NOTAS DE LITERATURA TRADICIONAL CANARIA
Tío Juan de la Caleta
POR J. PÉREZ VIDAL
Entre los jueigos que lograron antiguamente gran difuisión y popularidad.
y que aun continúan gozando de las preferencias de la infantil república, se
encuentra el que, con ipequeñae variantes, se siuele efectuar de la forma siguiente:
Se colocan en fila, asiidos de las manos, varios muchachos, y, deispués que
entre los dos de los extremos se desarrolla el diálogo de que se darán a conti-r.
uación algunas vemionea, el que res^pondía y los demás, sin desasirse, van pagando
por debajo del arco que forman, con el brazo izquierdo y el derecho ros-pectivamentt,
el niño que pregiuntaba y el que está junto a él, de modo que éste
queda con los brazos cruzados siobre el pecho y vuelto a opuesito lado que sus
compañeros. Repítense el diálogo y la operación, pasando los muchachos entre
el segundo y el tercero, y queda éste en la misma forma, y así todos, en las repeticiones
sucesivas, excepto los dos d* los extremos, quie después tiran de la
cadena hasta romperla. AJ partirse ésta en dos trozos, gana el «xtremo que
arrastra consig>i mayor número de compañero®.
Este juego aparece ya registrado por Alonso de Ledesma on sus Juegos de
Noches buenas a lo divino con el nombre de Fray Juan de las Cadenetas ¡yi, oaisL
con la misma' conominaoióu, en el Memorial de un pleito, del mismo siglo XVI,
estudiado magistralmente, en Varios juegos infantiles del siglo XVI, por D. Francisco
Rodríguez Marín. Rodrigo Caro lo anotó tamlbién en sus Dias geniales
o lúdrícoe y quiso ver un remoto antecédate del mismo en el libro II De renim
natura, de Tito Lucrecio Gasro. Lope de Vega, que tanto eniriqueció sus comedias
con el «abroso jugo de lo popular, lo menciona, asimismo, en Dineros son cali
c'ad (acto I ) . '
En nuestros tiempos no son pocos los folklorisitact que han recogido aíbun-dantea
veroione.? del dialoguillo correspondiente a este juego en varias regiones
91 é
de nuestra Península, en diferentes países europeos y aún en algrunas repúblicas
de la América latina. De las Islas Canarias son' las siguientes:
"—iJau, jau!
—¡Mátala, jau!
—¿ Cuántos perritos hay en el agua ?
—^Veintiuno quemado.
—i Quién los quemó ?
—ni perro traidor.
Todos, mientras pasan por el arco en la forma expuesta:
—Pues préndele, préndele
por ser traidor..."
Esta versión es de Santa Cruz de La Palma, donde el isegiindo verso se dice
'.amfoién: ¡EJspántala, jau!, oon tendencia a sustantivar jau y decir ¡Espanta la
jau! En Tazacorte, pueblo de la misma isla, se canta de la forma que sigue:
—¡Apunta la jaba!
—'4 Cuántos perritos tiene en el agua ?
—Veinti*uno quemado.
—¿ Quién se los quemó ?
—Bl perrito de la vuelta Cardón.
—Métete, métete,
poi el buracón.
De Canarias, poeiblemante de la isla del Hierro, es también esta otra versión
que nos da D. Francisco Rodríguez Marín en su catada monoigrafía:
"—¡Áih, tío Juan de la Caleta! ¡Jo!
—^¡Ah, señor!
—¿ Cuántos palos tiene el barco ?
—Veinte, y uno quemado.
—i Quién lo quemó ?
—Es* perrillo traidor,
—Pues metémonos, metémonos,
por la leche que mamemos."
Por canaria, de Tenerife, debe tenerse también la versión siguiente, publicada
por Pícaír y Morales en su desordenado pero interesante Ageneré:
"—Juan de la eagaleta joz.
—Joz.
—¿Cuántos panitos hay en el horno?
—Veinticinco y uno quemado.
—¿ Quién lo quemó ?
—Bl perrito traidor.
—Pues préndelo, préndelo por traidor..."
31?
Para terminar hemos reservado la versión de Lanzarote que, como podrá
verse, >se apairta bas<tante de lai» demás ieleñaíS:
—¡Ah, Jimnillo!
—'Señor padre.
—¿ A ver la mnila ?
—En el valle.
—•¡.Y el pan que te di?
'—A mi abuela se lo di,
con tres palmos de nariz.
—Pues cátala, cátala por aquí.
Esta versión se diferencia, además, de las ya expuestas, por tener una segunda
parte: Una vez formada la cadena o soga, cuando los niños de umbos
extremos se disponen a tirar por ella para romperla, se entabla el ságuiente
dialo^Ulo final:
—¿A ver la soga?
—^Heoha nudos te la di.
—Ahora, a deshacer los nudos.
La versión canaria de Rodríguez Mairín y la de Picar son las únicas- que
conservan él recuerdo del antiguo nombre dlel juego: El fray Juan de las Cadenetas,
die Ledesma, que e» simplemente Juan de laa Cadenas en Rodrigo Oaro,
y quie en Cataluña se convierte en Mossén Juan de les Abadesses, en Canarias,
por influenoia geográfica, se torna en tío Juan de la Caleta. El Juan de la ca-galeta
de la versdón de Picar no es sino otra variante, la más baja y sucia de
la «erie. El Juanillo de la versión de Lanzarote es un recuerdo más débil y dea-dibujado
del amtiguo nomibre.
El comienzo de la versión de Samta Cruz de La Píalma conserva, en cambio,
mejor que las otras, la antigua interjección ¡ahao! del primer verso, según las
versiones del Memorial de un pleito y de Rodrigo Caro: Juan de las Cadenetas,
¡ahaoI y Juan de las Cadenas, ahao, resipectivamente. Así, ahao, sa encuentra,
registrada esta interjección en el Diccionario de Autoridades. Peno también
fueron empleadas las formas más simples iaho! y ¡hao!, que el mismo diccionario
recoge y que figuran aún en el vigente de la Academia. Como ejemplo dé!
uso dte ¡hao!, la primera de ambas obras cita dos versos de la jomada primera
de Loe hermanos encontrados, de Moreto:
"Ola, hao, ola. ¡Ay de mí!
¿A quién responden los ecos?"
Otro ejemiplo puede verse al final del oaipftulo VII del libro primero de la
primera parte del Guzmán de Alfarache: "¡Holia! ¡hao! ¿Qué te digo? Creo que
nos haibomos engañado con la prisa." Acerca de siu empleo en el ArdiipiélaigXi
son interesantes las noticias que dan los hermanos Millares en el Léxico d»
Gran Canaria, aunque atóbuyan a 1» voz jao procedencia guanche, quizá ipor<
confxisáón con la fomm auarita aho=cabra o leche, de que habla mi amigo Al-
3lg
varez Delg^ado en su Miscelánea guanche. De que el término jao <ie los Millac
res, es el imiamio ihao! de que ee viene haiblaindo, ello» mismos dan suficiente
prueba al decir que, "cuando se emplea «ola, ¡jao! pudiera ser una interjección
que sirve para llamar". Además, en el ejemplo q^ie dan, "Oye tú, jao", esta voz
tiene el mismo valor, como puede verse, que ¡haol en lo* ejemplos de Morete y
Mateo Alemán.
En el (resto del diálog^o, es tanibién la veraión de Picar la máis fiel a lias
formas máis antiguas y divulgadas. En La vereión de los Juegos de Noches buenas
y en las de Extremadura, Andalucía, Portugal, Asturias, Cuiba, Puerto Bir
co, Chile y Argentina es por los "panes" y no por los "perritos" ni por los "palos
del barco" .por lo que se pregunta. Pero de éatas, en la de Leresma y en das
de Extremadura y Portugal se demanda: "¿Cuántos panes hay en el arca?",
mientras que en las de Asturias, Andalucía, Cuba, Puerto Eico, Chile y Argentina
se pregruinta, como en ila canaria de Picar: "¿Cuántos panes' hay en el
homo?"
En la respuesta correspondiente se bifurcan las iniñuencias: ipor una parte
concuerdan las de Asturias, Cuba, Puerto Kico y la Argentina con la de Picar
en oonitestar: "—Veinticinco y uno quemado"; y pw otra las de los Juegos de
Noches buenas, Andalucía, Extremadura, Portugral y Chile con las demás de
Canarias, en responder "Veintiuno quemado".
En la oontestación a la pregunta "¿quién lo quemó?" coinciden, como ipue-de
verse, las versiones canaria», «alvo la excepciotnal de Lanaarote: "El perrito
traidor", con la variante "el perrito de la vuelta Cardón", en la de Tazacorte, ea
en todas ellas el inculpado. En esta respuesta, el pareaitesco con las forasteras
es imás limitado y débil. Sólo se puede relacionar con dos de Andalucía (—"la
perriya treinta y dos" y "la. perriya e tío Simón"), una de Mérida (—"la perrilla
del mesón"), otra de Cuba (—"el perrito sarnoso") y con las de Chile y Argentina
{—"el perro jiudío" y "la perrita Julia", respectivamente).
Por último, en el final, las semejanzas están aún más circunscritas; únicamente
guardan alguna analogía las versiones canarias de La Palnia y Picar con
las de Cuba y Chile, que terminan: "—Pues préndalo, préndalo por goloso" y
"—Préndalo ipor cimarrón; préndalo que aillí voy yo", respectivamente.
La versión de Tazacorte plantea una pequeña cuestión de diversa índole,
con su última palalbra: buracón. Con este término se designa el arco que forman
.ilzando los brazos asidos los dos niños de la cabeza de la fila para que por él
pasen los demás. Según .puede comprobarse con facilidad, buracón es simplemente
aumentativo de buraco, voz española antigua, que todavía figura, con esta indicación,
en ailgunos diccionarios (SaJvat, Bst>aisa), y término de mayor vitalidad
en Galicia y Portugal. Puede verse, en el Diccionario gallego-castellano de
Valladares Núner (Santiago 1S84) y en el Nuevo diccionario portugués español
del Vizconde Wildik (París s. a.). En todos figura con la acepción de agujero,
hoyo, excavación. Como ejemplo de su Uáo popular en Portu/gul valgfa esta adi-rinha
portuiguiesa de la aguja que pulblica con el número 74 Theophilo Braga
en O poTo portugués (t. II).
"Anda de (buraco en iburaoo
sempre com as tripas arraigtro?"
319
Y aHioTA, con más tiento, una pregrunta: ¿no será una forma plura! y femenina
de esta voz la toponimia paímera Buracas? A mi modestísimo parecer, resalta
más fácü y dará esta explicación que la «luposiLción de una forma primitiva
"Búcarai»= cuevas, o oaencas; o tal vez BucarAcas a vista de Facaracas, cuevas
junto a Gáldar", s«gnin mi ibuem amigo Alvarez Delgado, en sai Miscelánea
gruanche.
La versión de Lanzarote se aparta no sólo de la® demás inisulaxes Bino
tamibién de todas laiS forasteras. Su forma excepcáonal quizá sea debida a canta-miinación
con alguna otra rimilla. Hasta ahora solamente he podido emparenitar
OÍ dialoguilk) que se entabla al final, cuiaiidio ya está hecha la soga. Tiene cierta
analogía con uno de Olvera (Cádiz), y doe de Portugal; los tres sirven, como el
de Lanzarote. para dar remate al mismo juego. EH de Olvera dice:
"—Compra usté una soga?
—^Tiene muchos nuois.
—Tire usté, a ver sá se rompe."
De los de Portugal, uno fué publicado por el profesor lisibonense Francis*
co Adolpho Goelho, en el tomo II de su Bibliotheca d' E^duca^áo Nacional (1).
Tiene esta forma:
"—Semhor de cima.
—Senhor meu.
—Empreista-me as sua® cordas ?
—Ellas estáo podras.
—Vamos a concertal-as."
•
La otra .puede verse en la colección de Jogos e can^óes infantis de Pires de
Lima:
S'enhor Joáo do Cabo!
—Que e lá?
—Empresta-me un balde?
—Caiu mo poco.
—Empresta-me a sua corda?
—Esta cheia de nos.
En resumen: este juegecillo, popular en la Península en el siglo XVI, debió
<!.e ser introdiucido pronto en Canarias por los colonizadore® en época en que
la interjección ¡hao! no había llegado a ser inaisitada. Las versiones canarias de
las letrillas correspondientes están emperantadas especialmente con las andaluzas,
extremeñas y lusitanas, de las que deben de proceder, y con las de Cuba,
Chile y la Argentina, por comunidad de origen. En el final de las versiones de
Santa Cruz de La Palma y de Picar se advierten coincidencias con el final dte las
(1) Por necesidades tipográficas substituímos por un circunflejo ©1 tílde
de las vocales nasales portuguesas.—(N. de la R.)
330
de Cuba y Chile, expliicaibil«s por mutua'S relacione® ó por procedencia común ele
alg^una variante peninsular desconocida.
En las versiones canarias, las variantes que parecen más genuinamente re-grionaleis
son la conversión de "'fray Juan de las Gadfenetaa" en "tío Juan de la
Caleta" y la d» la preigiinta "¿cuántos panes hay en el horno?" en "¿cuántos
palos tiene el barco?", amibas variantes en la verisán puiblicad¡a por Rodrígiiez
Marín, y las áoi resultado claro del medio igeográfico insiular. Hay otras variam-tes
ipeculiares, pero de menos importancia, por ejemplo: la toponimia "la vuelta
del Cardón" y eai consonante "el buracón", en la versión de Taaacorte. El
cambio en las versiones de La Palma, de los "panes" por "perrito" en la ipre-ijunba
"¿cuáinto« perritos hay en el a.gua?" debe de ser producido por asimilación
del "perrito" qae figura después en el misimo ddaloguillo (2).
(2) Ofr. Alonso de Ledesma, Juegos de Noches buenas a lo divino en el^
Romancero y cancionero sagrados por Juisto Sancha, Bibl. de Aut. E^p. t. XXXV,
pág. 160.—Francisco Rodríguez Marín, Varios juegos infantiles del siglo XVI,
Madrid 1&32.—^Rodrigo Caro, Días geniales o lúdricos, Sevilla, 1884, pág. 59.—
Lqpe de Vega, Dinero son calidad, BAE, XLI, p&g. 69.—Manuel Picar y Morales,
Ageneré, Las Palmas, 1903, pág. 44.^—F. Masporas i Labros, Jocs d' infants. Barcelona,
1931, pág. 39.—Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, ed'. Clés. Cast., página
172.—Luiíá y Agustín Millares, Léxico de Gran Canaria, Las Palmas, 1924,
art. Jao.—Juan Alvarez Delgado, Miscelánea Guanche, Santa Cruz de Tenerife,
lfl41, pág. 86.—^Sergio Hernández Soto, Juegos infantiles de E2xtreniadura, en
Bibl. de las tradiciones, populares españolas, Sevilla, 1883-86, tom. II, pág. 116.—
Francisco Adolpho Ooelho, Jogos e rimas infantis, Porto, 1888, pág. 54.—Pires de
Linna, Rimas e jogos colligidos no concelho de Elvas, en Boletín da Sociedade de
geographía de Lisboa, serie 42, múm. 12.—Theophilo Braga, O pevo portuguer
nos seus costumes, érenlas e tradicdes, Lisiboa, 1885, tomo I, pág. 317.—•Braulio
Vigón, Tradiciones populares de Asturias, VUlaviciosa, ISOd, pá^. 44.—Fernando
Ortiz, Juegos infantiles cubanos, en Archivos del Folklore Cubano, Habana, to
mo II (1926) pág. 830.—Sofía Córdoba de Fernández, El folklore del niño cubano,
en Arch. del Folk. Cub., t. II, pág. 264.—María Cadilla de Martínez, La;
poesía popular en Puerto Rico, Cuenca, 1923;, pásf. 247.—Ramón A. Lava!, en
Arch. del Folk. cubano, t. II, pág. 266.—Juan Alfonso Carrizo, Antiguos cantos
populares argentinos, Buenos Aire», 1926, pág. 2S1.