mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
MUJERES, ANALFABETISMO Y EMIGRACIÓN: MUJERES CANARIAS EN LA RUTA AMERICANA TERESA GONZÁLEZ PÉREZ © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 La historiografía ha desestimado la diáspora femenina, si bien, el número de emigrados del sexo masculino fue significativamente superior a las emigradas del sexo femenino. Precisamente porque la historicidad ha tenido un carácter androcéntrico, el protagonismo femenino ha sido marginado en la construcción de la sociedad. Las mujeres inmigrantes son poco conocidas aunque ocuparon un papel especial en las zonas receptoras. Una de las razones de esta discriminación y velamiento se fundamenta en la imposición de patrones culturales patriarcales que han operado en la elaboración de la ciencia histórica. La singularidad o excepción se debe a la exigua difusión de la aportación femenina en América producto del tratamiento de género, con evidentes rasgos sexistas por parte de la historiografía. Sin lugar a dudas en milenios de humanidad los hombres han sometido a las mujeres al silencio, a la inferioridad y la mediocridad. Pese a su relegamiento, saltando fronteras, nacionalidades y ocupaciones, a través del tiempo, las mujeres se empeñaron en conquistar un espacio en el mundo. En general, la segregación sufrida por las mujeres es un particular tipo de apartheid, que las sumió injustamente en el anonimato y el olvido a pesar de su valiosa aportación. Los códigos sociales y culturales, dominados por la impronta masculina, no concebían a las mujeres sino en el sitio ideal y respetable, el espacio privado doméstico, sin reconocerle otro mérito. En la actualidad, se trata de deconstruir' y reconstruir un mapa geocultural con un diseño, tramado y coherencia más acorde con la realidad y el respeto, reconociendo y aceptando las diferencias de género. Muchas generaciones de isleñas cruzaron el Atlántico con rumbo al Nuevo Mundo, sin embargo, su quehacer permanece ignoto e irreconocido 1 ASCANIO SÁNCHEZ, c.: «Deconstruyendo olvido. El proceso migratorio canario desde la perspectiva de género», en XIII Coloquio de Historia Canario-América, Las Palmas, 1998, pp. 1213-1224. 55 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 para la mayoría de los estudiosos que continúan manteniendo un relato masculino. La emigración de mujeres canarias a América es un tema poco conocido y aún pendiente de investigar, aunque desde 1972 se planteaba la necesidad de rescatarlas2 del olvido y algunos investigadores han hecho mención al movimiento migratorio de las isleñas, en la actualidad no se ha avanzado lo suficiente. Porque la huella de las mujeres canarias está en América, allí transportaron nuestra idiosincracia, nuestras costumbres, creencias, manifestaciones culturales, mantuvieron el recuerdo de su terruño, y crearon asociaciones y centros que catalizaron sus relaciones. Ellas fueron un elemento clave en las colonias, en el proceso de integración de la nueva sociedad y en la identidad cultural. Las mujeres canarias participaron en la colonización de América, ellas formaron parte de las expediciones que salieron desde el Archipiélago para el poblamiento americano: La Luisiana, San Antonio de Texas, Montevideo y otros lugares del continente americano fueron fundados por mujeres y hombres procedentes de Canarias. Pero las isleñas igualmente fueron emigrantes humildes y trabajadoras3, que en busca de un porvenir se trasladaron, sobre todo, a Cuba y Venezuela, en los años de economía difícil. Así miles de mujeres cruzaron el Atlántico, a veces en condiciones infrahumanas, seducidas por el señuelo de una vida mejor, la cual, en ocasiones, se convirtió en un deseo inaccesible. Porque muchas de ellas atravesaron el océano con la esperanza de conseguir un trabajo y el alimento para sus familias que quedaban atrás; un viaje tentador, a veces engañoso, que prometía y se convertía en una trampa que daba al traste con todas las ilusiones poniendo un final dramático y desencantado a tanto esfuerzo inútil. Nos referimos a buen número de desafortunadas que de manera involuntaria se vieron sometidas a la esclavitud del sexo. 1. LAS MUJERES TAMBIÉN EMIGRARON Desde los albores del siglo XVI y los primeros momentos de la colonización americana destaca la presencia de las mujeres canarias. Anónimas en la historia, se establecieron junto a sus familias o de forma individual 2 BORGES, A.: «La mujer-pobladora en los orígenes americanos». Anuario de Estudios Americanos. N.o XXIX. Escuela de Estudios Hispano-americanos. Sevilla, 1972, p. 264. 3 PAZ SÁNCHEZ, M. de y HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La América española (1763-1898). Cultura y vida cotidiana. Editorial Síntesis, Madrid, 2000, p. 209. 56 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 por diferentes regiones, estrechando su grado de asimilación en contacto con la población autóctona. Un colectivo que colocó sus energías en la actividad doméstica, agraria o de servicios, contribuyendo al potencial productivo de las zonas receptoras. En muchas casos enviaron remesas, concretadas en una ayuda familiar que permitió a los hogares mejorar sus condiciones de vida, incrementando con ello la demanda y el consumo interno. Sabemos con certeza que existió emigración femenina desde el Archipiélago desde los inicios de la diáspora. Algunas mujeres acompañaban a sus maridos e hijos, otras casadas marchaban cuando sus maridos habían conseguido un dinero y les pedía que se reunieran con él. La mayoría de las mujeres de emigrantes quedaron en las islas4, pero hubo casos en los que el marido se lleva a la esposa y los hijos. También las viudas que acudían al reclamo de sus familiares. De la misma manera, partieron solteras que buscaban un mejor acomodo y bienestar en tierras americanas. En todos los casos, al margen de reunirse con sus familiares las que los tenían, el objetivo consistía en cambiar su paupérrimo nivel de vida. La emigración constituyó para las mujeres una «válvula de escape», de la misma manera que lo fue para los hombres, sin desconsiderar que la presión social a la que estaban sometidas frenó en cierta medida sus aspiraciones. Además, la mujer emigrante desempeñó «un mito» entre las mujeres que sufrían las penurias económicas de la épocas. Se trataba de jóvenes, en su mayoría solteras, que buscaban un acomodo y un bienestar que no les ofrecía su tierra. Las mujeres de clases populares son las anónimas, aquellas imposibles de identificar, las que partieron hacia las Indias y dejaron su impronta contribuyendo al nacimiento de un nuevo puebl06. Además «desde la metrópoli, el planteamiento de la emigración femenina se llevó a cabo como cosa que produce hijos para poblar»? Desde el comienzo del éxodo partieron muchas mujeres, solteras, casadas y viudas, no todas registradas en las estadísticas y fue en tal magnitud que las reales cédulas prohibían salir familias de las Islas Canarias por el despoblamiento originadoS. Anónimas 4 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Mujer y vida cotidiana en Canarias en el siglo XVIII. Ed. Gobierno de Canarias/CCPC y otros. Santa Cruz de Tenerife, 1998, pp. 182-184. 5 HERNÁNDEZ GARCÍA, J.: La emigración canaria en el siglo XIX. Ed. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas, 1981, p. 442, Y en «La emigración canaria decimonónica ». Canarias y América. Ed. Espasa-Calpe/ Argantonio. Madrid, 1988, p. 102. 6 BORGES. A.: «La mujer-pobladora en los orígenes americanos». Opus cit., p. 390. 7 Ibídem, p. 394. 8 Ibídem. 57 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 pobladoras que silenciosamente fueron ocupando la vasta geografía americana contribuyendo a la formación de virreinatos, provincias, gobernaciones y municipios9• Protagonizaron hechos históricos relevantes y sin su presencia no hubiese sido posible la institucionalidad del territorio ni la formación de la comunidad de naciones que surgió posteriormente. No cabe duda que las isleñas ayudaron en la construcción de América y en su promoción cultural, aunque procedieron de estratos sociales bajos con precario nivel cultural. Formaron hogares siguiendo el modelo de familia isleña, creando confortables refugios para los guerreros y colonos en inhóspitas tierras. La solidez de las familias base del poblamiento lo impregnaron las mujeres, con lo cual todas las mujeres incluidas las canarias que marcharon a América son las auténticas fundadoras de los nuevos núcleos poblaciones, sin ellas los hombres no hubiesen podido emprender una empresa de tal magnitud. Esas eficaces colaboradoras en las tareas de la empresa indiana, protagonistas de viajes y aventuras en la construcción de pueblos y en la gestación de una nueva sociedad, también sufrieron las adversidades, la violencia, destrucción de viviendas, asaltos, catástrofes, muerte de sus maridos ... La presencia familiar isleña desde los primeros momentos permitió la colonización antillana lO • La Real Cédula de 25 de abril de 1678 explicitaba que las seiscientas toneladas que se concedían a Canarias fueran con la condición de embarcar cinco familias por cada cien toneladas. La política colonizadora de la Corona para Las Antillas, Florida, Campeche y Venezuela, impulsó la emigración familiar, así en 1695 salieron catorce familias, todas procedentes de Tenerife. Este éxodo de hombres y mujeres entre 1680 y 1718 alcanzó las cifras de 804 personas 11. Fue importante la emigración a Venezuela sobre todo en los siglos XVI y XVII. En el suministro de efectivos humanos predomina Tenerife frente a las otras islas; dentro de la isla se nutrió de los pueblos del noroeste (Garachico, !cod, Los Silos y El Tanque); por ejemplo, para Cumaná partieron cien familias en 1681 12. La fundación de muchos lugares en América fue obra de canarios y junto a ellos se encontraban las mujeres, aunque hayan pasado desapercibidas. Por ejemplo, la fundación de Matanzas en Cuba, ellO de octubre de 1693, fue labor de treinta familias canarias; mujeres y hombres de las 9 Ibídem, p. 405. lO FARIÑA GONZÁLEZ, M.: «La presencia isleña en América: su huella etnográfica ». VIII Coloquio de Historia Canario-Americana. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1988, p. 70. 11 Ibídem, p. 81. 12 Ibídem, p. 79. 58 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 islas poblaron Matanzas, atendiendo a la disposición real de 25 de septiembre de 169013 . Pero a partir del Reglamento de 1718 las islas se comprometieron a remitir familias pobladoras; entre 1718 y 1765 habían embarcado 984 familias que se repartieron por Las Antillas, Venezuela, Buenos Aires, Montevideo y Campechel4 . Sabemos que Montevideo fue obra de un grupo de isleños y tenemos constancia de que las mujeres fueron pobladoras fundadoras 15. Igualmente, hacia la Luisiana y hacia la Costa de los Mosquitos en Centroamérica la Corona desplazó a un buen número de familias canarias. Eran lugares inhóspitos para los que ofreció facilidades y a estos territorios acudían familias menos pudientes, que no podían marchar a otras zonas 16. Para los años 1778-1779 en la expedición CÍvico-militar a la Luisiana partieron 428 familias nucleares que suponían un total de 1.827 personas, el número de hijos suponían 736, por sexos correspondían a 372 hombres y 364 mujeres 17 • Cifras que evidencian la participación femenina así como delatan una misión señera en el poblamiento de nuevos territorios. Estas mujeres no sólo llevaron su equipaje, sino que transportaron todo un legado cultural y su cosmovisión, transportando hasta sus creencias y devociones religiosas. Es cierto que se fomentaba la emigración familiar y que desde los lugares receptores interesaba el asiento de familias canarias, caso en el que no se puede obviar la presencia femenina. Así, con respecto a la emigración, el canónigo de la Catedral de La Habana manifestaba que los hombres transcurridos unos años regresaban a sus hogares y por este motivo «es incuestionable que la que interesa promover es la de familias, como porque, afianzadas con el poderoso aliciente de la propiedad, formando vecindario, y dueños de los terrenos que puedan cultivar, producirían las admirables ventajas que son consiguientes a una perpetua estabilidad»18. 13 DIEGO, R. de: «Los canarios en la fundación y desarrollo de la ciudad de Matanzas ». Tierra Canaria. La Habana, marzo 1930. 14 FARIÑA GONZÁLEZ, M.: «La presencia isleña en América: su huella etnográfica » ... Opus cit., p. 75. 15 FERNÁNDEZ, D.W.: Diccionario biográfico canario-americano ... Opus cit., p. 257. Bernarda Josefa Rodríguez Poncio se trasladó a Uruguay en 1729, siendo una de las pobladoras fundadoras de Montevideo. 16 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La emigración canaria a América (1765-1824) ... Opus cit., p. 219. 17 MACÍAS HERNÁNDEZ, A.: La migración canaria, /500-/980. Ediciones JÚcar. Asturias, 1992, pp. 64-66. 18 Cfr. por HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, en La emigración canaria a América (1765- 1824) ... Opus cit., p. 207. 59 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 Las crisis económicas que se sucedían en las islas empujaron a los isleños a la aventura americana. Con el declive de la barrilla partieron muchos a Cuba y trabajaron en condiciones de esclavitud19• En las expediciones viajaban mujeres y niños; en ocasiones, al llegar a su destino, algunos de ellos vagabundeaban por las calles, pidiendo limosnas al no tener donde alojarse2o. Muchas jornaleras procedentes de distintos pueblos de las islas, sobre todo de Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, La Gomera, La Palma y Tenerife, se embarcaron, especialmente en el año 1882, tan nefasto para la economía canaria21 • Estas jornaleras escapaban de la miseria, proyectaban una subsistencia mejor sin cuestionarse a qué se dedicarían. Desde el siglo XIX disponemos de datos numéricos que corroboran estas salidas. Según informa la estadística de emigrados con especificación del sexo, para el siglo XIX, de un total de 23.592 personas, 6.880 eran mujeres y 16.712 eran hombres22• Tales cifras representaban un 29,16% de mujeres frente a un 70,83% de hombres. En la década comprendida entre los años 1818-1828 el número de mujeres emigradas fue de 483, sin embargo, se disparan las cifras en la década siguiente (1829-1839) llegando a alcanzar 5.48823 . En 1838 representó el 36,92%, emigrando 1.838 mujeres; si bien, podemos decir que la salida masiva de mujeres se produjo desde Lanzarote en proporción al número de habitantes. Por ejemplo, en el referido año salieron de esta isla 502 mujeres y 597 hombres, de un total de 17.051 habitantes24. Entre 1832-1845 la salida de mujeres con destino a Venezuela representó el 36,54% del total de los adultos emigrados. Para el caso de Uruguay entre 1840-1844 supuso el 41,3%25. Asimismo, la presencia de mujeres isleñas en Cuba ascendió en los años 1846 y 1860 según reflejaron los censos cubanos. Atendiendo a la procedencia observamos que emigran de todas las islas. 19 PAZ, M. de y HERNÁNDEZ, M.: La esclavitud blanca. Centro de la Cultura Popu-lar. Santa Cruz de Tenerife, 1992, p. 77. 20 Ibídem. 21 PAZ, M. de y HERNÁNDEZ, M.: La esclavitud blanca ... Opus cit.. p. 90. 22 HERNÁNDEZ GARCÍA, J.: «La emigración canaria contemporánea», en Historia General de las Islas Canarias. Tomo V. EDIRCA. Las Palmas de Gran Canaria, 1977, p. 105. 23 MACÍAS HERNÁNDEZ, A.: «Un siglo de emigración canaria», en SÁNCHEZ ALBORNOZ, Españoles hacia América. La emigración en masa (1880-1930). Alianza América. Madrid, 1988, p. 173. 24 ZUFIRIA y MONTEVERDE, J. V. Y J. J.: Guía de las Islas Canarias para el año 1840. Las Palmas de Gran Canaria, 1840, p. 48. 25 MACÍAS HERNÁNDEZ, A.: La migración canaria, 1500-1980 ... Opus cit., p. 97. 60 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 2. LA TIERRA PROMETIDA La estrecha relación entre economía y emigración queda clara al observar que en los periodos de crisis económica se dispara la emigración. Situación genérica que se presentaba en todos los municipios insulares, guardándose un equilibrio entre la depresión económica y la fluidez de emigrantes. Por esta causa caracterizamos este éxodo como una «emigración de la miseria», compuesta en su mayoría por proletarios agrícolas y pequeños campesinos, analfabetos casi todos. Un contingente importante de mujeres salió de las Islas Canarias con destino a los territorios americanos, es la época de la migración familiar que llevó a muchas mujeres a otras tierras, bien formando parte del grupo familiar o por su cuenta. Las circunstancias personales por las que se emigran son muy variadas, pero en conjunto ilustran las dimensiones de la migración femenina. Para Venezuela y Cuba, especialmente, marcharon muchas mujeres acompañando a sus padres, maridos o hijos. Una zona preferente hacia donde se dirigen fue Venezuela, la mayoría de condición humilde que prácticamente no poseen nada y marchan con lo puest026. A modo de muestra es válido el ejemplo de Tenerife, sobre todo, de los pueblos norteños de la citada isla emigraron muchas mujeres. Así El Sauzal, Tacoronte, La Laguna, Garachico, Buenavista y El Tanque suministraron un considerable número de mujeres. Cuando se produjo la erupción volcánica de la montaña de Trevejo, arrasó con muchas tierras de los pueblos de El Tanque y Garachico y sepultó su puerto, al quedar las tierras baldías e improductivas la gente tuvo que emigrar como lo hizo la viuda Petronila Díaz de la villa de Santiago, vendió sus pertenencias para pagar el pasaje y el de sus cinco hijos27. Las dificultades económicas del Archipiélago invitan a los hombres emigrados a llevar a sus mujeres, posibilitando que las familias se reencuentren en América. A finales del siglo XVIII se intensificó la emigración de mujeres y niños, pues los maridos las reclaman, observando que podían vivir mejor estando la familia reunida dadas las dificultades que había en las islas para poder subsistir. Además muchos canarios que residen en América con prósperos negocios instan a sus empleados a que reclamen a sus mujeres, como lo hace el administrador de la Real Compañía de La Habana. Fue habitual, por otra parte, que las familias establecidas llevaran a 26 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Los canarios en la Venezuela colonial ... Opus cit., pp. 66 Y ss. 27 Ibídem, pp. 69 Y 70. 61 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 sus parientes para completar las familias y porque como mano de obra colaboraban en sus negocios. La emigración familiar se incrementaba en estos años y un elevado número de mujeres se desplazó, bien integradas en familias o por su cuenta. Algunas de estas mujeres ya sean casadas o solteras emigran en solitario y no se arredran ante los peligros del viaje. Quizá la mayor dificultad estribaba en el costo del pasaje, pues la tarifa para las mujeres era más cara porque tenían que viajar en la cámara. Esta circunstancia impedía a muchas mujeres emprender «el sueño americano». Por otra parte, las mujeres de los emigrantes no siempre están decididas a viajar, a algunas les cuesta marchar a un lugar desconocido, la travesía, dejar sus parientes y su casa, también les frena los años de separación que llevan de su cónyugue. Sin embargo, les incita mejores expectativas de vida y ofrecerles un porvenir más halagüeño a sus hijos. Es el caso de Lorenza González Guanche del Puerto de La Cruz, que tras los ruegos de su marido y el arrepentimiento de éste del descuido de sus obligaciones familiares, marcha hacia La Habana en 1812. Algunas mujeres acuden solas desde las islas al encuentro con sus cónyugues, que se habían adelantado en el tiempo para buscar una actividad económica en que emplearse. Por ejemplo, las hermanas Josefa y Catalina Martín, naturales del Puerto de la Cruz, emigraron en marzo de 1775 al encuentro de sus maridos radicados en La Habana28 . En 1792 partieron rumbo a Venezuela mujeres e hijos llamadas por sus maridos29 . Así partieron: Gabriela Romero, su hija Inés López y su nieta; Tomasa de la Rosa y sus dos hijos Domingo y Miguel Rocha; Juana Hemández y su madre Antonia González. Hacia La Habana también se embarcó en 1795 Francisca del Carmen Pérez y su hija Gabriela Plasencia Pérez. En 1803 Petra Acosta Reverón natural de Lomo de Arico reclamada por su marido, y sus hermanas Catalina y Juana viajaron a Venezuela. En 1809 partieron de Lanzarote María Rodríguez reclamada por su marido desde La Habana, con sus hijos Rafael, M.a Catalina, María, Felipa y Úrsula Rodríguez, Rosalía Cedrés su cuñada en solitari030 . Para los hombres llevar a sus esposas supone una seguridad, un ahorro y se evitaban la doble travesía. En 1773 Francisco García de la Cruz procedente de Tacoronte, emigrante en Venezuela, recla- 28 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La emigración Canaria a América (1765-1824). Centro de la Cultura Popular Canaria. Santa Cruz de Tenerife, 1996, pp. 117 -liS. 29 Ibídem, p. 16S. 30 ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE (en adelante AHPSCT). Leg. 1309. 62 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 maba a su esposa Josefa de la Torre e hija para no exponerse en embarques31 • También Francisco Quesada por medio de una carta fechada en La Habana el 12 de junio de 1817, le pide a su mujer Isabel Yanes, natural de Lanzarote, que venda sus bienes y se embarque pues no puede ahorrar para pagarle el pasaje por tener muchos gastos para subsistir, al tener que pagar lavandera y costurera todos los meses32. En cambio, otras lo hacen acompañadas de sus maridos que han regresado a buscarlas. Tal como realizó Francisco Delgado Cuello, vecino de Güímar que regresa de La Habana en 1774, vende sus bienes y se lleva a su mujer y a sus hijos33. En 1796 viajó el majorero Agustín Rodríguez con su esposa Rita Rodríguez del Pino y sus dos hijos Teresa y Dieg034• Entre 1810-16 muchos matrimonios campesinos salieron con sus hijos desde distintos pueblos de las islas, sobre todo tinerfeños y lanzaroteños, en los que marchaban buen número de mujeres35 . Las mejores perspectivas de futuro y seguridad económica condujeron a Bernarda Teresa Cubas, de Santa Cruz de Tenerife, a emigrar a Caracas en 1776. Su marido había marchado a este lugar con un poder suyo para recoger una herencia de su tío Juan Cubas, pero una vez allí observó que era mejor no vender las propiedades heredadas y trasladar a Caracas a su familia, por lo que viaja la mencionada señora en compañía de su hija de 18 años M: Carmen Reyes Cubas. Igualmente, las solteras afrontan y superan los peligros de la emigración. Mujeres solteras que no tienen medios de subsistencia en las islas reciben ayuda de sus hermanos y marchan a América. Algunas reciben el apoyo de sus parientes, otras, en cambio, se refugian en su trabajo personal como Josefa Hernández de Tacoronte y Antonia González Bernal de La Laguna36; María Sánchez Pérez, herreña y vecina de La Guaira. Por ejemplo, las grancanarias Isabel y Clara Fernández de Freitas emigraron a Venezuela con sus hermanos37 . Ana Sabina del Castillo y Cabeza de Vaca emigró con sus padres y hermanos, entre ellos Elvira y MeIchora. En 1768 M.a Concepción Rodríguez embarca para Santo Domingo por 31 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La emigración canaria a América. Opus cit., p. 122. 32 Ibídem, pp. 122-123. 33 Ibídem, p. 118. 34 AHPSCT. Leg. 3852. 35 AHPSCT. Legs. 757, 156, 1310 Y 1311. 36 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Los canarios en la Venezuela colonial ... Opus cit., p. 70. 37 Ibídem, p. 68. 63 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 solicitud de su hermano Antonio Rodríguez38. De este modo, a las mujeres que sólo habían embarcado con sus maridos o para reencontrarse con ellos, se incorporan ahora las mujeres solteras al fenómeno migratorio; igual que los hombres, tienen sus expectativas de futuro en América. Por ejemplo, en 1790 Ana y Josefa Torres, dos hermanas de La Esperanza, emigran a La Habana tras morir su madre y no tener medios para vivir, allí se encuentran a su padre y a su abuelo quienes abonarían el costo del pasaje39. Para observar la contribución femenina de distintos núcleos de población insular, como muestra podemos mencionar el lugar de origen de algunas emigradas. Garachiquenses: Antonia Francisca George, María Gonzá1ez. Laguneras: Isabel Rodríguez de Salas, María de Salas y Aguiar, Rita Josefa García, Catalina de la Rosa. De Buenavista salieron Juana Francisca de Orta, Ana de la Concepción Ramos, Catalina Ramos, Ángela Ramos. Tanqueras: Águeda M.a González y Ana Francisca Granadillo, esta última había marchado con sus padres (Gaspar Martín Granadillo y Luisa González Guanche)40; entre otras, que llegaron a Venezuela a comienzos del siglo dieciocho. También lo hacen las viudas, buscando mejores medios. Por ejemplo, la vecina de Guamasa Juana Rita Álvarez marcha para La Habana con su hijo. M.a Candelaria Pérez de Santa Cruz que emigra con un nieto hacia La Habana. Francisca Antonia Arbelo de Los Realejos se embarcó con su hija soltera Agustina Lazo41 . En 1815 la viuda santacrucera Andrea Mújica emigró a Venezuela reclamada por su hermana M.a del Carmen Mújica42. Otras mujeres casadas que no recibieron noticias de sus maridos marcharon a buscarlos, mujeres decididas que no se arredraron ante las dificultades que amenazaba el viaje a lo desconocido sin medios económicos. Este fue el motivo del viaje de la lagunera Gaspara M.a de Medina y de la te1dense Isabel de Sot043. 38 Ibídem, p. 119. 39 AHPSCT. Leg. 144. 40 Ibídem, p. 73. 41 AHPSCT. Leg. 1782. 42 AHPSCT. Leg. 3865. 43 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Los canarios en la Venezuela colonial... Opus cit., p. 70. 64 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 3. PERFIL CULTURAL En las investigaciones sobre la emigración, los autores refieren de forma tangencial el bajo nivel instructivo y el analfabetismo de estas emigrantes. No contamos con trabajos que aborden específicamente el nivel cultural de las isleñas que emigraron con destino a América. Únicamente en el orden cultural contamos con el testimonio de la firma de estas emigradas en las solicitudes de embarque, ya que las comendaticias o licencias de embarque sólo añaden si es alfabeta o analfabeta. Las cifras nos ofrecen, tanto en el orden cualitativo como cuantitativo, cotas elevadas de analfabetismo entre la población que emigra. Se trata preferentemente de jóvenes de baja extracción social, procedentes sobre todo de las zonas rurales y que desempeñaban su actividad profesional en el sector primario. La emigración familiar era importante y supuso un alto contingente; estos grupos familiares supuestamente tendrían una débil instrucción. Cuando emigran familias enteras no es posible calibrar el índice de analfabetismo, pues, no siempre resulta indicador que el cabeza de familia sea alfabeto o el caso contrario, ya que entran en juego diferentes variables44 . En la emigración clandestina, al no registrarse, tampoco podemos cuantificar el alcance de su nivel cultural. Pero dado que los motivos de salida son semejantes a los de la emigración regularizada, se deduce que la instrucción debió ser rudimentaria. Las que saben escribir, en mayor porcentaje proceden de zonas urbanas o núcleos rurales con hábitat más evolucionado. Pese a las cifras que suministra la documentación no consta el nivel cultural de las menores cuyos padres tramitaban las solicitudes de embarque. El perfil socioprofesional del colectivo femenino no ofrece dudas. Se trataba de mujeres de origen campesino y jornalero -por ejemplo, en 1882 emigraron un buen número de mujeres humildes desde La Gomera y provenían de los pueblos de Agulo, Vallehermoso y Hermigua- sin dinero para hacer frente al coste de la emigración y enroladas por ello en las expediciones organizadas. Por este motivo desde su salida del Archipiélago estaban sujetas a unas claúsulas engañosas45, abusando de su ignorancia resultaban luego explotadas en el lugar de destin046. Además, la oligarquía 44 GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Escolarización y éxodo migratorio. El nivel cultural de los emigrantes canarios». IV Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, 1998, pp. 62-63. 45 CÉSPEDES, B.: La prostitución en la ciudad de La Habana. Establ. Tipográfico O'Reilly. La Habana, 1888. 46 PAZ SÁNCHEZ, M.: La esclavitud blanca ... Opus cit., pp. 151-152. 65 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 agraria contrataba a las mujeres en peores condiciones que a los hombres y por su trabajo se les pagaba sólo medio jornal. Obligadas a trabajar de 12 a 14 horas diarias, sin descanso semanal ni asistencia sanitaria, eran sometidas a un duro régimen laboral sin alternativa de cambiar a otro mejor, incluso se le controlaba en sus desplazamientos47 . También hubo emigración clandestina femenina, que burlando los controles oficiales llegaban de manera ilegal a los países hispanoamericanos. Esta emigración no controlada distorsiona la cuantificación del proceso migratorio femenino. El perfil cualitativo de las isleñas que emigran para América revela un alto porcentaje de iletradas48• Se trata de población adulta que nunca asistió a la escuela, que participó poco en ella o estuvo mal escolarizada y, por tanto, tenía un precario nivel de instrucción. Algunas personas por falta de práctica olvidaron unos recursos culturales mediocremente aprendidos. En cuanto a su nivel cultural, las mujeres ofrecen un porcentaje más alto de analfabetismo que los hombres, con lo cual queda patente el alto saldo de analfabetismo femenino. Ese registro más elevado reposa en la mentalidad de la época, y hasta fechas recientes, de ocupar a la mujer desde edades tempranas en las tareas domésticas, en responsabilizarla de la crianza de los hermanos menores, incluso de contribuir en los trabajos agrícolas49. Casi todas las mujeres eran amas de casa, aunque también fueron vendedoras ambulantes, costureras, lavadoras, planchadoras, tenderas y campesinas. La mayoría de estas féminas eran de condición humilde, con escasos recursos que apenas contaban con el dinero para adquirir el pasaje y el equipaje. En ocasiones, hasta se endeudaban para pagar el billete. En cuanto a los niveles de ocupación, las mujeres se dedicaron al trabajo doméstico, o viven del trabajo personal, de la costura, el planchado y el lavado de ropa cuando se han quedado viudas o los maridos no ganan lo suficiente. Su nivel cultural también era bajo, la mayoría analfabetas integrales que no sabían ni siquiera firmar. Por otra parte, hay que considerar que las mujeres se vieron sometidas a una cierta marginación, relegándolas al hogar o a trabajos relacionados con él y, en otros casos, se veía abocada a la prostitución. La propia prensa 47 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Canarias: la emigración. Ed. Centro de la Cultura Popular Canaria y otros. Santa Cruz de Tenerife, 1995, p. 105. 4X GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Cultura y emigración. Una página en la historia de las mujeres canarias». IV Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, 1998, pp. 280-281. 49 Ibídem. 66 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 canaria y cubana denunciaba, desde la segunda mitad del siglo XIX, el tráfico de mujeres para dedicarlas a la prostitución50. Las isleñas, ilusionadas con la idea de alcanzar la posición socioeconómica que su tierra natal les negaba, eran víctimas de las especulaciones de quienes se dedicaban al tráfico del género humano. No podemos obviar que hubo «trata de blancas», las féminas eran engañadas por las compañías de embarque ofreciéndoles falsas expectativas laborales51 • En efecto, resultó un lucrativo negocio trasladar mujeres canarias a Cuba. La condición de incultura impedía a estas mujeres desempeñar trabajos cualificados. Es decir que sin instrucción sus posibilidades de empleo se restringían al ámbito del servicio doméstico, al trabajo agrícola o la prostitución, actividades que no requerían preparación. La prostitución revela una alternativa de subsistencia para las emigrantes, el alejamiento del núcleo familiar junto a diversos factores de índole laboral anteriormente reseñados, contribuyeron a que las jóvenes se prostituyeran para sobrevivir. La explotación de las mujeres canarias como prostitutas en Cuba se podría considerar un sector de ocupación fundamental en el siglo XIX y primeras décadas del XX52 . En 1885 estaban registradas en La Habana 200 casas de prostitución con un total de 651 meretrices, el 90% mujeres de color, extranjeras, peninsulares y canarias. Así lo confirma el historiador Hugh Thomas indicando que en los burdeles de La Habana trabajaban muchas canarias53 . Un nutrido número de emigrantes se aplicaron en el servicio doméstico, pero esta actividad la desarrollaron en condiciones duras. Bajo la apariencia de una vida tranquila y recogidas en un hogar confortable, se ocultaban unas intensas jornadas laborales que no tenían fin. Sin horario y apenas un raquítico salario se hallaban sometidas a sus señores, viviendo en condiciones poco agradables y marginadas del ambiente familiar. A pesar de que para las familias burguesas la empleada del hogar era un signo externo que delataba la posición económica de la familia. Los canarios imprimen un sello distintivo en las relaciones del campesinado, atribuyendo a las mujeres el trasvase cultural y el mantenimiento de sus costumbres. Es cierto que los canarios se confundieron con los an- 50 CABRERA DÉNIZ, G.: Canarios en Cuha: un capítulo en la historia del archipiélago (/875-i93/). Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas, 1996, pp. 113-114. 51 GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Mujer, educación y emigración: la instrucción de la mujer canaria y la emigración a Cuba en la segunda mitad del siglo XIX». JI Congreso iheroamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. Universidad Central de Venezuela/ Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Caracas, 1996. pp. 301-302. 52 Ibídem, 53 THOMAS, H.: Cuha. Ed. Grijalbo. Barcelona, 1973. p. 380. 67 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 tillanos en la obra de incrementar la agricultura, ocupación de gente pobre quienes se valían de su trabajo personal y el de sus familias, donde las mujeres desempeñaban una misión relevante aunque invisible. En definitiva, partiendo de los datos que nos aportan las comendaticias o licencias de embarque, emigra población joven con bajo nivel sociocultural, que carece de actividad profesional cualificada, lo cual le hace convertirse en los lugares de destino en mano de obra barata, ocupando los peores puestos laborales y menor remunerados. Su aportación cultural a los países de acogida está limitado por su precario nivel instructivo que les condiciona54. Sin embargo, difunden la cultura popular apoyada en sus tradiciones y costumbres, incluso facilitan el intercambio cultural entre las dos orillas. Pese a su divorcio con la cultura letrada transportaron la sabiduría popular y es frecuente el uso de vocablos comunes, creencias, hábitos alimenticios, etc. 4. ASOCIACIONISMO DE LAS ISLEÑAS EN AMÉRICA La significada aportación de los habitantes de Canarias al acervo sociocultural de las tierras americanas queda fuera de toda duda, tal como venimos haciendo referencia desde páginas anteriores. Varias generaciones de isleños cruzaron el Atlántico rumbo a América, este desplazamiento secular y su integración en los diferentes países receptores, constituyó un elemento importante en la configuración social canario-americana. La emigración de mujeres canarias permitió que en determinadas zonas receptoras alcanzaran un cierto desarrollo social. Las mujeres desempeñaron un rol fundamental en la identidad isleña, tejieron lazos de sangre y paisanaje, se identifican entre ellas y consolidan sus relaciones. Actuaron como sintetizadoras de la cultura isleña, siendo las transmisoras de sus costumbres y creencias, en suma, de la herencia cultural isleña55 . Los vínculos de paisanaje son claves dentro de los canarios, hasta el extremo que se denomina «isleños» a los hijos, nietos y generaciones sucesivas. Es decir que a sus descendientes se les conoce como isleños y éstos mantienen la nacionalidad familiar. 54 GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Analfabetismo y emigración. Datos sobre el nivel cultural de los emigrantes tinerfeños a Hispanoamérica». 1/ Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. Universidad Central de VenezuelalUniversidad Pedagógica Experimental Libertador. Caracas, 1996, p. 323. 55 PAZ SÁNCHEZ. M. de y HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La América española ( 1763 -1898). Opus cit., p. 227. 68 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 En la endogamia desempeñan un papel clave, hecho que se mantiene hasta la actualidad. En efecto, un ejemplo de ello lo constituye los matrimonios entre canarios o con sus descendientes, fonnan una colonia cerrada en sus relaciones estableciendo vínculos familiares a través de los enlaces. A pesar de la posibilidad de elegir pareja en los países receptores se deciden por personas de su mismo origen. La comunidad isleña trata de perpetuarse con las uniones, hecho palpable en todos los territorios donde se asentaron canarios, pero, sobre todo, se constata en Venezuela. Por ejemplo, en 1693 la tanquera Francisca Jacinta González se casó en Caracas con el sauzalero Pedro García Ruiz del Álamo, ella había emigrado desde El Tanque con sus padres y hennanos en el último tercio del XVII. Asimismo, la tanquera M.a Francisca Gómez se casó con el garachiquense Felipe Álvarez Acosta. Sus hijos también se casaron con isleños56. Dos de sus hijas contrajeron matrimonio con personas procedentes del Archipiélago: Catalina con José Alvarado Hidalgo (Agüimes) y Felipe Martín Orta (Buenavista), y M.a Francisca casada dos veces, una con Manuel Hernández de Oropesa (Puntallana) y otra con Melchor Hernández (El Tanque)57. Constituye también un ejemplo de endogamia la bisabuela y la abuela materna de Miranda. También podemos señalar a Andrés Bello, cuyos ocho bisabuelos por línea materna eran canarios 58. La reorganización comunitaria en los países de acogida es uno de los aspectos más característicos de los movimientos migratorios transoceánicos contemporáneos. Con el objetivo de cohesionar a los efectivos humanos que el éxodo disgrega, la reagrupación cristaliza en una diversificada red de instituciones cuyo criterio organizador atendía al origen de los ausentes. Dependiendo de los países receptores y las peculiaridades de los colectivos emigrados, la procedencia territorial, regional o nacional, actuó como elemento unificador pues la diferencia étnica vertebró el proceso organizativo preferentemente por regiones. Esas demarcaciones fueron el referente articulador de las asociaciones creadas, sobre todo, hacia mediados del siglo XIX. Su finalidad fue ayudar a los emigrantes, mitigar la marginación y el desamparo a través de la beneficencia. Más tarde ampliaron sus actividades y se orientaron también a la educación. No podemos ignorar que los hombres se negaron a aceptar a las mujeres en las instituciones, bien en las sociedades de beneficencia o recreo. 56 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ. M.: Los canarios en la Venezuela colonial ... Opus cit., pp. 78 Y 79. 57 Ibídem, p. 79. 58 Ibídem, p. 71. 69 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 Aunque ellas estaban presentes en las celebraciones y organizando actividades, se limitaron a acompañar a los hombres en fiestas y actos culturales. Esa es la actividad social reservada a las fémeninas que participaban a través del padre, el hermano o el marido. Todo porque el elemento masculino estaba convencido de la incapacidad femenina para asumir compromisos intelectuales, profesionales o políticos, por lo cual no podía intervenir en igualdad de condiciones en la toma de decisiones. La situación resulta compleja, además de lo anterior la atención médico- sanitaria la tenían cubierta los emigrantes españoles pero no las mujeres, no funcionaban los patronatos ni la mutualidad. No reciben ayuda ni protección ni existen centros de acogidas para las emigradas. El primero que les da cabida fue el Centro Asturiano en 1905. En 1912 se fundó Hijas de Galicia, que admitía a mujeres españolas de cualquier región, siendo en 1924 cuando adquirieron un sanatorio, si bien gestionados por miembros de la colonia gallega de La Habana59 . En 1922 ya se plantea la posibilidad de que las inmigrantes canarias formen parte de la Asociación Canaria de Cuba y se recuerda a la Asociación Canaria de Buenos Aires donde las mujeres son socias en igualdad de condiciones que los hombres. Pero en 1930 aún las mujeres siguen sin tener acceso a esta institución; al fin, en julio de 1931 es cuando puede ser socia, siguiendo los pasos de otras corporaciones. En 1924 la revista El Guanche refiere la figura femenina, aludiendo a dos jóvenes isleñas en la captación de socios para la Asociación Canaria, gesto que sirve para considerar su posible participación societaria60. 4.1. ASOCIACIÓN DE MUJERES «HIJAS DE CANARIAS» En Cuba existió una agrupación femenina conocida como Hijas de Canarias, una colectividad benéfica que llevaba el nombre de la patria chica, vinculada a la Asociación Canaria de Cuba61 • A imitación de «Hijas de Galicia», permitió la actuación de las isleñas en aquel contexto secundando el ejemplo de las gallegas. Su actividad comenzó a despuntar en 59 CABRERA DÉNIZ, G.: Canarios en Cuba: un capítulo en la historia del archipiélago ... Opus cit., pp. 118-119. 60 Ibídem, p. 21. 61 PAZ SÁNCHEZ, M.: «Tierra Canaria o la búsqueda de la identidad isleña en Cuba (1930-1931 )>>. Tebeto XII. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura. Cabildo Insular de Fuerteventura, 2000. p. 128. 70 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 torno a 1930, siendo una entidad señera para las féminas, si bien no tuvo el impulso y el coraje de otras asociaciones. En aquellas fechas, tal como indicamos en líneas anteriores, no existían asociaciones mixtas, formadas por hombres y mujeres. En razón al sexo las mujeres estaban vetadas y no podían formar parte de las asociaciones ya fueran culturales, sociales o benéficas. Por esta causa las isleñas residentes en Cuba y sus descendientes tuvieron que aglutinarse necesariamente en una agrupación exclusivamente femenina, pues así lo imponían los códigos sociales de la época. Únicamente en el siglo XX comenzaron a ser estimadas, no sólo gracias a su empeño en pro de la igualdad sino por su esfuerzo abnegado en distintas facetas sociales. La revista Tierra Canaria62 , que comenzó a editarse en La Habana en 1930, daba cuenta de la actividad de H~jas de Canarias. Esta revista, vocero de la cultura canaria en Cuba, fue designada órgano oficial de la Sección de Cultura de la Asociación Canaria el 23 de febrero de 1931. La profesora de la Escuela Normal de La Habana y doctora en Pedagogía Juana Rodríguez Cruz era la presidenta de la directiva de Hijas de Canarias, una institución que tenía por finalidad ofrecer asistencia sanitaria a las mujeres canarias y cubanas. Además aspiraban a construir un sanatorio propio para atender la salud de sus paisanas, si bien entre sus intenciones se hallaba el establecimiento de escuelas. Con lo cual su programa de acción era sanitario y educativo. Partía del propósito de ayudar, proteger y apoyar a las mujeres, para ello planteaban la asistencia sanitaria y el perfeccionamiento cultural. Con la finalidad de mejorar su instrucción se proponían establecer escuelas para que las asociadas recibieran clases y adquirieran conocimientos útiles. Crearían aulas para mujeres trabajadoras que son mantenedoras del hogar, con el objetivo de que mejoraran su formación. Para lograr estos objetivos un grupo de canarias y cubanas estaban dispuestas a trabajar sin cesar63 . Juana Rodríguez Cruz manifestó que «el amor a la mujer desvalida y el amor a mi patria» le movió a emprender esta obra y pretendía que esta institución fuera algo grande «quiero que se diga que las canarias unidas a las cubanas han hecho algo que no pueda mejorarse, es por esto, pues, por lo que hago una llamada a todas las mujeres y principalmente a las canarias. ¡Venid, pues, a ayudarme en esta 62 PAZ SÁNCHEZ, M. de: Tierra Canaria o la búsqueda de la identidad ¡si día en Cuba (1930-1931 j. Edición Facsimilar. Gobierno de Canarias. Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Viceconsejería de Cultura y Deportes. Dirección General de Cultura, 2001. 63 Tierra Canaria. La Habana, marzo de 1931. p. 5. 71 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 obra de amor y patriotismo, mujeres hermanas! ¡Que no quede sordo vuestro corazón! »64. Los propósitos de la directiva dieron como resultado la atracción a sus filas de muchas mujeres. Así tuvo gran acogida entre las mujeres de La Habana, pero igualmente las mujeres de las zonas del interior se movilizaron y se apresuraron a inscribirse en esta asociación, que creció en progresión geométrica con asociadas de todo el país65 . En el primer año contaba con unas cinco mil asociadas, según declaraciones de su presidenta66, y esperaba que aumentaran las cifras en la medida que mejoraran sus servicios. Igualmente expuso que, producto de la promoción periodística, se había alcanzado el incremento de los miembros de la Asociación, tanto de mujeres isleñas como de cubanas, extendiéndose por toda Cuba. La Asociación Canaria cubana no permitía el ingreso de las mujeres en sus filas, de ahí que ellas formaran esa agrupación67 • No obstante, hubo interés por integrar a las féminas y se nombró una comisión para que estudiara el asunto. Las Hijas de Canarias funcionaban reglamentariamente, tenían inscrito su reglamento en el gobierno provincial y abrigaban la esperanza de que la asamblea de representantes las acogiera. La Asociación Canaria de Cuba se preocupó por la colonia canaria residente en Cuba, pero tampoco olvidó a los canarios que se quedaron en el Archipiélago. Se interesaban, en suma, por el bienestar de los isleños en las dos orillas. Testimonio de esta relación la tenemos en la revista Tierra Canaria68 , editada entre 1930-31. En esta revista se publicaron unos textos sobre «Hijas de Canarias», en los que se incitaba a apoyar a las mujeres69• Tomás Capote Pérez, isleño natural de El Paso (La Palma), estimuló la participación femenina en la comunidad emigrada y así lo escribió en las páginas de Tierra Canaria, de la cual era redactor jefe, en el artículo «Por la mujer canaria» publicado en agosto de 1930. Entre otras cosas manifestaba: «¡Canarios todos de Cuba! Volvamos la vista a nuestro Archipiélago. Hagamos algo por aquellas peñas. Ocupémonos ahora de la mujer canaria, 64 Ibídem, 65 Tierra Canaria. La Habana, junio de 1931, p. 4 66 Tierra Canaria. La Habana, febrero de 1931, p. 8. 67 PAZ SÁNCHEZ, M.: Tierra Canaria o la búsqueda de la identidad isleña en Cuba ... Opus cit., p. 130. 68 Ibídem, pp. 121-122. 69 Ibídem, pp. 142 Y 143. 72 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 que resignada en las adversidades de la emigración, está en Cuba desamparada de los suyos, sin escuelas, sin una institución que la oriente y la proteja ... ¡Mujeres canarias de Cuba, no debéis silenciar más tIempo! Levantad vuestra voz unánime, ante vuestros paisanos indiferentes y olvidadizos. Exigid vuestro derecho. Llamad a las puertas de la Asociación Canaria y de todas las entidades isleñas de esta República, para que se os abran plenamente, pero pedid sobre todo, escuelas y más escuelas, donde vuestros hijos reciban el saludable pan de la enseñanza, único germen libertador de vuestra patria y de todas las patrias»70. Consideraba la importancia de la formación de las mujeres para el porvenir de las islas, ya que ellas eran las educadoras de las nuevas generaciones. Al respecto expusieron que: «Esa mujer, sufrida, abnegada, fuerte de cuerpo y de alma, requiere todo nuestro cuidado. De su seno fecundo, tiene que salir la futura sociedad canaria, sana y vigorosa, que ha de trazar nuevas y más felices rutas al porvenir isleño. La mujer canaria sabrá enseñar a sus hijos desde la cuna, arrullada con su dulce «arrorró» grandes y luminosos ideales, todo por la tierra y para la tierra isleña» 71. Reconocía, igualmente, el amparo que precisaban las isleñas y, en cambio, se había descuidado hasta su asistencia sanitaria. «La mujer canaria de Cuba está necesitada de protección. Sus hermanos han levantado en las alturas de Arroyo Apolo un magnífico y confortable sanatorio, con todos los adelantos de la Ciencia, verdadero orgullo de nuestra Colonia, pero sus puertas permanecen cerradas para la mujer. Los canarios de Cuba jamás se han ocupado de estos asuntos, pero solo lo han hecho por apatía, por abulia, mal de la raza ... »72. El sector más progresista de la Asociación Canaria procuró el acercamiento con la agrupación femenina. «La idea, tanto tiempo acariciada, de que la mujer comparte con el hombre los derechos y deberes, imponiéndose igualdad, está ganando terreno en el de la Asociación Canaria. En muchas Delegaciones ya se están constituyendo Comités para impulsar el simpático movimiento social en el que están 70 Ibídem, p. 143. 71 Ibídem. 72 CAPOTE, T.: «Por la Mujer Canaria». Tierra Canaria. La Habana, agosto de 1930. 73 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 tan sumamente interesados el Comité Ejecutivo y la Asamblea de Representantes. Es de pensar que la labor de los comités femeninos será fructífera, puesto que, constituyendo una aspiración de todos, nadie tratará de obstaculizar ese simpático movimiento» 73. Las mujeres, en un principio excluidas e ignoradas por el grupo masculino que integraba la Asociación Canaria, fueron siendo reconocidas y consideradas. En el transcurso del año 1930 la actitud cambió, siendo receptivos a que formaran parte de sus filas en igualdad de condiciones, con el objetivo de compartir la lucha sociaF4. «El proyecto de admisión de la mujer como asociada en la Asociación Canaria ha despertado grandes entusiasmos e interés vivísimo, tanto en esta Capital como en diversos pueblos y localidades del Interior de la República, en muchos de los cuales se han constituido y se están constituyendo comités de señoras y señoritas, dispuestas a laborar sin descanso hasta conseguir la plena realización de ese ideal, tan acariciado desde hace años, no solamente por ellas, sino también por elementos destacados de nuestra Asociación»75. Pese a las reticencias de la época, Hijas de Canarias contó con el apoyo de muchas instituciones y autoridades, esa cooperación alentó a la directiva a continuar con sus iniciativas. El tesón, la constancia y, sobre todo, la inteligencia de la mano directriz auguraban el éxito de asociación, pero más loable si se sabe que su principal gestora procedía de Gran Canaria. En efecto, Juana Rodríguez Cruz nació en el pueblo de Valleseco; vinculada afectivamente a su terruño y sensible a la causa de las mujeres, declaró que la visita que realizó a las islas «me hizo sentir inmensos deseos de que mi «patria chica» fuera grande, muy grande ... pero en este asunto de la mujer no me anima solamente el patriotismo, es también el amor que tengo hacia todas las mujeres». Los sentimientos humanitarios se palpaban en el quehacer de esta institución, había una preocupación por las mujeres en el sentido humano, especialmente por aquellas que se hallaban solas y que no contaban con el respaldo familiar por razones de diversa índole. «Siento una piedad extraordinaria por las mujeres que no tienen en la vida apoyo, que necesitan de la protección de alguien, que merecen todo el 73 «De la Asociación Canaria». Tierra Canaria. La Habana, septiembre de 1930. 74 «Asociación Canaria». Tierra Canaria. La Habana, octubre de 1930, p. 34. 75 Ibídem. 74 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 respeto conmiseración. Es ese el motivo principal que me mueve. Yo opino que la mujer se elevará cada día más, a impulsos de su preparación cultural. Yo soy feminista, pero a mi manera. No el feminismo mal entendido o mal interpretado. Yo estimo que el hombre y la mujer deben marchar al unísono, cada cual por su senda, respetándose mutuamente y no disputándose terreno alguno. La mujer verá colmadas sus aspiraciones, el día que todas, las que hemos tenido alguna preparación, nos propongamos preparar en el orden cultural a las demás>,76. La presidenta de Hijas de Canarias, incansable en su labor, no desistió en difundir su programa y sus objetivos, pues el eco de sus propósitos se reflejaba en la respuesta femenina a su llamada77 . Agradeció el apoyo prestado por la ejecutiva de la Asociación Canaria, de aceptar a las enfermas como pensionistas con una pequeña cuota en su Casa de Salud hasta que funcionara su propio sanatorio. Especial gratitud le mostró a Luis F. Gómez Wangüemert, a quien consideran su asesor al suministrarles sus sabios consejos, su cultura y su experiencia78 • La junta directiva de la asociación Hijas de Canarias cursó una visita, el 26 de enero de 1931, a la sede de la Asociación Canaria. Sobre esta visita y con el título «Un acto trascendental» dedicó una página la revista Tierra Canaria, en la que decía: «Para aquellos que observan el curso de los aconteCImIentos, viendo como la llamada «hermosa mitad del género humano» demuestra su capacidad y se apercibe a reclamar el puesto que le corresponde, interviniendo en los destinos de los pueblos, no pasará desapercibido, sobre todo si es canario, o de origen canario, el acto que tuvo lugar en la noche del 26 del pasado Enero, en el salón del Comité Ejecutivo de la Asociación Canaria. Para los que no miran hacia adelante, para los retardatarios, para los opositores de años y años, a que la mujer comparta con el hombre la obra mutualista y benéfica que la Asociación realiza, esto que decimos no tendrá importancia alguna y el acto a reseñar es cosa nimia, que quizá haya producido alguna sonrisa burlona o alguna crítica a tono con el más estrecho de los criterios»79. Juana Rodríguez Cruz instó a la sociabilidad femenina en Cuba de todas las mujeres canarias y cubanas. El presidente general de la Asociación Canaria manifestó su apoyo y les prometió seguir trabajando para conse- 76 Tierra Canaria. La Habana, febrero de 1931, p. 9. 77 Tierra Canaria. La Habana, abril de 1931, p. 4. 7R Tierra Canaria. La Habana, abril de 1931, p. 5. 79 «Un acto trascendental». Tierra Canaria. La Habana, febrero de 1931, p. 24. 75 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 guir la participación de canarias y canarios en un solo colectivo. Desde la Asociación Canaria se elogiaba la labor de Hijas de Canarias8o. La referida presidenta expuso «el programa que se propone desarrollar la mujer canaria, y con la mujer canaria la mujer cubana, de ella descendente y con ellas todas las damas que por vínculos raciales y simpatías se han unido para llevar a vías de hecho lo que hasta ahora no había podido efectuarse: la constitución en La Habana, extensiva a toda la República, de una organización femenina capaz de cumplir una misión elevada y dignificadora ». Pese a las manifestaciones de apoyo y cooperación que había recibido desde distintas entidades, Juana Rodríguez Cruz, era consciente de que había algunos sectores reticentes a su obra. Gómez Wangüemert aludido por la oradora, dado los apoyos prestados, se lamentó de los obstáculos que entorpecían sus objetivos, «cual es de que la mujer comparta con el hombre la noble tarea de fraternidad, apoyándose mutuamente en toda empresa encaminada a producir el bien de todas sus expresiones»81. Este librepensador estimaba que las mujeres constituían un elemento básico en la sociedad, fundamentales en la educación y la transformación de las nuevas generaciones82, por lo cual su emancipación y su preparación cultural eran imprescindibles para que evolucionaran y participaran junto a los hombres en el devenir de la humanidad, de ahí su apoyo expreso a las asociadas y sus honrosos gestos en pro de las isleñas. La Asociación Canaria poseía una Casa de Salud y se planteó la posibilidad de que las componentes de Hijas de Canarias, previo pago de una pequeña cuota, se beneficiaran de los servicios médicos. El 22 de febrero de 1931, la directiva de Hijas de Canarias visitó la Casa de Salud «Nuestra Señora de la Candelaria» de la citada Asociación y trataron sobre el atendimiento de las enfermas que enviaran mientras la Asamblea de Representantes decidiera la admisión de las mujeres en sus listas sociales. La presidenta manifestó su interés por recibir asistencia sanitaria a través de la Asociación Canaria, sus miembros respondieron que debían darle facilidades tanto por ser canarias como por interés económico, antes de que se lo ofrecieran otras entidades83 . Hijas de Canarias era la única institución benéfica organizada en Cuba 80 Tierra Canaria. La Habana, mayo de 1931, pp. 11 Y 18. 81 «Un acto trascendental». Tierra Canaria. La Habana, febrero de 1931, p. 24. 82 PAZ SÁNCHEZ, M.: Wangüemert y Cuba. Tomo II. CCPC/Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane. Santa Cruz de Tenerife, 1992, p. 119. 83 ALFONSO CARRILLO, J. A.: «Hijas de Canarias y la Asociación Canaria». Tierra Canaria. La Habana, marzo de 1931, p. 11. 76 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 por mujeres y para mujeres, trabajaron con ahínco y gracias a su empecinamiento lograron poner en funcionamiento un pequeño hospital y escuelas para atender a todas las asociadas. La Casa de Salud se inauguró ellO de abril de 1931, se hallaba ubicada en la loma de Lawton, Reparto de Batista, dirigida por el médico palmero Miguel Pérez Camacho. Este director facultativo en el acto de inauguración del sanatorio pronunció un discurso elogiando la labor del colectivo femenino, superando dificultades para conseguir hacer realidad esta obra, con el beneficio sanitario para todas las mujeres asociadas, de cuya labor había que congratularse: «Esta clínica viene a llenar un vado, que venía sintiéndose asfixiantemente, entre las mujeres canarias residentes, a las que no alcanza, por el imperativo muy respetable de su constitución y Reglamento, el beneficio social que con tanta esplendidez como eficacia, se prodiga a manos llenas, a los hombres inscritos en la magnifica Asociación Canaria, hoy en el apogeo de su prestigio y de su nombre». A propuesta del doctor Gabriel Galán este sanatorio tendría un nombre singular, pues como descendiente de canarios y discípulo de Martí, pide que el pabellón de la Casa de Salud de Hijas de Canarias se llame Leonor Pérez84 . La clínica con un cuadro médico exquisito y buen instrumental medicoquirúrgico atendería a todas las mujeres de la Asociación85 . El esfuerzo colectivo femenino puso en marcha el proyecto de creación de un centro de salud y un centro de enseñanza para formar a las mujeres, incluso para aquellas mayores que no tuvieron oportunidad de aprender86. A su vez, Juana Rodríguez Cruz y Celestina Hernández, presidenta y tesorera de Hijas de Canarias, eran profesoras del plantel de enseñanza de la Asociación Canaria, ejerciendo de directora y vicedirectora respectivamente de dicho plantel. No ignoraron que al margen de la salud las isleñas precisaban formación, dada la precariedad de sus conocimientos y a sabiendas que buena parte de ellas no recibieron educación o fue muy rudimentaria. Por este motivo disponían de escuelas nocturnas para niñas y adultas, para mejorar su instrucción y ofrecérsela a las que no poseían formación. Este grupo de féminas inquietas y cultas no descuidaron un ápice a sus afiliadas, pues para prosperar en su calidad de vida había que contar con una formación. 84 Tierra Canaria. La Habana, abril de 1931, p. 20. 85 HERNÁNDEZ, C.: "Habla la Tesorera de Hijas de Canarias». Tierra Canaria. La Habana, mayo de 1931, p. 4. 86 PAZ SÁNCHEZ, M. de: Tierra Canaria () la búsqueda de la identidad ... Opus cit., p.132. 77 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 5. ALGUNAS ERUDITAS EN AMÉRICA El bajo nivel cultural y su origen humilde caracterizaban el status social de estas mujeres, que probaban suerte con el deseo de mejorar sus condiciones socioeconómicas. Precisamente debido a su bajo nivel de instrucción, no contribuyen significativamente como aporte cultural al nuevo destino. Pues las emigrantes isleñas no son personas eruditas, cualificadas, carecen de instrucción y desconocen la cultura escrita. No obstante, debemos considerar que también hubo isleñas cultas, que sobresalieron en América por su quehacer. Si bien es cierto que constituyeron una minoría selecta, este es el caso de Juana Fernández Ferraz, Caridad Salazar Fernández y Mercedes Pinto Armas, entre otras. Igualmente, descendientes de isleños resaltaron por su valiosa obra como por ejemplo Josefina Vicens, aunque nació en Tabasco (México en 1911 y falleció en 1988), era hija de un inmigrante canario y destacó como escritoraS7 con un marcado acento feminista. Juana Fernández Ferraz nació el 4 de junio de 1834 en Santa Cruz de La Palma88 . Hermana de los escritores y educadores Valeriana, Víctor y Juan Fernández Ferraz, emigró igual que sus hermanos a Costa Rica en 1872 y falleció en este país en 1918. Mujer culta y de vocación literaria que destacó por sus composiciones poéticas89. En 1912 publicó «El espíritu del río», novela social, primera de su género que una extranjera publicó en Costa Rica. Consta de 537 páginas y 58 capítulos, buena parte de ella argumentada en su isla natal y otra en Brasil. La propia autora la definió como novela socialista, articulada con un lenguaje sencillo, pero rico y fluid090. Caridad Salazar Fernández era hija de Juana Fernández Ferraz y Benito Salazar León. Nació en Santa Cruz de La Palma el 16 de agosto de 1869. Llegó a Costa Rica siendo muy pequeña91 y falleció en este país en 1948. Destacada escritora, de prolífica y reconocida pluma, incluso en el X7 DOMENELLA, A. R.: «Muerte y patriarcado en los años falsos de Josefina Vicens» en Mujeres latinoamericanas del siglo Xx. Historia y Cultura. Tomo l. Ed. Universidad Autónoma Metropolitana/Casa de las Américas. La Habana. 1998, pp. 191-204. S8 PÉREZ GARCÍA, J.: Fastos biográficos de La Palma. Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 1985, p. 72. 89 MOLINA SIVERIO, J.: Españoles canarios en Costa Rica. Ed. Litografía e Imprenta Segura Hermanos. Cartago-Costa Rica, 2000, p. 45. 90 Ibídem, pp. 46 Y 48. 91 Ibídem, p. 49. FERNÁNDEZ, D.W.: Diccionario biográfico canario-americano ... Opus cit., p. 266. 78 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 extranjero. Dedicó buena parte de su vida al magisterio, cultivó la música, la pintura y la literatura. Publicó novelas, cuentos, poesías y fue redactora de varios periódicos costarricenses. Escribió para niños y para adultos, muchas veces firmaba con seudónimos tales como Cira, Clariza y María de Sylva. Entre su vasta obra podemos mencionar: Celajes de Oro, La Cruz de Caravaca, El Legado, Flor de Café, Quejas Errantes, Anhelos, Amor, Ensueños infantiles, El Rey de la Selva, La Escuela para el niño, Un Robinson Tico, ... ésta última la obras más difundida de la autora92. Consciente de las dificultades para ganar un espacio en una sociedad masculinizada declaró: «Mucho he escrito y defendido causas nobles, debatidas por la prensa; en más de una ocasión triunfaron mis ideas. Pero es inútil escribir; a la mujer en Costa Rica no se le toma en cuenta. Para tener éxito necesita calarse un sombrero de hombre y firmar con un nombre masculino. Se atiende entonces al sombrero y al nombre»Y3. En Cuba hubo varias isleñas que destacaron por su cualificación. Entre ellas podemos mencionar a Dolores Regalado que fue redactora de Tierra Canaria, única mujer que participa en la revista, si bien aparecen ocasionalmente otras mujeres. También Rafaela Rodríguez Álvarez, natural de Santa Cruz de La Palma, inmigrante isleña radicada en La Habana, hija de un acreditado comerciante en La Habana, una profesora titulada con excelentes calificaciones en la Escuela Normal de Kindergarten94. Narcisa del Río Carrillo, de ascendencia isleña, catedrática de inglés en el Instituto de Pinar del Río. La herreña Juana Casañas Casañas (Valverde 1848-1928) emigró a Cuba. Recibió una esmerada educación y prontó brilló entre lo más selecto de la sociedad habanera. Fue condesa consorte y se relacionó con la é1ite95 . De la misma manera hubo artistas destacadas como las isleñas radicadas en Cuba Carmen Hemández96 y Lola González, esta última 92 Ibídem. Jaime Pérez García afirma que la tradición oral atestigua que su lugar de nacimiento fue la villa de Mazo. incluso le celebró un homenaje póstumo el 25 de septiembre de 1960. PÉREZ GARCÍA, J.: Fastos biográficos de La Palma ... Opus cit., pp. 214-215. 93 Ibídem, p. 51. 94 Desde las páginas de Tierra Canaria, en el número correspondiente a septiembre de 1930, se le felicitaba y elogiaba: «El éxito de esta joven palmera digna de los mayores aplausos, demuestra claramente la inteligencia y la preparación de la mujer canaria para esa alta labor menta!». 95 FERNÁNDEZ, D.W.: Diccionario biográfico canario-americano ... Opus cit., p. 55. Y6 MAÑALICH, R.: «Divagaciones». Tierra Canaria. La Habana, abril de 1930. pp. 8 y31. 79 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 natural de El Hierro, que emigró en su infancia a Cuba, recibió esmerada educación y perfeccionó sus estudios en Madrid, consagrándose a la pintura97 • No podemos ignorar el papel de una isleña ilustrada que marchó a América por razones personales y que destaca como feminista de bandera, defensora de los derechos de las mujeres y de los niños, se significó en la movilización femenina y se implicó en distintas actividades culturales98• Nos referimos a la escritora tinerfeña Mercedes Pinto (1883-1976)99 autora de las obras Brisas del Teide, Él, Ella, Silencio, Un señor cualquiera, etc. En 1924 se trasladó a Uruguay. Redactora del periódico El Día de Montevideo y secretaria de la revista Mundo Uruguayo. También participó en política en las filas del Partido Colorado. Fundadora de la Asociación Canaria de Montevideo, dirigió la revista Vida Canaria. Igualmente destacó como autora teatral; montó la Compañía de Arte Moderno ejerciendo como asesora y directora artística, realizó una gira por diversos países de sudamérica (Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay) con la finalidad de contribuir a emancipar a la mujer. Hacia 1935 llegó a La Habana, Batista la nombró secretaria de Educación y realizó programas en la radio oficial y en la Cadena Azul de La Habana. Vivió varios años en Cuba, hizo varias intervenciones públicas dando conferencias en diferentes entidades (Asociación Canaria, Colonia Española, Sociedades Recreativas y Filantrópicas, Logias Masónicas, etc.) revelándose como buena oradora y predicadora de un feminismo equitativo. Wangüemert se refirió en muchas ocasiones a esta feminista vinculada a la causa republicana y a la masonería 100. Pasó la guerra civil y el exilio republicano en la Gran Antilla, hecho que frustó su regreso a las islas, marchando más tarde, en 1943, a México lugar donde falleció en 1976. En México no encontró la misma acogida ni tuvo tanto protagonismo como en Cuba, pero continuó una intensa actividad cultural y escribió en varios diarios mexicanos (El Excelsior, El País y 97 «La Exposición de Lola González». Tierra Canaria. La Habana, abril de 1930. 98 GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Mercedes Pinto, una feminista canaria en América». XII Congreso Internacional AHILA. Oporto, septiembre 1999. GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Mercedes Pinto Armas (1883-1976). Un proyecto para la formación de la mujef». V Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. San José de Costa Rica, 21- 24 de mayo 2001, p. 33. 99 PAZ SÁNCHEZ, M. de: «Crónica y semblanza wangüemertiana de Mercedes Pinto: una feminista canaria en Cuba» Boletín Millares CarIo, UNED de Las Palmas, vol. 1, n.o 2, 1980. 100 PAZ SÁNCHEZ, M.: Wangüemert y Cuba ... Opus cit., pp. 123-125. 80 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 El Nacional) con sesiones dedicadas a las mujeres de ese país; igualmente intervino en televisión en distintos programas. Podemos hacer mención a otras mujeres que han dejado su impronta en América, pero especialmente aquellas vinculadas a la cultura como la tinerfeña María Rosa Alonso, profesora universitaria y conocida escritora que destacó por su tarea docente en la Universidad de Los Andes (Mérida) en Venezuela 101. La escenógrafa y dramaturga M.a Concepción Ramírez Nieto, natural de Gran Canaria, vivió en Argentina, revelándose como escritora y autora teatral que firmaba como María de Arguineguín 102. Rosa Cabrera de Morales, natural de Gran Canaria, profesora de secundaria en Maracaibo (Venezuela). Autora de Gramática Castellana de 5.° y 6.°, utilizados como libros de texto en las escuelas venezolanas lO3 . Otras mujeres han destacado en América por ser ascendientes familiares de algún personaje célebre, como fue el caso de María Damiana. Fue una educadora canaria que vivió entre dos siglos XVIII y XIX, emigró a Cuba y ejerció la docencia en Matanzas. Fue la abuela materna del primer vicepresidente de la República de Cuba Luis Estévez Romero (1849-1909)104. También María Jordán emigró a Puerto Rico, lugar donde se casó, fue la madre de tres conocidos pintores: Miguel, Ignacio y José Rivafrecha Jordán, este último más conocido como José Campeche (1751-1809)105. Sin embargo, una figura emblemática es Leonor Pérez Cabrera que nació el 17 de diciembre de 1828 en Santa Cruz de Tenerife y falleció en La Habana el 19 de junio de 1907106. Madre del apóstol de la independencia cubana José Martí, político comprometido que luchó por la liberación del país y uno de los escritores más sobresalientes de su época. Es destacable el cariño que siempre profesó a su madre107 . 101 FERNÁNDEZ, D. W.: Diccionario biográfico canario-americano. Centro de la Cultura Popular Canaria/Instituto Venezolano de Cultura Canaria. Santa Cruz de Tenerife, 1989, pp 13-14. 102 Ibídem, p. 244. 103 Ibídem, p. 46. 104 PAZ SÁNCHEZ, M. de y HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La América española (1763-188). Cultura y vida cotidiana. Editorial Síntesis, Madrid, 2000, p. 137. 105 FERNÁNDEZ, D. W.: Diccionario biográfico canario-americano ... Opus cit., p. 147. 106 HERNÁNDEZ GARCÍA, J.: José Martí. El hijo de la isleña Leonor Pérez. Litografía Romero. Santa Cruz de Tenerife, 1980, p. 22. 107 Ibídem, p. 28. 81 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 «Aparte de los motivos sentimentales que surgirán al pensar que la máxima figura, en el orden intelectual y patriótico, que ha producido Cuba: nuestro inmortal José Martí, hijo es de una insigne matrona canaria ... »108. En Cuba los isleños veneraban la figura de Leonor Pérez109 • Ejemplo de ese reconocimiento y orgullo fueron los homenajes que le tributaron 110. El Club Tenerife proyectó la adquisición de «dos tarjas de bronce, a la memoria de la ilustra canaria doña Leonor Pérez Cabrera, madre del forjador de la patria que hoy disfrutamos: el Apóstol JOSE MART/» 111. Las referidas «tarjas» iban a ser colocadas en la casa donde falleció (CI Consulado, n.o 30 de La Habana) y la otra en Santa Cruz de Tenerife, lugar de nacimiento. Para tal fin, se abrió una suscripción voluntaria para todos los que quisieran contribuir. La Asociación Canaria prestó su apoyo y se brindó a colaborar y difundir la iniciativa por toda Cuba" 2, además constató cómo distintas personas, entidades isleñas y autoridades se volcaron a favor de esta iniciativall3 . No obstante, solo hemos recordado a vola pluma y de forma meramente indicativa alguna fémina de origen isleño, pues muchas más necesitan ser rescatadas de la ignorancia y el olvido. 6. CONCLUSIONES La exclusión de la mujer del proceso histórico viene determinado por la caducada concepción de que la mujer no aportaba nada a la historia social. Se ha negado la función de la mujer como sujeto histórico porque las visiones tradicionales de la cultura, la educación, la política, la economía, etc., fueron confeccionadas desde la óptica masculina, sin considerar que la humanidad la componen hombres y mujeres, niños y niñas. Por ello, la historiografía ha desestimado la emigración femenina pese a que las mujeres conformaron también un grupo migratorio importante. 108 PERDOMO, l.E.: «El problema inmigratorio en Cuba». Tierra Canaria. La Habana, marzo 1930, p. 9. 109 PAZ SÁNCHEZ, M.: Wangüemert y Cuba ... Opus cit., p. 120. 110 «Del homenaje a Doña Leonor Pérez». Tierra Canaria. La Habana, octubre de 1930, p.19. 111 Ibídem, p. 19. 112 Ibídem. 113 Ibídem, p. 35. 82 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 Aunque es difícil determinar las cifras de emigración femenina, también el de su intervención y papel que asumió al convertirse en nexo entre las nuevas generaciones y su tierra natal. Las canarias transterradas no difieren en comportamiento al que adoptaron otras comunidades de la diáspora. Las mujeres contribuyeron al poblamiento, al establecimiento de redes étnicas y familiares así como a la transmisión cultural. Han sido claves en la consolidación de las señas de identidad de los canarios en América, transmisoras de generación en generación de la cultura insular y sintetizadoras de las costumbres y tradiciones, además de estrechar los vínculos entre sus paisanos pusieron en práctica sus creencias y cultos religiosos. Sin embargo, cabe preguntarse ¿dónde están las canarias que emigraron? No hay rastro de ellas, como si de una especie extinguida se tratara, parece que no hicieron nada, son las ausentes. En general, se sabe que en América los canarios dejaron su huella en la econollÚa, sociedad, toponimia, sistemas de cultivo, arquitectura, creencias, costumbres, habla, folklore, gastronomía, etc., pero no se hace referencia a la presencia y contribución femenina. Las mujeres efectuaron el trasvase cultural desde el siglo XVI hasta la actualidad. El folklore, las danzas, los bailes, medicina popular, literatura tradicional, lenguaje ... , todo lo cual supone un enriquecimiento de la cultura en Indias. Aunque hayan permanecido ocultas por el saber histórico han estado presentes en el incremento del patrimonio cultural. Si bien protagonizaron historias como personas comunes, que no recogen las crónicas ni los diarios, tuvieron una actuación extraordinaria en la configuración del mundo americano. De forma genérica se refiere a las mujeres pero no expresamente a su labor, pero sabemos que su aportación fue destacada. Dependiendo de épocas y zonas, según algunos autores las mujeres representan el 25% del total de emigrados. El paso de España a América tuvo que modificar la conducta femenina, sobre todo de las solteras que estaban bajo la tutela del padre y tuvieron que asumir responsabilidades. Las mujeres son sostenedoras económicas, sobre todo en el campo, aunque ese trabajo sea ignorado incluso por las estadísticas. La sociedad en las colonias es similar a la española y reproducen los mismos códigos. En el mundo urbano se limita a oficios que se les atribuía tradicionalmente: servicio doméstico, costurera, camarera, ayudando en el negocio familiar ... Pero no podemos desconsiderar que también hubo isleñas cultas, que sobresalieron en América por su quehacer. Si bien, es cierto que constituyeron una minoría selecta, este es el caso de Juana Femández Ferraz, Caridad Salazar Femández y Mercedes Pinto Armas, entre otras. Otras mujeres han destacado en América por ser ascen- 83 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 dientes familiares como Leonor Pérez, madre de José Martí. Igualmente, descendientes de isleños resaltaron por su valiosa obra, como por ejemplo Josefina Vicens, aunque nació en Tabasco-México era hija de un inmigrante canario y destacó como escritora. 84 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | Mujeres, analfabetismo y emigración: mujeres canarias en la ruta americana |
Autor principal | González Pérez, Teresa |
Publicación fuente | Tebeto : anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura (Islas Canarias) |
Numeración | Número 18 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Fuerteventura |
Editorial | Cabildo Insular de Fuerteventura |
Fecha | 2005 |
Páginas | pp. 052-084 |
Materias | Historia ; Geografía ; Historia en el arte ; Canarias ; Publicaciones periódicas |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1469494 Bytes |
Texto | MUJERES, ANALFABETISMO Y EMIGRACIÓN: MUJERES CANARIAS EN LA RUTA AMERICANA TERESA GONZÁLEZ PÉREZ © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 La historiografía ha desestimado la diáspora femenina, si bien, el número de emigrados del sexo masculino fue significativamente superior a las emigradas del sexo femenino. Precisamente porque la historicidad ha tenido un carácter androcéntrico, el protagonismo femenino ha sido marginado en la construcción de la sociedad. Las mujeres inmigrantes son poco conocidas aunque ocuparon un papel especial en las zonas receptoras. Una de las razones de esta discriminación y velamiento se fundamenta en la imposición de patrones culturales patriarcales que han operado en la elaboración de la ciencia histórica. La singularidad o excepción se debe a la exigua difusión de la aportación femenina en América producto del tratamiento de género, con evidentes rasgos sexistas por parte de la historiografía. Sin lugar a dudas en milenios de humanidad los hombres han sometido a las mujeres al silencio, a la inferioridad y la mediocridad. Pese a su relegamiento, saltando fronteras, nacionalidades y ocupaciones, a través del tiempo, las mujeres se empeñaron en conquistar un espacio en el mundo. En general, la segregación sufrida por las mujeres es un particular tipo de apartheid, que las sumió injustamente en el anonimato y el olvido a pesar de su valiosa aportación. Los códigos sociales y culturales, dominados por la impronta masculina, no concebían a las mujeres sino en el sitio ideal y respetable, el espacio privado doméstico, sin reconocerle otro mérito. En la actualidad, se trata de deconstruir' y reconstruir un mapa geocultural con un diseño, tramado y coherencia más acorde con la realidad y el respeto, reconociendo y aceptando las diferencias de género. Muchas generaciones de isleñas cruzaron el Atlántico con rumbo al Nuevo Mundo, sin embargo, su quehacer permanece ignoto e irreconocido 1 ASCANIO SÁNCHEZ, c.: «Deconstruyendo olvido. El proceso migratorio canario desde la perspectiva de género», en XIII Coloquio de Historia Canario-América, Las Palmas, 1998, pp. 1213-1224. 55 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 para la mayoría de los estudiosos que continúan manteniendo un relato masculino. La emigración de mujeres canarias a América es un tema poco conocido y aún pendiente de investigar, aunque desde 1972 se planteaba la necesidad de rescatarlas2 del olvido y algunos investigadores han hecho mención al movimiento migratorio de las isleñas, en la actualidad no se ha avanzado lo suficiente. Porque la huella de las mujeres canarias está en América, allí transportaron nuestra idiosincracia, nuestras costumbres, creencias, manifestaciones culturales, mantuvieron el recuerdo de su terruño, y crearon asociaciones y centros que catalizaron sus relaciones. Ellas fueron un elemento clave en las colonias, en el proceso de integración de la nueva sociedad y en la identidad cultural. Las mujeres canarias participaron en la colonización de América, ellas formaron parte de las expediciones que salieron desde el Archipiélago para el poblamiento americano: La Luisiana, San Antonio de Texas, Montevideo y otros lugares del continente americano fueron fundados por mujeres y hombres procedentes de Canarias. Pero las isleñas igualmente fueron emigrantes humildes y trabajadoras3, que en busca de un porvenir se trasladaron, sobre todo, a Cuba y Venezuela, en los años de economía difícil. Así miles de mujeres cruzaron el Atlántico, a veces en condiciones infrahumanas, seducidas por el señuelo de una vida mejor, la cual, en ocasiones, se convirtió en un deseo inaccesible. Porque muchas de ellas atravesaron el océano con la esperanza de conseguir un trabajo y el alimento para sus familias que quedaban atrás; un viaje tentador, a veces engañoso, que prometía y se convertía en una trampa que daba al traste con todas las ilusiones poniendo un final dramático y desencantado a tanto esfuerzo inútil. Nos referimos a buen número de desafortunadas que de manera involuntaria se vieron sometidas a la esclavitud del sexo. 1. LAS MUJERES TAMBIÉN EMIGRARON Desde los albores del siglo XVI y los primeros momentos de la colonización americana destaca la presencia de las mujeres canarias. Anónimas en la historia, se establecieron junto a sus familias o de forma individual 2 BORGES, A.: «La mujer-pobladora en los orígenes americanos». Anuario de Estudios Americanos. N.o XXIX. Escuela de Estudios Hispano-americanos. Sevilla, 1972, p. 264. 3 PAZ SÁNCHEZ, M. de y HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La América española (1763-1898). Cultura y vida cotidiana. Editorial Síntesis, Madrid, 2000, p. 209. 56 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 por diferentes regiones, estrechando su grado de asimilación en contacto con la población autóctona. Un colectivo que colocó sus energías en la actividad doméstica, agraria o de servicios, contribuyendo al potencial productivo de las zonas receptoras. En muchas casos enviaron remesas, concretadas en una ayuda familiar que permitió a los hogares mejorar sus condiciones de vida, incrementando con ello la demanda y el consumo interno. Sabemos con certeza que existió emigración femenina desde el Archipiélago desde los inicios de la diáspora. Algunas mujeres acompañaban a sus maridos e hijos, otras casadas marchaban cuando sus maridos habían conseguido un dinero y les pedía que se reunieran con él. La mayoría de las mujeres de emigrantes quedaron en las islas4, pero hubo casos en los que el marido se lleva a la esposa y los hijos. También las viudas que acudían al reclamo de sus familiares. De la misma manera, partieron solteras que buscaban un mejor acomodo y bienestar en tierras americanas. En todos los casos, al margen de reunirse con sus familiares las que los tenían, el objetivo consistía en cambiar su paupérrimo nivel de vida. La emigración constituyó para las mujeres una «válvula de escape», de la misma manera que lo fue para los hombres, sin desconsiderar que la presión social a la que estaban sometidas frenó en cierta medida sus aspiraciones. Además, la mujer emigrante desempeñó «un mito» entre las mujeres que sufrían las penurias económicas de la épocas. Se trataba de jóvenes, en su mayoría solteras, que buscaban un acomodo y un bienestar que no les ofrecía su tierra. Las mujeres de clases populares son las anónimas, aquellas imposibles de identificar, las que partieron hacia las Indias y dejaron su impronta contribuyendo al nacimiento de un nuevo puebl06. Además «desde la metrópoli, el planteamiento de la emigración femenina se llevó a cabo como cosa que produce hijos para poblar»? Desde el comienzo del éxodo partieron muchas mujeres, solteras, casadas y viudas, no todas registradas en las estadísticas y fue en tal magnitud que las reales cédulas prohibían salir familias de las Islas Canarias por el despoblamiento originadoS. Anónimas 4 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Mujer y vida cotidiana en Canarias en el siglo XVIII. Ed. Gobierno de Canarias/CCPC y otros. Santa Cruz de Tenerife, 1998, pp. 182-184. 5 HERNÁNDEZ GARCÍA, J.: La emigración canaria en el siglo XIX. Ed. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas, 1981, p. 442, Y en «La emigración canaria decimonónica ». Canarias y América. Ed. Espasa-Calpe/ Argantonio. Madrid, 1988, p. 102. 6 BORGES. A.: «La mujer-pobladora en los orígenes americanos». Opus cit., p. 390. 7 Ibídem, p. 394. 8 Ibídem. 57 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 pobladoras que silenciosamente fueron ocupando la vasta geografía americana contribuyendo a la formación de virreinatos, provincias, gobernaciones y municipios9• Protagonizaron hechos históricos relevantes y sin su presencia no hubiese sido posible la institucionalidad del territorio ni la formación de la comunidad de naciones que surgió posteriormente. No cabe duda que las isleñas ayudaron en la construcción de América y en su promoción cultural, aunque procedieron de estratos sociales bajos con precario nivel cultural. Formaron hogares siguiendo el modelo de familia isleña, creando confortables refugios para los guerreros y colonos en inhóspitas tierras. La solidez de las familias base del poblamiento lo impregnaron las mujeres, con lo cual todas las mujeres incluidas las canarias que marcharon a América son las auténticas fundadoras de los nuevos núcleos poblaciones, sin ellas los hombres no hubiesen podido emprender una empresa de tal magnitud. Esas eficaces colaboradoras en las tareas de la empresa indiana, protagonistas de viajes y aventuras en la construcción de pueblos y en la gestación de una nueva sociedad, también sufrieron las adversidades, la violencia, destrucción de viviendas, asaltos, catástrofes, muerte de sus maridos ... La presencia familiar isleña desde los primeros momentos permitió la colonización antillana lO • La Real Cédula de 25 de abril de 1678 explicitaba que las seiscientas toneladas que se concedían a Canarias fueran con la condición de embarcar cinco familias por cada cien toneladas. La política colonizadora de la Corona para Las Antillas, Florida, Campeche y Venezuela, impulsó la emigración familiar, así en 1695 salieron catorce familias, todas procedentes de Tenerife. Este éxodo de hombres y mujeres entre 1680 y 1718 alcanzó las cifras de 804 personas 11. Fue importante la emigración a Venezuela sobre todo en los siglos XVI y XVII. En el suministro de efectivos humanos predomina Tenerife frente a las otras islas; dentro de la isla se nutrió de los pueblos del noroeste (Garachico, !cod, Los Silos y El Tanque); por ejemplo, para Cumaná partieron cien familias en 1681 12. La fundación de muchos lugares en América fue obra de canarios y junto a ellos se encontraban las mujeres, aunque hayan pasado desapercibidas. Por ejemplo, la fundación de Matanzas en Cuba, ellO de octubre de 1693, fue labor de treinta familias canarias; mujeres y hombres de las 9 Ibídem, p. 405. lO FARIÑA GONZÁLEZ, M.: «La presencia isleña en América: su huella etnográfica ». VIII Coloquio de Historia Canario-Americana. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1988, p. 70. 11 Ibídem, p. 81. 12 Ibídem, p. 79. 58 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 islas poblaron Matanzas, atendiendo a la disposición real de 25 de septiembre de 169013 . Pero a partir del Reglamento de 1718 las islas se comprometieron a remitir familias pobladoras; entre 1718 y 1765 habían embarcado 984 familias que se repartieron por Las Antillas, Venezuela, Buenos Aires, Montevideo y Campechel4 . Sabemos que Montevideo fue obra de un grupo de isleños y tenemos constancia de que las mujeres fueron pobladoras fundadoras 15. Igualmente, hacia la Luisiana y hacia la Costa de los Mosquitos en Centroamérica la Corona desplazó a un buen número de familias canarias. Eran lugares inhóspitos para los que ofreció facilidades y a estos territorios acudían familias menos pudientes, que no podían marchar a otras zonas 16. Para los años 1778-1779 en la expedición CÍvico-militar a la Luisiana partieron 428 familias nucleares que suponían un total de 1.827 personas, el número de hijos suponían 736, por sexos correspondían a 372 hombres y 364 mujeres 17 • Cifras que evidencian la participación femenina así como delatan una misión señera en el poblamiento de nuevos territorios. Estas mujeres no sólo llevaron su equipaje, sino que transportaron todo un legado cultural y su cosmovisión, transportando hasta sus creencias y devociones religiosas. Es cierto que se fomentaba la emigración familiar y que desde los lugares receptores interesaba el asiento de familias canarias, caso en el que no se puede obviar la presencia femenina. Así, con respecto a la emigración, el canónigo de la Catedral de La Habana manifestaba que los hombres transcurridos unos años regresaban a sus hogares y por este motivo «es incuestionable que la que interesa promover es la de familias, como porque, afianzadas con el poderoso aliciente de la propiedad, formando vecindario, y dueños de los terrenos que puedan cultivar, producirían las admirables ventajas que son consiguientes a una perpetua estabilidad»18. 13 DIEGO, R. de: «Los canarios en la fundación y desarrollo de la ciudad de Matanzas ». Tierra Canaria. La Habana, marzo 1930. 14 FARIÑA GONZÁLEZ, M.: «La presencia isleña en América: su huella etnográfica » ... Opus cit., p. 75. 15 FERNÁNDEZ, D.W.: Diccionario biográfico canario-americano ... Opus cit., p. 257. Bernarda Josefa Rodríguez Poncio se trasladó a Uruguay en 1729, siendo una de las pobladoras fundadoras de Montevideo. 16 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La emigración canaria a América (1765-1824) ... Opus cit., p. 219. 17 MACÍAS HERNÁNDEZ, A.: La migración canaria, /500-/980. Ediciones JÚcar. Asturias, 1992, pp. 64-66. 18 Cfr. por HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, en La emigración canaria a América (1765- 1824) ... Opus cit., p. 207. 59 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 Las crisis económicas que se sucedían en las islas empujaron a los isleños a la aventura americana. Con el declive de la barrilla partieron muchos a Cuba y trabajaron en condiciones de esclavitud19• En las expediciones viajaban mujeres y niños; en ocasiones, al llegar a su destino, algunos de ellos vagabundeaban por las calles, pidiendo limosnas al no tener donde alojarse2o. Muchas jornaleras procedentes de distintos pueblos de las islas, sobre todo de Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, La Gomera, La Palma y Tenerife, se embarcaron, especialmente en el año 1882, tan nefasto para la economía canaria21 • Estas jornaleras escapaban de la miseria, proyectaban una subsistencia mejor sin cuestionarse a qué se dedicarían. Desde el siglo XIX disponemos de datos numéricos que corroboran estas salidas. Según informa la estadística de emigrados con especificación del sexo, para el siglo XIX, de un total de 23.592 personas, 6.880 eran mujeres y 16.712 eran hombres22• Tales cifras representaban un 29,16% de mujeres frente a un 70,83% de hombres. En la década comprendida entre los años 1818-1828 el número de mujeres emigradas fue de 483, sin embargo, se disparan las cifras en la década siguiente (1829-1839) llegando a alcanzar 5.48823 . En 1838 representó el 36,92%, emigrando 1.838 mujeres; si bien, podemos decir que la salida masiva de mujeres se produjo desde Lanzarote en proporción al número de habitantes. Por ejemplo, en el referido año salieron de esta isla 502 mujeres y 597 hombres, de un total de 17.051 habitantes24. Entre 1832-1845 la salida de mujeres con destino a Venezuela representó el 36,54% del total de los adultos emigrados. Para el caso de Uruguay entre 1840-1844 supuso el 41,3%25. Asimismo, la presencia de mujeres isleñas en Cuba ascendió en los años 1846 y 1860 según reflejaron los censos cubanos. Atendiendo a la procedencia observamos que emigran de todas las islas. 19 PAZ, M. de y HERNÁNDEZ, M.: La esclavitud blanca. Centro de la Cultura Popu-lar. Santa Cruz de Tenerife, 1992, p. 77. 20 Ibídem. 21 PAZ, M. de y HERNÁNDEZ, M.: La esclavitud blanca ... Opus cit.. p. 90. 22 HERNÁNDEZ GARCÍA, J.: «La emigración canaria contemporánea», en Historia General de las Islas Canarias. Tomo V. EDIRCA. Las Palmas de Gran Canaria, 1977, p. 105. 23 MACÍAS HERNÁNDEZ, A.: «Un siglo de emigración canaria», en SÁNCHEZ ALBORNOZ, Españoles hacia América. La emigración en masa (1880-1930). Alianza América. Madrid, 1988, p. 173. 24 ZUFIRIA y MONTEVERDE, J. V. Y J. J.: Guía de las Islas Canarias para el año 1840. Las Palmas de Gran Canaria, 1840, p. 48. 25 MACÍAS HERNÁNDEZ, A.: La migración canaria, 1500-1980 ... Opus cit., p. 97. 60 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 2. LA TIERRA PROMETIDA La estrecha relación entre economía y emigración queda clara al observar que en los periodos de crisis económica se dispara la emigración. Situación genérica que se presentaba en todos los municipios insulares, guardándose un equilibrio entre la depresión económica y la fluidez de emigrantes. Por esta causa caracterizamos este éxodo como una «emigración de la miseria», compuesta en su mayoría por proletarios agrícolas y pequeños campesinos, analfabetos casi todos. Un contingente importante de mujeres salió de las Islas Canarias con destino a los territorios americanos, es la época de la migración familiar que llevó a muchas mujeres a otras tierras, bien formando parte del grupo familiar o por su cuenta. Las circunstancias personales por las que se emigran son muy variadas, pero en conjunto ilustran las dimensiones de la migración femenina. Para Venezuela y Cuba, especialmente, marcharon muchas mujeres acompañando a sus padres, maridos o hijos. Una zona preferente hacia donde se dirigen fue Venezuela, la mayoría de condición humilde que prácticamente no poseen nada y marchan con lo puest026. A modo de muestra es válido el ejemplo de Tenerife, sobre todo, de los pueblos norteños de la citada isla emigraron muchas mujeres. Así El Sauzal, Tacoronte, La Laguna, Garachico, Buenavista y El Tanque suministraron un considerable número de mujeres. Cuando se produjo la erupción volcánica de la montaña de Trevejo, arrasó con muchas tierras de los pueblos de El Tanque y Garachico y sepultó su puerto, al quedar las tierras baldías e improductivas la gente tuvo que emigrar como lo hizo la viuda Petronila Díaz de la villa de Santiago, vendió sus pertenencias para pagar el pasaje y el de sus cinco hijos27. Las dificultades económicas del Archipiélago invitan a los hombres emigrados a llevar a sus mujeres, posibilitando que las familias se reencuentren en América. A finales del siglo XVIII se intensificó la emigración de mujeres y niños, pues los maridos las reclaman, observando que podían vivir mejor estando la familia reunida dadas las dificultades que había en las islas para poder subsistir. Además muchos canarios que residen en América con prósperos negocios instan a sus empleados a que reclamen a sus mujeres, como lo hace el administrador de la Real Compañía de La Habana. Fue habitual, por otra parte, que las familias establecidas llevaran a 26 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Los canarios en la Venezuela colonial ... Opus cit., pp. 66 Y ss. 27 Ibídem, pp. 69 Y 70. 61 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 sus parientes para completar las familias y porque como mano de obra colaboraban en sus negocios. La emigración familiar se incrementaba en estos años y un elevado número de mujeres se desplazó, bien integradas en familias o por su cuenta. Algunas de estas mujeres ya sean casadas o solteras emigran en solitario y no se arredran ante los peligros del viaje. Quizá la mayor dificultad estribaba en el costo del pasaje, pues la tarifa para las mujeres era más cara porque tenían que viajar en la cámara. Esta circunstancia impedía a muchas mujeres emprender «el sueño americano». Por otra parte, las mujeres de los emigrantes no siempre están decididas a viajar, a algunas les cuesta marchar a un lugar desconocido, la travesía, dejar sus parientes y su casa, también les frena los años de separación que llevan de su cónyugue. Sin embargo, les incita mejores expectativas de vida y ofrecerles un porvenir más halagüeño a sus hijos. Es el caso de Lorenza González Guanche del Puerto de La Cruz, que tras los ruegos de su marido y el arrepentimiento de éste del descuido de sus obligaciones familiares, marcha hacia La Habana en 1812. Algunas mujeres acuden solas desde las islas al encuentro con sus cónyugues, que se habían adelantado en el tiempo para buscar una actividad económica en que emplearse. Por ejemplo, las hermanas Josefa y Catalina Martín, naturales del Puerto de la Cruz, emigraron en marzo de 1775 al encuentro de sus maridos radicados en La Habana28 . En 1792 partieron rumbo a Venezuela mujeres e hijos llamadas por sus maridos29 . Así partieron: Gabriela Romero, su hija Inés López y su nieta; Tomasa de la Rosa y sus dos hijos Domingo y Miguel Rocha; Juana Hemández y su madre Antonia González. Hacia La Habana también se embarcó en 1795 Francisca del Carmen Pérez y su hija Gabriela Plasencia Pérez. En 1803 Petra Acosta Reverón natural de Lomo de Arico reclamada por su marido, y sus hermanas Catalina y Juana viajaron a Venezuela. En 1809 partieron de Lanzarote María Rodríguez reclamada por su marido desde La Habana, con sus hijos Rafael, M.a Catalina, María, Felipa y Úrsula Rodríguez, Rosalía Cedrés su cuñada en solitari030 . Para los hombres llevar a sus esposas supone una seguridad, un ahorro y se evitaban la doble travesía. En 1773 Francisco García de la Cruz procedente de Tacoronte, emigrante en Venezuela, recla- 28 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La emigración Canaria a América (1765-1824). Centro de la Cultura Popular Canaria. Santa Cruz de Tenerife, 1996, pp. 117 -liS. 29 Ibídem, p. 16S. 30 ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE (en adelante AHPSCT). Leg. 1309. 62 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 maba a su esposa Josefa de la Torre e hija para no exponerse en embarques31 • También Francisco Quesada por medio de una carta fechada en La Habana el 12 de junio de 1817, le pide a su mujer Isabel Yanes, natural de Lanzarote, que venda sus bienes y se embarque pues no puede ahorrar para pagarle el pasaje por tener muchos gastos para subsistir, al tener que pagar lavandera y costurera todos los meses32. En cambio, otras lo hacen acompañadas de sus maridos que han regresado a buscarlas. Tal como realizó Francisco Delgado Cuello, vecino de Güímar que regresa de La Habana en 1774, vende sus bienes y se lleva a su mujer y a sus hijos33. En 1796 viajó el majorero Agustín Rodríguez con su esposa Rita Rodríguez del Pino y sus dos hijos Teresa y Dieg034• Entre 1810-16 muchos matrimonios campesinos salieron con sus hijos desde distintos pueblos de las islas, sobre todo tinerfeños y lanzaroteños, en los que marchaban buen número de mujeres35 . Las mejores perspectivas de futuro y seguridad económica condujeron a Bernarda Teresa Cubas, de Santa Cruz de Tenerife, a emigrar a Caracas en 1776. Su marido había marchado a este lugar con un poder suyo para recoger una herencia de su tío Juan Cubas, pero una vez allí observó que era mejor no vender las propiedades heredadas y trasladar a Caracas a su familia, por lo que viaja la mencionada señora en compañía de su hija de 18 años M: Carmen Reyes Cubas. Igualmente, las solteras afrontan y superan los peligros de la emigración. Mujeres solteras que no tienen medios de subsistencia en las islas reciben ayuda de sus hermanos y marchan a América. Algunas reciben el apoyo de sus parientes, otras, en cambio, se refugian en su trabajo personal como Josefa Hernández de Tacoronte y Antonia González Bernal de La Laguna36; María Sánchez Pérez, herreña y vecina de La Guaira. Por ejemplo, las grancanarias Isabel y Clara Fernández de Freitas emigraron a Venezuela con sus hermanos37 . Ana Sabina del Castillo y Cabeza de Vaca emigró con sus padres y hermanos, entre ellos Elvira y MeIchora. En 1768 M.a Concepción Rodríguez embarca para Santo Domingo por 31 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La emigración canaria a América. Opus cit., p. 122. 32 Ibídem, pp. 122-123. 33 Ibídem, p. 118. 34 AHPSCT. Leg. 3852. 35 AHPSCT. Legs. 757, 156, 1310 Y 1311. 36 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Los canarios en la Venezuela colonial ... Opus cit., p. 70. 37 Ibídem, p. 68. 63 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 solicitud de su hermano Antonio Rodríguez38. De este modo, a las mujeres que sólo habían embarcado con sus maridos o para reencontrarse con ellos, se incorporan ahora las mujeres solteras al fenómeno migratorio; igual que los hombres, tienen sus expectativas de futuro en América. Por ejemplo, en 1790 Ana y Josefa Torres, dos hermanas de La Esperanza, emigran a La Habana tras morir su madre y no tener medios para vivir, allí se encuentran a su padre y a su abuelo quienes abonarían el costo del pasaje39. Para observar la contribución femenina de distintos núcleos de población insular, como muestra podemos mencionar el lugar de origen de algunas emigradas. Garachiquenses: Antonia Francisca George, María Gonzá1ez. Laguneras: Isabel Rodríguez de Salas, María de Salas y Aguiar, Rita Josefa García, Catalina de la Rosa. De Buenavista salieron Juana Francisca de Orta, Ana de la Concepción Ramos, Catalina Ramos, Ángela Ramos. Tanqueras: Águeda M.a González y Ana Francisca Granadillo, esta última había marchado con sus padres (Gaspar Martín Granadillo y Luisa González Guanche)40; entre otras, que llegaron a Venezuela a comienzos del siglo dieciocho. También lo hacen las viudas, buscando mejores medios. Por ejemplo, la vecina de Guamasa Juana Rita Álvarez marcha para La Habana con su hijo. M.a Candelaria Pérez de Santa Cruz que emigra con un nieto hacia La Habana. Francisca Antonia Arbelo de Los Realejos se embarcó con su hija soltera Agustina Lazo41 . En 1815 la viuda santacrucera Andrea Mújica emigró a Venezuela reclamada por su hermana M.a del Carmen Mújica42. Otras mujeres casadas que no recibieron noticias de sus maridos marcharon a buscarlos, mujeres decididas que no se arredraron ante las dificultades que amenazaba el viaje a lo desconocido sin medios económicos. Este fue el motivo del viaje de la lagunera Gaspara M.a de Medina y de la te1dense Isabel de Sot043. 38 Ibídem, p. 119. 39 AHPSCT. Leg. 144. 40 Ibídem, p. 73. 41 AHPSCT. Leg. 1782. 42 AHPSCT. Leg. 3865. 43 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Los canarios en la Venezuela colonial... Opus cit., p. 70. 64 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 3. PERFIL CULTURAL En las investigaciones sobre la emigración, los autores refieren de forma tangencial el bajo nivel instructivo y el analfabetismo de estas emigrantes. No contamos con trabajos que aborden específicamente el nivel cultural de las isleñas que emigraron con destino a América. Únicamente en el orden cultural contamos con el testimonio de la firma de estas emigradas en las solicitudes de embarque, ya que las comendaticias o licencias de embarque sólo añaden si es alfabeta o analfabeta. Las cifras nos ofrecen, tanto en el orden cualitativo como cuantitativo, cotas elevadas de analfabetismo entre la población que emigra. Se trata preferentemente de jóvenes de baja extracción social, procedentes sobre todo de las zonas rurales y que desempeñaban su actividad profesional en el sector primario. La emigración familiar era importante y supuso un alto contingente; estos grupos familiares supuestamente tendrían una débil instrucción. Cuando emigran familias enteras no es posible calibrar el índice de analfabetismo, pues, no siempre resulta indicador que el cabeza de familia sea alfabeto o el caso contrario, ya que entran en juego diferentes variables44 . En la emigración clandestina, al no registrarse, tampoco podemos cuantificar el alcance de su nivel cultural. Pero dado que los motivos de salida son semejantes a los de la emigración regularizada, se deduce que la instrucción debió ser rudimentaria. Las que saben escribir, en mayor porcentaje proceden de zonas urbanas o núcleos rurales con hábitat más evolucionado. Pese a las cifras que suministra la documentación no consta el nivel cultural de las menores cuyos padres tramitaban las solicitudes de embarque. El perfil socioprofesional del colectivo femenino no ofrece dudas. Se trataba de mujeres de origen campesino y jornalero -por ejemplo, en 1882 emigraron un buen número de mujeres humildes desde La Gomera y provenían de los pueblos de Agulo, Vallehermoso y Hermigua- sin dinero para hacer frente al coste de la emigración y enroladas por ello en las expediciones organizadas. Por este motivo desde su salida del Archipiélago estaban sujetas a unas claúsulas engañosas45, abusando de su ignorancia resultaban luego explotadas en el lugar de destin046. Además, la oligarquía 44 GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Escolarización y éxodo migratorio. El nivel cultural de los emigrantes canarios». IV Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, 1998, pp. 62-63. 45 CÉSPEDES, B.: La prostitución en la ciudad de La Habana. Establ. Tipográfico O'Reilly. La Habana, 1888. 46 PAZ SÁNCHEZ, M.: La esclavitud blanca ... Opus cit., pp. 151-152. 65 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 agraria contrataba a las mujeres en peores condiciones que a los hombres y por su trabajo se les pagaba sólo medio jornal. Obligadas a trabajar de 12 a 14 horas diarias, sin descanso semanal ni asistencia sanitaria, eran sometidas a un duro régimen laboral sin alternativa de cambiar a otro mejor, incluso se le controlaba en sus desplazamientos47 . También hubo emigración clandestina femenina, que burlando los controles oficiales llegaban de manera ilegal a los países hispanoamericanos. Esta emigración no controlada distorsiona la cuantificación del proceso migratorio femenino. El perfil cualitativo de las isleñas que emigran para América revela un alto porcentaje de iletradas48• Se trata de población adulta que nunca asistió a la escuela, que participó poco en ella o estuvo mal escolarizada y, por tanto, tenía un precario nivel de instrucción. Algunas personas por falta de práctica olvidaron unos recursos culturales mediocremente aprendidos. En cuanto a su nivel cultural, las mujeres ofrecen un porcentaje más alto de analfabetismo que los hombres, con lo cual queda patente el alto saldo de analfabetismo femenino. Ese registro más elevado reposa en la mentalidad de la época, y hasta fechas recientes, de ocupar a la mujer desde edades tempranas en las tareas domésticas, en responsabilizarla de la crianza de los hermanos menores, incluso de contribuir en los trabajos agrícolas49. Casi todas las mujeres eran amas de casa, aunque también fueron vendedoras ambulantes, costureras, lavadoras, planchadoras, tenderas y campesinas. La mayoría de estas féminas eran de condición humilde, con escasos recursos que apenas contaban con el dinero para adquirir el pasaje y el equipaje. En ocasiones, hasta se endeudaban para pagar el billete. En cuanto a los niveles de ocupación, las mujeres se dedicaron al trabajo doméstico, o viven del trabajo personal, de la costura, el planchado y el lavado de ropa cuando se han quedado viudas o los maridos no ganan lo suficiente. Su nivel cultural también era bajo, la mayoría analfabetas integrales que no sabían ni siquiera firmar. Por otra parte, hay que considerar que las mujeres se vieron sometidas a una cierta marginación, relegándolas al hogar o a trabajos relacionados con él y, en otros casos, se veía abocada a la prostitución. La propia prensa 47 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Canarias: la emigración. Ed. Centro de la Cultura Popular Canaria y otros. Santa Cruz de Tenerife, 1995, p. 105. 4X GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Cultura y emigración. Una página en la historia de las mujeres canarias». IV Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, 1998, pp. 280-281. 49 Ibídem. 66 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 canaria y cubana denunciaba, desde la segunda mitad del siglo XIX, el tráfico de mujeres para dedicarlas a la prostitución50. Las isleñas, ilusionadas con la idea de alcanzar la posición socioeconómica que su tierra natal les negaba, eran víctimas de las especulaciones de quienes se dedicaban al tráfico del género humano. No podemos obviar que hubo «trata de blancas», las féminas eran engañadas por las compañías de embarque ofreciéndoles falsas expectativas laborales51 • En efecto, resultó un lucrativo negocio trasladar mujeres canarias a Cuba. La condición de incultura impedía a estas mujeres desempeñar trabajos cualificados. Es decir que sin instrucción sus posibilidades de empleo se restringían al ámbito del servicio doméstico, al trabajo agrícola o la prostitución, actividades que no requerían preparación. La prostitución revela una alternativa de subsistencia para las emigrantes, el alejamiento del núcleo familiar junto a diversos factores de índole laboral anteriormente reseñados, contribuyeron a que las jóvenes se prostituyeran para sobrevivir. La explotación de las mujeres canarias como prostitutas en Cuba se podría considerar un sector de ocupación fundamental en el siglo XIX y primeras décadas del XX52 . En 1885 estaban registradas en La Habana 200 casas de prostitución con un total de 651 meretrices, el 90% mujeres de color, extranjeras, peninsulares y canarias. Así lo confirma el historiador Hugh Thomas indicando que en los burdeles de La Habana trabajaban muchas canarias53 . Un nutrido número de emigrantes se aplicaron en el servicio doméstico, pero esta actividad la desarrollaron en condiciones duras. Bajo la apariencia de una vida tranquila y recogidas en un hogar confortable, se ocultaban unas intensas jornadas laborales que no tenían fin. Sin horario y apenas un raquítico salario se hallaban sometidas a sus señores, viviendo en condiciones poco agradables y marginadas del ambiente familiar. A pesar de que para las familias burguesas la empleada del hogar era un signo externo que delataba la posición económica de la familia. Los canarios imprimen un sello distintivo en las relaciones del campesinado, atribuyendo a las mujeres el trasvase cultural y el mantenimiento de sus costumbres. Es cierto que los canarios se confundieron con los an- 50 CABRERA DÉNIZ, G.: Canarios en Cuha: un capítulo en la historia del archipiélago (/875-i93/). Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas, 1996, pp. 113-114. 51 GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Mujer, educación y emigración: la instrucción de la mujer canaria y la emigración a Cuba en la segunda mitad del siglo XIX». JI Congreso iheroamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. Universidad Central de Venezuela/ Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Caracas, 1996. pp. 301-302. 52 Ibídem, 53 THOMAS, H.: Cuha. Ed. Grijalbo. Barcelona, 1973. p. 380. 67 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 tillanos en la obra de incrementar la agricultura, ocupación de gente pobre quienes se valían de su trabajo personal y el de sus familias, donde las mujeres desempeñaban una misión relevante aunque invisible. En definitiva, partiendo de los datos que nos aportan las comendaticias o licencias de embarque, emigra población joven con bajo nivel sociocultural, que carece de actividad profesional cualificada, lo cual le hace convertirse en los lugares de destino en mano de obra barata, ocupando los peores puestos laborales y menor remunerados. Su aportación cultural a los países de acogida está limitado por su precario nivel instructivo que les condiciona54. Sin embargo, difunden la cultura popular apoyada en sus tradiciones y costumbres, incluso facilitan el intercambio cultural entre las dos orillas. Pese a su divorcio con la cultura letrada transportaron la sabiduría popular y es frecuente el uso de vocablos comunes, creencias, hábitos alimenticios, etc. 4. ASOCIACIONISMO DE LAS ISLEÑAS EN AMÉRICA La significada aportación de los habitantes de Canarias al acervo sociocultural de las tierras americanas queda fuera de toda duda, tal como venimos haciendo referencia desde páginas anteriores. Varias generaciones de isleños cruzaron el Atlántico rumbo a América, este desplazamiento secular y su integración en los diferentes países receptores, constituyó un elemento importante en la configuración social canario-americana. La emigración de mujeres canarias permitió que en determinadas zonas receptoras alcanzaran un cierto desarrollo social. Las mujeres desempeñaron un rol fundamental en la identidad isleña, tejieron lazos de sangre y paisanaje, se identifican entre ellas y consolidan sus relaciones. Actuaron como sintetizadoras de la cultura isleña, siendo las transmisoras de sus costumbres y creencias, en suma, de la herencia cultural isleña55 . Los vínculos de paisanaje son claves dentro de los canarios, hasta el extremo que se denomina «isleños» a los hijos, nietos y generaciones sucesivas. Es decir que a sus descendientes se les conoce como isleños y éstos mantienen la nacionalidad familiar. 54 GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Analfabetismo y emigración. Datos sobre el nivel cultural de los emigrantes tinerfeños a Hispanoamérica». 1/ Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. Universidad Central de VenezuelalUniversidad Pedagógica Experimental Libertador. Caracas, 1996, p. 323. 55 PAZ SÁNCHEZ. M. de y HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La América española ( 1763 -1898). Opus cit., p. 227. 68 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 En la endogamia desempeñan un papel clave, hecho que se mantiene hasta la actualidad. En efecto, un ejemplo de ello lo constituye los matrimonios entre canarios o con sus descendientes, fonnan una colonia cerrada en sus relaciones estableciendo vínculos familiares a través de los enlaces. A pesar de la posibilidad de elegir pareja en los países receptores se deciden por personas de su mismo origen. La comunidad isleña trata de perpetuarse con las uniones, hecho palpable en todos los territorios donde se asentaron canarios, pero, sobre todo, se constata en Venezuela. Por ejemplo, en 1693 la tanquera Francisca Jacinta González se casó en Caracas con el sauzalero Pedro García Ruiz del Álamo, ella había emigrado desde El Tanque con sus padres y hennanos en el último tercio del XVII. Asimismo, la tanquera M.a Francisca Gómez se casó con el garachiquense Felipe Álvarez Acosta. Sus hijos también se casaron con isleños56. Dos de sus hijas contrajeron matrimonio con personas procedentes del Archipiélago: Catalina con José Alvarado Hidalgo (Agüimes) y Felipe Martín Orta (Buenavista), y M.a Francisca casada dos veces, una con Manuel Hernández de Oropesa (Puntallana) y otra con Melchor Hernández (El Tanque)57. Constituye también un ejemplo de endogamia la bisabuela y la abuela materna de Miranda. También podemos señalar a Andrés Bello, cuyos ocho bisabuelos por línea materna eran canarios 58. La reorganización comunitaria en los países de acogida es uno de los aspectos más característicos de los movimientos migratorios transoceánicos contemporáneos. Con el objetivo de cohesionar a los efectivos humanos que el éxodo disgrega, la reagrupación cristaliza en una diversificada red de instituciones cuyo criterio organizador atendía al origen de los ausentes. Dependiendo de los países receptores y las peculiaridades de los colectivos emigrados, la procedencia territorial, regional o nacional, actuó como elemento unificador pues la diferencia étnica vertebró el proceso organizativo preferentemente por regiones. Esas demarcaciones fueron el referente articulador de las asociaciones creadas, sobre todo, hacia mediados del siglo XIX. Su finalidad fue ayudar a los emigrantes, mitigar la marginación y el desamparo a través de la beneficencia. Más tarde ampliaron sus actividades y se orientaron también a la educación. No podemos ignorar que los hombres se negaron a aceptar a las mujeres en las instituciones, bien en las sociedades de beneficencia o recreo. 56 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ. M.: Los canarios en la Venezuela colonial ... Opus cit., pp. 78 Y 79. 57 Ibídem, p. 79. 58 Ibídem, p. 71. 69 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 Aunque ellas estaban presentes en las celebraciones y organizando actividades, se limitaron a acompañar a los hombres en fiestas y actos culturales. Esa es la actividad social reservada a las fémeninas que participaban a través del padre, el hermano o el marido. Todo porque el elemento masculino estaba convencido de la incapacidad femenina para asumir compromisos intelectuales, profesionales o políticos, por lo cual no podía intervenir en igualdad de condiciones en la toma de decisiones. La situación resulta compleja, además de lo anterior la atención médico- sanitaria la tenían cubierta los emigrantes españoles pero no las mujeres, no funcionaban los patronatos ni la mutualidad. No reciben ayuda ni protección ni existen centros de acogidas para las emigradas. El primero que les da cabida fue el Centro Asturiano en 1905. En 1912 se fundó Hijas de Galicia, que admitía a mujeres españolas de cualquier región, siendo en 1924 cuando adquirieron un sanatorio, si bien gestionados por miembros de la colonia gallega de La Habana59 . En 1922 ya se plantea la posibilidad de que las inmigrantes canarias formen parte de la Asociación Canaria de Cuba y se recuerda a la Asociación Canaria de Buenos Aires donde las mujeres son socias en igualdad de condiciones que los hombres. Pero en 1930 aún las mujeres siguen sin tener acceso a esta institución; al fin, en julio de 1931 es cuando puede ser socia, siguiendo los pasos de otras corporaciones. En 1924 la revista El Guanche refiere la figura femenina, aludiendo a dos jóvenes isleñas en la captación de socios para la Asociación Canaria, gesto que sirve para considerar su posible participación societaria60. 4.1. ASOCIACIÓN DE MUJERES «HIJAS DE CANARIAS» En Cuba existió una agrupación femenina conocida como Hijas de Canarias, una colectividad benéfica que llevaba el nombre de la patria chica, vinculada a la Asociación Canaria de Cuba61 • A imitación de «Hijas de Galicia», permitió la actuación de las isleñas en aquel contexto secundando el ejemplo de las gallegas. Su actividad comenzó a despuntar en 59 CABRERA DÉNIZ, G.: Canarios en Cuba: un capítulo en la historia del archipiélago ... Opus cit., pp. 118-119. 60 Ibídem, p. 21. 61 PAZ SÁNCHEZ, M.: «Tierra Canaria o la búsqueda de la identidad isleña en Cuba (1930-1931 )>>. Tebeto XII. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura. Cabildo Insular de Fuerteventura, 2000. p. 128. 70 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 torno a 1930, siendo una entidad señera para las féminas, si bien no tuvo el impulso y el coraje de otras asociaciones. En aquellas fechas, tal como indicamos en líneas anteriores, no existían asociaciones mixtas, formadas por hombres y mujeres. En razón al sexo las mujeres estaban vetadas y no podían formar parte de las asociaciones ya fueran culturales, sociales o benéficas. Por esta causa las isleñas residentes en Cuba y sus descendientes tuvieron que aglutinarse necesariamente en una agrupación exclusivamente femenina, pues así lo imponían los códigos sociales de la época. Únicamente en el siglo XX comenzaron a ser estimadas, no sólo gracias a su empeño en pro de la igualdad sino por su esfuerzo abnegado en distintas facetas sociales. La revista Tierra Canaria62 , que comenzó a editarse en La Habana en 1930, daba cuenta de la actividad de H~jas de Canarias. Esta revista, vocero de la cultura canaria en Cuba, fue designada órgano oficial de la Sección de Cultura de la Asociación Canaria el 23 de febrero de 1931. La profesora de la Escuela Normal de La Habana y doctora en Pedagogía Juana Rodríguez Cruz era la presidenta de la directiva de Hijas de Canarias, una institución que tenía por finalidad ofrecer asistencia sanitaria a las mujeres canarias y cubanas. Además aspiraban a construir un sanatorio propio para atender la salud de sus paisanas, si bien entre sus intenciones se hallaba el establecimiento de escuelas. Con lo cual su programa de acción era sanitario y educativo. Partía del propósito de ayudar, proteger y apoyar a las mujeres, para ello planteaban la asistencia sanitaria y el perfeccionamiento cultural. Con la finalidad de mejorar su instrucción se proponían establecer escuelas para que las asociadas recibieran clases y adquirieran conocimientos útiles. Crearían aulas para mujeres trabajadoras que son mantenedoras del hogar, con el objetivo de que mejoraran su formación. Para lograr estos objetivos un grupo de canarias y cubanas estaban dispuestas a trabajar sin cesar63 . Juana Rodríguez Cruz manifestó que «el amor a la mujer desvalida y el amor a mi patria» le movió a emprender esta obra y pretendía que esta institución fuera algo grande «quiero que se diga que las canarias unidas a las cubanas han hecho algo que no pueda mejorarse, es por esto, pues, por lo que hago una llamada a todas las mujeres y principalmente a las canarias. ¡Venid, pues, a ayudarme en esta 62 PAZ SÁNCHEZ, M. de: Tierra Canaria o la búsqueda de la identidad ¡si día en Cuba (1930-1931 j. Edición Facsimilar. Gobierno de Canarias. Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Viceconsejería de Cultura y Deportes. Dirección General de Cultura, 2001. 63 Tierra Canaria. La Habana, marzo de 1931. p. 5. 71 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 obra de amor y patriotismo, mujeres hermanas! ¡Que no quede sordo vuestro corazón! »64. Los propósitos de la directiva dieron como resultado la atracción a sus filas de muchas mujeres. Así tuvo gran acogida entre las mujeres de La Habana, pero igualmente las mujeres de las zonas del interior se movilizaron y se apresuraron a inscribirse en esta asociación, que creció en progresión geométrica con asociadas de todo el país65 . En el primer año contaba con unas cinco mil asociadas, según declaraciones de su presidenta66, y esperaba que aumentaran las cifras en la medida que mejoraran sus servicios. Igualmente expuso que, producto de la promoción periodística, se había alcanzado el incremento de los miembros de la Asociación, tanto de mujeres isleñas como de cubanas, extendiéndose por toda Cuba. La Asociación Canaria cubana no permitía el ingreso de las mujeres en sus filas, de ahí que ellas formaran esa agrupación67 • No obstante, hubo interés por integrar a las féminas y se nombró una comisión para que estudiara el asunto. Las Hijas de Canarias funcionaban reglamentariamente, tenían inscrito su reglamento en el gobierno provincial y abrigaban la esperanza de que la asamblea de representantes las acogiera. La Asociación Canaria de Cuba se preocupó por la colonia canaria residente en Cuba, pero tampoco olvidó a los canarios que se quedaron en el Archipiélago. Se interesaban, en suma, por el bienestar de los isleños en las dos orillas. Testimonio de esta relación la tenemos en la revista Tierra Canaria68 , editada entre 1930-31. En esta revista se publicaron unos textos sobre «Hijas de Canarias», en los que se incitaba a apoyar a las mujeres69• Tomás Capote Pérez, isleño natural de El Paso (La Palma), estimuló la participación femenina en la comunidad emigrada y así lo escribió en las páginas de Tierra Canaria, de la cual era redactor jefe, en el artículo «Por la mujer canaria» publicado en agosto de 1930. Entre otras cosas manifestaba: «¡Canarios todos de Cuba! Volvamos la vista a nuestro Archipiélago. Hagamos algo por aquellas peñas. Ocupémonos ahora de la mujer canaria, 64 Ibídem, 65 Tierra Canaria. La Habana, junio de 1931, p. 4 66 Tierra Canaria. La Habana, febrero de 1931, p. 8. 67 PAZ SÁNCHEZ, M.: Tierra Canaria o la búsqueda de la identidad isleña en Cuba ... Opus cit., p. 130. 68 Ibídem, pp. 121-122. 69 Ibídem, pp. 142 Y 143. 72 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 que resignada en las adversidades de la emigración, está en Cuba desamparada de los suyos, sin escuelas, sin una institución que la oriente y la proteja ... ¡Mujeres canarias de Cuba, no debéis silenciar más tIempo! Levantad vuestra voz unánime, ante vuestros paisanos indiferentes y olvidadizos. Exigid vuestro derecho. Llamad a las puertas de la Asociación Canaria y de todas las entidades isleñas de esta República, para que se os abran plenamente, pero pedid sobre todo, escuelas y más escuelas, donde vuestros hijos reciban el saludable pan de la enseñanza, único germen libertador de vuestra patria y de todas las patrias»70. Consideraba la importancia de la formación de las mujeres para el porvenir de las islas, ya que ellas eran las educadoras de las nuevas generaciones. Al respecto expusieron que: «Esa mujer, sufrida, abnegada, fuerte de cuerpo y de alma, requiere todo nuestro cuidado. De su seno fecundo, tiene que salir la futura sociedad canaria, sana y vigorosa, que ha de trazar nuevas y más felices rutas al porvenir isleño. La mujer canaria sabrá enseñar a sus hijos desde la cuna, arrullada con su dulce «arrorró» grandes y luminosos ideales, todo por la tierra y para la tierra isleña» 71. Reconocía, igualmente, el amparo que precisaban las isleñas y, en cambio, se había descuidado hasta su asistencia sanitaria. «La mujer canaria de Cuba está necesitada de protección. Sus hermanos han levantado en las alturas de Arroyo Apolo un magnífico y confortable sanatorio, con todos los adelantos de la Ciencia, verdadero orgullo de nuestra Colonia, pero sus puertas permanecen cerradas para la mujer. Los canarios de Cuba jamás se han ocupado de estos asuntos, pero solo lo han hecho por apatía, por abulia, mal de la raza ... »72. El sector más progresista de la Asociación Canaria procuró el acercamiento con la agrupación femenina. «La idea, tanto tiempo acariciada, de que la mujer comparte con el hombre los derechos y deberes, imponiéndose igualdad, está ganando terreno en el de la Asociación Canaria. En muchas Delegaciones ya se están constituyendo Comités para impulsar el simpático movimiento social en el que están 70 Ibídem, p. 143. 71 Ibídem. 72 CAPOTE, T.: «Por la Mujer Canaria». Tierra Canaria. La Habana, agosto de 1930. 73 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 tan sumamente interesados el Comité Ejecutivo y la Asamblea de Representantes. Es de pensar que la labor de los comités femeninos será fructífera, puesto que, constituyendo una aspiración de todos, nadie tratará de obstaculizar ese simpático movimiento» 73. Las mujeres, en un principio excluidas e ignoradas por el grupo masculino que integraba la Asociación Canaria, fueron siendo reconocidas y consideradas. En el transcurso del año 1930 la actitud cambió, siendo receptivos a que formaran parte de sus filas en igualdad de condiciones, con el objetivo de compartir la lucha sociaF4. «El proyecto de admisión de la mujer como asociada en la Asociación Canaria ha despertado grandes entusiasmos e interés vivísimo, tanto en esta Capital como en diversos pueblos y localidades del Interior de la República, en muchos de los cuales se han constituido y se están constituyendo comités de señoras y señoritas, dispuestas a laborar sin descanso hasta conseguir la plena realización de ese ideal, tan acariciado desde hace años, no solamente por ellas, sino también por elementos destacados de nuestra Asociación»75. Pese a las reticencias de la época, Hijas de Canarias contó con el apoyo de muchas instituciones y autoridades, esa cooperación alentó a la directiva a continuar con sus iniciativas. El tesón, la constancia y, sobre todo, la inteligencia de la mano directriz auguraban el éxito de asociación, pero más loable si se sabe que su principal gestora procedía de Gran Canaria. En efecto, Juana Rodríguez Cruz nació en el pueblo de Valleseco; vinculada afectivamente a su terruño y sensible a la causa de las mujeres, declaró que la visita que realizó a las islas «me hizo sentir inmensos deseos de que mi «patria chica» fuera grande, muy grande ... pero en este asunto de la mujer no me anima solamente el patriotismo, es también el amor que tengo hacia todas las mujeres». Los sentimientos humanitarios se palpaban en el quehacer de esta institución, había una preocupación por las mujeres en el sentido humano, especialmente por aquellas que se hallaban solas y que no contaban con el respaldo familiar por razones de diversa índole. «Siento una piedad extraordinaria por las mujeres que no tienen en la vida apoyo, que necesitan de la protección de alguien, que merecen todo el 73 «De la Asociación Canaria». Tierra Canaria. La Habana, septiembre de 1930. 74 «Asociación Canaria». Tierra Canaria. La Habana, octubre de 1930, p. 34. 75 Ibídem. 74 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 respeto conmiseración. Es ese el motivo principal que me mueve. Yo opino que la mujer se elevará cada día más, a impulsos de su preparación cultural. Yo soy feminista, pero a mi manera. No el feminismo mal entendido o mal interpretado. Yo estimo que el hombre y la mujer deben marchar al unísono, cada cual por su senda, respetándose mutuamente y no disputándose terreno alguno. La mujer verá colmadas sus aspiraciones, el día que todas, las que hemos tenido alguna preparación, nos propongamos preparar en el orden cultural a las demás>,76. La presidenta de Hijas de Canarias, incansable en su labor, no desistió en difundir su programa y sus objetivos, pues el eco de sus propósitos se reflejaba en la respuesta femenina a su llamada77 . Agradeció el apoyo prestado por la ejecutiva de la Asociación Canaria, de aceptar a las enfermas como pensionistas con una pequeña cuota en su Casa de Salud hasta que funcionara su propio sanatorio. Especial gratitud le mostró a Luis F. Gómez Wangüemert, a quien consideran su asesor al suministrarles sus sabios consejos, su cultura y su experiencia78 • La junta directiva de la asociación Hijas de Canarias cursó una visita, el 26 de enero de 1931, a la sede de la Asociación Canaria. Sobre esta visita y con el título «Un acto trascendental» dedicó una página la revista Tierra Canaria, en la que decía: «Para aquellos que observan el curso de los aconteCImIentos, viendo como la llamada «hermosa mitad del género humano» demuestra su capacidad y se apercibe a reclamar el puesto que le corresponde, interviniendo en los destinos de los pueblos, no pasará desapercibido, sobre todo si es canario, o de origen canario, el acto que tuvo lugar en la noche del 26 del pasado Enero, en el salón del Comité Ejecutivo de la Asociación Canaria. Para los que no miran hacia adelante, para los retardatarios, para los opositores de años y años, a que la mujer comparta con el hombre la obra mutualista y benéfica que la Asociación realiza, esto que decimos no tendrá importancia alguna y el acto a reseñar es cosa nimia, que quizá haya producido alguna sonrisa burlona o alguna crítica a tono con el más estrecho de los criterios»79. Juana Rodríguez Cruz instó a la sociabilidad femenina en Cuba de todas las mujeres canarias y cubanas. El presidente general de la Asociación Canaria manifestó su apoyo y les prometió seguir trabajando para conse- 76 Tierra Canaria. La Habana, febrero de 1931, p. 9. 77 Tierra Canaria. La Habana, abril de 1931, p. 4. 7R Tierra Canaria. La Habana, abril de 1931, p. 5. 79 «Un acto trascendental». Tierra Canaria. La Habana, febrero de 1931, p. 24. 75 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 guir la participación de canarias y canarios en un solo colectivo. Desde la Asociación Canaria se elogiaba la labor de Hijas de Canarias8o. La referida presidenta expuso «el programa que se propone desarrollar la mujer canaria, y con la mujer canaria la mujer cubana, de ella descendente y con ellas todas las damas que por vínculos raciales y simpatías se han unido para llevar a vías de hecho lo que hasta ahora no había podido efectuarse: la constitución en La Habana, extensiva a toda la República, de una organización femenina capaz de cumplir una misión elevada y dignificadora ». Pese a las manifestaciones de apoyo y cooperación que había recibido desde distintas entidades, Juana Rodríguez Cruz, era consciente de que había algunos sectores reticentes a su obra. Gómez Wangüemert aludido por la oradora, dado los apoyos prestados, se lamentó de los obstáculos que entorpecían sus objetivos, «cual es de que la mujer comparta con el hombre la noble tarea de fraternidad, apoyándose mutuamente en toda empresa encaminada a producir el bien de todas sus expresiones»81. Este librepensador estimaba que las mujeres constituían un elemento básico en la sociedad, fundamentales en la educación y la transformación de las nuevas generaciones82, por lo cual su emancipación y su preparación cultural eran imprescindibles para que evolucionaran y participaran junto a los hombres en el devenir de la humanidad, de ahí su apoyo expreso a las asociadas y sus honrosos gestos en pro de las isleñas. La Asociación Canaria poseía una Casa de Salud y se planteó la posibilidad de que las componentes de Hijas de Canarias, previo pago de una pequeña cuota, se beneficiaran de los servicios médicos. El 22 de febrero de 1931, la directiva de Hijas de Canarias visitó la Casa de Salud «Nuestra Señora de la Candelaria» de la citada Asociación y trataron sobre el atendimiento de las enfermas que enviaran mientras la Asamblea de Representantes decidiera la admisión de las mujeres en sus listas sociales. La presidenta manifestó su interés por recibir asistencia sanitaria a través de la Asociación Canaria, sus miembros respondieron que debían darle facilidades tanto por ser canarias como por interés económico, antes de que se lo ofrecieran otras entidades83 . Hijas de Canarias era la única institución benéfica organizada en Cuba 80 Tierra Canaria. La Habana, mayo de 1931, pp. 11 Y 18. 81 «Un acto trascendental». Tierra Canaria. La Habana, febrero de 1931, p. 24. 82 PAZ SÁNCHEZ, M.: Wangüemert y Cuba. Tomo II. CCPC/Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane. Santa Cruz de Tenerife, 1992, p. 119. 83 ALFONSO CARRILLO, J. A.: «Hijas de Canarias y la Asociación Canaria». Tierra Canaria. La Habana, marzo de 1931, p. 11. 76 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 por mujeres y para mujeres, trabajaron con ahínco y gracias a su empecinamiento lograron poner en funcionamiento un pequeño hospital y escuelas para atender a todas las asociadas. La Casa de Salud se inauguró ellO de abril de 1931, se hallaba ubicada en la loma de Lawton, Reparto de Batista, dirigida por el médico palmero Miguel Pérez Camacho. Este director facultativo en el acto de inauguración del sanatorio pronunció un discurso elogiando la labor del colectivo femenino, superando dificultades para conseguir hacer realidad esta obra, con el beneficio sanitario para todas las mujeres asociadas, de cuya labor había que congratularse: «Esta clínica viene a llenar un vado, que venía sintiéndose asfixiantemente, entre las mujeres canarias residentes, a las que no alcanza, por el imperativo muy respetable de su constitución y Reglamento, el beneficio social que con tanta esplendidez como eficacia, se prodiga a manos llenas, a los hombres inscritos en la magnifica Asociación Canaria, hoy en el apogeo de su prestigio y de su nombre». A propuesta del doctor Gabriel Galán este sanatorio tendría un nombre singular, pues como descendiente de canarios y discípulo de Martí, pide que el pabellón de la Casa de Salud de Hijas de Canarias se llame Leonor Pérez84 . La clínica con un cuadro médico exquisito y buen instrumental medicoquirúrgico atendería a todas las mujeres de la Asociación85 . El esfuerzo colectivo femenino puso en marcha el proyecto de creación de un centro de salud y un centro de enseñanza para formar a las mujeres, incluso para aquellas mayores que no tuvieron oportunidad de aprender86. A su vez, Juana Rodríguez Cruz y Celestina Hernández, presidenta y tesorera de Hijas de Canarias, eran profesoras del plantel de enseñanza de la Asociación Canaria, ejerciendo de directora y vicedirectora respectivamente de dicho plantel. No ignoraron que al margen de la salud las isleñas precisaban formación, dada la precariedad de sus conocimientos y a sabiendas que buena parte de ellas no recibieron educación o fue muy rudimentaria. Por este motivo disponían de escuelas nocturnas para niñas y adultas, para mejorar su instrucción y ofrecérsela a las que no poseían formación. Este grupo de féminas inquietas y cultas no descuidaron un ápice a sus afiliadas, pues para prosperar en su calidad de vida había que contar con una formación. 84 Tierra Canaria. La Habana, abril de 1931, p. 20. 85 HERNÁNDEZ, C.: "Habla la Tesorera de Hijas de Canarias». Tierra Canaria. La Habana, mayo de 1931, p. 4. 86 PAZ SÁNCHEZ, M. de: Tierra Canaria () la búsqueda de la identidad ... Opus cit., p.132. 77 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 5. ALGUNAS ERUDITAS EN AMÉRICA El bajo nivel cultural y su origen humilde caracterizaban el status social de estas mujeres, que probaban suerte con el deseo de mejorar sus condiciones socioeconómicas. Precisamente debido a su bajo nivel de instrucción, no contribuyen significativamente como aporte cultural al nuevo destino. Pues las emigrantes isleñas no son personas eruditas, cualificadas, carecen de instrucción y desconocen la cultura escrita. No obstante, debemos considerar que también hubo isleñas cultas, que sobresalieron en América por su quehacer. Si bien es cierto que constituyeron una minoría selecta, este es el caso de Juana Fernández Ferraz, Caridad Salazar Fernández y Mercedes Pinto Armas, entre otras. Igualmente, descendientes de isleños resaltaron por su valiosa obra como por ejemplo Josefina Vicens, aunque nació en Tabasco (México en 1911 y falleció en 1988), era hija de un inmigrante canario y destacó como escritoraS7 con un marcado acento feminista. Juana Fernández Ferraz nació el 4 de junio de 1834 en Santa Cruz de La Palma88 . Hermana de los escritores y educadores Valeriana, Víctor y Juan Fernández Ferraz, emigró igual que sus hermanos a Costa Rica en 1872 y falleció en este país en 1918. Mujer culta y de vocación literaria que destacó por sus composiciones poéticas89. En 1912 publicó «El espíritu del río», novela social, primera de su género que una extranjera publicó en Costa Rica. Consta de 537 páginas y 58 capítulos, buena parte de ella argumentada en su isla natal y otra en Brasil. La propia autora la definió como novela socialista, articulada con un lenguaje sencillo, pero rico y fluid090. Caridad Salazar Fernández era hija de Juana Fernández Ferraz y Benito Salazar León. Nació en Santa Cruz de La Palma el 16 de agosto de 1869. Llegó a Costa Rica siendo muy pequeña91 y falleció en este país en 1948. Destacada escritora, de prolífica y reconocida pluma, incluso en el X7 DOMENELLA, A. R.: «Muerte y patriarcado en los años falsos de Josefina Vicens» en Mujeres latinoamericanas del siglo Xx. Historia y Cultura. Tomo l. Ed. Universidad Autónoma Metropolitana/Casa de las Américas. La Habana. 1998, pp. 191-204. S8 PÉREZ GARCÍA, J.: Fastos biográficos de La Palma. Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 1985, p. 72. 89 MOLINA SIVERIO, J.: Españoles canarios en Costa Rica. Ed. Litografía e Imprenta Segura Hermanos. Cartago-Costa Rica, 2000, p. 45. 90 Ibídem, pp. 46 Y 48. 91 Ibídem, p. 49. FERNÁNDEZ, D.W.: Diccionario biográfico canario-americano ... Opus cit., p. 266. 78 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 extranjero. Dedicó buena parte de su vida al magisterio, cultivó la música, la pintura y la literatura. Publicó novelas, cuentos, poesías y fue redactora de varios periódicos costarricenses. Escribió para niños y para adultos, muchas veces firmaba con seudónimos tales como Cira, Clariza y María de Sylva. Entre su vasta obra podemos mencionar: Celajes de Oro, La Cruz de Caravaca, El Legado, Flor de Café, Quejas Errantes, Anhelos, Amor, Ensueños infantiles, El Rey de la Selva, La Escuela para el niño, Un Robinson Tico, ... ésta última la obras más difundida de la autora92. Consciente de las dificultades para ganar un espacio en una sociedad masculinizada declaró: «Mucho he escrito y defendido causas nobles, debatidas por la prensa; en más de una ocasión triunfaron mis ideas. Pero es inútil escribir; a la mujer en Costa Rica no se le toma en cuenta. Para tener éxito necesita calarse un sombrero de hombre y firmar con un nombre masculino. Se atiende entonces al sombrero y al nombre»Y3. En Cuba hubo varias isleñas que destacaron por su cualificación. Entre ellas podemos mencionar a Dolores Regalado que fue redactora de Tierra Canaria, única mujer que participa en la revista, si bien aparecen ocasionalmente otras mujeres. También Rafaela Rodríguez Álvarez, natural de Santa Cruz de La Palma, inmigrante isleña radicada en La Habana, hija de un acreditado comerciante en La Habana, una profesora titulada con excelentes calificaciones en la Escuela Normal de Kindergarten94. Narcisa del Río Carrillo, de ascendencia isleña, catedrática de inglés en el Instituto de Pinar del Río. La herreña Juana Casañas Casañas (Valverde 1848-1928) emigró a Cuba. Recibió una esmerada educación y prontó brilló entre lo más selecto de la sociedad habanera. Fue condesa consorte y se relacionó con la é1ite95 . De la misma manera hubo artistas destacadas como las isleñas radicadas en Cuba Carmen Hemández96 y Lola González, esta última 92 Ibídem. Jaime Pérez García afirma que la tradición oral atestigua que su lugar de nacimiento fue la villa de Mazo. incluso le celebró un homenaje póstumo el 25 de septiembre de 1960. PÉREZ GARCÍA, J.: Fastos biográficos de La Palma ... Opus cit., pp. 214-215. 93 Ibídem, p. 51. 94 Desde las páginas de Tierra Canaria, en el número correspondiente a septiembre de 1930, se le felicitaba y elogiaba: «El éxito de esta joven palmera digna de los mayores aplausos, demuestra claramente la inteligencia y la preparación de la mujer canaria para esa alta labor menta!». 95 FERNÁNDEZ, D.W.: Diccionario biográfico canario-americano ... Opus cit., p. 55. Y6 MAÑALICH, R.: «Divagaciones». Tierra Canaria. La Habana, abril de 1930. pp. 8 y31. 79 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 natural de El Hierro, que emigró en su infancia a Cuba, recibió esmerada educación y perfeccionó sus estudios en Madrid, consagrándose a la pintura97 • No podemos ignorar el papel de una isleña ilustrada que marchó a América por razones personales y que destaca como feminista de bandera, defensora de los derechos de las mujeres y de los niños, se significó en la movilización femenina y se implicó en distintas actividades culturales98• Nos referimos a la escritora tinerfeña Mercedes Pinto (1883-1976)99 autora de las obras Brisas del Teide, Él, Ella, Silencio, Un señor cualquiera, etc. En 1924 se trasladó a Uruguay. Redactora del periódico El Día de Montevideo y secretaria de la revista Mundo Uruguayo. También participó en política en las filas del Partido Colorado. Fundadora de la Asociación Canaria de Montevideo, dirigió la revista Vida Canaria. Igualmente destacó como autora teatral; montó la Compañía de Arte Moderno ejerciendo como asesora y directora artística, realizó una gira por diversos países de sudamérica (Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay) con la finalidad de contribuir a emancipar a la mujer. Hacia 1935 llegó a La Habana, Batista la nombró secretaria de Educación y realizó programas en la radio oficial y en la Cadena Azul de La Habana. Vivió varios años en Cuba, hizo varias intervenciones públicas dando conferencias en diferentes entidades (Asociación Canaria, Colonia Española, Sociedades Recreativas y Filantrópicas, Logias Masónicas, etc.) revelándose como buena oradora y predicadora de un feminismo equitativo. Wangüemert se refirió en muchas ocasiones a esta feminista vinculada a la causa republicana y a la masonería 100. Pasó la guerra civil y el exilio republicano en la Gran Antilla, hecho que frustó su regreso a las islas, marchando más tarde, en 1943, a México lugar donde falleció en 1976. En México no encontró la misma acogida ni tuvo tanto protagonismo como en Cuba, pero continuó una intensa actividad cultural y escribió en varios diarios mexicanos (El Excelsior, El País y 97 «La Exposición de Lola González». Tierra Canaria. La Habana, abril de 1930. 98 GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Mercedes Pinto, una feminista canaria en América». XII Congreso Internacional AHILA. Oporto, septiembre 1999. GONZÁLEZ PÉREZ, T.: «Mercedes Pinto Armas (1883-1976). Un proyecto para la formación de la mujef». V Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. San José de Costa Rica, 21- 24 de mayo 2001, p. 33. 99 PAZ SÁNCHEZ, M. de: «Crónica y semblanza wangüemertiana de Mercedes Pinto: una feminista canaria en Cuba» Boletín Millares CarIo, UNED de Las Palmas, vol. 1, n.o 2, 1980. 100 PAZ SÁNCHEZ, M.: Wangüemert y Cuba ... Opus cit., pp. 123-125. 80 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 El Nacional) con sesiones dedicadas a las mujeres de ese país; igualmente intervino en televisión en distintos programas. Podemos hacer mención a otras mujeres que han dejado su impronta en América, pero especialmente aquellas vinculadas a la cultura como la tinerfeña María Rosa Alonso, profesora universitaria y conocida escritora que destacó por su tarea docente en la Universidad de Los Andes (Mérida) en Venezuela 101. La escenógrafa y dramaturga M.a Concepción Ramírez Nieto, natural de Gran Canaria, vivió en Argentina, revelándose como escritora y autora teatral que firmaba como María de Arguineguín 102. Rosa Cabrera de Morales, natural de Gran Canaria, profesora de secundaria en Maracaibo (Venezuela). Autora de Gramática Castellana de 5.° y 6.°, utilizados como libros de texto en las escuelas venezolanas lO3 . Otras mujeres han destacado en América por ser ascendientes familiares de algún personaje célebre, como fue el caso de María Damiana. Fue una educadora canaria que vivió entre dos siglos XVIII y XIX, emigró a Cuba y ejerció la docencia en Matanzas. Fue la abuela materna del primer vicepresidente de la República de Cuba Luis Estévez Romero (1849-1909)104. También María Jordán emigró a Puerto Rico, lugar donde se casó, fue la madre de tres conocidos pintores: Miguel, Ignacio y José Rivafrecha Jordán, este último más conocido como José Campeche (1751-1809)105. Sin embargo, una figura emblemática es Leonor Pérez Cabrera que nació el 17 de diciembre de 1828 en Santa Cruz de Tenerife y falleció en La Habana el 19 de junio de 1907106. Madre del apóstol de la independencia cubana José Martí, político comprometido que luchó por la liberación del país y uno de los escritores más sobresalientes de su época. Es destacable el cariño que siempre profesó a su madre107 . 101 FERNÁNDEZ, D. W.: Diccionario biográfico canario-americano. Centro de la Cultura Popular Canaria/Instituto Venezolano de Cultura Canaria. Santa Cruz de Tenerife, 1989, pp 13-14. 102 Ibídem, p. 244. 103 Ibídem, p. 46. 104 PAZ SÁNCHEZ, M. de y HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: La América española (1763-188). Cultura y vida cotidiana. Editorial Síntesis, Madrid, 2000, p. 137. 105 FERNÁNDEZ, D. W.: Diccionario biográfico canario-americano ... Opus cit., p. 147. 106 HERNÁNDEZ GARCÍA, J.: José Martí. El hijo de la isleña Leonor Pérez. Litografía Romero. Santa Cruz de Tenerife, 1980, p. 22. 107 Ibídem, p. 28. 81 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 «Aparte de los motivos sentimentales que surgirán al pensar que la máxima figura, en el orden intelectual y patriótico, que ha producido Cuba: nuestro inmortal José Martí, hijo es de una insigne matrona canaria ... »108. En Cuba los isleños veneraban la figura de Leonor Pérez109 • Ejemplo de ese reconocimiento y orgullo fueron los homenajes que le tributaron 110. El Club Tenerife proyectó la adquisición de «dos tarjas de bronce, a la memoria de la ilustra canaria doña Leonor Pérez Cabrera, madre del forjador de la patria que hoy disfrutamos: el Apóstol JOSE MART/» 111. Las referidas «tarjas» iban a ser colocadas en la casa donde falleció (CI Consulado, n.o 30 de La Habana) y la otra en Santa Cruz de Tenerife, lugar de nacimiento. Para tal fin, se abrió una suscripción voluntaria para todos los que quisieran contribuir. La Asociación Canaria prestó su apoyo y se brindó a colaborar y difundir la iniciativa por toda Cuba" 2, además constató cómo distintas personas, entidades isleñas y autoridades se volcaron a favor de esta iniciativall3 . No obstante, solo hemos recordado a vola pluma y de forma meramente indicativa alguna fémina de origen isleño, pues muchas más necesitan ser rescatadas de la ignorancia y el olvido. 6. CONCLUSIONES La exclusión de la mujer del proceso histórico viene determinado por la caducada concepción de que la mujer no aportaba nada a la historia social. Se ha negado la función de la mujer como sujeto histórico porque las visiones tradicionales de la cultura, la educación, la política, la economía, etc., fueron confeccionadas desde la óptica masculina, sin considerar que la humanidad la componen hombres y mujeres, niños y niñas. Por ello, la historiografía ha desestimado la emigración femenina pese a que las mujeres conformaron también un grupo migratorio importante. 108 PERDOMO, l.E.: «El problema inmigratorio en Cuba». Tierra Canaria. La Habana, marzo 1930, p. 9. 109 PAZ SÁNCHEZ, M.: Wangüemert y Cuba ... Opus cit., p. 120. 110 «Del homenaje a Doña Leonor Pérez». Tierra Canaria. La Habana, octubre de 1930, p.19. 111 Ibídem, p. 19. 112 Ibídem. 113 Ibídem, p. 35. 82 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 Aunque es difícil determinar las cifras de emigración femenina, también el de su intervención y papel que asumió al convertirse en nexo entre las nuevas generaciones y su tierra natal. Las canarias transterradas no difieren en comportamiento al que adoptaron otras comunidades de la diáspora. Las mujeres contribuyeron al poblamiento, al establecimiento de redes étnicas y familiares así como a la transmisión cultural. Han sido claves en la consolidación de las señas de identidad de los canarios en América, transmisoras de generación en generación de la cultura insular y sintetizadoras de las costumbres y tradiciones, además de estrechar los vínculos entre sus paisanos pusieron en práctica sus creencias y cultos religiosos. Sin embargo, cabe preguntarse ¿dónde están las canarias que emigraron? No hay rastro de ellas, como si de una especie extinguida se tratara, parece que no hicieron nada, son las ausentes. En general, se sabe que en América los canarios dejaron su huella en la econollÚa, sociedad, toponimia, sistemas de cultivo, arquitectura, creencias, costumbres, habla, folklore, gastronomía, etc., pero no se hace referencia a la presencia y contribución femenina. Las mujeres efectuaron el trasvase cultural desde el siglo XVI hasta la actualidad. El folklore, las danzas, los bailes, medicina popular, literatura tradicional, lenguaje ... , todo lo cual supone un enriquecimiento de la cultura en Indias. Aunque hayan permanecido ocultas por el saber histórico han estado presentes en el incremento del patrimonio cultural. Si bien protagonizaron historias como personas comunes, que no recogen las crónicas ni los diarios, tuvieron una actuación extraordinaria en la configuración del mundo americano. De forma genérica se refiere a las mujeres pero no expresamente a su labor, pero sabemos que su aportación fue destacada. Dependiendo de épocas y zonas, según algunos autores las mujeres representan el 25% del total de emigrados. El paso de España a América tuvo que modificar la conducta femenina, sobre todo de las solteras que estaban bajo la tutela del padre y tuvieron que asumir responsabilidades. Las mujeres son sostenedoras económicas, sobre todo en el campo, aunque ese trabajo sea ignorado incluso por las estadísticas. La sociedad en las colonias es similar a la española y reproducen los mismos códigos. En el mundo urbano se limita a oficios que se les atribuía tradicionalmente: servicio doméstico, costurera, camarera, ayudando en el negocio familiar ... Pero no podemos desconsiderar que también hubo isleñas cultas, que sobresalieron en América por su quehacer. Si bien, es cierto que constituyeron una minoría selecta, este es el caso de Juana Femández Ferraz, Caridad Salazar Femández y Mercedes Pinto Armas, entre otras. Otras mujeres han destacado en América por ser ascen- 83 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 dientes familiares como Leonor Pérez, madre de José Martí. Igualmente, descendientes de isleños resaltaron por su valiosa obra, como por ejemplo Josefina Vicens, aunque nació en Tabasco-México era hija de un inmigrante canario y destacó como escritora. 84 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2014 |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|