TEBETO. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura
ANEXO 7: Piratería en Canarias: Francis Drake
Puerto del Rosario (2014), pp. 43-72, ISSN: 1134-430-X
UNA PANORÁMICA DE LOS ATAQUES NAVALES
A LA ISLA DE LA PALMA
EMILIO ABAD RJPOLL
General de Brigada de Artillería
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
2 Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los ataques navales a la isla de La Palma
Resumen: La importancia geoestratégica de Canarias se puso especialmente
de manifiesto a partir del descubrimiento de América. Desde aquel ya lejano
siglo XV, y hasta nuestros días, Canarias ha sido, y es, el lugar de cruce de muchas
de las más importantes rutas marítimas. Durante los siglos XVI al XVlll
el poderoso imperio español se sustentaba en gran medida con las riquezas que
por esas rutas llegaban de América, por aquella especie de cordón umbilical por
el que discurrían las flotas de Indias y que tenía varios puntos de amarre en el
Archipiélago canario. Y tanto los piratas, en beneficio propio, o los países que
disputaban a España la supremacía mundial eran conocedores de ello, y por tanto
fijaron en las islas sus objetivos depredadores. La Palma sufrió muchos ataques
en los primeros 300 años de su historia. Este trabajo no pretende ser más que
un breve resumen de aquellos intentos invasores y expoliadores y un humilde,
pero sincero, homenaje a quienes, durante tanto tiempo, supieron defender su
libertad y la unión a la lejana España.
Palabras clave: Islas Canarias, La Palma, Milicias canarias, fortificaciones,
piratas, Fleury, «Pie de Palo», Sores, Drake, Mártires de Tazacorte.
Abstrae!: The strategic importance of the Canary Islands was especially
evident following the discovery of America. Since that distant l 5th century,
and until our days, Canary has been, and is, the crossing of many of the most
important sea routes. During the l 6th to the l 8th centuries the mighty Spanish
Empire was largely based with the riches that carne from America, by that sort
of umbilical cord which ran Indies fleets and had several points of mooring in
the Canary Islands. And both pirates or countries that were fighting Spain for
world supremacy were aware of this, and therefore their predators goals set in
the Islands.La Palma suffered many attacks in the first 300 years of its history.
This work is not intended to be more than a briefsummary ofthose attempts at
invading and spoliation, and a humble but sincere tribute towards who, for so
long, defended their freedom and the un ion to the distant Spain.
Key words: Canary lslands, La Palma, Canary Militia, forts, pirates, Fleury,
«wooden leg», Sores, Drake, martyrs ofTazacorte.
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©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los ataques navales a la isla de La Palma 3
1. INTRODUCCIÓN
Todos los adultos sabemos que hay una, llamémosle, profesión a la que
se encasilla como «la más antigua del mundo» 1
• Pues bien, muy cercana
en el tiempo, coetánea de aquella, hay que situar a la piratería, que es
sin duda una de las actividades humanas que se conoce desde tiempos
bíblicos, y que, como la citada profesión, se sigue practicando hoy en
día en muchas facetas de la vida, aunque en su versión más aventurera
circunscrita normalmente a aguas asiáticas.
Si tuviéramos que determinar el «siglo de oro», el período de mayor
esplendor de la piratería clásica, sin dudar lo situaríamos en las décadas
en que finalizaba la Edad Media y comenzaba la Moderna. Varias son
las razones que apoyan esta afirmación: la principal, los descubrimientos
geográficos, que traían consigo nuevas tierras pobladas por gentes
que no podían oponerse a la codicia de los piratas, inmensos territorios
legendarios en los que el oro y la plata parecían reproducirse, como
las valoradas especias, en la ramas de los árboles; tesoros que debían
ser transportados por mar, un océano demasiado grande para poder ser
controlado por las fuerzas del orden y la ley; añádanle el poco valor que
se daba a la vida humana, incluida la propia, y la sed de aventuras tan
característica de aquellos tiempos, y tendremos un excelente caldo de
cultivo para el virus de la piratería.
La literatura y el cine han creado alrededor de la piratería un halo casi
romántico, anecdótico, de una importancia sólo puntual, de un interés
localizado. Pero lo cierto es que los piratas, personas que hacían el trabajo
en beneficio propio o de un tercero que los contrataba, y los corsarios,
que lo efectuaban por encargo de un rey o de un gobierno, hicieron
«más de una vez conmoverse y tambalearse el más grande imperio que
registran los siglos»2, el español. Y era en aquellos momentos cuando
' El texto de este anieulo procede de una conferencia pronunciada en el Real Nuevo Club áutico de Santa
Cruz de La Palma el 20 de mayo de 2008: más tarde. el 9 de noviembre de 201 1. fue la ponencia en una mesa
de debate sobre el ataque de Francis Drake a Santa Cruz de La Palma: con menor extensión. también se había
impanido en el Real Casino Aridanc de Los Llanos de Aridane ( 14 de junio de 2007). Ahora se publica ampliada.
anotada y actualizada.
1 R u \tEU DE AR.\tAS ( 1991 ). t. l. p. IX.
TEBETO. ANEXO 7. Pueno del Rosario (2014). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X 45
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
4 Emilio Abad Ripoll: Urw ¡xmorámica de los ataques 11aw1/es a la isla de la Palma
también Canarias acababa de ser descubierta y colonizada; y poco después
se convertiría en el lugar en el que se entrecruzaban todas las rutas
de la tierra: las que iban y venían de la India siguiendo el único camino
posible, el del cabo de Buena Esperanza; las que iban a las otras Indias, a
América, aprovechando los alisios. Y Canarias llegó a ser parada, fonda,
taller de reparaciones, vivero de marineros ...
En la piratería que más directamente afectó a Canarias, sin contar la
de los piratas berberiscos y marroquíes, hubo una primera fase derivalidad
política, militar y conquistadora en la que las islas sufrieron los
choques expansionistas con Portugal, una vez que los lusos acabaron la
reconquista de su parte peninsular y los castellanos y aragoneses, especialmente
aquellos, se acercaban al final de la suya. Pero con los tratados
de Alcavobas ( 1480) y Tordesillas ( 1494), que delimitaron la parte del
mundo que se abría a la civilización que correspondía a España y la que
dependería de Portugal, esos ataques prácticamente desaparecieron.
Pero Francia primero, Inglaterra poco después y, por fin, Holanda,
no podían quedarse sentadas viendo la supremacía hispano-lusa. Y una
fonna muy sencilla (mucho más fácil, y desde luego menos peligrosa, que
la de enfrentarse en los campos europeos a nuestros invencibles tercios)
era golpear el bajo vientre de ambos imperios, y, en nuestro caso, cortar
el cordón umbilical que unía a la España de Europa con la España de
América, con un doble objetivo:
l º) Impedir que el oro y la plata americanos, tan necesarios
para alimentar las necesidades de los poderosos ejércitos
hispanos y soportar la estructura del enonne edificio imperial,
llegara a Sevilla.
2°) Introducir en América los productos manufacturados
que, como consecuencia de ese corte, y de la pequeña
producción española para el gran mercado americano, se
pagaba allá a precio de oro.
Francia, con la primera de esas intenciones, empezó a fomentar la
piratería, aprovechando al principio las rivalidades entre nuestro Carlos
1 y su Francisco 1; luego sacando ventaja de las guerras de religión entre
católicos y hugonotes que asolaban su territorio, con incursiones sanguinarias,
sacrílegas contra todo lo católico que, de paso, oliera a español.
Y eso lo sufrieron directamente en La Palma. Luego fueron Inglaterra,
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Emilio Abad Ripoll: Ufla pa'1oró1111ca de los ataquer mn·ales a la i.rla de la Palma 5
y Holanda, añadiendo a la primera la segunda de aquellas intenciones,
y alternando la piratería a gran escala, con la de las rapiñas y saqueos.
De ambas modalidades fueron testigo las Canarias, y la situación se
hizo notoria desde los inicios del reinado de Isabel l. Si Inglaterra fue la
maestra sin rival en esta «guerra disimulada y artera»3, se puede también
decir que los tres países citados empezaron a construir sus imperios con
la inestimable actuación de piratas y corsarios, que en realidad fueron
sus «primeros conquistadores y colonos»4
• Y todos venían aquí buscando
agua, vituallas, reparaciones, mano de obra, etc., unas veces a la fuerza
y otras incluso con «amigos» en tierra; con desembarcos y ataques en
los que la mayoría de las ocasiones la suerte les fue esquiva; situaciones
que, como tan bellamente escribe don Antonio Rumeu de Armas: «fueron
labrando día a día la epopeya de un pueblo, pacífico y tranquilo,
dispuesto a defender con su sangre y su vida no sólo su independencia,
sino también su unión indisoluble con la que desde el siglo XV fuera su
patria, España»5•
También serán importantes escuadras, al mando de célebres almirantes,
como van der Does, Jennings, Blake, Drake o Nelson, las que, con
objetivos de mayor importancia, llegarán a nuestras costas. Y si en el XVI
alguno tuvo un éxito relativo en su intento, lentamente, con penurias y
carencias, pero con determinación, el archipiélago se fue fortificando; y,
además, habían nacido, a imagen y semejanza de las unidades provinciales
de milicias peninsulares, nuestras milicias canarias, un ejército pequeño,
pero eficaz y combativo, conocedor del terreno que otros trataban de
hollar. Y así se fueron acabando los ataques, cuyo último coletazo, cuando
casi se acababa el siglo XVIII, ha sido calificado como «la página más
gloriosa de la historia canaria desde su incorporación a España»6 : la
victoria del general Gutiérrez, las unidades del ejército regular y de las
milicias a sus órdenes y los tinerfeños sobre el laureado Nelson.
2. LAS DEFENSAS
Desde que era muy joven, mi litarmente hablando, me enseñaron que
para poder resolver en campaña lo que denominábamos «el problema
táctico», es decir a llegar a la solución, a la decisión más adecuada, había
siempre que estudiar cuatro factores fundamentales, que eran, por este
1 R UMW DLAR\1AS ( 199 1). t. 1, p. AV.
' R L \IFU DEAR\1A\( 199 1). t. l. p. \11.
• RL \ILv DE AR\l\S ( 199 1). t. 1. p. \111.
• Co,TRERAS ' A' \LA { 1968). t. '. p. 355.
TEBETO. ANEXO 7. Pucno del Rosario (2014). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X 47
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
6 Emilio Abad Ripoll: Una po1rorámica de los ataques namles" I" Ma de la Palma
orden, la misión, el terreno, el enemigo y los medíos propios1.
Pues bien: vamos a enfrentamos en este artículo como si de una búsqueda
de decisión se tratase. ¿Cuál era la misión de los que defendían
la isla de La Palma en los siglos XVI y XVII? Sin duda, conservar su
libertad, sus vidas y sus haciendas, y la unión con la corona española,
frente a los ataques piráticos o de flotas de otros países que se presentasen
en estas aguas con aviesas intenciones. ¿Cuál era el terreno? La «isla
Bonita», luchando primero en sus playas y costas, luego en los pueblos
y aldeas y, si preciso fuese, en el abrupto interior. ¿Cuál era el enemigo?
Un poco más abajo hablaremos de é l. Por tanto sólo nos queda, por el
momento, tratar de los medios propios, de lo que se tenía, hombres,
armas y fortificaciones para cumplir la misión rechazando al enemigo.
2.1. LOS HOMBRES
Dice nuestra Doctrina militar8 que el hombre es el factor fundamental
del combate. Justo es, pues, que hablemos primero de las milic ias canarias
que durante más de tres siglos defendieron ésta y las demás islas del
archipiélago. ¿Quiénes las componían? ¿Cuántos eran? ¿Desde cuando se
empezaron a organizar para la defensa? ¿Qué preparación mi litar tenían?
Por lo que respecta al ¿desde cuando?, existen diversas teorías que
en estas líneas no hacen al caso, pero personalmente opino que la razón
la tiene Rumeu de Armas cuando escribe que: «No se puede hablar en
Canarias de un Ejército permanente, ni de una auténtica organización
militar hasta los tiempos de Rodrigo Manrique de Acuña y Pedro Cerón
( 1551), en que las Milicias se estructuran y organizan no ya para
una acción determinada, como el ejército de la conquista, sino como
algo permanente y estable encargado de la defensa del país frente a sus
i nvasores»9•
Antes de esa fecha la defensa se organizaba por islas, en función de la
amenaza que sobre cada una de ellas se cerniera, pero ahora ya empieza
a haber una normativa orgánica, incipiente si se quiere, pero basada
en la de los Terc ios Provinciales de In fantería de la Península. Hemos
hablado de 155 1, pero eso fue en Gran Canaria, porque en Tenerife se
crearon 2 años después y aquí en 1554, es decir, tras el ataque de «Pie
de Palo». Al principio contaban, como es lógico suponer, con medios
muy rudimentarios. Darias Padrón nos dice que «aquellas masas, poco
1 EsrAOO MAYOR CfNfRAI DI L EJÉRCITO (1945) .
• ESTAOO MAYOR CL '"tAI !XL Eif'.R(ITO ( 1945) .
• R U\11 l OI AIL\IAS (1991).1.11. 1· panc. p. 449.
48 TEBETO. ANEXO 7. Pucno del Rosario (20 14). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los ataques 11tn·ales a la isla de la Palma 7
coherentes y disciplinadas, eran dirigidas por un Cuerpo eventual de
oficiales, elegidos por los cabildos respectivos entre las clases hidalga
y acomodada»1º. Se puede leer entre líneas y añadir que, en bastantes
casos, con poca aptitud para el ejercicio de las armas. Esto empezará a
corregirse cuando en 1589 Felipe JI designe a don Luis de la Cueva como
gobernador y capitán general de las islas de Canarias y presidente de la
Real Audiencia, pues a partir de entonces se centralizarán muchas cosas,
entre ellas el asunto del nombramiento y preparación de los oficiales.
Por lo que se refiere a «quienes» y «cuantos», reseñar que el alistamiento
era obligatorio, universal y masculino; es decir, todos los hombres
útiles tenían que servir en las milicias desde que cumplían los 16
años hasta los 60, si bien este límite superior variaba en función de las
disponibilidades de personal de la isla o de la zona en concreto. Debían
dejar su trabajo en caso de alarmas, y se reunían una vez al mes, en
domingo, para hacer instrucción. Se organizaban en compañías de entre
150 y 200 hombres, y a la reunión orgánica de varias compañías (que
en Canarias llegaron a ser desde 3 hasta 12) se la denominaba tercio,
que era mandado por un maestre de campo. Con el cambio de dinastía,
al llegar los Borbones con Felipe V, al iniciarse el siglo XVIII, el tercio
se llamará regimiento y el maestre de campo, coronel.
Pero ciñéndonos a La Palma, quien realmente reorganizó la milicia
en esta isla (quizás debería decir «organizó»)11
, fue un gobernador de
Tenerife llamado Juan López de Cepeda; visitó la isla dos veces el año
1554 y nombró capitán general de La Palma (es decir, jefe militar de La
Palma, lo que no tenía nada que ver con las atribuciones que décadas
después se conferirán al capitán general de Canarias) a Juan de Monteverde,
del que luego hablaremos también. López de Cepeda escribió una
carta al rey informándole de su trabajo y le contaba que «estaba organizando
la gente en cuadrillas, como es necesario»12• Y en otra misiva al
Consejo de Guerra decía ya «tener organizada la gente en compañías
y escuadras»13• Monteverde también se dirigía al Consejo de Guerra en
1556 e informaba que contaba «con 400 arcabuceros y 1. 600 hombres
de pelea, mal armados»14
• Y en 1559 se organizaba el primer «alarde»
o revista pública.
'º DARIAS i'AORÓN ( 1951 -1955). l. l. p. 13: V1ERA V C1-AV1JO ( 1982).
11 RUMELJ DE A RMAS ( 1991 ). t. "· 1' parte. p. 54 7.
12 RU\1bU OE ARMAS ( 1991 ), l. 11. 1· panc. p. 547.
" RUMEU DE ARMAS ( 1991 ). t. 11. 1• panc. p. 547.
" RUMEU OE AR\IAS (1991), t. 11. 1' pane. p. 547.
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8 Emilio Abad Ripoll: Una ponortímica de los awques m11·llfes a la isla de lt1 Palma
TOTAL DE EFECTNOS DE LAS MILICIAS
(La Palma, 1585)
LOCALIDAD NOm. d• au. An:a bucero 1 RqU&r'O I TO'Dl.L
8;!re CIUI 3 1h Z?6 460
p o.re! l!rlll 1 37 11D 1411
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Umo 1 31 8~ 116
"R>l!ll h~~ or 9 4216 1.11B 1.686
IMH\ IT:T"1 m rTtJil n.. ':-1 ~
Cuadro 1
Como vemos en el cuadro que antecede, cuando Drake la atacó en
1585, La Palma contaba para su defensa con 2.045 hombres, de los que
600 eran arcabuceros y 1.445 piqueros.
EVOLUCIÓN DE EFECTIVOS DE LAS MILICIAS
15:15: · 1 Tercio con 12 Compa ñías de Infantería
1714: · 1 Regimiento con 12 Compañías de Infantería, que a lo largo
del siglo llegó a contar con 3.200 h om bres.
· 1 Compañía de Caballería.
· 1 Compañía de A rtillerí a.
1776: • 1 Regimiento:10 Compañías de Infantería (1 de granaderas,
1 de cazadores y8 de fusileras). Total: 1.200 hombres.
· 1 Compañía de Artillería (Santa Cruz): 130 hombres.
· 1 destacamento de Artillería en Taza corte: 19 hombres.
Cuadro 2
En el cuadro 2 se hace un pequeño resumen de la evolución de efectivos,
tomando como referencias dos fechas importantes: la de 1714,
apenas producido el cambio de dinastía y comenzando las importantes
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Emilio Abad Ripoll: Una pa11orti111i<:a de lo~ ataque.s 11aw1les o la isla de la Palma 9
reformas militares de Felipe Y, y la de l 776, aplicándose las modificaciones
derivadas de la reorganización de Carlos 111. Como tónica general,
podemos señalar que normalmente las unidades de infanteóa de las
milicias estuvieron siempre mal armadas (rara era la que disponía de un
fusil por hombre) y fa ltas de munición.
2.2. LAS FORTIFICACIONES
Como dice el refranero castellano, «ojos que no ven, corazón que
no siente» y si no se veían barcos enemigos, ¿para qué preocuparse?
Y además cuando ni el cabi ldo, ni por descontado los vecinos de Santa
Cruz, que eran quienes debían pagar los costes de las obras, andaban
muy boyantes. Pero también nos habla la Biblia de que hay que estar
preparados porque «no sabemos ni el día ni la hora»; y el día y la hora
llegaron cuando, como veremos luego, se le ocurrió a «Pie de Palo»,
presentarse en la isla y saquear y destruir cuanto le vino en gana, casi
impunemente, aquel nefasto año de 1553.
Esa fecha, ese 1553, supuso la frontera entre un antes y un después
en este aspecto de las fortificaciones. Como consecuencia del saqueo
francés, se decidió empezar inmediatamente las obras para mejorar
la única, San Miguel, y rematar otra fortificación, Santa Catalina, que
estaba bastante adelantada. Y, además, se aprendió que en el frente de
mar de la ciudad había al menos un punto vulnerable: aquel por el que
había desembarcado, y desde el que se había internado en la población
la chusma pirata, es decir, la playa del barrio del Cabo, al norte de la
desembocadura del barranco de las Nieves.
En 1554 Felipe JI, enterado del ataque de «Pie de Pa lo», expedía una
real cédula para acabar la obra del castillo de Santa Cata lina. Por entonces,
el gobernador de Tenerife, López de Cepeda, como ya sabemos, había
nombrado capitán genera l de La Palma, dicho sea de paso, con la oposición
vecinal y del cabildo, a un señor llamado Juan de Monteverde, quien
propuso construir a sus expensas otra fortaleza en La Caldereta. Ante el
temor de que luego no hubiese dinero para construir ésta, y hubiese que
gastar en e lla lo previsto en la orden real, López de Cepeda estableció
prioridades: ampliar San Miguel y comprar nueva arti llería con el dinero
que autorizaba la real cédula, mientras que el que prometía Monteverde
para La Caldereta se dedicase a terminar Santa Catalina. Y así se hizo 15
•
En 1555 ya estaba terminada la mejora de la torre del Puerto o de
'' Rl \IFL oe A~\IAS ( 1991 ). 1. u. 1 • panc. pp. 240-241.
TEBETO. ANEXO 7. Pueno del Rosario (2014). pp. 43-72. ISS : 1134-430-X 51
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
10 Emilio Abad Ripoll: U11a ptmorámica de los ataque< 11aw1les a la isla de la Palma
San Miguel. Se le añadió un terraplén, que serviría como asentamiento
para las piezas de artillería que debían proteger las naves surtas en el
puerto. En un informe de la época se lee que «la fortaleza que está junto
al puerto tiene una torre alta y junto a ella un terrapleno más bajo, de
pared bien gruesa, de piedra, barro y cal; el cual dicho terrapleno tiene
una plazeta buena, empedrada, do pueden estar las piezas de artillería,
que tiene un pretil con troneras por donde se pueden servir las piezas
gruesas de artillería que en la dicha fortaleza estuvieren; y en la dicha
torre está otra placeta con otro pretil donde así mismo se puede servir
la artillería»16
•
Y se acababa, por fin, Santa Catalina en septiembre de 1560. Tenía
«una planta casi elíptica, en cuyo centro se alzaba un cubelo cubierto
con tejado de pizarra. Sus muros exteriores eran de sillería, con recios
contrafuertes, terraplenado en su totalidad y enlosado para formar la
plaza de armas. Se entraba por una escalera exterio1; separada de la
fortaleza por un puente levadizo. la plataforma tenía un pretil hacia el
lado de la mar y una alta muralla almenada hacia e/frente de tierra. El
cubelo central, de sillería, era de dos pisos y servía de alojamiento al
alcaide y la guarnicióm>17
• A la vez se compraron 25 piezas de hierro y
un cañón de metal, supongo que de bronce.
Pero he citado antes la «lección aprendida», el haberse dado cuenta de
la desprotección existente por donde habían desembarcado en 1553 los
piratas franceses. Había, pues, que proteger aquel lugar, levantando allí
una tercera fortaleza. De modo que pasando hacia el norte el barranco de
las Nieves, entre éste y la playa, se levantó una torre desde la que nacía
la que se llamó «la muralla norte», que se dirigía en dirección oeste hasta
alcanzar la loma de Las Dehesas. Desde el momento en que se iniciaron
las obras hasta su finalización sólo transcurrieron los tres escasos años
que hay entre 1579 y 1582. Por el lugar de su ubicación, en el barrio
del Cabo, la nueva obra defensiva se llamó Torre del Cabo y también
Torre de Santa Cruz del Barrio. Esta nueva fortificación era un pequeño
torreón de planta pentagonal, terraplenado y al que se accedía a través
de la muralla. Era también de sillería y contaba con una plataforma enlosada,
con su pretil 18• Por lo que se refiere a la muralla, era igualmente
de sillería, con la dirección y longitud expresadas, y hacia su mitad se
abría una puerta de comunicación formada por un gran arco sostenido
•• R~\1EU OtARMAS (1991), t. 11, ,. pane. p. 237.
" RUMW DE ARMAS ( 1991 ). t. 11, ,. panc, p. 242.
" RuMtU otARMAS ( 199 1), t. 11, I' pane, p. 246.
52 TEBETO. ANEXO 7. Pucno del Rosario (2014). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
Emilio Abad Ripoll; U"a panorámica di! los t11aq11es na»ales a la isla de la Ptzlma JI
por pilares de piedra. Se adornaba con tres escudos: uno grande en el
centro que era el de España, a su derecha el de la isla y a su izquierda el
del gobernador Álvarez de Fonseca19•
A unos dos kilómetros de San Miguel y hacía el sur, en la playa de
Bajamar, se construyó en 1568 un pequeño castillo, San Carlos, que
malviviría hasta que en 1694 una avenida del barranco del Socorro lo
inutilizó. El capitán general ordenaría su demolición en 1742, a raíz de
la visita que, como veremos dentro de poco, efectuó a la isla.
Cuando en 1585 el famoso ingeniero Torriani visitara la isla de La
Palma, cumpliendo el encargo de Felipe JI de estudiar el estado de las
defensas del archipié lago y sus necesidades, recorrió en los casi tres
meses y medio que duró su estancia aquí (semanas de casi permanentes
roces con el cabildo por temas económicos) las tres fortalezas, visitó el
llano de La Caldereta, al sur de Santa Cruz, donde Monteverde había
ofrecido levantar otro torreón, tomó nota de la artillería ex is tente y calculó
la necesaria e inspeccionó también las unidades de milicias y su armamento.
Torriani opinaba que los dos puntos vulnerables en la defensa de
Santa Cruz de La Palma se situaban al norte, en la playa del Cabo (como
había demostrado «Pie de Palo», hacía ya 34 años) y al sur, en la playa
de Bajamar (donde intentó desembarcar Drake, precisamente durante su
permanencia en la capital palmera). Había, por tanto, que reforzar los dos
extremos del despliegue. ¿Cómo? En la parte norte, excavando trincheras,
mejorando y ampliando la muralla y acrecentando la importancia de su
fuerte elevándole el parapeto. Hacia el sur, construyendo una fortaleza
en La Caldereta que dominase con sus fuegos la playa de Bajamar.
Pero alguien se preguntará: ¿y eran esas únicamente las obras defensivas
con que contaba la isla cuando se acercaba ya el final del siglo XVI?
La respuesta es que no, que había otras, pero de mucha menor enjundia
que las tres ya citadas.
Al este de la isla, y al sur de Santa Cruz, existían tres pequeños torreones:
Uno en la caleta del Palo; otro en el puerto de La Sabina, o cala
de La Bajita, cerca de Mazo, entre la anterior y la caleta de San Simón;
y un tercero en esta última ca leta.
Y al suroeste, cerca de Tazacorte, otros dos: batería de San Miguel
o de Puerto Naos, construida hacia 1742, en la desembocadura del barranco
de Tinisque, y batería de Juan Graje, levantada por las mismas
,. RL\tEL DE AR.\tAS (1991). l. u. 1• panc. p. 246.
TEBETO. ANEXO 7. Pueno del Rosnrio (2014). pp. 43-72. ISSN: 11 34-430-X 53
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
12 Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los ataques no1·<Jles a /<J i.<l<J de l<J P<J/m<J
fechas, en la desembocadura del de las Angustias, al pie del Time20. Estos
dos últimos habían sido construidos por el propietario de un ingenio de
azúcar en Tazacorte llamado Pablo van Dalle. Eran pequeños reductos
artillados con dos cañones cada uno para la defensa del puerto, desde
donde se exportaba mucho azúcar hacia Flandes.
Y por último, nos quedan otras obras que, si arquitectónicamente no
eran de gran importancia, sí tenían un interesante valor para la defensa.
Me refiero a las «atalayas», desde donde se daban los avisos acerca de
las posibles amenazas que se divisaban en el horizonte. Había dos, de
muy antiguo origen, en las alturas que dominan Santa Cruz: risco de La
Concepción y montaña de Tenagua y, desde 1568, otras dos cerca de
Puntallana y Barlovento21•
Así terminaba el siglo XVI y así podíamos terminar este apartado
de las fortificaciones para ceñirnos más a los hechos que luego relataremos,
pero quizás es necesario añadir algo para no dejar inconcluso este
capítulo de las obras defensivas palmeras. Se sabe que en 1659 no se
encontraban precisamente en su mejor momento las tres que defendían
la capital22
• Por si fuera poco, una crecida del barranco en 1665 dejó en
estado ruinoso la de Santa Catalina, cuyas obras de reparación en años
sucesivos no pasaron de ser un simple apuntalamiento. En 1674 se escribe
de ella que «por la ruina a que ha venido, así en sus parapetos como
en el abatimiento de la plataforma( ... ) conviene darle nuevaforma»23•
Pero hasta 1683 no se proyectará otra de nueva planta, similar a la de
San Cristóbal, en Santa Cruz de Tenerife, pero de menores dimensiones.
Era de planta cuadrada, con cuatro baluartes de «punta de diamante». El
terreno que daba al frente marítimo estaba terraplenado, mientras que en
la parte de tierra se encontraban los alojamientos, depósitos, cisternas,
etc. Se construyó finalmente entre los años 1685 y 169224.
Y cuando empieza el s iglo XVIII, si bien Santa Catalina estaba
flamante, las fortificaciones de San Miguel y del Barrio se encontraban
en estado calamitoso, sosteniéndose en pie, a duras penas, gracias a los
esfuerzos del cabildo. De Ja primera, San Miguel, se decía que «sólo el
estruendo de sus cañones bastaría para derribarla»25• En 1742 visitó
la isla el capitán general, don Andrés Bonito, que ordenó no sólo reparar
'° Rll\11 u m AR'1AS ( 1991 ). t. 11, 1' parte. p. 249.
" RU\ll U l)t AR\IAS ( 1991). l. 11. I' parte. p. 552.
" RV\U u Ot All\tAS ( 1991 ). t. 111. 2' parte. p. 584.
" RU\11 u or AR.\IAS ( 1991 ). l. 111, 2' parte. p. 585.
'' Rll\tl l DI AIL\1AS ( 1991 ). l. 111. 2' parte. p. 588.
" RU\líU 1>1 AR\tAS ( 1991 ). t. 111. 2' parte. p. 592.
54 TEBETO. ANEXO 7. Puen o del Rosario (20 14). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X
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Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los awq11es namles a la isla de lo Palma 13
Jos tres castillos, sino derruir, como ya dijimos, el de Bajamar y levantar
otro nuevo en las inmediaciones.
Y así se hizo, y con rapidez, pues en 1743 ya estaba en pie el nuevo
torreón, que recibió el nombre de San Carlos. Era pequeño, de planta
semicircular y se construyó ahora más arriba, en la punta de Los Guinchos,
que luego se llamará, como la obra militar, de San Carlos. Tras la
visita del Capitán General, también se construirá la «muralla del sur»,
que discurrirá entre Ja playa de Bajamar y el risco.
También se conoce en este siglo la existencia de una batería, que
se llamó primero de San Roque y luego de San Jacques o de Jacques
de Brier, al norte de Santa Cruz, «en el terreno del Tejar, contigua al
Barranco de Maldonado»26•
Y, ahora sí, terminamos con las fortificaciones dejando constancia de
la existencia en el frente marítimo de Santa Cruz de la Palma de otros
tres reductos que se levantaron a lo largo del siglo XVIII: Santa María
de Sabaya, San Pedro y San Felipe.
Y por lo que he leído preparando este trabajo, y por lo que amigos
palmeros me contaron más de una vez, esos modestos, pero gloriosos,
castillos, esos reductos, esas baterías, perduraron hasta el siglo XX. Un
mal entendido modernismo ha hecho funcionar con verdadera furia la
piqueta demoledora en muchas partes de nuestro Archipiélago, y por
eso no podemos hoy ver, ni en consecuencia enseñar a nuestros hijos y
nietos muchos recuerdos del pasado histórico, perdidos ya, sin remedio,
para siempre.
2.3. LOS CAÑONES
Pero un castillo sin su artillería no tiene ningún valor. En el cuadro 3
se muestra la evolución en el número de piezas en los tres castillos principales
y en diferentes momentos de su existencia. No entro en detallar si
eran cañones, culebrinas, falcones o sacres, pues aparte de extendemos
en el tiempo demas iado, tampoco nos iba a aclarar grandes cosas. Quede
ello para otra oportunidad o para los más interesados en el tema. Pero
sí quiero resaltar que, entre paréntesis, encontrarán ustedes el número
de piezas que se consideraban inútiles para el servicio en ocasión de las
pertinentes inspecciones.
,. RUMEU DE ARMAS ( 1991). t. 111 , 2· panc. p. 594.
TEBETO, ANEXO 7. Pucnodcl Rosario (2014). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X 55
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14 Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los atoq11es navales a la isla de la Palma
LA ARTILLERÍA DE SANTA CRUZ DE LA PALMA
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1581 1591 1598 1625 1H2
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Cuadro 3
3. EL ENEMIGO
Pues bien, imbuidos de la misión, conocido el terreno y contados
los medios propios, vamos a tratar ahora del enemigo en concreto, pues
en términos generales ya hemos hablado de piratas y corsarios un poco
más arriba.
3.1. JEAN FLEURY (1522)
Desde el tiempo de los Reyes Católicos ya hay constancia de ataques
piráticos a las islas y a las rutas de comunicación con la península. Pero
quien de verdad abrió la veda, y a gran escala, fue Jean Fleury, o Florín,
uno de los secuaces de un tal Ango que, desde suelo francés, como un
"capitán Araña" cualquiera, pues él no se embarcaba, dirigía una «empresa
de piratería» que le proporcionaba pingües beneficios. Jean Fleury,
con una flotilla importante, tuvo la suerte de toparse, en 1522, entre las
Azores y Canarias con otra de barcos mercantes, sin protección alguna,
que regresaba de México con gran cantidad de oro y joyas, entre ellas Ja
famosísima «cámara de Moctezuma». Hundió a unos, dispersó a otros
y apresó el resto. El hecho causó una gran alarma en Castilla, como se
demuestra en la comunicación que Carlos I hizo a las Cortes de Valladolid
al año siguiente y ante las que el emperador dijo: «Y asimismo os mando
hacer saber que todos los mares de estos reynos, as í de Levante como
56 TEBETO. ANEXO 7. f>ucno dél Rosario {2014). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
Emilio Abad Ripoll: Unll fJlll10rti111k11 de/()< maques na.-ales a la isla de lll Palmll 15
de Poniente, están llenos de corsarios y robadores franceses y moros
y turcos, los cuales han hecho y hacen grandes daños en ellos y en los
navegantes por ellos; y lo que nunca se pensó, han pasado a las islas
de Canarias y del mar Océano, donde han tomado muchos navíos que
venían con oro y otras joyas y mercaderías de las dichas Indias e is/as»21•
A partir de entonces ya se empezarán a tomar medidas para proteger los
navíos de Indias, lo que, lógicamente, disminuyó la importancia y el
número de las acciones piráticas contra los convoyes.
3.2. EL «ALMIRANTE» BNABO ( 1537)
Pero en 1536, la emperatriz Isabel que regía las Españas mientras
su marido, Carlos I, guerreaba por Europa, recibía noticias de que en el
puerto francés de El Havre se preparaba una flota de 80 navíos que tenían
el propósito de atacar las islas Canarias en su paso hacía América. Inmediatamente
avisó al gobernador de Canarias, a fin de que éste «alertase
del peligro a todas ellas y que estuviesen sus moradores preparados y en
buen recaudo»28• También tras esta enorme expedición estaba la mano
del ya citado Ango.
Los franceses, ya rebasado San Vicente, se di vidieron en varias escuadras;
una de ellas, mandadas por un tal monsieur Bnabo, se encontró
con 14 barcos mercantes españoles cerca de las Azores. Los franceses
capturaron algunos, pero otros escaparon. En su búsqueda, supo Bnabo
por algunos de los prisioneros que en Santa Cruz de la Palma se encontraban
fondeados muchos barcos con vino, azúcar y otras mercaderías,
por lo que puso proa con su nave capitana y otros dos navíos más hacia
esta isla. Tuvo que llegar por aquí entre el l O y el 15 de febrero de 1537,
pero se llevó una sorpresa, pues no sólo estaban en la bahía de Santa
Cruz los inermes buques mercantes, como él pensaba, sino también la
flamante <<flota de guarda canaria».
Resulta que un regidor de Gran Canaria, Bemardino de Lezcano, había
comprado en Vizcaya tres navíos de guerra bien armados y pertrechados,
y con ellos no sólo se atrevía a evitar que los franceses atacasen las islas,
sino incluso a escoltar a los mercantes españoles hasta y desde América.
Por cierto, uno de los barcos era tan grande y potente que Carlos I decidió
apropiárselo para la flota de Castilla. Quedaba pues una flotilla de dos
buenos navíos, mandado por un antiguo corsario portugués llamado
•• RL \l~L DE AIL\IAS ( 1991 ). l. l. pp. 80-81 .
" Rl \IE~ DE AIL'IAS ( 1991 ). l. l. p. 86.
TEBETO. ANEXO 7. Pucno del Rosano (2014). pp. 43-72. ISS : 1134-430-X 57
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
16 Emilio Abad Ripoll: Unll ¡xmorámica de los maque.> na\'llles a la isla de la Palmll
Simón Lorenzo, experto piloto. Acababan de regresar de las Indias y
habían fo ndeado en la rada santacrucera, lo que supuso, como digo, una
sorpresa para monsieur Bnabo y sus piratas.
Al iniciar el fuego los franceses para amedrentar la plaza, desde San
Miguel y desde los dos navíos de guerra se les contestó tan rápida y
certeramente que los atacantes, visiblemente tocados, se retiraron tras
un par de horas de cañoneo. Fueron perseguidos por los dos barcos de
Lorenzo y otros tres que rápidamente aprestó el gobernador de la isla,
pero los franceses, tras dirigirse a San Sebastián de La Gomera pusieron
rumbo hacia Lanzarote. Una vez allí, de nuevo Bnabo se sintió tentado
por las posibles presas de La Palma, y emprendió nueva singladura en
dirección a la isla bonita; pero los dioses de la guerra, definitivamente,
no estaban con él.
Había una flota de guerra española en las inmediaciones del archipiélago
que, al enterarse de otros ataques franceses contra Gran Canaria, se
dirigió a La Isleta, donde consiguió que se retiraran. En el puerto de La
Luz se supo de lo sucedido en La Palma, de modo que vía La Gomera
se dirigió a Santa Cruz, adonde llegó en los últimos días del mes de febrero.
Y el 1 de marzo aparecían de nuevo las velas de los tres barcos de
monsieur Bnabo, que, otra vez, era sorprendido. Resultado del combate:
dos barcos franceses huyeron y el tercero, la nave capitana, con Bnabo,
«muy quemado y herido» se rindió29.
3.3. FRAN<;OIS DE CLERC {A) «PIE DE PALO» (1553)
Pero va a llegar 1553, la fecha que he calificado hace un momento
como punto de inflexión en la organización de la defensa de La Palma.
El año anterior, Pedro de Cerón, el organizador de las milicias en Gran
Canaria, al que Felipe 11 le había encomendado «.servirle en los negocios
de la guerra»3º, recibía noticias de que en Ruan y Dieppe se preparaban
« 1 O naos gruesas para hacer daño a las islaS»31 • Efectivamente, en el
segundo de esos puertos franceses se ultimaban los preparativos de una
expedición a las Antillas con una importante flota bajo el mando de
Fran9ois Le Clerc, quien, a consecuencia de haber perdido una pierna
luchando contra los ingleses recibía en Francia el apodo de «lambe de
Bois» y aquí se le conocería como «Pie de Palo». Como segundo traía a
Jacques Sores, del que hablaremos algo más, y nada bueno.
" R1J\tEU DE ARMAS ( 1991 ). t. 1, p. 94
., RuM•·u ot ARMAS ( 1991 ). t. 1. p. 146.
11 RUMW DE ARMAS ( 199 1).t. 1, p. 146.
58 TEBETO. ANEXO 7. Pucno del Rosario (20 14). pp. 43-72, ISSN: 1134-430-X
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los maques navales a la isla de La Palma 17
La flota se dirigió hacia Las Antillas, como estaba previsto, pasando
sin detenerse por las cercanías de Canarias; allí desarrollaron una exitosa
campaña de saqueos y rapiñas, hasta que en junio de 1553 decidieron
volver grupas y regresar a Francia, haciendo de paso una «Cariñosa»
visita a nuestro archipiélago.
A mediados de julio, frente a las costas de Berbería, se toparon con
una flotilla genovesa cargada de azúcar; poco pudieron hacer los italianos,
que se dispersaron, cayendo algunos bajo la garra de Le Clerc
(destacando una carraca llamada Le Francon, que tenía 30 magníficos
cañones) y buscando otros refugio en las islas, especialmente en Santa
Cruz de La Palma.
En busca de los huidos, «Pie de Palo» pasó por Fuerteventura, desde
donde se dirigió a Gran Canaria, al conocer que en el puerto de La
Luz había unos barcos flamencos; pero las condiciones de la mar, con
un fuerte temporal de viento que duró casi dos semanas, le impidieron
atacarlos, por lo que puso rumbo hacia Tenerife. Desembarcaron unos
hombres enAdeje, pero allí había poco que rapiñar, por lo que costearon
hasta Garachico, entonces importante puerto, pero al que no atacaron.
De modo que aproaron al noroeste y pronto se presentaron ante Santa
Cruz de La Palma.
Ya sabemos que Santa Cruz era una ciudad rica, en la que vivían
numerosos comerciantes genoveses, portugueses y franceses, y que por
su puerto se exportaban importantes cantidades de vino y azúcar. Pero
también -como ya se apunt~ que en aquellos momentos se encontraba
bastante desprotegida, pues la única defensa con que contaba era la torre
de San Miguel. Aquel verano de 1553 era gobernador de Tenerife y La
Palma Juan Ruiz de Miranda, quien había delegado su cargo en ésta
última en un licenciado apellidado Arguijo.
Y el 21 de julio la amenaza se hizo realidad. La potente flota francesa,
reforzada además con la carraca capturada a los genoveses, abrió fuego
contra la ciudad, y los palmeros, convocados por el cabildo (recordemos
que aún no se habían creado en la isla las unidades de milicias), acudieron
al punto en que les parecía más lógico se produjera el desembarco: el
pequeño puerto. En su fuero interno confiaban en que los franceses se
conformaran con llevarse algunos de los barcos que estaban fondeados
en la rada -entre ellos varios de los genoveses cargados de azúcar
que habían conseguido evadirse días antes- pero la sorpresa fue total
cuando vieron que numerosas lanchas de desembarco se dirigían hacia
la playa del barrio del Cabo, al nordeste de la población. Aquellos pri-
TEBETO. ANEXO 7. Puerto del Rosario (201 4). pp. 43· 72. ISS : 11 34-430-X 59
©Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017.
18 Emilio Abad Ripoll: U11a pa11orámica de los ataq11es 11avales a la isla de la Palma
meros movimientos, y los posteriores en la ciudad, hicieron presumir
que los franceses contaban con un conocedor del terreno, y más tarde se
confirmaría que, efectivamente, los dirigía un comerciante de su misma
nacionalidad que había residido en Santa Cruz hacía varios años32.
Pusieron pie en tierra 500 hombres (300 armados con arcabuces y 200
con picas)33
, bajo el mando del ya citado Jacques Sores, pues Le Clerc
permaneció a bordo. La defensa prácticamente no existió, pues poco
podían hacer los palmeros, mal armados, desordenados y sin quien los
dirigiera, ya que el teniente de gobernador, el licenciado Arguijo, había
huido hacia Tazacorte. En apenas una hora la ciudad cambió de propietario;
se produjo la evacuación de la población, pero sólo fue parcial,
pues muchas personas fueron apresadas por los franceses.
Sores, hugonote furibundo, acérrimo enemigo de todo lo catól ico,
vomitó su odio empezando por saquear la iglesia de El Salvador y el
resto de conventos, iglesias y ermitas, a los que siguieron las casas
consistoriales, Ja del adelantado, el archivo y muchas casas de particulares
que, registradas una a una, fueron meticulosamente expoliadas de
cuantos objetos de valor existían en ellas. El coste de lo robado ascendió
a centenares de miles de ducados.34
Mientras tanto, en Tazacorte, el indeciso Arguijo pedía ayuda a
Tenerife y no se atrevía a contraatacar, pese a contar con más de 1.000
hombres dispuestos a ello; por el contrario, ordenó que se dispersaran
en tanto no se pagara el rescate que pedían los franceses por la familia y
criados del regidor Sancho de Estopiñán, pues temía que si se realizaba
el ataque, correría peligro la vida de esas personas.
El 30 de julio, cuando ya no quedaba prácticamente nada que robar,
Sores parece ser que dio la orden de reembarcar; la chusma continuó la
destrucción, debiendo destacarse la pérdida de toda la documentación
municipal y notarial. Fue entonces (unos dicen que es historia, otros
que sólo leyenda) cuando un numeroso grupo de habitantes de Garafía,
capitaneados por un vecino llamado Baltasar Martín, comenzó a hostigar
a los franceses, acelerando su repliegue35• El 1 de agosto, Martín moría
como consecuencia de un ladrillazo que le propinó un fraile al confundirlo
con uno de los invasores; ese mismo día, los franceses levaban anclas y
ponían rumbo a San Sebastián de La Gomera.
Allí, alertados por lo sucedido en La Palma, les esperaban preparados
'2 RUMEU DE ARMAS ( 1991).1. 1. p. 15 l.
JJ RUMtU DE ARMAS ( 199 1). t. 1, p. 15 1.
~ RUMEU DE ARMAS ( 1991).1. 1. p. 152.
" RUMtu Ot AR,\tAS ( 1991).1. 1. p. 153.
60 TEBETO. ANEXO 7. Puerto del Rosario (2014). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X
Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los ataques nm'ales a la is/o de ú 1 Palma 19
y se aprestaron con valor a la defensa; y no faltó tampoco el acierto, pues
unos de los primeros disparos de cañón hechos desde tierra alcanzó la
nave de «Pie de Palo», lo que hizo que los franceses se lo pensaran mejor
y arrumbaran hacia la punta de Teno, en Tenerife, y, tras pasar otra
vez frente a Garachico, sin atacarlo de nuevo, se dirigieron de regreso
a su país, Franyois Le Clerc contó tales embustes de su periplo por Canarias,
que el rey de Francia mandó pregonar que las islas de La Palma
y Lanzarote eran propiedad del tristemente famoso pirata36, Dos años
más tarde, ya en 1555, empezó a preparar otra flota para volver a atacar
el archipiélago, pero los desacuerdos con Sores y otros subordinados
hicieron que, a Dios gracias, el proyecto fracasara, Y ya no lo vimos más
por aquí, pero lo malo fue que a los otros sL
JA, LOS 40 MÁRTIRES DE TAZACORTE (1570)
En relación con las piraterías francesas, hay que destacar que durante
las primeras décadas de rivalidad entre Carlos I y Francisco I, predominaba
un ambiente caballeresco en las guerras entre ambas naciones, lo que
se puede comprobar, por ejemplo, leyendo la biografia del Gran Capitán
y sus continuos enfrentamientos con los galos en tierras italianas, Pero
prácticamente coincidiendo con la fecha del ataque de «Pie de Palo» a
La Palma, y debido a las guerras ya citadas entre hugonotes y católicos
en Francia, el factor religioso adquiere relevancia, pues los protestantes
hugonotes no sólo venían a estas islas o a las Antillas a robar o saquear,
sino que, además, sentían especial predilección por herir los sentimientos
religiosos de los católicos, Ya vimos los primeros conatos de esas
manifestaciones de odio rel igioso en los ataques de Sores y su chusma
a las iglesias, conventos y ermitas de Santa Cruz de La Palma en 1553,
Recordemos la circunstancia que «Pie de Palo» estaba preparando
una expedición contra Canarias en 1555; las desavenencias surgidas
con Sores y otros de sus lugartenientes evitaron aquella plaga bíblica,
Pues bien, Sores capitaneó esta flota dirigiéndose en primer lugar a las
Antillas, donde su mayor éxito fue el incendio y saqueo de La Habana,
Años después, tras haber cambiado dos veces de chaqueta, luchando al
servicio de Isabel I de Inglaterra contra su propio país, y traicionándola
luego, Sores seria nombrado comandante en jefe de la flota de los hugonotes,
pero ante el mal momento económico que estos atravesaban,
volvió a su verdadera vocación de sanguinario pirata poniendo al servicio
36 R UMtU Dt ARMAS ( 1991 ), L I, p, 158,
TEBETO, ANEXO 7, Puen o dcl Rosario (20 14), pp, 43-72, ISSN: 1134-430-X 61
20 Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los ataques ntffttles o la isla de le Palma
de la causa su larga experiencia en el tema. Su principal objetivo ahora
volvía a ser el cordón umbilical del imperio español, las comunicaciones
con América. Así, al mando de una flota de 5 barcos, de la que era nao
capitana el Prince, en julio de 1570 puso rumbo a las islas del océano.
A mediados del siglo XVI los jesuitas se habían establecido en el
Brasil. Entre ellos destacó un canario, un tinerfeño llamado José de Anchieta,
que embarcó para la colonia portuguesa con la segunda expedición
de misioneros el tan citado 1553. La Orden había nombrado visitador
provincial al padre Ignacio de Azevedo, que en 1566 se trasladó a Brasil
a estudiar la situación y constató, dada la enormidad del territorio a
evangelizar, la necesidad de más misioneros. De vuelta a la Península,
consiguió que 69 hombres, jesuitas y novicios, se ofrecieran voluntarios
para Ja misión brasileña. En junio de 1570, una flota de siete galeones
zarpaba de Lisboa hacia Brasil; entre los pasajeros iban los nuevos misioneros,
distribuidos en cuatro barcos (el número mayor, 44, contando
al padre Azevedo, lo hizo en el galeón Santiago).
En la escala de Madeira apareció Ja escuadra de Sores, que permaneció
al acecho durante varios días, mientras los portugueses aguardaban
ocasión propicia para seguir el viaje amparados por los castillos de
Funchal. Aquí el padre Azevedo puso las cartas boca arriba y explicó a
sus misioneros el grave peligro en que se encontraban de perder la vida.
Cuatro novicios prefirieron quedarse en tierra37, con lo que el número
de misioneros en su barco se redujo a cuarenta. Como el Santiago traía
unas mercancías para La Palma, creyendo aprovechar un descuido de
los franceses, el galeón puso rumbo a Santa Cruz, pero pronto se dieron
cuenta de que iban seguidos por la jauría de Sores. Un temporal los alejó,
pero el Santiago tuvo que recalar en el pequeño puerto de Tazacorte,
donde los jesuitas y novicios y demás pasajeros bajaron a tierra y fueron
obsequiados por la familia Monteverde, pues uno de sus miembros,
Melchor de Monteverde, había sido compañero de estudios del padre
Azevedo en Lisboa. Se alojaron en la propia casa del señor Monteverde,
que hoy se conoce en Tazacorte como la «Casa de los Mártires». Don
Melchor ofreció a los jesuitas el traslado por tierra hasta Santa Cruz,
pero el padre visitador se negó terminantemente pues quería compartir
con la tripulación del barco cualquier posible riesgo.
Cuenta Ja tradición que el padre Azevedo dijo su última misa el 13 de
julio en la ermita de San Miguel y que, en el momento de beber el vino
consagrado, el sacerdote vio su cabeza rodeada del halo del martirio.
" RUMW l)E ARMAS ( 199 1).1. 1. p. 512.
62 TEBETO. ANEXO 7. Pueno del Rosario (2014). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X
Emilio Abad Ripoll: Una ¡xmorámirn tle lov tlfaq11es 11ai-ales "'ª islll tle La Plllmll 21
Relata Rumeu de Annas que en el cáliz, que se conserva, están claramente
marcadas, por obra milagrosa, las huellas de la dentadura crispada del
jesuita al contemplar el prodigio38.
El galeón zarpó de Tazacorte al día siguiente, con la esperanza de
que Sores se hubiese aburrido de la larga espera, pero se equivocaban de
nuevo. A la altura de la punta de Fornalla, en Fuencaliente, el Prince se
cruzaba frente al Santiago y empezaba a cañonearle para que se rindiera.
Contestó el galeón luso al fuego del francés y tras largo rato de intercambio
de disparos, se unieron a la caza los otros cuatro barcos hugonotes. Se
produjo el abordaje, con cuarenta hombres por cada banda del Santiago.
Azevedo fue atravesado por tres lanzadas apenas iniciado el asalto
de su buque. Pronto hubieron de rendirse tripulación y pasajeros y ahí
empezó la matanza exclusiva de los religiosos, que una vez heridos de
gravedad eran arrojados por la borda para diversión de la chusma que
contemplaba sus esfuerzos y sufrimientos, y que redoblaba su odio al ver
que ninguno de aquellos cuarenta hombres renegó ni de su religión ni de
su iglesia católica. He dicho cuarenta, pese a que uno de los sacerdotes,
un padre cocinero, fue conservado vivo para que ejerciese ese menester
posteriormente; pero es que un chico de 18 años, sobrino del capitán
del galeón, impresionado sin duda por la entereza de los misioneros,
se unió a ellos en la alabanza a Dios y fue también asesinado. El papa
Pío IX los beatificó el 11 de mayo de l 854 y su festividad se celebra
el día 15 de julio, bajo la advocación de «Mártires de Brasil», aunque
personalmente subrayo la opinión de Rumeu de Armas cuando escribe
que «más apropiado sería llamarlos de las Canarias o de Tazacorte, en
cuy as aguas sucumbieron»39
•
3.5. DRAKE (! 585)
Las continuas desavenencias entre España e Inglaterra durante los
reinados de Felipe ll e Isabel 1 habían colocado a ambos países al borde
de la guerra abierta. La soberana inglesa pensó dar el paso definitivo con
dos provocaciones a las que los españoles no les quedaría más remedio
que responder con la fuerza. Una consistió en favorecer abiertamente el
levantamiento de los Países Bajos, enviando allí un ejército expedicionario;
la otra, que es la que más nos interesa para este trabajo, se basaba
en atacar las posesiones españolas en el Atlántico y en las Antillas. Con
'RL \tfl DF AR\IAS (1991 ). l. l. p. S 13.
" R L \lll ot. AR.\IAS ( 1991 ). t. 1. p. S 18.
TEBETO. ANEXO 7. Pucno del Ro;,ario (2014), pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X 63
22 Emilio Abad Ripoll: Uno panortímico de los 01aq11es 11amles a la i<la de la Palma
este fin se concentraba en Plymouth, en agosto de 1585, una potente flota
compuesta por 21 navíos de guerra y 8 pinazas con funciones logísticas.
A su mando se encontraba el más célebre de los corsarios ingleses, Francis
Drake, que enarbolaba su pabellón en el Bonaventure40
• A fina les de
septiembre, la flota se hacía a la mar y empezaba su viaje atacando, con
más bien poco éxito, algunos pueblecitos de la costa gallega. La flota
española pensaba que los ingleses no se iban a dirigir hacia el Atlántico,
sino hacia el Mediterráneo, por lo que su almirante, el Marqués de Santa
Cruz, no se apresuró en salir a su encuentro. Y cuando lo hizo y llegó al
cabo de San Vicente, los de Drake estaban ya camino de las Canarias.
Aquí se estaba sobre aviso del tormentón que se venía encima, que
se confirmaba cuando el Marqués de Lanzarote mandaba aviso a los
gobernadores de Gran Canaria y de Tenerife de que se habían avistado
<<Surtas en la ysla de Lobos siete velas gruesas»41
• Curiosamente, estos
barcos no pertenecían a la flota de Drake, pero su detección sirvió para
que el efecto sorpresa, tan fundamental en la guerra, desapareciera por
completo. Por e llo, cuando Drake se plantó frente a Las Palmas y vio
las unidades de milicias desplegadas y las baterías de los castillos prácticamente
con las mechas encendidas, desistió y se dirigió a otra isla,
La Palma, que seguramente pensaba que estaría más desguarnecida y
cuyo puerto principal, el de Santa Cruz, también podría proporcionarle
un sabroso botín.
Y el 7 de noviembre aparecieron fren te a estas costas «muchos y
poderosos navíos»42
. El licenciado Jerónimo de Salazar, teniente de gobernador
de La Palma, concentró las tres compañías de milicias de Santa
Cruz, puso en estado de alerta a las demás y preparó los tres castillos de
los que hablamos al principio para repeler el ataque. Pero los ingleses <<Se
estuvieron entreteniendo dando una vuelta y otra»43
; dice Salazar en su
informe al rey, hasta que optaron por desaparecer en el horizonte. Durante
cinco días más se mantuvo la situación de alerta, pero en vista de que no
aparecían señales de la presencia de los barcos y de que la situación en los
campos era angustiosa y había que comenzar la sementera, el teniente de
gobernador autorizó a que los hombres marchasen a sus hogares, lo que
hicieron el día 12. Pero al amanecer del 13, las hogueras de las atalayas
y los disparos de cañón conven idos alertaban de que ahora parecía que la
cosa iba en serio. ¿Qué habían hecho los barcos ingleses aquellos 6 días?
... RUMI u 1)1• ARMAS ( 199 1). l. 11. I" parte. p. 1 o.
" RUMI u 1)1 AR.\1AS ( 1991 ). l. 11. I' parte. p. 13.
• ? RL\11 u 01 AR.\IAS ( 1991 ). t. 11. 1' parte. p. 14.
" RL\ll l Ot AR.\IAS(l991).l.11. l'partc. p. 14.
64 TE8ETO. ANEXO 7. Puerto del Rosario (20 14). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X
Emilio Abad Ripoll: U11a pa11orá111ica de los ataques 11amles a la isla de la Palma 23
Unos dicen que llegaron hasta Fuerteventura y otros que se quedaron en
la mar a la caza de cualquier desprevenido convoy o barco que surcara
estas aguas, pero lo cierto es que volvieron a La Palma.
Los ingleses dividieron la flota en dos grupos: 19 barcos se dirigieron
a Santa Cruz de La Palma, mientras que otros 1 O, que dieron la vuelta por
el norte de la isla, lo hicieron hacia Tazacorte. Estos últimos se limitaron
a observar, pasar y repasar frente al pequeño puertito, con el exclusivo
fin de obligar a los defensores a detraer fuerzas de la defensa del objetivo
principal: la capital de la isla.
Los barcos que iban a atacar Santa Cruz se colocaron en una hilera, con
el Bonaventure de Drake en cabeza, y comenzaron a navegar con rumbo
sur, frente a la población, en dirección a la playa de Bajamar, debajo del
risco de la Concepción. En tierra, a las tres compañías de milicias de
Santa Cruz pronto se fueron uniendo algunas de las del interior de la
isla, hasta completar más de un millar de hombres.
La nao capitana era la más próxima a tierra, por lo que el castillo de
Santa Catalina le lanzó una andanada con sus diez cañones, pero todos
los proyectiles quedaron cortos. Ello envalentonó a los ingleses, que
decidieron acercarse aún más a tierra, siguiendo en la dirección de Bajamar,
pues ya les parecía de mucha menor enjundia, como en realidad
era, la torre de San Miguel. Pero la pericia de los artilleros, la suerte,
o la mano del santo del que la torre llevaba su nombre, hicieron que
los dos primeros disparos que efectuaran sus cañones lograran eso tan
difícil, el impacto directo sobre el objetivo, nada menos que el mismo
barco de Drake, en el que produjeron daños visibles desde tierra y varias
bajas. Aquello desconcertó a los ingleses, que acudieron a proteger a
su buque insignia, rompiendo la formación que traían y agrupándose a
su alrededor. Esta concentración de barcos fue una bendición para los
artilleros de Santa Catalina y el puerto, que tenían ahora muchas más
probabilidades de hacer daño, lo que consiguieron en varias ocasiones.
Por si fuera poco, el viento se puso de lado de los palmeros, pues les era
muy dificil a los navíos alejarse de tierra.
En vista de la mala situación, Drake se decidió a iniciar un desembarco
por Bajamar (donde hubiera servido de mucho aquella batería que
Monteverde había propuesto levantar años antes). Pero los hados no
estaban aquel día ni con los piratas, ni con la bandera inglesa. La torre,
los cañoncitos de campaña de las milicias, los sencillos arcabuces y el
estado de la mar hicieron que ni una sola lancha de desembarco pudiera
arribar a la playa. Resultado: a reembarcar tocan y a salir cuanto antes
TEBETO. ANEXO 7. Pueno del Rosario (2014). pp. 43-72. ISS : 11 34-430-X 65
24 Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los ataques namles a la ir/a de la Palma
del atolladero. Con dificultades lograron los navíos ingleses ponerse
fuera del alcance de los cañones. Ellos también habían lanzado algunos
cañonazos que no hicieron más que desprender algunas rocas del risco
de La Concepción. Y tras unas cortas horas de duda, a eso de las tres de
la tarde, con mucha más pena (se habla de 30 muertos a bordo de los
barcos, y destrozos en bastantes) que gloria (ninguna), las velas inglesas
se perdían en el horizonte para «más nunca» volver.
Este fue el resultado del primer ataque inglés a Canarias, encabezado
por el más famoso de sus corsarios, Drake. Santa Cruz de la Palma, y
con ella toda la isla, pues hombres de todos sus rincones, sus milicianos,
acudieron a la llamada del honor, puede enorgullecerse, con toda razón, de
haber derrotado al más grande de aquellos piratas ingleses absolutamente
protegidos e incluso elevados a los más a ltos escalones de la milicia naval
británica por sus soberanos; cosa que, por cierto, no pudieron decir en
América poblaciones mucho mejor defendidas que la nuestra.
3.6. EL ATAQUE A PUERTO NAOS (1740)
Hasta hace muy poco tiempo, escasas eran las referencias a este hecho
que podía uno encontrar en la historiografia de las islas. Sin embargo,
las investigaciones de Manuel Poggio Capote y Luis Regueira Benítez
les llevaron a publicar en la prensa tinerfeña un interesantísimo artículo,
sobre el tema44• Además, otro trabajo de los mismos autores, en el que
se incluyen transcripciones de documentos inéditos verá la luz próximamente
con el título de «La isla de La Palma en la Guerra de la Oreja:
el ataque a Puerto Naos de 1740»45• Efectivamente, fue en el marco de
la confrontación bélica entre España e Inglaterra que se conoce como
«la guerra de la oreja de Jenkins» en el que se inscribió otro intento de
ataque inglés a La Palma.
El 9 de diciembre de 1740 eran avistadas frente a Tazacorte dos naves
inglesas, que el día 11 pasaban a ser cuatro. De ellas se acercaron a tierra
varias barcas de las que desembarcaron grupos de ingleses que perpetraron
algunos robos en la zona e inc luso causaron bajas entre los lugareños,
llegando hasta la zona del callao de la Fuente Santa. El coronel Massieu,
que mandaba el regimiento de milicias de la isla, al tener conocimiento
de los hechos, ordenó que, al mando de sus oficiales, destacamentos de
Las Breñas y de Mazo se desplazaran a la zona amenazada, mientras
.. POC'.GIO CAl'OTI~ REGUEIRA BENmz (2010). p. 9 .
.. POG<.I() CAl'OTF. REGIJEIRA BlMThl (2014).
66 TEBETO. ANEXO 7. Pucno del Rosario (2014). pp. 43· 72. ISSN: 11 34-430-X
Emilio Abad Ripoll · IJna panorámica de lot ataques namles a la isla di' la Palma 25
que otros de Puntallana y San Andrés reforzaran las defensas de Santa
Cruz. Recordemos que, pese a las reformas introducidas con el cambio
de dinastía, en aquellos años las unidades de las milicias estaban mal
armadas e instruidas.
Tras la primera toma de contacto, al amanecer del día siguiente, el
12 de diciembre, cerca de 50 ingleses divididos en tres grupos desembarcaban
de unas lanchas en las que permanecían más de una docena de
marineros e intentaban progresar hacia el interior, pese a la oposición
de los mi licianos de la compañía de Tazacorte. Este desembarco era
comunicado a los destacamentos que se encaminaban hacia la zona, y
que aún se encontraban aún bastante lejos - unas 3 leguas- del lugar
del ataque. Sus mandos decidieron no seguir adelante, pues al considerar
el tiempo necesario para recorrer esa distancia con las dificultades del
terreno por el que discurría el mal camino existente, y la previsible diferencia
de preparación mi litar entre atacantes y defensores, concluyeron
que la acción finalizaría antes de la arribada de los refuerzos.
En el lugar de los hechos, parte de la compañía de Tazacorte había
comenzado a replegarse por falta de municiones, con lo que uno de los
grupos ingleses creyó tener abierta una segura vía de infiltración. Pero
no fue así. Una partida de palmeros ( 1 O hombres de Tazacorte y otros
1 O de Tajuya), pese a contar tan sólo con 7 fusiles, se abalanzó con tal
ímpetu contra los invasores que consiguieron hacerles 10 muertos y
herir y apresar a otro. Los ingleses huyeron en desbandada hacia la playa
y a toda prisa reembarcaron e intentaron dirigirse hacia sus buques.
La precipitación y seguramente también el estado de la mar, hicieron
que una de las barcas zozobrara, con lo que al menos otros 20 hombres
perecieron ahogados.
Así se saldaba aquella intentona. Por parte nuestra murieron 3 hombres
y otros 1 O resultaron heridos, mientras que ya hemos visto que, sin
contar heridos, los ingleses sufrieron unas 30 bajas. Los investigadores
Poggio y Regueira nos han desvelado que al mando de los atacantes
figuraba el capitán Stocker, que enarbolaba su enseña en un navío de
nombre Resolution, y que disfrutaba de patente de corso otorgada por
el gobierno inglés. También ellos mismo nos sugieren las causas del
olvido histórico de este importante hecho: el deseo por parte de las autoridades
de ocultar las deficiencias defensivas de la isla, paliando así sus
responsabilidades, y el que la victoria no se hubiese debido a la acción
o dirección de algún personaje de importancia, sino al arrojo y valor de
unos humildes campesinos y pescadores.
TEBETO. ANEXO 7. Pucno del Rosario (2014). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X 67
26 Emilio Abad Ripoll: U11a ¡xmorámica de los ataque.r nawiles a la isla de La Palma
3. 7. OTROS INCIDENTES
- El caso de Poole y Champney (1560)
En 1560 fueron detenidos en la rada de Santa Cruz de la Palma dos
piratas ingleses llamados John Poole y Thomas Champney, que se habían
hecho famosos por sus tropelías; fueron juzgados y condenados a pena
de cárcel, mientras que se requisaban sus barcos y sus tripulaciones
quedaban a su albedrío en la isla. El día de Navidad, aprovechando la
relajación carcelera propia de la fecha, forzaron las puertas de la prisión,
escaparon y, con la ayuda de sus antiguas tripulaciones, se hic ieron con
un barco español surto en el puerto, cargado de vino y aceite. Rompieron
amarras y se dirigieron hacia su país; en el camino se cruzaron con otras
cinco naves inglesas a las que vendieron parte de lo robado, con la mala
suerte, para esas cinco naves, de encontrarse con una flota española que
había salido en persecución de Poole y Champney, pues al comprobar
que habían traficado con los piratas, fueron apresadas y conducidas a
Sevilla. Mientras tanto, los piratas habían llegado a Inglaterra, pero las
activas gestiones del embajador español en Londres consiguieron que
Poole y diez de sus hombres fueran detenidos y encarcelados, mientras
que Champney lograba escapar de nuevo. Claro que los ingleses en
esto de las negociaciones son insuperables y, en contrapartida, España
devolvió los c inco barcos retenidos en Sevilla.
- la visita de John Hawkins (1563)
Tres años después ocurrió otro curioso incidente. Uno de los más
famosos corsarios ingleses, John Hawkins, había recalado en Tenerife
haciendo aguada, repostando víveres así como otros menesteres a
través de varias amistades, ingleses y españoles, que vivían en aquella
isla. De Tenerife vinieron a La Palma, donde descansaron unas horas y
reanudaron el viaje hacia las Antillas. Pero sucedió que en el puerto de
Santa Cruz de La Palma se encontraba fondeado un barco cargado de
azúcar, miel y otras mercaderías, propiedad de un inglés que residía en
Tenerife: Richard Grafton. Horas después de marcharse Hawkins, dos
barcos ingleses apresaron al de su compatriota y se lo llevaron. El gobernador
de Tenerife, en la creencia de que los ladrones eran de la flota
de Hawkins, encarceló de inmediato a quienes comerciaron con él días
antes, aunque por suerte para estas personas, el propietario afectado, Mr.
68 TEBETO. ANEXO 7. Pucno del Rosario (2014). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X
Emilio Abad Ripoll: Uno ¡xmorámico de lot otoques 110\'o/es o lo is/o de ÚI Palmo 27
Grafton identificó a quien le había robado el barco, otro renombrado pirata
llamado Edward Cook, por estas aguas conocido como «Duarte Cuque.
- Y la de van der Does (/ 599)
Cuando en 1599 el holandés van der Does atacó y saqueó la ciudad
de Las Palmas de Gran Canaria, hizo bastantes prisioneros. Se conoce
que, días después de su retirada, arribó a algún lugar de La Palma, donde
hizo desembarcar a algunos de ellos, sin duda los más pobres, de los que
no podía esperarse rescate a lguno y que además suponían un consumo
en las existencias de víveres de sus barcos.
-La intentona de Windman (1743)
Bastantes años más tarde, otro inglés llamado Charles Windman, que
firmaba como «capitán y comandante jefe de escuadra de la armada
naval del rey de lnglaterra»~6, tras acercarse a La Gomera y Tenerife,
estuvo frente a Santa Cruz de La Palma los días 9, 1 O y 11 de junio, «mostrando
grandes deseos de acercarse a tierra», dicen los documentos de la
época47• Pero de nuevo, los preparativos de la defensa, los infantes en las
murallas y los artilleros en los castillos hicieron desistir al tal Windman
de sus intenciones. Posiblemente, descendientes suyos habrán tenido la
suerte de pisar La Palma como turistas, pero él no lo pudo lograr.
4. CONCLUSIONES
Y ya termino, pero no sin antes rendir un humilde pero sincero homenaje
a miles de palmeros. Apunté antes, que, para nosotros los militares,
el hombre es el factor primordial en el combate. Por ello hay que recordar
a aquellos hombres que en su trabajo, en el taller o en el campo, con
el martillo o la azada, tenían siempre al alcance de la mano el arma (la
lanza, la espada, el arcabuz, el fusil, según las épocas) con la que deberían
defender su tierra y su libertad cuando fuesen llamados para ello,
cuando por el horizonte apareciesen unas velas que no presagiasen nada
bueno. Y eso un día y otro, con muchas alarmas - al arma- y alertas,
año tras año, durante más de tres siglos, cuando en la isla no había lo que
más tarde se denominaría ejército regular. Y, por cierto, a esos hombres,
... RUMW DtARMA~ (1991).1.111. ,. panc. p. 252.
" RuMF.U Oli ARMAS (1991). l. 111, ,. parte. p. 265.
TEBETO. ANEXO 7. J>uerto del Rosario (2014). pp. 43-72. ISSN: 11 34-430-X 69
28 Emilio Abad Ripoll: Uno p<mortímico de los ataques namle.f o la isla de lo Palmo
a aquellos antecesores de todos nosotros, no se les recuerda ni aquí, ni
en ninguna otra localidad del archipiélago, ni con una simple placa que
rotule una calle con el honroso nombre de «Milicias Canarias».
La enseña de una de aquellas unidades de milicias, la de Garachico
en Tenerife se conserva. Estas unidades mantuvieron enhiestas las banderas
de su patria y de su rey. ¿No sería adecuado recordarles a nuestras
autoridades que ya es hora de que se rinda a aquellos humildes soldadospaisanos
canarios, españoles, un homenaje? ¿Qué tal si Santa Cruz de
La Palma fuese la pionera del archipiélago en esta iniciativa? A ustedes
les dejo esta reflexión.
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70 TEBETO. ANEXO 7. Puerto del Rosario (2014). pp. 43-72. ISSN: 1134-430-X
Emilio Abad Ripoll: Una panorámica de los ataques na..ales a la isla de la Palma
Castillo de Santa Catalina en el siglo XVI.
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30 Emilio Abad Ripoll: Una p<mortimica de los lllaq11es na»tiles a lt• isla de la Palma
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Rivierc Castillo de El Cabo y muralla nonc en 1742.
72
Escultura pública de Francis
Drake en Plymouth.
Bandera Regimiento de Garach1co. Musco Histórico
Militar.
TEBETO. ANEXO 7. Puenodel Rosario (2014). pp. 43-72, ISSN: 1134-430-X