mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
LOS ALZAMIENTOS REVOLUCIONARIOS DEL 24 DE FEBRERO DE 1895 EN EL OCCIDENTE DE CUBA JOSÉ FERNANDEZ FERNANDEZ INTRODUCCIÓN El periódico neoyorquino The Thimes, en su edición del 27 de Noviembre de 1868, publicó un reportaje de su corresponsal en La Habana, fechado el 21 de noviembre de ese año: Cuando se tiene presente que la población del Departamento Occidental es de r 150 000, de los cuales 700 000 son blancos; que la del Departamento Oriental es de 270 000, de los cuales 100 000 son blancos; que la riqueza del Departamento Occidental es de unos $ 100 millones, al paso que la del Departamento Oriental es de unos $ 17' 500 000; diferencia del Departamento Occidental S 92' 500 000 y un exceso de población de 820 000 nadie podrá negar que la riqueza de la Isla, el alma de la guerra, está a disposición del gobierno. Con estos datos, el resultado de la contienda no puede ser problemático. (El subrayado es nuestro) Claro que el anterior fragmento ofrece una visión facilista de lo que sería la Guerra Grande. No se imaginaba el corresponsal que serían precisamente 10 años de lucha ininterrumpida, ni que la vocación de libertad de nuestro pueblo nacía para siempre en torno a su independencia. El análisis aparecido en The Thimes plantea, sin embargo, un hecho que caracteriza el desarrollo desigual verificado entre las partes occidental y oriental de nuestro país, que se hace presente en la economía y, en consecuencia, lo observamos también en la proyección política de las clases de ambas regiones. En el caso de la provincia de Matanzas en particular, el alto nivel de desarrollo logrado en la producción azucarera (respecto al resto del país) explica su peculiaridad en cuanto a la participación en las guerras de independencia. Pongamos un ejemplo: Hacia 1862 Colón ocupaba el tercer lugar en la isla respecto a sus cultivos. Matanzas el séptimo y Cárdenas el octavo. Si lo anterior lo comparamos con el trigésimo cuarto lugar de Colón, el trigésimo de Cárdenas y el vigésimo quinto de Matanzas respecto a bosques y pastos, observamos que las tierras 111 yumurinas eran, en su conjunto, explotadas en alto grado, quedando poca virginidad en sus suelos. Si quisiéramos tener una imagen más amplia, aunque sintética, del desarrollo que se verifica en la industria del dulce en esta provincia, entonces nos remitimos al historiador Manuel Moreno Fraginals: Hacia fines del siglo XVIII, Matanzas carecía de significación en la historia £izuca-rera. En 1827 produce ya el 25% del azúcar cubano. Diez aflos más tarde, presenta nuevas zonas de tan amplio desarrollo, que es necesario crear la Tenencia de Cárdenas. En 1837 se funda Colón, que 20 años más tarde es la primera zona azucarera de Cuba. Cuando la crisis de 1857 el azúcar de Cárdenas, Matanzas y Colón representa el 55,56% de la producción total de la Isla. Por entonces los ingenios matanceros cubren un total de 16 915 caballerías'. Las corrientes anexionista y reformista como formas limitadas de expresión política de las clases pudientes criollas, representaron la búsqueda de soluciones a medias a las trabas que Esptóa imponía a Cuba a través de su proyección colonialista. El anexionismo era enarbolado principalmente por sectores que pretendían conservadoramente unir los destinos de Cuba al sur esclavista de los Estados Unidos. La propia Guerra de Secesión y el triunfo de Lincoln darían al traste con dichas aspiraciones aunque no sacaron definitivamente de la escena política cubana a los pronorteamericanos. El reformismo, por su parte, aunque con una amplia gestión ante la metrópoli, no logró lauros ostensibles ante la ceguera española que no podía, por otra parte, dar a Cuba formas de desarrollo que ella misma no estaba en condiciones de poseer. Queda pues, el independentismo como forma política más resuelta y única posible para lograr la libertad de Cuba. La política criolla hasta 1868 estuvo dirigida por los acaudalados occidentales, quienes, en lo fundamental, optan por reformas, deseando poner fuera de juego las formas violentas que destruyan sus propiedades^. Citando un ejemplo, los Aldama poseían solamente en la provincia de Matanzas: — Una finca en Sabanilla del Encomendador. — Parte de la hacienda Sabanilla. En: MORENO FRAGINALS, Manuel: El ingenio. Tomo I. Habana. Editorial de Ciencias Sociales. 1978. pg 141. Además de ser reformistas en general, son conocidas algunas gestiones anexionistas de los hacendados occidentales al emigrar a los Estados Unidos durante la Guerra de los 10 Años. 112 — Ingenio Santa Susana (en estado de demolición con 90 caballerías de tierra en Yumurí). — Una finca ubicada en La Vieja. — Una finca en Bolondrón de dos caballerías. — La mitad del ingenio Armonía. — El ingenio Santa Rosa (de Miguel) en Unión de Reyes. — Además en Palos, cerca de la provincia de Matanzas, el cafetal Fundador. Céspedes resumió el 10 de octubre de 1868 la posición más radical de la burguesía criolla. En occidente, sin embargo, pervivía la duda y mientras la Junta Revolucionaria de La Habana pretendía propiciar levantamientos armados, por otra parte desarrollaba contactos para lograr reformas que, de lograrse, hubieran significado un serio problema para la naciente revolución. Así pues, dentro de sus inconsecuencias, la Junta Revolucionaria de La Habana promovió varios alzamientos, de los cuales el único que llegó a verificarse fue el de Jagüey Grande el 10 de febrero de 1869, en lo que se considera el momento más positivo de dicha Junta. En la provincia de Matanzas se venía conspirando antes del alzamiento de Céspedes. En 1867 Juan Arnao y Juan Manuel Maclas trataron de hacer desembocar una revolución con la colaboración de Juan Bellido de Luna. El 23 de octubre de 1868 el propio Bellido de Luna fue hecho prisionero. Juan Arnao, por su parte fue detenido en Jagüey Grande en diciembre de 1868 y deportado después. Estando libre Bellido de Luna trató de iniciar una sublevación en el ingenio del presbítero Martín García, en Ceiba Mocha. El alzamiento de Jagüey Grande, que formaba parte de un plan que incluía otros pronunciamientos en Vuelta Abajo, Güines, Mocha, Cárdenas y Matanzas, reunió a un grupo de patriotas dirigidos por Gabriel García Me-nocal y Agustín Rodríguez y Pérez Barnuevo. Estaban auxiUados además por los coroneles mexicanos José Inclán y Gabriel González' que fueron puestos en función del levantamiento por la Junta Revolucionaria de La Habana y que, según miembros de esta asociación, fueron enviados a Cuba por Pedro Santacilia, yerno de Benito Juárez, en ayuda fraterna a nuestro pueblo. A pesar de presentarse algunos alzados, la columna de operaciones de Jagüey Grande existió por lo menos hasta el 21 de junio de 1869, quedando el coronel José Inclán como jefe, y, ante la presión española y lo aislado de la El Coronel Gabriel González (mexicano) no llegó a alzarse en Jagüey Grande porque fue hecho prisionero en ese poblado algún tiempo antes de la sublevación, aunque sí fue puesto a disposición de la Junta Revolucionaria de La Habana desde México, y esta lo conectó cea la conspiración revolucionaria. 113 fuerza mambisa, viajan al este vinculándose al grueso de las fuerzas cubanas. Hubo guerra en Matanzas en el período 1868-1878, pero no llegó a ser lo suficientemente devastadora como para destruir el principal bastión económico de España. Existió, además, la incursión aislada de Luis de la Maza Arredondo a La Habana, lo que significó la muerte de este valioso cienfue-guero en Batabanó sin lograr sumar aquella provincia a la revolución. El propio Arredondo, José Inclán, Antonio de Armas, González Guerra, Jesús del Sol, Cecilio González y, de forma destacada, Henry Reeve fueron los jefes insurrectos que incursionaron en Matanzas, punto más avanzado, geográficamente hablando, de las acciones mambisas durante la Guerra de los 10 años. Tbvieron frente a ellos innumerables dificultades, eficientes comunicaciones españolas, defensas reforzadas en torno a ingenios y poblados, gente poco interesada en la guerra. Estas condiciones tuvieron tendencia a repetirse en 1895-1898, pero los cambios estructurales y superestructurales ocurridos durante la llamada Tregua Fecunda, el carácter más popular de la guerra y todo lo nuevo aportado por el Partido Revolucionario Cubano y por José Martí, dieron al traste con dichas tendencias. Por otra parte, los textos de Historia de Cuba a través del tiempo han ignorado, mayoritariamente, los acontecimientos de occidente (Matanzas, La Habana y Pinar del Río) lo cual ha llevado a cierta distorsión de la realidad histórica. Las diferencias económicas y sociales de las dos partes en que podemos dividir la isla para el estudio de los conflictos bélicos decimonónicos, justifican naturalmente diferentes modos de hacer las guerras y formas distintas de su desarrollo. II - ALZAMIENTOS DEL 24 DE FEBRERO DE 1895 EN OCCIDENTE. En Matanzas, hacia 1881, se dio a conocer una Usta de conspiradores vinculados al Coronel del Ejército Libertador Cecilio González quien muriera el 27 de mayo de 1880 en el Sao de San Vicente, Las Villas. Otro hecho ocurrido durante la Tregua Fecunda fue el arribo a Cuba del grupo revolucionario de Carlos Agüero en abril de 1884. Como se puede ver estos hechos aislados no tuvieron gran significación en lo que a sus consecuencias se refiere, a pesar del sacrificio heroico de sus protagonistas. La época referida se caracterizó por cambios estructurdes que incidirían en las nuevas condiciones creadas para la Guerra Necesaria. La abolición de la esclavitud y el consiguiente paso del esclavo a obrero crea nuevas capacidades organizativas para la lucha de liberación a llevar a efecto contra España. Tkmbién la intensificación de las relaciones comerciales con los Estados Unidos y la concentración de la industria azucarera son dos factores de consideración en la época. 114 Varios autores se hacen eco de algunas expresiones del proletariado cubano como clase social. En 1892 se celebró el Congreso Obrero, al que decenas de gremios enviaron 74 delegados. Debemos destacar, sin embargo, que, aunque fue entre los trabajadores donde Martí halló el lugar de germinación de la revolución, todavía no existía una preparación clasista para llevar ésta hasta sus últimas consecuencias. Esto se explica cuando vemos, entre otros factores, que el centro de las contradicciones de la Cuba de finales del siglo XIX no era entre burguesía y proletariado, sino entre colonia y metrópoli, y hacia este conflicto convergían las fuerzas y los hombres más destacados de la política del país en aquel momento. Las causas del enfrentamiento entre cubanos y españoles no mermaban: — El presupuesto de Cuba era deficitario. — El comercio entre Cuba y España era favorable a la última en 29 millones de pesetas. — Sólo el 4% de los cubanos tenían derecho al voto contra el 80Vo de los peninsulares. — 76,3% de analfabetismo, etc. Naturalmente que en la medida en que las contradicciones se agudizaban, se acercaban los tiempos de nueva revolución, máxime cuando los burgueses del país perdían la iniciativa política en el corrupto camino del autonomis-mo como negación de los intereses independentistas del pueblo. A partir de 1892, la actividad política de José Martí se eleva cualitativamente, llegando a ser el indiscutible jefe de la revolución a través del Partido Revolucionario Cubano fundado aquel año. Desde entonces se acrecentarían paulatinamente los trabajos hasta desembocar en el 24 de febrero de 1895. Como es conocido, el fracaso del plan de Fernandina, lejos de frustrar la conspiración, puso de manifiesto su alcance. El día 17 de enero de 1895, Martí plantea la renovación de los planes y la resolución de iniciar la guerra. Para los conspiradores del interior de la Isla, como explica Juan Gualber-to Gómez, después del fracaso de Fernandina, era imposible demorar la revolución, ya que España conocía la efectividad y la importancia de lo rea- Uzado, la capacidad organizativa y el carácter nacional del movimiento revolucionario próximo a estallar. El 29 de enero de 1895, se decide la orden de alzamiento de las regiones comprometidas con la mayor simultaneidad posible. A mediados de 1893 la opinión pública se presentaba en dos vertientes acerca del futuro de la isla. La parte cubana se dividía en autonomistas y revolucionarios, a la vez que la parte española en reformistas e intransigentes. 115 El reformismo español y, el autonomismo como representante de los conciliadores dentro de la sociedad cubana miraban a la metrópoli con esperanzas en reformas como las de Maura y Abarzuza (enero de 1895), las que, por supuesto, no representaban soluciones serias al problema cubano. La fuerza del autonomismo en occidente conspiraría contra la revolución y llevaría, por otra parte, a batallas periodísticas en las que se vería inmerso Juan Gualberto Gómez, que de esta manera expondría públicamente el cuerpo de su proyección política y consolidaría su posición revolucionaria, que llegó a convertirlo en centro de los conspiradores de la isla y occidente en particular, junto a Julio Sanguily, José María Aguirre y otros. Dispondrían estos hombres de organizaciones independentistas que surgían espontáneamente y que se estructuraban con alguna eficiencia, lo cual fue ahorro de tiempo y trabajo. En cuanto a Matanzas, Horrego Estuch asegura que: "Se movían el ingeniero Emilio Domínguez, Pedro Betancourt, José Dolores Amieva, los hermanos Acevedo y López Coloma. Juan Gualberto asumió el doble papel de representarlos en La Habana y de ser su consejero. La importancia de este Club matancero fue tal que el movimiento de occidente tuvo su base inicial aUí'"* A su vez, el historiador Gabino La Rosa en su ponencia "Juan Gualberto Gómez: El Hombre de Ibarra", nos habló de las condiciones a que se tenían que enfrentar los revolucionarios de Matanzas y, por extensión, los de algunos otros lugares de occidente: "La provincia de Matanzas presentaba algunos inconvenientes para la consecución del plan de José Martí. En estas zonas se presentaban como factores adversos los siguientes: carácter llano de gran parte de la provincia, asistencia de una amplia red de ferrocarriles que propiciaba el traslado rápido de las tropas enemigas hacia cualquier rincón, falta de experiencia militar de sus cuadros de mando y tropas comprometidas, reducido número de combatientes enrolados y fuertes intereses económicos que frenaban los planes conspirativos. A esto último se le puede sumar la fuerte organización de los grupos autonomistas que desarrollaron una amplia propaganda contra el separatismo"'. La orden de alzamiento simultáneo llegó en los primeros días de febrero e inmediatamente se convocó a una reunión con el fin de elegir la fecha preci- En: HORREGO ESTUCH, Leopoldo: Juan Gualberto Gómez, un gran inconforme. Edición del centenario de Juan Gualberto Gómez. Edit. La Milagrosa. La Habana. 1954. p. 107. La ponencia de Gabino La Rosa: Juan Gualberto Gómez; El hombre de Ibarra, fue presentada en el Simposio por el 130° Aniversario del nataUcio de Juan Gualberto Gómez, efectuado en la localidad de igual nombre, provincia de Matanzas. Julio de 1984. El autor de este trabajo fue comentarista de dicha ponencia. 116 sa del pronunciamiento. Participaron en la misma Juan Gualberto Gómez, Julio Sanguily, José María Aguirre, Antonio López Coloma y el Dr. Pedro Betancourt. Como la fecha escogida debía ser dentro de la segunda quincena de febrero, se calcula el tiempo necesario para hacer llegar la noticia a las provincias de Las Villas, Camagüey y Oriente. Se escoge el último domingo del mes y primer día de carnavales lo que permitiría ventajas de traslado de hombres sin levantar sospechas. El 24 de febrero sería el día. Las respuestas de los emisarios fueron, en sentido general, positivas. Moneada y Masó prometen estar en armas el día señalado, el Marqués de Santa Lucía contesta que Camagüey no podía alzarse el 24, pero que secundaría el movimiento a poco de iniciarse; Pedro Betancourt aseguraba que en Matanzas todo estaba preparado. En realidad, sólo en tres provincias se producen alzamientos, en Oriente, en Matanzas y en Las Villas. En la provincia de Matanzas, como ya se ha explicado, se llevaban a efecto trabajos conspirativos desde mediados de 1892 en las Logias Caballeros de la Luz y de la Noche, ubicadas en la calle Manzano N°. 42, en la propia ciudad de Matanzas, donde se reunían, además de Betancourt, Pedro Duarte, Mateo Fiol, Pastor Moinelo, Emilio Domínguez, Tomás F. López, Pío Campuzano, Bernardo Junco y José D. Amieva. Estos se reunieron con Juan G. Gómez al parecer ese mismo año en una casa situada en la calle Daoiz N°. 57. En agosto del propio año visita Matanzas, comisionado por Martí, Gerardo Castellanos y se reúne con los conspiradores. Se nombra jefe de Matanzas a Emilio Domínguez quien conforma el primer Comité Revolucionario, siendo el tesorero Pedro Betancourt. En enero de 1895 Domínguez renuncia y es sustituido por Betancourt. A fines de 1894 se forma un Comité Revolucionario en la finca de Guido Bolaños en el que figuran los nombres ya citados, menos el de Domínguez. También por esta fecha Juan Gualberto Gómez, Pedro Betancourt, López Coloma y Pedro Acevedo compraban armas en La Habana y las enviaban a Ibarra, Jagüey Grande, Benavides, Alfonso XII y Colón, lo cual indica la planificación de los alzamientos occidentales prioritariamente en Matanzas. Según los planes, se alzarían en Matanzas varios grupos de patriotas que después se unirían en Corral Falso de Macurijes bajo el mando militar del Jefe del Departamento Occidental Juho Sanguily. Los grupos previstos eran los siguientes: — Ibarra; donde estaría la dirección de los alzamientos de occidente, con Juan Gualberto Gómez, López Coloma, Pedro Betancourt y Juho Sanguily. 117 — Jagüey Grande; bajo el mando del Dr. Martín Matrero y los hermanos José Agustín y Aurelio Rodríguez, sobre la base de la unión de las fuerzas de Güira de Macuriges y Aguada de Pasajeros. — Güira de Macuriges; bajo el mando de Bonifacio Gómez y que, con unos 200 hombres, concurrirían a Crimea para ponerse bajo el mando de Martín Marrero y lograr una fuerza considerable. — Alfonso XII; este grupo estaría dirigido por Rafael Acosta y nuclearia a los revolucionarios de este pueblo y de la zona suroccidental de la provincia. — Colón-Manguito; la información sobre este grupo es bastante imprecisa. A pesar de contar con armas y un número alto de conspiradores, parece ser que se pierde la organización con la llegada del año 1895. Se desconoce su jefe. — Aguada de Pasajeros; este grupo tenía conexiones con los conspiradores de Matanzas, en particular con los de Jagüey Grande y era dirigido por Joaquín Pedros©. Contaba entre sus integrantes con partidas de elementos que se hallaban fuera de la ley, entre ellos: José Alvarez Arteaga, el Tuerto Matos, Regino Alfonso y otros. — Grupo de Manuel García; este jefe de Bandoleros-Insurrectos vinculados a los conspiradores de Matanzas se incorporaría a los alzados de Ibarra y sería el Jefe de la Escolta de Pedro Betancourt, quien, a su vez, sería el jefe de la Provincia de Matanzas y estaría bajo el mando del General Julio SanguUy como Jefe del Departamento Occidental. En la reunión que se convoca en febrero se ultiman los detalles y participan implicados a nivel inferior o jefes de grupos; ellos eran Joaquín Pedro-so, Martín Marrero, López Coloma, los hermanos Acevedo, además de Pedro Betancourt y Juan Gualberto Gómez. El día 24 de febrero de 1895 se producen en Matanzas y al este de la zona de Cienfuegos un total de 4 alzamientos relacionados entre sí, el de Ibarra, con Juan G. Gómez y López Coloma, el de Jagüey Grande con Martín Marrero y los hermanos Rodríguez; el que protagonizara Manuel García en Seborucal, zona de Ceiba Mocha, y el de Aguada de Pasajeros dirigido por Joaquín Pedroso. — IBARRA (La Ignacia) El 23 de febrero, Juan Gualberto Gómez, Antonio López Coloma y otros, parten desde La Habana hacia Ibarra, llegando a la finca La Ignacia, arrendada o propiedad de López Coloma, donde previamente estaban depositadas las armas. Establecen campamento un total de 14 hombres que el día 24 aumentaron a 16. El alzamiento estaba en mal lugar por la vía férrea cercana y un camino a Matanzas, mientras que los rebeldes tenían armas suficientes, pero no caballos para todos. 118 Avisados de la proximidad de tropas españolas conocedoras del pronunciamiento, se dirigen hasta cerca del ingenio Santa Elena donde permanecen hasta el día 28 esperando por los que debían sumarse a la revolución. Los rebeldes fueron rodeados por un escuadrón del regimiento Pizarro, un piquete de la Guardia Civil y dos compañías de infantería. Muy tarde se percataron los alzados de la proximidad de los españoles, antes de que se iniciara la escaramuza donde López Coloma es hecho prisionero junto con su novia Amp£u-o Orbe. Al replegarse para buscar refugio el grupo se divide con la esperanza de poder sumarse a algún otro grupo de sublevados, Juan G. Gómez, Latapier, Treviño y Torres pudieron romper el cerco y dirigirse a la finca (antiguo ingenio) Vellocino, donde fueron ayudados por la familia Montes de Oca. En este punto de Sabanilla del Encomendador, donde naciera precisamente Juan Gualberto el 12 de julio de 1854, fueron hechos los trámites para la presentación de los rebeldes ante el bando de perdón del Capitán General y las noticias propaladas por España y los autonomistas de que todos los alzamientos habían fracasado. Las autoridades españolas radicaron causa contra López Coloma por los delitos de homicidio, rebelión y robo de caballos, siendo fusilado más tarde. Juan Gualberto Gómez, por su parte, fue confinado a Ceuta primero y a Valencia después. De esta manera fracasaba el Alzamiento de Ibarra, punto medular de los pronunciamientos de occidente por las figuras que debía reunir, entre ellos, Julio Sanguily y Pedro Betancourt quienes no concurrieron a su cita con la Patria. — JAGÜEY GRANDE (La Sirena). Otro de los levantamientos del 24 de febrero tuvo lugar en la finca La Sirena, Barrio López, Jagüey Grande. Aquí se libró el primer combate contra España en el Departamento Occidental y cuarto de toda Cuba en la Guerra de 1895. El Jefe de los implicados, Dr. Martín Marrero se trasladó a Jagüey en 1893 con el fin de ejercer su carrera de medicina, procedente de Santiago de las Vegas, de donde era natural. En el poblado de Jagüey Grande existía en ese año un grupo de conspiradores encabezados por los hermanos Rodríguez, hijos de uno de los alzados el 10 de febrero de 1869 en aquel lugar*. José Agustín y Aurelio eran hijos de Agustín Rodríguez, olvidado patriota que conspiró toda su vida contra el colonialismo español. Estuvo vinculado a los intentos conspirati-vos de Narciso López y Ramón Pintó. Se alzó en armas cuando ya era un hombre muy mayor, en el Alzamiento de Jagüey Grande el 10 de febrero de 1869. Fue hecho prisionero y deportado a Islas Canarias donde falleció hacia el año 1870. 119 Durante los años 1891 y 1892 varios de los integrantes de este grupo se afiliaron a los autonomistas con el propósito de desviar la atención de las autoridades que los seguían de cerca y que, en 1893 desarrollaron una vigilancia especial ante los rumores de un posible alzamiento revolucionario. Dichos conspiradores se mantienen activos en las filas autonomistas de Jagüey Grande y Corral Falso, cobrando mayores alientos ante la fundación del Partido Revolucionario Cubano, en 1892. En 1893 Marrero se une al grupo y toma, ese mismo año, el mando del mismo, entrando en relación con José Martí y recibiendo oficialmente el nombramiento dentro de las filas del PRC (como jefe en Jagüey), de manos de Ramón Riera, estando en Santiago de las Vegas. En carta de Martí a Marrero éste recomienda la no interrelación de los núcleos de conspiradores y posteriormente recibe un recado, al parecer verbal, de Martí, quien lo cita a una entrevista en Cayo Hueso, la cual se realizó y pudo Marrero tener nociones más exactas del alcance de los trabajos de la revolución venidera. A comienzos de 1894, Marrero y Bonifacio Gómez, jefes de los núcleos revolucionarios de Jagüey y Güira respectivamente, logran que les sean remitidas desde La Habana 10 tercerolas y 2 000 cápsulas al paradero de Crimea, que fueron pocas, pero las primeras armas que tuvieron los conspiradores de esta zona. Las autoridades españolas, por su parte, también tomaban precauciones con el fin de evitar que se repitiera en Jagüey otro alzamiento independentis-ta. A petición de los integristas, el gobierno destacó en Jagüey de forma permanente una compañía de 125 hombres del Regimiento de María Cristina y un escuadrón de caballería, además de la Guardia Civil del poblado. Se permitió, además, que los vecinos con fidelidad probada a España pudieran armarse. Se ha señalado a Marrero como uno de los más impacientes en comenzar la guerra. Enrique Collazo, por su parte, destaca que en noviembre de 1894, los conspiradores de Jagüey apremiaban a Juan Gualberto Gómez para que se señalara como fecha de inicio de la guerra el 30 de ese mes. Luego del regreso de Marrero de la reunión que sostuvo en La Habana en febrero de 1895, los implicados se citan para el día 24 en la finca La Sirena, donde estaban las armas. El domingo 24 se suspendieron en Jagüey las festividades del carnaval con motivo de la ausencia del Obispo que debía visitar el pueblo en esa fecha y que además, estaba en los planes de Marrero secuestrarlo, para dar un golpe que hiciera aumentar la importancia en los periódicos del hecho revolucionario. De un total de 200 hombres, sólo acuden a la cita 41, pues los comprometidos de Güira de Macurijes no llegaron a alzarse. 120 En la mañana del día 24 se produjo, como estaba previsto, el segundo alzamiento de Jagüey Grande en nuestras guerras de independencia. Juan Gualberto Gómez señala como jefe de un grupo que debía alzarse en Jagüey a Antonio Curbelo, lo cual por su importancia, merece que se explique. José Agustín Rodríguez, no obstante lo dicho por Juan Gualberto, consideraba a Curbelo como un conspirador más del grupo jagüeyense, que después se vinculó a Joaquín Pedroso en Aguada de Pasajeros. Nosotros tenemos noticias de que Antonio Curbelo era sastre en Aguada y servía de enlace entre los grupos de Pedroso y Marrero, además de participar en reuniones en Matanzas y La Habana. El día 23 de febrero, Curbelo salía de Jagüey rumbo a Aguada para participar en aquel levantamiento, encontrando a los españoles en un lugar conocido por Sabana del Rosario. Lo detuvieron y registraron sin resultado, dejándolo en libertad. Luego de alejarse un trecho, el práctico de la guerrilla señaló que el caballo parecía haber hecho una jornada larga por lo sudado que estaba. Lo hacen regresar y, al registrarlo de nuevo, le encuentran en la hebilla del cinto la palabra SEPARATISTA, según unos, o el escudo de la RepúbUca de Cuba, según otros, lo cual fue suficiente para que lo asesinaran. De esta manera Antonio Curbelo murió por la revolución un día antes de iniciarse ésta. Las autoridades españolas tenían noticias de la preparación de un levantamiento en Jagüey Grande, por lo que, como ya se ha expUcado, tomaron medidas. Además de las fuerzas destacadas en el pueblo, se ordena a un escuadrón de la Comandancia de Colón dirigido por Santiago Panero Mata, que se hallaba en Cuevitas, se presentara en Jagüey, convirtiendo aquel lugar en una verdadera fortaleza. Al amanecer del día 25, López Mijares, jefe militar de Jagüey decide regresar al pueblo pues tuvo que ir a Colón ante el llamado de Luis Molina, jefe de aquella plaza, lo que hace por ferrocarril. Al llegar le notificem que se corre la noticia de que los vecinos de López han abandonado sus casas esa mañana. Mijares dispone que dos grupos de infantería salieran a reconocer el terreno y él mismo va con fuerzas suficientes a buscar noticias. En López se le unen 15 voluntarios que buscaban noticias del alzamiento desde bien temprano. El grueso de las fuerzas españolas acampa en la finca Perla esa noche, y a las 2 am se les unen un grupo de infantería y guardias civiles. La fuerza española, si bien era mayor que la cubana, no lo era más por no querer Mijares dejar desguarnecido el pueblo. Al amanecer del 26 de febrero salen los españoles a operar. A las 7: 30 am divisan grupos de hombres en un lado del monte. López Mijares dispone el ataque tratando de flanquear a los insurrectos, pero éstos 121 advierten el movimiento y se retiran, no sin antes prepararse y hacer una descarga de fusilería. Los españoles simulan una retirada retrocediendo hasta la finca La Yuca (el primer choque fue entre las fincas La Sirena y la mencionada anteriormente), luego giran y vuelven a enfrentarse en la línea divisoria entre las dos fincas, en el lugar conocido como Palmar Bonito. Los españoles declaran dos heridos y un caballo inutilizado, mientras que los cubanos salieron ilesos. La diferencia fundamental de las versiones cubana y española acerca del combate del 26 de febrero radica en que ambas partes reclaman haber quedado dueños del campo de batalla. Martín Marrero en su diario dice que, estando acampados, ordenó la exploración del terreno y que a las 8 am sintió los primeros disparos. En lo demás coincide con el jefe español. Por su parte José Agustín Rodríguez plantea que, luego del combate, ellos revisaron el terreno encontrando manchas de sangre: Posteriormente se oyó decir que habían tenido dos soldados heridos y que, además fue herido el caballo del comandante Jefe de Voluntarios, pero con certeza, nunca hemos podido comprobar esas afirmaciones acerca de las bajas, porque se llevaron a sus heridos sin abandonar a ninguno' Luego del combate, Marrero y sus compañeros se adentraron en la Ciénaga. Posteriormente, con conocimiento que el pronunciamiento en Matanzas había fracasado con el apresamiento de los hombres de Ibarra, además del trabajo de zapa hecho por los autonomistas (que conocían a casi todos los involucrados en el intento independentista), deciden acogerse al bando de Callejas. Marrero es detenido y deportado a España a bordo del vapor Reina María Cristina, pero estuvo poco tiempo en España, pues se fugó y fue a Francia, desde donde viajó a los Estados Unidos. Volvió a Cuba y combatió bajo las órdenes de Calixto García y Máximo Gómez. En el Departamento Occidental de Cuba, provincias de Matanzas y La Habana principalmente, operaban en los años precedentes al inicio de la guerra, un conjunto de individuos que se hallabem fuera de la ley por diver- En: RODRÍGUEZ, José Agustín: El alzamiento de la Finca La Sirena el 24 de febrero de 1895. Administración Municipal de Jagüey Grande. 1955. (Compilado por los licenciados Noel Martínez y José Fernández en: Jagüey Grande en el siglo XIX. (Inédito). Premiado en el Concurso Provincial de Historia "Pedro A. Alfonso", p. 66. 122 sos motivos. Citan las autoridades una relación de veinticinco a treinta hombres entre los cuales se destacan los hermanos Manuel y Vicenta García Ponce, Regino Alfonso, José Alvarez Arteaga (Matagás), José Inocente Alfonso (Gallo) Sosa y Andrés Fraga. El gobierno colonial de Matanzas cita, del año 1886 en adelante, diversas partidas. —AGUADA DE PASAJEROS (Los Charcones) El alzamiento citado por Trelles en esta zona, aparece dirigido por Joaquín Pedroso con diez hombres, entre ellos Alfredo Arango, Charlie y Jorge Aguirre. Después del levantamiento (del día 25 al 27), el número de hombres crece hasta 49 por haberse sumado las partidas de Matagás, Regino Alfonso y el Tuerto Matos, procedente éste último de la Ciénaga de Zapata. Según Ubieta en Efemérides de la Revolución Cubana, Alfredo Arango se reúne el 20 de febrero con los hermanos Romero, Pedro García y Juan Sta-ble con el propósito de alzarse en la finca María Luisa. A partir del alzamiento, los sublevados tuvieron su bautismo de fuego (in-dependentista) el día 4 de marzo, haciéndole al enemigo un total de 11 bajas. Este alzamiento es el más ignorado de los ocurridos el 24 de febrero y, descontando que se pudieran presentar eilgunos, fue paradójicamente el único grupo armado de occidente que no depuso las armas y siguió en campaña por la independencia*. Claro que debemos aclarar que muchos de los integrantes de este grupo tenían cuentas pendientes con las autoridades españolas antes del 24 de febrero de 1895. Pero también debemos decir que casi todos los Bandoleros-Insurrectos de este grupo fueron soldados y oficiales del Ejército Libertador, siguiendo a pesar del fracaso combatiendo en la zona. José Alvarez Arteaga (Matagás) murió el 3 de febrero de 1896 después de entregar a Antonio Maceo varios miles de tiros que estaban guardados desde febrero de ese año; y Regino Alfonso fue uno de los más vaUosos jefes insurrectos de Matanzas, que murió el 10 de diciembre de 1897 en una traicionera celada'. 8, En cuanto al Alzamiento de Aguada de Pasajeros, se impone la necesidad de una investigación más rigurosa, pues parece que el lugar citado por Trelles, a unos 12 kilómetros del poblado, no es muy exacto. 9. Oficialmente estos dos hombres eran Tenientes Coroneles del Ejército Libertador cuando murieron en las fechas citadas, aunque se les tenía por Coroneles, lo que se debe a la común costumbre de hacer nombramientos verbales en la época, que requerían después ser refrendados por el mando de la Revolución. 123 —CEIBA MOCHA (Seborucal) Es real la participación de individuos fuera de la ley, como ya hemos visto en el caso anterior, en los trabajos conspirativos previos al 24 de febrero. En esta dirección indica al menos la entrevista que realizó Várela Zequeira, del periódico La Discusión, a Manuel García el primero de febrero de 1895, en la cual éste le manifiesta que antes de un mes estallaría la guerra. Hijo de emigrantes canarios, Manuel García tuvo su primer choque con la justicia española cuando dejó tendido de un machetazo a su padrastro por hallarlo golpeando a su madre. Después ocurre su alzamiento definitivo y poco a poco se va convirtiendo en una pesadilla para las autoridades ante su habilidad e inteligencia para sobrevivir en el monte. Existen versiones de que, a través de don Mariano de la Torre, es trasladado a Cayo Hueso donde trabajó en una fábrica de tabacos y se integró al Club Patriótico Cubano que presidía José Dolores Poyo, el que había organizado las expediciones a Cuba de Carlos Agüero, Limbano Sánchez y Carlos Martínez. Se embarcó García para Cuba en septiembre de 1887 junto a 4 u 8 hombres. Son muchas las noticias de sus relaciones con jefes revolucionarios en la preparación de la guerra, fundamentalmente en Matanzas. Manuel García aportó grandes sumas de dinero para la Revolución. Respecto a este espinoso tema existen opiniones diversas. Según Juan Gualberto Gómez fue rechazada una suma destinada a comprar armas por el propio Delegado del Partido Revolucionario Cubano, José Martí; según el Dr. Martín Marrero, fueron enviados y aceptados —antes que la suma ya referida— unos seis mil pesos que utilizó la emigración revolucionaria. Cabe aclarar que, sea como fuere, Martí nunca negó la posibilidad de luchar por la revolución a los hombres que estaban al margen de la injusta ley española. En este punto cabe decir que ha sido la supuesta —aunque muy posible— negativa de Martí a aceptar el "maldito" dinero, el elemento esencial sobre el que se ha estructurado la negación al papel de Manuel García en la Revolución, deuda vieja de la historiografía con el tema de los Bandoleros- Insurrectos y con su figura más famosa. El 24 de febrero de 1895, se presentan a las 9 de la noche en la tienda El Seborucal 40 ó 50 hombres armados bajo el mando de Manuel García. José Fragüela, dueño del establecimiento los atiende. La partida toma 90 centenes, 3 luises y 60 pesos/plata, además de algunos víveres. Esa noche, mientras trataba de llegar con sus hombres a La Ignacia (¡barra) donde debían esperarle los demás alzados por la independencia, muere Manuel García "El Rey de los Campos de Cuba". Sobre este hecho nosotros hemos analizado al menos cuatro versiones y, naturalmente, sacado nuestras conclusiones: 124 Primera: Se debe al informe español sobre la persecución de la partida de Manuel García, obra del Teniente Jesús Rabadán Ferrín, que obra en el Archivo Histórico Provincial de Matanzas. Según este documento, en la madrugada del 25 sale en persecución de los alzados el Teniente Rabadán Ferrín, avisado antes por el guardia civil Vicente Pérez García, quien saliera herido de la tienda El Seborucal unas horas antes al encontrarse con los alzados casualmente y donde perdió la vida su acompañante el sacristán Felipe Díaz de la Paz. Después de pasar por El Seborucal, Ferrín sigue el camino de Benavides y se encuentra un cadáver que él presume fue uno de los hombres sobre los que se hizo fuego anteriormente (este hipotético intercambio de disparos no existió en realidad). Por el aspecto del muerto y la montura mejicana, decidió preservar el cadáver, y lo envió a casa del doctor Miguel Romero. Más adelante se encuentra otro cadáver, el de un negro, que igualmente decide preservar. Continúa después su infructuosa búsqueda hacia Montes de Oro y algunas personas le informan que el muerto puede ser Manuel García. El, sin emb£u-go, manda enterrarlo en el cementerio de Ceiba Mocha en la creencia de que es el cadáver de Juan Sosa, otro miembro de la partida'". Segunda: Según publicación posterior del periódico La Caricatura, el día de los hechos García y sus hombres se encontraban en El Seborucal, extendiendo un recibo al dueño José Fragüela, por el dinero recibido en nombre de la República Cubana. En ese momento se presentaron dos individuos que fueron atacados al entrar en la tienda. La partida montó a caballo y Manuel García fue muerto de un tiro por el sacristán Felipe Díaz en un acto casual. Su hermano Vicente se retiró con el cadáver. Esta fue la versión "oficial", repetida una y otra vez (en La Caricatura se publicó el 3 de marzo de 1895). 10. En cuanto a la conformación de \&partida de Manuel García existen confusiones que están dadas por el no conocimiento de muchos autores que tratan el tema sobre todo el periodo de operaciones de aquel Bandolero-Insurrecto. Eran los principales integrantes: José Alfonso (Gallo Sosa), quien era en esa fecha el Segundo al Mando; Vicente García, el hermano de Manuel; José Plasencia y ellos —junto a los hombres de Matagás y Regina Alfonso— constituían la fuerza de más experiencia combativa entre los alzados de aquel día. Otros famosos miembros de la partida como, Domingo Montelongo, Sixto Várela, Antonio Mayor y Andrés Santana ya estaban muertos para ese tiempo, por lo que no es correcto que aparezcan en el alzamiento como ocurre a veces. También se ha podido verificar la participación de otros personajes, en tal sentido se conoce a un miembro de la partida conocido como El Isleño o El Canario y a otros alzados ese día, como Elíseo Fi-gueroa, más tarde Coronel del Ejército Libertador, y los presuntos asesinos de Manuel García nombrados Alfredo Ponce y Fidel Fundora. 125 Tercera: Según esta, que se encuentra en entrevista realizada por el Teniente Coronel del Ejército Libertador y famoso periodista cubano Eduardo Vare-la Zequeira, al integrante de la partida Fidel Fundora y publicada en el El Heraldo de Cuba en 1914, el sacristán Felipe Díaz fue muerto por Gallo Sosa y entre las 8 y las 9 de la noche la partida se retiró hacia Guanábana (muy cerca de La Ignacia). Según Fundora, de repente se presentó una tropa española y Manuel García murió en combate. Esta versión no encuentra confirmación, pues no hubo choque frontal entre cubanos y españoles. Cuarta: Esta versión se debe al Coronel del Ejército Libertador Elíseo Fi-gueroa, alzado en armas aquel propio día y miembro de la partida insurrecta. Al salir de El Seborucal, García señaló el rumbo de Ibarra (La Ignacia) y se adelantó con los dos prácticos enviados a él por el General Julio Sanguily a través de Pedro Betancourt. Pretendía García prevenir posibles emboscadas. Al poco rato, se oyeron disparos en dirección hacia donde estaban los tres adelantados. Cuando el resto de la partida llegó al lugar, Manuel García agonizaba y el propio Figueroa le apagó la guayabera —señal de haber recibido un tiro a quemarropa—. Más adelante un moreno estaba también muerto. Figueroa considera en su versión, que aquello fue un crimen perpetrado por algunos que recibieron dinero en nombre de la Revolución y temían enfrentar a García una vez alzados todos (recuérdese el dinero que Martí rechazó, el cual nunca fue devuelto a García). (Según investigaciones posteriores, se ha conocido que los acompañantes y prácticos de Manuel García aquel día eran Fidel Fundora y Alfredo Ponce, los que desaparecieron después del crimen, logrando llevarse documentos y dinero que tenía consigo Manuel García) Según las versiones existentes parece ser que la última es la que más se acerca a los hechos, atendiendo a otras fuentes que, desde los momentos de la Guerra de Independencia (1895-98), circulaban por nuestros campos y a otros estudios que revelan vinculaciones de conspiradores con las autoridades españolas". En cuanto a la muerte de Manuel García deben tenerse en cuenta los estudios de la investigadora francesa María Poumier-Taquechel y los trabajos —hasta hoy inéditos— de los cubanos Francisco Lancho, María de los Angeles Rodríguez y Reinaldo González Villa-longa, así como nuestro trabajo Bandoleros-Insurrectos (hecho conjuntamente con el Lie. Nelson López Novegil). Referido al Bandolerismo Social en Cuba, deben tenerse en cuenta los trabajos de Rosa- 126 Sea como fuere, lo cierto es que la muerte de Manuel García logró desarticular la naciente Revolución, pues los demás conspiradores (de Jagüey Grande y La Ignacia) carecían de experiencia combativa, además de que dos importantes comprometidos, el general Julio Sanguily y Pedro Betancourt no asistieron a su cita en la manigua. El grupo de Manuel García se disolvió con la pérdida de aquel jefe y de esta manera sólo quedaron en armas por todo el tiempo hasta la llegada de la Invasión de Gómez y Maceo (diciembre de 1895) los hombres que acompañaban a otro gran Bandolero-Insurrecto, José Alvarez Arteaga. La muerte de Manuel García fue un hecho nefasto para los primeros momentos de la insurrección y su asesinato —que nosotros creemos fue lo ocurrido— una lamentable traición y un factor profundamente contrarrevolucionario, que logró cambiar la suerte de los primeros momentos insurreccionales en Matanzas. III - CONCLUSIONES 1— Los alzamientos del 24 de Febrero de 1895 en occidente fracasaron como conjunto ya que unos pocos se mantuvieron sobre las armas. Fue en Matanzas y el Suroeste de Las Villas donde se verificaron los alzamientos de este departamento. Pasemos a valorar la desarticulación de los núcleos revolucionarios, atendiendo en lo fundamental a las siguientes razones: — Situación económica de Matanzas; la cual era superior a Oriente, influyendo en niveles de vida y riqueza superior en general, lo que trae como consecuencias: • Fortaleza defensiva de España en la zona con mejores vías de comunicación, más eficiencia en la movilización de las tropas, etc. • Pocos deseos —en general— de guerra, tanto entre las capas medias como entre los grandes propietarios. — Falta de tradiciones combativas: • La no existencia de jefes militares de prestigio naturales de Matanzas que provinieran de la Guerra de los 10 años. • La impericia de los conspiradores desde el punto de vista militar, ya que sólo algunos de los implicados tenían tal experiencia. — La no asistencia de muchos de los comprometidos, situación que se verificó de la manera siguiente: lie Schwartz, Luis A. Pérez y de nuestro colega y amigo el Doctor Manuel de Paz Sánchez (Profesor Titular de Historia de la Universidad de La Laguna, en Tenerife, Islas Canarias). 127 • Los jefes del Departamento Occidental Julio Sanguily y de Matanzas Pedro Betancourt cayeron prisioneros sin llegar a alzarse. • El grupo de conspiradores de Colón-Manguito, estaba disuelto, al parecer desde fines de 1894 o inicios de 1895, no obstante que hicieron un intento por sublevarse el 15 de julio de 1894. • Los revolucionarios de la zona de Benavides que esperaban por Manuel García y sus hombres, al no llegar estos, prefirieron no lanzarse a la manigua. • Los conspiradores de Alfonso XII no se levantan en armas, teniendo pertrechos. Su jefe Rafael Acosta tampoco concurrió. • Los hombres de Bonifacio Gómez que debían alzarse en Güira de Ma-curijes e integrarse al contingente de Martín Marrero, no lo hicieron. — La labor del Partido Autonomista, conformado por elementos mediocres y enemigos de la revolución, los que, aprovechando la confusión de los primeros momentos y su fortaleza política en la zona, hicieron una fuerte presión para que los rebeldes se entregaran, teniendo un eficaz y diversionista apoyo en el bando de perdón del General Callejas. 2— El carácter general de los alzamientos del 24 de febrero de 1895, enmarcados en un plan concebido por el Partido Revolucionario Cubano y su máxima figura José Martí, demostró lo acertado de la conspiración y del propio plan revolucionario en las nuevas condiciones en las que se desarrollaría la Guerra Necesaria. Esto es así no sólo por los alzamientos realizados el mismo día, sino también porque, a pesar de los fracasos iniciales, en occidente la lucha no pereció del todo y la revolución fue capaz de recuperarse en relativamente poco tiempo, además de contribuir a crear los antecedentes combativos para el ulterior desarrollo de la contienda en occidente. Esto es sin hablar de Oriente donde la guerra prendió con mayor fuerza, pero ese no es el objeto de este artículo. 3— Está demostrada la participación de individuos fuera de la ley en los alzamientos de occidente el 24 de febrero de 1895, los cuales vieron en la revolución su posible regeneración social. A pesar de la falta de una orientación política definida entre estos individuos, en su mayoría pasaron al campo de la revolución. 4— Los alzamientos del 24 de Febrero de 1895 en Matanzas demostraron las posibilidades revolucionarias de la parte occidental del país, que aún no estaban probadas por las características de la guerra anterior. Estos hechos también: — Posibilitaron antecedentes para futuros alzamientos en 1895 y 1896, así como la estructuración de fuerzas mambisas en esta zona con el devenir de la contienda, que se verificó en la Primera División del Quinto Cuerpo del Ejército Libertador. — Dieron a conocer a algunos revolucionarios que después dirigirían la 128 guerra en Matanzas, entre ellos, Pedro Betancourt, los hermanos Aceve-do, José Dolores Amieva, José Alvarez Arteaga, Regino Alfonso, José Roque y otros. Algunos de ellos sirvieron después a las órdenes de Gómez y Maceo en la invasión, además de que siguieran en armas. 5— Los alzamientos del 24 de febrero de 1895 en nuestro país fueron la clarinada de nuestra última guerra contra España, símbolo de la decisión independentista de nuestro pueblo y, en este sentido, me permito recomendar que, se realice, en el caso concreto de los alzamientos en occidente un trabajo investigativo más amplio que defina certeramente este proceso, rebasando, como es lógico, los alcances limitados de este artículo. V - FUENTES — A.D.R.: "Apuntes para la historia de la guerra en Cuba" Imprenta de Eduardo Dublán. México. 1896. — FERNANDEZ FERNANDEZ, José: "Matanzas; economía y revolución hasta 1895" (Inédito) — : "Cronología de la Revolución en Matanzas" Siglo XIX (Inédito) — FRANCO, José Luciano: "Ensayos Históricos" Edit. de Ciencias Sociales. Habana, 1974. — GUERRA, Ramiro: "Guerra de los 10 Años". Edit. de Ciencias Sociales. Habana, 1972. — HORREGO ESTUCH, Leopoldo: "Juan Gualberto Gómez, un gran inconforme" Edit. La Milagrosa, La Habana, 1954. — LANCHO, Francisco y otros: "El alzamiento de Jagüey Grande en 1895" (Inédito) — LA ROSA CORZO, Gabino: "Juan Gualberto Gómez: El Hombre de Ibarra. Ponencia. 1984. — MARTÍNEZ Noel Y FERNANDEZ, José: "Jagüey Grande en el siglo XIX". (Inédito). — MORENO FRAGINALS, Manuel: "El Ingenio" Edit. de Ciencias Sociales. La Habana, 1978. — PONTE DOMÍNGUEZ, Francisco J.: "Matanzas, biografía de una provincia". Imprenta El Siglo XX, Habana, 1959. — TRELLES GOVIN, Carlos M.: "Matanzas en la independencia de Cuba" Imprenta El Avisador Comercial, La Habana, 1928. — Además: • Archivo Histórico Provincial de Matanzas. Fondo GPOP. Guerra de los 10 Años. Guerra de Independencia. Bandoleros-Insurrectos. • Museo Histórico Mcpal. de Jagüey Grande. Documentos. • Museo Histórico Mcpal. de Aguada de Pasajeros. Documentos. 129
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | Los alzamientos revolucionarios del 24 de Febrero de 1895 en el Occidente de Cuba |
Autor principal | Fernández Fernández, José |
Publicación fuente | Tebeto : anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura (Islas Canarias) |
Numeración | Número 04 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Fuerteventura |
Editorial | Cabildo Insular de Fuerteventura |
Fecha | 1991 |
Páginas | p. 111-129 |
Materias | Cuba ; Historia ; Siglo 19 |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 870116 Bytes |
Texto | LOS ALZAMIENTOS REVOLUCIONARIOS DEL 24 DE FEBRERO DE 1895 EN EL OCCIDENTE DE CUBA JOSÉ FERNANDEZ FERNANDEZ INTRODUCCIÓN El periódico neoyorquino The Thimes, en su edición del 27 de Noviembre de 1868, publicó un reportaje de su corresponsal en La Habana, fechado el 21 de noviembre de ese año: Cuando se tiene presente que la población del Departamento Occidental es de r 150 000, de los cuales 700 000 son blancos; que la del Departamento Oriental es de 270 000, de los cuales 100 000 son blancos; que la riqueza del Departamento Occidental es de unos $ 100 millones, al paso que la del Departamento Oriental es de unos $ 17' 500 000; diferencia del Departamento Occidental S 92' 500 000 y un exceso de población de 820 000 nadie podrá negar que la riqueza de la Isla, el alma de la guerra, está a disposición del gobierno. Con estos datos, el resultado de la contienda no puede ser problemático. (El subrayado es nuestro) Claro que el anterior fragmento ofrece una visión facilista de lo que sería la Guerra Grande. No se imaginaba el corresponsal que serían precisamente 10 años de lucha ininterrumpida, ni que la vocación de libertad de nuestro pueblo nacía para siempre en torno a su independencia. El análisis aparecido en The Thimes plantea, sin embargo, un hecho que caracteriza el desarrollo desigual verificado entre las partes occidental y oriental de nuestro país, que se hace presente en la economía y, en consecuencia, lo observamos también en la proyección política de las clases de ambas regiones. En el caso de la provincia de Matanzas en particular, el alto nivel de desarrollo logrado en la producción azucarera (respecto al resto del país) explica su peculiaridad en cuanto a la participación en las guerras de independencia. Pongamos un ejemplo: Hacia 1862 Colón ocupaba el tercer lugar en la isla respecto a sus cultivos. Matanzas el séptimo y Cárdenas el octavo. Si lo anterior lo comparamos con el trigésimo cuarto lugar de Colón, el trigésimo de Cárdenas y el vigésimo quinto de Matanzas respecto a bosques y pastos, observamos que las tierras 111 yumurinas eran, en su conjunto, explotadas en alto grado, quedando poca virginidad en sus suelos. Si quisiéramos tener una imagen más amplia, aunque sintética, del desarrollo que se verifica en la industria del dulce en esta provincia, entonces nos remitimos al historiador Manuel Moreno Fraginals: Hacia fines del siglo XVIII, Matanzas carecía de significación en la historia £izuca-rera. En 1827 produce ya el 25% del azúcar cubano. Diez aflos más tarde, presenta nuevas zonas de tan amplio desarrollo, que es necesario crear la Tenencia de Cárdenas. En 1837 se funda Colón, que 20 años más tarde es la primera zona azucarera de Cuba. Cuando la crisis de 1857 el azúcar de Cárdenas, Matanzas y Colón representa el 55,56% de la producción total de la Isla. Por entonces los ingenios matanceros cubren un total de 16 915 caballerías'. Las corrientes anexionista y reformista como formas limitadas de expresión política de las clases pudientes criollas, representaron la búsqueda de soluciones a medias a las trabas que Esptóa imponía a Cuba a través de su proyección colonialista. El anexionismo era enarbolado principalmente por sectores que pretendían conservadoramente unir los destinos de Cuba al sur esclavista de los Estados Unidos. La propia Guerra de Secesión y el triunfo de Lincoln darían al traste con dichas aspiraciones aunque no sacaron definitivamente de la escena política cubana a los pronorteamericanos. El reformismo, por su parte, aunque con una amplia gestión ante la metrópoli, no logró lauros ostensibles ante la ceguera española que no podía, por otra parte, dar a Cuba formas de desarrollo que ella misma no estaba en condiciones de poseer. Queda pues, el independentismo como forma política más resuelta y única posible para lograr la libertad de Cuba. La política criolla hasta 1868 estuvo dirigida por los acaudalados occidentales, quienes, en lo fundamental, optan por reformas, deseando poner fuera de juego las formas violentas que destruyan sus propiedades^. Citando un ejemplo, los Aldama poseían solamente en la provincia de Matanzas: — Una finca en Sabanilla del Encomendador. — Parte de la hacienda Sabanilla. En: MORENO FRAGINALS, Manuel: El ingenio. Tomo I. Habana. Editorial de Ciencias Sociales. 1978. pg 141. Además de ser reformistas en general, son conocidas algunas gestiones anexionistas de los hacendados occidentales al emigrar a los Estados Unidos durante la Guerra de los 10 Años. 112 — Ingenio Santa Susana (en estado de demolición con 90 caballerías de tierra en Yumurí). — Una finca ubicada en La Vieja. — Una finca en Bolondrón de dos caballerías. — La mitad del ingenio Armonía. — El ingenio Santa Rosa (de Miguel) en Unión de Reyes. — Además en Palos, cerca de la provincia de Matanzas, el cafetal Fundador. Céspedes resumió el 10 de octubre de 1868 la posición más radical de la burguesía criolla. En occidente, sin embargo, pervivía la duda y mientras la Junta Revolucionaria de La Habana pretendía propiciar levantamientos armados, por otra parte desarrollaba contactos para lograr reformas que, de lograrse, hubieran significado un serio problema para la naciente revolución. Así pues, dentro de sus inconsecuencias, la Junta Revolucionaria de La Habana promovió varios alzamientos, de los cuales el único que llegó a verificarse fue el de Jagüey Grande el 10 de febrero de 1869, en lo que se considera el momento más positivo de dicha Junta. En la provincia de Matanzas se venía conspirando antes del alzamiento de Céspedes. En 1867 Juan Arnao y Juan Manuel Maclas trataron de hacer desembocar una revolución con la colaboración de Juan Bellido de Luna. El 23 de octubre de 1868 el propio Bellido de Luna fue hecho prisionero. Juan Arnao, por su parte fue detenido en Jagüey Grande en diciembre de 1868 y deportado después. Estando libre Bellido de Luna trató de iniciar una sublevación en el ingenio del presbítero Martín García, en Ceiba Mocha. El alzamiento de Jagüey Grande, que formaba parte de un plan que incluía otros pronunciamientos en Vuelta Abajo, Güines, Mocha, Cárdenas y Matanzas, reunió a un grupo de patriotas dirigidos por Gabriel García Me-nocal y Agustín Rodríguez y Pérez Barnuevo. Estaban auxiUados además por los coroneles mexicanos José Inclán y Gabriel González' que fueron puestos en función del levantamiento por la Junta Revolucionaria de La Habana y que, según miembros de esta asociación, fueron enviados a Cuba por Pedro Santacilia, yerno de Benito Juárez, en ayuda fraterna a nuestro pueblo. A pesar de presentarse algunos alzados, la columna de operaciones de Jagüey Grande existió por lo menos hasta el 21 de junio de 1869, quedando el coronel José Inclán como jefe, y, ante la presión española y lo aislado de la El Coronel Gabriel González (mexicano) no llegó a alzarse en Jagüey Grande porque fue hecho prisionero en ese poblado algún tiempo antes de la sublevación, aunque sí fue puesto a disposición de la Junta Revolucionaria de La Habana desde México, y esta lo conectó cea la conspiración revolucionaria. 113 fuerza mambisa, viajan al este vinculándose al grueso de las fuerzas cubanas. Hubo guerra en Matanzas en el período 1868-1878, pero no llegó a ser lo suficientemente devastadora como para destruir el principal bastión económico de España. Existió, además, la incursión aislada de Luis de la Maza Arredondo a La Habana, lo que significó la muerte de este valioso cienfue-guero en Batabanó sin lograr sumar aquella provincia a la revolución. El propio Arredondo, José Inclán, Antonio de Armas, González Guerra, Jesús del Sol, Cecilio González y, de forma destacada, Henry Reeve fueron los jefes insurrectos que incursionaron en Matanzas, punto más avanzado, geográficamente hablando, de las acciones mambisas durante la Guerra de los 10 años. Tbvieron frente a ellos innumerables dificultades, eficientes comunicaciones españolas, defensas reforzadas en torno a ingenios y poblados, gente poco interesada en la guerra. Estas condiciones tuvieron tendencia a repetirse en 1895-1898, pero los cambios estructurales y superestructurales ocurridos durante la llamada Tregua Fecunda, el carácter más popular de la guerra y todo lo nuevo aportado por el Partido Revolucionario Cubano y por José Martí, dieron al traste con dichas tendencias. Por otra parte, los textos de Historia de Cuba a través del tiempo han ignorado, mayoritariamente, los acontecimientos de occidente (Matanzas, La Habana y Pinar del Río) lo cual ha llevado a cierta distorsión de la realidad histórica. Las diferencias económicas y sociales de las dos partes en que podemos dividir la isla para el estudio de los conflictos bélicos decimonónicos, justifican naturalmente diferentes modos de hacer las guerras y formas distintas de su desarrollo. II - ALZAMIENTOS DEL 24 DE FEBRERO DE 1895 EN OCCIDENTE. En Matanzas, hacia 1881, se dio a conocer una Usta de conspiradores vinculados al Coronel del Ejército Libertador Cecilio González quien muriera el 27 de mayo de 1880 en el Sao de San Vicente, Las Villas. Otro hecho ocurrido durante la Tregua Fecunda fue el arribo a Cuba del grupo revolucionario de Carlos Agüero en abril de 1884. Como se puede ver estos hechos aislados no tuvieron gran significación en lo que a sus consecuencias se refiere, a pesar del sacrificio heroico de sus protagonistas. La época referida se caracterizó por cambios estructurdes que incidirían en las nuevas condiciones creadas para la Guerra Necesaria. La abolición de la esclavitud y el consiguiente paso del esclavo a obrero crea nuevas capacidades organizativas para la lucha de liberación a llevar a efecto contra España. Tkmbién la intensificación de las relaciones comerciales con los Estados Unidos y la concentración de la industria azucarera son dos factores de consideración en la época. 114 Varios autores se hacen eco de algunas expresiones del proletariado cubano como clase social. En 1892 se celebró el Congreso Obrero, al que decenas de gremios enviaron 74 delegados. Debemos destacar, sin embargo, que, aunque fue entre los trabajadores donde Martí halló el lugar de germinación de la revolución, todavía no existía una preparación clasista para llevar ésta hasta sus últimas consecuencias. Esto se explica cuando vemos, entre otros factores, que el centro de las contradicciones de la Cuba de finales del siglo XIX no era entre burguesía y proletariado, sino entre colonia y metrópoli, y hacia este conflicto convergían las fuerzas y los hombres más destacados de la política del país en aquel momento. Las causas del enfrentamiento entre cubanos y españoles no mermaban: — El presupuesto de Cuba era deficitario. — El comercio entre Cuba y España era favorable a la última en 29 millones de pesetas. — Sólo el 4% de los cubanos tenían derecho al voto contra el 80Vo de los peninsulares. — 76,3% de analfabetismo, etc. Naturalmente que en la medida en que las contradicciones se agudizaban, se acercaban los tiempos de nueva revolución, máxime cuando los burgueses del país perdían la iniciativa política en el corrupto camino del autonomis-mo como negación de los intereses independentistas del pueblo. A partir de 1892, la actividad política de José Martí se eleva cualitativamente, llegando a ser el indiscutible jefe de la revolución a través del Partido Revolucionario Cubano fundado aquel año. Desde entonces se acrecentarían paulatinamente los trabajos hasta desembocar en el 24 de febrero de 1895. Como es conocido, el fracaso del plan de Fernandina, lejos de frustrar la conspiración, puso de manifiesto su alcance. El día 17 de enero de 1895, Martí plantea la renovación de los planes y la resolución de iniciar la guerra. Para los conspiradores del interior de la Isla, como explica Juan Gualber-to Gómez, después del fracaso de Fernandina, era imposible demorar la revolución, ya que España conocía la efectividad y la importancia de lo rea- Uzado, la capacidad organizativa y el carácter nacional del movimiento revolucionario próximo a estallar. El 29 de enero de 1895, se decide la orden de alzamiento de las regiones comprometidas con la mayor simultaneidad posible. A mediados de 1893 la opinión pública se presentaba en dos vertientes acerca del futuro de la isla. La parte cubana se dividía en autonomistas y revolucionarios, a la vez que la parte española en reformistas e intransigentes. 115 El reformismo español y, el autonomismo como representante de los conciliadores dentro de la sociedad cubana miraban a la metrópoli con esperanzas en reformas como las de Maura y Abarzuza (enero de 1895), las que, por supuesto, no representaban soluciones serias al problema cubano. La fuerza del autonomismo en occidente conspiraría contra la revolución y llevaría, por otra parte, a batallas periodísticas en las que se vería inmerso Juan Gualberto Gómez, que de esta manera expondría públicamente el cuerpo de su proyección política y consolidaría su posición revolucionaria, que llegó a convertirlo en centro de los conspiradores de la isla y occidente en particular, junto a Julio Sanguily, José María Aguirre y otros. Dispondrían estos hombres de organizaciones independentistas que surgían espontáneamente y que se estructuraban con alguna eficiencia, lo cual fue ahorro de tiempo y trabajo. En cuanto a Matanzas, Horrego Estuch asegura que: "Se movían el ingeniero Emilio Domínguez, Pedro Betancourt, José Dolores Amieva, los hermanos Acevedo y López Coloma. Juan Gualberto asumió el doble papel de representarlos en La Habana y de ser su consejero. La importancia de este Club matancero fue tal que el movimiento de occidente tuvo su base inicial aUí'"* A su vez, el historiador Gabino La Rosa en su ponencia "Juan Gualberto Gómez: El Hombre de Ibarra", nos habló de las condiciones a que se tenían que enfrentar los revolucionarios de Matanzas y, por extensión, los de algunos otros lugares de occidente: "La provincia de Matanzas presentaba algunos inconvenientes para la consecución del plan de José Martí. En estas zonas se presentaban como factores adversos los siguientes: carácter llano de gran parte de la provincia, asistencia de una amplia red de ferrocarriles que propiciaba el traslado rápido de las tropas enemigas hacia cualquier rincón, falta de experiencia militar de sus cuadros de mando y tropas comprometidas, reducido número de combatientes enrolados y fuertes intereses económicos que frenaban los planes conspirativos. A esto último se le puede sumar la fuerte organización de los grupos autonomistas que desarrollaron una amplia propaganda contra el separatismo"'. La orden de alzamiento simultáneo llegó en los primeros días de febrero e inmediatamente se convocó a una reunión con el fin de elegir la fecha preci- En: HORREGO ESTUCH, Leopoldo: Juan Gualberto Gómez, un gran inconforme. Edición del centenario de Juan Gualberto Gómez. Edit. La Milagrosa. La Habana. 1954. p. 107. La ponencia de Gabino La Rosa: Juan Gualberto Gómez; El hombre de Ibarra, fue presentada en el Simposio por el 130° Aniversario del nataUcio de Juan Gualberto Gómez, efectuado en la localidad de igual nombre, provincia de Matanzas. Julio de 1984. El autor de este trabajo fue comentarista de dicha ponencia. 116 sa del pronunciamiento. Participaron en la misma Juan Gualberto Gómez, Julio Sanguily, José María Aguirre, Antonio López Coloma y el Dr. Pedro Betancourt. Como la fecha escogida debía ser dentro de la segunda quincena de febrero, se calcula el tiempo necesario para hacer llegar la noticia a las provincias de Las Villas, Camagüey y Oriente. Se escoge el último domingo del mes y primer día de carnavales lo que permitiría ventajas de traslado de hombres sin levantar sospechas. El 24 de febrero sería el día. Las respuestas de los emisarios fueron, en sentido general, positivas. Moneada y Masó prometen estar en armas el día señalado, el Marqués de Santa Lucía contesta que Camagüey no podía alzarse el 24, pero que secundaría el movimiento a poco de iniciarse; Pedro Betancourt aseguraba que en Matanzas todo estaba preparado. En realidad, sólo en tres provincias se producen alzamientos, en Oriente, en Matanzas y en Las Villas. En la provincia de Matanzas, como ya se ha explicado, se llevaban a efecto trabajos conspirativos desde mediados de 1892 en las Logias Caballeros de la Luz y de la Noche, ubicadas en la calle Manzano N°. 42, en la propia ciudad de Matanzas, donde se reunían, además de Betancourt, Pedro Duarte, Mateo Fiol, Pastor Moinelo, Emilio Domínguez, Tomás F. López, Pío Campuzano, Bernardo Junco y José D. Amieva. Estos se reunieron con Juan G. Gómez al parecer ese mismo año en una casa situada en la calle Daoiz N°. 57. En agosto del propio año visita Matanzas, comisionado por Martí, Gerardo Castellanos y se reúne con los conspiradores. Se nombra jefe de Matanzas a Emilio Domínguez quien conforma el primer Comité Revolucionario, siendo el tesorero Pedro Betancourt. En enero de 1895 Domínguez renuncia y es sustituido por Betancourt. A fines de 1894 se forma un Comité Revolucionario en la finca de Guido Bolaños en el que figuran los nombres ya citados, menos el de Domínguez. También por esta fecha Juan Gualberto Gómez, Pedro Betancourt, López Coloma y Pedro Acevedo compraban armas en La Habana y las enviaban a Ibarra, Jagüey Grande, Benavides, Alfonso XII y Colón, lo cual indica la planificación de los alzamientos occidentales prioritariamente en Matanzas. Según los planes, se alzarían en Matanzas varios grupos de patriotas que después se unirían en Corral Falso de Macurijes bajo el mando militar del Jefe del Departamento Occidental Juho Sanguily. Los grupos previstos eran los siguientes: — Ibarra; donde estaría la dirección de los alzamientos de occidente, con Juan Gualberto Gómez, López Coloma, Pedro Betancourt y Juho Sanguily. 117 — Jagüey Grande; bajo el mando del Dr. Martín Matrero y los hermanos José Agustín y Aurelio Rodríguez, sobre la base de la unión de las fuerzas de Güira de Macuriges y Aguada de Pasajeros. — Güira de Macuriges; bajo el mando de Bonifacio Gómez y que, con unos 200 hombres, concurrirían a Crimea para ponerse bajo el mando de Martín Marrero y lograr una fuerza considerable. — Alfonso XII; este grupo estaría dirigido por Rafael Acosta y nuclearia a los revolucionarios de este pueblo y de la zona suroccidental de la provincia. — Colón-Manguito; la información sobre este grupo es bastante imprecisa. A pesar de contar con armas y un número alto de conspiradores, parece ser que se pierde la organización con la llegada del año 1895. Se desconoce su jefe. — Aguada de Pasajeros; este grupo tenía conexiones con los conspiradores de Matanzas, en particular con los de Jagüey Grande y era dirigido por Joaquín Pedros©. Contaba entre sus integrantes con partidas de elementos que se hallaban fuera de la ley, entre ellos: José Alvarez Arteaga, el Tuerto Matos, Regino Alfonso y otros. — Grupo de Manuel García; este jefe de Bandoleros-Insurrectos vinculados a los conspiradores de Matanzas se incorporaría a los alzados de Ibarra y sería el Jefe de la Escolta de Pedro Betancourt, quien, a su vez, sería el jefe de la Provincia de Matanzas y estaría bajo el mando del General Julio SanguUy como Jefe del Departamento Occidental. En la reunión que se convoca en febrero se ultiman los detalles y participan implicados a nivel inferior o jefes de grupos; ellos eran Joaquín Pedro-so, Martín Marrero, López Coloma, los hermanos Acevedo, además de Pedro Betancourt y Juan Gualberto Gómez. El día 24 de febrero de 1895 se producen en Matanzas y al este de la zona de Cienfuegos un total de 4 alzamientos relacionados entre sí, el de Ibarra, con Juan G. Gómez y López Coloma, el de Jagüey Grande con Martín Marrero y los hermanos Rodríguez; el que protagonizara Manuel García en Seborucal, zona de Ceiba Mocha, y el de Aguada de Pasajeros dirigido por Joaquín Pedroso. — IBARRA (La Ignacia) El 23 de febrero, Juan Gualberto Gómez, Antonio López Coloma y otros, parten desde La Habana hacia Ibarra, llegando a la finca La Ignacia, arrendada o propiedad de López Coloma, donde previamente estaban depositadas las armas. Establecen campamento un total de 14 hombres que el día 24 aumentaron a 16. El alzamiento estaba en mal lugar por la vía férrea cercana y un camino a Matanzas, mientras que los rebeldes tenían armas suficientes, pero no caballos para todos. 118 Avisados de la proximidad de tropas españolas conocedoras del pronunciamiento, se dirigen hasta cerca del ingenio Santa Elena donde permanecen hasta el día 28 esperando por los que debían sumarse a la revolución. Los rebeldes fueron rodeados por un escuadrón del regimiento Pizarro, un piquete de la Guardia Civil y dos compañías de infantería. Muy tarde se percataron los alzados de la proximidad de los españoles, antes de que se iniciara la escaramuza donde López Coloma es hecho prisionero junto con su novia Amp£u-o Orbe. Al replegarse para buscar refugio el grupo se divide con la esperanza de poder sumarse a algún otro grupo de sublevados, Juan G. Gómez, Latapier, Treviño y Torres pudieron romper el cerco y dirigirse a la finca (antiguo ingenio) Vellocino, donde fueron ayudados por la familia Montes de Oca. En este punto de Sabanilla del Encomendador, donde naciera precisamente Juan Gualberto el 12 de julio de 1854, fueron hechos los trámites para la presentación de los rebeldes ante el bando de perdón del Capitán General y las noticias propaladas por España y los autonomistas de que todos los alzamientos habían fracasado. Las autoridades españolas radicaron causa contra López Coloma por los delitos de homicidio, rebelión y robo de caballos, siendo fusilado más tarde. Juan Gualberto Gómez, por su parte, fue confinado a Ceuta primero y a Valencia después. De esta manera fracasaba el Alzamiento de Ibarra, punto medular de los pronunciamientos de occidente por las figuras que debía reunir, entre ellos, Julio Sanguily y Pedro Betancourt quienes no concurrieron a su cita con la Patria. — JAGÜEY GRANDE (La Sirena). Otro de los levantamientos del 24 de febrero tuvo lugar en la finca La Sirena, Barrio López, Jagüey Grande. Aquí se libró el primer combate contra España en el Departamento Occidental y cuarto de toda Cuba en la Guerra de 1895. El Jefe de los implicados, Dr. Martín Marrero se trasladó a Jagüey en 1893 con el fin de ejercer su carrera de medicina, procedente de Santiago de las Vegas, de donde era natural. En el poblado de Jagüey Grande existía en ese año un grupo de conspiradores encabezados por los hermanos Rodríguez, hijos de uno de los alzados el 10 de febrero de 1869 en aquel lugar*. José Agustín y Aurelio eran hijos de Agustín Rodríguez, olvidado patriota que conspiró toda su vida contra el colonialismo español. Estuvo vinculado a los intentos conspirati-vos de Narciso López y Ramón Pintó. Se alzó en armas cuando ya era un hombre muy mayor, en el Alzamiento de Jagüey Grande el 10 de febrero de 1869. Fue hecho prisionero y deportado a Islas Canarias donde falleció hacia el año 1870. 119 Durante los años 1891 y 1892 varios de los integrantes de este grupo se afiliaron a los autonomistas con el propósito de desviar la atención de las autoridades que los seguían de cerca y que, en 1893 desarrollaron una vigilancia especial ante los rumores de un posible alzamiento revolucionario. Dichos conspiradores se mantienen activos en las filas autonomistas de Jagüey Grande y Corral Falso, cobrando mayores alientos ante la fundación del Partido Revolucionario Cubano, en 1892. En 1893 Marrero se une al grupo y toma, ese mismo año, el mando del mismo, entrando en relación con José Martí y recibiendo oficialmente el nombramiento dentro de las filas del PRC (como jefe en Jagüey), de manos de Ramón Riera, estando en Santiago de las Vegas. En carta de Martí a Marrero éste recomienda la no interrelación de los núcleos de conspiradores y posteriormente recibe un recado, al parecer verbal, de Martí, quien lo cita a una entrevista en Cayo Hueso, la cual se realizó y pudo Marrero tener nociones más exactas del alcance de los trabajos de la revolución venidera. A comienzos de 1894, Marrero y Bonifacio Gómez, jefes de los núcleos revolucionarios de Jagüey y Güira respectivamente, logran que les sean remitidas desde La Habana 10 tercerolas y 2 000 cápsulas al paradero de Crimea, que fueron pocas, pero las primeras armas que tuvieron los conspiradores de esta zona. Las autoridades españolas, por su parte, también tomaban precauciones con el fin de evitar que se repitiera en Jagüey otro alzamiento independentis-ta. A petición de los integristas, el gobierno destacó en Jagüey de forma permanente una compañía de 125 hombres del Regimiento de María Cristina y un escuadrón de caballería, además de la Guardia Civil del poblado. Se permitió, además, que los vecinos con fidelidad probada a España pudieran armarse. Se ha señalado a Marrero como uno de los más impacientes en comenzar la guerra. Enrique Collazo, por su parte, destaca que en noviembre de 1894, los conspiradores de Jagüey apremiaban a Juan Gualberto Gómez para que se señalara como fecha de inicio de la guerra el 30 de ese mes. Luego del regreso de Marrero de la reunión que sostuvo en La Habana en febrero de 1895, los implicados se citan para el día 24 en la finca La Sirena, donde estaban las armas. El domingo 24 se suspendieron en Jagüey las festividades del carnaval con motivo de la ausencia del Obispo que debía visitar el pueblo en esa fecha y que además, estaba en los planes de Marrero secuestrarlo, para dar un golpe que hiciera aumentar la importancia en los periódicos del hecho revolucionario. De un total de 200 hombres, sólo acuden a la cita 41, pues los comprometidos de Güira de Macurijes no llegaron a alzarse. 120 En la mañana del día 24 se produjo, como estaba previsto, el segundo alzamiento de Jagüey Grande en nuestras guerras de independencia. Juan Gualberto Gómez señala como jefe de un grupo que debía alzarse en Jagüey a Antonio Curbelo, lo cual por su importancia, merece que se explique. José Agustín Rodríguez, no obstante lo dicho por Juan Gualberto, consideraba a Curbelo como un conspirador más del grupo jagüeyense, que después se vinculó a Joaquín Pedroso en Aguada de Pasajeros. Nosotros tenemos noticias de que Antonio Curbelo era sastre en Aguada y servía de enlace entre los grupos de Pedroso y Marrero, además de participar en reuniones en Matanzas y La Habana. El día 23 de febrero, Curbelo salía de Jagüey rumbo a Aguada para participar en aquel levantamiento, encontrando a los españoles en un lugar conocido por Sabana del Rosario. Lo detuvieron y registraron sin resultado, dejándolo en libertad. Luego de alejarse un trecho, el práctico de la guerrilla señaló que el caballo parecía haber hecho una jornada larga por lo sudado que estaba. Lo hacen regresar y, al registrarlo de nuevo, le encuentran en la hebilla del cinto la palabra SEPARATISTA, según unos, o el escudo de la RepúbUca de Cuba, según otros, lo cual fue suficiente para que lo asesinaran. De esta manera Antonio Curbelo murió por la revolución un día antes de iniciarse ésta. Las autoridades españolas tenían noticias de la preparación de un levantamiento en Jagüey Grande, por lo que, como ya se ha expUcado, tomaron medidas. Además de las fuerzas destacadas en el pueblo, se ordena a un escuadrón de la Comandancia de Colón dirigido por Santiago Panero Mata, que se hallaba en Cuevitas, se presentara en Jagüey, convirtiendo aquel lugar en una verdadera fortaleza. Al amanecer del día 25, López Mijares, jefe militar de Jagüey decide regresar al pueblo pues tuvo que ir a Colón ante el llamado de Luis Molina, jefe de aquella plaza, lo que hace por ferrocarril. Al llegar le notificem que se corre la noticia de que los vecinos de López han abandonado sus casas esa mañana. Mijares dispone que dos grupos de infantería salieran a reconocer el terreno y él mismo va con fuerzas suficientes a buscar noticias. En López se le unen 15 voluntarios que buscaban noticias del alzamiento desde bien temprano. El grueso de las fuerzas españolas acampa en la finca Perla esa noche, y a las 2 am se les unen un grupo de infantería y guardias civiles. La fuerza española, si bien era mayor que la cubana, no lo era más por no querer Mijares dejar desguarnecido el pueblo. Al amanecer del 26 de febrero salen los españoles a operar. A las 7: 30 am divisan grupos de hombres en un lado del monte. López Mijares dispone el ataque tratando de flanquear a los insurrectos, pero éstos 121 advierten el movimiento y se retiran, no sin antes prepararse y hacer una descarga de fusilería. Los españoles simulan una retirada retrocediendo hasta la finca La Yuca (el primer choque fue entre las fincas La Sirena y la mencionada anteriormente), luego giran y vuelven a enfrentarse en la línea divisoria entre las dos fincas, en el lugar conocido como Palmar Bonito. Los españoles declaran dos heridos y un caballo inutilizado, mientras que los cubanos salieron ilesos. La diferencia fundamental de las versiones cubana y española acerca del combate del 26 de febrero radica en que ambas partes reclaman haber quedado dueños del campo de batalla. Martín Marrero en su diario dice que, estando acampados, ordenó la exploración del terreno y que a las 8 am sintió los primeros disparos. En lo demás coincide con el jefe español. Por su parte José Agustín Rodríguez plantea que, luego del combate, ellos revisaron el terreno encontrando manchas de sangre: Posteriormente se oyó decir que habían tenido dos soldados heridos y que, además fue herido el caballo del comandante Jefe de Voluntarios, pero con certeza, nunca hemos podido comprobar esas afirmaciones acerca de las bajas, porque se llevaron a sus heridos sin abandonar a ninguno' Luego del combate, Marrero y sus compañeros se adentraron en la Ciénaga. Posteriormente, con conocimiento que el pronunciamiento en Matanzas había fracasado con el apresamiento de los hombres de Ibarra, además del trabajo de zapa hecho por los autonomistas (que conocían a casi todos los involucrados en el intento independentista), deciden acogerse al bando de Callejas. Marrero es detenido y deportado a España a bordo del vapor Reina María Cristina, pero estuvo poco tiempo en España, pues se fugó y fue a Francia, desde donde viajó a los Estados Unidos. Volvió a Cuba y combatió bajo las órdenes de Calixto García y Máximo Gómez. En el Departamento Occidental de Cuba, provincias de Matanzas y La Habana principalmente, operaban en los años precedentes al inicio de la guerra, un conjunto de individuos que se hallabem fuera de la ley por diver- En: RODRÍGUEZ, José Agustín: El alzamiento de la Finca La Sirena el 24 de febrero de 1895. Administración Municipal de Jagüey Grande. 1955. (Compilado por los licenciados Noel Martínez y José Fernández en: Jagüey Grande en el siglo XIX. (Inédito). Premiado en el Concurso Provincial de Historia "Pedro A. Alfonso", p. 66. 122 sos motivos. Citan las autoridades una relación de veinticinco a treinta hombres entre los cuales se destacan los hermanos Manuel y Vicenta García Ponce, Regino Alfonso, José Alvarez Arteaga (Matagás), José Inocente Alfonso (Gallo) Sosa y Andrés Fraga. El gobierno colonial de Matanzas cita, del año 1886 en adelante, diversas partidas. —AGUADA DE PASAJEROS (Los Charcones) El alzamiento citado por Trelles en esta zona, aparece dirigido por Joaquín Pedroso con diez hombres, entre ellos Alfredo Arango, Charlie y Jorge Aguirre. Después del levantamiento (del día 25 al 27), el número de hombres crece hasta 49 por haberse sumado las partidas de Matagás, Regino Alfonso y el Tuerto Matos, procedente éste último de la Ciénaga de Zapata. Según Ubieta en Efemérides de la Revolución Cubana, Alfredo Arango se reúne el 20 de febrero con los hermanos Romero, Pedro García y Juan Sta-ble con el propósito de alzarse en la finca María Luisa. A partir del alzamiento, los sublevados tuvieron su bautismo de fuego (in-dependentista) el día 4 de marzo, haciéndole al enemigo un total de 11 bajas. Este alzamiento es el más ignorado de los ocurridos el 24 de febrero y, descontando que se pudieran presentar eilgunos, fue paradójicamente el único grupo armado de occidente que no depuso las armas y siguió en campaña por la independencia*. Claro que debemos aclarar que muchos de los integrantes de este grupo tenían cuentas pendientes con las autoridades españolas antes del 24 de febrero de 1895. Pero también debemos decir que casi todos los Bandoleros-Insurrectos de este grupo fueron soldados y oficiales del Ejército Libertador, siguiendo a pesar del fracaso combatiendo en la zona. José Alvarez Arteaga (Matagás) murió el 3 de febrero de 1896 después de entregar a Antonio Maceo varios miles de tiros que estaban guardados desde febrero de ese año; y Regino Alfonso fue uno de los más vaUosos jefes insurrectos de Matanzas, que murió el 10 de diciembre de 1897 en una traicionera celada'. 8, En cuanto al Alzamiento de Aguada de Pasajeros, se impone la necesidad de una investigación más rigurosa, pues parece que el lugar citado por Trelles, a unos 12 kilómetros del poblado, no es muy exacto. 9. Oficialmente estos dos hombres eran Tenientes Coroneles del Ejército Libertador cuando murieron en las fechas citadas, aunque se les tenía por Coroneles, lo que se debe a la común costumbre de hacer nombramientos verbales en la época, que requerían después ser refrendados por el mando de la Revolución. 123 —CEIBA MOCHA (Seborucal) Es real la participación de individuos fuera de la ley, como ya hemos visto en el caso anterior, en los trabajos conspirativos previos al 24 de febrero. En esta dirección indica al menos la entrevista que realizó Várela Zequeira, del periódico La Discusión, a Manuel García el primero de febrero de 1895, en la cual éste le manifiesta que antes de un mes estallaría la guerra. Hijo de emigrantes canarios, Manuel García tuvo su primer choque con la justicia española cuando dejó tendido de un machetazo a su padrastro por hallarlo golpeando a su madre. Después ocurre su alzamiento definitivo y poco a poco se va convirtiendo en una pesadilla para las autoridades ante su habilidad e inteligencia para sobrevivir en el monte. Existen versiones de que, a través de don Mariano de la Torre, es trasladado a Cayo Hueso donde trabajó en una fábrica de tabacos y se integró al Club Patriótico Cubano que presidía José Dolores Poyo, el que había organizado las expediciones a Cuba de Carlos Agüero, Limbano Sánchez y Carlos Martínez. Se embarcó García para Cuba en septiembre de 1887 junto a 4 u 8 hombres. Son muchas las noticias de sus relaciones con jefes revolucionarios en la preparación de la guerra, fundamentalmente en Matanzas. Manuel García aportó grandes sumas de dinero para la Revolución. Respecto a este espinoso tema existen opiniones diversas. Según Juan Gualberto Gómez fue rechazada una suma destinada a comprar armas por el propio Delegado del Partido Revolucionario Cubano, José Martí; según el Dr. Martín Marrero, fueron enviados y aceptados —antes que la suma ya referida— unos seis mil pesos que utilizó la emigración revolucionaria. Cabe aclarar que, sea como fuere, Martí nunca negó la posibilidad de luchar por la revolución a los hombres que estaban al margen de la injusta ley española. En este punto cabe decir que ha sido la supuesta —aunque muy posible— negativa de Martí a aceptar el "maldito" dinero, el elemento esencial sobre el que se ha estructurado la negación al papel de Manuel García en la Revolución, deuda vieja de la historiografía con el tema de los Bandoleros- Insurrectos y con su figura más famosa. El 24 de febrero de 1895, se presentan a las 9 de la noche en la tienda El Seborucal 40 ó 50 hombres armados bajo el mando de Manuel García. José Fragüela, dueño del establecimiento los atiende. La partida toma 90 centenes, 3 luises y 60 pesos/plata, además de algunos víveres. Esa noche, mientras trataba de llegar con sus hombres a La Ignacia (¡barra) donde debían esperarle los demás alzados por la independencia, muere Manuel García "El Rey de los Campos de Cuba". Sobre este hecho nosotros hemos analizado al menos cuatro versiones y, naturalmente, sacado nuestras conclusiones: 124 Primera: Se debe al informe español sobre la persecución de la partida de Manuel García, obra del Teniente Jesús Rabadán Ferrín, que obra en el Archivo Histórico Provincial de Matanzas. Según este documento, en la madrugada del 25 sale en persecución de los alzados el Teniente Rabadán Ferrín, avisado antes por el guardia civil Vicente Pérez García, quien saliera herido de la tienda El Seborucal unas horas antes al encontrarse con los alzados casualmente y donde perdió la vida su acompañante el sacristán Felipe Díaz de la Paz. Después de pasar por El Seborucal, Ferrín sigue el camino de Benavides y se encuentra un cadáver que él presume fue uno de los hombres sobre los que se hizo fuego anteriormente (este hipotético intercambio de disparos no existió en realidad). Por el aspecto del muerto y la montura mejicana, decidió preservar el cadáver, y lo envió a casa del doctor Miguel Romero. Más adelante se encuentra otro cadáver, el de un negro, que igualmente decide preservar. Continúa después su infructuosa búsqueda hacia Montes de Oro y algunas personas le informan que el muerto puede ser Manuel García. El, sin emb£u-go, manda enterrarlo en el cementerio de Ceiba Mocha en la creencia de que es el cadáver de Juan Sosa, otro miembro de la partida'". Segunda: Según publicación posterior del periódico La Caricatura, el día de los hechos García y sus hombres se encontraban en El Seborucal, extendiendo un recibo al dueño José Fragüela, por el dinero recibido en nombre de la República Cubana. En ese momento se presentaron dos individuos que fueron atacados al entrar en la tienda. La partida montó a caballo y Manuel García fue muerto de un tiro por el sacristán Felipe Díaz en un acto casual. Su hermano Vicente se retiró con el cadáver. Esta fue la versión "oficial", repetida una y otra vez (en La Caricatura se publicó el 3 de marzo de 1895). 10. En cuanto a la conformación de \&partida de Manuel García existen confusiones que están dadas por el no conocimiento de muchos autores que tratan el tema sobre todo el periodo de operaciones de aquel Bandolero-Insurrecto. Eran los principales integrantes: José Alfonso (Gallo Sosa), quien era en esa fecha el Segundo al Mando; Vicente García, el hermano de Manuel; José Plasencia y ellos —junto a los hombres de Matagás y Regina Alfonso— constituían la fuerza de más experiencia combativa entre los alzados de aquel día. Otros famosos miembros de la partida como, Domingo Montelongo, Sixto Várela, Antonio Mayor y Andrés Santana ya estaban muertos para ese tiempo, por lo que no es correcto que aparezcan en el alzamiento como ocurre a veces. También se ha podido verificar la participación de otros personajes, en tal sentido se conoce a un miembro de la partida conocido como El Isleño o El Canario y a otros alzados ese día, como Elíseo Fi-gueroa, más tarde Coronel del Ejército Libertador, y los presuntos asesinos de Manuel García nombrados Alfredo Ponce y Fidel Fundora. 125 Tercera: Según esta, que se encuentra en entrevista realizada por el Teniente Coronel del Ejército Libertador y famoso periodista cubano Eduardo Vare-la Zequeira, al integrante de la partida Fidel Fundora y publicada en el El Heraldo de Cuba en 1914, el sacristán Felipe Díaz fue muerto por Gallo Sosa y entre las 8 y las 9 de la noche la partida se retiró hacia Guanábana (muy cerca de La Ignacia). Según Fundora, de repente se presentó una tropa española y Manuel García murió en combate. Esta versión no encuentra confirmación, pues no hubo choque frontal entre cubanos y españoles. Cuarta: Esta versión se debe al Coronel del Ejército Libertador Elíseo Fi-gueroa, alzado en armas aquel propio día y miembro de la partida insurrecta. Al salir de El Seborucal, García señaló el rumbo de Ibarra (La Ignacia) y se adelantó con los dos prácticos enviados a él por el General Julio Sanguily a través de Pedro Betancourt. Pretendía García prevenir posibles emboscadas. Al poco rato, se oyeron disparos en dirección hacia donde estaban los tres adelantados. Cuando el resto de la partida llegó al lugar, Manuel García agonizaba y el propio Figueroa le apagó la guayabera —señal de haber recibido un tiro a quemarropa—. Más adelante un moreno estaba también muerto. Figueroa considera en su versión, que aquello fue un crimen perpetrado por algunos que recibieron dinero en nombre de la Revolución y temían enfrentar a García una vez alzados todos (recuérdese el dinero que Martí rechazó, el cual nunca fue devuelto a García). (Según investigaciones posteriores, se ha conocido que los acompañantes y prácticos de Manuel García aquel día eran Fidel Fundora y Alfredo Ponce, los que desaparecieron después del crimen, logrando llevarse documentos y dinero que tenía consigo Manuel García) Según las versiones existentes parece ser que la última es la que más se acerca a los hechos, atendiendo a otras fuentes que, desde los momentos de la Guerra de Independencia (1895-98), circulaban por nuestros campos y a otros estudios que revelan vinculaciones de conspiradores con las autoridades españolas". En cuanto a la muerte de Manuel García deben tenerse en cuenta los estudios de la investigadora francesa María Poumier-Taquechel y los trabajos —hasta hoy inéditos— de los cubanos Francisco Lancho, María de los Angeles Rodríguez y Reinaldo González Villa-longa, así como nuestro trabajo Bandoleros-Insurrectos (hecho conjuntamente con el Lie. Nelson López Novegil). Referido al Bandolerismo Social en Cuba, deben tenerse en cuenta los trabajos de Rosa- 126 Sea como fuere, lo cierto es que la muerte de Manuel García logró desarticular la naciente Revolución, pues los demás conspiradores (de Jagüey Grande y La Ignacia) carecían de experiencia combativa, además de que dos importantes comprometidos, el general Julio Sanguily y Pedro Betancourt no asistieron a su cita en la manigua. El grupo de Manuel García se disolvió con la pérdida de aquel jefe y de esta manera sólo quedaron en armas por todo el tiempo hasta la llegada de la Invasión de Gómez y Maceo (diciembre de 1895) los hombres que acompañaban a otro gran Bandolero-Insurrecto, José Alvarez Arteaga. La muerte de Manuel García fue un hecho nefasto para los primeros momentos de la insurrección y su asesinato —que nosotros creemos fue lo ocurrido— una lamentable traición y un factor profundamente contrarrevolucionario, que logró cambiar la suerte de los primeros momentos insurreccionales en Matanzas. III - CONCLUSIONES 1— Los alzamientos del 24 de Febrero de 1895 en occidente fracasaron como conjunto ya que unos pocos se mantuvieron sobre las armas. Fue en Matanzas y el Suroeste de Las Villas donde se verificaron los alzamientos de este departamento. Pasemos a valorar la desarticulación de los núcleos revolucionarios, atendiendo en lo fundamental a las siguientes razones: — Situación económica de Matanzas; la cual era superior a Oriente, influyendo en niveles de vida y riqueza superior en general, lo que trae como consecuencias: • Fortaleza defensiva de España en la zona con mejores vías de comunicación, más eficiencia en la movilización de las tropas, etc. • Pocos deseos —en general— de guerra, tanto entre las capas medias como entre los grandes propietarios. — Falta de tradiciones combativas: • La no existencia de jefes militares de prestigio naturales de Matanzas que provinieran de la Guerra de los 10 años. • La impericia de los conspiradores desde el punto de vista militar, ya que sólo algunos de los implicados tenían tal experiencia. — La no asistencia de muchos de los comprometidos, situación que se verificó de la manera siguiente: lie Schwartz, Luis A. Pérez y de nuestro colega y amigo el Doctor Manuel de Paz Sánchez (Profesor Titular de Historia de la Universidad de La Laguna, en Tenerife, Islas Canarias). 127 • Los jefes del Departamento Occidental Julio Sanguily y de Matanzas Pedro Betancourt cayeron prisioneros sin llegar a alzarse. • El grupo de conspiradores de Colón-Manguito, estaba disuelto, al parecer desde fines de 1894 o inicios de 1895, no obstante que hicieron un intento por sublevarse el 15 de julio de 1894. • Los revolucionarios de la zona de Benavides que esperaban por Manuel García y sus hombres, al no llegar estos, prefirieron no lanzarse a la manigua. • Los conspiradores de Alfonso XII no se levantan en armas, teniendo pertrechos. Su jefe Rafael Acosta tampoco concurrió. • Los hombres de Bonifacio Gómez que debían alzarse en Güira de Ma-curijes e integrarse al contingente de Martín Marrero, no lo hicieron. — La labor del Partido Autonomista, conformado por elementos mediocres y enemigos de la revolución, los que, aprovechando la confusión de los primeros momentos y su fortaleza política en la zona, hicieron una fuerte presión para que los rebeldes se entregaran, teniendo un eficaz y diversionista apoyo en el bando de perdón del General Callejas. 2— El carácter general de los alzamientos del 24 de febrero de 1895, enmarcados en un plan concebido por el Partido Revolucionario Cubano y su máxima figura José Martí, demostró lo acertado de la conspiración y del propio plan revolucionario en las nuevas condiciones en las que se desarrollaría la Guerra Necesaria. Esto es así no sólo por los alzamientos realizados el mismo día, sino también porque, a pesar de los fracasos iniciales, en occidente la lucha no pereció del todo y la revolución fue capaz de recuperarse en relativamente poco tiempo, además de contribuir a crear los antecedentes combativos para el ulterior desarrollo de la contienda en occidente. Esto es sin hablar de Oriente donde la guerra prendió con mayor fuerza, pero ese no es el objeto de este artículo. 3— Está demostrada la participación de individuos fuera de la ley en los alzamientos de occidente el 24 de febrero de 1895, los cuales vieron en la revolución su posible regeneración social. A pesar de la falta de una orientación política definida entre estos individuos, en su mayoría pasaron al campo de la revolución. 4— Los alzamientos del 24 de Febrero de 1895 en Matanzas demostraron las posibilidades revolucionarias de la parte occidental del país, que aún no estaban probadas por las características de la guerra anterior. Estos hechos también: — Posibilitaron antecedentes para futuros alzamientos en 1895 y 1896, así como la estructuración de fuerzas mambisas en esta zona con el devenir de la contienda, que se verificó en la Primera División del Quinto Cuerpo del Ejército Libertador. — Dieron a conocer a algunos revolucionarios que después dirigirían la 128 guerra en Matanzas, entre ellos, Pedro Betancourt, los hermanos Aceve-do, José Dolores Amieva, José Alvarez Arteaga, Regino Alfonso, José Roque y otros. Algunos de ellos sirvieron después a las órdenes de Gómez y Maceo en la invasión, además de que siguieran en armas. 5— Los alzamientos del 24 de febrero de 1895 en nuestro país fueron la clarinada de nuestra última guerra contra España, símbolo de la decisión independentista de nuestro pueblo y, en este sentido, me permito recomendar que, se realice, en el caso concreto de los alzamientos en occidente un trabajo investigativo más amplio que defina certeramente este proceso, rebasando, como es lógico, los alcances limitados de este artículo. V - FUENTES — A.D.R.: "Apuntes para la historia de la guerra en Cuba" Imprenta de Eduardo Dublán. México. 1896. — FERNANDEZ FERNANDEZ, José: "Matanzas; economía y revolución hasta 1895" (Inédito) — : "Cronología de la Revolución en Matanzas" Siglo XIX (Inédito) — FRANCO, José Luciano: "Ensayos Históricos" Edit. de Ciencias Sociales. Habana, 1974. — GUERRA, Ramiro: "Guerra de los 10 Años". Edit. de Ciencias Sociales. Habana, 1972. — HORREGO ESTUCH, Leopoldo: "Juan Gualberto Gómez, un gran inconforme" Edit. La Milagrosa, La Habana, 1954. — LANCHO, Francisco y otros: "El alzamiento de Jagüey Grande en 1895" (Inédito) — LA ROSA CORZO, Gabino: "Juan Gualberto Gómez: El Hombre de Ibarra. Ponencia. 1984. — MARTÍNEZ Noel Y FERNANDEZ, José: "Jagüey Grande en el siglo XIX". (Inédito). — MORENO FRAGINALS, Manuel: "El Ingenio" Edit. de Ciencias Sociales. La Habana, 1978. — PONTE DOMÍNGUEZ, Francisco J.: "Matanzas, biografía de una provincia". Imprenta El Siglo XX, Habana, 1959. — TRELLES GOVIN, Carlos M.: "Matanzas en la independencia de Cuba" Imprenta El Avisador Comercial, La Habana, 1928. — Además: • Archivo Histórico Provincial de Matanzas. Fondo GPOP. Guerra de los 10 Años. Guerra de Independencia. Bandoleros-Insurrectos. • Museo Histórico Mcpal. de Jagüey Grande. Documentos. • Museo Histórico Mcpal. de Aguada de Pasajeros. Documentos. 129 |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|