I) APOSTILLAS A LA HISTORIA DE CANARIAS.
El origen de la Villa de la Orotava y de su Puerto
(Continuación).
IV
Por fia llegó para los oiMjtfivciist's rl iiiisiiado niomi'ntu de romper
el '\slabón de la férrea cadena jurídica que los ligaba al Irihuiial del Oo-rregimieuto
de Tenerife y i'aJtna, así como al del teniente general de
aquella autoridad, Alcalde mayor de la Isla, quedando casi equiparados
a los palmeros, aunque éstos los aventajaron en el disfrute y antigua
posesión de un Oahildo o (]oncejo iiisulai', de idénticas facultades al ti-nerfeño.
Aj)resuró el general Dávila y üuzmán cuanto pudo los trámites del
expediente, acaso deseoso como estaba él mismo y todos los que ocuiwi-ron
la Comandancia general, casi sin exce])ción, de bacer sentir sobre el
Consistorio municipal el peso de la es])ada, haciendo inclinar, como Bí'e-no,
el fiel de la bal'ajiza a favor de todo aquello que robusteciera el prestigio
de los Generales. Expide, pues, Dávila un auto el mismo día, 15 de
abril de 1651, mandando que se presentara la real cédula de 4 de diciembre
de 1650 y las provisiones de la Audiencia, al corregidor don Antonio
Girón, que precisamente estaba entonces girando una detenida visita
8 la isla de la Palma, para que regresara a Tenerife a fin de que pre-'
sidiera la j)rimera elección de alcalde del Puerto de la Orotava y extendiese,
al mismo tiem])o, los nombramiputos de los pedáneos correspon-'
dientes a los lugares-segregados (los Realejos, San Juan de la Rambla,
Chasna o Vilaílor. Arico, Granadilla y Santa Úrsula), o, por el contrario,
diera poder a su Teniente general para que lo efectuara en su nombre;
todo ello con apercibimiento de 200 ducados. En el citado decreto ordenó
también que se admitiera en el uso y ejercicio de su nuevo oficio al Ldo,
don Luis Román, nombrado por S. M. aicalde mayor de lu villa de la Orotava
desde el 5 de septiembre de, 1649, hat>iendo jurado su cargo ante la
Audiencia de Canaria el 27 de marzo de 1651.
Si Dávila y Guzmán es verdad que puso de su |)arte todo su empeño
en favor de los villeros, no lo es menos que tuvo que vencer grandes dificultades.
Al ser notificado al Corregidor Girón el auto de la Comandancia
general, 22 de abril del citado año, se excusó de dar cumplimiento
a lo mandado, exponiendo diversos pretextos o razonamientos, entre
Eli ORIGEN DE LA ViLT.A DE LA OROTAVA Y DE SU PlTERTO 141
•*llos "que el salario que tiene el Oori'egidoi- son 6<X) ducfidos y además
dello le j>ertenecen los diez de visitas de sahid, que sus antecesores han
tenido en lodos los puertos de dicha Isla y de los inventarios, posesiones
y licencias, entradas y salidas de frutos y mantenimientos y denunciaciones,
que mira todo al gobierno, y pretendiendo quitarle estos derechos
y emolumentos la dicha villa de la Orotava y su alcalde mayor, ser.í privarle
de lo que toca a su md. y estrecharle que no tenga con que sustentarse
con el lucimiento que debe al oficio de tal Corregr... "No tiene más
mérito |)ara nosotros esta declaración, que la sinceridad burda que de
ella se desprende. Para este Corregidor estaba primero su conveniencia
particular, antes que la general de sus administrados. Enhorabuena
que se lamentara de la escasa dotación y lionorarios de su Corregimiento,
pero para eso tenía franco y expedito el recurso ante el Rey, pidiéndole
que le fueran aumentados en proporción a la cuantía de la merma
sufrida al concederse la emanci|)acióu a la Orotava; nunca oponiendo
por casi única razón, el perjuicio de sus ingresos, circunstancia de un
orden muy subalterno ante la importancia de la cuestión (jue se ventilaba
Las pasiones localistas (pie ya venían harto excitadas a consecuencia
de una contienda que parecía no iba a tener fin, llegaron a un ])eríodo
verdaderamente álgido entonces. Multiplícanse los recursos en contra y
a favor de la Orotava y aun ésta tampoco contaiía con la simjtatía de los
vecinos del Puerto, recelosos ellos de volver a depender en algo nada
baladí del lugar majtriz, llegando a pedir, por medio de su a])oderado
Francisco Ruano de la Rarrera, que no se diera posesión del villazgo a
la Orotava, fundándolo en que el capitiin don Juan Francisco de Fran-quis
nunca tuvo poder para eso de los portuenses; igual pretendió el teniente
general de la Isla, Ldo. don José de í^una y Peralta y el mismo Corregidor,
ambos \wr medio de apoderado, que lo era Manuel Gómez Hurtado.
¿Qué hacía entre tanto la Orotava? Tampoco se mostraba inactiva.
Aprovechando la llegada al lugar de Dávila y Guzmán, hicieron aquello.s
vecinos que su apoderado. Francisco de Vides, presentara escrito pidiendo
el inmediato cese del alcalde ¡¡edáneo don Nicolás'Ventura de Valcár-cel,
regidor y alférez mayor de la Isla, y que entrase en ejercicio y posesión
el alcalde mayor ya citado, Ldo. don Luis González Román. El General
que a eso precisamente se había personado allí, mandó el mismo
día, 1 de mayo de 1651, que así se hiciese en el acto, no teniendo más remedio
el Alférez mayor que entregar su vara al Alcalde mayor, verificándolo
ante el propio General' y escribano Francisco de la Cruz Alar-cón,
aunque el expresado Valcárcel, como miembro del Cabildo y subordinado
del Corregidor, quizá más por pura fórmula que por otra cosa,
pues como vecino de la Orotava debería estar interesado en su engrandecimiento,
hizo reserva de aquellos derechos en que pudiera ser per-
.judicado en el oficio en que acaba de cesar.
Gomo la fecha de primero de mayo de mil seiscientos cincuenta y
uno, debe ser marcada con piedra blanca en los anales de la viUa de la
142 REVISTA DE HISTORIA
Oi'olava, nuestros lectores nos i)erniitir)'ui que pongamos a continuación,
la histórica y breve acta siguiente:
"Kn la villa de la Orotava dicho día ¡iriinero de mayo de dicho año
de seiscientos y cincuenta y uno en presencia de Hsa. El Sor. Don alonso
Davila y gusman, cap])n. General destas Islas yo El Receptor notifique
El auto antecedente a don nicolas ventura de Balcarcel, alcalde de esta
villa, Por nombramiento del corregidor de Klla. FA ([uai dijo que sifi Perjuicio
de la jurisdicsión Real que Kxerce y de qualquiera derechos (pie
pueda tener. Por cumplir con lo que se je manda, Ejitrega la Vara de tal
alcalde al dicho lisdo. Don luis Román, que lo es Por su Mageslad, 101
qual la tomó En sus manos y su Ssa. dixo le tubiesen Por (al alcalde mayor
desta villa y sus juridicsion y Kn señal de Posesión la Recsivio y r.:'
Passeo con ella En la sala de las cassas del maestre de cam|)o don lau
rencio Xuares de lugo, donde Ssa. esta hospedado, a que fueron testigos
Gaspar yaiies de Espinosa Es(»iimla, Escribano publico, y don .losepb
Garriaso y almoviera, escribano i)ublico desta villa y otros muchos ve-sinos
della, de que doy ffee y su Ssa. lo firmo.^Don .Moiiso.—Ante my.
t'ransco. de la cruz alarcon."
Excusado es advertir que los advei'sarios de la villa renovaron
sus anteriores ])rotestas, al mismo tiem|»o que la Villa de la Orotava, ya
con su alcalde mayor al frente, hizo todo lo que de ella dependió para
llegar a la implantación total del nuevo estado de cosas. A instancia ex-j)
resa del activo apoderado Frajicisco de Vides, ordenó el General, en
auto de dos de mayo, que el Teniente de la Villa, González Román, convocase
la junta preparatoria ])ara la elección de alcalde pedáneo del
Puerto. Tuvieron que ser designados, cumpliendo lo mandado, dos regidores
de la Isla, dos caballeros hijodalgos notorios y dos vecinos, todos
de la localidad.
El mismo día, el Teniente de la Villa antes citado, "hizo hacer 4 cédu
las de cuatro regidores que se hallaban en la villa, que eran el maestse
de campo don Laurencio Xuárez de I^ugo, don Alonso Calderón, don Benito
Vinia (Viña) de Vergara, el alférez mayor don Nicolás Ventura
de Valcárcel , y ocho suertes para otros tantos hidalgos, que lo
fueron los capitanes Diego Benítez de Lugo, Domenigo Risso
de Gospedal , don Fernando de Bassan. Domenigo Risso de Lugo,
don Juan de Aponte, Domenigo Bautista, don Laurencio de
Valcárcel y Lugo, don Juan Franquis y otras ocho suertes de
otros tantos vecinos, de dicha villa, que lo fueron: Felipe González, Antonio
Juan, Baltazar García Manos de Oro, Juan Viera, Gregorio Pérez,
Juan de Francia, Jordán Rodríguez de F'ranquis. Colocados las cédulas
en diferentes vasos de cada uno de ellos, salieron por votos para dicha
elección: El alférez mayor don Nicolás Ventura de Valcárcel y don Benito
Vinia de Vergara, regidores, Diego Benítez de I^ugo y don Fernando
Bassan, caballeros hijosdalgos, y Gregorio Pérez y Juan Viera, vecinos."
Reunidos los comisionados nombrados, el mismo día a las tres de la
tarde, procedieron a la elección del alcalde del Puerto.
EL ORIGEN DE LA VILLA Í)E LA OEOTAVA Y DE SU PUERTO 143
He aquí la copia literal del acta, que nos releva de liacerlo nosotros
|ȟr cuenta propia:
"En la villa de la ürotnva desta isla de tlienerif'e en dos de mayo de
mili y seiscientos y cinquenta y un año aviendose .jmitado t^ara la ele-cion
de alcalde Pedáneo del lugar y puerto de la Oruz desta dicha villa.
Es a saver El Sor. I^do. I). Luis Hoinán, theniente de Corregidor de Ella
y los capps. Don Nicolás Ventura de Nalcárcel y I). Benito Vinia de Ver-gara,
regidores, y los caf)itnnes Diego Benítez de Lugo y don Fernando
Bassan, caballeros liijosdalgos. y Gregorio Pérez y Juan Viera vecinos,
dicha villa, a quienes por suerte tocó el liallarse a la elecsion del alcald''
Pedáneo del lugar y puerto de la Cruz desta dlia. villa y todos ellos aviendose
confferido Para lo que son juntos y convocados, dixeron, todos
unánimes y conformes, que no\n])ravan por Alcalde Pedáneo del dicho
Puerto al maestre de campo Don t^aurencio Xuárez de Aponte y lugo.
Regidor desta Isla y persona de su calidad y partes, para este año de
seiscientos y cinquenta y uno liasta seis de henero del año que vieiu» de
seiscientos y cinqta. y dos, que se habrá de Elejir y nombrar otro En con-fl'ormidad
de la cédula Real de privilegio despachada Por su magestad
y señores de su Consejo de Cámara en veinte y ocho de noviembre del
año Passado de seiscientos y quarenta y ocho y assi lo dixeron y lo firmaron
los susodichos y El dicho theniente desta villa en mi Pressencia
En Conformidad del auto de SSa. El Sr. Pressidente y capitán general
destas Islas.—Ldo. Don Luis Román.—^Don Nicolás Ventura de Valcarcel
—'Diego Benites de lugo—Don Benito Vinia de Vergara—'Don femando
Bassan—Juan Viera—gregorio Pérez—Ante, my Francisco de la Cruz
aiarcon."
Celebrada que fué por primera vez la elección de alcalde pedáneo
hijodalgo del Puerto de la Cruz, dispuso a continuación el General Dá-vila
y Guzmán que el Corregidor ex|iidiese el correspondiente nombra-mente,
así como los demás de los restantes lugares del Partido, y que se
notificara al alcalde del mencionado Puerto, don Felipe de Guiraini, dicha
elección, publicándose, por medo de edictos, el nuevo orden de cosas
dentro del distrito taorino. En la propia villa se anunció el mismo
día dos de mayo, a toque de tambor y voz de pregonero, en los siguientes
puntos: delante de la casa del maestre de campo don Laurencio Xuárez
de Aponte, residencia del General; junto al convento de monjas clarisas;
en las esquinas de la calle del Agua; junto al convento dominico;
en la plaza de la Parroquia y en el barrio del Farrobo; aunque en medio
de las protestas consabidas, hechas por los respectivos representantes
de las partes, haciéndola al día siguiente el del Cabildo, procurador menor
del mismo, Marcos de Herrera.
El prenombrado Marcos de Herrera, lo hizo en virtud del siguiente
acuerdo capitular: "La Justicia y Regimiento dixeron excepto el Sr don
Juan de Molina, que en esta parte dice que cassa su boto y se excluye des
te decpeto: dixeron que se pida al Sr Ldo. Don alonso gallegos Espinóla,
abogado deste Cabildo, disponga una Petición en la que, en nombre deste
Cabildo, se contradiga la Posession de las jurisdicion de la Orotava y los
144 REVISTA DE HISTORIA
demñs lugares agregados, la qual Presente y apele, hablando con el respeto
que es justo, advirtiendo que el animo deste Oabildo es la atensioii
del bien común y unidad de la Isla y juzgando ser este El mayor servicio
de su Magestad ICntiende Prosseguir las acsiones comenzadas lín todo
aquello que ubiere lugar en derecho; y esta Petición la Entregue El
Sr. Procurador mayor al Procurador menor deste Cabildo, (pie es Marcos
de Herrera, a el qual se le da Poder ])ara ello y se le den los costos
que hisiese para cavallo y El Sr. Procurador mayor los libre sobre el
mayordomo de Gab.° y assí lo acordaron.—^I.do. Don Josehp de Luna y
Peralta, el Bachiller Don Juan de raolina, ante my, salvador feruandi>s
de villa Real." Del contexto del acta que acabamos de copiar, se deduce
una consecuencia, que el cuer|)o de regidores era, por lo general, bastante
obstinado y cerrado a toda evolución conveniente a los pueblos
que administraba, no dejando de admirarnos que entre todos los numerosos
capitulares no abundansen los hombres de la serenidad y buen
juicio, demostrados bien singularmente i)or ciert<>, del Bachiller Molina.
Al día siguiente, 3 de mayo, pasó al l^uerto de la Cruz, en unión del General,
el alcalde mayor de la Villa, (ionzález Román, con el fin de ejercer
en él actos jurisdiccionales. El [)edáneo del Puerto, don Felipe de Guiraun
y Ordóñcz, en presencia de los testigos Enrique Vine y Guillermo Gler-que,
mercader inglés, entregó la vara, en señal de acatamiento, al Teniente
letrado y éste se la devolvió ceremoniosamente, aunque con da-rácler
provisional. Acto seguido se dieron los pregones de costumbre
"en los castillos de la plazuela" de delante de la iglesia conventual de
San Francisco, así como de la elección del nuevo alcalde verificada a
favor de Xuárez Aponte, a lodo lo cual contradijeron los vecinos, por boca
de su apoderado Ruano de la Barrera.
Diferimos para artículos sucesivos la continuación de eSte relato comentado,
ya que observamos que el |)resente rebasa quiza la extensión
ordinaria que venimos dando a los anteriores; pero antes de cerrar estas
cuartillas, bueno será que hagamos algunas aclaraciones sobre» los
pujito's de vista que venimos sustentando, hace algún tiempo, resjiecto
a los seculares Cabildos canarios, con el fin de desvanecer con aquellas
francas manifestaciones, alguno que otro recelo y acaso malquerencias.
No ignoramos, antes lo concedemos sin reservas mentales de ningún
género, que los antiguos Municipios canarios y de una manera muy especial
el de Tenerife, prestaron inmensos servicios al país. Fueron ellos
los que sentaron sabiamente los primeros fundamentos de la organización
político-social isleña, dentro de cada isla, y atendieron diligentes
y llenos de ardoroso patriotismo, a la defensa del país, aunque bien es
verdad que para ello contaron sin medida con la decidida cooperación
y alta gallardía de las Milicias—entiéndase lo mismo al linajudo oficial
que al soldado obscuro y pobre no menos benemérito—y a otras atenciones
generales de orden docente y piadoso. Quede eso bien sentado y proclamado,
pero aquellos que estudien serenamente, sin dejarse seducir
por los espejismos de una ridicula patriotería, la labor posterior de
nuestros pasados Concejos insulares, pronto, muy pronto, habrán de oh-
EL ORIGEN DE LÍLIB&A DE LA OROTAVA Y DE SU PUERTO 14B
servar que su gestión ftdoleció, hasta última hora, de un grave incon-voniente.
al pretender monopolizar o centralizar todos los servicios, incluso
algunos insignificantes, con manifiesto olvido de las necesidades
de lugares importantes de la Isla. El engranaje «ya anticuado de la máquina
administrativa se anquilosó: fosilozóse, salvo honrosas excepciones
que siempre las hubo, el cuerpo de regidores, al cual no bastó siquiera
la nueva savia democrática de los diputaddls del común, encerrándose
en el capullo infecundo de unos privilegios, muchos de los cuales
ya no tenían razón de subsistir, llegando en algunas partes, como sucedió
en la Palma, a la completa bancarrota y a la supresión violenta de
la institución de tales regidores por juro de heredad. Así apenas surgieron
sociedades oficiales de moldes nuevos, integradas por hombres
ilustrados, como fueron las Económicas de Amigos del País, eran frecuentes
los encuentros con los orgullosos Consistorios y hasta mucha»
veces estos ya caducos organismos, eran impelidos, casi llevados a remolque,
por aquéllas.
Empero, no se nos oculta que escritores e historiadores de gran valía
dentro de la Región y acaso fuera de ella, jtara los que nosotros guardamos
en todo momento, por considerarlos como verdaderos maestros
de la ciencia histórica, toda clase de respetos y consideraciones, tanto para,
los que vivan como para los que ya no existan, han sostenido un criterio
que se aparta bastante del humilde nuestro.
Pocos sospecharán que el propio Viera y Olavijo incurrió, de intento
o sin él, en ciertos convencionalismos en su elogiada historia, defectos
que no pudieron escapar a la fina observación de un Menéndez y Pela-yo,
aunque no dejara de colocar al ilustre historiador tinerfeño en el
honroso lugar que con tanta justicia le corresponde y que ningún canario,
bien nacido, habrá de negarle. Pero de esto último a que nosotros, insignificantes
pero aficionados de corazón a la historia regional,aceptemos
sin discusión muchas cuestiones historiadas en letras de "molde, acatándolas
como apotegmas o dogmas, cuando muchas de ellas están necesitadas
de una laboriosa crítica, precursora obligada del periodo definitivo
de reconstrucción histórica, empeños ambos no de un hombre, por mucho
talento que tenga, sino de varias generaciones estudiosas, va una
gran distancia. Y digámoslo, sin embozo, algo, por no decir bastante, de
lo hasta ahora publicado respecto a nuestro pasado, más se aproxima al
ditirambo, que a la verdad, a esa categoría de verdades que nunca debe
perder de vista el historiador y que tanto recomendaba Fuentes y Guz-mán:
"...no corté la pluma para escribir novelas, sino historia adornada
de verdades.,."
La lectura de varios documentos, nunca el afán que sería ridículo en
nosotros, de singularizarnos, yendo quijotescamente contra los consagrados,
nos ha hecho adoptar, con plenísimo y honrado convencimiento
las ideas vertidas aquí y en otras partes. Pedimos para ellas algo de atención
y bastante de benignidad por parte de aquellos que, con igual sinceridad
que la nuestra, no lleguen a compartirlas en todo o en parte.
Daeto V. DARÍAS Y PAWION.