DEGRADACIÓN Y DECADENCIA SOCIALES EN
LATINOAMÉRICA
LA MIRADA DE JOSÉ DONOSO
RAFAEL FERNANDEZ HERNÁNDEZ
Universidad de la Laguna
Ceux qui n'ont inventé ni la poudre ni la boussule
ceux qui n'nont jamáis so dompter la vapeur ni l'electricité
ceux qui n'nont exploré ni les mers ni le del
mais qui savent en ses moindres recóins le pays de souf-france.
Césaire, Cahier d'un rétour au pays natal
Este era su mundo, este cadáver de una familia y de una historia
José Donoso, Coronación.
1. José Donoso constituye una de las cumbres de la novelística latinoamericana.
Es un escritor sorpresivo. En su obra se dan dos caminos o formas
de abordar la organización y estilo del relato: uno, clásico en la forma de contar;
otro, más experimental, aunque con cierta contensión, que quizá inaugura
—en cuanto a voluntad de estilo— con El obsceno pájaro de la noche
(1970).
A pesar de algunos temas fabulosos y propios del mundo de los sueños,
Donoso siempre mantiene un sustrato de novela realista. Su crítica no transita
los presupuestos macrosociales y los factores económicos, sino la condición
humana en su dimensión social y moral. Uno de sus temas predilectos
es la creación de un mundo doméstico, en el que gravita la crítica a la aristocracia
económica en decadencia —Coronación (1968) o Este domingo
(1966)— \
1. José Donoso, escritor chileno, nace en 1924 en una familia de la burguesía profesional.
Vivió como pastor en Magallanes y concluyó sus estudios entre la Universidad de Santiago de Chile
y la de Princeton. Ha sido profesor de literatura inglesa en la Universidad Católica de Chile,
redactor de la revista Ercilla. Durante dos años ha sido profesor en el Writers Workshop de la
Universidad de lowa. Asimismo ha impartido clases en las Universidades de Princeton y Guggen-heim.
Sus primeros cuentos en inglés se publicaron en Princeton, donde estudiaba literatura inglesa:
«The Blue Woman», «The Poisoned Pastries» (A/55, 1950,1951). Su primer cuento, «China», aparece
en la Antología del nuevo cuento chileno, y Zig-Zag, Santiago de Chile, 1954, de E. Lafour-cade.
Con Veraneo y otros cuentos obtuvo el Premio Municipal de Santiago en 1955. Premio Wi-lliam
Faulkner por la novela Coronación y Premio de la Crítica en 1979 por su obra Casa de Campo
(1979).
Libros de relatos: Veraneo y otros cuentos (1955), El charlestón (1960), Cuentos (1971) —incluyen
los dos libros anteriores—.
Novelas: Coronación (1958), Este domingo (1966), El lugar sin límites (1967), El obsceno pájaro
de la noche (1970), Tres novelitas burguesas (1973), Casa de campo (1979), La misteriosa desaparición
de la marquesita de Loria (1980), El jardín de al lado (1981), Cuatro para Delfina (1982).
Ensayo: Historia personal del «boom» (1972).
Teatro: Sueños de mala suerte, Santiago de Chile, 1985.
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Su novela es el testimonio, el «certificado de existencia» de unos personajes
inhibidos unos, locos otros, que padecen los cambios de una época.
Constituyen la gama de sujetos-tipos que no pueden pasar la frontera de los
viejos tiempos, de las antiguas y anquilosadas costumbres.
Nuestro trabajo trata de extraer del universo narrativo de José Donoso
aquellos rasgos en que se plasma la decadencia social de ámbitos vivenciales
y de personajes, siempre con el referente chileno. Para ello nos apoyaremos
en dos muestras:
Una en el marco rural, la «Estación de El Olivo», lugar sometido al capricho
de cualquier cacique o a los vaivenes y avatares de lo que se impone
en los grandes núcleos sociales de decisión política y económica. Para lo cual
nos serviremos de la novela El lugar sin límites ^.
La otra, el relato Sueños de mala muerte, primero de los cuatro que contiene
su obra Cuatro para Delfina '. Los personajes, el ambiente y la geografía
son urbanos. Nuevamente, las calles de un decadente y vetusto Santiago
que debe pronto lavar su cara ciudadana con nuevas edificaciones para
segregar una fauna de antihéroes surgida —parecería ser— de un esperpento
valleinclanesco o de una composición burlesca del más negro humor de Que-vedo.
El marco de degradación social de cada obra tiene su correlato en lo íntimo,
en la sentimentalidad y en el factor ético desde donde la mirada crítica
del autor analiza los rasgos de la decadencia que más le interesa destacar. En
la primera de las novelas citadas transcurre el drama de «la Manuela», personaje
marginado de una comunidad marginal en el que la homosexualidad
espiga como objeto denigratorio, mas entrevisto por el autor con cierta ternura.
Recordemos lo que Donoso contestó a Z. Nelly Martínez hacia julio
de 1978, en Palma de Mallorca.
«El ser brillante, el ser de luz, e\ ser que es creación poética en El lugar si límites es
la Manuela. Le encanta la poesía, le encanta la creación. Le encanta ser libre. La Manuela
tiene idea de lo que es el placer a pesar de que no lo puede alcanzar. El placer
como algo no terrible sino como algí/ ideal.» •*
En Sueños de mala muerte, Donoso se sirve de la gran ciudad para relatar
la crónica de una decadencia moral y del vivir miserable de unos personajes
de pensión, entre los que unos ingenuos quiméricos ^ —Olga y Osvaldo—
2. La paginación y citas hay que referirlas a la 2." ed.: Editorial Bruguera, Barcelona, 1980.
3. Utilizamos la 1." ed.: Seix Barral, Barcelona, 1982.
4. Véase Hispamérica, revista de literatura, año VII, núm. 21, pp. 53-74, 1978.
5. CEDOMIL GOIC: «Coronación, la espectacularidad de lo grotesco», en Donoso. La destrucción
de un mundo, pp. 43-57, Edit. Femando García Cambeiro, Buenos Aires, 1975, habla
de tres tipos de existencia referidos a los personajes: el 3.° es «la existencia inocente». Este modo
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quedan atrapados entre la muerte y la imposibilidad >de un lugar digno en donde
caerse muerto.
Frente a los desheredados de fortuna y gloria, se alzan la críticas demoledoras
del autor a los sectores de la sociedad que una vez fueron poderosos
o tuvieron influencia, pero que están sometidos también al vaivén de las condiciones
históricas que ellos mismos han contribuido a crear: así, don Alejo,
el cacique de El lugar sin límites, o la insufrible tía de Osvaldo en Sueños de
mala muerte.
Ese doble acercamiento a una misma intencionalidad del autor —su visión
desperanzada y crítica de la sociedad chilena— es tanto más pertinente
por cuanto nos adentramos en dos ámbitos diversos de la comunidad —el rural
y el urbano— en dos épocas de composición distintas, 1967 y 1982; con
dos tratamientos diversos en lo que se refiere al discurso literario y a la forma
de organizar los materiales novelísticos.
Nos importa también destacar que a José Donoso se le suele situar —dentro
de la generalidad de los escritores del boom novelístico latinoamericano—
en el grupo formado por García Márquez, Fuentes, Cabrera Infante y Puig,
responsables también de recibir los marbetes de «novela nueva», «barroco»
y «neobarroco» *. El profesor Goic aporta un prontuario de rasgos definidores,
entre los que destacamos por mor de nuestro trabajo,
«El empleo de modos de decir novedosos —esencialmente construcciones imaginarias
y no fieles transcripciones—, que incluyen elementos paródicos de diversos niveles de lenguaje;
nuevas modalidades en la presentación del diálogo y de los monólogos; desarrollo
de más o menos extensos comentarios que duplican, en el plano del narrador o de los personajes,
el sentido de lo representado; el uso llano y pretendidamente serio de la libertad
épica del narrador...» '
A estas técnicas habría de añadirse una interpretación escéptica de la rea-hdad,
a la que acompaña una percepción vacilante e insegura. Todo ello, recursos
narrativos y la actitud del escritor ante el mundo, se resuelve en una
búsqueda que en Donoso —como ha señalado Juan Armando Epple *— significa
el paso del reahsmo —denominado también por el chileno como feís-mo
'— al irracionalismo, a través de la experimentación. Y también repre-de
existir junto con el 1.°, «la existencia inauténtica», producen lo que nosotros denominamos en
Sueños de mala muerte una existencia ingenua.
6. Véase el capítulo 9 de «Historia y Crítica de la Literatura Hispanoamericana», v. 3, Época
contemporánea, pp. 438-458, coordinado por Cedomil Goic, Edit. Crítica, Barcelona, 1978.
7. Ibidem, pp. 438-439.
8. Véase «José Donoso y la crisis del "orden de las familias"», en Cuadernos Americanos,
pp. 209-229, marzo-abril, México, 1981.
9. Entrevista citada de Z. Nelly Martínez.
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senta —según sus propias palabras dirigidas a Epple— «la posibilidad de novelar
obsesiones, temas, recuerdos, cosidos y recosidos».
Al hablar de decadencia en las obras del autor de Coronación, los estudiosos
siempre se han referido a la familiar. La noción que aquí barajamos,
como se irá viendo a lo largo de este trabajo, es más amplia. Responsables
del concepto son tanto Jorge Edwards —perteneciente a la misma generación
que Donoso, la de los 50— que intituló un relato suyo El orden de las
familias, así como Fernando Alegría ^^ por la acuñación de «la decadencia
del clan familiar» realizada para referirse precisamente a Coronación, como
recuerda José Promis Ojeda ". Se ha señalado ese tema como la obsesión
«cosida y recosida» de José Donoso. Bien es cierto que hay una decadencia
familiar—llevada al paroxismo en El lugar sin límites, como exphcaremos luego—;
pero asimismo se da en el marco de una crisis social más ampha, de la
que el autor no necesita hacer referencia ni explícita ni implícita, sino que
emerge a través de los personajes y del peculiar desenfoque de la realidad.
Relacionado con lo que venimos apuntando, surge un tema que ha sido
debatido por diversos estudiosos, el de la actitud ideológica de José Donoso.
Como síntesis recojo dos muestras, en dos momentos diferentes, pero referidas
a propósito de Casa de campo. Una, de 1978, en palabras del propio
novelista como respuesta de la citada entrevista que le hiciera Z. Nelly Martínez,
y otra, de 1980, la de Hugo Achugar ^^. Donoso confiesa en la entrevista
«es la primera vez que escribo una novela política». Y luego, la novela
«Posiblemente representa el deseo de libertad [...] algo que lo establecido [...] se lo
niega. En este caso lo establecido son los poderes políticos aceptados, los monopolios extranjeros;
dicho pronto y rápido, los EE.UU.»
Esta posición, resultado del golpe militar del general Pinochet, está motivada,
entre otros aspectos, por la represión, por la injusticia, etc., ante las cuales
—afirma Donoso— él tiene que responder. Sin embargo esto contrasta
con otras de sus afirmaciones ante situaciones similares. Pero lo que nos importa
reseñar aquí es que no siempre se puede admitir el enfoque —la interpretación—
que el autor hace de su obra. En el caso de Donoso es evidente
que sí se produce una relación entre la sociedad y su narrativa. Claro que no
10. Véase Literatura chilena del siglo XX, Zig-Zag, 3." ed., Santiago de Chile, 1970.
11. Véase «La desintegración del orden en la novela de José Donoso», en Novelistas hispanoamericanos
de hoy, pp. 173-196, ed. de Juan Loveluck, Taurus, Madrid, 1976. [Este trabajo
aparece en el libro colectivo Donoso. La destrucción de un mundo, pp. 13-42, de Antonio Cornejo
Polar y otros, Edit. Fernando García Cambeiro, Buenos Aires, 1975].
12. «Ficción, poder y sociedad en Casa de Campo», en: Texto/contexto en la literatura iberoamericana,
memoria del XIX Congreso, Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana,
Madrid, 1980.
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una relación confundida, y por ello confusa literariamente, con el referente
inmediato, extraliterario, sino como una unidad constitutiva de la obra de
arte. Sin embargo, él ha negado todo tipo de relación, recuérdese la entrevista
que le hizo Emir Rodríguez Monegal, «La novela como happening» ^^.
Hugo Achúgar se sitúa en una vertiente crítica porque conserva en Donoso
—ante la realidad chilena de aquellos años— una «ludificación de la realidad
como modo de llevarla».
Nuestra reflexión sobre la decadencia se sitúa precisamente en el fiel que
señalábamos más arriba: esa unión contradictoria del ámbito social y del universo
íntimo de cada personaje, en que la enajenación, represión y violencia
constituyen componentes esenciales. El resultado es el perfil característico de
los personajes de Donoso: seres arrastrados por fuerzas irracionales, mostrados
de forma grotesca ^'*.
Juan Armando Epple explica el valor que nosotros damos a lo social en
decadencia, a la realidad en la obra de Donoso:
«Es decir, el tema de la ruptura del sistema de valores y la concepción de la realidad
de una clase social que, luego de haber asumido por muchos años el liderazgo de la sociedad,
comienza a quebrarse lentamente por la irrupción creciente de esos otros niveles
de realidad...» '^
2. El lugar sin límites —obra aparecida en México, en 1966 ^^— atrae
en una primera lectura —incluso podría hablarse del atractivo externo del relato
en sí— por constituir un «meandro» en el cauce temático de Donoso; hasta
el momento de la aparición de El lugar sin límites, su autor se había dedicado
a entrever el universo famihar de la alta burguesía. Recreación magistral,
con estilo ágil y conciso, inmersa en la atmósfera cuasi esperpéntica de
sus fantasmas y obsesiones santiaguinas. Ahora, la mirada del chileno explora
otro mundo diverso al anterior; un prostíbulo de una aldea que debe su
existencia —y su futura desaparición— a los intereses caciquiles de don Alejandro
Cruz.
Aunque resulta paradójico, la fuerza del realismo de El lugar sin límites
reside en la contraposición de los rasgos dolorosamente grotescos del invertido
«la Manuela» con el quimérico y sufriente mundo de la «Estación El Oli-
13. Véase RI, núm. 76, jul.-dic, 1971. Citamos por Hugo Achugar en trabajo cit.
14. CADOMIL GOIC: «Coronación, la espectacularidad de lo grotesco», en Donoso. La
destrucción de un mundo, cit., pp. 43-57. [Trabajo publicado en La novela chilena, 3.' ed. Edit.
Universitaria, Santiago de Chile, 1971]. También ARMANDO EPPLE, Juan: «José Donoso y la
crisis del "orden de las familias"», en Rev. cit.
15. Véase op. cit., p. 214. Para José Promis Ojeda no se da una contraposición de clases
sino de castas.
16. Edit. Joaquín Mortiz, México, 1966.
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vo». Se ha dicho que la relación realismo-fantasía podría asimilarse al reflejo
de una realidad socio-histórica o a su conversión metafísica ^^. Desde este
punto de vista, el tema del poder está presente no sólo en la obra de Donoso,
sino en toda la producción latinoamericana. Como explica Francés Wyers
Weber, tema que viene a ser:
«La alienación radical de los que viven a través de formas culturales que se imponen desde
afuera, alienación que afecta tanto a las masas como a los que se han aliado con las
fuerzas que los explotan.» '*
Los distintos estudiosos que se han acercado a esta obra lo han hecho desde
diferentes ópticas. Nosotros seguimos las pautas marcadas por Hugo Achú-gar
en su ensayo «El sistema social en El lugar sin límites» ^' y que modificó
parcialmente en Ideología y estructuras narrativas en José Donoso ^°; relaciones
de dependencia y perfil psicológico de los distintos personajes. Dependencia
económica con respecto al latifundista y representante del poder político,
don Alejandro Cruz; pero también otras dependencias en cuanto a la
electrificación del pueblo, al mantenimiento del lupanar por parte de «la Manuela
» y de su hija «la Japonesita». Lo fundamental para nuestro punto de
vista es que, a pesar del valor simbólico, de inversión, que posee el ámbito
espacial y temporal de la «Estación El Olivo», del que hablaremos más tarde,
«Este tipo de dependencias se recortan sobre las situaciones sociales reales del medio
agrícola del centro-sur de Chile, donde la sociedad conserva, o conservaba, carácter es-tamentario
y donde el tipo de relación de «inquilinato» o «clientela» económico-política
son muy fuertes.» ^'
Esta posición de principio habría de completarse con la dimensión fabuladora
de la inversión en El lugar sin límites. Inversión como norma le ha llamado
Fernando Moreno Turner ^^. En los tres niveles que analiza, el primero
correspondería a ese ámbito sociorrural al que nos hemos referido, pero
que se aleja de lo que se conoce como criollismo. Los otros dos corresponden
a «la Manuela» como ser fáustico y a la historia que se cuenta como ale-
17. WYERS WEBER, Francés: «La dinámica de la alegoría: El obsceno pájaro de la noche,
de José Donoso», en: Hispanoamericana, revista de literatura, año IV, núms. 11-12, pp. 23-31,
1975.
18. Ibidem, p. 24.
19. «El sistema social en El lugar sin límites», en: Fragmentos, núm. 1, Centro de Estudios
Latinoamericanos.
20. Op. cit., pp. 161-165, etpassim.
21. Ibidem, p. 163.
22. Véase «La inversión como norma. A propósito...», cit.
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goría bíblica en cuanto al enfrentamiento Dios y Luzbel. Se le lleva al lector
a los abismos del infierno. Pero antes de seguir detengámonos en la anécdota.
Si hubiese de contarse la historia —recogida en 12 capítulos— según el
orden cronológico, se habría de comenzar por el VI y VII, en los que se sucede
una visión retrospectiva de cuando «la Manuela» —«el maricón ese tan
divertido que hacía números de baile»— llegó al pueblo junto con «dos putas
de refuerzo, las hermanas Parías, para que no faltara música», a trabajar en
el lupanar de la «Japonesa Grande»; «sus ojos miopes, que le valieron su apodo,
no eran más que dos ramas oblicuas bajo las cejas dibujadas muy altas».
Eran días de fiesta. El cacique, don Alejandro, alias don Alejo, había conseguido
un acta de diputado. Ahora bien, la historia narrada abarca 19 horas,
de 10 de la mañana de un domingo a las cinco de la madrugada del lunes.
Tras un corte de veinte años, la «Japonesa Grande» ha muerto cuatro
años atrás. Su hija —y de «la Manuela»—, la japonesita, «flaca, negra, dientuda,
con las mechas tiesas», es ahora la joven patrona del burdel. Don Alejandro,
senador. La «Estación El Olivo» —este pueblo (refiere amargamente
Pancho Vega) que don Alejo va a echar abajo y que va a arar, rodeado
de las viñas que van a tragárselo— ya no es aquel lugar prometedor por donde
se pensaba que pasaría «el camino longitudinal».
Desde los inicios de ese último hilo temporal o, lo que es lo mismo, desde
la primera página, asistimos a la prolepsis narrativa, presentación de una
serie de circunstancias premonitorias e indicios funestos en torno a «la Manuela
», presagios de su final de víctima inmolada.
Para Fernando Moreno Turner la conciencia de «la Manuela» —gracias
a quien vamos conociendo todo lo referente al pueblo, habitantes y hechos—
«es expresión de una humanidad deformada» ^^ y añade
«Esto no es sino una manifestación evidente de la precariedad de la existencia, de la
degradación y decadencia de un mundo satánico, sumido en el caos y la destrucción irremediable.
» ^*
El invertido es un elemento catártico por quien los lugareños —representados
por Pancho Vega— se liberan de su destino malhadado, y en quien, a
la vez, reflejan sus represiones e impotencia:
«... y esta noche voy a tener que ir a dormir a mi casa con mi mujer y no quiero, quiero
divertirme, esa loca de la Manuela, que venga a salvarnos, tiene que ser posible algo que
no sea esto [jel pueblo, triste y sin futuro!], que venga.»
23. Ibidem, p. 81.
24. Ibidem.
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o lo que señala el narrador
«La Manuela con su vestido incandescente en el centro tiene que divertirlos y matarles
el tiempo peligroso y vivo que quería engullirlos...»
La obra se organiza en torno a dos basamentos funcionales: el suspense
y la confusión hombre-mujer de «la Manuela». El desarrollo de esta estructura
permite el desenvolvimiento lógico del discurso narrativo. Ya en las primeras
líneas, José Donoso utiliza las técnicas propias del suspense —la noticia
sin confirmar de la venida de Pancho Vega invade de zozobra las primeras
horas del domingo con que se inaugura la novela— para crear un ambiente,
un clima de expectante tensión. Para ello utiliza palabras y expresiones
como «nadie», «ni un alma», «los álamos se agitan», «va a llover», y un
amplio uso de recursos y pinceladas impresionistas.
En cuanto a la confusión hombre-mujer, el lector tiene que esperar al capítulo
IV para percatarse de que «la Manuela» es un hombre. Siete páginas
más adelante se nos informa de que es sexagenario; ya en el capítulo siguiente,
su nombre, Manuel González Astica. A medida que se avanza en la lectura
el reconocimiento de un mundo hostil e infernal gana al lector: «la Manuela
» vive apresado en su condición de homosexual grotesco, ya payaso, ya
fámula, ya «cortesana». Padece la crueldad de los demás. Es la víctima de
un conjunto de frustraciones. En ese mundo «del subsuelo» le toca desempeñar
el papel de fantoche dolorido, anciano con rojo traje de «bailaora» española
para alegrar la existencia gris de «El Olivo».
Pancho Vega representa el elemento desencadenante de la acción narrativa.
Es el faxtum y el ángel anunciador y exterminador —todo a la vez— de
«la Manuela» y del declive irreversible del pueblo, ya
«Desorden de casas ruinosas sitiado por la geometría de las viñas que parece que van a
tragárselo.»
Lo que para Fernando Moreno Turner simboliza la inversión del segundo
nivel de El lugar sin límites, es el correlato del mito de La trágica historia del
doctor Fausto, de Marlowe. Mefistófeles le dice al doctor Fausto (H, 2):
«El infierno no tiene límites, ni queda circunscrito a un solo lugar, porque el infierno
es aquí donde estamos y aquí donde es e! infierno tenemos que permanecer.» ^^
Por lo tanto, los seres de El lugar sin límites no tienen escapatoria, están
condenados a permanecer en ese infierno que es el Infierno.
25. Citamos por Fernando Moreno Turner, op. cit., p. 87.
464
Hay un paralelismo entre «Estación El Olivo» y «la Manuela». La vida
del pueblo ha estado sujeta a la voluntad del cacique y al ferrocarril. Las viñas
de don Alejo volverán a germinar entre los indecisos límites del lugar:
«La carretera longitudinal es plateada, recta como un cuchillo; de un tajo le cortó la vida
a la Estación El Olivo, anidado en un amable meandro del camino [...]. El tren ya no
pasaba más que un par de veces por semana.»
Asimismo, la vida de Manuel González ha sufrido el menosprecio, desprecio
más rotundo —«su hija le gritó que le daba vergüenza ser hija de un maricón
como él»—, la burla y el escarnio.
En esta obra, Donoso organiza con maestría los materiales narrativos, y
dota de gran capacidad de sugerencia cada uno de los hechos y circunstancias
que conducen a «la Manuela» —cada vez con mayor intensidad— al desenlace
de la tensión con la «paliza a muerte» que Pancho Vega y Octavio le propinan.
La fiereza con que se describe la lucha se confunde con la de los cuatro
feroces perros —Negus, Sultán, Moro y Ótelo— que ese mismo día Don
Alejandro había soltado en su viña, hacia dohde, «como un zorro», se arrastra
en huida imposible la equívoca figura de Manuel González Astica.
Y aquí engarza el tercer nivel de la inversión de Moreno Turner: el mundo
demoníaco: la rebeldía de Luzbel —ángel caído— es la de Pancho Vega,
el oponente del dios don Alejandro Cruz.
En general, los personajes no quedan definidos de una sola vez. Su descripción
se completa a medida que avanza la novela, casi siempre a través
del punto de vista de «la Manuela».
Utihza otras técnicas de la novela experimental —ya hemos mencionado
los cortes temporales— como, por ejemplo, el uso de las personas estilísticas
sin transición, sin rasgo formal que señale el paso de una a otra. Los estilos
directo e indirecto libres en ocasiones participan en el ahondamiento de cierta
ambigüedad narrativa, pero en otras contribuyen a contraponer la distinción
aparente de los universos de «la Manuela» y del resto de los personajes.
3. En Sueños de mala muerte ^* aflora el universo de una pequeña burguesía
venida a menos. Los personajes, excepto uno, misterioso Mercurio en
forma de adivina, viven en la pensión de la señora Panchita. Son sencillas empleadas
de Correos, estudiantes o viejos, como el hemipléjico padre de Osvaldo
Bermúdez. Este último, propietario del boliche ubicado a la entrada
de un edificio, también viejo, cuyos dueños le obligan a cerrar el negocio
para demoler la casa y en su lugar construir otro lujoso de muchas plantas.
De la noche a la mañana se encuentra sin el poco dinero que ingresaba, tan-
26. Citamos por Seix Barral, 1.* ed., Barcelona, 1982.
465
to menos cuanto ha de mantener a su padre y correr con los gastos de su enfermedad.
El narrador nos suministra la definición de esta humanidad que malvive
en la capital: Osvaldo era igual
«A la gente común y corriente de la pensión que abandonando sus raíces en los barrios y
los pueblos vino gravitando hacía el centro, que se los tragó: allí no importaba de dónde
salieron ni dónde dejaron a sus muertos, con la consecuencia de que tampoco sentían el
desvelo causado por la inquietud de dónde iban a quedar sus propios huesos porque eran
víctimas de problemas más apremiantes; problemas como no saber si se las iban a poder
arreglar para llegar desde el momento presente hasta la tumba.» ^'
El desarraigo representado por los movimientos migratorios internos de
un país muestra el factor de desintegración de la identidad a que están sujetos
no sólo los trabajadores de la construcción, metalúrgicos o de los servicios,
sino incluso capas medias de la sociedad. Lo que indica un nivel de desarrollo
socio-económico. Ese factor referencial —objetivo— se complementa
en la organización de esta novela corta con una forma de existir ingenua
y quimérica que, a través del humor negro, y de la enajenación de la voluntad
de Olga y Osvaldo, da la dimensión de irrealidad. Enajenación gradual.
Así, desde las primeras páginas Olga se impone comprar un televisor en color
—un lujo fuera de su alcance— sólo por sentirse superior y propietaria
de algo que los demás huéspedes no pueden poseer, especialmente la dueña
de la pensión, la señora Panchita.
Tanto el edificio que han de echar abajo (símbolo de lo viejo) como el
declinar económico de Osvaldo —descendiente de una familia de la alta burguesía
y de la aristocracia santiaguina, también venida a menos— son variantes
de la sociedad que se derrumba. Los personajes quedan apresados no sólo
en sus recuerdos de un pasado menos incierto, sino que a través de sus relaciones
en el espacio delimitado de la pensión muestran la ausencia de solidaridad,
de calor fraterno. Olga Riquelme maldice la situación:
¿O sólo porque pese a la falta de vida privada en la pensión maldita, donde nadie podía
eructar en la habitación vecina, o tener un mal sueño, o recibir una carta o una visita
o un telefonazo sin que todos supieran al instante, o supusieran el contenido de esos grises
accidentes, a nadie le importaba un reverendo rábano lo que le pasaba al otro? ^.
La metafísica de sentirse propietaria invade —con una ironía y humor rayano
en lo negro— incluso el campo de lo necrológico. Es el caso de la en
ocasiones meliflua empleada de Correos, Olga. Contrasta en su mente aquel
27. P. 27.
28. P. 45.
466
mausoleo de lujo —tan apetecido— de los Robles —ascendientes de su novio
Osvaldo— y el nicho incierto donde descansaría su madre. La voz narrativa,
cómplice de la joven, nos comenta, al referirse a su progenitora.
Sus restos revueltos con los de otros no podían descansar, no, igual como en esas unidades
habitacionales que desde los jardines de sus mansiones los propietarios veían alzarse
intrusas en sus horizontes particulares [...] Ser propietaria de un nicho-departamento
en una atestada pared no era, en el fondo, ser propietaria de nada; en cambio, ser propietaria
de un mausoleo-de-mármol-mansión-con-piscina, eso sí que era ser propietaria de
29
veras .
En el lenguaje de Fernando Moreno sería una inversión de la realidad,
lo que se ha llamdo el «mundo al revés» ^°. Se traslada a un mundo de muerte,
derrumbado, en horizontal, los comportamientos de clase de la sociedad
extramuros del cementerio. Ahí prevalece ese sentimiento —necesidad de la
propiedad, aunque ésta, al cabo, sea inútil— que se aloja más allá de la realidad
y reviste un auténtico hálito mítico. Así Olga, después de pensar que
Osvaldo podría herederar el «maravilloso» panteón, formula un ejemplo de
lo que venimos señalando, auténtica humorada de la mejor tradición quevedesca,
pues le asalta una
certeza terrible, y terrible por lo nueva, de que si era verdad y no una locura que Osvaldo
tenía derecho a este mausoleo espléndido, entonces no iba a ser necesario comprar nada
para ser propietario, porque —si se casaban— siempre habían sido propietarios ^'.
Si bien en Coronación, por ejemplo. Donoso relaciona el mundo de la
alta burguesía de los Abalos con el de las criadas y sus próximos, mediante
el procedimiento de la alternancia de episodios ^^, en Sueños de mala muerte
se dan dos tipos de «contactos»: uno, en ausencia de la clase adinerada, en
virtud de la ensoñación y de los recuerdos de Olga y Osvaldo, respectivamente.
Otro, en presencia de los tíos de éste. En esta segunda modalidad.
Donoso nos ofrece un ejemplo magistral del lenguaje y conciencia de la vieja
tía, expresiones de la decadencia de la vetusta aristocracia.
Al igual que en otras obras de Donoso, aquí se produce también un desajuste
psicológico de los personajes, como Osvaldo y sus tíos, que —en palabras
de Juan Armando Epple— han dirigido
29. P. 53.
30. Véase ACHUGAR, Hugo: «El lugar sin límites o la acción ideologizadora», en Ideología
y estructuras narrativas en José Donoso, cit., p. 159.
31. P. 54.
32. Véase SHAW, Donald L.: Nueva narrativa hispanoamericana, pp. 141-153, Cátedra, Madrid,
1981.
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el «orden de las familias», y que buscan ahora nuevas formas de sustentar su existencia y
darle un sentido, nuevas formas de salvación ^'.
En sueños de mala muerte se dan, por tanto, dos claves: una correspondiente
a la necesidad de ser propietario, valor mítico en nuestra sociedad.
Otra, parcial que tiene que ver con la anécdota —pesquisas de Osvaldo para
constatar que tiene derecho al panteón familiar— y con el fondo social de la
obra: la relación de la alta burguesía —ya en declive— con la gente que siendo
humilde quieren emular a aquélla. Sin embargo, en Coronación, por ejemplo,
esa segunda clave aparece constantemente por constituir una de las columnas
vertebrales de su fabulación y del contenido ideológico: la ya señalada
relación entre los Abalos y las sirvientas.
La identidad de lo que hemos denominado existencia ingenua y quimérica
acarrea un fenómeno de semejanza de Osvaldo y Olga. Se produce una
«olguización» de Osvaldo y una «osvaldización» de Olga. En todo el proceso
narrativo, estos dos personajes más que dirigir sus destinos están marcados
por el fatum de la desesperanza: la obra se va construyendo sobre una dialéctica
—como ya dijimos— de procesos positivos y negativos para la pareja
Olga-Osvaldo. Antes de casarse y por el afán de ser propietaria, Olga se siente
señora, emula a la aristocracia a la que pertenece su novio. Pero cuando
ya está casada, el fatum malhadado hace que muera en un accidente —aún
vestida de novia— y como por casualidad la enterrarán en el espléndido panteón
familiar. Osvaldo, que había luchado denodadamente por conseguirlo,
se verá sin esa posibilidad, también por otra irrisorio fatalismo: la muerte de
uno de sus tíos.
La personalidad de la joven está fuertemente marcada. El autor se convierte
en su cómplice en muy diversas ocasiones. En aquella entrevista que
le hiciera Z. Nelly Martínez a José Donoso, éste le contesta
En la Manuela se da un alegato a favor de la mujer también. En mis novelas ¿qué
sucede? No hay ningún hombre fuerte. Ni uno. Las mujeres son todas fuertes, son todas
fascinantes ^.
4. José Donoso proyecta en su obra los temas —o el tema— que lo obsesiona:
la desesperanza y el escepticismo. Un mundo que se derrumba. En
él tienen especial tratamiento artístico —y afectivo— los seres marginados.
Los niveles de inversión apuntan al lenguaje. Ya Severo Sarduy había señalado
—al referirse a El lugar sin límites— que el espacio del lenguaje es el
de las conversiones y «disfrazamientos» ^^. Pero apunta a diversos niveles de
33. «José Donoso y la crisis...», cit., p. 214.
34. En Hispamérica, cit., p. 71.
35. «Escritura/travestismo», en Escrito sobre un cuerpo. Editorial Sudamericana. Buenos Aires,
1969.
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la historia —aparente criollismo y simbolismo mítico, en El lugar sin límites
o la burla sórdida de la enajenación del hombre en el mundo urbano, en Sueños
de mala muerte— y a la organización del ámbito social. Todo ello constituye
una unidad, la unidad artística de la obra, al decir de Mujarosvsky ^*.
La dialéctica de la construcción y de la destrucción, observable en los dos
ejemplos propuestos, hace decir a Hugo Achugar que en último término es
Un juego cuya meta principal consiste en hacer aceptar la invalidación de toda referencia
a la realidad mediocre en que vive el hombre. Juego que exige del lector y lo instaura
en una' situación acrática donde la única legalidad sobreviviente es la de la libertad ''.
Digamos finalmente que tanto El lugar sin límites como Sueños de mala
muerte son muestras que permiten analizar el procedimiento de cómo emerge
a la superficie del texto el rechazo a una sociedad enajenada. Para ello se
apoya —como han señalado diversos estudiosos— en la imaginación y, desde
ella, transgredir la lógica de la realidad para mostrarla desde el otro lado del
espejo.
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36. «La personalidad del artista», citamos por ACHUGAR, Hugo: Ideología y estructuras
narrativas en José Donoso, p. 159.
37. ACHUGAR, Hugo: Ideología y estructuras narrativas en José Donoso, cit., p. 295.
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