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Revista Latina de Comunicación Social 33 – septiembre de 2000 Edita: Laboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social Depósito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820 Año 3º – Director: Dr. José Manuel de Pablos Coello, catedrático de Periodismo Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara - Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; España) Teléfonos: (34) 922 31 72 31 / 41 - Fax: (34) 922 31 72 54 [junio de 2000] La comunicación política: ¿la diestra o la siniestra del poder político? Lic. Belisario Solano © Diputado y periodista (Costa Rica) INTRODUCCIÓN La comunicación política es, sin duda, el instrumento más importante que liga la acción y el pensamiento de los políticos con la sociedad civil de las naciones. Tomada ampliamente, la comunicación política es una dimensión conceptual y pragmática que sirve para realizar labor de intercambio y de reformulación. Pero, ¿es la comunicación política un elemento que coadyuve a la labor política o es un elemento que la destruya? En las siguientes páginas trataré de responder a esta pregunta. Mi triple condición como ser humano, como hombre político y como profesional de la comunicación no siempre marcha por la vida con armonía y coherencia. Esto porque estas tres dimensiones no siempre responden a un mismo paradigma ético y conceptual. Ni siquiera es posible realizar la praxis de estos tres aspectos con igual experiencia vivencial. El político realiza una labor engarzada en la manera de realizar política en Latinoamérica, en un organismo (el parlamento) que pierde día a día su arraigo en la cultura democrática de nuestras naciones, incluso en Costa Rica cuya tradición de civilidad es centenaria. El devenir político en nuestras patrias tiene mucho de azaroso. No es que esta condición sea patrimonio de la política de América Latina, es que en estas latitudes el azar es violento y endémico. En las últimas dos décadas del siglo XX, parecía que la democracia por fin se asentaría en la región para el beneficio y consuelo de la sociedad civil. Resulta ahora –a punto de comenzar el siglo XXI- que las formas democráticas de gobierno se nos escapan de las manos como arena entre los dedos. El resurgimiento de regímenes fuertes es solo la punta del iceberg. Bajo los acontecimientos recientes en el Perú y en Venezuela, existe todo un preocupante movimiento que no está siendo visto claramente por los políticos tradicionales tan acostumbrados a la facilidad del poder. El aseguramiento del poder no es un asunto ni fácil ni cuestión de costumbre o tradición. El poder es como la amistad, puede ser inquebrantable y leal por muchos años, pero, en un segundo, una pequeñez puede destruirlo. La sociedad civil de América Latina, y más específicamente de Costa Rica, está rectificando sus parámetros para otorgar el poder. Esto es una verdad y una realidad que nos muestran las tendencias que asumen los procesos electorales. Esto tiene dos consecuencias: una: los grupos asentados en la cúpula del poder van a recurrir cada vez más al fraude electoral para mantenerse en sus dominios, con el consiguiente decaimiento del sistema democrático; dos: los partidos alternativos van a surgir como ganadores. Lo cual no sería malo, de no ser por las tendencias irresponsables que muestran muchos de sus exponentes. En la misma Costa Rica los estudios enseñan que el pueblo quiere un hombre fuerte sentado en la silla presidencial. La pregunta evidente es: ¿qué tipo de hombre fuerte quiere el pueblo costarricense para que dirija sus destinos?, o una más interesante: ¿cuál sería el derrotero de ese hombre fuerte una vez asegurado en su sitial? Para el caso de Costa Rica, sería una profunda desgracia que el sistema político se desmejorara significativamente. Lo triste y preocupante es que ya la cultura democrática de Costa Rica muestra signos nefastos que requieren de pronta solución. Para el profesional en comunicación resulta ampliamente interesante comprobar que muchos de los males de los sistemas políticos de América Latina serían menos graves si la comunicación política fuera apropiada, eficaz y consecuente. Grandes y buenas iniciativas se pierden porque los gobiernos no comunican con habilidad sus derroteros políticos. En el caso de Costa Rica es preocupante que no existan directrices nacionales, que propicien y desarrollen buenas maneras de entender las instituciones que mantienen el poder. Existe un profundo desgaste de la imagen de los políticos, y de la mayoría de los estamentos estatales. Esto es así porque los políticos han contribuido a ello, pero también la situación se ha agravado porque los sistemas de informar y formar al pueblo han estado a la "buena de Dios" sin cabeza y sin armonización. Lo malo no es que la imagen de los políticos decaiga, lo negativo es que el mismo sistema de convivencia, que ha costado tantos años de esfuerzo a esta nación se encuentra en franca decadencia. Mucho, repito, porque la civilidad como una concepción mental, ha dejado de calar dentro del imaginario colectivo del pueblo costarricense. Para el ser humano que tiene que vivir una realidad cotidiana con una responsabilidad seria sobre sus espaldas, resulta preocupante que, incluso desde un papel de legislador, se pueda hacer tan poco por mejorar los sistemas y los conceptos de comunicación política de una nación, como Costa Rica, que se lo merece ampliamente, por muchas razones, pero sobre todo porque durante muchos años ha sido un ejemplo de civilidad para las naciones del mundo. La razón principal por la cual es muy difícil mejorar los sistemas de comunicación política es porque las elites, o no tienen educación al respecto, o no ven la necesidad imperante de realizar cambios. Por lo tanto, si las elites no tienen formación no pueden trasmitirla al pueblo. Y si no hay voluntad de instaurar cambios entonces no existe ningún futuro en este aspecto. Los pueblos, no en todo pero sí en una buena proporción, emulan la visión de las grupos que los dirigen. Cuando nos referimos a sectores de la elite, no nos estamos refiriendo solamente a los sectores hegemónicos en la economía y en la política, sino a todos aquellos que son, de cualquier manera, conductores de las sociedades. Por esta causa, por la baja noción que existe acerca de la comunicación política, hemos realizado algunos experimentos que vamos a exponer un poco más adelante. El más importante experimento se realizó en una oficina especializada en prensa en el Parlamento de Costa Rica. Esta oficina atiende a una fracción legislativa significativa. Los resultados que ha arrojado el proceso son valiosos y merecen la pena ser publicados. Voy a ir poco a poco, primeramente veamos algunos conceptos pertinentes, para ir cayendo luego a un aspecto específico. 1- COMUNICACIÓN POLÍTICA: UN CONCEPTO BASE DE LA DEMOCRACIA 1.1. La comunicación política en la democracia Los cambios estructurales que se están gestando en todas las sociedades implican ineludiblemente una redefinición del modelo económico, debido a las consecuencias que tiene éste sobre las demás esferas colectivas y muy directamente sobre las relaciones de poder. Los cambios no tienen su raíz más profunda en lo económico, sino en un fenómeno complejo que se llama planetarización. Este fenómeno es la noción del planeta tierra como una aldea en donde la interacción de los elementos sociales y físicos es una realidad cotidiana. Dicho en otras palabras: estamos asistiendo al nacimiento de la humanidad; aunque para que esta criatura pueda dar sus primeros pasos pasarán todavía muchos años y no pocos tropiezos. La planetarización es un fenómeno que concierne a las instancias políticas, ideológicas y económicas. Sin embargo, es esta última la que más se nota por lo difundido que está la dinámica de la globalización en nuestros días. A nivel de la acción política también se están gestando cambios sustanciales que están modelando una manera distinta de entender el movimiento dentro de los modos de convivencia. Sin embargo, el cambio más profundo está en la instancia ideológica. El ser humano empieza a sentirse planetario, la humanidad apenas comienza a ser una realidad. Y esta realidad la llevan adelante los poderosos sectores que manejan la economía global. Lastimosamente en detrimento de las inmensas mayorías, cuyos problemas aún no han encontrado ni eco ni solución. Para las empobrecidas masas del astro, la noción de planetaridad es una utopía que se encuentra a doscientos años de existencia. Pero para el sector privilegiado de los países desarrollados, la planetarización se encuentra tan cerca como lo está la computadora personal. Es una polarización extremada, que tarde o temprano reventará en el rostro del género humano. Lo más importante para los costarricenses en estos momentos, es que la noción de la política se está redefiniendo en toda América Latina. Estamos en una crisis de amplias magnitudes de la cual no escapa el estado de Costa Rica. Todo movimiento en la región terminará influyendo la forma política y económica nacional. El país nunca ha salido incólume de los trastornos que han afectado el resto de las naciones de Iberoamérica. La causa más directa de la crisis es el divorcio que existe entre las instancias de poder y la sociedad civil. Mucho de este divorcio se debe a la ineficiente comunicación política de las instancias respectivas. En Costa Rica, aunque no es tan evidente como en el resto de América Latina, el sistema político está sufriendo de un descrédito que pareciera no tener reversa. Este descrédito se mira en la desconfianza que siente el pueblo por instituciones fundamentales como el Parlamento. Existe una causa endémica para esta crisis y es la polarización de los estamentos sociales. Cada día hay más pobres más pobres y los ricos son más ricos. El principal reto para los nuevos enfoques está en asegurar una equitativa distribución de los bienes, para permitir el compromiso de los individuos con el sistema que les asegura libertad y mayor participación en los procesos de toma de decisiones; es decir, por su naturaleza el ser humano tiende a buscar el equilibrio en el plano social, debemos interpretarlo como un balance de poderes. Las grandes desigualdades, aunque siempre han existido, nunca han sido beneficiosas para los sistemas políticos. La democracia no permite la polarización extremada de sus sectores sociales. La democracia no es solo una concepción política sino económica e ideológica. Los países democráticos deben procurar el mayor bien para la mayoría de sus habitantes. En el plano comunicativo, el pluralismo de opiniones es fundamental para una democracia, que debe alejarse de los monopolios en el manejo de la información, porque en el tanto que exista mayor diversidad de criterios, más reacciones generarán un determinado hecho, caso contrario, en cuanto menor sea la oferta informativa, mayor será el control sobre una situación. Pero esto hay que hacerlo entender a la sociedad civil, esto debe ser el objetivo fundamental de la comunicación política. La comunicación política es educación, es formación de la sociedad civil a través de información que contiene una noción filosófica acerca de la forma de convivencia. Por ejemplo, formación política para Costa Rica significaría resaltar y enseñar por los medios de comunicación los valores de la democracia, a través del acontecer cotidiano en la Asamblea Legislativa. También formación política significaría que la sociedad civil tuviera los canales apropiados para hacer llegar a los entes de poder sus inquietudes. La comunicación política funciona como un espacio en donde converge el pensamiento del poder político y el pensamiento de la sociedad civil, en temas referidos a los modos de convivencia. Es decir, es un fenómeno de doble vía. Las instancias políticas informan de su labor, y la sociedad civil informa de su acontecer. Todo en la dimensión de la política, de una manera teórica y pragmática. Para que esto suceda se utilizan los medios de comunicación de masas. La dimensión de la política es todo aquello que concierne a los modos de convivencia, a las vivencias en conjunto de seres humanos y de instituciones. Así que la comunicación es vital para la democracia, de hecho sustenta y propicia la vivencia democrática. Al existir en la comunicación la posibilidad de concretar acuerdos y de esparcir entre la sociedad civil estos acuerdos, la democracia se convierte en un sistema que permite la pluralidad de opiniones. La posibilidad de discutir sin represión lo que pueda ser bueno para todos es lo que caracteriza a la democracia. La posibilidad de comunicación es lo que genera las actitudes para la convivencia democrática. 1.2. La doble característica de los medios de comunicación Los medios de comunicación tienen dos roles sociales diferentes, uno es que están al servicio de la sociedad y fomentan valores y principios que forman el espíritu crítico, y otro que, a la vez, son el enlace entre los intereses y privilegios de los grupos y de la población. De esta forma tenemos, una obligación pública y un objeto maximizador de ganancias, dentro de todo marco social. Así es, y como lo hemos dicho varias veces, la comunicación es un ámbito de confluencia en donde se realiza un sincretismo de ideas y acciones, para luego, retornar tanto a la sociedad civil como a los sectores políticos. Es innecesario decir que los medios son tremendamente poderosos. Los medios constituyen y destruyen. Los medios forman lo que se llama la opinión pública, y la opinión pública es el espacio donde converge la cultura política de un país. También es innecesario decir que los medios son manipulables y que son manipulados. Este es el destino de los medios. Pero esta manipulación puede ser negativa para las masas o puede ser positiva. En esta dicotomía entre poder político y sociedad civil nace la comunicación política, donde el sector que ejerce el poder político necesita mantener y comunicar sus acciones a sus gobernados, y los gobernados necesitan alimentar de sus circunstancias a sus gobernantes. Es justamente aquí donde los medios de comunicación toman vida al convertirse en el puente de enlace entre ambos sujetos. Pero no sólo los medios, éstos son el vehículo. En realidad, lo que sirve de puente es la cultura y la formación política de los comunicadores. La capacidad de los comunicadores para interpretar los escenarios políticos y mostrarlos a los líderes y a las masas. Así es que los medios son un enlace, un dominio compartido en donde converge tanto la sociedad civil como el poder político. Los medios reflejan para las dos vertientes y alimentan con ese reflejo las amplias nociones de convivencia política de una nación o pueblo. Los medios son un sistema depurador y controlador que construye concepciones que no son una copia fiel de lo que ocurre en las sociedades. Las sociedades producen sus insumos y los medios los reelaboran, incluso con intereses provenientes de los mismos sectores sociales. Por esta razón, los medios jamás serán objetivos, a no ser que la objetividad sea una categoría que sirva a los intereses de un sector social. Los medios son receptores y productores y es ésta su dicotomía, y está aquí su tremendo poder de conformación de la opinión pública. No en vano todo sector de la sociedad busca su control o su eliminación cuando son contrarios a sus intereses. Es por la misma razón que cualquier régimen totalitario lo primero que busca eliminar es la capacidad de pensar de los individuos con la utilización de sistemas ideológicos de amplio espectro o con la represión burda y descarnada. 2 - RELACIONES DE PODER ENTRE LA PRENSA Y EL PARLAMENTO 2.1. El poder en el mundo humano El poder es la manifestación de múltiples dimensiones ínteractuantes que intervienen en la individualidad humana, en la colectividad social y en el ambiente natural biótico y abiótico. Estas múltiples dimensiones tienen su sitial en diferentes estadios de la existencia: la fuerza bruta, la inteligencia, la capacidad emotiva, la capacidad psíquica, el desarrollo científico y tecnológico, la tendencia religiosa y el talento místico en lo que se refiere a la dimensión humana. Cuando nos referimos al mundo natural, el poder tiene su manifestación en el movimiento de los cuatro elementos con que los griegos designaban la constitución de todo lo existente, a saber, el fuego, la tierra, el agua y el aire. El poder primeramente siempre es poder sobre uno mismo pero que, por medio de un juego dialéctico, se vierte al exterior. Es esta capacidad de exteriorización del poder, la razón por la cual todo organismo y entidad dentro del universo afecta y es afectado a la vez por la existencia de los demás, de los otros, o de lo otro. El poder es una necesidad natural intrínseca a todo ser vivo y a toda entidad no viva. Necesidad que se convierte en el medio ambiente más importante en donde se construye, en el caso de los humanos, la sociedad y la cultura. El poder, que es en primera estancia el arraigo del ser a la vida, es decir, la lucha por vivir, sobrevivir y aventajar, es lo que genera el devenir de los hombres y de las civilizaciones. Dentro del ámbito de lo social el poder se torna en dominación. Es decir, la exteriorización del poder es el control por medio de la dominación. Para poder comprender de forma apropiada el concepto y la utilización de la dominación, podemos recurrir al sociólogo político Max Webber y a su teoría sobre los sistemas de influencia. Dice Webber que existen tres formas que son aceptadas como dominación legítima. 2.1.1. Dominación legal La fundamentación de este tipo de dominación está en la racionalidad, en la cual se basa todo derecho, ya sea establecido por convención o por concesión. Las reglas del derecho constituyen un mundo abstracto de prescripciones técnicas o de normas. La justicia es la aplicación de estas reglas generales a los casos particulares. La administración tiene por objeto proteger los intereses que determinan las reglas generales del derecho por medio de la instauración de órganos instituidos a este efecto. Son tres los grandes espacios de dominación legal en un país. Por un lado, las jerarquías superiores o directivas que deben respetar y aplicar el orden impersonal del derecho; por otro lado, los ciudadanos que no están obligados más que a someterse a las condiciones previstas por la ley, y en el centro de estos dos grupos, un cuerpo de funcionarios calificados que se agrupan en instituciones que son las encargadas de aplicar los reglamentos o las leyes de la república. En síntesis, "la dominación legal es de carácter racional: tiene por fundamento la creencia en la validez de la legalidad de los reglamentos establecidos racionalmente y en la legitimidad de los jefes designados de acuerdo con la ley." (1). Pasemos ahora a la categoría de dominación tradicional. 2.1.2. Dominación tradicional La autoridad en este caso no recae en un superior elegido por mecanismos legales, sino en un hombre que asume el poder en virtud de una costumbre. El gobierno es un asunto personal, de modo que la obediencia es un acto de amor filial hacia la persona. Los gobernados es este caso no son ciudadanos sino súbditos y no obedecen la ley, concebida como una norma impersonal, sino a una tradición legitimada en virtud del privilegio (tradicional) del soberano. El dominio depende de las cualidades de la personalidad del jefe, ya sea del principio de equidad o de iniquidad, pero no de principios constantes y racionalizados. Aún así, la violación a la tradición puede causar resistencia y la toma de represalias contra la autoridad y sus allegados. La administración se da por medio de servidores y no por funcionarios. En síntesis: "... dominación tradicional se basa en la creencia en la santidad de las tradiciones en vigor y en la legitimidad de quienes se llama al poder en virtud de una costumbre." (2). 2.1.3. Dominación carismática La dominación carismática es el tipo excepcional de poder político, no porque ocurra con poca frecuencia sino porque descontrola la vida política. El carisma es una cualidad insólita de una persona que muestra un poder sobrenatural, sobrehumano o desacostumbrado, por lo cual aparece como un ser providencial, ejemplar, fuera de lo común, lo que lo hace agrupar a su alrededor a discípulos o partidarios. La obediencia implica la sumisión de los hombres a la persona del jefe que se cree llamado a realizar una misión. Su fundamento es emocional y no racional, pues descansa en la confianza, en la fe y en la ausencia de todo control. El carisma busca la ruptura de la continuidad, ataca el orden establecido y la coacción habitual y exige una manera distinta de relación entre los hombres. El carisma es destrucción y construcción a la vez, pues su propósito es el desprecio de la autoridad y el desarraigo de los hombres de la rutina y del tedio. Toda política carismática es una aventura, no sólo porque corre el riesgo de un fracaso, sino porque está obligada constantemente a encontrar nuevos impulsos y motivos de entusiasmo. La dominación carismática no reconoce instituciones, ni reglamentos, ni costumbres, es norma en sí misma y la palabra del jefe es obligación, deber y motivo para obedecer. No conoce servidores ni funcionarios, sino sólo apóstoles, partidarios o discípulos. En síntesis: "... dominación carismática descansa en la sumisión de los miembros al valor personal de un hombre que se distingue por su santidad, su heroísmo, o su ejemplaridad. La dominación legal es la más impersonal, la segunda se basa en el amor filial, y la tercera pertenece al orden de lo excepcional". (3). Es necesario entender, y Webber aclara esto muy bien, que estos tres tipos de poder no son puros. Casi nunca se encuentra uno u otro claramente definidos, más bien se les puede hallar interrelacionados los unos con los otros. La dominación en sí es una misma y sola cosa, es un fenómeno de influencia mental, psicológica o física de un ente humano sobre los otros. 2.2. La dinámica dialéctica del poder entre la prensa política y el Parlamento Cuando hablamos de las relaciones de poder entre la prensa y el parlamento fácilmente se puede usar el anterior marco teórico de referencia para tratar de entender el sentido, la dimensión y la intensidad de la influencia de uno sobre el otro. El poder legislativo es la institución política que se encuentra más custodiada dentro de la sociedad civil. Es por definición el primer poder de las repúblicas, por ende, el ámbito que mejor se controla desde todos los espacios de la sociedad. Entre la sociedad y la prensa se genera inevitablemente una relación de tipo dialéctico, una simbiosis necesaria y evolutiva, que permite la sobre vivencia mutua y que debería propiciar el mejoramiento de la sociedad. La prensa se postula como un elemento de control y de denominación de las dinámicas de poder que fluyen desde la Asamblea Legislativa. Es la misma prensa la que determina ese poder como carismático, como legal o como tradicional. La prensa eleva líderes o destruye ideas. La prensa da matices al poder y lo encasilla dentro de variedad de denominaciones para darlo a las masas ya digerido. De los medios de comunicación salen "los demonios y los ángeles" de la política: las acciones patrióticas y las traidoras, los buenos negocios y los fraudes, el futuro brillante o el subdesarrollo del país. Las ideas de Webber acerca del poder se encarnan y tienen su ejemplificación en el "color" que la prensa otorga a la utilización del mismo. Los medios de comunicación de masas pueden ser un elemento determinante para que exista un buen uso del poder y de las fuentes de dominio, pero también tienen un lado nefasto, el cual es la manipulación de la información y la restricción de la libertad de acción. Esta dicotomía entre libertad e información se hace patente en la relación dialéctica entre prensa y parlamento. Es entonces cuando estamos hablando de libertad: libertad para legislar lo conveniente al país y libertad de la prensa de informar a la nación acerca de la formulación y aprobación de las leyes. Resulta profundamente interesante captar la influencia de la prensa sobre la función del Parlamento. Tanto es el nivel de injerencia de la prensa que muchos legisladores se convierten en vedettes de los medios de comunicación. No deja de existir un protagonismo y hasta cierta competencia por los minutos de comparecencia en los medios. Hay que aclarar que esto es definitivamente normal en todo cuerpo político mientras no sea patológico. Lo negativo empieza a aflorar cuando el protagonismo es vacío, sin contenido ideático o pragmático. Los medios de comunicación política eligen sus ungidos y los sacralizan o los demonizan de acuerdo a las directrices de los dueños de los medios, o de los sectores sociales que se encuentran detrás. Aquí cabe la pregunta: ¿es la comunicación política la diestra o la siniestra del poder político? La respuesta es que es las dos cosas a la vez, o consecutivamente. Otra cosa interesante tiene que ver con el sitio desde donde se ejerza la comunicación política. No es lo mismo un sistema de comunicación montado desde una fracción legislativa que desde un medio masivo de prensa. El primero cumple la función de proporcionar insumos a los diputados, y el segundo de sacar insumos de las instituciones políticas y llevarlos a la sociedad civil, no sin antes de haber sido analizados por los sectores interesados, sean económicos o políticos o de los dos. 2.3. Otras funciones de la prensa política ante el Parlamento: información, opinión y control Uno de los objetivos de los medios es alcanzar directamente a la base; es decir, ejercer una labor de información que lleva dentro de sí una opinión que propicia un control. Cuando el medio alcanza la base se produce un "feed back", una repercusión que se torna contra la emisión. La utilización de los medios de comunicación de masas presenta algunas características positivas y negativas. En las positivas podemos enumerar: primero, garantiza la masificación de los contenidos informáticos, lo cual es difícil de lograr a través de otro esquema de comunicación; segundo, ofrece rapidez en la transmisión informativa; tercero, amplia la oferta de contenidos enriqueciendo la democracia; cuarto, asume roles controladores en la sociedad. Los medios de comunicación tienen como desventajas en el ámbito político que tienden a la inmediatez; es decir, que la fuerza de la imagen tecnológica, la simplicidad y el poder de penetración no permiten una análisis concienzudo de las situaciones. Junto a esto, al utilizar técnicas de información inmediata, se generalizan críticas sin discriminación, siendo más bien superficiales y falaces. Lo que caracteriza a la sociedad actual es la comunicación generalizada. Esto ha hecho que la sociedad esté haciéndose más compleja, e incluso a veces se vuelva caótica. Aunque no conlleven necesariamente a aumentar la cultura y el conocimiento de los ciudadanos, los medios de comunicación sí han tenido un papel crucial en la disolución y en la construcción de las concepciones de la historia. Los medios de comunicación son capaces de transformar las tendencias históricas. Por ejemplo, en Costa Rica, anteriormente, el proceso político se concebía alrededor de la pugna entre dos partidos, uno de corte conservador y otro liberal. En el caso costarricense, esto se ha manifestado en los últimos cincuenta años, en un Partido Liberación Nacional que se ha considerado más progresista, y en la oposición, hoy representada por el Partido Unidad Socialcristiana, que se consideraba abanderado de lo tradicional. Esta visión se ha trastocado en la última década gracias a la influencia de los medios de comunicación. Los medios de comunicación han creado una explosión y multiplicación generalizada de cosmovisiones, donde han pasado a tomar la palabra minorías de todo tipo. Salen a flote culturas y subculturas de gran diversidad. En el ámbito político, los medios de comunicación atienden fuentes de poder de muy diversa procedencia: sindicatos, cámaras patronales, partidos políticos, educadores, en fin todo un conglomerado que mantiene pugnas que repercuten en el poder legislativo. De toda esta información emanada por estas entidades sólo una minoría es propaganda, de acuerdo con Víctor Ramírez propaganda es: "... aquellos mensajes en los que el agente posee total control sobre su forma y su contenido. En las sociedades abiertas esto es posible en las siguientes condiciones: Por medio de los campos pagados en la radio, la prensa, TV. En los espacios que ceden los medios por orden de ley o por concesión gratuita. En los llamados signos externos (vallas, afiches, volantes)" (4). Surgen, junto a esto, otras formas de comunicación política como entrevistas periodísticas, debates, charlas de información, foros de opinión publica. Esta proliferación de modalidades es de imposible control, a lo más que se puede esperar es tratar de redireccionarla en la forma más favorable. La fuerza de los medios de comunicación ha hecho que se constituyan en importantes factores de poder. Esto se refleja en la política, ámbito que no es preocupación central durante la mayor parte del tiempo, pero que, sobre todo en los momentos electorales, hace que la gente se enfrente con criterios de opinión y de decisión. Dice un autor al respecto: "Si se consideran las pesadas cargas para los votantes, no debe causar sorpresa el hecho de que las razones más comunes que las personas dan para leer periódicos, o para ver debates televisados, sean "ayudar a tomar una decisión" y "conocer las diferencias entre ellos respecto a los problemas". Otras gratificaciones que mencionan con cierta frecuencia se relacionan con el proceso electoral. La comunicación política masiva queda entonces integrada a la vida diaria de las personas en más de una manera. Es probable que también existan otras motivaciones, como gratificaciones recibidas del uso de los medios masivos que las personas mismas no reconocen o que no expresan en las entrevistas de encuesta." (5). La importancia de los medios de comunicación en la política es tal que ha tomado primacía en la información, dejando en un plano secundario la proveniente de relaciones personales (parientes, amistades, amigos). (6). En este ámbito, el individuo busca en los medios masivos ciertas gratificaciones, que poseen características más propias del individuo y su situación que del medio y la estructura social. Entre éstas se incluyen razones como la "vigilancia"; es decir, mantenerse al tanto de lo que está pasando. También tienen influencia los factores de situación; de esta forma la atención hacia los sucesos políticos aumenta con los ciclos electorales o cuando se presenta algún suceso acontecimiento que el ciudadano considera importante (como una reforma integral al sistema de salud). Buscar necesidades de información es algo diferente a encontrarlas. Este es el caso de los debates de las campañas políticas, las personas las siguen detenidamente, pero al final manifiestan que les ha aportado poco en cuanto a conocer la posición de los candidatos frente a los diferentes problemas. Además, los medios de comunicación no necesariamente se preocupan por brindar toda la información que el elector necesita, puesto que se ocupan sobre todo de los hechos que consideran noticiosos. Dan importancia a algún hecho, procediendo a delimitarlo y darlo a conocer, creando en consecuencia un clima de opinión. (7). Aunque tradicionalmente se tiende a pensar que los mensajes fluyen en una sola dirección (unidireccionales) del sistema político al público, en la práctica los mensajes de importancia política fluyen en todas direcciones, aunque no haya igualdad. Aquí tanto los actores como los medios mismos tratan de obtener alguna ventaja del proceso global comunicativo. 3 - POLÍTICAS DE COMUNICACIÓN EN EL PODER LEGISLATIVO Históricamente no ha existido una dirección en el mensaje que transmite la Asamblea Legislativa acerca de sus labores. Es cierto que en un órgano donde están representados varios partidos es difícil que exista un consenso, pero también debe existir una estrategia y un hilo conductor en los proyectos que se tramitan. Hace casi cincuenta años en Costa Rica este hilo conductor estuvo guiado por los cambios dados en las garantías sociales, y luego por el intervencionismo de Estado, patente y manifiesto en la proclamación del estado de bienestar como sustentante del desarrollo económico y social del país. Hoy, cuando los cambios mundiales se debaten en un nuevo estilo de cultura y sociedad, el país debe asumir este reto, pero la forma en la que lo ha hecho es ambigua y esto se refleja en la Asamblea Legislativa, que por el momento carece de un mensaje conciso para la mayoría de la población costarricense. De hecho, el Congreso en Costa Rica es una de las instituciones más desprestigiadas en el país. La imagen de la Asamblea Legislativa no supera la de los organismos más incompetentes como la federación de fútbol. La imagen del Congreso ante el país debería cambiarse. Esta labor se podría realizar ofreciendo a los costarricenses suficiente información sobre la legislación que se promulga en el Congreso, y debería empezar desde la misma formulación de las iniciativas de ley, con una campaña de concienciación en los medios adecuados. Esto debe hacerse mediante un mensaje simple y directo, fácil de entender para la mayoría de la ciudadanía. Sin embargo, lo que la Asamblea Legislativa ha hecho en los últimos años ha sido emitir mensajes fragmentados, que se muestran complicados y difusos. Se ha acudido a medidas de carácter reactivo para apagar los incendios, lo que se pretende es calmar los ánimos cuando se nota el disgusto del electorado, el cual responde así muchas veces por ignorancia. Con el propósito de una mejor comunicación política, la Asamblea Legislativa debería examinar dos elementos básicos: 1. Cómo postularse ante los medios noticiosos con un mensaje claro y coherente. Esto incluye un discurso correcto, que más que afrontar las rencillas personales, dé prioridad al debate de los proyectos en sí. 2. Establecer una campaña para dar a conocer el parlamento al ciudadano, los mecanismos que tiene y las iniciativas que se tramitan en el ente. En este sentido, una vez más se deben rescatar algunas acciones encaminadas a cumplir con este propósito. No obstante, falta camino por recorrer. Se ha explicado mal el objetivo de los proyectos planteados y la trascendencia al público, que tiene desconocimiento de la importancia del debate y la discusión de las reformas. El ciudadano común generalmente tiene como un parámetro importante en la Asamblea Legislativa la cantidad de leyes aprobadas, cuando no se emite un número importante supone que los diputados no trabajan o se guían por intereses propios. Es necesario entonces explicar las causas de los atrasos y la lentitud en los trámites. Aunque esto pueda parecer tedioso, su buen desarrollo ayudaría a crear consenso, lo que a fin de cuentas ayudará a que las mismas iniciativas tengan un menor rechazo. En este sentido, un mal desempeño es difícil de ocultar. A fin de cuentas, la productividad de la Asamblea Legislativa en el período se ha limitado a leyes que en su mayoría son de segundo orden. (8). Para que el ciudadano cambie su percepción, la comunicación debe acompañarse de los resultados respectivos. Por la importancia que poseen los actos del Parlamento, así como la de los actores con los que tiene que lidiar (organismos internacionales, otras instancias del gobierno, medios masivos de comunicación y el público mismo), este ente político debe fortalecer sus programas de proyección institucional y comunicación política. También debería trabajarse en la coherencia de los mensajes. Es decir, que todos los mensajes que se emitan respondan a un eje común, donde no exista contradicción. El Congreso de la República puede establecer bloques de leyes relacionadas, cuyos propósitos se puedan comunicar de forma combinada, algo que se hace de vez en cuando pero que debería de planearse a lo largo de un período, sino de cuatro años, por lo menos de dos (sujetos a los cambios que sea necesarios a como avanzan las iniciativas). Como parte de la comunicación política y del mismo funcionamiento de la Asamblea Legislativa, es necesario que los legisladores tomen conciencia que deben apegarse a una forma profesional de legislar, acorde con la responsabilidad que tienen en el ejercicio de sus funciones. Esto significa que los diputados de cada partido tengan una posición común en lo referente a la calidad de la legislación. El tener una posición común en los distintos partidos políticos permite coordinar posiciones y actitudes hacia los problemas del país y legislar las leyes necesarias para ayudar a solucionarlos. Lo cual facilita el hilo conductor de la comunicación política ya mencionado, puesto que las creencias comunes ayudan a elaborar un mensaje y a crear una estrategia de comunicación política. La credibilidad es un aspecto que se ha perdido y es difícil de rescatar. Como institución, este órgano ha sufrido una erosión a lo largo de las décadas, y la recuperación de su imagen será algo muy difícil. La situación ha causado elevados índices de desconfianza. (9). Las últimas encuestas realizadas en el país dan resultados desalentadores: 33% dice que malo o muy malo y 29% dice que regular (Encuesta de Unimer para el diario "La Nación", 20-6-2000). Dice textualmente la encuesta referida: "Al preguntar por el principal logro de la Asamblea Legislativa el 47 por ciento de la muestra no supo qué responder y el 33,3 por ciento dijo que "ninguno". Para el 8,8, por ciento el mejor fruto fue la Ley de Protección al Trabajador…" Lo primero que la Asamblea Legislativa debería plantearse es cuál es su significación en los umbrales del siglo XXI y hacia donde va. Lo anterior es fundamental para establecer una imagen que cale dentro de los individuos. Una imagen que muestre prestigio y compromiso hacia el país. Actualmente esto es imposible pues se maneja una multitud de mensajes mal planteados y peor difundidos. En momento existen una serie de factores puntuales que aunque parezcan pequeños inciden en la imagen. Por ejemplo, la continua presencia de medios televisivos hace necesario que los diputados sigan ciertas normas de etiqueta que pueden ser bastante gananciosas en término de imagen. Entre estás se puede citar el no usar los teléfonos celulares, no leer revistas en medio de los debates, etc. La cortesía también es un problema de imagen. Ciertos diputados tienden a defender los proyectos de ley a gritos e incluso se ha llegado a dar conatos de agresión física. Sería altamente deseable que cuando estos problemas se den por falta de formación o instrucción se ofrezca una capacitación a estos diputados para que la situación sea resuelta. Las leyes que tramita la Asamblea Legislativa no deben guiarse solo por aspectos de marketing político. Este es importante como una rama que permite una mejor consolidación de la Asamblea Legislativa como poder de la República, pero sin ir en detrimento de la necesidad esencial de aprobar leyes en forma adecuada. En este caso, lo que el marketing político permite es informar a los ciudadanos en un lenguaje adecuado a las leyes, ayudando a crear un consenso, que se da en un dialogo permanente con la población en forma recíproca. Este proceso va más allá del proceso de concertación, donde estaban los representantes de los principales sectores de la sociedad, incluyendo la interacción permanente con el pueblo. El cómo lograr esto es más complicado de lo que parece y va más allá de las giras o citas con los diputados. En este caso, haría falta una oficina donde se escuchen las diferentes sugerencias y recomendaciones de los ciudadanos y donde la misma Asamblea Legislativa, informe luego del aporte que han tenido estas opiniones en los proyectos de ley y leyes aprobadas, sería una nueva forma de lo que comúnmente se denomina "escuchar al pueblo". La Imagen del poder legislativo, realidad y distorsiones ¿Cuál es la imagen que tiene el poder legislativo dentro de la sociedad civil latinoamericana, y específicamente en la costarricense? La primera impresión que nos arroja las encuestas es que es la institución peor concebida dentro del sistema político nacional. Pero, ¿es realmente el parlamento una institución decadente? O ¿es el sistema político imperante una organización en franco retroceso ante los retos que plantea la globalidad? En realidad se están dando los dos procesos simultáneamente. El parlamento pasa por un serio periodo de configuración que tiene que llevarlo a un replanteamiento de sus funciones y de los objetivos que busca, así como de su funcionamiento. El sistema político en su totalidad también está sufriendo cambios sustanciales que lo están redefiniendo. Y es que los sistemas de convivencia en su totalidad están sufriendo variaciones que están llevando a formas novedosas de interacción política. El planeta, en estos momentos, es una entidad que tiene una forma y un contenido no consecuentes. Por un lado, la forma política preponderante es el estado nación, pero por otro, ni las naciones, ni los grupos de intereses, se ajustan a las formas políticas oficiales. Esto crea un serio desajuste en las estructuras de poder. "Algunos futurólogos conciben el mundo de mañana no con los 150-200 Estados de ahora sino con centenares e incluso miles de Estados minúsculos, ciudades-Estado, regiones y entidades políticas no contiguas. Las próximas décadas verán surgir posibilidades aún más extrañas cuando pierdan su legitimidad las actuales fronteras nacionales y sus adversarios empiecen a actuar en el corazón mismo de la zona de paz. Pero el curso de los acontecimientos mundiales en los próximos años se hallará intensamente influido por agentes no nacionales como empresas globales, movimientos políticos que superan las fronteras como Greenpeace, movimientos religiosos como el Islam y grupos étnicos en auge que desean reorganizar el mundo conforme a unas directrices étnicas, los pan eslavos, por ejemplo, o ciertos turcos que sueñan con un nuevo imperio otomano donde se integren turco parlantes desde Chipre en el Mediterráneo a Kirguizistán en la frontera china." (10). Un ejemplo muy palpable y muy cercano es Colombia en donde el Estado es incapaz de tener control, ni sobre el territorio, ni sobre la población, ni sobre los diversos intereses de la población, sea narcotráfico, guerrilla, terrorismo, secuestros, etc. Alvin Toffler, el gran futurólogo que ha esgrimido algunas ideas con respecto a la evolución de las sociedades en tres grandes períodos que él ha llamado "olas", dice: "Está ya anticuada, por ejemplo, la idea de la segunda ola de que los gobiernos nacionales son los únicos que pueden mandar una fuerza militar. Se pueden ver cada vez más unidades militares desgajadas del control del gobierno central. Algunas, como en Rusia, se encuentran de hecho bajo el control de intereses económicos locales; otras, como en las regiones productoras de droga, pueden venderse a sindicatos del crimen; hay unas terceras que actúan al servicio de movimientos étnicos o religiosos, y también existen las que operan con independencia de cualquier exterior. Algunas, como las de los serbios de Bosnia, corresponden simultáneamente a varias de estas categorías. Tras el desarrollo de la tercera ola, es posible que se lleguen a conocer más variedades. ¿Cuáles son exactamente las nuevas amenazas a la paz, si la nación Estado está perdiendo su «monopolio de la violencia»? ¿Qué clase de orden global puede hacer frente a la violencia desmonopolizada? (11). Colombia es el ejemplo más palpable y más inmediato. Muy cerca de Costa Rica se encuentra esta ilustración política – social de lo que serán muchos modos de convivencia del siglo XXI alrededor del mundo entero. El caso colombiano no está aislado en el planeta. Europa, Asia, África, muestran grandes tenencias históricas que tienden a la segmentación de la forma política imperante. Otro ejemplo, bastante doloroso y peligroso, son las recientes guerras de los Balcanes. Un análisis interesante al respecto del caso colombiano, lo hace Jaime Gutiérrez Góngora en el periódico: "La Nación" de Costa Rica: "La evidencia de que Colombia se desintegra está a la vista. Fuentes gubernamentales colombianas admiten que sólo las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) tienen presencia en el 40% del país. Hace casi 6 meses, el gobierno colombiano le cedió a la FARC un territorio un poco más pequeño que Costa Rica. Por otro lado, resentido de la atención que ha recibido la FARC, el ELN (Ejército de Liberación Nacional), el segundo grupo revolucionario más grande, logró que el presidente Pastrana anunciara su anuencia a crear una segunda porción de Colombia para ellos. Al mismo tiempo, la Unión de Auto Defensa de Colombia, la principal organización paramilitar de derecha, ha enviado a 2.000 de sus combatientes a ocupar un área vecina a la zona controlada por los rebeldes. En lo que parece ser una medida de desesperación, el gobierno norteamericano ha ofrecido ayuda militar de $300 millones, la más alta después de la ayuda que reciben Israel y Egipto. La violencia que ya lleva más de 3 décadas, sólo en la última ha causado más de 40.000 muertos con pocos indicios de que la carnicería va a mermar. "Simplemente" opina Carlos Alberto Montaner, "el Estado colombiano se está deshaciendo". (12). El fondo de toda esta transformación en las maneras de ejercer el poder político y militar es que la información y la comunicación se desbordaron de lo que podrían ser los intereses nacionales y están quebrando la figura jurídica de Estado como detentador de la fuerza que permite la vida en sociedad. El advenimiento planetario de la capacidad de información y comunicación está yendo mucho más allá de una simple región, de cualquier país, o de cualquier continente. La comunicación y la información son fenómenos que ocurren en la Tierra y dado el poder de que son poseedores han arrastrado detrás de ellos todo tipo de pensamiento o acción que se produzca en el ámbito local o mundial. Hay dos ejemplos incipientes para esto: uno es las telecomunicaciones, otro es el ciberespacio. Estos dos fenómenos que apenas no están dando sus primeros pasos, son los medios de comunicación de "La tercera ola" como la llama Toffler. Son también los medios los que están creando una creciente masificación y un control perenne sobre cada individuo en particular, eliminado, con este control, la privacidad. Los parlamentos no pueden ni son ajenos a estos cambios mundiales que están transformando la faz política del planeta. La imagen deteriorada que sufren las asambleas legislativas, aunque no sea esta la única razón, tiene su raíz en la rotura de las formas políticas imperantes. Los políticos han seguido usando esquemas que venían de un mundo que conservaba intacto el Estado – Nación como eje del poder. Estos esquemas se han preservado por quinientos años, por lo tanto, no es extraño que el cambio a formas de poder diferentes desestructure la manera de organizar y ejercer el dominio. La imagen deteriorada de las asambleas legislativas también tiene su causa en la ineficiente forma en que se utiliza la comunicación. En párrafos anteriores nos hemos referido a esto. No existe en el ámbito de los parlamentos un manejo de alta calidad de las técnicas modernas de comunicación. Ya la "prensa" no está solamente en los diarios o en los medios audiovisuales, sino en las poderosas utilizaciones de la red, y más allá, en una combinación muy adelantada de sistemas de comunicación interactivos. Los ojos y los odios del mundo se están volviendo hacia esquemas de comunicación que interrelacionan texto, sonido, vídeo, realidad virtual, holografías, mientras nuestros parlamentos piensan en las viejas rotativas del siglo XIX. 4 - DIRECTRICES PRAGMÁTICAS PARA UNA OFICINA DE COMUNICACIÓN POLÍTICA EN UN CONGRESO Este apartado recoge una experiencia de instauración de un sistema eficiente de comunicación en una fracción legislativa del Congreso de Costa Rica. Aunque el caso es focalizado puede extrapolarse, con el apropiado proceso, a cualquier fracción de cualquier congreso de América Latina. Constituye una necesidad permanente y urgente de una fracción: I) elaborar un sistema integral y coordinado de comunicación política, y junto a ello y para que ello sea posible; II) la adopción de un plan general con objetivos estratégicos y con metas (de corto, mediano y largo plazo) y; III) la reestructuración de la oficina para que pueda ser posible la instauración y el funcionamiento de ese plan general. I. Cuando hablamos de elaborar un sistema integral y coordinado de comunicación política, nos referimos a: La oficina debe manejar sistemas de comunicación y no solamente de información. La diferencia estriba en que la comunicación es un fenómeno mucho más amplio que la simple información. Primero porque la información tiene un flujo en un solo sentido a la vez, mientras que la comunicación es un fenómeno dialéctico que mantiene conjuntamente un flujo en múltiples direcciones. Pero no-solo eso, sino que un sistema de comunicación debe estar diseñado para hacer abstracción de la información para luego verterla en conceptos que puedan ser utilizados en la redefinición de la realidad. Para que se dé la comunicación debe haber más que información, debe haber una contextualización de las circunstancias que involucran a los emisores, a los medios y a los receptores. La oficina debe manejar como insumo principal el acontecer político; no solo de la fracción legislativa de un partido, sino de las otras fracciones presentes en el Congreso y, en menor medida, pero no por ello menos importante, del quehacer político nacional e internacional. Por acontecer político entendemos: a) los sucesos (la acción política); b) los elementos ideológicos que propician los sucesos (el discurso político); c) las motivaciones personales que subyacen bajo el discurso ideológico (el manejo del poder). Estos tres elementos se encuentran siempre presentes e imbricados en todo acontecer político. Por lo tanto, la oficina debe estar preparada para realizar segmentación de cada uno de estos niveles, y a la vez, integrar analíticamente en una unidad comunicante. Por integralidad entendemos que la Oficina debe estar estructurada de una manera tal, que todos sus recursos humanos y técnicos se orienten a conseguir los dos puntos antes señalados. A saber: acontecer político y comunicación. II. Cuando hablamos de la adopción de un plan general con objetivos estratégicos, generales y específicos, y con metas de corto, mediano y largo plazo, nos referimos a que ese plan general debe ser un esquema que enmarque la acción comunicacional en un gran objetivo global: que la fracción legislativa cuente con un ámbito donde se genere análisis filosófico y científico del acontecer político, que se vierta en la construcción de escenarios, que puedan servir de insumo que coadyuve a los diputados en la toma de decisiones. III. Cuando hablamos de la reestructuración de la Oficina de Prensa para que pueda ser posible la instauración y el funcionamiento de un plan general nos referimos a que la Oficina debe ser tornada de ser una oficina de prensa y de monitoreo a ser una oficina de comunicación política. CONCLUSIONES La comunicación política es el sistema que hace público los entrelones del poder. Sin embargo, lo hace público de una manera codificada. El poder tiene varias túnicas, como los velos de Isis, la diosa egipcia que guardaba sus secretos bajo un largo ropaje. La labor de los analistas de la comunicación y de la política consiste en quitar el ropaje que cubre el poder. La comunicación política funge a veces como destructor del poder y a veces como constructor. Esa es su razón de ser y el sentido de su función. Lo negativo de su influencia no es que determine, sino que esta determinación funcione mal o polarizada hacia ciertos grupos. Lo lamentable en Costa Rica es que la comunicación política esté prácticamente inutilizada. Lo que surge por todos lados son tendencias partidarias o personales sin ninguna dirección ni conciencia. Específicamente en Costa Rica la comunicación política está a la siniestra del poder político, sobre todo en esta coyuntura. El partido en el poder está mermado y cuestionado por muchos sectores. Muchas de esta críticas son reales, otras son inducidas por la oposición y todas son incrementadas por la poca capacidad de informar debidamente al pueblo. En otros países la comunicación política está en la diestra del poder político. Así debería ser en realidad. La necesidad de que exista un flujo de datos mediatizados hacia la sociedad civil, es lo que puede determinar el éxito o el fracaso de un gobierno. Por lo general se asume que los pueblos no tienen o tienen poco nivel de razonamiento. Esto no es así. La sociedad civil permite incoherencias en sus gobiernos muchas veces con el afán de no desestabilizar las instituciones que los protegen. Pero llega un momento en que el acumulado es tan grande y pesa tanto que se desborda. Entonces vienen la crisis de gobernabilidad y la destrucción del Estado. Es necesario recordar de nuevo a Colombia, este país otrora ejemplo de civilidad sufre hoy una crisis de violencia terrorífica. Existen otros ejemplos, como el Uruguay que sufrió una dictadura militar bajo la doctrina de seguridad nacional que imperó en el mundo bipolar. En realidad, América Latina está llena de ejemplos de profundas crisis de los estados nacionales, y no parece que en un futuro cercano esta realidad vaya a cambiar. En Costa Rica sin duda se ha abusado de la sociedad civil, o por lo menos no ha existido una política nacional de comunicación política que lime las asperezas entre el poder político y el pueblo. Hay que recordar que se está hablando de la comunicación en los modos de convivencia y que el modo de convivencia es la realidad con la cual conllevamos la existencia en sociedad. Por eso es sumamente importante estar enterado de cómo se maneja el poder en nuestro ámbito social más cercano. No es posible tener un control absoluto sobre la sociedad civil. Ni siquiera los sistemas más eficientes de propaganda política e ideológica han podido lograrlo. Ni la Alemania de Hitler, a pesar de su poderoso aparato ideológico y propagandístico, lo pudo lograr. Además, la democracia se basa en disentir de la opinión de los demás. En esta característica está su fortaleza, pero también su flaqueza. Así que la comunicación política debe estar basada sobre la capacidad de diálogo, debe ser diálogo permanente. Los poderes políticos deben mantener un flujo constante, en ambas direcciones, de diálogo. Cuando la negociación es perenne hay muchas veces menos posibilidades de crisis profundas. La comunicación política es diálogo permanente acerca de las particularidades que va asumiendo el modo de convivencia. Como último, la comunicación política puede ser manejada por instituciones o entidades no políticas en el sentido tradicional o estatal. En este caso, el poder se ejerce desde otros sectores y para fines que van más allá de lo que conoce la sociedad civil. Esto es lo que se podría llamar el poder detrás del trono. Las connotaciones que toma el poder en este caso son diferentes al normal que manejan las instituciones tradicionales de una nación. Colombia sigue siendo un ejemplo perfecto de esto. ¿Quién manda en Colombia? o ¿cuántas colombias existen? Estas preguntas podrían ser parte de otro artículo que especule acerca de la comunicación política no tradicional en modos de convivencia que desbordan la institucionalidad del estado-nación. Bibliografía Afanador Miguel Ángel. Marco de referencia para el análisis del impacto de los medios de comunicación en los procesos políticos. En: Konrad Adenauer Stiftung. Comunicación política. Colombia: Unión Gráfica Limitada, 1994. Chaffee, Steven H. y Pedro F. Hernández Ramos. Comunicación política. En: Carlos Fernández Collado y Gordon L. Dahnke. La comunicación humana: Ciencia Social. México: Mc Graw Hill, 1997. Del Rey Morato, Javier. La comunicación política. Madrid: EUDEMA, 1989. Durán Barca, Jaime. 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Toffler, Alvin. Las guerras del futuro. México. Ed. Plaza & Janés. 1994. Notas 1 Freund, Julien: Sociología de Max Webber, p. 204. 2 Ibid. 3 Ibid. 4 Víctor Ramírez Zamora. Opinión Pública y Democracia. San José: Instituto Interamericano de Derechos Humanos. 1996, p. 77. 5 Steven H. Chafee y Pedro F. Hernández Ramos. Comunicación Política. En: Carlos Fernández Collado y Gordon L. Dahnke. La comunicación humana: ciencia social. México. Mc Graww Hill. 1997. P. 332. 6 A este respecto ver: Jorge Poveda Quirós. La comunicación política y sus repercusiones en la Asamblea Legislativa. San José: Asamblea Legislativa. 1993. P. 190. 7 Ver: Teresa Velázquez. Los políticos y la televisión. Barcelona: Ariel. 1992. P. 28. 8 Escarnio de las reformas. La Nación. Viernes 4 de diciembre de 1998. P. 15 A. "Proyectos tales como la apertura de los seguros, la transformación del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y otros contenidos en la agenda del Poder Ejecutivo, al calor de la concertación o fuera de ésta, son vitales para el desarrollo nacional. Esto quiere decir que los costarricenses ya no podemos esperar más". 9 Juan José Sobrado. Razón de la desconfianza. La Nación, p. 15A. 11 de marzo de 1999. Se expresa que: "A diferencia de otros órganos políticos, la Asamblea Legislativa obtiene índices de desconfianza alarmantemente bajos entre los ciudadanos. Entre otras, en las dos encuestas que realizó el Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional, el porcentaje de poca o ninguna confianza en la Asamblea Legislativa ascendió a un 88 % entre los entrevistados de clase media y alta y a un 78,5 % entre los de clase baja. Llama la atención que el órgano, que se supone representa a los ciudadanos, no merezca ninguna confianza por parte de los representados". 10 Toffler, Alvin. Las guerras del futuro. P. 292. México. Ed. Plaza & Janés. 1994. 11 Ibib. P. 316. 12 Periódico "La Nación" 7-9-99. P.15. Costa Rica FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS: Solano, Belisario (2000): La comunicación política: ¿la diestra o la siniestra del poder político?. Revista Latina de Comunicación Social, 33. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/aa2000kjl/w33se/64belisarioCR.htm
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Título y subtítulo | La comunicación política : ¿la diestra o la siniestra del poder político? |
Autoría principal | Solano Solano, Belisario |
Entidad | Universidad de La Laguna |
Publicación fuente | Revista Latina de Comunicación Social |
Numeración | Número 33 |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | San Cristóbal de La Laguna |
Editorial | Laboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social |
Fecha | 2000-09 |
Páginas | pp. 099-117 |
Materias | Comunicación social ; Periodismo ; Ciencias Sociales ; Información |
Enlaces relacionados | http://www.revistalatinacs.org/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 108683 Bytes |
Texto | Revista Latina de Comunicación Social 33 – septiembre de 2000 Edita: Laboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social Depósito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820 Año 3º – Director: Dr. José Manuel de Pablos Coello, catedrático de Periodismo Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara - Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; España) Teléfonos: (34) 922 31 72 31 / 41 - Fax: (34) 922 31 72 54 [junio de 2000] La comunicación política: ¿la diestra o la siniestra del poder político? Lic. Belisario Solano © Diputado y periodista (Costa Rica) INTRODUCCIÓN La comunicación política es, sin duda, el instrumento más importante que liga la acción y el pensamiento de los políticos con la sociedad civil de las naciones. Tomada ampliamente, la comunicación política es una dimensión conceptual y pragmática que sirve para realizar labor de intercambio y de reformulación. Pero, ¿es la comunicación política un elemento que coadyuve a la labor política o es un elemento que la destruya? En las siguientes páginas trataré de responder a esta pregunta. Mi triple condición como ser humano, como hombre político y como profesional de la comunicación no siempre marcha por la vida con armonía y coherencia. Esto porque estas tres dimensiones no siempre responden a un mismo paradigma ético y conceptual. Ni siquiera es posible realizar la praxis de estos tres aspectos con igual experiencia vivencial. El político realiza una labor engarzada en la manera de realizar política en Latinoamérica, en un organismo (el parlamento) que pierde día a día su arraigo en la cultura democrática de nuestras naciones, incluso en Costa Rica cuya tradición de civilidad es centenaria. El devenir político en nuestras patrias tiene mucho de azaroso. No es que esta condición sea patrimonio de la política de América Latina, es que en estas latitudes el azar es violento y endémico. En las últimas dos décadas del siglo XX, parecía que la democracia por fin se asentaría en la región para el beneficio y consuelo de la sociedad civil. Resulta ahora –a punto de comenzar el siglo XXI- que las formas democráticas de gobierno se nos escapan de las manos como arena entre los dedos. El resurgimiento de regímenes fuertes es solo la punta del iceberg. Bajo los acontecimientos recientes en el Perú y en Venezuela, existe todo un preocupante movimiento que no está siendo visto claramente por los políticos tradicionales tan acostumbrados a la facilidad del poder. El aseguramiento del poder no es un asunto ni fácil ni cuestión de costumbre o tradición. El poder es como la amistad, puede ser inquebrantable y leal por muchos años, pero, en un segundo, una pequeñez puede destruirlo. La sociedad civil de América Latina, y más específicamente de Costa Rica, está rectificando sus parámetros para otorgar el poder. Esto es una verdad y una realidad que nos muestran las tendencias que asumen los procesos electorales. Esto tiene dos consecuencias: una: los grupos asentados en la cúpula del poder van a recurrir cada vez más al fraude electoral para mantenerse en sus dominios, con el consiguiente decaimiento del sistema democrático; dos: los partidos alternativos van a surgir como ganadores. Lo cual no sería malo, de no ser por las tendencias irresponsables que muestran muchos de sus exponentes. En la misma Costa Rica los estudios enseñan que el pueblo quiere un hombre fuerte sentado en la silla presidencial. La pregunta evidente es: ¿qué tipo de hombre fuerte quiere el pueblo costarricense para que dirija sus destinos?, o una más interesante: ¿cuál sería el derrotero de ese hombre fuerte una vez asegurado en su sitial? Para el caso de Costa Rica, sería una profunda desgracia que el sistema político se desmejorara significativamente. Lo triste y preocupante es que ya la cultura democrática de Costa Rica muestra signos nefastos que requieren de pronta solución. Para el profesional en comunicación resulta ampliamente interesante comprobar que muchos de los males de los sistemas políticos de América Latina serían menos graves si la comunicación política fuera apropiada, eficaz y consecuente. Grandes y buenas iniciativas se pierden porque los gobiernos no comunican con habilidad sus derroteros políticos. En el caso de Costa Rica es preocupante que no existan directrices nacionales, que propicien y desarrollen buenas maneras de entender las instituciones que mantienen el poder. Existe un profundo desgaste de la imagen de los políticos, y de la mayoría de los estamentos estatales. Esto es así porque los políticos han contribuido a ello, pero también la situación se ha agravado porque los sistemas de informar y formar al pueblo han estado a la "buena de Dios" sin cabeza y sin armonización. Lo malo no es que la imagen de los políticos decaiga, lo negativo es que el mismo sistema de convivencia, que ha costado tantos años de esfuerzo a esta nación se encuentra en franca decadencia. Mucho, repito, porque la civilidad como una concepción mental, ha dejado de calar dentro del imaginario colectivo del pueblo costarricense. Para el ser humano que tiene que vivir una realidad cotidiana con una responsabilidad seria sobre sus espaldas, resulta preocupante que, incluso desde un papel de legislador, se pueda hacer tan poco por mejorar los sistemas y los conceptos de comunicación política de una nación, como Costa Rica, que se lo merece ampliamente, por muchas razones, pero sobre todo porque durante muchos años ha sido un ejemplo de civilidad para las naciones del mundo. La razón principal por la cual es muy difícil mejorar los sistemas de comunicación política es porque las elites, o no tienen educación al respecto, o no ven la necesidad imperante de realizar cambios. Por lo tanto, si las elites no tienen formación no pueden trasmitirla al pueblo. Y si no hay voluntad de instaurar cambios entonces no existe ningún futuro en este aspecto. Los pueblos, no en todo pero sí en una buena proporción, emulan la visión de las grupos que los dirigen. Cuando nos referimos a sectores de la elite, no nos estamos refiriendo solamente a los sectores hegemónicos en la economía y en la política, sino a todos aquellos que son, de cualquier manera, conductores de las sociedades. Por esta causa, por la baja noción que existe acerca de la comunicación política, hemos realizado algunos experimentos que vamos a exponer un poco más adelante. El más importante experimento se realizó en una oficina especializada en prensa en el Parlamento de Costa Rica. Esta oficina atiende a una fracción legislativa significativa. Los resultados que ha arrojado el proceso son valiosos y merecen la pena ser publicados. Voy a ir poco a poco, primeramente veamos algunos conceptos pertinentes, para ir cayendo luego a un aspecto específico. 1- COMUNICACIÓN POLÍTICA: UN CONCEPTO BASE DE LA DEMOCRACIA 1.1. La comunicación política en la democracia Los cambios estructurales que se están gestando en todas las sociedades implican ineludiblemente una redefinición del modelo económico, debido a las consecuencias que tiene éste sobre las demás esferas colectivas y muy directamente sobre las relaciones de poder. Los cambios no tienen su raíz más profunda en lo económico, sino en un fenómeno complejo que se llama planetarización. Este fenómeno es la noción del planeta tierra como una aldea en donde la interacción de los elementos sociales y físicos es una realidad cotidiana. Dicho en otras palabras: estamos asistiendo al nacimiento de la humanidad; aunque para que esta criatura pueda dar sus primeros pasos pasarán todavía muchos años y no pocos tropiezos. La planetarización es un fenómeno que concierne a las instancias políticas, ideológicas y económicas. Sin embargo, es esta última la que más se nota por lo difundido que está la dinámica de la globalización en nuestros días. A nivel de la acción política también se están gestando cambios sustanciales que están modelando una manera distinta de entender el movimiento dentro de los modos de convivencia. Sin embargo, el cambio más profundo está en la instancia ideológica. El ser humano empieza a sentirse planetario, la humanidad apenas comienza a ser una realidad. Y esta realidad la llevan adelante los poderosos sectores que manejan la economía global. Lastimosamente en detrimento de las inmensas mayorías, cuyos problemas aún no han encontrado ni eco ni solución. Para las empobrecidas masas del astro, la noción de planetaridad es una utopía que se encuentra a doscientos años de existencia. Pero para el sector privilegiado de los países desarrollados, la planetarización se encuentra tan cerca como lo está la computadora personal. Es una polarización extremada, que tarde o temprano reventará en el rostro del género humano. Lo más importante para los costarricenses en estos momentos, es que la noción de la política se está redefiniendo en toda América Latina. Estamos en una crisis de amplias magnitudes de la cual no escapa el estado de Costa Rica. Todo movimiento en la región terminará influyendo la forma política y económica nacional. El país nunca ha salido incólume de los trastornos que han afectado el resto de las naciones de Iberoamérica. La causa más directa de la crisis es el divorcio que existe entre las instancias de poder y la sociedad civil. Mucho de este divorcio se debe a la ineficiente comunicación política de las instancias respectivas. En Costa Rica, aunque no es tan evidente como en el resto de América Latina, el sistema político está sufriendo de un descrédito que pareciera no tener reversa. Este descrédito se mira en la desconfianza que siente el pueblo por instituciones fundamentales como el Parlamento. Existe una causa endémica para esta crisis y es la polarización de los estamentos sociales. Cada día hay más pobres más pobres y los ricos son más ricos. El principal reto para los nuevos enfoques está en asegurar una equitativa distribución de los bienes, para permitir el compromiso de los individuos con el sistema que les asegura libertad y mayor participación en los procesos de toma de decisiones; es decir, por su naturaleza el ser humano tiende a buscar el equilibrio en el plano social, debemos interpretarlo como un balance de poderes. Las grandes desigualdades, aunque siempre han existido, nunca han sido beneficiosas para los sistemas políticos. La democracia no permite la polarización extremada de sus sectores sociales. La democracia no es solo una concepción política sino económica e ideológica. Los países democráticos deben procurar el mayor bien para la mayoría de sus habitantes. En el plano comunicativo, el pluralismo de opiniones es fundamental para una democracia, que debe alejarse de los monopolios en el manejo de la información, porque en el tanto que exista mayor diversidad de criterios, más reacciones generarán un determinado hecho, caso contrario, en cuanto menor sea la oferta informativa, mayor será el control sobre una situación. Pero esto hay que hacerlo entender a la sociedad civil, esto debe ser el objetivo fundamental de la comunicación política. La comunicación política es educación, es formación de la sociedad civil a través de información que contiene una noción filosófica acerca de la forma de convivencia. Por ejemplo, formación política para Costa Rica significaría resaltar y enseñar por los medios de comunicación los valores de la democracia, a través del acontecer cotidiano en la Asamblea Legislativa. También formación política significaría que la sociedad civil tuviera los canales apropiados para hacer llegar a los entes de poder sus inquietudes. La comunicación política funciona como un espacio en donde converge el pensamiento del poder político y el pensamiento de la sociedad civil, en temas referidos a los modos de convivencia. Es decir, es un fenómeno de doble vía. Las instancias políticas informan de su labor, y la sociedad civil informa de su acontecer. Todo en la dimensión de la política, de una manera teórica y pragmática. Para que esto suceda se utilizan los medios de comunicación de masas. La dimensión de la política es todo aquello que concierne a los modos de convivencia, a las vivencias en conjunto de seres humanos y de instituciones. Así que la comunicación es vital para la democracia, de hecho sustenta y propicia la vivencia democrática. Al existir en la comunicación la posibilidad de concretar acuerdos y de esparcir entre la sociedad civil estos acuerdos, la democracia se convierte en un sistema que permite la pluralidad de opiniones. La posibilidad de discutir sin represión lo que pueda ser bueno para todos es lo que caracteriza a la democracia. La posibilidad de comunicación es lo que genera las actitudes para la convivencia democrática. 1.2. La doble característica de los medios de comunicación Los medios de comunicación tienen dos roles sociales diferentes, uno es que están al servicio de la sociedad y fomentan valores y principios que forman el espíritu crítico, y otro que, a la vez, son el enlace entre los intereses y privilegios de los grupos y de la población. De esta forma tenemos, una obligación pública y un objeto maximizador de ganancias, dentro de todo marco social. Así es, y como lo hemos dicho varias veces, la comunicación es un ámbito de confluencia en donde se realiza un sincretismo de ideas y acciones, para luego, retornar tanto a la sociedad civil como a los sectores políticos. Es innecesario decir que los medios son tremendamente poderosos. Los medios constituyen y destruyen. Los medios forman lo que se llama la opinión pública, y la opinión pública es el espacio donde converge la cultura política de un país. También es innecesario decir que los medios son manipulables y que son manipulados. Este es el destino de los medios. Pero esta manipulación puede ser negativa para las masas o puede ser positiva. En esta dicotomía entre poder político y sociedad civil nace la comunicación política, donde el sector que ejerce el poder político necesita mantener y comunicar sus acciones a sus gobernados, y los gobernados necesitan alimentar de sus circunstancias a sus gobernantes. Es justamente aquí donde los medios de comunicación toman vida al convertirse en el puente de enlace entre ambos sujetos. Pero no sólo los medios, éstos son el vehículo. En realidad, lo que sirve de puente es la cultura y la formación política de los comunicadores. La capacidad de los comunicadores para interpretar los escenarios políticos y mostrarlos a los líderes y a las masas. Así es que los medios son un enlace, un dominio compartido en donde converge tanto la sociedad civil como el poder político. Los medios reflejan para las dos vertientes y alimentan con ese reflejo las amplias nociones de convivencia política de una nación o pueblo. Los medios son un sistema depurador y controlador que construye concepciones que no son una copia fiel de lo que ocurre en las sociedades. Las sociedades producen sus insumos y los medios los reelaboran, incluso con intereses provenientes de los mismos sectores sociales. Por esta razón, los medios jamás serán objetivos, a no ser que la objetividad sea una categoría que sirva a los intereses de un sector social. Los medios son receptores y productores y es ésta su dicotomía, y está aquí su tremendo poder de conformación de la opinión pública. No en vano todo sector de la sociedad busca su control o su eliminación cuando son contrarios a sus intereses. Es por la misma razón que cualquier régimen totalitario lo primero que busca eliminar es la capacidad de pensar de los individuos con la utilización de sistemas ideológicos de amplio espectro o con la represión burda y descarnada. 2 - RELACIONES DE PODER ENTRE LA PRENSA Y EL PARLAMENTO 2.1. El poder en el mundo humano El poder es la manifestación de múltiples dimensiones ínteractuantes que intervienen en la individualidad humana, en la colectividad social y en el ambiente natural biótico y abiótico. Estas múltiples dimensiones tienen su sitial en diferentes estadios de la existencia: la fuerza bruta, la inteligencia, la capacidad emotiva, la capacidad psíquica, el desarrollo científico y tecnológico, la tendencia religiosa y el talento místico en lo que se refiere a la dimensión humana. Cuando nos referimos al mundo natural, el poder tiene su manifestación en el movimiento de los cuatro elementos con que los griegos designaban la constitución de todo lo existente, a saber, el fuego, la tierra, el agua y el aire. El poder primeramente siempre es poder sobre uno mismo pero que, por medio de un juego dialéctico, se vierte al exterior. Es esta capacidad de exteriorización del poder, la razón por la cual todo organismo y entidad dentro del universo afecta y es afectado a la vez por la existencia de los demás, de los otros, o de lo otro. El poder es una necesidad natural intrínseca a todo ser vivo y a toda entidad no viva. Necesidad que se convierte en el medio ambiente más importante en donde se construye, en el caso de los humanos, la sociedad y la cultura. El poder, que es en primera estancia el arraigo del ser a la vida, es decir, la lucha por vivir, sobrevivir y aventajar, es lo que genera el devenir de los hombres y de las civilizaciones. Dentro del ámbito de lo social el poder se torna en dominación. Es decir, la exteriorización del poder es el control por medio de la dominación. Para poder comprender de forma apropiada el concepto y la utilización de la dominación, podemos recurrir al sociólogo político Max Webber y a su teoría sobre los sistemas de influencia. Dice Webber que existen tres formas que son aceptadas como dominación legítima. 2.1.1. Dominación legal La fundamentación de este tipo de dominación está en la racionalidad, en la cual se basa todo derecho, ya sea establecido por convención o por concesión. Las reglas del derecho constituyen un mundo abstracto de prescripciones técnicas o de normas. La justicia es la aplicación de estas reglas generales a los casos particulares. La administración tiene por objeto proteger los intereses que determinan las reglas generales del derecho por medio de la instauración de órganos instituidos a este efecto. Son tres los grandes espacios de dominación legal en un país. Por un lado, las jerarquías superiores o directivas que deben respetar y aplicar el orden impersonal del derecho; por otro lado, los ciudadanos que no están obligados más que a someterse a las condiciones previstas por la ley, y en el centro de estos dos grupos, un cuerpo de funcionarios calificados que se agrupan en instituciones que son las encargadas de aplicar los reglamentos o las leyes de la república. En síntesis, "la dominación legal es de carácter racional: tiene por fundamento la creencia en la validez de la legalidad de los reglamentos establecidos racionalmente y en la legitimidad de los jefes designados de acuerdo con la ley." (1). Pasemos ahora a la categoría de dominación tradicional. 2.1.2. Dominación tradicional La autoridad en este caso no recae en un superior elegido por mecanismos legales, sino en un hombre que asume el poder en virtud de una costumbre. El gobierno es un asunto personal, de modo que la obediencia es un acto de amor filial hacia la persona. Los gobernados es este caso no son ciudadanos sino súbditos y no obedecen la ley, concebida como una norma impersonal, sino a una tradición legitimada en virtud del privilegio (tradicional) del soberano. El dominio depende de las cualidades de la personalidad del jefe, ya sea del principio de equidad o de iniquidad, pero no de principios constantes y racionalizados. Aún así, la violación a la tradición puede causar resistencia y la toma de represalias contra la autoridad y sus allegados. La administración se da por medio de servidores y no por funcionarios. En síntesis: "... dominación tradicional se basa en la creencia en la santidad de las tradiciones en vigor y en la legitimidad de quienes se llama al poder en virtud de una costumbre." (2). 2.1.3. Dominación carismática La dominación carismática es el tipo excepcional de poder político, no porque ocurra con poca frecuencia sino porque descontrola la vida política. El carisma es una cualidad insólita de una persona que muestra un poder sobrenatural, sobrehumano o desacostumbrado, por lo cual aparece como un ser providencial, ejemplar, fuera de lo común, lo que lo hace agrupar a su alrededor a discípulos o partidarios. La obediencia implica la sumisión de los hombres a la persona del jefe que se cree llamado a realizar una misión. Su fundamento es emocional y no racional, pues descansa en la confianza, en la fe y en la ausencia de todo control. El carisma busca la ruptura de la continuidad, ataca el orden establecido y la coacción habitual y exige una manera distinta de relación entre los hombres. El carisma es destrucción y construcción a la vez, pues su propósito es el desprecio de la autoridad y el desarraigo de los hombres de la rutina y del tedio. Toda política carismática es una aventura, no sólo porque corre el riesgo de un fracaso, sino porque está obligada constantemente a encontrar nuevos impulsos y motivos de entusiasmo. La dominación carismática no reconoce instituciones, ni reglamentos, ni costumbres, es norma en sí misma y la palabra del jefe es obligación, deber y motivo para obedecer. No conoce servidores ni funcionarios, sino sólo apóstoles, partidarios o discípulos. En síntesis: "... dominación carismática descansa en la sumisión de los miembros al valor personal de un hombre que se distingue por su santidad, su heroísmo, o su ejemplaridad. La dominación legal es la más impersonal, la segunda se basa en el amor filial, y la tercera pertenece al orden de lo excepcional". (3). Es necesario entender, y Webber aclara esto muy bien, que estos tres tipos de poder no son puros. Casi nunca se encuentra uno u otro claramente definidos, más bien se les puede hallar interrelacionados los unos con los otros. La dominación en sí es una misma y sola cosa, es un fenómeno de influencia mental, psicológica o física de un ente humano sobre los otros. 2.2. La dinámica dialéctica del poder entre la prensa política y el Parlamento Cuando hablamos de las relaciones de poder entre la prensa y el parlamento fácilmente se puede usar el anterior marco teórico de referencia para tratar de entender el sentido, la dimensión y la intensidad de la influencia de uno sobre el otro. El poder legislativo es la institución política que se encuentra más custodiada dentro de la sociedad civil. Es por definición el primer poder de las repúblicas, por ende, el ámbito que mejor se controla desde todos los espacios de la sociedad. Entre la sociedad y la prensa se genera inevitablemente una relación de tipo dialéctico, una simbiosis necesaria y evolutiva, que permite la sobre vivencia mutua y que debería propiciar el mejoramiento de la sociedad. La prensa se postula como un elemento de control y de denominación de las dinámicas de poder que fluyen desde la Asamblea Legislativa. Es la misma prensa la que determina ese poder como carismático, como legal o como tradicional. La prensa eleva líderes o destruye ideas. La prensa da matices al poder y lo encasilla dentro de variedad de denominaciones para darlo a las masas ya digerido. De los medios de comunicación salen "los demonios y los ángeles" de la política: las acciones patrióticas y las traidoras, los buenos negocios y los fraudes, el futuro brillante o el subdesarrollo del país. Las ideas de Webber acerca del poder se encarnan y tienen su ejemplificación en el "color" que la prensa otorga a la utilización del mismo. Los medios de comunicación de masas pueden ser un elemento determinante para que exista un buen uso del poder y de las fuentes de dominio, pero también tienen un lado nefasto, el cual es la manipulación de la información y la restricción de la libertad de acción. Esta dicotomía entre libertad e información se hace patente en la relación dialéctica entre prensa y parlamento. Es entonces cuando estamos hablando de libertad: libertad para legislar lo conveniente al país y libertad de la prensa de informar a la nación acerca de la formulación y aprobación de las leyes. Resulta profundamente interesante captar la influencia de la prensa sobre la función del Parlamento. Tanto es el nivel de injerencia de la prensa que muchos legisladores se convierten en vedettes de los medios de comunicación. No deja de existir un protagonismo y hasta cierta competencia por los minutos de comparecencia en los medios. Hay que aclarar que esto es definitivamente normal en todo cuerpo político mientras no sea patológico. Lo negativo empieza a aflorar cuando el protagonismo es vacío, sin contenido ideático o pragmático. Los medios de comunicación política eligen sus ungidos y los sacralizan o los demonizan de acuerdo a las directrices de los dueños de los medios, o de los sectores sociales que se encuentran detrás. Aquí cabe la pregunta: ¿es la comunicación política la diestra o la siniestra del poder político? La respuesta es que es las dos cosas a la vez, o consecutivamente. Otra cosa interesante tiene que ver con el sitio desde donde se ejerza la comunicación política. No es lo mismo un sistema de comunicación montado desde una fracción legislativa que desde un medio masivo de prensa. El primero cumple la función de proporcionar insumos a los diputados, y el segundo de sacar insumos de las instituciones políticas y llevarlos a la sociedad civil, no sin antes de haber sido analizados por los sectores interesados, sean económicos o políticos o de los dos. 2.3. Otras funciones de la prensa política ante el Parlamento: información, opinión y control Uno de los objetivos de los medios es alcanzar directamente a la base; es decir, ejercer una labor de información que lleva dentro de sí una opinión que propicia un control. Cuando el medio alcanza la base se produce un "feed back", una repercusión que se torna contra la emisión. La utilización de los medios de comunicación de masas presenta algunas características positivas y negativas. En las positivas podemos enumerar: primero, garantiza la masificación de los contenidos informáticos, lo cual es difícil de lograr a través de otro esquema de comunicación; segundo, ofrece rapidez en la transmisión informativa; tercero, amplia la oferta de contenidos enriqueciendo la democracia; cuarto, asume roles controladores en la sociedad. Los medios de comunicación tienen como desventajas en el ámbito político que tienden a la inmediatez; es decir, que la fuerza de la imagen tecnológica, la simplicidad y el poder de penetración no permiten una análisis concienzudo de las situaciones. Junto a esto, al utilizar técnicas de información inmediata, se generalizan críticas sin discriminación, siendo más bien superficiales y falaces. Lo que caracteriza a la sociedad actual es la comunicación generalizada. Esto ha hecho que la sociedad esté haciéndose más compleja, e incluso a veces se vuelva caótica. Aunque no conlleven necesariamente a aumentar la cultura y el conocimiento de los ciudadanos, los medios de comunicación sí han tenido un papel crucial en la disolución y en la construcción de las concepciones de la historia. Los medios de comunicación son capaces de transformar las tendencias históricas. Por ejemplo, en Costa Rica, anteriormente, el proceso político se concebía alrededor de la pugna entre dos partidos, uno de corte conservador y otro liberal. En el caso costarricense, esto se ha manifestado en los últimos cincuenta años, en un Partido Liberación Nacional que se ha considerado más progresista, y en la oposición, hoy representada por el Partido Unidad Socialcristiana, que se consideraba abanderado de lo tradicional. Esta visión se ha trastocado en la última década gracias a la influencia de los medios de comunicación. Los medios de comunicación han creado una explosión y multiplicación generalizada de cosmovisiones, donde han pasado a tomar la palabra minorías de todo tipo. Salen a flote culturas y subculturas de gran diversidad. En el ámbito político, los medios de comunicación atienden fuentes de poder de muy diversa procedencia: sindicatos, cámaras patronales, partidos políticos, educadores, en fin todo un conglomerado que mantiene pugnas que repercuten en el poder legislativo. De toda esta información emanada por estas entidades sólo una minoría es propaganda, de acuerdo con Víctor Ramírez propaganda es: "... aquellos mensajes en los que el agente posee total control sobre su forma y su contenido. En las sociedades abiertas esto es posible en las siguientes condiciones: Por medio de los campos pagados en la radio, la prensa, TV. En los espacios que ceden los medios por orden de ley o por concesión gratuita. En los llamados signos externos (vallas, afiches, volantes)" (4). Surgen, junto a esto, otras formas de comunicación política como entrevistas periodísticas, debates, charlas de información, foros de opinión publica. Esta proliferación de modalidades es de imposible control, a lo más que se puede esperar es tratar de redireccionarla en la forma más favorable. La fuerza de los medios de comunicación ha hecho que se constituyan en importantes factores de poder. Esto se refleja en la política, ámbito que no es preocupación central durante la mayor parte del tiempo, pero que, sobre todo en los momentos electorales, hace que la gente se enfrente con criterios de opinión y de decisión. Dice un autor al respecto: "Si se consideran las pesadas cargas para los votantes, no debe causar sorpresa el hecho de que las razones más comunes que las personas dan para leer periódicos, o para ver debates televisados, sean "ayudar a tomar una decisión" y "conocer las diferencias entre ellos respecto a los problemas". Otras gratificaciones que mencionan con cierta frecuencia se relacionan con el proceso electoral. La comunicación política masiva queda entonces integrada a la vida diaria de las personas en más de una manera. Es probable que también existan otras motivaciones, como gratificaciones recibidas del uso de los medios masivos que las personas mismas no reconocen o que no expresan en las entrevistas de encuesta." (5). La importancia de los medios de comunicación en la política es tal que ha tomado primacía en la información, dejando en un plano secundario la proveniente de relaciones personales (parientes, amistades, amigos). (6). En este ámbito, el individuo busca en los medios masivos ciertas gratificaciones, que poseen características más propias del individuo y su situación que del medio y la estructura social. Entre éstas se incluyen razones como la "vigilancia"; es decir, mantenerse al tanto de lo que está pasando. También tienen influencia los factores de situación; de esta forma la atención hacia los sucesos políticos aumenta con los ciclos electorales o cuando se presenta algún suceso acontecimiento que el ciudadano considera importante (como una reforma integral al sistema de salud). Buscar necesidades de información es algo diferente a encontrarlas. Este es el caso de los debates de las campañas políticas, las personas las siguen detenidamente, pero al final manifiestan que les ha aportado poco en cuanto a conocer la posición de los candidatos frente a los diferentes problemas. Además, los medios de comunicación no necesariamente se preocupan por brindar toda la información que el elector necesita, puesto que se ocupan sobre todo de los hechos que consideran noticiosos. Dan importancia a algún hecho, procediendo a delimitarlo y darlo a conocer, creando en consecuencia un clima de opinión. (7). Aunque tradicionalmente se tiende a pensar que los mensajes fluyen en una sola dirección (unidireccionales) del sistema político al público, en la práctica los mensajes de importancia política fluyen en todas direcciones, aunque no haya igualdad. Aquí tanto los actores como los medios mismos tratan de obtener alguna ventaja del proceso global comunicativo. 3 - POLÍTICAS DE COMUNICACIÓN EN EL PODER LEGISLATIVO Históricamente no ha existido una dirección en el mensaje que transmite la Asamblea Legislativa acerca de sus labores. Es cierto que en un órgano donde están representados varios partidos es difícil que exista un consenso, pero también debe existir una estrategia y un hilo conductor en los proyectos que se tramitan. Hace casi cincuenta años en Costa Rica este hilo conductor estuvo guiado por los cambios dados en las garantías sociales, y luego por el intervencionismo de Estado, patente y manifiesto en la proclamación del estado de bienestar como sustentante del desarrollo económico y social del país. Hoy, cuando los cambios mundiales se debaten en un nuevo estilo de cultura y sociedad, el país debe asumir este reto, pero la forma en la que lo ha hecho es ambigua y esto se refleja en la Asamblea Legislativa, que por el momento carece de un mensaje conciso para la mayoría de la población costarricense. De hecho, el Congreso en Costa Rica es una de las instituciones más desprestigiadas en el país. La imagen de la Asamblea Legislativa no supera la de los organismos más incompetentes como la federación de fútbol. La imagen del Congreso ante el país debería cambiarse. Esta labor se podría realizar ofreciendo a los costarricenses suficiente información sobre la legislación que se promulga en el Congreso, y debería empezar desde la misma formulación de las iniciativas de ley, con una campaña de concienciación en los medios adecuados. Esto debe hacerse mediante un mensaje simple y directo, fácil de entender para la mayoría de la ciudadanía. Sin embargo, lo que la Asamblea Legislativa ha hecho en los últimos años ha sido emitir mensajes fragmentados, que se muestran complicados y difusos. Se ha acudido a medidas de carácter reactivo para apagar los incendios, lo que se pretende es calmar los ánimos cuando se nota el disgusto del electorado, el cual responde así muchas veces por ignorancia. Con el propósito de una mejor comunicación política, la Asamblea Legislativa debería examinar dos elementos básicos: 1. Cómo postularse ante los medios noticiosos con un mensaje claro y coherente. Esto incluye un discurso correcto, que más que afrontar las rencillas personales, dé prioridad al debate de los proyectos en sí. 2. Establecer una campaña para dar a conocer el parlamento al ciudadano, los mecanismos que tiene y las iniciativas que se tramitan en el ente. En este sentido, una vez más se deben rescatar algunas acciones encaminadas a cumplir con este propósito. No obstante, falta camino por recorrer. Se ha explicado mal el objetivo de los proyectos planteados y la trascendencia al público, que tiene desconocimiento de la importancia del debate y la discusión de las reformas. El ciudadano común generalmente tiene como un parámetro importante en la Asamblea Legislativa la cantidad de leyes aprobadas, cuando no se emite un número importante supone que los diputados no trabajan o se guían por intereses propios. Es necesario entonces explicar las causas de los atrasos y la lentitud en los trámites. Aunque esto pueda parecer tedioso, su buen desarrollo ayudaría a crear consenso, lo que a fin de cuentas ayudará a que las mismas iniciativas tengan un menor rechazo. En este sentido, un mal desempeño es difícil de ocultar. A fin de cuentas, la productividad de la Asamblea Legislativa en el período se ha limitado a leyes que en su mayoría son de segundo orden. (8). Para que el ciudadano cambie su percepción, la comunicación debe acompañarse de los resultados respectivos. Por la importancia que poseen los actos del Parlamento, así como la de los actores con los que tiene que lidiar (organismos internacionales, otras instancias del gobierno, medios masivos de comunicación y el público mismo), este ente político debe fortalecer sus programas de proyección institucional y comunicación política. También debería trabajarse en la coherencia de los mensajes. Es decir, que todos los mensajes que se emitan respondan a un eje común, donde no exista contradicción. El Congreso de la República puede establecer bloques de leyes relacionadas, cuyos propósitos se puedan comunicar de forma combinada, algo que se hace de vez en cuando pero que debería de planearse a lo largo de un período, sino de cuatro años, por lo menos de dos (sujetos a los cambios que sea necesarios a como avanzan las iniciativas). Como parte de la comunicación política y del mismo funcionamiento de la Asamblea Legislativa, es necesario que los legisladores tomen conciencia que deben apegarse a una forma profesional de legislar, acorde con la responsabilidad que tienen en el ejercicio de sus funciones. Esto significa que los diputados de cada partido tengan una posición común en lo referente a la calidad de la legislación. El tener una posición común en los distintos partidos políticos permite coordinar posiciones y actitudes hacia los problemas del país y legislar las leyes necesarias para ayudar a solucionarlos. Lo cual facilita el hilo conductor de la comunicación política ya mencionado, puesto que las creencias comunes ayudan a elaborar un mensaje y a crear una estrategia de comunicación política. La credibilidad es un aspecto que se ha perdido y es difícil de rescatar. Como institución, este órgano ha sufrido una erosión a lo largo de las décadas, y la recuperación de su imagen será algo muy difícil. La situación ha causado elevados índices de desconfianza. (9). Las últimas encuestas realizadas en el país dan resultados desalentadores: 33% dice que malo o muy malo y 29% dice que regular (Encuesta de Unimer para el diario "La Nación", 20-6-2000). Dice textualmente la encuesta referida: "Al preguntar por el principal logro de la Asamblea Legislativa el 47 por ciento de la muestra no supo qué responder y el 33,3 por ciento dijo que "ninguno". Para el 8,8, por ciento el mejor fruto fue la Ley de Protección al Trabajador…" Lo primero que la Asamblea Legislativa debería plantearse es cuál es su significación en los umbrales del siglo XXI y hacia donde va. Lo anterior es fundamental para establecer una imagen que cale dentro de los individuos. Una imagen que muestre prestigio y compromiso hacia el país. Actualmente esto es imposible pues se maneja una multitud de mensajes mal planteados y peor difundidos. En momento existen una serie de factores puntuales que aunque parezcan pequeños inciden en la imagen. Por ejemplo, la continua presencia de medios televisivos hace necesario que los diputados sigan ciertas normas de etiqueta que pueden ser bastante gananciosas en término de imagen. Entre estás se puede citar el no usar los teléfonos celulares, no leer revistas en medio de los debates, etc. La cortesía también es un problema de imagen. Ciertos diputados tienden a defender los proyectos de ley a gritos e incluso se ha llegado a dar conatos de agresión física. Sería altamente deseable que cuando estos problemas se den por falta de formación o instrucción se ofrezca una capacitación a estos diputados para que la situación sea resuelta. Las leyes que tramita la Asamblea Legislativa no deben guiarse solo por aspectos de marketing político. Este es importante como una rama que permite una mejor consolidación de la Asamblea Legislativa como poder de la República, pero sin ir en detrimento de la necesidad esencial de aprobar leyes en forma adecuada. En este caso, lo que el marketing político permite es informar a los ciudadanos en un lenguaje adecuado a las leyes, ayudando a crear un consenso, que se da en un dialogo permanente con la población en forma recíproca. Este proceso va más allá del proceso de concertación, donde estaban los representantes de los principales sectores de la sociedad, incluyendo la interacción permanente con el pueblo. El cómo lograr esto es más complicado de lo que parece y va más allá de las giras o citas con los diputados. En este caso, haría falta una oficina donde se escuchen las diferentes sugerencias y recomendaciones de los ciudadanos y donde la misma Asamblea Legislativa, informe luego del aporte que han tenido estas opiniones en los proyectos de ley y leyes aprobadas, sería una nueva forma de lo que comúnmente se denomina "escuchar al pueblo". La Imagen del poder legislativo, realidad y distorsiones ¿Cuál es la imagen que tiene el poder legislativo dentro de la sociedad civil latinoamericana, y específicamente en la costarricense? La primera impresión que nos arroja las encuestas es que es la institución peor concebida dentro del sistema político nacional. Pero, ¿es realmente el parlamento una institución decadente? O ¿es el sistema político imperante una organización en franco retroceso ante los retos que plantea la globalidad? En realidad se están dando los dos procesos simultáneamente. El parlamento pasa por un serio periodo de configuración que tiene que llevarlo a un replanteamiento de sus funciones y de los objetivos que busca, así como de su funcionamiento. El sistema político en su totalidad también está sufriendo cambios sustanciales que lo están redefiniendo. Y es que los sistemas de convivencia en su totalidad están sufriendo variaciones que están llevando a formas novedosas de interacción política. El planeta, en estos momentos, es una entidad que tiene una forma y un contenido no consecuentes. Por un lado, la forma política preponderante es el estado nación, pero por otro, ni las naciones, ni los grupos de intereses, se ajustan a las formas políticas oficiales. Esto crea un serio desajuste en las estructuras de poder. "Algunos futurólogos conciben el mundo de mañana no con los 150-200 Estados de ahora sino con centenares e incluso miles de Estados minúsculos, ciudades-Estado, regiones y entidades políticas no contiguas. Las próximas décadas verán surgir posibilidades aún más extrañas cuando pierdan su legitimidad las actuales fronteras nacionales y sus adversarios empiecen a actuar en el corazón mismo de la zona de paz. Pero el curso de los acontecimientos mundiales en los próximos años se hallará intensamente influido por agentes no nacionales como empresas globales, movimientos políticos que superan las fronteras como Greenpeace, movimientos religiosos como el Islam y grupos étnicos en auge que desean reorganizar el mundo conforme a unas directrices étnicas, los pan eslavos, por ejemplo, o ciertos turcos que sueñan con un nuevo imperio otomano donde se integren turco parlantes desde Chipre en el Mediterráneo a Kirguizistán en la frontera china." (10). Un ejemplo muy palpable y muy cercano es Colombia en donde el Estado es incapaz de tener control, ni sobre el territorio, ni sobre la población, ni sobre los diversos intereses de la población, sea narcotráfico, guerrilla, terrorismo, secuestros, etc. Alvin Toffler, el gran futurólogo que ha esgrimido algunas ideas con respecto a la evolución de las sociedades en tres grandes períodos que él ha llamado "olas", dice: "Está ya anticuada, por ejemplo, la idea de la segunda ola de que los gobiernos nacionales son los únicos que pueden mandar una fuerza militar. Se pueden ver cada vez más unidades militares desgajadas del control del gobierno central. Algunas, como en Rusia, se encuentran de hecho bajo el control de intereses económicos locales; otras, como en las regiones productoras de droga, pueden venderse a sindicatos del crimen; hay unas terceras que actúan al servicio de movimientos étnicos o religiosos, y también existen las que operan con independencia de cualquier exterior. Algunas, como las de los serbios de Bosnia, corresponden simultáneamente a varias de estas categorías. Tras el desarrollo de la tercera ola, es posible que se lleguen a conocer más variedades. ¿Cuáles son exactamente las nuevas amenazas a la paz, si la nación Estado está perdiendo su «monopolio de la violencia»? ¿Qué clase de orden global puede hacer frente a la violencia desmonopolizada? (11). Colombia es el ejemplo más palpable y más inmediato. Muy cerca de Costa Rica se encuentra esta ilustración política – social de lo que serán muchos modos de convivencia del siglo XXI alrededor del mundo entero. El caso colombiano no está aislado en el planeta. Europa, Asia, África, muestran grandes tenencias históricas que tienden a la segmentación de la forma política imperante. Otro ejemplo, bastante doloroso y peligroso, son las recientes guerras de los Balcanes. Un análisis interesante al respecto del caso colombiano, lo hace Jaime Gutiérrez Góngora en el periódico: "La Nación" de Costa Rica: "La evidencia de que Colombia se desintegra está a la vista. Fuentes gubernamentales colombianas admiten que sólo las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) tienen presencia en el 40% del país. Hace casi 6 meses, el gobierno colombiano le cedió a la FARC un territorio un poco más pequeño que Costa Rica. Por otro lado, resentido de la atención que ha recibido la FARC, el ELN (Ejército de Liberación Nacional), el segundo grupo revolucionario más grande, logró que el presidente Pastrana anunciara su anuencia a crear una segunda porción de Colombia para ellos. Al mismo tiempo, la Unión de Auto Defensa de Colombia, la principal organización paramilitar de derecha, ha enviado a 2.000 de sus combatientes a ocupar un área vecina a la zona controlada por los rebeldes. En lo que parece ser una medida de desesperación, el gobierno norteamericano ha ofrecido ayuda militar de $300 millones, la más alta después de la ayuda que reciben Israel y Egipto. La violencia que ya lleva más de 3 décadas, sólo en la última ha causado más de 40.000 muertos con pocos indicios de que la carnicería va a mermar. "Simplemente" opina Carlos Alberto Montaner, "el Estado colombiano se está deshaciendo". (12). El fondo de toda esta transformación en las maneras de ejercer el poder político y militar es que la información y la comunicación se desbordaron de lo que podrían ser los intereses nacionales y están quebrando la figura jurídica de Estado como detentador de la fuerza que permite la vida en sociedad. El advenimiento planetario de la capacidad de información y comunicación está yendo mucho más allá de una simple región, de cualquier país, o de cualquier continente. La comunicación y la información son fenómenos que ocurren en la Tierra y dado el poder de que son poseedores han arrastrado detrás de ellos todo tipo de pensamiento o acción que se produzca en el ámbito local o mundial. Hay dos ejemplos incipientes para esto: uno es las telecomunicaciones, otro es el ciberespacio. Estos dos fenómenos que apenas no están dando sus primeros pasos, son los medios de comunicación de "La tercera ola" como la llama Toffler. Son también los medios los que están creando una creciente masificación y un control perenne sobre cada individuo en particular, eliminado, con este control, la privacidad. Los parlamentos no pueden ni son ajenos a estos cambios mundiales que están transformando la faz política del planeta. La imagen deteriorada que sufren las asambleas legislativas, aunque no sea esta la única razón, tiene su raíz en la rotura de las formas políticas imperantes. Los políticos han seguido usando esquemas que venían de un mundo que conservaba intacto el Estado – Nación como eje del poder. Estos esquemas se han preservado por quinientos años, por lo tanto, no es extraño que el cambio a formas de poder diferentes desestructure la manera de organizar y ejercer el dominio. La imagen deteriorada de las asambleas legislativas también tiene su causa en la ineficiente forma en que se utiliza la comunicación. En párrafos anteriores nos hemos referido a esto. No existe en el ámbito de los parlamentos un manejo de alta calidad de las técnicas modernas de comunicación. Ya la "prensa" no está solamente en los diarios o en los medios audiovisuales, sino en las poderosas utilizaciones de la red, y más allá, en una combinación muy adelantada de sistemas de comunicación interactivos. Los ojos y los odios del mundo se están volviendo hacia esquemas de comunicación que interrelacionan texto, sonido, vídeo, realidad virtual, holografías, mientras nuestros parlamentos piensan en las viejas rotativas del siglo XIX. 4 - DIRECTRICES PRAGMÁTICAS PARA UNA OFICINA DE COMUNICACIÓN POLÍTICA EN UN CONGRESO Este apartado recoge una experiencia de instauración de un sistema eficiente de comunicación en una fracción legislativa del Congreso de Costa Rica. Aunque el caso es focalizado puede extrapolarse, con el apropiado proceso, a cualquier fracción de cualquier congreso de América Latina. Constituye una necesidad permanente y urgente de una fracción: I) elaborar un sistema integral y coordinado de comunicación política, y junto a ello y para que ello sea posible; II) la adopción de un plan general con objetivos estratégicos y con metas (de corto, mediano y largo plazo) y; III) la reestructuración de la oficina para que pueda ser posible la instauración y el funcionamiento de ese plan general. I. Cuando hablamos de elaborar un sistema integral y coordinado de comunicación política, nos referimos a: La oficina debe manejar sistemas de comunicación y no solamente de información. La diferencia estriba en que la comunicación es un fenómeno mucho más amplio que la simple información. Primero porque la información tiene un flujo en un solo sentido a la vez, mientras que la comunicación es un fenómeno dialéctico que mantiene conjuntamente un flujo en múltiples direcciones. Pero no-solo eso, sino que un sistema de comunicación debe estar diseñado para hacer abstracción de la información para luego verterla en conceptos que puedan ser utilizados en la redefinición de la realidad. Para que se dé la comunicación debe haber más que información, debe haber una contextualización de las circunstancias que involucran a los emisores, a los medios y a los receptores. La oficina debe manejar como insumo principal el acontecer político; no solo de la fracción legislativa de un partido, sino de las otras fracciones presentes en el Congreso y, en menor medida, pero no por ello menos importante, del quehacer político nacional e internacional. Por acontecer político entendemos: a) los sucesos (la acción política); b) los elementos ideológicos que propician los sucesos (el discurso político); c) las motivaciones personales que subyacen bajo el discurso ideológico (el manejo del poder). Estos tres elementos se encuentran siempre presentes e imbricados en todo acontecer político. Por lo tanto, la oficina debe estar preparada para realizar segmentación de cada uno de estos niveles, y a la vez, integrar analíticamente en una unidad comunicante. Por integralidad entendemos que la Oficina debe estar estructurada de una manera tal, que todos sus recursos humanos y técnicos se orienten a conseguir los dos puntos antes señalados. A saber: acontecer político y comunicación. II. Cuando hablamos de la adopción de un plan general con objetivos estratégicos, generales y específicos, y con metas de corto, mediano y largo plazo, nos referimos a que ese plan general debe ser un esquema que enmarque la acción comunicacional en un gran objetivo global: que la fracción legislativa cuente con un ámbito donde se genere análisis filosófico y científico del acontecer político, que se vierta en la construcción de escenarios, que puedan servir de insumo que coadyuve a los diputados en la toma de decisiones. III. Cuando hablamos de la reestructuración de la Oficina de Prensa para que pueda ser posible la instauración y el funcionamiento de un plan general nos referimos a que la Oficina debe ser tornada de ser una oficina de prensa y de monitoreo a ser una oficina de comunicación política. CONCLUSIONES La comunicación política es el sistema que hace público los entrelones del poder. Sin embargo, lo hace público de una manera codificada. El poder tiene varias túnicas, como los velos de Isis, la diosa egipcia que guardaba sus secretos bajo un largo ropaje. La labor de los analistas de la comunicación y de la política consiste en quitar el ropaje que cubre el poder. La comunicación política funge a veces como destructor del poder y a veces como constructor. Esa es su razón de ser y el sentido de su función. Lo negativo de su influencia no es que determine, sino que esta determinación funcione mal o polarizada hacia ciertos grupos. Lo lamentable en Costa Rica es que la comunicación política esté prácticamente inutilizada. Lo que surge por todos lados son tendencias partidarias o personales sin ninguna dirección ni conciencia. Específicamente en Costa Rica la comunicación política está a la siniestra del poder político, sobre todo en esta coyuntura. El partido en el poder está mermado y cuestionado por muchos sectores. Muchas de esta críticas son reales, otras son inducidas por la oposición y todas son incrementadas por la poca capacidad de informar debidamente al pueblo. En otros países la comunicación política está en la diestra del poder político. Así debería ser en realidad. La necesidad de que exista un flujo de datos mediatizados hacia la sociedad civil, es lo que puede determinar el éxito o el fracaso de un gobierno. Por lo general se asume que los pueblos no tienen o tienen poco nivel de razonamiento. Esto no es así. La sociedad civil permite incoherencias en sus gobiernos muchas veces con el afán de no desestabilizar las instituciones que los protegen. Pero llega un momento en que el acumulado es tan grande y pesa tanto que se desborda. Entonces vienen la crisis de gobernabilidad y la destrucción del Estado. Es necesario recordar de nuevo a Colombia, este país otrora ejemplo de civilidad sufre hoy una crisis de violencia terrorífica. Existen otros ejemplos, como el Uruguay que sufrió una dictadura militar bajo la doctrina de seguridad nacional que imperó en el mundo bipolar. En realidad, América Latina está llena de ejemplos de profundas crisis de los estados nacionales, y no parece que en un futuro cercano esta realidad vaya a cambiar. En Costa Rica sin duda se ha abusado de la sociedad civil, o por lo menos no ha existido una política nacional de comunicación política que lime las asperezas entre el poder político y el pueblo. Hay que recordar que se está hablando de la comunicación en los modos de convivencia y que el modo de convivencia es la realidad con la cual conllevamos la existencia en sociedad. Por eso es sumamente importante estar enterado de cómo se maneja el poder en nuestro ámbito social más cercano. No es posible tener un control absoluto sobre la sociedad civil. Ni siquiera los sistemas más eficientes de propaganda política e ideológica han podido lograrlo. Ni la Alemania de Hitler, a pesar de su poderoso aparato ideológico y propagandístico, lo pudo lograr. Además, la democracia se basa en disentir de la opinión de los demás. En esta característica está su fortaleza, pero también su flaqueza. Así que la comunicación política debe estar basada sobre la capacidad de diálogo, debe ser diálogo permanente. Los poderes políticos deben mantener un flujo constante, en ambas direcciones, de diálogo. Cuando la negociación es perenne hay muchas veces menos posibilidades de crisis profundas. La comunicación política es diálogo permanente acerca de las particularidades que va asumiendo el modo de convivencia. Como último, la comunicación política puede ser manejada por instituciones o entidades no políticas en el sentido tradicional o estatal. En este caso, el poder se ejerce desde otros sectores y para fines que van más allá de lo que conoce la sociedad civil. Esto es lo que se podría llamar el poder detrás del trono. Las connotaciones que toma el poder en este caso son diferentes al normal que manejan las instituciones tradicionales de una nación. Colombia sigue siendo un ejemplo perfecto de esto. ¿Quién manda en Colombia? o ¿cuántas colombias existen? Estas preguntas podrían ser parte de otro artículo que especule acerca de la comunicación política no tradicional en modos de convivencia que desbordan la institucionalidad del estado-nación. Bibliografía Afanador Miguel Ángel. Marco de referencia para el análisis del impacto de los medios de comunicación en los procesos políticos. En: Konrad Adenauer Stiftung. Comunicación política. Colombia: Unión Gráfica Limitada, 1994. Chaffee, Steven H. y Pedro F. Hernández Ramos. Comunicación política. En: Carlos Fernández Collado y Gordon L. Dahnke. La comunicación humana: Ciencia Social. México: Mc Graw Hill, 1997. Del Rey Morato, Javier. La comunicación política. Madrid: EUDEMA, 1989. Durán Barca, Jaime. El rol de los medios de comunicación en el proceso de transición y consolidación democrática en América Latina. San José: CAPEL, 1993. Durandin, Guy. La mentira en la propaganda política y en la publicidad. 3ª edición. Barcelona: Paidós, 1995. Jorge Poveda Quirós. La comunicación política y sus repercusiones en la Asamblea Legislativa. San José: Asamblea Legislativa, 1993. Keller, Alfredo. Las actitudes de la opinión pública en Centroamérica con relación a la democracia. En: Konrad Adenauer Stiftung. Comunicación política. Colombia: Unión Gráfica Limitada, 1994. Luque, Teodoro. Un análisis del intercambio político. Barcelona: Editorial Ariel, 1996. Maarek, Philippe J. Vote. Barcelona: Paidós, 1997. Ramírez Zamora, Víctor. Opinión pública y democracia. San José: Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1996. Rojas Bolaños, Manuel (y otros). Costa Rica: La democracia inconclusa. San José: Editorial DEI, 1989. Velázquez, Teresa. Los políticos y la televisión. Barcelona: Ariel, 1992. Toffler, Alvin. Las guerras del futuro. México. Ed. Plaza & Janés. 1994. Notas 1 Freund, Julien: Sociología de Max Webber, p. 204. 2 Ibid. 3 Ibid. 4 Víctor Ramírez Zamora. Opinión Pública y Democracia. San José: Instituto Interamericano de Derechos Humanos. 1996, p. 77. 5 Steven H. Chafee y Pedro F. Hernández Ramos. Comunicación Política. En: Carlos Fernández Collado y Gordon L. Dahnke. La comunicación humana: ciencia social. México. Mc Graww Hill. 1997. P. 332. 6 A este respecto ver: Jorge Poveda Quirós. La comunicación política y sus repercusiones en la Asamblea Legislativa. San José: Asamblea Legislativa. 1993. P. 190. 7 Ver: Teresa Velázquez. Los políticos y la televisión. Barcelona: Ariel. 1992. P. 28. 8 Escarnio de las reformas. La Nación. Viernes 4 de diciembre de 1998. P. 15 A. "Proyectos tales como la apertura de los seguros, la transformación del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y otros contenidos en la agenda del Poder Ejecutivo, al calor de la concertación o fuera de ésta, son vitales para el desarrollo nacional. Esto quiere decir que los costarricenses ya no podemos esperar más". 9 Juan José Sobrado. Razón de la desconfianza. La Nación, p. 15A. 11 de marzo de 1999. Se expresa que: "A diferencia de otros órganos políticos, la Asamblea Legislativa obtiene índices de desconfianza alarmantemente bajos entre los ciudadanos. Entre otras, en las dos encuestas que realizó el Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional, el porcentaje de poca o ninguna confianza en la Asamblea Legislativa ascendió a un 88 % entre los entrevistados de clase media y alta y a un 78,5 % entre los de clase baja. Llama la atención que el órgano, que se supone representa a los ciudadanos, no merezca ninguna confianza por parte de los representados". 10 Toffler, Alvin. Las guerras del futuro. P. 292. México. Ed. Plaza & Janés. 1994. 11 Ibib. P. 316. 12 Periódico "La Nación" 7-9-99. P.15. Costa Rica FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS: Solano, Belisario (2000): La comunicación política: ¿la diestra o la siniestra del poder político?. Revista Latina de Comunicación Social, 33. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/aa2000kjl/w33se/64belisarioCR.htm |
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