UN VINCULO CULTURAL ENTRE CUBA Y COLOMBIA:
MANUEL DEL SOCORRO RODRÍGUEZ
JULIÁN GARAVITO
(Crítico literario independiente)
Cubano de Bayamo, nacido el 3 de abril de 1758, Manuel del Socorro
Rodríguez es, para los colombianos, uno de los fundadores del periodismo
local y uno de los creadores de la Biblioteca Nacional; hijo de un maestro
que sabe también la talla en madera, Manuel, de niño, es uno de los monaguillos
de la iglesia San Juan Evangelista de Bayamo. Cuando muere su
padre tiene ocho años y, para ayudar a su madre y a sus hermanas, va a trabajar
como maestro de escuela, carpintero y tallista: en la iglesia parroquial
de Bayamo se conserva de él un retablo barroco; también aprende dibujo,
pintura y caligrafía.
Autodidacta, se dedica en sus horas libres, a la lectura y al estudio de
las humanidades. En 1778, Manuel pide licencia para examinarse en esos
estudios y, el 15 de octubre presenta ante sus jueces un Elogio de Carlos
IB en prosa, publicado en 1829, en El Mensajero Semanal de Nueva York
y, en 1856, en Crónica de Bayamo, donde también se publicará el segundo
trabajo, en verso, de Manuel, Las delicias de España.
Con su familia, Manuel se traslada a Santiago de Cuba y, en 1784, escribe
un memorial al Rey por intermedio del ministro José de Gálvez: en
él, Manuel resume su vida, explica su deseo de desarrollar sus conocimientos,
declara que tiene en preparación ciento setenta obras, discursos
en prosa o en verso, y solicita una pensión para su familia y, para él, la posibilidad
de ir a España para perfeccionar sus estudios y terminar sus obras;
con el memorial envía un poema heroico dedicado al Rey y un soneto a
Gálvez; el relator del Real Consejo de las Indias informa favorablemente.
1. EXAMEN Y VIAJE A SANTAFE
En agosto de 1785, la Corte ordena el examen de Manuel; éste se verifica
el 4 de noviembre de 1788 en el Colegio del real Seminario de San
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Carlos de La Habana, en elocuencia y literatura. El gobernador José de
Ezpeleta asigna a Manuel quince pesos mensuales, mientras decide la
Corte.
En 1789, Ezpeleta es ascendido a mariscal de campo y nombrado virrey
del Nuevo Reino de Granada (territorio de la actual Colombia). Obtiene
el traslado de Manuel; éste llega a Santafé el 18 de octubre de 1790
y prefiere a otros puestos el de bibliotecario, a pesar de lo modesto del
sueldo. Tiempo después, Manuel del Socorro escribe un soneto dedicado
al lunes, día de su nacimiento, de su salida de Cuba y de la posesión como
bibliotecario, el 25 de octubre de 1790:
Nací lunes, fui lunes bautizado,
mis padres perdí en lunes, y este día
en diez enfermedades fue la guía
del humor que hasta hoy me ha dominado.
En lunes emprendí el estudio amado,
en lunes salí del con alegría,
y en lunes ¡oh querida patria mía!
me separé de ti desconsolado.
Al fin, después que el mar hube vencido
a fuerza de paciencia y tolerancia,
en lunes llegué a tierra complacido;
Y por último, en lunes esta estancia
de las musas pisé, donde metido
permanezco en lunática inconstancia.
José de Ezpeleta (1742-1823), virrey de 1790 a 1797, favorece el desarrollo
del periodismo y del teatro; apoya también el primer colegio femenino
establecido. Sus informes permiten que Manuel obtenga un aumento
de sueldo y dinero para la compra de libros.
2. LA BIBLIOTECA
En su primera etapa comprende los libros dejados por los jesuítas, expulsados
por orden de Carlos III. Creada el 9 de enero de 1777, posee ediciones
originales, incunables y algunas obras de la literatura neogranadina.
Manuel regala numerosos libros de su biblioteca personal y escribe memoriales
para sugerir soluciones.
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3. EL PERIODISMO
El virrey Ezpeleta autoriza la fundación por Rodríguez del Papel Periódico
de Santafé de Bogotá (265 entregas, entre el 9 de febrero de 1791
y el 6 de enero de 1797). Manuel evoca a escritores neogranadinos del siglo
XVII como el poeta Hernando Domínguez Camargo (1606?-1656), autor
de un poema dedicado a San Ignacio de Loyola, de estilo gongorino, y
de poemas como el soneto «A Guatavita», estampa de la vida de un pueblo
andino en tiempos de la Colonia. Manuel propone también crear una
«Biblioteca Americana» para publicar obras de escritores locales.
Alentado por el virrey Amar, Manuel lanza, el 6 de diciembre de 1806,
el Redactor Americano, completado, en 1807, ^or Alternativo del Redactor
Americano. Dichas publicaciones duran hasta 1810 y tratan temas esencialmente
culturales.
El 20 de julio de 1810, una pelea entre un criollo y un español peninsular
tiene como consecuencia la proclamación de la independencia y Rodríguez
se convierte en cronista de los acontecimientos en el número único
de La Constitución Feliz.
En 1811, Rodríguez coloca en los anaqueles de la Biblioteca Pública la
Defensa del precursor Antonio Nariño, traductor de la Declaración revolucionaria
francesa de los Derechos del Hombre.
4. EL BIBLIOTECARIO Y EL CIUDADANO
En 1812, durante una de las primeras guerras civiles, el brigadier Ba-raya,
jefe de las tropas federales, pretende sitiar la capital. Manuel se hace
entonces personaje legendario al querer pelear con Baraya para tratar de
salvar la ciudad. Al respecto escribe al Presidente de la Junta que gobernaba
en ese momento una carta que comienza de este modo:
No soy nacido en esta ciudad ni en provincia alguna de este Reino, pero aprecio
a todos sus naturales, y por mi moral, por mi genio y por mi educación me precio
de buen Americano y de ser un verdadero amante de la humanidad, sin ficción
ni hazañería.
Esta carta del 9 de diciembre de 1812 se publica in extenso en el volumen
44 de la Biblioteca Presidencia de la República, en 1957.
Manuel del Socorro orgaiüzaba tertulias en la Biblioteca y deseaba defenderla.
Pero no todos son sus amigos. El realista Francisco Javier Caro,
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antepasado de Miguel Antonio Caro, lingüista, humanista y también bibliotecario
mucho después, a fines del siglo XIX, trata a Manuel de «estrafalario,
perrazo con piel de zorro». Pero a Manuel le importa poco y, en
un soneto en el que describe su genio y su estado, se declara el más feliz
de los nacidos».
En 1816, el general Pablo Morillo, «el Pacificador» llega a la capital,
va a la Biblioteca y reprocha a Manuel sus relaciones con los «insurgentes
». Como el retrato de Femando VII, colocado en 1809, sigue en su
puesto, Manuel escapa a las represalias y permanece libre.
El bibliotecario hace un nuevo recuento de los libros e indica que varios
han despararecido. Muere el 3 de junio de 1819, sin haber vivido en
una Colombia libre. Muere solo, con sus libros alrededor y, en las manos,
una cruz de chusque fabricada por él, y con este texto:
Tengo la fortuna de haber nacido en medio del género humano sin deseo
alguno de hacer figura brillante sobre la tierra, ni poseer más caudal
que el que se necesita para entrar en el sepulcro. Mis acciones jamás han
llevado otro interés que el de cumplir con los deberes a que estoy obligado
por el Evangelio, la Naturaleza y la Filosofía.
En su poema De mi caudal, testamento y última voluntad declara:
que la herencia que os dejo es muy galana:
consiste en una silla, en un tintero,
en un estuche, en una palangana,
en tres libros, un jarro y dos banquillos,
que valer podrá todo diez cuartillos.
Esos tres libros y todos sus manuscritos en prosa y en verso los dona a
la Biblioteca, con sus libros personales, ya regalados en 1796.
El documento, fechado al 1.° de junio de 1796, es una lista de 138 libros.
La encabeza Historia natural del Conde de Bujfon: doce tomos en
pasta. Se encuentran obras de autores latinos y griegos, en ediciones bilingües,
de Garcilaso de la Vega y de La Fontaine, de Fénelon y de Milton;
libros de historia, de derecho, la Biblia y los Evangelios o versos de Petrarca;
y tres tomos del Periódico de La Habana además de obras de Aristóteles,
por sólo citar algunos ejemplos.
La cruz de chusque hallada en manos de Manuel después de su muerte,
se conserva en la Biblioteca Nacional. Arreglan el entierro Victoriano García,
autor del único retrato que existe de Rodríguez, y Pastor Losada; Rodríguez
está enterrado en la iglesia de la Candelaria de Bogotá. En 1938,
cuando se celebró el cuarto centenario de la fundación de la capital de Colombia,
una placa, colocada en el vestíbulo de la Biblioteca Nacional, re-
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cuerda los méritos de Manuel del Socorro Rodríguez y su origen cubano:
es, dice el texto, «vínculo perpetuo de identificación espiritual entre Colombia
y Cuba»; pero el año de la muerte que aparece, 1818, está equivocado.
En 1958, al conmemorarse el segundo centenario del nacimiento del
bibliotecario y fundador del periodismo colombiano, se coloca otra placa
en el Palacio de San Carlos, primera sede de la Real Biblioteca y actual residencia
del Presidente de Colombia.
El Diccionario de la literatura cubana atribuye a Manuel del Socorro
unos seiscientos poemas, también epigramas inéditos, discursos, sermones
y textos diversos.
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