PAUL ESTRADE: UN HOMBRE Y UNA OBRA
AL SERVICIO DE LAS ANTILLAS HISPÁNICAS
ANDRÉS BANSART
(Universidad de Tours, Francia;
Universidad Simón Bolívar, Venezuela)
¿Puede la amistad cohabitar con la objetividad? ¿Pueden ambas
codearse sin molestarse?
Hablar de Paul Estrade es para mí, obligatoriamente y ante todo, hablar
de amistad: la que muchos le dan y toda la que él ofrece a los demás.
Pero este estudio quiere ser objetivo. No se trata de una hagiografía. Se
trata de observar, apreciar y saludar una obra.
Me permitiré, sin embargo, abordar ésta bajo un doble punto de vista,
porque, en este caso, el uno me parece acompañar al otro.
Me parece necesario empezar la reflexión con estos propósitos a fin de
diseñar con más veracidad el retrato del personaje a quien queremos hacer
un reconocimiento en este libro, y cuya obra queremos saludar.
Algún día ya lejano, el finado profesor Federico Brito Figueroa,
historiador de renombre y hombre profundamente respetado en el mundo
académico y político, llamó a mi casa para proponerme un encuentro con
un colega francés que estimaba muchísimo. Nunca hubiera podido
imaginarme que este encuentro iba a representar para mí el inicio de
muchos años de intercambio académico, intercambio político y amistad.
Es muy lentamente -por pedacitos- que he conocido la vida de Paul
Estrade, porque él es muy discreto y habla más de los otros que de sí
mismo.
1. ALGUNOS APUNTES BIOGRÁFICOS
Nació en París, pero vivió su infancia en el campo en Corréze. Esto
podría parecer sin importancia. Sin embargo, se sabe que la visión que
tienen los seres humanos se va modelando en gran parte durante la pequeña
infancia. La intimidad con la tierra y la rudeza de los campos marcaron
ciertamente a Paul. No se puede hacer trampa con la naturaleza. El buen
59
sentido, el sentido de la realidad y el espíritu de observación forman parte
de su carácter.
Nació en 1935: tiempos difíciles para Europa. Aprenderá el valor del
pan; sabe cuántos esfuerzos, cuántas penas y cuánta paciencia se necesitan
para tener uno sobre su mesa. Los campesinos de antaño eran a menudo
ávidos por causa de la dureza de la tierra; ésta dio a Paul el realismo de los
campos, pero también el gusto por compartir.
Esta dureza de la tierra y su propia generosidad innata le darán más
tarde una cierta manera de concebir el mundo y los acontecimientos, una
cierta manera de analizarlos y de comprometerse. A propósito de esto, no
se puede olvidar la influencia de su padre, en Corréze, en la época de la
guerrilla antinazi (le maquis): éste fue militante del Partido Comunista y
resistente clandestino.
Pudo viajar a París cuando sus padres se convirtieron de campesinos a
obreros. Allá, mereció becas de estudio y, después de pasar los concursos,
se orientó hacia la carrera de maestro. Ser maestro era (y debería ser
todavía) ubicarse en las mismas bases de la República (en las bases de la
res publica, de la convivencia entre la gente, de la organización de los
ciudadanos entre sí).
Lo que existe de auténtica democracia en Francia se fue construyendo
en la escuela y alrededor de la escuela. A pesar de no haber seguido su
primera vocación, Paul Estrade ha conservado siempre el espíritu del
maestro de escuela (en el sentido más noble de la palabra), preocupado por
dar a todos y cada uno los medios de encontrarse, re-conocerse, conocerse,
nacer a sí mismos y hacerse con los demás.
En el transcurso de los años y sin alejarse de su vocación primera,
asumirá las características de otro tipo de maestro. Este último contribuyó
también a modelar Francia. Era el maestro quien recibía a los aprendices
en su taller para enseñarles a manejar las herramientas y quien, después,
guiaba a los compañeros hacia un oficio. El oficio será entonces (ya lo
veremos) el de investigador y docente.
Paul decidió entrar a la universidad. Hesitó entre la Historia y los
Estudios hispánicos. Eligió estos últimos. Sin embargo, nunca abandonó la
idea de hacerse historiador (la prueba de esto es su doble carrera y sus
numerosos trabajos).
Después de una licenciatura y una maestría de español en la Sorbona,
obtuvo sucesivamente el CAPES (concurso para enseñar en la escuela
media) y la Agregación (concurso para ser docente universitario). Inició su
carrera profesional en el liceo Arago en París. Allí, dictó clases de lengua,
literatura y civilización, tanto sobre España como sobre América Latina.
60
Dio clase también en la ESSEC y en el Centro Universitario de Censier.
Luego, ingresó a la Universidad de París VIII (Saint-Denis) donde subió
todo el escalafón hasta el título de profesor emérito.
Su tesis de doctorado de Estado fue dirigida por dos famosos
investigadores Noel Salomón, luego Robert Jammes. Fue publicada bajo el
título José Martí. Los fundamentos de la democracia en América Latina.
Se trata de una larga y minuciosa investigación sobre las ideas económicas,
sociales y políticas del héroe de la independencia cubana y de la
concretización de éstas en su gesto revolucionario.
A propósito de esta tesis publicada como libro en español, el profesor
Ottmar Ette de la Universidad de Postdam, él mismo especialista de la obra
martiana, notó que se trata del «estudio más amplio y mejor documentado
que se ha realizado hasta el presente sobre este tema».
2. LA OBRA DE PAUL ESTRADE AL SERVICIO DE LAS
ANTILLAS HISPÁNICAS
A partir de sus trabajos de doctorado, la pasión de Paul Estrade hacia
la isla mayor del Caribe no desaparecerá nunca. Durante numerosos años,
realizará investigaciones históricas sobre Cuba y dirigirá tesis que
permitirán profundizar las reflexiones sobre este país.
Pero, antes de empezar sus primeras investigaciones, ya se había
comprometido como joven estudiante a favor de la causa cubana. Este
compromiso y su trabajo como militante recto y fraterno lo llevarán a ser
presidente, durante dieciocho años (1982-2000) de la Asociación Francia-
Cuba en cuya fundación participó en 1960, siendo estudiante.
Pero no quememos las etapas. No se trata aquí de presentar un
curriculum vitae ni tampoco de analizar un cursus honorum, sino de
intentar describir y entender una obra. El autor de estas líneas no es la
persona más idónea para apreciar toda la riqueza de ésta, pero otros podrán
retomar sus propósitos; estudiarán esta obra más en profundidad y
expresarán mejor todo lo que debería ser dicho. Así pues, sin explorar la
obra a fondo, sé que no me equivoco si hago el elogio de su autor tanto
desde el punto de vista científico como desde el punto de vista humano.
Tuve varias veces la oportunidad de escuchar ponencias del profesor
Estrade. Siempre me llamó la atención la precisión de los datos (hasta los
más mínimos detalles de fechas, sitios y hasta botones de uniformes) y la
articulación de sus explicaciones sobre los fenómenos sociales,
económicos y políticos que había estudiado. Siempre me encantó encontrar
61
en sus charlas, además de los frates de sus investigaciones, el deseo de
poner éstos al servicio del ser humano. Allí se encuentran José Martí y
Paul Estrade en las confluencias de la escritura y la acción.
Tuve también la oportunidad de leer libros y artículos de Paul. Aprecié
en éstos las definiciones minuciosas de los términos que usa. Proceder de
esta manera parece lógico o evidente; sin embargo, numerosos son los
estudiantes y a veces los mismos investigadores que no lo hacen.
Las palabras más sencillas son a menudo polisémicas. Y un mismo
nombre propio puede referirse a modos muy distintos de considerar la
Historia. La falta de definiciones claras al principio o durante una
investigación provoca a veces sinuosidades molestas o impide ir hasta el
fondo de las cuestiones abordadas. Entre numerosas definiciones, dos
marcan toda la obra de Paul Estrade. La primera es la locución América
Latina. Consagró un artículo a este término para evitar cualquier
ambigüedad posterior: «Del invento de "América Latina" en París por
latinoamericanos (1856-1889)».
Utilizando una amplia documentación bibliográfica, precisa el lugar,
los autores y la fecha de creación del concepto que, a partir del final del
siglo diecinueve hasta nuestros días, iba a ser utilizado por los
historiadores, los especialistas de la política y la economía, los
investigadores de todas las disciphnas y el hombre de la calle: América
Latina. El artículo muestra las numerosas definiciones que existen
(demasiadas tal vez) y la confusión que provocan.
El segundo término, aún más importante para la organización de su
pensamiento y de su acción universitaria, es el de Antillas hispánicas
del cual volveremos a hablar más adelante. Paul Estrade asume el punto
de vista de algunos pensadores de finales del siglo XIX y comparte su
ideal postindependentista de una federación que hubiera estado
conformada por Cuba, Puerto Rico y lo que es ahora la República
Dominicana.
Define el término en diversas obras y precisa a menudo éste con el fin
de evitar cualquier malentendido que pudiera modificar el objeto de sus
investigaciones, su método de trabajo o los ideales políticos de pensadores
como Martí, Betances u Hostos, que él explica y sostiene. Entre otros
escritos en la materia, publicó un artículo titulado «Sobre el uso inhabitual
del concepto preconizado de "Antillas hispánicas"». El subtítulo de este
artículo muestra que la definición no es sólo de orden científico: «Alegato
por un concepto inusitado». El gmpo de investigación bautizado «Historia
de las Antillas Hispánicas», del cual hablaremos posteriormente, es una
praeba de esta militancia.
62
Las investigaciones de Paul Estrade lo llevaron a hacer conocer
-además de la obra de José Martí- la vida y las obras de otros ilustres
antillanos como los puertorriqueños Eugenio María de Mostos (1839-1903)
y Ramón Emeterio Betances (1827-1898). Es principalmente sobre este
último que realizó estudios profundos durante veinte años. Además de una
decena de artículos, publicó cuatro libros sobre este personaje (dos como
autor y dos como editor).
Consagró, pues, dos obras a la persona y la obra del médico antillano:
Los escritos de Betances en la prensa latinoamericana de París y Los
escritos de Betances en «La República Cubana. En colaboración con Félix
Ojeda Reyes, publicó el volumen Pasión por la libertad que explica el
papel de Betances en el movimiento independentista puertorriqueño.
Entre los artículos redactados sobre el mismo personaje, puede notarse
la voluntad de explicar la lucha de éste contra la esclavitud, pero también
la de subrayar sus esfuerzos para valorar a los africanos y los
afroamericanos. En el trabajo titulado «El abolicionismo radical de Ramón
E. Betances», Paul Estrade comprueba que su pensamiento social y
político era verdaderamente revolucionario.
No contento con hacer avanzar el conocimiento sobre Betances y
orientar investigaciones sobre el doctor puertorriqueño, organizó, en 1998,
la celebración del centenario de su muerte conmemorando la estadía de
éste en París. Una placa, cuyo texto redactó, fue puesta en la fachada del
inmueble donde vivió.
Bajo los auspicios de la Universidad de Puerto Rico, está a cargo
ahora, al lado de Félix Ojeda Reyes, de la publicación en castellano de las
Obras completas del «padre de la patria puertorriqueña».
3. LOS ESTUDIOS CUBANOS Y EL COMPROMISO HACIA CUBA
Cuba en 1960: es la reciente caída de Batista y es la victoria de un
movimiento revolucionario que va a transformar no sólo la vida de la isla
sino provocar, durante cuarenta años, diversas modificaciones en la
geopolítica subregional, regional y hasta mundial. Comprometerse en
Francia con Cuba, en 1960, era asumir una posición de vanguardia.
Emprender estudios sobre Cuba, en la misma época, era poner sus
esfuerzos de investigador al servicio de la revolución.
No se trataba de expresar en términos académicos lo que la prensa
podía decir día tras día. Era necesario explicar los orígenes del movimiento
revolucionario, la necesidad que había sentido el pueblo cubano durante no
63
sólo décadas sino desde el siglo XIX o antes. Era necesario estudiar o
reanalizar los movimientos rebeldes de la época colonial, las luchas por la
independencia y los combates del siglo XX a favor de una independencia
verdadera (política, económica y social). Era necesario estudiar el
encadenamiento de un gran número de fenómenos, luego observar la
evolución de los proyectos políticos con el fin de comprender y explicar
los acontecimientos de los años sesenta (y los que están por venir).
Como historiador especiaUsta de la obra martiana, el aporte principal
del profesor Estrade sobre y por Cuba, fue su investigación minuciosa
sobre el pensamiento y las acciones del héroe de la independencia. Además
de su imponente tesis de doctorado, publicó alrededor de cuarenta y cinco
artículos sobre José Martí y está preparando otros. Abordó numerosos
aspectos de la obra de Martí: sus conceptos sobre la democracia, sus
puntos de vista sobre la evolución de Cuba, su correspondencia con
diferentes personaüdades de la época, su anti-imperialismo, sus opiniones
sobre la evolución de los diversos países latinoamericanos, sus relaciones
con Francia, entre otros temas. Cada vez, las investigaciones fueron
realmente meticulosas y permitieron hacer avanzar el conocimiento en la
materia.
A pesar de su aislamiento, Cuba nunca estuvo sola. Tanto el
colonialismo español como el neocolonialismo norteamericano trataron de
encerrar la isla. Sin embargo, ocurrió lo contrario en el transcurso de la
Historia. Los proyectos de independencia y las luchas por una verdadera
soberanía del país (y del pueblo de este país) han resonado siempre en el
Caribe y en toda América Latina.
Por esta razón, como lo hemos visto, las investigaciones de Paul
Estrade no se limitaron nunca solamente a Cuba. A partir de los estudios
martianos, exploró los diversos proyectos que repercutieron en la
subregión durante la segunda parte del siglo XIX. Se sabe que los países
continentales de las Américas habían obtenido todos su independencia
política. Los países del Caribe iban, ellos, a quedar bajo diferentes tipos de
colonialismo hasta el siglo XX y aún el siglo XXI.
Los países cuyo control conservaban los españoles en la segunda
parte del siglo XIX, iban a vivir experiencias muy diferentes. Pero, para
muchos patriotas cubanos, puertorriqueños y dominicanos, las tres
colonias insulares de España hubieran tenido que llegar a formar un solo
Estado. Esta idea de las Antillas Hispánicas, que ya mencionamos, ha
sido profusamente estudiada por Paul Estrade. Hasta hizo de ésta un
ideal a pesar de los problemas pasados y presentes de esta parte del
Caribe.
64
En 1984, como lo dijimos anteriormente, fundó, en la Universidad de
París VIII, un grupo de investigación bautizado «Histoire des Antilles
Hispaniques» que dirigió hasta 1996. Éste organizó (y sigue organizando
con regularidad desde hace veinte años) coloquios y seminarios con el fin
de confrontar los trabajos de investigadores caribeños, latinoamericanos y
europeos sobre esta región del mundo.
Los «Cahiers d'Histoire des Antilles Hispaniques» creados en el marco
de este centro de investigación permitieron reunir una parte de estos
trabajos. Veintiún volúmenes han sido ya publicados.
De este modo, la acción de Paul Estrade tuvo y sigue teniendo importantes
efectos multiplicadores.
4. UNA VISION ENDÓGENA PARA UN VERDADERO DESARROLLO
Demasiados trabajos sobre América Latina y el Caribe -a nuestro
juicio- se efectúan de manera exógena. El problema es que las acciones de
desarrollo se conciben y, por lo tanto, se realizan a partir de estos estudios.
En el caso de la Historia, el fenómeno es particularmente grave si uno sabe
que gran parte de los documentos estudiados han sido redactados por
minorías (llamémoslas «euro-americanas») y, por otra parte, que
numerosos archivos históricos están conservados en Europa. Un tercer
problema se agrega a éstos: innumerables trabajos científicos (entre otros,
centenares de tesis doctorales) se efectúan en América del Norte (Estados
Unidos y Canadá) y en Europa (del Este y del Oeste): los conocimientos
creados de esta manera no llegan nunca o muy poco a los países o a los
grupos sociales que los necesitan para su desarrollo.
La obra del profesor Estrade es, desde este punto de vista, una feliz
excepción que debería servir de ejemplo. Ya hemos puesto en evidencia las
relaciones entre sus actividades de investigación y de docencia con su
compromiso político. Pero, aquí, se va más lejos. Se trata de preguntarse
por qué y para quién se investiga.
Paul Estrade viajó numerosas veces a las Antillas Hispánicas (y,
particularmente, a Cuba) con el fin de explorar los archivos y observar los
procesos de desarrollo de las islas. También envió a sus discípulos a
realizar allí estudios de campo. Sus escritos han sido traducidos y
discutidos en estos países. Luego, solo o en equipo, publicó numerosos
libros y artículos en casas editoriales, universidades y revistas cubanas y
puertorriqueñas.
A eso, es importante precisar que siempre mantuvo lazos estrechos con
España donde fue miembro de la Casa de Velázquez (Madrid), dictó cursos
65
y estableció numerosos contactos con respecto a las líneas de investigación
evocadas más arriba (en Madrid, Salamanca, Córdoba y Tenerife).
Desarrolló también, de manera dinámica, la cooperación internacional,
sobre todo entre Cuba y Francia, lo que permitió establecer intercambios
enriquecedores. Entre éstos, se debe subrayar la presencia regular, desde
1982, en la Universidad de París VIII-Saint-Denis, de docentes e investigadores
cubanos que tuvieron la oportunidad de intercambiar sus
conocimientos y sus experiencias con los estudiantes y sus colegas
franceses. De manera recíproca, varios profesores franceses han sido
recibidos en la Universidad de La Habana.
De este modo, las relaciones de dependencia se rompen a favor del
diálogo, la investigación compartida y un esfuerzo auténtico de
cooperación a favor de un desarrollo verdaderamente endógeno. El caso de
la cooperación con Cuba es particularmente importante cuando uno sabe
cuál fue el aislamiento de la isla durante los siglos XIX y XX.
Es necesario agregar algo para que este retrato de Paul Estrade no
quede demasiado incompleto: es su obra de historiador local. Se consagró
a ésta cuando pudo liberarse de los calendarios y los horarios
universitarios. Durante toda su vida se interesó por las grandes ideas y los
grandes movimientos del mundo -incluso si este mundo estuviera muy
alejado de las Antillas (sólo en el espacio)-, de este modo se apasionó
también -de manera complementaria, vitalmente- en los detalles de la vida
de una pequeña comunidad rural en la cual nació su familia y de la cual
todo su ser está impregnado. Volvemos a la tierra, a los campos, a los
cantos de la tierra.
Se le debe agradecer a Paul Estrade por todo esto. Se le debe agradecer
por la palabra dicha y la palabra escrita, por el gesto político y por la
amistad.
66