ARQUEOLOGÍA Y ETNOLOGÍA
HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS EN EL MALPAÍS
DE LOS TONELES (FUERTEVENTURA)
MATILDE ARNAY DE LA ROSA
EMILIO GONZÁLEZ REIMERS
El denominado malpaís de los Toneles ocupa una amplia zona en
la costa SE de Fuerteventura (fig.l) El aparato volcánico de donde
partieron las lavas que cubren dicha región se halla situado en un lugar
dominante, (Caldera de Jacomar, 321 metros de altura) de tal manera
que las coladas se desparramaron abruptamente hacia la llanura
y el mar. Por su extremo septentrional, una colada anegó un antiguo
barranco. Los ulteriores sedimentos aluviales, al cubrir parcialmente la
colada, dieron lugar a zonas más o menos llanas entre los mogotes rocosos.
En la actualidad el barranco discurre por el margen izquierdo
(septentrional) de dicha colada y contiene algunos saltos a cuyo pie se
forman, tras las lluvias, charcos de magnitud variable, que pueden
perdurar varias semanas, como hemos tenido ocasión de comprobar
personalmente. El clima de esta región es árido, con precipitaciones
del orden de los 100 mm. anuales. La vegetación está constituida principalmente
por ahulaga (Launeca arborescens) y salado (Salsona ver-miculata).
En el margen derecho de la colada, a unos 400 m. de la
costa se encuentra un gran poblado. (Lám. I A y B).
La gran cantidad de vestigios prehispánicos que cubre todo el ámbito
del poblado y el entorno del mismo, sugiere, sin lugar a dudas, la
existencia de un importante asentamiento aborigen en este malpaís.
Sobre estas antiguas construcciones, y aprovechando en gran medida
sus estructuras, este poblado fue reutilizado posteriormente. A pesar
de esta reutilización, probable sobre todo en los grandes corrales de
planta circular, los vestigios prehispánicos en superficie son extraordinariamente
abundantes, y sólo aisladamente se detectan algunos restos
que pueden considerarse «modernos». El poblado está constituido por
un conjunto de recintos de planta generalmente circular u oval. En
tomo a 8 grandes «corrales» (lám. I B) de planta circular se adosan,
sin solución de continuidad, pequeñas construcciones de planta circular
u oval que presentan una especie de puerta adintelada. Algunas de
estas pequeñas construcciones conservan parcialmente su cubierta formada
por la superposición de piedras (aproximación de hiladas).
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El recinto cubierto no tiene más altura que la suficiente para albergar
una persona de pie. (lám. II A y B).
Los muros de estas construcciones son de piedra seca, observándose
los bloques de mayores dimensiones en la base, superponiéndose
luego piedras de menor tamaño. Es fácil detectar los muros más recientemente
reconstruidos, pues las pequeñas piedras que los rematan
aún se sostienen y son fácilmente vencidos con un pequeño empuje.
No ocurre así con los sólidos cimientos de estas construcciones, sin
duda, las más antiguas y de origen prehispánico.
Como hemos dicho, toda la región es abundante en restos cerámicos
aborígenes que llegan a tapizar literalmente el suelo de algunas de
estas construcciones, restos que también se extienden por todo el mal-país
circundante. Junto a la cerámica también se aprecia en superficie
restos de conchas (patellas), cantos rodados, lascas y láminas de basalto
con huellas de uso.
Cerca del poblado (a unos 50 m. hacia el E.) en el mismo malpaís
tuvimos ocasión de hallar restos pertenecientes a dos grandes vasijas
aborígenes. De ellas sólo se pudo reconstruir parcialmente una y el
fondo de la otra. Los fragmentos de estos dos vasos se encontraron en
parte en una covacha que se abría entre las rocas del malpaís y, en su
mayoría, entre las piedras cercanas (ver lám. III A y B).
En el mismo malpaís a unos 70 m. hacia el SE del poblado encontramos
una nueva vasija fragmentada dentro de un hueco. Este
vaso pudo reconstruirse casi en su totalidad.
DESCRIPCIÓN DE LAS PIEZAS
Pieza núm.l (fig. 2 lám. IV b)
Se trata de una vasija parcialmente reconstruida (fragmentos 34).
Presenta las paredes convexas convergentes (grosor 0,9 cm) que a la
altura del borde tiende ligeramente a la divergencia. Precisamente esta
zona divergente queda claramente diferenciada al constituirse como
una estrecha franja no decorada de 2 cm. de ancho, seguida por la zona
decorada de la vasija.
La decoración consiste en una seire de líneas paralelas verticales
que rodean la vasija. Estas líneas están realizadas mediante incisiones,
siendo éstas más anchas en su inicio y más estrechas, superficiales e
irregulares hacia su final. Esta franja decorada ocupa 9 cm., aunque es
difícil precisar donde termina por el gran deterioro de la superficie del
vaso.
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El labio es plano sin decoración (grosor 0,4 cm). La base se encuentra
fragmentada y no es posible determinar su forma.
Sus dimensiones son: altura conservada 31 cm., ancho máximo
36,8 cm., ancho de la boca 23 cm.
La pasta presenta una estructura poco compacta (regular de nuestra
clasificación)' con gran cantidad de desgrasantes minerales de tamaño
medio y grueso. Se aprecian también minúsculos fragmentos de concha,
lo que induce a pensar en la utilización de arena de jable como
desgrasante. La gran cantidad de desgrasantes y su tamaño le dan a la
pasta un aspecto granuloso y la hace muy deleznable al tacto.
Los fragmentos de esta vasija presentan su superficie muy erosionada
por estar expuestos a la intemperie. Su cara exterior carece totalmente
de la capa superficial, mientras en la cara interna se conservan
algunas zonas intactas que permiten apreciar un tratamiento realizado
mediante espatulación no muy cuidada.
La coloración es irregular, correspondiendo al 5 YR 5/4 y 6/4 del
MunselF.
Pieza núm. 2 (fig.3).
Se trata de un fondo de una gran vasija (fragmentos 17) que apareció
junto a la pieza núm. 1.
El fragmento reconstruido mide 25 cm. de altura y 43 cm. de ancho
máximo. Las paredes conservadas son divergentes (grosor 1 cm) y
la base es plana (grosor 3 cm).
La pasta es poco compacta con gran cantidad de desgrasantes, lo
que le da un aspecto granuloso. Los desgrasantes son minerales de tamaño
medio y grueso, pudiéndose apreciar, como en la pieza núm. 1,
pequeños trozos de concha.
La superficie, al igual que el vaso ya descrito y por las mismas circunstancias,
se encuentra muy erosionada. En las zonas conservadas se
observa un tratamiento por espatulación no muy cuidado (regular).
La coloración es irregular y corresponde con el 5 YR 5/3 y 5/4 del
Munsell.
1. Para el análisis de la cerámica seguimos los criterios expuestos en: M. Arnay de la
Rosa y E. González Reimers: Vasos cerámicos prehispánicos de Tenerife: un análisis estadístico.
Anuario de Estudios Atlánticos (Madrid-Las Palmas) núm. 30, 1984, pp. 82-90.
2. Munsell Soil Color Charts. Baltimore, 1975.
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Pieza núm. 3 (fig. 4 lám. IV a)
Se trata de una vasija que ha podido ser reconstruida casi en su totalidad
(fragmentos 36).
Su base es apuntada (grosor 1,5 cm.); las paredes divergentes (0,6
cm. de grosor), produciéndose una marcada convergencia en el último
tercio de la vasija (hombros). El borde es igualmente convergente con
un labio de forma redondeada y sin decoración (grosor 0,4 cm.)
En tomo al borde existe una franja lisa de 2 cm. de ancho de la que
parte una zona decorada que ocupa los hombros de la vasija, extendiéndose
aproximadamente unos 8 cm. Esta decoración es incisa y dibuja
unas líneas verticales paralelas, más gruesas en su arranque y más delgadas
e irregulares hacia su final.
Las dimensiones del vaso son: 30,7 cm. de altura, 37 cm. de ancho
máximo y 21 cm. el ancho de la boca.
La pasta es mala, muy granulosa, siendo visibles gran cantidad de
desgrasantes medios y gruesos. La superficie de la vasija se encuentra
muy erosionada, observándose en las zonas bien conservadas un tratamiento
por espatulación bueno y uniforme.
La coloración es irregular (5 YR 5/3, 5/4 y 6/3 del Munsell), presentando
una gran mancha negra en la pared extema (2,5 YR 3/0 del
Munsell).
Ya las primeras crónicas de la Conquista refieren la existencia de
poblados de superficie de los majoreros prehispánicos:
«Tienen gran número de aldeas y viven más reunidos que los de la
isla de Lanzarote»^.
Las crónicas asimismo, nos hablan de la ocupación de los malpaí-ses
por parte de la población aborigen:
«Pero Gadifer y los demás no sabían nada de todo eso, aunque
sospechasen que en un malpaís que veían a cierta distancia en el llano
debía haber gentes. Entonces ordenó a algunos de los pocos hombres
que tenía que batiesen todo aquel malpaís... Ocurrió que los castella-
3. Le Canarien. Crónicas francesas de la Conquista de Canarias. Aula de Cultura de
Tenerife, Sta. Cruz de Tenerife, 1980, pág. 39.
J. de León Hernández, M. A. Perera Betancort, R. Hernández Bautista et alü:
«Aproximación a la descripción e interpretación de la carta arqueológica de Fuerte-ventura.
Archipiélago de Canarias. I Jornadas de Historia de Fuerteventura y Lanzarote.
Pto. del Rosario, 1987.
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nos que se habían quedado con ellos dieron con una compañía de gentes,
que eran de 45 a 50 personas, los cuales atacaron a los castellanos
y los pararon hasta que se alejaron de allí sus mujeres y sus niños»''.
La gran cantidad de vestigios arqueológicos encontrados en el poblado
del malpaís de Los Toneles indican claramente que se trata de un
antiguo poblado aborigen, que tenemos la intención de excavar y estudiar
en profundidad en un futuro próximo.
Como hemos dicho antes, es posible identificar construcciones pequeñas,
con puerta adintelada, tal vez viviendas, junto a otras grandes
(de más de una decena de metros de diámetro) que quizá fueron usadas
como corrales. Los signos de reutilización son evidentes en estas segundas;
las primeras, por el contrario, presentan su suelo tapizado de fragmentos
de cerámica con todas las características propias de la cerámica
aborigen de Fuerteventura.
Los restos arqueológicos que aparecen en superficie tanto en el interior
de las construcciones, como en las inmediaciones de las mismas
están constituidos por:
a) gran cantidad de fragmentos cerámicos, muchos de ellos con la típica
decoración incisa, impresa o acanalada propia de la cerámica prehis-pánica
de Fuerteventura.
b) Lascas y láminas de basalto, algunas de ellas con claras huellas de
uso.
c) Cantos rodados con desgaste y signos de utilización.
d) Conchas marinas, principalmente constituidas por caparazones de
patellas.
La extensión y características de este poblado y su ubicación nos
permite inferir que se trata de un habitat permanente. En efecto, su lo-calización
reúne condiciones favorables para el asentamiento humano:
1. La cercanía del barranco proporcionaba agua. Ya hemos aludido
que aún hoy, a pesar de la aridez de la isla, después de las lluvias se
forman charcos, que, probablemente eran más grandes y continuos en
la época prehispánica. Recordemos en este sentido las frecuentes alusiones
a la existencia de fuentes de agua dulce que nos proporciona Le
Canarien^
4. Le Canarien, 1980, op. cit. pág. 168.
5. Le Canarien, 1980, op. cit. pp. 38, 167, 168.
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2. Las coladas lávicas ofrecen un material constructivo abundante
y adecuado para la fabricación del habitat.
3. La cercanía del mar permitiría complementar la dieta con los
productos marinos, ya que, según las fuentes, los majoreros no conocían
la agricultura y se alimentaban exclusivamente de carne y de los productos
derivados del ganado (leche, queso, grasa)*. El hallazgo de abundantes
patellas nos habla en favor del marisqueo.
4. Ya que la principal actividad económica, como hemos visto, es
la ganadería, el aborigen majorero establecido en este malpaís tenía a su
disposición para alimentar el ganado (cabras fundamentalmente) la vegetación
que crece entre las lavas del malpaís. Esta vegetación sigue
siendo aprovechada en la actualidad por los rebaños de cabras (el llamado
ganado de costa)'.
El ocultar vasos cerámicos entre las lavas de los malpaíses —los
llamados escondrijos— es una práctica común en diversas islas del Archipiélago
y se relaciona con las actividades de pastoreo prehistóricas.
(Hemos constatado personalmente escondrijos en Tenerife, donde son
muy abundantes, en La Palma, El Hierro y Lanzarote).
Si duda, los vasos que describimos aquí también fueron cuidadosamente
guardados por el pastor majorero en su «escondrijo» para hacer
uso de ellos en el momento en que los necesitase y evitar el continuo
traslado de los mismos, máxime dada la gran dificultad que ofrece el
transporte de estas vasijas por sus grandes dimensiones. Estos vasos, por
su gran capacidad, fueron utilizados probablemente como recipientes
de almacenamiento, principalmente agua*.
6. Le Canaríen, 1980, op. cit. pág. 169.
7. Galván Betancor, M. y Criado, C: Fuerteventura. En Geografía de Canarias, tomo
4, Interinsular Canaria, Sta. Cruz de Tenerife, 1985, pág. 259.
8. Hallazgos cerámicos han sido objeto de recientes publicaciones; Martínez Encinas,
V.: Cerámica aborigen de Fuerteventura. Aguayro, núm. 109, Marzo 1979, pp. 12-14.
Hernández Hernández, F. y Sánchez Velázquez, D.: Conjunto de vasijas prehispáni-cas
procedentes de una cueva de Huriame. (Fuerteventura). Homenaje al Prof. Almagro
Basch, Madrid, 1983, pp. 271-279.
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FIGURAS Y LÁMINAS
Fig. 1: Mapa de Fuerteventura con la localización del poblado del malpaís de los Toneles
(Antigua).
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Fig. 2: Vaso descrito con el núm. 1 en el texto.
Fig. 3: Fondo de vasija descrita en el texto con el núm. 2.
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' /
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V \
Fig. 4: Vaso descrito en el texto con el núm. 3.
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B
Lám. I A y B: Panorámica general del poblado de Los Toneles.
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Lám. II A y B: Detalles constructivos de algunos de los recintos que forman el poblado.
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A
Lám. Ill A y B; Covacha con los restos cerámicos en su exterior y aspecto de los fragmentos
rotos entre las piedras cercanas a la covacha.
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Lám IV. a: Vaso descrito en el texto con el núm. 3.
Lám IV. b: Detalle de la decoración del vaso descrito en el texto con el núm.
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