DE LA CONDESA DE MERLIN AL
SIGLO DE LAS LUCES DE ALEJO CARPENTIER
CARMEN VÁSQUEZ
(Universidad de Picardía)
El objetivo de este artículo' es analizar en qué medida el conocimiento
que tuvo Alejo Carpentier de la obra de la condesa de Merlin es necesario
para la comprensión de su novela El Siglo de las luces. Añadamos que,
hasta la fecha, poco o nada se ha dicho de los lazos entre el noveUsta cubano
y la también cubana escritora del siglo XIX, razón por la que hemos
emprendido este trabajo. En él presentaremos, primeramente, a quien fue
conocida en París como «la belle creóle», para luego abordar sus principales
obras pubUcadas, tras lo cual veremos cómo Carpentier tuvo conocimiento
de los escritos de su compatriota y cómo los utiliza como documento
para la reconstrucción histórica de no pocas páginas de su célebre
novela.
María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo Cárdenas y O'Farrill
nació en La Habana, en 1789, y murió en París, en 1852^. Fue autora de
una obra variada y rica, redactada en Francia y escrita en francés. Sin embargo,
por haber llegado rápidamente a la notoriedad en su isla natal, la
casi totalidad de su obra fue traducida al español y difundida no solamente
en Cuba sino también en España.
La hija de los condes de Jaruco y de Mopox, que vivían más en España
que en Cuba, nació en la más rancia aristocracia colonial. Pasó gran parte
' Este trabajo fue presentado por primera vez en una conferencia dictada en el Recinto
de Cayey, de la Universidad de Puerto Rico, en agosto de 2000.
^ Véanse nuestros trabajos «Une cubaine á París: La comtesse Merlin», leído en el coloquio
«Amérique Latine/Europe/Contacts/Echanges/Lectures», Universidad de la Sorbonne
Nouvelle-París III, en febrero de 1984, publicado en Palinure, París, 1985-1986, pp.
55-63 y «Las mujeres cubanas de la Condesa de Merlin», CoUoque International «Femmes
des Amériques», Université de Toulouse-Le Mirail, Toulouse, 1986, pp. 69-81. Cuando hicimos
estas investigaciones, desconocíamos los trabajos de Adriana Méndez Rodenas, en
particular Gender and Nationalism in Colonial Cuba, The Travels of Santa Cruz y Montalvo,
Condesa de Merlin, Nashville, Vanderbilt University Press, 1998.
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de su infancia con su bisabuela, en La Habana, y conoció los rigores del
internado en el convento de Santa Clara del cual terminó fugándose. Más
tarde, partió hacia Madrid donde su madre tenía un salón prestigioso frecuentado
por los llamados «afrancesados», entre los que se encontraban su
tío Gonzalo O'Farrill, quien sería ministro de José Bonaparte, Goya, Mo-ratín,
Meléndez Valdés, Jovellanos, en otras palabras, la élite del mundo
artístico e intelectual de la época. En este medio, conoció al general
Christophe-Antoine Merlin, con quien contrajo matrimonio. Después de la
derrota de las tropas napoleónicas, se instaló con su marido en París. Allí
estableció un salón literario y musical, como el que su madre había tenido
en Madrid. A este salón acudían personalidades como Rossini, George
Sand, Chateaubriand, Musset, Gautier.
Su celebridad fue tal que se le menciona en crónicas mundanas de la
vida parisina de la época, entre otras, las de la condesa de Bassanville y de
Sophie Gay. Aparece citada en varios libros de memorias de la época,
como el de la duquesa de Abrantés. Sainte-Beuve le dedica uno de sus
«Lunes». Balzac no solamente la cita, también la utiliza como modelo en
algunos de sus relatos. Con todo esto puede afirmarse que esta mujer fue
única, en la época y en el lugar donde vivió.
Su obra que, como dijimos, fue escrita enteramente en francés, comienza
a ser publicada cuando la Condesa ya había cumplido sus cuarenta
años. Se trata principalmente de escritos autobiográficos, sobre su vida privada,
sus relaciones en y con Cuba. Dirigidos principalmente a un público
francés, la autora siempre se presenta a sí misma como una criolla, cuyo
conocimiento de la realidad cubana es de primer orden. En 1831 publica el
primero de estos textos: Mes douze premieres années^, catalogado desde el
comienzo como una autobiografía. Fue publicado en español, en una traducción
de Agustín de Palma, en Filadelfia, en 1838, y en La Habana, en
1892. En él, la Condesa relata su infancia cubana y cómo su famiha la
llevó a vivir a España. De particular importancia es la visión que ofrece del
convento de Santa Clara, cuya vida austera no soportó y del que se fugó.
Al año siguiente, en 1832, ve la luz Histoire de Sceur Inés, que también
concierne la vida en el convento de Santa Clara. Al leer este relato, que
parte de la premisa de que se trata de una historia real, el lector se percata
de que la autora establece una relación estrecha entre lo histórico y lo real
que conoce y observa y aquella que pertenece al dominio de la ficción. En
Histoire de Sceur Inés se tratan dos temas principales: la vida conventual.
' Mes douze premieres années, París, Imprimerie de Gaultíer-Lagnionie, 1831, página
no numerada.
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mejor, el rechazo de ella, vista a través de acontecimientos acaecidos en el
convento de Santa Clara y la situación de la mujer en la sociedad caribeña
de finales del siglo XVIII y principios del XIX. En efecto, la Condesa señala
el estado de la educación que entonces se daba a la mujer y la diferencia
que se establecía entre la que recibían los varones y la de las mujeres.
La crítica social aquí es extremadamente fuerte, sobre todo en lo que
se refiere a la condición de la mujer al acceder al matrimonio, al igual que
la dependencia total que se le imponía a ésta al interior de dicha institución.
En lo que concierne el tema de la vida conventual, el texto revela cierto
parentesco con dos textos franceses importantes: Histoire de ma vie, de
George Sand, y La Religieuse, de Diderot. Por otro lado, se trata de un relato
romántico dentro del género de una historia de amores malogrados, al
estilo de Paul et Virginie, de Bemardin de Saint-Pierre, y de Los amantes
de Teruel, de Juan Eugenio Hartzenbush, descrito por la autora como
«drame touchant fondé sur une histoire véritable»"*.
Historia de la hermana Santa Inés fue traducida al español, siempre
por Agustín de Palma y publicada en Filadelfia en 1839. Es necesario precisar
también que, en 1922, la imprenta habanera El Siglo XX publicó una
edición que comprendía los dos textos: Mis doce primeros años e Historia
de Sor Inés. Sobre esta nueva edición volveremos posteriormente.
En 1836 aparece su célebre autobiografía, Souvenirs et mémoires...^,
publicada luego en español, en La Habana, siempre con traducción de
Agustín de Palma, en 1853. Estas memorias comienzan con el material elaborado
en Mes douze premieres années, al cual la autora le añade un relato
de su estadía en Madrid, seguido por otro sobre la ocupación de España por
las tropas de Napoleón y la retirada de éstas hacia la frontera francesa. El
texto termina con una publicación adicional de Histoire de soeur Inés.
Souvenirs et mémoires... es un testimonio único de la época que le
tocó vivir a la Condesa, en los diferentes espacios que conoció. Es lo que
podría llamarse un relato periodístico, que hace hincapié sobre el papel de
testigo de acontecimientos históricos que asume quien da el testimonio.
Estos acontecimientos llaman sobre todo la atención cuando se trata de los
•* Véase nuestro artículo «Histoire de soeur Inés, de la Condesa Merlin, relato de una
mujer crítica de una época. Homenaje a Aurora de Albornoz», La Torre, Río Piedras,
Puerto Rico, vol.VI, agosto de 1991. La cita está tomada de la edición de París de 1832,
p. 117.
^ Ver nuestra edición anotada de Souvenirs et Mémoires de Madame la Comtesse Merlin
(1789-1852): Souvenirs d'une Creóle, París, Mercare de France, colección «Le temps
retrouvé», 1990. Todas las referencias en este artículo están tomadas de esta edición.
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enfrentamientos del pueblo español con las tropas napoleónicas. La Condesa
pone de relieve la intervención de su familia en ellos, y menciona con
orgullo el papel desempeñado por su tío, Gonzalo O'Farrill^. Hay que añadir,
además, que, para lo que concierne escenas descritas sobre el enfren-tamiento
entre españoles y las tropas napoleónicas, hace referencia a cuadros
de Goya. De ahí la importancia de las descripciones del 2 y del 3 de
mayo de 1808, a las escenas descritas en los Desastres de la guerra y la visión
de Agustina de Aragón^.
Después de haber editado su autobiografía, la condesa de Merlin sigue
publicando obras. En 1838 ve la luz Madame Malibran, biografía de la célebre
soprano. Este texto aparece en el mismo volumen que L'Evasion,
otro relato autobiográfico, evocador de los tiempos de infancia. Posteriormente
publicaría, con pseudónimos. Les lionnes de París, en 1845, y Le
Duc d'Athénes, en 1852, después de su muerte.
De todas sus obras, con la excepción de Souvenirs et mémoires..., la más
importante es La Havane, pubücada a la vez en París y en Bruselas, en 1844.
Una traducción al español con el título de Viaje a La Habana por la Condesa
de Merlin, precedido de una biografía de esta ilustre cubana, por Gertrudis
Gómez de Avellaneda fue publicada en Madrid, también en 1844. Posteriormente
el mismo fue publicado en La Habana, en 1892, por la BibUoteca de la
Unión Constitucional y de nuevo en 1922, por la Librería Cervantes.
Para entender este valioso trabajo, debemos tener en cuenta primeramente
que Mercedes Merlin perdió a su marido en 1839 y que al año siguiente
efectuó un viaje, verdadero retomo a la semilla, a su Habana natal.
Allí fue recibida en grande, por su familia y amistades y por las autoridades
oficiales coloniales. De regreso a Francia, comenzó a redactar su obra.
Al mismo tiempo mantenía contacto con algunos compatriotas cubanos,
que la aconsejaban en la redacción de la misma. Entre estos, según el valiosísimo
libro de Domingo Figuerola Caneda^, se encontraban Domingo
del Monte, José Antonio Saco y José Luis Alfonso. El intercambio fue
fructífero y una primera publicación salió en Francia. En el número del
2 ero (jg junio de 1841, apareció, en la prestigiosa Revue des Deux Mondes,
un texto llamado l^s esclaves dans les colonies espagnoles, que sería la
Carta XX del libro La Havane. Ese mismo año, salió también en Madrid
una versión española del mismo ensayo. Los esclavos en las colonias españolas,
publicada por la Imprenta de Alegría y Charlain.
* Souvenirs et mémoires..., p. 445.
' Md., pp. 443, 453, 461.
^ Domingo Figarola Caneda, La Condesa de Merlin, París, Editions Excelsior, 1928.
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La Havane es un libro que pertenece al género llamado de relato de
viaje. En todo caso, es único en la historiografía cubana del siglo XIX. Dividido
en treinta y seis cartas, consta de tres diferentes partes, que componen
tres volúmenes en las ediciones de París y España. En la primera de
estas partes, la Condesa escribe sobre los motivos que la llevaron a efectuar
su viaje. Este fue para ella, conocida en París como «la belle creóle»,
un verdadero retomo a la semilla, que la llevó al descubrimiento o redescubrimiento
de su propia identidad cultural en tanto que cubana. El relato
narra su llegada a Estados Unidos y su visita de Nueva York, Washington,
Carolina del Sur, Filadelfia; su paso por las Bahamas y su llegada a La Habana,
el contacto con el puerto, con la ciudad, con la sociedad, totalmente
radicalizada, dividida, que no siempre logra entender, después de tantos
años en tierras francesas. Así, en el comienzo de la Carta XVII, afirma:
II n'y a pas de peuple á la Havane, il n'y a que des maitres et des esclaves.
Les premiers se divisent en deux classes: la noblesse propriétaire et la bourgeoi-sie
commer9ante'.
A la manera de un verdadero periplo, la Merlin hace una descripción
de toda La Habana, de la población y de la geografía de la ciudad, de las
costumbres, que incluyen los numerosos paseos de la buena sociedad colonial,
las casas, los interiores de las casas, la rutina cotidiana, los estragos
efectuados por los mosquitos, la música y los músicos negros que amenizaban
las recreaciones de la ciudad. Da, desde el comienzo, una visión totalizadora
de la sociedad habanera.
En la segunda parte, Mercedes Merlin aborda el tema de la historia de
colonia española, sobre todo la cuestión del mestizaje, no solamente étnico
sino también cultural. Este puede observarse en diferentes aspectos
de la vida cubana, como, por ejemplo, la comida; la muerte y sus costumbres
vistas a través del velorio, el entierro, el luto y el comportamiento
que se espera de las viudas; los bailes; la vida rural que incluye la de la
finca y la de la práctica de la agricultura. Aborda igualmente la cuestión
de la administración de la justicia y del gobierno en general, al igual que
analiza las relaciones existentes entre la colonia y la metrópoli. De particular
interés son los párrafos que dedica a las mujeres habaneras, al carácter
de éstas y a su naturaleza física, el lujo, la ropa, las diferentes generaciones
de mujeres en una misma familia, el concepto que tienen del
matrimonio.
' Todas las referencias a La Havane están tomadas de nuestra edición de dicho libro,
París, índigo & Cóté-femmes éditions, 1998, vol I, p. 347.
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En la tercera parte, la Condesa presenta el movimiento intelectual y
cultural de La Habana en general, y menciona las diferentes asociaciones
de la colonia, dándoles mucha importancia a los intelectuales y a la creación
de la Sociedad de Amigos del País, que admira. Su posición, tan positiva
ante la llamada oligarquía ilustrada que floreció a finales del siglo
XVIII, sólo confirma las ideas palpadas en su infancia, en la época de los
afrancesados que aparecen en su obra anterior Souvenirs et mémoires... En
esta visión panorámica de Cuba, también aborda la costumbre de las Navidades
en el relato de la Carta XXIX, Las Pascuas de San Marcos, donde
puede leerse sobre la hospitalidad de los cubanos, su comida y sus bailes
en fechas tan festivas. Prosigue dando la descripción de un día típico de La
Habana, para miembros de su clase social, abordando el tema de la economía
y el estado de industrialización del país, el cual se observa también, a
través de la actividad del puerto de La Habana, símbolo de la libertad del
comercio del que disfruta y, consecuentemente, de su riqueza"*.
Hacia el final de la tercera parte, tenemos una verdadera monografía de
Bartolomé de las Casas y un análisis de las relaciones entre la colonia y la
metrópoli, con meditaciones sobre posibles e hipotéticas revueltas de esclavos,
como la de Haití, de 1791, y el miedo de que en Cuba sucediese lo
mismo que se vivió en la antigua Saint-Domingue. En la Carta XXXIII,
consta que «la dictature qui gouveme sa colonie est devenue plus rigou-reuse
», es decir, que toda violencia que puede observarse en Cuba proviene
del régimen implantado en ella por España. También tenemos un texto en
la carta XXXV -La Vuelta Abajo- que es un evidente homenaje a Cirilo
Villaverde, quien, como sabemos, debió vivir en su exilio norteamericano
a causa del régimen represivo español del que fue víctima durante gran
parte de su vida. El relato termina con una recuperación de temas ya expuestos
anteriormente y la despedida a <da terre natale» que conlleva el regreso
hacia las tierras europeas.
Finalmente, es preciso hacer hincapié aquí en el hecho de que la Condesa
no solamente se informó alternando con sus compatriotas, lo que ya
hemos mencionado. Hizo asimismo toda una serie de lecturas sobre el
tema y hasta cita los nombres de algunos autores consultados. Entre éstos
se encuentran el Abate Raynal, Humboldt, Diderot, Las Casas, Francisco
de Arango. Entre sus compatriotas, aparecen citados los nombres de José
de la Luz y Caballero, José Antonio Saco, Domingo del Monte, Cirilo Vi-
'" Véase nuestro trabajo «Algunas representaciones del puerto en la obra de Alejo Car-pentier
». Lesports dans I'espace caraibe. Réalités et imaginaire, Michéle Guichamand-To-
Uis (ed.), París, L'Harmattan, 2003, pp. 169-180.
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Uaverde, el poeta Plácido. La Merlin no solamente conocía las obras de los
políglotas europeos y de los enciclopedistas franceses, sino también las de
sus propios compatriotas. Todo revela que efectuó sus investigaciones con
verdadero rigor.
Por su parte, Alejo Carpentier ha mostrado que su novela El siglo de
las luces solamente pudo ser redactada gracias a una vasta y diversa investigación
lograda con auténtico rigor". El punto de partida fueron las investigaciones
que tuvo que hacer para su libro La música en Cuba, más
que historia de la música cubana, como lo indica el título, verdadero ensayo
sobre toda la historia de la cultura cubana y, así, de esa región de
América. La bibliografía que la acompaña al final es prueba de esto. Esta
bibliografía a su vez le sirvió para la composición y el establecimiento del
marco histórico de su novela El reino de este mundo^^.
No obstante, en ningún lugar aparecen mencionadas las obras de la
condesa de Merlin, tan importante en lo que nos concierne aquí. Y sí lo
fue, y se pueden trazar las huellas del descubrimiento que hizo el gran
novelista de su compatriota quien, como él, vivió largo tiempo en París.
Veamos.
Es indudable que Carpentier tomó contacto con la obra de la Condesa
cuando, en 1922, se hicieron en Cuba nuevas publicaciones de algunas de
las obras de ésta. Ya hemos mencionado la reedición de Mis doce primeros
años e Historia de Sor Inés en La Habana para ese año, así como la de
la Librería Cervantes de Viaje a La Habana. En ese momento, la obra de
la Merlin cobró un entusiasmo renovado del cual se dio prueba en la prensa
habanera. Prueba de ello es, ejemplarmente, el artículo que el conde del Ri-vero
publicó en la revista habanera Chic en su número de diciembre de ese
mismo año de 1922. Carpentier tuvo seguramente que tener conocimiento
de dicho artículo puesto que, para esa época, publicó una serie de 10 crónicas
sobre diferentes temas en la misma revista'^.
Sin embargo, no data de ese momento el testimonio que confirma un
completo conocimiento de la obra de la Merlin. La prueba irrefutable se
encuentra en el manuscrito para el proyecto de una historia de la litera-
" Véanse nuestros artículos, «Dans le sillage de Víctor Hugues et de son temps»,
Quinze études autour de El siglo de las luces, Pans, L'Harmattan, 1983, pp. 85-97 y «Le
síécle des lumíéres dans le domaíne de l'insoluble», 33/44: Cahiers de recherche S.T.D.,
Université de París VII, n.° 12, príntemps 1983, pp. 5-21.
'^ Véase nuestro trabajo «El reino de este mundo y la función de la historia en la concepción
de lo real maravilloso americano». Cuadernos Americanos, UNAM, México, n.°
28, julio-agosto, vol. 4, 1991, pp. 90-114.
" Esta serie comienza en mayo de 1923 y finaliza en febrero de 1926.
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tura del Caribe hispánico que emprendió en París, en asociación con su
amigo Robert Desnos, en 1935^'*. Ni antes ni después, la profunda admiración
que sintió por ella la hizo pública, y cabría preguntarse por qué.
No teniendo ninguna explicación, nos basta con aludir a la mención, en
la primera parte del manuscrito, a las relaciones de ella con María Mali-brán
y con Théophile Gautier, así como a la importancia que los autores
otorgan a sus memorias exitosamente publicadas. Lo mismo sucede en la
segunda versión que revela el manuscrito en la que se precisa que la autora
escribía directamente en francés. Además, aparece asociada a las letras
románticas, por su proximidad a Gertrudis Gómez de Avellaneda y al
Plácido, ya anteriormente mencionados en este trabajo con respecto a LM
Havane. Después de estas anotaciones, puede afirmarse que todo estaba
listo, ya desde la década de los treinta, para que Carpentier, de un modo
o de otro, se apoyara en la obra de la Condesa para la redacción de algún
escrito suyo.
Y así lo hizo en El siglo de las luces. Veamos.
En la nota final explicativa «Acerca de la historicidad de Víctor Hu-gues
», Carpentier hace una planteamiento del proceso de la reconstrucción
histórica y del uso de la fuente histórica dentro del marco de la ficción.
Para ello, a nuestro parecer, establece tres tiempos que coinciden con tres
espacios precisos que pueden relacionarse con la obra de la condesa de
Merlin. El primero de ellos es La Habana situada cronológicamente en una
época posterior al sitio de los ingleses (1762-1763), el cual, como se sabe,
aportó un crecimiento significativo a la vida de la colonia. Ese momento
es a su vez contemporáneo con lo que se llamará la Revolución Haitiana
del 14 de agosto de 1791. Lo primero que observa el lector es la presentación
de La Habana y la vida cotidiana que puede observarse a través de las
experiencias de los tres jóvenes personajes. Estos viven una situación especial
causada por el luto reciente y el abandono de Sofía de sus estudios
en el convento de Santa Clara. En la casa palaciega, el lector observa todos
los movimientos de los personajes, descritos con detalle. La coñuda
aquí es importante, es un elemento esencial.
La salida de la casa para el paseo ofrece la posibilidad de describir geográficamente
la ciudad, con sus paseos y su puerto. La fuente aquí ciertamente
es Humboldt, pero también es la obra de la Condesa, quien, como
ya se ha indicado, cita también al célebre autor de Ensayo político sobre la
'"* Un facsímil del manuscrito puede leerse en nuestro libro Robert Desnos et Cuba: un
carrefour du monde, Publications de l'Equipe de recherche l'Université de París VIII, His-toire
des Antilles Hispaniques, París, cuaderno 19, L'Harmattan, 1999, pp. 163-178.
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isla de Cuba. Dicho sea de paso, Humboldt, que publicó su obra en 1826,
hizo dos viajes a Cuba, el primero en 1800 y el segundo en 1804.
En El siglo de las luces, observamos a una sociedad rica en plena
transformación, con una agricultura y un comercio florecientes. Vemos
también a una sociedad esclavista con sus múltiples contradicciones. La
colonia tiene sus instituciones represivas, pero asimismo un movimiento
intelectual de primera, que revela, por un lado, el contacto de los habaneros
con Europa, y, por otro, sus propias actividades en Cuba. De ahí
la creación de la prensa local y todo aquello que promulgó la Sociedad
de Amigos del País, la cual no aparece mencionada directamente en la
novela.
El segundo tiempo que nos incumbe concierne el regreso de Esteban a
La Habana. Verdadero viaje a la semilla, este regreso del personaje significa
también el final de su periplo iniciático. Cronológicamente estamos a
comienzos del XIX, en 1800, momento de la primera visita de Humboldt.
Carpentier da aquí una nueva representación de la realidad colonial, con
las transformaciones sociales y la creación de una oligarquía. A pesar de
tanta riqueza y prosperidad, o, quizás, a causa de ello, existe una polarización
más notable de las diferentes clases de la sociedad.
El novelista no se aparta nunca de sus fuentes y sobre todo de la obra
de la Condesa. Y esto puede observarse claramente a través del personaje
de Sofía, según ésta aparece en esta quinta parte de la novela. Sofía es ya
una mujer casada que ha contraído matrimonio con Jorge. En la novela, se
pone de relieve que éste pertenece a una familia de origen irlandés «emparentado
con los O'Farrill»^^, dice el texto (p. 323), la misma familia de
la Condesa, cuyo tío mencionamos anteriormente. En la novela, también se
utilizan referencias a las comidas y a las fiestas pascuales que se celebran,
al igual que en los escritos de la Condesa, en «una finca que se tenía por
una de las más prósperas y florecientes de la isla» (p. 335). Tenemos una
descripción de la finca y también de la tradicional hospitalidad criolla (p.
337). Los personajes asisten a un concierto interpretado por una orquesta
de músicos negros (pp. 338, 340). La muerte de Jorge, con el velorio, aparece
descrita en detalle. Se trata de «la única ceremonia que echaba abajo
barreras de condiciones y razas» (p. 347). Luego, Sofía vive su luto
(p. 349), que es sobre todo el luto de una viuda, costumbre impositiva que
se critica a través de los vestidos guardados para después que éste haya terminado
(p. 353).
" Utilizamos la edición de la editorial Cátedra (Madrid, 1982), anotada por Ambrosio
Fomet.
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El panorama histórico sigue el mismo patrón del de la primera parte de
la novela. Aquí se pone de relieve el miedo que viven los cubanos a que en
Cuba suceda lo mismo que en Saint-Domingue (p. 350). Las instituciones
coloniales cada vez se muestran más represivas y las relaciones entre la
metrópoli y las colonia más difíciles. Todo esto se observa al final del capítulo
XLI. Éste termina con la visión del barco que lleva a Sofía, alejándola,
por el puerto, de su Habana natal.
El tercer momento en la novela que puede asociarse directamente con
la obra de la Condesa es la séptima parte, la cual, como se sabe, tiene como
espacio a Madrid. Se trata del año de 1808, anunciador de los sucesos del
levantamiento en contra de las tropas napoleónicas. Carlos, único personaje
vivo de la tríada, reconstruye los acontecimientos que llevaron a la desaparición
de Sofía y Esteban. En estos párrafos, nos enteramos de que vivían
en «la casa de la condesa de Arcos» (p. 407), cubana que sí existió en
realidad. Sin embargo, la alusión aquí es evidentemente a la casa de la condesa
de Jaruco y de Mopox. A Sofía se le reconocía como «una dama criolla
» o como «la Cubana» (p. 408). Señalemos que Gertrudis Gómez de
Avellaneda reconoce a su compatriota como «distinguida criolla», «hermosa
criolla», «ilustre criolla»'^. Añadamos que a Esteban lo identifican
como «afrancesado» (p. 408), postura que, como ya hemos dicho, asumió
toda la familia de la Condesa.
Sobre todo, es en la descripción del «Día sin término» donde puede observarse
cómo Carpentier utiliza las escenas equivalentes de Souvenirs et
mémoires... Aquí utiliza la misma fuente de la compatriota -las obras de
Goya- para hacer alusión al memorable acontecimiento:
«¡Mueran los franceses! ¡Muera Napoleón!» El pueblo entero de Madrid se
había arrojado a las calles en un levantamiento repentino, inesperado y devastador.
.. En todas partes arreciaba la fusilería, en tanto que sonaba por primera vez,
bronca y retumbante, la voz de un cañón.. .Pero esa sangre, lejos de amedrentar a
los que avanzaban, apresuró su paso hacia donde el estruendo de la metralla y de
la artillería revelaba lo recio de la trabazón», (p. 412)
En el corto espacio de que disponemos, nos es imposible desarrollar
con más detalle este ejemplo de «transtextualidad»'^. Lo cierto es que se
trata de una verdadera simbiosis entre estos dos enamorados de La Habana,
'* «Gertrudis Gómez de Avellaneda, Apuntes biográficos de la Condesa de Merlin»,
en: Condesa de Merlin, Viaje a La Habana, La Habana, Librería Cervantes, 1922, pp. 8, 18
y 19.
" Gérard Genette, Palimpsestes, Paris, Editions du Seuil, coUection Essais, 1982, p. 7.
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ciudad que ambos describieron con el entusiasmo necesario para quienes
la historia y la ficción probaron ser con frecuencia intercambiables. Y entusiasmo
también por parte del gran novelista por «la bella criolla», cuyas
obras tanto admiró. Podemos afirmar en estas líneas que lo que más respetaba
de ella era su carácter indómito y el hecho de que, no pudiendo soportar
el destino que le habían deparado, terminó fugándose del convento
de Santa Clara^l
'* Entrevista con Alejo Carpentier del 28 de abril de 1978. Esta entrevista fue hecha en
París, durante la época en que trabajamos con él para la preparación de nuestra tesis sobre
Robert Desnos y como documentalista que recogía informaciones para las novelas en curso.
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