E c e r o
NOTAS LINGÜÍSTICAS SOBRP. KL HIKRRO
por JUAN ALVAREZ DELGADO
A nuestro distiiiiguiJdo amig'o D. Leoncio Ova.-
maa y Díaz-Llanos., gTJÍa i'nfaitiígaible y g^nieroso
huésped an nuestro rocíente viaje de esitudíos a
la Lsila del Hiienro.
En el verano de 1944 hiciimois una visita a la Isla del Hierro (Cana-nias),
en la que hubieron de uniinse a lois trabajos arqucialóg^icos de la Comisaría
Proviincíall de Excavaciones obligadas visitáis a otros parajeis i>a-ra
dair pábulo a la natural curiosidad turística del que pisa tiicrras dosco-nocijdiajs.
Bata excursión nos permitió JoRrar la realización de uin viaje die estudios
y trabajos aTqueológ'icots que por su especialidad oientífiíca tcnidrán
amplia y adecuada 'exposiición en una memoria que ise halla en ixTciíaTa-
•ción. En ella «e abordará de especial manera el problema de las famos^is
inscrrijwion'es o "letreros" d«il Hierro, com otnois problemais arqueoló-g:icos
afines.
Pero a la vez pudi-mog en el citado viaje poner a punto ciertas notas
que hace tiemipo teníamos recogidas sobre la Lsla del Hierro, al par que
oontraat'aiT con la realidaid g'eográfica, linigüísbitca y documental de la Lsla
misma liaa teorías, pareceres y suigrestiones que escritos ajenos y propinis
medlitawiones ihabían desipertado en naieistro ánimo.
Sínteaiis dte «stos estudios y vi^siitas, en afán y esperanza die mayores
traibajos, ea la que formulamos en las siguientes páginas.
Además 'die las olbras citadas Juego, debemos muchas suigerenciais, da-
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tas y auxilias a nuesitno guía Sr. Oramais, y a nuesrtros ainiig-ois del Hierro
D. Dawio V. Diariiíaa y Fa/ár6¡n, D. Vailentín Díaz EspÍTO>sia y D. Feliciano
Pérez Zamora; a itodoa los cuales ñas «s muy grato expresar aquí el
más abliigiadto die loe lagiradmirúenitas.
LOS LUGARES RITUALES DEL HIERRO
No ipoco complejo resulita «1 problema de nombres e 'Ldientificación de
las lugares de OTIHO entre los aiborígienes herreñas.
Muy prudentes dudas formuló sabré este particular eJ Sr. Darías y
Padrón en sus Noticias generales históricas sobre la Isla del Hierro (La
Laiguina—Curbelo, 1929), ail oonslignar (pág. 23) que "su religión era paco
oampMcada. Creían en una divinidad paira, cada sexo, que denomiinabam
Eraoranhan a la de las hambres, y Moreiba a la de las mujeres. Les ren^
dían culto esipecial, en épocas calamitasas, en dos peñascos eminenteis ded
término de Uentaica, que se supone sea el moderno ¡ientegis, em Los Lomas,
al Oeste die Valverde, y para encerrar el aranfaibo o cerdo saigrado,
tenían la cueva áe Asteheyla, que tanto puede ser la a<cibual situada en iais
inmediaciones de la villa, conocida par Tcjclcita, u otra de la cosita del barrio
del Mocanal, nombrada Teseneita. Aquel c-erdo o masacata lo sometían
ai encierro, mientras no lloviera, en épocas de grandies sequíais".
La [gente no conoce corrientemente el término de Benitaiica, stilo loa
eruditos o isemieruditos del Hierro, al ser interrogados sobre el paraje die
Bentaiea, aseveran su identificación con ¡ientegis, comuninieínte aiii la li-miitawión
die supuesta, que con tanto acierto formuló Dardais Padrón.
Hay, pues, aquí envueltos dos problemas limgiiísiticos y geográficos
aimuiltáneamente: identificación y evolución fonética hasita el día de Bentaiea
y Astehcita.
Bentaiea
A do que «abemos, el más antiguo testimondo hiatórico relativo a Ren-tnica
es el de Abreu Galindo, pues Tomiand, que cata las otrais voces die la
religión herreña, indricadias en el texto de Darias, mo habla de Bentaiea.
No abátante eu extensión, aeró oonveniente citar el texto de Abreu Galindo
(cap. 18 dtel lib. 12, pág. 61 de la ed. de la Biblioteca Camajria, Santa
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Ouiz de Teneirife, s. a. [¿1942?], en isox Historia de la Conquista de las
Sieto Islas de Gran Canaria. Nos permitimog modificar un tanto la puntuación
tradicionial del paisaje, poies reeoilta somianmenjte imcómodio leer sin
powVbo afliguno más de uma página en octavo.
Helo aquí: "AdionabaTi los niaituralesi de esta Isla dos ídolos, que las
fingían varón y hemibra; a aquél llamaban Eraoranhan y a la hembra
Moneiha. Los bombres eran devotos dei varón, y las mujerets de la hem-toa:
y esta devoción se entendía ,por las juramentos, ruegios y peticiones
que ibacíam. No le sacrifieaiban, mas de xogarfe por loe temporaüíes paira
herbaje a sus gamados. Y a estos sus ídolos o diosies no los tenían hedías
de alguna materia, isfano solamente eran intelectuale», fingiendo que su
haibitación y luigiar pana hacerdes bien eran dos peñaacos langos a manera
de molhonies, que están en un ténmáno que llamialban Rcntaifca, que hoy Jla-mian
los Santillos dr los Antiguos, y que después de oído y cumplido el
ruegio se subían al cielo. Y como no tenían otra noticia, isinio esta falsta
opinión, después de iganada ila isla por los orietianoB, y doctTánadioiS' e instituidos
en la fe, aplicaron a Dios Nuestro Señor el nombre de Eraoranhan,
y a lia Virg'en María el de Moneiba.
"Y como estos iisleños eran idólatras y les faltaba la lumbre de la fe,
y efl demionio es padre de la Idolatría, por la aptitud que en ellos haibía
ganaba crédito con ellos, y hacia que lo adorasen. Y como el principal suis-tento
de los herreños era el iganado, ya que por la siementera no les piu^
igiese cuidado la falta defl agua, poníales por lois herbajes y paisto para eJ
g'anado. Y así cuando veían tardar ias aguas del invierno, juntábanBe en
B'entayca, donde fingían estar sus ídolos, y aJrededor dé aquellos peñas-oas
estaban sin comer tres días; y oon el hambre lloraban, y el ganado
balalba, y ellos daban voces a los ídolos que le mandasen agua. Y si con esta
diHigencia no llovía, uno de los naturailes a quien ellos tenían por santo
iba ail -término y luigar que llamaban Tacuytunln, donde estaba una cueva
que diecían Astchetjta, y metiéndose dentro e invocando los ídolos salía
de dentro um aTiimall, en formia de cochino, que llamaban Arnnfaybo,
que quiere diecir medianero. Porque oomo aquellos gentiles veían que por
aiua [TuegcB no aikanzaiban lo que pedían, buscaban medianero para ello, y
a eiate Aranfaybo, que era «1 Demonio, tenían ellos en lugaír de samto, y
que en^ amigo de Eraoranhan. Y oorfio salía lo tomaba, y lo llevaba de-ibajo
del tamanoo, donde estaban los demás esperamdo con sus ganados al-
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rediedicw die aquellos peñascos, y andaban todos dando griitos y voces en
procesión a la redonda de aquellois dos riscos. Y llevando el cochino debajo
del tamarco, [y] como el demonio eis gramide artífice de cosois naturales,
hacía llover, porque fuesen ciegos tiiais su adloracáón, y ai veía el que llevaba
el cochino que era menester más aguia teníase consiigo este deímonio;
y cuando le parecía que había llovido lo necesario lo largaba, y volvíase
a 3u cueva a vista de todos".
Hasta aquí Atoneu Gailindo, cuya leotura nos confirma en la idea, que
en otros lugares hemos expuesto, de que este escritor recoge informaciones
dte fuentes d'isttinitas, que suelda y conjuga en su historia. A nuestoo
juicio la referenicia de Bcnlaird y la aplicación de los teónimos indígenas
a Jesucrieito y la Virgen, son dé fuentes distinta del rito del aranfaibo;
y por esta razón lo hemos seiparado «n pu'nto y aparte; cosa que no practica
la edición usual de Galindo.
Confirma nuestro parecer ei texto de Torriani, que no trae la información
relativa a los Santillns, siirno sólo el rito del cerdo.
Leonardo Torriani, en la página 188 -de la hermosa edición heciha poi
el DT. Wóilfel (Leipzig—Koehlier, 1940), con el título ¡A'onardo To7-ria-ni,
Dic Knnarischini Insrln viu1 Ihrr IJrhcicohni'r, dice que: "Los hom-
(bres adoraban un ídolo varón, y las mujeres uno hembra; Ilaanaban ai
niaaho Eraoranhan, y a la hemibra Mnncibn, a los cuales hacían oraciones
sin isacrificiios, y creían que habitaban en altísimas rocas. Además de estas
cosáis tenían en ,gTiaTi venicración al puerco, puesto que el demonio llamado
ipor ellos arnnfaibo se les aparecía en figura de tal. Cuandk) tardaban
las lluvias ayunaban tres días continuos, y pedían a gritos al cielo
el agua «ítandio em un sitio diestinad'o a ello que se llamaba Tnriiílunta, el
cual esitaba cerca de una gruta llamada nbsli'nrhila, de la cual salía, a
sus gritos, el demonio en figura de puerco, y hacía llover".
Como a conitinuación cita Tonriani al Dr. Troya (cuya personalidad
traté de kfentific'ar en Revisita de Historia, núm. 58, pág. 104), y que posiblemente
es el mismo o pariente de aquel Hernando de Troya que, según
Albreu Galiindio (Oh. rit., lib. 3, cap. 18, pág. 244, y Torriani (pág. 220),
fué encargado de informaír, por el año 152<?, sobre il'a existencia de la lala
de San Borotudón, es muy posible que sus datos dteriven de la historia d«ll
Dr. Troya, Ihoy perdidla.
Pero la referencia de Bcntaica y Los Santillos, no recogida por To-rriam,
tiene que venir a Galliindio de otra fueníe.
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Coincidencias con lo cultual ée otras islas
A pesar de las difscrepanciais de detalle hay tres punitos de coimciden-olas
enitre «1 cullto herreño y lo relataido por los historiiadiores de otras
Lálais del íurchipiélago.
El cullto a las rocais como betilo, casa o sírtiiboilo de la divinidad, eistó
cflanaimienite atestiguado ipara la isla de La Palma, y aun hiay de ello recuerdo
tradüoioniall en el pico de Idafo, como expresamente atestiigma Aibreu
Galindo en au citadb. Háistoria. Es además notaíble, aparte de la coáíici-denoia
con lo primitivo romaTio por los juramentos die vairones y hembras
a que alude el citado oronjisrta, él juramento de los tinerfeñois por e¡l Tei-ide,
a que me referí en mi trabajo Tei/tr.
Bg niotaiblle que los hoilailcros, osipecialmente estudü'ariws para la prehistoria
de Tenerife (como consigné en el citado Ti'idc), debieron existir
también en El Hierro, ipor la referemeia de Galindo de la reunión y balidos
del ganado y las personas en ayuno, como en Tenerife; y la exiisiteni-cia
dIe topóná-mios en YA Hierro con aquella voz, como Bniladcro de las
Brujds, en Valverde, y linila/lcrii, simplemente, en Frontera. Siendo curioso
advertir que la denominación liriijii.s, que se repite en toponimia
menor de otras islas también,, se enlaza con las ajyiriri.ones que citamoia
seguidamente, y a que me he referido en Miai'i'lúiK'a (Innnchr. I. Iinni'
hoarr.
La aparición dtel demonio en forma de cendo, o cochino miediamero,
tiene su paralelo en las apariciones demoníacas de toHas las' islas, y más
particuHarmenite en las apariciones del demonio en forma de perro die los
aborígenes palmeras, que estudiiamos en Misrcldncn Gtianche.
No obstante estas coinicidencias de ambos textos, hay al'gunas discre-panciais,
que conviene acüarar.
Bentaica no es Bentegís
Torrianá no híibfla de Brntnira, y dice que el luigar de reunión era Tn-cuytunta,
cerca de la cueva del cerdo. En cambio, Abreu Gailindo dice
que la reunión era lejos dte Tnruyluntn, y la traída del cendo era desipoiés
del Tito eJementall diel "bailadero". El texto de Galindlo tiene a e»u favor
tres razones podleroaiaa»: que el proceso es más claro, lógico y ooinforme
con la 'geografía dte loe lugares; el nombre de Bvntoira, cuya absoluta
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faflisedad en la tesis opuesta no es razoniabJe; y la stagura identificaciiÓTi
con Loa SaTitiillos, .die qu'e lu«go hablaremos.
Tenemos, poies, que BnUaica se llamaba la zona o término donde se
neunían y estaiban las nocas sagradas.
Que licntairn no es Rcniegis lo prueban dos razones. Una geográfifo-
Mstóirica: la identificación con Lo.s Cantillos, que da el propio Aibreiu
GaliTvdio. La otra liinigüíistioa, que vamos a estudiar.
Hcnfairn (pronunciado hoildilid) y escrito en las diversiais fuentes
Bcntdirn o Bciitayca, puede absiolutamemte idenitificarse con el topónimio
de Gran Canaria Bcntáiqa o Bcvtayga, como .pretendió Caeitillo. Porque a
la facilüd'ad para sonorizarse la» oclusivais en tal pcaición en el lesipañoj,
hay que añadir aquí el mayor cuidado en la articulación de la Iisla tíiel
Hierro de que hablamos aintes, junto al mayor deisicuidó fonadior dle Grají
Canairia, y los cambios y lerrone» de trascripción de velares de que habllé
en Pw'.ito (fe Cnnnria.s ni la Imtesligación Lingüística. Por otra piaTitle,
aunque no tengo la contraprueba definitiva, Bcntaica o Bclnign puedo
siígnifiícar "eJ higar de las rocas", sientido que se aviene a ¡pterfección tanto
oon ei topónimo grancanario como CXMI el paraje de Abreu Galindo en
El Hierro.
Pero en ningTÍn caso ise ve posiiWiidad para derivar en la foniética hi6^
pana etl Bmírgjs actual dtel Bcntaica gaüindíano. Seiría preciso para, ello
suipomer error gráfico en Aibreu y escribir «u Bcntaica como Bcnta]f<^a o
Bcntayíqa, estalblleciendo una cedSlla, una ¡/ oxaenituada y la pérdida dle una
oonisoniamte en la trascnipoióin. Y isd en verdad podtrían fácM mente hallarse
ejenupüos antiguo®—^porque Eeupánioea estoiiibe Goymar, cuya y lleva
acervto, cosa frecuente en el castellano an*iguo, y Toirmam eaoriibe Taiitas-tc
por Tajinaste, soiprimieindlo ama consonante (h, x, o j) que resiponde a
la ] actuail de GanariBis (Cf. Miscelánea Gvanclu^)—^ptmi admártür este
error giráfiioo ise necesitaría pruiaba poBdtiva, y sólo sería admieálble siendo
isegiura (ya vintois quie hasta Dairiais Paidlrón diida de ella) la identifi-oaoión
dle aimibos térmdnoK env eil cunso de la historia. Pero, adtemási, la forma
Bentegis, que lioe tiextoB y mojjas eacmilben Bcntejis o Bentcgis, y el
Maipa dte Ohil y Nairanjo en sus Estnxiios (tomo I, pág. 388) escribe Bi^-
ti'jisa, quizá por un anterior Bcntejíse, con aquella c relajada de que
hablamos a propóeáto dle la articuilación de la s, esitá perfectamente doeu-nuentada
y desenvuelta en sai comiposición en Ja toponimia herreña que
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luego resieñamias: porque allí tenemos un Corral de Gis, una hoya de í'c-gís
y una montaña de Bentegís, con los prefijas paiiicanarios Te y Bcii.
"Bentaica" es "Los Santillos", lugar de culto indígena
Creemaa haber «Mió los primeros en señalar la importancia arquieoió-igiioa
de «site lugar de Los Santillos, que viisitamos recienrtomente, y del
cual Abreu Galindo hajbló brevemente, y los demás esjoritores o tratadistas
han olvidado, o .siim'plemeiute lo han citado por referencia. Lo consi-deramoB
de tal impoiitanaia, que enviamos urna memoria al Congreso Hfts-pano-
Porrtuigués de Córdaba de 1944, que resumimos en las siguientes pá-igiinas.
El tmás antiguo testimonio histórico relativo a Las Santillos del Hierro
es, sin duda alguna, el que antes citamos del fraile francisoaTiO
Fr. Juan de Aíbreu Galindo, en el que, entre oitrae cosas, dice: "Y a esitoa
9UIS lídoüos o dioses no los tenían hechos de 'alguna materia, isino isolamien-te
eran intelectuales, fingiendo que .su habitacióin y lugar para hacerles
bien rran (/¡os peñascos Ifirnos « iiinn/'ra de in.ohovcs, que 'están en un
término que llamaban Bentayoa, que hoy llaman Lo,s Santillos de los :\n~
tiguos. Y así 'cuando veían tiirdar las aguas del inviermo, juintábaniSie en
Bentayca, donde fingían estar sus ídolos y alrededor de aqni'llos peña.t-cos
estaban sin comer tres días..."
Otros 'hiistoriadiores anteriores a Abreu Galindo, como Torriani (hacia
1390), no dam la identificación del paraje indígena oon Los Santillos, «o-mo
hatíe A'breu Gali'ndo, Y ya vimios que los croniístas modernos, como
DaTi'as Padrón, isuiponen que Benta'ica es el lientagis actual de Los Lomos,
junto a Vailveirde, a gran diisitamcia de los actualeis Santillos.
Pérdida de tradición de "Los Santillos"
Esa identificación de Bentaica con el actual Bentegís, que es totalmente
falsa, como vimos, pero que Dariaa Padrón recogió de los eruditos
die la Isla en 'suis Noti<;ias generales históricas del Hierro, ppuaha cuirt-plliidamente
cómio se ha ido iperdiendo entre los nativas ya modlernamentte
aquella identificación del paraje 'de Los Santillos, qule con tanta exactitud
vio Abreu Gadindlo.
Darias Padirón no cita Los Santillos, y la información o cuestionario
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áobre los paraje® de interés arqueológico de la Isla diel Hierro, formada
y contesitada para la Oomiisiaría de Excavaciones Arqueológicas en sap-tiemibre
die 1940, por el Ayuntainnienibo de Frontera, sobre lais iinfarmaclo-nes
fadJlitadas por tes personas más ilustraidas de la isla en estos asuntos,
dáice die Los Santillos sólo ¡lo siguiente:
"LOS SANTILLOS.—Es un sitio con varias cuevas en sus inmediaciones,
en la falda Oeste de la Montaña de Tenibárgena. Hay indicios de conche-ros
y 'Sie sojponie que dichas cuevas fueron habitación de iniucistroe' guBfli-ahes,
existiendo te tradición de que en este sitio, mi^iquc no puede hoy
puntunlizarsc fijamente, tenían ios miismos cierto lugar domde ise reunían
en época de calaimidades..." No se añaden otros caracteres del paraje.
Solo encontré una referencia de Los Santillos en el A. B. C. de las'
Islas Canarias, 1912 (Guía editada por Benítez), en el que refiriéndiose
al Hierro dice en un párrafo: "Debemos visitar los preciosas monumentos
prehistóiriicos, riacos Itemados Moreiba y Bentaica, efequenes dte loa
aiboríigenes, dlenomimadoa en la actualidad Montaña de Los Santillos". Lai8
oonfusionies que presenta eete texto, y sobre todo el tono empleado, me
indica que su autor no conoció directamente el paraje, y prolbablemente
•36 llevó de informiaciones facilitadas' por D. Juan Bethlencourt Alfonso.
que unos 30 años antes había recomido aquella zona.
Se desprende de todk> ello que la tradiición de Los Santillos, tal como
iio dice Abreu (idéntico a Bentaica) se ha ido perdiendo; y, lo que es más
notable aún, que cuantos han hablado de Los Santillos, diespués del fraile
franoiscano, no han examinadlo aquel paraje, pues sus caracteres arqueoló-giicos
no pueden ocultarse al más lego.
El "Cercado de Los Santillos"
Se llama así hoy "Cercado de Los Santillos a una faja de terreno á^.
^Wiltivos ordinarios y árboies frutales, situada en la dirección Norte-Sur.
'al Oeste de la Montaña de TemibárKena, al Sur de Taibique o El Pinar
(hay otra montaña de Temibárgcna en La Dehesa, Poniente de la Isla)
en el vértice dirigido hacia el Sur del Hierro.
El "Cerc)ado de Los Santillos", quie tiende a una forma recjtamgular.
tiene vamois killtóim«tpoe del longitud, y menos de uno de anchuina en all-
KTinos isítios; y debe isu nomibre de oercadio a la cerca o paired de pdedía
"«'a quie lo «xtea, All Norte Mnda el Cercado con el camino del Borque. o
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mejor con el camino de la Pelada, que lo separa del "Cercado del Borque",
entre las montañietais del Pino y de la Pelaida; y por eü Sur añcanaa hagUa
cerca de la Montaña ded Jorao, terminandlo jomito a las nocas que constituyen
piropdamienlte Los Santillos.''La c«rOa del miaci^nite diell CJeroado pasia
ail pie de la Jojd'era poniente áe la Montaña de Tembárgeíia en twdia BU longitud.
Lo más interesamite g'eográfioamente d* todo el "Cercado de Las Sani-tillos",
cuya mitad Sur puede verse en nuestro grabado número 1 (*i), es
la estructura rocosa que se encuentra en la esquina Suroeste del mismo.
Esas rocas constituyen un accidente orográfioo notable, que puede apreciarse
de cerca en nuestro grabado, tomada a 60 m. de distancia.
Esas rocas son fprecisamenite Los SarHülos de Abreu Golindo, y así loa
llamaremos en adeilainte, y las que dan nombre a todo eJ Cerciado, ipor 1)0
demás idéntico a tantos otros cercados de ipiedra seca con higueras engo-roñadas,
como tiene la Isla del Hierro.
(Continuará.)
(*) Noita de la Redacción—El grabado número 1, junto con los die-máia
quie iluistrain este estudio, aparecerá en la continuación del artículo
en eJ ipiróximo número de Revista de Historia.