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ARCH. SOC. CANAR. OFTAL., 2013; 24: 65-68 CASO CLÍNICO
Utilidad de la Biomicroscopía
ultrasónica (BMU) en los traumatismos
contusos del globo ocular
Use of Ultrasonic Biomicroscopy (UBM) in ocular
blunt trauma
DE ARMAS EM1 , RUIZ DE LA FUENTE P1, DE ARMAS AA1, PERERA D, ABREU JA2
RESUMEN
Caso clínico: Paciente de 70 años con antecedentes oculares de glaucoma pigmentario bilateral
intervenido mediante cirugía filtrante y antimetabolitos hace 16 años, sufre una contusión en
ojo derecho, presentando posteriormente hipotonía que propicia maculopatía hipotónica y
desprendimiento coroideo. La BMU evidencia la existencia de una ciclodiálisis, que permite
realizar un tratamiento específico.
Discusión: La BMU ha supuesto una herramienta de utilidad para el diagnóstico certero de la
ciclodiálisis, así como para el seguimiento terapéutico. Consideramos que los pacientes que
han sufrido un traumatismo contuso ocular debieran ser explorados con BMU puesto que la
misma es un complemento a la biomicroscopía (BMC) y a la gonioscopía.
Palabras clave: Ciclodiálisis, traumatismo ocular, contusión.
ABSTRACT
Case report: 70-year-old patient with ocular history of bilateral pigmentary glaucoma treated
with trabeculectomy and with antimetabolites 16 years before, suffers ocular contusion in
right eye, developing hypotonic maculopathy and choroid detachment. UBM shows the
morphology of cyclodialysis, which lets us do a specific treatment.
Discussion: UBM has been essential to diagnose and follow cyclodialysis. We consider that
patients with blunt trauma should be explored not only with biomocroscopy and goniosco-py,
but also with UBM.
Key words: Cyclodialysis, ocular trauma, blunt trauma, contusions.
Hospital Universitario de Canarias. La Laguna. Tenerife. España
1 Licenciado en Medicina y Cirugía General.
2 Doctor en Medicina y Cirugía General.
Correspondencia:
Elena de Armas Ramos elenadearmas@gmail.com
Servicio de Oftalmología. Hospital Universitario de Canarias.
Carretera La Cuesta-Taco, s/n. 38320 La Laguna. Tenerife. España
DE ARMAS EM, et al.
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INTRODUCCIÓN
La incidencia de los traumatismos ocula-res
se sitúa entorno a un 10% del total de las
lesiones traumáticas del organismo, y conlle-va
una repercusión laboral, social y personal
importante. Los traumatismos oculares se
asociaban en épocas pasadas casi exclusiva-mente
a los accidentes laborales, de tráfico y
peleas; sin embargo en las últimas décadas
son cada vez más los casos asociados a instru-mentos
lúdico-deportivos (1). Tal es así, que
se recomienda el uso de gafas en actividades
tipo «paintball», ya que estudios han demos-trado
que su uso previene de forma eficaz las
lesiones producidas por traumatismos (2).
Diagnosticar las estructuras anatómicas
lesionadas en un ojo contusionado, tiene di-ficultades
especialmente a la hora de identi-ficarlas
y cuantificar el grado de daño de las
mismas. Al arsenal diagnóstico disponible en
la actualidad (Rx, TAC, RMN, etc.), se ha
incorporado como útil, especialmente en los
traumatismos que implican al segmento ante-rior,
la BMU.
CASO CLÍNICO
Se presenta el caso clínico de un varón de
70 años de edad, conocido de nuestro servi-cio,
que acude remitido de su médico de aten-ción
primaria, al servicio de urgencias tras
traumatismo ocular contuso en ojo derecho
(OD) («golpe con llave inglesa»), asociando
pérdida de agudeza visual (AV).
Entre los antecedentes personales destaca
hipertensión arterial en tratamiento. Como
antecedentes oftalmológico de interés seña-lar
glaucoma pigmentario bilateral, que fue
intervenido mediante trabeculectomía clásica
con uso de antimetabolitos (Mitomicina C)
en ambos ojos hace 16 años. Desde la ciru-gía
mantiene cifras de presiones intraoculares
(PIO) estables.
En la exploración oftalmológica se evi-dencia
una AV sin corrección en OD de 0,3.
En BMC se aprecia una ampolla avascular
quística, Seidel negativo, cámara anterior
conservada (grado 3-4) que se amplía en la
zona de 5 a 7 horas, tyndall hemático sin hi-pema
(fig. 1). La PIO era de 2 mmHg, sin
evidencias de lesiones retinianas secunda-rias
al traumatismo, ni a la hipotonía. Se ins-taura
tratamiento tópico con corticoides en
pauta intensiva (Colirio Pred- Forte® hora-rio)
y midriático (Colirio ciclopléjico® cada
8 horas).
En la revisión a las 24 horas, se aprecia
una reducción de la inflamación del segmen-to
anterior (tyndall+). La cámara anterior se
encuentra algo disminuida (grado 2-3) con un
aumento de la difusión de la ampolla hacia
temporal, persistiendo una PIO de 2 mmHg.
En el fondo de ojo se aprecian pliegues ma-culares
(fig. 2), confirmado por tomografía
óptica de coherencia (OCT) (fig. 3). Dada
la evolución, decidimos intensificar el trata-miento
corticoideo, añadiendo triamcinolona
subtenoniana y corticoides vía oral a razón
de 1 mg/kg/día, cambiando el midriático por
otro de mayor potencia (Colirio atropina 1%®
cada 8 horas).
Al 5.º día de evolución observamos la
presencia de desprendimiento coroideo nasal.
Decidimos realizar estudio con BMU dada
la mala evolución y ante la sospecha diag-nóstica
de ciclodiálisis con flujo. La misma
confirma el diagnóstico de sospecha (fig. 4).
Este hallazgo hace que se busque potenciar el
efecto midriático sustituyendo el colirio atro-
Fig. 1: Ampolla
avascular quística
en ojo derecho.
Fig. 2: Pliegues
maculares en ojo
derecho.
Utilidad de la BMU en traumatismos contusos
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pina 1%® por el colirio midriático Llorens®
cada 6 horas, manteniendo el resto del trata-miento
sin cambios.
El paciente inicia un proceso de mejoría
progresiva con resolución de los desprendi-mientos
coroideos, desaparición de los plie-gues
maculares, mejoría de la AV y recupe-ración
de la PIO a las cifras pretraumáticas.
La BMU realizada a las 6 semanas del
traumatismo muestra sellado de la ciclodiá-lisis
(fig. 5).
DISCUSIÓN
La ciclodiálisis es una entidad poco fre-cuente,
infradiagnosticada especialmente
cuando son de pequeña extensión. La etiolo-gía
más frecuente son los traumátismos con-tusos,
pudiendo aparecer también tras ciru-gías
filtrantes de glaucoma (3).
La clínica deriva de la baja presión in-traocular
acaecida, secundaria tanto por un
aumento de la salida de humor acuoso por la
vía supracoroidea, como de una reducción en
su producción, por hipofunción del cuerpo
ciliar (4), mecanismos que pudieron ocurrir
en nuestro paciente. La hipotonía ocular es
la responsable de la aparición de desprendi-mientos
coroideos, y pliegues coriorretinia-nos.
La experiencia revela que el riesgo de
pérdida de AV en casos de maculopatía hipo-tónica,
aumenta si ésta supera las 8 semanas,
por lo que su tratamiento resulta prioritario
para frenar y mejorar el síndrome, hecho ob-servado
en nuestro caso.
Se han descrito casos de curación con tra-tamiento
conservador (4,6), aunque parece
que es infrecuente que suceda tras 6 semanas
de seguimiento. El tratamiento conservador
consiste en atropina 1% y corticoides. Se re-comienda
incluso la suspensión de corticoi-des
continuando únicamente con atropina 1%
(9). Se ha reportado efectos beneficiosos del
uso de la acetazolamida, por efecto vasocons-trictor,
aumento de la absorción del líquido
supracoroideo y reducción de la transudación
a través de los vasos (10). En nuestro caso se
mantuvo tratamiento con corticoides a altas
dosis asociando midriático potente, obser-vándose
una recuperación clínica a partir de
2 semanas de seguimiento, demostrándose la
recuperación anatómica en la BMU a las 6
semanas.
Nuestra actitud debe tener en cuenta, no
sólo el grado de hipotonía ocular, sino sus po-sibles
complicaciones, especialmente la altera-ción
del estado macular, ya que si ésta se halla
afecta se deberá añadir al tratamiento médico
un tratamiento quirúrgico, invasivo o no. Entre
Fig. 3: pliegues
maculares en
OCT.
Fig. 4: BMU:
muestra la
presencia de
ciclodiálisis con
flujo de humor
acuoso (flecha).
Fig. 5: BMU:
cierre de la
ciclodiálisis.
DE ARMAS EM, et al.
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las opciones quirúrgicas no invasivas propues-tas
se encuentra la ciclofotocoagulación [con
laser diodo (5), argón (7), neodimio-Yag (8)]
o la criocoagulación. En cuanto al tratamien-to
quirúrgico el procedimiento más utilizado
es la trabeculectomía con ciclopexia median-te
la ténica descrita por Hager, Mackensen y
Corydon (3). También se ha usado vitrectomía,
criopexia y taponamiento con gas.
Clásicamente los pacientes con síndromes
de contusión ocular son valorados mediante
BMC, fondo de ojo y gonioscopia, estan-do
esta última limitada por las lesiones del
propio traumatismo. La incorporación de la
BMU ha permitido disponer de un método
exploratorio poco cruento, que muestra una
información detallada de todas las estructuras
del segmento anterior.
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