ALFABETISMO Y ESCOLARIZACION EN CANARIAS
TERESA GONZÁLEZ PÉREZ
1. INTRODUCCIÓN
El alfabetismo se refiere al grado de difusión entre la población de
las habilidades de lectura y escritura; así, entendemos por población
alfabeta aquella en la que la mayoría de los adultos sabe leer y escribir,
al menos frases sencillas. Alfabetismo se relaciona con el hecho cultural
donde existe un sistema de signos gráficos que denominamos escritura.
Este término en la idea implícita contraria es analfabetismo. La
existencia de altos grados de analfabetismo equivale al aislamiento intelectual
y representa un obstáculo para el progreso material, ya que actúa
de freno en el desarrollo socioeconómico. Estas repercusiones negativas
preocuparon a los gobiernos españoles, motivo por el cual emprendieron
esfuerzos por conocer la extensión de la alfabetización y a su vez
dictar medidas para resolver la disfunsión en la capacidad de leer y
escribir.
El objetivo de este trabajo se ciñe a la investigación del nivel de instrucción
de la población canaria y, por ende, de sus tasas de analfabetismo.
A través de estos datos intentamos descubrir los índices de escolaridad
y de analfabetismo del Archipiélago. Una fórmula a través de la
cual podían redimirse los altos saldos de analfabetismo era a través de
la política escolar, dotando de escuelas todos los núcleos poblacionales
isleños. Sobre todo las zonas rurales presentaban una elevada proporcionalidad
de iletrados, pues la cultura escrita no solía llegar a los campos.
Tampoco en las ciudades las clases trabajadoras tenían acceso a los
bienes culturales. En ambos casos, los problemas de subsistencia, que
reflejaban unas condiciones de precariedad vital, no les permitían ocuparse
de las cuestiones relacionadas con el saber.
La información de que disponemos referida al nivel cultural de la
población canaria es escasa. Además, sólo es posible conocer el nivel
de instrucción elemental a partir de la segunda década del siglo XIX,
cuando aparecen los censos modernos que, junto a otros datos, reflejan
321
de forma relativa los niveles de alfabetización. No obstante, ofrecen únicamente
cifras; así, profundizar en los diferentes grados de cultura es
prácticamente imposible hasta la segunda mitad de la centuria actual.
Por este motivo, pretendemos abordar cronológicamente la segunda
mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. Esta delimitación
temporal se justifica en el hecho de que durante el siglo XIX y primer
tercio del siglo XX Canarias registraba las cotas del occidente europeo
con más bajo nivel cultural. La instrucción elemental en la población
insular ha sido inferior a la media del Estado Español y por tanto la tasa
de analfabetismo superaba la media nacional.
Años
1897
1900
1910
1929
EVOLUCIÓN
Población total
334.523
358.564
444.016
460.361
DE LA POBLACIÓN INSULAR'
Cree. Neto
42.898
24.041
85.452
16.345
Cree. Anual
4.290
8.014
8.545
1.635
% Anual
14,71
23,96
23,83
3,68
El bajo nivel cultural es una de las características estructurales de la
población canaria. Durante el siglo XX se ha reducido considerablemente
la tasa de analfabetismo de la población insular. Sin embargo,
hasta la tercera década de esta centuria el índice de analfabetismo superaba
el 50%. Estas cifras no afectaban por igual a toda la población; en
efecto, la proporción de analfabetos aumentaba en las zonas rurales y
disminuía en las zonas urbanas, debido al mayor número de escuelas y
a las mayores facilidades para el acercamiento a los bienes culturales.
Asimismo el número de iletrados era superior entre las capas populares,
es decir, entre el campesinado y el proletariado. Sin lugar a dudas,
la lacra endémica de Canarias ha sido el analfabetismo, provocando un
atraso que se reflejó en todas sus estructuras sociales. Sin embargo, en
contraste con la incultura popular se desarrolló una cultura de élite que
alcanzó esplendor y un notable auge.
La ignorancia era un grave mal que se resolvía con la instrucción.
La falta de instrucción elemental la suplía la transmisión oral; verbal-mente
pasaban de generación en generación la sabiduría popular, los
usos y costumbres arraigados en las tradiciones y supersticiones. En
general, la democratización de la cultura era un paso a dar para modi-
I. Este cuadro al igual que el resto de los cuadros que contiene este trabajo, son de
elaboración propia partiendo de los datos censales o estadísticos.
322
ficar las estructuras arcaicas de la sociedad española. Para ello había que
combatir la subestimación de la escolarización, el abscentismo escolar,
el trabajo infantil, la pobreza, el aislamiento geográfico, etc.
2. EL NIVEL CULTURAL DE LOS CANARIOS
EN EL SIGLO XIX
Los problemas educativos y culturales del Archipiélago Canario coinciden
con la situación generalizada para el conjunto del Estado Español.
Si bien, la especificidad de Canarias como zona insular, fragmentada por
el mar y alejada de la metrópoli, provocó una mayor incidencia de los
aspectos negativos del proceso de enseñanza. Así tanto la insularidad
como la lejanía han contribuido al aislamiento cultural del Archipiélago,
desconectado de los focos culturales; situación que unida a la política
centralizadora y la dependencia socioeconómica suponía un retraso en
la adopción de medidas que vencieran el analfabetismo y la incultura
insular. Es decir que el abandono institucional, la pobreza y el subde-sarrollo
a través de los siglos han sido los responsables del analfabetismo
de la población canaria.
La situación educativa popular planteaba una situación bastante precaria
a nivel del conjunto del Estado, así lo comprendieron los políticos
e intelectuales progresistas de la época. Por esta causa, a petición
de la Comisión de Reformas Sociales, los miembros de la Institución
Libre de Enseñanza elaboraron un informe en 1884^, en el que pusieron
de manifiesto que:
"Asisten, pues, la mitad de los niños; esta mitad está poco tiempo en la escuela
y no son puntuales más que cuatro quintas partes... y no hay que pensar que
los que no son educados en las escuelas públicas ni privadas lo sean en el seno
de las familias, desde el momento en que de 16.634.345 habitantes que tiene el
país no saben leer ni escribir 11.978.168... Queda en pie el dato desconsolador
de que la mitad o más de los niños de España quedan sin instrucción ni educación
alguna; y que éstos son. para mayor desgracia, los hijos de las clases más
2. "Información oral y escrita sobre el estado y las necesidades de la clase obrera (1884-
1889). Selección y notas de M. C. Iglesias y A. Elorza. Revista de Trabajo. n.° 25. En el
epígrafe referido al "Estado de nuestras clases obreras" decían: "Carecen en casi todas las
comarcas del país de lo más necesario y hasta de los medios de subsistencia... su ilustración
y esparcimiento son tan deficientes como lo acreditan los desconsoladores datos que
suministran la estadística criminal y la Instrucción pública. La ignorancia casi absoluta en
su patrimonio, y embotado el sentimiento y desarreglada la voluntad, ofrecen un conjunto
de carácter semisalvaje y primitivo".
3. Ibldem. Tercer epígrafe sobre la "Educación primaria y la situación de las clases obreras".
323
pobres y desvalidas, los mismos que van luego a aprender oficios mecánicos que
tardan en dominar, por su estado de rudeza e incultura...'."
Una de las causas del analfabetismo en España y por tanto en
Canarias, era el carácter agrario de su economía. En las explotaciones
agrícolas no necesitaban de ningún nivel instructivo para adquirir unas
técnicas de trabajo que se transmitían de forma oral. Es decir que los
trabajadores no precisaban el aprendizaje de la lectura y la escritura ni
del manejo del código escrito para roturar la tierra. Además del sistema
productivo agrícola, en el analfabetismo influía el niímero de escuelas
y el ntímero de maestros. La insuficiencia de centros educativos y
personal docente justifican un déficit para la instrucción. Corrobora esta
explicación el hecho de que entre el último tercio del siglo XIX y el primer
tercio del siglo XX (1877-1930) la población española creció en
torno a los ocho millones de habitantes y el número de escuelas sólo se
incrementó en ocho mil, el número de maestros en diez mil. Se deduce
de estas cifras globales que en cincuenta años la media de crecimiento
anual fue de 200 maestros y 160 escuelas.
Por otra parte la incultura repercutía negativamente en el avance de
la sociedad e influía en la prosperidad económica. Por ello se intentaba
una labor alfabetizadora en las zonas de incultura para acabar con el
analfabetismo. El Estado Español se afanó en dar impulso a la educación
promoviendo la instrucción pública. La alfabetización en esta época
estaba considerada una necesidad asociada a la idea de progreso, y
por ello el Estado promovió estrategias basadas en la escolarización.
Esta actitud respondía a la creencia de que la alfabetización solucionaría
el problema del atraso y pobreza económica.
En Canarias más que en otras regiones del país, por esa situación
endémica de analfabetismo e incultura, durante el siglo XIX, los porcentajes
de analfabetismo continuaban siendo elevados. Había un sector
de la población que sabi'a leer pero no escribir; así, en torno a 1830,
el 88,89% de los canarios no sabían leer y el 92,30% no sabían escribir^.
Además, había otro sector de la población que sabía leer pero no
escribir: el 88,89% de los canarios no sabían leer y el 92,30% no sabían
escribir'. No cabe duda que el mayor índice de analfabetismo correspondía
a la población femenina, representando más del 90%. En 1834
de las 33 escuelas públicas que había en Canarias 6 eran de niñas y 27
de niños, lo que equivalía a un 15%. Para 1835 el número de escuelas
públicas y particulares que existía en cada isla era el siguiente:
4. "El Allante", n," 11. Santa Cruz de Tenerife, 13 de enero de 1837.
5. Ibídem.
324
Islas
Tenerife
Gran Canaria
La Palma
Lanzarote
Fuerteventura
Gomera
Hierro
TOTAL
Niñas
42
31
7
4
2
—
2
88
Niños
49
21
11
9
7
4
1
102
Las cifras reflejan la cantidad superior de escuelas de niños frente a
la de niiías. Por islas, exceptuando Gran Canaria y el Hierro, la escolaridad
masculina representaba una muestra significativamente superior a
la femenina''. Sorprende esa diferenciación en el caso herreño y bien
podría ser un error al transcribir los datos. Los fondos públicos subvencionaban
sólo un 15% de estas escuelas, lo cual evidencia la falta
de interés por la escolaridad.
En el Archipiélago en 1840 había 53 escuelas públicas y de ellas 16
correspondían a niñas, lo cual representaba un 30%; por tanto en 6 años
las escuelas femeninas se triplicaron. A tenor de los datos numéricos de
la estadística de 1840 funcionaban 53 escuelas públicas, de las cuales
37 eran de niños con 1.290 alumnos y 16 de niñas a las que acudían 380
alumnas. Según la estadística de Instrucción Primaria de 1855, en la provincia
de Canarias existían 33 escuelas públicas de niñas frente a las 86
de niños. Sin embargo, en la enseñanza privada se invertía la proporción
en casi el doble: 13 escuelas femeninas y 7 masculinas'. Asimismo,
el censo de 1860 informa que existían escuelas 64 públicas de niños y
38 de niñas, con un cómputo de 4.606 alumnos y 2.702 alumnas.
También en este mismo año se registraron 38 escuelas privadas de niñas
y 64 de niños".
A juzgar por las cifras que arrojó el censo de 1860 el número de
escuelas públicas de niños descendió a 64 y en cambio aumentó el
número de escuelas de niñas a 38, pero aún las islas de La Gomera y
Fuerteventura carecían de escuelas públicas femeninas. En Gran Canaria
había 21 de niños y 14 de niñas. En Lanzarote se contabilizaban 7 de
niños y 3 de niñas. En Fuerteventura 7 de niños y ninguna de niñas. En
Tenerife había 30 de niños y 16 de niñas. En La Palma 13 de niños y
6. Ibíclem.
7. Gaceta de Madrid, 15-1-1855.
8. OLIVE, R: Diccionario estadístico administrativo de las Islas Canarias. Tip. J.
Jépus. Barcelona, 1865.
325
4 de niñas. En la Gomera 5 de niños y en El Hierro 1 de niños y 1 de
niñas. El número de escuelas de niños continuaba doblando la cantidad
de centros femeninos. Al efecto por los datos que ofrece el censo pobla-cional
de 1860 de un total de 237.036 habitantes, correspondiente a
107.337 hombres y 129.699 mujeres, leían y escribían 23.431 personas:
14.710 hombres y 9.261 mujeres. Pues en cuanto a la instrucción, si
bien las niñas podían asistir a la escuela primaria, no eran tan numerosas
las escuelas de niñas como las de niños.
RELACIÓN DE ESCUELAS PÚBLICAS DE CANARIAS SEGIÍN EL CENSO
DE 1860
Islas
Canarias Occ.
Tenerife
La Palma
La Gomera
El Hierro
Canarias Orien.
Gran Canaria
Lanzarote
Fuerteventura
TOTAL CANARIAS
E. niños
49
30
13
5
1
35
21
7
7
64
N.° alumnos
2.579
1.863
478
129
109
2.827
1.667
212
148
4.606
E. niñas
21
16
4
—
1
16
14
3
—
38
N.° alumnos
1.291
1.138
134
14
5
1.138
1.210
121
35
2.702
A pesar de que se incrementó el número de escuelas la diferencia
numérica escolar continuó hasta finalizar la centuria y de esa forma
podemos observarlo en las cifras referidas a 1880, año en el qué se contabilizaron
143 escuelas de niños y 96 de niñas. Al finalizar el siglo
había 152 escuelas de niños y 119 de niñas. Así, el 98% de los niños y
el 100% de las niñas del Archipiélago solían recibir instrucción elemental.
En cuanto al número de enseñantes, en las postrimerías del
siglo, habí'a 94 maestros frente a 33 maestras; el 59,5% de los docentes
públicos y el 69,6% de las maestras ejercían sin titulación. Además,
la Ley de Moyano —primera ley de educación promulgada en 1857—
en su artículo 102 establecía para los pueblos con número de habitantes
inferiores a 500 que podían tener una escuela desempeñada por
pasantes o adjuntos que únicamente necesitaban un "certificado de aptitud
o moralidad" que expedía la Junta Local. A ellos había que añadir
a muchos maestros sin título que desempeñaban tareas escolares, si bien
contribuyeron a la difusión de los conocimientos instrumentales —lectura,
escritura y cálculo— en los pueblos y barrios populares poseían
una raquítica preparación. En suma, en Canarias había un mayor número
de maestros que de maestras, así como también más niños escolari-
326
zados que niñas. De ahí que el analfabetismo femenino fuera tan elevado
y la formación de la mujer tan deficiente.
CENSO DE ALFABETIZACIÓN DEL ESTADO ESPAÑOL'
Censos
Mujeres
Hombres
Mujeres
Hombres
Mujeres
Hombres
No saben leer ni escribir
1887
6.878.773
5.096.758
1900
6.806.834
5.068.056
]910
6.757.658
5.109.797
Saben leer y no saben escribir
368.930
210.930
1.247.859
2.823.964
317.138
178.615
Saber leer y escribir
2.395.835
3.831.345
228.684
125.048
3.252.412
4.464,586
En definitiva, se advierte una conexión directa entre alfabetización
y escuela. El proceso de alfabetización insular se halla, indudablemente,
vinculado con la escolarización. Las altas cotas de analfabetismo
indican que las iniciativas escolarizadoras y culturales eran insuficientes.
No obstante, el mediocre resultado de las instituciones escolares
—causado por el absentismo escolar, la baja calidad pedagógica y la
ineficacia o débil aprendizaje escolar— motivó con el paso del tiempo
y el desuso de los saberes adquiridos un "analfabetismo de retorno".
3. INSTRUCCIÓN Y ANALFABETISMO EN EL SIGLO XX
La influencia de los miembros de la Institución Libre de Enseñanza,
bajo gobiernos liberales, permitió iniciativas que mejoraron algunos
aspectos de la instrucción pública. Los ideólogos del regeneracionismo
comprendieron que el analfabetismo era la causa del retraso que experimentaba
España. Además, analizaron la evolución histórica del alfabetismo
y el contraste con otros países y observaron los drásticos niveles
de cultura popular en contraste con el esplendor cultural de la élite
intelectual'". Así se plantearon estrategias para su erradicación porque
el analfabetismo impedía la modernización del país y reforzaba el estancamiento
socioeconómico. El regeneracionismo comportó la toma de
9. ANUARIO ESTADÍSTICO DE ESPAÑA. Año 1915. Ministerio de Instrucción
Pública y Bellas Artes. Madrid. 1916.
10. ESC0LAN0 BENITO, A.: Leer y escribir en España. Doscientos años de alfabetización.
Ed. Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Madrid, 1992. Pág. 24.
327
conciencia del problema y nuevas perspectivas para afrontarlo; así la
lectura y la escritura fueron preescripciones básicas para la sociedad
moderna".
En 1900 se creó el Ministerio de Instrucción Pública y tras su gestación
se organizó la administración educativa, creándose entre otros
organismos la Dirección General de Enseñanza Primaría y la Inspección
Primaria. A nivel provincial continuaban funcionando las Juntas
Provinciales y a nivel local las Juntas Locales de Instrucción Pública,
a las que había que añadir los órganos locales de la administración central'^.
A medida que el Estado asumió las competencias educativas se fue
extendiendo el proceso alfabetizador por toda la geografía nacional. Si
bien, en muchas ocasiones la falta de recursos económicos hicieron quebrar
las competencias de las administraciones locales. Pese a ello, la
política escolarizadora que emprendió el gobierno obtuvo una reducción
en los índices de analfabetismo y, desde la segunda década del siglo XX,
los registros censales reflejaron el descenso del número de analfabetos
y, por consiguiente, el incremento de la población letrada.
Por su parte, los partidos y agrupaciones obreras incluyeron entre sus
reivindicaciones la enseñanza para la clase trabajadora. En sus programas
de actuación prevalecían las cuestiones educativas, conscientes de
las necesidades formativas del proletariado y entendiendo que la enseñanza
constituía un elemento de lucha y liberación. Las dos grandes
corrientes dentro del movimiento obrero español fueron el anarquismo
y el socialismo. Con respecto a la enseñanza destacaba un hecho dife-renciador:
los anarquistas subvencionaban sus propios centros escolares
en competencias con las escuelas privadas y las escuelas públicas, y los
socialistas pretendían una enseñanza pública bien organizada. Los anarquistas
isleños, en el plano de la enseñanza consiguieron sus mejores
realizaciones allí donde contaban con más amplia base. Así en Santa
Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, se contó con escuelas
inspiradas en el ideario ferreriano.
TASAS DE ANALFABETISMO EN CANARIAS
Años
1887
1900
1910
1920
1930
Hombres
16A
68.5
67,9
63.1
46.3
Mujeres
82,3
75,6
71,9
66,5
52,8
Total
79,8
72,4
70,1
65,0
49,8
11. Ibídem. Pág. 29.
12. FUELLES BENÍTEZ, M.: Ediicacióii e ideología en la España contemporánea. Ed.
Labor-Politeia. Barcelona, 1980. Pág, 275 y 276.
328
Los cálculos estadísticos revelan cierto avance escolarizador y alfa-betizador
en el primer tercio del siglo. En este contexto influyó la creación
de las Escuelas Normales, por su incidencia en la formación de
maestros los cuáles se dedicaban posteriormente a la instrucción popular,
la prensa y la instalación de escuelas. Pese a ello el proceso alfa-betizador
se caracterizó por su lentitud debido a la mezquina oferta
escolar, ya que no aumentaban las escuelas al ritmo de la población
insular. A lo cual había que añadir el raquítico programa escolar, que
sólo recogía los saberes elementales restringidos a la lectura, escritura,
cálculo, doctrina cristiana y labores para las niñas. Panorama que se
agravaba con la falta de dotación, de utillaje y material escolar impidiendo
el avance y la aplicación de la escolaridad y, al mismo tiempo,
cumplir con las disposiciones oficiales.
En Canarias, por tanto, las mejoras educativas que emprendieron los
distintos gabinetes gubernativos durante el primer tercio del siglo resultaron
insuficientes, pues el analfabetismo caracterizaba a la población
adulta insular. Un ejemplo lo constituyen los datos electorales. En Las
Palmas, el censo electoral de 1890 indica que un 58,45% de los electores
no saben leer ni escribir. Este porcentaje se mantuvo en 1903, incluso
se experimentó un ligero ascenso, 58,56%. De estos datos se infiere
que más de un 40% de adultos varones —las mujeres no tenían derecho
al voto— permanecían sin alfabetizar. No mejoró el nivel alfabético pues
en Tenerife, en 1930 el 53,68% de sus habitantes eran analfabetos.
Ese bajo nivel cultural indicaba el evidente retraso sociocultural del
Archipiélago, especialmente si estimamos que a principios de siglo
había zonas donde la totalidad de los vecinos eran analfabetos.
Observando los datos siguientes no se puede ignorar el peso abrumador
del analfabetismo: uno de cada cinco canarios sabía leer en 63 de los
municipios isleños y sólo en tres municipios las personas alfabetizadas
superaban el 30% de sus habitantes. En ocasiones se responsabilizaba
a los propios maestros de los altos índices de analfabetismo. Un artículo
publicado en "El Obrero" decía al respecto:
"Muchos son los pueblos que en nuestras desdichadas islas se encuentran atrasados,
en los que desgraciadamente un noventa por ciento de sus habitantes no
saben leer ni escribir, por causa de los abandonados maestros que sólo piensan
en firmar las nóminas, sin importarles nada que los niños aprendan o no. Muchas
son las plumas que han escrito sobre esta materia en la prensa de mayor y menor
circulación, plumas enérgicas, claras e inteligentes que han pedido el aumento
de escuelas, centros de instrucción, etc. y han combatido valerosamente los abusos
de los maestros"".
I.'í. "El Obrero", n." 54. Santa Cruz de Tenerife, 24 de octubre de 1901.
329
Sin duda, el precario nivel cultural de la población isleña implicaba,
junto a otras consecuencias, el lento despegue cultural y el desinterés
del pueblo por todas las cuestiones relacionadas con el saber. Los
políticos sensibilizados con este problema elevaron sus quejas al gobierno.
La atención a esta cuestión indica la flagrante situación cultural de
las Islas. En efecto, el político republicano grancanario Rafael Guerra
del Río, en la sesión del Congreso del 15 de junio de 1921, planteó en
su discurso el problema de la instrucción pública en Canarias.
"Tiene el triste privilegio aquella provincia de ocupar el primer lugar en lo
que al analfabetismo se refiere. Es Canarias quizás la única provincia de España
en que se ha dado el tipo del gran propietario, del cacique político, que opina
que el tener escuela perjudica a la moralidad de aquella región, donde dicen que
estuvo el Paraíso"'''.
Asimismo, la prensa pedagógica reclamó actuación y compromiso
con los sectores sociales menos favorecidos. Al mismo tiempo, responsabilizaba
al régimen caciquil que imperaba en las islas de la negativa
situación escolar, pues el problema del analfabetismo se hallaba estrechamente
relacionado con el caciquismo. La prensa general se hizo eco
con frecuencia de la falta de puestos escolares, señalando a la oligarquía
insular como causante de la ignorancia e incultura del pueblo.
Varias ediciones de la prensa local replicaron la nefasta escolaridad,
entre ellas el periódico "Las Canarias". El citado periódico se planteaba
la necesidad de afrontar el problema cultural sin marginar el territorio
insular por su lejanía de la metrópoli. Las siguientes líneas son bastante
elocuentes:
"Figura Canarias entre las provincias de mayor proporción de analfabetos. Lo
natural es que se acuda a aplicar el remedio pronto y eficazmente, sin olvidarla,
porque sea la más apartada del territorio patrio"".
El desinterés del poder público por la educación había contribuido
al incremento del analfabetismo. Así en algunas regiones españolas se
reducían los porcentajes de analfabetos mientras en el Archipiélago
sucedía lo contrario.
"En diferentes regiones peninsulares ha disminuido notablemente el analfabetismo,
y en otras ha crecido. A parte las deficiencias del censo, en Canarias
parece que la tendencia no es a disminuir, porque en estas islas la enseñanza, por
lo general, ha estado abandonada, siendo responsables igualmente el Estado y los
Municipios""*.
14. Las Canarias, n." 1200. Madrid. 26 de junio de 192].
15. "Analfabetismo". Las Canarias. Madrid, 7 de agosto de 1925.
16. Ibídem.
330
Resulta significativo que no sólo la prensa insular pusiera de manifiesto
la relevancia del analfabetismo en Canarias, también la prensa
peninsular efectuaba denuncias similares. El periódico madrileño "La
Acción" publicó en 1917 un artículo titulado "La enseñanza y el caciquismo"
censurando el comportamiento de los maestros peninsulares destinados
en Canarias, muchos de ellos —según apuntaba— habían sido
trasladados a las islas a modo de castigo y se prestaban a las manipulaciones
de los caciques. También el periódico madrileño "La Bandera
Federal" trató el tema y ponía de manifiesto la urgente necesidad de resolver
la instrucción pública dotando al Archipiélago de escuelas y maestros:
"En lo que atañe al problema de la instrucción, Canarias vive en el mayor
desamparo de los Gobiernos, De las 577 escuelas que según la ley de 1875
corresponde a aquella provincia, faltan por crear más de 300, no obstante irá
aumentando cada año el contingente de su población. Las ya establecidas son de
insuficiente capacidad. ...que se conceda un 50 por 100 del importe total de la
construcción para los edificios escuelas que se creen en Canarias, y un 25 por
100 para los gastos de reforma en los ya habilitados..."".
La carencia de personal docente, la intromisión de los caciques, la
desidia de la población y la falta de recursos impidieron el despegue
educativo canario en los primeros tres decenios del siglo XX. La deficiente
infraestructura escolar no respondía a las demandas educativas
insulares. La alfabetización sólo alcanzaba a las clases altas y medias,
pues las capas populares no disponían de las mismas posibilidades educativas.
Asimismo, las mujeres sufrían índices de analfabetismo superiores
a los hombres, especialmente entre las clases populares. Así las
elevadas tasas de analfabetismo afectaban a gran parte de la población
trabajadora en unas proporciones tan elevadas que revelaban el escaso
nivel de instrucción de la población isleña.
El analfabetismo continuó alcanzando en las islas las cotas más elevadas
del país, con lo cual el retraso escolar del archipiélago fue notorio.
En 1910 la tasa oficial ascendía al 74,30%. En torno a 1920 la tasa
media de analfabetismo era del 69,4%; ocupando Canarias el penúltimo
lugar del Estado en porcentaje de matrícula escolar con un 28,2%. El
analfabetismo de la población femenina ascendía al 69,91% y el de la
población masculina al 68,78%. Cifras escandalosas que evidenciaban
el atraso cultural y educativo de la población canaria, sobre todo si consideramos
que en algunos núcleos de población la casi totalidad de los
17. Extracto del artículo "La Instrucción pública en Canarias" publicado en La
Bandera Federal de Madrid y reproducido por el periódico lagunero La Información en el
número 1.790 correspondiente al día 18 de enero de 1917.
331
vecinos eran analfabetos. En suma, en esta época Canarias contaba con
más alto nivel de analfabetismo que otras zonas del Estado'*.
PORCENTAJES DE ANALFABETISMO POR REGIONES ESPAÑOLAS'^
Vascongadas y Navarra
Castilla La Vieja
León
Castilla La Nueva
Cataluña y Baleares
Aragón
Galicia y Asturias
Extremadura
Andalucía
Valencia
Canarias
Murcia
1900
44.60
45.69
49.57
56.17
63,07
65,61
66,04
72,27
73,88
74,27
75,26
11 Al
1910
40,76
39,72
45,86
54,68
50,98
61,24
59,35
67,43
72,06
69,61
74,31
74,83
1920
33,99
34,88
37,60
47,70
39,71
52,24
53,35
64,53
66,26
58,08
69,40
70,12
Canarias junto con Murcia tem'an el mayor índice de analfabetos. A
juzgar por los datos que ofrecen los censos la evolución de la alfabetización
varió de unas regiones a otras, pero son las provincias del sur
las que contaban con mayores cotas de iletrados^". El auge económico
y social repercutió en el avance de la escolarización y en el grado de
alfabetización. En el primer tercio del siglo se experimentó cierto avance
de la alfabetización, no sólo en Canarias sino en todo el Estado
Espafíol-'. No obstante, durante la primera década del siglo apenas descendió
y fue en torno a los años veinte cuando se aprecia la reducción
de las tasas de analfabetismo.
Hacia 1920 se inició el descenso del analfabetismo y aumentó el
ntímero de escuelas en las islas. Aunque las cotas de analfabetos se
redujeron ligeramente, las cifras que arrojaban las estadísticas continuaron
siendo alarmantes. En 1930 a pesar de la política escolar favorable,
la tasa se situó en torno a un 60% para la totalidad del archipié-
18. CIPOLLA, C: Ecliicacióii v desarrollo en Occidente. Ed. Ariel. Barcelona, 1969.
Pág. 168.
19. LUZURIAGA. L.; El analfabetismo en España. Museo Pedagógico Nacional.
Madrid. 1926. Pág. 45. Cuadro de elaboración propia partiendo de los datos facilitados por
Luzuriaga.
20. RUIZ BERRIO, J.: "Alfabetización y modernización social en la España del primer
tercio del siglo XX" en Leer v escribir en España. Ed. Fundación Germán Sánchez
Ruipérez. Madrid, 1992. Pág. 99.
21. ¡bídem. Pág. 94.
332
lago: en Las Palmas era del 59,59% y en Santa Cruz de Tenerife del
57,71%.
En definitiva, en el primer tercio del siglo XX la instrucción pública
isleña experimentó un avance muy reducido. A comienzos de siglo
funcionaban 256 escuelas públicas y, según la opinión del periodista y
editor de Las Canarias, debían aumentarse a 450. Aún en 1914 se contabilizaban
un total de 274 escuelas de instrucción primaria: 154 escuelas
de niños con una matrícula de 585 alumnos y 120 de niñas con un
total de 453 alumnas". Las estadísticas revelan la siguiente evolución:
en 1924 se hallaban escolarizados el 58% de los menores de 12 años y
en 1929 la asistencia escolar se situaba en el 77% de la población infantil.
En el quinquenio 1924-1929 se crearon 131 escuelas, que sumadas
a las ya existentes, hacían un total de 624 escuelas para el conjunto del
Archipiélago: 345 escuelas públicas para Tenerife y 279 escuelas públicas
para Las Palmas. En 1930 el 48,5% de los hombres eran analfabetos,
a tenor de los datos que ofrecen los censos electorales. No obstante,
la dotación escolar era insuficiente y no cubría las necesidades
educativas básicas que requerían las Islas Canarias. La realidad socio-cultural
de las islas ponía de manifiesto la urgente necesidad de afrontar
el tema de la instrucción pública dotando al Archipiélago de escuelas
y maestros.
4. DESARROLLO DE LA POLÍTICA ESCOLARIZADORA
La notable influencia del proceso de alfabetización junto a diversos
factores, entre ellos el desarrollo económico, la industrialización y urbanización,
han contribuido en la reducción del analfabetismo en todo el
Estado. En Canarias estos cambios fueron más lentos, pero en otras
regiones históricas incidió con mayor prontitud, por ejemplo en Cataluña
y el País Vasco. Sin duda, en el Archipiélago las zonas urbanas, la
población masculina, los sectores acomodados y los profesionales
aventajaban a las zonas rurales, a las clases populares y a la población
femenina. En muchos casos, en las áreas rurales y las capas populares
sólo recibían una semialfabetización.
Otra solución de la política escolar fue la de mitigar el analfabetismo
con las escuelas de adultos. Estas escuelas estaban organizadas para
atender a las personas no escolarizadas y a las mal escolarizadas, que
22. ANUARIO ESTADÍSTICO DE ESPAÑA. Año 1915 ... Opiis Cit. Págs. 426-427
y 430-431.
333
habían olvidado los escasos conocimientos aprendidos. Generalmente a
ellas asistían jóvenes o adolescentes que recibían instrucción por parte
de los mismos maestros de niños, en los mismos locales y empleando
la misma metodología. Tampoco el insuficiente modelo educacional para
adultos resolvió el problema de la incultura insular; pues, por ejemplo,
en 1914 había 11 escuelas de adultos que atendían 239 alumnos, pero
no funcionaban escuelas de adultos femeninas^^
Los programas alfabetizadores respondían al modelo que asociaba
cultura con progreso. La primera campaña alfabetizadora organizada por
el gobierno central comenzó en el curso 1922-1923 en las provincias de
mayores índices de analfabetismo. Se limitó a Málaga, Almería y Jaén,
así como en Las Hurdes. A Canarias, pese los elevados saldos de iletrados,
no llegó este programa. De este modo, las primeras campañas de
alfabetización, dirigidas a zonas peninsulares deprimidas, tuvieron escasa
efectividad por la escasez de medios destinados a tal fin^**. En cambio,
la acción emprendida por agrupaciones sindicales y entidades culturales
consiguieron resultados positivos contribuyendo, a la
alfabetización y al progreso cultural. Después de esta primera tentativa
fallida no hubo otros intentos en el primer tercio del siglo XX, ni siquiera
los republicanos —volcados en la escolarización y la instrucción elemental—
emprendieron alfabetización de adultos. Sólo durante el conflicto
bélico desarrollaron iniciativas alfabetizadoras, a la vez que
contribuía a su formación ideológica^'. No obstante, las acciones culturales
emprendidas por el gobierno republicano resultaron eficaces. La
preocupación del gobierno en el plano pedagógico-social fue la labor de
extensión cultural. En un intento de acercar la cultura a la gente, con
preferencia de las zonas rurales, decretaron las Misiones Pedagógicas^^.
En palabras de Cossío era una "escuela ambulante" dotada de bibliotecas,
cine, música, teatro, conferencias, etc. Hasta la instauración de la
Segunda República y el consiguiente despliegue de la escolarización, los
diferentes gabinetes de gobierno no se preocuparon por el grado de
incultura de la población canaria. Si bien, a partir de 1930 se aprecia
un avance de la alfabetización y, por tanto, una reducción del analfa-
2.'?. Ihídein.
24. Ibi'dem. Pág. ?,Q.
25. MORENO MARTÍNEZ, R L.: "De la alfabetización a la educación de adultos", en
Leer v escribir en España. Ed. Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Madrid, 1992. Pág.
\n.'
26. Decreto de 29 de mayo de 19.^1. Gaceta del 30 de mayo de 1931. En el artículo
1." se especificaba su objetivo: "difundir la cultura general, la moderna orientación docente
y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares".
334
betismo, comparativamente con el resto del Estado Español las tasas
continuaban siendo elevadas.
El precario nivel cultural y pedagógico de la población insular revela
el abandono por parte del Estado de la educación elemental supeditada
a los poderes locales, los cuales no sólo contribuían con un erario
deficiente sino por el interés de mantener en la ignorancia a la masa proletaria
y campesina, dado el poder y control que ejercían sobre ésta.
La Segunda República supuso un intento de renovación de la vida
española en todas sus vertientes. La educación era uno de los instrumentos
adecuados a través del cual se conseguiría la transformación del
país. Dentro de la historia contemporánea española la II República se
identifica como una de las etapas más comprometidas con la problemática
educativa y escolar, tanto desde la perspectiva sociopolítica como
desde el plano económico y administrativo. Los gabinetes republicanos
pretendían democratizar la vida social y política e intentaban aplicar a
la realidad escolar los principios y nuevas tendencias pedagógicas que
propugnaban los colectivos sociales, políticos, intelectuales y docentes.
La reforma educativa que pretendían implantar los republicanos se inspiraba
en el pensamiento liberal, en las orientaciones educativas emanadas
de los principios del socialismo y en los principios pedagógicos
institucionistas. De este modo, la Segunda República fue la gran ocasión
histórica para abordar las cuestiones educativas pendientes y aunque
no promulgaron una nueva Ley de Instrucción Pública, los republicanos,
conscientes de las carencias del sistema educativo (falta de
escuelas, maestros, material escolar, bibliotecas, institutos, ...), orientaron
gran parte de su esfuerzo político, presupuestario y pedagógico a
cubrir esas deficiencias. Los políticos republicanos entendieron que la
educación era el instrumento a través del cual conseguirían la transformación
del país y, en base a ello, acometieron la actualización de las
estructuras, estrategias y principios que sustentaban el aparato escolar.
En Canarias al instaurarse la Segunda República el balance resultaba
bastante nefasto: más de la mitad de la población insular no sabía
leer ni escribir. Se necesitaba triplicar las 624 escuelas existentes en
Canarias para dar cobertura a toda la escolaridad infantil. Esa tarea fue
asumida por el gobierno republicano, intentando erradicar el analfabetismo
y elevar el nivel educativo de los habitantes de las islas. En 1933
se contabilizaban un total de 1.068 escuelas, de las cuáles había 461 en
Gran Canaria y 607 en Tenerife, a cuyo frente se hallaban 1.054 maestros:
585 en Tenerife y 469 en Las Palmas. Aunque en las dos islas capitalinas
la extensión de la instrucción pública fue notoria no sucedió lo
mismo en el resto de las islas del Archipiélago. Sin embargo, con el ini-
335
CÍO de la guerra civil se truncó la política educativa republicana y se
paralizó la construcción de escuelas.
5. OTROS AGENTES ALFABETIZADORES
En el Archipiélago Canario, sobre todo en el siglo XX, hubo otras
iniciativas escolarizadoras, al margen de las promovidas por el Estado;
éstas provenían de asociaciones obreras, instituciones religiosas y otras
organizaciones. Su objetivo no estribó en remediar las carencias alfa-betizadoras
que no cubría la enseñanza oficial, sino en formar a un sector
analfabeto y marginado de la sociedad, muchas veces con una carga
ideológica importante. Sin duda, comprendieron que para poder
abarcar la formación ideológica había que facilitarles unos mínimos
conocimientos culturales.
La ignorancia de los obreros y campesinos también preocupó a algunas
personas que poseían algunos conocimientos instrumentales y se
dedicaron a enseñar a leer y escribir a sus vecinos. Muchos adultos
aprendieron en las improvisadas escuelas del barrio, en sesiones de tarde
o noche, después de acabada la jornada laboral. Este recurso también
fue aprovechado por la infancia y hasta un pasado reciente cumplieron
con una misión alfabetizadora. En algunos núcleos poblacionales su
importancia fue tal que suplieron la carencia de las escuelas oficiales,
con lo cual un buen número de la población insular asistió a este tipo
de escuelas atendidas por "amigas".
5.1. Las bibliotecas populares.
Las bibliotecas contribuyeron a la elevación del nivel cultural de la
población insular, si bien las personas que mostraban interés por acercarse
a la cultura escrita ya habían tenido contactos con la escuela o con
alguna forma de aprendizaje. Fueron excepcionales los casos de analfabetos
puros que acudían a las salas de lectura.
El Instituto Provincial de Canarias contaba con una voluminosa
biblioteca, nutrida de los fondos de los conventos suprimidos, de los
libros de la extinguida universidad fernandina y de algunas donaciones
particulares". De esta forma se convirtió en la biblioteca más importante
del Archipiélago-". Si bien, se constituyó en biblioteca pública la lectu-
27. MARTÍNEZ, M.: La biblioteca de la Universidad de La Laguna. Ed. Aula de
Cultura-Cabildo Insular, Santa Cruz de Tenerife, 1969,
28, FAJARDO ESPINÓLA, F,: Historia del In.Ktititto de Canarias. Ed, Centro de la
Cultura Popular/Consejería de Educación. Cultura y Deportes, Santa Cruz de Tenerife, 1995,
336
ra era patrimonio de unos pocos, de una élite intelectual privilegiada.
Para el grueso del pueblo, en su mayoría analfabeto, no representaba
ningún atractivo y en nada contribuyó a redimir las elevadas tasas de
analfabetismo insular.
No obstante, una de las preocupaciones de las organizaciones obreras
isleñas fue la dotación de bibliotecas populares. Las bibliotecas
como espacios para la lectura ofrecían también una oportunidad forma-tiva
era una fórmula para acercar la cultura a las masas, al mismo tiempo,
cumplían funciones de expansión cultural. Así, las bibliotecas suplían
las muchas limitaciones y carencias que manifestaba la
escolarización; por ello, fueron eficaces en la promoción de la cultura
entre las capas menos favorecidas de la sociedad. Con la dotación de
bibliotecas para obreros se trataba de subsanar la formación deficiente
o incompleta adquirida en la edad escolar, pues, si la precaria instrucción
no se compensaba con las lecturas se retornaría a la situación de
analfabetismo. En definitiva, las agrupaciones obreras de Canarias, tanto
anarquistas como socialistas, favorecieron la práctica de la lectura
porque el acceso al libro acercaba a la comunicación escrita. Por esta
causa había una especial sensibilidad por parte de los equipos directivos
de las organizaciones obreras para promocionar la cultura bibliote-caria.
5.2. La Prensa.
Los medios de comunicación, especialmente los periódicos, influyeron
en la alfabetización, porque la prensa, además de ser órganos de opinión
pasaron a ser agentes de información y contribuyeron como difusores
de la cultura escrita. Aunque Canarias contaba con una gran
tradición periodística a comienzos de siglo aumentó considerablemente
el número de publicaciones periódicas, porque diversos grupos políticos
o ideológicos, sindicatos y asociaciones aprovecharon las posibilidades
que ofrecía la prensa. Es decir que los periódicos surgieron mayorita-riamente
en el seno de asociaciones y partidos políticos; por lo cual, en
muchas ocasiones, el periódico era el portavoz de grupos ideológicamente
definidos. No obstante, la alta cifra de publicaciones periódicas
no implicó el desempeño de un papel cultural, pues, como vehículo de
comunicación su radio de acción estaba limitado por el analfabetismo.
Precisamente a causa del analfabetismo se emitía oralmente la propaganda
y consignas políticas; porque, el auditorio era más amplio que los
lectores. Por este motivo las ediciones periodísticas eran reducidas y las
tiradas no superaban el orden de los 300-500 ejemplares. Por ejemplo,
en el Archipiélago en 1913 se publicaban 33 periódicos y en 1920 había
337
37. Estas editoriales se localizaban en los núcleos más poblados; muchas
de ellas eran órganos políticos y en otros casos aglutinaban sectores de
opinión. Entre ellos cabe citar: El Tribuno, El Martillo, Unión Liberal,
El Diario, El Liberal, La Defensa, La Mañana, El Obrero, El Adalid,
Arautapala, La Comarca, Diario de Avisos, Diario del Norte, Excelsior,
La Información, El Imparcial, El Ideal, El Liberal, Diario de Tenerife,...
6. CONCLUSIONES
Muchas veces los informes oficiales sobre alfabetismo no son del
todo exactos, pues las definiciones censuales suelen referirse al nivel
mínimo de capacidad parar leer y escribir. Es decir que con frecuencia
los recuentos de población consideran alfabetos a las personas que sólo
saben firmar, sin poseer ningún tipo de instrucción. No obstante, dependiendo
del grado de dominio de la lectoescritura se podría distinguir
entre semianalfabetismo y analfabetismo. Dentro del territorio insular
cabe indicar algunas diferencias; sin duda, existe una desigual distribución
de la capacidad de leer y escribir, apreciándose un contraste tajante
de los niveles de alfabetismo entre las zonas urbanas y las zonas rurales.
Pese a la estructura institucional de la sociedad canaria, la formación
instructiva la adquieren más fácilmente los jóvenes que los viejos, los
que pretenden una promoción profesional y los que habitan en ciudades;
en definitiva, aquellos que tienen un acceso más fácil a los medios
de aprendizaje.
La transformación del Archipiélago en su paso del gran analfabetismo
a un analfabetismo moderado comenzó en la segunda mitad del siglo
XX, aunque desde la década de los años treinta comenzó a descender.
Ese descenso del analfabetismo se produjo en gran medida cuando se
llevó a cabo una transformación educativa, con el consiguiente inicio del
proceso de expansión escolar. En proporción al incremento de las unidades
escolares por la geografía insular aminoró el porcentaje de analfabetos,
es decir que el aumento de la escolarización implicó el aumento
de personas que supieran leer y escribir. Al menos en la mayoría de
las zonas rurales ya la población tenía la posibilidad de conocer los rudimentos
de la lectura y la escritura.
Asimismo la sustancial mejora del nivel de vida se reflejó en el
aumento de la escolarización, lo cual repercutió en el nivel cultural de
la población canaria. El proceso de alfabetización es proporcional a la
escolarización y se relaciona con la calidad de la instrucción. Así influye
la preparación del maestro, la práctica docente, el medio escolar, el
338'
material didáctico y, por supuesto, el alumno y todas las circunstancias
que rodean su aprendizaje.
339