ALGUNOS ANTECEDENTES SOBRE LA PRESENCIA
DE LA ESCUELA NUEVA EN CHILE DURANTE
EL SIGLO XX
JAIME CAICEO ESCUDERO
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vista cuantitativo como desde la perspectiva cualitativa. Desde el contrato
que el regidor de Tenerife, Fabrián Viña, le hizo a Martín de Escarri<;aga
en 1554, en San Pedro de Daute, como «maeso de enseñar mo<;os» para
instruir a sus hijos, a la casi universalización de la enseñanza primaria y la
explosión de las enseñanzas secundarias y universitarias, y a la preocupación
pedagógica por extender la calidad de la enseñanza y la cualificación
del profesorado, se ha avanzado bastante, aunque, seguramente, no al nivel
e intensidad que demandan las necesidades isleñas.
De hecho, se pueden detectar fenómenos contradictorios en el desarrollo
de la enseñanza en Canarias. Frente a la masificación de la enseñanza
secundaria en las dos últimas décadas del siglo XX y la misma tendencia
que ofrecen los centros de enseñanza superior, que multiplican con rapidez
sus edificios escolares y el personal docente, sin poder cubrir en ningún
caso adecuadamente la demanda de alumnos, el Padrón Municipal de 1975
Y estadísticas posteriores revelaban la existencia de casi cien mil canarios,
mayores de diez años, que entonces seguían siendo analfabetos. En la actualidad,
las cifras que se observan demuestran el avance considerable que
se ha producido en todos estos años, así Canarias tenía una tasa de alfabetización
de adultos en 1980 del 87,25 por cien que ha pasado a ser de 95,11
en el curso 2000/2001 Y se acerca progresivamente a la media nacional:
Las Palmas está a 1 un punto porcentual y Tenerife a 2,11. No obstante, todavía
la tasa de analfabetismo funcional es significativa en el caso canario,
al ser del 20,38 por ciento, aunque ha descendido 7,63 puntos desde 1980.
A pesar de todo, entendemos que en el campo educativo las Islas Canarias
se encuentran en un momento esperanzador, pero será necesario que
las instituciones canarias con poder y autoridad y la administración central
del Estado se decidan a aplicar medidas correctoras que subsanen los importantes
problemas escolares que aún perviven en los diversos niveles
educativos: analfabetismo real y analfabetismo funcional, la calidad de la
enseñanza elemental, la extensión de la enseñanza media a toda la población
escolarizable y de la enseñanza superior a un porcentaje cada vez más
amplio de la sociedad, y disminución del fenómeno del paro entre los universitarios
que se gradúan en nuestros centros superiores.
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ocurre con Venezuela, Cuba, Uruguay, Argentina. De la misma manera,
habrá que seguir estudiando la labor desarrollada por canarios en la Península
y, ya en el siglo XX, en numerosos países europeos hacia los que se
desvió nuestra emigración por diversas razones.
4. CONCLUSIONES
Si tenemos en cuenta, únicamente, la realidad de los datos y las estimaciones
y referencias históricas necesarias, se puede decir que la enseñanza
en Canarias a través de la historia se ha encontrado siempre con tres
profundos obstáculos: a. la escasez de recursos económicos, que ha impedido
la creación de las instalaciones escolares precisas, la adecuada dotación
económica del profesorado y los recursos materiales mínimos; b. los
problemas anejos al centralismo peninsular, con frecuencia ignorante de la
problemática peculiar del Archipiélago; y c. las rivalidades provinciales,
agravadas a veces por la dejadez isleña en el campo de la cultura y de la
enseñanza, que tanto han frenado y esterilizado en ocasiones el desarrollo
general de las Islas Canarias.
Una visión panorámica de las enseñanzas primaria y secundaria en la
historia de Canarias fundamenta las afirmaciones siguientes:
1.0 Hasta bien reciente, la principal prioridad fue la educación de las
élites o grupos dirigentes.
2.° En la enseñanza primaria, al principio minoritaria, se advierte una
tendencia muy lenta hacia la universalización ya en el siglo XX, que sólo
se alcanza en un porcentaje significativo en sus dos últimas décadas.
3.° Especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XVIII cobra
fuerza una enseñanza popular pre-profesional, para preparar la mano de
obra necesaria e imponer al pueblo las costumbres y criterios occidentales.
4.° Durante mucho tiempo, y hasta los años sesenta del siglo XX, la enseñanza
secundaria, y sobre todo la universitaria, estaba pensada sólo para
los hijos de la nobleza y de las minorías burguesas.
5.° En el ámbito concreto de la realidad escolar, se observa en general
una escasa calidad de la enseñanza, bajos presupuestos, falta de edificios
escolares, deficiente preparación del profesorado, clases numerosas y heterogéneas.
No obstante, la educación de las islas, en todos sus niveles, ha evolucionado
favorablemente en los últimos tiempos, tanto desde un punto de
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con los enseñantes canarios de la emigración. Canarias no sólo ha sido
fuente de mano de obra cualificada, y con frecuencia escasamente cualificada,
para muchos países extranjeros, especialmente para los iberoamericanos
que hablan nuestra misma lengua. En los estudios de emigración a
veces se ha olvidado que junto a braceros y artesanos, también han salido
muchos profesionales que han tenido que ejercer sus carreras fuera de
nuestras fronteras, y bastantes que adquirieron sus conocimientos y destrezas
profesionales en centros educativos extranjeros y ejercieron sus actividades
en diferentes instituciones.
Los desplazamientos de profesionales a la Península, especialmente los
dedicados al ejército, la abogacía o la iglesia a lo largo de la historia son
más conocidos. Nadie ignora la importancia de los grupos canarios en Madrid,
de lo que puede ser un ejemplo significativo el grupo de Viera y Clavija,
los Iriarte, Clavija Fajardo y Porlier en el siglo XVIII, Pérez Galdós
en el siglo XIX, o el papel relevante que en otras épocas tuvieron en la política
nacional León y Castillo, Juan Negrín ° BIas Pérez, por poner ejemplos
bien distintos.
Pero quizás el mayor número de profesionales que emigraron fuera de
Canarias, donde muchos de ellos ejercieron sus actividades y asentaron sus
raíces en países extranjeros, se dirigieron a Iberoamérica. Éste es uno de
los tantos estudios que quedan por hacer en las investigaciones históricoeducativas
canarias, para poder establecer alguna vez las nóminas de tales
profesionales, los países de destino y las características de sus actividades.
En este campo, por lo que se refiere a los profesionales de la educación,
nosotros hemos estudiado en detalle las actividades educativas de los
hermanos Fernández Ferraz en Costa Rica61 , en la segunda mitad del siglo
XIX y, sobre todo, la emigración docente canaria a Cuba, también durante
el siglo XIX, hasta la independencia de la colonia caribeña. En un libro publicado
por el Cabildo de Gran Canaria hemos expuesto con bastante detalle
el ideario educativo y la praxis escolar llevada a cabo por nuestros
paisanos en Cuba62.
En esta parcela, entendemos que es necesario seguir estudiando la influencia
educativa canaria ejercida en todos los países iberoamericanos,
con un énfasis especial en los que nos consta una mayor presencia, como
61 Una parte considerable de nuestros trabajos aparecen publicados en el libro:
NEGRÍN, O.: La influencia pedagógica española en Iberoamérica. Estudios sobre historia
de la educación contemporánea. Madrid, UNED, 1999.
62 Véase, NEGRÍN, O.: Profesores canarios en Cuba durante el s. XIX. Las Palmas de
Gran Canaria, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, 2000.
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Total alumnos Oficiales Colegiados Libres
Las Palmas
SI C Tenerife
19.306
18.827
15.335
15.620
3.585
2.991
386
216
Es decir, en el curso 1978/79, los 44 centros públicos de bachillerato
existentes en las Canarias atendían a 31.446 alumnos oficiales frente a los,
aproximadamente, siete mil (diez mil, según otras fuentes) que estaban
atendidos por 33 centros, entre homologados, reconocidos y habilitados,
bastantes de ellos subvencionados por el Estado. Claro que en el curso
1992/93 los alumnos de enseñanza secundaria canaria eran ya más de 60
mil y casi llegaban a los 80 mil en el curso 2001/02
Se puede afirmar que a partir de la década de los setenta del siglo XX,
se produjo una efectiva evolución cuantitativa de la enseñanza secundaria
entendida en sentido amplio. De ser una enseñanza sólo para la minoría de
personas que aspiraban a continuar sus estudios superiores, pasó en los
años ochenta y noventa a estar engrosada por un porcentaje más elevado
de alumnos, bastantes procedentes de grupos socio-económicos humildes.
A finales de los años setenta, basta con echar una mirada a los datos estadísticos,
índice fiable de nuestra realidad educativa y cultural, para hacernos
cargo de lo que aún quedaba por hacer en este terreno: frente a los casi
260.000 alumnos matriculados en EGB en el curso 1978/79, sólo acudieron
al bachillerato unos 40.000 en todas las Canarias, mientras que, aproximadamente,
13.000 más pasaron a formación profesional y enseñanzas
artísticas.
Con posterioridad, en la década de los años noventa, con la enseñanza
obligatoria hasta los 16 años, las cifras de estudiantes de secundaria aumentaron
bastante. En el curso 1992/1993 se registraba una matrícula de
63.983 alumnos para la enseñanza secundaria y 47.603 para formación
profesional, que pasaron a ser, respectivamente, 127.798 y 26.884 en el
curso 2001/2002. Es decir, se ha producido un aumento espectacular de
alumnos que se integran en las instituciones secundarias y no abandonan
el sistema escolar sólo con la primaria.
3. LOS PROFESORES CANARIOS DE LA EMIGRACIÓN
FORZADA O VOLUNTARIA
Para finalizar, quisiéramos mencionar una dimensión insuficientemente
conocida de la enseñanza en Canarias que es la que está relacionada
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problema crucial y común de todos los muchachos de mi edad. Las salidas estaban
muy limitadas. Podía ingresar en el Instituto, pero el título de bachiller
por sí sólo no preparaba para ninguna verdadera profesión, y era sólo el primer
tramo para una carrera universitaria: ninguna de las que entonces existían
podía estudiarse en Las Palmas. No estaban instituidas las becas como formas
de promoción educativa, y recuerdo que en todos aquellos años no conocí
sino dos becarios ( ... ).
Los jóvenes de mi tiempo que estudiaban carreras en la Península -los
estudios laguneros de Derecho y Filosofía comenzaron más tarde- procedían
de familias más o menos acomodadas. A los estudiantes canarios pobres, aunque
fuéramos muy buenos sólo se nos abrían tres sendas con acceso en la isla:
la Escuela de Ingeniería, la Escuela Normal de Maestros y la Escuela de Comercio
»61l.
La segunda enseñanza oficial en Canarias, el bachillerato elemental y
el superior, antes de la Ley General de Educación 1970, o la segunda etapa
de E.G.B. y el Bachillerato Unificado y Polivalente y el C.O.U., a partir de
la citada Ley, llega a su auge en Canarias con la masificación y la universalización
de la enseñanza primaria que hizo que, de forma automática, aumentase
en una gran proporción el número de alumnos que demandaban estudios
secundarios, en las décadas de los años sesenta y especialmente
setenta. Debido a este fenómeno se multiplicó en poco tiempo el número de
institutos oficiales de segunda enseñanza, dividiéndose los ya existentes en
las grandes poblaciones y creándose otros de nueva planta en cada una de
las islas menores y en diversos pueblos de las islas mayores. En el curso
1978/79, según el Anuario Estadístico de 1981, el número de Institutos Nacionales
de Bachillerato ascendía a 22 en Gran Canaria (contando las tres filiales
o extensiones) y a 22 en Tenerife. Existían además, un total de 33 centros
de bachillerato de carácter privado, entre homologados y reconocidos.
La segunda enseñanza privada, fuertemente protegida por el anterior
régimen político, especialmente la regentada por órdenes religiosas, no
dejó de crecer y fortalecerse en dicha etapa, favorecida por el progresivo
deterioro de la calidad de la enseñanza oficial, bastante abandonada por la
administración. Si bien a partir del curso 1971/72 se aprecia un cambio significativo:
considerable aumento de la matrícula de alumnos en centros
oficiales, descenso en la enseñanza privada y paulatina desaparición de la
enseñanza libre. Debido a estas tendencias, en el citado curso 1978/79,
existían 44 centros públicos y 33 privados. Sin embargo, el número de
alumnos matriculados en BUP y COU se distribuía de la siguiente manera:
60 RODRÍGUEZ DORESTE, op. cit., pp. 52 Y 53.
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En Las Palmas, la proposición suscrita en octubre de 1844 por Domingo
Navarro, Antonio López Botas, Rafael Massieu y Juan E. Doreste,
encaminada a crear un centro educativo de primera y segunda enseñanza,
conocido como Colegio de «San Agustín»57, bajo los auspicios del Gabinete
Literario, se hizo realidad el 23 de marzo de 1845, al ser aprobado oficialmente
y en septiembre del mismo año al inaugurarse el curso. Antonio
López Botas fue fundador, rector y director durante un amplio período de
tiempo, encargándose, además, de impartir la enseñanza de diversas asignaturas.
También explicaron sus clases en el Colegio, Graciliano Afonso,
Diego Mesa y Méndez Cabezola, entre otros. Alumnos distinguidos del
San Agustín fueron León y Castillo, Pérez Galdós, Alvarado y Saz, Gutiérrez
Brito y otros muchos que con posterioridad destacarían en los diversos
campos del arte, la cultura, las letras y la política.
En 1868 se creó un Instituto local de enseñanza que funcionó en el
mismo edificio escolar que el Colegio de San Agustín, aunque fue suprimido
en 187658 . También en 1868 se abrió al público el Colegio de «Santa
Catalina»59, en Santa Cruz de La Palma, auspiciado por la Sociedad Económica
palmera y, en especial, por Faustino Méndez Cabezola y Valeriano
Femández Ferraz. Convertido poco después en Instituto local, fue suprimido
por la Restauración borbónica, continuando, no obstante, como colegio
privado de segunda enseñanza. Finalmente, Las Palmas tendría su Instituto
de Segunda Enseñanza oficial en 1916, La Palma en 1931, Santa
Cruz de Tenerife en 1935 y Lanzarote un Instituto Local de Segunda enseñanza
ya en el curso 1928/29.
Rodríguez Doreste manifiesta con certeza la situación en la que se encontraba
un adolescente canario al finalizar sus estudios primarios y enfrentarse
a la enseñanza secundaria antes de la II República:
«Acabados mis estudios primarios y bien preparado para el ingreso en la
Segunda Enseñanza, me quedaban muy pocas opciones, y éste fue el gran
57 Sobre esta institución, María del Pino Marrero elaboró una tesis doctoral dirigida por
nosotros, publicada como libro más tarde: El Colegio de San Agustín en la enseñanza secundaria
de Gran Canaria (1844-1917). Las Palmas de Gran Canaria, UNELCO, 1997.
5~ Véase sobre este tema nuestro trabajo: «La etapa grancanaria de Salvador Calderón,
profesor krausista e institucionista», en Apuntes para la historia de la educación en Canarias.
Las Palmas de Gran Canaria, Dirección General de Ordenación e Innovación Educativa,
abril de 1997, pp. 75-89.
59 Más datos sobre este Centro pionero palmero en NEGRÍN, O. y PAZ, M. de: «Los
orígenes de la enseñanza secundaria en la Isla de La Palma. Proceso de creación y establecimiento
del Colegio de Santa Catalina», en Revista Universidad y Sociedad, Madrid, 1983,
pp. 237-267.
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nego, concedo y distingo, se encontraba a veces tan comprometida con el contundente
ergo y envuelta en tan embrollo, que llegaba a ser imposible descubrir
donde se hallaba la malaventurada verdad. La victoria era casi siempre
del contendiente más listo a más atrevido. La metafísica era un galimatías tan
intrincado y de sublimes conceptos, de idealismos sobrenaturales y de abstracciones
tan exageradas, que ni los profesores ni los discípulos llegaban a
entenderse. Las matemáticas apenas saludaban el álgebra. La física no pasaba
del estudio teórico de las propiedades generales de los cuerpos. La geografía,
la historia, la química y la historia natural. .. Dios guarde a usted muchos
años, ni por el forro las conocí en la época a que me refiero.
No se crea por esto que faltaban en esta ciudad personas muy doctas, especialmente
entre los eclesiásticos; pero estos brillantes astros, que no difundían
sus luces en el Seminario, habían ensanchado sus conocimientos o viajando
por Europa, o alimentando su ilustración con escogidos libros, o eran
en su mayoría restos venerandos del justamente célebre Colegio de los PP. Jesuitas,
que amantes de las ciencias exactas y naturales las enseñaban en toda
la extensión que alcanzaban cuando en 1773 los sorprendió el decreto que
privó a esta provincia de aquella eficaz fuente de progreso intelectual. Entonces
quedaron las Islas Canarias condenadas al atraso de casi un siglo de ilustración
»ss.
2.3. EL PRIMER INSTITUTO DE SEGUNDA ENSEÑANZA
DE CANARIAS
Para compensar la supresión de la Universidad de San Fernando, creada
en 1817 y clausurada en 1845, se estableció en La Laguna un Instituto de
Segunda Enseñanza, en septiembre de 1846, si bien sólo después de vencerse
los intentos de Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria
e, incluso, de La Orotava, de querer ser, cada una de ellas, la sede de la
nueva institución, según nos atestigua F. M.a León y cita Santiago Montemayor
en sus Apuntaciones curiosas56 . Hasta ese momento era prácticamente
imposible realizar el bachillerato en Canarias, excepción hecha de la
salida eclesiástica a la que nos hemos referido en el apartado anterior. Únicamente
los jóvenes isleños de familias bien acomodadas viajaban a la península
y al extranjero para continuar estudios secundarios y superiores. En
un primer momento, el Instituto de La Laguna, dependiente de la Universidad
de Sevilla, fue el único establecimiento de segunda enseñanza oficial
del Archipiélago. En él desarrollaron su magisterio, entre muchos otros
ilustres profesores, Adolfo Cabrera Pinto, José Trujillo y Antonio Zerolo.
ss NAVARRO, D. 1.: op. cit., pp. 62-63.
56 NEGRÍN, O.: op. cit., pp. 32 y ss.
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Teología moral»53. Según Viera y Clavijo, en 1690 se obtuvo la licencia
para la fundación, aunque fue en 1718 cuando abrieron escuelas de primeras
letras y gramática en la Villa.
Los jesuitas abrieron dos colegios más en Canarias antes de su expulsión.
El primero en Las Palmas que, según Viera, fue inaugurado en enero
en 1697, «se abrieron clases de gramática y de primeras letras». El segundo
colegio fue creado a principios del siglo XVIII en La Laguna, instalándose
en edificio propio en torno a 1737. Al recibir este último colegio la renta
de los maestros de primeras letras y de gramática se desencadenó la pugna
con los agustinos, que tenían derechos adquiridos sobre la cátedra de gramática.
A pesar de que dicha renta le fue retirada a los jesuitas ante la reacción
de la otra orden, la rivalidad continuaría entre ambas hasta la expulsión
de la Compañía.
Respecto a los estudios eclesiásticos superiores en su estilo moderno,
Caballero MújicaS4 señala que la existencia de los estudios generales en los
diferentes conventos del archipiélago, junto a la carencia de locales y a la
escasez de medios económicos, fueron las causas que retrasaron la fundación
de un seminario diocesano para la formación de clérigos. Antes de junio
de 1777, en que comienza sus actividades el seminario grancanario, la
diócesis contaba con clero procedente de otras diócesis peninsulares y el
nativo que se formaba en las islas o en los centros universitarios españoles
y extranjeros. El próspero y progresivo seminario de Gran Canaria sufrió
un serio contratiempo en 1819, cuando por bula de Pío VII se creó la diócesis
de Tenerife, lo que vino a significar, entre otras cosas, la marcha más
o menos inmediata de los alumnos tinerfeños.
Continuando con el testimonio de Domingo J. Navano, veamos cómo
analiza de manera bien diferente las enseñanzas impartidas en el seminario
grancanario de las que estuvieron a cargo de los jesuitas a finales del S.
XVIII:
«Este establecimiento eclesiástico era el único de instrucción secundaria
y de ciencias teológicas ... En el Seminario se enseñaba bien el latín, la ética
y la teología; no obstante que, entonces, se atribuían a esta enseñanza tendencias
al Jansenismo. En general las asignaturas de Filosofía eran unas imperfectas
y otras desconocidas. La lógica, después de unos cuantos conceptos
generales, se reducía al arte de argumentar silogísticamente con sus arteras
premisas y su traidora consecuencia. La torturada defensa encerrada en el
53 Véase E. DARlAS, op. cit., pp. 32 Y ss.
54 CABALLERO, F.: «Antecedentes históricos del Seminario conciliar de Canarias»,
arto cit., pp. 187 Y ss.
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