mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
LA GUERRA HISPANO-CUBANA-NORTEAMERICANA VISTA DESDE TAMPA POR EL ICODENSE CÁNDIDO GUTIÉRREZ LÓPEZ FÉLIX RODRÍGUEZ MENDOZA 1. INTRODUCCIÓN La elaboración del presente trabajo tiene, como soporte, la documentación hemerográfica localizada en las bibliotecas de la U.L.L y en la C.M.E.G.A de Icod de los Vinos. Se complementa con material informativo de la misma naturaleza procedentes de hemerotecas y bibliotecas canarias'. Pero, la base principal es la documentación hemerográfica de procedencia estadounidense que se publica en el diario "La Voz Icodense" durante la época objeto de estudio^ La turbulencia política y social desatada en Cuba^ llegó a Icod de los Vinos a través del periódico La Voz Icodense. Uno de los emigrados de esta localidad, Cándido Gutiérrez López, transmitiría a este Diario las incidencias de la guerra que le suscitó sentimientos de impotencia y amargura. Aquí nos detendremos en la preocupación que siente este icodense llegado a Tampa, procedente de Cuba, ante lo que sucede o puede suceder en la isla antillana; la marcha de los acontecimientos en Cuba y La Florida; sobre la división experimentada por la población a causa de los mismos; el papel de la prensa amarilla estadounidense en el conflicto del 98''; y sobre las posturas adoptadas, en tales circunstancias, por la colonia española y canaria residente en Tampa^ ' Siglas y abreviaturas utilizadas en este trabajo; U.L.L= Universidad de La Laguna; C.M.E.G.A= Casa Museo Emeterio Gutiérrez Albelo; ROA=Revista del Oeste de África. ' NAVARRO GARCÍA, L.: Las guerras de España en Cuba, Madrid, 1998. ' Véase el artículo de HERNÁNDEZ SANDOICA, E.: "Cuba en el Período Intersecular: Continuidad y cambio", en Walter L. Bemecker (Ed.): 1898: su significado para Centroámerica y el Caribe, Madrid, 1998, pp. 153-170. ' Sobre el 98 véase el Cap. "Hacia el 98", pp. 169-219, en ANDRÉS-GALLEGO, J.; Un 98 distinto. Restauración, desastre, regeneracionismo, Madrid, 1998 y TORRES DEL RIO, R.: "1895- 1898: Inglaterra y la búsqueda de un compromiso internacional para frenar la intervención norteamericana en Cuba", Revista Hispania, n° 196, Madrid, 1997, pp. 515-549. ' Cándido Gutiérrez López era redactor del ECO ESPAÑOL, órgano oficial y de intereses generales de la colonia española de la Florida. Su hermano Emeterio fue director de LA VOZ ICODENSE. 101 2. EL EXILIO CUBANO EN ESTADOS UNIDOS Florida acogió a un buen grupo de emigrantes procedentes, directa o indirectamente, de España, que se concentraron principalmente en Tampa. Aunque la presencia canaria en Tampa fue minoritaria, Cándido Gutiérrez López no fue la excepción entre los canarios. O mejor dicho, la excepción reside en que nos hallamos ante un personaje en el que fue constante su preocupación por los hechos y momentos coyunturales de los que fue coetáneo^ Gutiérrez vivió en Cuba y Florida durante los años de la guerra de la Independencia, que marcaron su experiencia vital. A través de sus escritos, puede recomponerse y comprenderse el fluido histórico de los acontecimientos. Comenzaré con reseñar la descripción que Cándido hace de la colonia canaria en Tampa en aquellos momentos; "De noticias relativas a nuestra colonia canaria residente en esta, (Tampa) muy pocas o casi ninguna tengo que darte por ser hoy en día muy reducido el niímero de esta, pero todos animados de patriotismo", escribía en 1897 Cándido al director de La Voz Icodensel Cuba representa durante la segunda mitad del XIX el destino preferente de la emigración canaria por las expectativas de progreso de la isla abiertas desde 1830, y porque Venezuela, por las mismas fechas, no despertaba la atención de los canarios, debido a que se mantuvo lastrada por los resultados de las guerras federales. De la pujanza de la economía cubana en la primera mitad del XIX es muestra el hecho de que el primer ferrocarril que se construyera en tierra española fuera Habana-Güines, entrando en funcionamiento en 1837. Estados Unidos va a representar uno de los destinos periféricos del movimiento migratorio canario. En efecto. Cayo Hueso (Key West), territorio de la Florida, fue una zona a la que se vieron empujados los españoles y nativos procedentes de la isla de Cuba por una serie de circunstancias. La ' Otro canario coetáneo de la insurrección cubana de 1895 y de los acontecimientos de 1898 es Secundino Delgado. "En los Estados Unidos se identificaría con la lucha de los cubanos por su independencia nacional y fiínda en Tampa (Florida) el periódico El Esclavo. Al producirse la sublevación de 1895, Secundino Delgado se traslada a Cuba donde conspira contra el gobierno español. Al ser descubierto por las autoridades coloniales como hombre comprometido con el movimiento independentista, huye del país, volviendo a Canarias por pocos meses, ya que también en el Archipiélago es perseguido por sus actividades revolucionarias en la gran Anti-lla, logrando embarcar para Venezuela, país donde-aunque no tan importante como en Cuba-existía una nutrida colonia de canaria". en SUAREZ ROSALES, M.: Secundino Delgado. Apuntes para una biografia del padre de la nacionalidad canaria. Islas Canarias, 1980, p. 16. Véase también para la figura de Secundino Delgado, PAZ SÁNCHEZ, M.: "Nuevos documentos sobre Secundino Delgado", ROA, n° 9, La Laguna, 1990, pp. 7-74. ' LA VOZ ICODENSE, 29 de enero de 1898. 102 figura más sobresaliente de esta emigración fue la del valenciano Vicente Martínez Ibor y su hermano Eduardo, quienes fundaron en dicho islote una fábrica de tabacos en 1868. Los Ibor hubieron de trasladar su fábrica desde Cayo Hueso debido a que en 1886 se quemara buena parte de la zona comercial y algunas fábricas de tabaco y a los problemas laborales y políticos, derivados del independentismo cubano. En 1891 se habían establecido en Tampa ya un buen número de españoles y otros fabricantes de tabaco procedentes de Nueva York*. Desde 1873 hasta 1895 transcurrió en Florida un período de relativa calma y de progreso. Las relaciones económicas con Cuba fueron en aumento, principalmente en los sectores del tabaco y del azúcar. Grupos revolucionarios cubanos se habían exiliado a Estados Unidos, especialmente en Nueva York y Florida, siendo esta última el escenario más activo patrocinador de la independencia, centro de reunión y conspiración de la oposición autonomista'. El clima húmedo, adecuado para los secaderos de tabaco, la existencia de un buen río y buenas comunicaciones, así como la llegada de empresarios estadounidenses convirtieron a Ibor City en uno de los centros más importantes de fabricación de habanos, siendo uno de los núcleos a partir del cual surgió la ciudad de Tampa. Las graves condiciones en las que estaba sumida Cuba en 1895 estimularon extensas discusiones en Tampa. Los problemas de los trabajadores españoles en Tampa y Cayo Hueso, en estas fechas, tuvieron su origen en las * HERNÁNDEZ SANDOICA, E.: "La política colonial española y el despertar de los nacionalismos en ultramar", en J. P. Fusi y A. Niño (Eds.): Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, 1997, pp. 133-149. "Además, para la emigración política en Tampa o en Cayo Hueso una «nación cubana», como germen de estado independiente, iba llegando a ser (1892) un proyecto político factible. Contaba el aparato de la independencia cada vez de mayores apoyos en dinero, en hombres y pertrechos llegados desde fuera, del exilio europeo o neoyorquino -conspiradores del 68, más los trabajadores del tabaco expulsados de la Isla por razones políticas-, aparentando una fuerza creciente de aglutinación entre clases y grupos muy diversos, con una prensa, sus reuniones y sus mítines..." ' OFFNER, J. L.: "La política norteamericana y la guerra hispano-cubana", en J. R Fusi y A. Niño (Eds.): Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, 1997, pp. 195-196. "Cuando comenzó la guerra de independencia de Cuba en 1895, muchísimos norteamericanos simpatizaron con la causa cubana. El público estaba generalmente a favor del derecho de los pueblos a gobernarse a sí mismos, y pensaban que un modelo de gobierno como la repííblica era preferible a la monarquía. Más aiín, muchos norteamericanos tenían prejuicios contra la católica España y el colonialismo europeo; para mucha gente la revuelta cubana parecía ser, tras más de un siglo, el último peldaño de la lucha de los americanos por la independencia de Europa. Los legisladores de todos los partidos en el Congreso compartieron el sentimiento popular, y comenzaron a usar el eslogan «cuba libre» como un atractivo electoral. A pesar del peso de la opinióm pública y de los congresistas, la administración Cleveland vaciló en apoyar la causa cubana". 103 circunstancias políticas en que se vieron envueltos. La Guerra de la Independencia en Cuba tuvo su trasunto entre los obreros del tabaco peninsulares e isleños y los dueños de las fábricas, españoles en su mayoría. La principal diferencia entre peninsulares españoles y cubanos atañía al problema de la independencia de Cuba. Esa fractura de la opinión tuvo un intenso reflejo en la prensa de la época de todos los matices, hasta el hecho de constituir hoy una fuente imprescindible de estudio. Durante el período de la segunda guerra de independencia de Cuba operaban en Estados Unidos dos fuerzas. Una era la simpatía por la lucha cubana, la otra era la solidaridad con España. Se originan dos centros: Cayo Hueso, dominado por los fabricantes y obreros cubanos, y Tampa, donde los fabricantes son españoles y los trabajadores cubanos y, crecientemente, españoles. En estos años los cubanos y peninsulares son enemigos y los problemas se prolongan con momentos de tensión, especialmente, durante la guerra hispano-norteamericana. No obstante, fueron aminorando hasta casi desaparecer en las primeras décadas del siglo XX, en las que la convivencia de españoles y cubanos fue pacífica'". Estados Unidos tenía una importante colonia cubana que ayudó a la Revolución, siendo Tampa una de las zonas principales. El icodense Cándido Gutiérrez López vivió este clima de tensión y enfrentamientos. Allí había emigrado a finales del XIX desde Cuba publicando sus vivencias e impresiones. Su posición estaba decididamente al lado de España y así lo expresa en la serie de artículos que envía a La Voz Icodense. Hasta mediados de 1896, cuando la Revolución había progresado considerablemente, los cubanos ricos del exterior no empezaron a responder financieramente. Fueron los trabajadores de Tampa y Cayo Hueso los que hicieron las contribuciones más importantes. En realidad, los cubanos in-dependentistas del exilio tuvieron un amplio margen de acción, reforzado por un extraordinario apoyo del pueblo norteamericano. La opinión general de los estadounidenses era favorable a Cuba y su causa. "La llegada de Weyler también transformó a la junta de Nueva York, que trató de enviar cada vez más material y armas a Cuba y redobló sus esfuerzos para colocar historias de atrocidades, que tanto codiciaban el Journal de Hearst y el World de Pulitzer (el Sun de Charles Dana ya había abandonado la competición). Lanzados ante todo a la batalla de las grandes tiradas, Hearst y Pulitzer no veían, y nos les importaba, que estaban siendo utilizados como instrumentos. El 23 de febrero de 1896, El Journal decía a sus lectores que Weyler era un "despota malvado... brutal, devastador de haciendas., implacable, frío, un exterminador de hombres... nada puede evitar el desenfreno de su cerebro camal y animal a la hora de inventar torturas e infamias de corrupción sangrienta. Esta descripción era, naturalmente, inexacta. No obstante, era una historia que tenía el ' VéaseFERNANDEZ-SHAW, C: La Florida Contemporánea, Madrid, 1992. 104 éxito asegurado, ya que ayudaba a crear un ambiente mediante el cual se esperaba que el gobierno y la judicatura de los Estados Unidos hicieran la vista gorda ante el envío de material que iba a hacer la organización de Nueva York a Cuba aquel mismo mes"". 3. ¿AUTONOMÍA, ANEXIÓN O INDEPENDENCIA? De cómo se orientasen las posibilidades constitucionales de Cuba dependía en buena parte de España. El gobierno en principio fue claro, ni independencia ni statu quo. La independencia era algo que, salvo los propios cubanos, casi todos los españoles rechazaban, incluido Cándido Gutiérrez, que ve avanzar la inestabilidad de la perla antillana primero desde la propia isla y después desde Tampa'^ Para Moreno Fraginals "El gobierno español tenía preparada una salida de emergencia a la crisis cubana: la autonomía. Es decir, un autogobierno que era en cierta forma una caricatura del régimen impuesto por Inglaterra en Canadá. Desde el punto de vista ideológico esta solución retrocedía el problema cubano a 1842 cuando la sacarocracia esgrimió las ideas de José Antonio Saco, pero en 1897 ya era demasiado tarde". En su artículo de 15 de enero de 1898 dirigido al director de La Voz Ico-dense, Cándido Gutiérrez empezaba comunicándole que el día 1 de enero se había implantado en Cuba el régimen autonómico "con la formación de los nuevos ministros o secretarios de Despacho, que componen el Gabinete autonómico habiendo sido elegidos presidente sin cartera el Sr. Gal-ves, de Hacienda el Sr. Montoro, de Gobernación y Gracia y Justicia el Sr Govin, de Instrucción pública el Dr Zayas, de Agricultura, Industria y Comercio D. Laureano Rodríguez y de Comunicaciones y Telégrafos el Sr. Dolz, todos los cuales reunidos en el palacio del General Blanco y en presencia de éste en el salón del trono donde se halla el Istmo. Sr. Obispo, colocados los santos Evangelios y después de leido el decreto en que se nombraba ministros responsables, todos ellos juraron cumplir con fidelidad el puesto que se les habia confiado y guardar fidelidad y obediencia a la Monarquía española". Cándido expresaba que: "Jamás pensé que la autonomía llegase a implantarse, pues aun recuerdo que al llegar a Cuba ahora nueve años todo el que allí hablaba de autonomía se les consideraba lo mismo que si fuesen separatistas". Acusación inmerecida de que la autonomía encubría el separatismo, identificación tan errónea como interesada, sin tener en cuenta los matices. Era uno de los argumentos favoritos de los más retrógrados del gobierno español, sin ninguna visión de futuro. " HUGH, T.: Cuba, vol. 1, Barcelona, 1973, p. 433. '^ Para el exilio político cubano independentista en Tampa el proyecto reformista del 93, apenas contenía nada que pudiera satisfacer sus aspiraciones. 105 Desde finales de la guerra de los Diez Años, la autonomía había sido la solución política propuesta por Sagasta y defendida por Martínez Campos. El 1 de enero de 1898, como hemos visto, el Gobierno autonomista empezó a funcionar, y en menos de dos semanas, la oposición al mismo se mostró abiertamente en La Habana y en otras partes de la isla. La impresión que llegaba de Cuba a Tampa era que la independencia, no la autonomía, era lo que se necesitaba para terminar la crisis cubana. La mayor parte de los cubanos no aceptarían otra cosa que no fuera la independencia; por otra parte oficiales españoles que habían estado con Weyler se oponían a la autonomía. Para Cándido Gutiérrez con la autonomía iba a realizarse el sueño de tres generaciones de cubanos. "El gobierno de nuestra patria ha otorgado a Cuba su autonomía. ¿Qué autonomía? La verdadera autonomía, la autonomía parlamentaria, la única que merece ese nombre, administrativa, económica y política. Cuba se regirá asimisma y por si misma cuidará de todo lo suyo, tendrá sus cámaras y su gobierno propio y sus cámaras votarán los presupuestos, los aranceles, las leyes que regulan la vida interior y la provincial y su administración y su régimen económico y cuantas instituciones con él se relacionen y su gobierno ante las cámaras responsable,... Todo esto será un hecho, porque a ello se ha obligado el partido que hoy ejerce el gobierno de la nación, y en ella estaba empeñada su palabra, y en los decretos que la prensa publica, se ha cumplido con toda sinceridad, con resolución y sin regateos la palabra del gobierno". Y a continuación reflexionaba: "Tres partes comprendía el programa del partido autonomista cubano; igualdad de derechos civiles y políticos; común participación de la Metrópoli y de la colonia en las atenciones de carácter nacional, forma parlamentaria de gobierno interior de la colonia. Los preceptos son terminantes; toda ley de diferencia queda ya derogada; el cubano y el peninsular, y entre los cubanos, el blanco y el negro no tienen ya más que una ley. El voto electoral será de todos; los más que son en Cuba los cubanos son los que en adelante han de gobernar. En adelante por la sola virtud del régimen, ha de ser Cuba dueña y señora de sus destinos, y en cuanto a su vida económica se refiere, lo que ella quiera será, pues solo podría ser de otro modo después de un conflicto sangriento, inmenso, tremendo, mayor que cuantos registra su historia, en el cual sucumbiese lo que jamas en Cuba ha sucumbido en sus insurrecciones coloniales: el derecho colonial". Finalmente continúa: "Ojalá vengan al seno del nuevo régimen nuevos elementos y haya en todo en la metrópoli y en la colonia y en los cubanos y en los peninsulares de la Isla el mutuo respeto y la tolerancia y buen deseo que requiere el régimen autonómico cual los requieren en general, en todas partes los gobiernos parlamentarios". Pero los buenos deseos que expresaba Cándido no se cumplieron. Y concluía afirmando que aparte de los ilusos y los ignorantes que no tenían cri- 106 terio propio, no habría nadie que deseara seguir batallando "por los ideales irrealizables, como es la independencia de aquel pais, porque no tiene población bastante para ello, y el medio en que se mueve es tan homogéneo, que ni posee las condiciones y aptitudes que son necesarias para llegar a la posesión de un régimen y que solo servirla de escalón para llegar a la anexión que tanto peligro entraña. Aunque no les arrendrara el cambio de nacionalidad, debe horrorizar a todo cubano honrado la idea de que su pais viniera en breve tiempo a ser ocupado por una raza inferior. Y el peligro que menciono es tan inminente que me atrevo a asegurar que después de realizada la anexión en un breve plazo de cuatro años, cuatro millones de los siete, que según declaración del célebre estadista americano Blaine le sobran a la unión americana y a pesar de su decantada filantropía, los llamó aquel célebre estadista, lepra de su pais, de la cual era urgente desprenderse. Preciso seria cerrar los ojos a la razón para que los antecedentes que dejo indicados y que es fácil comprobar, continuara una lucha estéril que daria por solo resultado que a la vuelta de uno o dos años más quedará de Cuba el punto geográfico, perdido no yapara los españoles y cubanos que allí viven, sino para la civilización que desaparecerla para siempre, viniendo a parar cuando más, en lo que son hoy Santo Domingo, Nicaragua, Costa Rica, Ecuador y tantos otros pueblos cuya vida es tan precaria a pesar de los años que llevan de independencia". Cándido supo percibir los riesgos de la independencia de España, y los cubanos, sometidos a cuatro años de intervención norteamericana, vieron el tránsito del país de mano en mano y cómo se esfumaba el sueño de la auténtica independencia. Sin embargo, estas reflexiones adolecen de tres importantes errores. De una parte considerar que la independencia era una utopía irrealizable. De otra parte, que el tratado de Reciprocidad de 1904 dio mayor acceso al azúcar cubano en el mercado estadounidense, y las exportaciones crecieron. Parece, por tanto, que la influencia norteamericana no supuso un avance a la prosperidad como vaticinaba Cándido. Y, la última que la emigración a Cuba se aceleró tras la independencia, y especialmente después de la Gran Guerra. La presión del gobierno de Estados Unidos jugó un importante papel en la decisión de España en deponer a Weyler. "Los Estados Unidos se compadecen de los reconcentrados cubanos y se desviven por enviarles socorros, así en prendas, como dinero. No está mal, pero creo que si en esta república se cumplieran las leyes de neutralidad, no habría necesidad de semejantes desembolsos. Así, estos no vienen a hacer otra cosa, que el principio de pago de los perjuicios ocasionados al pueblo español por este pueblo; pago que se ha de completar con la fuerte indemnización que en su día reclamara nuestro gobierno al de este país por la ayuda que hasta ahora vino prestando a la insurección cubana, y que presta todavía al consentir 107 en una de sus ciudades más comerciales la existencia de una Junta, cuyos manejos son un continuo escandaloso atentado a la soberanía de España en la Antillas"". Una vez depuesto Weyler como capitán general fue reemplazado por Ramón Blanco. Los esfuerzos de éste por inducir a los rebeldes a aceptar la autonomía, le hicieron enviar al coronel Joaquim Ruíz a negociar con los insurrectos. Así describe Cándido Gutiérrez el encuentro en que el coronel fue capturado y ejecutado: "En días pasados, tuvo lugar en la provincia de la Habana un hecho desgraciado para la política de conciliación que ha adoptado el general Blanco, con la muerte del teniente coronel Joaquim Ruíz, muy bien relacionado en los círculos sociales, militares y oficiales. Este digno oficial de nuestro ejército fue enviado a conferenciar con el coronel insurrecto Aranguren, con la oferta de que aceptase la autonomía, pero enseguida aquellos jefes insurrectos siguiendo las órdenes de Máximo Gómez dado a su ejército, le dieron muerte en el acto lo cual ha causado bastante indignación en el pueblo sensato que a un emisario de paz los insurrectos hayan cometido tan bárbaro atentado". El intento de Ramón Blanco fracasó, los insurrectos lo ridiculizaron y se tuvo que enfrentar a los más extremados conservadores partidarios de Weyler, "pues este general ha dejado grandes simpatías entre todos los españoles de aquende el mar, que veían en él al único salvador de la dominación española en la Gran Antilla lo mismo que su pacificación", escribía Gutiérrez López.'"* El día 12 de enero un gran motín tendría lugar en la ciudad de La Habana que fue recogido en el artículo firmado el día 31 de enero de 1898 por Cándido Gutiérrez y enviado a La Voz Icodense: "A las diez de la mañana un gentio inmenso en actitud amenazadora, dando gritos de ¡Viva España! y ¡Muera la autonomía! y dirigido por un centenar de oficiales del ejército encaminóse a las oficinas de los periódicos «La Discusión», «El Reconcentrado » y el «Diario de la Marina». Los amotinados atacaron con furia a las redacciones de los dos primeros de dichos periódicos, rompiendo puertas y ventanas, destruyendo todo cuanto en esas oficinas encontraron y apaleando a los empleados. Al acudir la policía los grupos se dirigieron dando gritos por la calle de O 'Reilly al Parque Central, donde se halla la redacción del «Diario de la Marina». El tumulto era imponente. Varios generales españoles, entre ellos Parrado, procuraban en vano restablecer el orden. Lo mismo los grupos que acudieron al Parque, como los que ocupaban la Plaza de Armas, frente a palacio, no cesaban en sus gritos de ¡Viva España! ¡Muera la Autonomía! ¡Viva Weyler! Toda la ciudad se hallaba ocupada por las fuerzas veteranas de infantería y de caballería". Por lo expuesto en di- " LA v o z ICODENSE, 31 de enero de 1898, » LA VOZ ICODENSE, 5 de marzo de 1898. 108 cho telegrama, habrás visto, decía Cándido Gutiérrez al director de La Voz Icodense, la situación ha sido gravísima, pues en el mitin han tomado parte los conservadores, los voluntarios y más de cien oficiales del ejército, "habiendo tenido este suceso en la negativa del general Blanco a la petición que se le hizo de suprimir los ataques e insultos que a diario venia cometiendo la prensa liberal a nuestro ejército y a nuestra nación". Según Cándido Gutiérrez, consultado el jefe del partido revolucionario, Tomás Estrada Palma, por varios periodistas, había dicho lo siguiente: "No creo que ocurra conflicto ninguno entre España y los Estados Unidos. Lo que en la Habana sucede, no es más que el resultado de la llamada autonomía. Los españoles ven en cada cubano un enemigo. Los sucesos de la Habana pueden ir tomando mayores proporciones hasta producir una verdadera carnicería en las calles de la capital. El general Blanco es impotente para impedirlo, porque la política que desea es la de Weyler. Cree el Sr. Palma llegado el momento de la intervención". Los separatistas intransigentes de por aquí, manifestaba en su escrito, "dicen que no quieren la autonomía y que ellos quieren independencia o muerte". Crítica en su artículo a los Estados Unidos por la ayuda que venía prestando a la insurrección cubana, y que prestaba todavía "al consentir en una de sus ciudades más comerciales la existencia de una Junta, cuyos manejos son un continuo escandaloso atentado a la soberanía de España en las Antillas". Y decía que si el gobierno de los Estados Unidos deseaba mostrar su amor a los cubanos y a los españoles que lo demostrara, "suprimiendo esa Junta sostenedora de facciosos y desterrando a los individuos que la componen como a enemigos del progreso de la verdadera libertad". En efecto, en Estados Unidos llevaban años de hiperactividad todos cuantos tenían una proclividad a la agitación política a favor de la independencia de Cuba y en contra de la nación española, casi no puede dudarse de que las opiniones personales de Cándido sobre Estados Unidos, fuesen resentidas. Una desproporción que cabía esperar, dadas las circunstancias. Nueva York era en 1898 no sólo la sede de los periódicos que azuzaron la guerra, sino un importante centro de sentimiento antiimperialista y procubano. Y es que el exilio cubano halló su espacio entonces en la ciudad de Nueva York y Tampa. Importa destacar que entre los muchos clubes de cubanos emigrantes en el sur de la Florida es donde se gestó la formación del partido por la independencia (el PCR) en febrero de 1892". Una Junta funcionaba en los Estados Unidos desde 1895. Y su Asamblea Constituyente había elegido a Tomás Estrada Palma como su delegado y jefe representativo en el exterior con autoridad para mantener relaciones diplomáticas con otros países. La Junta tenía como principal objetivo conseguir material y dar ayuda moral a los " En 1880, Martí evadió el cerco de las autoridades españolas y se embarcó para Nueva York. Allí y en otras ciudades americanas creó grupos revolucionarios cubanos. 109 rebeldes que estuvieran combatiendo en la isla. Conseguían contribuciones a la causa cubana, armaban expediciones filibusteras a la isla y organizaban actos para recoger la simpatía del público estadounidense. En realidad, los cubanos independentistas del exilio tuvieron un amplio margen de acción, reforzado por un extraordinario apoyo del pueblo norteamericano y la simpatía de los sectores medio y alto de la sociedad, influyentes en la vida económica y que siempre habían sido partidarios expresos o encubiertos de la anexión. "Fuera de Cuba hay más de 60.000 emigrados que se conforman con divertirse en los clubs, en criticar a los que como ellos no piensan, en alardear de patriotismo y en conformarse, con que solo 10.000 cubanos, (si es que los hay) estén sosteniendo una guerra sangrienta ayudados por elementos contrarios a nuestra raza ", dice Cándido. Aquí muestra su claro rechazo a la disidencia cubana en el exilio de Nueva York y Tampa, dos de cuyas ciudades salían con frecuencia los elementos que han alimentado la insurrección. 4. EL NACIMIENTO DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Es, comúnmente aceptado que el verdadero surgimiento del imperialismo norteamericano empezó cuando entró en guerra con España en 1898'*". No faltan precedentes de ello, por que el imperialismo norteamericano surgiera de un día para otro. La toma de las tierras de los indios nativos", la apropiación de parte de México son suficientemente conocidos. El surgimiento fue, así, producto de un largo período de gestación. La política exterior norteamericana quedó definida desde 1823, en la doctrina Monroe, cuyo sentido se ha ido modificando mediante corolarios y doctrinas'\ La revolución de los cubanos contra los españoles, en 1895, da a los Estados Unidos la oportunidad moral de apoyar al movimiento cubano inde- " ELIZALDE PEREZ-GRUESO, M". D.: "De nación a imperio: La expansión de los Estados Unidos por el pacífico durante la guerra hispano-norteamericana de 1898", Revista Hispa-nia, n° 196, Madrid, 1997, pp. 551-588. " MALEFAKIS, E.: "Los Estados Unidos a finales del siglo XIX", en J. R Fusi y A. Niño (Eds.); Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, 1997. El ferrocarril facilitó el acceso de los blancos a las tierras de los indios, que eran expulsados de sus territorios y confinados en reservas en las que apenas podían subsistir, p. 274. '* Véase "Del doctrinario Monroe al desbordante Jackson", pp. 323-372 en MARTNELLI, E: Historia de los Estados Unidos, vol. \, Barcelona, 1973. " «América para los americanos», es el slogan que podría resumir la doctrina de Monroe; América del norte, América central y América meridional no debían ser ya objeto de colonización por parte de ninguna potencia europea y cualquier tentativa de injerencia, directa o indirecta, aunque sólo fuera de alianza o de injluencia, se consideraría un acto hostil hacía los Estados Unidos; a cambio, los Estados Unidos no se inmiscuirían en ninguna cuestión colonial de las potencias europeas; no tomarían parte en las guerras de aquéllas", pp. 331-332. 110 pendentista. Bajo la justificación moral, los Estados Unidos han venido defendiendo sus intereses económicos en Hispanoamérica. Para Gutiérrez Estados Unidos era un país cínico. "Pues es tiempo ya que esta nación que tanto alardea de sentimientos humanitarios cuando se trata de otra nación, empiece 'por refrenar estos actos de barbarismo que se cometen en un pais que dice llamarse civilizado, y el dia que desaparezcan estos actos que en ninguna otra nación se ven, entonces tendrá derecho sin que le echen en cara, de hablar "^'^. Alardea de sentimientos humanitarios cuando se trata de otra nación, pero mantiene vigente la pena capital. Según Gutiérrez López durante el año 1897, hubo en Estados Unidos 77 linchamientos, resultando de las víctimas 51 negros. Y citaba el caso de un negro que fue sacado de la cárcel en Kentucky y ahorcado públicamente en la calle^°. ¿O acaso tenía Washington otros propósitos no declarados? De entrada, prácticamente todo el mundo piensa que a Washington le trae sin cuidado el cumplimiento de la legalidad internacional. O cuando menos denuncian el doble rasero que aplica. Otros consideran que la guerra de independencia, iniciada por los cubanos, vino a coincidir con el creciente interés de Estados Unidos por controlar la economía de una isla donde había realizado cuantiosas inversiones. Efectivamente, en la segunda mitad del siglo XIX, el mercado azucarero de Estados Unidos era el mayor del mundo y para Cuba, la atracción de ese mercado era imperiosa, al ser progresivamente excluida del europeo por la remolacha. A mediados de siglo, Cuba enviaba a Estados Unidos un tercio del azúcar; en 1890, enviaba allí el 90%. Cuba era a finales del siglo XIX políticamente territorio español, pero económicamente estaba en la órbita norteamericana. El mercado norteamericano había crecido fuertemente por dos razones: por un lado, el gran aumento demográfico, debido a una alta natalidad "Op. cit., notan°]4. -° "Desde 1840 hasta finales de la década de 1860, se habían beneficiado de las campañas de los blancos del Noreste, no sólo para abolir la esclavitud, sino también para asegurarles la igualdad en todo. Pero este idealismo se desvaneció rápidamente después de la guerra civil, y a partir de 1870 el recién derrotado Sur, donde aún vivía la gran mayoría de los negros, pudo montar un contrataque a todos los niveles. A medida que las leyes de Jim Crow y los linchamientos se extendieron, la idea de igualdad para los negros se convirtió en una burla; les habían rescatado de la esclavitud para sumirlos en una servidumbre en muchos aspectos peor que la medieval o la zarista, ya que la suya venía acompañada de una hostilidad abierta de toda la sociedad. Aún podía oirse voces de protesta, pero la actitud general en el resto del país era la de aceptar cada vez más la interpretación de los blancos del Sur de los acontecimientos. Este movimiento culminó en 1896, cuando al aprobar la perniciosa doctrina «separados pero iguales», el Tribunal Supremo legalizó el apartheid «de Jacto» que había surgido en el Sur, permitiendo que el asunto permaneciera sin ser cuestionado hasta 1950", p. 274-275, en MALEFAKIS, E.: "Los Estados Unidos a finales del siglo XIX", en J. P. Fusi y A. Niño (Eds.): Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, 1998, pp. 269-278. 111 y una creciente inmigración; y por otro lado, el gran aumento del nivel de vida de los estadounidenses. Así que, al menos, desde mediados del XIX, el comercio exterior cubano se había orientado hacia Estados Unidos. Un importador que en 1876 había suprimido sus aranceles sobre el café y que mostraba interés especial por el azúcar. Pero el arancel Mckinley permitía al presidente norteamericano subir unilateralmente los aranceles como medida de negociación con otros países. El caso de Cuba y España era muy apropiado para este tipo de política. En previsión de represalias, España negoció un acuerdo con Estados Unidos que evitó los temidos recargos, así al conseguirse el tratado comercial en 1891 entre los dos países, la vinculación de Estados Unidos con Cuba se hizo más estrecha. El arancel de Wilson en 1893, cediendo a los intereses azucareros locales, provocó que para mantener su nivel de exportación, en 1894, los cubanos tuvieran que reducir el precio de un 5%; al año siguiente la caída del precio fue de un 26%. La explicación de la intervención norteamericana en Cuba es variada. Muchos piensan que la creciente relación de los norteamericanos con la isla de Cuba, explica las circunstancias de la guerra, y que se fuera gestando el marco propicio para la intervención. Una gran parte estima que el objetivo principal es consolidar la ya iniciada expansión norteamericana. La política exterior norteamericana había quedado definida, desde 1823, en la doctrina Monroe. La doctrina trataba de conseguir un nuevo equilibrio tras la experiencia imperial bonapartista, pudiéndose advertir dos características: que en adelante, todo el continente americano debe quedar al margen de las colonizaciones europeas que significaría peligro para la seguridad de Estados Unidos; con la otra quedaba establecida la no intervención de los Estados Unidos en asuntos europeos. "Cuando Martí estuvo en los Estados Unidos a comienzos de 1890 vio claramente cómo la nación estaba entrando de lleno en la vía del imperialismo. Leyó y oyó repetidas llamadas por mercados extranjeros, por excedentes de producción y capital, especialmente durante la depresión que comenzó en 1893. Le preocupó particularmente el hecho de que muchos de los expansionistas americanos señalaban a Cuba como el área ideal para la expansión económica"^'. Para Maldwyn A. Jones el imperialismo norteamericano de la década de 1890 recordaba a la doctrina del destino manifiesto, pero se le diferenciaba en su pretensión de respetabilidad científica y la importancia que otorgaba al culto de moda a la superioridad anglosajona^^ Estos teóricos del nuevo imperialismo apoyaban sus argumentaciones en la teoría de la evo- ^' FORNER, R S.: La guerra hispano/cubano/americana y el nacimiento del imperialismo norteamericano, vol, I (1895-1898), p. 29. '^ Véase el Cap. X titulado "Estados Unidos y los asuntos mundiales, 1865-1914", pp. 363- 376, en JONES, M. A.: Historia de los Estados Unidos 1607-1992, Madrid, 1995. 112 lución natural de Darwin. Para ellos, en la lucha por la existencia internacional, la victoria correspondería a las naciones mejor dotadas". Según Cari N. Degler el giro hacia el exterior del pueblo estadounidense "Comenzó mucho antes de la década de 1890. En cierto sentido, empezó a comienzos del siglo XIX, cuando los estadounidenses tuvieron por vez primera la idea de que la marcha hacia el océano Pacífico formaba parte de su «destino manifiesto»; puesto que sería al asentar firmemente los pies en la costa del Pacífico cuando comenzaron por vez primera a mirar más allá del océano en busca de nuevas tierras y mercados "^''. El papel que tomaba la nueva política exterior norteamericana también pudo observarse en 1897, en su intervención para mediar entre Venezuela y Gran Bretaña por la cuestión de límites en Guayana. Se puso de relieve que los Estados Unidos habían tomado la decisión de estar presentes en todo, en el futuro, se dilucidará en el área del Caribe. La tendencia a la expansión encontró el marco adecuado en el conflicto que condujo a la guerra con España en 1898, iniciado con los incidentes del Maine. El 15 de febrero de 1898, martes de Carnaval, el acorazado norteamericano anclado en el puerto de La Habana, donde había entrado el día 25 de enero, saltó por los aires a las 21.40 horas. La visita fue recogida en La Voz Icodense del sábado 28 de enero de 1898 en su sección ecos del cable. "La llegada a la Habana del Maine, acorazado de guerra de los Estados Unidos y del Helena, acorazado de la misma nación, a Lisboa, es la nota saliente del servicio telegráfico de estos días". El atraque del Maine empezó bien con relaciones cordiales entre el capitán norteamericano y las autoridades españolas en La Habana. Se produjo una explosión, aparentemente en los cañones de munición de proa del barco que estaban directamente debajo de los alojamientos de la tripulación. 5. EL PAPEL DE LA PRENSA AMARILLA NORTEAMERICANA EN EL CONFLICTO DE 1898 La prensa amarilla norteamericana dio rienda suelta a la imaginación. Empezó la especulación de lo que a todas luces parecía un accidente. Los " El principal teórico del expansionismo de este momento fue el oficial de marina, el capitán Alfred T. Mahan. La doctrina imperialista se recoge en su libro, The Influence ofSea Power Upon History, 1660-1783 (1890), donde sostenía que la potencia marítima era la base de la grandeza nacional. " Véase DEGLER, C. N.: Historia de los Estados Unidos, El desarrollo de una nación 1860- 1985, Barcelona, 1986, p. 280. 113 sectores más radicales de la prensa estadounidense no tenían dudas, y a la cabeza de ellos William Randolph Hearst. Las semanas que siguieron a la explosión del Maine, Estados Unidos vivió una auténtica histeria colectiva, avivada por Hearst desde su diario el Journal que incluía varias acusaciones. Los sucesivos gobernantes que hubo en Estados Unidos durante los tres años que duró la guerra en Cuba se vieron azuzados por la prensa amarilla, reforzando severamente la presión política. "Que espectáculo más digno de risa,- si así puede decirse- es el que nos está dando en estos dias, a la vista de las demás naciones, la mayoría del pueblo de esta gran nación, que hace alarde de hallarse en estado de cultura y ala altura de las grandes Naciones europeas, pero que con motivo del desgraciado suceso del buque de guerra de la marina americana, en la bahia de la Habana, ha perdido el sentido común, tirando, sin fijarse en los medios en la mayoría de su prensa con insultos y calumnias, contra nuestra nación, asegurando con la mayor ligereza que la bahia de la Habana estaba toda minada, que esto lo habia hecho Weyler cuando estuvo, y que al marcharse se llevó los planos, quedando en el secreto nada más que en unos cuantos oficiales del ejército, y que debido a esto fue la voladura del «Maine», haciéndole creer al pueblo todas estas estupendas falsedades, y tanto ha sido así, que los diarios de más circulación de esta población, vienen adornados con grabados en que representan la bahia de la Habana llena de minas que iban directas al buque americano y debajo de éste colocados torpedos, que, según la invención de ellos, ésto fue la causa de la explosión, y estas absurdas falsedades se han propalado de tal modo,...". Las violentas diatribas de la prensa en contra de España provocaron las protestas de la representación diplomática española en Washington, concretamente de su encargado de negocios, mandando a la prensa la siguiente nota, que transcribimos a continuación: "Yo deseo oficialmente negar, que ningún sistema de minas existe en la bahia de la Habana, ni hay allí defensas submarinas de ninguna clase. Es absurdo y ridículo el reporte que ha corrido sobre este particular y esto solo ha podido ocurrir en el pensamiento de aquellas personas que están ansiosas a incitar las pasiones de ambas naciones por viles fines; yo considero el hablar de esto como un insulto a España". Pues a pesar de esta nota, aún continúa la prensa dando el grito de guerra contra Éspaña^l Una comisión fue de aquí a La Habana "a investigar la causa del desastre, y ésta todas sus sesiones las lleva en secreto sin dar a conocer a la prensa ningún detalle hasta que no termine sus trabajos; los buzos que están trabajando, tampoco se les deja comunicar con nadie, y a las principales empresas de periódicos que enviaron buzos de aquí por su cuenta pa- " LA VOZ ICODENSE, 26 de Marzo de 1898. 114 ra que trabajasen y averiguasen las causas de la explosión, el general Blanco no les permitió hacer ninguna investigación, pues habiendo el gobierno de este pais enviado sus buzos, éstos cumplirían con su misión. En fin, que en la actualidad no se oye por todos lados sino el grito de guerra contra nuestra nación"^^. En la prensa americana se ponen de manifiesto las divisiones: "Los separatistas de por aquí publicamente han dicho por medio de sus órganos en la prensa que en caso de una guerra entre España y este pais, ellos irían contra España y en estos dias se han dado gusto propalando las más absurdas calumnias contra nuestro pueblo, siendo ésta su arma de guerra en la que no tienen rival"". Por contra, en Nueva York la iglesia católica, compuesta toda de alemanes, manifestaba que era el deber de todos los leales católicos tomar armas en favor de España contra los Estados Unidos en caso de que se declarase la guerra y que todo alemán patriota y católico tenía el deber de ayudar a España como nación católica, señalando que no era bien visto que los católicos luchasen por la bandera americana^*. Como se puede observar, los católicos hacen inequívocos gestos públicos de simpatía hacia la causa patriótica española. El clamor de la opinión pública fue la que causó la guerra con España. Ese clamor fue creado y estimulado por la prensa neoyorkina. La campaña de la prensa amarilla fue demoledora. Periódicos como el World de Pu-litzer y el Journal de Hearst, cuya feroz campaña en contra de España enardecieron a la opinión, impulsaron al Congreso y, finalmente, forzaron al presidente a la intervención americana en Cuba. Sus discursos y editoriales estaban plagados de mentiras y desinformación. Su sensacionalismo les reporto jugosos beneficios. Veamos lo que nos dice Cándido sobre el tema: "Entre los corresponsales americanos residentes en la Habana, continúan éstos haciendo grandes esfuerzos para provocar un conflicto entre España y esta nación. Para poderse burlar de la censura, envían diariamente a Cayo Hueso extensos artículos que desde alli se transmiten por telégrafo a sus respectivos periódicos, y en esos engendros de su acalorada fantasía, inventan cuantos disparates, embustes y calumnias les proporciona su audacia y malicia. A pesar del secreto que guarda la comisión investigadora que fue a la Habana, para investigar la causa de la voladura del «Maine», esos corresponsales pretenden saber cuanto ocurre en el seno de la comisión y todo cuanto han descubierto los buzos y con esas noticias que ellos componen o inventan, están haciendo mucho más daño que el que sufrió el acorazado americano. Se han empeñado esos individuos por el odio que le tiene a España, odio en que les ayudan los laborantes en hacer creer al pueblo americano que la voladura del «Maine» no ha " Op. cit., nota n° 25. " Op. cit., nota n° 25. ^' Op. cit., nota n° 25. 115 sido casual, para ellos no es posible que haya sido un accidente y porque a ellos le da la gana, tiene que ser un acto agresivo y criminal... Escriben como chiquillos sin pensar, buscando y recogiendo noticias de cuantos rumores con mala intención circulan en Cuba. Así nos han dicho que del reconocimiento de los buzos resulta que el «Mai-ne » fue volado por una mina, que los que la volaron fueron los laborantes; que el disparo de la mina se hizo de acuerdo con las autoridades; que las autoridades no han tenido que ver en el asunto; que no ha habido tal mina; que el puerto de la Habana está minado; que la causa de la voladura no fue una mina sino un torpedo; que la guerra es inminente y que el cónsul Lee ha mandado salir a todos los americanos en Cuba; en fin, seria no acabar todo cuanto este canalla ha inventado y sobre esto fundan los periódicos de este pais una terrible propaganda en contra de España. En ningún pais del mundo se permitiría la presencia de corresponsales tan calumniadores y perturbadores para las buenas relaciones de ambas naciones y espulsándolos España daría una buena lección a este pais dándole a comprender con esto que no desea tener en su seno perturbadores a la paz de dos naciones para que este pais hiciese lo mismo con la Junta cubana"^'. Luego afirmaba que: "Hay que hacer, sin embargo, justicia a esta gran nación, a pesar del carácter de la prensa donde bebe toda clase de mentiras y dada la tenaz y constante afirmación de que el «Maine» fue volado por los españoles, que ocasionó la muerte de tantos hombres, se ha mantenido esta nación, desde su Jefe hasta el más humilde ciudadano, en actitud espectante, sin propasarse a vias de hecho, sin atacar legaciones ni consulados, ni ninguna insignia española, guardando las formas más comedidas en medio de su entusiasmo patriótico. Además, por mucho que se diga y hable la prensa, todavía no se ha averiguado la causa de la voladura del «Maine», pues hasta ahora no aparece indicio alguno para pensar de otro modo, así es que esploten cuanto gusten los periódicos insensatos el espíritu guerrero de este pais, creo que no habrá ninguna clase de conflictos y fundo mi creencia en que se oponen las fuerzas más pudientes del país en que en estos dias que ha asumido un aspecto grave y crítico la situación se ha iniciado un pánico en las Bolsas y han callado de repente los trompeteros jingos del Congreso y por último porque no es posible que al terminar el siglo XIX permitan las demás naciones que se haga violencia a la civilización y a la causa de la justicia. Solo una agresión inesperada que pudiera cometer algún insensato podría complicar los sucesos y llevarlos a un conflicto"". Pulitzer reconocería que había fomentado la guerra por los efectos que ésta pudiera tener en la circulación de sus periódicos. Segiín Hugh Thomas "En 1897 los periódicos de Pulitzer tenían una tirada de más de 800.000 ejemplares diarios, y los de Hearst, de 700.000. El Sun, también partidario de la guerra, por los menos teóricamente, no tiraba más de 80.000. Los periódicos contrarios a la guerra (Herald, Tribuna, Post y Times) tenían una tirada total de 225.000 ejemplares. Además, a principios de marzo de 1897, después de la toma de posesión de Mckinley, la junta cubana tenía amigos en la prensa de Washington tanto como en la de Nueva York"^'. " LA VOZ ICODENSE, 16 de abrí de 1898. »Ibídem. " HUGH, T.: Cuba, vol. I, Barcelona, 1973, p. 446. 116 Para la prensa norteamericana la cosa estaba ciara. España había hecho saltar por los aires al Maine y había que ir a la guerra, de la que salió triunfante Estados Unidos. El incidente del Maine, dejó, sin lugar a dudas malparada a la prensa norteamericana. Se trata, claro está, de la prensa amari-llista, con falta de rigor e irresponsable, que en este caso se dejó arrastrar por el sensacionalismo, bebiendo en fuentes de poco crédito con desprecio a las reglas tradicionales del periodismo. Es el momento de convenir que quizá los métodos de Hearst fueran buenos para la venta de su diario, pero no para la credibilidad de la profesión periodística. No es exagerado concluir que este episodio ha marcado un antes y un después en la trayectoria de la prensa norteamericana. 6. CONCLUSIONES Con este trabajo hemos pretendido contribuir al conocimiento y análisis de uno de los fenómenos históricos que más polémicas ha levantado. Cándido Gutiérrez es un personaje comprometido con su tiempo, intenta mantenerse informado de lo que ocurre en toda la isla antillana a la que había llegado en 1887. Por múltiples fuentes logra datos y noticias que le permiten ser el vehículo transmisor de las inquietudes sociales de los canarios que vivían en Cuba y en el sur de los Estados Unidos, más concretamente, en Tampa, donde desarrolla, no sin dificultades, el deseo de escribir en el diario el Eco Español, órgano oficial y de intereses generales de colonia española en la Florida, donde polemiza con los exiliados cubanos. Con este marco de fondo no siempre se encuentra cómodo en la tierra que le acoge. 117
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | La guerra hispano-cubana-norteamericana vista desde Tampa por el icodense Cándido Gutiérrez López |
Autor principal | Rodríguez Mendoza, Félix |
Publicación fuente | Tebeto : anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura (Islas Canarias) |
Numeración | Número 12 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Fuerteventura |
Editorial | Cabildo Insular de Fuerteventura |
Fecha | 1999 |
Páginas | p. 099-118 |
Materias | Cuba ; Historia ; 1895-1898 (Revolución) |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 847545 Bytes |
Texto | LA GUERRA HISPANO-CUBANA-NORTEAMERICANA VISTA DESDE TAMPA POR EL ICODENSE CÁNDIDO GUTIÉRREZ LÓPEZ FÉLIX RODRÍGUEZ MENDOZA 1. INTRODUCCIÓN La elaboración del presente trabajo tiene, como soporte, la documentación hemerográfica localizada en las bibliotecas de la U.L.L y en la C.M.E.G.A de Icod de los Vinos. Se complementa con material informativo de la misma naturaleza procedentes de hemerotecas y bibliotecas canarias'. Pero, la base principal es la documentación hemerográfica de procedencia estadounidense que se publica en el diario "La Voz Icodense" durante la época objeto de estudio^ La turbulencia política y social desatada en Cuba^ llegó a Icod de los Vinos a través del periódico La Voz Icodense. Uno de los emigrados de esta localidad, Cándido Gutiérrez López, transmitiría a este Diario las incidencias de la guerra que le suscitó sentimientos de impotencia y amargura. Aquí nos detendremos en la preocupación que siente este icodense llegado a Tampa, procedente de Cuba, ante lo que sucede o puede suceder en la isla antillana; la marcha de los acontecimientos en Cuba y La Florida; sobre la división experimentada por la población a causa de los mismos; el papel de la prensa amarilla estadounidense en el conflicto del 98''; y sobre las posturas adoptadas, en tales circunstancias, por la colonia española y canaria residente en Tampa^ ' Siglas y abreviaturas utilizadas en este trabajo; U.L.L= Universidad de La Laguna; C.M.E.G.A= Casa Museo Emeterio Gutiérrez Albelo; ROA=Revista del Oeste de África. ' NAVARRO GARCÍA, L.: Las guerras de España en Cuba, Madrid, 1998. ' Véase el artículo de HERNÁNDEZ SANDOICA, E.: "Cuba en el Período Intersecular: Continuidad y cambio", en Walter L. Bemecker (Ed.): 1898: su significado para Centroámerica y el Caribe, Madrid, 1998, pp. 153-170. ' Sobre el 98 véase el Cap. "Hacia el 98", pp. 169-219, en ANDRÉS-GALLEGO, J.; Un 98 distinto. Restauración, desastre, regeneracionismo, Madrid, 1998 y TORRES DEL RIO, R.: "1895- 1898: Inglaterra y la búsqueda de un compromiso internacional para frenar la intervención norteamericana en Cuba", Revista Hispania, n° 196, Madrid, 1997, pp. 515-549. ' Cándido Gutiérrez López era redactor del ECO ESPAÑOL, órgano oficial y de intereses generales de la colonia española de la Florida. Su hermano Emeterio fue director de LA VOZ ICODENSE. 101 2. EL EXILIO CUBANO EN ESTADOS UNIDOS Florida acogió a un buen grupo de emigrantes procedentes, directa o indirectamente, de España, que se concentraron principalmente en Tampa. Aunque la presencia canaria en Tampa fue minoritaria, Cándido Gutiérrez López no fue la excepción entre los canarios. O mejor dicho, la excepción reside en que nos hallamos ante un personaje en el que fue constante su preocupación por los hechos y momentos coyunturales de los que fue coetáneo^ Gutiérrez vivió en Cuba y Florida durante los años de la guerra de la Independencia, que marcaron su experiencia vital. A través de sus escritos, puede recomponerse y comprenderse el fluido histórico de los acontecimientos. Comenzaré con reseñar la descripción que Cándido hace de la colonia canaria en Tampa en aquellos momentos; "De noticias relativas a nuestra colonia canaria residente en esta, (Tampa) muy pocas o casi ninguna tengo que darte por ser hoy en día muy reducido el niímero de esta, pero todos animados de patriotismo", escribía en 1897 Cándido al director de La Voz Icodensel Cuba representa durante la segunda mitad del XIX el destino preferente de la emigración canaria por las expectativas de progreso de la isla abiertas desde 1830, y porque Venezuela, por las mismas fechas, no despertaba la atención de los canarios, debido a que se mantuvo lastrada por los resultados de las guerras federales. De la pujanza de la economía cubana en la primera mitad del XIX es muestra el hecho de que el primer ferrocarril que se construyera en tierra española fuera Habana-Güines, entrando en funcionamiento en 1837. Estados Unidos va a representar uno de los destinos periféricos del movimiento migratorio canario. En efecto. Cayo Hueso (Key West), territorio de la Florida, fue una zona a la que se vieron empujados los españoles y nativos procedentes de la isla de Cuba por una serie de circunstancias. La ' Otro canario coetáneo de la insurrección cubana de 1895 y de los acontecimientos de 1898 es Secundino Delgado. "En los Estados Unidos se identificaría con la lucha de los cubanos por su independencia nacional y fiínda en Tampa (Florida) el periódico El Esclavo. Al producirse la sublevación de 1895, Secundino Delgado se traslada a Cuba donde conspira contra el gobierno español. Al ser descubierto por las autoridades coloniales como hombre comprometido con el movimiento independentista, huye del país, volviendo a Canarias por pocos meses, ya que también en el Archipiélago es perseguido por sus actividades revolucionarias en la gran Anti-lla, logrando embarcar para Venezuela, país donde-aunque no tan importante como en Cuba-existía una nutrida colonia de canaria". en SUAREZ ROSALES, M.: Secundino Delgado. Apuntes para una biografia del padre de la nacionalidad canaria. Islas Canarias, 1980, p. 16. Véase también para la figura de Secundino Delgado, PAZ SÁNCHEZ, M.: "Nuevos documentos sobre Secundino Delgado", ROA, n° 9, La Laguna, 1990, pp. 7-74. ' LA VOZ ICODENSE, 29 de enero de 1898. 102 figura más sobresaliente de esta emigración fue la del valenciano Vicente Martínez Ibor y su hermano Eduardo, quienes fundaron en dicho islote una fábrica de tabacos en 1868. Los Ibor hubieron de trasladar su fábrica desde Cayo Hueso debido a que en 1886 se quemara buena parte de la zona comercial y algunas fábricas de tabaco y a los problemas laborales y políticos, derivados del independentismo cubano. En 1891 se habían establecido en Tampa ya un buen número de españoles y otros fabricantes de tabaco procedentes de Nueva York*. Desde 1873 hasta 1895 transcurrió en Florida un período de relativa calma y de progreso. Las relaciones económicas con Cuba fueron en aumento, principalmente en los sectores del tabaco y del azúcar. Grupos revolucionarios cubanos se habían exiliado a Estados Unidos, especialmente en Nueva York y Florida, siendo esta última el escenario más activo patrocinador de la independencia, centro de reunión y conspiración de la oposición autonomista'. El clima húmedo, adecuado para los secaderos de tabaco, la existencia de un buen río y buenas comunicaciones, así como la llegada de empresarios estadounidenses convirtieron a Ibor City en uno de los centros más importantes de fabricación de habanos, siendo uno de los núcleos a partir del cual surgió la ciudad de Tampa. Las graves condiciones en las que estaba sumida Cuba en 1895 estimularon extensas discusiones en Tampa. Los problemas de los trabajadores españoles en Tampa y Cayo Hueso, en estas fechas, tuvieron su origen en las * HERNÁNDEZ SANDOICA, E.: "La política colonial española y el despertar de los nacionalismos en ultramar", en J. P. Fusi y A. Niño (Eds.): Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, 1997, pp. 133-149. "Además, para la emigración política en Tampa o en Cayo Hueso una «nación cubana», como germen de estado independiente, iba llegando a ser (1892) un proyecto político factible. Contaba el aparato de la independencia cada vez de mayores apoyos en dinero, en hombres y pertrechos llegados desde fuera, del exilio europeo o neoyorquino -conspiradores del 68, más los trabajadores del tabaco expulsados de la Isla por razones políticas-, aparentando una fuerza creciente de aglutinación entre clases y grupos muy diversos, con una prensa, sus reuniones y sus mítines..." ' OFFNER, J. L.: "La política norteamericana y la guerra hispano-cubana", en J. R Fusi y A. Niño (Eds.): Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, 1997, pp. 195-196. "Cuando comenzó la guerra de independencia de Cuba en 1895, muchísimos norteamericanos simpatizaron con la causa cubana. El público estaba generalmente a favor del derecho de los pueblos a gobernarse a sí mismos, y pensaban que un modelo de gobierno como la repííblica era preferible a la monarquía. Más aiín, muchos norteamericanos tenían prejuicios contra la católica España y el colonialismo europeo; para mucha gente la revuelta cubana parecía ser, tras más de un siglo, el último peldaño de la lucha de los americanos por la independencia de Europa. Los legisladores de todos los partidos en el Congreso compartieron el sentimiento popular, y comenzaron a usar el eslogan «cuba libre» como un atractivo electoral. A pesar del peso de la opinióm pública y de los congresistas, la administración Cleveland vaciló en apoyar la causa cubana". 103 circunstancias políticas en que se vieron envueltos. La Guerra de la Independencia en Cuba tuvo su trasunto entre los obreros del tabaco peninsulares e isleños y los dueños de las fábricas, españoles en su mayoría. La principal diferencia entre peninsulares españoles y cubanos atañía al problema de la independencia de Cuba. Esa fractura de la opinión tuvo un intenso reflejo en la prensa de la época de todos los matices, hasta el hecho de constituir hoy una fuente imprescindible de estudio. Durante el período de la segunda guerra de independencia de Cuba operaban en Estados Unidos dos fuerzas. Una era la simpatía por la lucha cubana, la otra era la solidaridad con España. Se originan dos centros: Cayo Hueso, dominado por los fabricantes y obreros cubanos, y Tampa, donde los fabricantes son españoles y los trabajadores cubanos y, crecientemente, españoles. En estos años los cubanos y peninsulares son enemigos y los problemas se prolongan con momentos de tensión, especialmente, durante la guerra hispano-norteamericana. No obstante, fueron aminorando hasta casi desaparecer en las primeras décadas del siglo XX, en las que la convivencia de españoles y cubanos fue pacífica'". Estados Unidos tenía una importante colonia cubana que ayudó a la Revolución, siendo Tampa una de las zonas principales. El icodense Cándido Gutiérrez López vivió este clima de tensión y enfrentamientos. Allí había emigrado a finales del XIX desde Cuba publicando sus vivencias e impresiones. Su posición estaba decididamente al lado de España y así lo expresa en la serie de artículos que envía a La Voz Icodense. Hasta mediados de 1896, cuando la Revolución había progresado considerablemente, los cubanos ricos del exterior no empezaron a responder financieramente. Fueron los trabajadores de Tampa y Cayo Hueso los que hicieron las contribuciones más importantes. En realidad, los cubanos in-dependentistas del exilio tuvieron un amplio margen de acción, reforzado por un extraordinario apoyo del pueblo norteamericano. La opinión general de los estadounidenses era favorable a Cuba y su causa. "La llegada de Weyler también transformó a la junta de Nueva York, que trató de enviar cada vez más material y armas a Cuba y redobló sus esfuerzos para colocar historias de atrocidades, que tanto codiciaban el Journal de Hearst y el World de Pulitzer (el Sun de Charles Dana ya había abandonado la competición). Lanzados ante todo a la batalla de las grandes tiradas, Hearst y Pulitzer no veían, y nos les importaba, que estaban siendo utilizados como instrumentos. El 23 de febrero de 1896, El Journal decía a sus lectores que Weyler era un "despota malvado... brutal, devastador de haciendas., implacable, frío, un exterminador de hombres... nada puede evitar el desenfreno de su cerebro camal y animal a la hora de inventar torturas e infamias de corrupción sangrienta. Esta descripción era, naturalmente, inexacta. No obstante, era una historia que tenía el ' VéaseFERNANDEZ-SHAW, C: La Florida Contemporánea, Madrid, 1992. 104 éxito asegurado, ya que ayudaba a crear un ambiente mediante el cual se esperaba que el gobierno y la judicatura de los Estados Unidos hicieran la vista gorda ante el envío de material que iba a hacer la organización de Nueva York a Cuba aquel mismo mes"". 3. ¿AUTONOMÍA, ANEXIÓN O INDEPENDENCIA? De cómo se orientasen las posibilidades constitucionales de Cuba dependía en buena parte de España. El gobierno en principio fue claro, ni independencia ni statu quo. La independencia era algo que, salvo los propios cubanos, casi todos los españoles rechazaban, incluido Cándido Gutiérrez, que ve avanzar la inestabilidad de la perla antillana primero desde la propia isla y después desde Tampa'^ Para Moreno Fraginals "El gobierno español tenía preparada una salida de emergencia a la crisis cubana: la autonomía. Es decir, un autogobierno que era en cierta forma una caricatura del régimen impuesto por Inglaterra en Canadá. Desde el punto de vista ideológico esta solución retrocedía el problema cubano a 1842 cuando la sacarocracia esgrimió las ideas de José Antonio Saco, pero en 1897 ya era demasiado tarde". En su artículo de 15 de enero de 1898 dirigido al director de La Voz Ico-dense, Cándido Gutiérrez empezaba comunicándole que el día 1 de enero se había implantado en Cuba el régimen autonómico "con la formación de los nuevos ministros o secretarios de Despacho, que componen el Gabinete autonómico habiendo sido elegidos presidente sin cartera el Sr. Gal-ves, de Hacienda el Sr. Montoro, de Gobernación y Gracia y Justicia el Sr Govin, de Instrucción pública el Dr Zayas, de Agricultura, Industria y Comercio D. Laureano Rodríguez y de Comunicaciones y Telégrafos el Sr. Dolz, todos los cuales reunidos en el palacio del General Blanco y en presencia de éste en el salón del trono donde se halla el Istmo. Sr. Obispo, colocados los santos Evangelios y después de leido el decreto en que se nombraba ministros responsables, todos ellos juraron cumplir con fidelidad el puesto que se les habia confiado y guardar fidelidad y obediencia a la Monarquía española". Cándido expresaba que: "Jamás pensé que la autonomía llegase a implantarse, pues aun recuerdo que al llegar a Cuba ahora nueve años todo el que allí hablaba de autonomía se les consideraba lo mismo que si fuesen separatistas". Acusación inmerecida de que la autonomía encubría el separatismo, identificación tan errónea como interesada, sin tener en cuenta los matices. Era uno de los argumentos favoritos de los más retrógrados del gobierno español, sin ninguna visión de futuro. " HUGH, T.: Cuba, vol. 1, Barcelona, 1973, p. 433. '^ Para el exilio político cubano independentista en Tampa el proyecto reformista del 93, apenas contenía nada que pudiera satisfacer sus aspiraciones. 105 Desde finales de la guerra de los Diez Años, la autonomía había sido la solución política propuesta por Sagasta y defendida por Martínez Campos. El 1 de enero de 1898, como hemos visto, el Gobierno autonomista empezó a funcionar, y en menos de dos semanas, la oposición al mismo se mostró abiertamente en La Habana y en otras partes de la isla. La impresión que llegaba de Cuba a Tampa era que la independencia, no la autonomía, era lo que se necesitaba para terminar la crisis cubana. La mayor parte de los cubanos no aceptarían otra cosa que no fuera la independencia; por otra parte oficiales españoles que habían estado con Weyler se oponían a la autonomía. Para Cándido Gutiérrez con la autonomía iba a realizarse el sueño de tres generaciones de cubanos. "El gobierno de nuestra patria ha otorgado a Cuba su autonomía. ¿Qué autonomía? La verdadera autonomía, la autonomía parlamentaria, la única que merece ese nombre, administrativa, económica y política. Cuba se regirá asimisma y por si misma cuidará de todo lo suyo, tendrá sus cámaras y su gobierno propio y sus cámaras votarán los presupuestos, los aranceles, las leyes que regulan la vida interior y la provincial y su administración y su régimen económico y cuantas instituciones con él se relacionen y su gobierno ante las cámaras responsable,... Todo esto será un hecho, porque a ello se ha obligado el partido que hoy ejerce el gobierno de la nación, y en ella estaba empeñada su palabra, y en los decretos que la prensa publica, se ha cumplido con toda sinceridad, con resolución y sin regateos la palabra del gobierno". Y a continuación reflexionaba: "Tres partes comprendía el programa del partido autonomista cubano; igualdad de derechos civiles y políticos; común participación de la Metrópoli y de la colonia en las atenciones de carácter nacional, forma parlamentaria de gobierno interior de la colonia. Los preceptos son terminantes; toda ley de diferencia queda ya derogada; el cubano y el peninsular, y entre los cubanos, el blanco y el negro no tienen ya más que una ley. El voto electoral será de todos; los más que son en Cuba los cubanos son los que en adelante han de gobernar. En adelante por la sola virtud del régimen, ha de ser Cuba dueña y señora de sus destinos, y en cuanto a su vida económica se refiere, lo que ella quiera será, pues solo podría ser de otro modo después de un conflicto sangriento, inmenso, tremendo, mayor que cuantos registra su historia, en el cual sucumbiese lo que jamas en Cuba ha sucumbido en sus insurrecciones coloniales: el derecho colonial". Finalmente continúa: "Ojalá vengan al seno del nuevo régimen nuevos elementos y haya en todo en la metrópoli y en la colonia y en los cubanos y en los peninsulares de la Isla el mutuo respeto y la tolerancia y buen deseo que requiere el régimen autonómico cual los requieren en general, en todas partes los gobiernos parlamentarios". Pero los buenos deseos que expresaba Cándido no se cumplieron. Y concluía afirmando que aparte de los ilusos y los ignorantes que no tenían cri- 106 terio propio, no habría nadie que deseara seguir batallando "por los ideales irrealizables, como es la independencia de aquel pais, porque no tiene población bastante para ello, y el medio en que se mueve es tan homogéneo, que ni posee las condiciones y aptitudes que son necesarias para llegar a la posesión de un régimen y que solo servirla de escalón para llegar a la anexión que tanto peligro entraña. Aunque no les arrendrara el cambio de nacionalidad, debe horrorizar a todo cubano honrado la idea de que su pais viniera en breve tiempo a ser ocupado por una raza inferior. Y el peligro que menciono es tan inminente que me atrevo a asegurar que después de realizada la anexión en un breve plazo de cuatro años, cuatro millones de los siete, que según declaración del célebre estadista americano Blaine le sobran a la unión americana y a pesar de su decantada filantropía, los llamó aquel célebre estadista, lepra de su pais, de la cual era urgente desprenderse. Preciso seria cerrar los ojos a la razón para que los antecedentes que dejo indicados y que es fácil comprobar, continuara una lucha estéril que daria por solo resultado que a la vuelta de uno o dos años más quedará de Cuba el punto geográfico, perdido no yapara los españoles y cubanos que allí viven, sino para la civilización que desaparecerla para siempre, viniendo a parar cuando más, en lo que son hoy Santo Domingo, Nicaragua, Costa Rica, Ecuador y tantos otros pueblos cuya vida es tan precaria a pesar de los años que llevan de independencia". Cándido supo percibir los riesgos de la independencia de España, y los cubanos, sometidos a cuatro años de intervención norteamericana, vieron el tránsito del país de mano en mano y cómo se esfumaba el sueño de la auténtica independencia. Sin embargo, estas reflexiones adolecen de tres importantes errores. De una parte considerar que la independencia era una utopía irrealizable. De otra parte, que el tratado de Reciprocidad de 1904 dio mayor acceso al azúcar cubano en el mercado estadounidense, y las exportaciones crecieron. Parece, por tanto, que la influencia norteamericana no supuso un avance a la prosperidad como vaticinaba Cándido. Y, la última que la emigración a Cuba se aceleró tras la independencia, y especialmente después de la Gran Guerra. La presión del gobierno de Estados Unidos jugó un importante papel en la decisión de España en deponer a Weyler. "Los Estados Unidos se compadecen de los reconcentrados cubanos y se desviven por enviarles socorros, así en prendas, como dinero. No está mal, pero creo que si en esta república se cumplieran las leyes de neutralidad, no habría necesidad de semejantes desembolsos. Así, estos no vienen a hacer otra cosa, que el principio de pago de los perjuicios ocasionados al pueblo español por este pueblo; pago que se ha de completar con la fuerte indemnización que en su día reclamara nuestro gobierno al de este país por la ayuda que hasta ahora vino prestando a la insurección cubana, y que presta todavía al consentir 107 en una de sus ciudades más comerciales la existencia de una Junta, cuyos manejos son un continuo escandaloso atentado a la soberanía de España en la Antillas"". Una vez depuesto Weyler como capitán general fue reemplazado por Ramón Blanco. Los esfuerzos de éste por inducir a los rebeldes a aceptar la autonomía, le hicieron enviar al coronel Joaquim Ruíz a negociar con los insurrectos. Así describe Cándido Gutiérrez el encuentro en que el coronel fue capturado y ejecutado: "En días pasados, tuvo lugar en la provincia de la Habana un hecho desgraciado para la política de conciliación que ha adoptado el general Blanco, con la muerte del teniente coronel Joaquim Ruíz, muy bien relacionado en los círculos sociales, militares y oficiales. Este digno oficial de nuestro ejército fue enviado a conferenciar con el coronel insurrecto Aranguren, con la oferta de que aceptase la autonomía, pero enseguida aquellos jefes insurrectos siguiendo las órdenes de Máximo Gómez dado a su ejército, le dieron muerte en el acto lo cual ha causado bastante indignación en el pueblo sensato que a un emisario de paz los insurrectos hayan cometido tan bárbaro atentado". El intento de Ramón Blanco fracasó, los insurrectos lo ridiculizaron y se tuvo que enfrentar a los más extremados conservadores partidarios de Weyler, "pues este general ha dejado grandes simpatías entre todos los españoles de aquende el mar, que veían en él al único salvador de la dominación española en la Gran Antilla lo mismo que su pacificación", escribía Gutiérrez López.'"* El día 12 de enero un gran motín tendría lugar en la ciudad de La Habana que fue recogido en el artículo firmado el día 31 de enero de 1898 por Cándido Gutiérrez y enviado a La Voz Icodense: "A las diez de la mañana un gentio inmenso en actitud amenazadora, dando gritos de ¡Viva España! y ¡Muera la autonomía! y dirigido por un centenar de oficiales del ejército encaminóse a las oficinas de los periódicos «La Discusión», «El Reconcentrado » y el «Diario de la Marina». Los amotinados atacaron con furia a las redacciones de los dos primeros de dichos periódicos, rompiendo puertas y ventanas, destruyendo todo cuanto en esas oficinas encontraron y apaleando a los empleados. Al acudir la policía los grupos se dirigieron dando gritos por la calle de O 'Reilly al Parque Central, donde se halla la redacción del «Diario de la Marina». El tumulto era imponente. Varios generales españoles, entre ellos Parrado, procuraban en vano restablecer el orden. Lo mismo los grupos que acudieron al Parque, como los que ocupaban la Plaza de Armas, frente a palacio, no cesaban en sus gritos de ¡Viva España! ¡Muera la Autonomía! ¡Viva Weyler! Toda la ciudad se hallaba ocupada por las fuerzas veteranas de infantería y de caballería". Por lo expuesto en di- " LA v o z ICODENSE, 31 de enero de 1898, » LA VOZ ICODENSE, 5 de marzo de 1898. 108 cho telegrama, habrás visto, decía Cándido Gutiérrez al director de La Voz Icodense, la situación ha sido gravísima, pues en el mitin han tomado parte los conservadores, los voluntarios y más de cien oficiales del ejército, "habiendo tenido este suceso en la negativa del general Blanco a la petición que se le hizo de suprimir los ataques e insultos que a diario venia cometiendo la prensa liberal a nuestro ejército y a nuestra nación". Según Cándido Gutiérrez, consultado el jefe del partido revolucionario, Tomás Estrada Palma, por varios periodistas, había dicho lo siguiente: "No creo que ocurra conflicto ninguno entre España y los Estados Unidos. Lo que en la Habana sucede, no es más que el resultado de la llamada autonomía. Los españoles ven en cada cubano un enemigo. Los sucesos de la Habana pueden ir tomando mayores proporciones hasta producir una verdadera carnicería en las calles de la capital. El general Blanco es impotente para impedirlo, porque la política que desea es la de Weyler. Cree el Sr. Palma llegado el momento de la intervención". Los separatistas intransigentes de por aquí, manifestaba en su escrito, "dicen que no quieren la autonomía y que ellos quieren independencia o muerte". Crítica en su artículo a los Estados Unidos por la ayuda que venía prestando a la insurrección cubana, y que prestaba todavía "al consentir en una de sus ciudades más comerciales la existencia de una Junta, cuyos manejos son un continuo escandaloso atentado a la soberanía de España en las Antillas". Y decía que si el gobierno de los Estados Unidos deseaba mostrar su amor a los cubanos y a los españoles que lo demostrara, "suprimiendo esa Junta sostenedora de facciosos y desterrando a los individuos que la componen como a enemigos del progreso de la verdadera libertad". En efecto, en Estados Unidos llevaban años de hiperactividad todos cuantos tenían una proclividad a la agitación política a favor de la independencia de Cuba y en contra de la nación española, casi no puede dudarse de que las opiniones personales de Cándido sobre Estados Unidos, fuesen resentidas. Una desproporción que cabía esperar, dadas las circunstancias. Nueva York era en 1898 no sólo la sede de los periódicos que azuzaron la guerra, sino un importante centro de sentimiento antiimperialista y procubano. Y es que el exilio cubano halló su espacio entonces en la ciudad de Nueva York y Tampa. Importa destacar que entre los muchos clubes de cubanos emigrantes en el sur de la Florida es donde se gestó la formación del partido por la independencia (el PCR) en febrero de 1892". Una Junta funcionaba en los Estados Unidos desde 1895. Y su Asamblea Constituyente había elegido a Tomás Estrada Palma como su delegado y jefe representativo en el exterior con autoridad para mantener relaciones diplomáticas con otros países. La Junta tenía como principal objetivo conseguir material y dar ayuda moral a los " En 1880, Martí evadió el cerco de las autoridades españolas y se embarcó para Nueva York. Allí y en otras ciudades americanas creó grupos revolucionarios cubanos. 109 rebeldes que estuvieran combatiendo en la isla. Conseguían contribuciones a la causa cubana, armaban expediciones filibusteras a la isla y organizaban actos para recoger la simpatía del público estadounidense. En realidad, los cubanos independentistas del exilio tuvieron un amplio margen de acción, reforzado por un extraordinario apoyo del pueblo norteamericano y la simpatía de los sectores medio y alto de la sociedad, influyentes en la vida económica y que siempre habían sido partidarios expresos o encubiertos de la anexión. "Fuera de Cuba hay más de 60.000 emigrados que se conforman con divertirse en los clubs, en criticar a los que como ellos no piensan, en alardear de patriotismo y en conformarse, con que solo 10.000 cubanos, (si es que los hay) estén sosteniendo una guerra sangrienta ayudados por elementos contrarios a nuestra raza ", dice Cándido. Aquí muestra su claro rechazo a la disidencia cubana en el exilio de Nueva York y Tampa, dos de cuyas ciudades salían con frecuencia los elementos que han alimentado la insurrección. 4. EL NACIMIENTO DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Es, comúnmente aceptado que el verdadero surgimiento del imperialismo norteamericano empezó cuando entró en guerra con España en 1898'*". No faltan precedentes de ello, por que el imperialismo norteamericano surgiera de un día para otro. La toma de las tierras de los indios nativos", la apropiación de parte de México son suficientemente conocidos. El surgimiento fue, así, producto de un largo período de gestación. La política exterior norteamericana quedó definida desde 1823, en la doctrina Monroe, cuyo sentido se ha ido modificando mediante corolarios y doctrinas'\ La revolución de los cubanos contra los españoles, en 1895, da a los Estados Unidos la oportunidad moral de apoyar al movimiento cubano inde- " ELIZALDE PEREZ-GRUESO, M". D.: "De nación a imperio: La expansión de los Estados Unidos por el pacífico durante la guerra hispano-norteamericana de 1898", Revista Hispa-nia, n° 196, Madrid, 1997, pp. 551-588. " MALEFAKIS, E.: "Los Estados Unidos a finales del siglo XIX", en J. R Fusi y A. Niño (Eds.); Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, 1997. El ferrocarril facilitó el acceso de los blancos a las tierras de los indios, que eran expulsados de sus territorios y confinados en reservas en las que apenas podían subsistir, p. 274. '* Véase "Del doctrinario Monroe al desbordante Jackson", pp. 323-372 en MARTNELLI, E: Historia de los Estados Unidos, vol. \, Barcelona, 1973. " «América para los americanos», es el slogan que podría resumir la doctrina de Monroe; América del norte, América central y América meridional no debían ser ya objeto de colonización por parte de ninguna potencia europea y cualquier tentativa de injerencia, directa o indirecta, aunque sólo fuera de alianza o de injluencia, se consideraría un acto hostil hacía los Estados Unidos; a cambio, los Estados Unidos no se inmiscuirían en ninguna cuestión colonial de las potencias europeas; no tomarían parte en las guerras de aquéllas", pp. 331-332. 110 pendentista. Bajo la justificación moral, los Estados Unidos han venido defendiendo sus intereses económicos en Hispanoamérica. Para Gutiérrez Estados Unidos era un país cínico. "Pues es tiempo ya que esta nación que tanto alardea de sentimientos humanitarios cuando se trata de otra nación, empiece 'por refrenar estos actos de barbarismo que se cometen en un pais que dice llamarse civilizado, y el dia que desaparezcan estos actos que en ninguna otra nación se ven, entonces tendrá derecho sin que le echen en cara, de hablar "^'^. Alardea de sentimientos humanitarios cuando se trata de otra nación, pero mantiene vigente la pena capital. Según Gutiérrez López durante el año 1897, hubo en Estados Unidos 77 linchamientos, resultando de las víctimas 51 negros. Y citaba el caso de un negro que fue sacado de la cárcel en Kentucky y ahorcado públicamente en la calle^°. ¿O acaso tenía Washington otros propósitos no declarados? De entrada, prácticamente todo el mundo piensa que a Washington le trae sin cuidado el cumplimiento de la legalidad internacional. O cuando menos denuncian el doble rasero que aplica. Otros consideran que la guerra de independencia, iniciada por los cubanos, vino a coincidir con el creciente interés de Estados Unidos por controlar la economía de una isla donde había realizado cuantiosas inversiones. Efectivamente, en la segunda mitad del siglo XIX, el mercado azucarero de Estados Unidos era el mayor del mundo y para Cuba, la atracción de ese mercado era imperiosa, al ser progresivamente excluida del europeo por la remolacha. A mediados de siglo, Cuba enviaba a Estados Unidos un tercio del azúcar; en 1890, enviaba allí el 90%. Cuba era a finales del siglo XIX políticamente territorio español, pero económicamente estaba en la órbita norteamericana. El mercado norteamericano había crecido fuertemente por dos razones: por un lado, el gran aumento demográfico, debido a una alta natalidad "Op. cit., notan°]4. -° "Desde 1840 hasta finales de la década de 1860, se habían beneficiado de las campañas de los blancos del Noreste, no sólo para abolir la esclavitud, sino también para asegurarles la igualdad en todo. Pero este idealismo se desvaneció rápidamente después de la guerra civil, y a partir de 1870 el recién derrotado Sur, donde aún vivía la gran mayoría de los negros, pudo montar un contrataque a todos los niveles. A medida que las leyes de Jim Crow y los linchamientos se extendieron, la idea de igualdad para los negros se convirtió en una burla; les habían rescatado de la esclavitud para sumirlos en una servidumbre en muchos aspectos peor que la medieval o la zarista, ya que la suya venía acompañada de una hostilidad abierta de toda la sociedad. Aún podía oirse voces de protesta, pero la actitud general en el resto del país era la de aceptar cada vez más la interpretación de los blancos del Sur de los acontecimientos. Este movimiento culminó en 1896, cuando al aprobar la perniciosa doctrina «separados pero iguales», el Tribunal Supremo legalizó el apartheid «de Jacto» que había surgido en el Sur, permitiendo que el asunto permaneciera sin ser cuestionado hasta 1950", p. 274-275, en MALEFAKIS, E.: "Los Estados Unidos a finales del siglo XIX", en J. P. Fusi y A. Niño (Eds.): Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, 1998, pp. 269-278. 111 y una creciente inmigración; y por otro lado, el gran aumento del nivel de vida de los estadounidenses. Así que, al menos, desde mediados del XIX, el comercio exterior cubano se había orientado hacia Estados Unidos. Un importador que en 1876 había suprimido sus aranceles sobre el café y que mostraba interés especial por el azúcar. Pero el arancel Mckinley permitía al presidente norteamericano subir unilateralmente los aranceles como medida de negociación con otros países. El caso de Cuba y España era muy apropiado para este tipo de política. En previsión de represalias, España negoció un acuerdo con Estados Unidos que evitó los temidos recargos, así al conseguirse el tratado comercial en 1891 entre los dos países, la vinculación de Estados Unidos con Cuba se hizo más estrecha. El arancel de Wilson en 1893, cediendo a los intereses azucareros locales, provocó que para mantener su nivel de exportación, en 1894, los cubanos tuvieran que reducir el precio de un 5%; al año siguiente la caída del precio fue de un 26%. La explicación de la intervención norteamericana en Cuba es variada. Muchos piensan que la creciente relación de los norteamericanos con la isla de Cuba, explica las circunstancias de la guerra, y que se fuera gestando el marco propicio para la intervención. Una gran parte estima que el objetivo principal es consolidar la ya iniciada expansión norteamericana. La política exterior norteamericana había quedado definida, desde 1823, en la doctrina Monroe. La doctrina trataba de conseguir un nuevo equilibrio tras la experiencia imperial bonapartista, pudiéndose advertir dos características: que en adelante, todo el continente americano debe quedar al margen de las colonizaciones europeas que significaría peligro para la seguridad de Estados Unidos; con la otra quedaba establecida la no intervención de los Estados Unidos en asuntos europeos. "Cuando Martí estuvo en los Estados Unidos a comienzos de 1890 vio claramente cómo la nación estaba entrando de lleno en la vía del imperialismo. Leyó y oyó repetidas llamadas por mercados extranjeros, por excedentes de producción y capital, especialmente durante la depresión que comenzó en 1893. Le preocupó particularmente el hecho de que muchos de los expansionistas americanos señalaban a Cuba como el área ideal para la expansión económica"^'. Para Maldwyn A. Jones el imperialismo norteamericano de la década de 1890 recordaba a la doctrina del destino manifiesto, pero se le diferenciaba en su pretensión de respetabilidad científica y la importancia que otorgaba al culto de moda a la superioridad anglosajona^^ Estos teóricos del nuevo imperialismo apoyaban sus argumentaciones en la teoría de la evo- ^' FORNER, R S.: La guerra hispano/cubano/americana y el nacimiento del imperialismo norteamericano, vol, I (1895-1898), p. 29. '^ Véase el Cap. X titulado "Estados Unidos y los asuntos mundiales, 1865-1914", pp. 363- 376, en JONES, M. A.: Historia de los Estados Unidos 1607-1992, Madrid, 1995. 112 lución natural de Darwin. Para ellos, en la lucha por la existencia internacional, la victoria correspondería a las naciones mejor dotadas". Según Cari N. Degler el giro hacia el exterior del pueblo estadounidense "Comenzó mucho antes de la década de 1890. En cierto sentido, empezó a comienzos del siglo XIX, cuando los estadounidenses tuvieron por vez primera la idea de que la marcha hacia el océano Pacífico formaba parte de su «destino manifiesto»; puesto que sería al asentar firmemente los pies en la costa del Pacífico cuando comenzaron por vez primera a mirar más allá del océano en busca de nuevas tierras y mercados "^''. El papel que tomaba la nueva política exterior norteamericana también pudo observarse en 1897, en su intervención para mediar entre Venezuela y Gran Bretaña por la cuestión de límites en Guayana. Se puso de relieve que los Estados Unidos habían tomado la decisión de estar presentes en todo, en el futuro, se dilucidará en el área del Caribe. La tendencia a la expansión encontró el marco adecuado en el conflicto que condujo a la guerra con España en 1898, iniciado con los incidentes del Maine. El 15 de febrero de 1898, martes de Carnaval, el acorazado norteamericano anclado en el puerto de La Habana, donde había entrado el día 25 de enero, saltó por los aires a las 21.40 horas. La visita fue recogida en La Voz Icodense del sábado 28 de enero de 1898 en su sección ecos del cable. "La llegada a la Habana del Maine, acorazado de guerra de los Estados Unidos y del Helena, acorazado de la misma nación, a Lisboa, es la nota saliente del servicio telegráfico de estos días". El atraque del Maine empezó bien con relaciones cordiales entre el capitán norteamericano y las autoridades españolas en La Habana. Se produjo una explosión, aparentemente en los cañones de munición de proa del barco que estaban directamente debajo de los alojamientos de la tripulación. 5. EL PAPEL DE LA PRENSA AMARILLA NORTEAMERICANA EN EL CONFLICTO DE 1898 La prensa amarilla norteamericana dio rienda suelta a la imaginación. Empezó la especulación de lo que a todas luces parecía un accidente. Los " El principal teórico del expansionismo de este momento fue el oficial de marina, el capitán Alfred T. Mahan. La doctrina imperialista se recoge en su libro, The Influence ofSea Power Upon History, 1660-1783 (1890), donde sostenía que la potencia marítima era la base de la grandeza nacional. " Véase DEGLER, C. N.: Historia de los Estados Unidos, El desarrollo de una nación 1860- 1985, Barcelona, 1986, p. 280. 113 sectores más radicales de la prensa estadounidense no tenían dudas, y a la cabeza de ellos William Randolph Hearst. Las semanas que siguieron a la explosión del Maine, Estados Unidos vivió una auténtica histeria colectiva, avivada por Hearst desde su diario el Journal que incluía varias acusaciones. Los sucesivos gobernantes que hubo en Estados Unidos durante los tres años que duró la guerra en Cuba se vieron azuzados por la prensa amarilla, reforzando severamente la presión política. "Que espectáculo más digno de risa,- si así puede decirse- es el que nos está dando en estos dias, a la vista de las demás naciones, la mayoría del pueblo de esta gran nación, que hace alarde de hallarse en estado de cultura y ala altura de las grandes Naciones europeas, pero que con motivo del desgraciado suceso del buque de guerra de la marina americana, en la bahia de la Habana, ha perdido el sentido común, tirando, sin fijarse en los medios en la mayoría de su prensa con insultos y calumnias, contra nuestra nación, asegurando con la mayor ligereza que la bahia de la Habana estaba toda minada, que esto lo habia hecho Weyler cuando estuvo, y que al marcharse se llevó los planos, quedando en el secreto nada más que en unos cuantos oficiales del ejército, y que debido a esto fue la voladura del «Maine», haciéndole creer al pueblo todas estas estupendas falsedades, y tanto ha sido así, que los diarios de más circulación de esta población, vienen adornados con grabados en que representan la bahia de la Habana llena de minas que iban directas al buque americano y debajo de éste colocados torpedos, que, según la invención de ellos, ésto fue la causa de la explosión, y estas absurdas falsedades se han propalado de tal modo,...". Las violentas diatribas de la prensa en contra de España provocaron las protestas de la representación diplomática española en Washington, concretamente de su encargado de negocios, mandando a la prensa la siguiente nota, que transcribimos a continuación: "Yo deseo oficialmente negar, que ningún sistema de minas existe en la bahia de la Habana, ni hay allí defensas submarinas de ninguna clase. Es absurdo y ridículo el reporte que ha corrido sobre este particular y esto solo ha podido ocurrir en el pensamiento de aquellas personas que están ansiosas a incitar las pasiones de ambas naciones por viles fines; yo considero el hablar de esto como un insulto a España". Pues a pesar de esta nota, aún continúa la prensa dando el grito de guerra contra Éspaña^l Una comisión fue de aquí a La Habana "a investigar la causa del desastre, y ésta todas sus sesiones las lleva en secreto sin dar a conocer a la prensa ningún detalle hasta que no termine sus trabajos; los buzos que están trabajando, tampoco se les deja comunicar con nadie, y a las principales empresas de periódicos que enviaron buzos de aquí por su cuenta pa- " LA VOZ ICODENSE, 26 de Marzo de 1898. 114 ra que trabajasen y averiguasen las causas de la explosión, el general Blanco no les permitió hacer ninguna investigación, pues habiendo el gobierno de este pais enviado sus buzos, éstos cumplirían con su misión. En fin, que en la actualidad no se oye por todos lados sino el grito de guerra contra nuestra nación"^^. En la prensa americana se ponen de manifiesto las divisiones: "Los separatistas de por aquí publicamente han dicho por medio de sus órganos en la prensa que en caso de una guerra entre España y este pais, ellos irían contra España y en estos dias se han dado gusto propalando las más absurdas calumnias contra nuestro pueblo, siendo ésta su arma de guerra en la que no tienen rival"". Por contra, en Nueva York la iglesia católica, compuesta toda de alemanes, manifestaba que era el deber de todos los leales católicos tomar armas en favor de España contra los Estados Unidos en caso de que se declarase la guerra y que todo alemán patriota y católico tenía el deber de ayudar a España como nación católica, señalando que no era bien visto que los católicos luchasen por la bandera americana^*. Como se puede observar, los católicos hacen inequívocos gestos públicos de simpatía hacia la causa patriótica española. El clamor de la opinión pública fue la que causó la guerra con España. Ese clamor fue creado y estimulado por la prensa neoyorkina. La campaña de la prensa amarilla fue demoledora. Periódicos como el World de Pu-litzer y el Journal de Hearst, cuya feroz campaña en contra de España enardecieron a la opinión, impulsaron al Congreso y, finalmente, forzaron al presidente a la intervención americana en Cuba. Sus discursos y editoriales estaban plagados de mentiras y desinformación. Su sensacionalismo les reporto jugosos beneficios. Veamos lo que nos dice Cándido sobre el tema: "Entre los corresponsales americanos residentes en la Habana, continúan éstos haciendo grandes esfuerzos para provocar un conflicto entre España y esta nación. Para poderse burlar de la censura, envían diariamente a Cayo Hueso extensos artículos que desde alli se transmiten por telégrafo a sus respectivos periódicos, y en esos engendros de su acalorada fantasía, inventan cuantos disparates, embustes y calumnias les proporciona su audacia y malicia. A pesar del secreto que guarda la comisión investigadora que fue a la Habana, para investigar la causa de la voladura del «Maine», esos corresponsales pretenden saber cuanto ocurre en el seno de la comisión y todo cuanto han descubierto los buzos y con esas noticias que ellos componen o inventan, están haciendo mucho más daño que el que sufrió el acorazado americano. Se han empeñado esos individuos por el odio que le tiene a España, odio en que les ayudan los laborantes en hacer creer al pueblo americano que la voladura del «Maine» no ha " Op. cit., nota n° 25. " Op. cit., nota n° 25. ^' Op. cit., nota n° 25. 115 sido casual, para ellos no es posible que haya sido un accidente y porque a ellos le da la gana, tiene que ser un acto agresivo y criminal... Escriben como chiquillos sin pensar, buscando y recogiendo noticias de cuantos rumores con mala intención circulan en Cuba. Así nos han dicho que del reconocimiento de los buzos resulta que el «Mai-ne » fue volado por una mina, que los que la volaron fueron los laborantes; que el disparo de la mina se hizo de acuerdo con las autoridades; que las autoridades no han tenido que ver en el asunto; que no ha habido tal mina; que el puerto de la Habana está minado; que la causa de la voladura no fue una mina sino un torpedo; que la guerra es inminente y que el cónsul Lee ha mandado salir a todos los americanos en Cuba; en fin, seria no acabar todo cuanto este canalla ha inventado y sobre esto fundan los periódicos de este pais una terrible propaganda en contra de España. En ningún pais del mundo se permitiría la presencia de corresponsales tan calumniadores y perturbadores para las buenas relaciones de ambas naciones y espulsándolos España daría una buena lección a este pais dándole a comprender con esto que no desea tener en su seno perturbadores a la paz de dos naciones para que este pais hiciese lo mismo con la Junta cubana"^'. Luego afirmaba que: "Hay que hacer, sin embargo, justicia a esta gran nación, a pesar del carácter de la prensa donde bebe toda clase de mentiras y dada la tenaz y constante afirmación de que el «Maine» fue volado por los españoles, que ocasionó la muerte de tantos hombres, se ha mantenido esta nación, desde su Jefe hasta el más humilde ciudadano, en actitud espectante, sin propasarse a vias de hecho, sin atacar legaciones ni consulados, ni ninguna insignia española, guardando las formas más comedidas en medio de su entusiasmo patriótico. Además, por mucho que se diga y hable la prensa, todavía no se ha averiguado la causa de la voladura del «Maine», pues hasta ahora no aparece indicio alguno para pensar de otro modo, así es que esploten cuanto gusten los periódicos insensatos el espíritu guerrero de este pais, creo que no habrá ninguna clase de conflictos y fundo mi creencia en que se oponen las fuerzas más pudientes del país en que en estos dias que ha asumido un aspecto grave y crítico la situación se ha iniciado un pánico en las Bolsas y han callado de repente los trompeteros jingos del Congreso y por último porque no es posible que al terminar el siglo XIX permitan las demás naciones que se haga violencia a la civilización y a la causa de la justicia. Solo una agresión inesperada que pudiera cometer algún insensato podría complicar los sucesos y llevarlos a un conflicto"". Pulitzer reconocería que había fomentado la guerra por los efectos que ésta pudiera tener en la circulación de sus periódicos. Segiín Hugh Thomas "En 1897 los periódicos de Pulitzer tenían una tirada de más de 800.000 ejemplares diarios, y los de Hearst, de 700.000. El Sun, también partidario de la guerra, por los menos teóricamente, no tiraba más de 80.000. Los periódicos contrarios a la guerra (Herald, Tribuna, Post y Times) tenían una tirada total de 225.000 ejemplares. Además, a principios de marzo de 1897, después de la toma de posesión de Mckinley, la junta cubana tenía amigos en la prensa de Washington tanto como en la de Nueva York"^'. " LA VOZ ICODENSE, 16 de abrí de 1898. »Ibídem. " HUGH, T.: Cuba, vol. I, Barcelona, 1973, p. 446. 116 Para la prensa norteamericana la cosa estaba ciara. España había hecho saltar por los aires al Maine y había que ir a la guerra, de la que salió triunfante Estados Unidos. El incidente del Maine, dejó, sin lugar a dudas malparada a la prensa norteamericana. Se trata, claro está, de la prensa amari-llista, con falta de rigor e irresponsable, que en este caso se dejó arrastrar por el sensacionalismo, bebiendo en fuentes de poco crédito con desprecio a las reglas tradicionales del periodismo. Es el momento de convenir que quizá los métodos de Hearst fueran buenos para la venta de su diario, pero no para la credibilidad de la profesión periodística. No es exagerado concluir que este episodio ha marcado un antes y un después en la trayectoria de la prensa norteamericana. 6. CONCLUSIONES Con este trabajo hemos pretendido contribuir al conocimiento y análisis de uno de los fenómenos históricos que más polémicas ha levantado. Cándido Gutiérrez es un personaje comprometido con su tiempo, intenta mantenerse informado de lo que ocurre en toda la isla antillana a la que había llegado en 1887. Por múltiples fuentes logra datos y noticias que le permiten ser el vehículo transmisor de las inquietudes sociales de los canarios que vivían en Cuba y en el sur de los Estados Unidos, más concretamente, en Tampa, donde desarrolla, no sin dificultades, el deseo de escribir en el diario el Eco Español, órgano oficial y de intereses generales de colonia española en la Florida, donde polemiza con los exiliados cubanos. Con este marco de fondo no siempre se encuentra cómodo en la tierra que le acoge. 117 |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|