Revista Latina de Comunicación Social
48 – marzo de 2002
Edita: Laboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social
Depósito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
Año 5º – Director: Dr. José Manuel de Pablos Coello, catedrático de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara - Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; España)
Teléfonos: (34) 922 31 72 31 / 41 - Fax: (34) 922 31 72 54
La compilación de programas de mano Metro-Goldwyn-Mayer
Dr. James F. Willis García-Talavera ©
La Laguna
RESUMEN: El programa de mano Metro-Goldwyn-Mayer ha representado durante años el reflejo socio-cultural de una etapa de
la historia de España, convirtiéndose en un auténtico generador de ilusión que propició el comienzo de grandes pasiones
compiladoras. El coleccionismo de programas de mano, una práctica que en épocas pasadas fue menospreciada, degradada y
vituperada, ha adquirido la consideración social necesaria para ser asimilado a otras vertientes mejor ponderadas. Este hábito
compilatorio no debe ser entendido, por tanto, como la mera afición a coleccionar programas de mano ya que ésta implica el
desarrollo de una técnica específica para su ordenación, análisis y estudio, en la mayoría de los casos, siguiendo el método
científico.
ABSTRACT: The MGM program has represented for many years the socio-cultural reflexion of an era in the history of Spain,
becoming an authentic generator of illusions which encouraged the beginning of big compilling passions. Program collecting, a
practice despised in the past, degraded and vituperated has acquired the necessary social consideration to be assimilated by
other vertients better considered. This complling habit mustn´t be understood as a mere interest in collecting since this implies
the development of an specific tecnique for its classification, analysis and study, following in most cases the scientific method.
Palabras clave: M-G-M; programa de mano; Metro-Goldwyn-Mayer; coleccionismo; cinefilia
El coleccionismo de programas de mano puede convertirse en un hábito compilatorio reglado, de contrastada formalidad, al que
le puede ser incluso aplicado el método de investigación científico. En líneas generales, es comparable a otras variantes más
conocidas y mejor consideradas del coleccionismo como la filatélica, numismática o, sin ir más lejos, la que genera la simple
bibliofilia, que, sin lugar a dudas, es la modalidad coleccionista más respetada socialmente.
Buena prueba de estas afirmaciones son los extraordinarios paralelismos existentes entre la bibliofilia y el coleccionismo de
programas de mano, que de forma esquemática hemos querido resumir en una docena de puntos:
1. El exclusivismo, rareza y valor de un libro, así como de un programa de mano, se establece analizando diversos
criterios, que generalmente no guardan ninguna relación con el mérito literario de la obra ni con el de la película
anunciada.
2. El valor económico de los libros y de los programas de mano puede venir determinado por la limitación de la tirada, el
modo de impresión, el tipo de papel, el formato, la antigüedad, los autores –actores o actrices en nuestro caso– y la
excepción a la norma.
3. Los libros más codiciados por los coleccionistas suelen ser las primeras ediciones. Paralelamente, el coleccionista de
programas de mano valora más –salvo excepciones– los ejemplares correspondientes a estrenos.
4. Generalmente, los bibliófilos dirigen sus preferencias hacia los escritores de prestigio. Del mismo modo, los cinéfilos
enfocan sus ansias compiladoras hacia las superestrellas, tratando de obtener todos los programas de mano
pertenecientes a sus respectivas filmografías.
5. Ambos buscan con ahínco el llamado "ejemplar raro" y excepcional que se distinga de los demás de su serie. Algo
que, además, les dará prestigio ante otros coleccionistas.
6. Entre los libros raros algunos adquieren un valor especial para los bibliófilos, por haber sufrido daños en la impresión y
encuadernación: una cubierta defectuosa, una página de créditos superflua o desaparecida, un error tipográfico
importante... El coleccionista de programas de mano valora igualmente los errores de imprenta, las desapariciones de
nombres y los cambios de títulos que dotan de excentricidad a determinados ejemplares.
7. Cuanto más difícil sea la localización y adquisición de un ejemplar, dificultad que suele ser directamente proporcional a
su antigüedad, más apreciado será. En el caso de los libros, ocupan el primer puesto de dificultad los llamados
incunables –ejemplares impresos antes del año 1500– y entre los programas de mano, los ejemplares pertenecientes a la
época del cine mudo.
8. Muchos de estos libros y programas de mano han desaparecido con el paso de los años, y otros han sufrido
importantes daños, lo que aumenta considerablemente el valor de las escasas copias que aún se conservan.
9. Además de libros raros, los bibliófilos se interesan por colecciones temáticas que responden a sus intereses
personales: libros de viajes, los ilustrados por ciertos artistas, ejemplares impresos por particulares, biografías de un
personaje determinado, o todas las ediciones de los libros de un mismo escritor. El cinéfilo siempre opta por completar la
filmografía de un determinado actor o actriz, por las películas de una productora o distribuidora concreta, o por su género
cinematográfico preferido: musical, comedia, aventuras, terror, etc.
10. El coleccionista que consigue reunir una colección especial a lo largo de su vida contribuye a la preservación de los
libros para la posteridad, puesto que muchas de las grandes bibliotecas académicas del mundo se crearon a partir de
colecciones particulares. Exactamente lo mismo ocurre en el caso de las filmotecas que enriquecen su patrimonio
documental, casi exclusivamente, a través de la adquisición de colecciones privadas. 1. Los libros raros alcanzan precios
muy elevados en las subastas y las transacciones privadas. Determinados programas de mano excepcionales pueden,
igualmente, llegar a cifras desorbitadas.
12. El coleccionista de libros suele ser un apasionado de la literatura, y si no lo es previamente está predestinado a serlo.
Lo más probable es que el cinéfilo –sobre todo, el de épocas pasadas– se haga con una mayor o menor colección de
programas de mano, casi sin darse cuenta; y también es muy probable que el coleccionista de programas de mano se
convierta, tarde o temprano, en cinéfilo. Por este motivo, frecuentemente se suele utilizar el término cinéfilo para designar
a un mero coleccionista de programas de mano.
Con el paso de los años, aquella concepción degradante del coleccionismo de programas de mano fue paulatinamente
desapareciendo y cada vez eran más frecuentes las asociaciones de cinéfilos, las ferias de coleccionistas, las subastas de
carteles y programas de mano, etc. Igualmente es destacable la proliferación de tiendas especializadas en las grandes
ciudades, como Madrid, Barcelona o Valencia, constituyéndose en el blanco de la continua peregrinación de los coleccionistas
de todo el territorio español.
Aparte del consabido culto a las superestrellas, muy ligado a la cinefilia, el coleccionismo de programas de mano obedece
también a una gran diversidad de conceptos, que van desde las características formales –existen coleccionistas que se limitan
únicamente a los modelos troquelados, a los dobles o a los sencillos– hasta el amplísimo grupo de las intrínsecas o materiales.
Dentro de este último apartado se puede interesar por otras especialidades profesionales, aparte de los actores y actrices, como
director o productor de la película, o incluso concentrarse en la imprenta o el dibujante del propio programa de mano.
También el genero cinematográfico –terror, aventuras, comedia, musical, etc.– constituye otra de las alternativas más comunes,
pero esta disyuntiva no suele ser exclusiva puesto que, frecuentemente, se solapa con otras opciones temáticas afines.
Dentro del género de terror, están muy cotizados los programas de mano dobles de Muñecos infernales (The Devil Doll) y La
marca del vampiro (Mark of the Vampire), de Tod Browning, y el correspondiente a Las manos de Orlac (Mad Love), de Karl
Freund. También, las tarjetas de La parada de los monstruos (Freaks), de Browning; y, muy especialmente, las
correspondientes al estreno de La máscara de Fu Manchú (The Mask of Fu Manchu), de Charles Brabin.
En el género de aventuras destacan, sobre todo, el doble y las tarjetas de Tarzán de los monos (Tarzan the Ape Man), de W. S.
van Dyke ; y, en segundo lugar, la tarjeta y el modelo doble, de apertura vertical de Tarzán y su compañera (Tarzan and his
Mate), de Jack Conway y Cedric Gibbons.
Dentro de la comedia, casi todos los programas de mano correspondientes tanto a las películas de Stan Laurel y Oliver Hardy,
como a las de los hermanos Marx, estrenadas en esos años, son buscados con bastante insistencia.
En el caso de los filmes interpretados por el Gordo y el Flaco, son rastreados todo tipo de programas de mano, tanto tarjetas,
dobles como algunos sencillos del modelo estandarizado, sobre todo, las tarjetas de ¿Por qué trabajar? (One Good Turn), de
James W. Horne; Había una vez dos héroes (Babes in Toyland), de Charles Rogers ; Fra Diavolo (The Devil´s Brother), de Hal
Roach y Rogers ; Un lío de familia (Twice Two), de James Parrott; El abuelo de la criatura (Pack Up Your Troubles), de George
Marshall; La estropeada vida de Oliverio VIII (Oliver the Eighth), de French y Rogers ; Compañeros de juerga (Sons of Desert),
de William A. Seiter, y Una fiesta en Hollywood (Hollywood Party), de Richard Boleslawski .
Los dobles correspondientes a los estrenos de Los calaveras, Politiquerías, Laurel y Hardy en el Oeste (Way Out West) y Dos
fusileros sin balas (Bonnie Scotland), de James W. Horne; De bote en bote, de James Parrott; Dos pares de mellizos (Our
Relations), de Harry Lachman; Quesos y besos (Swiss Miss), de John G. Blystone; Un par de gitanos (The Bohemian Girl), de
Horne y Rogers, así como los de Había una vez dos héroes, La estropeada vida de Oliverio VIII y El abuelo de la criatura.
Incluso los sencillos en modelo estandarizado de Quesos y besos, Laurel y Hardy en el Oeste y Dos pares de mellizos.
En cuanto a los programas de mano de los hermanos Marx, el radio de búsqueda se reduce bastante. Se trata, únicamente, de
los modelos sencillos y dobles correspondientes a cuatro películas: Una noche en la ópera (A Night at the Opera), Un día en las
carreras (A Day at the Races), Una tarde en el circo (Marx Brothers at the Circus) y Los hermanos Marx en el Oeste (Go West),
las dos primeras dirigidas por Sam Wood y las dos últimas por Edward Buzell. Como ya fue comentado en su momento, Tienda
de locos (The Big Store), de Charles Reisner, no fue estrenada en España hasta el año 1983, por lo que no existe programa de
mano.
El género musical, que tuvo su apogeo a partir de los años cuarenta, no suele presentar mucha dificultad para los
coleccionistas, ya que la mayoría de sus programas de mano –exceptuando sólo las primeras películas de Jeanette Mac Donald
y Nelson Eddy– fueron elaborados siguiendo modelos estandarizados y en grandes tiradas.
La variante que realmente rivaliza con las superestrellas por ocupar el primer puesto en la escala de apetencias coleccionistas
es el de los llamados ejemplares raros, es decir, aquellos programas de mano que no llegaron a salir nunca de los talleres
gráficos o no lograron difundirse por haber sido inmediatamente retirados tras su puesta en circulación o porque correspondían
a tiradas muy limitadas.
Al primer grupo pertenecen una serie de programas de mano vetados por la censura y otros que son simples ejemplares de
prueba elaborados por la imprenta para ensayar composiciones, contrastes cromáticos, etc. En el segundo grupo, mucho más
numeroso, se encuentran todos aquellos programas de mano que reflejan involuntarios errores de impresión y los que dejaron
de circular por posteriores oposiciones de tipo censorio. Tanto unos como otros son altamente cotizados en el mercado
coleccionista.
Por motivaciones de tipo moral o político, se originaron una serie de programas de mano con tachaduras, cambio de títulos o
ausencia del nombre de actores vetados, que también son buscados, aunque la cotización en ningún caso llega ser
excesivamente alta debido a la abundancia de ejemplares.
Dentro de la categoría de los denominados ejemplares raros, quizá las pruebas de imprenta ocupen el lugar de máxima
veneración coleccionista, sobre todo, por su singularidad –no todo coleccionista puede presumir ante sus colegas de poseer un
programa de mano único– o por su extremada escasez. La mayoría de estas pruebas eran destruidas tras decidirse cuál iba a
ser el modelo definitivo, pero, por distintas y extrañas circunstancias, algunos consiguieron evitar su planificada aniquilación,
convirtiéndose en ejemplares aislados y, para muchos, objetos de culto.
Hemos podido acceder a una colección privada que contenía uno de estos singulares programas de mano: una prueba del
modelo sencillo estandarizado de la película Mares de China (China Seas), de Tay Garnett. La única diferencia se encuentra en
el color de los rótulos de los nombres de los protagonistas, amarillos sobre fondo rojo y no blancos como los del modelo
definitivo.
Es paradójico comprobar que, atendiendo a propiedades como la vistosidad y el contraste cromático, la prueba supera con
creces al modelo de programa de mano que se eligió definitivamente para ser distribuido. Lo que lleva a plantearse: ¿por qué
causa se llevó a cabo esta contradictoria elección?
Nuevamente, hallamos la explicación a esta sorprendente preferencia en motivaciones de carácter político. Si tenemos en
cuenta que este programa de mano corresponde a la reposición de la película Mares de China en la inmediata posguerra, una
etapa histórica de máxima actividad censoria y exacerbación de ciertos valores morales y patrióticos, no es descabellado pensar
que hubiera resultado inapropiado utilizar los colores de la enseña nacional –amarillo sobre fondo rojo– para anunciar el nombre
de una actriz como Jean Harlow, que años atrás había sido tachada de frívola y voluptuosa. Lo más probable es que la decisión
última partiera de la propia empresa Metro-Goldwyn-Mayer Ibérica, como prudente maniobra de anticipación para prevenir
contratiempos ulteriores, que presumiblemente aparecerían tras llevarse a cabo una tirada de ejemplares bastante numerosa, ya
que se trataba de programas de mano estandarizados.
Los errores de impresión han hecho excepcionales una serie de parejas de programas de mano sencillos en formato
estandarizado. Una duplicidad que se producía desde el momento en que la imprenta en cuestión procedía a subsanar el desliz
cometido.
Particularmente, destacan una serie de emparejamientos: los dos ejemplares de Esta mujer es mía (I Take This Woman), de W.
S. van Dyke, diferenciados por la tonalidad cromática de la silueta de Spencer Tracy, una verde y otra azul; los dos ejemplares
de El extraño caso del Dr. Jekyll (Dr. Jekyll and Mr. Hyde), de Victor Fleming, que se distinguen por el color de los rótulos de los
apellidos de los protagonistas, rojo y negro, y la pareja de ejemplares de Margarita Gautier (Camille), de George Cukor, cuya
diferencia estriba únicamente en el tamaño del logotipo M-G-M.
Es también significativo el error por omisión que se produjo al imprimir una de las tiradas del programa de mano sencillo del
estreno de Lo que el viento se llevó (Gone With the Wind), de Victor Fleming, sin el elemental e imprescindible logotipo M-G-M,
que, además, tenía que haberse ubicado en posición central. Obviamente, esta reducida serie de ejemplares también es objeto
de constantes pesquisas por parte de los coleccionistas.
Hemos podido localizar y analizar uno de estos cotizados ejemplares y comprobamos que no fue elaborado en los habituales
talleres gráficos Viladot, sino por la empresa Carville, sita en el número 149 de la calle Bailén, de Barcelona. Lo más probable es
que este imperdonable error provocara que Metro-Goldwyn-Mayer Ibérica nunca más le encargara otro trabajo.
Los programas de mano pertenecientes a tiradas limitadas, sólo por el hecho de ser escasos y difíciles de localizar, tienen
siempre acrecentada su tasación coleccionista –haciendo cierto el principio económico: "bien escaso igual bien costoso"–, con
independencia de cualquier otro valor de tipo material o formal que pudieran tener. Dentro de este apartado podemos citar, a
modo de ejemplo, los programas de mano sencillos en formato estandarizado y disposición apaisada de El gran Ziegfeld (The
Great Ziegfeld), de Robert Z. Leonard, y La indómita (Reckless), de Victor Fleming.
La sección de programas de mano censurados es bastante amplia y diversa, y el relativo acrecentamiento en la cotización de
alguno de sus ejemplares obedece, casi de modo exclusivo, a su grado de exigüidad, sin llegar a tenerse en cuenta el origen ni
el tipo de manipulación censoria –al existir un amplio abanico programas de mano censurados, carece de interés coleccionista–
llevada a cabo.
Así, por ejemplo, es notoria la estimación de los dos programas de mano sencillos en formato estandarizado de No más mujeres
(No More Ladies), de Edward H. Griffith, un filme que sufrió en breve espacio de tiempo la retirada y sustitución de un ejemplar
por otro, tras el sucesivo veto de sus protagonistas principales. Fueron maniobras que limitaron, de manera considerable, el
tiempo efectivo de circulación.
El primer modelo estandarizado de este programa de mano se diseñó cuando ya estaba vigente la prohibición de citar el nombre
de dos de sus estrellas, Joan Crawford y Franchot Tone, pero en una fecha en la que aún no lo estaba Robert Montgomery, por
lo que se decidió mostrar los rostros de los tres protagonistas pero con el nombre de este último actor como única referencia
escrita, bajo el título.
Poco tiempo más tarde, cuando Montgomery fue nombrado presidente del sindicato de actores y vetado, casi de forma
automática en España, se procedió a retirar los anteriores ejemplares, diseñándose uno nuevo en el que la referencia se cambia
por la de "La película de las tres estrellas", sin constar el nombre de ninguno de los tres protagonistas.
Existen otros programas de mano con supresiones múltiples en los que se muestran rostros sin nombre, como en los sencillos
en formato estandarizado correspondientes a Vivamos hoy (Today We Live), de Howard Hawks; La llama eterna (Smilin´
Through), de Sidney Franklin, o, sin ir más lejos, el citado anteriormente de La indómita, pero ninguno de estos llega a los límites
del programa de las tres estrellas donde la aniquilación de nombres es absoluta.
El capítulo de las tachaduras no suele implicar necesariamente el alza de la apreciación o de la relevancia coleccionista para un
determinado programa de mano, sino que, por el contrario, muchas veces cercena su atractivo estético y provoca su general
menosprecio.
Por citar un par de ejemplos, encontramos tarjetas tachadas de Mademoiselle Doctor (Stamboul Quest), de Sam Wood, y de
Reunión (Reunion in Vienna), de Sidney Franklin, y ninguna tiene un valor desmesurado en comparación con otras que no han
sido tachadas.
El cambio de títulos sí que encarece la obtención de un determinado programa de mano, sobre todo en lo que respecta al previo
u original, que normalmente era el que estaba circulando durante menos tiempo.
Tal es el caso de las tarjetas y dobles diseñados para el estreno de 100% pura (The Girl from Missouri), de Jack Conway, que
poseen un valor muy superior a los que fueron elaborados con el título de Busco un millonario, y de los programas de mano del
estreno de Rebelión a bordo (Mutiny on the Bounty), de Frank Lloyd, mucho más apreciados que los que circularon bajo la
denominación de La tragedia de la Bounty.
Algo similar ocurre con los programas de mano creados con motivo del estreno de Por sendas distintas (Manhattan Melodrama),
de W. S. van Dyke, con respecto a los que llevaban el título posterior de El enemigo público nº 1, aunque en este caso la
permuta se debiera, no a motivaciones censorias como en los ejemplos anteriores, sino a los propios intereses de la empresa
distribuidora Metro-Goldwyn-Mayer Ibérica.
Una vez analizadas todas las principales características del coleccionismo de programas de mano, queremos concluir este
artículo destacando los dos motivos fundamentales que, a nuestro juicio, llevaban a muchas personas a elegir esta opción como
su peculiar forma de acercarse al séptimo arte. Hablamos de la confluencia de dos tendencias: se trataba de un objeto atractivo,
esplendente y bastante asequible, que permitía a cualquier persona iniciar una colección de imágenes –en función de su valor
artístico, descriptivo o estrictamente compilatorio–, con un mínimo esfuerzo y constituía la materialización de los sueños en
papel de toda una generación de amantes del cine.
Cuando el cine era, como nunca antes lo fue, el arte del sueño consciente.
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:
1. Boorstin, Daniel, 1962, The Image, Londres, Weidenfeld and Nicolson.
2. Dyer, Richard, 1987, Heavenly Bodies: Film Stars and Society, Londres, Macmillan.
3. –– 2001, Las estrellas cinematográficas, Barcelona, Paidós.
4. Gubern, Román, 1974, Mensajes icónicos en la cultura de masas, Barcelona, Lumen.
5. ––1977, El cine sonoro en la II República, 1929-1936, Barcelona, Lumen.
6. ––1981, La censura: función política y ordenamiento jurídico bajo el franquismo (1936-1975), Barcelona, Ediciones
Península.
7. ––1995, “El cine sonoro (1930-1939)”, en VVAA, Historia del cine español, Madrid, Cátedra, págs. 123-142.
8. ––1997, Historia del cine, Barcelona, Lumen.
9. Henderson, Brian, 1972, The Structure of André Bazin Thought, en Film Quarterly, vol. XXV, nº 4, (verano), págs. 15-27.
10. Jarvie, Ian C., 1974, Sociología del Cine, Barcelona, Ediciones Guadarrama.
11. Metz, Christian, 1974a, Language and Cinema, La Haya, Mouton.
12. ––1974b, Film Language. A Semiotics of the Cinema, Nueva York, Oxford University Press.
13. ––1979, Psicoanálisis y cine. El significante imaginario, Barcelona, Editorial Gustavo Gili.
14. Powdermaker, Hortense, 1950, Hollywood, The Dream Factory, Boston, Little, Brown and Co.
15. Rockwell, Joan, 1974, Fact in Fiction, Londres, Routledge and Kegan Paul.
16. Teixidor Cadenas, Carlos, 1999, La tarjeta postal en España 1892-1915, Madrid, Espasa Calpe.
17. Walker, Alexander, 1974, El estrellato: El fenómeno de Hollywood, Barcelona, Anagrama.
18. ––1980, Garbo: A Portrait, Nueva York, Macmillan.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS:
Willis García-Talavera, James F. Willis (2002): La compilación de programas de mano Metro-Goldwyn-Mayer.
Revista Latina de Comunicación Social, 48. Recuperado el x de xxxx de 200x de:
http://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina48marzo/4802willi.htm