HISTORIA
LA SOCIABILIDAD CANARIA EN CUBA.
SIGLOS XIX Y XX
DOLORES GUERRA LÓPEZ
(Instituto de Historia de Cuba)
Durante los últimos años un punto común para las Ciencias Sociales,
tanto en Europa como en América, es el debate sobre la sociabilidad.
El interés identificable por el mismo obedece a que académicos de
diversas latitudes coinciden en recuperar el término, con el propósito de
otorgarle nuevas capacidades heurísticas.
Cuando se pretenda realizar cierta evaluación de la contribución que
ofrece la polémica, no se puede dejar de señalar la dificultad a la que se
enfrenta el analista cuando se trata de establecer el objeto específico de la
teoría. El asociacionismo tiene demasiadas versiones y casi puede decirse
que los elementos se conforman en la propia discusión, aunque aún el
concepto sigue siendo polisémico, porque en definitiva los usos que se
otorgan tienen muchas acepciones dado que cada autor proviene de tradiciones
intelectuales y problemáticas muy diversas.
Esta teoría aparece en Francia hacia el último tercio del siglo xviii,
ligada al ideal de Las Luces y toma como definición la actitud de los
hombres para vivir en grupos. Hoy pertenece al repertorio conceptual de
los historiadores, una vez que Maurice Agulhon, y tras él otros especialistas
franceses como Michel Vovelle, encontraron en ella una categoría apta
para dar cuenta de manifestaciones de la vida colectiva diferentes a las del
trabajo y la ciudadanía.
Agulhon afinó progresivamente la idea hasta alcanzar la descripción
más sintética de que se tenga noticias en un estudio de 1981 poco conocido
y muy sugestivo. «Las asociaciones en el Pueblo»'. Según esta determinación,
el dominio de la sociabilidad se constituye por los sistemas de
relaciones que enfrentan a los individuos entre sí.
Semejante explicación sugiere una variedad infinita en las formas y
procesos de relaciones entre las personas. Por eso mismo significa que.
' AGULHON, Maurice: «Les Associations au Village», Actes Sud (Bibliothéque des
ruralistes), 198L
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lejos de ser una noción que sirva para todo, en tanto que categoría histórica,
nos remite a un nivel de análisis en relación con la práctica social que
se estructura entre la familia y el Estado, por lo que puede ponderarse
como una forma específica de intermediación en los intereses, y a nuestro
juicio éste es el componente esencial.
El objetivo de esta comunicación es servir como introducción al tema
sobre la presencia canaria en Cuba a través de sus instituciones sociales lo
cual intentaremos vertebrar a través de una narrativa secuencial de la exposición.
1. IMPORTANCIA DE LAS FUENTES PARA EL ESTUDIO
DEL ASOCIACIONISMO
Una vez que se convierte en una de las canteras de investigación más
fecundas, la aproximación a las formas y los ámbitos de sociabilidad,
requiere de estudios de casos con proyectos muy concretos. Nuestras indagaciones
sobre este tema en Cuba, nos ha permitido censar, de forma
parcial, un conjunto de fuentes disponibles, más o menos conocidas que
quisiéramos presentar con el fin de contribuir a una mejor compresión de
nuestro estudio.
La diversidad de entramados, mediante los cuales se estructuran las
prácticas sociales, necesitan preciarse a escala provincial, regional y local.
El movimiento asociativo debe examinarse en el espacio y en el tiempo
para poder apreciar su importancia, los puntos de inflexión, en relación
con la legislación sobre la materia y la dinámica de la nación.
En el Archivo Nacional existen fuentes de naturaleza administrativa
que nos permiten una aproximación sumaria, donde podemos encontrar
datos sobre las instituciones que aunque fragmentarios hacen posible una
primera visión de conjunto. Dentro de ese grupo se encuentran los fondos
del Gobierno Superior Civil, Gobierno General, Consejo de Administración,
Instrucción Pública, Junta de Beneficencia y Asuntos Políticos entre
otros.
En 1888, se establece el Registro de Asociaciones el cual garantiza a
las autoridades provinciales y locales un mejor control de todos y cada
uno de los consorcios existentes en el territorio.
Esta base contiene expedientes de fundación, estatutos, reglamentos y
Memorias que en muchos casos, aunque no en todos, nos permite realizar
una evaluación de la trayectoria de cada centro para intentar su historia.
Esa precoz formalización, primera actividad de la corporación, prueba
impuesta por las leyes vigentes, supone la codificación de la finalidad que
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nos hemos propuesto a través de las modalidades de participación, los
mecanismos de exclusión y las reglas de funcionamiento.
Los Estatutos de la agrupación implican el establecimiento de una
conformidad con el dispositivo administrativo, lo que demuestra la importancia
que las autoridades le atribuyen, pues conocer para controlar son
sus principios.
Es particularmente visible la voluntad del poder central de seguir los
cambios del país, lo que nos permite contar con una serie de padrones
anuales para intentar hacer un inventario del movimiento asociativo, donde
se anotan datos sobre la población, fincas urbanas, pueblos, casas, caseríos,
carruajes, ganado, establos, comercios, establecimientos, ocupaciones,
instituciones, entre otros, etcétera^
Por otra parte también disponemos de fuentes secundarias que nos
aportan significativos elementos de la vida hispana en la Isla y me refiero
en primer orden a las publicaciones periódicas que obran en la Hemeroteca
de la Biblioteca Nacional «José Martí» y en el Instituto de Literatura y
Lingüística, entre los que podemos encontrar ejemplares que reflejan la
actividad de esta colectividad, así como revistas y boletines de las propias
sociedades que pueden tener desde un carácter regional hasta comarcaP.
Es necesario apuntar además la urgencia inmediata de revisar las Guías
de Forasteros y Almanaques que ofrecen informaciones valiosas sobre
este asunto.
El historiador de la sociabilidad tiene que contrastar todos los documentos,
tanto a nivel provincial como local, pues una de las primeras tareas debe
consistir en tratar de cuantificar las diferentes formas y redes de agrupación
que se estructuran en la sociedad en un tiempo y espacio dados, con el
ñn de comprender mejor sus funciones e importancia en el país receptor.
2. LA RED ASOCIATIVA CANARIA. UNA TIPOLOGÍA DIFÍCIL
DE ESTABLECER
El proceso de vertebración comunitaria en los países de destino constituye
un elemento fundamental para explicar el fenómeno de asimilación
del colectivo migrante canario.
^ A manera de ejemplo podemos citar en el Archivo Nacional, en el fondo del Gobierno
Superior Civil, legajo 1.469, núm. 58.004. El expediente sobre Padrones de Fincas
Urbanas, Número de Habitantes y Casa de cada una de las poblaciones del Departamento
Occidental. Comisión de Estadísticas, 1851.
' El estudio sobre «La Prensa Canaria en América» ha sido abordada por el Dr. Jesús
Guanche en Cuba y continuada por Gregorio Cabrera de la Universidad de La Laguna.
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A nuestro entender el propio ciclo de evolución determina el proceso
de formación y desarrollo de cada entidad en la medida que las necesidades
de sus miembros se satisfacen o no, cambian los objetivos originales
de las diferentes asociaciones y el grado de participación de sus miembros
en las mismas.
En el caso de este conjunto fueron los que aportaron los mayores
grupos de núcleos familiares masivos'' que de inmediato se adentraron en
los campos, mientras que el resto de la inmigración peninsular iba en
busca de mejores condiciones de vida en los medios administrativos y
comerciales.
Desde el siglo xvii comienza a desarrollarse el cultivo y comercialización
del tabaco, el cual se fomentó, por el propio Estado que veía en
él una magnífica fuente de ingreso. Por su parte, la Corona Española inicia,
sobre todo a partir del primer tercio del siglo xviii, una política de
apoyo y protección a ese producto.
Con ese mismo fin impulsa la creación de organismos que se relacionan
con el beneficio tabaquero, como la Real Compañía de Comercio de
La Habana, que encabeza sus operaciones en 1740 o la Real Factoría de
Tabacos que se estableció en 1760^
A la postre la labor tabaquera repercutió y provocó importantes cambios
en los sistemas de propiedad, configuración y tenencia de la tierra e
influyó en la población, tanto desde el punto de vista demográfico como
sociológico.
Le tocó entonces al campesino canario de tierras adentro, sobre todo
de las regiones occidentales y centrales, desarrollar las vegas tabacaleras y
el trabajo agrícola en general.
A éstos les era, en algunos aspectos, difícil integrarse en la vida económica
de la Isla, tanto por el modelo esclavista imperante como por sus
propias condiciones.
Por ello encontraron una salida, al ocupar un espacio pequeño de
tierra, bien en renta o propiedad, pues en las vegas se necesitó muy poca
inversión de capital, lo que era idóneo para un agricultor de escasos
" Una disposición legal de 1718 estipuló la entrada de 50 familias anuales, según
PADRÓN, Francisco en Desplazamiento a las Indias desde Canarias, cita de GUANCHE
PÉREZ, Jesús, en Procesos etnoculturales de Cuba. La Habana, Editorial de Letras Cubanas,
1983, págs. 175-176.
' RIBERO MUÑIZ, José: Tabaco, su historia en Cuba, La Habana, 1964, tomo I,
pág. 15.
' Ibídem, pág. 18.
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Las diversas corporaciones de ayuda mutual y beneficencia que se
constituyeron en el país tuvieron su origen en la necesidad de los hombres
de una misma nacionalidad y lejos de su patria natal de unirse y prestarse
auxilio.
Muchas personas llegaron a los países de destino con muy poca solvencia
económica por lo que requerían de una pronta colaboración, la cual
encontraron en estas instituciones.
Las primeras organizaciones hispánicas de socorros mutuos se constituyen
en Cuba, a partir de la década de 1840 en el seno de los organismos
corporativos de la colonia y con los rasgos característicos de los mismos'.
Entre los inmigrantes de procedencia europea y habla castellana, la
fuerza cohesiva se representó por los lazos de nacionalidad los cuales
tuvieron el mérito de estimular por vez primera la solidaridad clasista.
Todas estas agrupaciones conservaron el carácter medieval de los organismos
benéficos y semi-religiosos, que se confinan en una parroquia.
En ellos aprendieron a prestarse apoyo entre sí, gestándose de ese modo
un sentimiento de unidad, en el cual cooperaron también en menor escala
las mancomunidades de recreo instruidas por los artesanos*.
El desarrollo de esta clase subalterna se propició debido al auge económico
que requería de nuevas masas tabacaleras que propulsaron la producción
de otros sectores de la industria urbana y prácticamente en todas
las ciudades se formaron gremios, así como surgieron centros culturales y
publicaciones.
Los folletos disponibles de estatutos, reglamentos y memorias permiten
darse cuenta de que la sensibilidad de los socorros mutuos permanece
bastante homogénea, y ello a pesar de una historia diversificada, cuya
Al mismo tiempo, dedicarse a esta labor, de minifundio intensivo, exigía mucha preparación
y cuidados como expresó Femando Ortiz «el trabajo del azúcar es un oficio y el del
tabaco un arte» lo cual también requería un agricultor con características especiales, tanto
en el orden técnico como humano. ORTIZ, Femando: Contrapunteo Cubano del tabaco y
el azúcar, Barcelona, 1973, pág. 61.
' Con estas características en 1850, se crea la Sociedad de Maquinistas Españoles con
el objetivo de establecer la ayuda recíproca entre sus miembros, crear una fundición y
brindar clases para la preparación de mecánicos.
Archivo Nacional. Gobiemo Superior Civil, núm. de orden 41.442, legajo núm. 1.115,
año 1852.
* La primera de este tipo que rompió con los principios de la estirpe medieval, fue la
de los cajistas, en 1865, que extendió su esfera de acción a todo el país. Con este mismo
carácter se estableció la Asociación de Tabaqueros en 1866, la que se planteó como objetivos
la necesidad de establecer cooperativas de productores y velar por la educación
cultural. Los iniciadores de este centro decidieron ampliar su proyecto al crear la Sociedad
Cooperativa de Artesanos de la Habana, con el objetivo de abarcar todos los ramos.
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primera caracterí^stica en Cuba es que no sólo existe, sino que se desarrolla
como parte de una larga continuidad, puesto que sin remontarse hasta las
cofradías y hermandades, lo practican desde temprano diferentes clases
sociales y grupos étnicos, aunque con más preferencia se implanta en
medios populares.
Antecesoras de la Seguridad Social, nacidas de la ausencia de legislación
estas sociedades se vuelven altamente especializadas por cuerpos de
oficios y el aspecto más priginal de esta red es la continuidad entre las
actividades de educación, socorros y más precisamente el mutuo'.
Se trata pues de los primeros centros que ponen en marcha servicios
no asegurados hasta entonces por las instituciones oficiales o privadas las
que se convierten muy pronto en una necesidad vital, pues se transforma
en un componente de primer orden en la vida urbana porque raro es el
asentamiento poblacional que no posea sus corporaciones, concentrándose
en las principales ciudades lo que marca pautas comparativas con el medio
rústico donde no se aglomeran de forma general grandes grupos humanos.
Entre los trabajadores de artes y oficios las prácticas profesionales
conocen ciertas evoluciones, pero éstas no se pueden comparar con las
transformaciones a las que se hallan expuestos los que trabajan en el
campo.
En el marco de la concernencia que con tanta fuerza irrigan la vida
canaria, las formas y los espacios del asociacionismo rural, aún desconocida,
reclama un estudio concreto. Mediante estos entramados se
estructuran, no solo prácticas culturales y sociales, sino también relaciones
de base local.
La primera cuestión consiste en definir la imagen específica para este
grupo. Lo esencial que encontramos en la documentación da cuenta de los
aspectos formativos y nos permite distinguir dos arquetipos: la sociabilidad
institucionalizada y la no formal que tiende a predominar en las zonas
rusticales, aún cuando la tipología no siempre es fácil de establecer.
Es difícil negar que la emergencia de una entidad obrera canaria forma
parte de las transformaciones que se producen dentro de la sociedad cubana.
Bastante más trabajo cuesta dibujar su perfil. En el mero plano de sus
ocupaciones económicas la configuran por cierto las labores agrícolas entre
' En 1878 con la creación de una Federación de las agrupaciones de la industria tabacalera
la Junta Central de Artesanos indica que surgió el deseo de lograr la unificación de
las fuerzas productivas. De esta forma surgen la Sociedad de Escogedores de Tabaco, la
Sociedad de Filetadores y la Unión de Rezagadores y es posible que existiera algún pequeño
grupo de tabaqueros agremiados a título de corporación de ayuda mutua y que lo nüsmo
podía ocurrir con los tipógrafos y los portuarios.
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una de las maneras de trabajo productivo, aunque no la única, en mayor o
menor grado, según las zonas y actividades.
Sus formas de sociabilidad se verifican, dentro de un marco estructural
específico y puede considerarse que su primer rasgo es el retraso en la
emergencia de una conciencia como clase obrera a nivel del conjunto del
país.
La construcción de esta identidad dentro de los canarios le es muy
difícil a una clase con una doble referencia, rural e inmigrante, que le
cuesta emerger en las ciudades de ahí que éstos tiendan más a la agrupación
informal que a la institucional. Sin embargo la situación no es la de
un hiato entre ambas, pues no existe un modelo general y es tanto más
importante por cuanto abarca aquellas representaciones que desembocan
en aspectos que permiten subrayar unas relaciones entre las motivaciones
que llevan a preferir a veces, y el sueño de un espacio cerrado, al que sólo
puede accederse con cierto estatuto. Aunque rápidamente evocados en
este intento de descripción, no parecen unos indicios a desdeñar en la
medida que constituye un tema poco abordado y una referencia más sobre
la vida de esta clase subalterna.
Inspirados en el significado que otorgan a la caridad como virtud teologal
participan igualmente diferentes grupos sociales en las más variadas
iniciativas benéficas y asistenciales.
Otros de los aspectos más sobresalientes en el estudio de la emigración
peninsular a Iberoamérica es la formación de asociaciones benéficas
en los países receptores. Del concepto que tales acciones merecen nos
pueden dar una idea la labor que realizaron, pues éstas no sólo prestaron
una asistencia a cambio de una cuota mensual, sino que representaron al
grupo étnico en cuestión.
Dentro de este contexto situamos a las tres asociaciones constituidas
en Cuba con mayor ámbito por así llamarlas, la Asociación Canaria de
Beneficencia y Protección Agrícola, fundada el 3 de marzo de 1872, la
cual constituye el primer intento de asociación de este colectivo regional.
Los objetivos, estructura y organización se consignaron en el primer
reglamento que se aprobó junto a la concesión de personería jurídica de la
fundación.
En este sentido los estatutos recogían el objeto de la institución de
promover la agricultura por lo que proponía:
Socorrer gratuitamente a los verdaderos necesitados naturales de Canarias
impedidos de trabajar, avecindados en la Isla, o traseúntes en ella para su provincia.
Proteger a todo inmigrante natural de Canarias, sea cual fuese su procedencia,
que quiera destinarse a la agricultura, proporcionándole los medios de esta-
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blecerse en la Isla, precisamente como propietario del terreno que cultive o con la
esperanza próxima de serlo".
La finalidad fundamental era la unión y protección de los miembros
con residencia fija o temporal. A lo anterior se unían dos tareas específicas
como socorrer con asistencia médica y procurar a todos los socios de
reconocida honradez los medios materiales necesarios para convertirse en
propietarios de sus territorios.
Esta última tarea de privilegiar la asignación de parcelas siempre en el
marco de una acción de tipo altruista, estuvo presente desde las primeras
reuniones de la sociedad, convirtiéndose en un tema de debate entre sus
componentes.
La solución, para cuya adopción los canarios disponían de ventajas
netas, consistió en incrementar la dotación de tierras en América. En este
sentido Cuba, y otros países americanos en menor medida, constituyeron
la frontera demográfica del archipiélago, en constante expansión.
El aprovechamiento de los recursos naturales vírgenes, en forma de
posesiones en zonas tropicales húmedas constituyó el procedimiento de
hallar empleo a una mano de obra abundante y desocupada con una inversión
efectiva mínima.
Siete años después de su fundación este mismo centro se ve en la
obligación de introducir enmiendas en sus estatutos debido a la falta de
recursos materiales que podía provocar su disolución.
Con todo en el nuevo reglamento, que se aprobó el 26 de marzo de
1878, el propósito queda claro en cuanto a la expresión de sus fines, eliminándose
la repartición de terrenos e implementos agrícolas que se ofrecía
con el ánimo de convertirlos en colonos debido a, los escasos fondos para
cubrir estos gastos, por lo que el canario iba a trabajar al campo, donde
pasaba a formar parte del proletariado rural, sin muchas posibilidades de
adquirir dominios e independizarse.
La Asociación no logra sobrevivir a los problemas económicos que
afronta a pesar de las medidas que adopta, por lo que a finales de la
centuria decimonónica desaparece como institución.
Sin embargo, si la inmigración hispana mantuvo su relieve durante
tres décadas con posterioridad al mandato norteamericano, su presencia
numérica fue mucho más importante todavía.
Por una serie de condiciones legales dictadas por el nuevo Estado,
desde el mismo momento de la toma de posesión comenzó a formarse un
'° Reglamento de la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola, La
Habana, Imprenta la Propaganda Literaria, 1872.
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contingente de ciudadanos españoles nacidos en la isla caribeña, que con
el tiempo tenninó por superar al de quienes llegaban del otro lado del
Atlántico.
Dicho de otro modo, el total de los descendientes que adoptan la nacionalidad
de los padres llegó a más que duplicar a los inmigrantes que
llegaron de Europa los cuales compartían muchos elementos de la cultura
inmigrante.
El análisis del proceso migratorio hispano en el primer tercio del
siglo XX, del cual son plenamente tributarios los fenómenos socio-culturales
aconsejan explicitar cuáles fueron las características de los grupos
inmigrantes que junto a las clases subalternas entraron al país como son
los abogados, periodistas, médicos, entre otros intelectuales que en muchos
casos se convirtieron en una «inmigración de lujo» para el país
receptor los cuales impulsaron el conjunto de sus organizaciones que en
buena parte explican su continuidad y le confieren características muy
peculiares, lo que da origen a un nuevo período de organización e
institucionalización de este colectivo migrante en el país.
Ante esta situación, el 16 de agosto de 1906, se reúnen de manera
preliminar los miembros de la colonia canaria de Cuba con el fin de juzgar
la situación social de la comunidad, por lo que deciden:
Que es en extremo lamentable el estado de postración moral en que, como
colectividad nos encontramos sumidos desde hace muchos años.
Que durante ese largo período de tiempo, nuestras preciadas islas no han
contado, ni aún cuentan en Cuba, con institución alguna que las represente, como
cuentan las demás regiones españolas, cuyos elementos radican en el País, muchos
de éstos en número bastante inferior al nuestro...
Proceder sin demora a cuantas gestiones fueren necesarias para la formación
de una sociedad Regional de naturales y oriundos de Canarias...".
Dentro de este contexto se funda en La Habana, el 11 de noviembre de
1906, la Asociación Canaria como sucesora de las labores que inició la
Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola, pero con la
finalidad de contribuir también con la asistencia sanitaria, instrucción,
recreo y auxilio a sus socios según lo permitieran los recursos, uniéndose
además a la tarea de fomentar la inmigración y propender a la comprensión
entre el pueblo cubano y los nativos de Islas Canarias.
A su vez contaba con una estructura organizativa donde las Delegaciones
alcanzaron un papel determinante, las cuales se representaban por un
" Acta de la reunión preliminar de la constitución de la Asociación Canaria de La
Habana. Reglamento General de la Asociación Canaria de La Habana, La Habana, Imprenta
B. Pérez, 1943, pág. 5.
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delegado auxiliar de la administración en las diferentes localidades donde
existiera un asentamiento significativo de inmigrantes canarios que permitiera
su agrupación a través de una Junta Asesora para fines de Propaganda
y de fiscalización.
En el aspecto económico los fondos sociales de la institución habanera
se integran con las cuotas de entrada y las mensuales con las que debían
concurrir los socios efectivos y titulares, más las contribuciones voluntarias.
A lo anterior se adicionan las donaciones y auxilios extraordinarios
que se realizaban a la corporación.
La clara decisión por un eficiente control de los capitales les permitió
que la entidad funcionara también con un firme sistema de previsión
social, al dedicar las asignaciones de ingreso y las ordinarias a la atención
médica, la construcción de una casa de salud'^ y la instauración de
escuelas.
El análisis detenido de estas asociaciones es de sumo interés pues
conforman mecanismos de adaptación detectables en el estudio de la vida
de dicha colonia donde las instituciones de auxilio al inmigrante se hacen
imprescindibles para una mejor asimilación al medio receptor. Es por ello
que el 23 de marzo de 1917 se funda la Sociedad de Beneficencia Canaria
la cual coexiste con su antecesora, sin embargo hasta el momento se tiene
poca información sobre su ejecutoría aunque podemos brindar algunas
generalizaciones donde podemos aseverar que no eran iguales las prestaciones
de servicios entre estos centros, debido a que algunos sólo pudieron
comenzar por atender una mínima parte de las necesidades más apremiantes
de los inmigrantes, en función de sus recursos y de su base social,
extendiendo de forma progresiva sus beneficios de protección a todas las
contingencias.
En general, la situación inicial del europeo que llega a América sin el
apoyo de un coterráneo es sin dudas difícil, especialmente en los países
donde las dificultades que provoca un clima de carácter tropical genera
enfermedades desconocidas por lo que en múltiples ocasiones, las
probalidades que muchos individuos tuvieron se truncaron también por la
falta de trabajo o de recursos económicos necesarios para repatriarse lo
que provoca el desamparo.
'^ Los primeros servicios de asistencia médica se prestan a los asociados en un pabellón
de la antigua Quinta del Rey, sita en Concha y Cristina, hasta que se trasladó a la
Avenida Carlos III esquina a Marqués González, pasando con posterioridad al edificio
Carneado, en Calzada y J, Vedado. En 1917 adquieren la Casa de Salud, bajo la presidencia
de Domingo León quien ofreció su concurso a la obra adquiriendo la antigua ñnca «La
Mora» en las Alturas de Arroyo Apolo, donde se levantó el sanatorio.
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Como fenómeno social el hecho de que un amplio segmento de la
colectividad tuviese esta penosa situación, no resulta raro pues en poco se
distingue, de lo que sucedía en sus lugares de origen. El hecho es también
conocido por la minoría de triunfadores los que veían en sus paisanos que
fracasaron un peligro potencial de alteración social en el medio en que
vivían.
Desde la anterior perspectiva, una posible solución al incómodo y
latente problema las ofrecían las tradicionales instituciones caritativas, un
modelo que se heredó del Antiguo Régimen y, en consecuencia conocido
en los países del viejo continente.
Es bajo esta dinámica como surgen las Sociedades Españolas de Beneficencia
que se pueden concebir como la respuesta que da el segmento
más favorecido, para solventar los desequilibrios de clases y la absoluta
carencia de alternativas públicas para satisfacer las prestaciones sociales
más perentorias.
Se trata, por otra parte, de un modelo asociativo en donde se aunan la
caridad cristiana con otras motivaciones ñlantrópico-humanitarias que, al
mismo tiempo puede resolver las propias necesidades asistenciales del
grupo promotor y que ofrecía el aliciente, de servir para exteriorizar de
forma pública sus prácticas colectivas.
Estos centros hispanos sirvieron como canales de adaptación al nuevo
medio, al crear un entorno familiar que ayuda a cubrir una serie de necesidades
materiales, afectivas y culturales, con lo cual reproducen el
micromundo que habían dejado detrás.
3. A MODO DE CONCLUSIÓN
Intentar establecer una tipología de las diversas sociedades en las que
se reúnen los elementos canarios no es tarea fácil, porque no alcanzan una
cifra cuantiosa en cuanto al número de organizaciones formales si se compara
con otros colectivos migrantes hispanos, debido al carácter rural inicial
de sus asentamientos y a la formación clasista de sus miembros que
tienden más a la agrupación informal.
Para su estudio, estas asociaciones de forma tradicional se incluye en
un único grupo, el de las «Sociedades Benéficas», sin diferenciar una
imagen puntual de las tres tipologías que en realidad existen entre las
mismas como son las de beneficencia, socorros mutuos y los centros regionales.
Sin embargo en nuestro trabajo las examinamos de forma independiente
y lo hacemos así, porque si bien los tres modelos surgen como
una respuesta a un mismo o similar problema, cada uno de ellos lo hace
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desde segmentos sociales diversos, y con objetivos primiciales disímiles
por lo que sus características difieren notoriamente.
Analizamos en primer lugar los aspectos que adoptan en relación a las
diferentes soluciones dadas por sus miembros para afrontar el problema de
la conciencia de inseguridad en un medio desigual al de precedencia y las
diversas consecuencias que se derivan de ello.
Parece lógico que los objetivos originales de los inmigrantes para agruparse
y crear estas organizaciones, no deben ser otros que favorecer las
relaciones personales. Sin embargo se puede observar como esta tendencia
a la congregación tiene más tempranas manifestaciones cuando proceden
de regiones con mayor tradición emigratoria y, sobre todo, cuando sus
actividades laborales en los países receptores se relacionan con el comercio,
y otros servicios, que de forma general se desarrollan en las urbes y en
lugares de aglomeraciones humanas.
Son pues los que residen en las zonas urbanas los que manifiestan con
mayor intensidad la tendencia al asociacionismo y los lugares de mayor
relación social como los cafés, las tabernas, billares, salones recreativos,
iglesias, entre otros, que son algunas de las manifestaciones no formales
de esta inclinación a la reunión.
Con algunas excepciones", las investigaciones dejan de lado la sociabilidad
campestre cubana y enfoca las urbanas por lo que la elección puede
sorprender por tratarse de un país donde el componente campesino ha
sido mayoritario, aunque ésto no es arbitrario pues las realidades del mundo
rural casi siempre se ignoran por la prensa y la literatura de la época en
diferentes latitudes.
Es sólo mediante la reunión de nuestras fuerzas que podremos los
historiadores auxiliados por las diferentes disciplinas sociales atravesar
los secretos de ese mundo desconocido.
Antes de proponer un sucinto inventario de las cuestiones que se plantean
para emprender este camino quisiéramos señalar que la perspectiva
que adoptamos, la del enfoque regional, se apoya teóricamente en el hecho
de que Cuba, como entidad política incluye varias formaciones sociales
históricamente constituidas que conservan sus rasgos específicos y que al
mismo tiempo son interdependientes.
La distinción metodológica entre medio rural y urbano descansa sobre
diferencias de evolución patentes con un campo aferrado a antiguas tradi-
'^ Véase el trabajo del Dr. GUANCHE PÉREZ, Jesús: «Aportes Canarios a la Cultura
Campesina Cubana». Revista de la Biblioteca Nacional «José Martí», año 75, 3.' época,
vol. XXVI, septiembre-diciembre, núm. 3, La Habana, 1984, págs. 43-74.
30
ciones que refuerzan rígidos cuadros institucionales y las ciudades que,
con ritmos desiguales pero de modo irreversible, se ponen en movimiento
por efecto de las transformaciones jurídicas, políticas y administrativas.
Desde el punto de vista de la sociabilidad, la historia implica ante todo
a las élites tanto a la de los grupos subalternos como al de las clases
dominantes. Por eso mismo, concede más importancia a las manifestaciones
externas de sus tomas de posición y de sus decisiones que a la
cotidianidad de los sectores sobre los que pretende ejercer influencia.
Más allá de su diversidad los estudios especializados destacan la necesidad
de sacar a la luz los entramados que estructuran, en un espacio dado,
las relaciones entre los individuos, así como las interacciones que compiten
entre sí. Para un país como Cuba, donde el pasado gravita tanto sobre
la evolución de la sociedad y la fuerza de las particularidades sigue siendo
grande, una aproximación de conjunto parece por el momento preferible a
las voluminosas monografías centradas en un sólo tipo de sociabilidad. A
este respecto convendría integrar mejor todo aquello que corresponde a la
evolución de la vida social por lo que se impone para todos los medios un
análisis diferenciado.
4. BIBLIOGRAFÍA
4.1. FUENTES PRIMARIAS
Acta de la reunión preliminar de la constitución de la Asociación Canaria de
La Habana. Reglamento General de la Asociación Canaria de La Habana. La
Habana, Imprenta B. Pérez, 1942.
Expediente de Fundación de la Sociedad de Maquinistas Españoles. Archivo
Nacional de Cuba. Gobierno Superior Civil, núm. de orden 4L440, legajo 1.115,
año 1852.
Expediente sobre Padrones de Fincas Urbanas. Número de habitantes y casas
de cada una de las poblaciones del Departamento Occidental. Comisión de
Estadísticas, 1951. Archivo Nacional de Cuba, Fondo Gobierno Superior Civil,
legajo 1.869, núm. 58.004.
Informe del Comité Ejecutivo a la Asamblea de Representantes, noviembre de
1925 a marzo de 1926. Habana, Asociación Canaria.
Informe del Comité Ejecutivo (Complemento), mayo 29 de 1926. Asociación
Canaria. Habana, Imprenta M. Julio Arroyo.
Informe del Comité Ejecutivo a la Asamblea de Representantes, julio a octubre
de 1927. Asociación Canaria. Habana, Imprenta M. Julio Arroyo.
Reglamento de la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola.
La Habana, Imprenta La Propaganda Literaria, 1872.
31
Reglamento de la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola.
La Habana, 1878. Archivo Nacional de Cuba. Fondo Gobierno General. Legajo
446, núm. 21.715.
Reglamento General de la Asociación Canaria. La Habana, Imprenta Arturo
Casín, 1936.
Reglamento General de la Asociación Canaria de La Habana. La Habana,
Imprenta B. Pérez, 1942.
Sociedad Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola. Habana 1877-1884.
Archivo Nacional de Cuba. Fondo Gobierno General. Legajo 95, núm. 4.226.
4.2. BIBLIOGRAFÍA SECUNDARIA
AGULHON, Maurice, «Les Associations an Village», Actes Sud (Bibliothéque)
des ruralistes, 1981.
ALVAR, Manuel, «Canarias antesala de América». En La Lengua como libertad.
Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica del Instituto de Cooperación Iberoamericana,
1982.
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4.3. PUBLICACIONES PERIÓDICAS
Las Afortunadas.
Canarias.
Las Canarias.
La Colonia Canaria.
El Correo de Canarias.
Cuba y Canarias.
El Eco de Canarias.
El Guanche.
Heraldo de Canarias.
Islas Canarias.
El Mencey.
Patria Isleña.
La Voz de Canarias.
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