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ARCH. SOC. CANAR. OFTAL., 2016; 27: 5-7 REVISIÓN
Las grandezas de la tomografía de
coherencia óptica
Optical coherence tomography greatnesses
GALLEGO PINAZO R1,2,3
1 Unidad de Mácula, Servicio de Oftalmología, Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia.
2 Vítreo Retina Mácula Valencia, Grupo Mácula Visión.
3 Amante incondicional del diagnóstico por imagen de la patología retiniana y macular en general, y de la OCT en
particular.
Correspondencia
robetogallego@comv.es
Amigos, en las próximas líneas no esperen
encontrar referencias bibliográficas. Ni tam-poco
grandes gráficas con complejos cálculos
físicos. Ni siquiera una perspectiva histórica.
Es para mí un honor, gracias a mis queridísi-mos
compañeros canarios, disponer de estas
páginas para compartir algunos puntos clave
de lo que la tomografía de coherencia óptica,
alias OCT, aporta a nuestras vidas como pro-fesionales
de la oftalmología.
Hay momentos en la historia de la medi-cina
en los que el advenimiento de una gran
revolución diagnóstica cambia radicalmente
el pronóstico de los pacientes. La OCT ha
supuesto la posibilidad de evitar la ceguera.
Es así de simple. Pero al mismo tiempo así
de complicado. Porque no existen grandes
obras, como el Kanski o el Yannuzzi (por
poner algún ejemplo), donde acudir ante una
emergencia. Sabemos muchas cosas, podría-mos
saber muchas más, y no sabemos ni es-tamos
cerca de saber muchísimas otras. Pero
en cualquier caso nuestra aspiración debe ser
alcanzar el idilio amoroso con la maravilla
de la OCT. Debe ser alcanzar la excelencia
en el diagnóstico tomográfico de la patología
macular y retiniana. Porque de ello depende
en gran medida el pronóstico de la visión del
paciente sentado al otro lado del tomógrafo.
A un enfermo no le da igual tener una de-generación
macular o una paquicoroidopa-tía,
unas telangiectasias yuxtafoveales o una
central serosa, un nevus o un hemangioma
en su coroides… porque además el enemigo
google acecha tras cada esquina para DESin-formar.
De hecho a nosotros como oftalmó-logos
no nos debería dar igual ofrecer uno
u otro diagnóstico como si no importara. Sí
que importa. Todavía se encuentra uno con
oftalmólogos que afirman que se sobrevalora
la OCT. ¡¡Qué disparate!!… es como poner
en entredicho el valor de un ecocardiogra-ma,
el de una resonancia magnética cerebral,
el de un PET-TAC... Pero con todo se debe
convivir. Para los más academicistas y puris-tas
quisiera puntualizar que efectivamente la
OCT no reemplaza (siempre) a la exploración
convencional. Obviamente no. Pero la OCT
es el arma principal dentro de nuestro arsenal
como oftalmólogos. ¿No es cierto?
Así pues, lo primero para estructurar
nuestras mentes es saber qué es lo que vemos.
Cada estructura tiene un nombre propio y
único, que no admite elucubraciones ni inter-pretaciones
personales que sólo podrían ser
fallos garrafales de interpretación. Así que,
por favor, retengan y asimilen la información
de la figura 1.
La inmensa mayoría de alteraciones pa-tológicas
que afectan a la retina producen
alteraciones en su ultraestructura visualiza-bles
con la OCT. Es sencillo reconocer los
distintos patrones de edema retiniano que se
muestran en la figura 2. Y además seguir en
GALLEGO PINAZO R
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Fig. 1:
Nomenclatura de
las estructuras
tomográficas en
vítreo, retina y
coroides. ILM:
Membrana
limitante interna;
RNFL: Capa de
fibras nerviosas
de la retina; GCL:
Capa de células
ganglionares; IPL:
Capa plexiforme
interna; INL: Capa
nuclear interna;
OPL: Capa
plexiforme externa;
ONL: Capa
nuclear externa;
MLE: Capa
limitante externa;
OS: Segmentos
externos de los
fotorreceptores;
EPR: Epitelio
pigmentario de la
retina.
Fig. 2: Patrones
de engrosamiento
macular.
Fig. 3:
Espectro de
manifestaciones
tomográficas
en patología
de la interfase
vítreomacular.
Las grandezas de la tomografía de coherencia óptica
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el tiempo los cambios que acontecen con una
precisión de milésimas de milímetro. ¿No les
parece fascinante?
Igualmente, pueden identificar con pre-cisión
las alteraciones morfométricas que in-ducen
cambios en la apariencia normal de la
retina interna en el contexto de patologías de
la interfase vítreomacular (fig. 3), y aquellas
que inducen cambios en la apariencia normal
del complejo formado por la retina externa y el
epitelio pigmentario de la retina (EPR) (fig. 4).
Buceando hacia la coroides en las imáge-nes
tomográficas pueden visualizar los cam-bios
de grosor extremos en el tejido coroideo
(fig. 5). En pacientes dentro del rango de
edad de degeneración macular asociada a la
edad podemos encontrar coroides de grosor
inferior a 125 micras; esto se llama Atrofia
Coroidea Asociada a la Edad (ARCA) y en
sí mismo puede ser sintomático y producir
alteraciones en la visión aun en ausencia de
otros signos de DMAE avanzada. En la otra
cara de la moneda están las enfermedades
que producen aumentos de grosor de la co-roides
de una forma menos tipificada que en
los casos de ARCA. La epiteliopatía pigmen-taria
paquicoroidea y la neovasculopatía pa-quicoroidea
son diferentes de la maculopatía
asociada a la edad y la DMAE neovascular
respectivamente. Nada que ver, de hecho. Es-tas
entidades paquicoroideas se caracterizan
por un aumento en el volumen de los grandes
vasos coroideos situados en la capa de Haller,
lo cual produce una compresión en la corio-capilar
suprayacente y esto a su vez genera
alteraciones hipóxicas en el EPR que se tra-ducen
en cambios degenerativos «tipo drusa»
en pacientes con epiteliopatía, y en desarrollo
de tejido neovascular en pacientes con neo-vasculopatía.
En estos casos no acecha el
gran riesgo de pérdida severa de visión como
en la DMAE. Es importante distinguirlo.
En conclusión, tienen el privilegio como
oftalmólogos del año 2016 de disfrutar de las
imágenes tomográficas para entender y estu-diar
qué le pasa a las retinas de sus pacientes.
No es sobrevalorar una técnica de imagen.
Es simplemente que la OCT ha cambiado
nuestras vidas y las visiones de nuestros pa-cientes.
Es nuestra mejor aliada en la lucha
contra la ceguera. Disfrutemos de esta posi-bilidad
y sigamos aprendiendo juntos.
Fig. 4: Ejemplos
tomográficos
de distintas
alteraciones
a nivel del
complejo de la
retina externa
y el epitelio
pigmentario de la
retina.
Fig. 5: Patologías
asociadas
a cambios
significativos del
grosor coroideo.