AFRICANIA EN EL MUNDO RURAL DE PERIFERIA
JOSÉ FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ
Los negros trajeron, con sus cuerpos, sus espíritus.
Femando Ortiz
1. LA PERIFERIA
Estamos, en este trabajo, tratando de introducimos en la diferenciación
económica que ha existido desde finales del siglo xix y hasta el presente.
Al hablar de «periferia» tenemos lógicamente que dotar al término de una
concepción determinada, y ésta ha de ser histórica para poder aproximarnos
a su significado de cara a su uso etnográfico, cultural, etc.
Estamos ante una dicotomía clara que se ha verificado en la historia de
Cuba entre la pequeña y la gran propiedad. Claro que estos términos indican
sólo la extensión de la tierra, sin otras implicaciones que llevarán a
otros conceptos. Pero la extensión de la tierra en Cuba (y también en otros
países) tiene una enorme importancia por todo lo que significa en el enramado
de las relaciones socioeconómicas.
Después de las mercedes originarias de la propiedad agraria en la Isla
y desde finales del siglo xviii principalmente -aunque no de manera homogénea-
con la segregación de los hatos y corrales puestos en función del
fomento azucarero, se verifica una disminución de la extensión promedio
de la tierra en Cuba. Los ingenios fomentados, a tenor de su crecimiento
económico van a originar una doble expansión, la primera en la propiedad
específica de cada entidad productiva que llegará a su máxima expresión
durante la concentración y centralización de la industria azucarera -desde
la década de 1870 en adelante, sobre todo en Occidente- y la segunda en
cuanto al fomento progresivo del cultivo de la caña que va a ocupar las
mejores tierras de la parte oeste del país durante el siglo xix, además de un
fomento menor en el Oriente.
263
De suerte tal que aquellas producciones de autoconsumo con que se
inició la agricultura en la Isla, fueron expulsadas, mayoritariamente, a tierras
peores. En la Llanura de Colón, la mayor y más importante zona azucarera
de Cuba, las tierras limítrofes con la Ciénaga de Zapata y las lomas
del centro quedaron no como terrenos de plantación, sino como expresión
de la «sitiería» de manera principal.
Naturalmente que este tipo de agricultura tiene una expresión diferenciada
en cuanto a la presencia de esclavos en la misma, con un menor número,
y respecto a la presencia hispánica, que será mayor sobre todo atendiendo
al componente canario de la misma. Así surgió el campesinado
blanco en Cuba, o, simplemente, el campesinado, teniendo en cuenta que
el esclavo no poseía vínculos de propiedad sobre la tierra y era él en sí mismo
una propiedad.
Cierto que los ingenios azucareros dejaban una parte de la tierra disponible
para cultivos menores, pastos, etc., pero lo producido allí era insuficiente
para las dotaciones y los amos y, más aún, para abastecer a los
núcleos urbanos que se desarrollaban acompañando precisamente a la
extensión plantadora.
Plantación versus sitiería: ésta fue una constante de la agricultura cubana
del siglo XIX, extendida a la presente centuria.
Si la plantación generó esclavitud, la sitiería creó campesinos; si la
plantación trajo componentes afro, la sitiería hizo lo propio con los hispanos;
si la esclavitud ofreció desarraigo entre sus trabajadores, la sitiería
hizo lo contrario respecto a la tierra; si la plantación, en fin, obstaculizó la
extensión de la guerra al emporio azucarero de Occidente, la sitiería fue
sostén económico-alimentario y los campesinos base social del Ejército
Libertador. Claro que no podemos resumir en sólo los juicios anteriores
todo el complejo de las relaciones sociales de esta contradicción, pero al
menos quedan expuestas algunas.
La periferia, entonces, nos queda como la producción marginal -habida
cuenta de la predominante presencia azucarera en la economía cubana-de
alimentos y medios de subsistencia, por lo que se rectifica el juicio en
marginal, pero necesaria.
La economía de sitiería fue complemento, aunque no llegó, dadas las
desventajas con la plantación, a ocupar todo el mercado local. Al decir de
Ramiro Guerra, refiriéndose a las Antillas:
«La doble función de la agricultura colonial antillana —producir para la propia
subsistencia o sea para el mercado local y producir para la exportación— no
estuvo bien balanceada nunca en ningún caso, durante los siglos xvi, xvii, xviii y
264
XIX, sea cual fuere la metrópoli a que perteneciesen las colonias. La producción
para el consumo local mostró un déficit invariablemente»'.
De modo tal que el hecho de pasar por alto a la sitiería en el discurso
historiográfico cubano no ofrece una versión de nuestra historia todo lo
real que se puede suponer de un estudio, por muy calificado que sea, que
extrapole y absolutice a la plantación.
Y en esta visión que, de hecho, proponemos, también estarán los componentes
poblacionales, las tradiciones, las mentalidades y todo un universo
hermoso y a veces tan desconocido... Allí también, en virtud de qué
plantación y sitiería fueron contradictorias y a la vez complemento, estarán
las etnias africanas, como en la plantación están los componentes hispanos
haciendo eso que se llama transculturación.
2. LAS ETNIAS
El proceso del asentamienmto étnico africano en Cuba es realmente
muy complejo y difícil de abordar -al menos si se quiere hacer seriamente-,
no sólo por la variedad de acercamientos posibles, a tenor de los intereses
y campos hipotéticos a abordar, sino también por el propio proceso
en sí, sus diferencias dentro de un todo muy amplio, sus vinculaciones
estrechas con las relaciones económicas y, en definitiva, por las formas
culturales creadas e incorporadas a la cubanidad.
A la luz de los estudios actuales, vistos como continuación de aquellos
que iniciaron estas temáticas a pesar de los tabúes de la historiografía tradicional,
podemos obtener datos referenciales bastante exactos, aunque
difíciles de lograr y de procesar, de la multipresencia etnoafricana en Cuba.
Ya van pasando de moda las abusivas generalizaciones donde lo cubano es
simple y llanamente el resultado de lo hispano y lo africano. Hay que ir
más allá, si se quiere tocar las verdaderas raíces del fenómeno.
Nosotros preferimos acercamos al tema para damos cuenta de aquella
multipresencia en cuanto a las diferenciaciones de las distintas etnias, con
sus diferentes niveles de espiritualidad, de preferencia para los distintos
trabajos a los que eran destinados, características y modos de vida y, en
definitiva, aportes culturales dados a la cubanidad.
Pero hay aún otra diferenciación notable en la imbricación negra en
nuestra Isla. Téngase el desarrollo desigual de las diferentes regiones del
' GUERRA, RAMIRO: Problemas de la Economía Antillana. En: Revista Bimestre
Cubana. Habana. Vol. LXXV, julio-diciembre, 1958, pp. 6-7.
265
país y los volúmenes de población traída de África, diferenciados sus orí'-
genes, por épocas y la no simultaneidad del poblamiento, entre otros aspectos.
Todo lo anterior hace necesaria la continuidad de estudios sobre estos
temas, contrario al pensamiento de muchos acerca de la sobreexplotación
de aquellos. Y, después, estarán los matices, porque una generalización es
sólo eso, y aunque devele aspectos necesarios e interesantes, el factor realmente
humano está más allá, en el propio hombre, en su mundo total, el
que no puede ser llenado con números.
Podríamos preguntamos, a manera de ilustración, una cuestión al parecer
fácil de discernir: ¿Cuántas etnias llegaron a Cuba durante la trata
negrera? Evidentemente nadie que se precie de serio daría una respuesta
definitiva, pues el error estaría casi presente. A lo más que podemos aspirar
es a un acercamiento, pues no puede ser descrito todo el proceso. ¿Quién
podría decir que todos los esclavos fueron contabilizados, o que no vinieron
hombres de procedencias ignoradas por haber sido cazados en el interior
del continente, o que algún hombre de una etnia precisa llegó a Cuba
de regiones desconocidas o en tan poca cantidad que se perdió la información?
A modo de ejemplificación baste decir que nosotros hemos encontrado
defunciones y bautizos donde los difuntos o los padres de los bautizados
proceden de etnias africanas no muy comunes y, en algunos casos,
poco conocidas. En los libros parroquiales de la Iglesia de Nuestra Señora
de la Altagracia pudimos observar dos bautizos donde los padres de los
nacidos eran de la etnia Menehengué^, así como los bautizos de dos esclavos
adultos, en 1836, que procedían de las etnias Llano e Iguá^ También
observamos defunciones de individuos dominados como «damaguses»"*.
Es importante tener en cuenta las limitaciones para apreciar una exacta
configuración de la etnicidad afrocubana, tanto en cuanto a grupos
humanos llegados a Cuba, como a su asentamiento diferenciado según
^ Al respecto puede consultarse el Archivo de la citada Iglesia de Nuestra Señora de
Altagracia de La Hanábana en los años 1820-1826.
' Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Altagracia... cit. Libro 2 de Bautizos de
Pardos y Morenos. Respecto al bautizado de la etnia Yguá, se encuentra asentado en el folio
5, n.° 10 y su nombre castellano fue Miguel, siendo de 16 años de edad.
'' ídem. Además puede verse nuestro Libro Matagás, la gesta del bandido, en el capítulo
1 referido a los orígenes de la familia Álvarez Arteaga.
Otra etnia poco común apreciada en el Libro 4 de Bautizos de Pardos y Morenos de la
iglesia antes citada (folio 189, n.° 1.209), es la de la negra emancipada Eulogia, de nación
Mañana, que bautizó a su hijo Domingo el 28 de noviembre de 1871.
266
zonas de la Isla. Ello no quiere decir que no lleguemos a ideas certeras de
las magnitudes de la presencia africana y de los mayores o menores aportes
culturales o, más allá de las simples estadísticas, la identificación de
aquellos valores y su presencia en el etnos cubano.
También concurre a este análisis el tema de las apreciaciones que en la
época se tenían de las etnias y las que tenemos hoy, lo cual, seguramente,
también afecta la manera de conocer y de ofrecer los resultados de investigaciones
al respecto.
La vinculación entre espacio geográfico y presencia étnica es uno de
los problemas que deben resolverse para tener una idea más precisa del
factor humano presente en la historia de Cuba. Decimos ésto porque en
modo alguno se puede divorciar la caracterización de las regiones y zonas
económicas creadas -sobre todo desde fines del siglo xviii y durante el
XIX-, con el proceso de diferenciación étnica de su poblamiento.
Explicando lo anterior, podemos afirmar que aquellas zonas donde fue
la economía de plantación el factor económico determinante, la población
negra fue mayoría, no ocurriendo así en los territorios de «sitiería», donde
la población blanca -con la prioridad de asentamiento canario-gallego-asturiano
y en menor medida valenciano- fue predominante en el proceso
no plantador de creación del campesinado blanco.
En tal sentido el esquema (y solamente el esquema) quedaría con las
formas de inferencia siguientes:^
1. PLANTACIÓN-
2. SITIERÍA
-ARISTOCRACIA
AZUCARERA
(minoritaria)
-NEGROS
ESCLAVOS
(mayoritarios)
-DESCENDENCIA
CUBANA
• Blancos
• Pardos y Morenos
libres
CAMPESINOS
HISPANOS
• Canarios
• Peninsulares
- Gallegos
- Asturianos
-Otros
Y tal esquema no es siquiera una diferenciación solamente entre los
niveles económicos de Occidente y Oriente, pues el fenómeno de la sitie-
' Esta vinculación entre demografía y sistema económico rural la hemos concebido a
partir de otros estudios realizados conjuntamente con nuestro colega y amigo el Dn Manuel
de Paz Sánchez, Catedrático de Historia de América de la Universidad de La Laguna, Tenerife,
España. Han sido consultados los archivos parroquiales de las iglesias de Hanábana,
Guamutas, Limonar, Yaguaramas, etc.
267
ría, aunque siempre como economía marginal, estuvo presente desde la
economía de subsistencia pre-plantadora y coexistió con las grandes plantaciones
en el Occidente de Cuba. Pero este es un tema a desarrollar en
otros trabajos.
Pero indudablemente, en el Occidente plantador, la riqueza obtenida
fue muy superior al Oriente y la población esclava tuvo en esta zona una
mayor presencia. Las etnias que más comúnmente conocemos (lucumí,
congo, arará, ganga, carabalí, mina y macuá), además de otras menos
conocidas como chamba y las citadas anteriormente, con su presencia en
los barracones de ingenios principalmente, fueron creando un mundo de
tradiciones culturales en un sentido muy amplio que afectó a todos los
niveles de la sociedad.
Aquellos lugares con economía marginal de sitiería y los que tuvieron
una incorporación más tardía al proceso plantador -que a veces son iden-tificables
como protagonistas de los dos fenómenos, pero no siempre- van
a tener, a su vez, diferencias con respecto a las etnias principales que los
poblaron cuando los comparamos con los partidos y jurisdicciones de típica
plantación.
Parece ser que en aquellos lugares donde la plantación llegó tardíamente
no fueron los lucumíes mayoritarios. Tal apreciación puede tener
varias explicaciones, las cuales no siempre pueden ser del todo convincentes.
Ejemplificando lo anterior podemos ver que en Jagüey Grande-La
Hanábana, zona de economía marginal y de mayoría poblacional de los
blancos, limítrofe con la Ciénaga de Zapata y de tierras poco propicias para
la caña de azúcar, la plantación sólo llegó después de 1862 cuando ya la
esclavitud marchaba por el camino de la crisis como modelo socioeconómico.
En esta zona económica, tipificada por los sitios de labor y con ingenios
que nunca compitieron con los del resto de la Llanura de Colón, no
fueron los yorubas la etnia predominante, como sí ocurrió en tierras vecinas
de otros partidos judiciales.
Una búsqueda en los archivos parroquiales de la Iglesia de Nuestra
Señora de la Altagracia de La Hanábana nos ofrece las siguientes conclusiones,
en cuanto a las defunciones:
268
DEFUNCIONES DE PARDOS Y MORENOS
LA HANÁBANA, 1800-1846*
Etnias/
Procedencia
Congo
Carabalí
Mandinga
Guinea
Ganga
Lucumí (yoraba)
Total
1800-06
4
0
0
0
0
0
4
Años/Defunciones
1810-16
1
0
0
0
0
0
1
1820-26
7
0
0
0
0
0
7
1830-36
2
2
0
0
0
0
4
1840-46
5
1
4
1
1
1
13
Total
19
3
4
1
1
1
29
La relación anterior no significa una información total acerca de la
zona referida, aunque es, sin duda, representativa de lo que exponemos. No
obstante, podemos agregar otros datos confirmativos de este juicio, obtenidos
de la dotación del Ingenio Australia, tardía fábrica en su instalación,
pero la única que prosperó en la zona estudiada. Los datos que se ofrecen
confirman la preponderancia del origen congo en la dotación:
ESCLAVOS EMPADRONADOS EN EL INGENIO AUSTRALIA
JAGÜEY GRANDE. MATANZAS. 15 de enero de 1871'
Naturalidad
Criollos (nacidos en Cuba)
Congos
Lucumíes
Mandingas
Carabalíes
Gangas
Macuás
Mozambiques
Total
Cantidad
82
27
18
10
5
3
3
3
151
** Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Altagracia de La Hanábana. Libros de Defunciones
de Pardos y Morenos, 1800-1846. (Elaboración propia).
' Expediente de la Junta de Patronato, 1883. Archivo del Museo Histórico Municipal
de Jagüey Grande. Sala Colonial. Nota: Aparecen diferenciadas las etnias Macuá y Mozambique.
269
La anterior relación no es, ni pretendemos que sea, una verdad absoluta
sobre el fenómeno, pero nos permite una referencia geográfica que acaso
se acerque a las tipologías étnicas del territorio mencionado y de otros.
Así, tenemos que al entregar cédulas en 1883 a los esclavos del ingenio
América, en la zona de Corralillo (Villa Clara), zona más tardía aún que la
de Jagüey-La Hanábana, la relación de individuos era como sigue^:
Naturalidad
Criollos (nacidos en Cuba)
Macuás
Congos
Ararás
Lucumíes
Minas
Gangas
Carabalíes
Total
Cantidad
47
21
7
4
4
3
1
1
85
Las procedencias de los esclavos pueden, como hemos dicho, tener
múltiples valoraciones. Pero nosotros preferimos creer no sólo la que han
explicado varios autores acerca de que los amos preferían tener un mismo
tipo de etnia en su dotación. Creemos más bien que la compra de esclavos
estaba dictada por hechos económicos, de mercado y, en consecuencia, de
existencia de un tipo u otro de esclavos, amén de la preferencia por unos o
por otros. Por ello siempre encontramos varias etnias en los empadronamientos
de esclavos que hemos consultado.
Hay, ciertamente, preferencias por etnias específicas, según la común
opinión de los esclavistas de entonces, pero aquellos que llegaron después
al «reparto del mundo azucarero» tenían que conformarse con lo que
pudieran obtener, máxime que los sacarócratas más poderosos no sólo tenían
mayor posibilidad económica, sino también mejores relaciones con el
poder colonial.
La opinión de que el comercio de esclavos progresó al sur de África en
la medida en que las restricciones para el mismo se hacían más fuertes, no
parece estar descabellada, pues congos y macuás (proceden los últimos de
la zona mozambicana) estaban más lejos de Europa -y de la vigilancia
inglesa- que los yorubas y otras etnias de las tradicionales zonas de saqueo
de esclavos*.
' ídem.
' Téngase en cuenta, además, que las leyes prohibitivas de la trata negrera fueron aplicadas
primero a las zonas «al norte de la línea ecuatorial».
270
Estos procesos históricos referidos a la presencia africana diferenciada
en una u otra zona, son complejos de resolver, dada la poca documentación
confiable y lo difícil de trabajarla. Los archivos parroquiales, muy confiables,
pero naturalmente dispersos, ofrecen una visión que para ser general
requiere de una contrastación casi imposible de hacer de momento. No
obstante, sí podemos descubrir tendencias y especificidades que nos den
una idea del fenómeno. Por más decir, compárense los datos ofrecidos
antes con la naturalidad de los padres de los Pardos y Morenos bautizados
en la Parroquia de Limonar en 1860'":
Naturalidad (padres)
Lucumíes
Congos
Gangas
Macuás
Ararás
Minas
Total
Cantidad
14
12
8
4
1
1
40
Por último, podemos afirmar que la diferenciación poblacional entre
negros e hispanos y sus descendientes tendrá ramificaciones a estos últimos
en cuanto a su condición. En las zonas de sitiería encontramos pro-porcionalmente
más pardos y morenos libres que en las de plantación,
mientras en estas últimas el componente de descendientes canarios será
menor. Claro que esta afirmación es válida solamente para los años anteriores
a la abolición de la esclavitud, en el primer caso y, en el segundo
-bien que no nos referimos a la condición exacta por ser los «isleños» y
sus descendientes blancos- la proporción se verá afectada por la estimulación
a la inmigración no africana de mediados de siglo.
En cuanto a la condición de los padres de los bautizados, citemos un
ejemplo:
'" Iglesia Parroquial de San Cipriano Obispo y de la Purísima Concepción del Limonar.
Libro 4 de Bautizos de Pardos y Morenos, 1860.
271
1860 - CONDICIÓN DE LOS PADRES DE LOS BAUTIZADOS'
Condición
Parroquia
de La Habana
Parroquia
de Limonar
Blancos (libres)
Pardos y morenos
libres
Esclavos
Desconocida
Total
Cantidad
216
37
18
47
318
% del total
67,9
11,6
5,6
14,7
99,8 (*)
Cantidad
202
15
151
202
570
% del total
35,4
2,6
26,4
35,4
99,8 (**)
(*) y (**) En ambos casos hay una diferencia no asumible del 0,2% que se debe a los
decimales cuando se desechan las centésimas, milésimas, etc.
— El rubro «Desconocida» sólo se refiere a los negros, pues se asume que los blancos
son todos libres.
Las cifras de esta relación demuestran nuestra propuesta, así que no
vale la pena un comentario adicional. Sólo referiremos que los contabilizados
como desconocidos, sobre todo en Limonar, afectan predominantemente
a los esclavos, pues se debe a madres de esta condición donde el
padre aparece comúnmente como desconocido.
Queda por decir que los análisis acerca de estos temas requieren estudios
adicionales y con una muestra mayor, de modo tal que el esquema teórico
sea más completo. Pero, así y todo, creo que el acercamiento al tema
es válido.
3. EL MUNDO LEGENDARIO
Los orichas viven en sus leyendas. Esta parece ser una afirmación en
la que no se aprecian discrepancias sustanciales entre los estudiosos de las
religiones afrocubanas. Pero ese mundo, naturalmente, va mucho más allá
de tal generalización.
El universo de las deidades africanas trasladadas a Cuba en el proceso
de transculturación inferido de la esclavitud colonial es rico, variado y
diferenciado, no sólo atendiendo a las múltiples etnias llegadas a la Isla,
sino también al nuevo contexto en el cual tuvieron que pervivir. Al margen
de la mayor o menor autenticidad de unos u otros orichas -o de unos u
" Elaboración propia según los Libros de Bautizos de Blancos y de Pardos y Morenos
del año 1860 en las parroquias de La Hanábana y Limonar.
272
otros cultos de diferentes etnias-, todos debieron imbricarse en el nuevo
mundo que nacía.
Lo anterior significó no sólo adaptar y sincretizar deidades africanas
con santos católicos (el tópico más tratado de esta historia), sino, además,
llevar a los dioses negros a la nueva geografía, a nuevos atributos naturales,
a cambios lingüísticos, a la distinta mentalidad nacida del hecho de la
esclavitud y a otros aspectos que conformaron y corrigieron, en mayor o
menor medida, el proceso de transculturación. Si bien un hispano no fue el
mismo una vez que atravesó el Atlántico, así también ocurrió con los
negros y ello es, a no dudarlo, un hecho matricio de la cultura cubana.
El etnógrafo y gran estudioso de estos temas, don Femando Ortiz,
señalaba refiriéndose al tema que comentamos:
«En la religión, el negro, desconfiado de la clerecía dominadora y colonial
que lo mantuvo y explotó en la esclavitud, fue comparando sus mitos con los de
los blancos y creando así en la gran masa de nuestro bajo pueblo un sincretismo
tan lúcido y elocuente que vale a veces lo que una filosoñ'a crítica y le abre paso
más desembarazado hacia formas más superiores y libres de concebir lo sobrenatural
»'^.
Y, ciertamente, la semejanza buscada entre orichas y santos -vistos en
sus dos procedencias- significó un momento creador y nuevo, adecuado a
la nueva realidad y asimilador de matices que los afrocubanos desconocían.
Fue también, y a pesar del carácter dominador de los hispanos, la apropiación
de modos culturales de los negros por parte de los blancos. La convivencia
fue, entonces, el gesto primario de una nueva magnitud cultural.
El mestizaje camal obligado por aquella convivencia, con sus matices
a su vez según regiones, modos de pensar, relaciones de clase, etc., y también
la mestiza realización de la mentalidad surgida años de por medio, tienen
en el proceso histórico del nacimiento de un mundo nuevo su primicia
esencial, pero no la única causa. Existieron otros factores que permitieron
aquella imbricación.
Parece ser que las dos vertientes socio-religiosas principales permitieron,
con sus semejanzas, el propio proceso imbricador. Digamos, por ejemplo,
que el hecho de ser -refiriéndonos a los yombas y a los españoles-profesadores
ambos pueblos de «religiones históricas» los acercaba a la
identificación, sobre todo cuando los dominados fueron traídos por cristianos
de rito católico. Esta historicidad, donde los santos católicos tienen una
ética y una cosmogonía maravillosa que se expresa a través del facto y
'^ ORTIZ, FERNANDO: Los factores humanos de la cubanidad. En: Revista Bimestre
Cubana. Habana. Vol. XLV, marzo-abril de 1940, pp. 180-181.
273
donde la vida de aquellos sirve para la proyección espiritual de la Iglesia
como institución, la acerca al mundo mágico, legendario e histórico dado,
aunque en fundamentos orales, por la más genuina tradición yoruba.
El propio Juan Pablo II, en su reciente libro Cruzando el Umbral de la
Esperanza, hace afirmaciones que bien pudieran ser tenidas en cuenta para
explicar lo que comentamos anteriormente. Bien que Su Santidad se refiere
a cultos animistas -recordemos al efecto la referencia y consulta primaria
al «muerto» al hacerse santo entre los yorubas en su tradición cubana-,
pero no obstante es evidente el punto de contacto con lo que decimos. El
Obispo de Roma afirma:
«...sería oportuno recordar todas las religiones primitivas, las religiones de
tipo animista, que ponen en primer plano el culto a los antepasados. Parece que
quienes la practican se encuentran especialmente cerca del cristianismo. Con ellos
también la actividad misionera de la Iglesia haya más fácilmente un lenguaje
común»'^.
Como explicamos en el apartado anterior, existen no sólo diferencias
de presencia étnica en la macro-geografía de Cuba (entiéndase por ello las
disímiles características del Occidente y el Oriente cubano), sino también
dentro de aquellas regiones y aún en marcos más pequeños como puede ser
un municipio. Es por ello que hoy encontramos una fuerte presencia de
ritos de santería yoruba fundamentalmente en Agrámente y en Torriente,
pero no así en la zona donde se ubica la cabecera del término (Jagüey
Grande), donde los descendientes de esclavos congos mantienen un predominio
de la Regla de Palo o Mayombe, a tenor de las características de
su poblamiento original.
El mundo legendario, entonces, estará diferenciado también en este
microuniverso y la oralidad a través de la cual nos llega aquel hermoso
legado cultural, será matizada según las zonas en cuestión.
El santero, por demás, no sólo ofrecerá la leyenda a través de la cual
vive el oricha, sino que tendrá en su explicación una manera de acomodar
aquella según las características del territorio en que vive.
Es de destacar que el santero, a través de su trabajo, conocedor de la
leyenda y vista la vinculación de ella con los sistemas de adivinación (el
coco o el caracol), buscará en los sucesos propios de la deidad la explicación
a los fenómenos que afectan al que concurre a él para consultarse. Así
sea la letra del caracol, será la leyenda y el oricha que hable para buscar
mejoría al que busca ayuda en las divinidades africanas.
" Juan Pablo II: Cruzando el Umbral de la Esperanza. Grupo Editorial Norma. Bogotá,
1994, pp. 103-104.
274
Las leyendas, con el proceso de transculturación al que han estado
sometidas y teniendo en cuenta las propias características del oficiante y,
también, del consultado, guiarán por la vida a este último. Consejos para
la salud, con remedios incluidos, ética, peligros sociales y accidentales,
búsqueda de desarrollo dentro de la santería y otros muchos temas, serán
abordados por el santero. Este personaje, a su vez, será reconocido y aceptado
a tenor del criterio de éxito que se tenga de él.
Pero las leyendas y todo el mundo mágico-religioso tienen además un
gran valor desde el punto de vista cultural. Esta indudable afirmación ha
hecho, sin embargo, que el mundo mitológico afrocubano sea sólo aceptado
en el campo folklórico, obviándose lo referente a la fe. Los prejuicios y
el ateísmo a ultranza han afectado el conocimiento y reconocimiento de
estas religiones más allá del hecho folklórico y ello está presente en la
sociedad cubana desde los tiempos coloniales.
Pero el bello universo de los mitos afrocubanos han resistido al tiempo
y han contribuido a conformar la nacionalidad cubana y su mentalidad,
su ética social y su arte, en fin, es inobviable a la hora de concebir «lo
cubano» en sí mismo.
Veamos una de esas leyendas:
FAVOR QUE MATA A SU AMO
Era en un tiempo remoto, ya los hombres habían sido creados por
Obbatalá y este oricha reinaba en la tierra conviviendo con las demás deidades,
los humanos y los animales. Oloddu Mare, dios supremo, estaba
contento con la obra del creador de los hombres, oricha mayor, quien era
bondadoso y, en consecuencia, trataba a los que le ayudaban con la mayor
de las atenciones.
El oricha-rey Obbatalá tenía en mucha estima al mono, tanto por ser
el más parecido al hombre de cuantos animales hubo jamás, como por ser
una especie de ayudante de él. El simio era más que una mascota o un sirviente,
gozaba de todos los privilegios de estar en la casa del rey, que allí
vivía, y realizaba múltiples tareas, en pago, quizás, por los placeres de que
disfrutaba y, al final de todo, por ser tenido por Obbatalá como una especie
de buen amigo o ayudante de confianza.
A veces, sin embargo, los placeres son malos consejeros; y el mono
comenzó a no estar contento con su suerte. Un día se dijo:
275
—¡Cono!, yo trabajopa' Obbatalá, hago todo lo que él quiere, le busco
lo que desea y me tiene como a un esclavo. ¡Qué va!, si en el lugar de
Obbatalá debía estar yo.
Preparó entonces el mono una trampa a su dios y protector, convencido
como estaba de poder reinar y no servir, en tanto que él hacía trabajos
importantes. «De mi trabajo a reinar no hay más que un paso», pensó. Y
decidió llevar una queja a Oloddu Mare, dios mayor entre todos los orichas.
Pero, para llegar donde el dios supremo, debía el mono hacerlo por
medio del engaño a otros orichas, pues sólo ellos podían permitirle andar
los caminos para llegar. Donde Elegbá llegó primero el mono.
El dueño y señor de los caminos recibió al simio, conocedor de que
aquel era individuo de confianza de Obbatalá y consintió en abrirle los
caminos al conocer lo que le dijera de que debía ir a llevar un mensaje a
Oloddu Mare enviado por Obbatalá. Mostraba así Elegbá su respeto y
amistad por el oricha reinante, sin percatarse de la traidora intención del
mono. No obstante, quedó con la duda de que tan importante mensaje al
dios supremo no fuera llevado en persona por Obbatalá.
Abiertos los caminos el mono emprendió el viaje. Pero la vía cruzaba
por el monte, donde Oggún tenían sus dominios. Zarzas, arbustos y espinar
hacían muy dificil atravesar el monte. Y el mono entonces no tenía
rabo para ir de árbol en árbol. Debió entonces pedirle ayuda a Oggún:
—Oggún, dueño del monte y los metales, dijo el mono, llevo un mensaje
importante de Obbatalá para Oloddu Mare, necesito que tú, con tu
addá (*) me despejes y limpies el camino que me abrió Elegbá, que quites
las asperezas para que yo pueda pasar por él.
Entonces Oggún hizo lo que el mono le pidió y limpió el camino a través
de todo el monte y aquél pudo llegar hasta la alta montaña, el único
punto desde donde se podía hablar a Oloddu Mare. Allí tenía sus dominios
Oke, sólo él daba permiso para hablar al dios supremo.
El mono se dirigió a Oke en estos términos:
—Hace falta, Oke, que me dejes subirme encima de ti para poder dar
un mensaje a Oloddu Mare que traigo de Obbatalá. Ya Elegbá me abrió
los caminos para llegar hasta aquí, y Oggún los libró de malezas, permíteme
tú, desde tu reino en las alturas, hacer que Oloddu Mare oiga lo que
tengo que decirle.
Una vez encima de Oke, el mono comenzó a delatar a Obbatalá:
—Baba, Obbatalá está reinando en la tierra borracho.
—¿Cómo que borracho?, preguntó Oloddu Mare.
Addá quiere decir machete.
276
—Sí, sí, él bebe y está dirigiendo la tierra completamente borracho. Yo
pienso que él no debe seguir gobernando la tierra en ese estado.
Entonces Oloddu Mare, sorprendido, pensó en que el mono debía estar
mintiendo. Pero debía cerciorarse, pues tiempos atrás, cuando Obbatalá
recibió la encomienda de hacer a los hombres, se emborrachó tanto que
algunos de ellos le quedaron imperfectos. El, entonces, había prometido
no beber jamás. ¿Habría incumplido Obbatalá su promesa? Oloddu Mare
tuvo dudas.
Pero en ese mismo momento Elegbá, quien había seguido al mono desde
que le abriera los caminos para averiguar las intenciones de aquel, regresó
deprisa y cerró los caminos. Estaba preocupado porque él y Oggún,
aunque involuntariamente, habían posibilitado el viaje del mono. Al decirle
a Oggún lo sucedido, el oricha del monte quedó pensativo. Entonces
dijo Elegbá:
—Siento que hemos prestado ayuda al mono para su traición, después
de todo lo que él ha gozado en la casa de Obbatalá... pero no te preocupes,
que él fue pero no va a poder bajar, hasta que nosotros le avisemos a
Obbatalá.
Elegbá fue entonces donde el dios-rey de la tierra, a deshacer de alguna
manera lo que él y Oggún habían contribuido a hacer. Cuando
Obbatalá supo de la traición del mono, se lamentó, pero le dijo a Elegbá:
—No te preocupes, que yo voy a aclarar lo sucedido.
Y Obbatalá salió entonces en busca de Oloddu Mare, quien ya le había
mandado a buscar ante la queja del mono. Al llegar a los dominios del
dios supremo, y ante la pregunta de que cuál era la razón por la que él,
Obbatalá, dirigía al mundo borracho, respondió el oricha:
—No, Baba, usted está equivocado... y el mono también; lo único que
yo tomo es anís, no la conocida como bebida que embriaga, sino el Eyekue.
Y sacó el recipiente con el líquido extendiéndolo hasta el propio Oloddu
Mare. El dios supremo lo analizó y miró severamente al mono.
Y dijo Oloddu Mare:
—Mono, recibirás un castigo, por haber delatado a Obbatalá diciendo
una mentira y por la ingratitud que le mostraste después de disfrutar
de su casa y de los privilegios que allí tenías, y también por el engaño
hacia mí... Mientras que el mundo sea mundo llevarás rabo y mientras que
yo exista y el mundo exista, tú serás el hazmerreír del universo.
Y así quedó todo; el mono haciendo monerías, sin los privilegios de
que antaño gozara en la casa de Obbatalá, pagando su traición y haciendo
de la delación y la mentira un trabajo inútil.
* * *
277
El caracol: Esta leyenda está incluida en el sistema de adivinación del
caracol en el número nueve, que corresponde a la letra Osa. Esta letra, si
bien es la predilecta de la oricha Oyá, por ella habla también Obbatalá. Es
necesario aclarar que, de las letras del caracol, que son 16, sólo hablan las
primeras 12, pues las restantes corresponden a San Lázaro y sólo pueden
ser consultadas por medio de Orula. Obbatalá, como oricha mayor, tiene la
facultad de hablar por las 12 letras permitidas. Esta leyenda habla en Osa
a través del oddun de Unle.
Hs * *
Como toda leyenda, ésta tiene su moraleja, la cual se desprende de los
hechos y es interpretada por el santero. Aquí se habla de que «tu mejor
amigo (en este caso el mono) puede ser tu peor enemigo» y, en tal sentido,
el favor que hagas a esa persona puede matarte, de ahí el título «Favor que
mata a su amo». No obstante, en la leyenda no ocurre así, triunfa la verdad,
por lo que otra enseñanza queda, a saber, «no traiciones al amigo que
te favorece, pues lo lamentarás»"*.
El mundo legendario ofrecido por los antiguos esclavos y sus descendientes
a la cultura cubana forma un maravilloso cuerpo de ideas que, en
su trascendencia enriquecedora, nos ha dotado de elementos de identidad.
También en este caso habrán diferencias entre los tipos de universos a que
nos hemos estado refiriendo. Claro que la originalidad afrocubana será una
constante, pero los grados de integración en algunas leyendas y mitos, tendrán
valoraciones con variación según zonas. Debemos aclarar, además,
que el propio santero que interprete la leyenda o que «haga el trabajo» para
quien se consulta, así como la fuerza de un culto u otro en un territorio y
algún factor adicional, ofrecerán matices inobviables en este análisis.
La relación entre letra (adivinación por caracol o coco), leyenda y adecuación
al que se consulta, será más o menos eficaz y hermosa atendiendo
a lo que referimos anteriormente. Claro que no se trata de casos de buscar el
«folklorismo» obviando la fe y otros significados de la hermenéutica socio-religiosa,
sino de adentrarse en ese mundo con los ojos abiertos.
Las diferencias sí estarán sobre el tapete. Digamos que en este estudio
de caso pudimos apreciar algunas:
1) En el municipio de Jagüey Grande, con las características que vimos
anteriormente, apreciamos una mayor fuerza de la Regla de Palo en
la zona propiamente dicha de Jagüey, a diferencia de las zonas de
'"' Esta leyenda fue obtenida por el autor a través del etnógrafo Lázaro Pedroso Montal-vo,
actual Director de la Casa de Cultura Municipal de Jagüey Grande..., 1995.
278
Tómente (antes Claudio) y Agramonte (antes Cuevitas). Ello se debe
a la diferenciación de poblamiento y estructura etnoeconómica,
pues las dos últimas zonas estaban más relacionadas con la plantación
por pertenecer, en sus orígenes, a los partidos judiciales azucareros
de Macuriges y Jiquimas. Jagüey, por su parte y como se ha
dicho, pertenecía a La Hanábana, zona de sitiería.
2) Algunas tradiciones «blancas», como son las historias de bandoleros
del siglo pasado, incluyen, en la zona de Jagüey-La Hanábana, a personas
«de color». Ello se explica por la existencia en este territorio de
partidos de bandidos con presencia negra'\ dada a su vez por núcleos
de población de pardos y morenos libres con mayor fuerza que en las
zonas de plantación. El bandido, en tanto que campesino alzado en
armas es fundamentalmente blanco, mientras que el negro se convierte
en cimarrón. Sin embargo, Matagás, uno de los grandes bandoleros
sociales cubanos del siglo xix era de una familia de pardos libres, al
igual que algunos de sus seguidores y muchos de sus colaboradores.
En fin, el sincretismo existe, pero también la peculiaridad. Los estudios
de estos temas han de tener en cuenta también las especificidades de todos
aquellos factores que los afectan. Este trabajo no ha tenido grandes pretensiones,
sólo mostrar una arista.
Se ha dicho que todo es del color del cristal con que se mire. Recuerdo
ahora el film Children ofthe Lesser God (Hijos de un Dios Menor) cuyo
título parafrasea un poema del gran escritor Alfred Tennyson. En él se asume
que los discapacitados son hijos de un Dios menos poderoso y la película
fue merecedora de un Óscar a la mejor actriz en 1986, además de obtener
una nominación al actor William Hurt.
Sin restar méritos a la directora Randa Haines o al propio poema de
Tennyson, prefiero la leyenda de Obbatalá sobre el mismo tema.
En esta historia, Obbatalá, oricha mayor y creador de los hombres tuvo
el descuido de beber mientras hacía el trabajo de la creación, por lo que
algunos de aquellos nacieron con desperfectos. Es por ello que son las personas
con defectos físicos y mentales los hijos predilectos del Dios. ¿No es
la visión yoruba del problema al menos más consoladora?
Quizás mi apreciación anterior se debe a la marca cubana de la influencia
africana. Pero de lo que sí estamos seguros es que este mundo legendario, sus
condicionantes -científicos y culturales-, sus impücaciones etnográficas, su
fe y aún (como hemos planteado en el trabajo) sus diferenciaciones internas,
valen la pena tratar de hacerlas cada vez más cercanas.
" Al respecto pueden verse nuestros trabajos: El bandolerismo en la oralídad del campesinado
matancero y Matagás, la gesta del bandido.
279
ANEXO
O
LOS GRUPOS ÉTNICOS LLEGADOS A CUBA, SEGÚN ROMULO LACHATANERE
GRUPO 1
Lucumís
Lucumís
Eyó
Feé
Oba
Ichesa
Ejibo
Ijaye
Enguey
Apapá
Apapá-chiquitos
Sub-gnipo
Arará
Magino
Cuevano
Sabalú
Agicón
GRUPO 2
Congos
Angola
Angunga
Banjela
Birongoyo
Bondo
Bosongo
Cabenda
Etontera
Loango
Majumbe
Motembo
Mumboma
Musoso
Mumbala
Mondongo
Musundi
Muyaca
Vivi
GRUPO 3
Carabalís
Sub-grupo
Sudanés
Ibó
Abaja
Suama o
Isuama
Epá
Briche
Bras 0 Bran
Sub-grupo
Semi-Bantú
Bibí
Efí
Nezeve
Hatan
Berún
Tacua
Rey
GRUPO 4
Mandingas
Mandingas
Bambara
Quisi
Maní
Zape?
Sub-grupo
Ganga
Congola
Mumbake
Cono
Arriero
Piré
Longoba
Oyesa
Tacúa
Usurú
Siguato
Bromú
Cramo
Fay
GRUPO 5
Ewe-Tshi
Achanti
Mina
Mina Popó
Fanti-
Dajomé
Oro
GRUPO 6
Hamito-negroides
Yola
Yolof
Hausa
Fula
Berberi
Tomado de: Lachatañeré, Rómulo: El sistema religioso de los Lucumís
baños. Revista Trimestral. Vol. III. Números 1, 2, 3 y 4. La Habana, 1939, p.
y otras influencias africanas en Cuba. En: Estudios Afrocu-
57.