De arqueología Canaria
Los molinos de mano
t>or Ei.fAs SERRA RAFOLS
y LUIS DIEGO CUSCOY
Introducción
El molino de mano es uno de los útiles de la primitiva cultura
de las Islas más conocidos, que se halla en todas las infinitas colecciones
privadas, por no hablar de las públicas, de antigüedades y
curiosidades; su uso ha persistido en realidad hasta tiempos recientes,
si bien con adaptaciones de piezas metálicas y dispositivos
mecánico?, a veces de interés folklórico, pero ajenas ya a la tradición
aborigen'. La causa do esta divulgación es no otra que la
resistencia del material y de la forma de esas piezas que, a diferencia
de tantas otras del ajuar indígena, los agentes naturales no han
podido destruir y que por tanto, más o menos fragmentadas, han
llegado hasta nosotros puede decirse que en tanto número como
usaron los primitivos.
En cambio, si muy conocidos de los aficionados, no han sido los
molinos de mano canarios objeto de estudio alguno que sepamos.
Y un tal estudio es interesante no sólo por lo que de el pueda sacarse
respecto a su fabricación v uso y al conjunto ergológico de
que formaban parte, sino también porque \\n tal estudio es indis-f
)ensable premisa para cualquier comparación, con los objetos aná-ogos
de otras culturas, comparación como veremos, llena de sugerencias.
Yacimientos donde se encuentran las muelas de molino
En otro lugar^ uno de nosotros ha señalado la presencia de molinos
de mano, ya enteros, ya fragmentados, en cuevas de habitación
y en abrigos o paradores de pastores aborígenes de Tenerife.
1 No ha sido raro califlcar do «molinos g'uanehes» cualquiera de estos
artefactos de industria casera o caiTiposina: ef. j)or ej. el dibujado en las
Cartas históricn-filosófiro-adnnuislrdlivds sobre las isUis Cnvarias, de MARIANO
NouGUÉs SKCALL, Sta. Ouz de Tenerife, 1858, reproducido recientemente
en la nueva ed. de las Noticias histórims, de VÍERA Y CI.AVI.IO, I, 141, en el
cual no sólo el d¡si)ositivo motor, sino la misma forma de las muelas, es
totalmente extraña al molino canario.
2 LUIS DIEGO CUSCOY, La cerámica, de Tenerife como elemento definidor
de la vida guanche, cAmpurias», XII, Barcelona, 1950, págs. 97-113.
[2] 385
Yacimientos que en Tenerife, liasta ahora, han facilitado interesantes
piezas son: Harranco de Milán, en Tejina, poblados de los
Riscos de Tacorontc, poblados de la rosta de Valle de Guerra y, en
gran cantidad, annqiie no siempre enteros, los paradores de Cañada
Blanca, Cañada de Pedro ¡Méndez, Ganada de la Grieta, El Portillo
y, en general, a lo largo de todas aquellas extensas tierras que
rodean el volcán, signo evidente de la densidad de pastores en
aquellos parajes durante la primavera y el verano.
En el mismo trabajo citado hemos señalado las causas, a¡ hablar
de la cerámica, por las cuales aquélla no se encuentra nunca en
piezas enteras, sino muy fragmentada en las cuevas de los poblados:
y los motivos no son otros que la proximidad de establecimientos
humanos modernos o hallarse las cuevas cerca de zonas cultivas, a
menudo en ellas mismas, y en lugares muy frecuentados. Las cuevas
han servido de heniles, de corrales y, en muchos casos, de habitación
moderna. El ajuar que se contenía en ellas ha sido roto y dispersos
sus fragmentos, por lo cual muchas veces aquél hay que buscarlo
en las escond)reras de la cueva. Un ejemplo de esto lo dan,
sobre todo, los poblados de los Riscos de Tacoronte: ábrensc las
cuevas en tajadas laderas y todo lo que de aquéllas se ha extraído ha
rodado hacia abajo, liemos encontrado fragmentos cerámicos y
trozos de molinos de mano a ~Á) y 100 metros más abajo de la cueva
de donde dichos restos procedían. Con frecuencia, como sucede
en las cuevas del poblado del l^arraneo de Milán, en Tejina, los
trozos de piedras de molino se encuentran envueltos por el estrato
removido al sacar arena.
Es rara la cañada que no ofrezca fragmentos de piedras de molino;
se encuentran éstas, ya en el borde de las corrientes de lava,
junto a las cuales acamparon los pastores, en abrigos de las mismas
corrientes, al lado de roquedales que forman verdaderos islotes en
medio de la cañada y, en algunos casos, muelas enteras y molinos
completos en agujeros y escondites.
Sabemos que el guanche practicaba una agricultura rudimentaria,
y los molinos de mano nos revelan que ella era fundamentalmente
cerealista. El gofio, base sin duda del régimen alimenticio
de los aborígenes, obligaba a la tenencia de esta pieza, cuya presencia
se acusa en todo yacimiento guanche, excepto en las necrópolis.
Hasta ahora no hemos hallado vestigios de molinos de mano
en las cuevas funerarias, pero no fallan nunca en las cuevas viviendas
o en los paradores. Así como es rara la necrópolis (jue no dé
cuentas de collar, también son raros aquellos dos tipos de vaci-niientos
que no faciliten muestras de molinos. 1.a cerámica se encuentra
tanto en yacimientos futieraiios como en cuexas habitadas
y paradores: el molino a veces se suele dar en paradores sin hallarse
asociado a la cerámica: en un jtarador de Fuente Fría, en el
386 [3]
monte de La Guancha, se ha encontrado ocidto un molino de mano
y no ha aparecido ningún vestigio cerámico (Fig. 4).
No podemos dar tales detalles de localización en las otras islas
de las que conocemos molinos, Gran Canaria y La Palma; pero, en
principio podemos presumir circunstancias análogas.
Material
Es el mismo de que se siguen valiendo los hahitantes de zonas
alejadas de los centros de molturacióii: basalto cavernoso de grano
más o menos grueso.
Piezas modernas las hemos visto fabricar con ese mismo material
en Ilavelo (Ll Sauzal) y en la Uoca de Tauce (Las Cañadas). Por
cierto que el pastor que fabricó un pequeño molino de mano que
hemos visto en el citado lugar utilizó piedra de una cantera que
habíamos descubierto en la Cañada de Pedro Méndez''.
El descubrimiento fué como sigue: nos hallábamos explorando
arqueológicamente aquella zona, cuando dimos COÍI una rinconada
al socaire de un paredón natural de basalto. En la zona protegida
hallamos una gran cantidad de cascotes y piedras, cuya disposición
nos llamó la atención. Kn el trabajo de excavación descubrimos que
debajo de las piedras mayores se encontraban algunas muelas de
molino rotas. Proseguidos los trabajos y removidos todos los bloques
que allí estaban se obtuvo el hallazgo de dos grandes piedras
3ue presentaban una escotadura en todo su contorno. Eran piedras
estinadas a fabricar imuílas (l'ig- •'>). Las piezas rotas revelaban
la técnica de fabricación (Fig. 2); y todas ellas habían sido inutilizadas
durante dicho proceso.
En la misma cantera se ha descubierto un instrumento de basalto
compacto, semejante a un hacha de mano, que servía para la
labor de desbastar las piezas destinadas a muelas.
En primer lugar se elegía una piedra porosa volcánica que al
rotar triturase el grano: así se evitaba el tener que picar la piedra
para estriarla, aunque, como veremos más adelante, en La Palma
existe alguna muela estriada. De un bloque grande se sacaban dos
pieza? en bruto, siguiendo el corte que se puede ver en los bloques
descubiertos en la Cañada de Pedro Méndez. De esas dos piezas,
una se destmaba a muela superior y otra a inferior. Se labraban
ambas en forma circular, [)lanas en la parte correspondiente a su
superficie de frotamiento y convexas en la j)arte superior o externa.
La operación que seguía—detalle que se ha conijirobado a la vista
de numerosos fragmentos—era la de perforarla por medio de un
agujero central: este agujero se iniciaba por and)as superficies, de
3 «Informes y Memorias do la Com. fien, de Exeav. Arqueológicas»'
Vol. 14, Madrid, 1947.
H í M ü ü ' i i i
í S^'¿
l-'i.ií. 1. Molinos y muelas labrados on basalto, hallados on 'IVncrifo,
iiH'iios ol iiúin. ;! procodonto do (iarafía, Isla do La Palma (Foto
Archivo Com. Local do Las Tricias, (iarafía)
Fig. 2. Muelas do molino rotas (lui'ante su fabricación (Cañada do
I'edro Monde/, Tenerife)
Fifí. 3. IMezas rotas durante el pi'oceso de construcción ()or no coincidencia
de los orificios (('antera de la citada Cañada)
Fifi'. 4. Molino procedente
de un paraílor de La
(íuanclia (Tenerife)
[4] 387
modo que el de la cara superior se encontrase con el de la cara inferior
precisamente en el centro de la muela, con lo cual se conseguía
un agujero bicoiiico con vértices coincidentes. Martín Almagro
liabla de un disco de cuarzo blanco que recogió en l''l Ayún y que
presenta un orificio cónico practicado con técnica igual a la de los
molinos canarios'. Con mucba frecuencia el cálculo estaba mal be
cbo y los agujeros no coincidían, lo que producía entonces la inu
tilización de la muela, detalle que puede verse en la (Fig. 3), don
de la pieza en bruto demuestra (]ue fué inutilizada aun antes de su
pulimento y |)erforación.
Tanto la nmela superior como la inferior estaban perforadas,
con igual técnica ambas. Las zotias de frotamiento aparecen perl'ec-tamente
pulimentadas [)or el uso, y bien trabajadas las caras externas.
La muela superior es de mayor tamaño que la inferior, excediéndole
en dos o (res centímetros en todo su contorno. A veces
suele presentar el mismo espesor, el cual oscila entre 4 v 7 centímetros,
que es lo normal, aunque las bay que tienen basta diez
centímetros.
La nmela superior presenta casi siempre irnos boyuelos de unos
2 centímetros de profundidad excavados cerca del borde. Su número
oscila de 2 a 6, aunque muy raranuMite se bailan jiiezas con uno
solo; a veces ninguno.
Para podernos explicar estas variantes es preciso que antes intentemos
conqjrender, frente a las varias piezas que liemos logrado
estudiar, el procedimiento de nmlturaeión empleado por los aborígenes
canarms.
Cómo se practicaba la molturación
La existencia de agujeros en ambas muelas ba planteado un
problema de no fácil solución. Perforada la muela lija, se tenía que
ir por aquel orificio el grano que basta ella había llegado a través
del orificio de la muela superior Por otro lado, la muela móvil no
podía girar, si un dispositivo no la mantenía fija alrededor de su eje.
Era preciso pensar, en primer lugar, en ese eje —probablemente de
madera— que im ha sido descubierto en ningún yacimiento, aunque
en alguno —como en el parador de Canadá Blanca^ se halló un
molino entero, con la piedra móvil sobre la yacente, pero sin el
eje. L. Pfeiffer" ha tratado de explicar sensatamente la existencia
del orificio cuadrangular en algunas muelas móviles, de la forma
4 MARTÍN ALM,\(11Í<) UASCU, I'n>hislorin del Xoric de Áfrira // del Sahara
español, O. S. I. C, Instituto do Kstiulios .M'rieanos, Barcelona, 1946, páfí. 138.
5 Cf. I)r. A. MAIIUIZK), Hisloiir de ialiiiienlalioii végélnlr depnuis la pre-histoire
jusqn'á nosjours, l'aris, 1!)3'2, páfí. 33i).
388 [5J
que aparece en la Fig. 6, n." 1, cuyo düjujo liemos reproducido
de la fig. 31 de la obra citada. Tara un orii icio axial cuadrangular
la explicación resulta buetia, no así |)ara un orificio del tipo del de
los molinos canarios, donde, como ya se lia indicado, la nmela fija
también se encuentra perforada. Fig. 1.
Fig. 6. 1, acto do la moltiirnoión, SOÍÍÚII I'fciffor. 2, probable
disposición del molino (íanario, con ojo do sujeción y vastagos
a<ia[)tables.
Pfeiffer explica que, aun contando con esa pieza de madera o
cuerno encajada en el orificio cuadrangular el movimiento no era
de rotación completa, sino úfí un cuarto de vuelta o media, en los
dos sentidos, l'ero por lo visto, la muela fija no estaba perforada en
esos tipos de molino.
Para el molino canario liabía que resolver dos cucsl iones: en [iri-mer
lugar, la de rotación, v, en segundo, ('xpiu-ar convenienteiiKmte
la perforación (b; la muela yacente, líii la í'ig 6, n." 2. liemos tratado
de representar grállcamenle la disposición del molino en el
acto de moler. Un espigón clavado en tierra realizaría la misión
del eje, al mantener lijamente la miuíla inferior, al |)aso que evitaba
el desplazamiento de la mo\il durante la rotaciiui. Además, en el
supuesto de que dicho espig(')n entrase, como es de su|)ontM-, en el
agujero axial de la muela rotatoria, lo baria sin obturar la tolva de
un modo absoluto, ya que impediría la entrada del grano, t'oloca-das,
pues, la muela móvil sobre la lija, con un mango introducido
en uno de los hoyuelos excavados vu la iiiiiela superior, se [lodía
imprimir el movimiento giratorio. C'aso de emplear dos mangos, el
movimiento sería de vaivén. ^ con esto aparece una nueva cuestión:
¿se utilizaba un solo mango, o dos? ("oiitra el supuesto de un
mango solo parecen estar todas las piedras (pie liemos estudiado,
tanto de Tenerife como de Fa l'ainia: no hay una sola piedra que
presente un hoyo solo en estas dos islas. Ahora bien: si el movi-
|6¡ 389
inieiito no era de vuelta eoiiijiieta, sino de vaivén, los hoyuelos
donde iban aeoplados los Mianj;os o váslaí¡;os, lenían (jue estar ne-
CJ-i:iria!neiite (;()iilrapiiestos, es decir, uno frente al otro en el borde
de la ninela, v es C.MÍX una regularidad que no se presenta en
todos los casos. Véanse a este respecto la iMg. 9, nútns. 2, 3 y 5 y
la Fig. 10, néiüis. 1, 3, o y 6. Para el movimiento giratorio bastaba un
solo boyo, y esto si>, encuentra raramente. Incluso hay piezas sin
ningún hoyuelo, con lo cual no se [)recisaba el auvilio de ningún
mango. Las muelas que se encuentran en (^ste caso son por lo re-gidar
de j)e(jueño tamaño, v la pieza giratoria presenta una acusa-iD^
ú
Fiír. !). Diversos tipos (U> niiielas móviles y fijas: 1, de La (luanclia;
2, (ie ("añada tilanea; ¡i, de dañada de la (irieta; 4, del parador del
Mano do muja; ."i, de Cañada de Pedro Méndez. (Isla de Tenerife).
da convexidad para la fácil ada|)taci()n de la niano que así actuaba
dircctiiineiite sobre la nuiíla, pero p:ira im|)rinurle movimiento de
vaivén, porque otro no era jiosible. lin otros casos, estos molinos
de pequeño tamaño tienen exactamente 5 hoyuelos |)ara accionar
la muela con la mano, previa la implantación en cada uno de ellos
de un dedo: eti este caso tampoco cabe otro movimiento que el de
vaivén. (Kig. 1, núm. .")). I'^n otro molino de mayor tamaño (Fig. 4)
hemos observado que sólo el hoyuelo mayor presentaba un notable
pulimento, lo que demuestra que solamenlí! él era utilizado para
insertar el mango, y el movimiento era por lo mismo giratorio.
390 |7]
Como confirmación de la existencia de un eje, encontramos esta
referencia en Abren y Galindo*': «y madura [la cebada] la arrancaban
y limpiaban y tostaban y molían en unos molinillos de piedra,
ludiendo las piedras alrededor de un hueso de cabra». La cita está
hecha para Lanzarote y Fuerteventura.
Verneau da otra amplia cita sobre preparación del grano y mol-turación
del mismo '. «Une fois le grain ou la racine bien torréfiés
dans des plals en torre, ils les broyaient ii l'aide d'un petit moulin
a main formé de deux fragments de lavo. Chacune des pierrcs, tail-lées
á peu pres circulairement, présentait une surface plañe. La
Fig. 11. 1, 2, 3 y 5, muolas móviles oon uno, dos y cuatro
afíujeros; 4, muela fija perforada ((Joloc. Com. Frov. do
Fxoavaciones Aniuooiófí'eas. I^iis Palmas do Oran Canaria)
6 JUAN DK AIÍRKI; Y GALINDO, Hialorin de la conquista de las sirte islas
de Gran Canaria (1632), ed. Impronta Isleña, Santa Cruz de Tenerife, 1848,
pág. 32.
7 ür. R. VKRNEAU, Cinq annáes de sejour uux iles Canaries, París, 1891,
págs. 41 y sigtes.
18] 91
meule iiilcíieurt! était lixe: ccUe du dessusétait mise en nioiivcment
a l'aide d'iiii prtit hátoii dont on introduisait tiiie des extrcmités dans
de petits troiis pratiijués ¡i la lace supérieure. Le centre de la rncule
mol)ile était percé (riin troii |)liis graiid qni servait a dcux fins:
il donnail souvent passaf^e a un balonnet qni forniait l'axe autour
dnquel tournait la pierre, et il servait, en outre, a introduire le grain
torréfié ou les niorceaux de raciiie».
Ku todo caso, y a la vista de numerosos e]em|)lares de molinos,
creemos que los procedimientos de moltnración podían ser los siguientes:
1.", en movimiento giratorio completo, con un solo mango.
2.", en movimiento de un cuarto o inedia vuelta con dos mangos.
li.'\ en movimiento de vaivcii, con la mano.
4.", en movimiento giratorio, o vaivén, aplicando los dedos en
los 5 hoyuelos.
Los molinos y sus características
El tamaño de la muela móvil no pasa de los '.V2 cms. y de 30 la
lija: esta tiene siempre de 2 a 4 cms. menos. Hay muelas cuyo diámetro
no rebasa los If) cms. Kl orificio axial tiene un diámetro que
oscila entre los 4 y () cms., algo más angosto siempre en el encuentro
de los dos vértices.
La muela lija suele ser generalmente convexa (l'igs.'', 10 y 11),aunque
en í^a Palma la encontramos también plana en sus dos caras, y
una interesante variedad sin ]>erforar, pero con un boyo para apoyo
del eje: este tipo presenta un rebaje en todo el plano superior de la
muela lija para encajar la giratoria, con vertedero para la salida
del gofio (Fig. 12, nt'ims. .'5 y 4, y Fig. 1, '.]). En Tenerife no ha
sido hallado hasta ahora un tipo semejante. Existe en Gran Canana*.
La muela móvil presenta también una convexidad acusada, y a
dos o tres centímetros del borde externo se excava variable número
de hoyuelos. T'ara Tenerife no hemos encontrado piedras con más
de cinco ni menos dt; dos. Los que conocemos de Gran Canaria
suelen tener un número aproximado. Kn La Palma los hay que tienen
hasta 6 (Fig. 10, núms. 3 y 6). Como ya hemos indicado en otro
lugar, también hay piedras en Tenerife sin ningún hoyuelo (Fig. 9,
núm. 4). I'^^n L;» Palma existen dos curiosas muelas móviles: ima
con su superlicie de frotación con II estrías (corresponde a la figura
10, núm. 6) y otra con una decoración de irregulares círculos
concéntricos en torno al orificio axial (Fig. 10, núm. 7). Acerca de
este tema decorativo conviene recordar que es el que tanto se pro-
8 Cf. SKHASTI.ÍN JiMfiNH/ SÁNciiKz, «Informes v Memorias, de la
Com. Gen. de Kxcav. Arqueológicas», Vol. U, Madrid, 1956, Láin. XVllI.
392 [9]
diga en dicha isla eii iiuiiierosíis estaciones ccii grabados rupestres".
También presenta decoración, un surco circular y numerosos radiales
una muela con gollete del Musco Municipal de Santa Cruz
de Tenerife'". Fig. 8.
En algunos casos, la muela superior acentúa su convexidad a
medida que se aproxima al orificio axud y se continúa formando un
resalte o ancha perilla (pie hace p(;nsar en su utilización como
punto de agarre para imprimir a la piedra el movimiento de rotación
con la mano. líxistcn en Teiicrile, Gran (banana y \i» l'alma.
Un tipo intermedio entre la muela de forma convexa sencilla y esta
de acusado resalte la encontranK)s en la l""ig. 1, n." 2 y algunas otras
pertenecientes a Gran Canaria y que se publican en el citado volumen
11 de «Inform(!s y Memorias de, la ("omisaría General de Kx-cavaciones
Arqueológicas», (l.iiins. XXVIII, XLV y LXXV'l); éstas
presentan los mismos hoyuelos exca\ii(los (pie podemos observaren
la muela indicada de la isla de 'iiMiíMife.
Debernos especial inrormación concreta de los molinos de Gran
Canaria a don Sebastián .liiiu-nez S;'mcliez, Comisario Provincial
de Excavaciones Arqueohígicas de la provincia de Las Palmas de
Gran Canaria.
Entre muelas móviles o superiores y fijas o inferiores y ()iezas
completas, nos ha dado datos y gráficos corres|ion(lientes a diecisiete
molinos. El molino de mano, giratorio, predomina en Gran
Canaria, pues es el tipo que se da en la mayoría de iou yacimientos.
Ijas dimensiones se correspondiíii con piezas análogas de Tenerife
y La Palma: se puede señalar un diámetro mínimo de 15 cms.
y uno máximo de '.i3 cms : el (>s()esor de las muelas, entre 3 y 12
cms., y el agujero de |)erf'oración (uitre 4 y ()'.")() cms.
A la vista de los gráfií'os y datos suministrados [)or el Sr. Jiitié-nez
Sánchez, lo quií más nos llama la atenciiín es el agujero de
perforación por su forma cilindrica —salvo la pieza núin. 4 de la
Fig. 12 — , mientras en todos los molinos que conocemos de las islas
del grupo occidental es bicórnea, (;omo ya se ha indicado. En
Gran Canaria es ésta desconocida y la [)erforación de las muidas es
la indicada o la de figura ciínica sim[)le.
El hallazgo de piezas sueltas ha contriliuído a sembrar la confusión
existente en torno a los molinos, pues muchas muelas fijas han
sido confundidas con muelas móviles, j)or creer (jue sólo éstas estaban
perforadas. Asevera este criterio [larte de la informa(úón de
9 Debemos a la ainahiliilad de nuestro aiiii^ío .Iiiaii Iléifiilo Pérez los
datos y esf|ueiTias giáficos (\c> los molinos do mano del museo de la Sociedad
«La Cosmolófíica» (1<! Santa Ciiiz de I,a Palma.
10 Publicada en Ilisloria de Espdña, editada por (íallacli, t. III,
pág. 594.
[10] 393
10 un.
Kifí. 12. 1, imiolii inferior; 2, muela supoiior con írolloto; ¡i, molino
complpto con muela móvil encajada on la lija; 4, molino completo,
de fíollete. (t'olec. de la (^mi. Prov. de lOxcavaciones Ar(jueolóyicas.
Las Palmas de (¡ran (Canaria).
nuestro iimal)lc conuinicante, al decir c|ue dos niolinos liallados eti
el término (hí Gáldar presentahan ainhas muelas perforadas: uno de
ellos, de aro, con la muela móvil encajada en el resalte circular de
la fija (l<'ifí. 12, núm. 8). I.a muela su|)eriorse |)resenta —cuando no
se ¡)r<)loní;a en j^olietc- con perfil abovedado o simplemente ])lana
en sus superlicics (¡uando tiene lahrado cuello o ijoliete, ébte tiene
sus paredes posteriores verticales o inclinadas, y su altura es variable.
La muela inferior o fija raramente es mayor que la superior;
esto ocurre solamente en los casos en qiif la superior encaja en la
inferior, como ya se indicó en la l'ig. 12, núm. 'A. Solamente en dos
casos el reborde de la muela fija presentaba una escotadura para
dar salida al gofio, c(nno se señaló en un ejemplar de la isla de La
Palma. *
La técnica de construcriíui de ambas piezas suele ser análoga, y
lo que las distin;;ue fundamentalmente —a|iarle otros detalles y la
presencia de pol'ete en alguas de ellas— es el tener uno o varios
agujeros donde insertar el mango o mauid)rio para imprimir el mo-
394 [11]
vimiento a la muela. Teniendo en cuenta esa particularidad, nosotros
hemos considerado como muelas fijas o inferiores las que el
Sr. Jiménez Sánchez destaca como carentes de acjuellos agujeros
para el mango (Fig. 11, núm. 4, y Fig. 12, ni'.m. 1).
Se halla corroborado este extremo en todas las demás muelas
giratorias, en las ([ue liay excavados un agujero (Fig. 11, núm. 2, y
Fig. 12, núm. 2), dos agujeros (Fig. 11, núms. 1 y .'5, y Fig 12, núm. .'i),
y hasta cuatro agujeros (Fig. i 1, núm. '>). Sospechamos que la muela
con gollete de la Fig. 12, núm. 4, debe tener t¡nid)ién algún agujero
que no encontramos marcado en el gráfico recibido.
Con respecto a la tijiología de los molinos giratorios de Gran Canaria,
poco podemos añadir, vistos los gráfic^os que benms seiuda-do;
y en cuanto a su comparación con los de Tenerife y La Palma,
destacar para Gran Canarui la tendencia —que no falta tam[)oco en
las dos islas citadas— a acabar en gollete la rmiela sui)erior, que en
algunos casos comunica a la pieza una esbeltez de líneas que no hemos
encontrado en molinos procedentes de otras islas.
Todos los datos que hemos dado pertenecen a piezas procedentes
de excavaciones practit^adas por (d Sr. .limcnez Sánchez, si bien
en las colecciones de El Museo (Janario existen numerosos ejetn-plares
de molinos de mano.
El problema cronológico
Después de este estudio tan completo como ha sido posible de
un utensilio típico de la cultura canaria, como se ha visto bastante
uniforme en las diversas islas, de que ])oseenu)s datos, se plantea el
problema de sus relaciones o paralelos exteriores, y con ello, de su
cronología.
Es opinión común, al parecer unánime, de los arqueólogos que
la primera forma que adopta el molino, con las primeras culturas
neolíticas cerealistas, no es éstu circular, descrita para el molino canario,
sino la de muela íija o triturador, pieza de piedra oblonga,
más o menos plana o mejor ahuecada en su superíicie superior útil,
sobre la que se tritura el grano mediante otra piedra menor redondeada
manejada con la mano, ya a nuido de rodillo, ya como mano
de almirez. Parece ser que ésta es la pieza tí[)ica del neolítico:
lo sostienen los arqueólogos peninsulares, y para otros países mediterráneos
lo confirman entre otros M. Louis", y, en carta, donde
especifica estos hallazgos en las cabanas de los agricidtores neolíticos
del Languedoc. Molinof^barquiformes o machacadores los hemos
visto formando parte de conjuntos ergológicos neolíticos en numerosos
museos de Italia central y meridional, Perusa, Ñapóles, Roma, y
11 M. LouiS, La ci.inlizarión neolítira rfc las mrsrlds del Lnngiirdoc, «Archivo
Español de Arqueología», XXI, Madrid, 1948, pág. 248.
Kijí. 5. Hhxiuos do basalto COTÍ una escotadura para labrar niuolas
de iiiolitio (Chañada de Pedro Mcndoz. Tenerife)
Fiy. 7. Triturador prehistórico
de Marruecos (Museo de
Habat»
Fifí. 8. Molino de mano <ie
Tenerife (Museo de Santa
Cruz de Tenerife)
h/mmmmf.
3,0 cnu
Fifí. 10. Molino y mueliis fijas y inóvüos t\\\fí se conscrvíui on el
Museo (le la Sociedad La (¡osmolófrica de Santa Cni/. de !,a Palma.
[12] 395
componen, según se lia diclio |)ara esta clase de piezas, del bloque
yacente, excavado, y de su correspondiente triturador, que unas
veces es sólo un canto rodado y otras una piedra alargada, con escasa
labra, de basalto en más de los casos (I5elverde, Cretona, y Ñapóles)
(Fig. 7). Lloniparl'2 señala para Mallorca también la aparición
rudimentaria del molino en el neolítico, con el tipo constituido por
dos piezas, una aplanada y fija y la otra mó\il, fusiforme, además
del tipo de ytiortero. Afirma este autor que el molino circular fué
propagado por los romanos.
Uno de nosotros lia tomado en el Museo Arqueológico de Zaragoza
los dos apuntes de la Fig. 13. Ambas piezas tienen poco más
de 40 cnis. de diámetro y están labrados en granito, muy compacto
el de la figura de la dereclia.
Fifí. 13. Dos molinos romanos (|iio se conservan en ol
Museo (le Zarafío/.a.
Lo que más debe interesarnos de ambas piezas es el movimiento
que se les imprimía en el acto de la moltnración del grano. A
juzgar por los travesanos de madera que los reconstructores de la
primera pieza le ban colocado, el movimiento sería de vaivén, movimiento
que liemos juzgado el natural para los molinos canarios.
A este respecto, en el molino romano se hacían entrar dos vastagos
de madera en las hendiduras excavadas en la muela siqierior; ambos
vastagos iban sujetos a un travesano empotrado en el eje del
molino, travesano lo suficientemente alargado para que en cada
uno de sus extremos pudieran apoyarse las manos e imprimirle el
movimiento de vaivén.
La pieza de la derecha gira también en torno a un eje, como es
natural; pero en el borde de la muela superior existe una muesca
3ue corta a aíiuélla en sentido vertical. La misma es bordeada por
os salientes de la nunda. La funcitni de esta muesca no está muy
definida. Sin embargo, nos parece, y a juzgar por la pieza de la iz-
12 GAIÍIÍIKI. LI.OMI'ART Moi!A<;m;s, Moliní») priniilimit de Mallorca, «Ho-letín
del Keino de Mallorea-, 1, 1947, pá^s. 71-79.
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quierda, que el eje llevaría adicionado un solo brazo del que bajase
un vastago para entrar en la citada muesca. De todas formas debo
estar relacionado este detalle constructivo con el movimiento de la
pieza, si descartamos la posibilidad de servir de vertedero.
El tipo de muela o triturador, al que no llamaremos molino
para evitar confusión, aparece también entre nosotros, por lo menos
en Gran Canaria. Publicó ya »ino Berthelot'^ en sus Antiquités
(junto con dos muelas circulares); se pueden ver otros en El Museo
Canario de Las Palmas y Jiménez Sánchez ha dado a conocer varios
más, con algunos moledores'*. Es cierto que estos instrumentos de
Gran Canaria, lo mismo pudieron servir para triturar tierras colorantes,
como ocre o almagre, que para moler pequeñas cantidades
de grano, pues coexistieron con lus molinos circulares.
Buscando términos de comparación más vecinos, acudimos al Ins-titut
des Uautes-Etudes M;irocaines de Rabat: y si bien por el fatal
accidente que en pleno trabajo arqueológico costó la vida al profesor
Armand Ruhimann, no pudimos contar con su especialmente
autorizado juicio, otro de los miembros de aquel Instituto, M. An-dré
Adam, nos informó:
«Comme moulins préhistoriqucs—exactement néolithiques—,
on n'a trouvé au Maroc que des moulins (si ce mot peut encoré
s'appliquer ici!) du type de ceiui dont vous trouverez ci-joint une
photographie, exemplaire du Musée des Antiquités de Rabat. II consiste
en une pierre, légerement incurvée au centre, sur laquelle on
déposait le grain, et d'une pierre plus petite, arrondie, que l'indi-vidu
tenait datis sa maiti pour en écraser les grains (Véase Fig. 7).
Le moulin a main berbere est conforme au type de ceux que
vous avez trouvés aux Canari(;s: il s'agit toujours, sous des formes
diverses, de deux meules superposces, l'une dormante, l'autre gira-toire.
Ce type de moulin se retrouve d'ailleurs dans toutes les civi-lisations
méditerranéennes. Mais il appartient a Vépoquc hislorique».
(El subrayado es nuestro).
Como se ve hay coincidencia completa con Llompart incluso en
esta última apreciación. Para Gar(-ía Bellido, el molino aparece con
indicios de romanización, también.
¿Qué pensar, entonces, de la fecha de inlrodución del tipo de
nuestros molinos canarios? Y, dando un [)aso más, ¿qué nos sugiere
esto para la datación del conjunto ergológico de la cultura canaria
de que esos molinos formaban parte integrante y tan uniformemente
difundida? Se ha hablado ligeramente de una cultura canaria paleolítica,
de una civilización neolítica de las Islas, que se ha agrupado
con alguno de los conjuntos establecidos para el vecino conti-
13 SAHIN BRUTHEI-OT, Ayitiquüés Crtiittneiinrs, Paris, 1879.
U Op. cit. Láminas XVIII y XXXVIII.
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nente y la península hispánica. Pero cuando por primera vez parece
que uno de sus bienes constitutivos puede ser fechado, hay que
bajarlo a «tiempos históricos», a la «romanización».
¿No exaji;eraría todavía nuestro poeta al reducir a cien las generaciones
ignoradas que disfrutaron de los goces fugitivos por él
cantados? A menos que admitamos diversas etapas sucesivas de po-blamiento
v aculturación en Canarias, hecho que hasta hoy no tiene
prueba positiva conocida.