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MEMORIA DE LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS. HISTORIAS DE LA EMIGRACIÓN A CUBA* CONSUELO NARANJO OROVIO * Trabajo entregado en 1991. y realizado dentro del Proyecto del Plan Nacional I+D, AME90-0793. Al iniciar el estudio de la inmigración española en Cuba en el siglo XX, nos planteamos desde el primer momento contar con las fuentes orales como una fuente más, complementaria y/o alternativa a las fuentes escritas. ¿Por qué no aprovechar la memoria aún viva de los protagonistas de nuestro estudio, de aquellos que fueron testigos de los hechos que nos proponíamos analizar? Esta pregunta, esbozada como hipótesis, fue tomando consistencia a medida que nos adentrábamos en el tema e investigábamos en las fuentes escritas. Estas últimas no brindaban una información a veces demasiado institucional y oficial del significado del proceso migratorio y de la propia comunidad inmigrante. Nos faltaba, por así decirlo, la otra cara de la moneda, la historia vivida en carne y hueso por los hombres y mujeres que una vez tuvieron que dejar su tierra e incorporarse a un país lejano y extraño, frecuentemente el lugar definitivo donde se asentaron. El deseo de rescatar del tiempo y del olvido los recuerdos de estos inmigrantes, de sacar a la luz su vida cotidiana, sus anhelos, tristezas, quehaceres, trabajos, diversiones y, en definitiva, de recrear el fenómeno migratorio en todas sus dimensiones, fue lo que nos impulsó a considerar la historia oral como una fuente histórica a utilizar en nuestra investigación. Las historias de vidas rescatadas nos ayudaron a tener un conocimiento más profundo de la colectividad española, así como a penetrar en algunos aspectos no reflejados en la documentación escrita, sobre todo en aquellos aspectos más "íntimos" del entramado social y de la actuación del grupo; actuación que a veces sólo se revelará mediante el estudio de los testimonios ofrecidos por sus miembros. De forma paralela, nos interesaba recuperar lo individual, lo particular de cada hombre y mujer, a partir de lo cual poder recomponer e interpretar el fenómeno colectivo. Por otra parte, nos interesaba conocer al hombre común, darle cabida en la historia y que fuera él quien con sus propias palabras nos relatase lo vivido. Nos alejábamos cons- 87 cientemente de la historia de los grandes hombres, de las figuras destacadas que hicieron las Américas. Insistimos, una vez más, en que fuera este hombre común quien, incorporado a la historia, la juzgara e interpretara, con lo cual también conoceríamos el modo de percibirse él mismo dentro de la historia. Si en todos los estudios contemporáneos la historia oral juega un papel importante, creemos que en los estudios migratorios su lugar es aún más destacado. La historia de la migración a América está hecha de hombres y mujeres cuyas historias y trayectorias vitales no siempre recrean los éxitos que, algunos de ellos, consiguieron al final de sus vidas. Son historias truncadas, marcadas muchas de ellas por el desarraigo, la añoranza y el recuerdo; el recuerdo de un tiempo y un lugar lejanos, que con el paso de los años se ha idealizado. Son historias que nos relatan otras versiones de la migración y la alejan de los hechos triunfalistas, tantas veces rememorados. La subjetividad del testimonio no anula su validez como fuente histórica; el olvido, las omisiones voluntarias, las distorsiones pueden ser indicativos de los comportamientos de ciertos grupos o comunidades, que a través de ese testimonio, de esas omisiones voluntarias, quieren dar una imagen determinada de sí mismos. Tengamos en cuenta que a menudo hay un pasado estereotipado, muchas veces engrandecido y nostálgico, unas tradiciones consolidadas que permanecen en la memoria de los hombres y se manifiestan a través de sus relatos. Un pasado idealizado, modificado y matizado que también aparece en la documentación escrita. Uno de los aspectos a tener en cuenta al comienzo de una investigación en la que utilicemos la historia oral, es saber que el modo de recoger los testimonios condiciona su posterior utilización, ya que las historias de vida muchas veces reflejan también las demandas impuestas, de forma inconsciente, por el entrevistador. Como han señalado algunos autores, la investigación que requiere llevar a acabo entrevistas es parecida a un "proceso de seducción". Qué duda cabe que a lo largo de la entrevista el entrevistado y el entrevista-dor pasan a tener un grado de intimidad que de otra manera no se obtendría. Las barreras entre el entrevistado y el entrevistador tienen que ir cayendo a medida que avanza la entrevista. A lo largo de ella, el entrevistado tiene que percibir que su vida, su testimonio interesan a su interlocutor, que la entrevista no es un mero trámite. En nuestra investigación, basada en informantes de avanzada edad, el placer de hablar y la ilusión de ser escuchados en la etapa final de su vida, de saber que sus experiencias y su vivir cotidiano eran intere- santes para alguien, permitió establecer una relación mutua muy particular. Entre los objetivos de nuestro estudio se encontraban conocer la trayectoria vital de los emigrantes tanto en España como en Cuba, para lo cual se hizo necesario analizar previamente el proceso histórico de ambos países. En la primera fase de la investigación, tras el estudio del contexto histórico, procedimos a realizar las primeras entrevistas como modo de penetrar en el campo c ir dibujando los ejes en torno a los cuales giraría nuestro trabajo. Estos testimonios, quizá menos ricos que los posteriores, nos sirvieron para organizar la estructura del estudio. Los primeros relatos tuvieron una función explicativa y se utilizaron de forma extensiva; es decir, como modo de abarcar en toda su extensión el universo social, ya que aún no teníamos perfilados los aspectos en los que nos queríamos centrar. Cada uno de los testimonios recogidos fue enriqueciendo la investigación y a partir de ellos pudimos ir remodelando las entrevistas, planteándonos también nuevas hipótesis y líneas de trabajo. En nuestra investigación, a caballo entre las historias de vida y las entrevistas, utilizamos los relatos de todas las personas como un elemento más para el estudio de la colectividad española. No analizamos las historias de vida una por una, en su totalidad, sino en fragmentos que nos ayudan a comprender el objeto de análisis a la vez que lo enriquecen. De esta manera la investigación reñeja, en su conjunto, todas y cada una de las historias recogidas, muchas de ellas diferentes y a veces contradictorias. En nuestra investigación se realizaron un total de 350 entrevistas entre 1981 y 1986 en Estados Unidos, en Miami, en diferentes zonas de España como Galicia, Asturias, Canarias y Madrid, y en Cuba, en La Habana. El lugar elegido para iniciar el trabajo de campo fue Miami, ya que a primera vista consideramos que sería más fácil la localización de españoles que hubieran emigrado a Cuba y, tras la Revolución del 59, se hubiesen asentado allí. Debemos tener en cuenta que en territorio español los retornados se hallaban dispersos en aldeas, por lo que localizarlos era difícil. Esta circunstancia se veía agravada al no contar con estudios previos o estadísticas orientativas. A partir de estas entrevistas y de los datos proporcionados por los entrevistados sobre su procedencia, llevamos a cabo una búsqueda en las localidades españolas que con mayor frecuencia habían sido señaladas. En este punto de la investigación el trabajo fue algo más fácil, ya que en las aldeas y pueblos que visitábamos, nos proporcionaban nuevos 89 datos sobre el paradero de otras personas que habían emigrado, y así sucesivamente. Un largo peregrinar en el que todas las personas que entrevisté, así como otros, los más ancianos de las localidades, ayudaron a hacerlo más sencillo y agradable. El trabajo de campo hubiera quedado incompleto si no hubiéramos realizado entrevistas a miembros de la colectividad española asentada en Cuba. La Habana constituyó el centro donde desarrollamos la investigación, que en esta fase fue más organizada y cómoda que en anteriores lugares por la pervivencia de los centros y sociedades españolas, cuyos miembros continúan asistiendo con asiduidad. Otra fuente documental utilizada fueron las cartas enviadas desde distintos puntos de Cuba por algunas personas, con quienes no había podido contactar en ningún viaje. El cuestionario utilizado, que fue variando según avanzaba la investigación y la propia entrevista, puede dividirse en tres bloques cronológicos, marcados por las diferentes etapas de la vida del emigrante: la vida en España y su salida del país; la llegada y residencia en Cuba y un tercer bloque destinado a aquellos que abandonaron la isla y se asentaron en España o en un tercer país. 1. LA VIDA EN ESPAÑA Y LA SALIDA DEL PAÍS Las preguntas contenidas en este apartado tenían como objeto, en primer lugar, conocer la procedencia, la edad, la extracción social, el nivel educativo, la pertenencia a un determinado sector económico y la existencia o no de lazos familiares o contactos en Cuba. Este último aspecto contenía un interés especial ya que a través de él llegamos a conocer con gran precisión todo el sistema encadenado del proceso migratorio. Las llamadas de paisanos, amigos o familiares desde la isla caribeña constituyeron uno de los factores de atracción para el joven emigrante. Unas llamadas que no caían en saco roto al estar dirigidas a jóvenes que con frecuencia habían oído hablar de América, sobre todo en determinados ámbitos donde el sueño de hacer las Amé-ricas se mantuvo como mito a lo largo de los años. Los viajeros y los inmigrantes fueron los encargados de transmitirlo. En algunos de sus relatos y cartas, América aparece como una tierra de riqueza, donde el oro corría por sus ríos, una tierra de promisión a la que cualquier individuo podía acceder y cualquiera podía alcanzar sus sueños de riqueza. El sueño de hacer las Américas estaba presente en estos jóvenes, a la manera de los retornados que gastaban su dinero por doquier y rela- 90 taban historias, muchas de ellas fantásticas, sobre el mundo en el que los hombres podían variar su fortuna y el clima era siempre benigno. Es a posteriori, con la experiencia migratoria vivida, cuando aparece en sus relatos la imagen del americano, del indiano como una figura aislada dentro de la emigración. Para ellos el americano ya no representaba a todos los que salieron, sino a una minoría. Sin embargo, a la hora de partir, el americano, la idea de América como tierra de Jauja y promisión estuvieron presentes en todos ellos. Queríamos que nos recreasen no sólo la idea que en su aldea se tenía sobre las Américas, sino también el ambiente generado en torno a la emigración y la existencia de intermediarios entre el futuro emigrante y las compañías navieras. De esta manera otro grupo de preguntas estuvo dirigido hacia la propaganda desarrollada por los agentes, también llamados ganchos, arregladores o garroteros, que desarrollaron su labor en el medio rural. La actuación de estos ganchos como mediadores entre el emigrante y la compañía naviera constituye una parte importante del relato y de la historia de la emigración, al ser una pieza más en la cadena migratoria. El emigrante no emigraba al azar y en la gran mayoría de los casos tenía referencias del país al que se dirigía. La existencia de cadenas migratorias encaminaron y dirigieron la emigración a los países en los que las colectividades ya estaban asentadas y desde los que llamaron a sus compatriotas. Al estudio de estas cadenas también contribuyeron los testimonio obtenidos con las preguntas sobre las posibles causas que motivaron la partida, fecha de salida, puerto elegido, precio del pasaje, forma de pago, barco y compañía naviera, duración y condiciones de su estancia en la localidad portuaria mientras esperaban embarcar y condiciones del viaje. En la ciudad portuaria muchos de los emigrantes se dieron cuenta de los abusos a los que eran sometidos. Los días interminables a la espera del día de salida, las estancias en pensiones cuyos dueños estaban compinchados con los ganchos, son entre otros aspectos comentados por los entrevistados. Los testimonios sobre las condiciones de viaje, las comidas y camarotes de tercera en donde viajaban los emigrantes son también de un gran valor. 2. LA LLEGADA Y RESIDENCIA EN CUBA Este apartado fue el eje central de la entrevista. En él quedaban englobadas preguntas que abarcaban desde el momento del desembarco hasta, prácticamente, la actualidad. Tras arribar el barco a la bahía de La Habana, las autoridades de inmigración se encargaban del desembarco de los emigrantes en esta ciudad o de su conducción a Triscornia, campamento o Lazareto de inmigración, creado el 1900, situado al otro lado de la bahía habanera, sobre una pequeña colina de Casablanca. La posesión de dinero, el ser socio de algún centro regional español o el tener carta presentada por algún familiar ya asentado en Cuba, es decir alguna credencial que avalase que no sería una carga pública, le facilitaba al recién llegado su entrada en La Habana. A los que no cumplían estos requisitos, o muchas veces eran objeto de equivocaciones, o bien eran portadores de alguna enfermedad, se les marcaba su documentación con un sello que indicaba Triscornia. El inmigrante permanecía en el campamento hasta que el gobierno cubano le proporcionaba un trabajo o bien alguna institución española, un familiar o un amigo le reclamase bajo su responsabilidad. La documentación oficial nos da una visión algo idílica sobre las condiciones de vida en Triscornia; discurso que a veces se contradecía con los testimonios de los inmigrantes que permanecieron en él. Por ello y para contrastar todas las informaciones, las primeras preguntas iban encaminadas a conocer las condiciones de vida en Triscornia, el modo en que se realizó la salida de él y las primeras impresiones recibidas. La entrevista continuaba con preguntas relativas a la inserción en la sociedad cubana. En este apartado los centros regionales y asociaciones de beneficencia españolas tenían un papel destacado, ya que, en la mayoría de las ocasiones, estas asociaciones de carácter mutualista facilitaron la incorporación del joven al mundo laboral y sirvieron de amortiguador en el proceso adaptador Asimismo, estos centros fueron el espacio donde, junto a las relaciones intraétnicas, también tuvieron lugar relaciones interétnicas. Las preguntas contenidas en este apartado giraban en torno a las causas de afiliación, organización interna y participación en ellos. Las cuestiones sobre la incorporación al mundo laboral sin duda constituyeron uno de los apartados más amplios, debido a la movilidad laboral del inmigrante. Nos proponíamos conocer las actividades económicas desarrolladas, jornada laboral, salarios y forma de pago, condiciones laborales, nacionalidad de los dueños de las casas, empresas y negocios donde trabajaban y posibles vínculos del individuo con ellos. Otras preguntas iban dirigidas a averiguar el ascenso económico del individuo y el modo en qué se produjo, las propiedades adquiridas, las inversiones en negocios, bienes, etc. La realidad encontrada en Cuba chocaba con los sueños de todos los jóvenes que veían en América la tierra de Jauja, donde el trabajo sería 92 mucho más liviano que el dejado atrás y donde pronto la fortuna les sonreiría. Los relatos de todos los emigrantes no dejan de apuntar todas las "fatigas", que al menos durante algunos años desde su llegada, tuvieron que pasar, así como la explotación a la que se vieron sometidos por sus propios paisanos. Estas experiencias, que hemos recogido a lo largo del trabajo de campo, son el núcleo básico de información que poseemos para acercarnos a la vida cotidiana de los hombres y mujeres que un día decidieron mejorar su vida y marchar a "hacer las Américas". Las historias de vida se repiten una y otra vez y en todas ellas sus protagonistas enfatizan y reiteran, como por temor a que nos perdamos en sus relatos, todos los trabajos pasados hasta que llegaron a situarse; unos como intentando justificar y a la vez resaltar la posición lograda, otros tan sólo con el empeño de dar a conocer sus vidas, que hasta el momento de la entrevista creían sin importancia. En el estudio de la vida cotidiana nos preguntábamos de qué manera se construyó esa nueva cotidianeidad en un universo nuevo; qué factores influyeron en que su vivir cotidiano, ahora transformado, fuera tomando el carácter de "normalidad", y en qué momentos ésta fue alterada. La adaptación, los trabajos, los miedos, la soledad, la lejanía fueron sensaciones compartidas por cada uno de ellos y ellas y que nosotros queríamos recrear. Para ello la historia oral fue el arma fundamental. Las historias de vida rescatan, recrean y reconstruyen esa nueva cotidianeidad de los inmigrantes. El análisis del vivir cotidiano nos parece fundamental puesto que es el elemento común compartido por todos los miembros de la colectividad inmigrante. Los trabajos, la fortuna, la suerte fueron los mecanismos que diferenciaron posteriormente a algunos de ellos. Pero, como el acontecer diario no se puede aislar en un capítulo, en nuestra investigación aparece a lo largo de todo el estudio. ¿Cómo separar la inserción del inmigrante en el mundo laboral, de los relatos de las largas jornadas laborales vividas detrás del mostrador de la bodega, o las noches pasadas en el duro camastro de la trastienda? ¿Acaso no fueron estos elementos fundamentales en el ascenso económico del joven inmigrante? ¿Cómo aislar la explotación sufrida por sus propios paisanos del estudio de las relaciones laborales? El cambio del estado civil, la nacionalidad del cónyuge y el lugar donde se conocieron eran indicativos del funcionamiento de la colectividad, de su grado de endogamia. Otro grupo de preguntas iba dirigido hacia los estudios realizados por sus hijos y qué colegios fueron elegidos para ello; la adopción de la nacionalidad cubana, etc. 93 También nos interesaba conocer detalles de las condiciones de vida: los barrios donde vivían, condiciones de la vivienda, si ésta era o no compartida, si era propia o alquilada y a cuánto ascendía el alquiler; amistades frecuentadas, sitios de reunión, empleo de las horas de ocio en teatros, cines, centros regionales, billares, etc. El recuerdo presente de España afloró en diferentes ocasiones a los largo de la entrevista. De manera especial preguntábamos sobre los medios con ios que mantuvieron los vínculos con España, tales como la lectura de prensa española o que contuviese noticias de España, el envío de dinero, el seguimiento de los acontecimientos políticos y su participación en las organizaciones políticas españolas creadas en la isla, tanto de carácter nacionalista como aquellas que abarcaban el ámbito estatal, etc. Otro bloque de preguntas lo constituyeron aquellas referentes a la evolución de la política cubana y la participación en organizaciones sindicales y partidos políticos; así como la implicación en huelgas y manifestaciones y de qué manera ello repercutió en la vida del individuo —detención, encarcelamiento y expulsión del trabajo o del país—. Este apartado se cerraba con preguntas sobre la consideración del nativo y la manera en que ellos creyeron que fueron vistos por los cubanos. Uno de los temas que, en un primer momento, no habíamos planteado desarrollar en este estudio fue el impacto de la guerra civil española en Cuba y el seguimiento de la misma desde la Gran Antilla. La pro-fundización en la vida de la colectividad española nos llevó a conocer la enorme trascendencia que el conflicto español había tenido entre dicha colectividad y su repercusión en la propia sociedad cubana. El entusiasmo trasmitido por nuestros interlocutores nos llevó a apasionarnos por el tema y, junto a los testimonios orales, emprendimos la búsqueda de material escrito, que nos ayudara a completar el panorama. Desde el comienzo tuvimos la impresión de que Cuba fue otro escenario de lucha, en el que republicanos y nacionales defendieron sus ideologías y desplegaron toda su propaganda. Un escenario en el que, si bien los inmigrantes españoles fueron los principales receptores y a veces protagonistas, también nos encontramos a los cubanos adoptando posiciones a favor o en contra de una de las dos causas, como si de su propia contienda se tratara. El estudio de la guerra civil nos llevó a analizar otro fenómeno, el exilio republicano español. Se trataba de ofrecer un panorama que abarcase a todas las clases sociales, a todos los hombres y mujeres que desde sus diferentes posiciones ideológicas y profesiones, intelectuales y no intelectuales, se vieron afectados. Su llegada a Cuba, muchas veces proce- 94 denles de la cercana República Dominicana, bien como vía de paso hacia México, bien como lugar definitivo donde asentarse, abrió de nuevo otros horizontes en la investigación. Tratamos de estudiar no sólo el acontecer diario de estos exiliados, sino también su participación en la lucha antifranquista desarrollada en la isla. La pasión con la que algunos de nuestros entrevistados nos relataban los hechos, así como los mismos testimonios nos ayudaron una vez más a ampliar nuestro objeto de estudio, al comprender que España, sus problemas y avatares, eran seguidos y vividos con gran fuerza. Ya no era solamente la guerra civil el conflicto vivido y seguido desde Cuba, cualquier acontecimiento, cambio de régimen o creación de nuevos partidos eran hechos conocidos y apoyados desde la isla, en donde surgieron formaciones políticas reflejo de las españolas, muchas de ellas de carácter nacionalista. Dicho fenómeno no se enmarcó en los años de la guerra, ya que existía con anterioridad. 3. LA SALIDA DE CUBA Este último apartado se centró en las causas que motivaron al individuo a dejar Cuba, así como los factores que le condicionaron a elegir el nuevo país de residencia: causas de la partida, fecha en que se produjo, llegada al nuevo país, actividades laborales y adaptación al mismo. Coincidiendo este apartado con la última etapa vivida por el individuo, en la gran mayoría de las ocasiones el entrevistado hacía una valoración de su trayectoria vital, de las ventajas e inconvenientes de la emigración y de la situación actual, resultado de la decisión que un día ya lejano adoptó. Inevitablemente el individuo daba marcha atrás y sopesaba aquella decisión que varió para siempre el curso de su vida. Los renglones de la memoria nos hablan sobre los días, los trabajos, los sueños, las esperanzas, las frustraciones de un grupo humano que quiso encontrar el amanecer de una nueva vida hacia el Occidente. Sus palabras nos evocan el vivir cotidiano, la mentalidad, la forma de sentir y el presente de un pasado cercano. CARTAS DESDE JATIBONICO (SANCTI SPIRITUS) Documento 1 Nací, el día 9 de octubre de 1904, en la aldea de Las Manchas, El Paso; hijo de Antonio y Tomasa, en la isla de La Palma, Canarias. 95 Mis primeras letras las aprendí en una escuela privada, las cuatro reglas, enteros y decimales. Hasta esa edad ayudé a mis padres en lo que pude. Mis padres eran pobres y éramos ocho hermanos. Un día le dije a mi padre si me dejaba venir a Cuba. Él no estaba de acuerdo porque era muy joven, tenía cuando eso 14 años y meses, pero nos embullamos unos muchachos vecinos y tanto le dije a papá que me autorizó a emigrar. Embarqué en los primeros días de junio del año 19. Llegamos a Santiago de Cuba a bordo del vapor "Barcelona", el día 23 de junio del mismo año. Ya en Cuba fui ubicado en la zona de Zagarasco y colocado con un señor que tenía un sitio de tabaco —también se llaman vegueríos, pertenecen a fincas muy grandes dedicadas al cultivo del tabaco. Se arriendan en parcelas de distintos tamaños según las posibilidades del que las arriende y las rentas dependen de que los terrenos sean mejor o peor—. En ese sitio ganaba 25 pesos mensuales. Pasé mucho trabajo porque sólo contaba con 14 años y 8 meses y no estaba acostumbrado a trabajar en el campo. Porque en el campo, en el tabaco, no hay horas fijas para atenderlo, porque hay que trabajar de noche y a cualquier hora. Vivía en bohíos, cerca de las viviendas de los dueños de la finca. Al año de estar en eso me coloqué en una tienda que había cerca, en la cual estuve tres años ganando muy poco por la mala situación que había en el país. En el año 23 vino mi papá y dos hermanos de Canarias y dejé la tienda para sembrar tabaco de partidario en distintas casas. No tuve suerte con las siembras de tabaco, hasta que el año 36 me casé y puse sitio por mi cuenta. La suerte no me ayudó mucho, pero adquirí algunos animales e iba escapando con algún tabaco que dejaba. Empecé a torcer tabaco y aprendí el oficio de tabaquero. Comí lo que se producía en el sitio y lo que se criaba de animales, para el autoconsumo. En el tabaco no hay salario o sueldo, depende de la producción. Al terminar la cosecha, después de sacar los costos de producción, él o los partidarios, que son los que atienden el cultivo, cobran la mitad, que por eso se les dice partidarios. Los arrendatarios no se dedican personalmente al trabajo. Entonces ponen cuatro, seis u ocho o más partidarios de acuerdo con el tamaño del sitio para atender la cosecha del tabaco. Esto que le relato corresponde a los años antes de nuestra Revolución. Hoy la producción tabacalera está constituida en Granjas Cooperativas, bajo la dirección del estado, y las producciones de las mismas son repartidas equitativamente entre todos los cooperativistas; ya los partidarios terminaron su misión. 96 Las siembras de tabaco empiezan en los meses de noviembre y diciembre, y se recolecta en febrero y marzo, hasta que se termina su proceso y se pone a la venta. Durante el tiempo muerto, la mayoría de los partidarios nos quedamos en el sitio ayudando a las labores y siembra de viandas para el sustento de nosotros mismos durante el año. Otros se iban para la zafra, a cortar caña y trabajar en otras labores hasta que volvía la siembra de tabaco. El tabaco es, con el azúcar, las principales divisas de nuestra economía y los mejores del mundo; la producción se vende para la exportación y el comercio, porque el pueblo cubano es un gran consumidor del tabaco. Tabaquero es el que elabora los tabacos. En el año 48 un tornado con viento y agua nos arroyó con casas y todo, y tuve la necesidad de mudarme para Jatibonico, pueblo cercano donde tenía una casita que se estaba haciendo por una compañía constructora; eso fue por el año 49. Así seguí haciendo tabacos y vendiendo con la ayuda de mi esposa; tenía dos hijas, las que viven. En el año 57 me acogí a la Ley de Bienestar Social, y me retiré con una pensión de 40 pesos. Hoy nos pagan 64 pesos. Ya en el año 59, en plena Revolución, me sorprende la suerte con 2.000 pesos de la Lotería Nacional. Como hasta la fecha no había podido ir a ver a mis padres y hermanos decidí con el dinero ir a verlos. El 30 de agosto embarqué, era el año 60, regresando en enero del 61. A bordo nos enteramos de la ruptura de relaciones de Estados Unidos y Cuba. Me integré en los Comités de Defensa de la revolución, ocupando distintos cargos en dicho organismo; 11 años financiero de la Zona, con 12 Comités. Hasta hoy, que ya el peso de los años no me permite más. El año 55 me hice ciudadano cubano. No fui político y no tuve que lamentar problemas personales con nadie. Quedo a su disposición para en todo cuanto pueda servirle, su servidor. Documento 2 Jatibonico, 9 de junio de 1984 Estimada Sra., Trataré en pocas palabras de darle a conocer algo de mi vida en lo referente a su interés, realmente mi vida es muy sencilla. Como la mayoría de los isleños que hemos venido a Cuba toda está compuesta de trabajo desde antes de salir el sol hasta mucho después de este ponerse, sin vacaciones y sin tiempos libres, pero no puedo quejarme, porque aunque nunca he sido rico y he pasado momentos difíciles, gracias 97 a Dios nunca me ha faltado nada de lo esencial ni a mí ni a mi familia. Nací en 1904 en La Guancha (Tenerife), vine a Cuba en 1923 huyendo del servicio militar por la guerra de Marruecos. Llegué a Cuba y fui a un pequeño pueblo de la provincia de Cama-güey a trabajar en una fonda de un tío (no era el único propietario, era en sociedad con otro), ahí ganaba $20.00 mensuales libres, pues dormía allí, en un pequeño cuarto que poco a poco fui acondicionando, y también me daban la comida. Ahí estuve tres años trabajando con ellos. Al cabo de este tiempo ellos decidieron volver a Canarias y entre cuatro se lo compramos, pagándole poco a poco el importe. La fonda era conocida por "La Viña". En 1931 la vendimos y fui a Jatobonico, un pueblo cercano que estaba prosperando un poco más al pasar por él la carretera central. Ahí, con un compañero de la infancia y pariente lejano, abrimos en sociedad el "Hotel Plaza", alquilamos el edificio a razón de $60.00 mensuales y con una contribución de 1,5% de venta bruta. Teníamos un cocinero, un ayudante de cocina y un empleado para el comedor. Yo atendía la limpieza de los cuartos y del salón comedor, además atendía a todos los huéspedes que llegaban después de las horas normales de almuerzo y comida, y como dormía ahí, también a los que llegaban tarde en la noche, ayudaba en el despacho del almuerzo y la comida. Ahí estuvimos hasta el 48 en que vendimos y fui por seis meses a Canarias; mi compañero se quedó. Yo regresé, pues en el 45 me había casado con una cubana hija de asturianos, y ya tenía nacidas mis hijas. Tenía dos, una tenía un año y la otra seis meses. Fueron las únicas que tuve. Regresé en el 49 y compré nuevamente el hotel en sociedad con otro compañero, éste de Galicia. Lo tuvimos hasta el 63 ó 64 que lo intervino el gobierno en la Campaña de Ofensiva Revolucionaria, donde intervinieron todos los comercios pequeños y los timbiriches (así les decían a los comercios muy pequeños que no tenían empleados). Ya en esa época sólo nos quedaba atendiendo los cuartos, pues la cocina primero la había arrendado, alrededor del 61, y luego la quitamos del todo. Ya en esa época no teníamos empleados. Yo atendía la limpieza de las habitaciones, que era el único trabajo real a hacer. El Estado no me pagó nada por lo que estaba ahí, y me retiraron con $60.00 mensuales. Al año de estar retirado, más o menos, comencé a trabajar en el campo ayudando a un amigo que tenía una pequeña finca (las mayores de 5 caballerías habían sido intervenidas). Por este trabajo no percibía salario, pero recibía algunas viandas y los frijoles y arroz en la época de la cosecha que daban para la alimentación del año. Ahora continúo yendo al campo, pero ya con menos frecuencia. 98 Alrededor del año 1954 compré dos casas viejas (las vendían juntas) y las reparé, y una de ellas la convertí en mi vivienda. AI principio de casado viví tres años en un cuarto del Hotel, luego alquilé una casa cercana. Mi esposa cosía para fuera y así ayudaba en algo. Ambos deseábamos tener una casa propia y ésta era una oportunidad. Como no tenía suficiente dinero tuve que pedirle prestado a un amigo que me conocía. Una de las casas fue mi vivienda y la otra estaba alquilada a una mueblería y así quedó. Cuando la Ley de la Reforma Urbana, en el 61 ó 62, se acabaron las casas de alquiler. Las que tenían muchos años alquiladas pasaron a ser dueños los que las vivían, y los otros le pagaban al Estado. Los que como yo somos personas mayores cobramos el alquiler vitalicio, es decir, hasta que muera cobro los 21 pesos del alquiler. Mis primeras vacaciones las vine a tomar bueno, primero cuando me retiraron, que estuve cerca de un año sin trabajar, y luego he trabajado en el campo, pero siempre ha sido más que una obligación y un poco de necesidad hasta que mis hijas comenzaron a trabajar. Como puede observar, en mi relato no he hecho mención a pertenencia a ningún partido político, ni a participar en ninguna manifestación política, porque nunca he hecho otra cosa que no sea nada más que trabajar, ni he tenido el tiempo para dedicarlo a esas actividades. Le deseo éxito en su estudio y trabajo. He tratado de hacer las cosas lo mejor posible, sólo pude estudiar hasta el grado sexto pero siempre me ha gustado mucho la geografía y he leído algo mientras esperaba a los clientes en el Hotel. Ahora, aunque veo poco, leo también, así que espero haberle sido útil. Atentamente un servidor. Documento 3 Yo nací en La Palma, en Tijarafe, el día 9 de mayo de 1908. Vine a Cuba en 1927, a la edad de 19 años, por asunto del servicio (militar), donde llevo 57 años, tengo 76 (1984). Mi primer trabajo fue el de veguero en un sitio de tabaco. Los vegueros son todos los que siembran tabaco en cantidad comercial; hay algunos que pudieran llamarse colonos porque son cosecheros en grandes cantidades, pero aquí colonos son los que siembran caña de azúcar. Yo trabajé a sueldo primero en los años 27 hasta el 29; lo que ganaba eran 25 pesos al mes. El trabajo en aquella época era agotador. En la zafra se trabajaba todo el día y parte de la noche; en el tabaco hay trabajos que requieren hacerse por la madrugada y también cuando hay apuro, por lo que el tabaco es muy exigente, no se puede perder tiem- 99 po. Después trabajé de partidario, eso es, a la mitad del tabaco nada más. En el tabaco se trabaja de noviembre a marzo, ya después el trabajo es a ratos nada más, pero hay que trabajar para el dueño del sitio. La tierra donde se siembra el tabaco hay que sembrarla de maíz. Eso lo hacen los partidarios, pero es para el capataz y no ganan nada. También hay que sembrar frijoles, arroz y viandas. Eso lo hacen los partidarios, y no ganan nada, la comida nada más, y siempre hay que trabajar, todo el año. La comida era viandas, arroz, frijoles, harina de maíz y leche. Hay donde se puede comer, pero hay otros donde no se puede comer. Algunos dan carne, almuerzo y comida. Otros no la dan, sea porque no pueden, o porque no quieren, por ahorrar más. Los bohíos algunos son de tabla y guano, otros son de vara en tierra, ésos no tienen tabla, es nada más que el techo de guano puesto en el suelo. Eso depende del dueño, si es consciente con los trabajadores o no. Era una época muy mala, pudiera decirse que se trabajaba por la comida. Así pasé 10 años. Los tiempos en que se trabajaba por la comida fue del 28 al 34. La gente andaba por los campos y no conseguía un día de trabajo. La comida en el campo era abundante, pero no valía nada, no había dinero. El tabaco se vendía a 2 ó 3 pesos el quintal, y el azúcar llegó a valer hasta 1/2 centavo la libra. La zafra era de 30 ó 40 días. El corte de caña valía hasta 10 centavos el ciento de arrobas. Para ganar 30 ó 40 centavos había que trabajar todo el día y media noche. Todo era por el estilo, todo era baratísimo por la falta de dinero. Después de este trabajo, me fui a trabajar de jornalero. Hice de todo, corté caña, la sembré, la guataqueé, hice de todo, hasta carbón. Trabajé en labores de madera en la costa, tuve sitio, tuve comercio... Nada era fácil en aquellos tiempos. Se vivía, pero mal. Por cualquier cosa había que tenerle miedo a las autoridades, aunque yo nunca tuve problemas, pero los veía con otros. Cualquiera que tuviera uso y razón en aquel tiempo podía contar muchas cosas que pasaron, que muchos no lo recuerdan, pero el que tiene memoria no las puede olvidar. Los atropellos de la policía y la guardia rural, que era hasta bochornoso las cosas que hacían. Robaban a diestro y siniestro. Botaban las familias para el camino real, sin más ley que la que ellos imponían, el plan de machete, y si le hacían resistencia usaban las armas de fuego también. Se vivía una época de terror. Por cualquier cosa mataban a cualquiera y no pasaba nada; le robaban a cualquiera lo que tenía, hasta la propiedad de las tierras si les venía bien para cualquier negocio o para hacerse rico y vivir cómodo; y así eran las cosas, hasta que llegó lo que ellos buscaban... 100 No pertenecí a ningún sindicato, no fui político, no participé en ninguna huelga. Cuando algo no me convenía me iba sin contestar ni dar ninguna queja, pero en sí la vida era dura. Yo trabajé por tres pesos al mes, poco tiempo, pero lo hice, y creo que algunos más lo hicieron también. Pertenecía a la Quinta Canaria, centro asistencial, hasta que la Revolución lo intervino. Consuelo, quiero que me perdone mis faltas de ortografía porque yo no tuve colegio, mi estudio fue trabajar desde los 9 años para buscar la comida. Creo que con lo que le digo ya comprenderá lo que yo he vivido en Cuba. Así le deseo éxitos en su labor y mucha felicidad. Su seguro servidor, que desearía más verla que escribirla. ENTREVISTAS Documento 4 Llegué a Cuba en el año 1923. Llegué allí como tantos emigrantes más, protegido por un español comerciante que era padrino de un hermano mío, que este hermano sigue allí en Cuba. Yo empecé a trabajar en esc almacén de paños y tejidos, de muchacho, barriendo, llevando paquetes; luego fui dependiente, luego fui viajante y viajé a La Habana, Matanzas y Santa Clara. Quiero seguir un poco el rumbo de mi vida desde 1923, que llegué, hasta 1936, que me expulsó el gobierno de Batista por ser comunista. Fui uno de los expulsados en el año 36 con varios españoles más, por mis actividades. Yo fui Secretario del Sindicato de Empleados de Cuba. Siempre trabajé en el comercio, primero en unos pequeños almacenes y luego en los grandes almacenes que se llamaban "Los Precios Fijos", que estaban en la calle Águila, entre Estrella y Reina, que hoy ya no existen. Allí trabajé los seis últimos años que estuve allí. Formaba parte del Comité Central del Sindicato del Comercio de Cuba, y formaba parte de un Comité Local de establecimientos. Ya en aquella época nosotros trabajábamos mucho para poder sindicarnos, en la época anterior, de Gerardo Machado; posteriormente le sucedió Batista, mejor dicho Grau San Martín, que fue presidente. Entonces ahí estuvo ubicada toda mi lucha y actividad sindical y política. Por esa razón fui detenido infinidad de veces en el Castillo del Príncipe, por defender los intereses de los empleados del comercio. Era delegado, tenían conflictos y yo iba allá. La policía me conocía y 101 boom... al saco, preso gubernativo, al Castillo del Príncipe, y así sucesivamente. P: ¿En esa época qué sindicatos había? R: Había la Confederación Obrera de La Habana y había la Federación Obrera de Cuba, que abarcaba el contexto nacional de Cuba. P: ¿Cómo participó el español? R: Pues en una cantidad regular, no masiva, pues el emigrante donde quiera que se encuentre, si no tiene una conciencia política se repliega para vivir como emigrante, donde quiera que sea, tanto sea en Cuba, como en Argentina, como en Europa. El emigrante, lo que buscamos es ir allí, liberarnos de esta miseria de aquí, trabajar, hacer una familia y, entonces, tií tratas de eximirte de todas las cosas para que no puedan echarte la mano al cuello y expulsarte del país. Otros, yo, luché expuesto a todo, ser maltratado... Últimamente allí cumplí dos años preso en la Isla de Pinos, hoy la Isla de la Juventud. Yo ya tenía el expediente de expulsión en el año 34. En unas huelgas allí, en el mayor comercio de La Habana, "El Encanto", que lo quemaron, pues estando preso en el Castillo del Príncipe, junto con otros compañeros, nos dijeron que éramos los responsables, y nos condenaron los tribunales, copiados de la España de los de la época de Gil Robles. Dos años que cumplí en la Isla de Pinos. Una vez cumplidos, me traen de La Habana y como tenía el expediente de expulsión del año 34 me lo aplicaron. Salí de la Isla de Pinos en enero del 36. P: ¿5» conciencia social la llevaba de España? R: En parte sí y en parte no, porque yo marché de aquí muy joven, a los 16 años. Yo nací el año 1906, en Aviles, Villalegre, Asturias. Marché en el "Alfonso XIII". P: ¿Recuerda el precio del pasaje? R: Sí, 535 pesetas, en tercera. Éramos muchos, ¡eh!, con litera, pero en las bodegas, con literas superpuestas. P: ¿Por qué se fue? R: Las causas fundamentales eran que mis padres eran liberales y entonces era la guerra de Marruecos. Yo tuve un hermano que marchó para allá el año 22, y ya marchó como prófugo. Ya había jugado en suerte y entonces mis padres le arreglaron el pasaje para que fuera con el nombre del segundo hermano, camuflado, para no ir a la guerra de Marruecos, era del Desastre de Annual. Y el segundo hermano también marchó, con su propio nombre, por no ir al servicio. 102 Y yo, estaba situado trabajando en la Junta de Obras del Puerto, en San Juan de Nieva, de fogonero allí. Yo ganaba 9 pesetas y me gustaba continuar en España, pero mis padres me dijeron, nada, tú como tus hermanos. El rey que se sirva de él, tú te vas para allá. Y yo tenía, no conciencia, pero sí me gustaba todo eso, la lucha... pero no, la conciencia la adquirí después, en la lucha, en la explotación que experimentas de tus patronos, del pueblo, de todo. La conciencia la adquirí en Cuba. P: ¿Era socio de algún Centro Regional antes de ir a Cuba? R: No, porque entonces no existían aquí sociedades. En Cuba era socio del Centro Asturiano. Antes de ir para allá mis hermanos ya me habían hecho socio por si te enfermas; era un Centro grandioso, como el Centro Gallego. P: ¿Fue a Triscornia? R: No, iban sólo los que no tenían familiares que los reclamasen. Yo tenía a mis hermanos allí. Ya fui directo a la casa a trabajar. P: ¿Qué le impresionó más? R: Como sales de un pueblo pequeño y llegas a una capital, entonces..., pues me impresionó, pues ver lo grandioso de aquello. Entonces, no es que fuera tan grandioso, todo luces, calles, puerto, bastante grande. La impresión fue después. Yo vivía en la capital de Cuba, que es donde está centrado el buen vivir, y veía todo aquello con más grandeza porque yo España apenas sí la conocía. Conocía Gijón y Oviedo como los lugares más importantes, y no podía comparar esas cosas que tenemos en España, Madrid o Coruña, u otros lugares más importantes. Sí, vivía en una capital, y luego como trabajaba en un comercio de paños y tejidos, que eso es, qué se yo como decirte..., la élite de los empleados del comercio, que nunca son nada, pero tienen que andar con la corbata y visten bien, pero les está explotando el patrono. En aquel momento yo me consideraba más, como un empleado de comercio, que un empleado de puerto o un campesino, porque mi concepto era así, y la vida después me fue dando a entender que no, que aquéllos eran igual que yo, sólo que yo tenía una corbata y me distinguía por eso; pero yo era explotado en otra medida, como el campesino o el portuario. P: ¿Los patronos, en concreto los suyos, eran españoles o cubanos? R: No, españoles. El comercio era español. Tú sabes que allí anteriormente a haberse perdido la guerra la mayor emigración de Cuba eran los gallegos y asturianos, y luego por razón de zafra, de eso de la caña, iban muchos canarios, y traían muchos jamaicanos, de ahí de Jamaica, en barcos, a explotarlos de mala manera, comiendo sardinas, arenques cocidos y todo eso, una miseria, para ahorrar un peso. 103 P: ¿El espaíwl era más explotado por el propio español o por el cubano? R: No, por el español, porque en realidad el casi 80% del comercio en Cuba, por así decirlo, estaba en manos de españoles. Pocos, pocos, había algunos cubanos que tenían granjas de azúcar, cañaverales, poco. La mayor parte estaba en manos de españoles. Entonces yo era uno más, y los españoles estábamos explotados por los que eran... Pero era una explotación de éstas, tú sabes. Tú llegabas allí y empezaban a hacer algo y tenías una tiendita y llamabas al hermano y al sobrino, y era una cadena de familia que todos tiraban unos de otros, y sino, era el vecino. Yo fui para allí, por ejemplo, mi jefe era un hombre preparado, muy culto, de los pocos españoles cultos, un hombre que sabía cuatro idiomas, y como era padrino de un hermano mío, mis padres me recomendaron a él, entonces él me lo adjudicó y trabajé allí. Era una explotación, tenía que trabajar doce horas diarias; luego me cultivé un poco. Fui a estudiar allí, al Centro Asturiano de La Habana, de Jovellanos. Estudiaba por la noche, una cultura general, el bachiller elemental, si queremos llamarlo, y con sacrificios estudié un poco allí por las noches, e idiomas también... Sí, estudié un poco, pero luego ya fui siendo 18, 19 años y quieres volar un poco, ir a bailes, verbenas, y descuidé un poco todos los estudios, porque me interesaban las chicas y todo eso. Aunque allí no podía, estaba muy sujeto, no podía llegar tarde, porque yo vivía arriba del comercio. Allí vivía el jefe y los empleados, y cuando llegabas, no tenías llave, y tenías que llamar, y lo sabían todos. Si llegabas a las doce de la noche o a las doce y media, que ya era tarde, al día siguiente te hacía una observación: ¿no sé a qué hora sentí un ruido, y tú?, ah, sí; pues ya sabes que tienes que estar en condiciones... Bueno, estábamos explotados a ese extremo. No había una gran libertad porque había que dormir en el almacén. Yo dormía en una habitación, otros españoles dormían en los almacenes, oliendo a los tejidos de algodón. P: ¿Pagaba por esa habitación? R: No, allí no pagabas nada. Muchos almacenes de esos, vivías en la forma, ¡qué se yo!, un poco patriarcal, porque si eran diez o doce empleados, allí tenían un cocinero, se cocinaba en casa. P: ¿ Tampoco pagaba la comida ? R: No, yo me quedaba con el sueldo. La comida era a cargo del patrón. P: ¿Cuál era la jornada laboral? 104 R: Pues mira, sobre las doce horas. Desde las siete de la mañana a las seis de la tarde; casi doce o trece horas, casi hasta última hora. P: ¿Y los salarios, cómo fueron aumentando? R: Los salarios no era una cosa que pueda darte un tope, era una cosa muy desigual. Dependía de tu capacidad, que el patrón fuera más o menos humano, los capitalistas son poco humanos, y que procuraba explotarte, atento si eras primo como si eras hermano, que rindieras. Y claro, tú ibas allí a ver si un día te liberabas como se liberó él. Entonces los salarios eran muy desiguales. Como te daban comida, te daban vivienda, y si te asignaban un sueldo, pues era totalmente desigual, en medida de la conciencia del patrón. No sé si treinta o treinta y cinco pesos de muchacho. Porque hay una escala de muchachos, de aquel que barre, el medio dependiente, el dependiente primero, el viajante de plaza, en fin una escala muy desigual. Cuando ya te elevabas, entonces en esa medida, el patrón te beneficiaba un poco: te pones en esta categoría. Esto pasa hoy aquí y en todas partes. Hablando del comercio de ultramarinos, eso era tremendamente explotador. Eran las llamadas bodegas, que venden eso, un centavo de sal, dos centavos de eso, cinco centavos de los otro, pimienta y tal. Y esos individuos duermen allí, en la trastienda, en unas colombinas que se plegaban, oliendo allí a bacalao, a patatas, a todo, hacinados. Y eso casi todos en general. Son casi todos con pies planos, porque estaban quince o dieciséis horas despachando allí. P: ¿Se casó en Cuba? R: No, tuve novias, pero no me case. R: ¿Se hizo ciudadano cubano? R: Tampoco, pensé hacerlo cuando yo estaba en Triscornia. Allí era donde me llevaron para expulsarme para España... P: ¿Vio movimientos patrocinados por espailoles? R: Allí muy poca cosa de anarquismo. Allí había después del año treinta, el año treinta y uno, el Partido Republicano de Izquierdas, en La Habana. Yo fui alguna vez a su centro. El anarquismo en Cuba era como un garbanzo negro entre habas blancas. Socialistas sí había. El Partido Socialista en Cuba sí se conocía, predominó más, como es lógico, el Partido Comunista Cubano. P: Para Ud., ¿cuál fue la principal tendencia política del español? R: En aquel entonces, he de decirte, españoles era sólo como una vanguardia. El español emigrante se exime de toda lucha, son un puñado de éstos, como jóvenes o más o menos jóvenes. La juventud somos intrépidos y demás, pero son pocos los que tienen esa conciencia. Eran comunistas y republicanos. 105 P: ¿Conoció la Institución España Integral? R: ¿España Integral?, ¿allí?, pues no. P: Era una sociedad conservadora, junto a la de los Militares y expatriotas espaíioles. R: Era un campo de derechas que, te repito, eso no lo he conocido. Si estaba allí, yo viví más en esta otra lucha. Existían españoles de derechas, el Casino Español, ubicado en el Paseo del Prado, eran todos burgueses. P: ¿Cuándo empezó Ud. la lucha en Cuba? R: Allá por el año 1928, aproximadamente. P: Contra Machado, ¿estuvo con Zayas? R: Sí, y a continuación entró Machado en el año veinticuatro. P: Con Zayas, ¿qué organizaciones obreras había? R: Con Zayas había las mismas que había después, menos las legalizadas. Zayas fue un presidente que sucedió a Menocal, era liberal, sí. Llevó su mandato presidencia!, un hombre liberal. Había problemas, los campesinos eran muy explotados, tanto los canarios que iban allí, como los jamaiquinos, y los cubanos también. Y había algún movimiento de huelgas, donde el partido empujaba un poco para que esa gente luchase para liberarse o exigir más. Había pequeñas cosas. Es a partir del 33 ó 34 cuando en Cuba empiezan a despertar todas las formas de lucha. Durante su primer mandato (Gerardo Machado) que fue elegido y luego reelegido, y fue cuando vino la hecatombe. Durante los primeros cuatro años cumplió un poco liberalmente, un desarrollo social de aquellos tiempos, pero entonces ya la gente, cuando ese hombre que mandaba, daba puestos a policías y senadores, y daba medios de vida, pues todo dios le apoya; entonces ese hombre se fue enquistando el apoyo de toda esa camarilla, desde abajo hasta arriba, para tener prebendas, porque era un país rico pero pobre a la vez, puesto que no había industria alguna. Y es cuando entonces, ahí, cuando el primer mandato. Y entra en el segundo, cuando las clases medias, trabajadores y demás comienzan a moverse, porque la vida estaba mal y empieza ahí la lucha. Surge un partido de izquierdas, que se llamaba el ABC, para romper contra ese corsé que le ponía la dictadura de Machado, buscaba un cambio, de libertad, no era conservador. P: ¿Cuando cayó Machado? R: Se formó otro partido revolucionario que iba con el ABC, también surge el de Grau San Martín. Son dos partidos revolucionarios liberales que surgen contra la dictadura de Machado del segundo mandato, que es cuando la forma dictatorial de gobernar y presión contra todas 106 aquellas fuerzas que señalaban o señalábamos, yo he comido muchas veces delante de la policía, que no estábamos conformes con eso, cuando vino la represión, que vino una fuerza, los de la porra. Esos de la Porra les importaba poco coger una mujer, que decían que era liberal, y desnudarla en medio de la calle. Entonces viene eso de la dignidad humana y del respeto, ir a tu casa a cualquier hora a detenerte sin mandato judicial. Entonces la Porra era un cuerpo de represión que tenía Machado y actuaba de una forma bestial, te estaría contando casos tremendos, ir a tu casa, llevarte a un reparto de la ciudad, desnudarte y darte aceite de ricino, desnudarte en cualquier lugar y echarte miel en el cuerpo y untarte plumas de gallina, ¿algo vergonzante, no? Cometían cosas bestiales. Toda la fuerza democrática estaba en contra de esa represión bestial, había una represión bestial en cualquier momento, ¡eh! P: ¿Recuerda en qué manifestaciones participó? R: Pues mira, la más importante fue precisamente cuando llegó el momento, fue en agosto del 33, me parece, donde ya con una presión tan grande que había allí, pues era que Machado decía que se marchaba, y eran las manifestaciones donde el pueblo decía: se marchó el tirano pá Nassau, una isla que hay ahí. Y el pueblo, nos lanzamos a la calle de alegría y de júbilo, y al poco rato salieron unas máquinas que llamaban las perseguidoras, coches blindados, con ametralladoras, y se lanzaron por las calles principales de la Habana, ametrallando a quien fuese. Eran centenares de gente, unos muertos, heridos; yo salvé como tantos más, fue el momento de represión total. Llevábamos ya cuatro o cinco días de huelga total de cierre del comercio y entonces recuerdo yo que la policía por mandato del gobierno iba abriendo comercios. Se paralizó todo, el transporte, todo paralizado, eso echa abajo a cualquier gobierno. Ante esa situación, después, unos siete u ochos días, o algo más, terminó, marchó el tirano. Entonces es ahí cuando viene el segundo período, que se forma una junta que es presidente Grau San Martín —hijo de asturianos—, el cubano y otro, Sergio Carbó, y otros más. Entre otros formaba parte del gobierno ese sargento, Batista. No fue tonto, inteligente, pero lo de siempre. Toda América estaba manipulada por los americanos. Entonces los americanos vieron que Machado no daba más de sí y lo apoyó hasta que lo echasen, y buscó a otra persona que fuese a defender los intereses americanos, y Grau San Martín no iba a defender los intereses americanos, porque era un hombre democrático y popular. Se creó una Junta de Gobierno para hacer unas elecciones más tarde, y cumplieron. Batista con agudeza empezó con que a los soldados 107 les aumentara el sueldo, de treinta a cuarenta pesos, les acondicionó los cuarteles, les dio más libertad, salían a la calle de una forma poco disciplinada, o sea que se fue ganando la simpatía del ejército, para más tarde, justamente, dar ese golpe que dio. Claro, Grau San Martín y todo su equipo veían que las cosas estaban cambiando, pero no de la forma que deseaban; que este hombre se estaba haciendo..., porque las armas determinan en esta vida la democracia impuesta. Entonces, este hombre, cuando se hizo con el aparato militar, llegó un momento en que dijo: bueno, tú mandas en el palacio, pero yo mando en el ejército. Entonces, justamente, es cuando dijo, se plantea el aspecto de que Grau San Martín ya no tiene moral como presidente de gobierno provisional y el otro tiene la fuerza de las armas. Se impone y entonces empieza todo ahí, a seguir las cosas mal, a tratar, no de una dictadura, pero sí de ese camino. Yo recuerdo, en aquel entonces, que yo trabajaban en los Precio Fijos y había unas fuerzas que querían esas cosas. ¡Ah chico!, tenían razón. Los cubanos tenemos que trabajar el comercio, como tú galleguito. Claro, tú si eres blanco o eres negro, es igual, pero tú, para ser dependiente de comercio tenías que tener una preparación. No, el comercio español empezó a vacilar, ¿qué pasaba aquí? Había una ley que habían establecido, el 75% de cubanos empleados y el 25% de extranjeros, que luego la aumentaron al 80%. P: ¿A Ud. le afectó? R: En cierta medida sí y no. Yo estando en el sindicato pues nosotros aceptábamos eso como una ley justa, de protección al nativo, y es verdad. Yo estaba afectado como extranjero, pero yo comprendía que era justo que al nativo que estaba en su tierra no le expulsasen. Pero yo recuerdo que esa ley del 75% no se aplicó, pero luego hicieron otra, la del 80%, que sí se aplicó. Estando yo en el sindicato nos planteábamos este problema en el comité local. Hay que llevar a veto esta ley; vamos a procurar en lo posible a no desplazar a extranjeros, y si tienen que hacer ese 80%, obligar al patrón a que metiese, no desplazar, metiese cubanos, aumentar la plantilla. Y metimos cubanos, pocos más. P: ¿Qué comercios e industrias estaban en manos de españoles? R; Bueno, comercios así por ejemplo eran "El Encanto", era asturiano, un comercio importantísimo, donde trabajaban en aquel momento más de quinientos empleados. Los "Precios Fijos", donde trabajábamos ciento sesenta y cinco dependientes. La "Isla de Cuba", ahí también sobre ciento y pico. Eran todos españoles, unos gallegos, otros asturianos. 108 La industria a esc respecto, como me desenvolví siempre en el comercio... Cuba estaba muy poco industrializada. En ese aspecto se había introducido allí la colonia polaca. Como los chinos, que se dedicaban allí a las lavanderías de ropa, a puestos de fruta. Los polacos vendían baratijas por la calle. Algunos eran comerciantes. Yo recuerdo a uno que estaba afectado de la primera guerra mundial, fue una colonia pequeña; luego, ya sí, empezaron algunas industrias. P: ¿Participó en las luchas por el aumento de salario y la jornada laboral? R: No y sí. Primero, cuando yo trabajaba como viajante, yo estaba bien retribuido. Tenía un tanto por ciento de los intereses que había al terminar el año. Era un pequeño burgués, yo vivía estupendamente bien. Tenía un sueldo estupendo, viajaba por cuatro provincias, si la casa había ganado un millón y pico, yo tenía unos intereses muy buenos. Pero luego falleció el jefe y la familia de España liquidó el negocio, y fui a trabajar como dependiente. Entonces, ahí luché por reivindicaciones laborales, porque en ese comercio, que éramos ciento y pico, te aseguro que no había un dependiente con otro que ganase igual, todos desiguales, la mayor parte de ellos. Yo fui como tantos más, por recomendación. Empecé a trabajar por cuarenta y cinco pesos, muy poco. Yo tenía que vivir de eso. Y allí vas sintiendo tú la vida de un hombre acomodado y la de un explotado, y que trabaja bastante. Entonces comienza la inquietud del ser humano para liberarse. Con Machado creamos un sindicato en el establecimiento este, de los "Precios Fijos". Era un sindicato clandestino y la policía lo sabía y empezaba a indagar quiénes son éstos, y quiénes son los otros. Y yo recuerdo un día que estábamos reunidos en los almacenes, arriba. Estábamos en una asamblea para ver la forma de que hubiese más igualdad en nuestros haberes, porque un dependiente podía tener escalafón de primera y segunda, pero allí daba igual. Era una cosa de que se le planteaba esto al patrón, de cómo establecer categorías, pero no fueron capaces, y entonces lo dejaron en nuestras manos y el comité. Empezamos a estudiar cómo clasificar desde el muchacho que barría hasta el último dependiente. Nunca aciertas todo, pero representamos la igualdad de salarios a la patronal y ¡que va!, se echó las manos a la cabeza. Teníamos una asamblea allí. No sé por qué, teníamos allí un policía secreto en la casa y sabía que estábamos reunidos en asamblea, y entran y nos despiden a todos. Había muchos llantos. La mujer española que trabajaba también estaba mentalizada hasta para poner bombas. 109 De ahí nos llevaron al Castillo del Príncipe. La casa iba a estar cerrada y eran las nueve de la mañana. Entonces el patrón fue a pedir libertad de sus empleados. Total, que ahí quedamos otro chico y yo, los cabecillas, y los demás todos libres. El otro también era español, era catalán. Y todos libres menos nosotros, y entonces yo digo: bueno, vosotros salís ahora, pero tenéis que presionar al patrón porque nosotros somos empleados como vosotros, para salir en libertad. Estamos luchando por vuestros intereses y los nuestros, y tenéis que presionar de que si no nos ponen en libertad, que vosotros vais a la huelga. Justamente a los tres días plantearon esa cuestión y nos pusieron en libertad, y ahí empieza un glosario de luchas. Conseguimos establecer una escala de valores desde muchacho, que a lo mejor ganaba 15, 18 ó 20 pesos, a 30 pesos, y así sucesivamente. Cada categoría, estableciendo ahí su escalafón de salario, y entonces la patronal dijo que no podía ser. A partir de ese momento le di ideas al jefe de ventas especiales. Una feria y tú por ejemplo ganabas 2 pesos y te daban un saquito de azúcar de dos kilos... P: ¿Qué sindicato era el más luchador? R: Había el sindicato de la aguja, de la confección, integrado en la Federación Obrera de Cuba. P: ¿Cree que la mujer en Cuba tenía más libertad que en España? R: A pesar de la distancia del tiempo, creo que sí. P: ¿Observó cierto regionalismo entre los españoles? R: Sí, más o menos, siempre tienden a eso. Allí la colonia española eran gallegos y asturianos; hay canarios, de todas partes, pero lo más importante era el Centro Asturiano y el Centro Gallego. Con 2 pesos tenías acceso a todas las cuestiones recreativas. Que te enfermabas, tenías tu quinta, operaciones, tratamiento. P: ¿En los centros existía algún partido político cubano? R: No, eran independientes. P: ¿ Ud. recuerda la lucha entre la Federación Médica y los Centros Regionales? R; Sí. estamos en otra época. En La Habana radicaba todo eso, unos médicos generalmente burgueses, acomodados; en general, médicos del Centro Gallego y de la Quinta Covadonga del Centro Asturiano. P: ¿Estos médicos eran cubanos? R: Eran cubanos. P: ¿A quién apoya Ud. ? R: A la Federación Médica de Cuba. P: ¿Ya los españoles? 110 R: A los Centros Regionales, porque ellos se veían afectados desde un punto de vista patriotero. P: ¿Ud. tuvo casa propia o alquilada? R: Propia no, alquilada sí, un apartamento con otro. P: ¿ Cuánto pagaba por el alquiler? R: Poco, eran muy bajos. No sé si eran dos habitaciones, sobre 18 ó 20 pesos al mes. Era muy bajo. Aquella época era muy barata, la carne de primera allí valía 75 centavos..., la comida era baratísima allí. P: ¿Recuerda alguna canción o copla contra el gobierno? R: Bueno, yo la verdad podía tener algún recuerdo. Lo primero es que soy muy mal cantante. Era en épocas anteriores, de la Chambelona de Menocal, anterior a Zayas: ¡Ahí, ahí la Chambelona...! P: ¿Tuvo coche? R: No, porque cuando lo quería con un amigo pues alquilabas un coche por cuatro pesos al día; cogías el coche y te largabas donde quisieras. Coche en aquel tiempo lo podía tener el que quería..., de segunda mano lo podías comprar por 50, 100 pesos. P: ¿ Y lo que ahorraba ? R: Depende de la condición social que tuvieras en España. Tú te sacrificabas. Mis padres me enviaron a Cuba y ellos pidieron un crédito a la banca para comprarme mi ropa, mi pasaje. En ese momento, cuando yo empecé a trabajar procuraba enviarles a mis padres. Sobre todo el primer envío fue de 2.000 pesetas para pagar ese crédito que ellos habían adquirido para mandarme a Cuba, y a mis hermanos también. P: ¿Allí no guardaba el dinero en el banco? R: No, allí lo normalizado estaba en que como había esa cadena de empleados de familiares, primos y parientes en el mismo almacén, pues pedías un adelanto de tus gastos, tabaco, ropa, o lo que fuera, y a fin de año te hacían la cuenta. Pues has ganado tanto, gastaste tanto y te queda tanto. Y allí te quedaba una cuentita, que con eso negociaba el patrón. Allí entonces vivías un poco patriarcal, familiar. P: ¿Era en general? R: En casi todo el comercio español. Me refiero a este tipo de comercio tradicional de almacenes, porque en tiendas donde yo trabajé, pagaban a fin de mes. Te hablo de almacenes en general de tipo tradicional. P: ¿Perteneció a algún Club aparte del Centro Asturiano? R: No. P: ¿Qué periódicos leía? R: Entonces había allí en Cuba el Diario de la Marina, muy burgués. Lo leía porque el patrón estaba suscrito a él; El Mundo, de un carácter más liberal que este otro, y El País, ése lo creó un tal Aznar, un periodista español que estuvo en Cuba, volvió a España y no sé si está vivo todavía. P: ¿ Qué periodistas espa/loles recuerda Ud. en Cuba ? R: Pues Aznar, director de El País. P: ¿Qué otras actividades realizaba, iba al teatro? R: Al teatro sí, me gustaba bastante. P: ¿Iba al "Teatro Alhawbra"? R: Sí, pero ese era un teatro un poco obsceno, pero a la vez con una crítica estupenda al gobierno cubano y al español. Había unos artistas tremendos. P: ¿Cómo representaban al "gallego"? R: Pues de una forma un poco tolo, como aquí decimos, pero agudo. P: ¿Se sentían heridos? R: Mira mujer, en cierta manera sí, porque cuando tú ves que te están humillando sí, pero había algo también que no se dice. Tú allí eras español, asturiano o lo que sea, y vivías allí como uno más; únicamente salía eso cuando se sentía ofendido un cubano, te decían entonces: "gallego de mierda, vete pá España". Pero después de eso, era una convivencia fraternal. El español allí vivía como si estuviese en España. P: ¿Le fue fácil adaptarse? R: Sí, bueno, me costó sobre todo eso que llaman en cuanto a la salud, el salpullido. Me ingresé y estuve bastante mal, tenía bastante temperatura, después de eso me aclimaté. P: Cuando regresó a España, ¿en qué trabajó? R: En nada. Yo llegué en abril y en ese tiempo estuve gestionando emplearme en el comercio y después me pilló la guerra. Después de la guerra, que regresé del Batallón de Trabajadores Disciplinario, que al rendirse Asturias, me detuvieron, pasé por muchas visicitudes, por el huerto del francés... En el 42 fue cuando salí en libertad y me vine para casa. Empecé a trabajar en una carretera echando piedras y ganando 8 pesetas, y gracias... Más tarde fui a trabajar al Puerto San Juan Nieva de Aviles, de carga y descarga de carbón a pala. P: ¿Participó mandando dinero a España para la creación de escuelas? R: Bueno, a mí no me tocó. Tocó a la sociedad de mi pueblo, Villa-alegrina, que mandaron para acá. Yo era directivo de la Asociación Villaalegrina de La Habana. 112 Se mandó para aquí, para hacer dos pozos de agua pública y para comprar un trozo de terreno, para ampliar de cementerio de mi parroquia. Queríamos hacer un panteón colectivo para todos los que hubiésemos sido socios en La Habana y regresaran a España. Eso se estancó y últimamente lo arreglaron de mala manera. BIBLIOGRAFÍA CULLOM, Davis (1977), Ora/ Hisioiy. Chicago. FRASER, Roland (1979), Recuérdalo tú y recuérdalo a los otros. Historia oral de la guerra civil española. Barcelona. GONZÁLEZ MARTÍNEZ, E. y NARANJO, C. 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Título y subtítulo | Memoria de los trabajos y los días. Historias de la emigración a Cuba |
Autor principal | Naranjo Orovio, Consuelo |
Publicación fuente | Tebeto : anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura (Islas Canarias) |
Numeración | Número 09 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Fuerteventura |
Editorial | Cabildo Insular de Fuerteventura |
Fecha | 1996 |
Páginas | p. 085-114 |
Materias | Canarias ; Emigración e inmigración ; Cuba ; Historia |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1218926 Bytes |
Texto | MEMORIA DE LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS. HISTORIAS DE LA EMIGRACIÓN A CUBA* CONSUELO NARANJO OROVIO * Trabajo entregado en 1991. y realizado dentro del Proyecto del Plan Nacional I+D, AME90-0793. Al iniciar el estudio de la inmigración española en Cuba en el siglo XX, nos planteamos desde el primer momento contar con las fuentes orales como una fuente más, complementaria y/o alternativa a las fuentes escritas. ¿Por qué no aprovechar la memoria aún viva de los protagonistas de nuestro estudio, de aquellos que fueron testigos de los hechos que nos proponíamos analizar? Esta pregunta, esbozada como hipótesis, fue tomando consistencia a medida que nos adentrábamos en el tema e investigábamos en las fuentes escritas. Estas últimas no brindaban una información a veces demasiado institucional y oficial del significado del proceso migratorio y de la propia comunidad inmigrante. Nos faltaba, por así decirlo, la otra cara de la moneda, la historia vivida en carne y hueso por los hombres y mujeres que una vez tuvieron que dejar su tierra e incorporarse a un país lejano y extraño, frecuentemente el lugar definitivo donde se asentaron. El deseo de rescatar del tiempo y del olvido los recuerdos de estos inmigrantes, de sacar a la luz su vida cotidiana, sus anhelos, tristezas, quehaceres, trabajos, diversiones y, en definitiva, de recrear el fenómeno migratorio en todas sus dimensiones, fue lo que nos impulsó a considerar la historia oral como una fuente histórica a utilizar en nuestra investigación. Las historias de vidas rescatadas nos ayudaron a tener un conocimiento más profundo de la colectividad española, así como a penetrar en algunos aspectos no reflejados en la documentación escrita, sobre todo en aquellos aspectos más "íntimos" del entramado social y de la actuación del grupo; actuación que a veces sólo se revelará mediante el estudio de los testimonios ofrecidos por sus miembros. De forma paralela, nos interesaba recuperar lo individual, lo particular de cada hombre y mujer, a partir de lo cual poder recomponer e interpretar el fenómeno colectivo. Por otra parte, nos interesaba conocer al hombre común, darle cabida en la historia y que fuera él quien con sus propias palabras nos relatase lo vivido. Nos alejábamos cons- 87 cientemente de la historia de los grandes hombres, de las figuras destacadas que hicieron las Américas. Insistimos, una vez más, en que fuera este hombre común quien, incorporado a la historia, la juzgara e interpretara, con lo cual también conoceríamos el modo de percibirse él mismo dentro de la historia. Si en todos los estudios contemporáneos la historia oral juega un papel importante, creemos que en los estudios migratorios su lugar es aún más destacado. La historia de la migración a América está hecha de hombres y mujeres cuyas historias y trayectorias vitales no siempre recrean los éxitos que, algunos de ellos, consiguieron al final de sus vidas. Son historias truncadas, marcadas muchas de ellas por el desarraigo, la añoranza y el recuerdo; el recuerdo de un tiempo y un lugar lejanos, que con el paso de los años se ha idealizado. Son historias que nos relatan otras versiones de la migración y la alejan de los hechos triunfalistas, tantas veces rememorados. La subjetividad del testimonio no anula su validez como fuente histórica; el olvido, las omisiones voluntarias, las distorsiones pueden ser indicativos de los comportamientos de ciertos grupos o comunidades, que a través de ese testimonio, de esas omisiones voluntarias, quieren dar una imagen determinada de sí mismos. Tengamos en cuenta que a menudo hay un pasado estereotipado, muchas veces engrandecido y nostálgico, unas tradiciones consolidadas que permanecen en la memoria de los hombres y se manifiestan a través de sus relatos. Un pasado idealizado, modificado y matizado que también aparece en la documentación escrita. Uno de los aspectos a tener en cuenta al comienzo de una investigación en la que utilicemos la historia oral, es saber que el modo de recoger los testimonios condiciona su posterior utilización, ya que las historias de vida muchas veces reflejan también las demandas impuestas, de forma inconsciente, por el entrevistador. Como han señalado algunos autores, la investigación que requiere llevar a acabo entrevistas es parecida a un "proceso de seducción". Qué duda cabe que a lo largo de la entrevista el entrevistado y el entrevista-dor pasan a tener un grado de intimidad que de otra manera no se obtendría. Las barreras entre el entrevistado y el entrevistador tienen que ir cayendo a medida que avanza la entrevista. A lo largo de ella, el entrevistado tiene que percibir que su vida, su testimonio interesan a su interlocutor, que la entrevista no es un mero trámite. En nuestra investigación, basada en informantes de avanzada edad, el placer de hablar y la ilusión de ser escuchados en la etapa final de su vida, de saber que sus experiencias y su vivir cotidiano eran intere- santes para alguien, permitió establecer una relación mutua muy particular. Entre los objetivos de nuestro estudio se encontraban conocer la trayectoria vital de los emigrantes tanto en España como en Cuba, para lo cual se hizo necesario analizar previamente el proceso histórico de ambos países. En la primera fase de la investigación, tras el estudio del contexto histórico, procedimos a realizar las primeras entrevistas como modo de penetrar en el campo c ir dibujando los ejes en torno a los cuales giraría nuestro trabajo. Estos testimonios, quizá menos ricos que los posteriores, nos sirvieron para organizar la estructura del estudio. Los primeros relatos tuvieron una función explicativa y se utilizaron de forma extensiva; es decir, como modo de abarcar en toda su extensión el universo social, ya que aún no teníamos perfilados los aspectos en los que nos queríamos centrar. Cada uno de los testimonios recogidos fue enriqueciendo la investigación y a partir de ellos pudimos ir remodelando las entrevistas, planteándonos también nuevas hipótesis y líneas de trabajo. En nuestra investigación, a caballo entre las historias de vida y las entrevistas, utilizamos los relatos de todas las personas como un elemento más para el estudio de la colectividad española. No analizamos las historias de vida una por una, en su totalidad, sino en fragmentos que nos ayudan a comprender el objeto de análisis a la vez que lo enriquecen. De esta manera la investigación reñeja, en su conjunto, todas y cada una de las historias recogidas, muchas de ellas diferentes y a veces contradictorias. En nuestra investigación se realizaron un total de 350 entrevistas entre 1981 y 1986 en Estados Unidos, en Miami, en diferentes zonas de España como Galicia, Asturias, Canarias y Madrid, y en Cuba, en La Habana. El lugar elegido para iniciar el trabajo de campo fue Miami, ya que a primera vista consideramos que sería más fácil la localización de españoles que hubieran emigrado a Cuba y, tras la Revolución del 59, se hubiesen asentado allí. Debemos tener en cuenta que en territorio español los retornados se hallaban dispersos en aldeas, por lo que localizarlos era difícil. Esta circunstancia se veía agravada al no contar con estudios previos o estadísticas orientativas. A partir de estas entrevistas y de los datos proporcionados por los entrevistados sobre su procedencia, llevamos a cabo una búsqueda en las localidades españolas que con mayor frecuencia habían sido señaladas. En este punto de la investigación el trabajo fue algo más fácil, ya que en las aldeas y pueblos que visitábamos, nos proporcionaban nuevos 89 datos sobre el paradero de otras personas que habían emigrado, y así sucesivamente. Un largo peregrinar en el que todas las personas que entrevisté, así como otros, los más ancianos de las localidades, ayudaron a hacerlo más sencillo y agradable. El trabajo de campo hubiera quedado incompleto si no hubiéramos realizado entrevistas a miembros de la colectividad española asentada en Cuba. La Habana constituyó el centro donde desarrollamos la investigación, que en esta fase fue más organizada y cómoda que en anteriores lugares por la pervivencia de los centros y sociedades españolas, cuyos miembros continúan asistiendo con asiduidad. Otra fuente documental utilizada fueron las cartas enviadas desde distintos puntos de Cuba por algunas personas, con quienes no había podido contactar en ningún viaje. El cuestionario utilizado, que fue variando según avanzaba la investigación y la propia entrevista, puede dividirse en tres bloques cronológicos, marcados por las diferentes etapas de la vida del emigrante: la vida en España y su salida del país; la llegada y residencia en Cuba y un tercer bloque destinado a aquellos que abandonaron la isla y se asentaron en España o en un tercer país. 1. LA VIDA EN ESPAÑA Y LA SALIDA DEL PAÍS Las preguntas contenidas en este apartado tenían como objeto, en primer lugar, conocer la procedencia, la edad, la extracción social, el nivel educativo, la pertenencia a un determinado sector económico y la existencia o no de lazos familiares o contactos en Cuba. Este último aspecto contenía un interés especial ya que a través de él llegamos a conocer con gran precisión todo el sistema encadenado del proceso migratorio. Las llamadas de paisanos, amigos o familiares desde la isla caribeña constituyeron uno de los factores de atracción para el joven emigrante. Unas llamadas que no caían en saco roto al estar dirigidas a jóvenes que con frecuencia habían oído hablar de América, sobre todo en determinados ámbitos donde el sueño de hacer las Amé-ricas se mantuvo como mito a lo largo de los años. Los viajeros y los inmigrantes fueron los encargados de transmitirlo. En algunos de sus relatos y cartas, América aparece como una tierra de riqueza, donde el oro corría por sus ríos, una tierra de promisión a la que cualquier individuo podía acceder y cualquiera podía alcanzar sus sueños de riqueza. El sueño de hacer las Américas estaba presente en estos jóvenes, a la manera de los retornados que gastaban su dinero por doquier y rela- 90 taban historias, muchas de ellas fantásticas, sobre el mundo en el que los hombres podían variar su fortuna y el clima era siempre benigno. Es a posteriori, con la experiencia migratoria vivida, cuando aparece en sus relatos la imagen del americano, del indiano como una figura aislada dentro de la emigración. Para ellos el americano ya no representaba a todos los que salieron, sino a una minoría. Sin embargo, a la hora de partir, el americano, la idea de América como tierra de Jauja y promisión estuvieron presentes en todos ellos. Queríamos que nos recreasen no sólo la idea que en su aldea se tenía sobre las Américas, sino también el ambiente generado en torno a la emigración y la existencia de intermediarios entre el futuro emigrante y las compañías navieras. De esta manera otro grupo de preguntas estuvo dirigido hacia la propaganda desarrollada por los agentes, también llamados ganchos, arregladores o garroteros, que desarrollaron su labor en el medio rural. La actuación de estos ganchos como mediadores entre el emigrante y la compañía naviera constituye una parte importante del relato y de la historia de la emigración, al ser una pieza más en la cadena migratoria. El emigrante no emigraba al azar y en la gran mayoría de los casos tenía referencias del país al que se dirigía. La existencia de cadenas migratorias encaminaron y dirigieron la emigración a los países en los que las colectividades ya estaban asentadas y desde los que llamaron a sus compatriotas. Al estudio de estas cadenas también contribuyeron los testimonio obtenidos con las preguntas sobre las posibles causas que motivaron la partida, fecha de salida, puerto elegido, precio del pasaje, forma de pago, barco y compañía naviera, duración y condiciones de su estancia en la localidad portuaria mientras esperaban embarcar y condiciones del viaje. En la ciudad portuaria muchos de los emigrantes se dieron cuenta de los abusos a los que eran sometidos. Los días interminables a la espera del día de salida, las estancias en pensiones cuyos dueños estaban compinchados con los ganchos, son entre otros aspectos comentados por los entrevistados. Los testimonios sobre las condiciones de viaje, las comidas y camarotes de tercera en donde viajaban los emigrantes son también de un gran valor. 2. LA LLEGADA Y RESIDENCIA EN CUBA Este apartado fue el eje central de la entrevista. En él quedaban englobadas preguntas que abarcaban desde el momento del desembarco hasta, prácticamente, la actualidad. Tras arribar el barco a la bahía de La Habana, las autoridades de inmigración se encargaban del desembarco de los emigrantes en esta ciudad o de su conducción a Triscornia, campamento o Lazareto de inmigración, creado el 1900, situado al otro lado de la bahía habanera, sobre una pequeña colina de Casablanca. La posesión de dinero, el ser socio de algún centro regional español o el tener carta presentada por algún familiar ya asentado en Cuba, es decir alguna credencial que avalase que no sería una carga pública, le facilitaba al recién llegado su entrada en La Habana. A los que no cumplían estos requisitos, o muchas veces eran objeto de equivocaciones, o bien eran portadores de alguna enfermedad, se les marcaba su documentación con un sello que indicaba Triscornia. El inmigrante permanecía en el campamento hasta que el gobierno cubano le proporcionaba un trabajo o bien alguna institución española, un familiar o un amigo le reclamase bajo su responsabilidad. La documentación oficial nos da una visión algo idílica sobre las condiciones de vida en Triscornia; discurso que a veces se contradecía con los testimonios de los inmigrantes que permanecieron en él. Por ello y para contrastar todas las informaciones, las primeras preguntas iban encaminadas a conocer las condiciones de vida en Triscornia, el modo en que se realizó la salida de él y las primeras impresiones recibidas. La entrevista continuaba con preguntas relativas a la inserción en la sociedad cubana. En este apartado los centros regionales y asociaciones de beneficencia españolas tenían un papel destacado, ya que, en la mayoría de las ocasiones, estas asociaciones de carácter mutualista facilitaron la incorporación del joven al mundo laboral y sirvieron de amortiguador en el proceso adaptador Asimismo, estos centros fueron el espacio donde, junto a las relaciones intraétnicas, también tuvieron lugar relaciones interétnicas. Las preguntas contenidas en este apartado giraban en torno a las causas de afiliación, organización interna y participación en ellos. Las cuestiones sobre la incorporación al mundo laboral sin duda constituyeron uno de los apartados más amplios, debido a la movilidad laboral del inmigrante. Nos proponíamos conocer las actividades económicas desarrolladas, jornada laboral, salarios y forma de pago, condiciones laborales, nacionalidad de los dueños de las casas, empresas y negocios donde trabajaban y posibles vínculos del individuo con ellos. Otras preguntas iban dirigidas a averiguar el ascenso económico del individuo y el modo en qué se produjo, las propiedades adquiridas, las inversiones en negocios, bienes, etc. La realidad encontrada en Cuba chocaba con los sueños de todos los jóvenes que veían en América la tierra de Jauja, donde el trabajo sería 92 mucho más liviano que el dejado atrás y donde pronto la fortuna les sonreiría. Los relatos de todos los emigrantes no dejan de apuntar todas las "fatigas", que al menos durante algunos años desde su llegada, tuvieron que pasar, así como la explotación a la que se vieron sometidos por sus propios paisanos. Estas experiencias, que hemos recogido a lo largo del trabajo de campo, son el núcleo básico de información que poseemos para acercarnos a la vida cotidiana de los hombres y mujeres que un día decidieron mejorar su vida y marchar a "hacer las Américas". Las historias de vida se repiten una y otra vez y en todas ellas sus protagonistas enfatizan y reiteran, como por temor a que nos perdamos en sus relatos, todos los trabajos pasados hasta que llegaron a situarse; unos como intentando justificar y a la vez resaltar la posición lograda, otros tan sólo con el empeño de dar a conocer sus vidas, que hasta el momento de la entrevista creían sin importancia. En el estudio de la vida cotidiana nos preguntábamos de qué manera se construyó esa nueva cotidianeidad en un universo nuevo; qué factores influyeron en que su vivir cotidiano, ahora transformado, fuera tomando el carácter de "normalidad", y en qué momentos ésta fue alterada. La adaptación, los trabajos, los miedos, la soledad, la lejanía fueron sensaciones compartidas por cada uno de ellos y ellas y que nosotros queríamos recrear. Para ello la historia oral fue el arma fundamental. Las historias de vida rescatan, recrean y reconstruyen esa nueva cotidianeidad de los inmigrantes. El análisis del vivir cotidiano nos parece fundamental puesto que es el elemento común compartido por todos los miembros de la colectividad inmigrante. Los trabajos, la fortuna, la suerte fueron los mecanismos que diferenciaron posteriormente a algunos de ellos. Pero, como el acontecer diario no se puede aislar en un capítulo, en nuestra investigación aparece a lo largo de todo el estudio. ¿Cómo separar la inserción del inmigrante en el mundo laboral, de los relatos de las largas jornadas laborales vividas detrás del mostrador de la bodega, o las noches pasadas en el duro camastro de la trastienda? ¿Acaso no fueron estos elementos fundamentales en el ascenso económico del joven inmigrante? ¿Cómo aislar la explotación sufrida por sus propios paisanos del estudio de las relaciones laborales? El cambio del estado civil, la nacionalidad del cónyuge y el lugar donde se conocieron eran indicativos del funcionamiento de la colectividad, de su grado de endogamia. Otro grupo de preguntas iba dirigido hacia los estudios realizados por sus hijos y qué colegios fueron elegidos para ello; la adopción de la nacionalidad cubana, etc. 93 También nos interesaba conocer detalles de las condiciones de vida: los barrios donde vivían, condiciones de la vivienda, si ésta era o no compartida, si era propia o alquilada y a cuánto ascendía el alquiler; amistades frecuentadas, sitios de reunión, empleo de las horas de ocio en teatros, cines, centros regionales, billares, etc. El recuerdo presente de España afloró en diferentes ocasiones a los largo de la entrevista. De manera especial preguntábamos sobre los medios con ios que mantuvieron los vínculos con España, tales como la lectura de prensa española o que contuviese noticias de España, el envío de dinero, el seguimiento de los acontecimientos políticos y su participación en las organizaciones políticas españolas creadas en la isla, tanto de carácter nacionalista como aquellas que abarcaban el ámbito estatal, etc. Otro bloque de preguntas lo constituyeron aquellas referentes a la evolución de la política cubana y la participación en organizaciones sindicales y partidos políticos; así como la implicación en huelgas y manifestaciones y de qué manera ello repercutió en la vida del individuo —detención, encarcelamiento y expulsión del trabajo o del país—. Este apartado se cerraba con preguntas sobre la consideración del nativo y la manera en que ellos creyeron que fueron vistos por los cubanos. Uno de los temas que, en un primer momento, no habíamos planteado desarrollar en este estudio fue el impacto de la guerra civil española en Cuba y el seguimiento de la misma desde la Gran Antilla. La pro-fundización en la vida de la colectividad española nos llevó a conocer la enorme trascendencia que el conflicto español había tenido entre dicha colectividad y su repercusión en la propia sociedad cubana. El entusiasmo trasmitido por nuestros interlocutores nos llevó a apasionarnos por el tema y, junto a los testimonios orales, emprendimos la búsqueda de material escrito, que nos ayudara a completar el panorama. Desde el comienzo tuvimos la impresión de que Cuba fue otro escenario de lucha, en el que republicanos y nacionales defendieron sus ideologías y desplegaron toda su propaganda. Un escenario en el que, si bien los inmigrantes españoles fueron los principales receptores y a veces protagonistas, también nos encontramos a los cubanos adoptando posiciones a favor o en contra de una de las dos causas, como si de su propia contienda se tratara. El estudio de la guerra civil nos llevó a analizar otro fenómeno, el exilio republicano español. Se trataba de ofrecer un panorama que abarcase a todas las clases sociales, a todos los hombres y mujeres que desde sus diferentes posiciones ideológicas y profesiones, intelectuales y no intelectuales, se vieron afectados. Su llegada a Cuba, muchas veces proce- 94 denles de la cercana República Dominicana, bien como vía de paso hacia México, bien como lugar definitivo donde asentarse, abrió de nuevo otros horizontes en la investigación. Tratamos de estudiar no sólo el acontecer diario de estos exiliados, sino también su participación en la lucha antifranquista desarrollada en la isla. La pasión con la que algunos de nuestros entrevistados nos relataban los hechos, así como los mismos testimonios nos ayudaron una vez más a ampliar nuestro objeto de estudio, al comprender que España, sus problemas y avatares, eran seguidos y vividos con gran fuerza. Ya no era solamente la guerra civil el conflicto vivido y seguido desde Cuba, cualquier acontecimiento, cambio de régimen o creación de nuevos partidos eran hechos conocidos y apoyados desde la isla, en donde surgieron formaciones políticas reflejo de las españolas, muchas de ellas de carácter nacionalista. Dicho fenómeno no se enmarcó en los años de la guerra, ya que existía con anterioridad. 3. LA SALIDA DE CUBA Este último apartado se centró en las causas que motivaron al individuo a dejar Cuba, así como los factores que le condicionaron a elegir el nuevo país de residencia: causas de la partida, fecha en que se produjo, llegada al nuevo país, actividades laborales y adaptación al mismo. Coincidiendo este apartado con la última etapa vivida por el individuo, en la gran mayoría de las ocasiones el entrevistado hacía una valoración de su trayectoria vital, de las ventajas e inconvenientes de la emigración y de la situación actual, resultado de la decisión que un día ya lejano adoptó. Inevitablemente el individuo daba marcha atrás y sopesaba aquella decisión que varió para siempre el curso de su vida. Los renglones de la memoria nos hablan sobre los días, los trabajos, los sueños, las esperanzas, las frustraciones de un grupo humano que quiso encontrar el amanecer de una nueva vida hacia el Occidente. Sus palabras nos evocan el vivir cotidiano, la mentalidad, la forma de sentir y el presente de un pasado cercano. CARTAS DESDE JATIBONICO (SANCTI SPIRITUS) Documento 1 Nací, el día 9 de octubre de 1904, en la aldea de Las Manchas, El Paso; hijo de Antonio y Tomasa, en la isla de La Palma, Canarias. 95 Mis primeras letras las aprendí en una escuela privada, las cuatro reglas, enteros y decimales. Hasta esa edad ayudé a mis padres en lo que pude. Mis padres eran pobres y éramos ocho hermanos. Un día le dije a mi padre si me dejaba venir a Cuba. Él no estaba de acuerdo porque era muy joven, tenía cuando eso 14 años y meses, pero nos embullamos unos muchachos vecinos y tanto le dije a papá que me autorizó a emigrar. Embarqué en los primeros días de junio del año 19. Llegamos a Santiago de Cuba a bordo del vapor "Barcelona", el día 23 de junio del mismo año. Ya en Cuba fui ubicado en la zona de Zagarasco y colocado con un señor que tenía un sitio de tabaco —también se llaman vegueríos, pertenecen a fincas muy grandes dedicadas al cultivo del tabaco. Se arriendan en parcelas de distintos tamaños según las posibilidades del que las arriende y las rentas dependen de que los terrenos sean mejor o peor—. En ese sitio ganaba 25 pesos mensuales. Pasé mucho trabajo porque sólo contaba con 14 años y 8 meses y no estaba acostumbrado a trabajar en el campo. Porque en el campo, en el tabaco, no hay horas fijas para atenderlo, porque hay que trabajar de noche y a cualquier hora. Vivía en bohíos, cerca de las viviendas de los dueños de la finca. Al año de estar en eso me coloqué en una tienda que había cerca, en la cual estuve tres años ganando muy poco por la mala situación que había en el país. En el año 23 vino mi papá y dos hermanos de Canarias y dejé la tienda para sembrar tabaco de partidario en distintas casas. No tuve suerte con las siembras de tabaco, hasta que el año 36 me casé y puse sitio por mi cuenta. La suerte no me ayudó mucho, pero adquirí algunos animales e iba escapando con algún tabaco que dejaba. Empecé a torcer tabaco y aprendí el oficio de tabaquero. Comí lo que se producía en el sitio y lo que se criaba de animales, para el autoconsumo. En el tabaco no hay salario o sueldo, depende de la producción. Al terminar la cosecha, después de sacar los costos de producción, él o los partidarios, que son los que atienden el cultivo, cobran la mitad, que por eso se les dice partidarios. Los arrendatarios no se dedican personalmente al trabajo. Entonces ponen cuatro, seis u ocho o más partidarios de acuerdo con el tamaño del sitio para atender la cosecha del tabaco. Esto que le relato corresponde a los años antes de nuestra Revolución. Hoy la producción tabacalera está constituida en Granjas Cooperativas, bajo la dirección del estado, y las producciones de las mismas son repartidas equitativamente entre todos los cooperativistas; ya los partidarios terminaron su misión. 96 Las siembras de tabaco empiezan en los meses de noviembre y diciembre, y se recolecta en febrero y marzo, hasta que se termina su proceso y se pone a la venta. Durante el tiempo muerto, la mayoría de los partidarios nos quedamos en el sitio ayudando a las labores y siembra de viandas para el sustento de nosotros mismos durante el año. Otros se iban para la zafra, a cortar caña y trabajar en otras labores hasta que volvía la siembra de tabaco. El tabaco es, con el azúcar, las principales divisas de nuestra economía y los mejores del mundo; la producción se vende para la exportación y el comercio, porque el pueblo cubano es un gran consumidor del tabaco. Tabaquero es el que elabora los tabacos. En el año 48 un tornado con viento y agua nos arroyó con casas y todo, y tuve la necesidad de mudarme para Jatibonico, pueblo cercano donde tenía una casita que se estaba haciendo por una compañía constructora; eso fue por el año 49. Así seguí haciendo tabacos y vendiendo con la ayuda de mi esposa; tenía dos hijas, las que viven. En el año 57 me acogí a la Ley de Bienestar Social, y me retiré con una pensión de 40 pesos. Hoy nos pagan 64 pesos. Ya en el año 59, en plena Revolución, me sorprende la suerte con 2.000 pesos de la Lotería Nacional. Como hasta la fecha no había podido ir a ver a mis padres y hermanos decidí con el dinero ir a verlos. El 30 de agosto embarqué, era el año 60, regresando en enero del 61. A bordo nos enteramos de la ruptura de relaciones de Estados Unidos y Cuba. Me integré en los Comités de Defensa de la revolución, ocupando distintos cargos en dicho organismo; 11 años financiero de la Zona, con 12 Comités. Hasta hoy, que ya el peso de los años no me permite más. El año 55 me hice ciudadano cubano. No fui político y no tuve que lamentar problemas personales con nadie. Quedo a su disposición para en todo cuanto pueda servirle, su servidor. Documento 2 Jatibonico, 9 de junio de 1984 Estimada Sra., Trataré en pocas palabras de darle a conocer algo de mi vida en lo referente a su interés, realmente mi vida es muy sencilla. Como la mayoría de los isleños que hemos venido a Cuba toda está compuesta de trabajo desde antes de salir el sol hasta mucho después de este ponerse, sin vacaciones y sin tiempos libres, pero no puedo quejarme, porque aunque nunca he sido rico y he pasado momentos difíciles, gracias 97 a Dios nunca me ha faltado nada de lo esencial ni a mí ni a mi familia. Nací en 1904 en La Guancha (Tenerife), vine a Cuba en 1923 huyendo del servicio militar por la guerra de Marruecos. Llegué a Cuba y fui a un pequeño pueblo de la provincia de Cama-güey a trabajar en una fonda de un tío (no era el único propietario, era en sociedad con otro), ahí ganaba $20.00 mensuales libres, pues dormía allí, en un pequeño cuarto que poco a poco fui acondicionando, y también me daban la comida. Ahí estuve tres años trabajando con ellos. Al cabo de este tiempo ellos decidieron volver a Canarias y entre cuatro se lo compramos, pagándole poco a poco el importe. La fonda era conocida por "La Viña". En 1931 la vendimos y fui a Jatobonico, un pueblo cercano que estaba prosperando un poco más al pasar por él la carretera central. Ahí, con un compañero de la infancia y pariente lejano, abrimos en sociedad el "Hotel Plaza", alquilamos el edificio a razón de $60.00 mensuales y con una contribución de 1,5% de venta bruta. Teníamos un cocinero, un ayudante de cocina y un empleado para el comedor. Yo atendía la limpieza de los cuartos y del salón comedor, además atendía a todos los huéspedes que llegaban después de las horas normales de almuerzo y comida, y como dormía ahí, también a los que llegaban tarde en la noche, ayudaba en el despacho del almuerzo y la comida. Ahí estuvimos hasta el 48 en que vendimos y fui por seis meses a Canarias; mi compañero se quedó. Yo regresé, pues en el 45 me había casado con una cubana hija de asturianos, y ya tenía nacidas mis hijas. Tenía dos, una tenía un año y la otra seis meses. Fueron las únicas que tuve. Regresé en el 49 y compré nuevamente el hotel en sociedad con otro compañero, éste de Galicia. Lo tuvimos hasta el 63 ó 64 que lo intervino el gobierno en la Campaña de Ofensiva Revolucionaria, donde intervinieron todos los comercios pequeños y los timbiriches (así les decían a los comercios muy pequeños que no tenían empleados). Ya en esa época sólo nos quedaba atendiendo los cuartos, pues la cocina primero la había arrendado, alrededor del 61, y luego la quitamos del todo. Ya en esa época no teníamos empleados. Yo atendía la limpieza de las habitaciones, que era el único trabajo real a hacer. El Estado no me pagó nada por lo que estaba ahí, y me retiraron con $60.00 mensuales. Al año de estar retirado, más o menos, comencé a trabajar en el campo ayudando a un amigo que tenía una pequeña finca (las mayores de 5 caballerías habían sido intervenidas). Por este trabajo no percibía salario, pero recibía algunas viandas y los frijoles y arroz en la época de la cosecha que daban para la alimentación del año. Ahora continúo yendo al campo, pero ya con menos frecuencia. 98 Alrededor del año 1954 compré dos casas viejas (las vendían juntas) y las reparé, y una de ellas la convertí en mi vivienda. AI principio de casado viví tres años en un cuarto del Hotel, luego alquilé una casa cercana. Mi esposa cosía para fuera y así ayudaba en algo. Ambos deseábamos tener una casa propia y ésta era una oportunidad. Como no tenía suficiente dinero tuve que pedirle prestado a un amigo que me conocía. Una de las casas fue mi vivienda y la otra estaba alquilada a una mueblería y así quedó. Cuando la Ley de la Reforma Urbana, en el 61 ó 62, se acabaron las casas de alquiler. Las que tenían muchos años alquiladas pasaron a ser dueños los que las vivían, y los otros le pagaban al Estado. Los que como yo somos personas mayores cobramos el alquiler vitalicio, es decir, hasta que muera cobro los 21 pesos del alquiler. Mis primeras vacaciones las vine a tomar bueno, primero cuando me retiraron, que estuve cerca de un año sin trabajar, y luego he trabajado en el campo, pero siempre ha sido más que una obligación y un poco de necesidad hasta que mis hijas comenzaron a trabajar. Como puede observar, en mi relato no he hecho mención a pertenencia a ningún partido político, ni a participar en ninguna manifestación política, porque nunca he hecho otra cosa que no sea nada más que trabajar, ni he tenido el tiempo para dedicarlo a esas actividades. Le deseo éxito en su estudio y trabajo. He tratado de hacer las cosas lo mejor posible, sólo pude estudiar hasta el grado sexto pero siempre me ha gustado mucho la geografía y he leído algo mientras esperaba a los clientes en el Hotel. Ahora, aunque veo poco, leo también, así que espero haberle sido útil. Atentamente un servidor. Documento 3 Yo nací en La Palma, en Tijarafe, el día 9 de mayo de 1908. Vine a Cuba en 1927, a la edad de 19 años, por asunto del servicio (militar), donde llevo 57 años, tengo 76 (1984). Mi primer trabajo fue el de veguero en un sitio de tabaco. Los vegueros son todos los que siembran tabaco en cantidad comercial; hay algunos que pudieran llamarse colonos porque son cosecheros en grandes cantidades, pero aquí colonos son los que siembran caña de azúcar. Yo trabajé a sueldo primero en los años 27 hasta el 29; lo que ganaba eran 25 pesos al mes. El trabajo en aquella época era agotador. En la zafra se trabajaba todo el día y parte de la noche; en el tabaco hay trabajos que requieren hacerse por la madrugada y también cuando hay apuro, por lo que el tabaco es muy exigente, no se puede perder tiem- 99 po. Después trabajé de partidario, eso es, a la mitad del tabaco nada más. En el tabaco se trabaja de noviembre a marzo, ya después el trabajo es a ratos nada más, pero hay que trabajar para el dueño del sitio. La tierra donde se siembra el tabaco hay que sembrarla de maíz. Eso lo hacen los partidarios, pero es para el capataz y no ganan nada. También hay que sembrar frijoles, arroz y viandas. Eso lo hacen los partidarios, y no ganan nada, la comida nada más, y siempre hay que trabajar, todo el año. La comida era viandas, arroz, frijoles, harina de maíz y leche. Hay donde se puede comer, pero hay otros donde no se puede comer. Algunos dan carne, almuerzo y comida. Otros no la dan, sea porque no pueden, o porque no quieren, por ahorrar más. Los bohíos algunos son de tabla y guano, otros son de vara en tierra, ésos no tienen tabla, es nada más que el techo de guano puesto en el suelo. Eso depende del dueño, si es consciente con los trabajadores o no. Era una época muy mala, pudiera decirse que se trabajaba por la comida. Así pasé 10 años. Los tiempos en que se trabajaba por la comida fue del 28 al 34. La gente andaba por los campos y no conseguía un día de trabajo. La comida en el campo era abundante, pero no valía nada, no había dinero. El tabaco se vendía a 2 ó 3 pesos el quintal, y el azúcar llegó a valer hasta 1/2 centavo la libra. La zafra era de 30 ó 40 días. El corte de caña valía hasta 10 centavos el ciento de arrobas. Para ganar 30 ó 40 centavos había que trabajar todo el día y media noche. Todo era por el estilo, todo era baratísimo por la falta de dinero. Después de este trabajo, me fui a trabajar de jornalero. Hice de todo, corté caña, la sembré, la guataqueé, hice de todo, hasta carbón. Trabajé en labores de madera en la costa, tuve sitio, tuve comercio... Nada era fácil en aquellos tiempos. Se vivía, pero mal. Por cualquier cosa había que tenerle miedo a las autoridades, aunque yo nunca tuve problemas, pero los veía con otros. Cualquiera que tuviera uso y razón en aquel tiempo podía contar muchas cosas que pasaron, que muchos no lo recuerdan, pero el que tiene memoria no las puede olvidar. Los atropellos de la policía y la guardia rural, que era hasta bochornoso las cosas que hacían. Robaban a diestro y siniestro. Botaban las familias para el camino real, sin más ley que la que ellos imponían, el plan de machete, y si le hacían resistencia usaban las armas de fuego también. Se vivía una época de terror. Por cualquier cosa mataban a cualquiera y no pasaba nada; le robaban a cualquiera lo que tenía, hasta la propiedad de las tierras si les venía bien para cualquier negocio o para hacerse rico y vivir cómodo; y así eran las cosas, hasta que llegó lo que ellos buscaban... 100 No pertenecí a ningún sindicato, no fui político, no participé en ninguna huelga. Cuando algo no me convenía me iba sin contestar ni dar ninguna queja, pero en sí la vida era dura. Yo trabajé por tres pesos al mes, poco tiempo, pero lo hice, y creo que algunos más lo hicieron también. Pertenecía a la Quinta Canaria, centro asistencial, hasta que la Revolución lo intervino. Consuelo, quiero que me perdone mis faltas de ortografía porque yo no tuve colegio, mi estudio fue trabajar desde los 9 años para buscar la comida. Creo que con lo que le digo ya comprenderá lo que yo he vivido en Cuba. Así le deseo éxitos en su labor y mucha felicidad. Su seguro servidor, que desearía más verla que escribirla. ENTREVISTAS Documento 4 Llegué a Cuba en el año 1923. Llegué allí como tantos emigrantes más, protegido por un español comerciante que era padrino de un hermano mío, que este hermano sigue allí en Cuba. Yo empecé a trabajar en esc almacén de paños y tejidos, de muchacho, barriendo, llevando paquetes; luego fui dependiente, luego fui viajante y viajé a La Habana, Matanzas y Santa Clara. Quiero seguir un poco el rumbo de mi vida desde 1923, que llegué, hasta 1936, que me expulsó el gobierno de Batista por ser comunista. Fui uno de los expulsados en el año 36 con varios españoles más, por mis actividades. Yo fui Secretario del Sindicato de Empleados de Cuba. Siempre trabajé en el comercio, primero en unos pequeños almacenes y luego en los grandes almacenes que se llamaban "Los Precios Fijos", que estaban en la calle Águila, entre Estrella y Reina, que hoy ya no existen. Allí trabajé los seis últimos años que estuve allí. Formaba parte del Comité Central del Sindicato del Comercio de Cuba, y formaba parte de un Comité Local de establecimientos. Ya en aquella época nosotros trabajábamos mucho para poder sindicarnos, en la época anterior, de Gerardo Machado; posteriormente le sucedió Batista, mejor dicho Grau San Martín, que fue presidente. Entonces ahí estuvo ubicada toda mi lucha y actividad sindical y política. Por esa razón fui detenido infinidad de veces en el Castillo del Príncipe, por defender los intereses de los empleados del comercio. Era delegado, tenían conflictos y yo iba allá. La policía me conocía y 101 boom... al saco, preso gubernativo, al Castillo del Príncipe, y así sucesivamente. P: ¿En esa época qué sindicatos había? R: Había la Confederación Obrera de La Habana y había la Federación Obrera de Cuba, que abarcaba el contexto nacional de Cuba. P: ¿Cómo participó el español? R: Pues en una cantidad regular, no masiva, pues el emigrante donde quiera que se encuentre, si no tiene una conciencia política se repliega para vivir como emigrante, donde quiera que sea, tanto sea en Cuba, como en Argentina, como en Europa. El emigrante, lo que buscamos es ir allí, liberarnos de esta miseria de aquí, trabajar, hacer una familia y, entonces, tií tratas de eximirte de todas las cosas para que no puedan echarte la mano al cuello y expulsarte del país. Otros, yo, luché expuesto a todo, ser maltratado... Últimamente allí cumplí dos años preso en la Isla de Pinos, hoy la Isla de la Juventud. Yo ya tenía el expediente de expulsión en el año 34. En unas huelgas allí, en el mayor comercio de La Habana, "El Encanto", que lo quemaron, pues estando preso en el Castillo del Príncipe, junto con otros compañeros, nos dijeron que éramos los responsables, y nos condenaron los tribunales, copiados de la España de los de la época de Gil Robles. Dos años que cumplí en la Isla de Pinos. Una vez cumplidos, me traen de La Habana y como tenía el expediente de expulsión del año 34 me lo aplicaron. Salí de la Isla de Pinos en enero del 36. P: ¿5» conciencia social la llevaba de España? R: En parte sí y en parte no, porque yo marché de aquí muy joven, a los 16 años. Yo nací el año 1906, en Aviles, Villalegre, Asturias. Marché en el "Alfonso XIII". P: ¿Recuerda el precio del pasaje? R: Sí, 535 pesetas, en tercera. Éramos muchos, ¡eh!, con litera, pero en las bodegas, con literas superpuestas. P: ¿Por qué se fue? R: Las causas fundamentales eran que mis padres eran liberales y entonces era la guerra de Marruecos. Yo tuve un hermano que marchó para allá el año 22, y ya marchó como prófugo. Ya había jugado en suerte y entonces mis padres le arreglaron el pasaje para que fuera con el nombre del segundo hermano, camuflado, para no ir a la guerra de Marruecos, era del Desastre de Annual. Y el segundo hermano también marchó, con su propio nombre, por no ir al servicio. 102 Y yo, estaba situado trabajando en la Junta de Obras del Puerto, en San Juan de Nieva, de fogonero allí. Yo ganaba 9 pesetas y me gustaba continuar en España, pero mis padres me dijeron, nada, tú como tus hermanos. El rey que se sirva de él, tú te vas para allá. Y yo tenía, no conciencia, pero sí me gustaba todo eso, la lucha... pero no, la conciencia la adquirí después, en la lucha, en la explotación que experimentas de tus patronos, del pueblo, de todo. La conciencia la adquirí en Cuba. P: ¿Era socio de algún Centro Regional antes de ir a Cuba? R: No, porque entonces no existían aquí sociedades. En Cuba era socio del Centro Asturiano. Antes de ir para allá mis hermanos ya me habían hecho socio por si te enfermas; era un Centro grandioso, como el Centro Gallego. P: ¿Fue a Triscornia? R: No, iban sólo los que no tenían familiares que los reclamasen. Yo tenía a mis hermanos allí. Ya fui directo a la casa a trabajar. P: ¿Qué le impresionó más? R: Como sales de un pueblo pequeño y llegas a una capital, entonces..., pues me impresionó, pues ver lo grandioso de aquello. Entonces, no es que fuera tan grandioso, todo luces, calles, puerto, bastante grande. La impresión fue después. Yo vivía en la capital de Cuba, que es donde está centrado el buen vivir, y veía todo aquello con más grandeza porque yo España apenas sí la conocía. Conocía Gijón y Oviedo como los lugares más importantes, y no podía comparar esas cosas que tenemos en España, Madrid o Coruña, u otros lugares más importantes. Sí, vivía en una capital, y luego como trabajaba en un comercio de paños y tejidos, que eso es, qué se yo como decirte..., la élite de los empleados del comercio, que nunca son nada, pero tienen que andar con la corbata y visten bien, pero les está explotando el patrono. En aquel momento yo me consideraba más, como un empleado de comercio, que un empleado de puerto o un campesino, porque mi concepto era así, y la vida después me fue dando a entender que no, que aquéllos eran igual que yo, sólo que yo tenía una corbata y me distinguía por eso; pero yo era explotado en otra medida, como el campesino o el portuario. P: ¿Los patronos, en concreto los suyos, eran españoles o cubanos? R: No, españoles. El comercio era español. Tú sabes que allí anteriormente a haberse perdido la guerra la mayor emigración de Cuba eran los gallegos y asturianos, y luego por razón de zafra, de eso de la caña, iban muchos canarios, y traían muchos jamaicanos, de ahí de Jamaica, en barcos, a explotarlos de mala manera, comiendo sardinas, arenques cocidos y todo eso, una miseria, para ahorrar un peso. 103 P: ¿El espaíwl era más explotado por el propio español o por el cubano? R: No, por el español, porque en realidad el casi 80% del comercio en Cuba, por así decirlo, estaba en manos de españoles. Pocos, pocos, había algunos cubanos que tenían granjas de azúcar, cañaverales, poco. La mayor parte estaba en manos de españoles. Entonces yo era uno más, y los españoles estábamos explotados por los que eran... Pero era una explotación de éstas, tú sabes. Tú llegabas allí y empezaban a hacer algo y tenías una tiendita y llamabas al hermano y al sobrino, y era una cadena de familia que todos tiraban unos de otros, y sino, era el vecino. Yo fui para allí, por ejemplo, mi jefe era un hombre preparado, muy culto, de los pocos españoles cultos, un hombre que sabía cuatro idiomas, y como era padrino de un hermano mío, mis padres me recomendaron a él, entonces él me lo adjudicó y trabajé allí. Era una explotación, tenía que trabajar doce horas diarias; luego me cultivé un poco. Fui a estudiar allí, al Centro Asturiano de La Habana, de Jovellanos. Estudiaba por la noche, una cultura general, el bachiller elemental, si queremos llamarlo, y con sacrificios estudié un poco allí por las noches, e idiomas también... Sí, estudié un poco, pero luego ya fui siendo 18, 19 años y quieres volar un poco, ir a bailes, verbenas, y descuidé un poco todos los estudios, porque me interesaban las chicas y todo eso. Aunque allí no podía, estaba muy sujeto, no podía llegar tarde, porque yo vivía arriba del comercio. Allí vivía el jefe y los empleados, y cuando llegabas, no tenías llave, y tenías que llamar, y lo sabían todos. Si llegabas a las doce de la noche o a las doce y media, que ya era tarde, al día siguiente te hacía una observación: ¿no sé a qué hora sentí un ruido, y tú?, ah, sí; pues ya sabes que tienes que estar en condiciones... Bueno, estábamos explotados a ese extremo. No había una gran libertad porque había que dormir en el almacén. Yo dormía en una habitación, otros españoles dormían en los almacenes, oliendo a los tejidos de algodón. P: ¿Pagaba por esa habitación? R: No, allí no pagabas nada. Muchos almacenes de esos, vivías en la forma, ¡qué se yo!, un poco patriarcal, porque si eran diez o doce empleados, allí tenían un cocinero, se cocinaba en casa. P: ¿ Tampoco pagaba la comida ? R: No, yo me quedaba con el sueldo. La comida era a cargo del patrón. P: ¿Cuál era la jornada laboral? 104 R: Pues mira, sobre las doce horas. Desde las siete de la mañana a las seis de la tarde; casi doce o trece horas, casi hasta última hora. P: ¿Y los salarios, cómo fueron aumentando? R: Los salarios no era una cosa que pueda darte un tope, era una cosa muy desigual. Dependía de tu capacidad, que el patrón fuera más o menos humano, los capitalistas son poco humanos, y que procuraba explotarte, atento si eras primo como si eras hermano, que rindieras. Y claro, tú ibas allí a ver si un día te liberabas como se liberó él. Entonces los salarios eran muy desiguales. Como te daban comida, te daban vivienda, y si te asignaban un sueldo, pues era totalmente desigual, en medida de la conciencia del patrón. No sé si treinta o treinta y cinco pesos de muchacho. Porque hay una escala de muchachos, de aquel que barre, el medio dependiente, el dependiente primero, el viajante de plaza, en fin una escala muy desigual. Cuando ya te elevabas, entonces en esa medida, el patrón te beneficiaba un poco: te pones en esta categoría. Esto pasa hoy aquí y en todas partes. Hablando del comercio de ultramarinos, eso era tremendamente explotador. Eran las llamadas bodegas, que venden eso, un centavo de sal, dos centavos de eso, cinco centavos de los otro, pimienta y tal. Y esos individuos duermen allí, en la trastienda, en unas colombinas que se plegaban, oliendo allí a bacalao, a patatas, a todo, hacinados. Y eso casi todos en general. Son casi todos con pies planos, porque estaban quince o dieciséis horas despachando allí. P: ¿Se casó en Cuba? R: No, tuve novias, pero no me case. R: ¿Se hizo ciudadano cubano? R: Tampoco, pensé hacerlo cuando yo estaba en Triscornia. Allí era donde me llevaron para expulsarme para España... P: ¿Vio movimientos patrocinados por espailoles? R: Allí muy poca cosa de anarquismo. Allí había después del año treinta, el año treinta y uno, el Partido Republicano de Izquierdas, en La Habana. Yo fui alguna vez a su centro. El anarquismo en Cuba era como un garbanzo negro entre habas blancas. Socialistas sí había. El Partido Socialista en Cuba sí se conocía, predominó más, como es lógico, el Partido Comunista Cubano. P: Para Ud., ¿cuál fue la principal tendencia política del español? R: En aquel entonces, he de decirte, españoles era sólo como una vanguardia. El español emigrante se exime de toda lucha, son un puñado de éstos, como jóvenes o más o menos jóvenes. La juventud somos intrépidos y demás, pero son pocos los que tienen esa conciencia. Eran comunistas y republicanos. 105 P: ¿Conoció la Institución España Integral? R: ¿España Integral?, ¿allí?, pues no. P: Era una sociedad conservadora, junto a la de los Militares y expatriotas espaíioles. R: Era un campo de derechas que, te repito, eso no lo he conocido. Si estaba allí, yo viví más en esta otra lucha. Existían españoles de derechas, el Casino Español, ubicado en el Paseo del Prado, eran todos burgueses. P: ¿Cuándo empezó Ud. la lucha en Cuba? R: Allá por el año 1928, aproximadamente. P: Contra Machado, ¿estuvo con Zayas? R: Sí, y a continuación entró Machado en el año veinticuatro. P: Con Zayas, ¿qué organizaciones obreras había? R: Con Zayas había las mismas que había después, menos las legalizadas. Zayas fue un presidente que sucedió a Menocal, era liberal, sí. Llevó su mandato presidencia!, un hombre liberal. Había problemas, los campesinos eran muy explotados, tanto los canarios que iban allí, como los jamaiquinos, y los cubanos también. Y había algún movimiento de huelgas, donde el partido empujaba un poco para que esa gente luchase para liberarse o exigir más. Había pequeñas cosas. Es a partir del 33 ó 34 cuando en Cuba empiezan a despertar todas las formas de lucha. Durante su primer mandato (Gerardo Machado) que fue elegido y luego reelegido, y fue cuando vino la hecatombe. Durante los primeros cuatro años cumplió un poco liberalmente, un desarrollo social de aquellos tiempos, pero entonces ya la gente, cuando ese hombre que mandaba, daba puestos a policías y senadores, y daba medios de vida, pues todo dios le apoya; entonces ese hombre se fue enquistando el apoyo de toda esa camarilla, desde abajo hasta arriba, para tener prebendas, porque era un país rico pero pobre a la vez, puesto que no había industria alguna. Y es cuando entonces, ahí, cuando el primer mandato. Y entra en el segundo, cuando las clases medias, trabajadores y demás comienzan a moverse, porque la vida estaba mal y empieza ahí la lucha. Surge un partido de izquierdas, que se llamaba el ABC, para romper contra ese corsé que le ponía la dictadura de Machado, buscaba un cambio, de libertad, no era conservador. P: ¿Cuando cayó Machado? R: Se formó otro partido revolucionario que iba con el ABC, también surge el de Grau San Martín. Son dos partidos revolucionarios liberales que surgen contra la dictadura de Machado del segundo mandato, que es cuando la forma dictatorial de gobernar y presión contra todas 106 aquellas fuerzas que señalaban o señalábamos, yo he comido muchas veces delante de la policía, que no estábamos conformes con eso, cuando vino la represión, que vino una fuerza, los de la porra. Esos de la Porra les importaba poco coger una mujer, que decían que era liberal, y desnudarla en medio de la calle. Entonces viene eso de la dignidad humana y del respeto, ir a tu casa a cualquier hora a detenerte sin mandato judicial. Entonces la Porra era un cuerpo de represión que tenía Machado y actuaba de una forma bestial, te estaría contando casos tremendos, ir a tu casa, llevarte a un reparto de la ciudad, desnudarte y darte aceite de ricino, desnudarte en cualquier lugar y echarte miel en el cuerpo y untarte plumas de gallina, ¿algo vergonzante, no? Cometían cosas bestiales. Toda la fuerza democrática estaba en contra de esa represión bestial, había una represión bestial en cualquier momento, ¡eh! P: ¿Recuerda en qué manifestaciones participó? R: Pues mira, la más importante fue precisamente cuando llegó el momento, fue en agosto del 33, me parece, donde ya con una presión tan grande que había allí, pues era que Machado decía que se marchaba, y eran las manifestaciones donde el pueblo decía: se marchó el tirano pá Nassau, una isla que hay ahí. Y el pueblo, nos lanzamos a la calle de alegría y de júbilo, y al poco rato salieron unas máquinas que llamaban las perseguidoras, coches blindados, con ametralladoras, y se lanzaron por las calles principales de la Habana, ametrallando a quien fuese. Eran centenares de gente, unos muertos, heridos; yo salvé como tantos más, fue el momento de represión total. Llevábamos ya cuatro o cinco días de huelga total de cierre del comercio y entonces recuerdo yo que la policía por mandato del gobierno iba abriendo comercios. Se paralizó todo, el transporte, todo paralizado, eso echa abajo a cualquier gobierno. Ante esa situación, después, unos siete u ochos días, o algo más, terminó, marchó el tirano. Entonces es ahí cuando viene el segundo período, que se forma una junta que es presidente Grau San Martín —hijo de asturianos—, el cubano y otro, Sergio Carbó, y otros más. Entre otros formaba parte del gobierno ese sargento, Batista. No fue tonto, inteligente, pero lo de siempre. Toda América estaba manipulada por los americanos. Entonces los americanos vieron que Machado no daba más de sí y lo apoyó hasta que lo echasen, y buscó a otra persona que fuese a defender los intereses americanos, y Grau San Martín no iba a defender los intereses americanos, porque era un hombre democrático y popular. Se creó una Junta de Gobierno para hacer unas elecciones más tarde, y cumplieron. Batista con agudeza empezó con que a los soldados 107 les aumentara el sueldo, de treinta a cuarenta pesos, les acondicionó los cuarteles, les dio más libertad, salían a la calle de una forma poco disciplinada, o sea que se fue ganando la simpatía del ejército, para más tarde, justamente, dar ese golpe que dio. Claro, Grau San Martín y todo su equipo veían que las cosas estaban cambiando, pero no de la forma que deseaban; que este hombre se estaba haciendo..., porque las armas determinan en esta vida la democracia impuesta. Entonces, este hombre, cuando se hizo con el aparato militar, llegó un momento en que dijo: bueno, tú mandas en el palacio, pero yo mando en el ejército. Entonces, justamente, es cuando dijo, se plantea el aspecto de que Grau San Martín ya no tiene moral como presidente de gobierno provisional y el otro tiene la fuerza de las armas. Se impone y entonces empieza todo ahí, a seguir las cosas mal, a tratar, no de una dictadura, pero sí de ese camino. Yo recuerdo, en aquel entonces, que yo trabajaban en los Precio Fijos y había unas fuerzas que querían esas cosas. ¡Ah chico!, tenían razón. Los cubanos tenemos que trabajar el comercio, como tú galleguito. Claro, tú si eres blanco o eres negro, es igual, pero tú, para ser dependiente de comercio tenías que tener una preparación. No, el comercio español empezó a vacilar, ¿qué pasaba aquí? Había una ley que habían establecido, el 75% de cubanos empleados y el 25% de extranjeros, que luego la aumentaron al 80%. P: ¿A Ud. le afectó? R: En cierta medida sí y no. Yo estando en el sindicato pues nosotros aceptábamos eso como una ley justa, de protección al nativo, y es verdad. Yo estaba afectado como extranjero, pero yo comprendía que era justo que al nativo que estaba en su tierra no le expulsasen. Pero yo recuerdo que esa ley del 75% no se aplicó, pero luego hicieron otra, la del 80%, que sí se aplicó. Estando yo en el sindicato nos planteábamos este problema en el comité local. Hay que llevar a veto esta ley; vamos a procurar en lo posible a no desplazar a extranjeros, y si tienen que hacer ese 80%, obligar al patrón a que metiese, no desplazar, metiese cubanos, aumentar la plantilla. Y metimos cubanos, pocos más. P: ¿Qué comercios e industrias estaban en manos de españoles? R; Bueno, comercios así por ejemplo eran "El Encanto", era asturiano, un comercio importantísimo, donde trabajaban en aquel momento más de quinientos empleados. Los "Precios Fijos", donde trabajábamos ciento sesenta y cinco dependientes. La "Isla de Cuba", ahí también sobre ciento y pico. Eran todos españoles, unos gallegos, otros asturianos. 108 La industria a esc respecto, como me desenvolví siempre en el comercio... Cuba estaba muy poco industrializada. En ese aspecto se había introducido allí la colonia polaca. Como los chinos, que se dedicaban allí a las lavanderías de ropa, a puestos de fruta. Los polacos vendían baratijas por la calle. Algunos eran comerciantes. Yo recuerdo a uno que estaba afectado de la primera guerra mundial, fue una colonia pequeña; luego, ya sí, empezaron algunas industrias. P: ¿Participó en las luchas por el aumento de salario y la jornada laboral? R: No y sí. Primero, cuando yo trabajaba como viajante, yo estaba bien retribuido. Tenía un tanto por ciento de los intereses que había al terminar el año. Era un pequeño burgués, yo vivía estupendamente bien. Tenía un sueldo estupendo, viajaba por cuatro provincias, si la casa había ganado un millón y pico, yo tenía unos intereses muy buenos. Pero luego falleció el jefe y la familia de España liquidó el negocio, y fui a trabajar como dependiente. Entonces, ahí luché por reivindicaciones laborales, porque en ese comercio, que éramos ciento y pico, te aseguro que no había un dependiente con otro que ganase igual, todos desiguales, la mayor parte de ellos. Yo fui como tantos más, por recomendación. Empecé a trabajar por cuarenta y cinco pesos, muy poco. Yo tenía que vivir de eso. Y allí vas sintiendo tú la vida de un hombre acomodado y la de un explotado, y que trabaja bastante. Entonces comienza la inquietud del ser humano para liberarse. Con Machado creamos un sindicato en el establecimiento este, de los "Precios Fijos". Era un sindicato clandestino y la policía lo sabía y empezaba a indagar quiénes son éstos, y quiénes son los otros. Y yo recuerdo un día que estábamos reunidos en los almacenes, arriba. Estábamos en una asamblea para ver la forma de que hubiese más igualdad en nuestros haberes, porque un dependiente podía tener escalafón de primera y segunda, pero allí daba igual. Era una cosa de que se le planteaba esto al patrón, de cómo establecer categorías, pero no fueron capaces, y entonces lo dejaron en nuestras manos y el comité. Empezamos a estudiar cómo clasificar desde el muchacho que barría hasta el último dependiente. Nunca aciertas todo, pero representamos la igualdad de salarios a la patronal y ¡que va!, se echó las manos a la cabeza. Teníamos una asamblea allí. No sé por qué, teníamos allí un policía secreto en la casa y sabía que estábamos reunidos en asamblea, y entran y nos despiden a todos. Había muchos llantos. La mujer española que trabajaba también estaba mentalizada hasta para poner bombas. 109 De ahí nos llevaron al Castillo del Príncipe. La casa iba a estar cerrada y eran las nueve de la mañana. Entonces el patrón fue a pedir libertad de sus empleados. Total, que ahí quedamos otro chico y yo, los cabecillas, y los demás todos libres. El otro también era español, era catalán. Y todos libres menos nosotros, y entonces yo digo: bueno, vosotros salís ahora, pero tenéis que presionar al patrón porque nosotros somos empleados como vosotros, para salir en libertad. Estamos luchando por vuestros intereses y los nuestros, y tenéis que presionar de que si no nos ponen en libertad, que vosotros vais a la huelga. Justamente a los tres días plantearon esa cuestión y nos pusieron en libertad, y ahí empieza un glosario de luchas. Conseguimos establecer una escala de valores desde muchacho, que a lo mejor ganaba 15, 18 ó 20 pesos, a 30 pesos, y así sucesivamente. Cada categoría, estableciendo ahí su escalafón de salario, y entonces la patronal dijo que no podía ser. A partir de ese momento le di ideas al jefe de ventas especiales. Una feria y tú por ejemplo ganabas 2 pesos y te daban un saquito de azúcar de dos kilos... P: ¿Qué sindicato era el más luchador? R: Había el sindicato de la aguja, de la confección, integrado en la Federación Obrera de Cuba. P: ¿Cree que la mujer en Cuba tenía más libertad que en España? R: A pesar de la distancia del tiempo, creo que sí. P: ¿Observó cierto regionalismo entre los españoles? R: Sí, más o menos, siempre tienden a eso. Allí la colonia española eran gallegos y asturianos; hay canarios, de todas partes, pero lo más importante era el Centro Asturiano y el Centro Gallego. Con 2 pesos tenías acceso a todas las cuestiones recreativas. Que te enfermabas, tenías tu quinta, operaciones, tratamiento. P: ¿En los centros existía algún partido político cubano? R: No, eran independientes. P: ¿ Ud. recuerda la lucha entre la Federación Médica y los Centros Regionales? R; Sí. estamos en otra época. En La Habana radicaba todo eso, unos médicos generalmente burgueses, acomodados; en general, médicos del Centro Gallego y de la Quinta Covadonga del Centro Asturiano. P: ¿Estos médicos eran cubanos? R: Eran cubanos. P: ¿A quién apoya Ud. ? R: A la Federación Médica de Cuba. P: ¿Ya los españoles? 110 R: A los Centros Regionales, porque ellos se veían afectados desde un punto de vista patriotero. P: ¿Ud. tuvo casa propia o alquilada? R: Propia no, alquilada sí, un apartamento con otro. P: ¿ Cuánto pagaba por el alquiler? R: Poco, eran muy bajos. No sé si eran dos habitaciones, sobre 18 ó 20 pesos al mes. Era muy bajo. Aquella época era muy barata, la carne de primera allí valía 75 centavos..., la comida era baratísima allí. P: ¿Recuerda alguna canción o copla contra el gobierno? R: Bueno, yo la verdad podía tener algún recuerdo. Lo primero es que soy muy mal cantante. Era en épocas anteriores, de la Chambelona de Menocal, anterior a Zayas: ¡Ahí, ahí la Chambelona...! P: ¿Tuvo coche? R: No, porque cuando lo quería con un amigo pues alquilabas un coche por cuatro pesos al día; cogías el coche y te largabas donde quisieras. Coche en aquel tiempo lo podía tener el que quería..., de segunda mano lo podías comprar por 50, 100 pesos. P: ¿ Y lo que ahorraba ? R: Depende de la condición social que tuvieras en España. Tú te sacrificabas. Mis padres me enviaron a Cuba y ellos pidieron un crédito a la banca para comprarme mi ropa, mi pasaje. En ese momento, cuando yo empecé a trabajar procuraba enviarles a mis padres. Sobre todo el primer envío fue de 2.000 pesetas para pagar ese crédito que ellos habían adquirido para mandarme a Cuba, y a mis hermanos también. P: ¿Allí no guardaba el dinero en el banco? R: No, allí lo normalizado estaba en que como había esa cadena de empleados de familiares, primos y parientes en el mismo almacén, pues pedías un adelanto de tus gastos, tabaco, ropa, o lo que fuera, y a fin de año te hacían la cuenta. Pues has ganado tanto, gastaste tanto y te queda tanto. Y allí te quedaba una cuentita, que con eso negociaba el patrón. Allí entonces vivías un poco patriarcal, familiar. P: ¿Era en general? R: En casi todo el comercio español. Me refiero a este tipo de comercio tradicional de almacenes, porque en tiendas donde yo trabajé, pagaban a fin de mes. Te hablo de almacenes en general de tipo tradicional. P: ¿Perteneció a algún Club aparte del Centro Asturiano? R: No. P: ¿Qué periódicos leía? R: Entonces había allí en Cuba el Diario de la Marina, muy burgués. Lo leía porque el patrón estaba suscrito a él; El Mundo, de un carácter más liberal que este otro, y El País, ése lo creó un tal Aznar, un periodista español que estuvo en Cuba, volvió a España y no sé si está vivo todavía. P: ¿ Qué periodistas espa/loles recuerda Ud. en Cuba ? R: Pues Aznar, director de El País. P: ¿Qué otras actividades realizaba, iba al teatro? R: Al teatro sí, me gustaba bastante. P: ¿Iba al "Teatro Alhawbra"? R: Sí, pero ese era un teatro un poco obsceno, pero a la vez con una crítica estupenda al gobierno cubano y al español. Había unos artistas tremendos. P: ¿Cómo representaban al "gallego"? R: Pues de una forma un poco tolo, como aquí decimos, pero agudo. P: ¿Se sentían heridos? R: Mira mujer, en cierta manera sí, porque cuando tú ves que te están humillando sí, pero había algo también que no se dice. Tú allí eras español, asturiano o lo que sea, y vivías allí como uno más; únicamente salía eso cuando se sentía ofendido un cubano, te decían entonces: "gallego de mierda, vete pá España". Pero después de eso, era una convivencia fraternal. El español allí vivía como si estuviese en España. P: ¿Le fue fácil adaptarse? R: Sí, bueno, me costó sobre todo eso que llaman en cuanto a la salud, el salpullido. Me ingresé y estuve bastante mal, tenía bastante temperatura, después de eso me aclimaté. P: Cuando regresó a España, ¿en qué trabajó? R: En nada. Yo llegué en abril y en ese tiempo estuve gestionando emplearme en el comercio y después me pilló la guerra. Después de la guerra, que regresé del Batallón de Trabajadores Disciplinario, que al rendirse Asturias, me detuvieron, pasé por muchas visicitudes, por el huerto del francés... En el 42 fue cuando salí en libertad y me vine para casa. Empecé a trabajar en una carretera echando piedras y ganando 8 pesetas, y gracias... Más tarde fui a trabajar al Puerto San Juan Nieva de Aviles, de carga y descarga de carbón a pala. P: ¿Participó mandando dinero a España para la creación de escuelas? R: Bueno, a mí no me tocó. Tocó a la sociedad de mi pueblo, Villa-alegrina, que mandaron para acá. Yo era directivo de la Asociación Villaalegrina de La Habana. 112 Se mandó para aquí, para hacer dos pozos de agua pública y para comprar un trozo de terreno, para ampliar de cementerio de mi parroquia. Queríamos hacer un panteón colectivo para todos los que hubiésemos sido socios en La Habana y regresaran a España. Eso se estancó y últimamente lo arreglaron de mala manera. BIBLIOGRAFÍA CULLOM, Davis (1977), Ora/ Hisioiy. Chicago. FRASER, Roland (1979), Recuérdalo tú y recuérdalo a los otros. Historia oral de la guerra civil española. Barcelona. GONZÁLEZ MARTÍNEZ, E. y NARANJO, C. 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