Notas sobre algunos templos e imágenes sagradas
de Lanzarote y Fucrteventura (*)
Por indicacién éél «eñox Decano d« la Facultad de Filosofía y Letras de )a •
Univeísidad de La l<axuna, mi estimado am%o don Elias Serra y Réfols, formé
parte d« la misián acordada por aquella Facultad para estudiar prehiflitoria,
arte, Hiitgüística y botánica en las islas de Lanaarote y Fuertevetvtura, mi»i6n
que tenía por obj«to recoffer notas y antecedentes, viaitaír los lugares de la primera
conquista, etc., y que 'habrá de repetirse para completar dichos trabajos
en un futuro próximo. •
LANZAROTE - -
La iglesia de Teguise; BUB •icisitiides
Se sabe que este, templo existía ya en el año 1446, quizá más humilde que
en la actualidad. El domingo 24 de agoaito de dicho año se reunieron en la- iglesia
de Santa Miaría de Tegui«e (l), a la hora de la nona, la nobleca y pueblo de
Lanzarote, convocado por Adrián de Bethencourt como representante de Diego de
Herrera, y acompañado del escajiíbano Ju^n Ruit, con objeto de presentar au
nombramiento de Gobernador de la» isilaa de Canaria, por los señores Diego de
Herrera y doña Inés Perada, exhibiendo después el fallo por el cual el monaTca
de Castilla los dechvraiba legítimos poseedores del señorío de Lanzarote. (Chil
"Estudios", t. n.)
En el siglo XVI, allá por el año 1<686, fué e ^ iglesia Inoendiada por l<oe
aTgteiliiM» y turcos acaudiU^dos por el arráez Morato. Reedificóse luego, pero
(*) £1 ipeñor Bonnet, autor de este trabajo, ha escrito una Memoria completa
de aquel breve viaje de estudio realizado en etK^o de 1942 que ha quedado
airdtivada en «1 Instituto de Estudios Canarios. De dicha Memoria, que eoDitie-ne
un emocionado recuerdo para las penr^onas que alU acogieron a los viajen»,
«(tt«ÍBttcainos aquí eolamente la parte i'eferente a las ímágene» y monumenUM
artisticoa visitados. (N. de la R.)
(1) £! origen del Tiombre de esta población, es el siguiente: "M&ciot ^
BetheiMTOurt casó con T'guise hija de Guadarfia, rey de Lanzarote. El {uinMer
fruto de esta unión fué la fundación o el acrecentamiento de un pueblo, qae hoy
mt 1A villa capital de aquella isla. Rabia casi en el centro (de Lanzarote) eieite
aktea igraiid«* que los naturales Harnean "Acatife"... pero Maciot en conoideca*
coóti «de la Ihfanta dio a la aldea «I nombre de Teguise, y edió en «Ua IM pdi-ineroa
tdtnientbs a la poi^cia d« aquella capital." (Viera y C3avijó. Tom. I 'pi4h
862, » té.) ' »
tan polbremente, que en 1596, diez años más tarde, cuando los ing-leses invadieron
la isla «1 mando die Jorgje CJumberland', decía su capellán el doctor Layfield
' ^ue el templo carecía de ventaiíais, que no había separación' para el coro, y que
los aaientos eran unos poyos de piedra que corrían hasta el altar maydr. De esta
descñpciAn puede dedUcárge la humildad con que fué reconstruida. (Viera,
t. IV.)
De nuevo en 1618 los moros invadieron la isla de Lanzarote a las órdetiA»
die Xaban y Solimán, quemando otra vez la iglesia de Tesruise. Esta desgracia
exaltó, los isentimientoa cristiano», y al final de aquel isiglo soirgió un hermoso
templo debido a las liraosna® del vecindario y a los cuantiosos donativos del,
Obispo don Bartolomé García de Jiménez, según la inscripción que apairece BO-
- (hre la puerta pririciipal. Viera dice que el coro y la aacñstía eran adsniralbles.
Pero la desgracia'pesiaba sobre este templo de San Miguel de Teguise, pues el
6 de febrero di^l año 1909 vm voraz incendio destruyó por tercera vez esa <¿tmai
de arte, que luego fué reconstruida a balse de cemento armado con gran capacidad
y buena luz.
, Imágenes de este tempilo
La mayor parte son de poco valor artístico, pero existen aligunas que me-reccn^
citarse, y lo hacemos a contimuiación:
La Virgen de Guadalupe.^—^Es la patrón» de Teguise y cuenta la tradición
que al oéurrir la invasión de los beilberiscos el «ño 1618, unos 900 vecino» de la
lala se refugiaron en la famosa "Qjeva de lo» Verdee", como era costumibre, llevando
con ellos la imaigen die referencia^, Los moros incendiaron la villa de Te-guise,
su iglesia y el convento de Miraflore», saliendo, después en persecución
de los fugritivoe, y conociendo por un tcaidioar de nomibre Francisco Amado, el Iv-,
gar en que se escondían, bloquearon las dos entradas de la cueva hasta que los
rindieron por haimbre.
. Continúa diciendo la tradición que entre el rico y abündajite botín recoi-gido
por los imoros figuraba la Virgen de Guadtdupe (2), que fué llevadlo a Ar-gd,
-pregonada en venta y mutilada. El primer autor que narra este hecho es
el historiador don Pedro A. del Castiflo, que lo hace del modo siguiente:
"Entre k» despojos que hicieron de la isla lf>s turco» fué uno la Sai^ísinm
iniageh de nuestra señora de Guadalupe, patrona de Ifi parroquia de la Villa
(Teguise) y, «acáiidolá en Argel, la pregonaron para si ííubiera algún cristiano
que la tomase, y viendo que ninguno proveía, sacó el sable un turco y la partió
la cabeza á la santísima imagen, a «uya ejecución salió im furioso penfo de entre'unqs
«adero» y devoró al turco; y hallándase presente uno de los caiutivoa
4iue, habían llevado (doña Frainei®ca de Ayala), recogió la cabeza, y aaliendb
, con Ibrevedad dei caiutiverio la trajo a ^evUla e hizo unirla a otra imagen aunque
siempre le ha quedado la señal, con que se renueva y aumenta la devoción
de los fieles.» (lioci cit., pég. 288, nota. Bd. 1848.)
(2) La imagen de Nueátj-a Señora de Guadalupe, era Í« patrona de la i | ^
^ia panriMiaiBl de T^rake.
1 »
De .este relato se desprende qué la piadosa señora doña Prancisoa de Ayala
solamente recoigió la cabeza d'e la imagen, único resto de la (primitiva, la. llevó
a SeviiUa y restauró el icono trayéndolo a Lanzarote. La tradición difiere también
acerca del tem,plo en que fué colocada, pues mientras Viera y Olavdjo asegura
que don Diego' Laguna, sobrino de doña Francisca Ayala, y ibenieficiado
de la parroquia de Teguisie, promovió el culto de esta imagen, (Tam. IV, página
290, ed. 1863), el cronista de aquella isla don Lorenzo ¡Betanoort afirma que
se colocó en la ermita de las Nieves, donde permaneció olvidada hasta que en
1914 el isacerdote don Antonio Gil la llevó a Teguise para restaurarla, diescu-briéndose
entonces las señales de fractura que indica la tradición, por lo q(ue
fué instalada, con toda solemnidad en la parroquia de Teguise.
Según, pues, la versión, de la leyenda que hemos recogido, de la imagen piri-rhitivn
sólo queda la catoeza, y en verdad el excesivo retoque que há suírido al
restaairarl» nada permite aventurar sobre s.u époqa y filiación artística. Aun admitiendo
probable un fondo histórico a la narración transcrita, varias objeciones
podrían sugerirse a la autenticidad del actual icono, aunque ninguna «ea
ooncluyente por sí misma: los berlberiscos en sus razzias no acostumbraban llevarse
las imágenes sino destruirlas-, apoderándose antes de sus joyas; si la Vii*-
gen de Guadalupe fué llevada en efecto a la Cueva de los Verdes, hubo ocasión
«cibrad'a para esconderla en algún Ilugar de aquella vastísima gruta antes que
entregarla a los infieles; el pregón áe venta realizado en A-gel nec6sariamei;íte
se dirigrí* * l^'S cristianos y éstosf después de saqueados por los turcos, poco o
nada podían dar par ella; en fin, la fractura observada por nosotros en la escultura
va de oi>eja a oreja pasamdo por la frente, y la tradición, por lo menos
en la fovma que hemos copiado, -señala que fué separada la cabeza- diel tronco,
y en el cuidlo no -se advierten señales de rotura. <
Lo prudente eerá, pues, abstenernos, por nuestra parte, de sentar conclusión
alguna.
M Cristo de la Vera-Cruz
Se conserva esta imagen en la mave izquierda de la iglesia, llamando la
atendán así del profano como del inteligente lo compuesto del altar. El Cristo
está ibajo ún dosel riquísimo y es una escultura del siglo XVII, -perteneciente a
la escuela realista española. La cabellera desciende hasta .la cintura, cayendo
hacia el lado izquierdo, y se nos dijo que al salir en procesión la imagen- «1
viento agita los cabellos de un modo que produce temor. Este icono, como la Virgen
de Guadalupe, táimbién ha sido mal retocaido, perdiendo valor estético. L«
«acuitara, aunque -perfecta en su anatomía, le falta algo de la unción cristiana
que «e adviectfi en otras ef l-gie» de ese género. La Cruz y la peana son di^jnas
de onención por lo artística».
S n t M a r d d
Fiíffuraiba en le «muta de «u nombre en el pueytQ de las Coloradiw, dorad» •
186
exiistió la iglesia del Rúbicón, a la que se dio el nombre de CateA'al (3). Se cuenta
qae al entrar los benberigeos por aquel puerto el año 1749 en su última correría
rpor Lanzarote, y antes de incendiar la ermita, los vecinos sdtaron la imagen
y la trajeron a Teguiae, donde aun se venera. Indudablemente es un icono de
la segunda mitad del «iglo XVI, y por consiguiente no es la primitiva imagen
que debió venerarse en la ermita, sino otra posterior. Nos han asegurado que
en la parroquia de Femés se conserva una copia de esta escultura. ,
Una joya de arte
Lo expuesto es lo m&s interesante en imaginería. Entre las obra>s artfoticais
que se custodian en la iglesia de Teguise descuella una hermosísiVna iband'eja ~
de plata' repujada en alto relieve, de más de 70 cm. de longitud. El centro está
formado por cinco pasajes de batallas que por su magistral ejecución, soltura y
movilidad de los (guerreros es de un gran valor artístico; también los bordee
de la 'bandeja aparecen repujados con gusto. Su autor perteneció a los bueno»
orfebres de la época del Renacimiento y acaso fué donada por isu poseedor, cw-yo
noimlbre consta en el dorso de la /bandeja.
El conveifto de la Madre de Dios de Mirafloree
Según Viera y Clavijo, este convento tuvo intención de construirlo Sandho
de Herrera él Viejo, por una cláusula que aparece en sai testamento Otorgado
él 21 de octubre de 11584, en que disponía se hiciera un momasterio dte frailee»
franciscanos dentro de su huerta en Famara, la cuaí les donaba, mandando gastar
en la obra 500 ducados de oro, y heciho el monairterio (^ue fuera trasladado
sp cuerpo con la solemnidad que los albaceas quFsiesen. Pero la voluntad de este
procer no se cumplió, traniscurricndo los años.
ÍJn 1S83, encontrándose en Teguise el célebre Gonzalo Argote de Molina,
que por estar casado con una hija natural del Marqués de Itanzarote, «e llamaba
conde, acordó llevar a cabo la fundación dispuesta por Sandho de Herrera, i>ero
conídderando que el territorio de, Famara (4) era un desipoblado sin defensa,
cercano al mar y expuesto por consiguiente a lais correrías de lo» pirata», «oli-cHó
un Breve pontificio para que se levantase dicho convento ^ la villa dé Tc-
<5oncedida la petición,' se abrieron los cimientos en 1588, y en 20 de abKl
(8) La Bula del Papa Benedicto XIIÍ creando el Obispado de 'Canariafiy
dice: "...quodoue ín cadem ínsula, im- Castro de Rubico, de novo »uJ> vocabulo
Sancti Martialis BccJesia est constructa..." Y vuelto al castellano, según Vi«ra:
"Ig^lmente saibemos, que en el castillo de Rubicón fie la mism& isla, «e ha edificado
'inalgjesia bajo la advocación de San Marcial..."
j(4) JEl primer Marqués de Lanzarote dejó en su testamento extendido en
el año_ 1598, e«is arrobas de aceite para la ermita de Famara, y dispwwj que (d
l08_religiosos franciscanos fundasen su convento en la citada ermita de Ñueistra
Señora de las Mercedes en Famara, ise les diese la huerta que tenía en aquel término.
(Memorial ajustado del E»tad</de Lanzarote, néms. 389 y 2,065.) En' la
fecha citada, ya ¡^ había comentado a lenvantar el convento en Teguise.
187
de IfiW) Argfoite de Molina extendió utia curiosa escritura con loa frailes en"!»
(fué ise conn>aTaiba a Salomón. Eti una de sus cláusulas disponía que el convento
»e intitulasie de la Madre de Dios de Miraflores, ofreciendo construir a su costa
la capilla mayor de treinta pies en cuadro, (5) donde en cada lado hubiese sieis
sepulcros de ipiedra de orla, encajados en lo« arcos de la pared. ^
Hasta d año 1618 el convento mantuvo sai esplendor, pero en esa fecha los
airt^elinos devaistaron la isla e incendiaron la iglesia de Teguise y el coTiven&o
de Miraflores. Prestamente fué reedificado mediante limosnas., abriéndose de
nuevo al culto su templo con la misma extensión; que poseía y qtie tiene en la
actualidad. Viera dice del convento: "Mantiene como unos veinte religiosos y es
una d« la« mejoréis guardanías de la provincia." Saibemos que el 24 de junio de
1729 se fundó en la iglesia de aquel convento una Cofradía de Nuestra Señora
del Carmen, y que en 1773 se adquirió en Genova una bellísima imagen patrona
de la Cofradía, que en 1875, después de |a extinción de los oonvenitos, pasó a la
parroquia de Teguise, siendo destruida en el incendio del año 1909.
Actualmente la iglesia de ja Madre de Dios de Mirañores esitá en completo
albandotio y cerrada al culto. Viera nos cuenta que Argote de Molina ofreció
a dicho templo una retaWo con su sagrario y la imagen de nuestra señora de
M&raflores. La tradición afiwna que en la invasión, de los argelinos se pudo saJr
var «sa escultura del incendio, y que tuvo igual fortuna en el de 1909 ocurridio
én la paroquia de Teguise, donde había sido trasladada. Si la imagen que tuvi-nww
ocasión de ver en dicho convento es o no la misma que regaló Argote de
Molina es diftcU asegurarlo, si bien nos inclinamos a creer que por su factura
artística ipertenece a la segunda mitad del siglo XVltl.
Los retablos «on dignos de cita, especialmeiite el del alUuv^ayor por su
perfecta técnica y puro estilo barroco. Son magníficos los artesonado» del presbiterio;
también debemos citar las imá¿thes de San Franci«o» de Asís y San
Antonio de Padua.-y entre la« obras pictóricas la Virgen de Miraflores y la de
San Martfar, que pertenecen a la escuela, flamenca ya influenciada por la italiana.
La bellisinm ítila de agua bendita está labrada en urf solo bloque de piedra
del pala y también el pulpito es una verdadera joya de arte. '•
El Mpnlcro del Marqués de Lanzarote
Se viene afirmando que en el presibiterio y al. lado del Evangelio yaced lo«
restos de dion Agustín Herrera Rojas, primer maniués de Lanzarote (6). Dei
(6) Argote ofr^ía además^ doces reliquias de Santos que le había" regalado
el Emperador Rodolfo; una cruz de cristal guarnecida de pAata, una lámpara
del misRM) metal, «i'ete bu]to« de los santo^ San Francisco, San Bernardo, San
Antonio de Padua, San Buenaventura, ^"íií'Luis. San Diego y San Qonzalo. Este
últli/no haibia d<e colocairse en la .aacristía. (Fundación del convento dei San
Francisco de Lanzarote en 1590, por ante Francisco Guillen del Castillo, escri-bii.
no de la ciudad de La Laguna, apud Viera.)
(6) Todavía existe, no muy distante del conventode Miraflores, la antigua
caaa*palaoio del primer majiqués de Lanzarote. Su fachada es de piedra y «n
amboÁ lados del dintel, dentro de un círculo, aparecen grabada» la» letras "AH"
y "M", que sin dificult»id ee traducen por "Agustín Herrera, Marquési",
188
examen realizado por los expedicionairios no pxuio confirmai»e tal asertO', por.
que la leyenda que aparece en un isepulcro situado en aqu^-lugar fué pintada
y no labrada y el tiempo la ha convertido «n ilegible. Ilnicamenite pudo verse
que un «soudio-die armas encabeza la inscripción que comienza: "El capiíbán...",
lo dem4B del texto aparece tan borroso que es imposible reconstruirlo.
Se'deduce que aquel e« el sepulcro del primer Marqués de Lanzarote, de la
escritura y composición establecida entre Argote de Molina y los frailes franciscanos,
en la que disponía este procer i& constfocción de la capilla maywr y
sgis «epillcros donde depositar los restos de Sancho de Herrera, de doña Violante
de Sosa, mujer de aquél; los de doña Catalina Dafra, el de doña Constanza
Sarmiento, ihija de Sancho de Herrera, y el d-í doña Inés de Ponte, mujer del'
primer marqués. i
En el primer sepulcro de la mano izquierdia le -correspondía ser enterrad»
don Agustín de Herrera y Rojas, con una larga inscripipón compuerta per el
mismo Argote y que trae Viera en su tomo IV (7). Ahora bien, nos a«a1ta 1»
duda de si es el sepulcro que vimos el corresipondlente al primer marqués de
Lanzarote, porque en la escritura de Angote con los frailes se decía que esos
seis sepulcros estarían "encajados en los arcos de la pared"; por consiguiente,
\ no podían estar en el pavimento diel altar mayor comp lo está el que vimos. Se-prulcro
» que ;p<asiblemente destruyó el incendio de 1618.
ES .castillo de Gnanapay
Construido en una de las colinas que mes sobresale en los alrededores de
TegTiise, es un centinela que avizora la llegada dé enemigos por tierra y mar.
Desde el buque que nos conducía a Arrecife lo vimos altanero, elevado sobre la»
rocas, como testigo mudo de tantos heftos gloriosos; como testimonio tamébién
de muchas desgracia». Nuestras máquinas fotográficas Jo enfocaron al ir a Te-guise,
y su noble aspecto dé fortaleza medieval, de castillo roquero," no» hiao
evocar los tiempos feudales: señores de horca y cuchilla, damas de oowWnente
altiv<í y duke mirar.
La fortaleza de Guanapay construida a raíz de la conquiata normanda, quizá
«obre uno de aquellos castillos levantados por los> aiborfgenes en las nnéw aletas
montañas, perteneció siempre a los señores dé la isla de Lanzarote, y en
muchas ocasiones sirvió dfe prisión (8). En el testamento del primer Mairqués
(7) Dice así: "Aquí yace don Agustín de Herrera Rojas, primer marqués
de Lanzarote, octavo Señor de p^iertcventura, el cual después dé haber alcanzado
de los ingleses e franceses piratas muchas victorias, y entrado .con' «ras ejér>-
citos y armadais catorce veces en Berbería y cautivado 1,200 moro», pa«6 de ar-nwida
a la Isla de la Madera el año 1582 contra don Antonio, q>uie .se llamfiBsfci
Rey de Pbrtiígal, y se apoderó de aquella Isla y sus Castillos, siendo General de
ella por el Rey don Felipe Nuestro Señor."
(8) Sus cañones avisaban la llegada dé enemigos, y muchas, veces defendieron
la villa de Teguise. También sirvió- de prisiÓTi, pues cuando k » hsMtan-tes
de Langarote pretendieron sacudir el yugo de sus Señorea y proclamaron a
los Reyes Católicos, seis de los doce vecinos má» notable^ detenidos «ai el castillo
de Guanapay fueron trasladados a la montaña "Chimida" donde M les dló
i4s
don Agustín de Herrera, figura el inventario de sus bienes, y en ellos consta:
"Once ivartes de d<x5e en la isla de Lanzarote y Puerteventura, con la jurisdic
ci6n civil y crinvinal, alto y bajo y mixto imperio; las rentas de orohillas, quintos,
pan y menudos pertenecientes al EJstado; las fortalezas de Guanapay y del
puerto principal de la isla, con doce piezas de artilleria, ocho ide bronce y cuatro
de hierro colado, con sus utensilios»."
La« graves disensiones entre la viuda del primer marqués y los hijos bastardos
de aquél; la mala administración de aquella y su ambición por gobernar
el áei^ioirí'O que llegó hai»ta pretender que su hijo, el segundo marqué» profesara
en un convento, dio origen a un desbarajuste completo. Una de las acusaciones
máiS 'Serias contra un tal Francisoo Amado fué la de liaiber_extraído cierta- cantidad
de madona del castillo de Guanapay.
Pero «i esto fué difícil comprobarse, es rigurosamente cierto que la marquesa
viuda enagenó .parte de la artillería de aquel castillo al Cabildo de la isla
de GrAn-Ganaria, entre la que figuiraba la célebre culebrina llamada "El Barraco"
(Mem. del Bst. ée Xianz. niúm. Ij510). El P. Sosa en su "Topografía de Gram-
Canaria" confirma tal aserto al describir el castillo de La Luz, diciendo: "Está
entre lá artillería con que se defiende un cuarto de cañón de bronce encampanado,
que llaman "El Barraco", cosa monstruosa. En disparándole se oye en toda
la isle. Sirve ipara las lancbas del enemigo si saltare en tierra, porque destroza
mucho echándoJe taleguillos de balas y otras cosas." (pág. 13).
Hioy la fortaleza de Guanapay no es sino el recuerdo de un ayer digno de
respeto por su noble ejecutoria. Estaba condenado a perecer en manos de los
saqueadores de todos los tiempos, y un .patricio amante de la historia-y de las
glorias de Lanzarote, lo ha impedido erigiéndose en su custodio.
La excursión hacia el Norte
Lunes cinco de enero. La mañana fría, lluviosa y recio viento. La salida
anunciada para la* diez. Todos ocupamos nuestros asientos en el auto que dirigía
el amigo Cabrera, a quien nunea_ podremos agradecerle baistante sus desvelos
y servicios. Carretera adelante alcanzamos después de una hora larga el
valle de Haría, feraz y bien cultivado. Los señores Maynar y Alvarez se apean
y conversan con ün campesino del que recogten un precioso material folkJórico.
Poco desipués contemplamos el bellísimo poblado de Haría a la falda de dos
montañas; la carretera, en vueltas, es encantadora. Miichas palmeras y <muchos
ánbolles frutales.
Llegitmos al fin, y visitamos la iglesia, su párroco don Juan Arocha y Aya-la,
amaiblemente nos mostró entre otras curiosidades un porta-hostia de plata
con leyenda jMwtugueaa (9),.y una custodia de plata sobredorada moderna. Las
tmágenes de escaso valor artíistico, si se exceptúa Ja Virgen de la Encamación,
atriibuída a la primera época del escultor Lujan Pérez.
garrote, siendo arrojados .TOS cuerpos desde allí a un profunda sima, que hoy
se llama el "Barranco de la Horca."-
(9) Dioe la leyenda: "Lovado seia o Santisimo Sacramento, o trese de
Ivlbo de 1684."
19(Í
FUERTEVENTURA
Casillas del Ángel y Ampuyenta
Gracias a la guia/ y amparo dé nuestro amigo ákm Ramón Castañeyra, fué
posíihle la rápida excursión a Betartcuria, de la que sotn' resultado las iropreeio-res,
sin duda insuficientes, que siguen. No hay agradíecimiento que pueda satis»
tacer la dleuda que con nuestro amigfo conitraímos.
Nuestro primer alto, idesdte Puerto Cabras, fué un pequeño descanso en Casillas
del Amgel y una wsita a eu iglesia: Una lápida en su elegante fachada-
(íampanairio de negra cantería,' noa dice que ésta fué oonistruída par don Mig^uel
Blas Vasques en 1781. Frobablemenite todo el edificio es de tal data; «3 interior
muy pobre y con imágenes de poco valor. Entre los cuadros vimos uno donado
por el aiargento mayor Gkiispar de Mesa, año de 1782, en que pide un Ave-
.iVIaría por Dioa Otro lo regaló también 'el «argento mayor Maivial Conrado el
má'Simo año, con petición semejante. En una d^ las pared^ de la iglesia vimois
UTWi copia al pastel del Cristo die Tacoronte, co.sa,que nos sorprendió. Quizá algún
devoto lo hizo dibuj-ar.
Proseguimos el viaje hasta Ampuyenta. Castáñeyra tenia interés de que v>
< £Ítá¡raimoi8 la ermita dedicada a San Pedro Alcántara^ En un yermo solitario se
alza este templo encerrado por altos y fuertes muros aJlmenados, dáspuestos como'
para defender la igíesia, dejando entre estos y el edificio una esipaciioisa
área. Con respeto atravesamos el ámbito y penetramos en él. ¡Espectáculo sorprendente!
Todas las paredes aiparecen cuibiertas de ciiadros dé inmensas panj-porciones,
cuya ejecución es del siglo XVIII, de buena factura y justo colorido.
El Río Palmafl ,
Sin dietenemos en Pájara, pronto estuvimos en una región montañosa, lel
/barranco de las Señitas. Altas montañas y profundos bárrameos nos rodeaban,
hasta que surgió ante nosotros el famoso valle del Río Palmas cubierto de esbeltas
;palmerais entre elevadas «mas, y al fondo un gran embalse de aguja;
eapUéndido pasaje que el "Canarien" cuando los soldladbs de Gadifer descendieron
a él,-lo describe del sigruiente modo: ' •
"La entrada se halla tan cerrada que es una maraivilla; tendrá de larg<i^ dos
tiros dé piedra y de ancho dos o tres lanzas. Allí fué precisó quitarse los zapa^
toa para no resbalar siobre las piéd>ras,V[ue se hallaban tan lisas que no era pO'
sable isostenerse «obre elliais sino con pies y manos, y aun era 'Pjreciso que loa de
detrá* apoyasen lo pies en los extremos dé las lanzas de los dé delante. 'Des*-
pues de este paso se entra en un valle ll!ano, aiumamente delicioso y atravesado
• por varios arroyos de agua. i5n este valle se podrán contar más de 800 palmeras
•' que lo cubren con su som'bra 'separadas en igrupos dé ciehto y ciento veinte, tan
elevadas «orno mástóles dé navios, de mas de veinte brazas de alto, pobladas' de
ramas verdes y frotadoaa», cargadas dé hermosos racimos de dátiles, ,que es una
delicda verlas..."
No ha variado é! panorama. Aún el vaÜe está cubierto dé palmeras, y- ios
191
• •' . '
arroyos bajan de lais alturas en .invierno. La fe y la tradición hají dotado a a q u^
uin«no lugar de una imagen, la Virgen de la Peña, aparecida junto a una casita
que 'hasta hoy suibsiste, y todiavía se muestra al visitante el hueco d« la roca
donde estuvo encerrado el icono, así como el rústico altar donde se dice misa en
el amversario dte la aiparSción.
La Virgen de la Peña '
Poco deapués llégáibamos al sdtiio en que se levantó una «rmita a la Virgen
aparecida. Su fachada pertenece al ságlo XVII y es de estilo barroco de la buie-na
época. Llaman la atenioióin por «u originalidad las dobles colummaa de la .portada,
que isostiemen ün ático partidk» en su ápice por un delicado iroeetón.
Bn (SU interior, coflocada en andtois, se venera la celebrada'Virgen dte la Pe-fia,
patrona de Puerteventura. Es una encantadora imagen sedente de 23 cm. de
aflitura, tscülpidi» en piedra blanca. El niño está de pie y vuelto a »u madre le
acaricia el rostro oom ambas inaTiois y ellia le sostiene con el brazo derecho; toe
pliéigues de la veatidüra están magiistralmente tratados, pero donde el artis-ta se
linspiró fué en el rostro de la Madre, ^mezcla de d^ulzura y majestad, de , anvoir
matemail y uncióin cristiana, es la expresión más alta dé un arte bien logrado.
Poír m técnica y belleza dentro de la iconología mariana puede imcluirse en
el tipo lla-maido humano, primera mitad del siglo XV, siendo, a nuestro juicio, su
factura más aiitigua que Ta Virgen dle Candelaria si atendemos a que conserva
aun la posiición «edente. Pertenece acaso a !«' escuela francesa (10), advirtiéndose
muy acuisadn» elementos góticos.
Leyenda de aii aparición
Cuenta la tradSoión que una noche de primavera, después de maitines, San
Diego de Alcalá echó de .menois a sa compañero Fray Juan de Sati Torcaz y salió
en «su busca. Los pastores, a quien preguntó, le dijeron queNno le habían visto,
¡pero que estaban sobrecogidos de miedlo al ver muchas luces y como un astro
]|ef\il<gente que corría hacia el Mial-paso o Río de lais Palmas. Se encaminaron
hacia él lugar designadlo y tras detenida busca hallaron al pie 'de una montaña
muy escarpada y dentro de una poceta dte más de veinte palmos áe afgua, el sombrero
diQ San Torc&z, y que éste dé rodillas, «on isu rosario al cuello y el breviario
entre las manoS', oraiba.
Uno de los pastores se arrojó al» pozo y s'acó al samto, t&n ileso que ni si-
(10) Por las caraoterísticas que el arte revela en la Virgen de la Plena
nos inclinamos a iareer que pudiera identificarse con la imagen de Nuestra Señora
que el coiK(UÍB.tador" Juan de Bethencourt regaló a la capilla de Bettlíwu-ria
en el año 1405 al regresar de Normandla. La capilla se convirtió en igüesia
y al ser incendiada por los mo^^s en 1530, posiblemente dicha escultura fué salvada
y escondida para evitar sa profanación por las hordas b«rberi«ca« del
Arráez Xaban. Esto explicaría su aparición, su culto junto a dicho lugar durante
all'gán tiempo, y la erección de la ermita donde actualmente ae venera, que
íwirfa levantacb mientras se reconsitruía lentamente la iglesia "parroquial dé Be-taneuria.
quiera las rapas ni el ibreviario estaiban mojados. Precisado a explicar aquel mi-
•lagrro, dijo San Torcaz que la causa de tanta maravilla «staiba isin duda encerrada
en el seno de la peña Inmediata, pues ai»f lo daban a entender las músicas ce-lestiaíes
que oyera, y los ¡rayos dte luz que arrojaba de sí, cambiando la nocheen
día.' Inmediatamente se mandó por picos y otros instrumentos .para abrir la roca,
trabajándose inútilmente hasta que San Diego, poseíldo de «anta vnsipiración, eier-ñaló
el lugar que h'abía de atacainse. A los prinveros gdpes se abrió la roca y
apareció la imagen dte la Vingen de la Peña. Tal es la tradición'.
Bn esta forma la narran, en efecto, el Dr. Marín y Cubas, y máis amplia»
mente el Rvdo. Fray Diego Gardillo, quien en 17S4 publicó en Santa Cruz dé Tenerife,
con el pseudónimo de don Framcisco Goñi, un libro titulado "Sucinta HÍISH
tona de la aparición y nülagros de la iwiagen dte la F^ña de FVerteventura", es'-
tamjmda por el proto-imipresor Pedi-o José Pablo Díaz (apud. Viera y Millares
Cario en su "Bio-bibliografía"). Y, desde luego, en apoyo de ella viene la imaigen
miama que, como arriba decimos, corresponde plenamente a la época que se le
altribuye.
No obstante, en esta natación se han fundido indiudabüemente en una áas
tradiciones en «oi origen independientes. La milagrosa inmersión del P. San Torcaz
en el Río de las PaHmas, sin redacionaria con arparición alguna de la Viingiem,
na narradla ya ;poir el P. Quirós (1612) (11). Antes el P. Elspinosa y luego Abreu
Galindo y Núñez de la Peña ignoran también la aparición. A mayor abunda^
miento. Fray Diego Gordillo estima en su^^iibro ya citado que la aparición de esta
imagen en Fuerteventiira fué desipués del año 1464; y así no pudieron asistir
al milagro ni San Diego ni San Torcaz, éste porque ya 'había mxierto, y el per»
mero porque el año 1450 estaba en Roma.
Examinado el caso pensamos que tall vez esta tradición teu'fa reliación con
la aparición de otra imagen famosa, la de la Peña de Francia, que se narra de
esta manera:
"Cierto hombre piadoso, natural de París, llamado Simón Robano de Vela,
habiendo perdido sus padrea y deseando distribuir susí copiosos bienes a los po-tores,
fué advertido en sueños que buscase ihacia ocoidtente en la "Peña de Frart-da"
una imagen dte la f/taAre dte Dios. iSimón había consii^mido cinco años en esta
empresa, hasta que viniendo a Santiago de Galicia en romieria, supo de un carbonero
que la "Peña de Francia" era un monte cerca de Salamanca, muy intrin-cadio
y casi innaccesible; sin embargo, nuestro devoto le trepó y d>espuée de ha-
(11) Dice ese autor: "Andando (San Torcaz) en estos pasos, yendo un día
a predicar a la gente del campo, pasando ipor una ¡montaña alta, donde por la
estrechura del camino y el ir prensando en Dios como siempre, cayó por un granee
despeñadero, y dio en un piélago llamado el Río de las palma», y hundióse
hasta llegar a lo más hondo del... £1 religioso que acompañaba aJ Santo, fué
luego con gran priesa a buscar al lugar quien le «acase del agua, para darle «e-pultura.
Al catk) de tres horas cumplidas, vinieron unos honíbres que sabían Wen
nadar, y colando debajo del agua, halláronle que ^staba puesto de rodillas «n
oración. Sacárorfe fueraj y las primeras palabras que dijo, fuerMí en alabanza
de la saoratísima Reina del Cielo la Virgen María, de quien era devotfaimo, y.
muy en particular de su sagrada y limpia Concepción..." (Cap. VII, p&«». 42-43
de la ed. príncipe.)
ber hecho oradíán «e qireéó dormidlo, a cuyo tiempo la Madre de l^ioa, rodnada
de resplfindoTieis, se le apaireció con su divino hijo en los brazos, y séñalándt^ la
parte por dondle diébía romper la ,peña en que estaiba contenida sai imagen, le manr
dó que'le edifícase un templo en aquella misma cumbre. Simón, ayudado de algxii-noi8
rú>stico«, traib«jó en «ibrir la peña, y «n «us entrañas <tescabi:i'6 lá ima«;ein,
miércolee 19 de mayo de 1434." (P. Choquecío, apud Viera y Clavijo, t. I.)
Pero la imagen antigua dte la Virgen de la P^ña de Francia, muy t o « » y hoy
retiradla dtel oulto, no gvarda relación' al>guna con la nuestra, seigún infoMnes
qne hemos obtenido (12).
Contentémonos, pues, con asegurar que Fuerteventura guarda la mé« antigua
imagen de la Virgen qae «e venera hoy en las llelais y que «sta.imagen e«,
además, una bellfs'ima obra die arte. iSu gracia iniefoible ha <bién merecido la d»-
voción con quei la rodean los majoreros, que a ella aieuden «onfüadÍBimente «n su»
tribulacione». La fotografía «d mnignesio que publicamos en estáis páginas apenáis
da una pálida idtea de esta imagen preciosa y venerable.
La iglesia de Betancuria
Hacia el centro de la isila está enclavada, la villa de Betancuria que recuerda
aun el nombre deJ barón normando, y fué este conquistadkxr quien fundó y le-vamtó
una ermita a la que dWtó, después de su viaje a Francia, de una imagen
de la Virgen. Dice el "Canwrien" que "en el mismo acto (d baiutismo de un miño
aiaitural de la isla) ofreció a la capilla uina imagen de Nuestra Señora, un ber-mo9o
misal, dos pequeñas canipamas de cien libras d^e peso, y varias colgaduras
y omaraentoe, cuyos efectos hiabfa conducido de Francia para aquella iglesia, la
cual* ordenó se llamase Oaipillfe de Nuestra Señora de Betancuria (13), y die ella
fué cura párroco el señor Juan le Verrier.". (cap. 84.) Bl autor die los planos y
director, de la obra fué el ailbañiJ Juan Ma^on, ayudado de canteros y peones
traídos de Normanda.
En el año 1424 esta capilla, convertida en iglesia, fué etú'gida en (Meáni.
£9 20 die noviembre de %se año el Papa Miartino V expidió una Bula en que se
lee: "Para la gloria y honra de Dios y de la misma Santa María y para aumento
diel divino culto y salvación de las almas, de consejo de nuestro» heimanos, y
en fuerza de la plenitud de la ^potestad Apostólica, estaUleeemos y erigimos en
Caitedial la referidla iglesia de Santa María de Betancuria, y la condecoramos
con el título, honor e insignias'dte Iglesia Caitedlral, y para memoria indeJeM»
(12) La descripción detallada de la antigua escultura figufli en la "Historia
de ta prodí'gioBa Imagen de la Peña de Francia" escrita por el Dr. don Tomás
B«esa Gionzáleí, Deán de Oudad-'Rodñgo. Segovia. Imp. de don Ttéto htr-dero.
Caite Real 42. 1S63 (cap. II. págs. 22i-24). Copia de eaa deacripdón le fué
•nvkida al Dr. Serra por el catedrático de la Universidad de Salamanca, Dr. don
Ángel de Apraiz y Buesa;
(18) Dice "Le Canarien'': "II (Bethencourt) fit apporter en la 'cha(>pelle
úe6 vestemenss vne ymagc ^ aoatre dame, et des veatemen» d'esgiise, et 'vng
fort biau miasel et áe\&x petites doches de chacune vn chent p«sant; ^ ordoona
^ue on appelast la chappelle Noatre Dame de Bethencourt..." (E2d. de G. Gra-vier,
capT dt.)
jiizi|;ramo8 y queremos que en todas las ediád'es sé lliame Iglesia, de PuerteVeii-tnra-."
Indudableiwente; la primitiva capilla, convertida más tarde en amplio y her-mioso
templo toajo la dirección dte Juan Magon, lera de puro eistilo ojival que e»-
tonoeis dmperaiba en Francia; pero esta cotjistnicción, que hu'bi«ra sddo quizá el
único ejemplar g-6tioo en este archipiélago, fué incendiadlo por las hordas berbe-rilasas
did Arráez Xaban «n 1593. Después comenzó su reconistrucción, pero con
tantar lentitud que no se había concüufdto en ,el año 162i9, en tiempo del Síinodo d^el
Obdspo ^ u r g a (pág. 343. Sinodales. Apud Viera). Por consiguiente, la fecha de
M jápida de la torre, que solameiiitie tieme las dos últimas cifras' diel año en que
se terminó la obra, el "91'', ha dte referirse añi de 16©1. Dicha inscripción ha sido
inténpretadla fidníente .p<w «J amigo Serra. (*<)
> He aquí la inscripción: ' r
ESTA OBRA SE igo
ANO DE 91 SIENDO
MAIORDOWO DE
FABRICA EL CPP»5
I SSIS ML D . SSan TKV
.X? KVI^ T,A LSO
EL MAESTRO
PAKAGA.
Mr. Cftiarton (Ed.) en »u refundición d'd texto del'"Oanarien" publicado por
?. Bergeron, fija la construcción de la iglesia primitiva en 1410, y luego escribe:
"Restaurada más tardte, aun se ve en medio de la pequeña villa gótica de Betan-curia."
El sabio francés Ch. die la Ronciére, en su monumental obra: "La décou-verte
de l'Afráque aun moyen age" yerra cuando afirma que el actual templo de
Betancuria es el mSismo comstruído por el barón normandio; el fotograbado que
pu1}M<ca es del moderno templo, y, no obstante, escribe: "SI l'exterieut rappelle
dains sea grandes lignes le style é&s églises nonmandes, rinterieúr a été entiére-ment
remanié eelon le' goút espagnoJ: il n'a plus riei» de la sObre décoration dé
l'arfhitécte Jean le Majon..." Y antes dice "Santa María die Betancuria, encoré
debout aujourd'hui, témoin la photographle ci-comtre..." (T. II, págs. 21-22.)
Del examen efectuado por lOis compañeros solamente aparece el eléntento
otjival en el interior de la toirre, y en él arco toral del altar mayur, que acaso
fueron Tas únicas partes qüeresistiteron al fuego. Las imágenes que pudimos ver
en «fli templo carecen áe v^l'>r artístico, y añgunas son de fa<;itura modernísima,
(*|) Bé^eltas las abreviaturas dice: "Esta obra se igo &wx de 91 siendk)
/maiordoTOO de fabrica el capitán i isargemito mayor don Sebastian Truxillo /Ruis.
Laf iso el maesítro Paraga." Don Dado Darías y Padrón no» hizo observar qiue
wte^Sargento Mayor es mencionado en las páginas t)6 y 97, nota, del tomo IV
«el "B}B«dn de Canarias", de Fernández dte Bethencourt, y vivió, en efecto, en
«i «ligio XVILBIl' texto transcrito no se halla-en r^aHdad en una lápida sino
«aasiviaéate luntado y acaso grabado en el enlucido del muro, dentro de una orla
en forma de escudo, y ha «ddio deacubierto y cuidiadosamente restaurado re*-
cientemente, con nnotivo de limpieza de las paredes del templo, por un joven ve-cmo
de Betancuria cuyo nombre sentimos nó conocer para tributarle el merecido
a^rradécmidento. (N. de la R.)
«cntsiruídaB en loe talWres de Valencia o Barcelona. No puéimoa oontenuplar el
altar mayor cubierto en aquelllos días por el "Nacimiento". La orfebrería^no ea
cuantiosa; al'grunos vasos áe plata ba}a do4ia<lo8 por el arcediano de Tenerife, y
un» cuisitodía de plata sobredorada hiecha por eA. orífice Jacinto Ruis en 1747 en
Santa Cru« de Tenerife, diomde poseía su taller, y que por el mismo tiempo lia-bri
otra ipara la parroquia dte Haría, según dijimos (*). Ma», lo que es un verdadero
derroche de gusito es el hermoso artesonadto de la sacristía: arte, talla y
colorido se aunan en su composlci&n.
El Beato San-Torcaz ^
Dos vaiBones religiosos de gr&n renombre dieron fama al convento de Fuer-teventura:
San Diegfo d¡e Alcalá, verdiad'ero apóstol de la fe, y Fray Juan de Sam-
Torcaz, an^bos franciscanos y de una ausiteridad y celo tan grande como JBUS
virtudes^
Según un cuadro d^ grandes dimensiones que contemiplamos en la ermita'
de Río Palmbs, San-Torcaz era de buena estatura,! color moreno, ojos grandas
V expresivos, frente ancha y cabellera abu>ndante. despidiendo toda su persona
una <sugestli6n digna y respetuosa.
Los autores que han escrito sobre la vid^a de este religioso dicen que al morir
en los brazos de San Diego fué enterradlo en la capilla mayor del convento,
pero por los milagro» que hacia su sepulcro isacarom ^us restos y puestos en un
arca con lo® cendales de seda con. que había sido enterrado se colocó dentro die
la pared de Ifi capilla mayor a la mano djerecha, y ahora está, dice el P. Qfuir&s,
en el hueco del altar mayor con mucha veneración. Su corazón se llevó a los
Reyes Católicos y luego se depositó en el Escorial. '
, Teníamos interés en contemplar loa restos de este elegido del Señor, y tra*
alig^nas indagaciones pudimos satisfacer nuestro deseo. Habían sido trasliadia- <
dos cuando' la exclaustración a la parroquia dé Betancuria y se custodiaiban en
la sacristía. En una caja de pino, al parecer moderna, vim<» ónicaménte do» fémures,
atados con un cendal die Seda, acaso de factura moderna también. La caja
ntide 56 cm. dte largo; 25"50 dte alto y 28 de ancho. Al exterior contiene la'siguiente
inscripción: "Erario ilustre de los huesos del Bienaventurado San Jumi
Torcaz." La letra, la caja y la cerrad'ura dian la impresión de que no pertenecen
a la época en que murió el religioso.
La expMcadóii de que <no existan más restos de San-Torcaz la di él misnio
P. Quirós, cuando escriben "Por la gran devoción que a este santo varón tienen
los fieles y por los müagroa que con sa» reliquias veían o b n ^ Dios oada dCa«
cada uno ,procuraiba tener algún hu^so u otra reliquia suya, y los religiosos repartieren
con algunos más devotos dellas. Y eran llantos los que les importuiM»-
\
(*i) Además una gran lámpara al parecer de plata en el crucero Aá tem-pío
con la siguiente inscripción a su alrededor (desligadas las abreviaturas):
"Dadiva de iañía. Ana de Cabrera, a nombre de don Mateo Cabrera su hermano,
consüiairio diel Santo Oficio, Veneimible Vicario y Beneficiadlo, Rector de e«ta
Paimoquia'dead» 1752 hasta 1795. La biso José Garría Andáo«a, «fio dte 1808*.
(N. de la R.) ' '. •
196
b«un ¡por «sto que el año 1606, que visité aquel convento, d'^é uoia psixuÜ» coii
ceiwvtrag, ipiara que ndn^n reli^oso pudiese dar reliquia al^^uia del santo. Algü-nas
quedtaron a vañae pevsonas devotas, por quien el, Señor (ha obrado inuoho«
mtlagw», ««wcialmiente en la isla de Oanaiüa." (final del cap. VII.)
No obstante la patente con censuras del P. Quirós, acasio se continuó el re-pai^
de reliquias. Bioe «1 historiador Castillo: "(En un hueco, que con BUS puert
a y U«ves está en la capilla mayor diel ísonvento, está una arquita «n que mi
guarda la cabeza y huesos del venerable Fr. Juan Torcas exhalajido óleo, y una
fnaig'ainKria celestial..." (14). CJaistillo escribía en 1737; pues bien, boy solo quedan
los dos fémures del virtuoso religrioso.
Pero no solo San-Toiroaz fué catequista, realizó milagros y predicó, isino
que el tiempo que le quedaba dispignüble l o dedicaba a copiar manuales y psaltei-nÍ0s,.
o «n eocríbir sobre sutilee miaterias de teología esool&sitica (16), diej&ndo
cuatrp li'bros a la posteridad, tres de los cuales están todavía sepultados en el
arca dondte s« conservan sus huesos, (Viera) y •d cuarto libro, que era un tratado
de "Trinitaite", «e lo llevó con .permiso del giuardián dd cojivenito, dlon Bartolomé
de Torres, Obispo ^'e estas isilas, quien lo utilizó en una obra que con^puso
aobre la.ntiAma materia, "libro que ha eidio tan ibíen recibido como todos saben",
dice el P. Quirós.
De ilois tres restantes escribe Castillo: "Era Torcaz gp&n teólogo, y así se
haUan algunas obras suyas en el arca donde están «us huesos, aunque me dicen
muy pasadlos sus libros por el óleo que vierten..." (pág. 78.) De suerte que basta
la época de este hifstoniadar y aun en la de Viera y Clavijo se conservaban en el
un» que encerraba isiuis restos. Hoy no aparecen en ella y por más indagaciones
que realizamos nadie nos pudo señalar su paradero. El escritor don José Rodríguez
Moure, de eterna recordación, me afirmó que los tuvo en sus manos y los
leyó. De entonces ahoira nada «e sabe dé eso» ISibros.
El convento de Betancuría
Mienbrais mis compañeros visitaban la casa i«ctoral, dlon Luis Armas, señor
(14) Es fama que los restos del santo exhalaban un delicado olor. Dice el
P. Quirós: "En diez diais que estuve en aquel convento (aánque diversas vece»)
vimtó estos lugares cuando me avisaban que avía el dicho olor; y nunca lo pude
percibir (atribuyéndolo a mis pecados) ihasta que al fin'de ellos, viméBdome a
ha6er merced el muy noble y cristiano caballero don^ Gonzalo (le Saavedra, señor
de Fuerteventura y muy devoto de nuestra religión; fui en au compañía y
íte k» religiosos del convento, y mi compañero, a visitar a la Iglesia lo* huesos
4él íS*nto F^ay Juan de San Torcaz; y al tiempo de «aür por la piierta de la
«^rl«tia para la Iglesia, fiié tanta la fragancia y suavísámo, olor que no» dio,
que quedamos admirados. Parecía cosa ma» del cielo que de la tierra, ipor ¡no
aver «n ella cosa a que poderse comparar..." (Cap. IV, págs. 20-21. Ed. príncipe.)
(M) Al decir de Torriani, los libros de Teología escolástica de San Torcaz
«oguian 1,^ adoctrina filosófica de Raimundo Lulio. Dice: "e'n sieme ancora ui sonó
aleaÍQÍ lüiri éi filosofía ch'ei lassó scfitti a mano di Raimondo Lulio..." (p&g.
98. Ed. Wolfel).- Esos manuscritos vendrían a demostrar que el lulismo se pro-paigó
haista Andalucía de donde salió San Torcaz, influyendo en los frailes frati'-
ciaeanM de las CanaTÍa« que «e formaron en el convento de San Diego de Alcalá.
De ahí la importancia de esos tres códice».
w
qvie me habían presentado poco antes, me invitó a visitar las roinas del primer
convénito de francisoanos levantado en el anchipiélago.
A unos tresoieírtoe metros de la iiglesia, y en un espacioso llano, permanece
aún en pie la i¿les'ia del cénvento, (éste ha desaparecido compUetaimente) sin techumbre
ni puerta». Las robustas columnas sostienen todavía el arco toral, y
quedan retabtos y vestigios de altares. Pero esta iglesia TM fué la primitiva, que,
como la dte Betamcuria, incendiada fué por las hoirdas del Arráez Xabare. sitio
otra construida ep el «iglo XVll «i nos atenemos a su estilo arquitectámco que
aun .se advierte. Ch. La^Ronciére trae una fotografía.
Sentado sobre una júedra, recordamos la bella historia del primitivo convento
que «w remonta al año 1414; al infatigaible Fr. Juan Baeza y el arribo (te
los «iete frailes d«l convento del Abrojo, que cargandlo isobre su« hombros lo»
materiales, levantaron el humilde convento; d^pués San Diego dt Aleaiá y Pray
Juan Sten-Topcaz...
Y a nosotros volvió la dmagen die iSan Diego con su crua al hwnibro haata
llesw a la santa caca; siís milagrosi, »u celo religioso, su navegación a Canaria
en basca del martirio... Y volvimos la mirada hacia la ermita Xantes gruta) que
se alza frente ail templo en ruinas, dbnde el sranto se recogía, y como entonces,
aihcra parece que brilla como un lucero en este sereno aitardecer. Y recordamos
la milag^rosa tierra de aquella «ueva, que sanaba a enfermos, fertilirábba los can»-
pos, calmaba lea tempestades, y anoblaiba la vista de los moras para .si^var a lo«
•cristianos; ei poeto de agua» cristalinas qeu era vida y salud del cuerpo y del
espíritu; la cottversi'ón de los «dátiles sin hueso ác una paümera, y toda Vna dwa-da
y hermosa leyenda d!e piedad y de fe...
Lentaanente regresamos a la plazuela. El sol múdente ponía pincdadas de
fuego en vm cielo de cobalto y la brisa era fría. Estaba solo y él süencio y la
melancolía deJ ipai<9«je me ihieo evocar de nuevo otras edades y otro» hombres:
Santa María de'Betancuria, los oonquistadViires normando», la lucha entre moros
y cristianos connp en OaistiÜa, los gnuides míeticos, los esforzado» .guen«ros, los
ardkntM smotítaa... Diego de Herrera y San Diego de Álcali; el maxqufa die Lan-zarote
y San-Torca?; el cilicio f la espada; símbolos, espíritu,,médula de una
raoa, <le un «ig3o que s« fué...
SOBÓ la hora de pturtir. Ibamo« a dlejar aquellos lugaces «on«ngmda» por la
leyenda y la ireMi^éin, Iquíén sabe 'haota cuando! Y en la aolemmdiad de acpiei'
hermoso y único atardecer, lloraba el corazón mientras allá, en el ciello, la» estrellas
liucfan su» vestiduras de plata.
B. BONNBT
Enero 1042. ,