Revista Latina de Comunicación Social
28 – abril de 2000
Edita: Laboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social
Depósito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
Año 3º – Director: Dr. José Manuel de Pablos Coello, catedrático de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara - Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; España)
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[Febrero de 2000]
La prensa amarilla y los extraterrestres
Lic. David R. Díaz ©
Chihuahua (México)
No hay duda de que uno de los temas que más recursos genera a los mecenas del cine y de la prensa amarillista es el de los
extraterrestres.
Prácticamente todas las revistas de corte sensacionalista recurren a menudo al tema de los extraterrestres para tratar de
explicar algún "misterio", sea auténtico o inventado, con el fin de atraer la atención de los clientes.
También son numerosos los programas de televisión que ganan millones de dólares en publicidad por ofrecer algún tema de
seres de otros planetas.
Los casos de "hombrecitos" aparecidos en Roswell, el Popocatépetl, Machú Pichú, Ensenada y cientos de lugares más son
presentados indiscriminadamente con una gran cobertura informativa, pero curiosamente sólo cuando la expectación por
descubrir algún ser de otro planeta o galaxia está latente.
No obstante, el continuo descubrimiento de fraudes como el caso de las maquetas fotografiadas por el suizo Edward Meyer a
principios de los años noventa se dejan en el olvido haciendo creer al público que las fotografías presentadas en un principio sí
eran auténticas.
Ese continuo bombardeo de "avistamientos", en realidad ha sido más producto de un fenómeno de comunicación que
sustentado en hechos. La prueba está en que nadie, hasta ahora, ha aportado elementos indiscutibles o evidencias válidas de
los famosísimos seres inteligentes que provienen del planeta que sea, pero son la minoría, quienes dudan de su existencia.
Durante el pasado decenio, se puso de moda en Estados Unidos y América Latina acusar a los extraterrestres de las
mutilaciones de ganado que sucedían en el Medio Oeste. Las vacas aparecían muertas, sin sangre, con agudas incisiones en
sus partes blandas y órganos vitales. Casos inexplicados que, avivados por la prensa sensacionalista y paranormal, entraron
también a formar parte del mundo de los platillos volantes.
De nada valió que los casos fueran explicables como muertes naturales y la posterior acción de pequeños depredadores (como
las ratas). La explicación más colorista de que los extraterrestres Chupacabras necesitaban la sangre de las vacas para
sobrevivir fue aceptada por muchos ufólogos (creyentes de los seres extraterrestres) como parte de una conspiración a gran
escala, que incluye experimentación genética con humanos y bases supersecretas en las que terrestres y extraterrestres
comparten tecnología. Por ejemplo, en Nevada se menciona a menudo el Área 51, un lugar donde algo oscuro, secreto y terrible
se hurta al conocimiento del público.
Más de lo mismo aparece reforzado por toneladas de artículos y libros, así como miles de horas de vídeos y dibujos animados,
sin embargo ni una sola prueba fehaciente.
Curiosamente, las pruebas de todo esto consisten en documentos falsificados, afirmaciones de personas que luego acaban en
tratamiento psiquiátrico y la consabida colección de fotos borrosas. El mito ovni se ha dejado vestir también con las teorías de
grandes conspiraciones: desde la muerte de JFK a un gobierno mundial dirigido por extraterrestres y humanos, control mental
de personas mediante implantes craneales que son comandados mediante ondas de baja frecuencia y un largo etcétera de
fenomenologías dignas de la serie de gran popularidad ?Expedientes secretos X.?
Los creyentes en todo esto, denominados también conspiranoicos, alimentan su fe contra todas las pruebas en contra, ya sea
científicas, históricas, testimoniales o de sentido común.
Ejemplo claro de esto es la famosa película del extraterrestre de Roswell, todos ellos apoyaron su veracidad porque confirmaba
sus teorías de conspiraciones entre militares y extraterrestres. Cuando se vio claramente que todo era un fraude, empezaron a
acusar a los militares de hacerlo para establecer una cortina de humo que desprestigiara a los investigadores de casos como el
de Roswell a la vez que ocultar la verdad. Quienes intentan evidenciar la falta de rigor de todas estas paranoias también son
acusados de ser agentes de la CIA.
Más casos se han observado en México, donde varias personas observaron objetos luminosos durante un eclipse total de Sol a
mediados de 1994, para muchos de ellos no eran más que asteroides, pero los autonombrados "investigadores del fenómeno
ovni" descubrieron que no había tal posibilidad porque confirmaron que cerca del punto observado no había actividades de
cuerpos celestes.
Su "descubirmiento" fue lanzado con bombo y platillo por toda la prensa sensacionalista a lo largo y ancho del país, destacando
especialmente el "vidente" Jaime Maussan, quien durante una entrevista con expertos en astronomía aseguraba que ningún
asteroide de tamaño regular se había visto en el punto de los objetos luminosos, así que invitó a los expertos a dar su testimonio
en televisión.
Lo gracioso surgió entonces durante el interrogatorio cuando el especialista aclaró mediante un vídeo que efectivamente no eran
asteroides los objetos voladores, sino simples satélites de observación climatológica, los cuales son visibles especialmente
durante un eclipse por efecto de la refracción de luz solar sobre la superficie de la luna.
- Bueno, dijo Maussan, ésa es su opinión.
- Definitivamente, respondió el prestigiado astrónomo. Estoy seguro de lo que digo...
Y se fueron a un corte comercial.
Después de un largo silencio de varios meses se retomó el tema, pero ya con menos ánimos.
En otras partes del mundo, por ejemplo en España, el proceso de desclasificación llevado a cabo por el Mando Operativo Aéreo
(MOA) del Ejército del Aire fue objeto de duras críticas por medios comerciales que basan su existencia en la divulgación
sensacionalista.
Existe un amplio y productivo mercado en torno a las supuestas visiones de fenómenos extraños -asociados en la mentalidad
popular a aeronaves de procedencia extraterrestre e implícitamente defendidos como tales por estos medios amarillistas-, de tal
forma que continuamente se hacen eco de nuevos avistamientos, que transcurrido un tiempo caen en el olvido y no se publica
jamás explicación alguna para el supuesto misterio, cuando es sabido que la inmensa mayoría de estos sucesos tiene una
explicación prosaica. Cuando el informador no tiene escrúpulos, comercia con la credulidad de la mayoría
El ?periodismo ufológico? ha generado diversas leyendas dentro del gran mito de los ovnis. Entre ellas, se encuentra la
ocultación oficial de información trascendental al gran público. En el mundo ufológico, tal proceder se suele denominar con el
término anglosajón cover-up.
Los cultivadores del misterio no podían permitir que tal iniciativa se desarrollase armoniosamente y desde sus inicios lanzaron
una campaña de desprestigio -concretada en múltiples calumnias y acusaciones de que se estaba censurando y manipulando la
información antes de ser entregada- contra el proceso de desclasificación, sus responsables militares y el principal impulsor civil
del mismo, el investigador valenciano Vicente-Juan Ballester Olmos.
El primero hace referencia a una observación ocurrida el 25 de febrero de 1969, cuando un avión comercial divisó un ovni
cuando hacía la ruta Palma de Mallorca-Madrid. En el expediente desclasificado en mayo de 1993, faltaría, según los
periodistas, parte de las informaciones que en 1976 el Estado Mayor del Aire había entregado a un novelista relativas a este
suceso. Si lo normal era pensar que, por alguna causa todavía desconocida, esa parte de la información no se había
desclasificado, los manipuladores profesionales lanzaron el infundio de que se trataba de una prueba de la ?manipulación?.
El 2 de enero de 1975 un objeto no identificado sobrevoló a baja altura el polígono de tiro de Las Bárdenas Reales (Navarra),
siendo contemplado por diversos soldados y suboficiales. Desde la desclasificación del informe oficial en julio de 1994, diversos
autores sensacionalistas han acusado públicamente al Mando Operativo Aéreo de manipular el documento 0023 del citado
expediente, un escrito firmado el 11 de enero de 1975 por el entonces teniente general Carlos Franco Iribarnegaray, jefe de la
Tercera Región Aérea, en el que éste daba su interpretación personal del caso, aclarando los hechos. Documento que a
continuación se reproduce:
"Las principales críticas al documento se han centrado en la tipografía de su redacción. Diversos articulistas insinuaron que el
citado documento estaba amañado, argumentando que el documento estaba escrito en una moderna impresora láser o de
chorro de tinta. De esta forma, el documento 0023 sería un texto ajeno al expediente y confeccionado recientemente con un
ordenador, tal y como parecen indicar algunos peritajes realizados sobre el texto. Si así fuera, ?por qué se incluyó este
documento en el informe desclasificado?, se preguntaban los periodistas del misterio, refractarios a cualquier explicación lógica
de hechos supuestamente anómalos.
Al parecer, algunos expertos informáticos consultados habrían afirmado que no existía este tipo de máquinas en España en
enero de 1975, acusando seguidamente al Ejército del Aire de falsificar el informe oficial.
Ante tales aseveraciones, el investigador catalán Joan Plana Crivillén procedió a consultar la cuestión del documento 0023 en
diversas empresas especializadas en ofimática. Las respuestas fueron unánimes y coincidentes: a) las máquinas de escribir
eléctricas aparecieron en el mercado comercial español en los primeros años 70, por lo que enero de 1975 su uso era ya
frecuente; y b) el documento 0023 casi con toda seguridad había sido redactado por medio de una máquina eléctrica.
Verificados estos puntos, sólo cabía solicitar explicaciones. Así se hizo a la Jefatura de la Tercera Región Aérea con sede en
Zaragoza, sobre si actualmente había forma de confirmar la existencia y uso en enero de 1975 en dicha jefatura de máquinas de
escribir eléctricas con las que se hubiera podido redactar el controvertido documento 0023.
La constatación, con fecha 26 de noviembre de 1996 y firmada por Eugenio Veiga Pita, general jefe del Mando Aéreo de
Levante y de la Tercera Región Aérea, y que seguidamente reproducimos. Quedaba demostrado así el móvil calumnioso de los
articulistas de misterios.
Por último, el coronel Antonio Munaiz Ferro-Sastre, ex juez informador de la Zona Aérea de Canarias para incidentes ovni, con
el que tuve la oportunidad de conversar en mayo de 1997 en Las Palmas de Gran Canaria. Algunos medios comerciales habían
puesto en su boca afirmaciones que era importante contrastar. Entre ellas, la aparecida en ?Más allá? de 1995, cuando el
coronel habría declarado a un columnista de esta publicación que ?saben más que lo que dicen?, en alusión directa al proceso
de desclasificación. Su reacción a tal escrito fue tajante: ?Eso no lo he dicho yo?. Se daba a entender que el Ejército del Aire
está intentando ocultar pruebas importantes sobre los ovnis. Y repitió: ?Eso no lo he dicho yo; ni lo creo?. Lógicamente, hay más
información de lo que ha desclasificado el MOA: nombres de testigos y planos de instalaciones aéreas, que por razones obvias
no pueden ser de dominio público.
Una reciente información de otra revista del ramo del misterio, ?Año cero?, en su número de mayo de 1999, afirmaba
refiriéndose al coronel Munaiz: ?Mostró cinismo y desconfianza respecto a la transparencia de la desclasificación, e incluso se
permitió duras críticas contra los ufólogos españoles que han colaborado con el ejército en la polémica desclasificación ovni?. A
lo que me comentó: ?Es que meten unas cosas... ?Cómo voy a decir yo, coronel del Ejército del Aire... me voy a meter con el
MOA! ?Por Dios!? Entre gestos de indignación, el coronel Munaiz negó haber hecho tales afirmaciones.
Este tipo de maniobras y falsedades han sido frecuentes en medios sensacionalistas para empañar la labor de algunos
investigadores civiles (fundamentalmente Vicente-Juan Ballester Olmos y Joan Plana) y del proceso de desclasificación, que
culminó exitosamente en noviembre de 1996, entregando a la opinión pública un total de 75 expedientes que contienen 97
casos ovni, conformando un volumen de unas 1.900 páginas de información, materia prima para los estudiosos guiados por el
rigor y la objetividad.
?Lo puede demostrar?....
Prácticamente cada día lo vivimos con supuestos avistamientos, "nadie los puede negar" afirman los creyentes, pero ?lo pueden
demostrar?....
Luego de publicar un artículo sobre el caso del extraterrestre Roswell en la sección Magazine de un diario local, un supuesto
campesino nos habló por teléfono para expresar su enojo contra una nota que él juzgaba falsa, ya que la mayoría de los medios
informativos afirmaban casi sin escrúpulos la veracidad del vídeo Roswell donde aparecía una supuesta autopsia de un
extraterrestre.
La nota que publicamos nosotros hacía referencia a las pruebas que alegaban expertos en contra del polémico vídeo filmado
supuestamente en 1947. Entre otras cosas se demostraba que los participantes ni eran médicos, ni la autopsia era real, ni la
constitución física del extraño humanoide era posible, incluso el teléfono que aparecía en el filme era mucho más moderno.
Ante tales aseveraciones, el supuesto campesino nos reclamaba por teléfono una actitud "abierta" a lo que finalmente le dijimos
¿Lo puede demostrar?
- "Es que yo vi un plato volador en mi rancho... por eso lo afirmo".
De acuerdo -le contestamos- traiga usted una sola prueba de lo que dice, y le aseguramos que mañana mismo aparecerá
en primera plana...
Naturalmente, pasaron los meses y nunca se presentó.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS:
Díaz, David R. (2000): La prensa amarilla y los extraterrestres. Revista Latina de Comunicación Social, 28.
Recuperado el x de xxxx de 200x de:
http://www.ull.es/publicaciones/latina/aa2000sab/117david.html