135
Domingo, 06/03/2005, temprano.
Karem nos prepara un café en su casa.
Como siempre, manteniendo una entereza
propia de una mujer fuerte, nos cuenta lo mal
que lo estaba pasando Joaquín, con el que
estuvo toda la noche del Sábado al Domingo
en el ambulatorio de Santa Brígida. En ese
momento Joaquinillo dormía fruto de tanta
sedación y de tanto cansancio que permitió a
aquella mujer desahogarse y hablar tranquila-mente.
Tras escucharla decidimos, junto con
Karem, que estaría mejor en el Hospital Insu-lar
para que le controlaran de forma más
directa tantas molestias.
Nos acercamos a su cama y tenía los ojos
abiertos, con las gafas puestas. Él sabía que
eran los últimos momentos y no quería per-derse
detalle. Nos reconoció y esbozó una
sonrisa cariñosa. Le comentamos que lo ide-al
sería ingresarlo y, tras dudar algunos minu-tos,
se vistió con la ayuda de Karem y prepa-raron
una pequeña maleta con lo mas básico.
En las afueras de su casa, antes de entrar
en el coche,dijo: ¡Hasta el año que viene!,
mirando hacia su casa.
El paisaje era precioso y él, siempre dándo-nos
una lección de pundonor y de optimismo,
comentó con mucho esfuerzo, y con un lengua-je
confuso: Cuando me recupere organizamos
una paellita en el campo, al lado de un presa.
En la puerta de Urgencias del Hospital
Insular, se bajó del coche con gran dificultad,
sin poder sacar la pierna derecha, la cual
tenía insensible desde hacía casi 1 mes y ayu-dado
por su bastoncito. Jadeante comentó:
creo que aquí voy a estar mas tranquilo.
Se quedó ingresado en una habitación,
junto con Karem con la que había celebrado
hacía unos meses los 25 años de casados, no
sabemos si fue fruto de la casualidad ó quizás
sabiendo lo que le pasaba quiso homenajear a
esa mujer que estuvo siempre a su lado, para
lo bueno y para lo malo.
El Domingo transcurría con normalidad,
claro está que para nosotros, porque allí den-tro
terminaban las últimas horas de Joaquín,
justo en la noche del domingo 6/3/2005 al
7/3/2005.
No queremos terminar estas palabras
diciendo lo que Joaquín nos enseñó de la
vida, de la oftalmología, de la amistad, de la
ilusión, del cariño, del compañerismo, de la
familia, de… tantas cosas, pero una cosa está
clara: tuvo que ser ese cáncer pulmonar el
que acabó con una de las personas con mayor
alegría de vivir y de ser él mismo. Ese era su
secreto: ser el MISMO.
Joaquinito, siempre estarás con nosotros y
siempre serás nuestro Presi.
Va por ti Joaquinito. ¡Que descanses en
Paz!
Para Joaquín López Villar.
TUS AMIGOS
ARCH. SOC. CANAR. OFTAL., 2005; 16: 135-136 NOTA
Va por tí, Joaquinito