LENGUA Y LITERATURA
ESPEJO DE PACIENCIA, ENTRE LA HISTORIA Y LA
LEYENDA *
MERCEDES RIVAS
Escuela de Estudios Hispanoamericanos (C.S.I.C.)
* Esta investigación está integrada en el equipo «Economía y Sociedad en la América Colonial
», de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla (CSIC), financiado por la Dirección
General de Universidades e Investigación de la Junta de Andalucía.
No es obra de un poeta el decir lo
que ha sucedido, sino qué podría suceder,
y lo que es posible según lo que es
verosímil o necesario.
Aristóteles
Mucho se ha especulado sobre el estilo tosco y deslucido de Silvestre de
Balboa Troya y Quesada, autor de un único poema, Espejo de paciencia, no
por temprano, 1608, más tardío en darse a conocer —se menciona por primera
vez en 1837—, o en tener una edición íntegra: aunque aparecen fragmentos
aislados a lo largo del XIX, la primera edición completa es de 1927 ^
Algunos años más tendrá que esperar para ganar el reclamo de la crítica, y
parece que nunca vaya a tener su aplauso unánime.
Roberto González Echevarría hizo un completo repaso del estado de la
crítica anterior a 1986, intentando explicar la mayor o menor vigencia del poema
por cuestiones «nacionahstas». Dice González Echevarría: «Cada uno de
los estudios principales del Espejo coincide con un momento de crisis nacional,
o con una revisión radical del canon de la literatura cubana»; tema que
sin transición conecta con el manido debate criollo versas español, como los
calificativos más habituales del poema: «Cada uno de estos estudios», prosigue
Echevarría, «o reescrituras se enfrenta a escollos enormes, al considerar
la originalidad del poema; es decir, su pertenencia al origen, su cubanidad
fundamental. Para empezar, su autor es canario, no cubano; se trata de un
poema culto; en él los personajes manifiestan un españolismo militante (gritan
"Santiago y cierra España" en el momento de la batalla); y, sobre todo,
1. Las primeras ediciones son las de TRELLES, Carlos M.: Bibliografía cubana de los siglos
XVIIy XVIII, 2,' ed., pp. 375-404, Imp. del ejército, La Habana, 1927; y CARBONELL, José
M.: Evolución de la cultura cubana. La poesía lírica en Cuba, t. I, Imp. El Siglo XX, La Habana,
1928.
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el valor del poema es altamente discutible» ^. En un reciente trabajo de Manuel
Moreno Fraginals, de 1990, se plantea nuevamente la tesis contraria a
la vocación criollista de la obra, al considerarlo «poema español, compuesto
por un canario de escasa residencia en Cuba, aunque referido a un hecho
ocurrido en territorio cubano y empleando a momentos nombres locales de
la flora y la fauna», hecho que justifica por el uso de neologismos y términos
exóticos en boga durante el Barroco ^.
Como vemos, el Espejo de paciencia no logra descargarse de los repetidos
tópicos que se han barajado sobre la literatura colonial hispanoamericana
—poema español/poema cubano, dudosa calidad del texto—, por no hablar
de la autenticidad de la obra, aspecto cada vez más descartado, y sobre
el que volveré más adelante. Atendiendo a estas opiniones podría parecer
que el actual interés sobre el poema responda a razones similares a las que
aducía Echevarría, máxime ahora en tiempos tan críticos para la isla. Sin mi-nusvalorar
estas interpretaciones, no creo que hoy debamos desviarnos en
cuestiones extrahterarias, ajenas al espacio y el tiempo del Espejo, y sí atender
más al texto mismo y al puesto que ocupa en toda una cadena de textos
relativos al famoso secuestro del obispo fray Juan de las Cabezas Altamira-no,
en 1604.
Un hecho delictivo de esta índole generó una larga serie de textos, anteriores
y posteriores a la confección del poema. Lo curioso de esta serie es
que mientras el Espejo se nutre directamente de la documentación histórica
a que dio lugar el suceso, las obras que se escriben a continuación y que comentan
o evocan el tema son subsidiarias del poema de Balboa, desde el texto
que lo conservó para la posteridad, la Historia de la isla y catedral de Cuba
(¿1760?), del obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz '^, a la fábula de
corte historicista y romántico ideada por Ramón de Palma y pubUcada en El
Aguinaldo Habanero en 1837, «Un episodio de la historia de la isla de Cuba,
1604» ^, al conocido artículo de El Plantel de José Antonio Echeverría, «Historiadores
de Cuba. Morell de Santa Cruz» (1838) *, a la menos citada no-
2. GONZÁLEZ ECHEVARRÍA, Roberto: «Reflections on the Espejo de paciencia», en:
Cuban Studies, 16, pp. 101-121, 1986. Cito por la traducción al español en: «Reflexiones sobre
Espejo de paciencia de Silvestre de Balboa», en: Nueva Revista de Filología Hispánica, XXXV:
2, p. 578, 1987.
3. MORENO FRAGINALS, Manuel: «Claves de una cultura de servicios», en: Gaceta de
Cuba, p. 3, julio, 1990.
4. .MORELL DE SANTA CRUZ, Pedro A.: Historia de la isla y catedral de Cuba, Introducción
de Francisco de Paula Coronado, pp. 143-177, Academia de la Historia de Cuba, La Habana,
1929.
5. PALMA, Ramón de: «Un episodio de la historia de la isla de Cuba, 1604», en: Aguinaldo
Habanero, pp. 43-53, Imp. de José M. Palmer, La Habana, 1837.
6. ECHEVERRÍA, José A.: «Historiadores de Cuba. Morell de Santa Cruz», en; El Plan-
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vela de Francisco Calcagno, 5./. (Su Ilustrísima) (1896)'', o incluso la recreación
de tintes fantasmagóricos del Concierto Barroco de Alejo Carpentier
(1974) *. En esta línea habría que citar aquí diversas historias de la isla de
Cuba, herederas también de la versión de Balboa sobre el secuestro del obispo,
como las de Jacobo de la Pezuela, de Pedro José Culteras o, las más cercanas
de Ramiro Guerra o Emeterio Santovenia '. Ni el rigor histórico que
habría de esperarse en estas últimas desdeñó el material que les ofrecía el Espejo,
y aun menos lo desestimarían las obras de ficción, penetrándose así los
espacios de la verdad y la verosimilitud para sellar la máxima aristotélica:
«La poesía es más filosófica y noble que la historia, pues la poesía dice más
bien las cosas generales y la historia las particulares» ^°.
Sin embargo, no se han delimitado con claridad los pasajes del poema fieles
a la «supuesta» verdad histórica frente a los que proceden del genio inventor
de Balboa. Poco o casi nada se han consultado hasta ahora las fuentes
específicas de que se sirvió Balboa en su escritura, y es ésta una labor necesaria
en un poema de características épicas como es el Espejo; «cualquier examen
de una forma épica dada», nos recuerda Walter Benjamín, «está relacionado
con la relación de esta forma con la historiografía» ^^ La mayoría
de los datos conservados sobre la historia del secuestro y Uberación del obispo
Cabezas Altamirano, sobre la partida de Gregorio Ramos y la victoria con
olor a sangre infringida en un grupo de corsarios franceses se encuentra en
un documento del siglo XVII, el «Memorial del Cabildo de Santiago de Cuba»,
de 30 de abril de 1605, enviado al rey Fehpe III solicitando una serie de mejoras
para la ciudad ^^.
La preponderancia cada vez mayor de La Habana como eje del comercio
cruzado entre España y tierra firme fue eclipsando progresivamente a Sanie/,
t. I, pp. 74-79, Imp. de R. Oliva, Editor, La Habana, 1838. Reproducido en ECHEVERRÍA,
José A.: Obras escogidas, Dirección General de Cultura, Ministerio de Educación, La Habana,
1960.
7. CALCAGNO, Francisco: 5. /. (Su Ilustrísima), Imp. La Discusión, La Habana, 1916. La
primera edición es de Tip. J. Famades, Barcelona, 1896.
8. CARPENTIER, Alejo: Concierto Barroco, Siglo XXI, México, 1974.
9. Véanse GUITERAS, Pedro J.: Historia de la isla de Cuba, t. II, pp. 92-93, La Moderna
Poesía, La Habana, 1928. PEZUELA, Jacobo de la: Diccionario de la isla de Cuba, Geográfico,
estadístico, histórico, t. I, p. 216 y t. IV, pp. 104-105, Imp. del Establecimiento de Mellano, Madrid,
1863-1866, e Historia de la isla de Cuba, p. 346, Imp. Carlos Bailly Bailliere, Madrid, 1868.
GUERRA Y SÁNCHEZ, Ramiro; PÉREZ CABRERA, José M.; REMOS, Juan J. y SANTO-VENIA,
Emeterio S.: A History of the Cuban Nation, t. I, pp. 191-193, Ed. Historia de la Nación
Cubana, La Habana, 1958.
10. ARISTÓTELES: «Poética 1.451b», en: ARISTÓTELES, HORACIO, BOILEAU: Poéticas,
p. 75, Editora Nacional, Madrid, 1982.
11. BENJAMÍN, Walter: Illuminations, p. 95, Nueva York, 1969.
12. «Memorial del Cabildo de Santiago de Cuba», 30-VI-1605, Santo Domingo, 116, r. IV,
cuad. 139, fols. 1-35.
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tiago de Cuba, la más antigua ciudad de la isla; se hacía dudosa su seguridad,
teniendo en cuenta que en ella se alojaba la cabeza del obispado y la catedral,
ante la falta de protección frente a los ataques de piratas extranjeros y
el aumento del negocio fraudulento del rescate. Mientras, La Habana se desarrollaba
al ritmo del paso de las flotas, favorecida militarmente con la construcción
de las fortificaciones del Castillo del Morro y de la Fuerza porque
en ella se encontraba el gobierno de la isla-factoría y, también, por hacerse
cada vez más frecuentes los asaltos de corsarios, atentos éstos al jugoso botín
que anclaba regularmente en'su puerto; por nombrar solamente a los más famosos,
recordemos que Jacques de Sores toma La Habana en juho de 1555,
y que el legendario Francis Drake tiene en vilo a los vecinos habaneros en
1586. Este crecimiento la convertiría en lugar apreciado para aventureros de
muy diversas naciones, un hervidero propenso a la corrupción, por lo que el
entonces obispo, Fernando de Urango, «para remediar este daño», solicitó
en 1561 «trasladar su catedral y su residencia desde Santiago de Cuba a La
Habana», como indica Irene Wright; esto ocurría sólo tres años después de
que piratas franceses saquearan Santiago ^^.
El temor de los santiagueños a verse desposeídos en sus privilegios tras
el alarmante secuestro del obispo Cabezas Altamirano debió agilizar este
«Memorial», en el que se suplica «se sirva mandar que los obispos asistan en
la dicha ciudad, pues es su catedral y está poblada de vecinos honrados (...)
y no permitir que de allí se mude la catedral pues sería acabar de perder la
ciudad» ^'*; además se reclaman mejoras económicas—un préstamo de 30.000
ducados para la compra de esclavos destinados al cultivo de la caña— y militares
—piezas de artillería, municiones y 36 soldados de presidio—. Entre
las pruebas que se alegan para fundamentar esta solicitud se incluyen la «Carta
de los alcaldes Gregorio Ramos y Alonso de Torres Patino» (5 de julio de
1604), la «Carta-Relación del obispo fray Juan de las Cabezas Altamirano»
(2 de julio de 1604), y un documento no consultado hasta ahora, la «Información
de Juan Guerra, escribano público del Bayamo», erróneamente fechado
en 30 de mayo de 1604, aunque por su lectura se deduce que es un
tanto posterior '^. Después de transcribir este informe, parece indudable que
es una de las fuentes más ricas del Espejo de paciencia, gracias a la perspec-
13. WRIGHT, Irene; Historia documentada de la San Cristóbal de La Habana, t. I,
pp. 35-36, Imp. El Siglo XX, La Habana, 1927.
14. «Memorial del Cabildo de Santiago de Cuba», 30-VI-1605, Santo Domingo, 116, r. IV,
cuad. 139, fol. 2.
15. Debe ser de finales de junio a juzgar por la fecha en que declara el último testigo de la
«Información»: «Y después de lo susodicho, en veinte y tres días del dicho mes de junio de mil
y seiscientos y cuatro años, el dicho alcalde mandó parecer ante sí a Melchor Pérez de Borroto,
vecino desta villa.» «Información de Juan Guerra»: Santo Domingo, leg. 116, r. IV, cuad. 139,
fol. 12.
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tiva multiangular que ofrecen las declaraciones de cinco testigos oculares de
estos sucesos. En conjunto, este «Memorial», nos permite corroborar muchos
puntos esenciales del Espejo ^^ y discutir ciertos prejuicios que la obra
ha despertado.
Balboa maneja con habihdad los pliegos contenidos en el «Memorial» y
en su versión los acontecimientos están soldados de una forma muy precisa
y breve, salvándolos del temple monótono y acumulativo del manuscrito original,
pródigo en repeticiones y carente de la fijeza espacio-temporal que es
regla en un poema de carácter narrativo como el Espejo. AI cotejar unos y
otros se tiene la impresión de que Balboa hubiera ordenado y seleccionado
cuidadosamente los datos más significativos, a los que después daría forma
poética y mezclaría con aquéllos de su invención.
La división en dos cantos del poema estaría determinada por el desarrollo
de los hechos. El primer canto lo ocupan el secuestro y liberación del obispo,
quedando el visitador Francisco Puebla como rehén a la espera del pactado
rescate; en el segundo, los vecinos del Bayamo se suman a la partida
comandada por Gregorio Ramos y parten a las playas de Manzanillo con la
secreta intención de liberar a Francisco Puebla sin entregar lo prometido y
vengar también la desafiante acción de los corsarios. Veamos cómo se van desgranando
estos elementos.
En la «Carta-Relación del obispo», el prelado relata así su llegada al Bayamo:
«Sucedió en el discurso de mi visita, después de pascua de Resurrección deste año de
seiscientos y cuatro, tuve necesidad de ir a visitar las haciendas con el administrador de-
Uas, el Padre Francisco Puebla, lo principal porque me dijeron que en aquel tiempo los
negros de las dichas haciendas se ocupaban en rescates...» "
La llegada al hato de Yara, las haciendas de Francisco de Parada a las
que se alude anteriormente, se lee en el Espejo:
11 ...el mes de abril, cuando ya el prado
se esmalta con el lirio y con la rosa;
y están Favonio y Flora en su teatro,
año de mil y un seis con cero y cuatro. 88
16. Por ejemplo, el «Memorial» nos ayuda a verificar la existencia de la mayoría de los personajes
del Espejo; entre los nombres mencionados: Gaspar Araujo, Miguel Bautista, Martín García,
Juan Guerra, Miguel de Herrera, Gonzalo de Lagos, Baltasar de Lorenzana, Gaspar Mejía,
Jácome del Milanés, Melchor Pérez de Borroto, Gaspar Rodríguez, Antonio de Tamayo; entre
los piratas, Gilberto Girón, Pompilio Gaetano y Mr. Jacques.
17. «Carta-Relación del secuestro del obispo Cabezas Altamirano», Santo Domingo, 116,
r. IV, cuad. 139, fols. 30-34.
417
12 En este tiempo el buen obispo quiso
visitar las haciendas de Parada;
por la pía memoria que el tal hizo
antes que diera fin a su jornada. 92
13 De los prelados es costumbre antigua
visitar estos hatos cada año;
porque con su presencia se averigua
si malicia o incuria le hacen daño 100
y si hay persona dentro, o bien contigua,
que cual polilla ruin maltrata el paño,
la echan de la hacienda el mismo día,
y así conservan la memoria pía. '* 104
Donde en la carta dice «al amanecer sentimos ruido el dicho visitador y
yo (...), porque un capitán francés llamado Gilberto Girón, tenía rodeado el
buhío con sus postas y había herido de muerte a un negro de las haciendas
y a un español (...)» ^', en el Espejo:
20 Tocan al arma, disparan arcabuces
apellidando a Jorge su abogado;
y como fue el asalto entre dos luces
no hay quien no esté afligido y espantado: 156
comienza el buen obispo a hacerse cruces
atónito del caso no pensado.
'Oh Dios, que diste ciencia a Salomón!
¿Quién se podrá librar de esta traición? 160
21 Matan dos hombres que durmiendo estaban,
golpean y hieren con gallardos bríos...
(p. 61)
La humillación que soporta el obispo hasta llegar a la nave de los franceses
es muy similar en la «Carta-Relación» y en el informe de Juan Guerra;
cito de este líltimo:
«el dicho señor obispo y este testigo iban amarrados, comenzaron a les hacer marchar con
mucha priesa e ímpetu, al trote, llevándolos desnudos y descalzos, con solamente camisa
y calzones de lienzo, sin zapatos ni otro género de vestido sino como estaban en la
18. BALBOA, Silvestre de: Espejo de paciencia, Edición Facsímil. Introducción de Cintio
Vitier, Comisión Nacional Cubana de la Unesco, La Habana, 1962. Las citas siguientes pertenecen
a esta edición.
19. «Carta-Relación...», fol. 32.
20. «Información...», fol. 5.
418
En el Espejo, la naturaleza de estos actos despierta la recriminación de
Balboa:
29 Y viéndose desnudo en mal tan cierto
los gritos, el tropel, las vocerías,
salió con una sábana cubierto
como aquel que echó a huir cuando el Mesías: 228
35 De esta manera le llevaron preso,
cual si fuera culpado delincuente;
y jugando con él al poco seso
no faltó quien le diese a manteniente. 276
Cansado iba el Pastor; mas no por eso
a piedad se movió la mala gente;
que un obstinado corazón sin freno
pocas veces se inclina a lo que es bueno. 280
(pp. 67-68)
El visitador Puebla quedará como rehén hasta que llegue el rescate concertado;
«mili y quinientos y tantos ducados de ropa (...), mili y ochenta cueros,
sesenta cargas de casabe (...) docientos escudos» ^\ que en el Espejo se
reducen a «mil cueros (...), docientos ducados en dineros, cien arrobas de carne
y de tocino» (p. 75).
Entre ese mundo de marginales, son también dos piratas los que interceden
en favor del obispo, «Pompilio el italiano» y «Jaques, su pariente»
(p. 75), para Balboa, «Pompilio Gaetano» y «Me. Jaquez» según la «Carta-
Relación», en la que el obispo se complace del recibimiento que le preparaban
los vecinos de Yara tras haber sido hberado:
«Cuando salí del navio se me hizo salva y mucha fiesta, y todos los capitanes saharon
en la playa y el pueblo todo, justicia y clerecía, fueron a recibirme (...); a petición del
pueblo me vine con toda la clerecía y la justicia a la villa, donde fui recibido con increíble
gozo (...).» ^^
Las palabras de Altamirano se derraman en el Espejo en uno de los fragmentos
que más ha levantado el comentario de la crítica; aquel en que Balboa
empareja flora y fauna cubanas con la mitología del mundo clásico, gesto
que según Iván Schulman «sirve para reforzar la existencia de un vacío cultural
en busca de su identidad mediante el verbo» ^^. Se quiera ver o no la
21. «Carta-Relación...», fol. 32.
22. Ibidem, p. 33.
23. SCHULMAN, Iván A.: «Espejo/speculum: el Espejo de paciencia de Silvestre de Balboa
», en: Revista de Literatura Cubana, VIII: 13, p. 60, 1986. Reproducido en: Nueva Revista de
Filología Hispánica, XXXVI: 1, pp. 391-406, 1988.
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expresión priolla en las guanábanas, gegiras, caimitos, pisitarco, navaco,
mehí, mameyes, pinas, tunas, agucates, mamones, siguapas, macaguas, piti-jayas,
virijí, jaguas, jaguará, dajao, lisa, viajacas, guabinas, hicoteas, iguanas,
jutías, manatí, pargo, sabana, sea o no «espejismo histórico», como se
ha apuntado ^'*, la verdad es que Silvestre de Balboa fue uno de los primeros
poetas del Barroco de Indias en hermanar la riqueza del espacio americano
con la tradición clásica. Tal vez sea fruto de la insularidad que irradia el poema,
tal vez de la conciencia de estar en otro espacio, que no por ser dependiente
denotaba una normativa propia, «extraña», en definitiva, a la experiencia
hispánica, modelando un nuevo lenguaje que sólo el curso de los siglos
terminaría por imponer. Pensemos, si no, en las posibilidades de hallar
un Espejo de paciencia en un lugar que no sea el Caribe.
En el canto segundo, el Espejo se acerca de forma bien visible a la «Información
de Juan Guerra»; sería exhaustivo enumerar aquí todos y cada uno
de los detalles, por lo que sólo nos detendremos en algunos momentos. El
alcalde Gregorio Ramos, escribe Balboa, «en su discreto pecho proponía/
vengar la injuria del obispo santo» (p. 85), si bien en el fondo Ramos y sus
convecinos guardaban la intención de «escandalizar a los dichos franceses y
que los que con ellos rescatan no osasen tener trato ni contrato con ellos» ^^.
Con este objetivo, Ramos, Jácome Milanés y Antonio de Tamayo,
5 ... partieron a los hatos comarcanos,
a buscar entre matas y arboledas
quien tomase las armas en las manos; 36
(P- 87)
De tal modo, según la «Información», «fue juntando gente por las estancias
y hatos, hasta cantidad de quince españoles y seis indios y mulatos, y cuatro
negros, que por todos venían a ser veinte y cinco personas» ^*. 24 será el
número de «valientes insulanos» que, en el Espejo y en la playa de Manzanillo
se aprestaron al combate. Como mediador en el rescate del canónigo
Puebla, «un negrillo criollo despacharon» (p. 93), que intenta despistar a los
franceses llevando parte de los cueros y tocinos reclamados y un mensaje para
Gilberto Girón. Es importante comparar su intervención en el universo del
poema y en el discurso testimonial de Juan Guerra; en el Espejo:
25 En este tiempo ya el negrillo había
dicho a los marineros en el puerto
que no les podía dar lo que trahía
si no saltaba en tierra Don Gilberto: 196
24. Véase .GONZÁLEZ ECHEVERRÍA, R.: Reflexiones..., p. 590.
25. «Información...», fol. 1.
26. Ibidem, fol. 1.
420
que así se lo mandó Su Señoría,
sin haber tal, les afirmó por cierto;
y que Puebla con él también saltara
para que los tocinos le entregara. 200
(p. 95)
En la «Información»:
«hallando allí al dicho negro y los demás les preguntaron qué era lo que traían y el dicho
negro respondió que llevaban aquellos cueros y tocinos para el capitán francés y para el
dicho Francisco Puebla y más que llevaba allí una carta para el dicho Francisco Puebla y
que no quería darlos si no era al mismo capitán y al dicho Francisco Puebla, que saltasen
en tierra para dárselos, que de otra manera no querían dallo» ^'.
El papel de este personaje es decisivo en el conflicto, y podría ayudarnos
también a desterrar la idea sobre la falsedad del poema. Alguna vez se ha
insinuado que las estrofas dedicadas al negro Salvador, «nieto de Golomón»
y verdugo del Capitán Girón, son fruto del interés de los delmontinos en dar
al estamento africano un rango del que hasta entonces carecía. Fácil pensar
que José Antonio Echeverría, o algún otro amigo de Del Monte, las intercalara
para dotar al negro de una tradición literaria. Como vemos, no es el
único personaje de color que adquiere protagonismo en el poema, y de hecho
su intervención es resaltada por cada uno de los testigos que aparecen
en la «Información de Juan Guerra». Por otra parte, tampoco parece creíble
que Echeverría se hubiera prestado a tergiversar las palabras del mismo obispo
Morell de Santa Cruz, el único junto a Balboa en elogiar al verdugo del
pirata francés. AI comentar el ataque de los españoles, Morell cuenta con admiración
cómo «un negro esclavo de la tropa española, supo humillar sus
bríos, dándole una lanzada con que le quitó la vida a este malvado, sacrilego
y atrevido capitán» ^*. De donde sólo resta deducir que, bien Morell consultó
un documento que no ha llegado hasta nosotros o, lo más probable, que
utilizó el texto del Espejo para componer la entrada relativa al obispo Cabezas
Altamirano.
El Espejo de paciencia funciona entonces en una doble dirección. La historiografía
y el contacto directo con el medio que la hizo posible avalaron la
autoridad del discurso épico de Balboa. Poeta al cabo, adornó lo histórico
con un nuevo ropaje, y letrado al fin, dejó a su pluma correr por su oficio
de escribano, al que adeuda un estilo peculiar, a ratos titubeante, y persuasivo
hasta inspirar el concierto barroco y especular de las letras cubanas.
27. Ibidem, fol. 11.
28. MORELL DE SANTA CRUZ, P. A.: Historia de la isla..., pp. 142-143.
421