Observaciones antropológicas en Tenerife
(Relación de un viaje)
Por Use SCHWIDETZKY, Maguncia
Verneau fue el primero que presentó pruebas, por medio de
copiosos exámenes craneológicos, del componente cromañonoide
en la población prehispánica de las Islas Canarias; Eugfen Ftscher
ha averiguado —y documentado con ilustraciones— en 100 soldados
naturales de las Islas que ios «antiguos canarios» de ninguna
manera se han extinguido, y que rasgos característicos cromañonoi-des
continúan viviendo aún, con notable frecuencia, en la población
actual.^ Las Islas Canarias fueron, en tiempos prehispánicos,
también desde el punto de vista cultural, un refugio de formas
arcaicas, ya que el neolítico duró aquí hasta la conquista española;
por tanto, apenas nos separan 500 años. Las Islas son la «estación
terminal»' de los movimientos este-oeste de las poblaciones
' R. VERNEAU: Cinq années de séjour aux lies Canaries. Parii, 1891.^—EUGEN
FISCHER: Sind dit alten Kanarier ausgesforben? «Z. Ethn.» 62, 258-281,1931.
' La expresión procede de L. Dieg'O Cuscoy. Debo mucho a los diálojfos y
viajes con este notable conocedor de ia Isla.—L. DIEGO CUSCOY: PaUtnologia de
lat Illa» Canarias. 41 páj^s., Madrid, 1954.—E. v. EICKSTEDT: Rassenkande und
Rastengetehichte der Menschheit 936 págs., Stuttjfart, 1934.—K. GERHARDT: Pala-anthropologische
Probleme der alten Mediterraneit und Wei/Safrikas. Ref. en la 5*
sesión de la Dtsch. Ges. f. Anthrop. Aparece en las actas (Vol. suplemento de
«Homo»).—E. A. HOOTON: The aneient inhabitants of the Canarg Itlands, Cam-brídge/
Mass., 1925.—D.J. WOLFEL: t)ie Hauptprobleme Weifiafrikas. «Arch. Anthrop.
», N. F., XXV, 89-140,1939.
[2] 19
norteafricanas, que no fueron menos importantes de lo que lo han
sido para la historia de las razas de Europa; y las islas occidenta-les,
particularmente Tenerife y La Gomera, son, a su vez, los límites
externos que ya no fueron alcanzados, como lo fueron Gran Canaria
y las demás islas orientales, por capas de población prehispánica
más moderna. Como el cuadro antropológico se transforma incomparablemente
más despacio que lo que es posible para las formas
culturales y lingüísticas, el antropólogo se encuentra en una posición
especialmente favorable para la reconstrucción de las circunstancias
prehispánicas; y como han sido salvados de las cuevas
sepulcrales centenares de cráneos, e incluso tal vez millares (la
mayor parte de las veces desgraciadamente no con la técnica
moderna de excavación) —¿en qué otra parte del mundo hay tales
series de una población neolítica?—, resulta una posibilidad única
de abarcar una antigua capa de población.
En efecto: tanto si se miran las largas hileras de cráneos en
los museos como al observar la animada población en calles y
aldeas, no puede haber duda de que la antigua población subsiste.
Para todas las combinaciones más frecuentes de rasgos característicos
craneológicos uno puede escoger, incluso en las calles de
Santa Cruz, a los repi'esentantes vivos pertinentes y compararlos
mutuamente desde el punto de vista craneológico-fisonómico.
Pero, ¿qué fuerza tiene esta antigua capa de población? ¿En qué
cantidad toma parte el componente paleolítico-cromañonoide que
llegó hasta la conquista en la actual población viviente? ¿En todas
partes con igual fuerza? ¿O permiten las diferencias de frecuencia
y las diversas proporciones de mezcla penetrar en la dinámica de
la población después de la conquista? Estas son algunas de las
preguntas que me hice en los primeros días de mi estancia de
cuatro semanas en Tenerife y para las cuales traté de encontrar
uña contestación por lo menos provisional.
El viaje tuvo lugar en el marco del Seminario de Historia
Primitiva y por iniciativa de su director el Prof. Dr. don Julio Martínez
Santa-Olalla, Madrid, que es, al mismo tiempo, Comisario
General de Excavaciones Arqueológicas, y se llevó a cabo con una
beca del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, así como
con una subvención de la Comunidad Alemana de Investigación
20 [3]
(«Deutsche Forschungsgemeinschaft»). En el Puerto de la Cruz fui
además huésped del Instituto de Estudios Hispánicos (presidido
por el alcalde Dr. don Isidoro Luz Cárpenter); el Instituto corrió
también con una parte de los gastos de viaje, y allí se ocupó de
mí amablemente el secretario del Instituto, don Antonio Ruiz
Alvarez. En Santa Cruz fui huésped del Cabildo Insular (Presiden*
te: don Heliodoro Rodríguez González), y encontré en don Luis
Diego Cuscoy, Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas,
un excelente y competente guía. El director del Seminario
de Historia Primitiva, de la Universidad de La Laguna, Prof. Dr.
don Elias Serra Ráfols, me ayudó en el trabajo de organización y
me dio valiosos informes de historia de la población. Los trabajos
craneológicos en los museos me fueron posibles gracias a la amabilidad
de don N. de la Oliva Blardony, director del Museo
Municipal de Santa Cruz de Tenerife, y de don Juan González
Sanjuán, actual dueño del museo particular Gómez en el Puerto
4e la Cruz y yerno de su fundador el Dr. don Ramón Gómez. Doy
aquí mis más cordiales gracias a todas las entidades y personas
que intervinieron.
Pasé la primera semana en el Puerto de la Cruz, y desde allí
pude conocer todo el Norte de la isla desde Buenavista en el
Oeste hasta Bajamar en el Este. Más tarde me trasladé a Santa
Cruz, que fue punto de partida para varios viajes a lo largo de la
costa meridional hasta Los Cristianos y Adeje en los confines occidentales,
hasta Igueste de San Andrés, en el extremo oriental, y al
interior montañoso. En todas partes traté de formarme una idea
sobre la constitución antropológica de la población por «recuentos
en el camino». El resultado principal es un mapa provisional de la
frecuencia de rasgos fisonómicos cromañonoides en Tenerife.
En lo que concierne a los «recuentos en el camino» repitamos
lo que ya dijimos después de una empresa parecida, es decir,
después de un viaje a Auvernia: «Hellpach ha utilizado este método
en el análisis racial de los rostros y lo ha recomendado para
fines parecidos. Sus ventajas y desventajas son claras. Desventajas:
no son posibles escalas exactas de medición y observación y,
con ello, una completa objetivación de lo que se ha concebido
primeramente de una manera subjetiva; no se sabe nada sobre la
[4] .21
filiación de las personas contadas y, por lo tanto, no hay gfarantía
de que fueron abarcados sólo vecinos del pueblo o naturales de
las inmediaciones.
Ventajas: el método oblig-a a una observación más minuciosa
de lo que representa un mero mirar y volver la cabeza, ya que en
cada individuo tenido en cuenta hay que fijar agudamente la vista,
cada observación ha de ser apuntada concisamente y cada una
puede abarcar, por lo menos en sustancia, diferencias regionales
de frecuencia y, con ello, indicar dónde hay problemas y dónde hay
que emplear un análisis más riguroso>.'* Así, como en Auvernia,
se limitaron los recuentos propiamente dichos a varones adultos;
sin embargo fueron revisadas las observaciones en mujeres, jóvenes
y niños. En diferentes lugares (La Orotava, Santa Úrsula, La
Laguna, La Esperanza, Güimar, Granadilla) fueron posibles repetidos
recuentos en diferentes momentos, lo que representa un
valioso control, ya que la escala para tales recuentos en el camino
puede modificarse en el transcurso de las observaciones.
El plan de observación preveía un diagnóstico global de tipos
tratándose sobre todo de un diagnóstico diferencial entre mediterráneos
y cromañonoides; el cometido fue facilitado por el hecho
de que los signos característicos se encuentran sobre todo de frente
y pueden ser observados rápidamente en los transeúntes. Además
fueron apuntados separadamente los principales signos cromañonoides,
es decir, hendedura palpebral estrecha y hundida y cara
ancha de anchas mandíbulas (ambos en dos grados de distinción
+ y + + )» así como estatura (alto = más alto que yo = 165 cm) y
complexión clara. Pero todo el plan fue factible sólo en aquellos
lugares donde era posible una estancia bastante prolongada y, con
ello, una observación más minuciosa. A menudo, sin embargo, se
contó también a| pasar en coche y entonces se omitieron complexión
y estatura. En algunos lugares, como por ejemplo en la mayor parte
de los recuentos en Santa Cruz y en algunos recuentos de repetición,
se establecieron sólo los diagnósticos globales de tipos.
' I. SCHvmETZKY: Die alpine Raste: Beitragtu einem Existenzbetoeit. «Homo»,
3, 60-75, 1952.
22 [5]
Los viajes en los autobuses de color encarnado y blanco de
ios Transportes de Tenerife eran, en verdad, poco a propósito para
tales recuentos. La velocidad con que recorren las carreteras ricas
en curvas dificultaba la observación, y la clase de muelles de suspensión
imposibilitaba el escribir. Pero en los viajes en automóvil
se desarrolló una excelente técnica en una gran excursión por el
sur de la Isla, poco poblado, y esa técnica se aprovechó con éxito
también en otros viajes. Si aparecía un varón, el chófer iba despacio;
si eran más de tres, se paraba, y el jefe de la excursión,
Sr. Dieg^o Cuscoy (que conoce la Isla como la palma de la mano),
hacía preguntas a los caminantes: «¿Cómo se llama este lugar?
¿Cómo se llama el lugar vecino? ¿Es ésta una ciudad? ¿Qué distancia
hay hasta X?, etc.», hasta que yo había apuntado mis observaciones.
Sobre todo en las primeras horas del atardecer,
cuando los hombres, fumando y charlando, estaban acurrucados en
largas hileras, junto a muros o paredes de las casas, era esta técnica
de mucho rendimiento y llenaba rápidamente las hojas de apuntes.
Los rasgos y fisonomías cromañonoides llaman, naturalmente,
en manera especial, la atención al observador antropológico, y a
cada momento puede entusiasmarse en Tenerife con los excelentes
representantes de este tipo. Pero de los recuentos a lo largo de la
costa septentrional, en , el Puerto de la Cruz y La Orotava, en
Buenavista, Icod de los Vinos, San Juan de la Rambla, Santa Úrsula
y otros lugares por lo pronto resultó que los rasgos llamativos, en
un principio, habían sido sobreestimados desde el punto de vista
cuantitativo. Los porcentajes de fisonomías predominantemente
cromañonoides, eran, generalmente, bajo?, entre 4% y 16%. Es
verdad, sin embargo, que el rasgo «hendedura palpebral estrecha y
hundida» se encontraba con notable mayor frecuencia y se combinaba
en lo restante alternativamente con otros rasgos desde todo
punto de vista mediterráneos. Fuertemente pronunciado ( + + ) ,
fue contado hasta 46% (Güímar); incluyendo los que presentaban
este rasgo más débilmente pronunciado (-{-), incluso hasta un 72%)
(Arafo), de modo que mediterráneos con hendedura palpebral
estrecha y hundida eran con mucho el tipo más frecuente.
Pero el primer domingo defé el autobús en Los Realejos y fui
(ya que no había ningún coche de enlace) andando cuesta arriba en
[6] 23
dirección a Icod el Alto. Tanto en Realejo Bajo comd en Realejo
Alto, donde la tarde dominguera permitió numerosas observaciones,
había el mismo cuadro que en Icod de los Vinos y San Juan
de la Rambla, de donde acababa de llegar: mediterráneos en todas
las combinaciones, de vez en cuando cromañonoides más o menos
típicos. Después de una larga caminata cuesta arriba divisé Icod
el Alto. A algunos cientos de metros antes de las primeras casas
estaban sentados al borde del camino tres mozos: los tres buenos
cromañonoides. ¿Casualidad? ¿O tal vez hermanos? En la plaza,
en lo alto, la vista podía distinguir, sin las trabas de palmeras y
follaje, junto a hileras de modestísimas casas, en la ladera del
monte, muchos más ejemplares de magnífícos cromañonoides. Ya
los muchachos pequeños que observaban con curiosidad a la extranjera
y muchas veces incluso los niños de pecho en los brazos
de sus madres o de sus hermanas miraban con sus ojillos de hundidos
párpados en caras con anchas mandíbulas. 53% arrojó más
tarde el recuento. Es posible que el porcentaje fuera elevado
fuertemente por el «efecto de contraste;», y no fue posible un
recuento de control ulterior; pero el contraste con respecto a los
lugares hasta entonces visitados era palpable.
Asi, pues, los guanches, la antigua capa prehispánica impregnada
fuertemente de cromañonoides, ¿vivían preferentemente en las
montañas? Desde el punto de vista de la dinámica de la población
era esto muy significativo e incluso evidente, ya que la montaña es
siempre un refugio de formas antiguas. Para el coritrolse hizo en
uno de IQS siguientes días un viaje especial a otro lugar elevado,
Santiago del Teide. Desgraciadamente vi, así como en uña se-
Sfunda visita 15 días más tarde, a muy pocos varones y hasta a muy
pocas personas en general. Entre 21 varones se encontraron sin
embargo 7 buenos, en parte muy buenos cromañonoides. Más tarde
visité aún Aguamansa, en los altos de La Orotava, y La Esperanza,
dos lugares en una altura donde en mayo hace aún un frió
penetrante y que, por la tarde, suelen encontrarse entre nubes.
Se confirmó que la montaña es refugio de la capa antigua, si se
consideran como sus rasgos dominantes los cromañonoides. Si
se va desde La Orotava cuesta arriba a Aguamansa, ya es más
evidente lo cromañonoide en el lugar de Los Pinos que abajo en
" 24 Í7]
la propia villa; si se va desde Icod de los Vinos monte arriba a
Santiago del Teide, en El Tanque y Ruisrómez aún no se notan
diferencias perceptibles, mientras que al otro lado de la cumbre,
en el pequeño Erjos, después en Santiago, y en Chío, los signos
cromañonoides pasan más fuertemente a primer plano.
El primer día en Santa Cruz fue uno de los muchos dias de
fiesta españoles, y, por lo tanto, no pude trabajar en el museo; fui,
por primera vez, un buen trozo a lo largo de la costa meridional.
Ya en la plaza de Weyler, de donde salen los autobuses, me quedé
perpleja: ¿Me engañaba yo? ¿Había aquí, en la capital, más cromañonoides
que en el Puerto, La Orotava y en otros lugares de la
costa septentrional? En efecto, esto se confirmó en numerosos
recuentos a lo largo de la costa meridional. Los tantos por ciento
estaban en todas partes por encima de 20. £1 lugar más alto de la
isla, Vilaflor, al norte de Granadilla (1450 m), no mostró, sin embargo,
ningún aumento apreciable. Desgraciadamente se veían, en
las primeras horas de la tarde, sólo pocos varones; sin embargo,
lais caras de las mujeres y de los niños confirmaron la impresión.
Es verdad que el clima aquí es muy diferente al clima de otros lugares
de montaña visitados. Vilaflor es un lugar seco, claro y en
calma, de modo que cura a muchos tuberculosos y asmáticos.
A la diferencia entre costa y montaña se añadía, pues, la diferencia
entre costa norte y costa sur: en el Sur (y Oeste) los componentes
cromañonoides (y esto quiere decir seguramente la antigua
capa de población prehispántca) están representados con más
frecuencia. También esto es plausible desde el punto de vista de la
dinámica de la población (como comprendí, sin embargo, tan sólo
después de los primeros recuentos) y había sido observado por
otros (lo que comprobé sólo después del regreso a mi país).* El
Norte, donde los alisios se desprenden de su agua, ha sido desde
siempre el territorio de preferencia de la Isla. Ya en tiempos pre-hispánicos
se daban aquí más cerca una de oti-a las cuevas viviendas
en los barrancos, formando aglomeraciones a manera de aldea,
* H. MEYER: Die Irf$el Tenerife. Wanderungen im canarischen Hoch- und
Tiefland. Leipzig, 1896.
I.-
I lornlires de Ai^u.imaiisa ( I , 3), l.a l,,ií¡iHia (2),
San Andrés (5, 6) y 1-^ l"sp(M-an/a (4, 7, ti, V)
Hombres de La Hsperan/.ít
[8] 25
y la vida económica era más diferenciada y posible más as^ricultura.
Hoy se extienden aquí casi monótonamente las plantaciones de
plátanos, una población está al lado de la otra, y las costas y laderas
entre las poblaciones están cubiertas de haciendas aisladas y de
barrios diseminados. El sur es mucho más seco y más pelado. Se
cultivan tomates y tuneras, pobres fajas de campos de cebada, patatas,
de vez en cuando un pequeño cercado con plátanos o una
terraza con viñas. Y, en medio de eso, extensas laderas pedregosas
y desfiladeros con escasas plantas de pasto que, ya al principio del
verano, amarillean y se' secan. Entre las poblaciones, muy distantes
entre sí, rara vez se encuentran barrios diseminados; y a cualquier
hora se pueden recorrer kilómetros y kilómetros sin ver a ningfuna
persona. Desde el Este hacia el Oeste aumenta esta aridez y
esta soledad. San Andrés, completamente al Este, es una alegare
aldea de pescadores, rodeada de laderas de un verde fresco de ios
montes de Las Mercedes. Los Cristianos, al otro extremo de la
costa meridional, es un puñado de casas perdido entre la costa
rocosa y un desierto d* piedras.
También debe de haber una evidente diferencia entre la costa
septentrional y la meridional en lo que se refiere a la serolosfia.
Según investigaciones inéditas del Instituto de Patología de Santa
Cruz, las Islas están caracterizadas por altos contingentes de B,
grupo hemático en otras partes tan raro, pero en el Sur particularmente
frecuente. Pero ya que esta diferenciación está señalada
tan claramente por la naturaleza, cabe preguntarse si ella data tan
sólo de la época española y si los muchos mediterráneos de la costa
septentrional han de ser registrados como descendientes de los
colonizadores españoles. Cabe pensar que ya en tiempos prehis-pánicos
los territorios de preferencia y los de repulsión seleccionaran
determinados tipos humanos. El material craneológico de
Tenerife es suficientemente rico para poder estructurarlo en esta
dirección y también para deducir de él tal vez resultados que se
refieren a la dinámica de población y a la antropología social más
allá de los puntos de vista tipológicos que hasta ahora han estado
siempre en un primer plano. Ya podemos indicar una diferencia
entre Norte y Sur: los guanches de la costa septentrional eran
de vida más larga que los de la' costa meridional, donde, en
26 [9]
condiciones de vida más duras, morían más varones en edad
temprana.^
A estas oposiciones entre Norte y Sur, fajas costeras y montañas,
se añade en la diferenciación antropológica una tercera
oposición: entre ciudad y campo, y, con ella, también en la estrati-fícación
social de las ciudades. En el Norte es esta oposición
menos evidente. Los campesinos y mozos de las plantaciones de
Santa Úrsula, que, al anochecer, regresan de las plantaciones de
plátanos, desde el punto de vista tipológico no se diferencian
esencialmente de las personas que se encuentran en la proximidad
de la plaza de La Orotava. Es verdad que en el Puerto de la Cruz
vi los más hermosos cromañonoides, una madrugada, junto al
puerto pesquero, cuando trasladaban las cajas de pescado, de los
botes, que acababan de llegar, a los camiones. Pero, en conjunto,
era aquí más evidente la diferencia entre faja costera y altura.
Pero sobre todo en la capital, Santa Cruz, una animada ciudad
de negocios y de comercio, se ofrece un cuadro muy heterogéneo,
según dónde y a quién se cuente. Entre 50 dueños de
puestos en el mercado, apenas algún cromañonoide; entre 50 mozos
de mercado, acarreadores y la parte más pobre de los clientes
(defínidos por sus pantalones de algodón y sus calzados de tela,
frente a los hombres «mejores», calzados con zapatos de cuero),
23%; al anochecer en la calle del Castillo, calle comercial principal,
4%; pero, al mismo tiempo, a pocos metros de distancia,
en la plaza de Weyler y alrededores, 17%; 0% en tres grandes
cafés en las plazas de España y de Candelaria; 21 % en tres bares
junto al puerto; 1,5% entre los huéspedes del Hotel Camacho,
donde el cubierto vale 35 Ptas.; 19% entre los huéspedes de una
pequeña venta, donde se come por 6 Ptas., en mesas fregadas sin
tacha, pescado guisado con «papas arrugadas», y donde se parte el
pescado con el cuchillo, se pelan las papas con los dedos y se
ponen las cascaras en la mesa. Tenemos un cuadro parecido, si
comparamos el centro de la ciudad y los arrabales. Hay que calcular
el promedio de Santa Cruz en un 15%; pero La Cuesta
* t. SCHVIOITZKY: In welchem Alter starben die Guanchen? MS.
[10] 27
(en la carretera de La Laguna) arrojó 24%; María Jiménez (en la
carretera de San Andrés), 28%; la costa de la carretera a Güimar,
30%. La Laguna, ciudad vecina y segunda en importancia, que
tiene una pequeña Universidad, parece presentar un cuadro parecido;
pero aquí los recuentos no pudieron ser tan detallados. Alrededor
de la plaza y en los paseos domingueros resultaron 16%;
pero cuando yo esperaba en la periferia oriental de la ciudad el
autobús para La Esperanza y mozos y varones endomingados se
apresuraban desde las afueras hacia el centro de la ciudad, casi uno
de cada dos con cara cromañonoide o tipo primitivo emocionó al
corazón antropológico. Por lo tanto, en el mapa de la pág. 31 [14]
he rodeado un núcleo más fuertemente mediterráneo «on un anillo
exterior más fuertemente cromañonoide.
Pero el cuadro de población no está completamente resuelto
con la fórmula mediterráneo más cromañonoide, aun cuando se
considere lo mediterráneo en una acepción muy amplia, aun
cuando se incluyan todos los morenos de cara alta y también los
de nariz grande, aguileña, orientaliforme y, aun cuando se sea
liberal en lo que concierne al lado carirredondo-pícnico (alpino).
Primeramente se evidenció —pero, en verdad, tan sólo' en los
viajes por el Sur— que lo que se destaca del mediterráneo normal
y lo que globalmente fue designado primeramente cromañonoide
no está determinado desde el punto de vista fisonómico exclusivamente
por la hendedura palpebral hundida y anchura de mandíbula.
Casi tan característicos son los pómulos macizos frontalmen-te
avanzados o prominentes, con arcos cigomáticos fuertemente
pronunciados, a menudo también lateralmente, rasgo que no estaba
previsto en el esquema de recuento, pero que se observa, con
gran frecuencia, también en los cráneos de los guanches. Es sobre
todo por la parte superior de la cara con la región de los ojos y
por la parte superior de las mejillas por donde se cree reconocer
inmediatamente a los antiguos guanches, incluso en la abigarrada
población de la capital. Después de un recuento especial en Güimar,
Arafo y La Laguna (en total 300 varones, entre ellos unos 100
no-mediterráneos), se asocia en un 34% de los casos a esta característica
parte superior de la cara guanche la parte baja de la cara
cromañonoide de anchas mandíbulas, pero sólo en un 12%) de los
28 [11]
casos en caráícter H—hl por otra parte se encontraba ésta sin la
característica regfión ojos-mejillas sólo en un 4% de los contados.
¿Puede ser debido esto a un diferente comportamiento genético de
ios rasgfos cromañonoides en la mezcla, a la participación de genes
más dominantes en la formación característica de la parte superior
de la cara? ¿O es necesario una revisión del esquema de tipos?
Exámenes craneológicos, que en verdad no deberían limitarse únicamente
a lo métrico, seguramente aclararán algo sobre ello.
Además, particularmente en el Sur y en la montaña, no es
siempre algo tan propiamente cromañonoide (hablando siempre en
sentido descriptivo de diagnóstico de tipos) lo que se destaca
del fondo mediterráneo, sino sencillamente primitivismo morfológico:
nariz ancha y corta; rasgos de la cara generalmente toscos;
raíz de la nariz profundamente entrada; mentón débilmente
negativo. Eso puede presentarse tanto en forma más mediterránea
como en forma fisonómica más cromañonoide. Es probable que
los recuentos habrían arrojado diferencias aún más palpables, si
no se hubiesen basado en la polaridad mediterraneo-cromañonoide,
sino en progresivo-primitivo. En futuros trabajos sobre craneolo-gía
canaria se debería prestar atención a diferencias de esta índole,
lo que, en verdad, a su vez no puede verificarse exclusivamente
por mediciones. Supongo que lo que Faikenburger clasificó como
negroide a base de una combinación de tres índices" —conforme
a ello determina 9% de negroides en la población prehispánica
de Tenerife— corresponde sobre todo a ese componente primitivo-europeoide
de nariz ancha, ya que no he visto influencias negroides
de algún modo notables en^a población aborigen ni craneológicas
ni fisonómicas. Formación de cara primitiva se encuentra también
en los cráneos de los museos, pero sin prognatismo negroide ni
forma craneana negroide; y entre la población viva he visto unas
dos docenas de negros o mulatos, casi exclusivamente en el puerto
de Santa Cruz, con menos frecuencia que a indios que allí tienen
numerosos establecimientos de objetos de arte y de recuerdo.
* FR. FALKENBURGER: Essai dune noavelle clauification craniologiqut des
ancient habitantt detllts Canaries. «L'Anthrop.», IL, 333-362, 523-541,1939-1940.
[12] 29
Los «cromañonoides primitivos» excitaron mi especial interés:
nariz ancha y aplastada, cara ancha con mandíbula pronunciada, estrecha
hendedura palpebral, pómulos prominentes; si a esto se
añade complexión clara, está uno frente a los más hermosos euro-peoides
orientales. Tampoco faltan hendeduras palpebrales fuertemente
inclinadas. Asoma de nuevo una antigua sospecha hasta
ahora manifestada sólo por carta: que lo «europeoide oriental»,
por lo menos lo de la Europa central y septentrional, no tiene
absolutamente nada que ver con lo mongoloide, como se suponía
tantas veces, sino que representa una forma cromañonoide primitiva.
También en el museo de Santa Cruz encontré piezas que
yo hubiera clasificado sin vacilar cbmo europeoides orientales, si
las hubiese encontrado en medio de cráneos eslavos.^ Pero tam-también
esto, por el momento, puede ser interpretado aquí sólo
como impresión de viaje, y necesita una elaboración detenida.
Recordemos que Vallois, al comparar el muy discutido cráneo de
Chancelade con esquimal actual, redujo la formación afín de la
cara a una reciente base común paleolítica.*
Por último, una palabra sobre la complexión. Encontré confirmado
del todo lo que ya otros viajeros han observado: el cabello
claro es visiblemente más frecuente en la costa meridional que
en la del Norte. Entre 834 varones adultos sobre los que puedo
hacer indicaciones correspondientes, conté en el Norte (La Oro-tava.
Puerto de la Cruz, Santa Úrsula, Icod de los Vinos, Buena-vista)
14% con un color del cabello que corresponde más o menos
a R del cuadro de Fischer-Saller y más claro; en el Sur, por el
contrario, 19%. Niños realmente de un rubio claro y ojos muy
claros, no solamente de color castaño verdoso, que ya al pasar se
dejan reconocer como claros, se ven notoriamente más en el Sur
y en las montañas. Desgraciadamente una estadística más exacta
sobre esto fue imposible, puesto que es difícil mirar a los ojos a
varones que pasan, con el cuidado suficiente, sobre todo cuando
los ojos están hundidos detrás de cejas espesas. Según esto parece
' I. ScHwmsTZKV: Rassenkunde der Altslawen. Stuttjrart, 1939.
• H. V. VALLOIS: Noavelles recherches sur le squehtte de Chancelade, «L'An-throp.
», L, 165-202,1941-1946.
30 ' [13]
verdad —lo que también ha sido ya dicho con frecuencia— que
la complexión clara está ligada sobre todo al antiguo substrato de
población. ¿Pertenecía originariamente, como suponen por ejemplo
E. Fischer y E. von Eickstedt, ai componente cromañonoide?
¿Hay que explicar, pues, la complexión mixta por la mezcla de
mediterráneos obscuros con cromañonoides claros? En mis observaciones
no encontré ninguna correlación entre color de los cabellos
y rasgos faciales cromañonoides, como se esperaría, sobre
todo cuando se atribuye una parte de los mediterráneos a la
colonización española, es decir, a una capa de población muy reciente
(r = — 0,1; n ^ 826). Es verdad que no se podrá considerar
como muy comprobatorio tal recuento en el camino. Pero también
en Marruecos van juntos, según Kossovitch,^ cabellos rubios y
ojos claros con cara alta, y hacia África del Norte apuntan las
relaciones de la población canaria. Tal vez corresponda mejor a
nuestras actuales opiniones sobre la génesis de las razas pensar
que en Una población polimorfa europeoide se hayan producido
ciertos elementos de variantes claras, que el creer que una raza
uniforme de coloración clara, creada por aislamiento, llegó atravesando
a lo largo de caminos continentales para mezclarse con una
raza uniformemente oscura.
Este problema seguramente podría ser aclarado de una manera
relativamente fácil por más exactas investigaciones, y aquí
habría que hacer paleantropología en la población viviente. Recordemos
sin embargo que, de vez en cuando, se ha conservado el
color del cabello de los antiguos guanches, es decir, en una parte
de las momias guanches. Yo misma pude sacar muestras de cabellos
de seis cráneos de momias. De ellos sólo una mujer era
evidentemente rubia por naturaleza; cuatro individuos de cabellos
oscuros (aproximadamente U-V del cuadro de Fischer-Saller), y
uno presentaba un tono castaño rojizo apagado, que produce un
efecto de postizo, y hay que preguntarse si es original o si se
produjo por los manipulados de la momificación. Espero poder
' N. KOSSOVITCH: Anthropologie et groapet sanguint des populations du
Mane, Parif, 1953.
Butn<Lvis^i
fíndrh
© menos tíel 20 7.
mas del 20 7.
10 Hm
Frecuencia de rasgos con predominio cromañonoide en Tenerife,
a base de ^recuentos en el camino*
Además de los lug'ares de observación, se señalan las curvas de nivel de
600 y de 2000 metros. Número de individuos (varones): Buenavista (con
Los Silos) 58; Icod de los Vinos 150; San Juan de la Rambla 47; Los Realejos
120; Icod el Alto 53; Puerto de la Crui 200; La Orotava 120; Agua-mansa
85; Santa Úrsula 100; Tacoronte 73; Tejina (con Teg^este) 36; La
Esperanxa 67; La Laguna 200; San Andrés 45; Santa Cruz 756; Candelaria
(con Igueste de Candelaria) 62; Arafo 120; Güimar 160; Arico 53;
Granadilla 50; Vilaflor 39; Arona 34; Adeje 60; Guia de Isora 62; Santiago
del Teide 21. Número total: 2771. En los lugares donde tuvieron
lugar recuentos dobles o de control se indica sólo el número de individuos
del primer recuento
32 [15]
recoger con el tiempo más muestras de cabellos de momias para
poder amplifícar esta prueba hecha con elementos insuficientes.
Pero es posible que las momias no representen el promedio antropológico
de la población, ya que, al parecer, fueron momificados
sobre todo individuos pertenecientes a las clases superiores.
Sus relaciones con el promedio de la población las aclararán tan
sólo investigaciones minuciosas.
Así brotaron, en los paseos y viajes por Tenerife, preguntas
a cada paso. Pero no deben quedar forzosamente preguntas
sin respuesta, como en tantos otros lugares. Las Islas Canarias
ofrecen tanto material para contestarlas, y, por otra parte, es el
Archipiélago un campo de trabajo tan bien limitado y puede
abarcarse tan bien de una ojeada, que es de esperar que investigaciones
ulteriores presenten cosechas remuneradoras. De este
refugio antiguo-europeoide saldrá seguramente alguna luz que ilumine
también la historia de las razas y poblaciones europeas.