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ARCH. SOC. CANAR. OFTAL., 2020; 31: 1-2 EDITORIAL
El Ojo Seco como Enfermedad
Dry Eye as a Disease
BENÍTEZ DEL CASTILLO JM1
1 Catedrático de Oftalmología. Universidad Complutense de Madrid.
Actualmente los expertos nacionales e
internacionales en ojo seco, consideran esta
condición como una enfermedad. El nombre
de ojo seco se ha mantenido a lo largo de la
historia debido a lo arraigado que se encuen-tra
en la población, en vez de usar el termino
científico de queratoconjuntivitis sicca. No
obstante, esta popularidad ha dado lugar a un
menosprecio de lo que el ojo seco representa.
Los pacientes con ojo seco sufren. Su ca-lidad
de vida es en muchos casos pésima. La
enfermedad de ojo seco (EOS) tiene impacto
en varios aspectos de la calidad de vida, in-cluyendo
dolor, vitalidad, posibilidad de rea-lizar
determinadas actividades en las que hay
que mantener la mirada (leer, conducir, etc.)
y productividad laboral. Mediante cuestiona-rios
de evaluación de utilidad se ha demostra-do
que la EOS leve y grave impactan la cali-dad
de vida similarmente a la que tienen los
pacientes con psoriasis leve y angina de pecho
grave respectivamente (1). Los costes direc-tos
en Europa, incluyendo visitas a los espe-cialistas,
pruebas diagnósticas y tratamientos
farmacológicos y no farmacológicos, oscilan
entre los 240.000 euros al 1.000.000 de euros
por 1.000 pacientes (2). Los costes indirectos
incluyen el absentismo y el presentismo (falta
de productividad sin ausentarse del puesto de
trabajo) se estiman en 10.200 euros por año y
paciente de EOS. El absentismo es de 8,4 dias
de trabajo en EOS leve y 14,2 días en EOS
grave. El presentismo equivale a la pérdida
de 91 días en pacientes con enfermdad leve y
128 días en enfermos graves (3).
Pero lo peor es que son menospreciados
por muchos oftalmólogos que no entienden
que es una condición crónica y actualmente
sin cura pero sí existe alivio. Tampoco son
comprendidos en el trabajo, que los creen
unos exagerados que no quieren trabajar
cuando no pueden estar horas delante de un
ordenador. Hasta son malinterpretados por la
propia familia. Y, aún más, no son cuidados
por las autoridades sanitarias que les obligan
a costearse de sus bolsillos la inmensa mayo-ría
de los tratamientos.
Por todo ello la Tear Film and Ocular
Surface Society en el Dry Eye Workshop II
lo consideró enfermedad (4). La definición
acuñada fue la siguiente «El ojo seco es una
enfermedad multifactorial de la superficie
ocular caracterizada por una pérdida de la
homeostasis de la película lagrimal y acom-pañada
por síntomas oculares, en la que la
inestabilidad de la película lagrimal, la hipe-rosmolaridad,
la lesión e inflamación de la
superficie ocular y las anomalías neurosenso-riales
juegan un papel etiológico». El diccio-nario
define enfermedad como una alteración
leve o grave del funcionamiento normal de un
organismo o de alguna de sus partes debida
a una causa interna o externa. Y todos estos
condicionantes se encuentran en la enferme-dad
de ojo seco.
Por todo esto, sugiero que deberíamos
formarnos en esta patología, que va en au-mento
por nuestro sistema de vida, conside-rarla
no un trastorno sino una enfermedad y
enseñar en este sentido a los residentes. De-bemos
saber que existen ojos acuodeficientes
y evaporativos, que necesitamos diferenciar
ya que se tratan de manera diferente. Es ne-cesario
conocer que no diagnosticar un ojo
seco previamente a la cirugía facorrefractiva
nos hará errar en el cálculo de la lente intrao-cular
y dará lugar a un paciente descontento.
Cada vez tenemos más opciones diagnósticas
y terapéuticas y es nuestro deber ponerlas a
disposición de nuestros pacientes, de manera
BENÍTEZ DEL CASTILLO JM
2 ARCH. SOC. CANAR. OFTAL., 2020; 31: 1-2
adecuada. La ciclosporina no es un veneno,
ni los nuevos tratamientos no farmacológicos
hay que aplicárselos al primero que pase por
la puerta. De esta forma mejoraremos la cali-dad
de vida de los que sufren la enfermedad
más frecuente de los ojos.
BIBLIOGRAFÍA
1. Schiffman RM, Walt JG, Jacobsen G, et al. Uti-lity
assessment among patients with dry eye di-sease.
Ophthalmology 2003; 110: 1412-1419.
2. Clegg JP, Guest JF, Lehman A, Smith AF. The
annual cost of dry eye syndrome in France,
Germany, Italy, Spain, Sweden and the United
Kingdom among patients managed by ophthal-mologists.
Ophthalmic Epidemiol. 2006; 13:
263-74.
3. Yu J, Asche CV, Fairchild CJ. The economic
burden of dry eye disease in the United States:
a decision tree analysis. Cornea. 2011; 30: 379-
87.
4. Craig JP, Nichols KK, Akpek EK, et al. TFOS
DEWS II Definition and Classification Report.
Ocul Surf. 2017; 15: 276-283.
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