LAS CARTAS DE DOÑA ESPERANZA.
UNA CORRESPONDENCIA PRIVADA EN LA
FUERTEVENTURA DE LOS AÑOS TREINTA
COMO VEHÍCULO EDUCATIVO Y DE EXPRESIÓN
DE LA INTIMIDAD FEMENINA
JUAN LUIS CALBARRO
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1. LA INFANCIA DE CHANITA SUÁREZ
Dolores Sebastiana Suárez López nació en Gran Tarajal (municipio de
Tuineje, isla de Fuerteventura, provincia de Las Palmas) el 23 de diciembre
de 1922. Nieta de un poderoso terrateniente e industrial de Fuerteventura,
el exmarino don Juan Suárez Rodríguez, Chanita Suárez pasó su primera
infancia en el poblado surgido en torno a los hornos de cal que su
abuelo explotaba en La Guirra, en la costa del municipio de Antigua. Su
padre, don Vicente Suárez Ruiz, supervisaba la actividad calera y residía
con su mujer, Zoila López Rodríguez -hija de Matías López Hernández,
fortísimo terrateniente de Gran Tarajal-, y sus hijos, Vicente, Juan, Chanita
y Matías, en la llamada Casa Grande de La Guirra. En torno a los hornos
de cal se había formado un poblado obrero en el que residían de forma más
o menos permanente entre treinta y cincuenta personas, según los recuerdos
de los ancianos majoreros l.
La situación de Chanita Suárez era de clara ventaja en una sociedad
como la de la Fuerteventura de los años veinte y treinta, en la que la enseñanza
reglada era francamente limitada. El analfabetismo alcanzaba a
no dudar al 70% de la población, de lo que se deduce que el mero hecho
de cursar estudios primarios era ya un privilegio. Allá por 1927, existían
en toda la isla cinco escuelas unitarias de niños, tres de niñas y trece mixtas,
para una población de hecho en 1930 de 11.708 habitantes muy dispersos
a lo largo y ancho de sus 1.659 km2 de superficie. Estos centros
eran atendidos por un solo maestro o, en general, maestra, y su funciona-
1 Para más detalles biográficos y de contexto a lo largo del presente trabajo, véase
Juan Luis CALBARRO, Memorias de Chanita Suárez. Materiales para la etnografía y la
historia de Fuerteventura en el siglo XX, Puerto del Rosario: Calco, 2004. En este libro se
publican, corregidas para su lectura no científica, todas las cartas que aquí comentaremos,
así como las transcripciones de conversaciones que no vengan expresamente anotadas.
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miento solía ser muy irregular2. Los hermanos de Chanita habían comenzado
sus estudios en La Guirra, recibiendo clases de José Álvarez, un
peón contratado por don Juan Suárez para que enseñara las primeras letras
y los números a sus nietos y a los hijos de los caleros. Lo recordaba
así don Félix Fránquiz:
Las primeras letras se las enseñaba José Álvarez a los hijos de los
obreros y de don Vicente Suárez. José Álvarez era de Triquivijate, no tenía
ningún tipo de estudios, sabía leer y escribir y hacer cuentas y enseñaba
a los niños en una habitación de las de La Guirra. Él no trabajaba en
los hornos3.
A los ocho años, le llegó a Chanita el momento de ir a la escuela en
Antigua. Al principio, era ella sola en la escuela; después también fueron
sus hermanos. Todos residieron esos años en la casa de su abuelo Juan y la
tercera mujer de éste, a quien Chanita llamaba «tía Juana»; allí convivían
con sus medio tías Sebastiana y Marina, la última de las cuales sólo le sacaba
a Chanita dos años. Sus padres, Vicente y Zoila, venían los domingos
en el Ford de su abuelo, para verla a ella y al resto de la familia y pasar el
día juntos; y se despedían los lunes, en que regresaban a La Guirra. Así
pasó Chanita de los ocho a los doce años, a excepción de los veranos, que
disfrutaba en La Guirra con su familia. Tiene recuerdo de haber echado
mucho de menos a su madre:
A la hora del oscurecer, siempre me decía: «Si algún día me caso y
tengo hijos, no me separo de ellos para que no pasen esta tristeza tan
grande ... ». Por lo visto, cuando estaba con mi madre, yo tenía costumbre de
sentarme en la falda de ella a esas horas, y en Antigua cuando oscurecía yo
sentía la necesidad de que alguien me acurrucara en sus brazos, y eso no lo
he podido olvidar. Era una hora en que no se podía hacer nada, porque aún
no era de noche totalmente, pero ya no había claridad. Me ponía muy triste
en esas horas.
2 José DELGADO MARRERO, Geografía regional descriptiva de las Islas Canarias,
La Laguna de Tenerife: SUCo de M. Curbelo, 1927; Elías RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ,
«Síntesis histórica de la población de Fuerteventura y de Puerto de Cabras-Puerto del Rosariü
», en Fernando Martín Galán y Elías Rodríguez Rodríguez (dir.), Puerto de Cabras/
Puerto del Rosario. Una ciudad joven. Bicentenario del Puerto del Rosario. 1795-1995,
Puerto del Rosario: Cabildo Insular de Fuerteventura y Ayuntamiento de Puerto del Rosario,
1995, pp. 37-76.
3 Entrevista con Félix Fránquiz Sicilia, Puerto del Rosario, 25 y 28 de noviembre de
2003.
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2. UNA MAESTRA ARAGONESA EN FUERTEVENTURA
Tal vez esa ausencia determinó que Chanita Suárez sintiese una
enorme devoción por la que fue su primera maestra, doña Esperanza Godé.
Chanita la recuerda con gran afecto setenta años después:
La quería tanto ... Quizá por faltarme mi madre, le cogí mucho cariño.
Era soltera y me acuerdo de que decían que era vieja, porque tenía unos
treinta años ... Siempre recuerdo como uno de los momentos más tristes de mi
vida cuando esta maestra se marchó. Bien lloré. Se fue sin despedirse de nadie;
y decía: «Sobre todo, de Chanita no quiero despedirme>,. Me escribió
después de empezar la guerra y me hablaba con mucha tristeza de las alumnas
que tenía.
La experiencia de una maestra peninsular en la Fuerteventura del primer
tercio del siglo XX estaba marcada por el signo del destierro -no hay
que olvidar que no de otra forma fue considerada la isla por los sucesivos
dictadores que sufrió España a lo largo del siglo: si Primo de Rivera desterró
allí a Unamuno en 1924, todavía Franco en 1962 confinó en ella a los
responsables del llamado Contubernio de Múnich4
• El médico y periodista
grancanario Enrique Nácher, que conoció la isla en los cincuenta, describe
en su novela Cerco de arena la tarea ímproba y los conflictos culturales de
una maestra peninsular, y precisamente aragonesa, en la Fuerteventura de
mediados de siglo, si bien la localización de la novela -Morro Jable, en el
lejano sur- remite a una geografía bastante más aislada que el municipio
de Antigua, relativamente más integrado en el sistema educativo nacionaJ5.
El choque comenzaba en la enorme distancia cubierta desde el territorio
peninsular hasta la isla, y en la dificultad de los medios de transporte de la
época. El viaje se efectuaba entonces por barco hasta Las Palmas de Gran
Canaria, y luego en los viejos correíllos de la Trasmediterránea, el Viera y
Clavija y el León y Castillo, que dos veces en semana atracaban en Puerto
de Cabras y Gran Tarajal para desembarcar pasaje y mercancías. El incremento
en la paga recibida por los maestros desplazados desde la Península
debía compensar serias carencias, como la inexistencia de la luz eléctrica
4 Véanse Francisco Javier CERDEÑA ARMAS, «De los siglos pasados a la Guerra
Civil de 1936», en Martín Galán y Rodríguez Rodríguez (dir.), Puerto de Cabras/ Puerto
del Rosario. Una ciudad joven, cit., pp. 77-141; Y Miguel GALV ÁN BETANCOR, «Del
franquismo a la democracia», ídem, pp. 143-185.
5 Enrique NÁCHER, Cerco de arena, Barcelona: Luis de Caralt, 1961; 2: ed.: Puerto
del Rosario: Cabildo Insular de Fuerteventura, 1998.
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y del agua comiente. Las carreteras eran casi inexistentes. Los recursos escolares,
casi nulos.
Parece que doña Esperanza Godé encontró en la isla, no obstante, motivación
suficiente para trabajar, comprender y encariñarse con sus alumnas.
Ejerció su magisterio en la escuela de Antigua, a juzgar por las cartas que reproducimos,
haciendo uso de una sabia combinación de fortaleza de principios
y cariñosa aproximación a los alumnos: una actitud marcadamente
opuesta al trato aséptico y descomprometido que veinticinco años después
observaría Arguedas en los maestros de la comarca zamorana de Sayago,
que «careCÍan de aptitud para observar a sus alumnos, para alcanzar a comprenderlos
y [ ... ] aproximarse a la intimidad de los educandos para orientarlos
e instruirlos »6. Pero, como suele suceder con los funcionarios peninsulares
destinados en las Canarias, un día de 1933 llegó el traslado de vuelta
a su tierra aragonesa. La maestra se marchó a un nuevo destino en una aldea
de la provincia de Huesca, Colungo. Su entonces alumna conserva una colección
de cartas que la maestra aragonesa le fue enviando durante cuatro
años: de noviembre de 1933 a octubre de 1937. En ellas, la maestra adopta
el papel de consejera. No obstante, en las últimas misivas, conforme han pasado
los años y la niña majorera se ha convertido en adolescente, la relación
entre maestra y alumna se transforma, tal vez por impulso de un motor excepcional
-la experiencia de la maestra en la Guerra Civil- en una relación
entre confidentes, siempre con la autoridad de doña Esperanza presente, pero
cada vez más abierta a lo personal. Del epistolario se extraen informaciones
valiosas no sólo desde el punto de vista de las respectivas biografías de las
corresponsales, sino también desde el de la historia de la Guerra Civil, la etnohistoria
de Fuerteventura y la historia y la antropología de la educación 7•
3. LAS CARTAS DE DOÑA ESPERANZA
La primera carta está dirigida a todas sus exalumnas, y veremos más
adelante que, al menos al principio, doña Esperanza mantiene alguna relación
epistolar con varias de ellas:
6 José María ARGUEDAS, Las comunidades de España y del Perú, Lima: Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, 1968, p. 240.
7 Para el interés de este tipo de documentos como fuentes de la etnografía, véanse José
Ignacio MONTEAGUDO ROBLEDO, «Escritura popular y etnografía», en Antonio Castillo
Gómez (ed.), Cultura escrita y clases subalternas: una mirada española, Oiartzun
(Guipuzkoa): Sendoa, 2001, pp. 207-236; Y Martyn HAMMERSLEY y Paul ATKINSON,
Etnografía. Métodos de investigación, 2." ed. revisada, Barcelona: Paidós, 2003 (London:
Tavistock, 1983), pp. 175 Y ss.
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Colungo 1.0 Novbre. 1933
A todas las niñas de la escuela de Antigua
Mis queridas e inolvidables amiguitas: Antes de nada, permitidme os
abrace a todas juntas y os desee un buen principio de curso.
Quizá alguna de vosotras crea, que al cambiarme de escuela, mi cariño
se haya inclinado hacia estas niñas aragonesas. Nada de eso; las quiero, si,
como toda Maestra quiere a sus niñas, pero vuestro recuerdo, no se aparta un
solo dia de mi mente y a veces hasta sueño que me encuentro entre vosotras,
entre esas niñas canarias, que tienen una simpatia que no encuentro en ningún
otro sitio.
Ya sé que tenéis una nueva Maestra; yo os felicito, porque sin duda habrá
de quereros tanto como yo; además tendrá la suerte de estar casi siempre
a vuestro lado, suerte que yo, por circunstancias especiales, no pude tener.
Queredla mucho; obedecedla siempre, seguid sus consejos, aprovechad el
tiempo y habréis ganado con todo ello, otro cariño como el que hicistes nacer
en mI.
Ahí os envio unas cartas, que de Canarias me han remitido, sin duda porque
iban dirigidas a mi nombre. Son para vosotras, de vuestras buenas amiguitas.
Yo os suplico que les contestéis pronto, pues ellas son muy cariñosas;
decidles que yo estoy destinada a la provincia de Huesca, donde me tienen a
su disposición.
A vuestra distinguida profesora la saludaréis en mi nombre. Y vosotras,
recibid un millón de besos de vuestra amiguita que no os olvida un
sólo dia.
Esperanza GodéR
Se deduce del texto que no se trataba de una maestra corriente. El contenido
de la carta, de carácter ciertamente formal, jamás se aleja de la expresión
cariñosa y, sin embargo, firme en el deseo de preservar una relación
ordenada de sus ex alumnas con el medio educativo. Esperanza ejerce
la persuasión con el argumento del cariño, aunque pronto veremos que al
cabo esta estrategia sólo surtirá efecto en Chanita, pues las otras alumnas
irán olvidándose poco a poco de contestar las cartas de su exmaestra. En
su siguiente carta, ésta se dirige ya exclusivamente a Chanita, que está a
punto de cumplir los once años:
8 Carta de Esperanza Godé a sus exalumnas de Antigua, Colungo (Huesca), 1 de noviembre
de 1933. Todos los documentos privados que reproducimos pertenecen al archivo
de doña Dolores Sebastiana Suárez López (Gran Tarajal, Fuerteventura); en la transcripción
de las cartas hemos respetado la ortografía y la puntuación originales, caracterizadas por un
desconocimiento de la acentuación y de la colocación de las comas que resulta notable, tratándose
de la escritura de una docente.
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Colungo 4 de Novbre. 1933
Srta. Chanita Suárez
Antigua
Mi queridisima Chanita: Pero ¡qué contenta estoy desde que recibí tu cartita!
Ya creia que me habias olvidado por completo, pero afortunadamente
veo que no ha sido asi. Sólo tengo una penita y es que me parece que vas a
querer más a tu nueva Maestra claro que yo sé que tú eres muy cariñosa y que
tendrás cariño para las dos; pero si no ...
Oye simpaticona. ¡Si supieses lo que soñé la otra noche! No te lo quiero
decir porque es de Auxilito y si lo sabe ella se va a enfadar. Por eso, se lo puedes
preguntar, pues a ella se lo he dicho en la carta y por si acaso le sabia malo
que tú te enterases, he cerrado la carta de ella.
Y Agustin ¿Qué tal está? ¿Aún le escribes? Le dices que yo te he dado
muchos recuerdos para él.
¿ Ya se marchó Tite? Y los otros hermanitos ¿Van a la escuela de la Antigua?
Dices que te alegrarias mucho si yo volviese ahi. ¿Es cierto? Me parece
que me engañas, pues eres muy adulona. Quizá vaya, porque me parece que
se vá a casar Auxilito y ya sabes que tengo que ser yo la madrina.
Les dices a Fefita y a Antigüita, que ya recibí la carta y que pronto les
contestaré. A todas las niñas les das muchos besos y a tu Maestra, la saludas
en mi nombre.
Esas cartitas entrégaselas a las niñas y con muchos recuerdos para tus
papás, tíos y hermanitos, te envia un gran abrazo, tu amiguita que te quiere
mucho
Esperanza9
En la carta se alude al hermano mayor de Chanita, Vicente (Tite), que
marchó a estudiar a Gáldar, la patria chica del abuelo Suárez. Doña Esperanza
manda también recuerdos para todas las personas cuyo conocimiento
comparten ella y Chanita, lógicamente casi todas ellas en los ámbitos de la
escuela y la familia. Encontramos siempre expresiones de cariño para las niñas
y de respeto hacia la maestra sustituta, así como mención a otras relaciones
epistolares de ambas corresponsales, que parecen valorar especialmente
esta vía de comunicación, al parecer fomentada sistemáticamente por
la maestra entre sus alumnas; diversos testimonios señalan la presencia del
intercambio de correspondencia y del empleo de manuales epistolares como
métodos educativos en la escuela española de los años 3010.
9 Carta de Esperanza Godé a Chanita Suárez, Colungo (Huesca), 4 de noviembre de 1933.
JO Hace un documentado recuento de esos testimonios Verónica SIERRA BLAS, «La
carta en la escuela. Los manuales epistolares para niños en la España contemporánea», en
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Pasan unos cuantos meses y la relación se mantiene:
Colungo 19 Febrero 1934
Srta. Chanita Suárez
Antigua
Mi querida Chanita: No sé cómo contestar tu cartita, en la que no me dices
otra cosa, sino que me quieres mucho. ¿Qué puedo contestarte para pagarte
todo ese cariño? Pues mira, lo siguiente: que por mucho que tú me quieras,
te quiero yo aun más. ¿No te lo crees? Pues no te engaño guapa; aquella
niña tan revoltosa, negrilla, feilla y que más de una vez se levantó de su sitio
para darme un beso, se ganó la voluntad de la Maestra, y dónde quiera que
ésta esté, será su amiguita querida.
Me dijo un pajarito que ya no te llevabas tanto con Auxilito. ¿Es verdad?
No lo puedo creer Chanita, pues yo sé que a las buenas amiguitas tú no las
abandonas. Dime ¿Cómo andamos de cuentas? ¿Ya divides? Supongo que si;
ya me contarás estas cositas que tanto me agradan.
¿Qué talla feilla de Fefita? ¿Ha crecido mucho? Dile que estoy enfadada
con ella, pues veo me va olvidando; se conoce que desde que es titi, está muy
atareada.
Y tus hermanitos ¿Están en la Antigua? Dales muchos recuerdos, asi
como también a tus papás, abuelos y tios.
En este correo, recibirás carta de tu amiguita de Colungo. Contéstale
pronto y cuéntale muchas cosas, pues de lo contrario te tiraré las orejitas
cuando vaya por ahi.
Adiós fea. Da un beso muy fuerte a la niña de Chana; muchos recuerdos
a todas las niñas de la escuela; infinitos al simpático Agustín y tú recibe un
millón de besos de tu amiguita que no te olvida, aunque tú ya no la quieras
Esperanzall
La aragonesa emite efusivas protestas de cariño, ante la demanda de
Chanita, que nunca se cansa de reclamarlo. Pero Esperanza aprovecha para
introducir, con el cebo del cariño, el anzuelo del interés por los estudios:
«¿ Ya divides? Supongo que sí; ya me contarás estas cositas que tanto me
agradan.» A un interés personal que suena ciertamente sincero, la maestra
añade lo que parece un interés profesional llevado más lejos de lo que el
océano que separa a las corresponsales parecería permitir. Se puede decir
Alfredo Jiménez Eguizábal et alii (coord.), Etnohistoria de la escuela. XII Coloquio Nacional
de Historia de la Educación. Burgos, 18-21 junio 2003, Burgos: Universidad de Burgos,
2003, pp. 723-739; pp. 725.
11 Carta de Esperanza Godé a Chanita Suárez, Colungo (Huesca), 19 de febrero de
1934.
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que, más allá del mero recurso a los temas comunes, un ingrediente fundamental
de su correspondencia con la escolar lo aporta la conciencia de
su responsabilidad en su educación, prolongada tras la mudanza.
Para mayo ha habido nuevo intercambio postal, y encontramos una
carta mutilada en su última parte:
Colungo 15 Mayo 1934
Srta. Chanita Suárez
Antigua
Mi muy querida Chanita: Habrás creido que me habia olvidado de ti, pero
no es así, guapa. Es que he estado enferma y aunque tenia muchos des [ ... ]
no podia escribirte.
Mi enhorabuena por haber pasado al otro grupo; estas not [ ... ] me demuestran,
que en la escuela de Antigua, en mi querida escuelita, existen aun
niñas aplicadas. Sigue así, Chanita y verás cómo te querrán todos. Supongo
que estarás muy contenta con Fefita, ya que ella es una niña buena; imítala y
cuando estéis juntitas, acordáos también de aquella Maestra que tanto os queria
a todas y que hoy tiene que conformarse con vuestras cartas, en lugar de
vuestros besos.
El pajarito de que me hablas, no sé yo a qué familia pertenecerá; pero era
muy bonito y no creo que me engañase al decirme que tú no querias tanto a
Auxilito.
Ya me contarás todas las cosas que tenéis para la exposición; aquí tenemos
también bastantes y las niñas están muy contentas. El dia de la Ascensión
hicieron la Primera Comunión; todas iban muy guapas y además otras niñas
iban vestidas de ángeles. Durante este mes de mayo, van todas las tardes
a la Iglesia y dicen muchos versitos a la Virgen. A estas niñas les gusta más
la Iglesia, que os gustaba a vosotras.
Por hoy, no te escribiré más. Darás muchos recuerdos a tus papás y hermanitos.
A las Srtas. de BerrieJ, las saludarás también y con muchos besos
para todas las niñas de la escuela, te envia [ ... ]12.
Al intercambio de noticias sobre la marcha escolar en Colungo y en Antigua
se añade algún comentario por parte de quien más adelante se confesará
católica militante, acerca del relativamente escaso interés por los ritos
cristianos que era y hoy sigue siendo 'característico de la sociedad canaria.
Al cabo de un curso escolar, hay una amplia laguna en la correspondencia
conservada; amplia, pero no definitiva. Las últimas misivas que nos
han llegado serán tres años posteriores. Pero entre tanto habrá grandes
cambios en la vida de Chanita Suárez.
12 Carta de Esperanza Godé a Chanita Suárez, Colungo (Huesca), 15 de mayo de 1934.
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4. EL TRASLADO A GRAN TARAJAL. ESTUDIANTE FRUSTRADA
Al término del siguiente curso escolar, la familia de don Vicente Suárez
Ruiz mudó su residencia del municipio de Antigua al de Tuineje, y más
en concreto al puerto de Gran Tarajal. Había llegado la crisis a los hornos
de cal de don Juan Suárez en La Guirra: ya resultaba difícil ignorar las reivindicaciones
de algunos obreros que -eran tiempos de la República- empezaban
a reclamar salarios más dignos y la sustitución de la jornada de sol
a sol por la de ocho horas. Además, resultaba demasiado costoso en tiempo
y en mano de obra embarcar la cal en la playa de La Guirra, en comparación
con Puerto de Cabras, que ya contaba con un muelle apropiado para
la exportación de la cal. El socio tinerfeño de don Juan Suárez decidió llevarse
el negocio a la capital de la isla, y en 1935 los hornos cerraron definitivamente
su actividad. Los padres de Chanita, por tanto, decidieron trasladar
en octubre de ese año su residencia a la pujante localidad de Gran
Tarajal, de donde era originaria la familia de doña Zoila; don Vicente
pronto llegaría a ser allí un ciudadano notable, y alcalde del municipio de
Tuineje durante los años de la guerra. Con ellos llegó Chanita Suárez a la
que desde entonces hasta hoy ha sido su residencia.
Al llegar a Gran Tarajal, Chanita había empezado a estudiar en la Escuela
de Niñas número I de la maestra doña María Lucía de Saá Quesadal3.
Luego vinieron las clases particulares con don José Jiménez, un
granadino que se dedicaba a la enseñanza en la localidad. En 1937, ya en
plena Guerra Civil, se presentó Chanita en Las Palmas al examen de ingreso
para cursar estudios de Bachillerato l4. La presentaba don José, junto
con un grupo de chicas estudiantes que había en Gran Tarajal, y aprobó.
Pero, desgraciadamente, este maestro regresó a su tierra natal al poco
tiempo, una vez tomada Granada por las fuerzas rebeldes, y Chanita quedó
sin nadie que le diese clases en Gran Tarajal. En ese punto se suspendieron
sus estudios.
Recuerda Chanita que durante muchos meses, todas las tardes a la hora
de las clases, hacía «una llantina» pidiéndole a su madre le dejase ir a Tenerife,
donde residían sus tíos Carlos y Catalina, para asistir al colegio con
su prima y prolongar sus estudios; pero nunca consiguió convencer a sus
J3 Catalina GARCÍA, «Homenaje a la historia diaria». Canarias 7. edición Fuerteventura,
Las Palmas de Gran Canaria, lO de febrero de 2001, p. 30.
14 Ministerio de Educación Nacional, libro de calificación escolar de estudios de Bachillerato,
serie e, número 12.663, expedido en el Instituto Nacional de Enseñanza Media
de Las Palmas de Gran Canaria, 1 de junio de 1953, p. 5.
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padres: todo eran inconvenientes. «Vas a molestar a tus tíos», respondían
los padres, y Chanita replicaba: «Pues me ponéis interna». «No, que no tenemos
dinero», mentía doña Zoila. Estaba delante en cierta ocasión su tío,
el piloto de barcos don Juan Suárez, y le dijo a don Vicente: «Ponla a estudiar,
que yo me hago cargo de sus estudios: me basta sólo con que lleve
el nombre de mi madre»; pero todo era inútil. Don Vicente decía: «Si te
alejamos de nosotros, no te volvemos a ver más». «Al cabo del tiempo»,
recuerda la hija de don Vicente, «dejé de llorar y me resigné ... Pero leía
todo lo que caía en mis manos».
Más tarde comprendió, asegura, que la verdadera causa de la negativa fue
el haber sido la única hija entre cuatro hermanos, y la mentalidad de la época,
que miraba más por el qué dirán, si una chica soltera andaba sola lejos de sus
padres, que por la educación de las mujeres. Muchos siglos atrás, había afirmado
Teofrasto que a las mujeres sólo había de enseñárseles lo necesario para
gobernar el hogar, pues una educación avanzada las convierte en «chismosas,
perezosas y pendencieras»15. En palabras de Giorgio Cardona:
[ ... ] en todas las culturas la necesidad de instruir a una mujer nunca corre pareja
con la necesidad de instruir a un varón. Una mujer no tiene necesidad de
ser instruida (o, mejor dicho, tiene necesidad de no serIo), porque en lo referente
a las tareas institucionales que la sociedad les reconoce (procrear, criar
a los hijos, desarrollar actividades de subsistencia, pero siempre de un horizonte
doméstico con escasos contactos exteriores), la instrucción es inútil y
hasta dañosa (la mujer podría terminar haciendo mal uso de la instrucción y
ponerse a la par del hombre) 16.
5. DOS CARTAS MÁS DE DOÑA ESPERANZA: LA GUERRA CIVIL
A estas alturas, Esperanza Godé sigue escribiendo a Chanita, su antigua
alumna canaria, desde un nuevo destino en la provincia de Zaragoza. La
maestra, por lo que se desprende de sus cartas, había resultado desplazada
de Colungo -o de la escuela a la que estuviera asignada en ese momentopor
la guerra, que en la comarca del Somontano de Barbastro, que quedó en
zona republicana tras el Alzamiento y hasta marzo de 1938, resultó especialmente
cruel, particularmente para clérigos, maestros y otros profesiona-
15 Alberto MANGUEL, Una historia de la lectura, traducción de José Luis López
Muñoz, Madrid: Alianza, 2003 (Taranta: Knopf Canada, 1996), p. 314.
16 Giorgio Raimondo CARDONA, Antropología de la escritura, Barcelona: Gedisa,
1999 (Torino: Loescher, 1981), p. 92.
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les considerados de derechas por los milicianos anarquistas. Todavía leemos
con pavor el relato de la tortura y el asesinato públicos del obispo de
Barbastro y otros religiosos en agosto de 193617• Sin que sepamos cómo ni
cuándo se trasladó a la zona nacional, doña Esperanza se encuentra en mayo
de 1937 en Paracuellos de la Ribera «de paso», «hasta que la guerra termine
» y echando de menos a «aquellas niñas de mi escuela», que «son más
desgraciadas» por haber quedado del otro lado de la línea de combate.
Los apuros sufridos y la ideología ultraconservadora de la maestra quedan
claros en el texto de su primera carta de este año, que no conservamos
íntegra por haberse perdido su segunda hoja:
Paracuellos de la Ribera 24 Mayo 1937
Srta. Sebastiana Suárez
Gran Tarajal
Mi querida y nunca olvidada Chanita: Grande ha sido mí alegria al encontrarme
con una carta de la niña simpática y cariñosa conocida en Antigua
y convertida en una casi mujercita. Ya hace tiempo que las niñas de ahí tan
apenas me escriben, pero no es eso obstáculo para que yo me acuerde mucho
de ellas, más en estas circunstancias en que todos los buenos patriotas tenemos
la pesadilla de salvar a nuestra España. Tu cartita, llena de cariño, me ha
hecho llevar mi pensamiento a mi escuela de Antigua y te he visto con aquel
trajecito de flores rojas, adornado con rojo, con tus ojitos negros como la
mora, revolviendo toda la clase y terminando tus diabluras con el deseo tantas
veces repetido, de darme un beso. Y al mismo tiempo, mi alegria tenia un
poquito de tristeza, al pensar que hoy, te lo daria también muy a gusto, despues
de cuatro años que hará luego, que no nos hemos visto.
Afortunadamente vivo; de milagro, claro está, pero vivo y deseo vivir
hoy más que nunca, para ver a nuestra España libre de esos malos patriotas
que la han envilecido, y que nos han arrebatado seres muy queridos, que ya
no volveremos a ver, pero con cuya sangre se está lavando el honor de nuestra
España. Mucho hemos pasado y todavia ignoro lo que hemos de pasar;
pero éramos muy malos y Dios ha querido sometemos a esta dura prueba y
no hay más remedio que acatar su voluntad. Lo que si es necesario, que todos,
absolutamente todos, examinemos nuestra conducta y la mejoremos,
para que España pueda ser lo que queremos: una, libre y grande y sobre todo,
católica, verdaderamente católica [ ... ]18.
17 Gabriel CAMPO VILLEGAS, «Sangre inocente. Los mártires misioneros de Barbastro
», en la página www.guerracivil.info, del portal barbastrino <www.barranque.com>,
abril de 2002, <http://www.barranque.comlguerracivil/sangreinocente.htm>.
18 Carta de Esperanza Godé a Chanita Suárez, ParacueJlos de la Ribera (Zaragoza), 24
de mayo de 1937.
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Al parecer, es Chanita quien retoma la correspondencia pasados los
años. Pese al carácter de confidencia amistosa que adquiere la carta -en
comparación con las anteriores, dirigidas a una corresponsal aún niña-, por
el tono y por el· contenido se echa de ver que la guerra lo tiñe todo de tristeza
y extremismo, incluso una cariñosa y duradera relación epistolar: la
guerra todo lo ocupa en el fragmento conservado de esta carta. La siguiente
es la última que nos ha llegado de la que fue primera maestra de Chanita,
cuando ésta, transcurridos más de cuatro meses desde la anterior, es ya una
joven de casi quince años que, como vimos, acaba de aprobar el examen
de ingreso para el Bachillerato; ninguna de sus otras exalumnas siguen escribiendo
a doña Esperanza:
Paracuellos de la Ribera 5 de Octubre de 1937
Srta. Chanita Suárez
Gran Tarajal
Querida Chanita: Como algo inesperado, llegó tu amable cartita, acompañada
de tu foto, que no sabes cuánto te agradezco. La contemplé largo rato
y acabé por deducir que estás completamente transformada; has dejado de ser
la niña revoltosa (siempre simpática), para pasar a ser una ... niña también,
pero niña juiciosa, que une a sus buenas cualidades, la de ser muy aplicada,
como has demostrado.
Mi enhorabuena por tu primer triunfo en los estudios; que ello te anime
a ser muy estudiosa, para que veas coronado tu esfuerzo con la satisfacción
que produce el cumplimiento del deber. Además, harás muy bien en estudiar
al lado de tus papás hasta que te sea posible, pues de este modo les proporcionas
un consuelo que hoy por hoy no pueden darles tus hermanos.
Quedo enterada de cuanto me dices con respecto a tus amiguitas; sí que
son niñas aprovechadas; lástima no estar yo por allí para tirarles de las orejas;
por más que el tiempo pase sin damos cuenta; sin embargo, yo te aconsejo,
que no pierdas el tiempo todavia, porque seria en perjuicio tuyo.
Por estos frentes de Aragón creo que hay algunos muchachos de la Antigua:
Dios quiera no les ocurra nada, en las importantísimas operaciones que
pronto habrá.
Te agradezco el interés que me demuestras; hasta la fecha, puedo asegurarte
que no me ha pasado nada; no sé lo que ocurrirá en adelante, aunque espero
que nuestra Virgen del Pilar, nos seguirá protegiendo como hasta ahora.
Continuo en esta escuela, hasta que la guerra termine, que creo será
pronto. Tengo ya muchas ganas, para ver qué ha sido de aquellas niñas de mi
escuela, a las que recuerdo hoy más que nunca, porque son más desgraciadas.
Si vas a la Antigua, le dices a Marinita, a Auxilio y Salvadora, que como
son tan ingratas, que ya no se acuerdan de mi nada.
Por hoy no puedo complacerte enviándote mi foto, porque aquí no tengo ninguna,
porque como estoy de paso ... Sin embargo, te prometo una para pronto.
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Da un saludo muy cariñoso a tus papás y muchos recuerdos a tus tías y
amiguitas de la Antigua. Y tú, recibe muchos besos de tu amiguita que mucho
te quiere,
Esperanza 19
A diferencia de Fuerteventura, que vive la guerra desde la retaguardia,
en Aragón el frente queda muy cerca y las consecuencias de sus acciones
no sólo tocan a los combatientes. En este sentido, Chanita Suárez parece
ser en algún momento para Esperanza Godé algo similar a las madrinas de
guerra que aliviaron los padecimientos de los combatientes de ambos bandos
por medio de una generosa correspondencia: la maestra, aunque no
combata, siente intensamente los males de la guerra, que tiene tan próximos,
y las palabras de su exalumna le suponen una paz que llega desde un
pasado que recuerda feliz y desde un ámbito geográfico muy otro, notoriamente
apartado del conflicto. Como los soldados a sus madrinas, en sus
cartas la docente escribe sobre su actitud ante la muerte, su visión del enfrentamiento,
la paz que vendrá, etc.20. Junto a los asuntos de la guerra,
leemos en la correspondencia de doña Esperanza las noticias de los estudios
(truncados para Chanita, como hemos visto, poco después, con la marcha
de Gran Tarajal del maestro don José Jiménez) y otras confidencias
propias de la edad de la receptora. La maestra anima a la joven majorera a
perseverar en sus estudios, y procura -siempre dentro del orden establecido-
hacerle ver que son compatibles sus deseos de estudiar y los de sus
padres de que no abandone el hogar familiar. Las invocaciones religiosas
acompañan a las llamadas al buen comportamiento.
6. CONCLUSIONES
En el intercambio epistolar hemos comprobado, por un lado, cómo la
relación entablada entre Chanita Suárez y Esperanza Godé no se ciñe a lo
19 Carta de Esperanza Godé a Chanita Suárez, Paracuellos de la Ribera (Zaragoza), 5
de octubre de 1937.
20 Cf. Manuel DE RAMÓN Y Carmen ORTIZ, Madrina de guerra. Cartas desde el
frente, próJ. de Dulce Chacón, Madrid: La esfera de los libros, 2003, pp. 74-77; y, para otros
contextos, Augusta MOLINARI, La buona signora e i poveri soldati. Lettere a una madrina
di guerra (1915-1918), Torino: Paravia/Scriptorium, 1998; y Martyn LYONS, «Los
soldados franceses y su correspondencia. Hacia una historia de las prácticas de la cultura
escrita en la primera guerra mundial», en Antonio Castillo Gómez (coord.), La conquista
del alfabeto. Escritura y clases populares, Gijón: Trea: 2002, pp. 225-245; 230-231.
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esperable entre alumnos y maestros. Podemos hablar de cercanía entre los
modelos educativos en situaciones de aculturación y los de la Fuerteventura
de principios del siglo XX, cuyos docentes provenían en casi todos los
casos del exterior, y cuyo sistema de enseñanza tenía más bien poco en
cuenta la realidad majorera de la época. Se trataba de una isla semidesértica
en medio del océano, dependiente de una agricultura deficitaria -debido
a la hostilidad del clima- y de los subsidios del estado, sometida a un
fenómeno de doble insularidad con respecto a la Península y a las islas capitalinas
y, por ende, a un casi absoluto olvido por parte de los distintos escalones
de la administración. El caciquismo posiblemente más arraigado
de cuantos se dieron en la España del siglo pasado, el analfabetismo endémico
y las grandes diferencias socioeconómicas entre los poderosos y los
débiles contribuían a hacer el contexto educativo semejante al de un pueblo
colonizado.
En estas condiciones, la escuela debía proporcionar a los hijos de los
majoreros escaso estímulo, incluso entre quienes, por su posición social,
podían sacar provecho de sus beneficios. Dado el carácter caciquil e inamovible
de las relaciones de poder, la enseñanza debía carecer absolutamente
de interés para los hijos de los campesinos21 , y para los hijos de los
poderosos, más proclives a los estándares de la cultura dominante, tampoco
ejercería suficiente atractivo por no ser necesaria como mecanismo
de reproducción de las estructuras sociales. Si, como Bourdieu ha establecido,
en las sociedades modernas las elites económicas han adoptado la
institución escolar como modo de reproducción social a fin de perpetuar su
predominio, en la sociedad majorera de los años veinte y treinta el modo
de reproducción social vigente seguía siendo a grandes rasgos el familiar22,
21 En sentido parecido aunque para un contexto muy diferente, la Alcalá renacentista,
se expresa Antonio CASTILLO GÓMEZ, Escrituras y escribientes. Prácticas de la cultura
escrita en una ciudad del Renacimiento, Las Palmas de Gran Canaria: Gobierno de
Canarias y Fundación de Enseñanza Superior a Distancia, 1997, p. 270: «¿Qué necesidad
de escribir tenían los pobres sin oficio o los trabajadores no cualificados cuando muchos
días ni siquiera tendrían algo que llevarse a la boca [ ... ]? Para ellos la escritura ni era instrumento
de una impensada promoción social, ni tampoco formaba parte de sus menesteres
cotidianos».
22 Pierre BOURDIEU, «Los poderes y su reproducción», en Honorio M. Velasco Maíllo,
F. Javier Garda Castaño y Ángel Díaz de Rada (ed.), Lecturas de antropología para educadores.
El ámbito de la antropología de la educación y de la etnografía escolar. 2.a ed. revisada,
Madrid: Trotta, 2003 (1993), pp. 389-429; originalmente, en Bourdieu, La noblesse
d'État. Grandes écoles el esprit de corps, París: Minuit. 1989, pp. 373-427. Véanse ejemplos
palmarios de la institución matrimonial como vínculo socioeconómico en el contexto de Fuerte
ventura y de la familia de Chanita Suárez en CALBARRO, ob. cit., pp. 22-25 Y 39-42.
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de fonna que el aprovechamiento escolar quedaba sujeto al interés personal
del educando; la fortuna social, lejos de depender del éxito en la escuela,
estaba más bien ligada, prácticamente en todos los estratos sociales,
a las alianzas matrimoniales entre los herederos de las diversas familias 23,
un rasgo social impuesto, por otra parte, por el aislamiento característico
de la sociedad majorera24. La relación entre el maestro peninsular y los
alumnos majoreros se situaba así, dada la impenneabilidad de las estructuras
sociales de la población educanda a los fines del sistema educativo,
en un contexto probablemente muy cercano a la aculturación. Chanita Suárez
lamenta amargamente en sus memorias cómo sus hennanos, que tuvieron
la oportunidad de estudiar que ella no tuvo de pequeña (recordemos
que el mayor fue enviado a Gáldar sin resultados), no la aprovecharon.
Sin embargo, la particular relación establecida por Chanita con su primera
maestra -al igual que la admiración expresada en sus memorias por
los demás maestros y profesores con los que se relacionó a lo largo de su
vida- se beneficia de la enorme distancia que separa a doña Esperanza del
maestro aséptico y frío que retrató Arguedas y, en mayor grado, de la -por
otra parte interesante- figura del maestro como enemigo que Wolcott caracteriza
y propone como estrategia educativa realista en los contextos
educativos de aculturación antagonista25 . Por su parte, consciente de lo excepcional
de la receptividad de Chanita ante la enseñanza, dado su entorno
social, Esperanza Godé prolonga su acción de refuerzo educativo a través
de las cartas, estableciéndose así una relación que sólo a veces se da entre
alumnos especiales y maestros ciertamente especiales. En las cartas comprobamos
cómo doña Esperanza pasó de la instrucción verbal y presencial
a la escrita a distancia, manteniendo siempre una misma posición de cariñosa
autoridad y un interés por educar ante todo. La aragonesa, por simpatía
o sentido del deber, preservó a distancia el estatus y la función que la
administración educativa le había encomendado años atrás en la lejana An-
23 «El interés que pone un agente (o clase de agentes) en los estudios (y que con el capital
cultural heredado, del que depende en parte, es uno de los factores más poderosos del
éxito escolar) no depende solamente del éxito escolar real que obtenga o que se le descuente
(es decir, de sus oportunidades de éxito según su capital cultural), sino también del grado
en el que su éxito social dependa de su éxito escolar», afirma lúcidamente BOURDIEU, arto
cit., p. 404.
24 Vicente MARTÍNEZ ENCINAS, La endogamia en Fuerteventura, Las Palmas de
Gran Canaria: Mancomunidad de Cabildos, 1980.
25 Harry F. WOLCOTT, «The Teacher as an Enemy», en George D. Spindler (ed.),
Educational and Cultural Process. Toward an Anthropology of Education, Nueva York:
Holt, Rinehart and Wiston, 1974, pp. 411-425.
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tigua. El medio para que esto fuese así fue, paradójicamente, la correspondencia
privada. No obstante, doña Esperanza se ajustó siempre al rango de
colaboradora a distancia con respecto al trabajo de su sucesora en la escuela
de Antigua, y tres años después limita su actuación --como es lógico
y exigible, por otra parte- a procurar la conformidad de Chanita con la
suerte que le determinan sus padres.
La maestra ejerce por carta, y a su cariñoso modo, una labor de refuerzo
que, si bien no podríamos calificar de docente stricto sensu, sí tiene
que ver bastante con el desempeño de los actuales psicopedagogos, en
cuanto tuvo en cuenta los aspectos afectivos, emocionales y relacionales de
la actividad escolar de Chanita, como ponen de manifiesto los pasajes de
sus cartas en que le expresa gran cariño, se interesa por sus amistades, le
alaba los éxitos o la insta a perseverar. No podemos hablar de una verdadera
relación a distancia entre preceptora y discípula, dado que no existen
ni un plan ni unos contenidos concretos; pero sí de una evidente tarea de
apoyo.
Es necesario, por último, destacar la expresión de la intimidad por medio
del intercambio de cartas como actividad característica del sexo femenino
en una sociedad de tipo patriarcal y dotada, aunque sólo fuese parcialmente,
de escritura. ASÍ, la correspondencia entre Esperanza Godé y
Chanita Suárez supone también una cala en la vida privada de dos mujeres:
una, maestra y víctima de la crueldad de la Guerra Civil; la otra, perteneciente
a un ámbito social marginal con respecto al conjunto canario y
español en aquel primer tercio y, prácticamente, a lo largo de los tres primeros
cuartos del siglo Xx. Tal y como se ha dejado escrito,
recuperar sujetos femeninos que escriben y leen permite objetivar, a la luz de
sus usos de lo escrito, esa experiencia de vida que las formas tradicionales de
hacer historia ocultan. También interpretar lo que dichos usos suponen para
las mujeres atendiendo sobre todo a los contenidos. E intentar reconstruir esas
trazas que, si bien todavía dispersas y poco conocidas, indican la existencia
de una memoria femenina del escrit026.
Elementos como la dificultad en el acceso a la educación o la libre
expresión del cariño hacen de estos documentos buen ejemplo de la cultura
escrita de las mujeres de su época. Pero, además, y lo que es más im-
26 María del Mar GRAÑA CID, «¿Leer con el alma y escribir con el cuerpo? Reflexiones
sobre mujeres y cultura escrita», en Antonio Castillo Gómez (coord.), Historia de la
cultura escrita. Del Próximo Oriente Antiguo a la sociedad informatizada, Gijón: Trea,
2002, pp. 385-452;p.388.
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portante, las cartas constituyeron en sí mismas un instrumento de defensa
de una mujer en particular contra los prejuicios y las carencias sociales y
familiares de la época y lugar que le tocó vivir: contra la ausencia materna,
contra la interdicción del estudio, contra el monopolio social del
varón27 •
27 Con treinta y un años, pese a la oposición paterna y a las dificultades enfrentadas
por una mujer en una sociedad exclusivamente masculina, profundamente tradicional y mayoritariamente
iletrada, Dolores Sebastiana Suárez López obtuvo su título de Practicante, y
con treinta y dos el de Bachiller Superior. A la edad de cuarenta y nueve se hizo maestra
nacional. Yen 1985, ya con sesenta y dos años, y cuando en Fuerteventura la titulación superior
era extremadamente infrecuente incluso entre los varones, se licenció en Psicología,
carrera que iba a ejercer entre 1996 y 2002, una vez jubilada de su profesión de practicante
y ATS (cf. CALBARRO, ob. cit., passim). Sirva su trayectoria como colofón a este trabajo
y homenaje a la sensibilidad de maestros como doña Esperanza Godé.
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Chanita Suárez (en brazos de don Vicente Suárez), sus padres y sus hermanos
en La Guirra, hacia 1925
Chanita Suárez adolescente
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El industrial don Juan Suárez Rodríguez
Una de las cartas de doña Esperanza
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