DOS EPISODIOS DE LA RIVALIDAD ANGLOGERMANA
EN CANARIAS A COMIENZOS DEL SIGLO ACTUAL
ULISES MARTÍN HERNÁNDEZ
1. INTRODUCCIÓN
Pocos períodos de nuestra historia registran con tanta intensidad
como los años iniciales del presente siglo la siempre destacada iniciativa
extranjera en el ámbito de la economía isleña. Una presencia tan relevante
y ubicua que habría de afectar los más diversos ámbitos de la
sociedad insular, configurando ya, en su origen, los elementos más característicos
de nuestro desarrollo económico contemporáneo. Sin embargo,
la actividad extranjera no resultaba por aquel entonces un acontecimiento
de reciente manifestación en el Archipiélago. Por el contrario,
nutridos contingentes de comerciantes extranjeros se habían asentado
tradicionalmente en las islas llegando a desempeñar, casi siempre, una
destacada actividad económica y un notorio protagonismo social. Italianos
y flamencos en el siglo XVI, franceses e irlandeses más tarde,
han determinado en buena medida la evolución de la economía isleña
a lo largo del tiempo. Desde 1880, sin embargo, la penetración extranjera
adquiere una intensidad desconocida hasta entonces, registrándose
un momento culminante de lo que había sido un proceso secular de
nuestra historia.
En este sentido, resulta obligado remontarse hasta 1852, fecha en
que tiene lugar la promulgación del Real Decreto de Puertos Francos,
para dar con uno de los factores más decisivos y determinantes del desarrollo
económico contemporáneo del Archipiélago. La aplicación de las
franquicias contribuyó al crecimiento del tráfico portuario y a la reactivación
económica general posibilitando, asimismo, la colonización
comercial del mercado isleño por parte de los géneros industriales británicos.
Concurrían así varios de los factores que permitirán, una vez
más, la incorporación de las islas a los circuitos económicos norte-europeos.
Un rasgo distintivo de la nueva dinámica vendrá dado por el incremento
espectacular de las importaciones de carbón, estimuladas por la
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arribada creciente de vapores en nuestros puertos, no en vano el desenvolvimiento
de la política colonial de las principales potencias europeas
revalorizó el papel de los enclaves oceánicos que, como Canarias,
podían desempeñar un destacado papel de apoyo a la navegación ultramarina.
A partir de 1880, la consolidación paulatina de los nuevos cultivos
centrales —plátanos, tomates y papas— supondrá, asimismo, la
configuración de una nueva fase de desarrollo de la agricultura isleña
y, por supuesto, la renovación de las tradicionales vinculaciones comerciales
con los mercados del Norte de Europa.
Por otro lado, el intenso proceso de concentración financiera y el
consiguiente desarrollo de los monopolios que se registra en las naciones
más industrializadas a partir de la década de 1860 es causa directa de
la orientación exterior que adopta una proporción cada vez mayor de
las inversiones de capital. En este sentido, los territorios coloniales se
convierten en áreas privilegiadas de la inversión capitalista que tiende,
igualmente, a penetrar los ámbitos más dispares de la estructura económica.
Así, en Canarias, aparte el tradicional sector comercial, son
otros los renglones económicos especialmente penetrados por la iniciativa
extranjera. Tal y como ocurría en el resto del territorio nacional,
los capitales foráneos se orientaron hacia el sector de los servicios públicos,
la banca y los seguros y a un ámbito propiamente isleño, el
turismo, sin olvidar tampoco el estratégico sector de la actividad portuaria.
Se establecen, pues, en este momento los elementos básicos que
habrán de configurar el nacimiento de un nuevo ciclo económico en el
Archipiélago, en cuyo desarrollo se advierten ya los rasgos generales propios
de la formación social canaria en su fase contemporánea.
En este sentido, la contemplación del contexto histórico internacional
(aparición de los monopolios, expansión imperialista, etc.) constituye
un marco referencial inexcusable en el que se halla explicación a buena
parte de los acontecimientos y procesos históricos registrados en las
islas. Por otro lado, la información que brinda el estudio comparativo
con los otros archipiélagos del área y, asimismo, el estudio de las relaciones
políticas y económicas sostenidas con el resto del Estado, constituyen
elementos de obligada referencia que facilitan la confirmación
de uno de nuestros objetivos fundamentales, esto es, demostrar el elevado
protagonismo ostentado por la iniciativa extranjera en el marco
más amplio del modelo de crecimiento económico y social implantado
en el Archipiélago a partir de 1880. A partir de ahí se plantean suge-rentes
hipótesis de trabajo cuyo estudio y comprobación plantea en ocasiones
dificultades de cierta consideración. Así, cabe preguntarse: ¿Cuál
fue el protagonismo respectivo de las distintas presencias extranjeras?,
¿Qué grado de rivalidad se registró entre la iniciativa británica, alemana
126
o francesa?, ¿Cuál fue la actitud demostrada por la Administración
española ante su existencia?, es más, ¿Halló eco la influencia capitalista
foránea en el ámbito social o cultural isleño? Toda una serie de interrogantes
cuya resolución pone de manifiesto la necesidad de abordar
un análisis detallado de la actividad extranjera. Un análisis que perfile
el panorama de la presencia extranjera desde diversos puntos de vista.
En este sentido, es posible clasificar la iniciativa foránea según la procedencia
nacional o la antigüedad de su implantación en el Archipiélago.
Enorme interés reviste, asimismo, el estudio de las firmas extranjeras
en atención a su potencial financiero u organización empresarial.
Así, cabe distinguir empresas familiares como Miller o Hamilton, de
incuestionable arraigo en la estructura socioeconómica isleña tras casi
un siglo de asentamiento; firmas de última implantación con dirección
en las respectivas capitales insulares, caso de J. Ahlers o H. Wolfson;
y, por fin, el capítulo integrado por las grandes compañías capitalistas,
llegadas también después de 1880, con sede central y base accionarial
localizada en importantes ciudades europeas (Londres, Hamburgo, Bruselas,
etcétera), y a las que cabe reconocer como las formas empresariales
defmitorias y representativas de la nueva dinámica económica generada
a fines de siglo. Entre ellas. Eider Dempster, Fyffes, Cory Brothers,
Woermann Linie, Yeoward Brothers, etc. son, sin duda, las más
conocidas.
No es menos cierto, por otro lado, que la consideración de los efectos
desarticuladores, tanto geográficos como sectoriales, derivados de
la implantación del nuevo modelo de crecimiento económico y, asimismo,
el estudio de las relaciones de dependencia contraídas por Canarias
respecto de las distintas metrópolis europeas da pie al planteamiento
de un debate teórico en torno a la integración de la estructura
económica del Archipiélago en los circuitos comerciales y financieros
del capitalismo de finales de siglo XIX. Proceso de incorporación en
el que se advierte un "modus operandi" común en muchos aspectos al
registrado en otras áreas geográficas inequívocamente coloniales y que,
en efecto, contribuye a perfilar en Canarias un tipo de estructura económica
periférica dependiente de los centros de decisión del capitalismo
europeo.
También en el Archipiélago se registra un notorio incremento de la
inversión procedente de Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, etc., cuya
aportación se revela determinante en el proceso de recuperación económica
emprendido tras la aguda crisis de la cochinilla y en la posterior
implantación de los nuevos cultivos centrales. Igualmente, resulta significativa
la orientación terciaria que observa una proporción mayori-taria
de las inversiones de capital. En este sentido, son los canales de
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la comercialización frutera, el entorno portuario, el negocio turístico y
la infraestructura de los servicios públicos los ámbitos económicos más
intensamente penetrados por las compañías extranjeras. Es éste, pues,
un rasgo característico del nuevo período que halla manifestación también
en el ámbito de la Península, donde la inversión extranjera en
importantes sectores terciarios —banca y seguros, transportes, servicios
públicos, etc.— resultó igualmente relevante. El caso peninsular presenta,
sin embargo, notorias diferencias respecto de Canarias. La mayor
diversidad de la producción agrícola, la presencia de un sector secundario
de cierta consideración, un mayor control local de los circuitos
de comercialización e, incluso, la superior capacidad financiera permite
a la economía peninsular disfrutar de un margen de autonomía más
amplio respecto de los capitales extranjeros.
En el caso de Canarias, la ubicación oceánica del Archipiélago al
paso de las principales rutas ultramarinas constituye un factor estructural
que peculiariza la situación de las islas en el marco general del
Estado. Indudablemente, el revalorizado papel que toca jugar a los puertos
isleños como escalas ultramarinas de apoyo a la navegación colonial
constituye uno de los cometidos esenciales que corresponde asumir a
Canarias en el contexto internacional a partir de 1880. Así, la estratégica
posición geográfica del Archipiélago adquiere de nuevo un protagonismo
de primer orden al amparo de la expansión marítima y colonial
en que se hallan comprometidas las principales potencias europeas.
Por otro lado, ha de señalarse el desarrollo registrado en otros ámbitos
productivos como un aspecto original del particular proceso de crecimiento
económico operado en Canarias y, en última instancia, como
un rasgo propio del proceso de incorporación del Archipiélago a los
mecanismos de funcionamiento del capitalismo. En este sentido, la artesanía
del calado y el desarrollo de la actividad turística constituyen facetas
originales del modelo de crecimiento económico implantado en el
Archipiélago que responden a la necesidad de satisfacer nuevos hábitos
de consumo surgidos en el seno de la sociedad europea.
Es notorio, pues, a la vista del apurado repaso realizado hasta
ahora, que el modelo particular de crecimiento económico implantado
en el Archipiélago presenta, sin duda, unas características muy peculiares.
En este sentido, la progresiva integración de Canarias en el área
económica norte-europea, fruto de la cual es el interés igualmente creciente
demostrado por las cancillerías europeas ante los asuntos isleños,
contrasta con la despreocupación y escasa previsión que el Gobierno
central demostró ante la situación económica y social del Archipiélago,
actitud que evidenciaba, en suma, la carencia de un proyecto global
para Canarias. La inexistencia de comunicaciones marítimas frecuentes,
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tanto mercantiles como postales, la escasa participación de la Península
en nuestras transacciones comerciales o la reducida presencia de capital
peninsular en el ámbito de los servicios públicos y del turismo son algunos
de los argumentos que justificaban la necesidad de "españolizar a
Canarias", tal y como afirmaba Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo a
comienzos de siglo.
Sin duda, el ritmo siempre creciente de la inversión foránea, el
intenso aprovechamiento de nuestros puertos mayores por parte de las
principales potencias coloniales e, igualmente, la configuración física de
una colonia extranjera estable —de lo que se deriva un conjunto de significativas
manifestaciones sociales— son testimonios irrefutables que
confirman el acentuado protagonismo extranjero y, especialmente, británico
en el particular desenvolvimiento de la economía isleña. Asimismo,
la consideración de la evolución política general pone de manifiesto
el difícil equilibrio que juega el Archipiélago en el concierto de
los intereses internacionales. No es arriesgado afirmar, pues, que las
Islas Canarias, separadas del resto del Estado por la geografía y por
el abandono en que las tenía sumidas el Gobierno de Madrid, aparecían
entonces como un "bocado apetecido" por el imperialismo europeo.
Situación general la apuntada anteriormente que parece tener su
paralelismo en otros espacios geográficos próximos a nuestras islas. Así,
la consideración de Canarias en el marco más amplio de los Archipiélagos
Atlánticos, junto a Azores, Madeira y Cabo Verde, revela de inmediato
la existencia de una serie de rasgos compartidos que sugieren la
adopción de un modelo de crecimiento económico común. En este sentido,
el control de la exportación agrícola por parte de las firmas extranjeras,
el protagonismo de la iniciativa foránea en el desarrollo y consolidación
de la actividad portuaria, el concurso decisivo del capital
extranjero en el proceso de modernización de los servicios urbanos, etc.
son varios de los rasgos comunes que parecen confirmar la hipótesis
de un modelo atlántico de integración en los circuitos económicos del
capitalismo de finales del siglo XIX. No en vano, resulta también operativa
en el caso de los archipiélagos portugueses la aplicación del concepto
de soberanía compartida, en esta ocasión entre Portugal, en el
plano político y administrativo, y Gran Bretaña, en el ámbito económico
y estratégico general.
Influencia extranjera decisiva y variada, pues, que comprometió la
acción de distintas naciones europeas, Gran Bretaña y Alemania principalmente,
haciendo de las Islas Canarias un escenario más de la
intensa rivalidad anglo-germana registrada a principios de siglo. Diversos
son los acontecimientos generados por la mencionada rivalidad en
los más diversos órdenes de la vida social y económica insular. El
129
comercio, pero también el turismo, los servicios urbanos, el puerto, las
comunicaciones, etc. resultaron, sin duda, los sectores más afectados por
la citada competencia, evidenciando siempre la resuelta actitud de Gran
Bretaña por evitar la ingerencia alemana en un ámbito geográfico sometido
a su tradicional influencia. Abordemos, pues, a continuación dos
episodios inéditos de la historia isleña cuyas implicaciones diplomáticas
confirman, sin lugar a dudas, la importancia del espacio geoestratégico
canario y la gravedad de los intereses internacionales comprometidos
en él.
2. LA RIVALIDAD COLONIAL: CANARIAS Y EL TELÉGRAFO
Las conocidas y tan recordadas virtudes de nuestra estratégica posición
geográfica fueron históricamente aprovechadas por la navegación
internacional, como testimonia el temprano protagonismo ostentado por
los puertos isleños en la conquista de las Indias y en buena parte de
las empresas colonizadoras que tienen lugar a lo largo de la Edad
Moderna. El desarrollo registrado por el capitalismo en Europa y la
consiguiente aceleración que experimenta la expansión colonial produjeron
a finales del siglo pasado un sustancial incremento de la actividad
portuaria del Archipiélago, al servicio ya del Imperialismo europeo.
Menos conocida resulta, sin embargo, la utilidad revestida por Canarias
y, por los otros Archipiélagos Atlánticos en el concierto de las
comunicaciones postales y, en especial, telegráficas sostenidas por
Europa con Sudamérica y el continente africano. En este sentido, no
es arriesgado asegurar ya, adelantándonos a los testimonios y comentarios
más abajo señalados, que la importante posición estratégica ostentada
por las islas habrá de convertirlas en nudo privilegiado de las
modernas comunicaciones telegráficas durante el período más álgido de
la expansión colonial europea.
Aunque buena parte del flujo postal que atravesaba el Atlántico
tenia en las islas una escala obligada, lo que en sí mismo justificaría
sobradamente un estudio más detenido del tema, la novedad y mayor
eficacia de las comunicaciones telegráficas y, ya con el nuevo siglo, las
inalámbricas exige un mayor detenimiento dado el decisivo papel ostentado
por el capital extranjero y la rivalidad internacional que suscita
la implantación de los nuevos servicios. En Canarias habrá que esperar
hasta el 6 de diciembre de 1883 para que se registre la inauguración
del primer cable que unirá a las islas con el exterior, más concretamente
con Cádiz. En este sentido, la carencia de comunicaciones telegráficas
constituyó un indudable obstáculo que limitó el desarrollo de las acti-
130
vidades comerciales y portuarias, que entraban ya en una nueva fase
de crecimiento. En 1879 afirmaba el cónsul británico en Tenerife:
"The absence of telegraphic communication is an obstacle to vessels calling
here" '.
Nuevos cables fueron tendidos durante los años siguientes hasta St.
Louis (Senegal) con prolongación a Recife (Brasil), interinsulares a Gran
Canaria, La Palma y Lanzarote, etc. Pero, sin duda, el episodio más
destacado por sus repercusiones internacionales y por su gran significación
en el contexto de la rivalidad generada al calor de la carrera
colonial hubo de registrarse a raíz de la instalación del llamado "Cable
Alemán". Las gestiones de Alemania encaminadas a establecer un servicio
telegráfico directo con Canarias se granjearon de inmediato la oposición
de Gran Bretaña y Francia a las que la presencia de Alemania
en la zona del N.O. africano no resultaba nada atractiva. En última instancia,
los proyectos alemanes contemplaban la conexión de la metrópoli
con las colonias africanas y el continente sudamericano, rompiendo
así el monopolio cablegráfico anglo-francés. Por su parte, el Gobierno
británico se opuso desde un principio a las pretensiones alemanas protegiendo
los intereses de la "Eastern Telegraph Co.", demostrando así
su firme intención de evitar cualquier tipo de ingerencia en un área
sometida secularmente a su influenciad Asimismo, los planes expansio-nistas
franceses se veían virtualmente afectados, pues se temía la prolongación
del cable hasta la cercana costa de Marruecos, donde los intereses
de Francia habían quedado reconocidos tras la celebración de la
Conferencia de Algeciras. En este sentido, parece que el Gobierno
español había dado algún género de garantías a Francia comprometiéndose
a no facilitar la penetración de Alemania en Marruecos \
Las presiones diplomáticas ejercidas por Gran Bretaña y Francia
sobre el Gobierno español se prolongan entre finales de 1906 y 1907.
Los ingleses sugirieron la idea de que el tendido de un cable explotado
por una compañía española resultaba políticamente más aconsejable que
el cable alemán. Se constituyó entonces una sociedad con capital anglo-
1. "La ausencia de comunicaciones telegráficas es un obstáculo para los buques que
arriban aquí. "Foreign Office: Diplomatic and Consular Report (DCR). (1879-80). P. 303.
2. "The proposed Germán cable by its extensión to South and West África and South
America would compete seriously with the sistem of the Eastern Telegraph Company.
England therefore cannot be expected to approve the Germán scheme."
"El cable alemán, por su extensión a África del Sur y del Oeste, podría competir seriamente
con el sistema de la Eastern Telegraph Company. Inglaterra, por tanto, no puede
aprobar el proyecto alemán."
Foreign Office, 368/127. 74116. Diciembre 28, 1906. Public Record Office.
3. Ibídem.
131
francés al objeto de presionar aún más sobre el Gobierno español. No
obstante, las gestiones diplomáticas alemanas, conducentes a allanar
todo género de dificultades que pudieran impedir un acuerdo, fueron
ganando paulatinamente terreno. Asimismo, las autoridades españolas
parecían convencidas —ofreciendo asi ciertas garantías a Francia— de
que Alemania no estaba interesada en prolongar el cable hasta Marruecos
^ Por otro lado, la favorable actitud de España ante el tendido del
cable francés entre Tenerife y Dakar en 1883 había sentado un precedente
que era oportunamente recordado ahora por los diplomáticos alemanes.
No resultaba, pues, sencillo rechazar la petición alemana,
máxime cuando —según el embajador británico en Madrid— los representantes
españoles en la Conferencia de Algeciras habían hecho ciertas
promesas a sus colegas alemanas hallándose, pues, en la obligación de
demostrar una buena disposición:
"It seems, further, that Spain gave some sort of promise to Germany during
Algeciras Conference, and cannot now get out of doing something"'.
La actitud española, sin embargo, parecía proclive a garantizar en
el mayor grado posible los intereses anglo-franceses limitando de alguna
manera el alcance de los acuerdos con Alemania', aunque evitando también
cualquier tipo de manifestación que pudiera considerarse poco amistosa
por esta nación. En este sentido, el Gobierno acuerda a comienzos
de 1907 reservarse por razones estratégicas el tendido y la explotación
de las comunicaciones telegráficas entre la Península y Canarias. El
hecho alteró el proyecto original de Alemania que se verá obligada a
prescindir de Vigo —único punto de la costa peninsular donde amarraba
el cable— para apoyar su recorrido entre Emden, puerto alemán
del Mar del Norte, y las Islas Canarias. El Gobierno consideró incluso
la posibilidad —para satisfacción de Inglaterra— de que el cable no
fuera amarrado en Tenerife, sino en alguna de las islas menores, reservándose
también el derecho a cortarlo en el caso de que fuera declarada
alguna guerra en la que interviniera Alemania'.
Finalmente, el acuerdo se firmó garantizándose las exigencias y condiciones
anglo-francesas: el cable sería tendido directamente entre
Emden y Tenerife y se obtenía cierta seguridad de que no sería prolongado
hasta Marruecos. El hecho constituía un éxito de la diplomacia
4. Ibídem.
5. "Parece además que España hizo alguna clase de promesa a Alemania durante la
Conferencia de Algeciras y no puede ahora dejar de hacer algo."
Ibídem, enero 10, 1907.
6. Ibídem, enero 18, 1907.
7. Ibídem.
132
alemana dirigida por Herr Von Radowitz ante las pretensiones aliadas.
Así al menos lo entendieron algunos corresponsales de la prensa alemana
destacados en Madrid para los que la firma del acuerdo constituía
la ruptura del monopolio cablegráfico anglo-francés en África y
Sudamérica:
"The triumph is all the greater in consideration of English influence in Tene-riffe
and the closeness of Anglo-Spanish relations, and in future Germany will
be able to advance her commercial interests, without having to pay the high
English cable tariff, not only in South America but in her West African Colo-nies..."*.
Para los ingleses, el cable era cuando menos "an element of trouble
and disturbance", como manifestara el embajador británico en Madrid,
Maurice de Bunsen'. No andaban equivocados, pues casi inmediatamente
los alemanes iniciaron nuevas gestiones encaminadas a prolongar
el tendido. La proyectada continuación del cable hacia el África Oriental
(Tanganica) vía Liberia y Camerún fue seguida muy pronto de activas
gestiones encaminadas a obtener nuevas concesiones en Marruecos
y Guinea Española'". Se llegó a publicar incluso en la prensa norteamericana
—New York Times— que la "Germán Atlantic Cable Co."
había obtenido una concesión del Gobierno español para tender un tercer
cable entre Emden y Nueva York con estación en Tenerife "; la noticia
fue desmentida posteriormente.
Las gestiones administrativas, sin embargo, siguieron su curso y a
mediados de 1907 la compañía "Felten und Guillaume" de Muhlein del
Rhin obtuvo la autorización para tender el cable Emden-Tenerife, previéndose
un período de concesión de cincuenta años 'I La inauguración
del servicio en agosto de 1909, explotado finalmente por la "Deutsch-
Südamerikanische Telegraphy", fue objeto de una gran celebración realizada
en el Hotel Quisisana a la que asistió la colonia alemana establecida
en Tenerife. La línea fue posteriormente continuada hasta Monrovia
(Liberia) y Recife (Brasil), convirtiéndose en un eficaz auxilio de
la política imperialista alemana.
8. "El triunfo es aún mayor si consideramos la influencia inglesa en Tenerife y las
estrechas relaciones anglo-españolas; en el futuro Alemania podrá hacer progresar sus intereses
comerciales sin tener que pagar las elevadas tarifas telegráficas inglesas, no sólo en
Sudamérica sino incluso en las colonias del África Occidental..."
Ibídem. Junio 19, 1907.
9. "... un elemento perturbador."
Ibídem. Mayo, 1907.
10. Según el periódico británico "The Daily Telegraph", estaba en los proyectos de
Alemania conectar la red telegráfica atlántica con los cables del Pacífico.
Ibídem. Mayo 1907.
11. Ibídem. Mayo 18, 1907.
12. Las Canarias, 5-6-1907.
133
3. EL CARBONERO PORTUARIO. MONOPOLIO BRITÁNICO
Y OFENSIVA ALEMANA
Especial relevancia presenta el conjunto de acontecimientos generados
por la rivalidad anglo-germana en el particular ámbito del negocio
carbonero. La presencia de compañías suministradoras alemanas en el
área parece remontarse a 1904 cuando tiene lugar en Funchal (Madeira)
la apertiu^a de un depósito de mineral destinado preferentemente al abastecimiento
de los buques alemanes, cuyo número había aumentado notablemente
hasta representar casi una cuarta parte del total durante los
últimos años '\ Hacia 1908 operaban en Funchal cuatro firmas carboneras:
tres inglesas, entre ellas "Cory Brothers" y "Blandy Brothers",
y una alemana. Asimismo, en Cabo Verde, donde en 1881 existían dos
compañías inglesas, el suministro de carbón será controlado prácticamente
por la iniciativa británica; en 1913 se estaban realizando trabajos
conducentes al establecimiento de una nueva firma.
En Canarias, las tentativas de establecimiento de casas carboneras
alemanas tropezaron siempre con la resuelta oposición de las firmas británicas
respaldadas, a su vez, por el Foreign Office. Así, la instalación
de la "Woermann Linie" en el Puerto de La Luz y la posterior de
"Deutsche Kohlen Depot G." en Santa Cruz vinieron precedidas de
intensas gestiones empresariales y diplomáticas encaminadas a impedir
su establecimiento. Sin embargo, el episodio más significativo generado
por la rivalidad anglo-germana en el ámbito carbonero insular se registra
en 1908 cuando las fuertes presiones británicas logran frustrar el ya
inminente asentamiento de una importante compañía alemana en el
puerto tinerfeño. La apremiante necesidad de contar con una infraestructura
de abastecimiento carbonero propia en esta zona del Atlántico
orienta la acción diplomática de Alemania ante la Administración
española. En este sentido, no cabe mayor identificación entre los intereses
empresariales y navieros de las compañías alemanas —"Woermann
Linie", "Hamburg-Südamerikanische", etc.— y los intereses ultramarinos
del Estado alemán. El consabido valor geoestratégico de Canarias adquiría,
pues, para Alemania una importancia mayor si acaso que para el
resto de las potencias coloniales, dotadas de una superior infraestructura
logística en apoyo de sus empresas navales.
13. Se esperaba incluso un mayor incremento pues la carencia de establecimientos similares
en Canarias y San Vicente (Cabo Verde) desviaría parte del tráfico alemán hacia Funchal.
Foreign Office: Diplomatic and Consular Report (DCR). Madeira. 3475. (1904). Pág. 5.
134
A mediados de abril de 1908 el embajador de H.M.B. en Madrid,
Maurice de Bunsen, recibía del cónsul británco en Canarias, John E.
Croker, una solicitud de intervención para impedir el asentamiento de
una compañía carbonera alemana en el puerto de Santa Cruz de Tenerife
'*. La iniciativa había partido, como en ocasiones anteriores, de las
firmas británicas establecidas en el recinto portuario tinerfeño, que en
términos inequívocos solicitaban del Foreign Office su intervención inmediata.
En carta remitida al cónsul Croker las casas "Cory Brothers &
Co.", "Hamilton & Co." y "The Teneriffe Coaling Co. Ltd." exponían
sus argumentos:
"Should the Germans get this Concession at Teneriffe, Brítish interests would,
as already mentioned, be seriously prejudiced, as happened en Las Palmas when
the Woermann Linie established a coaling station there. This said Woermann
Linie began by offering severe competition to the British firms stablished there,
reducing the prices of coal to an unprofitable figure, but eventually the British
firms, in order to avoid severe losses, had to arrange to give the Germans a cer-tain
percentage of the entire trade at the said port, consíderably decreasing of
business held for years by Britishers, any no doubt the North Germán Lloyd
would adopt the same tactics here, should they get the Concession they have
asked for.
This would not only reduce the business of the British firms, but would also
lessen the Brítish influence here, and would considerably decrease the amount of
income tax paid to-day by rítish firms to the Brítish Government; and therefore
we beg of you to kindly cable to His Majesty's Ambassador at Madrid, asking
his Excellency to do everything in his power to prevalí upon the Spanish Government
to refuse the said Concession "".
Mientras tanto, los alemanes (North Germán Lloyd), representados
por el comerciante tinerfeño Ángel Crosa, desplegaban en Madrid y
Canarias toda su influencia, respaldados al parecer por las gestiones per-
14. Public Record Office. FO 371/526. 74116.
15. "Si los alemanes obtienen esta concesión en Tenerife, los intereses británicos
serían, como ya mencionamos, gravemente afectados, como ocurrió en Las Palmas cuando
la Woermann Linie estableció una estación carbonera. La citada Woermann Linie comenzó
ofreciendo una aguda competencia a las firmas británicas allí establecidas, reduciendo los
precios del carbón a un nivel deficitario. Finalmente, las firmas británicas, en orden a evitar
grandes pérdidas, acordaron ceder a los alemanes un cierto porcentaje del negocio en
el citado puerto, disminuyendo considerablemente el negocio realizado por los británicos.
No hay duda de que el North Germán Lloyd adoptaria la misma táctica aquí si obtiene
la concesión que han solicitado.
Esto no sólo reduciría el negocio de las firmas brítánicas, sino que también disminuiría
la influencia inglesa aquí y mermaría considerablemente los impuestos pagados por las firmas
inglesas al Gobierno británico. Por lo tanto nosotros le rogamos telegrafié al H.M.
Embajador en Madrid pidiéndole que haga todo lo que está en su mano para convencer
al Gobierno español de que rechace la citada concesión."
Public Record Office. Op. Cit.
135
sonales del Kaiser que había demostrado un gran interés en el asunto ".
La preocupación del Gobierno británico, convencido de la inconveniencia
de la concesión ", resulta cada vez más patente decidiéndose a intervenir
ante las autoridades de Madrid. El Foreign Office recuerda entonces
al Gobierno español la desestimación —contenida en R.O. de 23
de agosto, 1902— de que fue objeto una solicitud de "Wilson Sons &
Co.", representada por M. Gaspar Fdez., para el establecimiento de
unas instalaciones carboneras en el puerto tinerfeño. La citada petición,
rechazada entonces por motivos militares, contemplaba la construcción
de almacenes y muelle carbonero en los mismos terrenos solicitados después
por los alemanes ". El Foreign Office asumía, pues, la argumentación
de las firmas carboneras británicas para las que "it would be a
great injustice should the Spanish Government now grant a Concession
which was previously refused to Britishers "."
No obstante, el curso de los acontecimientos parece decantarse en
favor de los intereses alemanes cuyas gestiones en Madrid y Tenerife
resultan cada vez más intensas. En este sentido, las compañías inglesas
denuncian al cónsul Croker los sobornos que, en su opinión, están prodigándose
entre algunas autoridades tinerfeñas con el propósito de
garantizar un eficaz respaldo a las gestiones alemanas^". Por otro lado,
la desaparición de los motivos militares que en su día condujeron a la
desestimación de la solicitud británica venía a actuar ahora en favor
de los intereses alemanes. Asimismo, la opinión pública local, deseosa
de contar con una compañía carbonera que rompiera el monopolio
suministrador británico y contribuyera al descenso de los precios —al
igual que ocurría en Las Palmas— se había inclinado decididamente en
apoyo de la petición alemana. En el marco de la rivalidad interinsular
16. Ibídem.
17. C. Hardiage (Foreign Office) a E. Grant Duff: "You are quite right to be on the
alert about a coaling station in the Cañarles and the Germans must not be allowed to
get any concession of the kind out of the Spaniards."
"Tu tienes razón al estar prevenido sobre la estación carbonera (alemana) en Canarias,
los alemanes no deben obtener de los españoles ninguna concesión de esa clase."
Public Record Office. Op. Cit.
18. Al parecer la compañía llegó a adquirir en 1901 unos terrenos y un carretera situados
en el recinto portuario con el proyecto de construir unos depósitos de carbón. La denegación
del Gobierno vendría más tarde sin que las gestiones de "Wilson Sons & Co. "tuvieran
ningún éxito al encontrar —según la firma inglesa— la oposición de algunas autoridades
locales y grupos alemanes.
Public Record Office. Op. Cit.
19. "Seria una gran injusticia que el Gobierno español autorizara ahora una concesión
que fue previamente denegada a los británicos."
Public Record Office. Op. Cit.
20. Ibidem.
136
existente en Canarias, una apresurada decisión del Gobierno central en
contra de la solicitud presentada podía entenderse fácilmente como una
prueba de favoritismo del Estado hacia Gran Canaria en perjuicio de
Tenerife. Por fin, la arribada a Santa Cruz de una poderosa escuadra
alemana a finales del mes de julio parece haber ejercido una gran
influencia sobre las autoridades españolas^'.
Las alusiones británicas a los problemas planteados en Madeira a
raíz de la penetración alemana no debieron convencer al Ministerio de
Asuntos Exteriores español cuyo titular, Manuel Allendesalazar, recordó
al embajador Maurice de Bunsen el episodio ocurrido dos años antes
a causa del tendido del llamado "cable alemán". La situación, cuyo
desarrollo fue seguido directamente por el rey Alfonso XIII, resultaba
altamente comprometida para el Gobierno español, presionado por
Gran Bretaña y carente de razones suficientes para rechazar la petición
alemana. Se ponía de manifiesto, pues, la reducida capacidad de actuación
de la Administración española en la dirección de aquellos asuntos
isleños que pudieran tener repercusión internacional.
Conscientes de la difícil situación en que se hallaba sumido el
Gobierno español, el Foreign Office insta a "Wilson Sons & Co." para
que presente nuevamente su solicitud, esperando situarse en iguales o
mejores condiciones que los alemanes. La decisión, sin embargo, tardíamente
adoptada, no impide que éstos obtengan finalmente la concesión,
cuyo texto se publica en la Gaceta de Madrid el 2 de octubre
de 1908^1 El hecho causa gran preocupación en la administración bri-
21. Public Record Office. Op. Cit.
La escuadra estaba integrada por los cruceros Hessen (13.200 tons.), Pommern (13.200
tons.) y Danzig (3.250 tons.)
El Progreso, 1-8-1908.
La llegada de la escuadra era recibida así por la prensa local:
"Preparémonos a recibir dignamente a los marinos germánicos... No nos equivocaremos
si suponemos que aquí ha comenzado o va a iniciarse la competencia germano-británica,
hoy mantenida en todos los campos de acción del planeta. Alemania nos da una prueba
de su amistad, de su interés, con el envío de su escuadra... El acontecimiento merece ser
celebrado. No sólo por el hecho de la visita, sino por lo que quiere decir y lo que entraña.
Vengan a nuestro suelo, en libre porfía, como van a todas partes, el trabajo y la riqueza
alemanes."
El Progreso, 22-7-1908.
22. El Gobierno español elude en esta ocasión las presiones británicas y favorece a
los alemanes haciendo una interpretación particular de los compromisos diplomáticos contraídos
con el Foreign Office. Según el ministro M. Allendesalazar, el Estado español no
se había comprometido a establecer un plazo para la presentación de ofertas —como parecían
entender los británicos—, por el contrario, el procedimiento adoptado suponía el estudio
y la aprobación o no de las peticiones a medida que éstas fueran presentadas.
Public Record Office. Op. Cit.
137
tánica, resultando muy significativo el siguiente texto remitido por el
Almirantazgo al Foreign Office:
"It should also be observed that for some time past the Germans have been
making every effort to establish a network of cable Communications with the
South and West Atlantic, having Teneriffe as the centre, in connection with the
other centre established at the Azores. This fact has a possible connection with
the special desire of the Germans to establish a coaling station al Teneriffe, as
if accomplished it might be of very material advantage to Germán naval ope-rations
in the event of strained relations or imminent hostilities between this
country and Germany"^^.
El Almirantazgo concluye informando de la orden cursada al
Second Cruiser Squadron para recalar en Tenerife a su regreso de
África del Sur.
No obstante el signo adverso que estaban adquiriendo los acontecimientos,
los británicos no se arredran y continúan desarrollando sus
gestiones orientadas ya a impedir el establecimiento efectivo de la compañía
alemana. La nueva estrategia adoptada por Gran Bretaña resulta,
sin duda, eficaz, pues casi dos años después, en abril de 1910, los alemanes,
convertidos ya en "Deutsche Kohlen Depot Gesellschaft", aún
no han podido establecerse en Santa Cruz". La situación se prolongará
indefinidamente suscitando algunos comentarios en la prensa local
donde se refleja el convencimiento público de que la intervención de
las casas carboneras británicas en contra del establecimiento de la firma
rival ha resultado decisiva". Pasarán todavía unos dos años antes de
que resulte de nuevo inminente la instalación de una firma alemana en
el puerto tinerfeño. Por fin, en enero de 1913 comienza a operar en
Santa Cruz la "Deutsche Kohlen Depot G.", culminando así un largo
y esforzado periodo iniciado cinco años antes. La actividad de la nueva
compañía, a cuyo establecimiento contribuyeron decisivamente las gestiones
personales del cónsul alemán Jacob Ahlers, no afectó gravemente
23. "Debe ser observado también que por algún tiempo pasado los alemanes han
estado haciendo grandes esfuerzos para establecer una red de comunicaciones telegráficas
con el Atlántico Sur y Oeste, teniendo a Tenerife como su centro, en conexión con el otro
centro establecido en las Azores. Este hecho tiene una posible conexión con el deseo de
los alemanes de establecer una estación carbonera en Tenerife, pues de llevarse a cabo sería
una gran ventaja material para las operaciones navales alemanas en el caso de relaciones
tensas o inminentes hostilidades entre este país y Alemania."
Public Record Office. Op. Cit.
24. Entre otros motivos argumentados entonces por los ingleses figuraba el de que
el muelle proyectado por la firma alemana afectaba varios terrenos propiedad de "Wilson
Sons & Co.".
Public Record Office. Op. Cit.
25. El Progreso, 18-11-1910.
138
el tradicional predominio suministrador ejercido por las firmas británicas.
CUADRO I
SUMINISTRO DE CARBÓN EN SANTA CRUZ.
1913-1914^'
1913
1914
Casas británicas
289.824
201.924
Deutsche Kohlen D.G.
59.236
25.787
Tampoco en el Puerto de La Luz los suministros de la "Woermann
Linie", destinados principalmente a los buques alemanes, parecen haber
inquietado seriamente a la hegemonía de las compañías carboneras inglesas.
CUADRO II
SUMINISTRO DE CARBÓN EN EL PUERTO DE LA LUZ.
1906-1914"
1906
1907
1908
1909
1910
1911
1912
1913
1914
Casas británicas
294.020
317.000
632.784
704.369
719.982
685.080
434.554
Woermann Linie
51.500
58.000
53.000
61.000
141.643
120.631
108.500
125.860
44.300
Así, pues, fueron estos años iniciales del siglo un período en el que
la rivalidad anglo-germana en el Archipiélago alcanzó uno de sus puntos
más álgidos. La penetración comercial y financiera alemana se manifestó
especialmente agresiva llegando a preocupar hondamente al
Foreign Office y a ciertos sectores de la opinión pública británica. La
compra del Hotel Taoro del Puerto de La Cruz por la firma alemana
"Kurhaus Co.", el establecimiento de la "Gaswerk Santa Cruz de Tene-
26. Elaboración propia. DCR.
27. Elaboración propia. DCR.
139
rife", concesionaria de la fábrica del gas, a instancias de Jacob Ahlers,
el conflicto surgido en tomo a la instalación del cable alemán o las tentativas
carboneras alemanas son varios episodios, tal vez los más destacados,
de esta pugna anglo-germana cuya naturaleza, eminentemente
colonial, se inscribe en el marco del aprovechamiento de las condiciones
geoestratégicas de los Archipiélagos Atlánticos al servicio del Imperialismo
europeo.
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