GEOGRAFÍA
LA EVOLUCIÓN DEL PAISAJE DE FUERTEVENTURA
A PARTIR DE FUENTES ESCRITAS (Siglos XV-XIX)
CONSTANTINO CRIADO HERNÁNDEZ
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo aborda el estudio de la evolución del paisaje
vegetal de Fuerteventura desde el momento de la Conquista
(1402) hasta la actualidad. El análisis se ha efectuado a partir de
los datos que suministra Le Canarien, Los Acuerdos del Cabildo de
Fuerteventura y diversas descripciones como las de Torriani, Glas,
Madoz, Verneau, etc.
Los resultados que aportamos no son concluyentes en la medida
en que únicamente están basados en un reducido número de
datos. Es posible que minuciosos rastreos en los archivos puedan
recopilar una información más amplia que permita conocer con
exactitud la evolución histórica de la vegetación majorera.
LA VEGETACIÓN POTENCIAL Y ACTUAL DE LA ISLA
En función de los caracteres geoecológicos que presenta la isla
de Fuerteventura, es necesario admitir que su vegetación en época
prehispánica no debía presentar la riqueza botánica y la importancia
geográfica de la de las islas más occidentales.
La escasa altitud de Fuerteventura no permite la diferenciación
de pisos de vegetación que se aprecia en las islas dotadas de
mayor relieve. Es precisamente ésta la clave que explica la aridez
de la isla, ya que no se producen lluvias orográficas, ni genera la
formación de un mar de nubes denso que afecte a las vertientes de
barlovento. De ahí que la isla en conjunto sea árida, no existiendo
diferencias pluviométricas entre las fachadas.
Por otra parte, los sustratos, predominantemente pedregosos y
con abundantes costras calcáreas, no son los idóneos para el desarrollo
de bosques densos.
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En función de estos hechos A. Santos (1980) propone una vegetación
potencial en la que estarían representados sólo dos pisos
bioclimáticos —el termocanario árido y semiárido y el termocanario
seco— a los que habría que añadir las formaciones psammófilas y
halófilas de los sectores litorales. El piso termocanario árido y
semiárido estaría compuesto por cardonales y tabaibales, con
tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera) por debajo de los 200 m. de
altitud y tabaiba amarga (Euphorbia obtusifolia) en áreas de mayor
altitud. El piso termocanario seco estaría constituido por boquetes
de almacigos (Pistacia atlántica), lentiscos (Pistacia lentisco),
acebnches (Olea europea spp. cerasiformes) mezclados con un
matorral xerófilo de tabaibas, que se ubicarían en las áreas de mayor
altitud de Jandía y Betancuria. Otras formaciones de interés
serían los palmerales —distribuidos por toda la isla— y los taraja-les
presentes en aquellos lugares con las necesarias condiciones
hídricas.
En la actualidad la vegetación de la isla no se ajusta a este esquema,
y ello es el resultado de una intensísima degradación de
origen antrópico. Las necesidades de combustible y madera, y la
introducción de una importante cabana ganadera de cabras, ovejas,
equinos y dromedarios son los principales factores de una acusada
regresión (cuadro 1).
Cuadro 1: la cabana ganadera de Fuerteventura en distintos
momentos a partir de los datos de diferentes autores
Crónica de Gadifer
Crónica de Bethencourt
Torna ni
Alvarez Rixo
Pedro de Olive
caprino
30.000
60.000
60.000
56.760
9.594
ovino
4.150
1.824
7.957
equino
1.500
778
vacuno
4.000
331
1.488
dromedarios
632
fecha
1402
1402
1590
1813
1865
LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LAS DISTINTAS
FORMACIONES VEGETALES
La distinta documentación consultada permite realizar una
prospección acerca de la evolución histórica de las diferentes formaciones
vegetales que estuvieron presentes en la isla.
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El palmeral
En la actualidad existen palmerales de las localidades de Ajuí,
Gran Tarajal, Tarajalejo, Betancuria y Vega del Río Palmas. En el
momento de la conquista debían existir abundantes palmerales en
la isla. Así, en Le Canarien, se afirma que en el valle de Rio Palmas
existían unas 9.000 palmeras (otros párrafos citan sólo 900), distribuidas
en rodales de 100 a 120 árboles.
La puesta en cultivo de los dominios potenciales de la palmera
—terrazas de barranco y mantos de arcillas—, debió suponer
una considerable disminución de su área primitiva, de tal manera
que los ejemplares de palmera quedarían circunscritos a los bordes
de las parcelas.
Los rodales existentes sufrirían una notable presión humana,
por lo que en las actas del Cabildo de la isla de los años 1727,1740
y 1743 se señalan normativas cuyo objeto es controlar los ejemplares
existentes, existiendo tajante prohibición de cortarlas en cuyo
caso se debía proceder a la plantación de otro ejemplar.
El tarajal
Según la documentación existente, en el momento de la conquista
esta formación ocupaba una notable superficie en la isla. Al
mismo tiempo, Le Canarien señala la relación que existía entre los
bosques de tarajal y las corrientes de agua de carácter permanente:
... y se hallan en cuatro o cinco puntos arroyos de agua dulce corriente,
capaces para mover molinos. Y junto a aquellos arroyos se hallan
grandes bosques de arbustos que se llaman tarajales...
Por desgracia se desconoce la ubicación exacta y la extensión
de los primitivos tarajales. En cambio, la documentación histórica
nos permite rastrear la evolución de algunas masas, dando a conocer,
además, los usos a que estos árboles estaban sometidos y las
normativas tendentes a protegerlos.
Los bosquetes de tarajal van a ser uno de los pocos lugares
donde abastecerse de madera, si bien la madera de este árbol no
destaca por su excesiva calidad. La necesidad de conservar la capacidad
productiva de estas formaciones, para poder hacer frente
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a las necesidades de recursos maderables, motiva que el Cabildo
de la isla dicte varias normativas tendentes a su conservación.
Carecemos de información referida a los siglos XV y XVI, pero
en cambio disponemos de un buen número de datos para los siglos
XVII y XVIII.
Así, en 1615, el Cabildo dictó la siguiente orden:
Acordóse que, so pena de 10 ducados y 20 días de cárcel, ningún
vecino corte chaparros ni aceitunos ni ramajes sin licencia, ni tampoco
tarajales. Mandaron que ninguna persona corte acebuches, chaparros
ni tarajales, que estén sobre fuente o camino, sin licencia del Cabildo.
Pena de 4 ducados.
En 1640 el Cabildo dictó otra normativa con objeto de proteger
los árboles de la isla:
Mandaron que ninguna persona corte acebuches, chaparros ni
tarajales, que estén sobre fuentes o caminos, sin licencia del Cabildo,
pena de 4 ducados.
Esta legislación proteccionista tiene una orientación fundamentalmente
práctica, ya que la madera de tarajal era la materia
prima para la elaboración de los aperos de labranza, tal y como lo
ponen de manifiesto las siguientes resoluciones del Cabildo:
Estando destrozados los tarajales, por lo que no tendrán los labradores
aperos de yuntas... (Acuerdos del Cabildo, 1681)
de forma que no haya para cortar las orejeras necesarias para las
yuntas... (Acuerdos del Cabildo, 1772)
... vistos los prejuicios que se están causando en las matas de tara-jal,
de donde se proveen los labradores para la labranza... (Acuerdos del
Cabildo, 1785)
Aparte de estos aprovechamientos destinados a satisfacer las
necesidades del campo, parece ser que los tarajales de Fuerteven-tura
también fueron sometidos a una sobreexplotación, cuyo objeto
era la exportación de maderas a la vecina isla de Lanzarote,
donde los recursos forestales eran aún más escasos:
Estando destrozadas las matas tarajales, único remedio que hay
para los aperos, pues se hacen de ellas palillos y maderas para vender,
embarcándose algunos para Lanzarote, acordaron que nadie ose cortar
252
8
madera, salvo las orejeras y demás aperos de labranza, sin licencia de la
justicia. (Acuerdos del Cabildo, 1724)
A través de la lectura de las actas del Cabildo se puede entrever
la angustiosa situación por la que atraviesan los tarajales a lo
largo de los siglos XVII y XVTII. Las imperiosas necesidades de la
agricultura dan lugar a un desequilibrio entre éstas y la disponibilidad
de los recursos, que generarán una continua degradación de
los bosquetes existentes.
Entre las medidas acordadas por el Cabildo para intentar paliar
esta situación destaca el nombramiento de guardas. Así, en el
siglo XVII existen dos acuerdos a este respecto, en los que, además,
se indica la localización de las masas de tarajal más amenazadas:
Acordaron que nadie corte aceitunos ni tarajales sin licencia, y por
tener noticia de que la mata de la Torre la tienen destrozada, se apercibe
no se corte madera sin licencia, pena de 2 ducados aplicados el uno a
la cofradía de las Animas y el otro a la S. Diego. En la mata de Ajuí y
demás de barlovento y Torre a Gopar Casañas. En las restantes a Diego
de Cabrera Negrín. (Acuerdos del Cabildo, 1676).
Nombran por guarda de la mata de la Torre a Baltasar Cabrera; en
la de Ayose, Iján, Tarajalejo, Violante, Tamaretilla y Tarajal de Sancho
a Andrés Sánchez y Antonio Hernández y en las de Gran Tarajal y
Catalina García a Marcos Armas. Francisco Pifteiro y Domingo Cabrera
(Acuerdos del Cabildo, 1676)
En el siglo XVIII se van a redactar disposiciones similares,
con el consiguiente interés para reconstruir la evolución de los
tarajales de la isla:
Acordaron que estando las matas de tarajales completamente
abandonadas, y pudiendo cortarlas cualquier individuo, de forma que
no haya para cortar las orejeras necesarias para las yuntas, se nombra
guarda de la mata de Ajuí a Vicente Gómez; de la de Vigocho y Ama-nay
a Pedro de Juan; de la de Ugán, Chileiga y Puerto Nuevo, a Francisco
Mesa; de la de Tarajalejo y Gran Tarajal a Joseph Agustín; y de la
Gran Tarajal y demás confinantes, a Juan Mederos; y de la Torre, a
Juan Alonso; para todo lo cual se librarán los oportunos despachos circulares.
253
La persistencia del estado de deterioro de las masas a proteger,
va a determinar el nombramiento de nuevos guardas:
Vistos los prejuicios que se están causando en las matas de tarajal,
de donde se proveen los labradores para la labranza, debido a no haber
guardas que las vigilen se acuerda nombrar para las de Ajui a Joseph
Pérez; para las de Biocho y Amanay a Pedro Delgado; para la de Ugán,
Terife y Lajares a Baltasar Cabrera; para la de Tarajal de Sancho, Tara-jalejo
y Tamaretilla a Joseph Francisco; para la de Gran Tarajal, Gini-ginamar.
Violante y Marcóte a Francisco Vetancort, a los que se hará
saber el nombramiento y se les tomará el juramento.
Para el siglo XIX se cuenta con muy poca documentación.
Viera y Clavijo (¿1810?) señala que el tarajal es una especie abundante
en la isla. Algo más tarde, Webb y Berthelot (1839) citan la
presencia de masas de tarajal de cierta importancia en la salida del
desfiladero del barranco de la Peña y en Gran Tarajal.
Con los datos aportados por los acuerdos del Cabildo hemos
realizado un mapa en el que se señala la distribución potencial de
las masas de tarajal y que difiere bastante del mapa de distribución
actual. Así han desaparecido las masas de Catalina García,
Tamaretilla, Ugán, Chilegua, Amanay, buena parte del de la Torre,
Violante, Mazacote y Lajares, si bien en sus antiguos dominios es
posible encontrar tarajales aislados o formando pequeños rodales.
El bosque termófilo: acebnches y almacigos
Las crónicas de Le Canarien nos ofrecen la imagen de una isla
con una densa cubierta vegetal en la que sobresalían dos especies
arbóreas de afinidad mediterránea: el almacigo (PISTACIA ATLÁNTICA)
y el acebuche (OLEA EUROPEA SSP. CERASIFORMES).
Desde el momento de la conquista los acebnches y almacigos
—al igual que los tarajales—, comienzan a experimentar un retroceso
muy llamativo debido a su uso en la construcción de viviendas.
A lo largo del siglo XVII, el Cabildo emitió un conjunto de
normativas encaminadas a proteger los acebnches, en especial a
aquellos que estaban emplazados en las cercanías de los nacientes
de agua, aunque tales medidas tropezaron con la fuerte demanda
de forrajes y material de construcción:
254
Pedido públicamente por los vecinos el poder cortar ramas de acebnche
para el sustento del ganado vacuno, acordaron conceder licencia
no cortando palo ni rama gruesa debido a la extrema necesidad de pasto
que hay en dicha isla. (Acuerdos del Cabildo, 1627).
Sabiéndose que los chaparros y acebuches se destruyen por cortarlos
verdes, en prejuicio de la fábrica de las casas y los hacen leña, acordaron
prohibirlo pena de 1000 maravedises la primera vez, 2000 la segunda
y dos años de destierro la tercera. (Acuerdos del Cabildo, 1659).
Estas normativas tendentes a limitar el corte y prohibir los
cortes no van a impedir la desaparición de acebuchales y lentiscales.
A partir de los datos aportados por los Acuerdos del Cabildo,
creemos que ambas formaciones debieron desaparecer a principios
del siglo XVIII. Se explicaría así que en este siglo todas las
disposiciones en materia forestal se encaucen hacia la conservación
de los ya muy deteriorados tarajales, sin que se indique ninguna
normativa respecto a acebuches y almacigos. En el XIX, Viera
y Clavijo señala la presencia de ejemplares de acebuche en las
áreas de mayor relieve de la isla, mientras que Webb y Berthelot
(1839) mencionan la existencia de almacigos en Vega del Río Palmas
no mencionando la presencia de acebuches.
En la actualidad el bosque termófilo ha desaparecido totalmente
de la isla si bien se localizan ejemplares aislados de acebuche
en las áreas de mayor relieve. Según A. Santos (1984) su área
de distribución potencial se corresponde con la de distribución actual
del Jorao (Asteriscus sericeus).
Tabaibales y cardonales
Estas formaciones arbustivas, pertenecientes al piso bioclimá-tico
termocanario árido y semiárido, son abundantes en las islas occidentales
y centrales y escasas en las orientales. Obviamente la razón
de esta escasez es fundamentalmente antrópica.
Le Canarien da una bella descripción de los extensos cardonales
y tabaibales que cubrían la isla en el momento de producirse la
conquista normanda:
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El país está lleno de otros árboles que destilan una leche medicinal
a manera de bálsamo, y otros árboles de maravillosa hermosura, que
destilan más leche que cualquier otro árbol, y son cuadrados de varias
caras y sobre cada arista hay una hilera de púas a manera de zarzas, y
son gruesas como el brazo de un hombre, y cuando se corta está llena
de leche de maravillosa virtud.
El destino de cardonales y tabaibales se nos pierde en los siglos
posteriores. Sólo para el XVIII contamos con los pocos datos
aportados por Glas (1764):
... sin embargo encontramos unos pocos arbustos o grupos de arbustos
allí llamados tabaibas, los cuales, de todas maneras, jamás crecen
en altura: pero aquí, debido a los vientos fuertes, se extienden a lo
largo del terreno... (Glas. G. Descripción de Canarias, 1764).
La regresión del tabaibal debió continuar en el siglo XIX. Ver-neau
(1890), cita la presencia de euforbias (no precisa más), aisladas,
viviendo en los malpaíses y compartiendo el nicho ecológico
con otras especies como el espino (Lycium intrincatum) y la exótica
tabaco moro (Nicotina glauca).
El acusado retroceso de estas formaciones debió producirse al
roturarse sus terrenos para cultivos o simplemente a erradicar estas
especies, no aptas para el ganado o poco apetecidas por éste,
con vistas a generar un pastizal natural sobre sus antiguos dominios.
En la actualidad los tabaibales y cardonales están muy poco
representados, si bien la tabaiba (EUPHORBIA OBTUSIFOLIA y
EUPHORBIA BALSAMIFERA) está más difundida que el cardón
(EUPHORBIA CANARIENSIS) sólo presente en Cofete, Bco. del Ciervo
y Mal Nombre y Mña. de Cardones. Mención especial merecen
las dos pequeñas manchas de EUPHORBIA HANDIENSIS, sitas al
oeste de Morro de Jable y que sufren una manifiesta regresión.
Conclusiones
De los datos obtenidos en las fuentes de carácter histórico se
pueden establecer unas conclusiones interesantes, que pueden servir
de punto de partida para posteriores investigaciones.
En el momento de producirse la conquista de la isla por los
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normandos (1402), la isla tenía una cubierta vegetal mucho más
densa que en la actualidad, con amplias superficies ocupadas por
tabaibales y cardonales y masas forestales del almacigo, acebnches
y tarajales asociados, en algunos puntos, con cursos de agua de carácter
permanente.
El proceso colonizador va a traer consigo la transformación
de amplios espacios en terreno de cultivo, lo que supuso la desaparición
de su vegetación natural. Por otra parte, el desmesurado desarrollo
de la cabana ganadera y el asilvestramiento de especies tales
como el asno y el conejo debieron suponer una importante carga
para la vegetación.
Los tabaibales y cardonales han visto reducirse su superficie
de tal manera que a mediados del XVIII revisten poca importancia
y a finales del XIX las tabaibas están relegadas a determinados
ámbitos muy marginales.
Los palmerales se van a conservar, aunque es indudable que
su superficie se ha visto reducida al coincidir su ubicación con sectores
con capacidad agrícola. Además, la conservación de algunos
palmerales es el resultado de las normas dictadas por el Cabildo
de la isla restringiendo los aprovechamientos sobre estas formaciones.
Los tarajales pese a haber sufrido un intenso castigo al ser
uno de los pocos recursos maderables y combustibles de la isla
aún se conservan. Sin embargo, muchas de las masas de importancia
que se citan en los Acuerdos del Cabildo han desaparecido casi
por completo pese a las taxativas normas tendentes a controlar y
racionalizar su aprovechamiento. Así, de una relación estimada de
20 bosquetes de Tarajal sólo se conservan 8 (ver mapa adjunto).
Indudablemente la formación más castigada fue el bosque
termófilo. El acebnche, dado su uso como forraje y como recurso
maderable para la construcción de viviendas debió desaparecer
casi por completo en el siglo XVIII. Ello se deduce de la inexistencia
de normativas que regulen su uso desde finales del siglo XVII.
257
BIBLIOGRAFÍA
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WEBB, B. Y BERTHELOT, S. (1839). Histoire naturelle des lies Cana-ries.
París. Tomo I.
258
1 LAJARES
2 ESQUINZO
3 LOS MOLINOS
4 TESJUATE
5 VALLE DE SANTA INÉS
6 LAS PEÑITAS
7 AJUI
8 LA TORRE
9 VIGOCHO
10 CATALINA GARCL\
11 AMANAY
12 C H I L E G UA
13 UGAN
14 PUERTO NUEVO
15 TARAMETILLA
16 VIOLANTE
17 MACOTE
18 GINIGINAMAR
20 TARAJALEJO
21 TARAJAL DE SANCHO
O DESAPARECIDOS
• ACTUALES
0 DE UBICACIÓN
DISTRIBUCIÓN APROXIMADA DEL TARAJAL EN LA ISLA DE FUERTEVENTURA
(Se incluyen las manchas desaparecidas y las exitentes en la actualidad)
259