La Laguna (Tenerife) - mayo de 1999 - número 17
D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 - 5820
http://www.ull.es/publicaciones/latina
[Marzo de 1999]
Lo global y lo local
Reflexiones sobre una interacción emergente
Lic. María Luz Barbeito
Veloso ©
Profesora Propia de la
Universidad de Vigo
Dr. Juan José Perona
Páez ©
Profesor Titular de la
Universidad Autonóma de
Barcelona
ippuap@blues.uab.es
Global, transnacional, local, internacionalización, regionalización, fragmentación.... El mundo de la
comunicación se ha visto inundado por la bulimia que supone la incorporación a nuestro quehacer
cotidiano, como comunicadores, de una avalancha de conceptos que hemos empezado a utilizar de
manera sistemática sin saber a ciencia a cierta el verdadero significado de los mismos. Como miembros
de la sociedad de la información, nos hemos visto obligados a hacer nuestros una serie de términos que
hemos interiorizado, a veces inconscientemente, y que hemos transmitido al resto de ciudadanos como
auténticos autómatas, sin pararnos a pensar en su verdadero significado y, por tanto, sin advertir sobre
su trascendencia.
El ritmo de vida vertiginoso que nos atrapa de manera inexorable nos impide, ciertamente, detenernos a
reflexionar sobre los acontecimientos y circunstancias que nos rodean. Esto nos obliga a dar por hecho y
por sabidas demasiadas cosas, y nos condiciona a pasar de manera muy superficial por el devenir de lo
que nos rodea. Nuestro papel como emisores, como comunicadores o como meros transmisores nos
impone el reto del rigor. Sin embargo, como muestra de la velocidad a la que vivimos, las rutinas
productivas de los medios de comunicación no permiten ese punto de reflexión y detenimiento al que
antes hacíamos referencia.
Los ecosistemas comunicativos emergentes en el marco del proceso de globalización en el que estamos
inmersos se están configurando de manera rápida y constante. "Una de las virtualidades del desideratum
de globalidad está basada en la capacidad de las tecnologías para romper los viejos espacios de la
comunicación, circunscritos a ámbitos geográficos y a fronteras administrativas" (1).
En efecto, las fronteras estatales, férreas divisiones que separaban los diferentes países, han ido
evolucionando hasta convertirse en pequeños pasos de transición entre las diferentes naciones que
conforman los nuevos espacios geopolíticos nacidos de las necesidades, más económicas que políticas,
de la nueva sociedad transnacional. Pero el trasvase político-económico que los diferentes estados se
han visto obligados hacer por el "bien común", arrastra consigo una serie de pilares culturales y
tradicionales, propios de cada país, que son difíciles de unificar para conseguir crear los imaginarios
colectivos de las nacientes megacomunidades. Toda nueva comunidad precisa generar una cultura
común que le dé sentido de unidad e integración. "La dimensión cultural de la identidad se convierte cada
día más determinante y dentro de la dimensión cultural, los procesos de comunicación y de la
información resultan más y más determinantes, de manera que ya se suele aceptar ampliamente que las
viejas y las nuevas culturas (nacionales o no) se mantendrán o desaparecerán según puedan articularse
y expresarse a través de sistemas propios de comunicación social" (2).
Las tecnologías de la información y su adaptación a los medios de comunicación constituye uno de los
mejores vehiculadores para alcanzar la homogeneización cultural, generadora de la tendencia
igualitarista de los diferentes espacios geopolíticos emergentes. "Sin embargo, durante un periodo
amplio, la globalidad potencial de la tecnología encontrará en el tráfico de flujos tres limitaciones. La
primera inherente a las leyes del mercado, está determinada por las desigualdades económicas del
globo; la segunda la definen los valores locales, fijados por las culturas más arraigadas, las
cosmovisiones religiosas más refractarias, los fundamentalismos, etc., mientras que la tercera tamiza la
globalidad en territorios lingüísticos" (3).
De hecho, la globalidad es un fenómeno que hasta cierto punto se podría considerar como artificial, en
tanto en cuanto busca la edificación de una nueva realidad, donde la hegemonía (económica, social y
cultural) parece ser la viga sobre la que pivota todo este proceso. Sin embargo, las comunidades con
valores propios demasiado interiorizados y la presencia de lenguas autóctonas, que en casos concretos
se utilizan como auténticos estandartes de la diferenciación cultural, son dos de los principales
obstáculos con los que se puede encontrar la fomentada "identidad global". Realmente son handicaps
difíciles de superar, porque como miembros de una colectividad nos sentimos más identificados con lo
más próximo, viendo como ajeno todo lo que, por una razón u otra, ya sea cultural o geográfica, nos
resulta más lejano. Lo que nos parece más cercano lo vemos como más cierto, ya que somos testigos de
primera mano y tenemos un contacto más directo con ello. Sin embargo, cuando media una gran
distancia entre nosotros y una determinada realidad, percibimos ésta última como algo que nos afecta,
como algo con lo que, dada su "virtualidad", no llegamos a identificarnos enteramente, en tanto que no
existe para nosotros como sujetos participantes en ella. En síntesis, esta idea estaría en consonancia
con la aseveración de Tapio Varis, cuando afirma que "la comunicación local es una comunicación real
mientras que la global es una comunicación virtual"(4).
El acceso, aparentemente más democrático que nunca, a los mass media ha propiciado la conciencia de
la diversidad cultural patente en diferentes zonas del planeta. "A medida que se desciende de lo
transnacional a lo local se multiplica el periscopio de la diversidad. Debe tenerse en cuenta que las
regiones de Europa no son el resultado de simples divisiones geográficas o administrativas, sino que, en
muchos casos, son consecuencia de complejos procesos históricos que han dejado importantes y
profundas diferencias culturales y lingüísticas en el continente" (5). Aunque también es cierto, tal y como
apunta Díaz Nosty, que "la globalidad mediática descubre realidades y rasgos de semejanza, así como
substratos culturales comunes hasta ahora ocultados por las distancias geográficas o por las
regulaciones de las soberanías locales, que llegaban a perpetuar interesadas versiones de la historia
como valores de actualidad" (6). De todos modos, esta tesis no deja de ser una postura integradora cuya
intención es la de buscar puntos culturales coincidentes en las diferentes comunidades con la finalidad
de crear ese colectivo imaginario al que antes aludíamos.
En cualquier caso, el desarrollo del proceso de globalización se está traduciendo, de momento, en:
a.- La creación de nuevos entes políticos-administrativos, como por ejemplo la Unión Europea. El fin de
estos entes no es otro que el de llegar a ser suficientemente competitivos para afrontar la fortaleza
económica y estratégica de otras zonas del globo, como EE.UU o los ''tigres asiáticos''.
b.- El desarrollo, como consecuencia de lo anterior, de megacomunidades que tienen la necesidad de
crear imaginarios comunes con la finalidad de homogeneizar los diferentes colectivos humanos que las
conforman. Esto no hace otra cosa que dar énfasis a la tendencia a la unificación de contenidos sociales,
culturales, etc. De esta tendencia se sirven los grandes medios, movidos esencialmente por intereses
económicos. No debemos perder de vista que los mass media no dejan de ser grupos que buscan, como
cualquier otra empresa, sacar el máximo beneficio posible de un producto.
c.- Constatada esta tendencia a la homogeneización temática, la reacción más inmediata está siendo una
creciente concienciación, por parte de las diferentes nacionalidades, de la importancia que tiene su
cultura autóctona y la necesidad de hacerla pervivir en el proceso de uniformización, donde se sacrifican
partes de una cultura propia para promover una que nos "englobe" a todos y en la que nos podamos ver
reflejados. "Las nuevas tecnologías potenciarán el desarrollo de los ámbitos de comunicación
transnacional y el desarrollo de los procesos de carácter microcomunicativo y de comunicación
institucional" (7).
Esta doble dualidad, global y local, es lo que mejor define la situación que estamos viviendo. Como dice
Mauro Wolf, "es la coexistencia de lo contradictorio" (8), ya que, lejos de ser conceptos aparentemente
excluyentes, la verdad es que se complementan. El auge del proceso de transnacionalización conlleva el
aumento de las necesidades de las pequeñas comunidades a hacer valer su cultura para no perder su
propia identidad.
El valor real de lo local
Es precisamente este sentimiento, el de perpetuar lo propio, lo que está conduciendo a una
revalorización de lo local. La necesidad de procurar que lo más ancestral se mantenga, la pervivencia de
los símbolos distintivos de las comunidades, el apoyo a las tradiciones y la potenciación de las lenguas
propias ha gestado este nuevo impulso de lo local para evitar que estos valores se pierdan en ese
proceso de homogeneización voraz que está trayendo consigo la transnacionalización.
Tras un largo período en el que la falta de recursos técnicos, la poca profesionalización del personal y la
mínima dotación presupuestaria caracterizaba a la mayoría de los medios locales y les otorgaban un
carácter subsidiario (muchos eran considerados como algo residual y que apenas tenía importancia,
excepto para algunos comunicólogos), entramos ahora en una fase de marcada recuperación.
A nuestro juicio, el principal pilar sobre el que se sustenta la revalorización de lo local es la cultura, pese
a que los procesos de identificación que conducen a una colectividad a crear su propia cultura son
bastantes complejos. En realidad podríamos preguntarnos ¿Qué es la cultura?, ¿Qué factores de la
vida social generan lo que llamamos cultura? Entendemos que la cultura es mucho más que el simple
cultivo del arte, la literatura, la producción audiovisualÂ… Cultura son las costumbres heredadas de un
pasado común, el folklore, los valores propios de una comunidad que la hacen diferentes de las demás,
las tradiciones. Incluso la gastronomía es cultura. Antes hablábamos de los medios de comunicación
como conductores de la riqueza cultural de las diferentes comunidades presentes en nuestras
sociedades, y es que cultura y comunicación están íntimamente ligadas y prácticamente no se puede
hablar de una sin hacer referencia a la otra. De hecho, los comunicadores pueden considerarse como
promotores y distribuidores, generadores y vehiculadores de cultura. Según Michel Bassand,
"inversamente toda forma de comunicación es cultura porque ponen necesariamente en práctica signos,
símbolos, valores, normas, conocimientos etc..; la comunicación implica lo que hemos llamado "la textura
socio-cultural" de una colectividad o de una sociedad. Sin esta textura socio-cultural, la comunicación no
es posible y, sin la comunicación, una colectividad es tan solo una estructura inerte" (9).
En efecto, son dos conceptos que caminan de la mano para beneficio de los miembros de una
colectividad y de ahí la importancia y el deseo de la creación de medios de comunicación locales que
puedan reflejar el vivir cotidiano de los ciudadanos de las pequeñas comunidades. La obligación de saber
de ellos mismos, de ver manifestadas sus inquietudes en rotativos, en emisoras, tanto de radio como de
televisión, ha provocado la creación de estos medios, ya que no han visto reflejadas sus necesidades
como grupo en la comunicación de masas "los medios de comunicación local pueden suplir su escasez
de medios con esa noticia especializada y cercana al ciudadano o por su enfoque localizado de una
noticia de ámbito superior, que no puede ser ofrecido por ningún medio" (10).
En España, por ejemplo, los medios locales renacen de la necesidad de poder expresarse libremente,
intentando salvar las imposiciones político-culturales de un régimen autoritario como fue la dictadura del
general Franco, que impuso "la ley del silencio" a lo largo de cuatro décadas. En realidad, se podrían
extrapolar las palabras de Emilio Prado al resto de medios locales cuando habla de esta primera
revolución de las radios locales en la tras dictadura franquista. "A partir de entonces (transición política)
en Catalunya se vive un nuevo período, donde la radio se compromete con los procesos populares de
creación cultural mediante, sobre todo, dos movimientos de radio local y comarcal: las radios libres y las
radios municipales. (...) Las radios libres nacen en Catalunya en el año 1978 y tienen, entre otras, la
virtud de poner de manifiesto las posibilidades del medio para responder a las necesidades
comunicativas de colectividades pequeñas, así como la de popularizar el uso de una tecnología que se
había mantenido alejada de los actores sociales" (11)
Hasta aquí sólo hemos hecho una pequeña reflexión sobre la importancia del parámetro cultural en la
configuración de los espacios locales de comunicación. Sin embargo, existen otras coordenadas que
parecen intervenir en dicha configuración, como son la político-administrativa o la puramente geográfica.
De hecho, cuando hablamos de local tendemos a identificarlo con pequeños núcleos geográficos, bien
urbanos o bien rurales. En esta aseveración, los dos criterios mencionados gozan de un papel
protagonista, pero actualmente la solución no es tan sencilla.
"Hasta hace bien poco, los medios de comunicación determinaban territorios y redes comunicativas
limitadas, concretándose en estructuras territoriales de tipo local, regional o nacional; territorios estos de
dimensión reducida y determinados por unas señas y una idiosincrasia común. Pero en la actualidad, con
la aparición de la comunicación digital y vía satélite, los territorios de referencia han sido ampliados
sustancialmente. Las características que tradicionalmente han configurado el territorio de referencia de
un medio (una misma lengua, una identidad geográfica, unas señas comunes de identidad cultural) han
quedado rotas, la geografía ya no determina los territorios de la comunicación, es la amplitud de la
difusión de la señal que refleja el satélite la que determina el nuevo espacio territorial, produciéndose un
intercambio multicultural donde conjugan: lenguas, ecosistemas de referencia, identidades culturales,
pero dando igualmente lugar a un proceso de despersonalización y uniformización cultural al tiempo que
se produce la colonización de las culturas más pobres por la de los países económicamente más
desarrollados" (12). Viché aparta el parámetro geográfico de la configuración de los espacios
comunicativos. A su juicio, los ecosistemas comunicacionales empiezan a cambiar en tanto que las
señas culturales de una comunidad pueden ser difundidas y recibidas en la mayor parte del globo gracias
a las actuales tecnologías.
Sin embargo, no debemos despreciar la influencia que ejerce la organización administrativa y política en
la jerarquización de los medios de comunicación todavía hoy.
La importancia de los media estatales sobre los que tienen un ámbito de cobertura más reducido,
(regionales-autonómicos y locales) aún es demasiado patente. Las dotaciones, tanto de infraestructuras,
económicas o de personal, hacen impensable que una emisora municipal, por ejemplo, pueda competir
con una de ámbito estatal o nacional. En realidad, la intención de preservar la cultura propia y la
necesidad que tiene todo receptor de sentirse partícipe del contenido de los medios que lo rodean es la
única arma que tienen los medios locales para equipararse a lo demás en el proceso de globalización.
Hasta ahora hemos hecho referencia a los medios locales como aquellos emisores que tienen un ámbito
de cobertura reducido. Pero, si nos atenemos a las transformaciones que estamos experimentando tanto
a nivel geográfico como administrativo, con la desaparición de las fronteras y la creación de nuevos
escenarios geopolíticos, la estructuración de los ecosistemas de comunicación podrían variar
sustancialmente. De hecho, podríamos preguntarnos: ¿En qué medida se transformarán los espacios
geográficos? y ¿cómo afectarán estos cambios a nuestro ritmo de vida diario? ¿Cómo miembros de
una comunidad, el proceso de globalización anulará de algún modo nuestro sentimiento de identificación
a esa comunidad? ¿Realmente los medios locales serán capaces de ser los vehiculadores de la
comunicación que le es más próxima al ciudadano? Y en realidad, ¿las transformaciones geográficas,
impulsadas por las necesidades económicas y políticas no podrán hacer variar el concepto de lo local? Â
¿Acaso, lo que hasta ahora no era considerado como local, en el escenario de lo global, podría
considerarse como tal? ¿En realidad, qué es la comunicación local?
Hoy, el mundo de las nuevas tecnologías, la aparición de los nuevos soportes y la adaptación de la
comunicación a estos cambios parece abarcarlo todo. Sin embargo, es preciso reflexionar sobre lo más
cercano, lo más próximo, y, en definitiva, sobre lo que nos puede afectar como receptores y , por qué no,
como emisores.
BIBLIOGRAFIA
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(2) Gifreu, J. Corominas, M. (1991). Construir l'espai català de comunicació. Centre d'investigació de la
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(3) Díaz Nosty, B. (1996). La comunicación en el tiempo de la globalidad fragmentada. Comunicación
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(4) Varis, T. (1997) Orden y caos en la investigación en comunicación, en IV Jornadas Internacionales de
jóvenes investigadores en comunicación. UAB, Bellaterra.
(5) Moragas Spà, M. (1996). Espacio audiovisual y regiones en Europa. Política, cultura y mercado. Telos
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(6) Díaz Nosty, B. (1996). La comunicación en el tiempo de la globalidad fragmentada. Comunicación
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(7) Moragas Spà, M. (1987). Cultura i comunicació a l'espai regional. Centre d'estudis i recursos culturals.
Diputació de Barcelona, Barcelona.
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(9) Bassand, M. (1987). Comunicació, dinàmica cultural i desenvolupament regional. en Cultura i
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(10) Sanfiz, H. (1995). Pública e local. Radio municipal en Galicia. Ed. Lea, Santiago de Compostela.
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española. Comunicación Social 1994 / Tendencias. Fundesco, Madrid, 1994.
(12) Viché, M. (1991). Animació, sistema de comunicació (redes de comunicación y TV locales. Grup
Dissabte, Barcelona.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE LATINA EN BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre de los autores, 1999; título del texto, en Revista Latina de Comunicación
Social, número 17, de mayo de 1999, La Laguna (Tenerife), en la siguiente dirección
electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999hmy/93barbeito.htm