La cueva sepulcral de la «Degollada de la Vaca»
por LUIS DIEGO CUSCOY
La Isla de La Gomera, si hemos de creer a sus habitantes y a los que
se interesan por cuestiones aborígenes, es extremadamente rica en yacimientos
arqueológicos. Se habla de que todos sus barrancos—que no son
pocos—, cabezos acantilados y laderas guardan numerosas cuevas, con
preferencia funerarias. Se llega a afirmar incluso que la mayoría de aquéllas
permanecen invioladas, ya que en dicha isla la curiosidad viene frenada
por una ponderada nota de respeto y la barbarie puesta en acción no
se descubre como con harta y dolorosa frecuencia suele ocurrir en otros
sitios, precisamente sobre lugares de gran interés para la preshistoria
canaria.
En efecto: todo informador determina con una relativa exactitud los
puntos en los cuales se asegura que hay cementerios aborígenes. Éstos
han sido casi siempre descubiertos por pastores. De informadores diversos
se han podido recoger los siguientes informes: que hay vestigios de
estaciones primitivas en Imada, del término de Alajeró. en el Sur de la
Isla; en Aluce lugar situado en los altos de Punta Llana, al Norte de San
Sebastián; Majona, al Este de Agulo y en el Norte de la isla, punto donde
además se dice que existen restos de edificaciones primitivas, lo mismo
que en el Barranco de Agulo, en el término del mismo nombre. Sá señalan
también como zonas donde se hallan ubicadas estaciones primitivas
los barrancos de Ayamorna. San Antonio y Pico de la Tosca. En este
último es donde está emplazada la cueva sepulcral motivo de este trabajo.
No siempre los informes de las gentes suelen satisfacer a la hora de
la comprobaciones; mas no es posible prescindir de la previa información,
ya que de ella se deducen siempre posteriores descubrimientos, es decir,
abren el camino a una eficaz exploración.
253
El dato facilitado conduce las más de las veces a una estación que,
considerada aisladamente, acaso no tenga un mayor interés: pero es lo
cierto que desde ella se puede desplegar más tarde una acción que, con
frecuencia ya comprobada, acaba por ofrecer un esquema de perfiles lo
suficientemente claros respecto a detalles de vida aborigen. Asi, por
ejemplo, el descubrimiento de im yacimiento funerario, sea de la calidad
que sea, puede conducir a la determinación de una habitación y de ésta
al señalamiento de un poblado
Por esta causa es siempre conveniente utilizar el dato facilitado por
las gentes que habitualmente viven en laderas, acantilados y montañas,
como suelen ser los pastores, campesinos, leñadores, etc. Con frecuencia
los informes vienen cargados de detalles fantásticos, como nos ha ocurrido
cuando al tratar de puntualizar unas referencias se nos ha hablado de
unas cuevas inaccesibles, situadas en paredes verticales de basalto, en el
punto medio de ¡as márgenes de un barranco y a más de 100 metros de
altura, en cuyas cuevas se ven nada menos que ios restos de unos telares.
La fantasía gira siempre en torno a estos aspectos: a la inaccesibilidad
de las cuevas, a las cosas misteriosas y extrañas que en ellas se encierran,
y a su gran profundidad, de fin no alcanzado todavía.
Parejo a la fantasía corre el temor que infunden los yacimientos funerarios:
sabemos que a veces basta la sola presencia de un cráneo para
que el pastor o campesino huyan amedrentados. Este temor, en el campesino
gomero, se atenúa por el respeto que siente hacia sus lejanos antepasados;
temor y respeto que han dado como consecuencia la conservación,
en muchos casos, de necrópolis primitivas. Así ha sucedido con la
cueva sepulcral que nos disponemos a estudiar.
En otras Islas donde este respeto falta—por ejemplo en la de Tenerife—,
vence el temor, pero en verdad que de extraña manera: destruyendo
el objeto que lo infunde, que por ser el cráneo, símbolo y figura
de la muerte, acaba siendo aplastado bajo piedras o lanzado al abismo.
En estas necrópolis suelen encontrarse intactos todos los huesos del esqueleto,
a excepción del cráneo.
Las referencias recogidas en la isla de La Gomera se refieren a lugares
grandemente distanciados unos de otros, como ocurre, por ejemplo
entre Agulo y Alajeró, putitos que están situados al Norte y al Sur de la
isla respectivamente. Una labor exploradora de conjunto, es decir, de
zonas extremadamente amplias, adquiriría proporciones inusitadas si se
264
tiene en cuenta lo accidentado del terreno y el esfuerzo que aquí hay que
desarrollar para la más pequeña labor de excavación.
Por todo ello se ha preferido escoger un pequeño sector dentro de la
zona de San Sebastián de La Gomera en el cual se hallan comprendidos el
Pico de la Tosca, el Barranco de San Antonio y el paraje costero de
Punta Llana. Precisamente en este último punto hemos estudiado los
concheros gomeros qne han sido objeto de otro trabajo rendido a la Comisaría
Provincial de Excavaciones, bajo cuya orientación hemos llevado
a cabo estos primeros estudios de arqueología gomera.
En el Pico de la Tosca se eligió La Degollada de la Vaca por
encontrarse en ésta el pequeño yacimiento funerario a que nos venimos
refiriendo.
* * *
Hasta hoy ninguna noticia exacta tenemos acerca de yacimientos de
esta naturaleza con relación a la isla de La Gomera. Son desconocidos
tanto las viviendas, poblados, cuevas habitación, como cerámica y demás
circunstancias etnográficas. De aquí el indudable interés que tiene
el descubrimiento y estudio de esta necrópolis de La Degollada de la
Vaca.
La primera noticia nos la comunicó el erudito local don Lino Armas
Darías quien, además, nos señaló el itinerario y nos indicó el guía. La
cueva fué descubierta hace algiin tiempo por un pastor, el cual dio a conocer
su descubrimiento a otros compañeros de pastoreo. De esta forma
la noticia llegó a la Villa de San Sebastián, pero la verdad es que nadie
intentó ir al lugar del descubrimiento. Por esta causa se desconocía el estado
actual del mismo.
De San Sebastián parte una pista que va bordeando el pie de las
montañas que se elevan por el Poniente. La pista hay que abandonarla en
El ¡orado, pequeño caserío, que, como todos los de la comarca, se asienta
en la base de la montaña y al borde del barranco, el de San Antonio,
en este caso. Se inicia la ascensión por una rápida pendiente. Es tan pronunciado
el declive, que en poco espacio de recorrido se gana considerable
altura. El paisaje es agreste e impresionante: cada elevación, que
culmina en agudo picacho-cabezo—, se despliega en doble vertiente y
al fondo de cada una de ellas, la linea gris de un barranco con el álveo
cubierto de grandes cantos rodados. La isla, toda, es una sucesión inin-terrupida
de barranco, ladera, cabezo o picacho; de nuevo, al lado opues-
255
to, ladera y barranco. Una y otra vez en todo el contorno de la isla, sin
solución de continuidad.
La Degollada de la Vaca no es otra cosa que el paso de una ladera
a otra. Se halla al pie del Pico de la Tosca, más bien en su cima, tras
la montaña de El Molino. Es un corte natural que da acceso a las dos
vertiente contiguas Banda de Fabián y Cañada de Piedra Oorda—.
Este paso—degollada —se presenta a veces encajonado entre diques basálticos
que sobresalen semejando restos de muros ciclópeos. En la Fig. I
se ha recogido fotográficamente el paraje con su corte bien visible: rocas
de basalto cavernoso a ambos lados de la garganta y una vegetación
constituida por euforbias, alguna especie de sempervivum y algún que
otro arbusto desnudado por el constante soplar del viento.
Desde lo alto se divisa al fondo, blanqueando, el Barranco de la
Laja, con algunas palmeras en sus márgenes. Se destacan asimismo los
restos nudosos de antiguos diques, hoy disgregados, y en las más bajas
estribaciones de la ladera opuesta se ordenan escalonadamente algunas
huertas de platanera labrada en la laderas misma —y las masas oscuras
de algunos árboles frutales, en su mayoría higueras. La presencia de
agua en estos minúsculos valles los transforma en lugares extremadamente
fértiles, a lo que contribuye también la tibieza y benignidad del
clima.
En Lomiío Fragoso confluye el Barranco de Agua/Uva con el de
La Laja: de esta confluencia parte el Barranco de San Antonio o de la
Villa. La Degollada de la Vaca, que como ya se dijo permite el paso
de un barranco a otro o de una a otra cañada—de Norte a Sur partiendo
de la Banda de Fabián a la Cañada de Piedra Oorda—se halla cerca
de la cima del cabezo, a unos 600 metros sobre el nivel del mar. Unos 20
metros más arriba está situada la cueva sepulcral.
Recógese en la Fig. 11 la cima del cabezo coronada por una Euphor-bia
canarlensis. Debajo mismo de esta euforbia se encuentra la cueva.
* * *
Nos acompañan en la ascensión el profesor Don José Marfa Segovia
y Do«i José Armas Darlas, antiguo alumno de esta Facultad, a quien debemos
todo lo referente a la toponimia de la zona.
Hemos hallado a mitad de la cuesta a un pastor que ha accedido a
servinos de gufa, pues conocía el emplazamiento de la cueva. No siempre
es tarea fácil descubrir estos yacimientos por lo disimulado y oculto del
256
lugar donde habitualmente se encuentran. Por este pastor hemos sabido
que el yacimiento fué descubierto no hace más de tres aflos, con motivo
de acogerse unos pastores a la entrada del mismo. Fueron hallados dos
cadáveres. Respecto a objetos—cerámica, utensilios, etc.—, no se halló
ninguno en el interior en el instante del descubrimiento.
La cueva sepulcral de La Degollada de la Vaca se halla bajo unos
prismas basálticos y su boca exterior, muy irregular, simula dos pequeños
arcos, de mayor abertura el correspondiente a su parte Sur. La verdadera
entrada al enterramiento se halla a 070 mts. más al interior, donde se
abre otro arco de trazado más regular que el de la boca externa, y que
tiene 0'90 mts. de ancho porO'85 mts. de altura (Fig. IV).
Desde el camino que pasa junto a la cueva—de la que está separado
pocos metros—y que conduce a la cúspide del picacho, sólo es visible la
boca exterior de aquélla, o sea, la que en la Fig. III se descubre bajo los
prismas de basalto que caen verticalmente.
Al estudiar ahora este yacimiento se explica en parte cómo ha podido
permanecer hasta fecha tan reciente sin haber sido descubierto sobre todo
si se tiene en cuenta que se halla enclavado en parajes sumamente transitados
por pastores. La razón está en que su boca interior—la entrada
verdadera del enterramieto-se hallaba perfectamente cerrada con una
pared de piedra seca levantada con piedra basáltica, con preferencia pequeños
bloques perfectamente prismáticos, como puede verse en la citada
figura III, primer término de la derecha. Las cercanías de la cueva, y
aun ladera abajo, están totalmente cubiertas de materiales de igual naturaleza,
procedentes de la fragmentación de las grandes masas pétreas
que allf existen.
Fig. I. Barranco de la Laja
desde lo Degollada de la Vaca (La Gomera)
Fig. II. Cima del Cabezo y entrada
de la cueva de la Degollada de la Vaca
Fig. III. Boca exterior de la cueva
" r. IKUN(C(P5i I
j » " ' " C'ui tía r^Prifa I 257
De la primitiva pared que obturaba esta necrópolis no quedaban más
que unos restos adosados a los lados de la boca; es decir permanecían en
su sitio los que no fué necesario separar para entrar en la cueva. La
disposición de dichos restos de pared y el número de piezas están recogidos
en el gráfico de la Fig. V.
La cueva se orienta al Este. Su planta presenta la figuta de un óvalo
de contorno muy irregular (Fig. V). Su boca—E-F— tiene una anchura
de0'90mts;el eje mayor—A-B—una longitud de 373 mts.,yel eje
. / ' ^ . .l
•—••—V^ a t
Fig. V
menor—C-D—, 2'20 mts. La altura máxima en el interior se halla en el
centro, y alcanza un metro veinticinco centímetros, altura que va disminuyendo
a medida que se llega al fondo de la cueva, pues su interior es
abovedado.
En el momento de la excavación fueron hallados dos esqueletos. Los
cráneos estaban cuidadosamente colocados hacia el fondo y apoyados
contra la pared. Estos cráneos, según manifestó el pastor que nos guía,
habían sido sacados al exterior múltiples veces con el fin de contemplarlos:
esto lo hacían casi todos los pastores que por allí transitaban. Des-
258
pues de satisfecha la curiosidad, eran cuidadosamente devueltos a la cue-vo
Debido a este entrar y salir no guardan los esqueletos su orden natural,
aunque gran parte de ambas columnas vertebrales se conservaban
ordenadas. Gracias a ello se ha podido determinar con exactitud la primitiva
colocación de los dos cuerpos allí depositados, cuya dirección era
la misma del eje A B de la Fig. V. En este caso, la colocación citada venía
condicionada a la forma y dimensiones de la cueva. Inútil es decir
que en ésta no se descubría la más leve huella de obra debida a la mano
del hombre, salvo el indicado muro de cierre.
Retirados los esquelos se procedió a la excavación. Se halló una capa
de tierra variable entre 10 y 15 centímetros de espesor. Entre ella se
descubrieron algunos trozos de troncos carcomidos y otros que fueron
identificados como raíces de helécho.
Según dictamen del Dr. Maclas, de San Sebastián de La Gomera, y
posteriormente del Dr. Jerez, en Tenerife, los esqueletos pertenecen a
individuos de distinto sexo: uno de mujer joven y otro de hombre de
edad avanzada.
Como detalle interesante el cráneo de mujer presenta aún restos de
momificación: parte del frontal hasta el borde del parietal izquierdo se
hallan recubiertos de piel, y en algunas pequeñas zonas de la misma se
ven claramente los puntos de inserción del cabello.
* * *
A la vista de los detalles expuestos, podemos sacar las siguientes
conclusiones:
Ya se dijo al principio que por no poseer datos positivos de yacimientos
funerarios de la isla de La Gomera, éste de La Degollada de la
Vaca hay que estudiarlo aisladamente por ahora ante la imposibilidad de
compararlo con otro. Por lo tanto, las conclusiones tienen un carácter
provisional. Como por otro lado, un intento de comparación siempre es
interesante por los datos que aporta, vamos a proceder a relacionar esta
cueva sepulcral con otras de naturaleza semejante descubiertas y estudiados
en la isla de Tenerife. Así podemos decir:
1.° - Que es un modesto enterramiento para el cual se utilizó una
cueva de pequeñas proporciones;
2."-Que estos enterramientos aparecen aisladamente, casi siempre
dentro del área de un poblado primitivo, al cual corresponde una necrópolis
colectiva de proporciones más extensas, y por lo mismo, de nume-
259
rosos enterramientos. En este caso, la de La Degollada de la Vaca pudiera
muy bien ser el enterramiento aislado a que nos referimos, permaneciendo
ignorada 1J verdadera necrópolis hasta tanto no sea estudiada la
zona y determinado, como no puede ser por menos, el poblado;
3.°—Que su boca aparece obturada por una pared de piedra seca,
repitiéndose aquí el caso corriente en Tenerife cuando se trata de cuevas
de boca estrecha y de exiguas proporciones, en las que, además, no
se han practicado más de dos enterramientos;
4.°—Contrariamente a lo que acontece en los yacimientos funerarios
de Tenerife, el de La Degollada de la Vaca no ha ofrecido vestigios
cerámicos, ni de utensilios, como tampoco ningún objeto de ornamento.
En dicha isla, y en toda necrópolis aparecen restos de vasijas, punzones
de hueso, cuentas de collar y tahonas o raspadores de obsidiana No sabemos
si entre las rocas de la isla de La Gomera se encuentra la obsidiana:
la ausencia de lascas de este mineral tanto aquí como en los conche-ros
de Punta Llana, bien pudiera explicarse por la carencia del mismo.
Por lo que respecta a los objetos más arriba citados -útiles y ornamentales—
mientras no se amplíen estos trabajos de exploración y excavación
nada puede decirse. La no presencia de los mismos en esta necrópolis
pudiera obedecer a dos razones: que los ritos funerarios gomeros fue-s;
n distintos de los Tenerife, o bien, que la modestia del yacimiento estudiado
ahora excluyera la colocación de aquellos objetos; y
5.°—Respecto a la presencia de raíces de helécho, habrá que pensar
en la alimentación del aborigen, en la cual entraban raíces pertenecientes
al vegetal citado y de las cuales se obtenía gofio.