Revista Latina de
Comunicación Social
ICOM'98
(La Habana)
La Laguna (Tenerife) - mayo de 1999 - número 17
D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 - 5820
http://www.ull.es/publicaciones/latina
[Marzo de 1999]
La misma película… y la película de cada cual
Un estudio sobre el consumo televisivo de cine en tres comunidades habaneras
Lic. Yanet Toirac García ©
Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, Cuba
yanet@fcom.uh.cu
Un sábado en La Habana es mucho más que el día destinado a los quehaceres domésticos, las
reuniones en familia o el descanso corporal. Para muchos habitantes de esta capital caribeña, el relleno
de la última noche de la semana se disputa entre quedarse en casa para disfrutar de las películas de la
tele o elegir alguna de las alternativas que supone andar la ciudad, algo menguadas en los tiempos que
por aquí corren.
Y es que "La película del sábado", comencemos a llamarla por su nombre, tiene personalidad propia y ha
salido de los predios hogareños: lo hace todos los lunes cuando muchos la comentan lo mismo en los
centros de trabajo que en las paradas de ómnibus y cada vez que un nuevo chiste popular sustituye a
otro donde sigue siendo la protagonista. Diría incluso que hasta cuando sus detractores (esos que "no
pueden con ella" por ser demasiado poco para su cultura cinematográfica) al menos dejan explícita la
postura de negarla. De modo que hoy no sólo es mucha la gente que aquí consume el filme sabatino sino
también aquella que lo enriquece en el espacio urbano.
Este comportamiento de audiencia, sin embargo, no ha de sorprendernos. Si repasáramos por arribita la
historia del cine en este país, nos percataríamos que los cubanos tradicionalmente hemos sido
consumidores de películas en cualquier formato. A esta Isla llegaría el cinematógrafo apenas dos años
más tarde de su descubrimiento; y ya para la temprana fecha de 1910 existían aproximadamente
doscientas pantallas de 35 mm en todo el país. El desarrollo que tendría en las décadas siguientes sería
significativo: la producción local se fomentaba paulatinamente —llegó a marcar récord de filmación (aún
mantenido) de 14 largometrajes en 1950—, y en este mismo año 57 millones de espectadores acudirían
a las 521 salas con las que se contaba a lo largo y ancho de la nación.
Para la década del cincuenta, el acto de ir al cine no era un hecho disperso y ocasional entre nosotros.
Los índices de frecuencia anual atestiguan que, unas once veces como promedio, cada cubano ocupaba
una luneta para sumergirse en la oscuridad de un ambiente sosegado y disfrutar del "encantamiento" de
las escenas de turno, no ya al estilo de aquellas proyecciones de inicios de siglo que despertaban pavor
en los boquiabiertos espectadores, sino haciéndose más partícipes de los relatos de ficción que el
celuloide narraba.
Por esta misma época se introducía la señal televisiva, sólo que habría que esperar unos años más para
que pudiera ser captada por la mayoría de los habitantes. La audiencia de cine aumentaba con creces Â
—tanto en los años iniciales cuando la adquisición de los aparatos receptores iba siendo lenta sobre todo
en el interior del país, como también en los siguientes en que ya estaba la televisión bien afianzada como
medio de comunicación—, alcanzando la cifra vértice de 107,5 millones de tickets vendidos en 1970.
A partir de entonces, esta historia comienza a tomar otro rumbo porque nunca más las salas
cinematográficas de la isla vivirían esos años de gloria. Tras dos décadas de vertiginosa disminución de
asistencia de público, hoy por hoy los cubanos acudimos a sus predios apenas dos veces como
promedio en 365 días. Sólo un acontecimiento rompe con esta monocorde realidad: el Festival
Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Sin embargo, a no ser por la vorágine citadina que este
evento moviliza más bien en la capital, podría catalogarse de gris el panorama que ofrece la pantalla
grande para los consumidores de sus películas.
Las causas de tal situación son perfectamente visibles e igualmente explicables. La crisis económica del
último decenio ha incidido en todas las esferas de la vida nacional, y también ha constreñido,
naturalmente, el fondo monetario disponible para la adquisición de filmes de estreno, lo que ilustra el
porqué de las famélicas y desfasadas carteleras de cine. Si a esta poco estimulante oferta se le adiciona
un conjunto de limitantes aledañas y omnipresentes para la generalidad —léase dificultades con el
transporte local, agobios por las circunstancias complejas que atraviesa la nación—, entonces no es
muy difícil constatar salas semivacías en cualquier día de la semana y un repliegue hogareño también
expresado en los altos índices de consumo de filmes por televisión.
Pero antes de indagar en las interioridades del medio televisivo quisiera hacer otros dos apuntes. Lo
primero es que en Cuba la tenencia de videocassettera aún sigue siendo un hecho minoritario. Por
restricciones comerciales no está permitida la venta de este artículo electrodoméstico en la red de
tiendas nacionales. Quedarían las salas de vídeo que, como modalidad de carácter colectivo, empezó a
llevarse a la práctica desde finales de los ochenta. En los momentos iniciales gozó de una rápida
expansión, pero más tarde la audiencia la iría relegando por otras opciones. Lo segundo es que la
implementación de canales por cable o satélite aún está en fase de proyecto y legalización, de modo que
esta carencia reduce aún más los posibles espacios donde buscar programación cinematográfica.
Hoy por hoy, los cubanos consumimos filmes preferentemente puertas adentro, es una realidad.
Actualmente, son dos los canales que la televisión nacional posee, y dentro de ellos, ocho los espacios
de proyección de largometrajes. Es este medio audiovisual el que concentra el universo fílmico de la
mayoría de los cubanos, y sobre esos ocho programas, por tanto, cae la enorme responsabilidad de
satisfacer los más diversos gustos y preferencias de once millones de telespectadores.
A escala universal es también la transmisión de películas la que garantiza horas y horas de relleno dentro
de la propuesta televisiva, por lo que a nadie debe asombrar que los circuitos de pago y gratuitos sean
grandes compradores de largometrajes. Basta una simple ojeada a cualquier parrilla de programación
europea o latinoamericana para comprobar de inmediato el peso que tiene lo fílmico, y más
específicamente, el peso que tiene lo fílmico de origen estadounidense.
Por supuesto que este comportamiento no es caprichoso, y así nos lo recuerda Liliana Lombardero-
Donohue, directiva de la empresa productora Pandora Internacional. "La inevitable competencia
procedente de nuevos canales y las restricciones de los presupuestos televisivos fuerzan a los
responsables de cada televisión a minimizar cualquier tipo de riesgos y apostar por lo seguro: el cine
norteamericano, creador de las grandes estrellas, reclamo de las taquillas de medio mundo. No
olvidemos que la industria norteamericana puede exportar a precios relativamente bajos habiendo
recuperado la inversión en la explotación nacional y en ciertos casos, con grandes beneficios, antes de
lanzarse al mercado internacional"
En apariencia, el caso cubano no distaría mucho de la usanza universal: los filmes que mayoritariamente
se proyectan son gringos. Sin embargo, esta realidad no está predeterminada por una voluntad
empresarial de evitar pérdidas por el éxito que esta cinematografía pueda garantizar, y ni siquiera porque
así se estén satisfaciendo conscientemente ciertas demandas de audiencia, sino antes bien por una
razón muy simple: ante la estrechez financiera no queda otra alternativa.
A consecuencia de la crisis económica que viene padeciendo la Isla tras la caída del muro berlinés y la
consiguiente pérdida de los principales socios comerciales en Europa Oriental, han sido bruscos los
recortes presupuestarios antes destinados en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) para la
obtención de películas en diversas regiones del planeta. Atrás quedaron los años en que se hacían
facturas anuales de cintas de nacionalidad europea, asiática y latinoamericana, y más lejos aún aquellos
en los que el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica, a la vez que adquiría sus derechos
para la pantalla grande, garantizaba que al cabo de los doce meses fuera posible el estreno televisivo.
A esta angostura adquisitiva debemos adicionar que, por el bloqueo económico al que durante casi
cuarenta años nos ha sometido el gobierno estadounidense, el país no sostiene desde principios de los
sesenta ningún tipo de vínculo comercial con aquel, y, por ende, ninguna transacción monetaria ha
podido materializarse entre ambas naciones. De manera que, mientras estas reglas se mantengan,
tampoco los derechos de transmisión de los largometrajes que se captan por el satélite serán legalmente
cobrables. Con todos estos elementos es claramente intuible la argumentación de por qué, de 406
películas estrenadas en los últimos tres años por los canales nacionales, el 86 por ciento son de
procedencia norteamericana.
Ahora bien, con todos estos elementos que ya sabemos condicionan el lado de la emisión, ¿cuánto
habría que averiguar de un consumo que en buena medida está limitado por las contadas propuestas
que se pueden proporcionar? ¿cuánto, si ya forman pautas bien establecidas el hecho de que en la
pequeña pantalla predomine el cine norteamericano en más de un 80 por ciento de los casos, de que no
exista competencia porque sólo haya un espacio fílmico a tal hora de tal día de la semana, de que tanto
escaseen otras ofertas extratelevisivas para mirar largometrajes?
Estos cuestionamientos, efectivamente, serían acertados si nos quedáramos anclados en ese punto, si
nuestros propósitos sólo se ciñeran a intentar explicarnos las lógicas de la emisión, algo que aquí viene a
ser no más que uno de los pasos previos para profundizar en aquello que está pasando del lado que
verdaderamente nos interesa, el otro, el del consumo.
De manera que de aferrarnos a esas preguntas podríamos llegar a distanciarnos de nuestro problema en
cuestión: indagar en las estrategias de recepción que los sujetos articulan en la televidencia de cine,
entendiendo televidencia tal como lo hace el estudioso mexicano Guillermo Orozco, en tanto proceso
complejo que conlleva múltiples interacciones con la TV a distintos niveles y que por tanto no está
circunscrito al momento preciso de contacto directo entre TV y audiencia, ni es tampoco lineal,
inequívoco, transparente, sino que se extiende en el tiempo mezclándose con la vida cotidiana. Es un
proceso en el que intervienen múltiples condicionamientos situacionales, culturales, estructurales,
racionales y emotivos. Asimismo, aquí nos afiliamos al concepto de estrategia de recepción que define
Orozco, es decir, como una concretización de la agencia del sujeto en relación a la TV. Las estrategias
en sí implican horarios de interacción con la tele o con un género en especial, intereses del sujeto,
preferencias, maneras de interactuar con los distintos mensajes y modos concretos de usos de esos
mensajes, todo lo cual supone que los mismos miembros de la audiencia se asumen activos, capaces de
modificar televidencias particulares, pero también capaces de repetir rutinas específicas.
Para desarrollar esta investigación se seleccionaron tres comunidades habaneras de diferente desarrollo
socioeconómico y cultural: Nuevo Vedado, Alamar y Los Sitios, de niveles alto, medio y bajo,
respectivamente. A su vez, en cada una de ellas se eligieron por método aleatorio simple a 50 personas
de 25 familias, haciendo corresponder los porcientos de edades de la muestra con los del país. Aquí la
técnica de la encuesta se utilizó en una primera fase para recopilar aquella información general acerca
del consumo televisivo de cine, pero más aún, del consumo cultural de los ciudadanos encuestados. A
modo de complemento de los datos que se obtuvieron por esta vía, se aplicó una guía de observación en
cada una de las viviendas escogidas. Ya en un segundo momento, y partiendo de los resultados que
ofreció esta pesquisa inicial, se diseñaron e implementaron las tres dinámicas grupales (una en cada
comunidad), esta vez reuniendo a pequeños grupos de no más de siete jóvenes, elegidos de la misma
muestra que ya se había entrevistado.
Con este mezcla de técnicas y enfoques metodológicos cuali y cuantitativos obtuvimos los resultados que
a partir de este momento pasaremos a reseñar.
¿Qué caracteriza comparativamente al consumo televisivo de cine en las tres comunidades
habaneras seleccionadas?
La frecuencia de exposición a los espacios fílmicos televisivos es bastante elevada, no sólo porque
menos de un 10 por ciento de la muestra refirió no consumirlos nunca, sino también porque estos
programas encabezaron la lista de los que se acostumbran ver con más periodicidad. Ahora, más
de la mitad de los entrevistados de Nuevo Vedado y Los Sitios los sintoniza más de tres veces a la
semana, mientras sólo el 28 por ciento de los alamareños manifestaron hacer lo mismo, cifra que
también casi se equipara con la que da cuenta de los que allí los miran una sola vez cada siete
días. En correspondencia, es también mayor el número de personas que en esta comunidad nunca
consume películas, proceder que pudiera estar respondiendo a que a dicha población le resulte
difícil conciliar el horario tardío en que se transmiten la mayoría de los filmes y el tener que
levantarse muy temprano al día siguiente para garantizar la llegada puntual al centro de trabajo o
estudio. Estos sujetos tal vez tienden a reajustar en mayor medida su tiempo televisivo que los
habitantes de las otras dos localidades considerando factores externos, como son la lejanía del
centro de la ciudad y el transporte público extremadamente problemático del que tienen que
depender en su inmensa mayoría para el traslado diario.
La película del sábado fue el espacio cinematográfico más privilegiado por los sujetos de la muestra
al alcanzar un 84,7 por ciento a su favor. Por otro lado, Cinema Europa acapararía los valores
totales más bajos, lo que viene a reforzar la idea de que aún sigue siendo mayor el gusto y arraigo
por las cintas norteamericanas que por las de diferente procedencia.
El policíaco y el suspenso atraparon la mayoría de puntos de los inquiridos de la muestra, mas en
Nuevo Vedado la comedia y el drama entran a competir con aquellos casi con similares
porcentajes, géneros que en Alamar y Los Sitios obtuvieron contrariamente menores tantos, pero
entonces se favorece allí al musical.
Los encuestados en Alamar y Los Sitios suelen descartar o admitir filmes guiándose por gustos
más sectarios que responden a las categorías tradicionales de género o espacio. Al mismo tiempo,
los de Nuevo Vedado tienden a ser menos selectivos tomando en cuenta estas clasificaciones, pero
tal vez lo sean más entrando a sopesar otros fundamentos que tienen que ver con la calidad de la
película en cuestión. Esta actitud pudiera deberse a que los vedadeños posean otra capacidad de
disfrute de variados niveles de oferta y puedan (y hasta gusten de) gratificarse de distinto modo con
cintas que integren un espectro estético más surtido.
Los largometrajes preferidos por la gran mayoría de los sujetos son norteamericanos. Ahora, el
hecho de que aproximadamente un quinto de los entrevistados en Nuevo Vedado y Alamar afirmara
no tener alguna nacionalidad definida de antemano sino que podía tratarse de "cualquier filme que
sea bueno" puede ser un parlamento que se esté sustentado en análisis más profundos a favor de
la calidad real de la cinematografía y menos en determinados estereotipos que tienden a identificar
al cine estadounidense como "el cine".
¿Cuáles son los enfoques semióticos que sobre los filmes más articulan los jóvenes de la
muestra?
En sentido general, los enfoques que prevalecieron acerca de los filmes son de naturaleza
semántica y no sintáctica, de modo que resalta notoriamente el que los sujetos tiendan a centrar el
discurso alrededor de la trama, temas y argumentos de la película, ya sea sintetizando parte del
contenido, o incluso llegando a reproducirse fragmentos de diálogo o describiéndose determinada
secuencia del largometraje.
Las películas que más gustan a los jóvenes son las norteamericanas y se tienden a privilegiar
aquellas que se estructuran en torno a universales y grandilocuentes tramas o bien a historias
"duras" con grandes posibilidades de acomodarse a las realidades personales y del entorno de
cada cual.
Los aspectos vinculados con el argumento del filme fueron también los que más se destacarían
cuando se indagaba acerca de las características que han de estar presentes en un largometraje
para que de veras guste. Los jóvenes de Nuevo Vedado aludieron reiteradamente a que éste posea
un tema interesante desarrollado a través de una trama amena y entretenida, algo a los que de
Alamar se adhirieron pero haciendo hincapié, además, en la carga de realismo y veracidad que
debe tener el guión. En Los Sitios, en cambio, no se particularizó en que debiera abordar un tema
específico, sino más bien se hizo énfasis en la presencia de acción y diálogos fuertes.
Las cuestiones que más se rechazaron de las cintas igualmente versan en torno a lo temático. La
monotonía de la trama y los finales abiertos e inesperados sobresalen como elementos que los
jóvenes de las tres comunidades más confesaron detestar, pero al mismo tiempo estos sujetos
reconocieron que no es "lo tedioso" algo que con frecuencia se perciba en los filmes
norteamericanos. Lo repetitivo de los guiones también es rehusado siempre que se recurra a las
mismas soluciones que hacen predecible –"que no tenga gracia"— el desarrollo argumentativo.
Rara vez, por tanto, se mencionaron los aspectos sintácticos, tales como los planos y tiros de
cámara, la ambientación o la fotografía; sólo esta última sería a ratos aludida pero no como forma
expresiva o lenguaje complementario del texto verbal, sino como elemento decorativo que le
impregna belleza a la imagen visual ofrecida por el largometraje. Así, mientras los jóvenes de Los
Sitios mostraron gran placer por ver paisajes de la naturaleza o del fondo marino, en los grupos de
Alamar y Nuevo Vedado se dividieron las opiniones pues unos no le atribuyen a la fotografía mayor
significado, y otros no la distinguen como algo especial porque refieren fusionarla
inconscientemente con el resto de los elementos formales y semánticos de la película.
¿Cuáles son los enfoques sociopsicológicos que sobre los filmes más articulan los jóvenes de
la muestra?
En el proceso de recepción televisiva de los largometrajes se tiende a alcanzar un comportamiento
negociador con la propuesta cinematográfica que se mueve entre los polos de simple y compleja;
es decir, la mayoría de los sujetos ciertamente presenta una predisposición a aceptar los
contenidos transmitidos en las películas y las resemantizaciones personales que hace que las
asume como interpretaciones fieles de lo que el filme le está indicando; pero en determinadas
circunstancias el mismo sujeto también es capaz de hacer re-creaciones, ahora enriquecidas por
sus propios juicios. Lo que sí apenas se percibe es que tales re-creaciones fueran aceptadas
conscientemente por ellos como alternativas o complementos del punto de vista fílmico, postura
que de verificarse con cierta frecuencia nos inclinaría definitivamente a catalogar a la naturaleza de
la transacción sociopsicológica como de compleja (1).
Los jóvenes de una y otra comunidad no parecen diferenciarse tanto en las maneras de
negociación que se ponen en práctica en la televidencia del filme, como en las resignificaciones
que cada cual da a los mensajes que aquel propone. Digamos que la actitud es similar —
identificarse con las historias que se narran— y que lo que entonces varía es el sentido que los
sujetos le atribuyen al texto, algo en lo que sin dudas están influyendo sus realidades más
próximas, sus vivencias, sus percepciones de la vida. Es a través de las palabras de los
entrevistados de Los Sitios, sin embargo, donde con más claridad pueden distinguirse los
reacomodos mencionados, y donde mejor también se representa la mediación del entorno barrial
que los circunda.
¿Cuáles rituales y costumbres aparecen más vinculados al consumo televisivo de películas en
los jóvenes de la muestra?
Desde el lado de la emisión existen pautas fijas que de alguna manera están condicionando la
organización del tiempo televisivo del que disponen los sujetos para consumir películas por este
medio. Partiendo de tal premisa, es obvio que no se constaten considerables diferencias entre lo
que argumentan unos y otros jóvenes de las tres comunidades acerca de los elementos que
determinan la elección de los largometrajes o del estado de jerarquías dentro del hogar en torno a
las decisiones de lo que se ve.
A pesar de que son pocas las opciones informativas sobre cine con las que se puede contar –ya
sean de corte especializado o de tipo general--, también hay que admitir que aproximadamente la
mitad de los jóvenes de la muestra manifestaron no preocuparse por conocer siguiera cuál es la
programación televisiva de la semana fílmica, actitud que pudiera estar obstaculizando el consumo
y, en últimas, empobreciendo el proceso de recepción que posteriormente se hace de las películas.
Por lo general, se suelen ver los filmes en familia o en solitario, indistintamente. Sin embargo, los
muchachos de Los Sitios también afirmaron hacerlo con los "socios del barrio", forma de
sociabilización que se verifica sobre todo cuando se consumen cintas de vídeo. Esta última es una
práctica relativamente frecuente en esta localidad, más si tomamos en consideración que allí no es
extendida la tenencia del aparato reproductor.
La gran mayoría de los sujetos de las tres zonas habitacionales sostuvieron que los policíacos son
los largometrajes que más se comentan durante su proyección, sobre todo para indagar en los
antecedentes de las acciones. Pero estas pausas agradan siempre y cuando no interfieran la
comprensión de la trama o no adelanten acontecimientos de la misma. En relación con otros
géneros no se puntualizó que fuera adoptado uno u otro comportamiento, argumento que también
viene a redundar en que el policíaco sea, no sólo el formato más privilegiado por los jóvenes de la
muestra, sino el más enriquecido en el proceso de televidencia. La actitud grupal que más dista de
esta generalidad se constató en Alamar cuando fue referido que ciertos "dramas que te llegan" o
"películas que tienen contenido" logran promover el debate entre los amigos o miembros de la
familia, y que estas reflexiones, incluso, pueden trascender del momento mismo o inmediato
posterior de la transmisión y extenderse al día siguiente en las aulas de la escuela.
Otros elementos analizados fueron...
Espacios cinematográficos: al igual que para el resto de la población encuestada, siguen siendo
para estos jóvenes La película del sábado, Toma 1 y Cine de medianoche los programas que
afirmaron ver con más frecuencia.
Lenguaje: Casi la totalidad de los sujetos reconoció gustarle más la claridad de los parlamentos
que los diálogos elaborados o de difícil comprensión. En muchos casos también se vinculó la
sencillez léxica con la naturalidad de los protagonistas.
Actuaciones: El tono familiar con el que son asumidos los roles dentro del filme fue algo que
buena parte de los entrevistados admiraba, y además distinguía, como uno de los rasgos distintivos
del cine estadounidense. Sin embargo, la fuerza dramática o el histrionismo no fueron factores
estimados por los sujetos a la hora de exponer su criterio sobre este tópico.
Personajes: Por la selección de protagónicos que hicieran los jóvenes de Alamar y Nuevo Vedado,
pudiera intuirse que allí se favorecen más aquellos caracteres concebidos con una proyección
psicológica más rica y variada que la de arquetípicos "hombres duros", tipología que más
agraciaron los entrevistados de Los Sitios.
Ritmo: Predomina cierto gusto por lo dinámico, porque en la película "siempre estén pasando
cosas", por las acciones de los personajes. Incluso se tiende a identificar el ritmo lento como algo
intrínseco a las producciones europeas o a algunos dramas, sin establecerse distinciones más
profundas que lo vinculen con otros elementos del filme.
Doblaje: Una amplia mayoría de la muestra prefirió la subtitulación de los diálogos en vez de su
doblaje, y los argumentos redundaron alrededor de que con esta última se pierde parte de la
entonación natural de los parlamentos y de la interpretación del actor.
Época de realización: a pesar de que la mayoría no reconoció rechazar las películas porque
fueran "viejas", creemos que tal postura pudiera estar respondiendo más a estereotipos que a
fundamentos reales pues, contradictoriamente, estos jóvenes dicen no ver en la mayoría de las
ocasiones el espacio televisivo Historia del Cine, programa diseñado especialmente para mostrar
las producciones más relevantes del arte cinematográfico de todos los tiempos.
A modo de conclusión, podemos decir que en el proceso de recepción televisiva de largometrajes, los
jóvenes de la muestra tiende a centrar los argumentos en el enfoque semántico y suelen alcanzar un
comportamiento negociador con la propuesta cinematográfica que se mueve entre los polos de simple y
complejo. En la población de las tres comunidades habaneras elegidas la frecuencia de consumo de
filmes por televisión es bastante elevada, privilegiándose "La película del sábado" como espacio y el
policíaco en tanto género de ficción. En sentido general, las cintas que más gustan son las
norteamericanas.
Consideramos que el tema es lo suficientemente prolífico como para pretender agotarlo en un primer
acercamiento. El consumo televisivo de cine en Cuba, las estrategias de recepción que articula la gente
en la televidencia de largometrajes, y en últimas el destinatario de lo fílmico, pocas veces ha sido
investigado por las científicos sociales del patio. Desde estas páginas sugerimos que se continúe
profundizando en estos tópicos, sobre todo a partir de estudios que se apropien de enfoques etnográficos
para analizar la audiencia. De veras sería muy provechoso que otras aproximaciones consigan seguir
afinando los resultados aquí expuestos.
NOTA
(1) Aquí trabajamos con tres tipologías de comportamientos de los sujetos a la hora de recepcionar
filmes:
de negociación simple. El sujeto presenta una predisposición positiva a aceptar los contenidos
transmitidos en las películas y las resemantizaciones personales son asumidas como
interpretaciones fieles de lo que la propuesta fílmica le está indicando;
de negociación compleja. El sujeto hace re-creaciones personales enriquecidas por sus propios
juicios, las que a su vez puede asumir como alternativas o complementos del enfoque fílmico;
de negociación crítica. El sujeto tiende a dudar o menospreciar los puntos de vista y argumentos
que se exponen en la película, e incluso puede generar reelaboraciones negativistas, contrapuestas
a lo que él mismo identifica como el sentido deseado por el guionista y director.
Este enfoque parte del utilizado por el académico cubano José Ramón Vidal en su tesis doctoral (1998),
donde se indaga por la representación social que existe de los medios de comunicación masiva cubanos.
Las definiciones anteriores son el resultado de reajustes hechos en beneficio de nuestros intereses
investigativos, esto es, en torno a las apropiaciones que de las películas hacen los sujetos de la muestra
seleccionada.
Este trabajo se presentó en el congreso ICOM'98, celebrado en diciembre de 1998 en la
Universidad de La Habana (Cuba), convocado por su Facultad de Comunicación.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE LATINA EN BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre de la autora, 1999; título del texto, en Revista Latina de Comunicación Social,
número 17, de mayo de 1999, La Laguna (Tenerife), en la siguiente dirección
electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999hmy/92yanet.htm