EL PROYECTO REFORMISTA DE RAFAEL M."
DE LABRA PARA LAS ANTILLAS:
CUBA Y PUERTO RICO DURANTE EL SIGLO XIX
MARÍA DOLORES DOMINGO ACEBRÓN
(Instituto de Historia, CSIC, Madrid)
Si tuviéramos que definir con una palabra que fuera clave en el proyecto
político de Labra ésta sería la de «reformas». Con los siguientes objetivos:
primero, la abolición de la esclavitud; segundo, la autonomía colonial
y tercero, la intimidad íbero-americana.
Cuestiones que estaban estrechamente relacionadas y que eran necesarias
para el engrandecimiento de España y para que pudiera seguir manteniendo
el prestigio internacional. Es decir, una vez que se hubiera producido
la emancipación de los esclavos en Cuba y Puerto Rico. Sería más
factible la «intimidad iberoamericana».
España había cerrado los ojos ante las aspiraciones y quejas de los antillanos.
El fracaso de la Junta de Información' en 1866, conduce en Cuba
a la Guerra de los Diez Años, de 1868 a 1878 y a los otros dos conñictos
bélicos de 1879 a 1880 y a la última guerra de 1895 a 1898.
1. ABOLICIONISMO
La entrada de Labra en el Congreso se produjo en 1871 cuando es elegido
diputado por Inñesto (Asturias), contando con el voto exclusivo de
sus amigos asturianos, al no ser apoyado por ningún partido ni por el propio
Gobierno que tenía otras preferencias en el distrito, lo que le permitirá
mantener una independencia electoral constante desde 1871^. Posteriormente
fue diputado por La Habana en las Elecciones Generales de 1879,
' Domingo Acebrón, M.° Dolores: «La Junta de Información en Madrid, 1866: la última
esperanza para los antillanos». Revista Hispania. Madrid, C.S.I.C, 2002 (en prensa).
^ Labra, Rafael M.°: La política colonial y la revolución española desde 1868. Discurso
pronunciado en el Congreso de los Diputados el 10 de julio de 1871. Discurso, notas
y referencias de 1868 a 1916. Madrid, Tipografía Sindicato de Publicidad, 1915, págs.
23-77.
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representando al «Partido Liberal Autonomista». Después, en las Elecciones
de 1881 fue Senador por las Sociedades Económicas de La Habana. Y
en 1884 volvió de nuevo a ser diputado representando a la jurisdicción de
Santa Clara.
Desde su primer discurso parlamentario en 1871 en representación de
los liberales y reformistas hasta su discurso autonomista en 1880 será
alentado por sus amigos cubanos en el Congreso: Calixto Bemal, José Ramón
Betancourt o José Güell y Renté. Labra será sin duda, quien va a representar
a los autonomistas de Cuba y Puerto Rico. Pero será sobre todo,
uno de los políticos más sensibilizados con la cuestión antillana. La abolición
de la esclavitud se va a convertir en una verdadera «obsesión». Sin
olvidar que España poseía colonias en el Pacífico, las Islas Filipinas y Las
Carolinas. Las cuales también serían objeto de reflexión y preocupación
de Labra.
La posición de Labra en el Congreso respecto a los temas coloniales le
produjo enfrentamientos en la propia Cámara. En 1870 presenta un «voto
de censura» contra el Ministro de Ultramar, Ayala, por el escaso interés
que se prestaban a las cuestiones coloniales. En un principio algunos diputados
apoyaron a Labra, pero más tarde le retirarían su apoyo. Para Labra
esto era una gran decepción puesto que el actual Gobierno y sus representantes
habían surgido de la Revolución de Septiembre. Incluso en la
sesión de 10 de julio de 1871 presenta una queja contra el propio Partido
Republicano acusándole de no haber protestado en el debate que se produjo
del Mensaje a la Corona, por la ausencia de los representantes de
Puerto Rico, ni contra la subsistencia de la esclavitud. Argumentaba Labra
que debido al:
«carácter universal y humanitario del Partido Republicano y los compromisos de
conciencia que se encuentran obligados, no podían permanecer sordos a los gritos
y las quejas de aquellos nuestros hermanos que se agotan y mueren en un lodazal
de vicios, en el fondo de los barracones o en el infierno de un ingenio bajo el chasquido
del látigo»^.
Las campañas de Labra a favor de la abolición de la esclavitud tenían
un carácter moral. Por eso consideraba que las había realizado como un deber
que tenía y asumiendo esto nunca pensaba que estaba haciendo algo
extraordinario, ni que sus esfuerzos eran superiores a los de otros que tra-
' Diario de las Sesiones de Cortes. Congreso de los Diputados. Legislatura 1871 (esta
legislatura dio principio el 3 de abril de 1871 y terminó el 6 de enero de 1872). Madrid, Imprenta
J. A. García, tomo in, 1872, pág. 2499.
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bajaban en pro de la misma causa. Tenía un compromiso de «honor y conciencia
». De ahí que no concediera importancia a los disgustos y los peligros
que le asediaron durante su larga campaña de más de treinta años, durante
los cuales no desfalleció ni abandonó la tarea un solo día. En medio
de un aislamiento, tanto en la Península como en las Antillas''.
En la Península fue acusado de «traidor a la Patria» y que se había vendido
al oro de los rebeldes le increpaban en el Congreso^.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. No hay que olvidar que en
1871 España mantiene un conflicto bélico con Cuba, la Guerra de los Diez
Años que había comenzado en 1868 y que concluye en 1878^. Y que Labra
se pronunciará abiertamente contrario a la insurrección acaudillada por
Carlos Manuel de Céspedes^. Pero los diputados ultra-conservadores veían
en Labra la figura de un «abolicionista» que podría perjudicar sus intereses
en Cuba. De ahí el descrédito de que fue objeto. Perdiendo incluso su
propio bufete en Madrid.
La cuestión de la esclavitud tenía en Labra a su más activo luchador
dialéctico. En 1882, consciente de la situación de los esclavos, presenta en
el Parlamento una proposición de ley para que fuera abolido el Patronato
en Cuba.
Por consiguiente, la figura de Rafael M.^ de Labra ha sido reconocida
por la historiografía contemporánea española e internacional como la de un
político que defendió la abolición de la esclavitud en las dos últimas colonias
del Imperio español en América, Cuba y Puerto Rico. Ganándose ese
honroso apelativo de abolicionista.
La proyección internacional de Labra había quedado de relieve no sólo
con la pertenencia a numerosas instituciones científicas, culturales y políticas,
que le había dado una proyección muy relevante a la tarea que él de-
•* Labra, Rafael M.": La Crisis colonial de España (1868-1898). Madrid, Tipografía de
Alfredo Alonso, 1901, págs. 9-11.
^ Las Antillas ante el Parlamento español. Madrid, Imprenta de Antonio Pérez Du-bruU,
1873, vol. I, 653 págs.
' Sobre todo lo relativo a la Guerra de los Diez Años. Ver: Domingo Acebrón, M.° Dolores:
Proyección social y política de la Guerra de los Diez Años en Cuba. Tesis Doctoral.
Universidad Autónoma, Madrid, 1987, 2 vols.; y del mismo autor. Los Voluntarios y su papel
contrarrevolucionario durante la Guerra de los Diez Años en Cuba: 1868-1878. París,
L'Harmatan, 1996, n.° 16, 157 págs.
^ Discurso pronunciado por Rafael M.° de Labra en el Congreso de los Diputados el 10
de julio de 1871. Y que apareció publicado en Labra, Rafael M.": La Política colonial y la
revolución española de 1868. Madrid, Tipografía Sindicato de Publicidad, 1915, págs.
23-77.
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sempeñaba en un principio respecto a la abolición de la esclavitud en Cuba
y Puerto Rico. Paulatinamente se irá preocupando por la dignificación del
español antillano y por la igualdad civil y política al otro lado del Atlántico.
Será a partir de 1879 cuando se va a dedicar fundamentalmente a defender
mediante la propaganda la necesidad de instaurar la autonomía colonial
para las últimas colonias Cuba y Puerto Rico.
2. AUTONOMISMO
La instauración de la Autonomía como una nueva organización política
en las colonias será uno de los objetivos fundamentales del proyecto
reformista de Labra. En 1877 impartirá un curso sobre Historia Política
Contemporánea. En una de las lecciones aborda el tema de Las colonias.
Considera la colonización que se había realizado por numerosas potencias
europeas, Francia, Alemania, Portugal, Holanda, España, como una obra
de exteriorización de difusión del espíritu, de costumbres, de leyes, de riqueza,
de propaganda de la civilización. No obstante, era necesario que se
produjera «la realización de sus propios destinos»^. Y por consiguiente, la
solución para esta nueva organización política sería la Autonomía. Con la
advertencia que el régimen autonómico no implicaba ni los desprendimientos
prematuros, ni las gestiones absolutas, ni las independencias condicionales.
Según esta tesis considero que podríamos planteamos la siguiente interrogante.
Un hombre de ideas liberales-democrático-republicanas. Conocedor
de la independencia de otras muchas colonias del Imperio español y
del resto de los países europeos. ¿Labra aceptó alguna vez que las colonias
podían, debían o querían ser independientes? La respuesta la encontramos
en sus propias reflexiones: «Las Metrópolis tenían el deber de preparar
nuevas corporaciones sociales de carácter libre, verdaderamente autónomas,
y de no consentir desprendimientos de sociedades microscópicas,
destinadas a vivir una vida imperfecta como naciones y a turbar el progreso
de la humanidad ante sus pretensiones soberbias y su permanente intranquilidad
»'.
Si en un principio Labra veía con prudencia la alternativa de que las
colonias se emanciparan, a finales del siglo, en 1898, cuando se produce
^ Labra, Rafael M.": Introducción a un curso de historia política contemporánea. Madrid,
Imprenta de Aurelio J. Alaria, 1879, págs. 49-57.
' Ibídem.
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de forma irreversible esta situación en las últimas colonias del Imperio español,
sí acepta que éstas se hubieran convertido en naciones libres y soberanas.
De esta manera, la Autonomía colonial podía subsistir en perfecta compatibilidad
con la Integridad nacional. Este concepto bastante espinoso y
que había sido argumentado con bastante frecuencia por los sectores más
conservadores tanto en Cuba como en la Península, para frenar las reformas
en las Antillas. Por el contrario para Labra el concepto de Integridad
nacional, el cual había sido objeto de debate en el Congreso en 1872, era
la reunión de todos los territorios, pero no significaba nada si no tenía
como base la unidad nacional. Desde la Regencia de Cádiz «los reinos de
América no eran factorías, dependencias, ni colonias, sino parte integrante
de la nacionalidad española».
La actividad de Labra en pro de la autonomía colonial había sido constante
desde el Discurso del 4 de juho de 1880, en nombre de la minoría parlamentaria
autonomista, sobre el «Primer Presupuesto de Cuba», donde se
propuso por primera vez la Autonomía colonial, como solución práctica e
inmediata para las Antillas.
Labra había asumido la dirección de las propuestas de los diputados
autonomistas en el Congreso sosteniendo como puntos más importantes
los siguientes:
1.° la identidad de los derechos políticos y civiles de los españoles de
ambos lados del Atlántico;
2° que los antillanos pudieran tener representación en las Cortes;
3.° la Autonomía colonial;
4.° el Tratado de comercio con Estados Unidos que asegurara la producción
antillana, sin perjuicio de la peninsular;
5.° que la Universidad de La Habana, fundada en 1728, pudiera convertirse
en un centro científico de atracción para América Latina.
Sin embargo, es muy importante la evolución de Labra sobre el concepto
de Autonomía. José del Perojo en una de sus obras titulada Ensayo
sobre política coloniaí^^, analiza este proceso.
La evolución en los principios autonomistas de Labra había sido comprendida
por muy pocos. Los conservadores cubanos habían combatido en
él la entidad política y no la doctrina, acusándole de separatista. La posi-
'" Perojo, José del: Ensayo sobre política colonial. Madrid, Imprenta de Miguel Ginesta,
1885, 381 págs.
281
ción que Labra había mantenido era bastante insostenible, según Perojo, al
dividir sus principios coloniales en dos aspectos diferentes, el político y el
económico; además de dar distintas soluciones para cada una de las esferas
de la vida colonial. Así Labra se apartaba de la Autonomía clásica para
pedir en materia política la identidad entre la colonia y la Metrópoli. Desechando
la autonomía en materia económica y aceptando el modelo de las
colonias autonómicas inglesas y partidario de una descentralización al estilo
de las colonias francesas de Guadalupe y Martinica. Esta misma postura
volverá a ser expuesta por Labra en el Congreso en 1890, cuando
reitera la necesidad de una mayor descentralización en el orden administrativo
y económico. La solución autonomista democrática sólo podía tener
cabida dentro de un sistema político republicano.
Esta conjunción de Autonomismo con el Republicanismo como lo denomina
Pérez Garzón, no era algo ilógico. Los republicanos no veían ninguna
incompatibilidad entre la Autonomía y la persistencia colonial. Por
esto no debe extrañamos que Labra defendiera constantemente la importancia
de las últimas colonias que le quedaban a España en América y en
el Pacífico. Pero siempre defendiendo un sistema colonial más justo.
El Autonomismo se había mostrado siempre contrario al separatismo.
Luis Moróte redactor y corresponsal del periódico republicano El Liberal,
que había mantenido contactos con Labra, publica en 1896, en el periódico
El Mercantil Valenciano, que «los autonomistas eran los más mortales enemigos
del separatismo». Al ser las circunstancias muy decisivas para España.
«Si en este trance se perdiera el dominio en América. Quedaría reducida
a una potencia casera... sin crédito en el mundo, sin expansiones
coloniales»".
Por fin, los anhelos de Labra parecen cumplirse cuando el decreto de
23 de noviembre de 1897 proclama la Autonomía. De idéntico modo a
como Labra la había recomendado, la Autonomía de gobierno responsable
y como medio de conseguir la paz.
Desde las esferas de poder eran conscientes de que la Autonomía era
necesaria si no se quería perder Cuba. En una entrevista que se había producido
entre Elíseo Giberga, jefe de los autonomistas en Cuba y Moret
(Ministro de Ultramar). En la cual Giberga le había confirmado que con la
autonomía administrativa, económica y política se encargaría de hacer entrar
en razón a la Junta insurreccional de Nueva York y poner fin a la guerra.
Además basaba esta hipótesis en que en Cuba se encontraban desespe-
" Pérez Garzón, Sixinio: Luis Moróte. La problemática de un republicano (1862-
1923). Madrid, Editor Castalia, 1976, pág. 53.
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rados y arruinados debido a los procedimientos seguidos por el general
Weyler. Añadía Giberga que Estados Unidos crearía tres bancos agrícolas
concediendo una suma considerable para hacer frente al problema de la
deuda. Esto se interpretaba en los círculos diplomáticos como «que esto sería
entregar la Isla a los Estados Unidos»''^.
En Madrid la oposición a las reformas estaba representada por Romero
Robledo en la defensa del mantenimiento de los intereses españoles en
Cuba y de los industriales de la Metrópoli. Frente a éstos estaban en el
Congreso Labra, Calixto Bemal, José Ramón Betancourt y José Güell y
Renté. Los cuales habían sido los verdaderos artífices de la propaganda autonomista
y de que la Autonomía pudiera ser una solución de gobierno.
En 1896 un año después de comenzada la última guerra de liberación
nacional para Cuba, Labra es elegido Senador por la Universidad de La
Habana. Y pronuncia un discurso donde aborda los siguientes puntos: primero
expone la gravedad de la situación interior e internacional de la guerra
en Cuba; segundo, recomienda a los partidos gobernantes en la Península
que expusieran soluciones para conseguir la inmediata pacificación de
la Isla y dar soluciones de su porvenir político y social más próximo; y tercero
ratifica los compromisos del «Partido Autonomista Cubano» en pro
de la bandera española; sin olvidar, que este partido estaba decidido a hacer
los esfuerzos que fueran necesarios para la pacificación de Cuba. Es
decir, cuando en 1898 Labra trata el tema de la Autonomía en el Congreso
lo hará no como una solución para el régimen de gobierno de las colonias,
sino como un modo de concluir con la guerra separatista.
Sin embargo, el proceso político cubano pro independentista que había
cimentado su germen en la primera guerra de independencia, en la Guerra
de los Diez Años, y que había continuado ese largo proceso con la Guerra
Chiquita en 1879 hasta 1880 y culmina con la guerra en 1895, era ya imparable.
Es decir, la Guerra de los Diez Años había supuesto la culminación
del proceso de formación nacional dirigido por los terratenientes criollos;
mientras que la guerra de 1895 implicó a las clases medias, rurales y
urbanas. Aunque la intervención de Estados Unidos en la guerra paralizó
este proceso. El capitalismo financiero no sólo frustró la independencia y
soberanías nacionales, mediante la imposición de la Enmienda Platt en
1902; sino que de esta forma puso de nuevo a la cabeza del nuevo estado
'^ Ambassade de la Republique Frangaise en Espagne. Carta de M. Reserveaux a M.
Hanotoux. Madrid, 16-10-1897. Cfr: Archives Diplomatiques. Nouvelle Serie. Sous Serie,
MAROC. Archive de Ministéres de Aífaires Etrangéres. Affedres del Rif. Maroc, tomo II,
n." 260, págs. 4-5.
283
a la burguesía dependiente de Occidente y desplazó a la clases medias nacionales,
que habían constituido la vanguardia del movimiento de liberación
nacional'^.
En la Península la situación es bastante compleja, cuando en 1899 Labra
inaugura las conferencias populares en el Centro de Instrucción Comercial
de Madrid, una de ellas la titulada «El Pesimismo de última hora»,
es muy significativa del ambiente político que se vive en España. La crisis
de la sociedad española de finales de siglo se debe a varias causas: en primer
lugar, los desastres militares y económicos. Por ejemplo, las pérdidas
materiales de 500 millones de duros y más de 60.000 hombres perdidos en
el campo de batalla en Cuba. Generando un pesimismo que había invadido
a todas las clases sociales. Incluso esta situación podría hacer temer por su
Personalidad e Independencia^'^.
No obstante. Labra no responsabilizaba de esta situación a los desastres
coloniales, sino que había otras causas políticas, morales y sociales.
En lo que respecta a las causas morales y sociales destaca primero el
extraordinario atraso de la cultura media de la sociedad española y la deficiencia
del valor intelectual de las clases directoras. Esto no le permitió
darse cuenta de sus propios recursos y condiciones; segundo la educación
tradicional que había sido definida por la exaltación de la fuerza y la aventura;
y tercero, el aislamiento internacional, contribuyendo la idea de la autosuficiencia,
y que más allá de nuestras fronteras «solo había envidias, intrigas,
egoísmo, error y cobardía»^^. Por consiguiente, el Pesimismo había
llegado a tal punto que se creía que «España carecía totalmente de razón,
de fuerzas y de destino».
Ante la «muerte de España en medio del deshonor» había que reaccionar
y conseguir la renovación española combatiendo una de las principales
causas, la falta de instrucción y de educación. El ejemplo era muy significativo
de los 18 millones de habitantes, 12 millones carecían de instrucción;
de los cuales 6.700.000 eran mujeres y 1.900.000 varones. Esta ignorancia
también la sufren las clases directoras lo que provocó que nos embarcáramos
en una guerra con Estados Unidos. Se alzaron algunas voces contra esa
guerra que pasaron inadvertidas, frente a los que ensalzaban el patriote-
'^ Ibarra, Sergio: Partidos políticos y clases sociales. La Habana, Ed. Ciencias Sociales,
1992, pág. 179.
''' Labra, Rafael M.°: El Pesimismo de última hora (Discurso inaugural de las conferencias
populares del Centro de Instrucción comercial de Madrid). Madrid, Tipografía de
Alfredo Alonso, 1899, págs. 10-63.
'^ Ibídem.
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rismo hablando de la «superioridad de la escuadra y del valor de los soldados
». No teniéndose en cuenta la crítica situación del tesoro nacional, la
guerra con la insurrección en Cuba, la latente en Filipinas. Olvidándose
además que Cuba estaba a breves millas de las costas norteamericanas.
En definitiva, en esta conferencia el «Pesimismo» analiza la situación
interna de España en comparación con la de otros países, a los que consideraba
«naciones contemporáneas» y en la que llama a adoptar distintas reformas
para salir de la crisis. Labra está combatiendo el «Pesimismo» del
momento y lo hace con un discurso regeneracionista en el que se apuntan
distintas soluciones para imprimir cierto dinamismo a la sociedad española.
Paralelamente inicia una crítica razonada del Tratado de París, en el
que hace hincapié en la legal intervención de Estados Unidos en 1898, que
violaba las más elementales normas del Derecho Internacional. Exponiendo
su posición en las clases que imparte en la «Escuela de Estudios Superiores
» en el Ateneo de Madrid, y el discurso inaugural de las conferencias
sobre Derecho Internacional, que con el título «El Derecho
Internacional en España» imparte en 1905 en la Academia de Jurisprudencia
y Legislación.
A modo de epílogo. Labra representa en el panorama político español
de la segunda mitad del s. XIX y comienzos del XX, uno de los intelectuales
más preocupados por la «cuestión colonial». Debido a este deseo de Labra
de transformar la realidad emprendió una lucha infatigable por conseguir
reformas sociales, políticas y económicas para las colonias. Pero
además no por eso abandona otros problemas de la sociedad española, la
educación, o los relativos a la presencia de España en algunos de los enclaves
más estratégicos en los albores del siglo XX, en Marruecos. Y más tarde
su interés en que España después de la independencia de Cuba y Puerto
Rico y de las colonias en el Pacífico pretendiera esas buenas relaciones necesarias
para el engrandecimiento de la propia América y de España. Frente
al coloso norteamericano con el naciente imperialismo norteamericano.
Simbolizando los lazos de fraternidad entre la nación ibera y América,
se va a convertir en el representante de españoles y americanos, hermanos
ante la historia. Todo esto fue posible gracias a su posición tolerante y democrática
ante la convulsa sociedad española, y su mirada hacia América,
que favoreció después de obtenida la independencia de Cuba y Puerto Rico,
la unión y la solidaridad entre los pueblos de uno y otro lado del Atlántico.
Siendo reconocido como: «El Embajador moral de la América übre»^^.
'* Homenaje del Casino Español de La Habana. Cfr: El Poder de las Ideas. Madrid, Establecimiento
tipográfico de Jaime Ratés, 1916, pág. 52.
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