LA «GRAN LEGIÓN DEL ÁGUILA NEGRA»:
UN ÁGUILA DE DOS CABEZAS
(MÉXICO-CUBA, 1823-1830)
DOMINIQUE SOUCY
(Universidad de París VIII)
«El Águila de los aztecas montará su vuelo
majestuoso sobre la antigua Cubanacán»^
Guadalupe Victoria, Presidente de la República mexicana (1824-1829)
El descubrimiento de la conspiración de la Gran Legión del Águila Negra
(GLAN) en 1829, cerrará una década importante para la historia independen-tista
cubana. Antes que la GLAN, diversas sociedades patrióticas habían conspirado
y organizado, con mayor o menor éxito, distintas sublevaciones, de las
cuales la más conocida quizás sea la de Los Soles y Rayos de Bolívar (1823),
varios miembros de la cual se incorporarán a la GLAN. La particularidad de
la GLAN reside sobre todo en la organización misma de la sociedad, ya que
su dirección bicéfala compartida entre México y Cuba tendrá consecuencias
en la naturaleza, la puesta en práctica y el fracaso del proyecto.
A pesar de que en general se menciona la presencia de mexicanos en la
constitución de la GLAN, su participación raramente se considera como determinante
para la evolución del proyecto. Sin embargo, precisamente esta
implicación, a menudo fluctuante, es en parte responsable de su fracaso.
Hasta ahora, el desenlace fatal de la empresa no ha suscitado gran interés entre
los historiadores; para la historia independentista cubana el simboUsmo del
movimiento ha sido suficiente. Por otra parte, cabe destacar que la GLAN
sólo dejó huella en la historia cubana, tanto en su historiografía como en sus
archivos. Su existencia ha sido extrañamente borrada de la historia mexicana:
en los archivos mexicanos no hay documentos sobre la organización, con excepción
de algunos, relativos a las expediciones hacia Cuba y que se encuentran
en el Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.
' Citado por Chávez Orozco, L., Un esfuerzo de México por la Independencia de Cuba.
México, 1930, p. 61.
243
La fuente de información más importante sobre la asociación es el informe
dirigido por Tomás de Salazar a la Comisión Militar Permanente y
Ejecutiva de Cuba. En el México ya independiente no tenía sentido que existiera
ninguna empresa parecida; la sociedad que, en Cuba, se quería mantener
como secreta y conspiradora, en México por el contrario era otra sociedad
patriótica más, cuyo proyecto político tomaba carácter oficial. En
efecto, del lado mexicano lo único de secreto que tenía la organización eran
los ritos de iniciación: la presencia del presidente mexicano como miembro,
así como la aprobación tácita del gobierno, son elementos suficientes para
desmitificarla. La manipulación política ejercida por los mexicanos sobre la
organización de la Gran Legión difícilmente podía ser evitada, ya que no podían
hacer abstracción de sus propios intereses. El problema cubano, aunque
inherente a la independencia mexicana, seguía siendo un asunto exterior.
1. CUBA: APUESTA POLÍTICO-ECONÓMICA
La cuestión de la independencia de Cuba interesaba a los países americanos
y en particular a México. Para la nueva república mexicana, en
búsqueda de estabilidad política y económica, la suerte de Cuba se convertía
en una preocupación de Estado, ya que la facilidad de acceso a su territorio
por el Mar Caribe la designaba como primer objetivo en caso de
una eventual reconquista española.
Si bien es difícil identificar una única línea de conducta de los políticos
mexicanos en lo que se refiere a la cuestión cubana, es evidente que
desde 1821 la isla representaba para ellos una preocupación. En los últimos
meses de 1821, todo México, excepto el Castillo de San Juan de Ulúa en
el puerto de Veracruz, había sido liberado de la dominación española.
Último bastión español en el continente, el Castillo suponía para España
una esperanza de reconquista y para evitar esta eventualidad, México debía
sacrificar buena parte de su ejército consagrándolo a la vigilancia del
Castillo. A pesar de este despliegue de fuerzas, las tropas mexicanas apenas
bastaban para impedir el avance de los españoles y no podían expulsarlos
de San Juan de Ulúa. La metrópoli, por su parte, no estaba en condiciones
de apoyar a las últimas tropas españolas del continente al no poder
aportar la ayuda económica y logística necesaria a los asediados.
Mientras que durante casi tres años Agustín de Iturbide^ se había acomodado
a esta presencia (había mantenido relaciones bastante buenas con
^ Agustín de Iturbide (1783-1824). Militar mexicano que lucha, en un primer momento,
contra las sublevaciones independentistas. En 1821, se proclama emperador de México.
244
España y habían podido mantenerse los intercambios comerciales), en
1824 la posesión del Castillo por las tropas españolas se convertía en inaceptable
para los nuevos dirigentes, ya que representaba una amenaza
constante para la seguridad territorial, un gasto militar extraordinario y una
traba a la expansión comercial. En ese contexto, podemos entender lo que
la independencia de Cuba (y de Puerto Rico) significaba para los mexicanos:
la erradicación del poder español en América, la rendición del Castillo
de San Juan de Ulúa y, al mismo tiempo, la reapertura de las vías marítimas.
Tras autoproclamarse emperador de México, Agustín de Iturbide pidió
a la Comisión de Relaciones Exteriores un informe sobre las islas de Cuba
y Puerto Rico con el fin de evaluar la situación. El autor del informe, fiel
a la política de Iturbide, defendía el compromiso en lugar del enfrenta-miento;
exponía extensamente el interés de México de ver a Cuba liberarse
de la dominación española y ponía en evidencia la inminente toma de conciencia
independentista en Cuba, afirmando que «rodeada de países donde
la libertad ha erigido su trono, ella [Cuba] no hará oídos sordos a las voces
de la razón^». Se mantenía de todos modos prudente, concluyendo como
sigue:
Si fallaren estas esperanzas y permaneciere en poder de los Españoles,
deberán ser otras las medidas que se adopten. La Habana deberá siempre fijar
la consideración del Gobierno, para precaver las empresas hostfles que
puede dirigir contra la Península de Yucatán en tiempo de guerra; y en el de
paz para impedir el contrabando, que forzosamente promoverá en la costa del
Norte, en solicitud de las ventajas mayores que podrá proporcionarse por este
medio''.
El autor admite de este modo la posibilidad de que Cuba siga siendo
española y propone la actitud que se debería tomar llegado el caso. Intenta
contentar a ambas partes, la española y la independentista cubana, con el
fin de preservar los intereses mexicanos.
Antonio López de Santa Anna, entonces Comandante General del
Estado libre del Yucatán, en una carta dirigida el 18 de agosto de 1824
al Ministerio del Ejército y de la Marina, pone en evidencia la necesidad
de intervenir en Cuba. Ferviente defensor de una intervención (se propone
incluso como responsable de ésta), Santa Anna defiende ante todo
^ Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, Cuba-México, relaciones
diplomáticas, legajo C-3-3-1.
'' ídem.
245
los intereses de México y en concreto los del Yucatán, cuya economía se
veía afectada por la presencia española en el Castillo de San Juan de
Ulúa:
Efectivamente, la unión de ambos países nos procuraría la rendición del Castillo
de San Juan de Ulúa, ahorrándonos los crecidos gastos de la guerra que mantenemos,
y perjuicios irreparables que Veracruz experimenta, y facilitaría la explotación
de nuestras minas, la exportación de nuestras producciones e
importación de efectos extranjeros con ventajas inmensas, la creación de una marina,
que es de primera consideración, y en una palabra, la promoción de todos los
ramos de prosperidad pública. Además, el impulso que México dé a la Independencia
de Cuba, ha de refluir necesariamente en su favor, y cualquier anticipación
que ha de serle indemnizada por un país de recursos inagotables atendidas su localidad,
puertos, feracidad y producciones. Por otra parte su posesión por los españoles
está siempre amenazándonos^.
Más que para cualquier otro político mexicano, para Santa Anna los intereses
de México prevalecían sobre la suerte de Cuba y no es fácil determinar
si éste preveía la independencia de la isla o su anexión al territorio
mexicano. Esta misma ambigüedad puede percibirse en una carta de José
Mariano de Michelena, diplomático mexicano en Inglaterra, dirigida a M.
Planta, subsecretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, el 4 de
marzo de 1825:
...¿podrá [Cuba] ser independiente?, ¿se agregará a alguna potencia del Continente
Americano ? Este es el punto de la cuestión, y sobre el cual desearía el Gobierno
de México saber la opinión del Gobierno Británico. Basta echar la vista sobre
el mapa y medir la distancia que hay entre el cabo de Catoche y el cabo San
Antonio, para convencerse de que la Isla de Cuba es un apéndice del Continente
Mexicano, al cual parece haber estado unida en tiempos anteriores...Cuba puede
considerarse como un gran almacén y astillero formado por la naturaleza para el
uso de México*.
Lejos de presentar la independencia de Cuba como una necesidad para
los habitantes de la isla, Michelena tanto como Santa Anna, hace resaltar
el interés mexicano. Justifica la anexión de Cuba a México por evidencias
geográficas que predispondrían la nueva república a ser el país de América
que heredara la isla, yendo incluso a calificarla «de apéndice del continente
mexicano». Tampoco parece considerar la isla como un futuro país independiente
sino como una región asistida que sólo cambiaría de dominador.
^ Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, legajo 3-14-5155.
* Citado por Chávez Orozco, L., Historia de México (1808-1836), México, pp. 430-431.
246
La posición de Guadalupe Victoria^, primer presidente de México,
aunque aparentemente más noble, será también ambigua. Su deseo de
ayudar a Cuba a acceder a la independencia no plantea ninguna duda, ya
que creía en el ideal bolivariano de una gran federación hispano-ameri-cana
y en ningún momento consideró la anexión de la isla a México. Será
uno de los principales defensores de una expedición liberadora hacia
Cuba y fundará en 1823 la sociedad de la Gran Legión del Águila Negra,
cuyo principal objetivo debía ser la organización de una expedición. Sin
embargo, los objetivos de la Organización mexicana se transformaron rápidamente,
encontrándose cada vez más implicados en las luchas políticas
nacionales.
Se proyectó una expedición a la isla no sólo con el fin de independizarla
sino también de anticiparse a toda tentativa de cualquier otra potencia
americana, en particular de los Estados Unidos. En cuanto a ello, el entonces
Secretario de Relaciones Exteriores, Lucas Alemán, se muestra
claro en una carta enviada en 1824 a José Mariano de Michelena:
Vuestra excelentísima habrá visto, en los papeles públicos, las disposiciones de
los Estados Unidos del Norte contra los piratas, que son de tal naturaleza, que se cree
que con ellas no se busca más que el principio de hostilidades abiertas con España,
contando con la debilidad de ésta y con el partido que existe en aquella isla a favor
de los Estados Unidos, para hacer que se agregue a éstos, lo que probablemente no
se verificará, sin graves dificultades por parte de Inglaterra. Se cree que el Libertador
de Colombia, concluida la campaña del Perú, piensa dedicar toda su atención y
todas las fuerzas de aquella República a apoderarse de Cuba y Puerto Rico. En tales
circunstancias, la poMca exige del gobierno de México, que se dedique a hacerse de
dicha isla, si fuera posible, o por lo menos, a hacer que quede independiente, y que
no se engrandezca con tan rica posesión ninguno de sus vecinos*.
Alemán no parece dispuesto a admitir que Cuba pueda algún día acceder
totalmente a la independencia y el problema no parece ser tanto la independencia
de la isla, sino el de saber en qué manos caerá llegado el caso. El primer
país en aportar su ayuda a los cubanos se vería beneficiado de ventajas
considerables; de ahí la preocupación de México y de los otros países.
' De su verdadero nombre Miguel Félix Fernández (1786-1843). En 1811, se une a los
insurgentes y combate al lado de Mótelos. Se unirá enseguida a Antonio López de Santa
Anna para combatir a Agustín de Iturbide. Tras la caída de este último, Guadalupe Victoria
será nombrado primer Presidente de la República mexicana, puesto que ocupará de 1824
a 1829.
* Citado por Chávez Orozco L., Un esfuerzo de México por la Independencia de Cuba,
México, 1930, p. 28.
247
Así pues, la creación de la GLAN mexicana no puede considerarse
sólo como la empresa de un grupo de mexicanos idealistas, sino también
como la puesta en práctica de una estrategia esencialmente política que
pretendía, por una parte, proteger la soberanía mexicana y, por otra, servir
de instrumento a la lucha interna por el poder en México.
2. LA GRAN LEGIÓN DEL ÁGUILA NEGRA
El 30 de mayo de 1823 Guadalupe Victoria y Simón Chávez (ex-sa-cerdote
cubano) fundaron la GLAN en Puente de la República, provincia
de Veracruz, poco más de un año antes de la caída de Iturbide. Comandante
General de Jalapa en el momento de la creación de la Gran Legión, Guadalupe
Victoria accederá a la presidencia de la nueva república el 2 de octubre
de 1824 y como presidente será más útil a los intereses del proyecto.
En el seno de la GLAN, se otorgará el título de Barón Fuerte y su acción
se desarrollará en el terreno político; participará en los debates de la Gran
Legión, cuya cara oficial dirigirá mientras que Simón Chávez extenderá la
acción de la asociación y supervisará su evolución. Como indica la primera
frase de la institución de la GLAN, el objetivo oficial era ayudar a la emancipación
de la América hispánica:
Esta sociedad establecida únicamente con el objeto de proporcionarse entre
los buenos patriotas medios que conduzcan al logro de la libertad general de las
Américas, no se mezcla con alguna otra de las conocidas con los nombres de
Maz.^ Com.\ Carb.^'.
La GLAN no era, sin embargo, para Guadalupe Victoria únicamente
una base de organización para supervisar y sostener eventuales expediciones
liberadoras ya que, si bien ésta había sido su primera función, rápidamente
se transformó en un instrumento político para asentar su poder y
asegurar una cierta estabilidad a su carrera. Hay que recordar que en aquella
época la política mexicana estaba dominada por la masonería, que se
sustituía a los partidos políticos incluso si no constituía, como precisa el
historiador Tadeusz Wyrwa, «un partido político sino que se trataba de
simples movimientos políticos sin estructura permanente u organización
estable y sin programa bien definido y metódicamente aplicado»'". La falta
de libertad política que había impuesto el colonialismo español había
' Archivo Nacional de Cuba, catálogo, legajo 9, núm. 2.
'" Wyrwa, T., Le Mexique. París, p. 42.
248
traído como consecuencia que una vez obtenida la independencia, los dirigentes
del nuevo país se encontraran huérfanos de una historia política susceptible
de proporcionarles modelos para seguir. Los distintos ritos de la
francmasonería llenaron este vacío y sirvieron, en los primeros tiempos,
como partidos políticos. Así, dar un carácter masónico a su Gran Legión
significaba, para Victoria, crear su propio partido, como subraya precisamente
Félix Navarrete:
...era menester, para contrarrestar su influjo [del rito escocés"], oponerle otra
asociación de la misma especie y se tuvo entendido que fomentó [Victoria] la formación
de la que intentó establecer, con el nombre del «Águila Negra»'^.
Por otra parte, el texto Instrucción a los Diputados de los Estados^^ redactado
en 1825, es decir tres años después de la fundación de la GLAN,
formula muy claramente esta voluntad de imponer la Gran Legión como
rito:
.. .Como el Plan no es observar el Rito de York, sino el del Águila Negra que
con este mismo ha tenido tan mtd éxito por la actividad con que los del Escocés
no ha batido.. .Toda desgracia que suceda se le atribuirá a los Europeos y Americanos
que no nos pertenezcan: la de desafectos a la Independencia de Campo bastante
para lograr que caigan del concepto del Gobierno, y recaigan en los dignos
miembros del Águila Negra que poseen nuestros secretos y Exaltados y adictos'*.
" El rito escocés dominó durante largo tiempo la francmasonería mexicana y, por consiguiente,
la escena política del país. Instaurado en la América hispánica en 1813 por los
españoles, el rito escocés reclutaba principalmente miembros salidos de los medios militares,
religiosos y burgueses. Este rito no admitía en su seno más que a los españoles o como
mucho a mexicanos que hubieran demostrado su fidelidad a España. Su principal rival será
el rito de York, creado en 1825 por Joel Poinsett, Ministro plenipotenciario de los Estados
Unidos en México, con el apoyo incondicional del presidente Guadalupe Victoria.
'^ Navarrete, R, La Masonería en la Historia y las Leyes de México, México, 1957, p. 33.
'^ En su conferencia El Águila Negra, leída el 26 de enero de 1902 en la Asociación de
Veteranos Masones de la isla de Cuba, Francisco de P. Rodríguez emite la hipótesis que el
documento sea apócrifo. Su argumentación, que quiere probar que la GLAN no era masónica,
reposa esencialmente en la puesta en evidencia de incompatibilidad de ciertos puntos
del documento con las reglas de la francmasonería. Sin pretender confirmar o invalidar aquí
su hipótesis, señalemos sin embargo que Francisco de P. Rodríguez comete el error de considerar
idénticas la GLAN mexicana y la GLAN cubana, tanto en sus objetivos como en su
desarrollo. Que la GLAN de Cuba no haya sido masónica, en el sentido institucional, nos
parece evidente, pero todo nos lleva a pensar que en México, la creación de la GLAN estaba
íntimamente ligada a la actividad masónica de G. Victoria.
''' ANC, catálogo, legajo 9, núm. 2. La copia consultada precisa que en el documento
original «se halla un sello en lacre encamado con un águila de dos cabezas y un ojo con rayos
encima» o sea tres elementos importantes de la simbología masónica.
249
Pero más allá de las ambiciones personales que el presidente Victoria
había puesto en la fundación de la GLAN, le interesaba la suerte que podría
correr Cuba, a pesar de que en ningún momento se refiere al porvenir de la
isla. El 8 de octubre de 1825, presentó personalmente al Congreso mexicano
un proyecto de expedición y lo defendió frente a las objeciones de sus
compatriotas, sin definir a pesar de ello, el proyecto posterior a la liberación.
Independiente o neo-colonializada (pero no anexionada), la isla no debía
poner en peligro la independencia mexicana'^. Si Victoria expuso sus intenciones
de ayudar a la isla a adquirir su independencia política (art.l), no
especifica suficientemente las ventajas económicas y diplomáticas de las
que disfrutaría México. A nivel económico, Cuba se encontraría con una
deuda cuyo importe no podía estimarse antes de que la revolución venciera
y cuyas modalidades de pago no se precisaban en absoluto (art. 3). Por medio
del artículo quinto, México se adjudicaba una de las situaciones más
ventajosas en el comercio cubano y ello por un tiempo indeterminado.
Desde un punto de vista diplomático, observamos la misma imprecisión: el
texto preveía la ocupación de la isla por las tropas aliadas, pero la duración
de ésta se dejaba pendiente. Esta ayuda garantizaba a México algunos años
para disfrutar de ventajas de la isla sin los problemas económicos, políticos
y sociales que habría engendrado la anexión. Estamos lejos de los ideales
puramente humanistas y filantrópicos fijados por los fundadores de la
GLAN mexicana. Esta mutación del proyecto más o menos secreto de la
Gran Legión hacia un proyecto político oficial parecía inevitable, teniendo
en cuenta todo lo que desde un punto de vista político y económico estaba
en juego y a lo que el presidente Victoria se encontraba confrontado.
Simultáneamente, en Cuba, que seguía bajo dominación española, se
iniciaba el primer período de intensas luchas independentistas, en el curso
del cual la voz de los partidarios de las ideas reformistas, que habían dominado
hasta el momento, perdió fuerza en beneficio de los independentistas,
que aprovecharon la relativa tranquilidad del trienio liberal para
afirmarse. De este modo, al mismo tiempo que los dirigentes mexicanos se
dedicaban a organizar su país y a establecer estrategias de defensa, los independentistas
cubanos buscaban por su parte la manera de hacer avanzar
la idea de independencia para su isla y a veces incluso intentaban poner en
ejecución su proyecto.
Habrá que esperar a 1826, es decir tres años después de la creación de
la GLAN en México, para que la asociación extienda su acción hacia Cuba.
Con motivo de un viaje a la isla, el cubano José Rubio, residente en Mé-
'^ Flamant, L., México y Cuba, dos pueblos unidos en la historia, México, p. 71.
250
xico, pudo remitir a Manuel Rojo una copia de los estatutos de la organización
para que este último pudiera fundar la Legión de Cuba. Rojo, abogado
habanero, había sido contactado por Chávez, quien le había pedido
que velara por mantener este rol en la isla.
La confrontación de las motivaciones de México en este proyecto de expedición
con las de los conspiradores cubanos, permite constatar la divergencia
de intereses y de objetivos de los miembros de las dos naciones en el seno
de la Gran Legión del Águila Negra. Si bien la lucha contra el poder español
fue la idea motriz, lo que estaba enjuego en un México independiente y en la
isla bajo dominación española, aportó una cierta ambivalencia al movimiento.
Mientras que la nueva repúbhca mexicana intentaba por todos los medios, incluido
un acuerdo de paz con España, preservar su independencia, Cuba conservaba
su estatuto de colonia, y sólo un pequeño porcentaje de su población
empezaba a intervenir a favor de una isla independiente.
3. EL FRACASO
La fractura que se produjo entre la Gran Legión mexicana y la cubana
parece inevitable. El análisis del documento fechado el 30 de mayo de
1823 en el que se exponen los estatutos de la GLAN de México y el de su
equivalente cubano permiten, una vez más, constatar la evolución de la
Gran Legión en suelo cubano. La versión mexicana de 1823 es mucho más
amplia que la adoptada más tarde en Cuba; cuando la organización llega a
la isla, ha evolucionado y se han precisado las intenciones de sus miembros
cubanos, como subraya A. del Valle:
Seguramente fue elaborada exprofesa para la rama cubana del Águila Negra,
simplificándose el mecanismo organizador y reduciendo el objetivo a la obtención
de la Independencia".
Por lo demás, la evocación de la Patria en los artículos 7 y 15 del texto
cubano, no presente en la versión mexicana, confirma el carácter aún más
patriótico e independentista de la GLAN de Cuba:
Art.7: Para alejar la ocasión de abuso no se hará excepción a alguno, ni otro
comprometimiento que el inagto de contribuir cuando las circunstancias lo demanden
en todos sentidos, a la salvación de la P. [Patria].
" Del Valle, Adrián, Historia documentada de la conspiración de la Gran Legión del
Águila Negra. La Habana, 1930, p. 75.
251
Art.l5: Bajo este propio sistema se harán los miembros, ley oportuna, comunicación,
y ellos podrán hacer cuantos consideren conducentes al bien de la patria,
y más análogos, al preciso objeto que no debe perderse de vista jamás al ser
extremadamente cautos".
Al fundar la GLAN, Guadalupe Victoria y Simón Chávez esperaban
que la América española fuera liberada. Los miembros calificaban a la asociación
de filantrópica, justificando sus intenciones sólo por su común aspiración
a la libertad del pueblo americano. La introducción de los Estatutos
de la GLAN de México (30-05-1823) precisa las condiciones de
admisión dentro de la organización:
Esta sociedad establecida únicamente con el objeto de proporcionarse entre
los buenos patriotas medios que conduzcan al logro de la libertad general de las
Américas. No se mezcla con alguna otra de las conocidas.. .ni menos se ocupa en
indicar ni protejer sistema alguno como no sea contrario al de la libertad, por cuya
razón se admite en ella á toda clase de persona que posean las virtudes patrióticas
con tal que no sean E.E.(Europeos)'^.
Aunque los fundadores especifican que podían ser admitidos individuos
pertenecientes a cualquier clase social, se adivina que sólo un cierto
estamento pudo integrar la Gran Legión. Por otra parte, los autores de los
estatutos de la Organización estaban claramente conscientes de la importancia
de contar con la simpatía de los miembros influyentes de la sociedad,
como nos lo indica el artículo 2 del capítulo 3.°:
Siendo como es de necesidad tener de nuestra parte las autoridades y todas
las personas de influencia sobre los pueblos, como los acaudalados, sabios, eclesiásticos,
y se incarga muy particularmente a todos los individuos de ella que procuren
cuanto sea posible el ganarse a dichas personas, a fin que obren a favor del
sistema".
Privilegiar a la élite significaba, en cierta manera, dar menos valor a la
participación del pueblo, blancos y negros mezclados. Los estatutos de la
GLAN mexicana de 1823 no tocaban las cuestiones sociales y raciales en
mayor medida que los de la GLAN cubana de 1826. Este silencio en tomo
al problema racial -fundamental para la formación de la nación cubana-nos
permite pensar que la organización no contaba con negros (o en todo
caso muy excepcionalmente) porque parece lógico imaginar que si una so-
" ANC. Boletín del Archivo Nacional. La Habana, 1913, t. XU, pp. 138-140.
'* ANC, catálogo, legajo 9, núm. 2.
" ídem.
252
ciedad patriótica de principios del siglo XIX hubiera tenido una proporción
importante de negros entre sus miembros, considerara como un deber señalar
explícitamente su deseo de implicar en su lucha a todos los componentes
de la sociedad. Con respecto a esto, Raúl Cepero Bonilla ofrece un
punto de vista interesante, aunque en ciertos aspectos discutible. Si bien
admite que la esclavitud representó un freno al éxito de las tentativas in-dependentistas
de aquella época^°, agrega sin embargo que no existía entre
los conspiradores el «temor al negro» e incluso que «todo concurre a suponer
también que en la conspiración del Águila Negra no se excluyó al
esclavo de los planes subversivos del movimiento»^'. Más adelante añade
que «la característica común de todos estos movimientos nacionalistas fue
la participación que se le quiso dar al negro libre y esclavo en la lucha contra
la metrópoli. En todos se contó con la movilización de los esclavos»^^.
En realidad, ninguno de los documentos relativos a la GLAN y a la expedición
abunda en este sentido. Incluso Manuel Rojo, considerado como el
jefe de la GLAN de Cuba, habría subrayado «los inconvenientes que aquí
había para lograr la independencia a causa de los negros, a menos que viniese
una expedición considerable de México»^^. Los organizadores cubanos
temían que la lucha por la independencia se transformara en sublevación
racial si los refuerzos, se sobreentiende de blancos, no llegaban del
continente^"^.
Además, los mexicanos tampoco veían con buenos ojos la fuerte proporción
de negros en Cuba y algunos llegaban incluso a excluirlos de toda
sublevación. Un documento encontrado en los archivos cubanos permite
comprender mejor el lugar que los organizadores de una expedición liberadora
hacia Cuba pensaba dejar a los negros. El comunicado, redactado en
^^ Cepero Bonilla, R., Azúcar y abolición. Barcelona, Ed. Crítica, 1976, p. 44.
^' ídem, p. 43.
^^ Ibídem, p. 44.
^' De acuerdo con la información facilitada por José Julián Solís, delator de la conspiración
de la GLAN. ANC, catálogo, legajo 8, núm.l.
^'* Recordemos que desde 1791, los negros eran en Cuba más numerosos que los blain-cos,
como muestran las cifras siguientes:
Blancos
1791 133.559
1811 274.000
1817 239.830
1825 325.000
1827 311.051
Negros libres
54.152
114.000
115.058
130.000
106.494
Fuente: Artículo de José Antonio Saco, escrito en 1832
que ibérique de 1570 á 1910. París, 1994, p. 3221.
Esclavos
84.590
212.000
199.145
260.000
286.942
y citado por
% de negros
51,3
54,3
56,6
54,9
56,2
CALVO, T., L'Amérl
253
Puebla (México) el 20 de enero de 1825 por Joaquín Lama, anuncia la organización
de una expedición desde Campeche y Tampico y expone las
modalidades de la sublevación. El autor concluye con esta frase, que no
ofrece ninguna duda sobre el futuro estatuto de los negros:
Los negros no tomarán parte en esto [el levantamiento] pues seguirán siempre
en el estado de esclavitud en que se hallan hasta extinguir poco a poco la raza
pues así lo han pedido sus dueños^^.
Aunque esta opinión no fuera compartida por todos los independentis-tas
y organizadores de la expedición, se percibe de todos modos el temor,
común en todos los criollos de la época, de que los negros tomaran demasiado
poder. El silencio en los distintos textos de la GLAN en tomo a esta
cuestión así lo muestra y traduce la realidad de una época donde la falta de
cohesión social será en parte responsable de los diversos fracasos de las
conspiraciones independentistas.
El apoyo de la población influyente de la isla al Capitán General Vives
perjudica gravemente a la organización del proyecto de la Gran Legión.
Según Hugh Thomas, Vives quizás habría hecho fracasar la expedición si
ésta se hubiera finalmente organizado. Efectivamente, «la clase dominante
de Cuba, los condes, los marqueses y los nativos de Cádiz, los plantadores
y los comerciantes, aunque a menudo divididos, apoyaba totalmente a Vives
en su hostilidad a la independencia, por miedo a perder la mano de
obra esclava»^^. Esta parte de la población apoyó el mantenimiento de la
dominación española, y la delación fue una práctica corriente en la isla.
4. CONCLUSIÓN
Los miembros de la Gran Legión del Águila Negra se mantienen activos
hasta 1830, año del desmantelamiento de la organización cubana y de
la condena de los conspiradores por la Comisión Militar de la isla. En
Cuba, siguieron difundiendo la organización, multiplicando las iniciaciones
hasta el final (la última iniciación conocida en Cuba fue la de José Machado,
que tuvo lugar el 18 de noviembre de 1829, o sea sólo dos meses
antes del inicio de la causa). Por otra parte, sabemos que los intercambios
entre les miembros de México y de Cuba no cesaron durante estos siete
años: Mateo Somellan, Manuel Palacios y Pedro Muros, tres miembros de
^' ANC, Asuntos poKticos, legajo 130, núm. 3.
^' Thomas, H., Cuba, la lucha por la libertad, 1762-1970. Barcelona, 1973, p. 149.
254
la Gran Legión, fueron acusados de ser agentes de enlace en el seno de la
organización y un gran número de cartas fueron incautadas por la Comisión
Militar^^.
Del análisis de las ramas mexicana y cubana de la organización se desprende
que sus respectivas expectativas y su visión de la Gran Legión eran
demasiado divergentes como para que la asociación triunfara. Mientras la
rama mexicana disfrutaba de una gran libertad de acción y el proyecto era
de orden casi gubernamental, en Cuba los miembros de la sociedad actuaban
en una total clandestinidad y la apelación de «conspiración» tomaba
allí todo su sentido. Mientras los independentistas cubanos afiliados a la
GLAN esperaban un total apoyo de sus aliados mexicanos, la posición de
éstos variaba a menudo según la evolución política de México. Limitados
en su libertad de acción, los conspiradores de Cuba contaban con el resto
de países hispano-americanos para la preparación de la expedición pero la
mobilización fue demasiado desigual para llegar a un resultado convincente.
El descubrimiento de la conspiración de la Gran Legión del Águila
Negra marcó el final de la cooperación activa de los independentistas
cubanos y mexicanos de aquel período. A pesar de que los cubanos exiliados
en México continuaron su acción, no se reorganizará ningún movimiento
común de una envergadura comparable a la de la Gran Legión.
Tras el fracaso de la conspiración de la GLAN, el proceso
independentista cubano sufrió una crisis de unos cuarenta años. En la
isla, el movimiento reformista inició una campaña ideológica contra la
idea de independencia reavivando al mismo tiempo el miedo a una sublevación
de la población negra. Además, el reconocimiento por parte
de España en 1836 de la independencia de sus antiguas colonias, detuvo
los proyectos de expedición desde México o Colombia. Este reconocimiento
sumergirá un poco más a Cuba en su aislamiento, como lo subraya
H. Thomas:
España firmó la paz con sus ex-colonias, que se desembarazaron de los líderes
expansionistas. La posibilidad de ayuda para Cuba del resto de la América latina,
siempre remota, desapareció. Durante el resto del siglo XK, los países latinoamericanos
vivieron para sí mismos. Cuba pasó a ser una anomalía política,
cada día más rica, pero prácticamente bajo una perenne ley marciaP^.
^^ Acusación del Fiscal contra los individuos comprendidos en la tercera pieza de la
causa principal seguida por la conspiración titulada «Gran Legión del Águila Negra».
ANC, catálogo, legajo 8, núm. 1.
^* Thomas, H., Cuba, la lucha por la libertad, 1762-1970. Barcelona, 1973, p. 149.
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Sello menor de la Gran Legión del Águila Negra
Lo que la costumbre ha llevado a considerar como emblema, en realidad
es el escudo fijado en los diplomas de los miembros de las tres primeras
clases y fue adoptado el 8 de junio de 1824, en la ciudad de Jalapa en
México en presencia del Primer Barón (G. Victoria), Simón Chávez, Pedro
de Rojas, Marcos Morenos, Eugenio Bolio, Ignacio Serrano, Miguel de
Acosta, Luis Herrera, José Gómez, Pedro Estepa: «Fue sumamente grata la
proposición del primer G., conviniendo él, que tal escudo conste de un
óvalo sobre dos banderas y una rama de oliva en cuyo centro esté el gorro
de la libertad con este mote: Libertad o muerte: en una bandera flechas y
carcas y en la otra el sello menor de la sociedad». {Acta de Jalapa, ANC,
catálogo, legajo 9, núm. 2).
Se encuentra una descripción sumaria del verdadero emblema de la
asociación en La Institución del Águila Negra de México, capítulo 2°, artículo
2°: «...consta de un águila al centro con este mote en la boca "Morir
por la Patria"». (ANC, catálogo, legajo 9, núm. 2).
El escudo ilustra la portada de los Cuadernos del grupo de investigación
«Histoire des Antilles Hispaniques» (HAH) desde el primer número
de la colección.
Fue Paul Estrade quien lo eligió por la fuerza de su lema: Libertad o
muerte.
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