PRESENCIA IBEROAMERICANA
EN CANARIAS EN LOS AÑOS 80.
(LA DÉCADA PERDIDA DE LATINOAMÉRICA)
RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ
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l. INTRODUCCIÓN
Se puede afirmar con rotundidad que la presencia de ciudadanos extranjeros
en el Archipiélago ha sido una constante a lo largo de su historia.
Su importancia numérica ha sido discreta si bien su influencia económica
y social ha sido en algunas etapas muy relevante. En los primeros años de
la década de los ochenta la población extranjera residente en Canarias era
bastante modesta puesto que no alcanzaba siquiera el 2 por ciento l sobre el
conjunto de los canarios censados en 1981. Pero su crecimiento se empieza
a hacer notar a partir de entonces toda vez que pasa en pocos años (1982-
1984) de 22.571 a 27.358 personas, con lo que representaba el 12,08% de
los extranjeros que residían en España.
Por continentes de procedencia, los aportes foráneos de recursos humanos
llegaban en orden de mayor a menor desde Europa, América, Asia y África.
Por entonces, los procedentes de Europa eran ya mayoría puesto que representaban
el 69,06% del total extranjero asentado en Canarias y el 12,49% de
los europeos censados en España. Los americanos constituían el segundo
grupo más importante, mientras que los asiáticos se erigían en el tercero
puesto que suponían el 13,22% sobre el conjunto extranjero residente en las
islas y el 20,44% de todos los acogidos en España. En tanto que la presencia
en Canarias de los asiáticos era entonces relevante en términos comparativos
con las demás comunidades españolas. A su vez los africanos tenían una escuálida
presencia, mientras que la lejana Oceanía y clasificados como apátridas
(o «sin especificar») ofreCÍan sus casilleros prácticamente deshabitados.
Los resultados del censo pusieron finalmente las cosas en su sitio. El
número de extranjeros reglamentariamente inscrito en Canarias como población
de derecho pasó a ser de 31.678 personas de acuerdo con el censo
1 En 1982: 1,56%; 1983: 1,72%; y en 1984: 1,89%.
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oficial de 1.9912, un 15,8% más en relación con las cifras de 1984. Esa
cantidad revela una relación de 2,12 extranjeros por cada cien isleños.
Ahora bien, si observamos el peso poblacional que tiene el colectivo de referencia
en cada isla con respecto al total que representa este contingente
foráneo en el Archipiélago, veremos en primer lugar que reside en Tenerife
el 52 por ciento y en Gran Canaria el 31 por ciento, distribuyéndose el
resto (17%) entre las restantes cinco islas periféricas3
. Sin embargo, la proporción
de población extranjera sobre el total de efectivos de derecho de
cada isla varía muy poco, pudiendo ir desde un máximo de 3,5 por ciento
en El Hierro hasta un mínimo de 1,5 por ciento en Gran Canaria. Dentro
de cada isla, la distribución por municipios de los extranjeros residentes
varía también muchísimo según se trate de espacios municipales hiperterciarizados
por las actividades turísticas (como sucede en San Bartolomé de
Tirajana, Mogán, Tías, Puerto de La Cruz, Adeje, Santiago del Teide, La
Cuadro 1
Población extranjera según el lugar de nacimiento (1991)
Lugar de Nacimiento En cifras absolutas En %
Europa 18.678 59,8
América: 7.126 22,4
a) Norte 303
b) Centro 751
c) Sur 6.072
Asia 3.269 10,4
África 2.295 7,3
Oceanía 29 0,1
Fuente: Censos de población y viviendas. Canarias 1991. Población extranjera. Instituto
Canario de Estadística. Mayo de 1995. Elaboración propia.
2 INSTITUTO CANARIO DE ESTADÍSTICA: Censos de población y viviendas. Canarias
1991. Las Palmas de Gran Canaria, mayo de 1995,49 pp.
- Censos de población y viviendas. Canarias 1991. La población. Características
principales. Las Palmas de Gran Canaria, 1993, 232 pp.
3 La tendencia hacia un mayor equilibrio interprovincial en la distribución de este contingente
se aprecia en que las islas occidentales absorbían en 1982 al 55,6% de la colonia
extranjera establecida en Canarias, cifra que se reduce en 1984 a 52, l % Y continúa haciéndolo
en los siguientes años.
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Oliva, Pájara, etc.), o de municipios con economía tradicional (Llanos de Aridane,
Frontera, El Paso o La Aldea de San Nicolás). Las capitales insulares,
especialmente las de las dos islas centrales, por sus propias condiciones socio-
económicas constituyen también un foco de atracción relevante.
Como se señaló anteriormente, por continentes de procedencia (cuadro
n.o 1), sobresalen en primer lugar los extranjeros originario~ de Europa que
ahora suman unas 18.959 personas (al tiempo que un elevado porcentaje
del 59,8 % sobre el conjunto de los inmigrados)4, con un crecimiento de
1,8% respecto de 19845. La amplia representación del «Viejo Continente»
se explica, en buena parte, por las lógicas relaciones económicas y sociales
establecidas durante las últimas décadas de historia compartida en
donde la libertad de movimientos de personas, valores y mercancías han
cobrado un notable protagonismo. Este contingente mayoritariamente comunitario
tiene, además, la peculiaridad de distribuirse desigualmente entre
las siete islas, concentrándose en las dos capitalinas (Tenerife y Gran
Canaria) que absorben porcentajes del orden de 60,5 y 39,5 por ciento respectivamente.
Como nación de partida destaca llamativamente Alemania
puesto que el número de ciudadanos de esta procedencia registrado en el
censo de 1991, en calidad de residentes en el Archipiélago, supera con creces
al de las restantes nacionalidades europeas.
A bastante distancia, con sólo un 22,4 por ciento del total de extranjeros,
le sigue el subgrupo inmigratorio procedente de América que, desagregados
en el referido censo en tres regiones, agrupa a los llegados desde
el Norte, Centro y Sur respectivamente. Sumados los centroamericanos y
sudamericanos constituyen amplia mayoría puesto que suponen nada menos
que un 95,74 por ciento, que en cifras absolutas vienen a ser 6.823 de
un total de 7.126 americanos. Por las diversas vicisitudes históricas compartidas,
Latinoamérica significa mucho para Canarias. Siempre hemos escuchado
aquel dicho de que Canarias tiene su cabeza en Europa, su corazón
en América y sus pies en África. Es por esta última razón por la que a
los originarios de las repúblicas iberoamericanas, residentes en estas islas
a las que llegaron entre 1981 y 1991, dedicaremos por entero el presente
trabajo como primera entrega de un estudio más amplio que pretende analizar
su evolución hasta el 2005.
4 Este subgrupo estaba formado en 1984 por 18.621 personas que suponían el 68,06%
de los extranjeros en Canarias y el 12,49% de los europeos en España.
5 Los acontecimientos de finales de los años 70 y gran parte de la década de los 80 se
pueden documentar en fuentes delINE: «Migraciones: resultados por CC.AA». Años 1982-
1984. Estadísticas Básicas de Canarias. 1980-1985. CEDOC, tomo 1.0.
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Más reducido aun es el colectivo de extranjeros naturales de Asia que
está representado por unas 3.269 personas que vienen a significar un 10,4
por ciento del colectivo foráneo. Se compone básicamente de hindúes, coreanos,
filipinos, japoneses, chinos, palestinos, pakistaníes, sirios y libaneses.
Este subgrupo está en retroceso en términos absolutos y relativos
como consecuencia de la marcha de las flotas pesqueras de Corea del Sur
y especialmente de la de Japón, unido a la crisis del comercio hindú en sus
típicos bazares de productos electrónicos y ópticos. Con anterioridad, a
mediados de los ochenta, su presencia era mayor puesto que contaba con
el 13,22% de los extranjeros residentes en las islas y el 20,44% sobre el
conjunto de los asiáticos establecidos en España.
Pese a la proximidad geográfica y las lógicas relaciones de vecindad,
en los 80 la presencia africana en Canarias era de sólo 672 personas; pero
esta cifra suponía nada menos que un 8,76% de los africanos censados en
España y sólo un 2,45% de los extranjeros avecindados en nuestras islas.
Pues bien, este colectivo experimenta un crecimiento espectacular en pocos
años6 si bien en orden de importancia numérica se sitúa en 1991 en un
alejado cuarto grupo, con tan sólo 2.295 inscripciones que viene a representar
un débil 7,3 por ciento sobre el total de extranjeros residentes legalmente
en el Archipiélago. Más tarde, en los años noventa del siglo que
acaba por concluir, Marruecos absorbe prácticamente gran parte de la representación
africana erigiéndose en el tercer país en cuanto aporte extranjero
al Archipiélago, lógicamente después de Alemania y Venezuela.
2. LA COLONIA IBEROAMERICANA EN CANARIAS
A principios de los ochenta el colectivo foráneo más importante después
del europeo fue el americano con un 15,41 % de los extranjeros censados
en las islas, que a su vez representaban el 8,46% del total de americanos
residentes en España. La presencia de estos últimos aumentó
rápidamente entre 1982 y 1984 al pasar de 3.667 a 4.258 personas, siendo
la provincia occidental la preferida por aquéllos como lugar en donde establecerse.
El 85% de los originarios del Nuevo Mundo procedía de las repúblicas
iberoamericanas. Tal es así que si comparamos a los iberoamericanos
instalados en Canarias con los que entonces estaban establecidos en
España arroja un porcentaje de 9,36%. Del conjunto de la colonia iberoa-Ó
Los africanos residentes en Canarias a principios de los 80 pasaron de 549 a 672 personas.
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mericana, la mayoría (exactamente 64,32 de cada cien) estaba compuesta
por sudamericanos procedentes de sus diez repúblicas, destacando países
de procedencia como Venezuela (910), Argentina (586), Chile (573), Colombia
(178), Uruguay (145), Perú (140) y Ecuador (120). El resto se distribuye
entre Bolivia, Brasil y Paraguay. De las repúblicas centroamericanas
llegaron unas 813 personas (19,1 %) casi todas de la isla de Cuba (711)
Y el resto de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua,
Panamá, Haití y República Dominicana. Los agregados procedentes
de Estados Unidos y Canadá conformaban una colonia de 701 personas
(16,46% del subgrupo americano).
Como ya se expuso anteriormente, al finalizar la década de los ochenta
el panorama era el siguiente: los originarios de Mesoamérica y Sudamérica
representaban en 1991 un 21,5 por ciento del contingente extranjero destacado
en Canarias (creció más de 6 puntos respecto de 1984), a la vez que
suponían el 95,7 por ciento del total continental. Esos datos ponen de manifiesto
la debilidad de la presencia norteamericana en nuestras Islas;
mientras que, por el contrario, las intensas relaciones canario-latinoamericanas
justifican de forma muy clara, una vez más, la supremacía relativa
del amplio e influyente grupo iberoamericano.
La mayoría de estos latinoamericanos arribaron al Archipiélago canario
en fechas muy recientes, como lo demuestra el que haya sido en la última
década (es decir, entre 1981 y 1991) cuando se han venido instalando
nada menos que el 66,7 por ciento de este sub grupo y que terminó el decenio
acumulando un total de 4.456 personas. El ritmo medio de entradas
efectuadas en esa década se elevó a unas 414 personas por año, sobresaliendo
anualidades excepcionales como las de 1989 y 1990 en que se produjeron
nada menos que 838 y 1.238 arribadas respectivamente7.
7 DOMÍNGUEZ MUJICA, J. (1996): La inmigración extranjera en la provincia de
Las Palmas. Cuadernos Canarios de Ciencias Sociales n.o 32, Las Palmas de Gran Canaria,
pp. 90, 92 Y 216-249.
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Cuadro 2
Iberoamericanos en Canarias: su distribución por islas (1991)
A. Central Total Lanz. Fuert. G.Can. Tener. E. Hierro L. Gom. L.Palma
Cuba 469 16 2 261 57 2 1 30
Otros 282 26 15 93 136 - 1 11
Total 751 42 17 354 293 2 2 41
A.Sur
Argentina 1.178 88 39 595 426 11 6 13
Venezuela 3.556 35 22 363 2.622 103 31 372
Otros 1.338 76 35 687 506 1 3 30
Total 6.072 199 96 1.645 3.554 115 48 415
Fuente: Censos de población y viviendas. Canarias 1991. Población extranjera. Instituto
Canario de Estadística. Mayo, 1995. Elaboración propia.
En la composición por sexos se aprecia un mayor escoramiento hacia
las féminas. En efecto, tanto si se trata del colectivo centroamericano como
del sudamericano, las mujeres aventajan a los hombres en diez puntos de
diferencia. Más adelante ofreceremos alguna explicación sobre esta asimetría
en la distribución de los sexos del referido contingente que tiene
mucho que ver con la demanda laboral que se está consolidando en el espacio
de acogida.
Por procedencias, si desagregamos las áreas geográficas que lo componen,
comprobaríamos que la representación centroamericana se establece
en sólo unas 751 personas (la mayoría mujeres), que por esa razón
obtiene un escuálido porcentaje de 11 por ciento sobre el conjunto iberoamericano.
El país que mayor participación obtiene en estos flujos migratorios
es la República de Cuba, con el 66,5 por ciento del total centroamericano.
Este colectivo, producto del poderoso componente de cruces familiares,
fuertemente arraigado a ambas orillas del Atlántico, se concentra
preferentemente en las dos islas centrales (Gran Canaria y Tenerife), de
forma que un resto irrelevante en cuanto a su número (13,8%) se distribuye
entre las demás islas periféricas. La colonia cubana en Canarias se nutre de
emigrantes retomados con su descendencia, así como de personas que buscan
mejorar sus condiciones de vida y de disidentes del régimen político
vigente desde 1959 en aquella isla caribeña (cuadro n.o 2).
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Más numeroso es el conjunto sudamericano con 6.072 componentes,
en los que de nuevo se repite una mayor presencia femenina, con 7 puntos
de ventaja sobre el total de varones. Este último contingente se reparte asimétricamente
entre las dos provincias e islas. Solamente la isla de Tenerife
absorbe al 58,5% de este colectivo. A su vez, las islas occidentales de La
Gomera, El Hierro y La Palma, que configuran la provincia de Santa Cruz
de Tenerife, acogen a amplios grupos de sudamericanos, obteniendo por
ello una clara supremacía en comparación con las Canarias orientales.
Por países de origen, la República de Venezuela es la que mayor número
de emigrantes (sin duda, descendientes a su vez de antiguos emigrantes
isleños) tiene censados en Canarias respecto del contingente sudamericano,
con nada menos que un 58,5 por ciento. A los procedentes de
Venezuela se les localiza mayormente en las Canarias occidentales por ser
esta parte del Archipiélago la que más estrechamente está ligada a ese país.
Los 3.136 canario-venezolanos no constituyen más que una pálida expresión
de algo más profundo e indefinible de una vinculación secular, que se
resume sencillamente en el sobrenombre de «Octava Isla», afortunada expresión
con que aquí se reconoce también a la entrañable república llanera8•
Argentina es la cuna de otro grupo relevante de inmigrantes que se distribuye
básicamente por las dos capitales canarias, siendo sensiblemente
menor su presencia en las islas no capitalinas. La dictadura militar y las
crisis económicas sucesivas alientan este flujo en donde no faltan tampoco
los reencuentros familiares.
En resumen, el conjunto de inmigrantes iberoamericanos se presenta
en nuestras islas diferenciándose en dos grupos: americanos del Centro y
del Sur de América. El primero es como hemos visto muy reducido, mientras
que el segundo es más abultado por la elevada participación de venezolanos
y argentinos. Ambos flujos tienen en común el alto porcentaje representado
por féminas. Venezuela, Argentina y Cuba son, por ese orden,
los países americanos que mayor aportación de recursos humanos hacen a
Canarias entre 1981 y 1991 después de Europa. El destino preferente de
ese movimiento son las dos islas centrales y, dentro de éstas, son las respectivas
capitales provinciales y los municipios dinamizados por los servicios
turísticos los que absorben la mayor parte de esta corriente.
~ ASCANIO SÁNCHEZ, C. (2002): Los canarios en Venezuela. Identidad y diferencia.
Santa Cruz de Tenerife. 239 pp.
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2.1. RELACIÓN CON LA ACTIVIDAD ECONÓMICA
La estructuración de las categorías de esta variable (recogida en el cuadro
n.o 3) sigue las actuales directrices sobre medición del empleo establecida
por la O.I.T.9 y afecta, lógicamente, sólo a los mayores de 16 años. Se
trata de características de autoclasificación señaladas en los cuestionarios
del Censo de 1991 que fueron respondidas por un total de 4.930 trabajadores
iberoamericanos 10, es decir, un 81,2% sobre el total. De acuerdo con
las cifras que arrojaron se pueden establecer dos grupos bien diferenciados:
a) Población iberoamericana económicamente activa. Se trata de un
conjunto de 1.426 personas que suministraron mano de obra para la producción
de bienes y servicios económicos, o que estaban disponibles y hacían
gestiones para incorporarse a la actividad productiva; esto último es
lo que realizaban unos 407 trabajadores que estaban en paro forzoso, pero
buscaban empleo por primera vez, o el de otros 401 que carecían también
de empleo pero contaban con alguna experiencia laboral como asalariados
por cuenta propia y ajena. A todos ellos nos referiremos de nuevo en el
apartado 2.2.
b) Población económicamente inactiva. Se trata de un amplio conjunto
de 2.692 personas no autoclasificadas como ocupadas o paradas forzosamente.
Comprende a su vez seis subcategorías diferentes que son:
Un numeroso grupo de 130 jubilados que percibían una pensión en
concepto de jubilación o invalidez. Incluye a personas que anteriormente
tuvieron algún tipo de actividad lucrativa por la que cotizaron a la seguridad
social y que bien por la edad u otras razones la han tenido que abandonar,
siendo hoy en día sus medios de vida las pensiones que perciben.
9 Organización Internacional del Trabajo.
10 DOMÍNGUEZ MUJICA, J. (1996): La inmigración extranjera ... En este trabajo
su autora refiere en las páginas 135-136 como a principios de los años 90 solicitaron permiso
de trabajo o prórroga del mismo unos 22 mexicanos, 4 guatemaltecos, 4 salvadoreños,
8 nicaragüenses, 1 hondureño, 3 costarricenses, 1 panameño, 167 cubanos, 50 dominicanos,
153 colombianos, 20 ecuatorianos, 102 peruanos, 9 bolivianos, 19 paraguayos,
208 venezolanos, 164 uruguayos y 783 argentinos, que suman 2.092 latinoamericanos.
Esta cifra recoge ampliamente la procedencia de los inmigrantes latinoamericanos por
países que tramitan licencias laborales en la Delegación Provincial de Trabajo de Las Palmas.
Es también un indicador de la tensión creciente por introducirse en el mercado laboral
europeo.
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Cuadro 3
Población iberoamericana de 16 y más años y su relación
con la actividad económica (1991)
Situaciones laborales En cifras absolutas En %
Ocupados 1.426 ! 29,0
Parados en busca de empleo 407 8,3
Parados que han trabajado antes 401 8,1
Jubilados 130 2,6
Otros pensionistas 74 1,5
Incapacidad permanente 35 0,7
Escolares y estudiantes 605 12,3
Labores del hogar 1.630 33,1
Otras situaciones 218 4,4
Población contada aparte 4 0,08
Total 4.930 100,00
Fuente: Censos de población y viviendas. Canarias 1991. Población extranjera. Instituto
Canario de Estadística. Mayo, 1995. Elaboración propia.
A continuación le sigue en importancia un colectivo de personas clasificado
como «otros pensionistas» por recibir una pensión diferente de la
jubilación o invalidez. A lo mejor se trata de pensiones de viudedad, orfandad,
donativos asistenciales, benéficos o pensiones no contributivas.
Un total de 35 personas pertenecientes a esta corriente americana son clasificadas
como incapacitadas permanentemente para la actividad productiva.
A continuación se encuentra un grupo de 605 estudiantes o escolares
matriculados en cursos medios y superiores, que reciben una instrucción
sistemática en cualquiera de las escalas educativas que se imparten en Canarias.
A todos los anteriores se agrega un total de 1.630 personas que manifestaron
dedicarse a las labores del hogar por las que no percibían ninguna
remuneración. A este grupo pertenecen personas de ambos sexos,
siempre mayores de 16 años. Por su crecido número estamos ante el más
importante subgrupo latinoamericano enclavado dentro de los inactivos.
También apreciamos allí la existencia de 230 personas incluidas en el rubro
«otras situaciones» que engloba a 218 individuos económicamente no
activos y que no aparecen en los apartados anteriores. Se trata a menudo
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de menores no escolarizados, rentistas, o personas que tramitan la percepción
de algún tipo de prestación o asistencia benéfica. Finalmente queda
otro grupo minúsculo que corresponde a la denominada «población contada
aparte», que lo integran aquellos que están cumpliendo el servicio militar
obligatorio o que seguramente están realizando la prestación civil sustitutoria.
2.2. IBEROAMERICANOS MAYORES DE 16 AÑOS Y SU RELACIÓN
CON LAS DISTINTAS RAMAS DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA
La información para el análisis de este apartado procede del casillero
del formulario de la encuesta censal en donde se pregunta a los residentes
sobre la actividad ejercida y del establecimiento donde trabajó o trabaja la
persona informante (ISTAC, Censo de 1991). De acuerdo con las respuestas
aportadas, el colectivo latinoamericano (los de 16 y más años de edad),
que de verdad trabajaba entonces, alcanzó los 1.396 asalariados por cuenta
ajena o por cuenta propia (véase cuadro n.O 4). De todos ellos, la rama de
actividad de los servicios concentraba al 74,8 por ciento de los activos de
este sub grupo en Canarias. De este último dato se deduce que es el sector
terciario el que mejor integra laboralmente a estos inmigrantes residentes
en la sociedad insular, pero es también la expresión más clara de una estructura
económica en donde estas actividades alcanzan un tamaño desproporcionado
que evidencian, una vez más, su elevada dependencia externa
y su falta de diversificación.
A bastante distancia se sitúan los empleados en la industria y en la
construcción, que sólo absorben al 15,5 y al 9,0 por ciento de los activos
iberoamericanos. La agricultura, pesca y ganadería no dan empleo más que
al 3,7 por ciento de este colectivo. Menor aún es la capacidad de absorción
laboral que presentan las actividades encuadradas bajo el rubro de energía,
electricidad, gas yagua.
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Cuadro 4
Iberoamericanos de 16 y más años y su actividad económica
en Canarias (1991)
Actividades económicas En cifras absolutas En %
l. Agricultura, ganadería y pesca 52 3,7
2. Industria 160 11,5
3. Construcción 126 9,0
4. Energía, electricidad, agua y gas 14 1,0
5. Servicios 1.044 74,8
Total 1.396 100,00
Fuente: Censos de población y viviendas. Canarias 199/. Población extranjera. Instituto
Canario de Estadística. Mayo, 1995. Elaboración propia.
Comparativamente los iberoamericanos ocupados significan bien poco
en el conjunto de los asalariados extranjeros. Los trabajadores procedentes
de América Central y del Sur representan tan sólo un 16,24 por ciento del
total extranjero censado oficialmente. Lo componen hombres en su inmensa
mayoría, puesto que las mujeres de esa misma procedencia apenas
cuentan en el mercado laboral formal. En cambio, los trabajadores llegados
desde países de la Unión Europea prácticamente monopolizan con un
abultado 53,13 por ciento del conjunto del empleo regional orientado a los
extranjeros.
2.3. POBLACIÓN IBEROAMERICANA DE 16 Y MÁS AÑOS SEGÚN
PROFESIÓN
Esta variable se refiere a la clase de trabajo que efectuaban en las islas
unas 1.426 personas arribadas a nuestro Archipiélago que declararon estar
ocupadas al elaborarse el Censo de 1991 (cuadro n.O 5). La profesión así
entendida se circunscribe exclusivamente a la naturaleza del trabajo realizado
y no a la posible titulación académica alcanzada, ni a la situación profesional
desempeñada en la ocupación declarada.
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Cuadro 5
Iberoamericanos de 16 y más años ocupados por profesiones
Categorías profesionales Total V. M.
Profesionales y técnicos 300 214 86
Personal directivo. Gerentes 57 44 13
Personal administrativo 121 58 63
Comerciantes y vendedores 331 224 107
Servicios, hostelería, seguridad 280 157 123
Y trabajo doméstico
Agricultura, ganadería y pesca 26 21 5
Trabajos especializados 232 219 13
Construcción, industria y transportes 12 11 1
Peones y trabajadores no especializados 67 58 9
Total 1.426 1.006 420
Fuente: Censos de población y viviendas. Canarias 199/. Población extranjera. Instituto
Canario de Estadística. Mayo, 1995. Elaboración propia.
De acuerdo con los datos así obtenidos, el grupo iberoamericano que
realizaba algún tipo de trabajo presenta una vez más la contradicción de
contar con más varones que mujeres en su composición, dado que en la
vertiente laboral y profesional la mujer, aun siendo mayoría en este colectivo,
no encuentra proyección sociolaboral más que de forma secundaria y
marginalmente. En efecto, de las 420 mujeres que trabajaron o trabajaban
todavía en 1991, sólo unas 123 se autoclasificaron en profesiones correspondientes
al grupo de «servicios, hostelería, seguridad y labores domésticas
»ll. Otras 107 mujeres se incluyeron como comerciantes y vendedoras.
Como profesionales y técnicos se encontraban solamente a unas 86 féminas,
también de procedencia latinoamericana como las anteriores. El resto
se distribuía entre profesiones tales como personal administrativo (63),
personal directivo, gerentes y trabajadores especializados. Más irrelevante
aún si cabe así decirlo es la adscripción de las mujeres de la misma proce-
II Precisamente es en las labores domésticas, servicios personales, espectáculos y actividades
similares y prostitución, en donde la ausencia de contratos documentados suele
ser más frecuente.
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dencia a profesiones vinculadas a la agricultura, pesca, ganadería, a la
construcción, industria y transportes o a la de peones y trabajadores no especializados.
Por lo que respecta a los hombres de este mismo movimiento migratorio,
señalar que existe una evidente polarización profesional hacia las
actividades comerciales y ventas; o como trabajadores especializados,
profesionales, técnicos, servicios, hostelería, seguridad y trabajos domésticos.
Nada menos que un 80 por ciento se reclama perteneciente a
esas profesiones lo que no deja de ser sintomático. El 20 por ciento restante
encuentra acomodo profesional como personal directivo y gerencial,
personal administrativo, agricultura, ganadería y pesca, construcción,
industria y transportes. Por último, y ya a título testimonial, como
peones y trabajadores sin cualificar. Pero lo realmente destacable hasta
este momento es que de cada cuatro trabajadores iberoamericanos, por lo
menos tres son varones. Lo que quiere decir que hasta ese momento la
mujer de esa procedencia encontraba grandes obstáculos para incorporarse
a la corriente migratoria, bien porque lo tiene muy difícil o debido
a que sólo encuentra inserción en la economía informal. Veremos más
adelante que esta tendencia se supera a partir de finales de la década de
los noventa.
3. CONCLUSIONES GENERALES
Un porcentaje próximo al 66 por ciento de los latinoamericanos residentes
en Canarias ha llegado prácticamente a lo largo de la década de los
ochenta. Coincidía ese momento con la etapa en que mayor proyección internacional
alcanzaban nuestras relaciones económicas con el exterior. Se
trata, pues, de arribadas relativamente recientes que, en buena medida,
coinciden con la denominada «década perdida» de Iberoamérica y que tan
nefastas secuelas ha traído consigo en los aspectos económicos y sociales.
Este trabajo no puede disociar el formidable éxodo desde el sur y centro
del continente en su reciente historia con rumbo hacia América del Norte
y Europa occidental.
Al menos unos cuantos pincelazos podrían contribuir a la explicación
de esos nuevos procesos migratorios hacia España en el contexto sur-norte,
cuando no hace mucho tiempo y con carácter secular el panorama era completamente
al revés, como viene a demostrarlo el que todavía en 1991 viven
repartidos por las distintas repúblicas iberoamericanas nada menos que
920.557 españoles según el Anuario Español citado por el profesor Puyol
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Antolínl2. El vigente censo electoral elaborado por el INE para las elecciones
locales y autonómicas del 25 de mayo de 2003 registraba a más de
50.000 canarios residentes en el exterior que tenían derecho a voto, cuando
en los comicios de 1999 y 2000 su número era de 36.000 electores.
En los años ochenta América Latina no pudo alcanzar el ritmo de desarrollo
económico que se requería para superar problemas como el acentuado
desempleo 13 , afrontar la deuda externa, así como corregir los graves desequilibrios
sociales y contener la inflación. El octavo decenio del siglo XX
fue en este sentido una nueva ocasión desperdiciada puesto que el crecimiento
económico marchó siempre por debajo del aumento de la población,
perdiéndose en la mayoría de los países del área hispanoamericana posiciones
respecto a la renta por habitante y año respecto a las décadas anteriores.
El volumen de las exportaciones descendió considerablemente (todavía
hoy en día sigue siendo bajo), ensanchando el déficit de la balanza de
pagos, generando desbarajustes presupuestarios, déficit fiscal, acrecentándose
la deuda externa e insolvencia, tanto en la restitución de los préstamos
como en la amortización de los intereses. La inestabilidad en todos los
órdenes determinó una escasez de ahorro y una huida masiva de capitales.
Las inversiones extranjeras previstas se demoraron a consecuencia de las
incertidumbres propias de la inestabilidad política, crisis institucional y de
un clima social tenso (narcotráfico, violencia urbana, corrupción policial,
administrativa y política, reactivación de la guerrilla en varias repúblicas y
un elevado incremento de homicidios y raptos1 4). El sector turístico también
se retrae a consecuencia del deterioro social del área, perdiéndose con
ello un suculento aporte de divisas.
El predominio de los sectores productivos con escaso valor añadido
(agricultura, ganadería y pesca) ha extendido el empobrecimiento a las zonas
agrarias más apartadas acentuando un éxodo rural que, a su vez, aceleró
la macrocefalia de las capitales estatales y provinciales (con sus característicos
barrios degradados, denominados según los distintos países
como favelas, callampas, ranchos-miseria, bidonvilles, etc.). Las condiciones
de vida en las hacinadas ciudades tampoco mejoraron y hasta las cla-
12 PUYOL ANTOLÍN, R. (1990): «La inmigración en España» en Las Migraciones
en Iberoamérica, !l. u Jornadas de Estudios Geográficos Iberoamericanos, Universidad de
Salamanca, pp. 67-72.
13 EL PAÍS (1997): «El Banco Mundial debe liderar el negocio del desarrollo» (entrevista
a James D. Wolfensohn), lunes día de 10 de marzo.
14 EL PAÍS (1997): «La criminalidad atenaza el futuro de América Latina». Edición
del jueves 13 de marzo.
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ses medias urbanas se vieron seriamente tocadas por la dolarización y la
pobreza. 130 millones de latinoamericanos tienen graves dificultades para
acceder al suministro de agua potable con lo que significa para la higiene
y la salud. El aumento de la inestabilidad política con las protestas ciudadanas
y campesinas han favorecido la retirada de empresas, que gestionaban
servicios públicos privatizados, y la caída de la inversión exterior. Un
caso paradigmático es el de Bolivia que recibió en 1999 una inversión exterior
de 760.000 millones de euros que, poco tiempo después, se reduce
en el 2004 a menos de 1.000 millones.
A mayor desigualdad en el reparto de la riqueza, subida del umbral de
la pobreza, presión demográfica, pésimo funcionamiento de los mercados
financieros y desestructuración económica y social de la~ repúblicas, corresponde
también un nuevo impulso emigratorio. Por 10 tanto afloran en
estos años los signos más visibles del subdesarrollo y el deterioro económico
y social. Un panorama así de desolación, más o menos generalizado
según los diferentes países, es una invitación expresa a escapar como sea
de la pobreza, del paro o de la ruina. Desde entonces la consigna se repite
en una especie de monotema obsesivo a escala individual, familiar y social.
Mientras eso sucede en las zonas de emisión, en las de acogida el panorama
se identifica con la siguiente situación: segmentación de los mercados
laborales, proliferación y refuerzo de las redes familiares,
crecimiento de la economía informal, homogeneización de los sistemas de
vida, desarrollo y abaratamiento de los transportes.
En efecto, salir como sea hacia países que ofrezcan como mínimo una
esperanza de seguridad y dignidad fue, en medio de este sombrío porvenir
de la década de los ochenta, una de las pocas alternativas transitables. Se
cuentan por miles los que traspasaron las rígidas fronteras del Río Grande
para entrar clandestinamente en Estados Unidos. Las comunidades niponas
(nipobrasileñas, nipomexicanas o nipoperuanas, etc.) arraigadas en América
latina desde antes de la primera guerra mundial, retoman a la patria del Sol
Naciente. España, aunque lejos, se presenta ahora como una oportunidad deseable
dado su creciente desarrollo como país miembro de pleno derecho de
la Unión Europea. No pocos intentan con diversa fortuna dirigir sus pasos
hacia la «madre patria». Es por lo que el progresivo contingente iberoamericano
que empieza a llegar a nuestro país responde al siguiente prototipo:
• Se trata de personas adultas, de entre 25 y 40 años, de ambos sexos,
que vienen a Canarias a establecerse solicitando reiteradas veces el
permiso de trabajo y de residencia correspondiente. Por lo general
participan más en estos flujos las mujeres que los hombres. Los in-
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migrantes vienen solos, pero a menudo arriban formando grupos familiares.
Suelen disponer de una cualificación docente equivalente a
titulados universitarios medios y superiores.
• Por lo general llegan al Archipiélago vía Ámsterdam (Holanda) o
Barajas (Madrid, España) en calidad de falsos turistas o con visados
consulares obtenidos en virtud de viejos tratados hispanoamericanos
en revisión. Las redes de apoyo fuertemente consolidadas, junto con
las organizaciones solidarias (Cruz Roja, CEAR, Sindicatos, organizaciones
no gubernamentales de la Iglesia Católica y otras profesiones
cristianas, etc.) favorecen la integración laboral, educativa, alojativa
y social.
• Un rasgo bastante compartido por los iberoamericanos es el carácter
atlántico y urbano de la mayoría de sus componentes. Cubanos, venezolanos,
argentinos, uruguayos y colombianos proceden en buena
medida de países y ciudades de la orilla occidental del Océano que
compartimos. Los puertos canarios (y recientemente también los aeropuertos)
influyen en alguna medida sobre estos flujos gracias al
permanente trasiego de enrolamiento, ceses y trasvases de tripulaciones
de unas naves a otras. Las actividades turísticas del Archipiélago,
con una potente oferta de servicios, oferta de ocio y espectáculos
en su más amplia acepción, polariza la atención de
centenares y de miles de estos inmigrantes que encuentran acomodo
laboral en un mercado sumergido que se estima muy relevante.
• Los latinoamericanos del interior o de las costas del Pacífico que
vienen a Canarias conocen tan bien como sus homónimos de las riberas
atlánticas nuestro territorio, su gente y sus posibilidades, por
medio de sus familiares y amigos o mediante la red consular instalada
en las islas. Existe, además, una reconocida reciprocidad tanto
de trato como de capacidad de integración mutua.
• La inmigración de retorno de las familias canario-venezolanas aumenta
sin cesar en los últimos años ante el agravamiento de la crisis
que asola a aquella repúblicals. Los gobiernos central y autonómico
han subscrito hace poco tiempo una especie de convenio a fin de
agilizar la concesión de la nacionalidad española a quienes a su vez
adquirieron la venezolana y a las familias que han creado antiguos
emigrantes en ultramar. Estas corrientes de retorno han afectado par-
15 Durante los años 1983 y 1984 el 85,06% de la inmigración canaria procedente de
países extranjeros se componía de españoles, mientras que por el mismo concepto a nivel
nacional la cifra se reducía a 71,96%
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ticularmente a la provincia occidental, de modo especial a las islas
de Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro.
• América Latina lleva ya un par de años en fase de despegue macroeconómico.
La reciente puesta en marcha de la integración de las
economías regionales (MERCOSUR, ALCA, acuerdos multilaterales
con la U. E., etc.), empiezan a dar algún que otro resultado
esperanzadorl6• Aún así, algunos países como Haití, Venezuela,
Ecuador, Perú, Bolivia o Colombia, o la mayoría de los estados de
Centroamérica, tendrán que esperar todavía a superar estrangulamientos
internos y externos para acompasar su ritmo de crecimiento
con las repúblicas que sanean sus estructuras al dictado de las rígidas
recetas de ajuste del Fondo Monetario Internacional y del Banco
Mundial. Si esto último llegase por fin a generalizarse y sus efectos
se prolongaran de forma recuperadora en el tiempo, tal vez se podría
determinar a corto plazo una ligera ralentización de las llegadas a las
islas de los flujos migratorios provenientes de la otra orilla atlántica;
o cuanto menos, una aminoración en los trasvases demográficos,
que quedarían limitados a las regiones más rezagadas, a los refugiados
políticos o a las víctimas de siniestros ecológicos. Pero esto último
es sólo una remota posibilidad que no se compadece con el espectacular
crecimiento de la emigración iberoamericana hacia
España en la etapa siguiente (1992-2005).
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