factores más efectistas entre la población, que
medía por éstos la calidad y poder de los fallecidos. Además, su conjunto
implicaba un elemento básico de la vivencia teatral de la muerte y de la
transmisión del poder, el acatamiento al orden establecido, la legitimidad
y la fidelidad al nuevo monarca. Las exequias; como -las procesiones
ordinarias y extraordinarias más destacadas a lo largo del año, suponían
una gran teatralización, convirtiéndose el espacio de la ciudad en un gran
escenario y sus ciudadanos-foráneos se erigían en actores involuntarios
de una representación urdida como medio de influir profundamente en la
voluntad de la población, En esos días el Ayuntamiento emprendía una
frenética limpieza de calles, restringía la circulación de animales por las
vías de paso, mantenía férreamente el orden público y los pregoneros
recordaban reiteradamente la celebración del evento en cada lugar de la
urbe. Tras la convocatoria general, el siguiente trámite era engalanar la
catedral y las vías urbanas donde transitarían las autoridades, las imágenes
religiosas o la parafernalia más ad hoc del momento. Al unísono, las
autoridades preparaban los vestidos, contrataban la música, establecían
la cuantía a gastar en los fuegos artificiales, supervisaban las diversas
construcciones tan efectistas como efímeras y· se contrataba el servicio
de refrigerio para los representantes de las instituciones asistentes. En todo
caso, se buscaba un propósito donde. la estética suponía un factor decisivo
pero, ante todo, conmovedor del sentimiento popular que fuera lo
suficientemente profundo como para lograr transmitir la ideología básica,
sensaciones, afectos y, en especial, las emociones más irracionales en el
'CAMPOS SÁNCHEZ BORDONA, M.-VIFORCOS MARINAS, M.:Op. cit._VARELA,.J.: Op. cit. SOTO
CABA, V.: Los catafalcos reales del Barroco español, Valladolid, 1992.
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deseo de buscar su adhesión a la monarquía o al grupo social más cercano
a la representación de su poder. La vigilia, el sermón y parafernalia de los
actos subrayaban con mayor intensidad el clímax propicio para llegar a los
sentimientos de oyentes y espectadores, cuyo nivel de alegría-dolor sería
el grado de fidelidad al régimen establecido. Por ello, al Cabildo Catedral
o al Ayuntamiento no les importaba invertir algunos miles de reales en los
actos-al fin y al cabo cantidad extraída de los impuestos establecidos sobre
las producciones de la población-, pues la rentabilidad social e ideológica
era siempre muy elevada aunque, como se ha citado, debieron existir, por
lo general, consic;lerables limitaciones a sus efectos directos.
En el siglo XVIII se romperá con la práctica religiosa anterior, hacién~
dose ésta más individual, más personal, menos grandilocuente y buscando
más la devoción que los excesos y usos populares, tan comunes en etapas
pretéritas9• El movimiento, relacionado con las nuevas directrices del catolicismo
ilustrado y filojansenista, se centró en un interés ante todo pastoral
y educativo, aunque muchas veces dirigido más hacia una elite, sobre todo
tras la salida de España de· los jesuitas, que hacia el pueblo, al cual se le
reconocía solo un pequeño papel decisorio. El giro en los usos religiosos
repercutió en los actos.públicos, decayendo el peso de Íos elementos más
relacionados con el catolicismo y aumentando los aspectos unidos a las
directrices políticas establecidas por las elites y la propia monarquía.
2. LA FIESTA COMO FORMAD E PROPAGANDA Y RATIFICACIÓN
DE UN PROCESO IDEOLÓGICO
La densa estructura socioideológica creada a través del tiempo por los
sectores socioeconómicos, preponderante como medio de sostenerse en
sus posiciones, se plasmaba, entre otras, en las fiestas de proclamación de
soberanos o la consecución de algún objetivo político o militar; fueron
acontecimientos.de evidente regocijo popular, al convertirse en un elemento
de cohesión del grupo y notable propaganda ideológica 1°. La restauración
de Nápoles a la Corona castellana en 1648, como las de las plazas de
Orán y Ceuta en 1732 o la liberación de Nápoles en 1734, propiciaron
sucesivas cgnmemoraciones por las instituciones presentes en la ciudad
de Las Palmas, invirtiéndose -sobre todo el Ayuntamiento y el Cabildo
9 CALLAHAN, W. J.: Op. cit. MARTÍNEZ ALBIACH, A.: Religiosidad hispana y sociedad borbónica, Burgos,
1969. VV. AA.: Coloquio internacional de Carlos 1/I y su siglo, Madrid, 1990. VV. AA.: Actas del Congreso
internacional sobre Carlos /JI y la Ilustración, Madrid, 1989.
"MARTÍNEZ FUENTES, F.: Usos, costumbres y fiestas de Gran Canaria en el sigló XVIII, Las Palmas de
Gran Canaria, 1998.
22 TEBETO, n.º 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X
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Catedral- cuantiosas sumas en luminarias, fuegos artificiales, repiques,
música o actos públicos cívicos -comedias, corridas de toros-, además
de la celebración de una misa mayor, la obligada procesión alrededor
del edificio de la catedral y el descubrimiento del Santísimo Sacramento
después de finalizadas las horas de asistencia-al coro de los prebendados
por la mañana. A partir de 1732, la tirantez existente entre los capitulares
eclesiásticos y los regidores sobre preeminencias, alcanzará a las fiestas de
proclamación de victorias, nacimientos, exequias reales, etc., en las cuales
no participarán los eclesiásticos hasta tener una comunicación personal del
monarca, pese a que el Ayuntamiento lo pidiera o exigiera.
Las celebraciones de proclamación de los reyes adquirían el mismo
rango de preeminencia y boato que la dada a la octava del Corpus, siendo
de similar nivel las fiestas convocadas en las celebraciones de los enlaces
matrimoniales de los miembros de la familia real, preñados y nacimientos
de retoños, además de las victorias de los ejércitos españoles. En Jodas
ellas se concluían los encuentros con un solemne Te Deum, al cual se
invitaba a todas las autoridades presentes en la isla, y una procesión dentro
del recinto catedralicio con la Virgen de la Antigua. A los actos oficiales
de rigor se añadían tres días de luminarias y fuegos artificiales lanzados
desde la fachada principal de la Catedral. Así, en 1661, el nacimiento del
príncipe fue recibido con gran entusiasmo por los eclesiásticos, mandando
a construir en medio de la plaza real un castillo elaborado a base de madera
y telas pintadas, además de desembolsar 72.000 maravedís en fuegos
de artificio. En total, los gastos ocasiorn;1dos en ese evento ascendieron
a la considerable suma, sobre todo en una época de profunda crisis en el
abastecimiento de cereales a la urbe, de 192. 000 maravedís 11
•
La celebración de la boda de Carlos II en 1680 fue todo un acontecimiento,
participando todas las instituciones en armonía, así los prebendados del
Cabildo Catedral fueron invitados por el Ayuntamiento, procurando éstos se
previniera todo tipo de dulces para la concurrencia mientras contemplab8I).
las celebraciones desde el balcón del palacio episcopal. En julio de 1707 el
nacimiento del primogénito de Felipe V supuso las manifestaciones de rigor,
sobresaliendo la aportación del Cabildo Catedral con la celebración de dos
sermones a cargo del magistral y el canónigo Lordelo, además de efectuarse
una procesión de acción de gracias con la Virgen de la Antigua hasta el
convento de San Agustín. Al entusiasmo de los eclesiásticos se unieron.los
regidores cuando establecieron disparar todas las piezas de artillería presentes
11 Archivo del Cabildo Catedral de la Diócesis de Canarias. Actas del Cabildo. Tomo XIX. Acuerdos de 20-12-
1661 y 19-4-1662.,
TEBETQ, n.0 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X 23
© Del documento, los autores, Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2018
12 Pedro Quintana Andrés, Maria Gloria Expósito Lorenzo: Ceremonia, opinión y propaganda pública en ...
en la ciudad, realizar diferentes comedias para el entretenimiento del público,
la quema de fuegos artificiales por tres días, contratarse diversas corridas de
toros y competiciones de jineta-celebradas el 4 de octubre-, etc. 12
•
ROGATIVAS, PROCESIONES, EXEQUIAS Y ACTOS
EXTRAORDINARIOS CELEBRADOS O PARTICIPADOS POR EL
CABILDO CATEDRAL ENTRE 1500-1820
Acontecimientos ISOO-ISSO ISSl-1600 1601-16SO 16St-1700 1701-17SO t7St-t800 1801-1820
Recibimiento o 5 1 6 8 8 8 1
muerte de obisoo
Plagas-sequías 1 3 32 39 34 38 12
Epidemias-avisos 2 4 7 9 3 1 3
de llegada de
'enemii:,,
Pro~lamaciones o 3 2 4 6 13 7 4
exequias reales
Asuntos 3 4 2 11 20 11
relacionados con la
familia real
Victórias de las 1 4 4 6 8 7
armas reales
Sucesos oolíticos 1 1 4 10
Celebración 1 2 1 2
nombramiento
obispos de origen
canario
Calamidades 1 1 1 2 2 2
Otras I· 1 7 4 3
Total 12 . 15 60 · 78 87 88 51
Fuenie: QUINTANA ANDRÉS, P.: A Dios rogando y con el mazo dando. Fe, poder y jerarquía en la iglesia
canaria (/483-1820), Madrid, 2003. Nota: elaboración propia.
Quizá la etapa con mayor proliferación de fies1:afi a causa de bodas, preñeces
y natalicios fuera la de finales del siglo XVIlI con el prolífico matrimonio
de Carlos IV y las cuantiosas bodas en la Corte,· que redunc;laron en una
sucesión de fiestas en Las Palmas. Las autoridades locales celebraban con
todo su boato cada nacimiento de infantes que, en diversos periodos, propiciaron,
iI).cluso, dos agasajos anμales apenas separados por los nueve meses
de embarazo de rigor. También la proclamación de las Cortes Generales y los
12 Los fuegos de artificio le costaron al Cabildo_ 131.100 m_aravedís, mientras l_a corrida de toros alcanzó los ~2.652.
24 TEBETO, n.º 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X
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decretos emanados de ellas, de 24 y 25 de septiembre de 1810, obligando al
juramento y obediencia de las leyes superiores fueron acatados y festejados
en toda la ciudad. En esa ocasión los capitulares dispusieron se cantara un Te
Deum por el bueh devenir de las Cortes, además de establecer tres días de
rogativas públicas por el auxilio de sus resoluciones. El 7 de noviembre se
realizó el juramento del Cabildo Catedral de las nuevas normas generales,
siendo el primero en hacerlo el deán Miguel Mariano de Toledo de manos
del arcediano de Canaria, bajo la fórmula dada por las Cortes y situando la
mano sobre el libro de los Evangelios, después de él todos los capitulares
efectuaron el mismo acatamiento de dos en dos. Al día siguiente, tras la hora
sexta, se cantó un Te Deum, se expuso el Santísimo Sacramento, intervino
la Capilla de Música y el campanero dio repiques de celebración. La misma
ceremonia se registró el 8 de agosto de 1812 para el acatamiento de la
Constitución, contribuyendo el Cabildo Catedral a tal evento con algunos
miembros de la Capilla de Música para participar en la efeméride, además
de distribuirse diversas partidas de nieve para la elaboración de refrescos
para las autoridades concurrentes al acto13•
Las victorias reales más relevantes se convirtieron en motivo de.fiestas
y regocijo general, destacando, entre otras, la derrota de los turcos en 1618,
lo que significó que el día de la Asunción se hiciera una solemne procesión
por la ciudad, portándose en su trono á la citada imagen y el Cristo de la
Vera Cruz, para después celebrar una misa, luminarias, y concluir el día con
espectaculares fuegos artificiales. Las exequias reales, como se apuntó con
anterioridad, fueron otra de las grandes manifestaciones de la población.
En ellas se representaba el dolor popular por la muerte de un miembro de
la familia real, la mayoría de las veces desconocido para el común, pero no
por ello olvidado a la hora de sentir su muerte a causa de su parentesco con
el monarca.La realización de honras fúnebres °era solicitada regularmente
por el Ayuntamiento al Cabildo Catedral -titular del principal templo regional-,
concurriendo a ellas todos los representantes de las instituciones
locales. La celebración contaba como la representación alegórica de ese.
poder efimero real de un túmulo de madera y cubierto de bayeta negra,
emplazado en el pavimento o nave central de la catedral.
En 1689 las exequias por el fallecimiento de la reina fueron centro
de polémica entre todas las instituciones, como también se registró
en.los funerales de la reina Ana de Austria en 1581 por cuestión de
13 A.C.C.D.C. Actas del Cabildo. Tomo LXIV. Acuerdos de 7-11-1810 y 9 y 14-8-1812. No quisieron pasar a
Telde a jurarla en el cabildo extraordinario de 8 de agosto los canónigos Briñes, Armas, Bencomo; doctoral y
Femández, así como el racionero Albertos, él cual se había quedado en Las Palmas.
TEBETO, n.º 20. Puerto del Rosárió (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X 25
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14 Pedro Quintana Andrés, Maria Gloria Expósito Lorenzo: Ceremonia, opinión y propaganda pública en ...
preeminencias entre los representantes del Tribunal de la Inquisición,
la Real Audiencia, el obispo y el Cabildo Catedratl4. El prelado.y los
prebendados querían evitar las diversas innovaciones introducidas en
el protocolo de asistencia a la catedral por la Real Audiencia, caso del
acompañamiento con alabarderos, el uso de asientos con espaldas para
los oidores y regente o entrar sus criados con armas 15• Una vez más se
ocasionaron graves enfrentamientos en las exequias de Juan V; rey de
Portugal, en noviembre de 1750, entre los miembros de la Real Audiencia
y los prebendados, en especial cuando el maestro de ceremonias catedralicio
conminó en.alta voz al regente, Antonio Varela Bermúdez, y a
los oidores la obligación de levantarse cuando el clero estaba de pie en
el invitatorio de la vigilia, imitando a los jueces en su actitud los miembros
del Tribunal de la Inquisición y el Regimiento. Los funerales por la
muerte de la reina doña Bárbara de Portugal, en 17 59, se convirtieron en
otro punto de fricción por las mismas circunstancias, aunque con mayor
significación que la anterior por adoptar idéntica actitud los regidores e
inquisidores. La situación llevó al Cabildo Catedral a negarse a realizar
cualqu~er acto litúrgico tras la muerte de Femando VI en 1759, pese a
la insistencia del Ayuntamiento en estar normalizado por las órdenes
reales. Después de cuatro meses de negociaciones sobre la preeminencia,
boato y protocolo a seguir en el acto, en febrero de 1760 se celebraron
las exequias reales, ínterin se resolvía el expediente sobre el protocolo
a· establecer en las ceremonias elevado a la Cámara Real, a cambio de
no innovarse en el ceremonial según lo practicado hasta los funerales
por la reina de Portugal 16•
A estos variados actos de fidelidad y exaltación de la corona añadieron
los propios reyes otros donde se intentaba potenciar ciertas fiestas entre el
pueblo, sobre todo aquellas de ratificación de los valores de la nación, la im.
portancia de la monarquía, el patriotismo y el santoral hispano, como ejemplo
de emulación para el pueblo, sobre todo si el santo había sido miembro de
la familia real, porque, al fin y al cabo, afianzaban la sempiterna unión entre
el Altar y Dios. Este fue el caso de la festividad de San Femando, señalada
como fiesta del santoral por carta real el 28 de julio de 1673, obligándose
de inmediato los prebendados del Cabildo Catedral a fabricar su capilla en
14 MARTIN, F. G.: <<La fiesta de la muerte. El túmulo de Ana de Austria en la Catedral de Las Palmas (1581)»;
en XI Coloquio de Historia Canaria-Americana. Madrid, 1996, tomo I, pp. 393-407.
1
' A.C.C.D.C. Actas del Cabildo. Tomo XXIII. Acuerdos de 23, 24 y 26-12-1689. El Cabildo les prohibió la
innovación e ir a la iglesia en forma de cuerpo de Audiencia.
16 A.C.C.D.C. Actas del Cabildo. Tomos XLI, XLIII y XLIV. Acuerdos de 19-11-1750, 4-12-1754, 4-12-1758,
28-11-1759 y 15-2-1760.
26 rr:-F/ETO, n.º 20. Puerto.del Rosario (2012), pp. 13-38, JSSN: 1134-430-X
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Pedro Quintana Andrés, Mari~ Gloria Expósito Lorenzo: Ceremonia, opinión y propaganda pública en... 15
el templo al lado de la dedicada a San Gregorio17
; o el establecimiento de la
devoción al Rosario de Nuestra Señora, impuesta por la real cédula de 24 de
julio de 1655, en la cual se disponía fuera de obligado rezo el santo rosario
cada día en las iglesias por el bien de la monarquía. En otra ocasión, la instauración
de una conmemoración perpetua y fiesta de reconocimiento a las
víctimas del 2 de mayo de 1808 y el heroísmo del pueblo en su levantamiento
contra los franceses, fue un acontecimiento de gran importancia política y
social explotado por el rey Fernando VII, buscando la cohesión en torno a
su persona e ideas retrógradas. Una real cédula de 12 de mayo de 1811 establecía
tal día de forma perpetua, destinando ciertas cantidades a las diversas
conmemoraciones. Del mismo modo, la proclamación de la Constitución de
Cádiz en 1812 y su entrada en vigencia en 1820 supuso una total adhesión de
las instituciones canarias al nuevo régimen constitucional, con proclamación
general y juramento. En el último de los citados años el Cabildo Catedral
de Las Palmas contribuyó con cuatro pilastras de mármol, compradas por
los capitulares para el coro nuevo, cuyo destino sería la construcción de un
monumento que haga conocer a la posteridad el entur;:iasmos con que el
pueblo canario ha recibido la constitución. Las columnas se entregaron al
Ayuntamiento de Las Palmas con la mayor satisfacción en cederlas para
contribuir en parte a la formación del augusto monumento18
• Desde la real
orden de 18 de diciembre de 1804 los monarcas instauraron las llamadas
rogativas secretas, solicitadas por el rey o su representante secular a través
de cartas dirigidas solo al Cabildo Catedral realizadas para ayudar a cualquier
acción emprendida por el monarca.
3. MONARQUÍA, PODER Y PROPAGANDA: LAS FIESTAS POR
EL ADVENIMIENTO DE FELIPE V
La muerte de Carlos II el 1 de noviembre de 1700 no fue solo la mera
extinción de una.dinastía reinante en uno de los principales estados europeos,
sino que también se convirtió en el germen de un grave y profundo
conflicto internacional ante el consiguiente problema sucesorio ocasionado
debido a la falta de descendencia del último de los Habsburgo españoles.
La consabida carencia de sucesor y los intentos de conseguir hasta el último
momento la descendencia a través de innumerables recursos -muchos de
17 El patronato recayó tres días después en el deán Diego Romero Botella, que impuso 200.000 maravedís de
prindpal para su dotación, dando todos los ornamentos, 8.640 maravedís anuales para el aceite de la lámpara,
48.000 principal de un tributo para el salario de los sacristanes y la imagen del santo, véase A.C.C.D.C. Actas
del Cabildo. Tomo XX.
1• A.C.C.D.C. Actas del Cabildo. Tomo LXIX. Acuerdo de 14-6-1820.
TEBETO, n.º 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X 27
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16 Pedro Quintana Andrés, Maria Gloria Expósito Lorenzo: Ceremonia, opinión y propaganda pública en ...
ellos próximos a la truculencia y el esperpento-, no evitaron la definitiva
extinción monárquica, además de abrir considerables dudas en Carlos II
y sus asesores en la designación de su sucesor, provócando la multiplicación
de las tramas palaciegas entre las diversas camarillas como medio de
desequilibrar a favor de sus pretendientes la balanza del·poder.
Tras el fallecimiento del monarca, la Junta de Regencia, creada en los
inicios de 1700, proclamó el 24 de noviembre como sucesor de Carlos II
a un integrante de la casa francesa de Borbón, el cual adoptó el título de
Felipe V, con la especial obligación de que la corona hispánica mantuviera
su integridad territorial y su independencia como dinastía cómo medio
de preservar el mapa político europeo de ese momento19
• La negativa
a aceptar la entronización del nuevo monarca por parte de algunas de
las principales potencias, salvo Francia, al romperse el sutil equilibrio
conseguido tras los conflictos del último tercio del siglo XVII y el deseo
manifestado por el archiduque Carlos de acceder al trono hispánico, beneficiado
con el cetro castellano hasta las postrimerías del mandato del
rey hechizado, dieron como resultado una prolongada guerra sucesoria
cuyo colofón, la Paz de Utrecht, situará a la monarquía española en un
segundo orden dentro del panorama de las relaciones intemacionales20
•
La problemática surgida en tomo a la sucesión generó una profunda
controversia en Felipe V -como monarca elegido por Carlos II en el
lecho de muerte, por los consejeros del rey fallecido y, quizá el factor
más importante, por Luis XIV de Francia- y sus asesores áulicos pues,
ante la complicación de política internacional y el posible recelo de
los súbditos, se demandó a la población una férrea adhesión a la nueva·
dinastía como forma de rechazo a cualquier pretensión extranjera, en
especial contra el archiduque Carlos y la alianza ratificada en La Haya
entre Austria, Inglaterra y Holanda en J 701, enemiga del eje formado por
Francia y España. En un primer momento, defecciones como la catalana21
provocaron un período· de desconcierto entre las filas filipinas para; en
"KAREN, H.: La España de Carlos /f, Barcelona, 1981. LYNCH, J.: España bajo los Austria, Barcelona, 1970-
1972. DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Crisis y decadencia en la España de los Austria, Barcelona, 1984. Del mismo
autor, Sociedad y Estado en el siglo XVIII español, Barcelona. 1976. ELLIOT, J.: Poder y sociedad en la España
de los Austria, Barcelona, 1982.
20 LYNCH, J.: La España del siglo XVlll, Barcelona, 1991. KAREN, H.: La Guerra de Sucesión en España,
1700-/715, Barcelona, 1974. MARTÍNEZ RUIZ, E: y alii: La España Moderna, Madrid, 1992.
21 Obras de gran interés para su análisis se encuentran en VOLTES BOU, P.: El Archiduque Carlos de Austria, rey ·
de los catalanes, Barcelona, 1953. Del mismo autor, Barcelona durante el reinado de Carlos de Austria, Barcelona,
1963°. LE FLEM, J. P. y alii: la frustración de un imperio (/476-1714), Madrid, 1982. MOLAS RIBALTA, P.:
Edad Moderna (/474-1808), Madrid, 1988. MARTÍNEZ RUlZ, E. y alli: Op. cit. KAMEN, H.: Una sociedad
conflictiva: España, /469-1714, Madrid, 1984.
28 TEBETO, n.º 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X
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una segunda fase, su<::ederse una etapa de represión y alejamiento de los
individuos o grupos sociales, básicamente los relacionados con el poder,
que no fueron partícipes de la instauración de los Borbones y sus nuevos
conceptos políticos sobre la función a desempeñar por este territorio en
el conjunto de la nación. Los decretos de nueva planta o el intervencionismo
en el nombra~iento de los cargos municipales en la Corona de
Aragón fueron claros efectos del nuevo marco de relaciones basadas en.el
autoritarismo centralista empleado por Felipe V como forma de castigar
a una fracción territorial de la monarquía que, en general, se opuso a su
entronización y, a la vez, un premio para aquéllos que se mantuvieron
firmes en respetar la postrera voluntad de Carlos 1122.
Ante tales circunstancias no fue un hecho fortuito que los fastos y
proclamación real de Felipe V en el territorio ocupado por los filipinos
adquirieran unos tintes marcadamente políticos, quedando en un segundo
plano, más popular, la parafernalia religiosa-festiva habitual de
cualquier celebración de este rango registrada en el período austracista.
Es decir, con las fiestas de entronización de Felipe V se registró un claro
giro del ceremonial hacia sus aspectos más polítÍCos, propagandísticos
y de acatami_ento sin fisura, explicitando todas ellas un claro mensaje de
inquebrantable sometimiento a las nuevas directrices frente a los tradicionales
actos de mera exaltación de la corona, de unión entre el pueblo
y monarca, la transmisión de la ideología oficial o de intentar reforzar la
hegemonía del grupo de poder sobre el resto de la población23
. El reflejo
de este nuevo espíritu borbónico de usar las manifestaciones populares y
actos públicos como vías cada vez más estructuradas para la propaganda
real, comenzó desde el primer momento del reinado de Felipe V -tal como
se había utilizado desde hacía tiempo en la corte del Rey So/_;., pese a las
· iniciales dudas surgidas en el seno de los Borbones en asumir el trono
hispánico, con la precipitada, aunque fastuosa, ceremonia de aceptación
del testamento de Carlos II el 16 de noviembre de 1700 en Versalles. En
dicho encuentro, Felipe V asumió no solo la corona, sino el propio papel
de obligada filiación política a la estrategia: familiar y la representación
de la toma del poder ratificando su sujeción a las cláusulas de obligado
22GIMÉNEZ LÓPEZ, E.: Militares en Valencia (1707-1808). Lo~ instrumentos del poder borbónico entre la Nueva
Planta y la crisis del Antiguo Régimen, Alicante, 1990. TORRÁS I RIBE, J.M.: E/s municipis catalans de/ 'Antic
Regim (1453-1808), Barcelona, 1983. GARCÍA MONERRIS, E.: La monarquía absoluta y el municipio borbónico.
La reorganización de la oligarquía urbana en el ayuntamiento de Valencia (1707-1808),. Madrid, 1991.
23 LÓPEZ, R. J.: Ceremonia y poder a finales del Antiguo Régimen e11 Galicia 1700-1833, Santiago de Compostela, 1995.
LISÓN TO LOSA, C.: La imagen del ny. Monarquía, realeza y poder rirua/ ~n la Casa de los Austria, Madrid, 1991.
REVILLA, F.: Simbología de las celebraciones públicas en Barcelona durante el siglo XVJIJ, Barcelona, 1979.
TEBETO, n.º 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, JSSN: 1134-430-X 29
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J 8 Pedro Quintana Andrés, Maria Gloria Expósito Lorenzo: Ceremonia, opinión y propaganda pública en ...
cumplimiento impuestas por el último Habsburgo, siendo todo ello un
acto de gran trascendencia simbólica hacia el resto de potencias europeas.
El acto político y de propaganda fue especialmente significativo a causa
de su efectismo sobre las delegaciones francesa y española, que no solo
observaron en el nuevo monarca el ánimo necesario para desempeñar·
sus tareas, sino un vehemente interés en defender su posesión frente a
las pretensiones del archiduque Carlos.
La muerte de Carlos II, la transición dinástica y la proclamación de
Felipe V en Canarias estuvieron guiadas, aparentemente, por la tranquilidad
y el acatamiento institución/popular a la nueva monarquía. El
tradicional tácito pacto de colaboración entre la corona, independientemente
de su titular, y del grupo de poder regional dominante en una zona
tan estratégica como las islas aseguraba a la oligarquía local negociar
cualquier futuro contratiempo,.fuera elegido Felipe V u optara por uno u
otro pretendiente. Pero la ambigüedad o espera en dilucidar una opción no
se produjo en el seno del grupo de poder canario, ya que desde la Corte
se remitieron, por agentes particulares o por el propio Consejo Real, la
mala nueva de la muerte de Carlos II pero también, como modo de evitar
especulaciones, una copia de parte de su testamento donde se ratificaba
como su único sucesor a Felipe de Borbón24
• El arribo de la noticia del
óbito real y la proclamación del nuevo monarca llevó a los ayuntamientos
de las islas a un rápido posicionamiento a favor del candidato carolino.
La máxima institución local de Tenerife impaciente y celosa de que otras
ciudades de la Península se adelantasen a rendir el debido culto de su
lealtad a un príncipe que con anticipación amaban, celebra algunos
memorables cabildos, ya para escribir a su Majestad una humilde carta
felicitándole de su venida a España, no dudó en enviar de inmediato a
la Corte mensajeros para felicitar la ocasión y pedir que se le permitiera
comenzar con los fastos de rigor25• Al unísono se consultó a la Real Audiencia
y el capitán general Miguel González de Otazo en su intención
de preparar los actos de proclamación y acatamiento al nuevo monarca.
La celebración pública se fijó el día 27 de julio, haciendo los regidores
coincidir la fecha con la fiesta religiosa de San Cristóbal26
•
24 El despliegue simbólico, teatral y político efectuado en esta primigenia entronización de la casa de Barbón en España
se irá haciendo más sofisticado y grandilocuente en el transcurso del tiempo, llegando a su cenit propagandístico
en la etapa de Carlos III, véase ROMEU PALAZUELOS, E.: Fiestas que la ciudad de San Cristóbal de la Laguna
celebró en 1760 por la proclamación de Carlos lff, La Laguna, 1988. GALLARDO PEÑA, M.: «Fiesta de exaltación
al trono y cuadros de Carlos III en La Laguna», en Museo Canario, Madrid, 1996, tomo LI, pp. 271-293.
"VIERA Y CLAVIJO, J. d~: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife,
1982, tomo 11, p. 290.
26 VIERA Y CLAVIJO, J. de: Op., cit., tomo 11, p. 290. Los cuatro diputados nombrados para coordinar los actos
festivos fueron don Gonzalo de Ocampo, don Lope de Mesa," don Pedro Colombo y don José Lordelo.
30 TlfBETO, n.º 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X
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En todo caso, a Canarias arribó la noticia oficial del fallecimiento
de Carlos II y proclamación de Felipe V pasados más de cuarenta días
después del acontecimiento. Espacio temporal suficiente para calibrar,
sopesar, preparar y determinar una respuesta adecuada a este cambio
dinástico sin ser su resultado lesivo para los intereses particulares de
la oligarquía local27• En Gran Canaria, fue también el Ayuntamiento de
la isla uno de los primeros en conocer oficialmente la defunción real,
pasando los regidores a informar al resto de las principales instituciones,
caso del Cabildo Catedral. En la sala de reunión de los prebendados
concurrió el i 3 de diciembre una delegación del Regimiento insular
a cuyo frente se encontraban los regidores don Juan de Victoria y don
Jacinto Falcón28
• Ambos comunicaron oficialmente el fallecimiento
del. monarca y los días de celebración de sus exequias -disposición
privativa de los regidores-, el 21 y 22 de ese mes. La invitación a los
prebendados y al resto de comunidades para asistir a los funerales a
- celebrar en la catedral, permitió una tregua en las discrepancias entre
el Cabildo Catedral y los dominicos sobre aspectos de preeminencia
y jurisdicción, único medio de que los últimos pudieran concurrir a
las exequias29. .
Tras este primer y formal paso habitual después de cada defunción de
un miembro de la familia real, se generó una fase de incertidumbre sobre
las fechas de la solemne proclamación de Felipe V debido a la falta de
órdenes procedentes desde la Corte; pese ~1 deseo, como se mencionó
27 La noticia oficial venía precedida con antelación de la confirmación de la muerte de Carlos ll, de la que ya se tenía
noticia fehaciente en Santa Cruz de La Palma el 24 de noviembre. La novedad fue comunicada por la tripulación de
un barco francés arribado para tomar provisiones, explicando su capitán que había nueve días que había salido de
su tierra y dos días antes dijo había llegado el correo con el testamento de su magestad, que llevaba a París. Pero,
según las fuentes, se pensó que podria existir en sus palabras algún engaño, pese a que el capitán del navío juró su
veracidad. Los regidores palmeros fletaron una nave con destino a Tenerife y se avisara del hecho al Capitán General
para verificar la noticia, pues los regidores palmeros ya conocían de la enfermedad del monarca. El 29 de noviembre
regresó el barco con una cédula de ratificación del óbito de Carlos 11, coincidiendo en ese mismo día con la llegada de
noticias del enviado del Cabildo palmero a la Península, el cual ratificaba el fallecimiento del último Austria, véase
LORENZO RODRÍGUEZ, J.B.: Noticias para la Historia de la Palma, La Laguna, 1987, tomo I, p. 183.
"En Fuerteventura, como en el resto de las islas periféricas, la confirmación del fallecimiento arribó aún con mayor
retraso. En la citada isla su Cabildo se reunió por mandato de una provisión de la Real Audiencia el 18 de diciembre,
:!ando razón de la muerte del monarca y de la parte de su testamento, fechado el 2 de octubre, donde se disponía como
sucesor al duque de Anjou. Se acató la orden, la besaron y colocaron sobre sus cabezas cada uno de los regidores.
Mandaron se pusieran papeles a tal efecto en las puertas de las iglesias, para que no haya ignorancia, y se dispuso
se celebraran los funerales en 31 de diciembre en la parroquia de Betancuria, véase ROLDÁN VERDEJO, R.,
DELGADO GONZÁLEZ, C.: Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura (1660-1728), La Laguna, 1967.
;, A.C.C.D.C. Actas del Cabildo. Tomo XXV. Sesión de 20-12-1700. Para pedir una momentánea concordia,
se trasladaron ante el Cabildo Catedral los frailes dominicos Andrés del Castillo y Antonio de la Concepción,
explic.ando cómo el Ayuntamiento los había convidado a la exequias, pero que por el impedimento de no poder
venir a esta Sancta Iglesia afanción ninguna, y que siendo basal/os del rey nuestro señor, como lo somos todos,
deseaban concurrir, rogaban a los prebendados se les diera licencia para esos días poder presentar sus respetos.
Se les permitió en esa ocasión. En La Palma tales actos se registraron el 23 de diciembre en la parroquia de El
Salvador, véase LORENZO RODRÍGUEZ, J.B.: Op. cit.
TEBETO, n.º 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X 31
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20 Pedro Quintana Andrés, Maria Gloria Expósito Lorenzo: Ceremonia, opinión y propaganda pública en ...
con antelación, de algunos ayuntamientos por adelantarse y competir en
la realización de ese acto. La anómala circunstancia fue una novedad en
el protocolo seguido en la Corte, pues era habitual en otros períodos la
inmediata celebración de las exequias reales y las exaltaciones de rigor
del nuevo monarca. La dilatación de la llegada de Felipe V a la Corte,
las dificultades de los preparativos bélicos y la obligada presencia del
monarca en las zonas de batalla debieron prolongar la toma de decisiones
en la Corte ~n plena movilidad junto al monarca-, no permitiendo fijar
una fecha adecuada para las celebraciones. Finalmente, el Ayuntamiento
de Gran Canaria estableció el domingo 5 de junio de 1701 para efectuar
la proclamación y acatamiento solemne de Felipe V como rey en el
recinto de la catedral.
El propio Cabildo Catedral, como vía de manifestar su particular
adhesión y especial relevancia de su papel institucional ante el pueblo,
realizó al día siguiente del citado acto principal de aceptación pública
una misa solemne con procesión claustral después de las horas de .
completa, con la misma magnificencia que la celebrada en la octava
del Corpus Christi, en acción de gracias, concurriendo a ella todas las
instituciones presentes en Las Palmas30
• En las islas de señorío, como
Fuerteventura y Lanzarote, si existieron actos de proclama éstos tuvieron
que registrarse solo entre los representantes reales y señoriales
del lugar, pues no se registran referencias sobre ninguna manifestación
en este sentido ·a· causa de la profunda crisis económica que afectaba
a sus poblaciones en ese momento, prolongada hasta el año de 1703,
lo cual supuso una drástica sobremortalidad y el desplazamiento de
un elevado porcentaje de efectivos hacia las áreas de realengo. En La
Palma, como colofón a sus manifestaciones de adhesión, el día elegido
para el juramento fue el 25 de julio. En ese día se estableció una fiesta
y proclamación similar a las efectuadas en fechas anteriores con el
advenimiento al trono dé los monarcas, pues en la región no existía
precedente de modificaciones en el protocolo o celebración ante un
cambio de dinastía. La proclamación y juramento en Santa Cruz de
La Palma sé realizó, previa celebración de un Te Deum de gracias en
la parroquia. La plaza real -donde se encontraba la sede del Ayuntamiento
y la iglesia de El Salvador- sirvió de marco representativo
para la ceremonia cívica donde los regidores, el clero, las comunidades
religiosas, la milicia insular y elresto de la pob'Iación acudió ataviada
30 En la fiesta organizada por el Ayuntamiento los prebendados cabildalicios presenciaron los actos desde el balcón
del palacio episcopal. Los eclesiásticos mandaron-a poner luminarias en la Catedra_! desde el atardecer, además de
estar toda la jornada vespertina y nocturna repicando las campanas, véase A.C.C. D.C. Actas del Cabildo. Tomo
XXV. Sesiones de 25-5 y 4-6-1701.
32 TEBETO, n.º 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, JSSN: 1134-430-X
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con sus mejores galas, después de encenderse en la noche precedente
luminarias, hachas y quemarse una importante cantidad de fuegos de
artificio, amén de dispararse la artillería presente en la ciudad. Tras esto,
a las cuatro de la tarde, en el tabladillo realizado ante la sede del edificio
del ayuntamiento donde se había situado un dosel y el retrato del rey,
el sargento mayor de la isla, José Fierro, empuñando el estandarte real
pidió silencio por tres veces, para, de inmediato, proclamar a Felipe V
por rey de España, siendo ratificado con el asentimiento unánime de
la población, la cual estalló posteriormel)te en una algarabía. Transcurrido
cierto .tiempo para las expresiones de júbilo, se llevó a cabo una
procesión de las autoridades y representantes de las instituciones por
las principales calles del lugar y, finalmente, se apostaron delante del
castillo principal de la ciudad a reclamar la fidelidad de su castellano
y la puesta bajo su autoridad de la fortaleza, acatando el interpelado de
inmediato las órdenes y realizando el juramento de rigor31
•
· Pero las circunstancias políticas que rodearon la instauración
borbónica en el trono español, los hábitos de fidelidad y centralismo
tomados de su homónima francesa y la desafección de buena parte del
territorio de la Corona de Aragón, además de otros conatos o titubeos
de ciertos sectores del poder en algunos territorios de Castilla, condujeron
a adoptar la decisión de volver a ratificar la proclamación del
monarca como medio de propaganda frente al desconcierto existente
entre la población tras el prolongado periodo de lucha. La voluntad dei
monarca se plasmó en sendos decretos donde se exigía el envío a la·
Corte por los ayuntamientos, cabildos catedrales o C!lpitanes generales
de una puntual referencia de los actos de la nueva ratificación real, la
relación de los individuos poco proclives a mostrar entusiasmo pot
la nueva dinastía y de los sectores más destacados en su apoyo. La
orden se adoptó tras el revés infligido por los intereses borbónicos ·en
el territorio del reino de Valencia en 1705 cuando, tras el desembarco
en Denia del Archiduque, los.valencianos no solo abrazaronla causa
austracista, sino que se unieron a la proclamación de Carlos como
monarca? obligando al Borbón a huir de España tras apresurar el levantamiento
del sitio de Barcelona. Las nuevas fisuras entre las filas de
los borbónicos, el deseo del gobierno de estar informado puntualmente
de aquellas personas dudosas de ser fieles a Felipe V, la obligación de
recómpensar a los seguidores más conspicuos, la búsqueda de erradicar
mediante cualquier tipo de estrategia y ardid la causa austracista
31 LORENZO RODRÍGUEZ, J.B.: Op. cit.
TEBETO, n.º 20. Puerto del R?~ario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X 33
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y la triunfal entrada de Felipe V en Madrid el 8 de septiembre, con
la derrota de las fuerzas de apoyo de su oponente, fueron factores de
peso para solicitar una ratificación de su poder y el momento adecuado
para obligar a una nueva proclamación y juramento de fidelidad de la
población y los grupos dirigentes a Felipe V.
De esta segunda obligada proclama de ratificación no se poseen.
noticias para el conjunto de las islas, pues de los territorios de realengo
solo se conoce la realizada en Gran Canaria, mientras que sí existen
referencias para las de señorío, caso de Lanzarote y Fuerteventura, que,
como ya se ha apuntado, no debieron efectuar tal juramento en un acto
público en la primera de las ocasiones, sí lo hicieron en particular sus
regidores, por la grave rec.esión sufrida por sus habitantes.
En Gran Canaria la noticia de renovar el voto de fidelidad al monarca
llegó a mediados del mes de septiembre, comunicando la novedad
rápidamente el Ayuntamiento al Cabildo Catedral el día 18 de ese
mes. En la visita de la comisión de la institución cívica se pedía a los
eclesiásticos que adecuaran y prepararan .el templo. para ratificar la
adhesión de rigor solicitada por el capitán general de Canarias, Agustín
de Robles, a la sazón estante en la isla32
• En cambio, en Fuerteventura,
la crisis socioeconómica que aún perduraba en el seno de su población,
las escasas reuniones de su Cabildo y la lejanía de los centros de poder
regionales, llevaron a que sus regidores acordaran el 1 O de marzo
· de 1 707, ·casi siete meses después que en Gran Canaria, se hiciera la
proclama de Felipe V, recordando que la isla no ha reconocido más
reyes que los de España y hoy tiene recibido y jurado a Felipe V. El
acto daría comienzo el 19 de ese mes, distribuyéndose el desembolso
realizado en la fiesta entre todos los regidores, por no tener propios
este Cabildo33
•
En Lanzarote también se generó un considerable retraso en la convocatoria
del acto por causas muy similares a las acontecidas en Fuerteventura,
ya que hasta el 19 de diciembre de 1706 el alcalde mayor y
juez ordinario de la isla, don Femando Peraza Ayala y Betancurt, comunicó
a los regidores el recibo de una carta, fechada el 29 de octubre,
del capitán general Robles y Lorenzana donde disponía y mandaba será
muí proprio de las obligaziones de ttodos los vezinos destta ysla y de su
32 La diputación del Ayuntamiento la fonnaban el sargento mayor Francisco de Matos y el comisario.general de
la caballería Gaspar de Montesdeoca, regidores, véase A.C.C.D.C. Actas del Cabildo. Tomo XXVII. Sesión de
18-9-1706. .
"ROLDÁN VERDEJO, R., DELGADO GONZÁLEZ, C.: Op. cit., p. 180.
34 TEBETO, n.º 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X
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Magestad muy de su agrado, se rreitere la proclamación que a nuestro
rey y señor se hü;o, para confussión de sus enemigos y borrar de sus
ydeas sus dañadas máximas. De inmediato la disposición de Robles fue
acatada por el Regimiento insular, manifestando los regidores presentes
en dicho día en las salas consistoriales apoyar en todo a un monarca
y señor tan amable, pues aún los que no le emos vistto, le amamos y
reveren9iamos, sacrificando nuestras vidas a sus planttas con las más
eficazes demostraciones· que devemos y nuestro recto enttendimientto
quisiera explicarsse34
• El acuerdo final fue la necesaria reiteración del
juramento el 26 de diciembre como muestra de sumisión al monarca,
recordando a los pregoneros insistieran en que se hallen ttodos desde el
día anttes en estta Villa ha selebrar los progresos de nuestro Rey y Señor.
Y al juramento que se ha de ha9er en público, no falttando ninguno
en que manifesttarán su lealttad y fedilidad, y se pongan luminarias en
ttoda estta Villa en sus balcones, benttanas y azotteas y que se prozederá
conttra los que falttaren a lo que ubiere lugar y derecho. La orden
terminaba recordando a todos que se daría puntual escrito y fe de los
.acontecimientos mediante la presencia del escribano titular del Cabildo,
así como una relación de presentes y ausentes, pasando el testimonio a
Tenerife y de allí a la Corte con las correspondientes sanciones para los
incumplidores35 •
. La celebración del juramento en la villa de Teguise fue la jornada
más espectacular de las hasta entonces vistas en Lanzarote, pues previa
a ésta a lo largo de la noche se mantuvieron encendidas las luminarias
y abundaron los fuegos artificiales de rigor en toda fiesta de este rango,
sobre todo cuando casi todos los lanzaroteños estaban concentrados en la
localidad para tan celebrado/obligado acto. El día posterior al de Navidad,
en la plaza real se puso una tarima y dosel con un retrato idealizado de
Felipe V, al lado del cual hacían guardia 1 O grandes propietarios integrados
en la milicia insular: a la derecha del cuadro se situaron los capitanes
Francisco de Umpiérrez y Luis de Betancurt Ayala; los tenientes Agustín
34 Los presentes fueron: el licenciado Fernando Peraza Ayala y Betancurt, abogado de la Real Audiencia, juez
ordinario de la isla y su alcalde mayor. Los regidores fueron el capitán Pedro de Brito Betancort; Francisco de
Sosa Calleros; Juan Perdomo de Umpiérrez; y capitán Antonio Fernández de Socas. ·
" El pregón escrito para la ocasión decía: En la villa de Theguisse des/la ysla de lanzarote a dies y nuebe de
diziembre de mili septtesientos y seis añ;s, su mersed el señor /izenciado don Fernando Perasa Aya/a y Bellancurt,
abogado de la Real Audiencia des/las yslas, alcalde mayor y jues ordinario des/la dicha ysla, dixo que
el presenl/e escribano saque tires 1/esl/imonios del acuerdo echo en rra,ón de la reytera,ión del juramenl/o a
nuestro rey y señor don Phelipe Quin/lo de Barbón (que Dios guarde) y se ponga a cont1inua9ión desttos aullas,
y assí lo proveyó, mandó y firmó, véase Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Escribano: Bueno Herrera
y Rojas. Legajo: 2.793, folios 460 r.-464 v.
TEBETO, n.º 20. Puerto del Rosario (2012), pp. 13-38, ISSN: 1134-430-X 35
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Pérez Falero y Juan Matías; y los alféreces Juan Duarte, Rafael García,
Luis de Betancurt, Diego de Cabrera y José de Carmenatis; en el flanco
izquierdo de la tarima el teniente Manuel Rodríguez Díaz; y los alféreces
Andrés de Mesa, José de Alcalá, Nicolás Gabriel, Bartolomé Rodríguez
y Domingo de León.
A las dos de la tarde, el visitador de la isla, don Melchor de Arvelos
Espinosa Betancurt, y el sargento mayor Felipe de Ayala mandaron dar
inicio al acto, despidiendo a la milicia y disponiendo la salida de los
regidores en formación desde el edificio del ayuntamiento hacia la plaza
real. Tras este acto al que asistieron todas las autoridades presentes en
la isla, el alcalde mayor, después de comunicar a los porteros que impusieran
silencio, manifestó la razón del acto de celebración en día tan
señalado. Se dirigió a todos los vecinos y estantes señalando que el año de
septtesientos y uno en este mismo puesto se levanttó el esttandartte real
y se aclamó por nuestro rey y señor a don Phelipe Quintto de Barbón,
lexíttimo subsessor de los Reynos de España y sus señoríos, y para que
se selebre por los vezinos y m"oradores destta ysla doy notticia por la que
su excelencia, el señor don Agustín de Robles y Lorenzana, cavallero
de horden de Santiago, capitán general de mar y tierra desttas yslas y
pressidentte de su Real Audiencia, de la salud de nuestro Rey y Señor,
felizidad de sus progressos con que tan balerossamentte ba !triunfando
de sus enemigos, teniendo los que son enteramentte derrottados que es
gloria y de sus fidelíssimos basal/os.
Y porque para crédito de nuestra fidelidad sería ociossa ottra
qua/quier dilixencia, .nobsttantte para confussión de los enemigos de
nuestro rey y señor Phelipe Quintto y borrar de sus ideas qua/quier
dañada magssima, será justo se rreytere la proclamación y juramento.
Concluido el. exhorto, la máxima autoridad insular dispuso
que se levantaran los presentes _con sus sombreros en las manos y,
mirando al. retrato real, se persignaron manifestando hasta tres veces
su acatamiento al nuevo orden y al monarca con toda lealttad y
fidelidad a nuestro rey y señor don.Phelipe Quintto de Barbón, que
Dios guarde muchos años, y estta ysla la !tendremos a su obediencia
y dominio contra sus enemigos asta perder las vidas y derramar la
última gotta de sangre. Finalizado este primer requisito, el Alcalde
Mayor, haciendo una cruz con su mano derecha en el aire, pidió se
ratificara por todos en voz alta la elección, .a lo que los concurrentes
contestaron con un assí lo juramos. De inmediato, se arrojaron los
sombreros al aire, se disparó la artillería de campaña y los fusiles la
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milicia. El resto de la población recorrió las calles de Te guise al grito
de ¡ Viva nuestro rey y señor Phelipe Quintto!, realizándose diversas
salvas y vítores en todas las plazas y lugares más destacados de la
localidad. De lo acontecido se hizo una pormenorizada información
por el escribano del Cabildo de la isla, dirigiéndola en el primer barco
con salida para Tenerife al capitán general Robles, posiblemente con
la lista de nombres y firmas de los máximos representantes de las
instituciones insulares36
•
Una vez celebrados los actos de homenaje y acatamiento en cada isla,
los respectivos ayuntamientos remitieron las verificaciones a la Corte,
aunque se desconoce si las comunicaciones adjuntaron listas de algunos
vecinos desafectos de la causa filipina o algún tipo de incidente.
4. CONCLUSIONES
Los actos públicos durante la Modernidad se convirtieron en una
de las principales vías de propagación de la ideología oficial. El poder
establecido hizo un considerable esfuerzo en transmitir mensajes
conformados con ideas básicas cuya forma de propagación seguía
una estructura piramidal. La oralidad, el refuerzo desde el púlpito,
el acatamiento de la función asumida o la resignación ante el marco
de relaciones sociales heredadas fueron vías de penetración para los
mensajes cuya base ideológica se repetía secularmente: acatamiento
al símbolo real, respeto a las normas establecidas, resignación ante las
diferencias socioeconómicas, la unión entre Trono-Altar o la intervención
divina en el establecimiento del monarca.
La proclamación de Felipe V no fue una mera celebración de entronización,
ni siquiera un cambio de dinastía, sino, ante todo, una
transformación política del modelo de nación -un amplio sector de los
historiadores plantea en ese momento el surgimiento del concepto de
España-, pero, también, una profunda división entre la monarquía y
algunos territorios del nuevo estado surgido tras el advenimiento de los
Borbones. Al unísono, la pérdida de posiciones en el panorama internacional
y la alargada sombra de Francia en las decisiones a tomar por
el nuevo rey llevaron a considerables desafíos, suspicacias y tomas de
posición de ciertos grupos de poder que el monarca no estaba dispuesto a
tolerar. Las ceremonias de entronización, el acatamiento y jura del nuevo
36 A.H.P.L.P. Escribano: Bueno Herrera y Rojas. Legajo: 2.793, folios 460 r.-464 v.
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26 Pedro Quintana Andrés, Maria Gloria Expósito Lorenzo: Ceremonia, opinión y propaganda pública en ...
rey no solo se convirtieron en un elemento más de propaganda, fiesta y
ascendencia sobre la opinión pública, sino también en un acatamiento
sin fisuras al sistema de relaciones entre el poder central y la periferia,
en un reequilibrio de fuerzas que en Canarias tendrá, como en el resto
de los territorios de la Corona, notables repercusiones a largo plazo, tal
como se observaron, entre otros aspectos, en algunos de los motines
registrados en 1 720.
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