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ARCH. SOC. CANAR. OFTAL., 2013; 24: 3-10 REVISIÓN
Retinopatía de la prematuridad:
serie de casos y revisión
Retinopathy of prematurity: case reports and review
Reñones J, Herman E, Castellano J, Cabrera B, Cabrera F, Lobos C,
Bernal L, Cardona P
RESUMEN
Objetivo: Dar a conocer nuestra experiencia en el uso de bevacizumab como tratamiento de la
retinopatía de la prematuridad (ROP) y realizar una actualización sobre el uso de antiangio-génicos
en esta patología.
Método: Revisión de cuatro casos clínicos que fueron tratados con láser y bevacizumab en
ambos ojos y revisión bibliográfica sobre el uso de antiangiogénicos en ROP.
Resultados: Se produjo remisión de la ROP en todos los pacientes al poco tiempo de la terapia
con láser y bevacizumab. Tres de ellos mostraron un buen resultado anatómico; uno presen-tó
tracción retiniana afectando la mácula y requirió cirugía vitreo-retiniana.
Conclusiones: Los antiangiogénicos o anti-VEGF son una nueva opción para el tratamiento de
la ROP y parecen ser superiores al láser en algunos casos concretos. Sin embargo la foto-coagulación
láser sigue siendo el «gold standard» y, por lo tanto, preferible en la mayoría de
los casos. Se requieren más estudios sobre su seguridad ocular y sistémica para determinar
el papel de estos fármacos en el tratamiento de la ROP, así como para definir qué antiangioé-nico
y qué dosis resulta más eficaz y seguro.
Palabras clave: Retinopatía, prematuridad, bevacizumab, antiangiogénico, láser.
ABSTRACT
Purpose: To report our experience in the use of bevacizumab as treatment for four cases of
retinopathy of prematurity (ROP), and to update our knowledge on the use of antiangiogenic
drugs in this disease.
Methods: Review of the clinical records of four patients suffering from ROP that were treated
with laser therapy and bevacizumab in both eyes, and review of literature regarding the use
of anti-VEGF in ROP.
Results: Regression was observed in all of our patients shortly after laser treatment and beva-cizumab.
Three of them showed good anatomical outcome; one of them presented retinal
traction affecting the macula and required vitreo-retinal surgery.
Conclusions: Anti-VEGFs are a new option for the treatment of ROP and seem to be superior
to laser therapy in some cases. Nevertheless, photocoagulation is still the gold-standard the-rapy
and, therefore, preferable in most cases. Further studies on ocular and systemic toxicity
are required to establish the accurate prescription of these drugs in the treatment of ROP, and
also to define which anti-VEGF and dosage is the most effective and safe.
Keywords: Retinopathy, prematurity, bevacizumab, anti-VEGF, laser.
Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria. Servicio de oftalmología.
Correspondencia:
E-mail: re.josefina@gmail.com
REÑONES J, et al.
4 ARCH. SOC. CANAR. OFTAL., 2013; 24: 3-10
INTRODUCCIÓN
La retinopatía de la prematuridad (ROP)
es una vitreorretinopatía proliferativa que
puede desembocar en desprendimiento de
retina y ceguera. Se da en recién nacidos pre-maturos
en los que aún no se ha completado
el desarrollo distal de los vasos retinianos, de
modo que en el momento del nacimiento la
retina periférica todavía no está vasculariza-da.
En la mayor parte de los casos se resuelve
espontáneamente, pero en ocasiones es nece-sario
el tratamiento con fotocoagulación de la
retina avascular y/o inyección intravítrea de
sustancias anti factor de crecimiento vascular
endotelial (VEGF). Existe gran controversia
respecto al uso de estos fármacos anti-VEGF
puesto que todavía se desconocen sus efectos
adversos en pacientes de tan corta edad.
CASOS CLÍNICOS
Se exponen a continuación cuatro casos
de ROP que fueron diagnosticados en nuestro
servicio y tratados con láser y bevacizumab.
En el seguimiento dos de estos pacientes fue
de gran ayuda la posibilidad de realizar fo-tografías
en cada exploración mediante Ret-
Cam® (Clarity Medical Systems, Inc). Este
sistema permite tomar y almacenar imágenes
de campo amplio del fondo de ojo que facili-tan
la comparación con las revisiones previas,
pudiendo así valorar de forma más objetiva la
evolución de esta enfermedad.
Caso 1: Prematuro de 24 semanas y 600
gramos de peso. Presentaba ROP estadio
3 plus en zona I en ambos ojos (fig. 1). Se
aplicó láser y se realizó inyección de beva-cizumab
intravítreo en ambos ojos el mismo
día. La enfermedad remitió con rapidez, des-aparecieron
la tortuosidad y la dilatación vas-cular
y se observó el desarrollo distal de los
vasos adentrándose en el área fotocoagulada
(fig. 2). El resultado anatómico final fue sa-tisfactorio.
Caso 2: Prematuro de 27 semanas y 660
gramos de peso. Presentaba ROP estadio 3
plus en zona I en ambos ojos. Se aplicó láser
en ambos ojos en las zonas de retina avas-cular
en las que las hemorragias lo permi-tían
y se realizó inyección de bevacizumab
intravítreo en ambos ojos el mismo día. La
actividad neovascular cedió rápidamente, la
configuración de los vasos se normalizó y se
reabsorbieron las hemorragias. Se hizo visi-ble
una zona de tracción superior a papila que
afectaba mácula que precisó posterior cirugía
vitreorretiniana.
Caso 3: Prematuro de 26 semanas y 960
gramos de peso. Presentaba ROP estadio 3
plus en zona I en ambos ojos. Se aplicó láser
en ambos ojos en las zonas de retina avas-cular.
Ante la persistencia de la actividad
neovascular, se decidió realizar una inyección
de bevacizumab en el ojo derecho dieciseis
días después de la fotocoagulación. Pocos
días después cedió la actividad neovascular y
no ha precisado más tratamientos.
Caso 4: Prematuro de 26 semanas y 910
gramos de peso. Presentaba ROP estadio 3
plus en zona I en ambos ojos. Se aplicó láser
en ambos ojos en las zonas de retina avascular
Ante la persistencia de la actividad neovascu-lar,
se realizó una inyección de bevacizumab
en el ojo izquierdo diez días después del tra-tamiento
con láser. La actividad neovascular
remitió pocos días después. No ha presentado
recidivas.
Los casos anteriormente expuestos ejem-plifican
la eficacia del bevacizumab a la hora
Fig. 1: Fondo de
ojo derecho del
caso 1 antes del
tratamiento, ROP
estadio 3 plus en
zona I.
Fig. 2: Fondo
de ojo derecho
del caso 1 dos
semanas después
del tratamiento
con láser y
bevacizumab.
Retinopatía de la prematuridad: serie de casos y revisión
ARCH. SOC. CANAR. OFTAL., 2013; 24: 3-10 5
de detener la actividad neovascular en ROP
severa. Ninguno de estos pacientes ha pre-sentado
hasta el momento complicaciones
locales o sistémicas asociadas a la terapia
antiangiogénica. Todos ellos continúan en
seguimiento por parte de nuestra sección de
retina debido al desconocimiento actual de
los posibles efectos adversos a largo plazo y
al interés científico de los resultados anatómi-cos
y funcionales de este tratamiento.
DISCUSIÓN
La retinopatía de la prematuridad (ROP)
es una patología de origen isquémico que se
da en niños nacidos antes de haber comple-tado
el desarrollo de la vascularización reti-niana.
Dicho proceso comienza en torno a la
semana 16 y culmina en las últimas semanas
de la gestación con la llegada de los vasos a la
retina más periférica, primero en la zona na-sal
y finalmente en la temporal. La interrup-ción
del desarrollo de los vasos produce una
hipoxia en la retina avascular durante la fase
aguda, en la cual disminuye el factor de creci-miento
insulínico 1 (IGF-1), necesario para la
vasculogénesis normal. A continuación la re-tina
isquémica produce factor de crecimiento
vascular endotelial (VEGF) que promueve
la formación de los neovasos característicos
de la fase tardía. Se trata por lo tanto de una
vitreorretinopatía proliferativa en la que la
neovascularización tiende a proyectarse hacia
el vítreo generando tracciones y fibrosis que
pueden llegar a causar el desprendimiento de
la retina (1-3).
En la patogenia de esta enfermedad se han
implicado diversos factores, siendo los más
relevantes la corta edad gestacional y el bajo
peso al nacer. Otros factores relacionados
son la oxigenoterapia intensa postnatal, la
baja tasa de ganancia de peso y la expresión
de otros factores angiogénicos distintos del
VEGF. En concreto el IGF-1 es uno de los
más estudiados por ser un marcador de esta-díos
iniciales de ROP cuando se encuentra en
niveles bajos. Además se postula como una
posible futura diana terapéutica (4).
La clasificación de la ROP se basa en la
extensión del área de retina avascular, su lo-calización
y en la progresión, según los crite-rios
de la ICROP (International Classification
of Retinopathy of Prematurity) (5). En fun-ción
de la localización se divide en tres zonas
(fig. 3), que corresponden al círculo que tiene
por centro la papila y por radio el doble de la
distancia papila-mácula (zona I), al área deli-mitada
por dicho círculo y la circunferencia
cuyo radio es la distancia papila - ora serrata
nasal (zona II) y la semiluna temporal com-prendida
entre este último círculo y la retina
Fig. 3:
Clasificación en
zonas de la ROP.
REÑONES J, et al.
6 ARCH. SOC. CANAR. OFTAL., 2013; 24: 3-10
más periférica (zona III). La que se afecta con
mayor frecuencia es la zona III y es la que
menor gravedad supone dado que la mayor
parte de la retina está vascularizada en este
punto. Según la extensión de la enfermedad
se clasifica en grados o sectores horarios,
comprendiendo 30 cada sector. Por último, en
función del momento evolutivo o progresión
de la enfermedad se clasifica en 5 estadios o
grados; en el grado 1 la retina vascular está
separada de la zona avascular por una fina lí-nea
blanquecina; en el grado 2 este límite no
es plano sino sobrelevado y se conoce como
«cresta», de color rosado; el grado 3 se carac-teriza
por una proliferación fibrovascular que
tiende a proyectarse hacia vítreo; en el grado
4 existe desprendimiento de retina traccional
o exudativo que puede respetar (4a) o no res-petar
(4b) la fóvea; el grado 5 supone un des-prendimiento
total de la retina.
La enfermedad «Plus» viene definida por
la observación de una imagen del polo pos-terior
similar a la que refleja una fotografía
estándar (fig. 4), la cual ejemplifica la tortuo-sidad
y dilatación vascular de este subtipo
de ROP (6). Recientemente se ha estableci-do
una variedad más grave de ROP conocida
como AP-ROP (Aggressive Posterior ROP)
(7). Consiste en afectación de zona I y zona
II posterior con hemorragias y neovasculari-zación
plana, y a veces límites mal definidos
entre la retina vascular y la avascular. Con
frecuencia se asocia también a rubeosis iridis
y opacidad de medios.
El manejo de la ROP se basa en dos pila-res
fundamentales: un cribado que garantice
el diagnóstico precoz y, en caso de ser nece-sario,
tratamiento en las primeras 72 horas. El
cribado debe realizarse en todos los prema-turos
nacidos antes de la semana 30 de ges-tación
o con un peso menor a 1.500 gramos
(1,8). En los nacidos después de la semana
27 la primera exploración del fondo de ojo
debe realizarse a la cuarta semana de vida. En
los nacidos antes de la semana 27, el criba-do
se lleva a cabo en la semana 31 de edad
postconcepcional. Las revisiones deben rea-lizarse
cada semana en casos de afectación
en zona I, estadio mayor de 2 o presencia de
enfermedad plus. En el resto de los pacientes
se pueden espaciar las revisiones 2 semanas
o incluso 3 semanas en los de menor riesgo
(grado 1 ó 2 en zona III sin plus) (1).
El manejo terapéutico de esta retinopatía
ha evolucionado mucho desde la década de
los 80, en que la crioterapia era el tratamien-to
estándar. En 1988 el estudio CRYO-ROP
(Cryotherapy for Retinopathy of Prematurity)
(9) estableció la utilidad de aplicar esta tera-pia
sobre la retina avascular para detener la
actividad neovascular. Según los autores este
tratamiento disminuía la tasa de resultados
adversos en un 50%. En los años 90 la foto-coagulación
con láser argón fue desplazando
a la crioterapia y finalmente la publicación en
2003 del estudio ET-ROP (Early Treatment
for Retinopathy of Prematurity) (10) estable-ció
la laserterapia como el «Gold-standard»
en el tratamiento de la ROP. Este estudio in-dicaba
que la tasa de resultados favorables
ascendía al 92% utilizando láser y, por lo
tanto, demostraba que la fotocoagulación es
superior a la crioterapia en la ROP. Tras casi
dos décadas sin grandes avances en el manejo
de esta patología, en 2008 comenzaron a sur-gir
publicaciones de casos en que se propo-nía
el uso de antiangiogénicos en asociación
con fotocoagulación o como monoterapia. El
BEAT-ROP (Bevacizumab for Retinopathy of
Prematurity) (11) postula que el bevacizumab
es más eficaz que la fotocoagulación en el tra-tamiento
de la ROP estadio 3 plus en zona I
(no en zona II posterior), dado que solo el 4%
de los casos tratados con bevacizumab recidi-varon
en comparación con el 22% del grupo
tratado con láser (diferencia estadísticamente
significativa, p=0,002). Este estudio destaca
las ventajas añadidas como su bajo coste y la
sencillez de aplicación en comparación con
el láser, que precisa intubación y un equipo
costoso. Muchos autores han incidido sobre
las debilidades de este estudio (12-14) y to-
Fig. 4: Imagen
estándar del
«Plus».
Retinopatía de la prematuridad: serie de casos y revisión
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dos están de acuerdo en que el mayor incon-veniente
de los antiangiogénicos en ROP es
el desconocimiento de su perfil de seguridad
en estos pacientes tan vulnerables. A pesar de
la ausencia de estudios esclarecedores sobre
sus potenciales efectos adversos cada vez se
utilizan con más frecuencia y continúan pu-blicándose
casos en que los anti-VEGF han
resultado beneficiosos en ROP.
En la actualidad existen una serie de indi-caciones
de anti-VEGF en ROP compartidas
por la mayor parte de los expertos, y éstas son
las siguientes (2,15,16):
– Respuesta insatisfactoria al láser: tras
una fotocoagulación adecuada si no cede la
actividad neovascular se utiliza el antiangio-génico
como coadyuvante.
– Opacidad de medios: en casos de ca-tarata,
hemovítreo o midriasis insuficiente
que no permita una buena visualización para
la aplicación del láser los anti-VEGF son de
primera elección.
– Estadio 3 plus en zona I: en estos casos
puede administrarse un antiangiogénico bien
como primera elección o bien como adyuvan-te
al láser.
– Previo a la vitrectomía: en pacientes
con desprendimiento de retina es útil la in-yección
de bevacizumab en los días previos
a la cirugía dado que disminuye el sangrado
intraquirúrgico y postoperatorio y facilita la
cirugía.
Respecto a la última de estas indicaciones
cabe señalar que la inyección de bevacizu-mab
supone un riesgo de desprendimiento de
retina (DR) por contracción de membranas
fibrovasculares así como de agravar un DR
preexistente. Por esta razón el uso prequirúr-gico
de bevacizumab debe restringirse a los
2-6 días previos a la vitrectomía (3). También
se ha sugerido su posible indicación en pa-cientes
inestables no aptos para la anestesia
general que requiere la laserterapia (3) e in-cluso
en formas menos severas de ROP como
alternativa al láser (2). Estas afirmaciones son
muy controvertidas y no se consideran en la
actualidad indicaciones aceptadas.
La gran experiencia acumulada a lo lar-go
de los años de tratamiento de la ROP me-diante
fotocoagulación demuestra que es un
procedimiento seguro, con escasas complica-ciones
oculares y ninguna sistémica excep-tuando
las relacionadas con la anestesia, que
son escasas. Asimismo se ha probado que no
induce contracción del campo visual cuando
se aplica en las zonas II y III (15). Como efec-tos
adversos del láser a nivel ocular destacan
la ectopia macular (30%), la catarata y el he-movítreo
(16).
Los defensores del uso de bevacizumab ar-gumentan
que su resultado es mejor en formas
agresivas y en casos que no han respondido a
laserterapia. Algunos incluso afirman que po-dría
ser útil en fases menos severas y llegar a
sustituir al láser (2). Además de la sencillez
de la técnica de la inyección intravítrea en
comparación con el laborioso procedimiento
de la fotocoagulación retiniana, existen otras
ventajas importantes de los antiangiogénicos.
Una de ellas es que su acción es más rápida
dado que bloquean el VEGF acumulado en ví-treo;
por el contrario el láser solo impide que
continúe la producción de VEGF, de modo
que la actividad neovascular puede continuar
hasta pasada una semana de su aplicación a
expensas del reservorio de VEGF que supone
el vítreo. Otra ventaja es que permite que la
vascularización se desarrolle de un modo más
fisiológico llegando hasta la periferia y por lo
tanto el resultado anatómico es mejor (1). El
láser, en cambio, supone una ablación corio-retiniana
que impide la diferenciación de la
retina subyacente y se ha relacionado con una
interferencia en el crecimiento normal del glo-bo
ocular y miopización (11,17). Otro aspecto
importante en que el antiVEGF es superior al
láser es el resultado campimétrico cuando la
enfermedad se localiza en zona I, ya que el
antiangiogénico no produce ninguna altera-ción
del campo visual. Y por último, el hecho
de no precisar anestesia general no solo agili-za
el procedimiento haciéndolo más sencillo
sino que además supone una importante dis-minución
del riesgo de la intervención (11).
El anti-VEGF más utilizado en ROP hasta el
momento es el bevacizumab, un fármaco ase-quible
que parece ser seguro a corto plazo. Sin
embargo, una importante desventaja asociada
al desconocimiento de sus efectos adversos
es la necesidad de establecer un seguimiento
estrecho a muy largo plazo en todos los pa-cientes
tratados con estos fármacos, lo cual
aumenta el coste final (13).
Los detractores de esta nueva alternativa
plantean dudas sobre si el mejor resultado
anatómico se relaciona realmente con un me-jor
resultado funcional, y cuestionan que la
mejoría se achaque al tratamiento dado que
REÑONES J, et al.
8 ARCH. SOC. CANAR. OFTAL., 2013; 24: 3-10
podría ser debida al curso natural de la enfer-medad
(17). En cualquier caso la cuestión más
controvertida respecto al uso de anti-VEGF en
ROP es el perfil de seguridad (2,12,14,17,18).
A nivel ocular se han descrito complicacio-nes
como endoftalmitis, catarata, hemovítreo
y desprendimiento de retina por contracción
de membranas fibrovasculares o por punción
retiniana. Sin duda las más preocupantes
son las potenciales complicaciones sistémi-cas,
que si bien no han sido descritas hasta
el momento cobran importancia por su po-tencial
severidad. El BEAT-ROP afirma que
«no se observaron efectos adversos locales ni
sistémicos atribuibles a la administración de
bevacizumab, pero se trata de un estudio de-masiado
pequeño para establecer si el beva-cizumab
intravítreo es seguro». Los autores
estimaban que se requerirían al menos 2.800
pacientes para que un estudio pudiera llegar
a conclusiones sobre la mortalidad asociada
al bevacizumab, y cifras mucho mayores para
establecer los efectos adversos (11).
Se ha demostrado que a pesar de su gran
peso molecular el bevacizumab es capaz de
atravesar la retina e incorporarse a la circu-lación
sistémica, especialmente si la barrera
hemato-retiniana ha sido dañada por fotocoa-gulación
(13,14,18,19). Esto supone un im-portante
riesgo en fases tempranas en las que
aún no se ha completado el desarrollo de mu-chos
órganos vitales. La inhibición del VEGF
a nivel sistémico podría por lo tanto afectar
procesos como la alveolización pulmonar, la
glomerulogénesis renal y la angiogénesis ce-rebral
y hepática (18,20). Resulta llamativo
que la mayor parte de las muertes que se pro-dujeron
durante el transcurso del BEAT-ROP
se debían a causas pulmonares y pertenecían
al grupo del bevacizumab (71%), aunque no
se demostró una diferencia estadísticamente
significativa. Estudios animales han eviden-ciado
que tras la inyección intravítrea de be-vacizumab
se inhibe el VEGF a nivel general
produciendo afectación en diversos órganos,
y que este anti-VEGF permanece en la cir-culación
sistémica durante un periodo mucho
más prolongado (semanas o incluso meses)
que a nivel ocular (14,18). Se especula con
la posibilidad de que la inyección intravítrea
podría producir un efecto terapéutico en el
ojo adelfo (18).
A pesar de la falta de estudios sobre segu-ridad,
farmacocinética y dosificación del be-vacizumab
en ROP, su uso «off-label» sigue
en aumento. Por el contrario el ranibizumab
es un antiangiogénico cuyo uso a nivel ocular
sí está aprobado y que fue diseñado para lo-grar
resultados similares evitando los efectos
adversos sistémicos del bevacizumab. Está
indicado en retinopatías con potencial proli-ferativo
como la degeneración macular aso-ciada
a la edad (DMAE), la retinopatía dia-bética
y las trombosis venosas retinianas, y
en la actualidad muchos autores se plantean
su posible indicación en ROP. Su vida media
a en la circulación sistémica es la menor que
la del bevacizumab y por tanto sus efectos ad-versos
sistémicos podrían ser menores (18).
Se han publicado casos en que el ranibizumab
ha resultado efectivo en ROP (18,21,22) y, al
igual que el bevacizumab, no se ha asociado
a efectos adversos sistémicos hasta el mo-mento.
El pegaptanib es un anti-VEGF que
también ha sido utilizado como tratamiento
de ROP (23,24) en combinación con láser.
Ninguno de estos antiangiogénicos ha de-mostrado
superioridad respecto a los otros en
cuanto a eficacia o a seguridad. No obstante,
mientras no existan estudios concluyentes, la
mayor experiencia en el uso del bevacizumab
avala la elección de este antiangiogénico so-bre
el ranibizumab y el pegaptanib.
Otras cuestiones importantes a resolver en
el uso de antiangiogénicos como tratamiento
de la ROP son la dosis y la técnica de la inyec-ción.
La mayoría de los autores refieren el uso
de la mitad de la dosis utilizada en adultos,
es decir, 0,625 mg en 0,025 mL (1,4,7,11,15),
aunque se han usado dosis mayores (0,75 mg)
y menores (0,375 mg) (17) con resultados sa-tisfactorios.
En cuanto a la técnica el mayor
interrogante es la distancia adecuada desde
el limbo al punto de inyección. En neonatos
el cristalino ocupa una proporción del volu-men
del globo ocular mayor que en adultos,
por lo que el riesgo de producir una catara-ta
o una subluxación a causa de la inyección
intravítrea es mayor también. Pero al mismo
tiempo hay que tener en cuenta que no con-viene
desplazar mucho hacia atrás el punto de
inyección por el riesgo de atravesar retina y
producir un DR secundario. Actualmente se
estima que el punto ideal se encuentra a de 2
mm de limbo o incluso menos (1,13).
Desde las primeras referencias biblio-gráficas
al uso de anti-VEGF en ROP se han
publicado numerosos casos, series de casos
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y estudios multicéntricos que avalan su efi-cacia.
A lo largo de estos siete años ninguna
de estas publicaciones ha asociado este nuevo
arma terapéutica a efectos adversos sistémi-cos
(1). Sin embargo, debido a su potencial
carácter «devastador» en estos pacientes tan
vulnerables, todos los autores están de acuer-do
en la necesidad de realizar estudios sobre
su farmacocinética y seguridad. Dado que se
trata de una enfermedad que tiende a la reso-lución
espontánea es imperativo que el trata-miento
sea seguro; de lo contrario se estará
exponiendo a un riesgo innecesario a un alto
porcentaje de pacientes que habrían presenta-do
remisión sin terapia alguna. El seguimien-to
a largo plazo de todos los pacientes trata-dos
con anti-VEGF será una de las claves que
nos permitirá conocer los efectos adversos de
esta nueva alternativa tan controvertida.
CONCLUSIONES
La introducción de los anti-VEGF intraví-treos
en el tratamiento de la ROP supone una
nueva alternativa indicada en casos concre-tos
con mal pronóstico. Presenta importantes
ventajas en comparación con la terapia láser
como la rapidez y sencillez de la inyección
intravítrea; no requiere intubación y no supo-ne
una ablación retiniana, por lo que la vas-cularización
periférica se completa de modo
más fisiológico que tras fotocoagulación lá-ser.
En nuestra experiencia el bevacizumab
ha aportado resultados satisfactorios sin efec-tos
adversos sistémicos hasta el momento.
Son necesarios estudios que demuestren el
perfil de seguridad de los antiangiogénicos en
pacientes de tan corta edad y que determinen
qué anti-VEGF y a qué dosis es más seguro
y eficaz.
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